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el futuro también en línea, tal como sucede con la ropa, los muebles o los viajes de vacaciones.
Los servicios de suministro rápidos nos traen los productos además cómodamente a domicilio.
De ahí que los grandes minoristas hace ya tiempo que están incorporando sus propias tiendas
en línea. Los pequeños desaparecen u ocupan con excelentes conceptos un nicho. Las
plataformas digitales, que no provienen en absoluto de la industria, se están consolidando
como nuevo actor en el mercado del comercio de los productos frescos. Las “startups”, al igual
que los actores globales, como por ejemplo Google o Amazon, ofrecen desde hace tiempo sus
correspondientes servicios. La unión hace la fuerza y, en consecuencia, se está produciendo
una consolidación en la distribución de los productos frescos. También está claro: quien hoy
domina el mercado de datos, puede responder a los consumidores de modo individual y
satisfacer sus demandas. Es obvio que las empresas tecnológicas llevan la delantera en este
sentido
Durante los últimos 18 meses, una de las tendencias más destacables, iniciada por
Intermarché en Francia, ha sido la venta de productos no del todo perfectos, que
“se etiquetan con otra marca y se venden a los consumidores a un precio menor.
Estos programas se han expandido por todo el planeta, con la colaboración de
minoristas y proveedores por igual”, explica, y los describe como un ejemplo de
una excelente acción de marketing que logra convertir un producto defectuoso en
uMichael Worthington, que participó en la presentación para dar a conocer la
perspectiva australiana sobre algunos de los temas tratados, aseguró: “Nos hemos
percatado de esta tendencia probablemente tan rápido como todos los demás”, y
hay grandes y pequeños minoristas que tratan de sacarle partido. De hecho, “el
año pasado, Harris Farm Markets fue el ganador del premio al Comerciante del
Año por su campaña ‘Selecciones imperfectas’ y, durante los últimos 12 meses, ha
duplicado su oferta de estos productos en los lineales”.
Esta tendencia sirve como metáfora para otras, ya que, según Silbermann, “una
tendencia clave que hemos visto es una intersección y una colaboración cada vez
mayores entre la agricultura, la tecnología y la inversión de capital”. Para ilustrarla,
mencionó que “en 2014, se invirtieron 2.300 millones de dólares en tecnología
agrícola, y la cifra se duplicó hasta los 4.600 millones el año pasado”, con todos los
sectores relacionados. En Japón, por ejemplo, se han presentado las “hortalizas
parlantes” en las tiendas, que “reproducen la voz del agricultor cuando un cliente
toca el producto”.
Esta tendencia tiene mucho que ver con la transparencia, ya que, al proporcionar
más información sobre el cultivo del producto, es probable que mejore la confianza
del consumidor. Al mismo tiempo, “ofrece a los clientes la oportunidad de conocer
la agricultura y hacer más entretenida la compra. En consecuencia, las ventas en
algunos establecimientos han aumentado hasta un 20%”, declaró. Está claro que
“los consumidores están interesados en aprender más sobre el cultivo de sus
alimentos y quiénes los cultivan”, afirmó.
Los recursos técnicos, según Silbermann, también intentan abordar los problemas
de escasez de agua. “Vemos que se invierte mucho en el reciclaje de aguas, la
filtración, el riego de precisión y el control de la evaporación”. Un ejemplo de ello
es el invernadero de condensación diseñado en Etiopía, “de modo que los
agricultores no tengan que depender del suministro de agua del exterior, y esa es
solo una de las muchas ideas que están obligando a nuestra industria a adaptarse
a los cambios en el entorno de los consumidores y de la tecnología”.
Esta está conectada con otra tendencia de consumo cada vez más importante, que
es la sostenibilidad, “lo que ha dado como resultado la redefinición general de la
palabra ‘salud’”, afirma Silbermann. “Antes solíamos definir la salubridad de los
productos agrícolas sobre todo desde el punto de vista de la nutrición, pero cada
vez más consumidores, especialmente los más jóvenes, están estudiando sus
hábitos de alimentación saludables de una manera más holística. Comprueban la
salud del producto y el impacto que ejercen su producción y distribución en la
salud de nuestro planeta, lo que está causando cambios en sus dietas”.
Al comercializar los productos agrícolas, hay que tener en cuenta que los
miembros de la generación Y utilizan muchísimo la tecnología, como las tabletas y
las aplicaciones móviles. “En cuanto a la generación Z, también es probable que
compren artículos descritos como frescos, naturales y locales, y adoran cocinar;
así que, ya esté utilizando la sostenibilidad o integrando estudios demográficos en
sus estrategias de mercado, debe tener en cuenta estos aspectos”, aconsejó
Silbermann.