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México cuenta con una red de 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países (TLCs),
32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs)
con 33 países y 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación
Económica y Acuerdos de Alcance Parcial) en el marco de la Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI).
Además, México participa activamente en organismos y foros multilaterales y
regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Mecanismo de
Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la ALADI.
A más de 20 años de distancia, es evidente que los efectos del TLCAN en México,
trascendieron de lo comercial, a toda la economía, pero además, fueron
determinantes en la evolución de algunos valores culturales y políticos muy
arraigados en la sociedad mexicana, como el nacionalismo, la desconfianza
ancestral sobre los extranjeros no hispanoparlantes, y la aceptación mayoritaria de
una democracia “sus generis”, a la mexicana.
Se puede decir que durante el tiempo del TLCAN rindió buenos frutos. Sirvió
exitosamente su propósito fundamental para detonar el crecimiento económico.
Ahora que las circunstancias han cambiado en el entorno doméstico e internacional,
y que la incertidumbre se genera en el corazón de la más importante economía del
mundo, mantener su vigencia resulta además estratégico, por su aportación a
generar certeza y estabilidad a toda la región de Norteamérica y particularmente a
México.
En el Tratado del G3, ahora G2 entre México- Colombia se aspiraba a formar una
zona de libre comercio entre los tres países de más de 156 millones de habitantes.
En él se establecieron reglas de juego claras y transparentes de beneficio mutuo en
materia de comercio e inversión.
Este acuerdo también incluyó temas como : trato nacional y acceso de bienes al
mercado, sectores automotor, y agropecuario, medidas fitosanitarias, reglas de
origen, procedimientos aduaneros, salvaguardias, prácticas desleales de comercio
internacional, principios generales sobre servicios, telecomunicaciones, servicios
financieros, entrada de personas de negocios, normas técnicas, compras del sector
público, políticas en materia de empresas del estado, inversión propiedad intelectual
y solución de controversia.
Desde el punto de vista político, tal vez no todos los mexicanos estén a favor del
TLC ante un posible cambio en las expectativas previstas. Por otro lado, aun
cuando se señale que "un país puede retirarse de un acuerdo con sólo dar aviso a
las demás partes con seis meses de anticipación", para México el costo podría
resultar muy grande. Se correría el riesgo de una caída en el flujo de capitales
externos que pondrían en peligro la viabilidad económica y financiera del país.
El TLC entraña todo un proceso de reconversión que tiene como objeto lograr la
competitividad internacional, es decir: bajos costos, mayor calidad y mejor servicio,
ya que ante la desgravación arancelaria -en el modelo del TLC- los mercados se
vuelven sumamente competidos.
El libre comercio no sólo implica la reconversión de las empresas o la desaparición
de las que no lo puedan realizar, sino el surgimiento de nuevas que, aprovechando
las mejores y más numerosas oportunidades de la globalización, alcancen una
elevada competitividad.
Cuando una economía se abre al intercambio comercial con otros países, los
precios de los bienes y servicios de importación bajan con respecto a los no
comercializables, y los precios de los bienes de exportación aumentan, lo que
provoca que la economía exporte e importe más.
-S&P global ratings, 2017. Tratado de Libre Comercio de América del Norte es un
buen acuerdo tanto para México como para Estados Unidos. Disponible en:
https://www.spratings.com/documents/20184/1491337/ER_LA_Marzo15_2017_Tra
tadodeLibreComerciodeAmericadelNorteesunbuenacuerdotantoparaMexicocomop
araEstadosUnidos/a2f6223a-738a-4d67-aacc-d5661226dfee