Sie sind auf Seite 1von 143

HISTORIA SALÜTK

Serie de monografías' de Teología dogmática

LA UNCIÓN
DE LOS ENFERMOS
Estudio histórico-dogmático
BIBLIOTECA H I S T O R I A SALUTIS
DE

AUTORES CRISTIANOS Serie monográfica de Teología


dogmática
Declarada de interés nacional
ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA
DIRECCIÓN DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA COMITÉ DE DIRECCIÓN
JOSÉ ANTONIO DE ALDAMA, S. I.
LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICIA UNIVER- CÁNDIDO POZO, S. I.
SIDAD ENCARGADA DE LA INMEDIATA RELA-
CIÓN CON LA BAC ESTÁ INTEGRADA EN EL JESÚS SOLANO, S. I.
AÑO il975 POR LOS SEÑORES SIGUIENTES:

PRESIDENTE :
Emmo. y Rvdmo. Sr. Dr. VICENTE ENRIQUE Y TARANCÓN,
Cardenal Arzobispo de Madrid-Alcalá y Gran Canciller de
la Universidad Pontificia
VICEPRESIDENTE : limo. Sr. Dr. FERNANDO ' SEBASTIÁN
AGUILAR, Rector Magnífico
VOCALES: Dr. ANTONIO ROUCO VÁRELA, Vicerrector;
Dr. GABRIEL PÉREZ RODRÍGUEZ, Decano de la Facultad de
Teología; Dr. JULIO MANZANARES MARIJUÁN, Decano de
la Facultad de Derecho Canónico; Dr. ALFONSO ORTEGA
CARMONA, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras y
Vicedecano de la Sección de Filología Bíblica Trilingüe;
Dr. MANUEL CAPELO MARTÍNEZ, Decano de la Facultad de
Ciencias Sociales; Dr. SATURNINO ALVAREZ TURIENZO, Vi-
cedecano de la Sección de Filosofía; Dr. CLAUDIO VILÁ
PALA, Vicedecano de la Sección de Pedagogía; Dr. ENRIQUE
FREIJO BALSEBRE, Vicedecano de la Sección de Psicología.

SECRbiAKio Dr. JUAN SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Catedrático


de Derecho Canónico.

LA EDITORIAL < ATOLICA, S. A. — APARTADO 466


MADRID • MCMLXXV
LA
UNCIÓN
DE L O S E N F E R M O S
Estudio histórico-dogmático
POR

MIGUEL NICOLAU S. I.
CATEDRÁTICO DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA EN LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA
DE SALAMANCA

BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS


MADRID , MCMLXXV
ÍNDICE GENERAL

Pdgs.

PRÓLOGO xnr
VOLÚMENES PUBLICADOS xv
PRESENTACIÓN xvn
SIGLAS PRINCIPALES xix
BIBLIOGRAFÍA GENERAL xxi

PARTE PRIMERA

FUENTES BÍBLICAS DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

CAPÍTULO I.—La unción de aceite en la Biblia y el rito de un-


ción en el N . T 5
I. La unción de aceite entre los pueblos del Antiguo Oriente (n.i).
II. La unción del aceite en el A.T. (n.2-8): Diferentes usos del
aceite (n.2-5). En la enfermedad (n.6). Visita de enfer-
mos (n.7-8).
III. El rito de la unción en Me 6,13 (n.9-10).
IV. El pasaje de Santiago 5,13-15 (n.11-33): El texto de San-
tiago (n.12-13). Exposición del texto (n.14-27). Objetividad
del rito (n.28-29). Es diverso del carisma de curación (n.30).
Rito de efectos próximos (n.31). Rito sacramental (n.32).

PARTE SEGUNDA

INTERPRETACIÓN PATRÍSTICA Y LITÚRGICA DE LAS


FUENTES BÍBLICAS

CAPÍTULO II.—La interpretación del período patrístico 23


La escasez relativa de documentos (n.34-36).
I. En las Iglesias de Oriente (n.37-70).—Los primeros testimo-
nios: San Ireneo (n.37-38), Orígenes (n.39-40), Afraates
(n.41).—En los documentos litúrgicos primeros: Didaché (n.42).
La Traditio apostólica, de Hipólito, y documentos conexos
(n.43-46). El Sacramentarlo de Serapión (n.47-50). Otros do-
cumentos (n.51-52).—Santos Padres del siglo IV (n.53-57):
San Atanasio (n.53), Dídimo de Alejandría (n.54), San
Juan Crisóstomo (n.55-57); otros testimonios: Víctor de
Antioquía (n.58), San Cirilo de Alejandría (n.59), Isaac de
(p) Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Católica, S. A. Madrid 1975
Antioquía (n.6o), etc. (n.61-69).—Conclusión (n.70).
NIHIL OBSTAT: J. A. DE ALDAMA, S. I. IMPRIMÍ POTEST: LUIS M. SANZ, S. I „ II. En las Iglesias de Occidente (n.71-88): Tertuliano (n.71),
PROVINCIAL. IMPRIMATUR: DR. JUAN C. CALACHE, PROVICARIO GENERAL. SALAMAN- San Hilario de Poitiers (n.72), San Ambrosio (n.73). Tes-
CA, 26 DE ABRIL DE 1975'. timonios ineficaces (n.74).—El sacramento de la unción, pro-
Depósito legal M 39029-1975 puesto claramente como tal (n.75-81): Inocencio I (n.75),
ISBN 84-220-0734-7 San Agustín (n.76), otros escritores (n.77-81).—La unción
Impreso en España. Printed in Spaia administrada en la enfermedad (n. 82-86).—En las coleccio-
nes canónicas (n.87).—Conclusión (n.88).
VIH Índice general Índice general

Pdgs. Pdgs.

CAPÍTULO III.—En los siglos VII al IX 52 CAPÍTULO VIL—Efectos y finalidad a que se ordena el sacramen-
to de la unción 125
I. Escritores eclesiásticos de los siglos VII al IX (n.89-98): San
Eloy (n.89), San Beda (n.90-91), un discípulo de San Teodo- I. Soñación (completa) del hombre entero (n.204-224): Sanación
ro (n.92), Amalario (n.93), Jonás (n.94), Pascasio Radberto espiritual (n.204-211).—La sanación corporal (n.212-219):
Conciliación de la esperanza de sanación corporal con la rea-
(n.95-96), Prudencio, Amulo, Haymo (n.97).—Conclusión
lidad de la muerte que frecuentemente se seguirá (n.218).
(n.98). Manera de producir la sanación (n.219). Sacramento de los
II. Los estatutos diocesanos en Occidente (n.99-104). que se van: «sacramentum exeuntium» (n.220). ¿Consagra-
III. En los concilios particulares (n. 105-109): El documento de ción de la muerte cristiana? (n.221). La fortaleza en el dolor
Inocencio I (n.105). Concilios particulares del siglo ix (n.106- de la enfermedad (n.222-224).
109).
II. Efectos propios y eventuales, efectos primarios y secundarios
(n.225-228): Diversidad de opiniones (n.227). Sacramento
CAPÍTULO IV.—La interpretación y la práctica litúrgica 64
de la divina misericordia (n.228).
I. Documentos litúrgicos sobre la unción (n. 110-122): La Traditio III. Conclusiones finales (n.229-230): Momento en que se con-
apostólica, de Hipólito ( n . n o ) . Liber ordinum de la liturgia fiere la gracia (n.231).
mozárabe ( n . m ) . Liturgia galicana (n.112). Sacramentario
gelasiano (n.113). Sacramentario gregoriano (n. 114-115). Li- CAPÍTULO VIII.—A quiénes se administra la unción y quiénes la
turgia ambrosiana (n. 116-118). Liturgia galicana (n. 119-120). administran 144
Liturgia romana (n.121). Liturgia griega (n.122).
I. El sujeto de la unción de los enfermos (n.232-244): Enfermo
II. Unciones que no eran sacramento (n.123-130).
con enfermedad grave (n.232). Razones del Magisterio y de
III. Las «conclusiones del primer milenio» (n.131-134). la tradición (n.233-234). Razones de congruencia (n.235).
IV. El uso de otras unciones (n.135-145): Unción de los penitentes Disposiciones en el sujeto (n.236).—Cuestiones complementa-
(n.135-139).—Unción de los difuntos (n.140-145). rias (n.237). Cuántas veces puede recibirse la unción de los
enfermos (n.238-239). La unción en la muerte aparente
(n.240).—La necesidad y la obligación de recibir el sacramen-
PARTE TERCERA to (n.241-244): No es de necesidad de medio (n.241). N o es
de necesidad de precepto grave (n.242). Obligación de los
LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS EN LOS DOCUMENTOS DEL
familiares (n.243). Reviviscencia de la unción (n.244).
MAGISTERIO UNIVERSAL Y EN LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA
II. Ministro del sacramento (n.245-265): Los presbíteros de la
CAPÍTULO V.—Algunos documentos del Magisterio universal 93 Iglesia (n.245-249). Los documentos antiguos y del Magiste-
rio (n.246-247). La unción administrada por varios sacerdo-
I. Documentos del Magisterio romano en la Edad Media (n.146- tes (n.248-249).—Por qué basta un solo ministro (n.250-252):
148). En los teólogos medievales (n.149). Examen de Sant 5.I4S (n.250). La práctica posterior de la
II. Perspectivas presentes al concilio de Trento (n. 150-164): Los Iglesia (n.251-252).—¿Podría un diácono u otro ministro in-
reformadores (n.150-167). Lutero (n.150-159). Calvino ferior administrar la unción de los enfermos? (n.253-260): El
(n.160-164). Los seguidores de Lutero y de Calvino (n.165- dictamen de los teólogos (n.254-255). El concilio de Trento
167). (n.256). Crítica de algunas opiniones (n.257-260).—¿Podría
III. En el concilio de Trento (n.168-173). un sacerdote, en ausencia de otro presbítero, administrarse a sí
mismo la unción? (n.261-264): Razones en favor (n.261).
CAPÍTULO VI.—Institución y constitutivos del sacramento 109 Razones en contra (n.262-263). Los autores (n.264).—Obliga-
ción de administrar la unción (n.265).
I. La institución del sacramento (n. 174-177): Definición de
Trento (n. 174-175). Otras declaraciones del Magisterio
(n.176). Opiniones inaceptables (n.177). PARTE CUARTA
II. La «materia» y la «forma» de la unción de los enfermos (n.178-
202).—A) La «materia» de la unción de los enfermos (n.179- LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS EN LA PERSPECTIVA
197). La materia remota: El aceite bendecido por el obispo Y PROBLEMÁTICA MODERNA
(n.182-184). La bendición del presbítero (n.185-190). La
bendición del óleo de los enfermos (n.191-192). ¿Aceite de CAPÍTULO IX.—En los documentos del Vaticano II y de Pablo VI. 171
olivas? (n.193).—La materia próxima: Las unciones (n.194- I. La unción de los enfermos según el Vaticano II (n.266-279).
196).—La constitución de Pablo VI (n.197).—B) La «for- índole general de los sacramentos (n.267-271): Carácter social
ma» del sacramento de la unción (n. 198-202). y didáctico (n.267-269). En el marco del misterio pascual
X Índice general Índice general XI
Pdgs. Pdgs,
(n.370). La presencia de Cristo en el sacramento (n.271). El CAPÍTULO XIII.—El cristiano ante la muerte 235
nombre de «uncióa de los enfermos» (n.272-273). Orden en
la administración de los sacramentos (n.274-275). El número Teología de la muerte (n.359-378): El hecho (n.359). Causas
de las unciones (n.276-277). Repetición de la unción en la de la muerte (n.360). Causa histórica (n.360). Los Santos
misma enfermedad (n.278).—Resumen (n.279). Padres sobre la muerte (n.361-364). El Magisterio de la
II. La constitución «Sacram unctionem tn/irmorum» (n.280-289): Iglesia (n.365).—La muerte, absorbida en la victoria de Cris-
Continuidad con Trento (n.283-286). La acomodación a los to (n.366): «El que cree en mí no morirá para siempre»
tiempos y naciones (n.287-288). El número de las unciones (n.367). El enigma de la muerte ante el concilio (n.368). La
(n.287). Aceite de procedencia vegetal (n.288). El nuevo vigilante espera del cristiano (n.369). La muerte del justo
«Ordo» (n.289).—Resumen (n.290). (n.370). Confianza en la muerte (n.371-372). Fidelidad y
fecundidad hasta la muerte (n.373). Sacrificio con Cristo en
la cruz (n.374).—El rezo de completas (n.375).—La muerte de
CAPÍTULO X.—El nuevo «Ordo» o «Ritual de la unción» 187 los santos (n.376).—La entrega de los moribundos a Dios
I. El nuevo «Ordo» (n. 291 -300): La introducción general (n.291- (n.378).
292). Cuándo se debe administrar la unción (n.293). El mi-
nistro de la unción (n.294). P a r a ^a misma unción (n.295). Epilogo 2

El viático (n.296). El rito continuo (n.297). Ministerios con 2
ÍNDICE BÍBLICO S3
los enfermos y adaptaciones del rito (n.298). La pastoral de
2S
los enfermos (n.299-300). ÍNDICE ONOMÁSTICO °
II. El rito de la unción (n.301-316): La preparación (n.301). Ritos
iniciales (n.302-303). Acto penitencial, lectura bíblica y ora-
ción (n.304). La unción (n.305-309). La unción, celebrada co-
munitariamente (n.310). Dentro de la misa (n.311). En una
gran asamblea de fieles (n.312-313).—Pastoral de enfermos
(n.314-316): El viático en la misa (n.314), fuera de la misa
(n.314). Rito continuo de la penitencia, unción y viático
(n.315). La recomendación del alma (n.316).

CAPÍTULO XI.—Dimensión ecuménica en la unción de los enfer-


nos 202
I. Opiniones de los orientales sobre la unción (n.317-330): Puntos
de convergencia entre orientales y católicos (n.3i8). Dife-
rencias doctrinales entre orientales y católicos (n.319-324).
El efecto principal del sacramento (n.319). Quién puede re-
cibir el sacramento (n.320). Cuántas veces puede recibirse
la unción (n.321). El número de los ministros (n.322-324).
Diferencias disciplinares o ceremoniales (n.325).—Despue's
del Vaticano II (n.326-330).
II. En la Iglesia anglicana (n.331-341): En los tiempos anterio-
res (n.331-332). En los tiempos recientes (n.333-334). Co-
mentarios (n.335-338). En los tiempos últimos (n.340-341).

CAPÍTULO XII.—El cristiano ante la e n f e r m e d a d 222


La enfermedad es un hecho (n.342-343).—El orden providen-
cial (n.344-350): Valores de la enfermedad (n.344). El Padre
nos educa (n.345). El ejemplo de Jesucristo y la asociación a
sus pasiones (n.346-347). Ejercicio del sacerdocio común
(n.348-349). Valores de la cruz (n.350).—Jestís de Nazaret y
los enfermos (n.351-352). La Iglesia y los enfermos (n.353-
355).—El sacramento en la enfermedad (n.356-358).
E L R. P. Miguel Nicoláu es bien conocido como teólogo, y
más en particular como gran especialista en Teología sacra-
mental. Para limitarnos solamente a este campo específico
—sería demasiado largo hacer aquí una enumeración de sus
restantes obras teológicas y quizás casi superfluo, ya que los
títulos de las más importantes están en la mente de todos
(el P. Nicoláu, por sus aportaciones en el volumen primero
de la Sacrae Theologiae Summa, tiene un puesto en la historia
del pensamiento teológico como un clásico de la Teología fun-
damental en el período al que la Sacrae Theologiae Summa co-
rresponde)—, los lectores de nuestra serie «Historia salutis» co-
nocen y estiman sus dos volúmenes anteriormente publicados
en ella: Teología del signo sacramental y Ministros de Cristo.
Del primero de ellos existe una traducción italiana que ha
obtenido una gran difusión en Italia y especialmente en las
Universidades romanas. El segundo es un excelente tratado
sobre el sacramento del Orden. Fuera de nuestra serie y aun
de esta casa editorial, el P. Nicoláu es autor de un bello tratado
sobre la Eucaristía (Nueva Pascua de la Nueva Alianza). Pero,
volviendo de nuevo a «Historia salutis», con este volumen el
P. Nicoláu nos brinda así en ella una trilogía dentro del campo
de la Teología sacramental.
La presente monografía está consagrada a La unción de los
enfermos. No necesitamos subrayar que la reconocida claridad
y precisión de pensamiento a que el P. Nicoláu nos tiene acos-
tumbrados resplandecen en ella. Lo mismo debe decirse de
su competencia científica. El lector tiene en sus manos un
tratado de extraordinaria riqueza de documentación. La unción
de los enfermos se estudia en sus antecedentes veterotesta-
mentarios, para llegar, a través de ellos, a un estudio de los
textos fundamentales de Me 6,13 y Sant 5,i3ss (c.i). Una
atención esmerada se dedica a la historia de la tradición pa-
trística (c.2-4), dentro de la cual se da particular relieve a la
tradición litúrgica (c.4). Un estudio de la doctrina del magis-
terio eclesiástico (a propósito del concilio de Trento se ofrece
una visión de las posiciones de los reformadores protestantes)
es el punto de partida para exponer la reflexión teológica que
se ha desarrollado a partir de esa doctrina (c.5-8). La relación
entre sanación espiritual y sanación corporal reviste un interés HISTORlA SALUTIS
particular dentro de la difícil problemática teológica de este
sacramento (c.7).
Naturalmente, la parte dedicada a los documentos más re-
cientes del magisterio eclesiástico y a la problemática con-
temporánea implica la mayor novedad. Incluso la obra clásica VOLÚMENES PUBLICADOS
de Kern sobre la extremaunción no puede utilizarse hoy sin
complementarla con las aportaciones de nuestros días. Es ca- I. Fase precristiana.
racterístico que el Handbuch der Dogmengeschichte, cuya edi-
ción castellana está publicando la BAC, sustituya el fascículo II. Cristo y su obra.
preconciliar sobre penitencia y extremaunción por otro poscon-
ciliar. No cabe duda de que el Vaticano II, en su constitución De los Evangelios al Jesús histórico. Introducción a la Cris-
sobre la Sagrada Liturgia, y la constitución de Pablo VI Sa.' tología (J. Caba).
cram unctionem infirmorum (c.9), así como el nuevo Ritual de María en la obra de la salvación (C. Pozo).
la unción (cío), representan acentuaciones nuevas que había Dios revelado por Cristo ( S. Vergés-J. M. Dalmáu).
que estudiar cuidadosamente. De ellas se ocupa el P. Nicoláu La Iglesia de la Palabra, 2 vols. (J. Collantes).
con un análisis matizado. También es otra novedad importante La salvación en las religiones no cristianas (P. Dambo-
el capítulo dedicado a la unción de los enfermos en una pers- riena).
pectiva ecuménica, el cual señala convergencias y divergencias
con orientales separados y anglicanos ( c u ) ; las posiciones del III. Los tiempos de la Iglesia.
protestantismo clásico han sido objeto de estudio en un capí-
Teología del signo sacramental (M. Nicoláu).
tulo anterior (c.5).
Ministros de Cristo. Sacerdocio y sacramento del orden
El P. Nicoláu ha sido siempre un teólogo con sensibilidad (M, Nicoláu).
pastoral. El lector le quedará agradecido por haber cerrado su La unción de los enfermos. Estudio histérico-dogmático
obra con dos capítulos de reflexión teológico-pastoral sobre (M. Nicoláu).
la enfermedad y la muerte, que ponen a la Teología de ambas El matrimonio cristiano y la familia (J. L. Larrabe).
realidades, tan existencialmente humanas, en relación con el
sacramento que Cristo instituyó para ellas. IV. El final de la historia de la salvación.
Por todos estos motivos, el Comité de Dirección de la serie
«Historia salutis» cree un deber suyo expresar su reconoci- Teología del más allá (C. Pozo).
miento al R. P. Nicoláu, en nombre de sus futuros lectores,
por el esfuerzo teológico y los abundantes logros que este
volumen significa.
16 de julio de 1975, en la festividad de Nuestra Señora
del Carmen.
CÁNDIDO Pozo, S.I.
JOSÉ ANTONIO DE ALDAMA, S.I.
JESÚS SOLANO, S.I.
PRESENTACIÓN

E.L objeto del presente volumen, como indica su título, es el


sacramento de la unción de los enfermos. El punto de vista desde
el cual lo estudiamos es, en primer lugar, el que es propio de la
teología dogmática y de las aulas de teología. Quisiéramos ofre-
cer, en cuanto lo consiente el limitado tiempo que se dedica a
este tratado, un estudio históricodogmático.
La reciente y fecunda pastoral de los enfermos se ha ocu-
pado también con nuevo relieve de este sacramento, que es
primariamente alivio en la enfermedad.
Es, ciertamente, un «sacramento de los que se van».
Pero es también un sacramento de los que se quedan.
Y para que se queden.
Un sacramento que ayuda al cristiano en ese trance, tan
frecuente y tan humano, de la enfermedad.
En el curso de la historia eclesial se han acentuado, según
las épocas y los condicionamientos históricos, unos aspectos
y valoraciones del sacramento de la unción con preferencia a
otros. Es la constante variabilidad pendular de la limitación
humana. Pero en una obra teológica no es permitido ser uni-
laterales. Debe expresarse la doctrina dogmática y la que se
/ deriva del dogma en toda su integridad. Y el teólogo, sin de-
I jarse llevar de las tensiones y posturas radicalizadas, ora del
inmovilismo, ora de la moda, debe esforzarse por ser justo y
exacto, acogedor, sereno y equilibrado, de todo lo que presente
un peso de verdad y de eficacia pastoral, por pequeño que sea.
Es lo que hemos procurado hacer en este libro.
El desarrollo de los estudios históricos (patrísticos y litúr-
gicos) y el auge que han cobrado las nuevas cuestiones y los
nuevos (pero también muy antiguos) aspectos de la unción de
los enfermos, no permitían considerar este sacramento como
un mero «completivo» de la penitencia. Mucho menos como
un «apéndice» al estudio de la penitencia. Todo parecía exigir
un tratado de contextura y constancia propias; desligado, en
alguna manera, del tratado de la penitencia.
XVIII Presentación

Como en otros tratados nuestros recientes *, seguimos un SIGLAS PRINCIPALES


orden de estratificaciones cronológicas e históricas, ancladas
siempre, como base primera, en la palabra escrita de Dios que
son las fuentes bíblicas. Sigue la interpretación que los Santos
Padres y las liturgias primeras han ofrecido de esa palabra de
AAS Acta Apostolicae Sedis.
Dios. A continuación, la reflexión hecha por los teólogos y la CSEL Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum...
fijación de la doctrina por el Magisterio de la Iglesia. La con- Academiae Vindobonensis.
sideración de la problemática moderna, tan necesaria para una DictArchChrétLiturg. Dictionnaire d'Archéologie Chrétienne et de Liturgie.
DictBiblSuppl Dictionnaire de la Bible. Supplément (VIGOÜROUX).
actualización de la teología que sirva de base segura en la in- DTC Dictionnaire de Théologie Catholique (ed. A . V A -
quietud pastoral, ocupa buena parte de nuestra atención en CANT-E. M A N G E N O T - E . AMANN).
Dz-Sch DENZINGER-SCHONMETZER, Enchiridion symbolo-
todo el curso de la obra, y de modo especial al final de la rum... (Nos referimos a los números marginales de
misma. esta moderna edición. Entre paréntesis indicamos
Hemos de observar nominalmente lo mucho que han apor- la numeración de ediciones anteriores.)
Funk FUNK, Patres Apostolici.
tado el Vaticano II y los nuevos documentos, recentísimos, de Mansi J. D . MANSI, Sacrorum Conciliorum nova et amplis-
Pablo VI y de la Santa Sede, en síntesis bien pensada de tradi- sima collectio.
n número, números.
ción y progreso, de progreso y tradición... p página, parte.
Quisiéramos servir y ser útiles al trabajo abnegado de los PG J. P. MIGNE, Patrologiae cursus completus. Series
que se afanan en la cura de almas ofreciéndoles datos ciertos graeca.
PL J. P. MIGNE, Patrologiae cursus completus. Series
y pistas seguras en la convergencia armónica de todo lo verda- latina.
dero y de todo lo bueno que han traído los tiempos. q quaestio, quaestiuncula.
R ROUET DE JOURNEL, Enchiridion Patristicum.
Con este intento, y ya que la enfermedad es cruz tan ordi- RechScRel Rechercb.es de Science Religieuse.
naria de los humanos, ofrecemos un capítulo sobre los valores ScuolCatt La Scuola Cattolica.
cristianos del dolor y de la enfermedad. Lo intitulamos, como ThWNT Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament
(KITTEL).
hubiéramos también podido intitular este libro, El cristiano
ante la enfermedad.
Y, puesto que la muerte es suerte común de todos los hom-
bres, y la unción, aun siendo un sacramento de sanación, no
deja de ser un fortalecimiento del espíritu para la eventual parti-
da de este mundo, ofrecemos un último capítulo (El cristiano
ante la muerte), que quiere ser la expresión gozosa de unos
valores y de una esperanza avivados por el sacramento de la
unción.

* Nos referimos a Teología del signo sacramental^ Madrid, BAC, 1969);


Ministros de Cristo. Sacerdocio y sacramento del ora\n (Madrid, BAC, 1971);
Nueva Pascua de la Nueva Alianza. Actuales enfoques sobre la eucaristía
(Madrid, Ed. Studium, 1973). N o repetimos los puntos de vista, ya expues-
tos en estos libros, sobre los sacramentos en general o en particular y sus
dimensiones antropológica y eclesial. Nos remitiremos a estos libros para no
repetir lo ya publicado en ellos.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Indicamos solamente las publicaciones que de una manera general to-
can a la unción de los enfermos. Dejamos para los sucesivos capítulos los
escritos que tocan puntos más particulares.

ALSZEGHY, Z., L'effetto corporale dell'Estrema Unzione: Gregorianum 38


(i9S7) 385-405.
BORD, J. B., L'Extreme Onction d'aprés VEpítre de Saint Jacques (5,14-15),
examinée dans la Tradition (Bruges 1923).
BOTTE, B., L'onction des malades: La Maison-Dieu n.15 (1948) 91-107.
BOURASSA, FRANgois, L'onction des malades (Rome, Univ. Grégor., 1970).
BOYER, C , Tractatus de Paenitentia et Extrema Unctione (Roma. Univ.
Gregor., 1942).
CHAVASSE, A., Etude sur l'onction des infirmes dans l'Église latine du IIIe
au XIe siécle. T . i : Du IHe siécle á la reforme carolingienne (Lyon, Libr.
S. Coeur, 1942).
—Oraciones por los enfermos y unción sacramental en «La Iglesia en oración»
(Barcelona, Herder, 1964) p.621-36.
COUNE, L'onction des malades. Approches théologiques: Paroisse et Litur-
gie 49 (1967) 558-72.
CUTTAZ, F*, Remede divi.ru Pour te chxétiens mal.ad.es, Pxécievx effets de
Vextreme onction. Conséquences (Tournai, Desclée, 1950).
D ' A L É S , A., art. Extréme-Onction: DictBiblSuppl 3,262-72.
D'AVANZO, GUIDO, L'unzione sacra degli infermi. Questioni teologico-canoni-
che (Torino, Marietti, 1958).
DENZINGER, H., Ritus Orientalium, Coptorum, Syrorum et Armenorum in
administrandis sacramentis (Graz 1961). Reproducción fotográfica de la
edición de Würzburg 1863.
DIDIER, J. C., art. Extréme-Onction: Encycl. Catolicisme 4 (1956) 987-1006.
—L'onction des malades dans la théologie contemporaine: La Maison-Dieu
n.113 (1973) 57-8o.
—L'onction des malades. Bihliographie sélective: La Maison-Dieu n.113
(1973) 81-85.
DORONZO, EMMANUEL, Tractatus dogmaticus de Extrema Unctione, 2 vols.
, (Milwaukee, T y p . Bruce, 1954-55).
GOAR, IACOBUS, Euchologium sive R.ituale Craecorum (Graz 1960). Repro-
ducción fotográfica de la edición de Venecia 1730.
GALDEANO, JAVIER G., Pastoral de los enfermos (Madrid, Ed. PS, 1973).
GODEFROY, L., art. Extreme Onction (p.in-v): D T C 5,1985-2022.
GRILLMEIER, A., Das Sakrament der Auferstehung. Versuch einer Sinndeu-
tung der Letzten Oelung: Geist und Leben 34 (1961) 326-36.
JORIO, D., La sacra Unzione degli infermi (Roma 1935).
JUGIE, M., Theologia dogmática Christianorum Orientalium ab Ecclesia Ca-
tholica dissidentium. T.3 (Parisiis 1930): De extrema Unctione apud
Graeco-Russos (p.474-90).
KERN, IOSEPHUS, De sacramento extremae unctionis tractatus dogmaticus
(Ratisbonae, Ed. Pustet, 1907).
KNAUBER, A., Pastoraltheologie der Krankensalbung, en «Handbuch der
Pastoraltheologie», V0L4 (Freiburg, Ed. Herder, 1969) 145-78.
LARRABE, JOSÉ LUIS, La Iglesia y el sacramento de la unción de los enfermos
(Salamanca, Ed. Sigúeme, 1974).
XXII Bibliografía general
Bibliografía general xxin
LAUNOY, IOANNES, De sacramento unctionis infirmorum, en «Opera Omnia»
vol.i (Coloniae 1731). SPÁÓIL, T H . , Doctrina Theologiae Orientis separati. De sacra infirmorum un-
LERCHER, L.-UMBERG, l o . B., De sacramento Extremae Unctionis, e n «Ins- ctione: Orientalia Christiana n.74 (1931).
titutionesTheologiae dogmaticae» vol.4/2, pars altera (Oeniponte 3 I949), SCHMAUS, M . , Katholische Dogmatik 4/1 (München, Ed. M . Hüber, 1952)
n.642-79. 614-35.
LEURENT, B., Le Magistére et le mot «Extréme-Onction» depuis le Concite de SPABMANN, H . , Das Sakrament der Krankensalbung: Liturgie und Monchtum
Trente: Analecta Gregoriana 68 (1954) 219-32. Heft 25 (1959): T o d u n d L e b e n . . . 22-38.
LLOPIS, J., La unció deis malalts un sagrament problemática: Qüestions de STUDER, B., Letzte Oelung oder Krankensalbung: Freiburger Zeitschrift für
vida cristiana n.52 (1970) 49-60. Philosophie und Théologie 10 (1963) 33-60.
MARTÉNE, E., De antiquis Ecclesiae ritibus 4 vols. (Rotomagi 1700SS). SUÁBEZ, FRANCISCUS, In 3 a m partem D. Thomae (De paenitentia) disp.39-44
MENDIJUR, LÁZARO DE, La unción de los enfermos (Madrid, Ed. Studium, (Opera, ed. Vives, t.22 p.807-78).
1966). TOMÁS, SANTO, Supplementum q.29-33.
NOLDIN, H.-SCHMITT, A., De sacramentis (Oeniponte, Ed. Rauch, 171925)
n.429-48. Algunas revistas han dedicado a la unción de los enfermos algunos de
Ordo unctionis infirmorum eorumque pastoralis curae, ed. typica (Cittá del sus fascículos: La Maison-Dieu n.113 (1973): «Le Nouveau Rituel des ma-
Vaticano 1972). lades»; Phase n.74 ( ! 973); Notitiae (Sacra Congregatio pro cultu divino) n.8o
ORTEMANN, CLAUDE, Le sacrement des malades. Histoire et Tradition (Lyon, (1973)» Theologica (Braga) 8 (1973) fasc.2; Notes de Pastorale liturgique n.102
Éd. d u Chalet, 1971, trad. española: Madrid, Ed. Marova, 2 I973). (febr. 1972): «Le sacrement des malades».
PABLO VI, constit. Sacram Unctionem infirmorum: AAS 65 (1973) 5-9.
PALMER, P. F . , Sources of Christian Theology. Sacraments and Forgiveness.
History and doctrinal Development of Penance, Extreme Unction and In-
dulgences (London, Ed. Darton, Longmann, 1959/61).
POSCHMANN, B., Busse und Letzte Oelung, en «Handbuch der Dogmenge-
schichte» 4/3 (Freiburg I95i).
PULLER, F . W . , The Anointing of the Sick in Scripture and Tradition (Lon-
don 1904).
PUIG DE LA BELLACASA, IOACHIM, De sacramentis vol.i (Barcelona, Ed. Bal-
mes, 1941) n.972-93.
RAMOS, MANUEL, Boletín bibliográfico sobre la unción de los enfermos: Pha-
se 13 (1973) 157-72.
— Perspectiva histórica de la doctrina sobre la unción de los enfermos, en
«Los sacramentos de los enfermos», por el Secretariado Nacional de Li-
turgia (Madrid, Ed. P. P . C , 1974), p.41-64.
Ritual de la unción y de la pastoral de los enfermos (Madrid, Comisión Episc.
de Liturgia, 1974).
ROSANAS, JUAN, El sacramento de la extremaunción (San Miguel 1946).
ROBILLIARD, J., L'onction des malades, en «Initiation théologique» t.4 (Pa-
rís, Éd. du Cerf, 1955) 671-95.
RONDET, H., art. Extréme-Onction: Dict. de Spiritualité 4 (1960) 2189-2200.
RUFFINI, E., Unzione degli infermi: una teología da fare: L a Scuola Cattofi-
ca 94 (1966) 27*-49*.
RUCH, C , art. Extreme Onction (p.1-11): D T C 5,1897-1985.
SARMIENTO FRANCO, A., Aspectos morales y prácticos del sacramento de la
unción de los enfermos: Theologica (Braga) 8 (1973) 238-50.
SECRETARIADO NACIONAL DE LITURGIA, LOS sacramentos de los enfermos (Ma-
drid, Ed. P. P. C , 1974).
SESBOUÉ, B., L'onction des malades (Lyon, Fac. de Théologie, 1972).
LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
ESTUDIO HISTÓRICO-DOGMÁTICO
P A R T E PRIMERA

FUENTES BÍBLICAS DE LA UNCIÓN


DE LOS ENFERMOS
CAPÍTULO I

LA UNCIÓN DE ACEITE EN LA BIBLIA, Y EL RITO


DE UNCIÓN EN EL N. T.

/. La unción de aceite entre los pueblos del Antiguo


Oriente'

i . El aceite, que es alimento básico y abundante en el mundo


mediterráneo y en Oriente, se menciona entre las ofrendas que se ha-
cían a los dioses en Mesopotamia. Era ofrecer uno de los productos
domésticos de uso más frecuente, expresión de vida y de fortaleza.
El aceite, sobre todo el aceite perfumado, era indicado como cos-
mético para proteger la piel contra el sol y para mostrarse cortes-
mente en sociedad.
En un ritual de penitencia, el rey asirio, que ha solicitado del dios que
escuche su súplica, se prosterna; y el sacerdote, después de haber
ungido con aceite los ojos del penitente regio y puesto tamarices
a sus costados y en sus oídos, exclama: «Mira, ¡oh Samas!, este pe-
cado [con misericordia]» 2 .
La idea de protección mediante la unción de aceite no es ajena de
diferentes ritos aun tratándose de ungir animales muertos (en sus-
titución vicaria del rey).
Se ungía, asimismo, a los reyes en Mesopotamia; también se em-
pleaba la unción como rito de desposorios.
En Egipto se utilizaba para la consagración de estatuas de los dio-
ses, para las de los faraones y de sus funcionarios.
Los hititas la empleaban para diferentes acciones de culto y para
la consagración del rey.
En Siria y Palestina, para el culto y la unción del rey.

3
//. La unción del aceite en el A.T.

Diferentes usos del aceite


2. El aceite de olivas, producto de la flora palestinense,
es, con el trigo y el vino, uno de los elementos característicos
del clima y terreno mediterráneos (cf. Dt 32,135; Os 2,8). En
1
Cf. E. COTHENET, art. Onction: DictBiblSuppl 6 (1960) col.701-16.
2
Ibid., col.703.
3 Cf. H . SCHLIER, art. áXsfqjco: T h W N T 1,230-32; E. COTHENET, art. Onc-
tion: DictBiblSuppl 6,716-32; H . STRACK-P. BILLERBECK, Kommentar zum
Neuen Testament aus Talmud und Midrasch I (München 1922) p.426-29.
6 P.I el. La unción en la Biblia § II. En el Antiguo Testamento 7

Israel se empleaba también como elemento básico de la nutri- los diezmos, o contribuciones del pueblo (Núm 7,13.19.25.31.
ción (Eclo 39,26). Como condimento o para dar solidez a la 37-43--)-
harina, se empleaba en combinación con otras substancias, se- 5. Es sabido que la unción del aceite era uno de los ritos
gún aparece, v.gr., en el caso de la viuda de Sarepta en Sidón, más destacados en el A . T . El término Mesías (rpt£D: ma-
cuyo aceite y harina multiplicó milagrosamente el profeta Elias shiáh), de significación ungido, se aplicó al que iba a reunir en
(3 Re 17,8-16) 4 . sí la triple unción de rey, profeta y sacerdote, y vino a ser como
Entre los árabes, el aceite se ha considerado como fortale- el nombre del ungido por antonomasia, del futuro Salvador de
cedor del organismo y de los músculos. Israel (cf. 1 Sam 2,10; Sal 2,2; Dan 9,25), que en sí concentra-
Servía asimismo como cosmético para el ornato y cuidado ría la dignidad de rey, profeta y sacerdote.
corporal: Que en todo tiempo tus vestidos estén limpios y que no Consta por los libros del A.T. que eran ungidos los reyes
falte el aceite de tu cabeza (Eclo 9,8). Noemí, la suegra de Rut, (1 Sam 9,16; 10,1). El rey era el ungido de Yahvé (2 Sam 1,14.21).
le encarga que se lave, y se unja, y se vista de sus mejores ves- También los profetas. Así, Elias ungió a Elíseo como profe-
tidos para aparecer hermosa ante Booz (Rut 3,3) 5 . Ester se un- ta (3 Re 19,16).
gió largo tiempo con aceite mirrado antes de presentarse al rey Los sacerdotes eran, asimismo, ungidos. Moisés derramó la
(Est 2,12). unción sobre la cabeza de Aarón y fue consagrado con este rito
3. Los Salmos mencionan la alegría proveniente de la un- (cf. Ex 29,7). El óleo de la santa unción estaba sobre él y sobre
ción corporal. Dios unge a su rey con aceite de alegría (Sal 44,8). sus hijos (Lev 10,7; cf. 21,10...).
La cabeza del huésped se unge abundantemente con aceite y
En la enfermedad
se le prepara mesa y copa inebriante (cf. Sal 22,5).
El rostro se alegra con el aceite, mientras el vino alegra el 6. No ungirse con aceite era señal de duelo y de tristeza
corazón, y el pan lo fortifica (cf. Sal 103,15). (cf. 2 Sam 14,2; Mt 6,17); ungirse era el término de la peniten-
A Jesús no le derramó aceite en la cabeza el fariseo Simón cia (cf. 2 Sam 12,20).
(Le 7,46), pero sí la mujer pecadora en los pies (Le 7,38). Y Ma- El aceite, además de envolver en sí la idea de fuerza y de
ría, la hermana de Lázaro, aceite perfumado antes de la pasión adorno eufórico, se empleaba también como medicina. La ima-
gen del castigado por Yahvé se ofrece como llena de heridas
(Mt 26,7ss; Jn 11,2).
que no han sido curadas ni aliviadas con aceite (Is 1,6). El buen
4. En el uso doméstico, el aceite servía asimismo para ilu- samaritano infunde aceite en las heridas del que había caído
minar y atizar las lámparas, como aparece en la parábola de entre ladrones (Le 10,34).
las vírgenes prudentes y necias (Mt 25,3-9). Se hablaba de un «ungirse por placer», para encontrarse
En el uso ritual sagrado, el aceite servía para consagrar al- bien. Por esto, ungirse no venía bien para los días de luto, tris-
tares (cf. Gen 28,18...); y, junto con perfumes, también las teza o ayuno. Podía, en cambio, hacerse en sábado.
personas y objetos empleados en el culto (Ex 30,23-33). Tam- Se ungían el cuerpo entero, sobre todo después de bañarse,
bién para preparar los dones de harina y pan (Ex 29,2.23), para o partes de él, como la cabeza (cf. Mt 6,17; 26,7), las manos,
la iluminación del candelabro de siete brazos (Ex 27,20; Lev los pies. A los huéspedes se les ofrecía la oportunidad de ungirse
24,2) y para uso de los sacerdotes (Núm 18,12). Provenía de o que un esclavo les ungiera los pies 6 .
4
Se conocen diferentes recetas o maneras que había en Israel
Se podrá notar aquí, según el sentido místico que algunos quieren de aplicar el aceite para curar enfermedades 7 .
ver, cómo el aceite, multiplicado milagrosamente por Elias, obtiene a la
viuda de Sarepta la liberación de sus deudas. * H . STRACK-P. BILLERBECK, Kommentar zum N.T. aus Talmud und
5
En el lavarse quieren ver algunos significada la penitencia; en el un- Midrasch I 426S.
girse, la unción, y en los mejores vestidos, las virtudes teologales. 7 Ibid., I 428S.
8 P.I c.l. La unción en la Biblia § III. En el Nuevo Testamento 9
Se empleaba el aceite para curar diferentes enfermedades
de la piel, de la cabeza; heridas, etc. 8 También como proce- ///. El rito de la unción en Me 6,13 n
dimiento magicomedicinal y para exorcismos de los demonios.
En la creencia popular es sabido que la enfermedad estaba muy
9. Como antecedente de la unción de los enfermos acon-
relacionada con el pecado. Asimismo, la unción podía comuni-
sejada en Sant 5,i4s encontramos la unción practicada por los
car fuerza y energía sobrenatural... 9
apóstoles sobre los enfermos, según leemos en Me 6,13.
En un contexto de misión y de predicación en orden a la
Visita de enfermos
penitencia y de expulsión de demonios, se dice que los apósto-
7. La visita de enfermos se recomienda en los Salmos. Es les ungían con aceite a muchos enfermos:
feliz el que entiende sobre el necesitado y el pobre...; el Señor le Y, saliendo [los Doce], predicaron para la conversión, y echa-
llevará su auxilio cuando esté en el lecho de su dolor... (Sal 40,4). ban muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y
Los tres amigos de Job van a visitarle y consolarle en su des- curaban (v.13).
gracia (Job 2,11). En el destierro de Nínive, Tobías se mues- La unción practicada por los apóstoles se halla en un con-
tra ejemplar en visitar, consolar y socorrer a los de su nación texto religioso en el que se recalca la penitencia o conversión
(Tob i.igs). El Eclesiástico recomendaba no faltar a los que y se quiere destruir el poder de los demonios. No se trata, por
lloran y estar con los que gimen: No te dé pereza visitar al en- consiguiente, de una mera práctica medicinal o curativa, sin
fermo, porque con estas cosas te confirmarás en el amor (Eclo relación con lo religioso. Es más bien un rito que se relaciona
7,39s). con lo religioso, y en concreto con la metanoia, o penitencia.
Jesús premiará en el último día a los que le hubiesen visi- Lo cual no es negar que en Palestina se empleara el aceite como
tado a El en los enfermos (Mt 25.35.39s). método curativo (cf. Le 10,34 y supra n.6) 1 2 . Esta aptitud na-
8. En la enfermedad se debe juntar la oración, según el tural para la confortación del cuerpo mediante el aceite pudo
consejo del Eclesiástico: Hijo mío, no te impacientes con un en- servir muy bien de base para ese rito religioso practicado por
fermo, sino ruega a Dios para que él se cure (Eclo 38,9) 1 0 . los apóstoles.
Jesús había practicado la imposición de manos para curar En el contexto en que se halla, aparece que los apóstoles
(Mt 8,3 con el leproso...). actuaban no tanto como médicos cuanto como taumaturgos 13 ,
La imposición de manos con fe se anuncia también como porque obtenían, en efecto, la curación de muchos enfermos,
medio de curación (Me 16,18). Y, al contacto de la mano, los así como echaban a muchos demonios.
apóstoles curan (Act 3,7; 28,8). 10. No se comprende que los apóstoles practiquen uni-
8 formemente este rito y que obtengan el efecto preternatural
FLAVIO JOSEFO, De bello iudaico 1,657; Antiq. iud. 17,172; FILÓN,
Som. 2,58: ThWNT 1,230. de la curación si no es porque el Maestro los ha aleccionado
» H. SCHLIER, art. áAefqx»: T h W N T 1,2303. sobre lo que tienen que hacer.
J
° En la Vg: «Fili, in tua infirmitate ne despicias te ipaum; sed ora D o - Por esto, el magisterio eclesiástico ha visto en esta práctica
minum et ipse curabit te».
11
Cf. M . J. LAGRANGE, Évangile selon Saint Mate (Paris 1O1920) p.148;
L. PIROT-R. LECONTE, La Sainte BiblelX(igso) P.465S; J. HUBY, Évangile
selon Saint Marc (Paris 1 9 i92g) p.150.
12
La práctica medicinal con el aceite en diferentes combinaciones
o mixturas con el vino, vinagre..., está atestiguada con ejemplos de aquellas
culturas en STRACK - BILLERBECK, Kommentar zum N.T. 2 (München
1924) p . n s .
13
Cf. LAGRANGE, L a ; L . P I R O T - R . LECONTE, Évangile selon S. Marc: La
Sainte Bible IX p.465.
10 P.I el. La unción en la Biblia § IV. El pasaje de Santiago 11
de los apóstoles, con evidente referencia a las instrucciones del con posterioridad, al parecer, al año 59, fecha de la carta a los
Maestro, una insinuación del rito que después Santiago reco- Romanos, puesto que Santiago parece poner algunas precisio-
mendará y promulgará. nes al pensamiento paulino de la salvación por la fe (cf. Sant
Así lo definió el concilio de Trento: «Esta sagrada unción 2,14-26; R o m 3,21-4,25).
de los enfermos fue instituida por Jesucristo nuestro Señor En cuanto a la canonicidad, es sabido que Lutero tenía por
como verdadero y propio sacramento del N.T., insinuado cier- dudoso que esta carta hubiera sido escrita por el apóstol San-
tamente en Marcos (6,13), y por Santiago, apóstol y hermano tiago (cf. n.151). Y entre los protestantes se ha enumerado mu-
del Señor, recomendado a los fieles y promulgado» 14.
cho tiempo entre los libros «deuterocanónicos».
Se podrá discutir si en Me 6,13 se trata del sacramento so- Pero citan palabras de la carta de Santiago escritores tan
lamente «en figura o tipo» (Belarmino, Estius, Cornelio a La- antiguos como San Clemente Romano, San Policarpo, Hermas,
pide, Jansenio, Calmet, Knabenbauer); o bien se describen ya San Justino, San heneo, Hipólito y Clemente de Alejandría. Es
los comienzos de la institución del sacramento (Beda, Maldo-
cierto que no se menciona con los otros libros sagrados en el
nado, Lagrange...).
fragmento muratoriano (ca.180) ni en el canon mommseniano
Lo cierto es que hay una insinuación.
(de África, ex a.359). Reconocen, en cambio, la canonicidad
de la carta de Santiago el canon claramontano (de Alejandría,
IV. El pasaje de Santiago 5,13-15 a mitad del siglo iv), San Atanasio, San Cirilo de Jerusalén, San
Agustín y varios concilios africanos de los años 393, 397, 419 18.
n . El documento bíblico principal es el de la carta de Y desde antiguo se incluye en el canon de los libros sagra-
Sant 5,13-15. Suponemos conocidas las cuestiones previas re- dos, comenzando por el de Dámaso (a. 3 82) ie> ; en la Carta de
lativas al autor y destinatarios de esta carta, al tiempo en que Inocencio I (a.405) a Exuperio, obispo de Toulouse 20 ; en el
fue escrita y a la canonicidad que por la Iglesia se le ha atribui- decreto de Gelasio (a.495?) 21 , en el decreto para los jacobitas
do. Diremos solamente que la atribución a Santiago el Menor, (a.1441), en el concilio de Florencia 22 , y en las definiciones del
hermano del Señor, tiene los fundamentos más probables y só- concilio Tridentino 2 3 y del Vaticano 124. Es, por consiguiente,
lidos 16, que la carta va dirigida a los judíos cristianos de la indiscutible la canonicidad de la carta de Santiago 25 .
«diáspora» (1,1) y que debió de escribirse antes del año 62, fe-
cha del martirio de este primer obispo de Jerusalén 17, pero Examen del texto
!•* Ses.14 (25 de noviembre de 1551), Doctrina de sacramento extremas 12. El contexto en que se encuentra el pasaje que estudia-
unctionis c.i: Dz-Sch 1695 (908). mos es un contexto de consolación espiritual que el autor quie-
15 Cf. C. RUCH, art. Extreme Onction: D T C 5,1897-1927; A. D ' A L E S ,
art. Extreme Onction: DictBiblSuppl 3,262-72; J. ALONSO, La carta de re promover:
Santiago: La Sagrada Escritura. N . T . III (Madrid 21967) P.197SS; A. CHA-
RUE, Les Építres catholiques: La Sainte Bible, L. Pirot-A. Clamer, XII (v.13) ¿Está triste alguno de vosotros? Que ore.
(París 1951) P.373SS; M. MEINERTZ, Die Krankensalbung-Jak 5,14$: Biblische ¿Está de buen ánimo? Que cante salmos (Sant 5,13).
Zeitschrift 20 (1932) 23-36; J. B. BORD, L'Extreme Onction d'aprés Vépitre
de Saint Jacques (V, 14-15) examinée dans la Tradition (Bruges 1923); P. H O - i 8 Cf. P. GACHTER, Summa Introductionis in N.T. (Innsbruck 1938) n.52.
YOS, La extremaunción en el primer siglo (Sant 5,i4s) a la luz de un nuevo i» Dz-Sch 180 (84).
descubrimiento: Revista Bíblica, Argentina (1963) p.34-42; H. FRIESENHAHN, 20 Dz-Sch 213 (96).
Zur Geschichte der Uberlieferung und Exeges des Textds bei Jak. V,i4f: Bi- 21 D z 162.
blische Zeitschrift 24 (1938-39) 185-190 22 Dz-Sch 1335 (706).
16 Cf. J. ALONSO, Carta de Santiago, Introducción, n.2: l . c , p.i97"99; 23 Dz-Sch 1503 (784).
S. LYONNET, Témoignages de S. Jean Chrysostome et de S. Jéróme sur Jac- 24 Dz-Sch 3029 (1809).
ques, lefrére du Seigneur: RechScRel 29 (1939) 335-51. 25 Sobre la canonicidad de la carta de Santiago cf. Institutiones Biblicae
17 Cf. FLAVIO JOSEFO, Antiq. iud. 1.20,9,1; KIRCH, Ench. font. Hist. eccl. (Roma, Pontif. Inst. Bíbl.) 611. 2 n.59-63; P. GACHTER, O.C, n. 52; F . MAIEB<
antiq. 9. Zur Apostolizitát des Jacobus und Judas: Biblische Zeitschrift (1906) p.164-
91.255-66; J. ALONSO, l . c , p.198.
12 P.l el. La unción en la Biblia § IV. El pasaje de Santiago 13

Este cantar himnos espirituales no era infrecuente entre Jn 4,4Ós (el hijo del régulo); 11,1 (Lázaro); Act 9,37 (Tabita);
los primeros cristianos (cf. Ef 5,19; Col 3,16; Rom 15,9...). Flp 2,2Ós (Epafrodita).
13. Y luego comienza el texto que hace a nuestro propó- 15. L a palabra áa9Evr\s26 significa primeramente:
sito: a) Débil, estar débil. Se habla de la debilidad de la carne, en con-
traposición a la fuerza del espíritu (Rom 8,26). En la debilidad se
(v.14) ácrQsveí TIS SV úfjuv; manifiesta el poder de Dios (f|...5úvctms £v ácrQsvsía TEAEÍTOI: 2 Cor
12,9). Las cosas débiles (TCX ácr9svf¡) del mundo escogió Dios para
TrpoaKaAeaáCTQco TOÜS TrpECT|3uTépov/s TTJS ÉKKAr|crias, Kai confundir a los poderosos (1 Cor 1,27). Es frecuente en el N . T .
TrpoaEu£áa6cocTav ÉTT'OÚTÓV áAEtyavTES ÉAaíco év TC¡5 este sentido de debilidad (2 Cor 11,30; 12,5.9s; i3,4.9;Heb 5,2).
avancen TOO Kvpíov. También se habla de debilidad en u n sentido religioso y moral
(v.15) Kai ri £ÚXT| TTJS iríorecos crcóaEi TÓV KápvovTa, Kai ÉyEpEl (Sal 17,42; Rom 14,1...). Las debilidades nuestras son también pe-
cados de los q u e se compadece el Sumo Sacerdote ( H e b 4,15;
carróv ó Kúpioc- cf. H e b 7,28; Rom 5,6.8).
Kav áuapTÍas r] 7T£Troir|KÓs, áq>E0r|aETai a ú r a .
16. b) Es también frecuente el sentido de enfermedad (Me 6,
(v.16) E^ouoAoysTaOs o5v óAArjAoi? Tas ánap-ríac, Kai -rrpoa- 56; Jn 5,5; 6,2; 11,4; M t io,8; L e 5,15; 8,2; 10,9; Act 28,9...).
EUXEa6s ÚTrép áAArjAcov, ÓTTCOS ÍOÜTÍTE. Como causa de la enfermedad se mencionan: i.° Las acciones o
TTOAO iaxCrEí SÉnaic 5iKaíou ÉVEpyov/uévr|. efectos de los espíritus (Mt 17,18; L e 13,11). 2.° El estipendio del
pecado (1 Cor 11,30; M e 2,5ss; Sant 5,16).
(v.14) ¿Está enfermo (áo-0£veí) alguien entre vosotros!
Que llame a los presbíteros de la Iglesia y que oren sobre c) En sentido figurado, áo-0evsícc es falta de fuerzas, pobreza, in-
capacidad (Rom 8,3; Heb 7,18; 1 Cor 12,22; Gal 4,9...).
él habiéndolo] ungido con óleo (ÉAaíco) en el nombre del
Señor. 17. Se aconseja al enfermo que él mismo haga llamar (irpocT-
(v.15) Y Ia oración de la fe salvará (acóasi) al enfermo (KÓCU- Ka?VEcrácr0to) a los presbíteros. Se requiere, por lo tanto, alguna
vovTa) y el Señor (Kúpios) lo levantará (ÉyEpsT). voluntariedad en aquel que quiere someterse a este rito. Pero,
Y, si hubiese hecho pecados, se le perdonarán. al indicar que haga venir a sí a los presbíteros y no que él vaya
(v.16) Confesaos, pues, unos a otros los pecados y orad unos por a ellos, se confirma que se trata de una enfermedad de impor-
otros para ser curados. Mucho puede la súplica del justo tancia que le detiene en su domicilio.
fervorosa... Aunque la expresión gramatical puede parecer de manda-
(v.i7s) Termina con el ejemplo de la oración eficaz de Elias to (que haga llamar), es, sin embargo, una expresión del mis-
(cf. 3 Re 17,1; 18,1). mo tenor que las anteriores (que ore, que cante salmos); y, por
la misma naturaleza de las cosas, parece se trata de un consejo.
Exposición del texto 18. Los presbíteros de la Iglesia son un grado jerárquico
propio de los colaboradores de los apóstoles, del cual (en los
14. Alguien «entre vosotros» se refiere a alguien que perte-
tiempos en que fue escrita la carta de Santiago) se hace men-
nezca a la comunidad cristiana, a quien va dirigida la carta. No
ción en diferentes libros del N . T . (Act 8,1; n,29s; 14,23; 15,2.
se trata, por consiguiente, de un rito religioso que se aplique
4.6.22S; 16,5; 21,18; Tit 1,5; 1 Tim 5.17-19; 1 Pe 5,is; 2 Jn
a cualquier pagano. Se supone que es cristiano.
Este alguien que enferma (ÓCTSEVET), si se interpreta esta voz 1,1; 3 Jn i ) 2 7 -
a la luz de la palabra KápivovTa, del v.15 (cf. n.24), es un en- No se trata, pues, de llamar a individuos «carismáticos»,
fermo que no padece solamente una mera debilidad o asthenia, 26 Cf. G. STAHLIN, art. ACT6EVIÍ;: T h W N T 1,488-92.
como pudiera entenderse por esta palabra griega. Esta voz 27 Cf. M . NICOLAU, Ministros de Cristo. Sacerdocio y sacramento del
áoOEVEÍ es susceptible de significar enfermedad de importancia, orden (Madrid 1971) n.i34ss: «El presbiterado en la Iglesia primitiva. Los
datos del N.T.»
como aquí la significa. También en otros pasajes del N . T . :
14 P.I el. La unción en la Biblia 4 § IV. El pasaje de Santiago 15

que tuvieran el don de las curaciones, al que se alude en i Cor fermedades. Se trata de obtener un efecto por medio del rito
12,9.28s; sino de llamar a quienes tienen cargo y misión oficial y de la oración; efecto que es, sin duda, sobrenatural, pero sin
y jerárquica en la Iglesia. que sea necesariamente extraordinario o milagroso.
Tampoco puede referirse a los «ancianos» de la comunidad, 21. En el nombre del Señor. No es una expresión de finali-
sin cargo oficial, porque no se explicaría por qué tienen que dad o de consagración, como en Mt 28,19: bautizando (eis TÓ
ser los provectos en edad los que tienen que orar y ungir. óvouoc) para el nombre o majestad, sino que es una expresión de
La mención de los presbíteros, en plural, tendrá su repercu- «orden o mandato» (év T U ÓVÓUCCTI) del Señor o de «esfuerzo y
sión en la Iglesia griega, donde la unción es administrada por poder» en el Señor.
varios sacerdotes. Pero en rigor podría entenderse de uno solo, El Señor (icipios) es Jesucristo, según es llamado en el N . T .
según parecidas expresiones de llamar a las autoridades, a los después de la resurrección (Act 1,21; 2,36; 4,10; 1 Cor 5,4s...)
médicos, etc., aunque en realidad sólo se haya llamado a uno y en la misma carta de Santiago (1,1; 2,1; 5,7s...). Esta unción
de ellos. y oración se hará, por consiguiente, en el nombre de Jesús; es
19. Que oren sobre él (TrpoCTSu^áoQcoaocv), habiendo [lo] un- decir, por su mandato y con su poder.
gido (áAeíyacvTeS) con óleo. Se trata de una unción (acción de Referir la expresión en el nombre del Señor a la sola oración
ungir, en pasado aoristo) unida simultáneamente con la acción que se hace sobre el enfermo, parece un tanto alejado de lo que
de orar (también en aoristo). Esta oración, más que indicar que pide la gramática; debe referirse a la oración y ala unción.
es por el enfermo o en favor del enfermo (evidentemente que 22. La oración de la fe es la oración de que acaba de ha-
también lo es), se indica que es sobre (ÉTTÍ) el enfermo; esto es, blarse, la oración de los presbíteros, que deben orar con fe; con
es un rito que se cumple acerca de él y sobre él. La oración de aquella fe que traslada los montes y obra prodigios (cf. Mt
unos por otros vendrá indicada más abajo con vrrép (v.16). 17,19; Le 17,6; Sant 1,6).
El orar sobre él tiene claro cumplimiento si se le unge al Directamente, no se trata, pues, de la oración o de la fe del
mismo tiempo que se ora. enfermo (como querían los protestantes), aunque esta fe debe
20. El óleo o aceite, producto muy propio de la flora me- suponerse si llama a los presbíteros; sino que la oración de la
diterránea, era materia apta para curar o indicar una curación. fe es directa e inmediatamente la oración de los presbíteros.
Se alude a él como medio curativo en Le 10,37; Me 6,13 (cf. su- ¿Qué pasaría, además, si el enfermo no pudiera ya orar por
pra, n.ó.gs). Y son conocidas las unciones como medio de for- haber caído en un desvanecimiento o pérdida de los sentidos?
talecimiento atlético y medicinal. Oración de la fe designa el rito sacramental, basado en la
Dentro de la cultura y de la mentalidad cristiana, la unción fe, así como misterio de la fe designa la eucaristía; y palabra de
tuvo, además de carácter medicinal (cf. Le 10,34), carácter la fe (verbum fideij designa el bautismo 2 9 .
exorcístico, de lo cual deriva el empleo del aceite como medio 23. Salvará (crcbaEi) 30 es la misma palabra usada más
de curación. Pero también alcanzó carácter de sacramento y de arriba (Sant 1,21: Con mansedumbre recibid la palabra sembra-
sacramental: se empleó como exorcismo antes del bautismo y da, que puede «salvan vuestras almas; 2,14: ¿Podrá la fe «salvar»
como parcial comunicación del Espíritu Santo después del bau- (al que diga que tiene fe, pero que no tenga obras)?; 4,12: Uno
tismo 28 . es el legislador y el juez, que puede «salvan y perder).
No puede tratarse de un efecto natural de sanación por me- Como se ve, se ha usado siempre en sentido espiritual. Lo
dio del aceite cuando se manda indiscriminadamente que to- mismo que más abajo (5,20: El que convirtiere a un pecador del
dos sean ungidos con óleo; lo cual, evidentemente, puede no ser error de su camino, «salvará» de la muerte el alma de él...).
conveniente a todos los organismos, ni servir para todas las en- 29 SAN AGUSTÍN, In lo. tract. 80 n.3: P L 35,1840.
30 Cf. W . FOERSTER, art. o-c^co: T h W N T 7,966ss; sobre todo por lo que
28 Cf. H . SCHLIER, art. áM9<o: T h W N T 1,2313. toca al N . T . , P.989SS.
16 P.I e.l. La unción en la Biblia I § IV. El pasaje de Santiago 17
Por esto, el significado de esta palabra, que aquí en 5,15 pecado; por eso, el apóstol hablaría del perdón de los pecados,
parece referirse inmediatamente más bien a una salvación cor- si el enfermo los tuviera 32 . Es verdad que, en la mentalidad
poral, puesto que se ha hablado de enfermedad corporal, pue- judía, no rara vez se atribuía la enfermedad al pecado (como
de también alcanzar un amplio sentido de salvación en general. en el caso del ciego de nacimiento: Jn 9,2); pero la mentalidad
Inmediatamente se refiere a la curación corporal, pero poco cristiana había superado este prejuicio (cf. Jn 9,3), y podía ver
después se hablará de un perdón de los pecados y salvación espi- en la enfermedad una asimilación a Cristo paciente. Los após-
ritual. Tanto más cuanto que, en la mentalidad hebrea, la salud toles habían oído del Señor que la enfermedad no era necesa-
se mira como un bien total de todo el individuo. riamente consecuencia del pecado personal del individuo o de
24. El enfermo viene designado con la voz KáuvovTcc, que sus padres (cf. Jn 9,1-3); no tenían, por consiguiente, que pro-
significa trabajar con esfuerzo, con fatiga, y de ahí estar fatigado, pagar con su rito de unción esta creencia popular.
estar sufriendo, estar sin fuerzas... 31 Ya se ve que el sentido 26. Se le perdonarán. En el texto de Sant 5,14, evidente-
es, pues, el de una enfermedad que no es una leve o ligera indis- mente que el sujeto de á<pe0r|aETat OCÚTCÚ no pueden ser los
posición. «pecados», puesto que el verbo está en singular. La traducción
Y el Señor parece ser Jesucristo, a quien se ha llamado el se le perdonarán es traducción algo libre, según el sentido (ad
Kúpios. sensum); pero correcta, porque se trata de un perdón para el
Lo levantará (áyspsl) es también susceptible de sentido enfermo y porque no se ha hablado del perdón sino en la hi-
espiritual, así como corporal; lo mismo que la voz salvará al pótesis de que él tenga pecados (si hubiese hecho pecados; es
enfermo. Tiene, p.ej., sentido de despertar a uno del sueño (Mt decir, si estuviese en pecados). Tampoco se habla en el texto
8,25; Le 8,24); de resucitar a muertos (Mt 10,8; Jn 5,21; r2,r; de confesión hecha a los presbíteros. Por eso no acaban de
Rom 4,24; 8,11); de levantar a uno después de curarle (Act 3,7). convencernos las razones de quienes quieren ver aquí indicada
Y no falta el sentido espiritual (Rom 13,11: Es ya hora de le- la confesión de los pecados hecha a los presbíteros ii.
vantarnos del sueño; Ef 5,14: Levántate tú que duermes).
27. La confesión mutua de los pecados a que se alude en
25. Y, si hubiese hecho pecados, es una condicional que su- el v.16 parece ser una práctica de acusación pública personal
pone estar fuera de la norma común (de ser pecador en aque- e individual más o menos genérica, como signo de humildad
llos pecados en que todos caen). Para Santiago (3,2), en muchas entre los hermanos y para efectos de reconciliación. Algo pa-
cosas caemos todos; luego aquí parece que no se trata de meros recido a nuestro uso al decir el Confíteor al principio de la
pecados corrientes, semideliberados, veniales; sino que se quie- misa, con acusación ante la asamblea de los hermanos. No pa-
re aludir a otros pecados que no son de todos. Puede, pues, fá- rece que se trate de confesión en privado a un sacerdote, como
cilmente entenderse de los pecados graves o no ordinarios. es nuestra actual confesión sacramental 34 .
A fortiori que, si se entiende de pecados graves (que se La curación, como efecto de la oración mutua, puede en-
perdonan), se perdonarán también los pecados leves. tenderse de la curación física y de la curación espiritual.
¿Se refiere a los pecados que han sido causa de la enfermedad? 32 Cf. C. RUCH, I.c, col.1916.
33
El tenor de las palabras es completamente general: puede ha- Cf. C H . HARRIS, Visitation of the Sick.,., en «Liturgy and Worship»,
ed. by W . E. Lowther Clarke-Ch. Harris (London 1964) p.soSs.
ber habido pecados y puede no haberlos habido, pueden ser 34
Cf. J. SILY, El texto de Santiago «Confesaos los unos a otros los pe-
pecados que hayan causado la enfermedad y pueden ser peca- cados» en los once primeros siglos de la Iglesia: Ciencia y Fe (1950) n.23,
p.7-22; en los siglos XII-XV: n.34 (i953) P-7-2I. El autor estudia diversas
dos que no la hayan causado. vicisitudes en la interpretación de este texto.
Algunos han visto reflejada en las palabras de Santiago la
opinión popular de que la enfermedad era consecuencia del
3! Cf. A. BAILLY, Diction. grec-francais, a la voz KÍUVCÚ.
18 P.I c.l. La unción en la Biblia
§ IV. El pasaje de Santiago 19
Objetividad del rito
bla San Pablo (1 Cor 12,9.28), eran de carácter extraordinario
28. Algunos comentaristas fijan su atención solamente en y maravilloso y se enumeran entre otros carismas que el Es-
algunas palabras del texto de Santiago. Pretenden que la un- píritu concedía a quien quería y como quería (cf. 1 Cor 12,11).
ción del aceite sería rito accesorio en la mente del apóstol. Di- En ninguna parte se dice que los que poseían tal carisma
cen que lo importante sería la fe: la oración de la fe salvará al de curar debían ser jerarquía en la Iglesia o tener cargo oficial
enfermo, esto es, la fe del enfermo y la fe de los presbíteros. en ella.
Y así se obtendría la curación corporal por la eficacia de la fe Estos carismas iban encaminados al bien de la comu-
y de la oración, la del enfermo y la de los ministros. Si a esto nidad.
se añadía, como expresión de confianza, invocar el nombre de En cambio, el don de curar por medio de los presbíteros
Jesús, en el nombre del Señor, se recalcaba todavía más el valor de la Iglesia que oran y ungen aparece en Santiago como algo
de la fe y de la oración. ordinario y permanente en la Iglesia; basta llamar a los presbí-
29. Sin duda que todos estos elementos que sirven para teros y se obtendrá. La curación no se dice que será milagrosa,
activar la fe y la oración son importantes para el fruto y resul- sino sólo que se obtendrá. Los que tienen que ungir tienen que
tado del rito. Pero, si sólo se atiende a algunas frases del texto, ser precisamente los presbíteros de la Iglesia, no cualesquiera
queda la impresión de un examen subjetivo para encontrar las carismáticos, que no se nombran. La curación va encaminada
ideas preconcebidas. directamente al bien del individuo enfermo; no se habla de la
El texto habla de hacer llamar a representantes oficiales de «común utilidad», como en los carismas.
la Iglesia, con oficio sacerdotal bien definido (presbíteros de la
Iglesia). El texto habla de una oración de estos presbíteros Rito de efectos próximos
que va junta con la unción del enfermo; la eficacia no se atri- 31. No parece que los efectos de este rito descrito por
buye sólo a la oración, sino a la oración con la unción. El texto Santiago tengan que esperarse solamente en los tiempos esca-
no dice que se invoque el nombre del Señor (aunque podía tológicos. Como si las expresiones en futuro (salvará, lo le-
hacerse y probablemente se haría); dice que se unja en el nom- vantará, se le perdonarán los pecados: v.15) tuvieran que rea-
bre del Señor; esto es, con la autoridad y en persona de Cristo, lizarse en el final último de los tiempos. Todo el contexto
como se hacen los sacramentos 35 . El texto dice que la oración (¿Está triste alguno de vosotros?... ¿Está de buen ánimo?...
de la fe (expresión vaga) salvará al enfermo; no dice: la fe de ¿Está enfermo...?: v.13-14) parece señalar claramente que los
la oración salvará al enfermo. efectos (al menos algunos) se esperan a corto plazo, sin nece-
Por esto, no vemos que se deba insistir, como única deci- sidad de esperar a la consumación escatológica definitiva.
siva, en la frase la oración de la fe salvará al enfermo 36 . La salvación o salud que se promete al enfermo ungido
parece ser inmediatamente la curación corporal (cf. n.23), que
Es diverso del caris ma de curación se amplía y llega a alcanzar el sentido de salvación en general,
30. Para Calvino, aquí se trata del carisma de las curacio- pero sin excluir necesariamente la salvación del cuerpo, que,
nes, que se ejerce con la unción del aceite (cf. n.161-164). naturalmente, no se deja para los tiempos escatológicos.
Pero en realidad el contexto en que Santiago desarrolla su
consejo difiere del contexto en que San Pablo expone los ca- Rito sacramental
rismas. 32. El rito descrito por Santiago en su carta presenta los
Los xapÍCTuerra tapiórrcov, los dones de curación de que ha- caracteres de un verdadero sacramento.
35
Cf. M. NICOLAU, Teología del signo sacramental (Madrid 1969) 11.195SS: Se trata en efecto:
«Cristo es el que bautiza»... i.° De un rito sensible y simbólico, con la significación de
36 Cf. C . R U C H , L e , col. 1915.
una confortación y de una sanación espiritual. La unción con
20 P.I el. La unción en la Biblia
óleo era empleada por los atletas para prepararse a la lucha y P A R T E SEGUNDA
a la competición, procurando así a los músculos la flexibilidad
y el calor convenientes. La confortación espiritual, significada INTERPRETACIÓN PATRÍSTICA
además por la oración deprecativa y determinada así en su sen- Y LITÚRGICA DE LAS FUENTES BÍBLICAS
tido, tiene una analogía o semejanza de proporción con la con-
fortación material producida por la unción.
2.° La santificación interior, significada y producida por
este rito, viene indicada por las expresiones la oración de la fe
«salvará» al enfermo, con un amplio sentido de salud corporal
y espiritual (n.23), y por la frase siguiente: el Señor «lo levan-
tará» (n.24).
Este significado eficaz de santificación interna o de gracia
lo expresa sobre todo la frase si hubiese hecho pecados, se le
perdonarán. Entendida de pecados, como parece que debe en-
tenderse, no meramente semideuberados, el rito es eficaz de
gracia interna, puesto que es capaz de perdonar pecados
graves.
Esta capacidad de gracia la retiene el rito aun en el caso
que no hubiese tales pecados graves.
Luego en el rito descrito y recomendado por Santiago se
dan los caracteres de un verdadero sacramento.
No hay tampoco razón para darle un sentido temporal o
circunstancial, sino que puede suponerse que es permanente
y para siempre.
Su origen, puesto que es rito que comunica o infunde gra-
cia santificante, no puede ser sino del Señor. Se unge al enfer-
mo en nombre del Señor; esto es, con mandato y en persona
del Señor.
33. A propósito del texto de Santiago, se ha hablado de una lá-
mina de 60 X 24 milímetros y 2 de espesor procedente de las exca-
vaciones de Qumrán, adquirida el 10 de enero de 1963 para el Mu-
seo del Instituto Bíblico franciscano de la Flagelación. Se dice que
esta lámina tiene una inscripción en aramaico que se refiere al texto
clásico de Santiago acerca de la unción. Es una oración en forma
deprecativa hecha por un sacerdote, en la cual se habla de una un-
ción practicada por aspersión, y se enumeran los efectos del sacra-
mento: la salvación, la remisión de los pecados, la curación. Se se-
ñala por perito la fecha de inscripción entre los años 70 y 90 d. de C. 37
Si estos datos son exactos, tendremos una confirmación del uso de
la unción poco después de la carta de Santiago.
37 Cf. E. RUFFINI, Unzione degli infermi: una teología da fare: Scuol-
Catt 94 (1966) 3a"-33*.
CAPÍTULO II

LA INTERPRETACIÓN DEL PERIODO PATRISTICO

La escasez relativa de documentos *

34. No sorprenderá encontrar en relativa escasez los tes-


timonios patrísticos acerca de la unción de los enfermos. Las
razones de esta carencia relativa son las siguientes:
i . a No solían los Santos Padres exponer la doctrina cris-
tiana de una manera sistemática, como puede hacerse hoy en
un curso completo de catecismo o religión. La predicación
patrística era más bien ocasional, a base de los textos escritu-
rísticos que se iban ofreciendo en las lecturas. Y, siendo la
unción de los enfermos un rito completivo de la penitencia,
era lógico que insistieran más en la penitencia que en su com-
plemento. Es más, tendremos ocasión de conocer pronto al-
gunos pasajes (Orígenes, Crisóstomo...) en que el texto clási-
co de Santiago es aducido precisamente por su valor peniten-
cial y en orden a la penitencia.
Pero es sabido que, aunque existan tales textos penitencia-
les, no abundan los que aluden a la confesión sacramental
privada. Por eso tampoco es de extrañar que los Padres hablen
poco del sacramento de la unción.
Siendo también la unción para casos circunstanciales de
enfermedad grave o de final de la vida, era lógico que la pre-
dicación insistiera en los ritos corrientes de la vida ordinaria;
menos, en los eventuales.
35. 2. a El lugar propio para comentar el rito de la un-
ción hubiera sido en el comentario exegético y pastoral de la
carta de Santiago, pero son escasos los comentarios que nos
han quedado a esta carta. No han llegado hasta nosotros los
comentarios de Clemente y Cirilo de Alejandría; tampoco los
de Dídimo y San Agustín, si se exceptúan pocos fragmentos.
El primer comentario completo a la carta de Santiago es el de
1
Cf. J. KERN, De sacramento Extremae Unctionis tractatus dogmática
(Ratisbonae 1907) p.17-20; C. RUCH, art. Extreme Onction: DTC 5,1928-31.
24 P.II c.2. Interpretación del periodo patrlstico § I. En las Iglesias de Oriente 25
Beda el Venerable (cf. n.90). Tampoco hay comentario al rechazando todas estas cosas, dicen que no se debe realizar
evangelio de Marcos hasta Víctor de Antioquía, en el siglo v, por criaturas visibles y corruptibles el misterio de la virtud
por lo que hace a la Iglesia griega, y hasta Beda el Venerable, inefable e invisible»4.
en el siglo vm, por lo que toca a la Iglesia latina 2 . Pero hay quienes conocen un rito—según el siguiente tes-
36. 3 . a Alguno piensa que al principio no fue muy fre- timonio de Ireneo—que parece aludir a la unción de los en-
cuente el uso de este sacramento. Se excluía—dice—a los pe- fermos: «Otros hay que redimen a los que están muriendo al final
nitentes públicos (cf. Inocencio I, infra, n.75); se excluía a los de su defunción echando sobre sus cabezas aceite y agua, o el
mártires, que por no estar enfermos no tenían por qué reci- ungüento ya dicho con el agua, con las invocaciones ya dichas,
birla. Y se excluía también a las personas que habían llevado para que se hagan [los que van a morir] incomprensibles e in-
una vida santa 3 . visibles a los príncipes y potestades, y el hombre interior de
Pero estas razones no parecen del todo eficaces, porque a ellos se levante por encima de las cosas invisibles; como si el cuer-
los penitentes públicos que se reconciliaban con la Iglesia no se po de ellos se deje en este mundo, pero su alma se entregue
les excluía de los sacramentos que les podían ayudar, como al demiurgo» 5 .
era el de la unción. A los mártires que después de los tormen- 38. Este rito, que se aplica, mediante la unción con las
tos morían en las cárceles, no se ve por qué no se les iban a
invocaciones, a los que están para morir, parece referirse a la
dar todos los auxilios de la religión. Y las personas que habían
unción de los enfermos, y el efecto que se le atribuye es el de
¡levado vida santa serían las primeras en tenerse por pecado-
levantar el hombre interior por encima de los poderes invisi-
ras y desear la unción...
bles, de suerte que se haga incomprensible (inatacable) a los
Sí pudo influir más la disciplina del arcano. La unción de-
príncipes y potestades...
bía administrarse muy en privado en tiempos de persecución;
y aun en tiempos ordinarios, sin la disciplina del arcano, no Ireneo conoce también la imposición de manos como medio
había por qué administrarla públicamente. de curación. Dice en la misma obra: «Otros curan, por la im-
posición de las manos, a los trabajados por alguna enferme-
dad, y los devuelven sanos» 6. Y, aunque en estas palabras hay
/. En las Iglesias de Oriente sólo una alusión a las palabras del Señor (Me 16,18): Pondrán
las manos sobre los enfermos y curarán, es de advertir, sin em-
Los primeros testimonios bargo, que la unción de los enfermos irá acompañada, no ra-
ras veces en lo sucesivo, con la imposición de manos (cf. n.118),
37. San heneo (ca.140-ca.202), representante eximio de
y se describirá como «imposición de manos».
la doctrina de diferentes Iglesias, censura, en su obra Advitr-
sus haereses, la manera cómo los gnósticos entienden y corrom- 39. El gran Orígenes (185 /86-2S4 /55)> célebre escritor de
pen los ritos y misterios cristianos: «Hay quienes dicen que las Iglesias de Alejandría y Palestina, recuerda el texto de San-
es inútil llevar al agua; pero, mezclando en uno aceite y agua tiago (5,14) y lo considera como uno de los textos penitencia-
con ciertos dichos semejantes a los que antes dijimos, lo echan les de la Sagrada Escritura.
sobre la cabeza de los que se consagran. Y quieren que esto Merece copiarse en toda su amplitud, para que se conozca
sea redención, ungiendo ellos mismos con el bálsamo. Y otros, claramente, el momento penitencial que también entonces se atri-
buía al rito de la unción. Además se apreciará fácilmente cómo
2 Cf. Cursus Scripturae Sacrae: J. KNABENBAUER, Evangelium saeundum
4
Marcum (Parisiis 1894), Prolegomena, IV p.19. Adversus haereses l.i c.21,4: PG 7,6643.
3
Cf. lo. LAUNOY, De sacramento unctionis infirmorum c.2 obs.2, en Opera 5 Adv. haer. 1,21,5: PG 7,665-68.
omnia I (Coloniae, Allobrogum, 1731) p.i.» p.455. < Adv. haer. 2,32,4: PG 7,8298.
i
20 P.II c,2. Interpretación del periodo patrístico § I. En las Iglesias de Oriente 27

ya entonces conjunta Orígenes este rito con el de la confesión je de Orígenes parecen ser dos ritos bien diferenciados el de la
hecha al sacerdote: confesión y el de la unción. Por eso interpretamos el pasaje
después de mencionar la confesión: «En lo cual [esto es, en
«Escucha ahora cuántas son las remisiones de los pecados en los
evangelios. La primera es ésta: cuando somos bautizados en remi-
la remisión de los pecados, de que acaba de hablar] se cumple
sión de los pecados. La segunda remisión está en la pasión del mar- [también] aquello que dice Santiago». Como si dijera: Tam-
tirio. La tercera es la que se da por la limosna... La cuarta remisión bién esto es un texto penitencial y una manera de remisión de
que se nos hace de los pecados es por cuanto nosotros perdonamos los pecados 9 .
los pecados a nuestros hermanos... La quinta remisión de los peca-
dos es cuando u n o convierte al pecador del error de su camino... Se 41. Afraates (med. saeculo m-med. saeculo iv), de la
hace también una sexta remisión por la abundancia de la caridad... Iglesia siria, menciona el fruto de la oliva, signo sacramental
Todavía, aunque dura y laboriosa, hay una séptima remisión de los «que unge a los enfermos y, por su arcano misterio (sacramen-
pecados: cuando el pecador lava su lecho con lágrimas y sus lágri-
mas son su pan día y noche; y cuando no se avergüenza de confesar
tum), reduce a los penitentes» 10 . Conoce, pues, la unción de
su pecado al sacerdote del Señor y de buscar medicina, según aquel los enfermos y le atribuye un carácter penitencial.
que dice: Dije: Declararé contra mi mi injusticia al Señor, y tú per-
donaste la impiedad de mi corazón [Sal 31,5]. En lo cual [en la remi-
sión del pecado] se cumple también aquello que dice el apóstol San- En los documentos litúrgicos primeros
tiago: Si alguno enferma entre vosotros, que llame a los presbíteros de
la Iglesia y que le impongan las manos, ungiéndole con aceite en el
nombre del Señor, y la oración de la fe salvará al enfermo; y, si estu- «Didaché»
viere en pecados, se le perdonarán [Sant 5,14]» 7 .
42. En la Didaché, que hoy suele considerarse como es-
crito de la primera mitad del siglo 11 (ca.150), se ha conocido
40. Por este texto de Orígenes consta abiertamente la en su versión cóptica, descubierta en 1883, un fragmento que
existencia y uso del rito de unción para los enfermos a media- contiene una bendición para el «ungüento», por el cual se dan
dos del siglo III; y con un carácter evidentemente penitencial y gracias a Dios; asimismo, en el mismo documento se dan gra-
para remisión de los pecados, puesto que se agrega a otros cias por el cáliz, y «por la santa vid de tu siervo David», y por
medios de remisión de pecados, y en particular a la remisión el pan roto n . Dice así el fragmento hoy conocido, que aña-
conseguida por el dolor y la confesión hecha al sacerdote bus- de: «Respecto del ungüento, dad gracias así: Te damos gracias,
cando alivio. Tanto la confesión hecha al sacerdote como la Padre nuestro, por el ungüento que nos has indicado por Je-
unción de los presbíteros se declaran como obra del sacerdote. sús, tu siervo; gloria a ti por los siglos. Amén» 1 2 .
Se observará también cómo Orígenes dice que los presbí- Aunque la mención de este ungüento es sobria y lacónica,
teros le impongan las manos (en lugar de oren sobre él), ungién- si realmente perteneciera al original de la Didaché, parecería
dole con aceite. No será rara esa manera de nombrar la unción indicar un sacramento que se administra con un óleo consa-
de los enfermos como una imposición de manos sobre los enfer- grado (al parecer, en la misa) y que se connumera con el de la
mos (cf. n.38.118). eucaristía.
El sentido de las palabras de Orígenes después de hablar
9 Sobre la discusión acerca de este texto de Orígenes cf. E. DORONZO,
de la confesión hecha al sacerdote 8 , aduciendo el texto de De Extrema Unctione (Milwaukee 1954) 1,98-102.
Santiago, no pensamos que sea una confusión de la confesión 10 Demonstrationes (a.337-45) 23,3: Patrolog. Syriaca 2,6; R 698.
11
hecha al sacerdote y de la unción con la imposición de manos, Didaché 9,1-5: F . X. FUNK, Patres Apostolici (Tubingae 1901) 1,20.
!2 Cf. E. RIEBARTCH, en «Liturgische Zeitschrift» (Ratisbona, Heft 6)
como identificando o confundiendo ambos ritos. En el lengua- y P. AIDAN, en «Theolog. Prakt. Quartalschrift» (1931): KERN, l . c , p.108.
7
In Lev hom. 2,4 (post a.244): P G 12,417; R 493.
8
«In quo impletur illud quod Iacobus apostolus ait»... (In Lev hom. 2,4:
P G 12,417; R 493).
28 P.II c.2. Interpretación del período patr'tstico § I. En las Iglesias de Oriente 29

lo usan y perciben, y así ungiste a los reyes, sacerdotes y pro-


La «Traditio apostólica», de Hipólito, y documentos conexos
fetas, de la misma manera, este aceite suministre confortación
43. La Traditio apostólica, de Hipólito de Roma (ca.215), a los que lo gusten, y salud a los que lo usen» 17 .
parece referir el uso que en los decenios anteriores era habi- Es difícil en este pasaje—como hemos dicho (n.43)—dis-
tual en Roma. Pero parecen estar en relación con este escrito tinguir entre el aceite gustado y percibido (que podría ser un
de Hipólito algunos otros documentos, como las Constitucio- sacramental) y el aceite aplicado y usado, que se acomoda más
nes egipcíacas (n.44), la Didascalia apostolorum (n.45), los Cá- a la idea del sacramento de la unción.
nones de Hipólito (n.46) y las Constitutiones apostolorum (n.51), 45. La Didascalia apostolorum, del siglo ni, en su lengua
que estudiamos con las Iglesias de Oriente. Por esto, también griega original y en Siria probablemente, incluye esta bendi-
aquí incluimos la Traditio, de Hipólito. ción del aceite, que traducimos de la versión latina que nos
En ella se contiene una bendición para el aceite, que debe ha llegado: «Santifica este aceite, ¡oh Dios!; concede [salud] a
realizarse dentro de la misa. El uso de este aceite parece alu- los que usan y reciben esta unción con que ungiste a los sacer-
dir a la unción de los enfermos: «Si alguno ofrece aceite, que dotes y profetas; así también da fuerza a los que lo beben, y
[el obispo] dé gracias, a la manera como se hizo la oblación salud a los que lo usan» 18 .
del pan y del vino; no con las mismas palabras, sino con se-
46. En los llamados Cánones de Hipólito, anteriores al
mejante intención, diciendo: Así como, santificando este acei-
siglo iv, se habla del aceite de la oración (eüx&aiov) como
te, das santidad 13 a los que lo usan y perciben, por donde
medicina para los enfermos y se alude a la visita del clero que
ungiste a los reyes, sacerdotes y profetas, así suministre [el
los que están en peligro de muerte deben recibir en sus casas:
aceite] confortación a los que lo gustan, y sanidad a los que
«Por lo que toca a los enfermos—dice el canon 219—, una
lo usan» 14 .
medicina hay puesta para ellos, y es que frecuenten la Iglesia
Parece que el aceite bendecido por el obispo podía tener y gocen de la oración; excepto el que está con enfermedad pe-
doble finalidad: para ser gustado y usado (o aplicado por la ligrosa, porque éste debe ser visitado cada día por el clero,
unción); el efecto esperado para ambos casos era el de confor- que se lo dirán» 19 . Óigase la interpretación en una edición
tación y sanidad. Y, aunque puede entenderse de un uso pri- posterior: «Los enfermos tienen su curación, si frecuentan la
vado como sacramental, no queda excluido el uso como sa- Iglesia, para participar con el agua de la oración y el aceite de
cramento en la unción del aceite. Todavía más adelante, en la oración [EÚXÉAOCIOV = e^ aceite bendecido con la oración];
el Sacramentario del papa Gelasio (492-96), se hallará la fór- excepto el que está en peligro de muerte, que debe ser visi-
mula de bendición del aceite con ambas finalidades: de gus- tado por el clero que le conoce» 2 0 . Por la visita al enfermo que
tar y de usar el aceite (cf. n . r i 3 ) 1 5 . no puede acudir a la iglesia, éste obtendrá la unción del aceite
44. En las Constituciones egipcíacas se encontrará una re- que no puede recibir en la iglesia 2 1 .
petición o reminiscencia de la Traditio, de Hipólito. En ellas
!? Ed. Achellis, p.117; cf. F . DE P. SOLA, De Extrema Unctione, en
aparece una fórmula de bendición del aceite para los enfer- Sacrae Theologiae Summa vol.4 (Matriti 4 iaÓ2) n.239.
mos: «Así como, santificando este aceite, das salud 16 a los que !8 Didascalia Apostolorum, fragmenta veronensia latina, ed. Hauler
(Leipzig 1900), 107; DORONZO, 1,111.
13
Otro texto lee sanitatem das. Pero parece más congruente leer sanc- 19 Texte und Úntersuchungen 6 fasc.4 p.123; ed. H . Achellis (Leip-
titatem, en consonancia con lo que sigue. zig 1891); SOLA, n.239.
20
14
HIPPOLYTUS ROMANUS, Traditio apostólica, ed. B. Botte (París 21968) Cf. F . CABROL, Introduction aux études liturgiques (París 1907) l i s ;
(Sources chrétiennes n . n bis), p.54. Es posible que, en lugar de utentibus SOLA, n.239.
21
(xpcoiiévois), se debiera de leer en el ms. griego primitivo xpiopÉvois; esto es, J. B. UMBERG, De sacramentis tractatus dogmatico-moralis 2,306;
unctis (a los ungidos). A. MALVY, L'onction des malades dans les Cañones d'Hippolyte et les docu-
15
DORONZO, l . c , 1,1373. ments apparantes: RechScRel 10 (1919) 222-29; SOLA, n.239.
1« Cf. n.43.
30 P.II c.2. Interpretación del período patrístico /. En las Iglesias de Oriente 31

con el aceite, así como hoy el vino. El recipiente que contiene


El «Sacramentario de Serapión» el aceite con el agua, respectivamente con vino, se pone en otro
recipiente que está lleno de trigo»... 2 3 Y, tomándola de Ger-
Salud corporal y espiritual = salud perfecta mogen, se da esta razón: «El trigo sirve para consuelo del en-
47. Es notable la manera como se expresan los efectos de fermo. Lo pone la santa Iglesia ante el enfermo como si le di-
este sacramento en el Sacramentario de Serapión (siglo iv), jera consolándolo: Así como este trigo, aparentemente seco, es
obispo de Thmuis, en Egipto, y cómo en él se insiste en los principio de vida, que a su tiempo puede de por sí aumentarse,
efectos de la salud corporal, pero sin olvidar la salud espiri- así en tu cuerpo, seco por el dolor, hay un principio de vida,
tual; se trata de conseguir la «salud perfecta». que, según la voluntad de Dios, puede florecer ahora en la tie-
«Oración sobre el aceite de los enfermos o sobre el pan o el rra, y después del juicio universal y de la resurrección» 24 .
agua. Te invocamos a ti, que tienes todo poder y fuerza, Sal- El título de la oración sobre el aceite añade el pan y el agua.
vador de todos los hombres, Padre de nuestro Señor y Salva- Pero la oración se refiere sobre todo al aceite; y, al llamarlo
dor Jesucristo, y te rogamos que envíes la fuerza sanante desde óleo para los enfermos y atribuirle no sólo el poder de curar
los cielos del Unigénito sobre este aceite, para que a aquellos enfermedades, sino también de borrar pecados, se indica el
que son ungidos con estas tus criaturas o que participan de aceite de la unción de los enfermos 25 .
ellas [iiSTocAccn|3ávouaiv] les sirva para expulsar toda debilidad 49. Pertenece también al mismo Eucologio de Serapión la
y toda enfermedad, para remedio contra todo demonio, para echar siguiente bendición: «Oración sobre los aceites y aguas ofrecidos.
todo espíritu inmundo, para apartar todo espíritu malo, para Bendecimos estas criaturas por el nombre de tu Unigénito Je-
extirpar toda fiebre y frío y toda debilidad, para gracia buena sucristo; nombramos el nombre de Aquel que padeció, fue cru-
y remisión de los pecados, para remedio de vida y de salud, para cificado, y resucitó y está sentado a la diestra del Increado,
salud e integridad del alma, cuerpo y espíritu en orden a conse- sobre esta agua y este aceite. Concede a estas criaturas la virtud
guir una salud perfecta. Que tema tu santo nombre, que invo- de curar, para que toda fiebre, y todo lo demoníaco, y toda en-
camos, y el nombre del Unigénito, ¡ oh Señor!, toda operación fermedad sea removida por la bebida y la unción, y se haga
diabólica, todo demonio, toda insidia del adversario, toda he- remedio de curación y remedio de integridad el tomar (per-
rida, todo suplicio, todo dolor, todo trabajo, o golpe, o co- ceptio) estas criaturas; en nombre de tu Unigénito Jesucristo,
rrupción, o sombra mala; y que se alejen del interior y exte- por quien sea a ti la gloria y el imperio en el Espíritu Santo por
rior de estos tus siervos, para que sea glorificado el nombre de todos los siglos de los siglos. Amén» 26 .
Aquel que por nosotros fue crucificado, y resucitó, y tomó
50. Es verdad que por estos solos pasajes no podríamos
sobre sí nuestros trabajos y enfermedades, Jesucristo...» 22 .
deducir si se trataba de un mero sacramental o de un sacramen-
48. Al hacer esta oración sobre el aceite de los enfermos, to, pero sí confirmarían el uso de la unción de los enfermos en
o sobre el pan o el agua, y aludir en ella a los ungidos, y tam- aquel tiempo y lugar de la Iglesia siríaca.
bién a los que participan de esas criaturas, parece que estamos La dificultad de distinguir entre lo que era un mero sacra-
ante lo que se hará costumbre de algunas Iglesias orientales: mental de aceite bendecido (que podía aplicarse o tomarse) y
mezclar agua y trigo con el aceite. «Parece digno de considera- lo que era un sacramento de unción de los enfermos mediante
ción que algunas Iglesias orientales, p.ej., la rusa, aún hoy juz- la aplicación o unción del aceite bendecido, es de solución la-
gan ser necesario para el oficio de la unción, además del aceite,
boriosa o imposible en algunos textos litúrgicos. Sin embargo,
también el trigo, que parece haber sucedido al pan de trigo; y
el vino, que es cierto ha sucedido al agua. El agua se mezclaba 23
24
KERN, p.56.
GERMOSEN, Des ss. sacramentis orthodoxae Ecclesiae p.171; KERN, p.56.
22 25
F . X. FUNK, Didascalia el Constitutiones Apostolorum (Paderborn FUNK, Didascalia et Constitutiones Apostolorum 2,190-93.
26
1905) 2,190-93; R 1241. Ibid., 2,179-81.
32 P.U c.2. Interpretación del período patristico § I. En las Iglesias de Oriente 33
no por ello es evidente que no se atendía entonces al sacramen- beración de los pecados, si estuviere en ellos... Son los efectos
to; porque, supuesto que se hacía para hacer y repetir lo que del sacramento de la unción, que se llama expresamente com-
Santiago recomendaba en su carta, se pretendía, implícitamen- plemento de tu benéfica conmiseración. Es, en efecto, un sacra-
te al menos, hacer un sacramento de confortación de los enfer- mento «completivo de la penitencia» (cf. n.169).
mos y de perdón de sus pecados.
Santos Padres del siglo IV
Otros documentos
53. San Atanasio (295-373), en una epístola-encíclica del
51. Las Constituciones de los apóstoles (ca.400) contienen año 341, lamenta los males producidos en tiempo de un obis-
la siguiente bendición del agua y del aceite, que puede sugerir po Gregorio, arriano intruso, y escribe: «Muchos, cuando están
y sugiere la idea de un uso como de sacramental, pero que en enfermos, no son visitados por nadie, y esto no sin lágrimas lo
el aceite no excluye, al parecer, una bendición, que, dado el han tolerado; piensan que esta calamidad es más acerba que
caso, puede servir para el sacramento de la unción: «Bendiga el la misma enfermedad. Porque, mientras los ministros de la
obispo—dice—el agua y el aceite; y, si no está presente, ben- Iglesia padecen persecución, los pueblos que detestan la impie-
diga el presbítero en presencia del diácono; y, cuando estuviere dad de los herejes arríanos prefieren de tal modo enfermar y
el obispo, asistan el presbítero y el diácono. Diga de esta ma- estar en peligro que el que venga sobre su cabeza la mano de los
nera: Señor Sabaoth, Dios de las virtudes, creador de las aguas arríanos» 2 9 . Con la imposición de manos sobre un enfermo que
y dador del aceite, misericordioso y amigo de los hombres; que está en peligro viene designada no rara vez la unción de los en-
diste el agua para bebida y purificación, y el aceite para alegrar fermos (cf. n.38.118). Por esto cabe muy bien aquí ver una
el rostro en exultación de alegría: T ú mismo santifica ahora alusión al sacramento de la unción de los enfermos.
por Jesucristo esta agua y este aceite en nombre de aquel que En cambio, no consta a qué unción se refiere San Atanasio
ofreció o de aquella que ofreció; y da fuerza eficiente de salud cuando, comentando el salmo 22, escribe: «Untaste mi cabeza
que expulse las enfermedades, que ahuyente los demonios, que con aceite (v.5). Y esto significa la unción mística (mysticum
desbarate todas las insidias; por Cristo, esperanza nuestra, con chrisma)»29*. Porque puede, en efecto, entenderse de las un-
quien es para ti y el Espíritu Santo la gloria, el honor y la ve- ciones del bautismo y de la confirmación...
neración por los siglos. Amén» 27 . 54. Y Dídimo de Alejandría (ca.313-98), en sus tratados
52. En el Testamento de nuestro Señor Jesucristo (posterior de Trinitate (post.381), celebra al Espíritu Santo como «fuente
al año 400) se halla la siguiente oración sobre el aceite, que pide de los carismas indeficientes y precursor de todo buen pensa-
los efectos propios de la unción: «Envía sobre este aceite, que miento, manifestación verdadera de las cosas futuras y desco-
es tipo de tu abundancia, el complemento de tu benéfica con- nocidas, sello saludable y crisma divino [o unción], prenda de
miseración, para que libere a los trabajados, sane a los enfermos los bienes eternos» 30 .
y santifique a los que retornan cuando se acercan a tu fe» 28 . Aunque se designa, sin duda, el sacramento de la confir-
Expresamente se designan los efectos de confortación, para mación, que es sello y unción crismal del Espíritu, podría tam-
los que están trabajados o tristes y agobiados; los efectos de bién entenderse de la unción por el sacramento de los en-
salud, para los enfermos, y de santificación, por el perdón de fermos.
los pecados, a los que por la penitencia retornan a la fe viva. 55. San Juan Crisóstomo (344-407) pondera el valor pe-
Son los efectos que corresponden a las palabras de Santiago: nitencial de Sant 5,i4ss. Apoyado en este texto, enseña que
salvación para el enfermo, aligeración de su enfermedad y li-
29
Epist. encycl. ad episcopos 5: PG 25,233c.
27 Ibid., 1,532: PG 1,1125. 29* Jn ps 22,5: P G 27,140.
28
Ed. I. Rahmani (Moguntiae 1899), 1,49; DORONZO, 1,115. 30 De Trinitate 2.1: PG 39,452c.
34 P.II c.2. Interpretación del período patrística § I. En las Iglesias de Oriente 35
los sacerdotes, «aun después de la regeneración [por el bau- 56. Y en otro lugar, aludiendo al óleo conservado en la
tismo], pueden perdonar los pecados cometidos». lámpara de la iglesia, compara la iglesia con la casa privada y
Óigase el texto completo, en el que se verá cómo el admi- recuerda la unción de los enfermos: «¿Qué hay aquí que no
nistrar la unción lleva en sí la potestad de perdonar, propia de sea grande, que no sea tremendo? Pues esta mesa de altar es
los presbíteros: mucho más honorable y más suave que la tuya; y esta lám-
«A los sacerdotes de los judíos les era permitido limpiar para, más que la tuya. Esto lo saben bien todos aquellos que
la lepra corporal; es decir, más bien, no limpiar en modo al- mediante la fe, ungidos tempestivamente con aceite, han sido
guno, sino sólo declarar quiénes estaban limpios; y sabes cuán- liberados de las enfermedades» i2.
ta apetencia había entonces por la dignidad sacerdotal. Pero
57. Para la inteligencia de ese texto, en que se habla del
éstos [del N.T.], no la lepra del cuerpo, sino la inmundicia del
aceite conservado en la lámpara de la iglesia y destinado a
alma; no la potestad de declarar la limpieza, sino la potestad
los enfermos, debe tenerse presente la costumbre oriental, se-
de hacer plenamente la limpieza, es lo que recibieron... Por-
gún la cual «los griegos no conservan en vaso separado el acei-
que no sólo en el castigar, sino también en el hacer bien, con-
te destinado a la unción de los enfermos, sino en la gran
cedió Dios mayor potestad a los sacerdotes que a los padres;
iglesia, en una de las lámparas que cuelgan; a saber, la que
y hay entre unos y otros tanta diferencia cuanta hay entre la
está ante la imagen de Cristo Señor, y por eso la llaman KCCV-
vida presente y la futura. Porque aquéllos engendran para esta
BfjAoc TOÜ s\iy¿\alo\J (candela del aceite de oración)» ii. Y, res-
vida, éstos para la futura; aquéllos ni siquiera pueden apartar
pecto de los orientales, así comienza el Ritual del patriarca
de los hijos la muerte corporal, ni rechazar una enfermedad
alejandrino Gabriel la descripción del rito de la santa unción:
que se echa encima; pero éstos con frecuencia han salvado una
«Se llena de aceite exquisito de Palestina la lámpara de siete
vida doliente y que estaba para perecer; a otros, dándoles una
brazos que colocan ante la imagen de María Santísima, cerca
pena más blanda; a otros, no dejándolos caer en absoluto; y
de la cual debe estar el evangelio y la cruz» 34 .
no sólo con la instrucción y con el aviso, sino también con
el auxilio de las oraciones. Pues no sólo cuando nos regeneran, En Siria se llama lámpara a todo el rito sacramental de la
sino también a los ya regenerados, tienen poder de perdonar pe- unción: «Los sirios distinguen un doble rito de bendición; uno
cados. Porque, dice, ¿enferma alguno entre vosotros? Llame a que llaman 'lámpara mayor', que cada septenio realiza el pa-
los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con aceite triarca antioqueno de los jacobitas en la feria quinta de los
en el nombre del Señor, y la oración de la fe salvará al enfermo misterios, o sea, de la semana mayor; el otro rito es llamado
y el Señor lo despertará; y, si tuviere hechos pecados, se le per- 'lámpara menor', que realizan los presbíteros, ministros del
donarán [Sant 5,i4s]» 31 . sacramento, siempre que sea necesario. El nombre de lám-
para se atribuye a la bendición, ya que el óleo de los enfermos
San Crisóstomo en este pasaje reconoce en los sacerdotes suele consagrarse en una lámpara» iS.
del N.T. el poder de perdonar los pecados cometidos después
32
del bautismo de la regeneración. Asimismo, reconoce el poder Hom. in Mt 32 n.6: P G 57,3845.
33
JACOBUS GOAR, Euchologium sive Rituale graecorum (ed. Graz 1960;
que ejercitan con frecuencia para salvar al enfermo cuya vida reproduce fotográficamente la de Venecia 1730), Officium Sancti Olei nt.23
va a perecer. Y aduce como texto confirmatorio del poder de • P-353-
34
perdonar el conocido pasaje de Santiago en el que expresa- H. DENZINGER, Ritus Orientalium, Coptorum, Syrorum et Armenorum
ir» administraríais sacramentis (Graz 1961; reproducción fotográfica déla
mente menciona la unción con la oración. Se trata, pues, según ed. de Würzburg 1863), Ritus Extremae Unctionis n . i : vol.2,483.
el Crisóstomo, de un rito cualificado de unción junto con la 35
Ibid., De Extrema Unctione § 2: vol. 1,1858.
oración, que perdona los pecados y es capaz de restaurar las
fuerzas corporales.
31 De sacerdotio (a.381-85) 3,6: P G 48,644; R 1120.
§ I. En las Iglesias de Oriente 37
36 P.II c.2. Interpretación del periodo pairístico
¿enferma alguno entre vosotros?, etc. El aceite cura la fatiga y es el
principio de la luz y del gozo. La unción del aceite significa, pues, la
Otros testimonios misericordia de Dios, y el remedio de la enfermedad, y la iluminación
del corazón. Porque a cualquiera es manifiesto que la oración obra
58. Víctor de Antioquía, escritor oscuro del siglo v, tiene todas estas cosas; y el aceite, según pienso, es símbolo de ellas» 3 9 .
unos comentarios a San Mateo y San Marcos que se piensa son
de mediados del siglo v; y, al recordar la práctica de ungir los 60. Isaac de Antioquía (f 460/1) censura a algunas mujeres
enfermos que tenían los apóstoles, según Me 6,13, la relaciona que, sin atender al que tenía cargo oficial de ello, preferían
con el consejo de Santiago, apurando el sentido espiritual de ser ungidas por ciertos monjes: «Pero tú, ¡oh mujer!...—dice—
este rito y los efectos que produce. recibe la signación de tu sacerdote, lleva la comida al monje,
Dice: «Las cosas que Santiago narra en su canónica no di- pero el aceite de los mártires, que sea para ti; da a todos aquello
fieren de éstas [de Me 6,13]. Porque escribe: ¿Enferma alguno que necesitan, pero permanece en la verdad junto a uno solo;
entre vosotros?... El aceite—-continúa—•, entre otras cosas, miti- tus limosnas lleguen a todos, pero tu fe esté fija en el Cruci-
ga las molestias, alimenta la luz y concilia la alegría. Por lo ficado; sólo el aceite de él sea para ti y recibe la signación del
tanto, el aceite que se emplea en la unción significa la miseri- sacerdote... Los siervos de Cristo y los ortodoxos suelen lle-
cordia de Dios, la curación de la enfermedad y la iluminación var a los dolientes y enfermos al santo altar, pero no se atre-
del corazón. Es claro que la oración es quien hace todo esto; ven a confeccionar ellos el óleo, para que no parezca que des-
pero el aceite, según mi parecer, es símbolo de todas estas cosas»36. precian la casa de expiación, sino que observan las órdenes
de la justicia allí donde el sacerdote rige la plebe»... 4 0
En estas palabras se ve que reconoce el sacramento de la
unción, con su materia, apta para simbolizar los efectos, y con Aparece, por consiguiente, el rito de llevar los enfermos al
su forma determinante, que es la oración. Los efectos que pro- altar para ser signados con el óleo; observando los órdenes de
duce son de orden espiritual (la misericordia de Dios, la ilumi- justicia, no son los laicos los que hacen el óleo; son los sacer-
nación del corazón) y de orden corporal (la curación de la en- dotes los que hacen la signación.
fermedad). 61. El abad San Hipatio (ca. 366-446), del monasterio ru-
59. San Cirilo de Alejandría (f 444), eximio doctor y pa- finiano de Bitinia, siendo joven monje y todavía no presbítero,
triarca de aquella Iglesia, reconoce y recuerda el valor de la se cuidaba de los enfermos de alrededor, trayéndolos al mo-
unción en la enfermedad, y precisamente en orden a la libera- nasterio. «Si la necesidad persuadía que el enfermo debía ser un-
ción corporal de la enfermedad: «Tú—dice—, si te duele algu- gido con el sagrado aceite, avisaba al abad, porque éste era pres-
na parte del cuerpo y crees de verdad que aquellas palabras: bítero, y cuidaba que se realizara por él la unción. Y ocurrió
Señor de los ejércitos, y otros títulos que la Escritura divina con frecuencia que a los pocos días devolvían al hombre sano
atribuye a Dios según su naturaleza tienen fuerza para echar con el auxilio de Dios»... 41
aquel mal, pronuncia estas palabras, orando para ti mismo... Por este testimonio se ve confirmado el uso de la unción
También haré mención de aquella Escritura inspirada por en las regiones de Bitinia precisamente para enfermos graves,
Dios: ¿Enferma alguno entre vosotros? Que haga llamar a los en los que la necesidad persuadía que debían ser ungidos; se
presbíteros de la Iglesia»... 37. ven, asimismo, los efectos de sanación corporal que puede
producir este rito y que su administración era cosa del pres-
Del mismo Cirilo, aunque no con certeza 38, es la exposición del bítero.
significado simbólico de la unción: «Ungían con aceite lo dijo sólo
39
Marcos; y con semejantes palabras, Santiago en su epístola católica: In Me comment.: J. A. CRAMER, Cátenos graec. Patrum 1 (Oxford
36
1840) 340; R 2102.
J. A. CRAMER, Catena graec. Patrum 1 (Oxford 1840) 324; KERN, p.45. 40
Disquisitio de potestate diaboli in tentando nomine, ed. Bickell: S. Isaaci
37
De adoratione ¡n spiritu et veritate (ante a.428) 6: P G 68,472; R 2092. Antiocheni Opera omnia 1,187S; KERN, p.28.
38
Es probable que sea de Víctor de Antioquía (siglo v). Cf. supra, n.58, 41
Acta Sanctorum Boíl., 17 iunii, p.251; KERN, 39S.
y se verá la identidad de pensamiento; y R 2102 en nota.
§ I. En las Iglesias de Oriente 39
38 P.II c.2. Interpretación del periodo patrístico
65. En la misma homilía se dirige a los pastores de la
62. Hesiquio ( t 433), sacerdote de la Iglesia de Jerusalén, Iglesia, también éstos dados a la superstición, y les dice: «De-
recordando los efectos que se consiguen por la oración, acude bemos conocer que Dios no perdonará a aquellos que se entre-
al conocido texto de Santiago: «La oración obra también, de
gan a El con sólo el nombre, pero no con fe, y comen en la
la misma manera, grandes cosas, porque ésta, sobre todo, sana
casa de Dios, reciben honra por Dios, son tenidos como cabe-
las pasiones del alma, cura las heridas de los ojos inteligibles,
za de la Iglesia, leen a los demás la ley de Dios, son llamados
absolviendo de la ignorancia, y salva las lágrimas que proceden
de la que es verdadera enfermedad, esto es, del pecado. Porque maestros de mudos y jefes de los que yerran; pero ellos mis-
¿enferma alguno entre vosotros?, dice Santiago. Que llame a los mos se extraviaron, abandonaron la gracia de Dios, la oración
presbíteros y oren sobre él, ungiéndolo en el nombre del Señor»... 4 2 y el aceite de la unción que prescriben las leyes para los enfermos,
mientras se dan a encantamientos y escritos mágicos».
63. De San Isaac, patriarca de los armenios, se describe Y prosigue, insistiendo en lo que deben hacer: «Lees la
así su tránsito (siglo v): «A la segunda hora del día, mientras se Escritura y no entiendes lo que está escrito. ¿Qué nos mandan
realizaba el ministerio del aceite, de fragante olor, con la oración los mandamientos de Dios? ¿No nos mandan que todas nues-
grata a Dios encomendó a Cristo su alma, mirando al Profeta, tras obras las pongamos bajo la tutela y la protección de la
que dijo: En tus manos encomiendo mi espíritu; y al bienaven- cruz? ¿No nos mandan la oración por los enfermos y la unción
turado Esteban, que dijo: Señor, en tus manos encomiendo mi del aceite? ¿Y el ayuno y la oración para aquellos que son
espíritu» 43 .
afligidos por Satanás? El que desprecia tales cosas y acude a
Es fácil ver cuál es ese ministerio del aceite, acompañado los libros mágicos y a las mujeres que hacen encantamientos,
de oración, realizado en la proximidad de la muerte. El uso está fuera de la ley y de la religión cristiana y está sometido
del sacramento de los enfermos era patente en aquellas regio-
a la maldición de los apóstoles... He aquí que destruyes las
nes hacia el siglo v.
gracias de Dios y la fuerza de la santa cruz; y en su lugar in-
64. El gran patriarca (catholicos) de los armenios Juan troduces libros mágicos y amuletos de encantadores que no
Mandakuni (405-87) reprende en una de sus elocuentes homi- están en la ley, sino que son sectas del demonio escondidas» 45 .
lías a los que acudían a remedios supersticiosos y mágicos: Se habrá observado el valor sacramental, con sus efectos
«Desprecian—dice—el don de la curación, porque sólo con el de gracia de Dios, que atribuye al rito de la oración junto con
arte médica, quemando, cortando y empleando medicinas, la unción. También su origen divino (¿Qué nos mandan los
puede suceder que se curen los dolores. Es más, desprecian mandamientos de Dios?). El pecado y la maldición de los após-
los dones de la gracia [obsérvese que llama don de la gracia al toles, de que se hacen reos los pastores que descuidan este
remedio de que pasa a hablar]. Porque dice el apóstol: ¿En- consuelo a los enfermos.
ferma alguno entre vosotros? Que llame a los presbíteros de la
66. De Teodoreto de Ciro (f ca.460) encontramos un tex-
Iglesia. Que oren éstos sobre él y le unjan con aceite en el nombre
to que, aunque no con certeza, puede tal vez insinuar que se
del Señor, y la oración unida con la fe salvará al afligido; y a
trata de la unción de los enfermos. Dice en sus Quaestiones
aquellos vejados por el espíritu maligno mandó que lo echaran
in Leviticum: «¿Por qué se ungía con sangre y aceite la oreja
con ayuno y oración, con la señal de la cruz, que todo lo
derecha y la mano y el pie derechos del sacerdote? Eran el
vence» 44 .
tipo de nuestros bienes; esto es, la sangre era tipo de la san-
42
Comment. in Lev 2: PG 93,8osB.C.
gre saludable; el aceite era tipo del sacrosanto crisma. La oreja
43
KORIUM (obispo de Georgia), Narratio vitae et mortis S. Mesrop: derecha era signo de la obediencia probada; la mano y el pie,
KERN, p.40. de las buenas acciones. Por esta causa se ungían la mano y el
44
Hotn. 26; cf. M. SCHMID, Heilige Reden desjoannes Mandakuni p.222s;
KERN, p.46.
45
Ibid., p.468.
40 P.II c.2. Interpretación del período patristico /. En las Iglesias de Oriente 41
pie derechos, porque hay acciones malas y obediencia da- Lo cual da a entender que existía ciertamente el uso de
ñosa» 46 . administrar la santa unción a los enfermos del cuerpo, pero
El lector podrá juzgar que no se deduce con certeza que que también se concedía (por abuso) a los penitentes no en-
aquí se trate de la unción de los enfermos; pero parece insi- fermos del cuerpo 5 1 . También aparecen los simples presbíte-
nuarse que la unción de que se habla borra los pecados. ros como benedicentes de este óleo sagrado.
67. Procopio de Gaza (f ca.538), comentando Lev 19,31
(No mirarás a los pitones ni buscarás adivinos), exhorta a acu- Conclusión
dir a Dios: «Si confías en aquel nombre (Sabaoth), acércate
a Dios, llámale con este nombre y pídele la salud. Es más, 70. El lector de todos los testimonios que hemos referido
bastante es que te acojas a este consejo: ¿Enferma alguno en- de las Iglesias de Oriente habrá observado la gran calidad de
tre vosotros? Que haga venir a los presbíteros de la Iglesia y algunos documentos aducidos, como son los de Orígenes (n.39.40)
que oren sobre él, etc.» 47 y San Juan Crisóstomo (n.55-57), testigos de diferentes e impor-
Para Procopio, «el aceite es tipo de la alegría que sacamos tantes Iglesias, cuales son la alejandrina y la palestinense, la de
de la esperanza divina...; es señal del rápido, expedito y ani- Antioquía y la de Constantinopla. Invocan expresamente el tex-
moso acceso a Dios, pues el rostro se alegra con el aceite» 48 . to de Santiago referido a la unción y a la oración, cuyos efectos
68. Se refiere de San Eutiquio (512-82), patriarca de Cons- —dicho también expresamente—son la remisión de los pecados.
tantinopla, que, estando él en Amasea, un obrero presentó a Los efectos de salud corporal, junto con la espiritual, no que-
un hijo suyo que estaba para morir. El santo varón, «sin tar- dan en el olvido. Sobre todo en el Sacramentario de Serapión
dar, viene al oratorio y, empleando diversas oraciones, impuso (n.47-50).
sus manos al muchacho y lo ungió con el sagrado óleo y lo envió El rito de la unción del cuerpo para conseguir confortación
a su casa. Al día siguiente volvió el padre con lágrimas, dando y salud, corporal y espiritual, ha quedado manifiesto en no po-
gracias por la salud de su hijo» 49 . cos documentos aducidos. Y, aunque en ocasiones puede per-
Se podrá dudar si se trata aquí del sacramento de la un- manecer la duda de si se trata de un mero sacramental o de un
ción por otros casos de varias curaciones de quienes no esta- verdadero sacramento (cf. n.50), hay, sin embargo, una suma
ban en peligro de muerte que refiere Eustacio. Pero sí parece de indicios notables que señalan se acudía a este rito de conforta-
lo más probable (tratarse aquí del sacramento) por la seme- ción con la oración y la unción en peligro de muerte o en enferme-
janza de la presente narración con el rito descrito por Santia- dad notable, buscando la salud del cuerpo y del alma. Son las
go, y en un caso de enfermedad peligrosa. mismas circunstancias y los mismos efectos que Santiago se-
ñalaba en la carta para el rito de la oración unida a la unción.
69. Los nestorianos, del siglo vi, conocían el aceite de la
unción en Oriente, llamado süxeAaíov, con que se significa el Todo lo cual deberá conjugarse con los documentos de las
rito de la unción. En el canon 19 del sínodo celebrado en el Iglesias occidentales en las respectivas épocas o siglos, docu-
año 554 por el patriarca Josefo, se dice que «quien ha caído mentos que pasamos a examinar.
en esta grave enfermedad [de pecados de superstición] debe, 51
En el canon 19 de Jacobo de Edesa (f 708) se condena como abuso
al convertirse, ser curado con el óleo de la oración que bendi- el ungir a los tentados: «Numquid decet ut presbyter iis, qui postulant, det
sacrum unctionis oleum, ut infundant in aurem eius, qui a malo tentatur,
cen los presbíteros, lo mismo que el enfermo corporal»50. aut eum ungant? Talia ne fiant. Si autem presbyter hoc faceré ausus fuerit,
46
Quaestiones in Lev c u interrog.8: PG 80,312. poenis ecclesiasticis coerceatur» (KERN, p.27).
47
Comment. in Lev 19,31: PG 8 7 ( I ) , 7 Ó 3 A .
48
Comment. in Lev 2: P G 87,702.
49
Vida por Eustacio: Acta Sanctorum Boíl., 6 aprilis, p.558; KERN,
P-37S.
so ÓSCAR BRAUN, Das Buch des Synhados p.159; KERN, p.27.
42 P.II c.2. Interpretación del periodo patristico § //. En las Iglesias de Occidente 43

73. De San Ambrosio (333-97) pueden citarse unas pala-


II. En las Iglesias de Occidente bras que parecen aludir a un rito ordinario de imposición de
manos sobre los enfermos con efecto no raro de sanación. Donde
71. Tertuliano (ca. 160-222 I22) parece aludir al sacramen- se deberá advertir que en la liturgia ambrosiana posterior 55
to de la unción, prometedora de la curación corporal, cuando se llama imposición de manos a la unción de los enfermos.
lamenta en su libro De praescriptione haereticorum (ca.200) que Dice, pues, así San Ambrosio después de citar las palabras de
algunas mujeres se atribuyan oficios sacerdotales o clericales: Me i6,i7s: «Todo lo dio Cristo a sus discípulos, de quienes
«Estas mujeres heréticas—escribe—, ¡ qué procaces, que se dice: En mi nombre echarán demonios, hablarán lenguas nuevas,
atrevan a enseñar, a discutir, a realizar los exorcismos, a pro- quitarán serpientes, y, si bebieren algo mortífero, no les dañará;
meter las curaciones [curationes repromittere], y quizá también 'sobre los enfermos impondrán las manos y curarán'. Todo, pues,
a bautizar! Sus ordenaciones son temerarias, ligeras, incons- se lo dio; pero en todas estas cosas no hay potestad humana
tantes»... 52 Hablando aquí Tertuliano de oficios realizados donde está vigente la gracia del don divino. ¿Por qué imponéis,
por los ministros regulares de la Iglesia y no por carismáticos, pues, las manos y creéis que es efecto de bendición si alguno, en-
parece que la «promesa de las curaciones» debe referirse al rito fermo antes, se cura? ¿Por qué pensáis que algunos por vos-
que realizan aquellos ministros con el sacramento que, según otros pueden ser limpiados de la peste del diablo? ¿Por qué
el orden providencial, sea prenda de curación total. bautizáis, si no pueden ser perdonados los pecados por el
hombre? En el bautismo ciertamente hay remisión de todos
72. San Hilario de Poitiers (ca.315-66), en su Tratado de los pecados. ¿Qué importa sea por la penitencia o bien por el
los Salmos (ca.365), comenta el salmo 121; pero, recogiendo bautismo que los sacerdotes se atribuyan este derecho que se
unas palabras del salmo 4 que aluden a la abundancia del tri- les ha dado? El mismo misterio hay en uno y otro. Pero dices
go, del vino y del aceite (Sal 4,7s), habla de la abundancia de que en el bautismo obra la gracia de Dios. ¿Y en la peniten-
los sacramentos, y parece aludir a la eucaristía y a aquel o cia? ¿No es el nombre de Dios el que opera? ¿Pues qué?
aquellos sacramentos en que el aceite entre como materia. No ¿Cuando queréis, apeláis a la gracia de Dios; cuando queréis,
habla más claro porque lo prohibe la disciplina del arcano: la repudiáis?» 56
«Entenderán—dice—los que sepan» 53 .
En este pasaje se verá que San Ambrosio habla del poder y
He aquí sus mismas palabras: «Ahora ciertamente abunda-
del rito sacramental que hay en el bautismo y en la penitencia
mos en frutos bienaventurados que, como imagen de los fru- para el perdón de los pecados. Con estos sacramentos ha
tos eternos, nos suministra el sacramento de la Iglesia y la connumerado el rito de imponer las manos sobre los enfermos (que
unidad de la paz. Este sacramento de la esperanza común se parece ser rito usado de ordinario por los sacerdotes), que
manifiesta con nombre de las cosas corporales y comunes y produce efectos de sanación. En lo cual parece aludir, como he-
lo entenderán los que sepan. Porque el mismo profeta recuerda mos dicho, a la unción de los enfermos.
la abundancia y disponibilidad de este sacramento, diciendo
en el otro salmo: Diste alegría a mi corazón más que cuando se 74. En cambio, no parecen argumento terminante en pro de la
multiplican el trigo, y el vino, y el aceite al mismo tiempo. Esta unción de los enfermos las palabras de San Optato Milevitano
(ca.370) cuando se lamenta de los que dieron la eucaristía a los
abundancia es, pues, al mismo tiempo. Por esta abundancia perros y arrojaron por la ventana la «ampolla del crisma», la cual,
de paz y de sacramentos se prepara aquella paz y aquella in- sin embargo, no se rompió57. El testimonio sobre la ampolla del
deficiente y eterna abundancia de bienes celestiales» 54 . crisma, aun entendida esta palabra como unción, es testimonio vago,
puesto que no consta de qué clase de unción se trata.
52
53
De praescriptione haereticorum c.41: PL 2,68. 55 Cf. n.118.
54
«Scientes intelligent». 56 De paenitentia 1.8 n.35-37: P L 16,4975.
In Ps 121 n.12: PL 9.665S. 57
De schismate donatistarum 1.2 0.19: P L 11,972.
44 P.II c.2. Interpretación del periodo patristico
§ II. En las Iglesias de Occidente 45
Asimismo es testimonio poco claro el de Arator, en su Epos sobre
los Actos de los Apóstoles (3.544), a l decir: «Recomienda el divino tración del sacramento se hace por ministerio de los sacer-
olor a la criatura resplandeciente con la frente signada cuando a los dotes.] Por lo demás, parece superfluo añadir que se dude que
ungidos por encima, por dentro los lava el crisma [que viene] del
el obispo puede hacer lo que no hay duda que es lícito ha-
nombre de Cristo»5&. Aunque los efectos producidos por este cris-
ma son efectos de ablución (y en esto concuerda con los efectos de cer a los presbíteros. Porque [en Sant 5,i4s] se ha dicho de los
la unción de los enfermos), no parece constar suficientemente a qué presbíteros por razón de que los obispos, impedidos por otras
crisma o unción alude Arator. Puede fácilmente entenderse de la ocupaciones, no pueden ir a todos los enfermos. Por lo demás,
unción bautismal o de la confirmación. si el obispo puede o le parece bien visitar a alguno, puede, sin
duda alguna, bendecir y ungir con la unción, puesto que pue-
El sacramento de la unción, propuesto claramente de hacer el santo crisma». Por todo este contexto aparece que
como tal el sacramento se confería por los presbíteros y aun se dudaba
si podría el obispo administrarlo. Por lo cual, también por esta
Inocencio I razón y contexto, se ve que no se admitió la posibilidad de
una autoaplicación del sacramento por uno mismo.
75. Se menciona ya claramente (a.416) por Inocencio I el
sacramento de la unción para los fieles que están enfermos, con Añade, por último, el reconocimiento explícito de que se
un aceite sagrado hecho por el obispo. Dice, contestando a unas trata de un rito sacramental, del que estaban excluidos los ex-
preguntas de Decencio, obispo eugubino, que «no hay duda comulgados: «A los 'penitentes' no se puede infundir esta un-
que [el pasaje de Sant 5,145] deba tomarse o entenderse de los ción, porque es una clase de sacramento. Pues a quien se nie-
fieles que están enfermos, los cuales pueden ser ungidos con gan los demás sacramentos [se refiere, al parecer, a los peni-
el sagrado aceite de la unción 59 , que, hecho por el obispo, tentes públicos], ¿cómo pensar que se les podrá conceder una
pueden usar con la unción no sólo los sacerdotes, sino tam- clase de ellos?» 60
bién todos los cristianos en necesidad propia o de los suyos. Conceder el sacramento de la unción a los penitentes pú-
[Este pasaje no parece necesariamente permitir que sean los blicos se hacía, por consiguiente, cuando (al final de la vida
propios sacerdotes o cristianos los que se administren a sí mis- muchas veces) se reconciliaban y se les daba el viático.
mos la unción, porque estaría en contradicción con Sant 5,i4s,
que mandó llamar a los presbíteros; pero sí tiene el sentido de San Agustín
que se trata de un rito para todos los cristianos 5 9 # . La adminis-
76. San Agustín (354-430), en su Speculum de Scriptura
58 sacra, publicado hacia el año 427, recoge diferentes textos de
Epos de Act. Apost. l,i v.31-32: «Unde creaturam, signata fronte mi-
cantem-divinus commendat odor, cuna desuper unctos- abiuk interius la Sagrada Escritura que sirven para dirigir prácticamente la
Christi de nomine Chrisma» (PL 68,89).
59
vida del cristiano. Y uno de los textos recogidos es precisa-
Usa la palabra chrisma, que traducimos unción, puesto que todavía mente Sant 5,i4s: «¿Enferma alguno de vosotros?..., porque
no tenía el sentido preciso que se le da de «aceite con bálsamo y aromas».
Sobre el santo crisma y su historia cf. P. BERNARD, art. Chréme (saint) : vale mucho la asidua oración del justo» 61 .
D T C 2,2395-2414. En este pasaje, que el Santo transcribe íntegro (nosotros,
59
* La interpretación de este pasaje podría ser bivalente en cuanto que
un primer sentido sería: no hay duda de que todos los fieles, sacerdotes y por brevedad, solamente hemos escrito el comienzo y el fin),
simples fieles, enfermos, tienen derecho a la unción y «pueden ser ungidos» se encuentra una de las prácticas cristianas: la de la unción
y usar la unción en necesidad propia y de los suyos; esto es, haciéndose un- corporal junto con la oración, que todo cristiano debe estar
gir por los presbíteros, no precisamente ungiéndose ellos mismos. Pero es
también congruente con el texto y parece admisible la interpretación que pronto a usar cuando se ofrezca la ocasión y tiempo de usarla.
propugna un uso del aceite bendecido, aplicado a sí mismo por el propio
fiel cristiano, a modo de sacramental (no de sacramento), como se hace ro- tum und im Frühmittelalter, mit besonderer Berücksichtigung der álteslen romi-
dándose a sí mismo con agua bendita. En relación con este problema puede schen Sakramentarien (1934) 8-11; SOLA, n.271,3.
verse F . LEHER, Die Sakramente der Krankenolung im Ausgehendem Alter- 60 DENZINGER-SCHÓNMETZER, Enchiridion symbolorum (Dz-Sch) 216(99).
él
De Scriptura sacra speculum. De epístola Iacobi: P L 34,1036.
46 P.U c.2. Interpretación del período patrístico § II. En las Iglesias de Occidente 47

No piensa, pues, San Agustín que la recomendación de San- la eucaristía, y del sacramento de la unción del aceite; y ambos
tiago es sólo para utilizar el aceite como medicina corporal administrados en el contexto de espera de la lluvia oportuna
o para ejercitar el carisma de curaciones, según han pensado y de la venida del Señor a premiar al siervo vigilante. Son los
algunos protestantes. El uso de este rito propuesto por Santia- dos sacramentos que preparan para el último tránsito.
go y Agustín es para todos y no sólo para carismáticos. 78. Casiano (ca.360-430125) enseña en sus Collationes di-
Por lo demás, por la vida de San Agustín consta que el ferentes maneras de obtener el perdón de los pecados; y, entre
Santo «en sus visitas procedía según el modo definido por el otras, recuerda la mencionada en Sant 5,i4s, reproduciendo
apóstol, de suerte que no visitaba sino a los huérfanos y viu- plenamente ese texto, que habla de la oración de los presbí-
das puestas en tribulación [Sant 1,27]; y, si se lo pedían los teros, junto con la unción corporal, para obtener el perdón 65 .
enfermos que rogara a Dios por ellos en su presencia y que les Arnobio el Joven (f post 451), en sus comentarios al salmo 22,
impusiera las manos, acudía sin demora» 62 . Parece que aquí explica de este modo las palabras del texto: «Aunque camine
ha de suponerse, después de mencionar las normas del apóstol en medio de sombra de muerte, ya no temeré los males, por-
Santiago, que la imposición de manos a los enfermos con la que tú estás conmigo, que sometiste el imperio de la muerte.
oración iba también unida a la unción. San Agustín adminis- Veamos—dice—qué tiene la Iglesia dentro de sí. Tiene una
traría este sacramento. Por lo demás, sobre el sentido de la vara, para amenazar al delincuente. Tiene un báculo, para
imposición de manos a los enfermos, cf. n.53.118. ayudar al penitente. Tiene una mesa, para dar pan al creyente.
Tiene aceite, del que unge (impinguat) la cabeza, para que quien
Otros escritores lo use tenga libertad en su conciencia. Tiene un cáliz, para em-
briagar a los predicadores de la palabra; de suerte que, aun
77. Hay un testimonio bastante claro del sacramento de siendo la hora tercia, el predicador aparezca como ebrio en su
la unción, el cual, junto con el de la eucaristía, se administra- predicación» 66.
ba a los enfermos. Es de un contemporáneo de San Agustín Según esta explicación alegórica del monje africano, se
(está entre los apócrifos de Próspero de Aquitania [f ca.463], significan no pocos sacramentos de la Iglesia en las palabras
autor de un libro «sobre las promesas y predicciones de Dios») 6i . del salmo. Las que hemos subrayado aluden a la unción de la
En él comenta la misericordia que mostró la viuda de Sarepta cabeza en orden a la penitencia y liberación de los pecados.
al profeta Elias, sustentándolo con harina y aceite hasta que Además, el mismo Arnobio, comentando el salmo 132, advierte
vino la lluvia. Pero añade a nuestro propósito, mostrando la que hay varios sacramentos de la unción: «Nota los sacramentos
misericordia que Dios ejercita con dos sacramentos: «Así, el de la unción en el aceite de la cabeza» 67 .
alma misericordiosa da prestado a Dios; así, al dar en la nece-
sidad, mira para sí y su salvación. Así se sacia el alma que, 79. También San Cesáreo de Arles (470/71-543) junta
cuando el cuerpo se va, amando al que castiga, guarda con ambos efectos de la unción: el alivio corporal y el perdón de los
amor púdico para el Señor la fidelidad de sus nupcias, espe- pecados. «Siempre que ocurra alguna enfermedad, que reciba
rando con seguridad la lluvia oportuna, protegida con el sacra- el cuerpo y la sangre de Cristo aquel que está enfermo y que
mento del pan de trigo y con la unción del aceite, cuando el Se- unja su cuerpo débil, para que en él se cumpla aquello: ¿En-
ñor le diga: Ea, siervo bueno y fiel, porque fuiste fiel en lo poco, ferma alguno?, etc. Mirad, hermanos: el que en la enfermedad
te pondré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor» 64 . Se tra- se acogiere a la Iglesia, merecerá recibir la salud corporal y el
ta precisamente del sacramento del pan de trigo, esto es, de perdón de los pecados» 68 .
«5 Coll 20C.8: P L 49,1161.
62 66
POSSIDIUS, Vita S. Augustini c.27: P L 32,56. In Ps. 22: P L 53.354S.
67
63
Cf. O . BARDENHEWER, Patrologie2 p.453; K E R N , p.45; DORONZO, «Nota tamen Chrismatis sacramenta in ungüento capitis» (InPs. 132:
1,124. PL 53,535). Respecto del uso de chrisma por unción, cf. supra, nt.59.
64 68
De promissionibus et praedictionibus Dei c.29: P L 51,803. Sermo 265,3: P L 39,2238; R 2234.
4:8 P.U c.2. Interpretación del periodo patrística § II. En las Iglesias de Occidente 49

80. Hay textos de escritores eclesiásticos que se pueden


71
proponer como probables, pero dudosos para nuestro objeto; La unción administrada en la enfermedad
porque, aunque hablan de una unción a propósito del aceite
82. En la Vida de San Eugenio, obispo en Irlanda (ca.500),
que mencionan los textos escriturísticos, no acaba de saberse
se lee que, «acercándose al término de la vida maduro en años
a qué unción y a qué sacramento se refieren.
y en méritos, le sobrecoge una grave enfermedad; y, por ha-
Así, San Primasio, obispo de Adrumeto (f post 552), co- cerse más y más persistente, se congrega toda la comunidad
menta las palabras de Ap 6,6: No ofendas el vino ni el aceite, de monjes, y se unge todo el cuerpo venerable con el óleo santo,
diciendo: «En el vino y el aceite prohibe que sea violada la y se protege su salida con el viático que no se consume» 72 .
fuerza de los sacramentos, porque son unción y sangre pre-
No hay duda de que se trata del sacramento de la unción,
ciosa... Por eso leemos en el salmo que el vino alegra el corazón
que se administra a un enfermo grave, y se connumera con el
del hombre y que su rostro se desentristece (exhilarat) con el aceite sacramento del viático.
[Sal 103,15]»69-
83. En la Vida del santo sacerdote Tresano, contempo-
81. Casiodoro (ca.490-ca.583), comentando el pasaje es-
ráneo de San Remigio (ca.437-ca.530), se refiere que, «enfermo
criturístico de Santiago, escribe: «Después de todos los avisos,
en el cuerpo y molesto por la fiebre, estaba en cama, y, llevado
da [Santiago] una regla saludable a los fieles, diciendo que no
al final, sintió inminente el fin de su vida. Llama a los sacer-
hay que jurar en modo alguno, sino que el cristiano tiene que
dotes y ministros del orden; se confiesa pecador e indigno del
decir que es lo que es y que no es lo que no es; pues, si alguno
sacerdocio; que había faltado contra los hombres y pecado
está molesto por la injuria que otro le ha inferido o roto por la
con crímenes contra Dios. Y así, después de ser consolado
debilidad del cuerpo, dice que emplee al presbítero, el cual,
blandamente por los ministros, recibió el óleo de la santa recon-
mediante la oración de la fe y la unción del óleo santo, salve al
ciliación; y lo recibió con íntima contrición y humildad de
que parece afligido; y promete que le serán perdonados los pe-
corazón... Después de recibir el cuerpo y la sangre del Señor,
cados a los que fueren visitados con cualquiera de las dos ora-
puesto de nuevo en el lecho, poniendo su esperanza y sus ojos
ciones» 70 .
y corazón hacia el cielo, entregó su bienaventurado espíritu» 73 .
Por donde aparece la costumbre de su tiempo, difundida
El óleo de la santa reconciliación, administrado donde hay
en Italia, de administrar la unción del santo óleo por un solo
sacerdotes, y después la recepción del cuerpo y de la sangre
presbítero a los enfermos por enfermedad interna corporal.
del Señor, son claros indicios de que se trata de sacramentos,
También añade: «al que está molesto por la injuria de otro»
aquellos que sostienen a los enfermos y moribundos.
(praegravatur iniuria). Si esto se entiende: «molestia por mera
afección psicológica», sería el único caso (y raro) de adminis- 84. En la Vida de San Mario, presbítero y abad (ca.500),
trar la unción por ese motivo. Quizá el autor está pensando en se narra que, estando el santo anciano en casa de Licinia, no-
una enfermedad corporal ocasionada o causada por injuria ble matrona, que tenía un hijo enfermo de cuya salud se deses-
que ha deprimido el ánimo. peraba, «el santo anciano, rogado por la madre, visita al en-
fermo, ora sobre él y le unge con el santo óleo. ¡ Oh admirable
«» In Ap. 1.2 c.6: P L 68,837. rapidez de la fuerza de Dios con el confesor orante! Mientras
70
Complexiones in epístolas Apostolorum. In epist. S. Iacobi: P L 70,1380.
se unge al enfermo, vuelve de repente la deseada salud y se
fuga la innoble enfermedad» 74 .
71
Cf. KERN, p. 3 6-40, que incluye los textos que citamos.
72
Acta Sanctorum Boíl., 23 augusti, p.627.
73
Acta Sanctorum, 7 februarii, p.55.
74
DYNAMIUS PATRITIUS, Vita Sancti Marii c.i n.3: P L 80,27; -Acta Sanc-
torum, 27 ianuarii, p.388.
50 P.II c.2. Interpretación del período patrística § II. En las Iglesias de Occidente 51
Es clara la alusión al texto de Santiago y se ve el efecto de
salud corporal obtenida por este rito sacramental, sin excluir En las colecciones canónicas 78
el don carismático del santo.
85. De San Launomaro, también presbítero y abad cur- 87. Es de advertir que la respuesta-instrucción de Inocencio I
boniense (medio siglo vi), se refiere en su Vida que a una (a.402-17) al obispo eugubino Decencio fue admitida en di-
mujer de nombre Vulfrada, madre de familia, pero enferma versas colecciones canónicas, lo cual es señal de que el sacra-
y como paralítica después de la adolescencia, fue llevada al mento de la unción era de uso admitido y extendido por toda la
hombre de Dios por la mano de sus criados para que la cu- Iglesia en el tiempo en que se hacían aquellas colecciones.
rara. «Y, habiéndola ungido con la bendición de la unción Así, se encuentra en la Colección de los decretos de los pon-
(chrismatis benedictione liniisset), la volvió a su antiguo vigor tífices romanos, de Dionisio el Exiguo 7 9 , llevada a cabo en
con la impronta dada de la santa cruz» 75 . Parece ser el sacra- tiempos del papa Símaco (498-514).
mento de la unción esta unción destinada a los enfermos y También se halla en el Códice de cánones eclesiásticos y cons-
administrada por un presbítero. tituciones de la Santa Sede Apostólica (colección quesneliana 8 0 ),
86. En la Vida de San Leobino, obispo carnotense (ca.550), realizada en Francia en tiempos de Gelasio Papa (492-96).
se refiere la curación de Calétrico, presbítero, que después fue Asimismo, en la colección hispana (ca.600) 81 y en el Bre-
sucesor de Leobino. Estando enfermo, vino el propio obispo viario canónico (colección de Cresconio, obispo africano de
con el aceite; y, después de hacer silencio, dijo: «Señor que a.S7o[?])82.
todo lo sabes: si piensas que este siervo tuyo es necesario a la En estas colecciones canónicas se encuentra, por consiguie-
Iglesia o al pueblo, con tu fuerza protectora devuélvelo sano». te, el testimonio de las Iglesias romana, galicana, hispana y
Entonces aquel enfermo, «en cuanto fue ungido con el óleo de africana, que aceptaban y practicaban como rito sacramental la
la sagrada unción, fue devuelto a tanta gracia de salud como unción de los enfermos, haciendo suya la instrucción o decreto
si sus miembros nunca hubieran sido tocados por molestia de del papa Inocencio I.
enfermedad». Se refiere a continuación el esplendor milagroso
que desprendía la restante parte del óleo bendecido, «prefigu- Conclusión
rando que quien había de ser obispo santificaría, por el minis-
terio episcopal, el óleo de consagración, y por la gracia celeste 88. Aunque algunos testimonios que hemos aducido de
resplandecería con divinas virtudes» 76 . Tertuliano y de San Hilario de Poitiers pueden parecer no del
todo explícitos y convincentes en orden a probar la existencia
En esta narración se advierte el uso de los términos óleo
del sacramento de la unción, éste, sin embargo, aparece ya
de la sagrada unción, óleo de consagración, que sólo se usan en
claro en San Ambrosio, a veces con el nombre de imposición
la época para designar el aceite bendecido por el obispo y no
de manos, connumerado con los sacramentos del bautismo y de
por un simple presbítero. Este aceite se ordenaba principal-
la penitencia.
mente al rito de la unción, que es sacramento 77 .
De una manera sumamente explícita y clara aparece tam-
75
Acta Sanctorum, 19 ianuarii, p.598. bién como sacramento en una respuesta de Inocencio I (a.416),
76
Acta Sanctorum, 14 martii, p.348.
77
KERN, p.38.
78 Cf. ibid., P.49S.
7
*> Collectio decretorum Pontificum Romanorum c.8: P L 67,2403.
80 Codex canonum ecclesiasticorum et constitutionum S. Sedis Apostolicae
c.8: P L 56,5173.
81 Collectio canonum Soneto Isidoro Hispalensi ascripta; epistolae decre-
tales 6 c.8: P L 84,644.
«2 P L 88,913.
52 P.II c.3. En los siglos VII al IX § I. Escritores eclesiásticos 53

repetida después en colecciones canónicas del siglo vi y en 90. San Beda el Venerable (674-735) refiere en la Vida
multitud de estatutos diocesanos sucesivos en los siglos vn al ix. de San Cutberto (f 687), obispo de Lindisfarne, de cierta reli-
Inocencio I y San Agustín refieren este rito de la unción al giosa enferma que recibió la unción y curó paulatinamente:
conocido texto de Sant 5,i4s, lo mismo que otros escritores de «... por un año entero había sido atormentada por intolerable
los siglos v y vi, como Casiano y San Cesáreo de Arles. dolor de cabeza y de uno de los costados; los médicos la da-
Sobre todo desde el a.500, en las vidas de santos compren- ban por caso totalmente desesperado. Cuando se lo dijeron al
didos en el siglo vi consta la administración del sacramento varón de Dios y le rogaron por la salud de ella los que habían
de la unción, que se connumera con la penitencia y el viático. venido con él, lleno de compasión la ungió con el óleo bende-
Efecto de la unción es también, no rara vez, la salud corporal. cido, y, comenzando a mejorar poco después de aquella hora,
en pocos días convaleció llena de salud» 4 .
Esta unción parece ser la usual de los enfermos, de efecto
progresivo y normal más que extraordinario o carismático.
CAPÍTULO III
El mismo San Beda alude claramente al sacramento de la
EN LOS SIGLOS VII AL IX unción. Y precisamente explicando la carta de Santiago. Sobre
las palabras ¿Está enfermo alguno de vosotros?, etc., al enfermo
l en el cuerpo o en la fe le manda que, pues sobrelleva una he-
I. Escritores eclesiásticos de los siglos VII-IX
rida mayor, se acuerde de curarse con el auxilio de muchos,
89. San Eloy (Eligius), obispo de Noyon (640-59), exhor- esto es, de los presbíteros [más ancianos]; ni dé cuenta a los
ta a no recurrir en la enfermedad a medios supersticiosos (adi- más jóvenes y menos doctos de la causa de su enfermedad,
vinos, sortilegios, etc.), sino a la unción de los enfermos: «El no sea que por ellos reciba de su conversación algún consejo
que está enfermo—dice—, confíe en la sola misericordia de que le dañe.
Dios y reciba la eucaristía del cuerpo y sangre de Cristo con Y, comentando la frase Oren sobre él, ungiéndolo con acei-
fe y devoción; y pida con fe a la Iglesia el aceite bendecido, de te..., escribe: «En el evangelio leemos que esto lo hicieron los
donde unja su cuerpo 2 ; y, según-el apóstol, la oración de la fe apóstoles, y hoy la costumbre de la Iglesia practica que los
salvará al enfermo y el Señor le aliviará; y no sólo recibirá la enfermos sean ungidos por los presbíteros con óleo consagrado y
salud del cuerpo, sino también la del alma; y se cumplirá en que, acompañando la oración, sanen. Ni sólo a los presbíteros,
él lo que el Señor prometió en el Evangelio al decir: Porque como escribe el papa Inocencio, sino también a todos los cris-
todo lo que pidiereis con fe en la oración, lo recibiréis» 3 . tianos, les es permitido usar del mismo aceite, ungiendo en
la necesidad propia o de los suyos; pero este óleo no puede
La expresión unja su cuerpo (que otras lecturas ponen en
ser consagrado sino por los obispos. Porque al decir: 'Con el
pasiva: ungatur = sea ungido) parece que debe entenderse en
aceite en el nombre del Señor', significa aceite consagrado en
el sentido de hacer ungir, como es usual abreviar en el lenguaje
el nombre del Señor, o al menos porque, cuando ungen al en-
corriente. La razón es que todos las frases que se conectan con
fermo, deben invocar el nombre del Señor sobre él. Y, si está
esta unción la refieren al texto de Santiago («según el apóstol»,
en pecados, se le perdonarán. Muchos, por los pecados cometi-
«la oración de la fe salvará...»), según el cual la unción es obra
dos en el alma, son castigados con la enfermedad, o también
de los presbíteros que han sido convocados.
con la muerte del cuerpo. Por esto, el Apóstol dice a los corin-
1
Cf. KERN, p. 13-17. Para la doctrina y los hechos relativos a la unción tios, que se habían acostumbrado a recibir el cuerpo del Señor
en los siglos v m - i x puede verse H . NETZER, L'Extréme-Onction aux VIIIe indignamente: Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y
et IX' ñecles: Rev. du clergé francais 68 (1911) 182-207.
2
Ungat; pero otras lecturas tienen ungatur (KERN, p.16). débiles, y mueren muchos. Por tanto, si los enfermos están en
3
De rectitudine catholicae conversationis (inter Opera Sancti Augustini) : 4
P L 40,11733; KERN, p.16. Vita Sancti Cutberdi c. 30: PL 94,77os.
54 P.U c.3. En los siglos Vil al IX § I. Escritores eclesiásticos 55
pecado y los confesaren a los presbíteros de la Iglesia y procura- ca la persuasión entonces reinante de que la unción de los en-
ren con perfecto corazón dejarlos y enmendarlos, se les perdo- fermos era un sacramento, porque es signo de la gracia de
narán, porque no se pueden perdonar sin confesión de en- Cristo. Dice en efecto:
mienda» 5 . «Este [Santiago] manifiesta qué es lo que salva al enfermo,
91. Es claro el pensamiento de San Beda: habla de una es decir, la oración de la fe, de la que es signo la unción del
confesión o autoacusación que perdona pecados. Mira tam- aceite. Si enferman porque comen indignamente el cuerpo del
bién la enfermedad como consecuencia o en relación con el Señor: para aquellos a quienes ayuda la unción del aceite, esto
pecado, y conoce el rito de la unción, acompañada de oración es, la gracia de Dios por la unción del presbítero, con razón la
que cura la enfermedad. Y también perdona pecados, siempre consagración de que ahora se trata se junta [en la misa del
que haya autoacusación y metanoia. Jueves Santo] a la consagración del cuerpo y de la sangre del
La frase «a todos los cristianos les es permitido usar del Señor, que se hace en conmemoración de la pasión de Cristo,
mismo aceite ungiendo en la enfermedad propia o de los su- por quien fue vencido para siempre el autor del pecado. La
yos», puede entenderse en el sentido de haciéndose ungir. Así pasión de Cristo destruyó al autor de la muerte; la gracia de
está más conforme con todo el contexto de la carta de Santia- Cristo, que se significa por la unción del aceite, destruyó sus ar-
go que comenta Beda el Venerable. Y, aun en el caso de en- mas, que son los pecados cotidianos... El aceite para los en-
tenderse de una aplicación del aceite hecha por cualquier cris- fermos da medicina para los heridos. Por donde [hay fuerza]
tiano sobre sí o sobre los suyos, se entendería como un rito en ella para alejar todos los dolores, todas las enfermedades,
que., además del sacramento administrado por los presbíteros, toda enfermedad del cuerpo. El dolor sigue a la enfermedad,
podían usar los cristianos, como hoy el agua bendita, pan ben- la consolación sigue al dolor» 7 .
dito, etc. Y antes había escrito: «Es evidente que esta costumbre fue
92. Un discípulo de San Teodoro Estudita (ca.759-826), transmitida por los apóstoles a la santa Iglesia: que los energú-
del tiempo de la lucha contra los iconoclastas, describe así la menos o cualesquiera otros enfermos sean ungidos con aceite
muerte del santo varón: «El domingo en que se celebraba la consagrado por la bendición pontifical. No leemos lo mismo
conmemoración del santo y glorioso mártir Mena, recitada la de aquel aceite que se infunde sobre los neófitos, pero conser-
salmodia, y recibida la eucaristía, y ungidos sus miembros con vamos la costumbre apostólica y recibimos su autoridad de la
aceite, según costumbre, orando hacia la hora sexta con las ma- Iglesia romana, que debemos tener por norma» 8 . Considera,
nos levantadas, cuando sintió que le faltaban las fuerzas, man- por consiguiente, la unción de enfermos como costumbre transmi-
dó, sin hablar, que encendieran los cirios; y, comenzando los tida por los apóstoles, mientras que la unción de los catecúme-
hermanos el salmo Beati immaculati..., en presencia de ellos nos la tiene por costumbre que viene de la autoridad de la
entregó su santa alma» 6 . Iglesia.
Al decir «la unción según costumbre», y al connumerar este 94. Jonds, obispo de Orleáns, en un libro de pastoral (ca.829) se
rito con el de la eucaristía poco antes de morir, ya se deja en- ocupa de la visita de enfermos y de su unción. Propone normas para
tender que se trata del sacramento de la unción. esta visita y exhorta a que, dejadas las supersticiones, los fieles reci-
ban de los presbíteros el aceite santificado. Dice: «Hay muchos que,
93. Amalario, presbítero metense, en su obra De eccle- estando enfermos ellos, o sus padres y parientes, no desean que les
siasticis officiis (a.820), habla de la triple consagración del acei- acudan los presbíteros de la Iglesia y ser ungidos con el óleo santi-
te, que se celebraba el Jueves Santo. Su manera de hablar indi- ficado, según la tradición apostólica y la costumbre de la santa Igle-
sia, sino que prefieren consultar adivinos y adivinas, o, más bien,
5
Expositio super Divi Iacobi epist. c.5: P L 93,39. al diablo en ellos...
6
MICHAEL MONACHUS, Vita et conversatio Sancti Theodori Abbatis Mo-
nastsrii Studii n.67: P G 99,325. Cf. la misma narración por NAUCRATIO, 7
De ecclesiasticis officiis I.4 c.12: P L 105,1011-14.
sucesor de San Teodoro, en una carta encíclica (ibid., 0.1845). * Ibid.: P L io5,ioi2s.
56 P.II c3. En los siglos VII al IX § 7. Escritores eclesiásticos 57
«Muchos por ignorancia, muchos por desidia, han abandonado dio: ' Este último favor te pido, Prudencio, padre obispo: que
esta unción del aceite. Es preciso que los que no la usan, acaben por en presencia de ellos reciba de tu mano los sacramentos de la
usarla. Y así, conviene que cuando uno está enfermo, pida el remedio
no a los adivinos y adivinas, que son habitación de los demonios,
eucaristía y de la unción extrema'; lo cual se hizo» 13 .
sino de la Iglesia y de sus socerdotes, y con la unción del óleo santi- Amulo, obispo de Lyón (desde 841), en carta al obispo
ficado pida el remedio no sólo en el cuerpo, sino también en el alma, Teobaldo, propone el sacramento de la unción como remedio
a nuestro Señor Jesucristo» 9 . en la enfermedad: «Si acontecen dolores y enfermedades, tiene
95. Más adelante, Pascasio Radberto escribe (a.831): «Se- cada uno a mano, según el mandato evangélico y de los apósto-
gún el apóstol, cuando uno está enfermo, primero hay que usar les, el que haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y que oren
la confesión del pecado; después, la oración de muchos; luego, sobre él, ungiéndolo con el aceite en el nombre del Señor, y la
la santificación de la unción 10, porque es imposible que sane oración de la fe salvará al enfermo» 14 .
por la medicina de cualquier clase el que está sujeto a la divi- Haymo, obispo de Halberstadt (841-53), recuerda en una
na venganza; y, si hay que emplear medicina, esto es lo prime- homilía la práctica de los apóstoles de ungir a los enfermos;
ro que tiene que hacer el cristiano» n . por lo que deduce el origen apostólico de la unción usual en
La unción (que va junta con la oración de muchos, es de- la Iglesia:
cir, de los presbíteros ante todo) se connumera aquí con la «Qué es lo que evangelizaban o cómo curaban los apóstoles,
confesión; con lo cual parece ponerse en el plano de los sacra- Marcos lo expone más cumplidamente. Predicaban—dice—que
mentos del N.T. Su administración es también llamada ala hicieran penitencia, y echaban muchos demonios, y ungían a
santificación de la unción», en lo cual se significa el efecto de muchos enfermos con aceite y sanaban. Y dice Santiago: ¿Está
gracia que produce este rito, que viene considerado como com- enfermo alguno entre vosotros?, etc. Por donde se ve que esta
plemento o consumativo de la confesión. costumbre ha sido transmitida por los mismos apóstoles a la
santa Iglesia: que el enfermo sea ungido con óleo consagrado
96. El mismo Pascasio, describiendo la muerte de su abad, por la bendición del pontífice» 15 .
San Adelardo Corbeyense, dice de esta manera: «Al pregun-
tarnos el santo obispo si debía ser ungido con el óleo de la ben-
dición, como lo manda el santo apóstol [Santiago], le pregun- Conclusión
tamos a él si quería; ya sabíamos sin dudar que no estaba de-
98. Del examen de estos testimonios aparece claramente
tenido por el peso de los pecados. Y, al oírlo él, con los ojos
cómo desde los siglos VII al IX se conoce y se practica la unción
derechos al cielo, rogaba con las manos que se hiciera. ¡ Qué
de los enfermos, refiriéndola al texto de la carta de Santiago,
piensas que hacía entonces su alma santa! ¡ Cómo se llenaba
con manifiesta promesa y esperanza de curación corporal (San
de lágrimas! Sus ojos, pues, estaban fijos en Dios; sus manos,
Eloy, n.89; San Beda, n.90; Amulo, n.97), pero también con
extendidas al cielo, e, invitando al Espíritu Santo, decía: «Aho-
manifiesto carácter penitencial (San Beda, n.90-91; Pascasio
ra dejas marchar a tu siervo en paz, porque he recibido todos
Radberto, n.95).
los sacramentos de tu misterio» 12 .
Junto con la unción es costumbre recibir la eucaristía (San
97. Prudencio, obispo trecense (ca.843-61), al describir la Teodoro Estudita, n.92; Prudencio, n.97); y c a da vez se expre-
vida y muerte de la virgen Santa Maura, relata la aparición de sa más clara la índole de sacramento, signo de gracia, que es propia
San Pedro y San Pablo y de otros santos y narra lo que enton- de esta unción (Amalario, n.93; Pascasio Radberto, n.95-96;
ces le dijo la moribunda: «Al momento, dirigiéndose a mí, aña- Jonás, n.94).
9 13
IONA, De institutione laicali I.3 c.14: P L 106,2605. Sermo de vita et morte gloriosae virginis Maurae: P L 115,1374c;
10 cf. Acta Sanctorum Boíl., 21 septembris, p.272.
Otra lectura: el sacrificio de la unción.
11 w Epist. 1 n . 7 : P L I I Ó , 8 2 D .
De corpore et sanguine Domini c.8 n.7: P L I20,I2Q2C.D.
!2 Vita sancti Adalhardi n.8o: P L i2o,iS47C.D. 15 Hom. 105: P L 118,573c.
53 P.1I c.3. En los siglos Vil al IX § II. Estatutos diocesanos en Occidente 59

Este rito es referido, indudablemente, a una transmisión o tra- Y en otro lugar: «Todos los presbíteros pidan al obispo el
dición de los apóstoles (Amulo, n.97; Haymo, n.97). óleo de los enfermos, lo tengan consigo, y avisen a los fieles
Y se requiere para el rito aceite bendecido por obispos enfermos que lo reclamen, para que sanen ungidos por los pres-
(Amalario, n.93; Haymo, n.97) Y 'l 116 I a unción sea adminis- bíteros con el mismo aceite» 20 .
trada por sacerdotes (Amalario, n.93; Jonás, n.94; Amulo, n.97). 101. De la instrucción de Inocencio I (cf. n.75) se hace
mención, con intención de inculcar la unción de los enfermos,
//. Los estatutos diocesanos en Occidente lé en la Regula canonicorum, de San Crodegango, obispo metense
(742-66) 21.
99. Se trata de las leyes y de los estatutos recopilados por Asimismo, más adelante la citan los libros penitenciales de
los obispos de algunas sedes importantes que establecen y re- Halitgario, obispo cameracense (817-31) 22.
cuerdan la obligación de ungir a los enfermos con el santo Teodulfo, obispo de Orleáns, advierte de este modo (a.789)
óleo. No raras veces hablan del peligro de vida en que tales a sus presbíteros: «Han de ser avisados también los sacerdotes
enfermos se encuentran y connumeran la unción con la peniten- acerca de la unción de los enfermos, y de la penitencia, y del viá-
cia y la eucaristía, señal de que consideraban la unción como tico, para que nadie muera sin viático... Si el obispo estuviere
uno de los sacramentos con que convenía robustecer al cris- enfermo de modo que se le pudiere ya ungir y no está presente
tiano ante la muerte. otro obispo que le administre la unción, será lícito al presbítero
Digamos algunos de estos testimonios. consagrar al enfermo con el oficio de la unción... Para los mis-
Los estatutos de San Sonnatio, arzobispo de Reims (ca.600- mos niños—dice—es necesaria la unción, puesto que leemos
31), ordenan que «se lleve la extremaunción al que esté enfermo que algunos hombres santos ungieron con óleo a los niños y los
y la pida, y que su pastor le visite en su propia casa y piadosa- devolvieron a la anterior sanidad. Porque la penitencia parece
mente le hable, animándole y preparándole debidamente para que es tan necesaria a los niños, que leemos que ciertos niños,
la gloria futura» 17. por el merecido de sus pecados, fueron entregados a los minis-
El obispo de York, Egberto (732-66), fija en sus estatutos tros de Satanás y murieron sin penitencia» 2i.
que, «según la definición de los Santos Padres, si alguno en- Ya se ve abiertamente la connumeración de la unción con
fermare, sea ungido diligentemente por los sacerdotes con el los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía y cómo es
óleo santificado, junto con las oraciones» 18 . La unción ocupa oficio del presbítero el ungir con el aceite a todos los que sean
un lugar intermedio entre la penitencia y la eucaristía. capaces del pecado, aun a los niños que puedan pecar.
100. Pero San Bonifacio, el Apóstol de Alemania, es testi- 102. Hincmaro, arzobispo de Reims, en el sínodo tenido
go excepcional para conocer la práctica y la doctrina de anglo- en 852 con sus sacerdotes, recomienda al presbítero «que
sajones, galos, germanos y romanos en aquella época. Es sa- aprenda de memoria el ordo de la reconciliación [la penitencia]
bido que el Santo viajó y conoció aquellas tierras. En sus esta- según el modo que le está canónicamente reservado, y el ordo
tutos sinodales recoge las leyes ya antiguas, y establece que de ungir a los enfermos, con las oraciones competentes para esta
«los presbíteros no salgan a parte alguna sin el santo crisma, y el necesidad» 24 . Y, entre las recomendaciones para los visitadores,
óleo bendecido, y la saludable eucaristía. Y dondequiera que aun que averigüen «dónde se guardan, bajo cerradura, el crisma y
casualmente fueran requeridos para ello, estén preparados a el aceite consagrado»25; y «si el mismo presbítero visita a los
cumplir en seguida su oficio» 19 .
20 N.29: P L 89,823.
16
Cf. RERN, p.6-10. 21 C . 7 i : P L 89,1088.
17
Stat. n.15: P L 80,444. Sobre la antigüedad de estos Estatutos, ante- 22 C.16: P L 105,680.
riores ciertamente al siglo v m , cf. Acta Sanctorum, 20 octob., P.900S. El 23 Capitulare ad presbyteros parochiae suae: PL ios,220ss; KERN, p.8s.
término extrema-mctio no llega a ser frecuente hasta el siglo x u . 24 C. 4 : P L 125,774.
i» N.21: P L 89,382. 1» N.4: P L 89,821. 25 Ibid., c.9: PL 125,779.
60 P.Il c.3. En los siglos VU al IX § III. En los concilios particulares 61

enfermos y los unge con el santo óleo, y los comulga por sí y no hemos observado en tiempos anteriores y manifiestan la opi-
por cualquiera, y si él mismo comulga al pueblo y no da la co- nión general, extendida en la Iglesia latina, que consideraba la
munión a ningún laico para llevarla a su casa con motivo de unción de los enfermos como sacramento de reconciliación y pre-
cualquier enfermo» 26. paración para el término de la vida.
El mismo obispo se lamenta con sus obispos sufragáneos
de que muchos no hayan podido recibir el bautismo; y añade:
///. En los concilios particulares
«¡Cuántos hombres y cuántas mujeres salieron de este siglo
sin reconciliación [sacramento de la penitencia], ni unción del
El documento de Inocencio I (a.416)
óleo sacro, ni sagrada comunión; y sin recomendaciones de sus
almas por medio de solemnes oraciones!» 27 . 105. A su tiempo (cf. n.75) hemos tenido ocasión de ha-
Es patente la coordinación del rito de la unción de los enfer- blar de la respuesta de este papa a Decencio, obispo eugu-
mos con los sacramentos de la penitencia y comunión y cómo es bino (Gubbio). Es el primer documento magisterial que se
oficio reservado al presbítero, junto con la penitencia y la euca- conoce de los papas acerca de este sacramento 31 .
ristía. En él se llama abiertamente sacramento a la unción de los
103. Más adelante, el arzobispo de Tours Herardo pro- enfermos y se connumera con otros sacramentos que se niegan
mulgó en el sínodo de 858 diversos cánones y prescripciones a los que están excomulgados. Hay referencia expresa al texto
para que se retuvieran mejor en la memoria. Entre ellas se de la carta de Santiago y se dice que la bendición del aceite se
decía que «los que están enfermos sean reconciliados sin de- hace por el obispo. Este puede también administrarlo, aunque,
mora [la penitencia], y reciban en vida el viático, y no carez- por sus ocupaciones, lo hará por medio de los presbíteros.
can de la bendición del óleo sagrado» 28 . Y que «los presbíteros En concilios posteriores (Ticinense, Worms; cf. n.109) se
siempre tengan el crisma, el óleo y la eucaristía, para que estén mencionará, repitiéndolo, este documento del magisterio papal.
preparados» 29 .
La misma connumeración con otros sacramentos que he- En los concilios particulares del siglo IX 32
mos observado antes en otros pasajes. Y cómo se trata de un
oficio reservado a los presbíteros. 106. La doctrina sobre la unción de los enfermos esta-
blecida en muchas diócesis aparece asimismo en muchos con-
104. Por último, Isaac, obispo lingoniense (ca.859-80), re-
cilios celebrados en el siglo ix.
cogiendo las prescripciones que vienen ya del tiempo de San
En Francia, el concilio Cabillonense II (a. 813) determina
Bonifacio y que confirmó el papa Zacarías (a.742), tratando
«de los penitentes», recuerda que, «si alguno cayere enfermo, que los presbíteros sean los que unjan con el aceite bendecido
que no termine su vida sin la comunión [esto es, sin la recon- por los obispos: «Según el documento del bienaventurado após-
ciliación y penitencia] ni carezca de la unción del óleo sacro; tol Santiago—dice—, con el que concuerdan también los docu-
y, si viere ya el fin, que con el sacrosanto Cuerpo sea enco- mentos de los Padres, los enfermos deben ser ungidos por los
mendada su alma a Dios por las oraciones del sacerdote» 30 . presbíteros con el aceite que bendicen los obispos. Porque dice
Estas prescripciones, que se apoyan en las del tiempo de San [Santiago]: ¿Enferma alguno de vosotros?... No hay que tener
Bonifacio y San Zacarías (a.742), siguen la misma línea que en poco esta medicina que cura las debilidades del alma y del
cuerpo» 33 .
26
Ibid., cío: ibid. Se ve el aprecio que hacen los Padres de la tradición patrís-
27
Epist. ad episc. Rhemensis dioec: P L 126,246.
28 G.21: P L 121,7655. 31
Dz-Sch 2x6 (99).
29 C.56: ibid. c.768. 32
Cf. KERN, p.10-12; SOLA, La, n.237.
30 C.23: P L 124,1082. 33
Can.48: lo. DOMINICUS MANSI, Sacrorum Conciliorum nova et amp
sima collectio [MANSI, SS. Conc.J t, 14 (Venetiis 1769) 104.
62 P.II c.3. En los siglos Vil al IX § III. En los concilios particulares 63

tica y de los efectos espirituales (gracia para curar las de- aceite [alias: de Dios], sean alimentados con la comunión del
bilidades) y de los efectos corporales que produce este sacra- viático, según lo establecieron los Santos Padres» 36 .
mento. 109. Es también de la misma época el concilio Ticinense
107. El concilio I de Aquisgrán (a.836) establece para los o Regiaticinum (Pavía), celebrado en Italia (a.850). De él son
obispos la obligación de bendecir el óleo de los enfermos: «Se estas palabras:
determinó también—dice—que, al menos una vez al año, esto «También aquel sacramento saludable que recomienda San-
es, en la feria quinta que es en la cena del Señor, no se des- tiago Apóstol, diciendo: ¿Enferma alguno de vosotros?... ha de
cuide, como se ha descuidado hasta ahora, hacer por todas las ser conocido de los pueblos con una predicación diligente; es
ciudades la unción del santo aceite, en que se cree está la salud un misterio grande y muy de apetecer, por cuyo medio, si se
de los enfermos; sino que se realice con toda devoción, según pide con fe, se perdonan [los pecados] y convenientemente [con-
la tradición apostólica y los estatutos decretales en donde se sequenterj 37 se restituye la salud corporal. Mas como acontece
manda de esta misma cosa» 34 . frecuentemente que el enfermo o desconoce la fuerza del sa-
Y en el mismo concilio, respecto de los presbíteros, se pres- cramento o disimula querer obrar su salud pensando que su
cribe: «Si algún subdito cayere enfermo, que por negligencia enfermedad es menos peligrosa, o ciertamente se olvida de la
del presbítero no se vea privado [carezca] de la confesión y de violencia de la enfermedad, el presbítero del lugar le debe ad-
la oración sacerdotal, junto con la unción del óleo sagrado (sa- vertir convenientemente, invitando también a los presbíteros ve-
crificati). Por último, si viere que el final se acerca, que en- cinos para este cuidado espiritual según las fuerzas de su pro-
comiende a su Señor Dios el alma cristiana, según costumbre pia posibilidad. Pero es de saber que, si el enfermo está some-
sacerdotal, con la recepción de la santa comunión»35. tido a penitencia pública, no puede conseguir la medicina de este
De nuevo aparece en este concilio de Aquisgrán la estima misterio, a no ser que, recibida la reconciliación, mereciere la
por la tradición de los Padres acerca de este rito de la unción. comunión del cuerpo y sangre de Cristo. Porque a quien se le
Se connumera con los otros sacramentos de la confesión y de prohiben los demás sacramentos, no se le concede en modo alguno
la comunión. Y debe ser administrado por los presbíteros; el usar de éste solo. [Por donde se ve que la unción se llama abier-
aceite sagrado es bendecido por los obispos. tamente sacramento, como la penitencia y la comunión.] Pero,
Por las indicaciones de este concilio aparece que la confe- si la calidad del enfermo fuere tal que el obispo piense que
sión y la unción del enfermo precedían a la comunión, la cual por sí mismo le puede poner las manos y ungirle, puede en-
se dejaba para el momento más cercano a la muerte o desen- tonces, con plena competencia, ser esto realizado por el obis-
lace de la enfermedad. po, que es quien hace el crisma [bendice el óleo] y el que tiene
privilegio de su oficio: el poder de perdonar los pecados» 38 .
108. Más adelante, el concilio I de Maguncia (a.847), que
En este pasaje, diferentes veces se ha llamado sacramento
presidió Rábano Mauro, prescribe que los enfermos en peligro a la unción, y alguna vez en connumeración con la penitencia
de muerte se confiesen y se reconcilien con una penitencia y la eucaristía. Entre los efectos está el perdón de los pecados
conveniente, adaptada a su estado. Pero conmemora también y la salud corporal. También se ha visto que son los presbí-
la unción, junto con otro sacramento: «Por eso—dice—, según teros los que lo administran y que el obispo es quien bendice
la autoridad canónica, para que no parezca que se les cierra el óleo.
[a los enfermos] la puerta de la piedad, animados con las ora-
ciones y consolaciones de la Iglesia, con la sagrada unción del 36
Can.26: MANSI, 14,910.
37
El sentido de consequenter es también el de sucesión y de conveniencia,
34
C.2 (De doctrina episcoporum) can.8: MANSI, SS. ConC 14,678. y así podría traducirse por después, o también convenientemente, congruente-
35
G.2 (De vita et doctrina inferiorum ordinum) can.5: MANSI, SS. Conc. mente. Cf. Thesaurus linguae latinae (Lipsiae) 4,412s.
38
14,681. C.8: MANSI, 14,9323; Dz-Sch 620 (315).
64 § /. Documentos litúrgicos 65
P.II c.4. Interpretación litúrgica
que procede de la siguiente manera: el sacerdote hace la señal
El concilio de Worms (a.868) repetirá la respuesta de Ino-
de la cruz sobre la cabeza del enfermo con aceite bendecido
cencio I al obispo Decencio (cf. n.75) 39 .
mientras dice: «En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
En diferentes autores eclesiásticos de este período no es
Espíritu Santo, que reina por los siglos de los siglos. Amén».
ya raro encontrar la mención explícita de la unción de los en- Recita después tres antífonas, la oración y da la bendición. Las
fermos y de su sacramentalidad 40 . antífonas aluden a la curación corporal y a la salud en general.
La oración expone y pide los efectos de esta unción, y dice
así: «Jesús, Salvador y Señor nuestro, que eres salud y medi-
CAPÍTULO IV cina verdadera, de quien procede y de quien es la verdadera
LA INTERPRETACIÓN Y LA PRACTICA LITÚRGICA salud y medicina, que nos instruyes por la voz de tu apóstol
para que toquemos a los enfermos con el líquido del aceite: pedi-
mos la misericordia de tu piedad; mira propicio, desde la ad-
1
I. Documentos litúrgicos sobre la unción mirable altura de los cielos, sobre este tu siervo para que la
medicina de tu gracia restituya después de probarlo [castigatum]
La «Traditio apostólica», de Hipólito al que la enfermedad inclina al final y la falta de fuerzas ya le
110. Anteriormente (n.43) hemos tenido ocasión de men- lleva al ocaso. Y extingue en él, Señor, los ardores de las pa-
cionar este documento (ca.215), que refleja algunas prácticas siones y de las fiebres, los estímulos de los dolores, y destruye
de la Iglesia romana en los decenios anteriores a esa fecha. los tormentos de los vicios. Disipa los tormentos de las enfer-
Pero lo hemos señalado entre los documentos litúrgicos de las medades y de las pasiones. Comprime la inflación y los tumores
Iglesias de Oriente, porque de él derivan otras oraciones y ri- de la soberbia. Limpia la podredumbre de las entrañas y vani-
tos que aparecen en aquellas Iglesias (n.44-46); y aun es po- dades. Haz tranquilo el interior de sus visceras y corazón.
sible que la Traditio, de Hipólito, refleje, asimismo, la práctica Sana la diversidad de médulas y pensamientos. Aparta las ci-
de algunas Iglesias orientales. catrices de las conciencias y de las llagas. Está presente en los
peligros físicos y típicos. Remueve las pasiones antiguas e in-
De otros documentos litúrgicos también hemos hablado an-
mensas. Modera las obras y materia de la carne y sangre y con-
teriormente (n.42-52) por referirse a liturgias y prácticas pri-
cédele propicio el perdón de sus delitos. Y así lo guarde siempre
mitivas.
tu piedad, para que ni la salud le conduzca alguna vez al cas-
Ahora queremos recoger aquí los ritos referentes a la un-
tigo ni la enfermedad, por tu auxilio, le lleve ahora a la perdición:
ción-sacramento que encontramos en las Iglesias occidentales.
y que esta sagrada unción del aceite sea para él rápida expulsión
de la enfermedad presente y remisión deseada de todos sus pecados.
«Liber Ordinum», de la liturgia mozárabe
Pater» 3 . La bendición final del rito resume de esta manera los
ni. Correspondiente a la antigua liturgia mozárabe 2 , te- efectos que se piden: «Que el Señor sea propicio para todas tus
nemos el Liber Ordinum, anterior a la invasión de los bárbaros. iniquidades y sane todas tus enfermedades. Redima tu vida de
En él se encuentra un orden para visitar y ungir al enfermo, la muerte y sacie tu deseo en los bienes. Amén. Y de tal manera
te dé la medicina, que siempre le des las gracias. Amén... Y que
39 Can.72: MANSI, 15,881.
40
Cf. supra, 11.89SS. os visite el Ángel de la salud y de la paz en el nombre de la
1
Cf. E. DORONZO, Tractatus dogmaticus de Extrema Unctione t.i (Mil- santa e individua Trinidad» 3 *.
waukee 1954) p.136-41.165-73; B. BOTTE, L'onction des malades: La Maison-
Dieu n.15 (1948) 91-107; M . RIGHETTI, Storia litúrgica (Milano 1959) IV 3
M . FÉROTIN, Le Liber Ordinum en usage dans l'Église wisigotique et
323-347; P. F . PALMER, Sources of Christian Theology (London 1960) II mozárabe d'Espagne (Monumenta Ecclesiae Litúrgica, ed. F . Cabrol y
(Sacraments and Forgiveness) 273-320. H . Leclercq, t.5, Paris 1904) 70-72.
2 Cf. F. CABROL, art. Missel: DictArchChrétLiturg 11,2(1934). I459"6i; 3
* Ibid., p.73.
art. Mozárabe (La liturgie): ibid., 12,1 (1935), 406,408; KERN, p.136.
Unción de los enfermos 5
66 P.I1 c.4. Interpretación litúrgica § I. Documentos litúrgicos 67
Se habrá observado en la lectura de este documento cómo
se alude al rito recomendado por Santiago; cómo se trata de «Sacramentarlo gelasiano»
una oración que va junta con la unción del aceite; cómo se 113. Al papa Gelasio (492-96) se le atribuye el Sacramen-
espera y se pide una sanación y confortación corporal por el tarlo gelasiano en su núcleo fundamental, aunque recibió aña-
hecho de la unción y de la oración; cómo se espera, igualmente, diduras en los siglos vm-ix 6 . En él se encuentra la bendición
el perdón de los pecados. Son los efectos que proceden de un del aceite para ungir a los enfermos; bendición que tenía lugar
rito que se tiene por sacramento, signo de gracia y signo eficaz. después del Pater noster en la misa del Jueves Santo. Dice así:
«... Este aceite para ungir los enfermos... Envía desde los
Liturgia galicana cielos, te rogamos, Señor, al Espíritu Santo Paráclito sobre esta
grosura de aceite, que te has dignado producir del verde leño
112. En el llamado Misal de Bohbio, de la antigua liturgia para refección de la mente y del cuerpo. Y que tu santa bendi-
galicana, perteneciente, al parecer, al siglo vn, y su núcleo, ción sea para todo el que unja, guste o toque [sea tocado]
probablemente, al siglo iv 4 , hay dos oraciones referentes a la defensa del cuerpo, del alma y del espíritu, para eliminar todos
bendición del aceite. Sugieren, sobre todo la segunda, más la los dolores, toda debilidad, toda enfermedad de mente y de cuerpo.
idea del sacramento que la del sacramental, por la analogía Por donde ungiste a los sacerdotes, reyes, y profetas, y már-
con las prácticas de otros sacraméntanos. Dicen así las ora- tires; que tu unción hecha por ti, Señor, bendecida permanezca
ciones: en nuestras entrañas; en el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
«Exorcismo del aceite. Te exorcizo, espíritu inmundísimo, por quien creas, Señor, todos estos bienes» 7 .
por Dios, Padre omnipotente, y por Jesucristo, su Hijo, Señor Parece sugerirse en esta oración un doble uso del aceite
nuestro, para que se desarraigue y huya de esta criatura del bendecido: uno para ser gustado (privadamente como sacra-
aceite toda fuerza del adversario, todos los ejércitos del diablo mental), y otro uso pasivo, del que era tocado o ungido. Los
y todo fantasma; y que aquel a quien aconteciere ser tocado efectos eran de «defensa del cuerpo, del alma y del espíritu...,
con esta criatura del aceite, dondequiera que en sus miembros para eliminar... toda enfermedad de mente y de cuerpo» 8 .
fuese tocado o ungido, perciba, con el auxilio de Dios, la ben-
dición y merezca percibir la vida eterna. 6 Cf. H . LECLERCQ., art. Gélasien (Décret) : DictArchChrétLiturg 6,1
(1924) 771-74; DORONZO, 1,137.
»Bendición del aceite. ¡Oh Señor Dios, Rey de la gloria de 7
L . i c.40: P L 74,nooA.B; DORONZO, 1,1373.
8
tu majestad!, bendice esta criatura del aceite y santifícala. In- Hay otras oraciones que se decían en casa del enfermo, y parecen
adiciones del siglo v n i . Insisten en la sanación corporal: «¡Oh Dios, que
funde en ella, por el rocío celeste, el espíritu de santidad, para concediste para la vida eterna los dones del remedio del género humano
que quienquiera cuyo cuerpo o miembro fuese ungido o rociado, y de la salud!, conserva a tu siervo los dones de tus virtudes y concédele
merezca conseguir la gracia de salud, y el perdón de los pecados, que sienta tu medicina no sólo en el cuerpo, sino también en el alma. Por...»
«Dios de las virtudes celestiales, que con la fuerza de tu mandato expul-
y la salud celestial. Por Jesucristo nuestro Señor» 5 . sas de los cuerpos humanos toda languidez y toda enfermedad: asiste pro-
La segunda de estas oraciones es, evidentemente, la que picio a este tu siervo, para que, ahuyentadas las enfermedades y restauradas
las fuerzas, bendiga tu santo nombre, la sanidad recobrada al instante. Por...»
mejor sugiere los efectos de gracia, de remisión de pecados «Señor santo, Padre omnipotente y eterno, que robusteces, infundiendo
y de salud corporal, que son propios del sacramento de la la dignación de tu fuerza, la fragilidad de nuestra condición, para que nues-
unción. tros cuerpos y miembros alienten con los remedios saludables de tu piedad:
mira propicio sobre este tu siervo, para que, excluida de los cuerpos toda
4 necesidad de enfermedad, se restaure en él la gracia perfecta de la antigua
Cf. A . WILMART, art. Bobbio (Missel de) : DictArchChrétLiturg 2,1 salud. Por...» (ibid., c.68: P L 74,i223C.D; DORONZO, I , I 3 8 S ) .
(IOIO) 947; H . LECLERCC¿, art. Gallicane (Liturgie) : ibid., 6,i (1924) 523SS;
A . W I L M A R T - E . A. L O W E - H . A. WILSON, The Bobbio Missal. Notes and
Studies (London 1924). Por lo que toca a la fecha de su núcleo, cf. L . D u -
CHESNE, Origines du cuite chrétien (Paris 1898) 90. Cf. DORONZO, 1,136.
5
Sacramentarium Galicanum, Exorcismum: P L 72,5746.0.
68 P.II c.4. Interpretación litúrgica
§ i. Documentos litúrgicos 69
«Sacramentario gregoriano» él, ungiéndolo con óleo santo en el nombre del Señor, y la oración
114. Atribuido en su núcleo fundamental al papa San de la fe salvará al enfermo y el Señor le aliviará, y, si estuviere
Gregorio Magno (540-604) 9 , adapta el anterior Sacramentario en pecados, se le perdonarán: cura, te rogamos, Redentor nues-
gelasiano. Contiene la bendición del aceite, que modifica lige- tro, por la gracia del Espíritu Santo, las enfermedades de este
ramente: «Envía desde los cielos, Señor, tu Espíritu Santo Pa- enfermo, y sana sus heridas, y perdona sus pecados, y expulsa
ráclito sobre esta grosura de la oliva, que te has dignado pro- todos sus dolores del corazón y del cuerpo, y devuélvele a él,
ducir del verde leño para refección del cuerpo [omite: de la misericordiosamente, plena salud interna y externa, para que,
mente], para que con tu santa bendición sea defensa de la mente restablecido y sano por obra de tu misericordia, sea devuelto
y del cuerpo a todo el que toque este ungüento [se suprime: a los oficios de tu piedad...
al que unja, al que guste], para eliminar todos los dolores y todas »Y así unja al enfermo con el aceite santificado, haciendo
las debilidades, toda enfermedad del cuerpo [omite: de mente]. cruces en el cuello, y en la garganta, y entre los hombros, y en
Por donde ungiste a los sacerdotes y a los reyes, profetas y már- el pecho; o sea, ungido más en el lugar donde el dolor sea más
tires; tu unción hecha por ti, Señor, bendecida por ti en el vehemente; y, mientras se unge al enfermo, diga suplicando
nombre de nuestro Señor Jesucristo, por quien creas, Señor, uno de los sacerdotes esta oración:
todas estas cosas, las santificas, las vivificas, las bendices y nos »Sigue la oración: Te hago la unción del óleo santo en el
las das. Por El, y con El, y en El es para ti, Dios Padre omni- nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para que
potente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda no se oculte en ti el espíritu inmundo; ni en los miembros,
gloria» 1 0 . ni en la médula, ni en ninguna unión (compago) de los miem-
Aunque algo cambiada en los detalles, se podrá advertir bros, sino que habite en ti la fuerza de Cristo altísimo y del
que esta fórmula de bendición enumera los efectos de confor- Espíritu Santo, para que por obra de este misterio, y por la
tación corporal y espiritual que se atribuyen al sacramento de unción de este sagrado aceite, y por nuestra oración, medi-
la unción. camentado y fortalecido por la fuerza de la santa Trinidad,
merezcas recibir la anterior y aun mejor salud...
115. El rito y las oraciones para la unción de los enfermos
»Después comulgúele con el cuerpo y sangre del Señor. Y
que se encuentran al final del Sacramentario y son adición
háganle así por siete días, si hubiere necesidad tanto de la co-
posterior (siglo vm, o bien, mejor, siglos ix-x), refieren este
munión como de otra cosa; y el Señor lo levantará, y, si estu-
rito a la recomendación de Santiago y señalan la manera prác-
viere en pecados, se le perdonarán...
tica de hacer la unción:
»Muchos de los sacerdotes ungirán además a los enfermos
«Oraciones para visitar al enfermo. Ante todo, hagan los sa-
en los cinco sentidos corporales; esto es, en los párpados de
cerdotes agua bendita, derramando sal; y asperjen al enfermo
los ojos y en los oídos por dentro, y en la extremidad de las
con el agua, diciendo la antífona y oraciones; y también su
narices o por fuera, y en los labios por fuera, y en las manos
habitación...
externamente; es decir, por fuera. Y en todos estos miembros
»Después se dice por el sacerdote esta oración: Señor Dios, hagan la señal de la cruz con el óleo consagrado, diciendo:
que por tu apóstol has dicho: ¿Enferma alguno entre vosotros? 'En el nombre del Pafdre, y del Hifjo, y del Espífritu Santo'.
Que haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y que oren sobre Hagan esto, para que, si en los cinco sentidos se adhirió alguna
9 Cf. H . LECLERCQ, art. Sacramentaires: DictArchChrétLiturg 15,1 mancha de mente o de cuerpo, sea sanado con esta medicina
(1950) 254-58; ID., art. Grégorien (Sacramentaire) : ibid., 6,2 (1925), 179°; de Dios» li.
DORONZO, 1,139. Escribe sobre la unción en el Sacramentario Gregoriano
C H . HARRIS en «Liturgy und Worship...» (London 1964) p.495-500. Por la descripción del rito puede apreciarse la presencia
10
S. Gregorii Magni Liber sacramentorum, feria V (hebd. maioris): de varios sacerdotes que cooperan al sacramento; la unción
PL 78,838. 11
Ed. Hugonis Menard: PL 78,231-36; DORONZO, 1,141.
70 P.ll c.4. Interpretación litúrgica § /. Documentos litúrgicos 71

corporal se hace de diferentes maneras. La comunión con el 117. Otra oración de esta liturgia ambrosiana es la si-
cuerpo y la sangre del Señor sigue, no antecede, a la ceremonia guiente:
principal de la unción. «Señor, que por el deseo de la salvación del hombre comu-
nicaste a tus criaturas la fuerza de bendición para que también
Liturgia ambrosiana por medio de las criaturas temporales se concediera la salud
116. Entre los siglos XI-XII se introdujo la fórmula de en nuestros tiempos para utilidad de la santificación de las
bendición del aceite para la unción de los enfermos, que más almas: infunde tu santificación a este aceite, para que de aquellos
arriba (n.115) hemos transcrito y traducido del Sacramentario cuyos miembros fueren ungidos ahuyente las insidias del poder
gelasiano-gregoriano. adverso con la recepción del presente aceite, y expulse la debilidad
Pero, en tiempos anteriores, la bendición realizada por el con la gracia saludable del Espíritu Santo, y confiera plena
sacerdote antes de la unción tuvo principalmente algunas de salvación; en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» 14.
estas fórmulas: 118. En algunos libros litúrgicos, una manera de desig-
«¡Oh Dios, creador del género humano, que has sido mé- nar el sacramento de la unción de los enfermos ha sido la
dico de nuestra salud, expulsando todos nuestros dolores, y que imposición de manos sobre el enfermo. Así, en el Manuale Am-
por medio de tus apóstoles concediste la gracia de la salud brosianum, códice del siglo xi, que estuvo en uso en Vallis
a los agobiados por las enfermedades!; te suplicamos ahora in- Travaliae 15. De hecho, esa imposición de manos es una ver-
sistentemente que infundas sobre esta criatura del aceite el dadera administración del sacramento de la unción 1 6 .
don de tu fuerza inviolable y que, santificada con el don de tu
bendición y con la fuerza no ensombrecida del Espíritu Santo, Liturgia galicana
cuantas veces fuere infundida en los miembros de tus fieles, soli-
difique lo que está roto y robustezca lo débil, y a su contacto 119. Diremos algunos textos más significativos para se-
influya en los hombres la salud de la mente y del cuerpo» 12 . guir la evolución del rito de la unción de los enfermos.
En el códice Remense (del monasterio de San Remigio, de
«Señor santo, Dios glorioso, eterno, omnipotente: te supli-
Reims), del tiempo de Carlomagno, encontramos un Ordo para
camos insistentemente tu sublime clemencia; que te dignes
la unción del enfermo:
bendecir y santificar esta criatura del aceite y envíes a tu Es-
«El enfermo sea ungido por el sacerdote, o por varios sacer-
píritu Paráclito, que llenó el orbe terrestre, sobre esta grosura
dotes, con el aceite santificado, haciendo cada uno cruces en
que mandaste derramar del verde leño, para que, si alguno
la sien derecha e izquierda, no en la frente ni en la coronilla,
fuere untado con ella o la gustare, le sirva para fortaleza del
diciendo: 'Te unjo la cabeza con el aceite santificado en el
alma y del cuerpo. Expulse la mala salud, sacuda las tentacio-
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para que,
nes del diablo, aparte los ardores crecientes de la fiebre y la
a la manera del soldado ungido, preparado para la lucha, pue-
causa de cualquier dolor, para que, robustecido en la fe santa,
das superar las catervas del aire'...
dé gracias sempiternas a Dios, Padre omnipotente» 13 .
14
Por esta oración parecería que la bendición del aceite para M . HITTORP, De divinis catholicae ecclesiae officiis ac ministeriis (Co-
loniae 1568) 64; DORONZO, 1,167.
su aplicación a los enfermos y para «ser gustado» era una ben- 15
Ed. por Marco Magistretti (1905). En el t.i de este Manuale Ambro-
dición ambivalente, para un uso privado y para el uso de la sianum (p.79ss), del códice Liber monachorum sancti Ambrosii (siglo xi), se
unción del sacramento. encuentra el ordo «Incipit impositio manuum super infirmum»; y en P.94SS
de un códice del siglo x m , el «Incipit ordo officii, qualiter fieri debeat manus
12
Cf. M . MAGISTRETTI, Pontificóle ¡n usum Ecclesiae Mediolanensis impositio super infirmos»; y en P.147SS del Ritual de sacramentos, del si-
necnon ordines ambrosiani ex codicihus s.IX-XV: Monumenta veteris Litur- glo x m , en otro tiempo de la iglesia de San Lorenzillo, de Milán, el «Hic
giae Ambrosianae I (Mediolani 1897) 110; DORONZO, 1,167. incipit manus impositio». En estos tres documentos sobre la imposición de
13
«... ut fidem sanctitatis vigore concepto, referat Deo Patri omnipo- manos al enfermo sigue la «Recomendación del alma» (KERN, p.4is).
16
tenti gratias sempiternas» (ibid., iogs; DORONZO, 1,167). KERN, ibid.
72 P.ll c.4. Interpretación litúrgica § I. Documentos litúrgicos 73
^También en los párpados superiores y párpados inferiores, 120. Se encuentran también las siguientes oraciones, en
siguiendo los ángulos de los ojos, diciendo: 'Unjo tus ojos con el las cuales se advertirá cómo expresan la remisión de los pecados
óleo santificado, para que en cualquier cosa que hayas faltado que obra la unción:
con mirada prohibida, se expíe por la unción de este aceite, «En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
por el mismo que con el Padre...'
esta unción del óleo santificado sea para ti para purificación de
»También los oídos, dentro y fuera en su extremidad, reciban
la mente y del cuerpo y para protección y defensa contra los dar-
las señales de la cruz, diciendo: 'Unjo estos oídos de tu cuerpo,
dos de los espíritus inmundos. Amén...
para que recibas por estas ventanas la voz de la gracia del
perdón de Cristo para la vida eterna. Por el mismo que con »¡Oh Dios, que a los pecadores y a los heridos con el peso
el Padre...' de crímenes mandaste que se mostraran a tus sacerdotes; que
»Asimismo, la nariz en la extremidad superior y abajo únjase mandaste a tus discípulos que impusieran las manos sobre los
a modo de cruz: 'Unjo esta nariz con el óleo sagrado, para que enfermos para que sanaran; que enseñaste a tus apóstoles a orar
esta medicación purifique la culpa que se hubiese contraído por los enfermos y quisiste que la imposición de las manos de
con olfato superfluo. Por el mismo que con el Padre...' los sacerdotes con la invocación de tu santo nombre perdonara
»Asimismo, los labios, diciendo y haciendo la cruz externa- los pecados!: escucha nuestras oraciones y concede a este tu
mente sobre la barbilla y la garganta: 'Unjo estos labios con la siervo, prisionero de la enfermedad, remisión de todos los pe-
medicina del óleo consagrado, para que por la misericordia de cados por este sagrado ministerio que nos enseñaste hacer
la divina clemencia se purifique con esta unción todo lo que a nosotros, indignos siervos tuyos; de modo que por esta unción
hayas pecado con ia locución ociosa o también criminosa. Por del óleo sagrado y por la imposición de las manos se le perdonen,
el mismo que con el Padre...' por la gracia del Espíritu Santo, todos sus pecados. Que los fo-
^Asimismo, sobre los dos hombros, esto es, espaldas; no en el mentos de tu medicina se le apliquen a él por dentro y por
pecho ni entre las espaldas: 'Unjo estas espaldas con el óleo fuera y le sanen, de modo que no tanto le dañe la conciencia
sagrado, para que, fortalecido por todas partes con la protec- de su culpa para la pena cuanto la indulgencia y la reconcilia-
ción espiritual, puedas despreciar virilmente los dardos del ción de tu piedad y remisión para el perdón. Que vives y
ímpetu diabólico y rechazarlos lejos con la fuerza de la ayuda
reinas...'
superior. Por el mismo que con el Padre...'
»Por esta unción de Dios y por nuestro ministerio y la
^Asimismo, sobre las manos; y no debajo, si es presbítero;
bendición de Dios, sean limpios y santificados de toda suciedad
pero, si no lo es, también debajo y sobre los pies y debajo las
y contagio del pecado tu cabeza y tus sentidos: la vista, el oído,
plantas se hacen cruces, diciendo: 'Unjo estas manos con el
óleo bendecido, para que desaparezca por esta unción todo lo el olfato, el gusto y el tacto, para que todo lo que pecaste en los
que hicieron con obra prohibida o dañosa. Por el mismo que hombros, o en las manos, o pies, o en todo el cuerpo, con el
con el Padre...' pensamiento, palabra y obra, quede expiado por la misericordia
^Asimismo, sobre los pies y debajo de las plantas se hacen de nuestro Salvador, para que seas apto para invocar al Señor,
cruces, diciendo: 'Unjo también estos pies con aceite consa- y bendecirlo, y santificarlo, y sacrificar en el nombre del mis-
grado, para que esta unción haga desaparecer, por las interce- mo Señor nuestro Jesucristo; y te devuelva la alegría de tu
siones de los santos, todo lo que cometieron con pasos super- Salvador, y te confirme con el Espíritu de príncipes, y renue-
ítaos o nocivos. Por el mismo Señor nuestro, que con el Pa- ve el Espíritu Santo en tus entrañas, para que no lo aparte de ti,
dre...'» i? sino que la bendición del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo descienda sobre ti, y copiosamente fluya sobre tu ca-
!' Notae et observationes in S. Gregorii Magni librum sacramentorum:
PL 78,535. Cf. ibid., C.529D sobre la procedencia del códice. beza y descienda hasta las extremidades de todo tu cuerpo,
74 P.II c.4. Interpretación litúrgica
§ I. Documentos litúrgicos 75
te llene por dentro y por fuera y te rodee y siempre esté
ricordia, que te perdone el Señor todo lo que has faltado con
contigo. Amén» 18 .
el vicio de la lengua o de la boca. Resp. Amén.
Por esta oración queda bien significada la gracia interna
»A las manos. Por esta santa unción y su piadosísima mi-
del Espíritu Santo que se consigue con el sacramento, con el
sericordia, que te perdone el Señor todo lo que has faltado
perdón de los pecados y la confortación de la alegría espiritual
con el vicio del tacto, o de los pasos, o de los lomos, o carne.
y de la bendición de Dios.
^Después diga el sacerdote: 'Mira, te rogamos, Señor, a este
siervo tuyo fatigado por la enfermedad de su cuerpo y reani-
Liturgia romana
ma el alma [la vida] que creaste, para que, enmendado con
121. El Ordo X, de los quince publicados por Mabi- estos castigos, se sienta salvado por tu medicina. Por...'
llon 19 , que parece ser del siglo xi, contiene el rito de la un- »Otra oración. 'Señor, Padre santo, omnipotente y eter-
ción, que ya es parecidísimo al que hasta hace poco se hallaba no Dios, que, infundiendo la gracia de tu bendición en los
en el Ritual romano (tít.5 c.2). Dice, pues, así el Ordo antiguo, cuerpos enfermos, custodias la obra de tus manos con múlti-
usado en la Iglesia romana: ple piedad: asiste benignamente a la invocación de tu nombre,
«Ordo compendioso y consiguiente [después de visitarlo] para para que a tu siervo, librado de la enfermedad y concedido
ungir al enfermo. a la sanidad, lo levantes con tu diestra, lo confirmes con tu
»Habiendo mojado el pulgar en el aceite de los enfermos, poder, lo protejas con tu potestad y lo devuelvas a tu Iglesia
el sacerdote haga la señal de la cruz en el cuerpo del enfermo y a tus santos altares con toda la deseada prosperidad. Por...'
en siete lugares. »Otra oración. 'El Señor Jesucristo esté junto a ti y te
»En la cabeza. En el nombre f del Padre y del Hijo f y defienda; esté dentro de ti y te restablezca; esté alrededor de
del Espíritu Santo f que desaparezca en ti toda la fuerza del ti y te conserve; esté delante de ti y te conduzca; esté detrás
diablo por la imposición de nuestras manos; es más, por la de ti y te guarde; esté por encima de ti y te bendiga; el que
invocación de todos los santos ángeles, arcángeles, patriarcas, con la Trinidad...'» 2 0 .
profetas, apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y de todos En este rito y oraciones se aprecia fácilmente que la un-
los santos juntamente. Resp. Amén. ción del aceite, acompañada de oración, es por el enfermo
»Otra oración. Por esta santa unción y su piadosísima que está de cuidado y trabajado en su cuerpo; que los efectos
misericordia, que te perdone el Señor todo lo que has faltado que se esperan son los del perdón de los pecados cometidos
con el vicio de los ojos. Resp. Amén. fácilmente por o con los sentidos; que se pide y espera tam-
»A los oídos. Por esta santa unción y su piadosísima mi- bién la salud corporal, o, al menos, la confortación espiritual.
sericordia, que te perdone el Señor todo lo que has faltado Es particularmente bella la última oración, en que se pide
con el vicio de los oídos. Resp. Amén. que el Señor Jesucristo rodee plenamente al enfermo en toda
»A la nariz. Por esta santa unción y su piadosísima mi- dirección, dentro y fuera; sea como su coraza defensiva.
sericordia, que te perdone el Señor todo lo que has faltado
con el vicio del olfato. Resp. Amén. Liturgia griega
»A la boca. Por esta santa unción y su piadosísima mise-
122. Hay un eucologio o ritual de los griegos con un «oficio
18
Notae et observationes ¡n S. Gregorii M. librum sacramentorum: P L del santo óleo» anterior al siglo x 21 ; con él convienen otros
78.53SS. Todavía podría ampliarse esta documentación litúrgica con el
códice de Ratoldo Abad (PL 78,5243) y con el llamado códice Tiliano (PL 20
Romani Ordines X: P L 78,io2is.
78,526-29).
19 21 Ed. IACOBUS GOAR, Euchologiwn sive Rituale graecorum (ed. Graz
Musei Italia tcm.II, complectens antiquos libros rituales sanctae Ro- 1960, que reproduce fotográficamente la ed. 2. a , expurgata et aecuratior,
manae Ecclesiae, cum commentario praevio in Ordinem Romaram (Lutetiae de Viena 1730), «Officium sancti olei» P.332SS. En la ed. de París 1647,
Parisiorum 1689); DORONZO, 1,171. p.408-31; DORONZO, 1,172.
76 P.II c.4. Interpretación litúrgica § II. Unciones que no eran sacramento 77
22
rituales griegos . En el mismo pueden leerse las siguientes
oraciones: M
//. Unciones que no eran sacramento
«Que este aceite, Señor, se haga óleo de exultación, óleo
de santificación, vestidura regia, coraza de virtud, expulsión 123. En algunos documentos de la tradición cristiana an-
de toda maquinación diabólica, impronta libre de insidias, tes mencionados y en algunas vidas de santos de la Edad Me-
gozo del corazón, alegría sempiterna, para que los ungidos dia se alude a una unción con aceite bendecido que no parece
con él se hagan temibles para los adversarios con el óleo de tener las características de un sacramento, sino sólo de un
la regeneración, y en los esplendores de los santos resplandez- sacramental: como hoy día la ablución del bautismo se distin-
can sin mancha ni arruga, y sean admitidos en el descanso gue bien del uso del agua bendita; el pan y el vino eucarís-
eterno y alcancen, por fin, el premio de la celeste vocación... ticos, del pan bendito y del vino bendecido. De modo seme-
»Padre santo, médico de las almas y de los cuerpos, que jante se distinguía entre el óleo de los enfermos, aplicado
enviaste a tu Hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo, que por unción sobre el cuerpo con todas las características de
cura toda enfermedad y nos libra de la muerte: sana también un sacramento, y el óleo de los enfermos, bebido o gustado,
a este siervo tuyo N. de la enfermedad corporal que lo detiene o meramente aplicado sobre el cuerpo del enfermo, pero no
y vivifícalo por la gracia de tu Cristo... como sacramento, sino como sacramental.
»Te pedimos, Dios nuestro, que introduzcas tu misericor- 124. F. W. Puller 25 y, en general, los protestantes 26 han
dia sobre este aceite y sobre los ungidos con él en tu nombre, pensado que todas estas unciones corporales no tenían más
con el fin de que sea para ellos para salud del alma y del cuer- alcance que el de un rito religioso para obtener la curación
po, para curación y liberación de todo dolor, de toda enfermedad del cuerpo, siguiendo el consejo de la carta de Santiago, rea-
y debilidad; y, por fin, de toda mancha de carne y de espíritu. lizadas ora por presbíteros, ora por laicos; pero no para ob-
Así, Señor, envía desde el cielo tu fuerza medicinal para que tener efecto espiritual de remisión de pecados, propio de un
llegue al cuerpo; apaga la fiebre, mitiga el dolor y toda enfer- sacramento.
medad latente. Sé médico para éste tu siervo, levántalo del Por esto conviene distinguir, en los documentos de la tra-
lecho del dolor, de la cama de la enfermedad. Concédelo sal- dición y de la hagiografía los que se refieren al sacramento de
vo e incólume a tu Iglesia, grato a ti y cumplidor de tu vo- la unción y los que se refiere a meros sacramentales. Tanto
luntad» 23 . más cuanto que todavía perdura en la Iglesia griega el uso de
Se habrá advertido cómo en estas oraciones se habla de semejantes sacramentales 27 .
una unción que conforta y da alegría, cuyos efectos son librar 24
de la enfermedad corporal y vivificar al enfermo con la gracia Cf. C. RUCH, art. Extreme Onction: D T C 5,1942-45.1960-63.19695;
DORONZO, 1,184-97; A. CHAVASSE, Étude sur Vonction des infirmes dans
de Jesucristo, librándolo de toda mancha de carne y de es- l'Église latine du III' au XIe siécle. Vol.i: Du IHe siécle a la reforme carolin-
píritu. La oración segunda («Padre santo, médico de las al- gienne (Lyon 1942) p. 139-62.
25 The Anointing of the Sick in Scripture and Tradition (London 1904)
mas...») es la que ha estado en uso entre los orientales para p.148-98; DORONZO, 1,184.
26
expresar la «forma» del sacramento. 2
Cf. n.isoss.
7 Asimismo, en la Iglesia latina hemos encontrado en el Ritual romano
22 una «bendición del aceite» que no es la del sacramento de la unción de los
Cf. H . DENZINGER, Ritus orientalium... t.2 (Würzburg 1864; repro- enfermos. Sirve «ut fíat ómnibus qui eo usuri sunt salus mentís et corporis»;
ducida fotográficamente en Graz 1961) P.483SS; E. SCHELSTRATE, Acta y en otra oración: «ut hi, qui hoc oleo, quod in tuo nomine benedicimus, usi
Orientalis Ecclesiae contra Lutheri haeresim (Romae 1739) 1,202; ARCU- fuerint, ab omni languore omnique infirmitate, atque cunctis insidiis inimi-
DIUM, De concordia Ecclesiae Orientalis et Occidentalis in septem sacramentis ci liberentur»... (ed. 1952: tít.9 c.7 n.8). También se encuentra una bendición
administrandis 1 c.2; JACQUEMIER, L'extreme onction chez les grecs: Échos del aceite en honor de San Serapión Mártir: «ut ulceribus, fracturis, atque
d'Orient 2 (1898-99) 193-203; DORONZO, 1,172. omnigeni doloris gravamine decumbentes, hoc sancto oleo peruncti, eius
23
J. GOAR, Euchologium sive Rituale graecorum (ed. Graz 1960) p.338-40. qui in cruciatu tot fuit truces perpessus dolores, intervenientibus precibus
En la ed. de París 1647, P.416S. 420; DORONZO, 1,172.
78 P.H c.4. Interpretación litúrgica § //. Unciones que no eran sacramento 79
125. En los testimonios de la tradición que antes hemos el siervo de Dios. Y lo primero, empleando las armas que en
estudiado, hemos podido observar, además de la unción como estas ocasiones le eran familiares, oró echado sobre el suelo;
sacramento e instrumento de gracia y perdón, el uso del aceite después, mirando a la enferma, pidió que le trajeran aceite;
bendecido para los enfermos; y no sólo por aplicación exter- y, después de bendecirlo, infundió la fuerza del santo líquido
na o unción, sino también por gustación o bebida. Así, en la en la boca de la joven, y la voz le volvió al instante. Entonces,
Traditio apostólica, de Hipólito («a los que lo gusten...»: n.43), poco a poco, a su contacto, cada uno de los miembros de la
en el Sacramentario de Gelasio («a todo el que unja, guste joven comenzaron a moverse, hasta que se levantó con paso
o toque...: n.113). Y asimismo, de parecida manera, en la firme, viéndolo el pueblo» 30 .
Didascalia de los apóstoles (n.45) y en el Sacramentario de Se- Leemos a este propósito en un Pseudo-Damasceno: «Que
rapión (n.47.49); y también como posible sacramental en las nadie piense, padres y hermanos, que las cosas que se ofrecen
Constituciones de los apóstoles (n.51) y en el Testamento de a Dios con fe no se pagan con creces a él y a aquellos por
nuestro Señor Jesucristo (n.52). Más arriba 28 hemos mencio- quienes se ofrecen. Porque es como aquel que quiere ungir
nado sacramentales del aceite bendecido que hemos podido a un enfermo con ungüento o con otro óleo sagrado; lo pri-
leer en el Ritual romano. mero, el mismo que unge es el que participa de la unción,
126. Sobre el uso de tales unciones por los cristianos, y y después comunica al enfermo de aquella unción con que él
no precisamente aplicadas por presbíteros, nos instruyen las fue ungido (delibutus). Así, el que trabaja por la salud del
historias. Así, Tertuliano escribe del emperador Severo, «el prójimo, aprovecha lo primero a sí, después al prójimo» 31 ,
cual buscó y retuvo en su palacio hasta su muerte a Próculo 128. Ejemplos de semejantes unciones se mencionan en
cristiano, que se apellidaba Torpacio y era procurador de las siguientes vidas de santos: de San Pacomio 32 , de San Parte-
Euodea, el cual había curado en otro tiempo al emperador por nio 33 , de San Hilarión Ermitaño 34, de Santa Genoveva 35 , que,
medio del aceite'/... 29 a falta del aceite bendecido por el obispo, emplea, para librar a
Sobre todo es en ciertas vidas de santos donde se habla poseídos del demonio, un aceite que le viene milagrosamente.
de unciones o aplicaciones de aceite, llevadas a cabo sobre Además, Paladio 36 y Rufino 37 . Teodoreto refiere la cura-
enfermos por presbíteros, monjes y laicos, que solían tener ción de un caballo a quien se aplicó tal aceite; y con el aceite
resultado milagroso. Las unciones las practicaban sobre otros bendecido, el cese de una pasión adúltera en quien estaba
o sobre sí mismos. poseído de ella 38 .
127. Así, en la Vida de San Martín de Tours se encarece
30 SULPICIUS SEVERUS, Vita B . Martini Turonensis a 16: P L 20,169.
el don de curación que tenía el Santo, y ponen por ejemplo 31
PSEUDO-DAMASCENUS (del tiempo del Santo), Sermo de his qui in fide
el siguiente: «En Tréveris, una joven estaba impedida por una dormierunt c.18: P G 95,264.
32
fuerte parálisis, de modo que hacía tiempo que no podía ser- Vita Sancti Pachomii c.30: Acta Sanctorum Boíl., maii, t.3 p.308.
33
Vita S. Parthenii c.2 n.20: Acta SS., februarii, t.2 p.41.
virse del cuerpo para nada; estaba ya casi muerta y apenas 34
S. HIERONYMUS, Vita S. Hilarionis 30 («ut oleum benedictum accipe-
había aliento en ella... Martín bajó a la casa de ella. Una ret»), 32 («benedicto oleo tangentes vulnera»), 44 («de morte liberaret unc-
gran muchedumbre estaba fuera esperando qué iba a hacer tione olei»): P L 23.44ss.47.54.
35
Monumento. Germaniae Histórica, Scriptores rerum merovingiarum, pas-
siones vitaeque sanctorum aevi merovingici 3,234.236. Y acerca de la autenti-
et iuvamine, temporalem sentiant opem et salutem adipiscantur aetemam». cidad de esta Vida de Santa Genoveva, escrita ca. a.520, negada en Monum.
Y en la misma bendición, más adelante: «... ut quicumque quovis dolores Germ. Hist. por su editor B. Krusch, cf. G. KURTH (que la afirma), Étude
genere vexentur, et in honorem Martyris tui devote sint peruncti, te adiuvan- critique sur la vie de sainte Geneviéve: Rev.d'hist.ecclés. 14 (1913) 5-80.
te, corporis nanciscantur solamen ac mentís medelam, te opitulante, reci- Cf. DORONZO, 1,187.
piant, ut tándem, reddita sibi sanitate, gratiarum tibi in Ecclesia referant 3(
> Historia Lausiaca c13.19s.43: P G 34,1032.1034.10593.1062.1111.1113.
actiones» (ibid., t i t a c u n.49). 37
Historia monachorum c.i: P L 21,394.
28 38
En la n.27 precedente. Religiosa historia 8: P G 82,13753. Todos estos casos los cita DORON-
29 Ad Scapulam 4: P L 1,782. 20, I.i86s.
80 P,U c.4. Interpretación litúrgica
§ III. Las conclusiones del primer milenio 81
129. A propósito de estas unciones o aplicaciones del
aceite, que no eran sacramento, por no aparecer ligadas a la
idea del perdón de los pecados y adquisición o aumento de gracia, ///. Las «conclusiones del primer milenio»
se citan diferentes nombres de obispos (San Germán de Au-
xerre, San Germán de París, San Cesáreo de Arles), de sacer- 131. Aunque de nuestros estudios precedentes ya cons-
dotes (San Laumer de Corbion, San Mario, San Auxencio de ta cuál fue, acerca de la unción de los enfermos, el pensamien-
Bitinia), de laicos (San Simeón Estilita, San Eugendio de Con- to de la Iglesia en los primeros tiempos, en la tradición pa-
dat) y de mujeres (Santa Genoveva, Santa Monegunda, Santa trística (n.37ss) y en la baja Edad Media (n.89ss), todavía
Austreberta), que las realizaban. Como se ve, no son preci- parece útil recoger de nuevo los resultados atendiendo a lo
samente presbíteros los que siempre aplican el aceite. que se ha llamado las «conclusiones del primer milenio» 42 .
Aunque se emplee, de ordinario, un aceite bendecido pre- El estudio de los documentos considerados muestra que
viamente, a veces, si no lo hay, es el obispo quien lo bendice; durante este período del primer milenio reinaban las siguien-
a veces, es un laico quien realiza la operación (Simeón Estilita, tes ideas:
Santa Monegunda). A veces, el aceite se produce milagrosa- i.° La conexión del rito de la unción de los enfermos con
mente (Santa Genoveva). el texto de la carta de Santiago (5,145).
A veces es para curar enfermedades corporales; otras ve- En las Iglesias de Oriente citan y comentan este texto Orígenes
ces, la rabia, la locura, la posesión diabólica 39 . (n.39), San Juan Crisóstomo (n.55), Víctor de Antioquía (n.58), San
Cirilo de Alejandría (n.59), Hesiquio (n.62) y Juan Mandakuni (n.64).
130. Si todos los casos arriba mencionados en algunos Igualmente las Iglesias de Occidente lo citan o comentan, relacio-
siglos de la Edad Media prueban el uso del aceite bendecido nándolo con la unción de los enfermos, Inocencio I (n.75), San Agus-
como mero sacramental y no como sacramento, no por eso tín (n.7ó), Casiano (n.78), San Cesáreo de Arles Cn.79). Casiodoro
se sigue que el uso del sacramento de la unción fuera desco- (n.8i), San Eloy (n.89) y San Beda (n.90).
Aun los textos de las vidas de santos que describen casos concre-
nocido. La mención de los hechos que son o parecen milagros
tos de la unción de enfermos, descubren la influencia de Sant 5
y que están fuera de lo ordinario, alcanza siempre más reso- e insisten en la fe del enfermo.
nancia que la mención de los hechos corrientes y normales. Citando ese texto íntegro, los eclesiásticos de los siete primeros
Por eso no sería lícito argüir de la mención de tales hechos siglos cobraron conciencia más clara del efecto espiritual de la un-
milagrosos al desconocimiento o no uso de los hechos norma- ción, y en concreto del perdón de los pecados. Los del siglo VIII
y ix seguirán sus huellas 4 3 .
les, como no sería legítimo, de la mención de los hechos mi-
lagrosos mediante el agua de Lourdes, concluir al desconoci- 132. 2. 0 La unción es un beneficio para los cristianos re-
miento del agua del bautismo en Lourdes y en la época de conciliados con la Iglesia, del que no pueden disfrutar los peni-
Lourdes 4 0 . tentes públicos antes de su reconciliación.
Por lo demás, son bien conocidos casos de la administra- Un texto claro a este propósito es el de Inocencio I (n.75), <3ue s e "
ción del sacramento de la unción en este período 41 . guirá ejerciendo su influjo en los cánones y en las épocas subsi-
39
Para la síntesis sobre estas unciones cf. PULLER, Le., p. 172-88; C. RUCH guientes.
art. cit.: D T C 5,19603.
4
° Cf. RUCH, ibid., col.1931. 3. 0 La unción de los enfermos se equipara y connumera, no
41
Supra, n.Sgss; KERN, p.36-38. raras veces, con otros sacramentos (penitencia, eucaristía) y es
considerado como tal sacramento.
42
Para estas conclusiones cf. en particular A. CHAVASSE, Étude sur l'onc-
tion des infirmes dans l'Église latine du IIIe au XI" siécle. T . i : Du III" siécle
a ¡a reforme carolingienne (Lyon 1942); M. RAMOS, Boletín bibliográfico sobre
la unción de los enfermos: Phase n.74 (1973) 158S.
43
A . CHAVASSE, L e , p.201.
82 P.II c.4. interpretación litúrgica § IV. Otras unciones 83
Recuérdense a este propósito, entre los textos estudiados de la Entre los diversos procedimientos para la aplicación del aceite
Iglesia occidental, los de San Ambrosio (n.73), Inocencio I (n.75 ) encontramos: a) uso externo del aceite; b) uso interno del aceite;
y Arnobio (n.78), asi como los relatos hagiográficos. c) a veces, la imposición de manos acompaña la unción; d) la oración
que acompaña la unción 4 6 .
4. 0 Hay textos que consideran la unción como una reconci-
liación penitencial. No pocos la miran como una sanación es-
piritual y completa del hombre. IV. El uso de otras unciones
J
33> S>° Los más de los textos evocan la idea de la sana-
ción corporal y, como es lógico, no miran la unción como pre- Unción d e los penitentes 4 7
paración para la muerte. I
35- Otro género de unciones practicado en la antigüe-
Este efecto alcanza gran relieve en las fórmulas de ben- dad es la unción de aquellos penitentes que debían ser reconci-
dición usadas en este primer período. liados con la Iglesia.
A. Chavasse, en sus conclusiones, dice que trece fórmulas de ben- Según la costumbre, se empleaba la unción o crismación,
dición estudiadas por él hablan de este efecto de la sanación corporal unida a la imposición de manos.
con todo lujo de detalles, y cinco de ellas (las más antiguas) silencian Así, entre los cánones del concilio I de Constantinopla
totalmente el efecto espiritual. Pero otras tres sí mencionan el efecto (a.381) se lee el canon 7, que se debe a una interpolación pos-
espiritual, aunque es difícil decir en qué consiste. Las cinco últimas
terior del siglo v, pero que puede servir para comprobar una
restantes hablan, enfin,del perdón de los pecados, sin olvidar, sin
embargo (excepto dos fórmulas del misal de Bobbio), mencionar el costumbre y porque después fue introducido en forma de ley en-
efecto corporal 4 4 . tre las decisiones del famoso concilio Quinisexto o Trullano II
(a.692) 48 y continuado en multitud de eucologios.
6.° No raras veces se encuentra, además del rito de unción
Leemos, pues, lo siguiente en el citado canon 7: «A los que se
realizado por presbíteros, otro rito de aplicación del óleo ben-
agregan a la recta fe y a la parte de aquellos que se conservan veni-
decido, que pueden realizar los particulares o el mismo en- dos de la herejía, los recibimos según lo que aquí sigue y según la
fermo. costumbre. A los arríanos..., y macedonianos, y sabatianos, y nova-
I cianos, que se dicen puros y mejores..., y a los tesaradecatitas o te-
34- 7° El aceite de la aplicación debe ser bendecido pre- traditas y apolinaristas los recibimos..., si anatematizan toda herejía
viamente. que no concuerda con la santa, católica y apostólica Iglesia de Dios;
y primero, sean signados o ungidos con el santo crisma en la frente,
A esta bendición se le reconoce una importancia primordial y es en los ojos y narices, y en la boca y en los oídos. Y decimos al signarlos:
la fuente de la eficacia del rito. 'Signo del don del Espíritu Santo'» 4 9 .
Se considera que la aplicación del aceite al enfermo ofrece a la
virtud intrínseca conferida al aceite por la bendición la ocasión de 136. Como se puede apreciar, aunque en este documento
desplegarse.
se sugiera alguna semejanza con la unción de los enfermos,
La aplicación del aceite bendecido no está reservada sólo a los
representantes de la jerarquía sacerdotal. por cuanto se manda ungir la frente y los órganos de nuestros
Pero la bendición del aceite sí está estrictamente reservada a los sentidos corporales, en realidad se trata no de enfermos, sino
representantes de la jerarquía sacerdotal 45 . sólo de pecadores (por el pecado de herejía) que se reconcilian
con la Iglesia. Además, la unción se hace con el sagrado cris-
8.° El óleo bendecido se puede aplicar al enfermo, bien por ma y no con el óleo de los enfermos; asimismo, al penitente se
modo de unción (parece lo más ordinario), bien por modo de
bebida. 46
A. CHAVASSE, l . c , p.182-89.
47
DORONZO, 1,191-93.
44 48
Ibid., p.191. Can.5: HARDUIN, Conciliorum Collectio Regia Máxima 3,1694; D o -
45
Hemos recogido en nuestra conclusión séptima las de A. CHAVASSE, NONZO, 1,192.
4
l . c , p.164-79. » MANSI, S S . Conc. 3,563.
84 P.II c.4. Interpretación litúrgica § IV. Otras unciones 85
le dice que recibe «un signo del don del Espíritu Santo». Por la Iglesia romana y en las limítrofes empleaban la imposición
tanto, más bien se sugiere que se trata de una confortación de manos: «Hemos aprendido de la institución antigua de los
de quien primero pecó con el pecado de herejía. Padres que quienquiera que en la herejía hubiese sido bauti-
Por ello, este rito penitencial y esta unción podrían estar zado en el nombre de la Trinidad, cuando vuelven a la santa
más bien en relación con el sacramento de la confirmación Tglesia son recogidos en el seno de la madre Iglesia o con la
y confundirse con ella que no con el sacramento de la unción unción del crisma, o con la imposición de la mano, o con la
o con ritos en relación con éste. sola profesión de fe. Y así, el Occidente, por la imposición
137. U n rito parecido de reconciliación y no de unción de manos, reforma a los arríanos para ingresar en la santa
de enfermos es el que manifiesta el canon i.° del concilio I de Iglesia católica; el Oriente, por la unción del santo crisma» 56 .
Orange (a.441): «Agradó que a los herejes puestos en peligro 139. En todos los documentos anteriores no aparece la
de muerte, si desean ser católicos y falta el obispo, se les unción con el óleo de los enfermos, sino con el sagrado crisma.
signe por los presbíteros con el crisma y la bendición» 50 . La unción con el óleo y las oraciones y los ritos empleados
Entre las compilaciones de los cánones antiguos que se en la unción de los enfermos aparecerá como costumbre pos-
encuentran en el concilio II de Arles (a.443 ó 452) aparece el terior, desde la más reciente Edad Media, entre armenios y
canon 17, el cual ordena que «a los bonosíacos... basta que cismáticos, para ser aplicada a los penitentes, considerados
sean recibidos en la Iglesia con el crisma y la imposición de como enfermos en el espíritu 57 . Pero ya se ve que esta manera
manos» 51 . Por lo cual se ve que se trataba de un rito de re- de considerar como capaces de la unción a los penitentes
conciliación que juntaba la imposición de manos con la cris- 0 meramente enfermos en el espíritu, no concuerda con el
mación. Nada tiene que ver con la unción de enfermos. Mentido de Sant 5,14 ni con lo que después diremos (n.232ss)
Esta costumbre de los Galias aparece también en el con- sobre el sujeto a quien debe administrarse la unción de los
cilio Epaonense (a.517) 52 , en Gregorio de Tours5i y en Fausto enfermos.
Reiense 54 .
138. En la liturgia mozárabe se encuentra una crismación Unción de los difuntos 58
junto con imposición de manos, que acompañan una «oración
140. Alguna vez desde el siglo v ha sido práctica de los
para reconciliar al que fue bautizado en la herejía arriana». cismáticos orientales y de los monofisitas, pero los documen-
Debe decirse después de algunas interrogaciones acerca de la tos posteriores son raros.
fe: «Y yo te crismo, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Los textos que hacen al caso son los siguientes 59 :
Espíritu Santo, en remisión de todos los pecados, para que El Pseudo-Dionisio Areopagita, tratando del rito de los fu-
tengas la vida eterna. Amén». A continuación le impone la nerales, escribe: «El pontífice, después del saludo, derrama el
mano y dice la oración de la confirmación: «Dios, que en incite sobre el difunto. Acuérdate aquí que así como en la
tu fe...» 55 . primera sagrada regeneración, antes del santo bautismo, des-
La costumbre de reconciliar a los herejes penitentes por pués de deponer los antiguos vestidos se unge con el óleo del
medio de la crismación la pone de manifiesto el papa San Gre-
gorio Magno para las Iglesias de Oriente, mientras que en '» Epist. 67, ad episcopos Hispaniae: P L 77,i205ss. El papa Siricio
(14,385) menciona para la reconciliación de los arríanos solamente la imposi-
50
HARDUIN, 1,1783. 1 ion de mano, no la crismación (Dz-Sch 183 [88]). Asimismo, San Inocen-
si MANSI, SS. Conc. 7,880. i:io I para la reconciliación de los novacianos o mostenses (Dz-Sch 211 [94]).
52 C a n . 1 6 ; cf. Monum. Germ., Concil. 1,23; D O R O N Z O , 1,192. I A imposición de mano suele entenderse de la penitencia; otros la entienden
53 Cf. Monum. Germ., Script. 1,93.96.164.230.371; D O R O N Z O , 1,192. de ln confirmación (ibid).
54 De gratia l.i c.15: P L 58,8073. • , ' Cf. DORONZO, 1,193.
,8
55 M . F É R O T I N , Liber ordinum, e n « M o n u m . Ecclesiae Litúrgica», e d . DORONZO, 1,187-91.
5
F . C a b r o l - H . L e c l e r c q , V (París 1904) u o s s ; D O R O N Z O , 1,192. » Se pueden leer en DORONZO, 1,188-91.
86 P.H c.4. Interpretación litúrgica § IV. Otras unciones 87

sagrado crisma el que es iniciado con la primera participación lo realizamos sobre sacerdotes difuntos, porque los ungimos
del santo símbolo, aquí también, al final de todas las cosas, se como luchadores, para que puedan pelear varonilmente contra
derrama aceite sobre el difunto. Entonces, la unción del aceite los malos espíritus de este ambiente; y mientras los ungimos
llamaba al bautizando para los combates sagrados; ahora, el decimos: 'Sea bendita, sea ungida, sea santificada la mano,
aceite derramado declara que el difunto ha cumplido con los o la frente, o la cabeza (vértex) de este sacerdote por la señal
mismos sagrados combates» 60 . de esta santa cruz, por este evangelio y este santo crisma; en el
La lectura de este pasaje, con la alusión a un rito singular, nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo'» 63 .
sugiere más bien el uso de un aceite de los catecúmenos, que se También aquí se habla de unción con el sagrado crisma
emplearía para derramarlo sobre el difunto, significando la y no con el óleo de los enfermos.
consumación de los combates. No aparece tanto la aplicación 143. Entre los cismáticos orientales se encuentra un rito
del óleo de los enfermos, ni su asimilación al sacramento de la parecido al anterior, que parece traer su origen de un metro-
unción. polita de Atenas, Nicolás Agioteodorita, del siglo x n 6 4 .
141. Entre los sirojacobitas se encuentra el siguiente rito, Más adelante, Nicéforo II, patriarca de Constantinopla, lo
referido por Barhebreo y relativo a eclesiásticos difuntos: «Si censura como abuso (1260-61): «No sé a qué mala costumbre,
el difunto fuere obispo, o sacerdote, o diácono, o monje, llé- llena de tontería, se adhieren ciertos sacerdotes en muchos
venle al templo con himnos y candelas; y díganle tres oficios sitios, según tengo oído de algunos testigos que lo han visto.
de los salmos, y después lean las lecciones del Antiguo y del Porque dicen que aplican el santo óleo a los difuntos y que
Nuevo Testamento y del evangelio. ungen el cuerpo muerto. )Oh doctrina perversa, ojos que no
«Pónganle después junto al altar y rodéenle tres veces, di- ven! Pues el sínodo primero y ecuménico mandó que se hiciera
ciendo: Queda en paz, altar santo. Queda en paz, Iglesia. Y todo esto para los que en el alma y en el cuerpo están enfermos,
el clero: En la iglesia en que has ministrado, que la paz reine en según el precepto del apóstol: ¿Está enfermo alguno de vosotros?
ti. Después ora el sacerdote la oración que se dice sobre el Que haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y que oren sobre él,
ungüento y lo derrama en forma de cruz sobre el pecho tres habiéndole ungido con aceite en el nombre del Señor. Y la oración
veces, diciendo: Para el descanso de los trabajos, y para la libera- de la fe salvará al enfermo y le aliviará el Señor; y, si está en
ción de las aflicciones, y para la suavidad que hay con los santos; pecados, se le perdonarán. ¿Ves el mandato? Aprende el modo
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»61. y no quieras proceder irracionalmente. También nuestro padre
Arsenio, el patriarca de la egregia urbe de Constantino, mandó
142. Una acusación contra los armenios en el siglo xiv
realizar esta ceremonia por siete ministros, aunque fueran obis-
fue que no conferían la extremaunción y que ungían la cabeza,
pos o metropolitas; por eso, él mismo alguna vez dijo las ora-
la frente y la mano derecha a los presbíteros difuntos. Y por
ciones... Pero estas cosas se refieren a los vivos, no a los muer-
esto, el concilio nacional Sísense (a. 13 42) deseó que se reins-
tos. Tú, en cambio, que presumes hacer esto, no sé de qué
taurara la administración de este sacramento y que la unción
insaciabilidad de ánimo estás enfermo. Digo, pues: nadie se
del sacerdote difunto no se confundiera con el sacramento de
atreverá a hacer estas cosas; y, si las hace, será tenido por trans-
la extremaunción. En realidad esta unción no se hacía con el
gresor de lo dicho. Y si me dices que se hace como obra de
óleo de los enfermos, sino con el crisma 62 .
piedad para con los difuntos, ¡vete! Porque las almas perciben,
También el teólogo armenio Gregorio Dathevatzy (1340- mediante las limosnas y las conmemoraciones que se hacen
1411) escribe: «El sacramento [¿el misterio?] de esta unción por los cristianos, fruto espiritual ante Dios. Pero tú, ungiendo
<>o De eccles. hier. 7,8: P G 3,565.
61 63
Cf. M. JUGIE, Theologia dogmática christianorum orientalium ab Eccle- Cf. GALANUM, Conáliatio Eccleúae Armenae cum Romana (Romae
sia catholica dissidentium 5,736; DORONZO, I , I 8 8 S . 1658) 3,633; DORONZO, 1,189.
64
62 Cf. ibid.. Cf. GOAR, Euchologium sive Rituale Graecorum (Graz 1960) p.357.
88 •P.H c.4. Interpretación litúrgica § IV. Otras unciones 89

un cuerpo muerto y diciendo: 'Que tu Espíritu more en tu Simeón de Tesalónica no lo condena, pero enseña que no
siervo para que persevere el tiempo restante en tus mandatos'; es sacramento.
y de nuevo: 'Alivíale del lecho del dolor y de la aflicción', Tal vez pudo originarse este rito, como piensan algunos,
cuando dices estas cosas, no entiendes lo que haces» 65 . de la acomodación a los difuntos de las oraciones y ritos de la
144. Más adelante, Simeón de Tesalónica (f 1429) se es- unción de los enfermos, o también de la costumbre judía
forzó en legitimar este uso, pero distinguiendo este rito del y pagana de ungir los cadáveres con bálsamo, aceite y aromas...
otro de la extremaunción. Apeló a la autoridad del Pseudo- De hecho, tales costumbres ya cesaron entre los cristianos
Dionisio: orientales 68 .
«Sin embargo, también los muertos son ungidos con aceite, Si hubo alguna analogía con la unción de los enfermos,
como dijo el divino Dionisio, en señal de la unción del aceite queda patente que se trataba de un rito distinto.
recibida al principio en el bautismo; y da la razón de este rito; 68
Cf. M. JUGIE, l.C, 3,489S; DORONZO, I.ICJOS.
a saber, que aquel que sucumbió en Cristo y consumió bien
y con fortaleza el combate para el que había sido ungido, tam-
bién ahora es aliviado (lenitur) con el aceite. Lo cual se hace
como señal de Cristo y sello de los que se van en Cristo, para
santificación de los cuerpos muertos; de aquellos que se han
conducido piadosamente peleando por Cristo en la tierra;
y también para honor de los mismos, puesto que vivieron
según Cristo, cuya señal es el aceite santificado de la unción.
Y por esto, también a las sacratísimas reliquias de los mártires,
que están debajo del altar divino como en un sepulcro, se les
infunde el mismo ungüento en lugar de este aceite, porque
a los perfectos se les debe infundir lo perfectísimo»66.
145. Aparece también en algunos eucologios de los si-
glos xv y xvi el rito de la unción de los difuntos (TÓ veKpcóo-iuov
IXcciov), que debían realizar siete presbíteros, para «aliviar el
alma de cualquier difunto con oraciones, cantos..., de las penas
acerbas de la otra vida». Este rito es como el de la unción de
los enfermos vivos, cambiando las oraciones y lecturas de la
Sagrada Escritura. Varía en cuanto que cada sacerdote enciende
en el sepulcro del difunto un papel untado en aceite, con lo cual,
como con un sacrificio, se promete que el alma será expiada
de todos sus pecados y liberada de cualesquiera penas 6 7 .
Pero con anterioridad, Nicéforo II, patriarca de Constanti-
nopla (1260-61), había condenado este uso. Después se aco-
modó el rito, en sus oraciones y lecturas, al estado de los di-
funtos.
65
Contra eos qui dicunt mortuos sacro oleo ungendos esse: P G 140,805.808.
66 De sacro ritu sancti olei sive Euchaelei c.286: P G 155,520; cf. c.287.
«7 Cf. GOAR, I . c , ibid.
P A R T E TERCERA

LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


EN DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO
UNIVERSAL Y EN LA REFLEXIÓN
TEOLÓGICA
CAPÍTULO V

ALGUNOS DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO


UNIVERSAL

/. Documentos del Magisterio romano en la


Edad Media

146. No repetiremos aquí lo que ya hemos dicho acerca


de Inocencio I (n.75), cuando exponíamos el pensamiento de
los primeros siglos de la Iglesia, según el orden de estratifica-
ciones históricas que nos habíamos propuesto en el estudio
de la unción de los enfermos.
Siguiendo la historia de la Iglesia, parece que los waldenses
primero y después los seguidores de Wiclef y de Hus habían
desestimado en algo, junto con otros sacramentos, el sacra-
mento de la unción de los enfermos. Por esto no será raro que,
entre las preguntas que el Magisterio les propone, algunas se
refieran a la fe en este sacramento que debe tener todo cristiano
y a la estima con que debe venerarlo.
Respecto de los orientales, encontramos también el em-
peño de Inocencio IV y de los dos concilios unionistas, II de
Lyón y de Florencia, en proponerles la auténtica doctrina ca-
tólica acerca de los sacramentos, y, como es obvio, también
acerca de la unción de los enfermos.
147. Así, Inocencio III (a. 1208) propone una fórmula o
profesión de fe para los waldenses en la cual enumera los sacra-
mentos de la Iglesia «que en ella se celebran con la cooperación
de la fuerza inestimable e invisible del Espíritu Santo». Des-
pués de mencionar el sacramento de la confesión y antes del
matrimonio, propone «la unción de los enfermos con óleo con-
sagrado [que] veneramos» l .
Inocencio IV (a. 1254), entre los ritos y doctrinas que se
debían inculcar a los griegos, formula expresamente, dentro
de una enumeración de los sacramentos de la Iglesia, que

1 Dz-Sch 794 (424).


§ 1. Magisterio romano en la Edad Media 95
"•* P.III c.5. Documentos del Magisterio universal
por el gusto y las palabras; en las manos, por el tacto; en los
«a los enfermos, según la palabra de Santiago Apóstol, se les pies, por el caminar; en los ríñones, por el deleite que allí hay.
procure la extremaunción» 2. »La forma de este sacramento es ésta: 'Por esta santa unción
En la profesión de fe propuesta al emperador Miguel Paleó- y su piadosísima misericordia, te perdone el Señor todo lo que
logo (a.1274) hacia el final del concilio II de Lyón (17 de julio has faltado por la vista'; y semejantemente en los demás miem-
de 1274), se menciona la enseñanza de la Iglesia acerca de «los bros.
siete sacramentos»: «uno es la extremaunción, que, según la doc- »E1 ministro de este sacramento es el sacerdote.
trina del bienaventurado Santiago, se aplica a los enfermos» 3 .
»E1 efecto es la salud del alma; y, en cuanto convenga al
Entre las preguntas que debían hacerse a wiclefitas y husitas
alma, la salud del mismo cuerpo. De este sacramento dice el
por orden de Martín V (a. 1418), aparece una que se refiere
a la unción: «Si cree que peca mortalmente el cristiano que des- bienaventurado Santiago Apóstol: ¿Enferma alguno entre vos-
precie la recepción de los sacramentos de la confirmación o extre- otros? Que llame a los presbíteros de la Iglesia y que oren sobre él,
maunción o la solemnización del matrimonio» 4 . ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor; y la oración de la
148. En el famoso decreto pro Armenis (a. 1439.), emanado fe salvará a,l enfermo, y él Señor le aliviará; y, si estuviere en
del concilio de Florencia 5 para instrucción de los armenios con pecados, se le perdonarán» 9 .
la doctrina comúnmente admitida y enseñada en la Iglesia, entre
los sacramentos se menciona, después de la penitencia y antes En los teólogos medievales
del orden, la unción de los enfermos:
Expresamente se dice que es uno de los siete sacramentos 149. El número septenario de los sacramentos, admitido
de la Nueva Ley que «contienen la gracia y la confieren a los ya claramente en las sumas medievales *° desde alrededor del
que los reciben dignamente» 6 . «Si por el pecado—continúa— año 1145, cuatro siglos antes de la definición tridentina n ,
incurrimos en enfermedades del alma, por la penitencia sana- comprendía obviamente el sacramento de la extremaunción.
mos espiritualmente; y también espiritualmente y corporalmen- Aun aquellos orientales, como San Teodoro Estudita (759-
te, según convenga al alma, por la extremaunción» 7 . «Este sa- 826) y el monje Job 12 , que consideraban sacramento el santo
cramento, que no imprime carácter, admite reiteración» 8 . hábito, o profesión monacal (TO ctyiov cr)(íí¡ja), no aumentaban
Más adelante explicará detenidamente la naturaleza y efec- el número septenario, pero juntaban el santo z\iy£\aiov con
tos de la unción de los enfermos: la penitencia 13 .
«El quinto sacramento es la extremaunción, cuya materia Por esto, en la Edad Media más próxima a nosotros, desde
es el aceite de oliva bendecido por el obispo. Este sacramento el siglo XII, no hay duda posible sobre el carácter de sacramento
no debe administrarse sino al enfermo por cuya vida se teme; que la teología y el Magisterio conceden a la unción de los en-
que debe ser ungido en estas partes: en los ojos, por la vista; fermos.
en las orejas, por el oído; en la nariz, por el olfato; en la boca, Esta misma consideración de sacramento atribuida a la
2 Dz-Sch 833 (451). unción en el siglo x n es afirmada por historiadores protestan-
3 Dz-Sch 860 (465). tes. Es más, conceden que ya en el siglo v m existía como rito
4 Dz-Sch 1259 (669). para curar la enfermedad corporal; añaden que más adelante
5
Sobre el valor de este documento en su aspecto teológico véase lo que
decimos en Ministros de Cristo. Sacerdocio y sacramento del orden (Madrid,
9
BAC, 1971) n.223s. Consideramos el decreto pro Armenis como un docu- Dz-Sch 1324S (700).
10
mento doctrinal en que se da la instrucción de lo que prácticamente se hace en Gf. M . NICOLAU, Teología del signo sacramental (Madrid, BAC, 1969)
la Iglesia en lo tocante a sacramentos. Bibliografía en el lugar antes indicado. 11.247SS.
s Dz-Sch 1310 (695). " Ses.7 (a.iS47): Dz-Sch 1601 (844).
7 Dz-Sch 1311 (695). 12
Probablemente, Job Jasita, contemporáneo de Miguel Paleólogo.
s Dz-Sch 1313 (695)- 13
Cf. M . JUGIE, Theologia dogmática christianorum orientalium 3 (Pa-
rís 1930) p.17-19; M . NICOLAU, Teología del signo sacramental n.248.
96 P.III c.5. Documentos del Magisterio universal § II. Perspectivas presentes al concilio de Trento 97

(siglo ix) pasó a ser rito para curar las enfermedades espiritua- núa—, no puede un apóstol con su autoridad instituir un sa-
les; es decir, para borrar pecados. Y así llegó a adquirir pleno cramento; o sea, dar una promesa divina con un signo. Esto
carácter de sacramento en el siglo x n 14. sólo lo podía hacer Cristo. Y así, San Pablo escribe que recibió
del Señor el sacramento de la eucaristía y que fue enviado no
//. Perspectivas presentes al concilio de Trento a bautizar, sino a evangelizar.
[Pensamos que tiene razón Lutero cuando dice que es Cristo
Los reformadores el que ha de instituir un sacramento; es decir, ligar a un signo
sensible la eficacia de la gracia divina; pero puede haber dife-
Lutero rentes maneras de institución (genérica o específica en el signo,
150. Lutero (1483-1546), en su libro De captivitate baby- es decir, en la materia y forma, y la específica, mudable por la
lonica Ecclesiae praeludium (a. 15 20) 1 5 , llega a hablar de la cau- Iglesia o inmudable), según admiten diversas teorías de teólo-
tividad en que piensa están los sacramentos; y entre ellos el de gos católicos 2 0 . El concilio Tridentino definirá como de fe
la extremaunción 16 . la institución de los siete sacramentos por Jesucristo.]
Desagrada a Lutero el que los teólogos católicos llamen 152. Dice el reformador que en el Evangelio no se lee
sacramento a este rito de la unción. También les atribuye «el en ninguna parte el sacramento de esta unción extrema 21 .
que no deba darse sino a los que están en peligro último [Y así es que no se lee de ninguna manera expresa; ni era nece-
de vida» 17. sario. Muchas cosas relativas a su Iglesia pudo el Señor enco-
No piensa mal cuando dice que estos «agudos dialécticos» mendarlas a la instrucción oral de los apóstoles. Estos no las
consideran la unción extrema de una manera relativa, ya que inventarían si superaban su capacidad y autoridad para comu-
la primera unción es la del bautismo, y las siguientes son las nicar la gracia con un signo sensible. Pero se comprende por
de la confirmación y el orden 18. esta expresión de Lutero que después el Tridentino insistiera
Dice que «han delirado», sobre todo en este particular, los en ver en Me 6,13 la «insinuación» del sacramento de la unción.]
teólogos católicos que han querido ver en la carta de Santiago I
53- Se extraña Lutero que la Iglesia—según él piensa—
(S,i4s) la promesa de la remisión de los pecados y el signo de la por propia autoridad haya cambiado y resistido lo que el após-
unción; las dos cosas (promesa y signo) en que Lutero hace tol propone, ya que Santiago propone una unción general para
consistir todo verdadero sacramento. todos los enfermos (Si alguno está enfermo; no dice: «Si alguno
151. Piensa Lutero que es dudoso que esta carta sea del muere»), y los católicos—piensa—hacen una unción extrema
apóstol Santiago, aunque por costumbre—dice—ha obtenido y singular. No le importan las palabras de Dionisio en su
alguna autoridad 19 . Pero, aunque fuera del apóstol—conti- Ecclesiastica hierarchia. Dice Lutero que por haber entendido
14
Acerca del pensamiento y evolución doctrinal de los teólogos de la
mal las palabras del apóstol, se había hecho injuria a los demás
Edad Media en torno a la unción de los enfermos, señalamos los siguientes enfermos 22 . [No negaremos que en alguna parte de la Iglesia
trabajos: H. WEISWEILER, Das Sakrament der letzten Olung in den systema- pudo haberse pensado que la unción era para los ya moríbun-
tischen Werken der ersten Frühscholastik: Scholastik 7 (1932) 321-59.525-60;
P. BROWE, Die letzte Olung in der abendldndischen Kirche des Mittelalters:
ZeitschKathTheol 55 (1931) 5 I S-6i; E. MARCOTTE, L'Extréme-Onction et la exponen en la historia del canon de los libros sagrados y en las introduccio-
mort d'aprés S, Thomas d'Aquin: RevUnivOttava 30 (1960) 65-88. nes al comentario de la mencionada carta. En cuanto a la inclusión desde
15
D. Martin Luthers Werke, ed. Weimar, t.6,497-573, antiguo de la carta de Santiago en el canon de los libros sagrados, véase
16
Ibid., p.567-71. más arriba, n. 11.
20
17
«... alteram, quod extremam faciunt, sitque nunc sacramentum ex- Cf. M . NICOLAU, Teología del signo sacramental n.436-47.
21
tremae unctionis, quae, nisi in extremo vitae agentibus periculo, dari non De captivitate babylonica: Werke, ed. Weimar, 6,568.
22
debeat...» (ibid., p.567). Ibid., p.568. Dionisio menciona y explica el misterio del ungüento
18
Ibid., P.567S. y de la unción en De eccles. hierarchia c.4; y habla sobre la unción de los
19
Las cuestiones relativas a la canonicidad de la carta de Santiago se muertos, ibid., c.7 § 8s: P G 3,47233.5645.
Unción de los enfermos 7
98 P.1I1 c.5. Documentos del Magisterio universal § //. Perspectivas presentes al concilio de Trento 99
dos; pero éste no fue un error general (cf. n.i3iss.232ss). Y el l.i fuerza contraria..., quieren que sea la unción extrema, para
concilio de Trento se encargará después de poner las cosas que no permanezca en pie esta promesa, esto es, para que el
en su punto al decir que este sacramento es para todos los en- sacramento no sea sacramento»... 24 [Como se ve, de nuevo
fermos de peligro y, sobre todo (no únicamente), para «los que nquí aparece un falso supuesto acerca de la doctrina católica
se van».] de la unción. La salud corporal es una de las finalidades o efec-
154. Insiste Lutero en que «la promesa del apóstol expre- tos de la unción, como dijo el Tridentino (n.171) y nosotros
samente dice que la oración de la fe salvará al enfermo y el explicaremos largamente (n.2i2ss). Pero es efecto condicionado.]
Señor lo aliviará, etc. Mira: el apóstol manda que se unja y se ore 156. Omitimos los insultos de Lutero contra los «doc-
para que sane el enfermo y se alivie; esto es, para que no muera tores de la Ley». Rechaza asimismo que se trate de la confesión
ni sea unción extrema; lo cual lo prueban hasta hoy las oracio- auricular en las palabras de Santiago (5,16): Confesaos mutua-
nes que se dicen durante la unción, que piden que el enfermo mente vuestros pecados 25 .
sane. Y ellos, por el contrario, dicen que no hay que dar la Prosigue: «Pero ni siquiera guardan éstos lo que manda el
unción sino a los que se mueren (decessuris); es decir, para que apóstol: que vengan los presbíteros y oren sobre el enfermo.
no sanen y se alivien. Si la cosa no fuese seria, ¿quién pudiera Apenas se envía un pobre sacerdote, siendo así que el apóstol
contener la risa por estas glosas tan bellas, aptas y sanas de las quiere que estén muchos presentes; no por la unción, sino por
palabras apostólicas? ¿No se ve aquí abiertamente la insipien- la oración. Por donde dice que la oración de la fe salvará al
cia sofística, que afirma en este lugar, como en muchos otros, enfermo, etc.; aunque para mí es incierto si debe entenderse
lo que niega la Escritura, y niega lo que ella afirma? ¿Por qué, de los sacerdotes, pues dice presbíteros, esto es, ancianos»... 26
pues, no damos las gracias a maestros nuestros tan eximios? I Ya hemos explicado (n.18) cómo debe entenderse esta expre-
Con razón dije que en ninguna parte se ha delirado de modo NÍÓII de presbíteros de la Iglesia.]
tan insigne como en ésta» 2i. [El lector que conozca la doctrina
«Por esto pienso que esta unción es la misma que en
católica acerca de la unción y la del concilio de Trento verá
Me 6, [13] se escribe de los apóstoles: Ungían con aceite a mu-
que las palabras de Lutero no son a propósito y proceden de
chos enfermos y sanaban; un rito de la primitiva Iglesia con que
un falso supuesto. La unción, según la doctrina católica, no
hacían milagros sobre los enfermos; rito que ya se acabó; así
era exclusivamente para los moribundos, y se administraba tam-
como, en el capítulo último de Marcos [16,173], Cristo con-
bién para curar a los enfermos, según puso en claro el Tri-
cede a los creyentes quitar serpientes, poner las manos sobre
dentino.]
los enfermos», etc. 27
155. Lutero, partiendo siempre del falso supuesto de que Y se extraña Lutero de que los católicos no hayan hecho
la unción (según atribuye a los teólogos católicos) es sólo para también sacramentos de estas cosas que promete aquí Cristo.
los moribundos, se propone la siguiente dificultad: «Si la unción [El lector comprende que en estas palabras de Cristo no hay
es sacramento, debe ser (como dicen) signo eficaz de aquello Nigno eficaz de gracia, ni han sido consideradas como sacra-
que significa y promete. Pero promete la salud y el restableci- mento por la tradición.]
miento del enfermo, como dicen las palabras manifiestas: La 157. En definitiva, para Lutero no hay en la carta de San-
oración de la fe salvará al enfermo y le aliviará el Señor. ¿Quién
tiago un sacramento, sino sólo un consejo del apóstol, tomado
no ve que esta promesa se cumple en pocos; es más, en nin-
del evangelio de Me 6,13, y como un resto de él. Y este con-
guno? Porque, entre mil, apenas uno se restablece; y esto
m-jo «no se da a cualesquiera enfermos, ya que la gloria de la
nadie piensa que es por el sacramento, sino por beneficio de la
Iglesia está en la enfermedad, y el morir es ganancia, sino
naturaleza o de la medicina; porque al sacramento le atribuyen
" Ibid., p.569. 26 Ibid.
23 25
De captivitate babylonica: Werke 6,568s. Ibid. 27 Ibid., P.569S.
100 P.HI c.5. Documentos del Magisterio universal § //. Perspectivas presentes al concilio de Trento 101
solamente a aquellos que llevarían la enfermedad con cierta 159. En resumen, Lutero se expresa de la siguiente manera:
impaciencia y con ruda fe; a los cuales dejó el Señor para que «No condeno este sacramento nuestro de la unción extrema,
en ellos resplandecieran los milagros y la virtud de la fe» 28 . pero niego constantemente que sea lo que manda el apóstol
[Era, pues, diríamos, pobre la idea que tenía Lutero del con- Santiago, puesto que no conviene con aquello ni en la forma,
tenido de Sant 5,i4s. Según él, se trata en este lugar de un ni en el uso, ni en la eficacia, ni en el fin. Lo contaremos, sin
mero consejo, no de un sacramento; y la finalidad del rito es embargo, entre aquellos sacramentos que nosotros hemos es-
sólo la salud corporal; y esto para gente impaciente y de fe tablecido, como son la consagración y aspersión de la sal y del
incipiente.] agua... No negamos—prosigue—que por la unción se conceda
158. Según Lutero, «Santiago atribuye la promesa de sa- remisión y paz; no porque sea un sacramento instituido por
lud y de remisión de pecados no a la unción, sino a la oración Dios, sino porque el que lo recibe piensa que así se le hará».
de la fe. Porque dice: Y la oración de la fe salvará al enfermo Y se extiende sobre la eficacia de la fe 31 .
y le aliviará el Señor; y, si estuviese en pecados, se le perdonarán. Bien se ve por estas palabras y por todo lo que antes hemos
El sacramento no exige la oración o la fe del ministro, ya que expuesto que el pensamiento de Lutero sobre la unción de los
también el impío bautiza y consagra sin oración; sino que se enfermos es un pensamiento limitado y restringido a un rito
apoya en la sola promesa e institución de Dios, exigiendo la fe de mero sacramental, según el tecnicismo de la teología cató-
del que lo recibe»... 2 9 . [Es verdad que el sacramento se apo- lica, y que la eficacia de este rito provenía de la fe subjetiva de
ya en la promesa e institución de Jesucristo, y por ello, por ha- aquel a quien se le aplicaba. Pensaba también el reformador
cerse en nombre de Cristo, produce su efecto ex opere operato que en la Iglesia se restringía el uso de la unción a sólo los mo-
(por la misma obra que se obra). Es también verdad que, ribundos y que no se tenía presente el efecto de curación cor-
normalmente, exige la fe del que lo recibe, aunque su eficacia poral. Pero en esto su pensamiento era inexacto, como lo de-
no es sólo psicológica, por la sola fe del que lo recibe, sino mostrará el concilio Tridentino, señalando claramente el su-
por la acción de Cristo. Es asimismo verdad que el sacramento jeto a quien se puede administrar el sacramento y los efectos
es válido aunque el ministro sea pecador, con tal de que tenga que produce (cf. n.171).
la intención de hacer lo que instituyó Cristo, y lo haga debida-
mente en la materia y forma... Pero las palabras de Santiago Calvino
no atribuyen la curación a la sola oración de la fe; inmediata-
mente antes ha hablado de la oración y de la unción (las dos 160. Calvino (1509-64) escribe sobre la «extremaunción»
cosas: oren sobre él, ungiéndolo en el nombre del Señor), y a todo en sus Instituciones de la religión cristiana (I.4) 32 .
este rito atribuyen la eficacia (cf. n.i9ss). Si se dice que la Propone con más exactitud que Lutero, pero tampoco de
oración de la fe salvará al enfermo, el rito entero, del que acaba una manera completa, el pensamiento de la Iglesia romana
de hablarse, se designa por una de sus partes; ciertamente, la acerca de este sacramento. Piensa que la extremaunción es una
más importante y determinante del sentido del rito, que im- «de las cinco ceremonias que se han llamado falsamente sacra-
porta hacer con fe.] mentos» 33 . Dice que «no se administra si no es por un sacer-
dote, y esto al final de la vida; y con aceite consagrado por el
«No hay duda—continúa Lutero—que, si hoy se hiciera obispo y por esta forma de palabras: 'Dios, por esta santa un-
una tal oración [con fe] sobre el enfermo, esto es, por los más ción y por su misericordia, te perdone todo lo que le has ofen-
ancianos, venerables y santos varones, con plena fe, sanarían dido por el oído, la vista, el olfato, el tacto y el gusto'. Y fin-
cuantos quisiéramos» 3 0 .
31
Ibid., P.570S.
28 Ibid., p.570. 32
JEAN CALVIN, Institution de la religión chrétienne I.4. (Genéve, ed.
29 Ibid. Fides et Labor, 1958) c.19 n.18-21 p.431-34.
30 Ibid. 33
Tít. del c.19; ibid., p.418.
102 P.1II c.5. Documentos del Magisterio universal § //. Perspectivas presentes al concilio de Trento 103

gen—dice de los teólogos católicos—que hay dos virtudes en embargo, que esta unción era para los primeros tiempos de la
este sacramento; a saber, la remisión de los pecados y el alivio Iglesia 37.
de la enfermedad corporal, si es conveniente, o la salud del Piensa Calvino que por el hecho de que los apóstoles usa-
alma» 34 . ran el aceite para curar, es injurioso al Espíritu Santo decir
Bien se ve que la información de Calvino es superior y más que el aceite es la virtud y eficacia del Espíritu; como «si toda
exacta que la que ofrecía Lutero acerca del pensamiento de la paloma fuera el Espíritu Santo porque apareció en forma de
Iglesia sobre la unción. tal».
161. Calvino sabe que la Iglesia romana se basa en Sant Rechaza que la unción sea un sacramento, porque no es
5,i4s para realizar esta unción; pero la considera, como la im- ceremonia instituida por Dios ni tiene promesa de Dios 38.
posición de manos, como «una bufonería e imitación símica 163. Según Calvino, la unción, tal como se hace, no se
(singerie), con la cual, sin propósito y sin utilidad, quieren conforma con las prescripciones de Santiago, porque sólo un-
imitar (contrefaire) a los apóstoles» 35 . Los apóstoles en su gen «a los semimuertos, cuando el alma está próxima a salir, o,
primera misión echaban los demonios, sanaban los leprosos, como dicen, al final de la vida. Si tienen en su sacramento una
curaban los enfermos, y a éstos usando el aceite (Me 6,13); lo medicina presente para suavizar el rigor de la enfermedad o
cual es—dice Calvino—lo que Santiago tuvo presente al en- para aportar algún alivio al alma, son muy crueles si nunca lo
cargar que se llamase a los ancianos... remedian a tiempo» 39 .
Pero el Señor procedía en estas cosas exteriores—añade— Discute también por qué sólo los sacerdotes y pastores or-
con mucha libertad: con barro y saliva, por contacto, por la dinarios administran la unción. Asimismo, ridiculiza el rito
palabra. Y así, los apóstoles, por la sola palabra, por contacto; que había en su tiempo para la consagración de óleos y discute
otros, con unción. que por la unción se perdonen los pecados. También atribuye
«Pero podrán decir—prosigue—que esta unción no ha sido a Inocencio I «que todos los cristianos podrían usar la unción
tomada temerariamente de los apóstoles...» con sus enfermos, y no solamente los sacerdotes» 40 .
Para Calvino, sin embargo, la unción «no era instrumento Por lo expuesto, bien vemos la deficiente información que
de salud, sino solamente un signo mediante el cual fuera ins- tenía Calvino sobre el pensamiento de la Iglesia acerca de la
truida la ignorancia de los simples», para que no tributaran la unción de los enfermos.
gloria a los apóstoles. Por lo demás, en la Escritura (Sal 45,8) El concilio de Trento pondría en su luz la verdadera doc-
—dice—se significan el Espíritu Santo y sus dones por el aceite. trina católica sobre este sacramento y reformaría algunos abu-
Pero el don de curación milagrosa y carismática que había sos.
al principio de la Iglesia, hoy día ya no existe 36 . 164. Refiriéndose Calvino al pasaje de Sant 5,i4s, resume
162. Pregunta Calvino por qué hacer de la unción un sa- su pensamiento acerca de la unción: «Este texto es el que apor-
cramento y no de todos los signos que menciona la Escritura; tan magníficamente los papistas cuando quieren poner a la
por qué no una piscina de Siloé para que se bañasen todos los venta su extremaunción. Pero omito exponer ahora cuánto dis-
enfermos (cf. Jn 9,7); por qué no echarse sobre los muertos, te su corruptela de la antigua institución a que se refiere San-
como San Pablo, para que resucitaran (Act 20,10.12); o hacer tiago. Solamente digo que mala e ignorantemente se hace fuer-
un sacramento con saliva y polvo... za a este texto para que la extremaunción sea y se llame sacra-
Hace responder a los católicos que todo esto no está man- mento, cuyo uso deba durar perpetuamente en la Iglesia. Con-
dado, y sí manda Santiago la unción... Afirma Calvino, sin
37 N . I 9 p.433.
34 I b i d . , n.18 p . 4 3 1 . 38 N . 2 0 p-433-
35 N . 1 8 p . 4 3 2 . 3» N . 2 I p.434.
40
3<> N . 1 8 p . 4 3 2 . N.21 p.434.
104 P.III c.5. Documentos del Magisterio universal § II. Perspectivas presentes al concilio de Trento 105
fieso ciertamente que fue empleado por los discípulos de Cristo confesamos también que la carta de Santiago manda que sean
como sacramento (pues no asiento a los que piensan que fue convocados a los enfermos los presbíteros de la Iglesia para que
medicamento); pero como la verdad de este signo sólo duró por los unjan con aceite y oren por ellos para conseguir la salud;
algún tiempo, también el símbolo digo que era temporal. Y esto es y que el oficio de los ministros de la Iglesia exige también hoy
claro, porque nada más absurdo que llamar sacramento a lo que visiten a los enfermos y que los consuelen tanto con la pre-
que está vacío ni nos ofrece verdaderamente la cosa significada. dicación del Evangelio como con la dispensación de la sagrada
Todos deben confesar que el don de curación era temporal, y cena, y que oren por su salud junto con la Iglesia.
lo demuestra la cosa misma; luego el signo de esta cosa no debía
ser perpetuo. De donde se sigue que no son verdaderos imita- »II. Pero negamos: i.°, que este rito de la unción sea en
dores, sino simios de los apóstoles, los que hoy ponen la unción adelante útil en la Iglesia, puesto que ya ha cesado el don de
entre los sacramentos, a no ser que al mismo tiempo restitu- sanación milagrosa; 2. 0 , que sea sacramento del N.T. verdade-
yan el efecto que Dios quitó del mundo hace mil cuatrocientos ra y propiamente dicho, instituido por Cristo y que deba ser
años. Y así, nosotros no peleamos sobre si la unción fue alguna tenido por tal bajo excomunión» 43 .
vez sacramento, sino a ver si nos ha sido dada para que hoy la 167. Como puede advertirse por lo dicho anteriormente,
usemos. Esto último es lo que negamos, porque consta que lar- el pensamiento de los reformadores propone la unción de los
go tiempo cesó la cosa significada»41. enfermos como un mero rito que no es sacramento, porque—di-
Es, pues, claro el pensamiento de Calvino: la unción de los cen—no ha sido instituido por Cristo ni tiene promesa adjun-
enfermos era de índole carismática en sus comienzos; no discu- ta de gracia. Además, este rito, útil cuando en la Iglesia exis-
te si entonces debía llamarse sacramento; pero, habiendo cesa- tió el carisma de las sanaciones milagrosas, hoy es un rito des-
do sus efectos curativos, niega que hoy deba usarse, porque sería fasado e inútil.
un signo vacío sin la cosa significada. Piensan, pues, los protestantes que este rito fue cayendo en
Además sólo considera en ella el efecto pasado de curación desuso al cesar las curaciones carismáticas, y por esto se esfuer-
carismática, no otros efectos de perdón de los pecados, confor- zan en averiguar y demostrar cuándo fue introducido en la
tación espiritual, curación normal, etc. Iglesia como sacramento.
A. Harnack (1851-1930) escribe que Santo Tomás fue el
Los seguidores de Lutero y de Calvino primero en afirmar que este sacramento fue instituido por Cris-
to 44.
165. Siguiendo el pensamiento de Lutero, la Apología de
la confesión de Augsburgo (a.1531) declaraba no admitir la un- / . Augusti (1771-1841) asevera que fue recibido comúnmen-
ción como sacramento: «La confirmación y la extremaunción te y contado entre los sacramentos desde el siglo xn, al menos
—decía—son ritos recibidos de los Padres que ni la Iglesia en la Iglesia occidental, sobre todo por obra de los escolásticos;
misma considera como necesarios para la salvación, porque no en particular, Pedro Lombardo, Tomás de Aquino, Hugo de
hay precepto del Señor sobre ellos. Por esto no es inútil distin- San Víctor, etc. 45
guir estos ritos de aquellos otros superiores [los sacramentos] G. E. Steitz pensó que Inocencio I no atribuyó a la unción
que tienen mandato expreso de Dios y promesa de gracia» 42 . la categoría de sacramento; que la doctrina de la unción se des-
arrolla desde fines del siglo vni, hasta que en el siglo xn liega
166. Por su parte, los seguidores de Calvino, en su Decla- a ser el sacramento de los moribundos 46 .
ración thoruniense (a. 1645), formulaban así su parecer: 43
I. CHR. G. AUGUSTI, Corpus librorum symbolicorum, qv.i in Ecclesia
«I. Confesamos que los apóstoles ungieron a los enfermos Reformatorum auctoritatem publicam obtinuerunt P.435S; KERN, p.4s.
44
con aceite, con lo cual éstos consiguieron la salud corporal; 45
Dogmengeschichte* t.3 p.545; KERN, p.5.
41 Denkwürdigkeiten aus der christlichen Archáologie t.9 p.473; KERN, p.5.
Comment. in Iac 5,i4s; cf. KERN, p.62. 46
Real-Encyclopadie für protestantische Theologie und Kirche3 t.io p.728;
42
HASE, IJbri symbolici Ecclesiae evangelicae2 p.201; KERN, p.4. K E R N , p.5.
106 P.UI c.5. Documentos del Magisterio universal § III. En el concilio de Trento 107
el final de la vida, por cuanto el adversario nuestro, que no
47
III. En el concilio Tridentino deja de buscar ocasiones para devorar (cf. 1 Pe 5,8), las pro-
cura, sobre todo, para perder y quitar la confianza y pertur-
168. La postura de T r e n t o no admite vacilaciones en lo bar cuando se acerca el fin52.
tocante a la unción de los enfermos como sacramento. 170. El concilio «profesa, y enseña, y propone, como cosa
Ya en el decreto de los sacramentos (en general), del 3 de que se debe creer y sustentan 5 3 por los fieles cristianos, la doc-
marzo de 1547 (sesión 7. a ), se definió, j u n t o con los otros seis trina de los capítulos relativos a la unción 5 4 . Y define solemne-
sacramentos, la existencia del sacramento de la extremaunción mente algunos cánones q u e recogen la doctrina de los capí-
como «verdadero y propio sacramento» «instituido por Cristo tulos 5 5 .
nuestro Señor» ( c a n . i . 0 ) 4 8 . Y en la profesión de fe tridentina L o primero q u e enseña y profesa el concilio es que se tra-
volverá a enumerarse la extremaunción entre los siete sacra- ta de un sacramento verdadera y propiamente dicho del N . T .
mentos de la Nueva Ley instituidos por Jesucristo nuestro instituido por Jesucristo nuestro Señor. Este sacramento se
Señora insinúa en San Marcos (6,13), y se recomienda y se promulga
169. Expresamente, y en particular sobre este sacra- por Santiago (s,i4s), con expresa alusión al texto de este
mento, se propuso ampliamente la doctrina católica en la se- apóstol. D e estas palabras de Santiago—prosigue—, la Igle-
sión 14. a (25 de noviembre de 1551) 50 , después de p r o p o - sia, como ha aprendido por tradición apostólica, enseña cuál
ner la relativa al sacramento de la penitencia. es la materia, la forma, el propio ministro y el efecto de este
E n T r e n t o se dio remate a los trabajos preparatorios, q u e sacramento.
habían comenzado en Bolonia 5 1 . «La materia—entendió la Iglesia—es el aceite bendecido
La razón de j u n t a r el sacramento de la unción con el de la por el obispo, porque la unción representa aptísimamente la
penitencia, en el Proemio se declara ser p o r q u e los Padres han gracia del Espíritu Santo, q u e invisiblemente unge el alma
considerado aquel sacramento como «consumativo de la peni- del enfermo. La forma son aquellas palabras: 'Por esta u n -
tencia y de toda la vida cristiana, q u e debe ser una perpetua ción'», etc. 5 6
penitencia». Por eso, Jesucristo—continúa el concilio—que en C o m o se ve, el concilio de T r e n t o vuelve a sancionar la
los otros sacramentos proveyó auxilios máximos para que los doctrina tradicional de la Iglesia y condena expresamente al
cristianos se conservaran íntegros durante su vida, robusteció que negare q u e <la extremaunción es u n sacramento verdade-
como con auxilio firmísimo el final de la vida con el sacramento ra y propiamente dicho instituido por Cristo nuestro Señor y
de la extremaunción. promulgado por el bienaventurado Santiago Apóstol» y q u e
Propone el concilio la razón de este cuidado especial para «no es u n mero rito recibido de los Padres o figmento h u -
mano» 5 7 .
47
Cf. Concilium Tridentinum. Diariorum, Actorum, Ephtularum, Tracta- 171. La «res»58 y los efectos del sacramento los descubre
tuum nova collectio, ed. Societas Gorresiana (Friburgi B. 1901SS) vol.6,
9S;i23-307-343-347-366.6oo-6i8; vol.7,233-287.292-359; A. DUVAL., L'ex- T r e n t o en las palabras del apóstol Santiago, que cita. «Por-
tréme-onction au concile de Trente. Sacrement des mourants ou sacrement des
malades?: La Maison-Dieu n.101 (1970) 127-72; F. CAVALLERA, Le décret 52 Dz-Sch 1694(907).
du concile de Trente sur la pénitence et Vextreme onction: BullLitEccl, sobre 53 Dz-Sch 1700(910).
todo a.1923, p.277-93; a-i938, p.3-29; L. GODEFROY, Extreme Onction 54 Dz-Sch I905(9o8)-I70o(9io).
d'aprés le concile de Trente et les théologiens postérieurs: D T C (art. Extreme 55 Dz-Sch I7i6(926)-I7i9(929).
Onction) 5,1997-2014. 56 Doctrina de sacramento extremas unctionis c.i: Dz-Sch 1695(908).
57 Can.i: Dz-Sch 1716(926).
« Dz-Sch 1601(844).
4
¡> Dz-Sch 1864(996). 58 Por las denominaciones de «sacramentum tantum» se entiende el signo
50 o rito sensible sacramental considerado en sí mismo; por «res sacramenti»,
Dz-Sch I694(907)-i7oo(9io).i7i6(926)-i7i9(g29). el efecto producido por el sacramento válido, y por «res et sacramentum»,
51
Concilium Tridentinum, ed. Soc. Gorresiana, vol.6, en las páginas lo que es efecto del sacramento (res) y al mismo tiempo es signo (sacra-
indicadas para este volumen en la nt.i de este párrafo.
108 P.III c.5. Documentos del Magisterio universal I. La institución 109
que esta res es la gracia del Espíritu Santo, cuya unción borra ligro, que parecen estar al final de su vida; por lo cual ha sido
los pecados, si todavía quedan algunos por expiar, y las reliquias llamado sacramento de los que se van».
del pecado [éste es el primer efecto que señala Trento, sin duda Sostiene también el concilio que no se repite la unción
por su importancia. Y añade:] y alivia y robustece el alma del dentro del mismo peligro de la enfermedad al afirmar positi-
enfermo, excitando en él una gran confianza de la divina mi- vamente que, «si los enfermos convalecieren después de re-
sericordia; mediante la cual confianza, aliviado el enfermo cibir esta unción, podrán ser ayudados de nuevo con el auxi-
lleva más levemente las molestias y trabajos de la enfermedad lio de este sacramento cuando cayeren en otro semejante pe-
y resiste más fácilmente a las tentaciones del demonio, que ligro de vida» 61,
insidia al calcañar [Gen 3,15], y consigue a veces la salud del 173. Al final, el concilio menciona, rechazándolos, los
cuerpo cuando conviniere a la salud del alma». principales errores de los reformadores en lo tocante a la un-
El canon 2. 0 correspondiente a este capítulo insistirá para ción de los enfermos. Va—dice—contra las palabras claras del
la unción en el efecto general de todo sacramento, que es el apóstol Santiago decir que esta unción es invención humana
de conferir la gracia, y en los efectos específicos de la extre- o rito recibido de los Padres, pero que no tiene mandato de
maunción, que son «perdonar los pecados, aliviar a los enfer- Dios ni promesa de gracia; o aseverar que esta gracia ya cesó,
mos», con expresa condenación de las ideas protestantes, como como si sólo se tratara de la gracia de curaciones en la Iglesia
si la unción hubiera sido en otro tiempo una mera gracia de primitiva; o el decir que el rito y el uso que observa la Iglesia
curaciones 5 9 . romana en la administración de este sacramento repugna a las
172. También, respecto de los ministros y del sujeto de palabras del apóstol Santiago, y que, por lo tanto, hay que
este sacramento, el Tridentino reconoce en la carta de Santiago cambiarlo; o afirmar que la extremaunción puede sin pecado
que «los propios ministros de este sacramento son los presbí- ser despreciada por los fieles...62
teros de la Iglesia, con cuyo nombre en este pasaje no son de
entender los ancianos en edad o los primates del pueblo, sino
los obispos o los sacerdotes ordenados rectamente por aqué-
llos por la imposición de las manos del presbiterio [1 Tim 4,14]». CAPÍTULO VI
Es lo que quedará definido solemnemente en el canon 4. 0 :
que los presbíteros de la Iglesia de que habla en este lugar INSTITUCIÓN Y CONSTITUTIVOS
Santiago son los sacerdotes ordenados por los obispos y no los DEL SACRAMENTO
ancianos en edad que hubiere en las comunidades. Y además
define expresamente el concilio que «por esto el propio minis- I. La institución del sacramento l
tro de la extremaunción es sólo el sacerdote» 6 0 .
Por lo que toca al sujeto del sacramento, ve también el Definición de Trento
concilio en la carta de Santiago que «esta unción debe aplicar-
174. La institución por Jesucristo del sacramento de la
se a los enfermos, sobre todo a aquellos que están en tanto pe-
unción de los enfermos quedó muy recalcada contra los re-
mentwn) de una colación de gracia. Así, p.ej., el carácter que imprimen al- formadores en el concilio de Trento. Expresamente se ense-
gunos sacramentos es res (efecto) y sacramentum (signo), porque significa ñó y definió solemnemente en él que «la sagrada unción de los
ulteriormente la colación de gracia. La presencia real de Cristo en la euca-
ristía es res el sacramentum, porque es efecto y al mismo tiempo significa
la ulterior colación de gracia. Cf. M. NICOLAU, Teología del signo sacra- 61 Dz-Sch 1698 (910).
mental n.187. 62 C.3: Dz-Sch 1699 (9io).i7i8 (928). Más arriba (n.isoss) hemos indi-
cado los errores de algunos reformadores, a los que se alude.
59 Dz-Sch 1696 (90o).i7i7 (927).
1 Cf. DORONZO, 1, 198-316; SOLA, n.242.
«o Dz-Sch 1697 (gio).i7i9 (929).
110 P.III c.6. Institución y constitutivos del sacramento § I. La institución 111
10
enfermos es verdadero y propio sacramento del N.T.» 2 m s _ dicen ser de la primera opinión Hugo de San Víctor y Pe-
tituido por Cristo nuestro Señor 3 . Expresamente rechaza el dro Lombardo n .
concilio las afirmaciones contrarias de los reformadores 4
La manera como entienden los teólogos católicos esta ins- Otras declaraciones del Magisterio
titución por Jesucristo es la de una institución inmediata, por-
176. Más adelante volverá a repetirse, en la profesión de
que la definición del Tridentino va dirigida principalmente
fe prescrita fa.1743,) a los orientales, la sacramentalidad de la
contra los reformadores, que admitían algunos sacramentos
extremaunción 12 .
como ritos eclesiásticos que mediatamente venían de Cristo.
Así, la unción de los enfermos vendría mediatamente de la Y se condenará una de las proposiciones de los modernistas
práctica de los apóstoles de ungir a los enfermos (Me 6,13), (decreto Lamentabili, 1907), según la cual «Santiago en su car-
aprobada por Cristo. ta no pretende promulgar ningún sacramento de Cristo, sino
recomendar una costumbre piadosa; y si en esta costumbre
Al no constar expresamente en los evangelios el momento
ve quizá algún medio de gracia, no lo toma con aquel rigor
en que Cristo instituyó como sacramento la unción de los en-
con que lo tomaron los teólogos que establecieron la noción
fermos, queda como hipótesis referirlo al tiempo entre la re-
y el número de los sacramentos» 13 .
surrección y ascensión, en que Cristo, según Act 1,3, hablaba
con ellos sobre el reino de Dios.
Opiniones inaceptables
175. A la vista de esta doctrina de Trento, aparece hoy
como singular y rara la opinión que describe Dionisio Cartu- 177. Los esfuerzos por descubrir antecedentes de la un-
jano (ca. 1402-1471): «Algunos dicen que la confirmación y ción en los misterios profanos han resultado vanos 14 . Y, por
extremaunción no fueron instituidas antes de la misión del otra parte, sería bien curioso que, teniendo los judíos en sus
Espíritu Santo, puesto que contienen la plenitud de la gracia. ritos tantas unciones y habiendo practicado los apóstoles en
Y así, según ellos, Cristo no instituyó por sí mismo estos sa- vida de Jesús la unción de los enfermos para curarlos, hubie-
cramentos, sino lo encomendó a los apóstoles. Pero otros, con sen acudido a inspirarse en los oscuros misterios del paganis-
más probabilidad, afirman que los instituyó el mismo legisla- mo. No es creíble que, teniendo en casa los elementos, hayan
acudido a buscarlos fuera de ella.
dor Cristo Señor, puesto que los sacramentos son cosas que
tocan a los fundamentos de la Ley, aunque los apóstoles los Por eso es gratuito lo que afirma Salomón Reinach, que
promulgaron» 5 . Esta última es la opinión de San Alberto Mag- quiere ver un origen probable («quizá») de la unción cristiana
en una ceremonia persa (Avesta), que consiste en derramar
no 6, de Santo Tomás7 y de Duns Scoto 8 . También pudo ser
un líquido (haoma) en la boca y oídos del enfermo para apar-
la definitiva opinión de San Buenaventura 9. En cambio, se
10
2
Summa sententiarum tract.6 c.17.
Doctrina de sacramento extremae unctionis, prooemium y c.i: Dz-Sch 11
4 Sent. díst.23; cf. KERN, p.71. Sobre la unción de los enfermos en
1694S (907S). Ion autores medievales, cf. H . WEISWEILER y los que también señalamos en
3
Ibid., can. 1: Dz-Sch 1716 (926); De sacramentis in genere can.i: Dz- 111 nt.14 del e s § 1; SOLA, n.242; KERN, p.7is.
Sch 1601 (844); Profesión de fe: Dz-Sch 1864 (996). '2 Dz-Sch 2536 (1470).
4
Doctrina de sacramento extremae unctionis c.3: Dz-Sch 1699 (910); 13
Dz-Sch 3448 (2048); cf. A. LOISY, Autour d'un petit Hvre (París 1903)
supra, n.173. l>.-¡5>- La condenación de esta proposición 48 de los modernistas es debida
5
Summa fidei orthodoxae 1.4 a.146; cf. KERN, p.71. a i|iie niega lo afirmado y definido en Trento (Dz-Sch 1695 [9o8].i7i6
6
In 4 Sent. dist.23 a. 13. |'M<>|). El origen de la afirmación tridentina es debido al texto de Sant 5,143
7
Supplt.m. q.29 a.3. y, 111 lemas, a la tradición. Según J. M . Lagrange (Le décret «Lamentabili sane
8
In 4 Sent. dist.2 q.i concl.2; cf. KERN, p.71. »xilu» et la critique historique: RevBibl [1907] p.55-552), la proposición 48
9 Cf. In 4 Sent. dist.23 a.i q.2; Brevil. 6,4; T H . A VILANOVA GERSTER, no hubiera sido condenada si sólo hubiese afirmado que la sola exégesis del
Sacramentum Extremae Unctionis. Tractatus theologicus praesertim ad men- texto no permite afirmar que Santiago haya promulgado un sacramento.
tem D. Bonaventurae (Taurini 1936) p.7-12; SOLA, n.242; KERN, p.71. 14
Cf. C. RUCH, art. Extreme Onction (Origines du rite): D T C 5,1924.
112 P.II1 c.6. Institución y constitutivos del sacramento § //. La materia y la forma 113
15
tar de los moribundos la mosca de los cadáveres... Santia-
go no tiene presentes a los ya cadáveres y a los que están para A) L a «materia» de la unción de los enfermos i¡>.
morir, ni piensa en tal mosca ni en el líquido haoma... La materia r e m o t a
Tampoco es aceptable el pensamiento de Renán, como si
la unción hubiera sido administrada entre los gnósticos, y de El aceite bendecido por el obispo
ellos la hubiera tomado la Iglesia 16. Es, en efecto, dudoso que
aquéllos ungieran con aceite y con el significado que dio a esta 179. La carta de Inocencio I señalaba ya como materia
remota de este sacramento «el santo óleo de la unción... hecho
unción el cristianismo. Además, los primeros sistemas gnós-
por el obispo» 2 0 , esto es, bendecido por el obispo.
ticos son del año 120 al 170, mientras la carta de Santiago es
ciertamente del siglo 1 1 7 , compuesta probablemente hacia el El decreto pro Armenis, al indicar la práctica común en la
año 61 (cf. n . n ) , antes del martirio de Santiago el Menor Iglesia, dirá que «la materia es el aceite de oliva bendecido por
(a.62) y después de la carta a los Romanos (a.59). el obispo» 21.
El Tridentino, sin descender a la precisión de aceite de
oliva, enseñará que de la carta de Santiago entendió la Iglesia
//. La «materia» y la «forma» de la unción de que «la materia es óleo bendecido por el obispo» 22 .
los enfermos Es, pues, indudable que la materia que se aplica en este
sacramento y siempre se ha tenido como propia de él es el
178. La reflexión de los teólogos al estudiar el sacramento aceite. Nadie ha puesto en ello duda; de ahí le viene el nombre
de la unción se ha dirigido de una manera muy marcada a los de unción.
constitutivos de este signo sacramental; esto es, a la materia 180. Santo Tomás declara bellamente el significado de la
y a la forma de este sacramento. unción del aceite:
Es sabido que por «materia» de un sacramento se entiende «La curación espiritual que se emplea al final tiene que ser
la parte constitutiva del signo sacramental, que es parte deter- perfecta, porque después de ella no queda otra. Y tiene que
minable, y por «forma», la parte constitutiva del signo, que es ser suave, para que no se rompa, sino que se fomente la espe-
parte determinante 18. En nuestro caso, la unción con aceite ranza, que es, sobre todo, necesaria a los enfermos que se van.
forma parte constitutiva del signo sacramental y es parte de- El aceite es lenitivo y es penetrativo hasta lo más íntimo, y es
terminable, porque esta unción podría realizarse con finalida- también difusivo. Y por esto, en las dos cosas dichas es materia
des diversas. Esta indeterminación, o polivalencia de la «ma- conveniente de este sacramento» 23 . No ha habido, pues, dis-
teria», queda fijada por la «forma», que son las palabras pro- cusión sobre el aceite como materia.
nunciadas por el ministro, que determinan el significado del
rito. 181. La idea de robustecimiento, confortación y protección
Suele también hablarse de materia próxima, que es la acción se encuentra en el símbolo del aceite y de la unción.
con que se realiza el signo (unción, oblación, imposición de La misma idea de robustecimiento y confortación se encuentra
manos...), y de materia remota, que es la substancia (aceite, también en el aceite de los catecúmenos.
agua...) que sirve para realizar la acción, que constituye la «Con el aceite de los catecúmenos se extiende el efecto de los exor-
materia próxima. 19
Cf. SANTO TOMÁS, Supplem. q.29 a.4-6; KERN, p . i 14-41; SOLA,
J n.243-50; DORONZO, 1 c.2 p.3i7-477; C. R U C H - L . GODEFROY, art. Extreme
5 Orpheus (París 1909) p.97; cf. RUCH, Le.
16
Origines du christtarasme 2,154-56; cf. RUCH, l.c. Onction: D T C 5,19813.19893.2014-16.
" RUCH, L e , C.1924S. 20 Dz-Sch 216 (99).
21
!8 Cf. M . NICOLAU, Teología del signo sacramental n.26iss. Dz-Sch 1324 (700).
22 Dz-Sch 1695 (908).
23
Supplem. q.29 a.4 c.
Unción de loi enfermos S
114 P.II1 c.6. Institución y constitutivos del sacramento § //. La materia y la forma 115

cismos, mientras los que han de Ser bautizados se robustecen para que son las siguientes, que Santo Tomás también propone,
que tengan fuerzas para renunciar al diablo y al pecado antes de aunque seguimos un orden inverso:
acercarse a la fuente de la vida y renacer» 24 . El efecto de sanación corporal no lo causa el aceite en la
unción por su propia virtud natural, y por esto conviene que
Y en el canto que acompaña la procesión con los óleos que se le comunique esta eficacia por la bendición previa que
hay que bendecir se dice que «este olivo es signo vivo contra recibe.
los derechos de los demonios» 25 . La plenitud de gracia que confiere este sacramento hace
La bendición de este óleo dice expresamente que Dios «puso que no sólo borre la culpa, sino también las reliquias de ella
en la criatura del aceite una señal de robustez» 26 . y la enfermedad corporal. Por esto, convenientemente, se pre-
No hay duda, por consiguiente, del significado que tienen supone una santificación de la materia.
el aceite y la unción del aceite. Ni ha sido esto objeto de dis- La tercera razón (primera de Santo Tomás) es que «toda
cusión. la eficacia de los sacramentos desciende de Cristo. Y por eso
los sacramentos que El usó tienen eficacia por su mismo uso;
La previa bendición del aceite así comunicó a las aguas fuerzas regenerativa con el contacto
de su carne. Pero como no usó este sacramento ni unción al-
182. Lo que sí ha sido objeto de discusión es; i.°, si este guna corporal, por eso se requiere en todas las unciones [pre-
aceite, empleado en un rito religioso, debe ser objeto de una via] santificación de la materia» 32 .
bendición o consagración religiosa antes de su uso y aplica-
ción; y 2. 0 , suponiendo que esta bendición se requiera, quién La bendición del presbítero 33
está facultado para darla, si ha de ser siempre un obispo o puede
ser un presbítero. 185. Hubo teólogos, como Suárez 34, Estius 35 y otros, que
183. No han faltado teólogos que negaran la necesidad pensaron ser absolutamente necesario para administrar la santa
de un aceite bendecido para esta unción de los enfermos. Se unción usar aceite bendecido por el obispo, sin que bastara la
citan los nombres de Victoria 27, Juénin 28 , De Sainte Beuve 29 , bendición de un simple presbítero.
Drouwen 30 . Sin embargo, la mayoría de los teólogos siempre La frecuencia con que los documentos de la tradición y de
ha tenido por necesaria la previa consagración del aceite. Abun- la historia nos han hablado de esa previa bendición pontifical,
dan sus testimonios 31 . podrían inducir a este pensamiento, aunque tampoco han fal-
tado documentos que testimonian la bendición dada sobre el
La tradición de la Iglesia y los documentos del Magisterio
aceite por un presbítero.
son constantes en este particular.
A mediados del siglo pasado se preguntó al Santo Oficio
184. Las razones de conveniencia por las que se requiere si, en caso de necesidad, el párroco podría usar, para la validez
previa bendición del aceite con que se va a ungir, pensamos del sacramento de la extremaunción, aceite bendecido por él
24 mismo. Ya había una contestación verbal (coram) de Paulo V,
Ordo benedicendi oleum catechumenorum et infirmorum et conficiendi
chusma (Typis Polyglottis Vaticanis 1971), Praenotanda, n.2. de tenor negativo, a esta pregunta (decreto del Santo Oficio
25
«... consecrare tu dignare, / Rex perennis patriae, / Hoc olivurn de 13 de enero de 1611); y la respuesta dada de nuevo por el
signum vivum, / Iura contra daemonum» (himno O Redemptor: Ordo bene- Santo Oficio (14 de septiembre de 1842), confirmada por el
dicendi... n.17),
26
«Deus... qui signum roboris in olei creatura posuisti» (Ordo bene- 32
dicendi... n.22). Supplem. q.29 a.5 c.
27 33
Sutnma sacramentorum n.219; KERN, p . n o . KERN, p . I 19-31.
28 34
Comment. hist. et dogm. de sacramentis dis.7 q.3 c.i; KERN, p . t I t ) F . SUÁREZ, De paenitentia disp.40 (De extrema unctione) sec.i n.8,
29 en Opera (ed. Vives) 22,8iss.
De Extrema Unctione disp.3 a.i; KERN, p.119. 3
30
De re sacramentaría contra haereticos I.7 q.2 c.i § 2; KERN, p . i i Q 5 In 4 Sent. dist.23 § 9.
31 y
Cf. KERN, p.i2os. "
116 P.III c.6. Institución y constitutivos del sacramento § //. La materia y la jorma 117
papa Gregorio XVI, fue que no bastaba tal bendición del párroco Por el mismo Derecho pueden bendecir el aceite a emplear
para la validez 36 . Al mismo tiempo, el Santo Oficio declaraba en la unción de los enfermos:
proposición temeraria y próxima al error que «el sacramento a) el que por el Derecho se equipara al obispo diocesano;
de la extremaunción pueda administrarse válidamente con b) en caso de verdadera necesidad, cualquier presbítero» 38 .
aceite no consagrado por la bendición episcopal» 37 .
188. Y, en efecto, se admitía y admite por los teólogos ca-
186. También el Código de Derecho canónico prescribe tólicos que los presbíteros católicos de las Iglesias orientales
(y enseña implícitamente para toda la Iglesia) que «los sagrados unidas bendecían y bendicen válidamente el aceite de la un-
óleos que sirven para administrar algunos sacramentos deben ción de los enfermos. Siendo necesaria potestad episcopal para
ser bendecidos por el obispo en la feria quinta de la cena del la consagración de este aceite, se ve que contaban y cuentan para
Señor próximamente superior» (can.734 § i.°). ello con potestad episcopal delegada 3 9 .
En otro canon, inicial del título de la extremaunción, se dice 189. Con anterioridad al cisma oriental, en el siglo vn,
que este sacramento «debe ser conferido por las sagradas un- en el penitencial atribuido a San Teodoro, arzobispo de Can-
ciones, empleando el aceite de olivas rectamente bendecido, y por terbury, se dice que, «según los griegos, puede el presbítero
las palabras prescritas en los libros rituales aprobados por la consagrar vírgenes con el santo velo, reconciliar al penitente,
Iglesia» (can.937). Aquí se menciona el aceite de olivas, pero hacer el óleo de los exorcismos y el crisma para los enfermos,
no se dice si es un requisito para la validez (aunque esto es lo si es necesario. Según los romanos, no le está permitido sino
que ha venido suponiéndose) o solamente para cumplir con sólo al obispo» 40 .
las prescripciones de la Iglesia. Asimismo, se afirma que el
En el concilio de Florencia no fue esto materia de duda
aceite debe haber sido rectamente bendecido, lo cual es decir
o discusión; posteriormente fue confirmado en varios sínodos
(según las prescripciones vigentes) que debe ser bendecido por
provinciales de griegos unidos, en Rusia (Zamoscii a. 1720),
el obispo. Pero no se excluye que pueda ser bendecido por un pres-
en el monte Líbano (a. 1736) y por los grecomelquitas católicos
bítero convenientemente autorizado.
(a.1812). También fue aprobado por Clemente VIII para los
Y, en efecto, es lo que se admite en el canon 945: que «el ítalogriegos (a. 1595) y por Benedicto XIV 4 1 .
aceite de olivas que se debe emplear en el sacramento de la
extremaunción debe ser bendecido por el obispo con bendi- 190. En el nuevo Ritual se prevé lo que ya era posible
ción para ello, o por un presbítero que haya obtenido de la Sede para la bendición del óleo por un simple presbítero con auto-
Apostólica facultad de bendecirlo». rización de la Santa Sede (cf. n.305). La historia y la liturgia
conocen casos y oraciones de bendiciones del óleo de los en-
Con ello se acepta la posibilidad de ungir válidamente con
fermos realizadas por presbíteros. La bendición del óleo den-
aceite bendecido por presbíteros facultados para ello por la
tro de la misa se hace hoy día por el obispo, normalmente el
Santa Sede.
jueves santo, pero asociándose a esta bendición los presbíte-
187. Recientemente, en el nuevo Ritual de la unción de los ros. Y, cuando esta oración formaba parte del canon de la
enfermos (cf.n.29iss) se formulan de esta manera las cuestiones misa, también los presbíteros concelebrantes la decían. Por
que ahora nos ocupan: eso, ante la posibilidad (ya de antes reconocida) de una bendi-
«El óleo de los enfermos que hay que emplear debe ser ción válida y lícita, realizada por un presbítero autorizado,
bendecido ad hoc por el obispo o por un presbítero que por sobre el óleo de los enfermos, hoy se faculta expresamente en
el Derecho, por concesión peculiar de la Santa Sede, goza de el nuevo rito que, «en caso de necesidad verdadera, el sacerdote
esta facultad.
38 Ordo benedicendi..., P r a e n o t a n d a , n . 8 ; Ordo unctionis infirmorum n.21.
39 Cf. KERN, p.124-29.
36 D z - S c h 2762 (1629). 40
Paenitentiale c.3: P L 99.929A.
37 D z - S c h 2763 (1628). 41
De synodo dioec. 1.8 c.i n.4; KEEN, p.126.
118 P.11I c.6. Institución y constitutivos del sacramento II. La materia y la forma 119

puede bendecir el aceite durante la misma ceremonia de la En esta bendición sí nos parece indudable que el acento
unción» 42 . principal se pone en la curación del cuerpo, pero sin excluir,
antes bien señalando también la defensa del hombre entero 45 .
La bendición del óleo de los enfermos
¿Aceite de olivas?
191. «Según la costumbre de la Iglesia latina, la bendición
del óleo de los enfermos se hace [en la missa chrismatis] antes de 193. Respecto del aceite requerido para la unción de los
terminar la plegaria eucarística»...43 enfermos, era el aceite de olivas el que comúnmente se enten-
La bendición del óleo de los enfermos tiene lugar en la día como aceite; era el aceite prescrito para la validez del sa-
misa antes de las palabras «Por El sigues creando todos los cramento.
bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los re- Pero se habrá observado que solamente el decreto pro Ar-
partes entre nosotros», que se encuentran hacia el final del menis y el Derecho canónico han mencionado el aceite de olivas
canon romano o plegaria eucarística primera. Si se emplean (no los otros documentos magisteriales) en los documentos del
las otras plegarias o anáforas (segunda, tercera, cuarta), tiene Magisterio, que hablan de la unción (n.179.186); pero el de-
lugar antes de la doxología final: «Por Cristo, con El y en El, creto pro Armenis sólo pretende describir la manera práctica
a ti, Dios Padre omnipotente»..., etc. de administrar la unción, no dar una definición perentoria
La bendición que pronuncia el obispo es del tenor siguiente: e inmutable. Lo mismo puede pensarse del Derecho canónico
en este particular.
«¡Oh Dios, Padre de toda consolación, Por eso, aunque anteriormente se requiriese el aceite de
que por tu Hijo quisiste proveer [mederi] a las debilidades de los
que enferman!, olivas para la licitud y aun para la validez, la reciente constitu-
asiste propicio a la oración de la fe; ción, de Pablo VI, Sacram unctionem infirmorum (30 de no-
envía, te rogamos, viembre de 1972), admite que pueda emplearse otro aceite ve-
tu Espíritu Santo Paráclito desde los cielos getal más semejante al aceite de olivas.
a esta grosura de aceite
Dice así: «Puesto que el aceite de olivas, que hasta ahora
que te has dignado producir del verde leño
para refección del cuerpo, se prescribía para la validez del sacramento, falta o se tiene
para que con tu santa bendición f sea, para quienquiera con dificultad en algunas regiones, hemos determinado, a pe-
que es ungido con este ungüento, tición de muchos obispos, que, según convenga, también pueda
defensa [tutamen] del cuerpo, del alma [animae; de la vida?] emplearse en adelante otro aceite, con tal de que sea vegetal,
y del espíritu,
para echar fuera todos los dolores, todas las enfermedades,
puesto que es el más semejante al aceite de olivas»46.
todo malestar (aegritudines), Pero ya antes de la constitución Sacram unctionem se había
Que sea para nosotros, ¡oh Señor!, tu óleo santo, bendecido por determinado en el Ordo para la bendición del óleo de los ca-
ti en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» 44 . tecúmenos y de los enfermos que «la materia apta del sacra-
mento es el aceite de olivas, o bien, según la oportunidad, otro
192. Se observará que la oración insiste en los efectos de
aceite procedente de plantas» 47 .
curación corporal de toda enfermedad, dolor y malestar... Pero
45
que, además de «defensa [tutamen] del cuerpo», es también de- Otras fórmulas de bendición en diferentes Iglesias pueden verse en
fensa «del alma» y «del espíritu», por lo cual tampoco se des- KERN. p.129-31.
4
« AAS 6 S (1973) 8.
atienden los efectos de sanación espiritual que se esperan. 47
Ordo benedicendi..., Praenotanda, n.3; en el decreto de la Sagrada
Congregación para el culto divino (3 de diciembre de 1970).
42
Ordobenedicendi... n.22.
43
Ordo benedicendi..., Praenotanda, n . n .
44
Ordo benedicendi n.20.
120 P.lll c.6. Institución y constitutivos del sacramento § 11. La materia y la forma 121

.chaza como singular y menos segura la opinión de que basta


48
La materia próxima: las unciones una sola unción 55 .
Poco a poco se extendió la opinión de que basta una sola
194» Respecto de la materia próxima, o de las unciones
unción. Suárez no la creía improbable en caso de necesidad 56 .
que hay que hacer y su número, es algo que ha variado en el
Y hoy día se tiene por cierta.
curso de los siglos y en las diferentes Iglesias, como ha podido /
advertirse en algunos documentos que hemos presentado. 196. La Iglesia ha admitido en los diversos tiempos la va-
En las Iglesias orientales nunca alcanzó gran difusión la cos- riedad de ritos y modos de ungir, y determinó, por el Santo
tumbre de ungir los cinco sentidos. Oficio (25 de abril de 1906), contra algunos teólogos que pen-
saban ser necesaria la mención en particular de los sentidos
Describiendo el uso anterior al cisma, Teodulfo, obispo de
que se ungían, o al menos la mención en general, que bastaba
Orleáns (siglo ix), lo expresa así: «Los apóstoles, al ungir a los
en caso de verdadera necesidad, es decir, en caso de muerte
enfermos, no hacían más de tres cruces sobre ellos con aceite.
inminente, la siguiente forma: «Por esta santa unción te per-
Por lo cual los griegos, que imitan la tradición de los apósto-
done el Señor todo lo que has pecado. Amén» 57 .
les, hacen, semejantemente, sólo tres cruces con aceite, derra-
mando con la ampolla el óleo de los enfermos en forma de Basta, en efecto, según el Derecho canónico (can.947 § i.°),
cruz sobre la cabeza y los vestidos y todo el cuerpo del en- en caso de necesidad, una sola unción en un sentido, o mejor,
fermo»... 49 en la frente, con la forma breve prescrita; pero se advertía que,
Pero este rito tampoco duró, y en el mismo siglo ix encon- al cesar el peligro inminente, quedaba la obligación de suplir
tramos un eucologio que prescribe la unción en la frente, en cada una de las unciones prescritas.
los oídos y en las manos 50 . Sin embargo, la unción de los ríñones, ya últimamente,
Con los siglos han variado entre ellos las unciones prescri- debía omitirse siempre. La unción de los pies podía omitirse
tas en los diferentes rituales 51 . por cualquier causa razonable (can.947 § 2. 0 y 3.0).
Se admite también en el Derecho canónico que, aunque
195. Por lo que toca a la Iglesia latina, no fue práctica
las unciones se deben hacer con la mano del ministro y sin
usual en la antigüedad ungir los cinco sentidos, por lo que in-
usar instrumento (pincel, etc.), éste podría usarse en caso de
dican diversos sacraméntanos 52 .
grave necesidad (can.947 § 4. 0 ). En la unción de los enfermos
La costumbre de ungir los cinco sentidos ni siquiera consta no se trata, en efecto, de una imposición de manos.
que estuviera ya fija en el siglo xi, y aun en el siglo xvi tam-
poco son uniformes en el modo de administrar la unción los La constitución de Pablo VI
rituales que nos quedan 53 .
Sin embargo, la costumbre extendida de ungir los cinco 197. La nueva constitución de Pablo VI, de la que más
sentidos hizo creer a muchos que se requería esta quíntuple adelante (n.28oss) tendremos que hablar, reduce a un rito más
unción. Así, Santo Tomás 54 y San Roberto Belarmino, que re- sencillo el número de las unciones y de los miembros del cuer-
po que se deben ungir. Son la frente y las manos.
4
49
8 Cf. K E R N , p . 1 3 1 - 4 1 . «El sacramento de la unción de los enfermos se administra
Capitulare ad presbyteros parochiae sudé: P L 1 0 5 , 2 2 1 c .
5
" IACOBUS G O A R , Euchologium sive Rituak graecorum ( G r a z 1960) p . 3 4 8 ; a los enfermos que están en peligro, ungiéndolos en la frente
K E R N , p.134. y en las manos con aceite de olivas, o, según convenga, con otro
51
Cf. K E R N , P.134S.
52
I b i d . , P.136S. 55
De extrema unctione c í o , e n Opera omnia(ed. Vives, t . 5 , P a r i s 1873)
53
Ibid., p.137-39. p.20.
54 Supplem. q.32 a.6: «... q u i a p r i m u m p r i n c i p i u m est cognoscitiva (vis), 56
De paenitentia d i s p . 4 0 s e c . 2 n . 8 , e n Opera (ed. Vives) 22,819; d i s p . 4 1
ideo illa u n c t i o a b ó m n i b u s o b s e r v a t u r q u a e fit a d q u i n q u é sensus, quasi sec.3 n . 6 . 8 , e n Opera (ed. Vives) 22,8445.
de necessitate sacramenti».
57 D z - S c h 3391 (1996).
122 P.lll c.6. Institución y constitutivos del sacramento § II. La materia y la forma 123
aceite-provenientede plantas, bendecido rectamente, diciendo uí^ reina por los siglos de los siglos. Recibe la salud del cuerpo
sola vez estas palabras: 'Por esta santa unción y su piadosísitf1^ y la remisión de todos los pecados» 63 .
misericordia, te ayude el Señor, con la gracia del Espíritu Sant¿" Y a veces es fórmula mixta (mezcla de fórmula optativa
para que te salve, liberado de pecados, y te alivie propicio'» s8 ' o indicativa con la deprecativa).
La nueva constitución admite asimismo que «en caso áe Las oraciones que preceden o siguen al rito de la unción
necesidad basta que se realice una unción única en la frente' con su forma, expresan claramente el contexto de oración y de-
o, por condición especial del enfermo, en otra parte del cuerp 0 precación en que se sitúa todo el rito.
más a propósito, pronunciando entera la fórmula» 5 9 . 200. Por esto puede deducirse que la forma usada en la
Iglesia es forma de oración deprecativa, formal o virtual; a la
B) La «forma» del sacramento de la unción 60 oración deprecativa se reducen fácilmente la optativa y la indi-
cativa. Y aun la fórmula imperativa, muy rara, no será difícil
198. Ha variado en el curso de la historia, como ha p e
reducirla a la deprecativa considerando el ambiente de oración
dido verse en algunos documentos que antes hemos ofrecido
y el contexto de oración de súplica en la que se desenvuelve
(cf. n.noss).
todo el rito.
Las formas usadas en las Iglesias orientales, tanto unidas
Han sido muy pocos los teólogos que dijeron que bastaba la
como disidentes 61 , así como las empleadas en la Iglesia occi-
dental62, presentan una manera frecuentemente deprecativa, unción por sí misma, sin necesidad de forma 64 . La opinión
por expresarse en forma de oración. común de los teólogos es que debe ser deprecativa 65 . Algunos
Así, la oración es la forma de este sacramento. Según Sant 5. pensaron que bastaba la indicativa 66 .
14S los presbíteros tienen que ungir al enfermo (materia del 201. La Iglesia ha venido usando diferentes fórmulas, lo
sacramento) y orar sobre él (forma del sacramento, que de- cual indica que no hay ninguna concreta por mandato divino
termina el significado de la unción). Y esta oración de la fe y que está en poder de la Iglesia el variarla y acomodarla a los
salvará al enfermo. Por consiguiente, el rito recomendado por tiempos.
Santiago consta de unción y oración. La forma del rito es la En el decreto pro Armenis (a. 1439) se indicaba lo que en-
oración. tonces era usual en la Iglesia: «Por esta santa unción y su pia-
199. Pero hay también en los rituales estudiados «formas» dosísima misericordia, te perdone el Señor todo lo que has
que ofrecen una redacción optativa, como es la que hemos pecado por la vista»; y semejantemente en los demás miem-
venido usando últimamente en la Iglesia («por esta santa un- bros 67 .
ción... que Dios te perdone»...). El concilio de Trento recoge y aprueba la misma forma vi-
Es más: algunas veces aparecen en forma indicativa («Te 63
De antiquis Ecclesiae ritibus, Ordo XIII, ed. Marténe (Antverpiae 1763),
unjo en el nombre del Padre..., para que la oración de la fe 320; SOLA, n.252,b.
te salve»...), en la cual es fácil ver una oración implícita *•* «... quídam dixerunt quod milla forma est de necessitate huius sa-
o virtual. cramenti. Sed hoc videtur derogare effectui huius sacramenti. Quia omne
sacramentum efficit significando. Significatio autem materiae non determi-
Asimismo, en alguna ocasión la forma es imperativa: «En natur ad effectum determinatum, cum ad multa se possit habere, nisi per
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, que formam verborum»... (SANTO TOMÁS, Supplem. q.29 a.7 c).
65 Así piensan SAN ALBERTO MAGNO, In 4 Sent. dist.23 a.4 ad 1; SANTO
58 AAS 65 (1973) 8. TOMÁS, Supplem. q.29 a.8; SAN BUENAVENTURA, In 4 Sent. dist.23 a^1 Q.-4'1
59 Ibid. DUNS ESCOTO, In 4 Sent. dist.23 q.unic; SUÁREZ, De paenitentia disp.40
60 Cf. SANTO TOMÁS, Supplem. q.29 a.7-9; KERN, p.142-66; DORONZO,
sec.3 n.7; cf. SOLA n.245; KERN, p . i s s s .
1,478-588; SOLA, r1.245.251s; LERCHER-UMBERG, n.654. <>6 RICARDO DE MEDIAVILLA, In 4 Sent. dist.23 a-i Q-4 ad 2; P ALUD ANO,
61
Estas fórmulas las recoge KERN, p. I 42-46. In 4 Sent. dist.23 <3-i a.2 concl.3; AUREOLO, In 4 Sent. dist.23 q.i; cf. SOLA»
62
Ibid., p.146-52. n.245; KERN, P.155S.
67
Dz-Sch 1324 (700).
124 P.III c.6. Institución y constitutivos del sacramento § /. Sanación del hombre entero 125
68
gente, con las mismas palabras . Son las que han venido re-
pitiéndose en la Iglesia latina y las que se contenían en el
Ritual romano. CAPÍTULO VII
«Desde la Edad Media—dice Pablo VI en la constitución EFECTOS Y FINALIDAD A QUE SE ORDENA LA
ya mencionada—se propagó en la Iglesia romana la costumbre UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
de ungir a los enfermos en los lugares de los sentidos, em-
pleando la fórmula: 'Por esta santa unción y su piadosísima
203. Aunque la finalidad de un sacramento es algo in-
misericordia, te perdone el Señor todo lo que has pecado' aco-
trínseco a él y anterior a los efectos que produce, sin embargo,
modada a cada uno de los sentidos» 69 .
en el orden del conocimiento percibimos o deducimos la fina-
lidad por los efectos que contemplamos. Por esto trataremos
La nueva «forma» del sacramento primero de los efectos que produce la unción de los enfermos
202. Desde que ha entrado en vigor la nueva constitución, y deduciremos después cuál es su finalidad o cuál es el orden
la forma es la que antes dimos a conocer (n.197). de sus finalidades.
En ella se indica la acción que se realiza, cuyo sentido se Los efectos a que se ordena la unción no han dejado de
determina por la forma: «Por esta santa unción». proclamarse por el Magisterio de la Iglesia. Pero se ha discuti-
Se apela a la misericordia del Señor, porque se trata de con- do, y todavía se discute, acerca de la principalidad o secunda-
cesión de gracia y remisión de los pecados: «... y por su pia- riedad de estos efectos y acerca del destino y finalidad propia,
dosísima misericordia»... o quizá eventual (per accidens), de estos efectos.
Se indica el efecto sobrenatural en la gracia que se produce Estudiaremos o recordaremos, primero, las declaraciones
y el auxilio o ayuda que con ella se obtendrá: «te ayude el Señor del Magisterio, para conocer los efectos producidos por la un-
con la gracia del Espíritu Santo». ción, aun a trueque de repetir lo ya dicho. Pero la reflexión
Se señala como efecto la remisión de los pecados: «... para teológica no podrá ir sobre seguro si no es teniendo muy pre-
que te salve, liberado de pecados». sentes todas las formulaciones del Magisterio, además de los
Se indica el alivio espiritual y corporal que produce el sacra- datos de la teología patrística y de la historia.
mento : «y te alivie propicio».
Se habrá observado que estos efectos que se piden en la l
forma virtualmente deprecativa determinan plenamente el sen- /. Sanación (completa) del hombre entero
tido del rito, siguiendo precisamente los efectos indicados en
Sanación espiritual
la carta de Santiago.
Y es propio de la «forma» de los sacramentos «constituir el 204. Esta sanación espiritual mediante el perdón de los pe-
signo como parte determinante» 70 . Así queda determinado el cados viene indicada por las palabras de los concilios. El de
sentido polivalente de la unción. Pavía (Ticinense) dice (a.850): «... ha de ser conocido de los
La mención de estos efectos nos conduce a tratar de ellos pueblos [este «sacramento saludable»] con una predicación di-
en el capítulo siguiente. ligente; es un misterio [sacramento] grande y muy de apetecer,
«s Dz-Sch 1695 (908). por cuyo medio, si se pide con fe, se perdonan los pecados y
69 Cf. M. ANDRIEU, Le Pontifical Romain au Moyen-Áge. T . i : Le Pon- 1
tifical Romain du XII' siécle (Studi e Testi 86) (Cittá del Vaticano 1938) Cf. SANTO TOMÁS, Supplem. q.30 a.1-2; SUÁREZ, De paenitentia disp.41
P.267S. T.2: Le Pontifical de la Curie Romaine au XIII' siécle (Studi e Tes- sec.i n.4; KERN, p.81-114; DORONZO, 2,1-279; LERCHER-UMBERG, n.655-64;
ti 87) (Cittá del Vaticano 1940) P.491S: AAS 65 (1973) 6. SOLA, n.254-62. Sobre los efectos de este sacramento señalemos J. SCHMITZ,
70 M. NICOLAU, Teología del signo sacramental n.2¿iss. De effectibus sacramenti Extremae-unctionis dissertatio historico-dogmatica
(Friburgi in B. 1893); H . S. KRYGER, The doctrine of the effects of Extreme
Unction in its historical developpement (Washington 1949).
126 P.lll c.7. Efectos y finalidad del sacramento § /. Sanación del hombre entero 127
convenientemente [consequenterj se restituye la salud corpo- 206. Por los documentos anteriores se habrá podido ob-
ral» 2 . servar que el primer efecto que produce la unción de los en-
El decreto pro Armenis (a.1439), hablando del influjo de fermos es la sanación espiritual.
los sacramentos en la perfección espiritual del hombre en sí Como no podía menos de esperarse, si se trata de un sacra-
mismo, enseñaba que, «si por el pecado incurrimos en enfer- mento para remedio de los enfermos, el efecto que se desea
medad del alma, por la penitencia somos sanados espiritual- y espera es el de la sanación. Y en primer lugar la sanación en
mente; también espiritualmente y corporalmente, en cuanto con- el espíritu, o sanación espiritual.
viene al alma, por la extremaunción» 3 . Y más adelante en el
mismo decreto: «el efecto [de la extremaunción] es la sanación 207. Pero esta sanación espiritual es algo complexivo, y
de la mente [es decir, del alma], y, en cuanto conviene al alma, viene descrita en los documentos por una suma o reunión de
también la del mismo cuerpo» 4 . efectos y circunstancias:
i.° Primeramente, esta sanación comprende la infusión de
205. El Tridentino expresó con gran precisión y relativa la gracia del Espíritu (n.204s).
abundancia los efectos de la unción de los enfermos, derivando Es la gracia habitual, que es efecto común de todos los sa-
su doctrina de las mismas palabras de Santiago. cramentos válidos recibidos sin óbice. Esta gracia es ya una
«La res y el efecto de este sacramento—dice—se explica sanación radical, porque es la nueva criatura; es el ser de hijos
con aquellas palabras: Y la oración de la fe salvará al enfermo adoptivos de Dios, fuente de nueva vida, divina. El crecimien-
y el Señor lo levantará [alleviabit]; 3;, si estuviere en pecados, se to en la vida divina se opone a la enfermedad espiritual.
le perdonarán. Porque esta res es la gracia del Espíritu Santo Como gracia específica, en esta gracia del Espíritu se inclu-
[queda aquí indicado el efecto general de todo sacramento, ye el derecho a los auxilios y gracias actuales convenientes en
que es producir la gracia del Espíritu; inmediatamente se aña- la enfermedad.
den los efectos específicos], cuya unción borra los pecados, si 208. 2. 0 La sanación espiritual completa comprende el
todavía quedan algunos por expiar [aquí está indicada la sana- perdón de los pecados sin perdonar que hubiese. La vida divina
ción espiritual del alma], y las reliquias del pecado [de nuevo en el alma se opone al estado de pecado mortal en el alma. Si
se describe la perfecta sanación espiritual]; y alivia [alleviat] y hay infusión de gracia, hay perdón de los pecados.
robustece el alma del enfermo, excitando en él una gran con- Pero este efecto del perdón de los pecados se señala expre-
fianza de la divina misericordia, mediante la cual confianza, samente en la carta de Santiago (5,15): si estuviese en pecados,
aliviado el enfermo, lleva más levemente las molestias y traba- se le perdonarán; y asimismo se repite en los concilios Tici-
jos de la enfermedad y resiste más fácilmente a las tentaciones nense, Florentino (decreto pro Armenis) y Tridentino (n.109.
del demonio, que insidia al calcañar [Gen 3,15]; y consigue a 148.171).
veces la salud del cuerpo cuando conviniere a la salud del De ahí que este fin del sacramento, la sanación espiritual,
alma» 5 . tiene como efecto propio y pretendido o buscado el perdón de
El canon correspondiente a este capítulo tridentino recalca los pecados que el enfermo tuviese y no hubiese expiado. Y así,
la misma doctrina cuando define solemnemente que este sa- siempre se ha considerado este sacramento como completivo
cramento «... confiere gracia..., perdona los pecados..., alivia a o complementario de la penitencia.
los enfermos» 6 . Es un efecto propio que se pretende y se busca con este sa-
2
cramento 7 .
Dz-Sch 620 (315); supra, n.109. Pero hay otro sacramento que de una manera directa y pri-
3 Dz-Sch 1311 (695).
4
Dz-Sch 1325 (700). maria ha sido instituido para borrar los pecados mortales: es
5
Doctrina de sacramento extremae unctionis c.z: Dz-Sch 1696 (909). 7 En otros términos, es un efecto que per se intenditur, no per accidens,
6
Dz-Sch 1717 (927). porque se pretende per se la sanación espiritual.
128 P.I1I c.7. Efectos y finalidad del sacramento 129
§ I. Sanación del hombre entero
el sacramento de la penitencia. Por esto, el perdón de los pe- recientes». Con esta afirmación se relaciona el perdón de las
cados mortales mediante la unción de los enfermos no puede penas del purgatorio merecidas por los pecados.
ser fin primario de este sacramento, sino fin supletorio y secun- Si la remisión de esta pena temporal fuera tota!, entonces
dario; esto es, para el caso de que la confesión sea imposible. la unción sería una preparación para la entrada inmediata en el
Siempre quedaría la obligación, si fuera posible satisfacerla cielo. Pero pensamos que no hay argumentos suficientes para
más adelante, de confesar en especie y número 8 . afirmar que siempre se da esta remisión total.
Sí el enfermo estuviese en pecado mortal y es dueño de sus Ciertamente, Santo Tomás enseña que después de la un-
actos por el uso que tiene de su razón, deberá ponerse en gra- ción, que completa la obra de purificación de la penitencia al
cia de Dios con la previa confesión, o, al menos, con un acto librarle a uno de la pena temporal merecida, ya no queda nada
de contrición, antes de recibir el sacramento de la unción de que al morir impida la posesión de la gloria 10 . También Duns
los enfermos, porque es sacramento de vivos. Scoto admite que la unción recibida dignamente confiere la
209. 3. ° La sanación espiritual completa comprende tam- inmediata entrada en la gloria x l .
bién la abstersión «de las reliquias del pecado». Pero en los decretos del concilio de Trento no se menciona
Por reliquias del pecado entendemos aquella condición peca- esta opinión ni a propósito de la unción ni a propósito del
minosa y de flojedad o debilidad que ha producido el pecado purgatorio.
grave en el alma. Es, en primer lugar, una consecuencia del pe- Sin embargo, Kern pretende 12 que los Padres tridentinos
cado original; la unción de los enfermos tiende a borrar las re- incluían entre las «reliquias» del pecado borradas por la unción
liquias de este pecado y de los pecados personales. el «débito de la pena temporal» que se expiaría en el purgato-
Estas reliquias comprenden muchas veces, aun después de rio. Kern insiste en la necesidad de preparación y de gran de-
perdonarse el pecado grave, una afección persistente a pecados voción en el sujeto del sacramento si quiere conseguir este
veniales que permanecen, un reato de pena temporal merecida efecto. Otros teólogos, como Pohle-Preuss, Vermeersch, Kil-
por los pecados antiguos y recientes, una debilidad y flaqueza ker, han seguido la opinión de Kern, la cual, por otra parte,
no era usual en los siglos XVII-XIX, como admite el mismo
moral para resistir a las pasiones desordenadas y a las insidias
autor 13 .
y sugestiones del enemigo, un desmerecimiento de particular
providencia divina para superar con su auxilio estas insidias ai 1. 4. 0 También es efecto del sacramento el alivio y
y las ocasiones de pecado... En una palabra, todo lo que obsta confortación del alma. Queda indicado por Santiago (5,15) que
para que se pueda decir que la ofensa de Dios ha quedado total- la oración de la fe levantará al enfermo; lo cual supone, por lo
mente extinguida 9 . menos, una confortación del espíritu, significada ya por la un-
Todas estas reliquias del pecado contradicen a la perfecta ción del óleo.
sanación espiritual. El Tridentino ha descrito esta confortación del alma (n.171),
10
Este efecto de borrar las reliquias del pecado es también «... salubriter ei providetur, ut per hoc sacramentum praedicta cu-
ratio compleatur, et a reatu poenae temporaüs liberetur, ut sic nihil in eo
propio de este sacramento y se pretende y se busca, porque el remaneat quod in exitu animae a corpore eam possit a perceptione gloriae
fin del sacramento es la perfecta sanación espiritual. impediré» (Contra gentes I.4 c.73).
11
Reportata Parisiensia I.4 dist.23 q.ún.
210. Entre las reliquias del pecado hemos mencionado «un 12
De Sacramento extremae unctionis P.207SS.
13
reato de pena temporal merecida por los pecados antiguos y Cf. sobre todo este problema, C H . HARRIS, Visitation of the Sick. Unc-
tion, Imposition of Hands and Exorcism, en Liturgy and Worship (Lon-
8 don 1964) p.537-39. Citemos también sobre este mismo asunto E. BONIN-
Cf. M . NICOLÁU, <¡Ius divinum» acerca de la confesión en el concilio de CONTRO, La sacra unzione degli tn/ermi. Se e quando la s. unzione degli infermi
Trento: RevEspTeol 32 (1972) 419-39. valga a compiere la perfetta purificazione del cristianesimo: Palestra del
9 Cf. KERN, p.104; SUÁREZ, De poenitentia disp.41 sec.i n.8ss, en Clero 4 (1935) 371-75; A. PEREGO, L'Olio Santo, sacramento della speranza:
Opera. 22,8303. Pernee munus 12 (1964) 670-75; cf. ScuolCatt 94 (1966) 40*.
Unción Je los enfermas 9
130 P.II1 c.7. Efectos y finalidad del sacramento § /. Sanación del hombre entero 131

señalando que este sacramento: a) excita la confianza en la mi-


La sanación corporal 1 4
sericordia divina; b) ayuda para sobrellevar más ligeramente
los trabajos y molestias de la enfermedad, y c) para resistir a 212. Es otro de los efectos que señalan los documentos
los ataques del enemigo. antes transcritos (n.204s) de la Iglesia.
En una enfermedad peligrosa, se comprende que lo ordi- Se indica por los concilios Ticinense, Florentino (decreto
nario sea la debilitación de las fuerzas corporales, y, consiguien- pro Armenis) y Tridentino. Y en estos dos últimos usando una
temente, la debilitación de las fuerzas psicológicas del enfermo. fórmula condicional: «y, en cuanto conviene al alma, también
Con este debilitamiento es más difícil superar los dolores y sin- [la salud] del mismo cuerpo» 15; «y consigue a veces la salud del
sabores que trae consigo la enfermedad, al acumularse sobre cuerpo, cuando conviniere a la salud del alma» 16.
ella las molestias causadas al enfermo por él mismo desde su En cambio, en el Ticinense (Pavía) se usa una fórmula que,
propio ser enfermo; y, por los demás, que desde fuera le atien- traducida como suena, parece más absoluta: se perdonan los
den o le desatienden, a veces esto último por pura imaginación pecados, y, consiguientemente (consequenter) 17, se restituye la
del doliente. salud corporal» 18. Bien analizada, la expresión consequenter
Toda esta fatiga, que es ordinaria en enfermos de cuidado, contiene también un sentido de conveniencia o congruencia,
se agrava con las insidias y sugestiones del enemigo, que acecha o, si se quiere, un sentido de posterioridad o consecuencia del
como león rugiente, buscando a quién devorar (i Pe 5,8); máxime perdón de los pecados.
en los momentos críticos de la vida, de los cuales depende la Para los reformadores, la sanación corporal es el efecto
eternidad. propio, y diríamos único, de la unción de los enfermos. Esta
Por todo ello, la perfecta sanación espiritual abarca también unción, según ellos, tenía efectos carismáticos en tiempo de
estos efectos de confortación del alma. Se conseguirán: a) me- los apóstoles (cf. n.i53s.iÓ4). Recuérdese que San Pablo men-
diante los sentimientos de confianza en la misericordia divina; ciona los carismas de las curaciones entre los carismas (1 Cor
b) mediante los auxilios espirituales divinos para superar las 13.9: X a P' CT l iaTa iocuórrcov) que tenían eficacia para aquellos
molestias; y c) mediante una particular providencia divina que tiempos, como hechos extraordinarios, aunque frecuentes, rea-
encamine los acontecimientos que suceden en torno al enfer- lizados por el Espíritu; pero que hoy, por no ser tan necesa-
mo para su mayor bien. rios en la Iglesia, han perdido su frecuencia y son del todo
Este efecto de confortación del alma del enfermo, que per- extraordinarios.
tenece a su perfecta sanación espiritual, es también efecto 213. Si el carisma de las curaciones se presenta en San
propio del sacramento que se pretende y se busca. Pablo como no corriente, y, por lo tanto, como extraordinario,
Y queda maravillosamente significado en la misma unción el rito de la unción recomendado por Santiago se presenta
del aceite, como está dicho. Porque así como la unción corpo- como ordinario.
ral produce (al menos en la estimación vulgar) el robusteci- Todas las circunstancias de la descripción hecha por San-
miento y la agilidad de los miembros corporales, así la unción tiago nos hablan de un rito corriente y ordinario.
del aceite bendecido produce, análogamente, la confortación
14
espiritual. Cf. Z. ALSZEGHY, L'éffetto corporale della Estrema Unzione: Grego-
rianum 38 (1957) 385-405; c - D E BERNARD, L'effetlo corpóreo della sacra
unzione degli infermi nella dottrina dei teologi (Roma, Scrinium thelogi-
cum, 1962); F. LEPARGNEUR, L'état de maladie, guérison et onction des ma-
lades: Présences (1965) 81-90; cf. ScuolCatt (a.1966) p.40*-4i*.
15 Decr. pro Armenis: Dz-Sch 1325 (700).
16
Concilio Tridentino: Dz-Sch 1969 (909).
17
Otros sentidos de consequenter son después, convenientemente... Cf. The-
saurus linguae latinae, de la Acad. Germán. (Lipsiae) 4,4i2s; supra, n.109.
18 Dz-Sch 620 (315).
132 P.1H c.7. Efectos y finalidad del sacramento § /. Sanación del hombre entero 133

Ordinario es el hecho de que haya enfermos y que estén se pretende y se busca; pero de un modo condicionado al bien su-
apesadumbrados o tristes en su enfermedad. Ordinaria es la perior del alma y, como siempre, según los planes de la pro-
posibilidad de llamar a los presbíteros y de que éstos oren y videncia divina.
unjan a los enfermos. Como efecto ordinario y seguro, se dice 216. Es verdad que muchos documentos de la Iglesia an-
que la oración de la fe salvará al enfermo y que el Señor lo le- tigua y de la Edad Media que antes hemos visto, esto es, mu-
vantará (sin precisar si será sólo un levantar y confortar el áni- chos documentos del primer milenio de la Iglesia, al hablar
mo, o además será un levantarlo del lecho y de la enfermedad). de la unción de los enfermos, mencionan expresamente el efecto
Ordinario es el efecto de que, si estuviese en pecados, se le de la curación corporal que se espera, y parecen darle una im-
perdonarán. portancia capital y preponderante 19 .
El texto de Santiago, por consiguiente, no implica que se Pero es menester tener presente que muchos de los docu-
trate necesariamente de curaciones milagrosas o extraordina- mentos litúrgicos a que se alude se refieren a «visitas de enfer-
rias, ni tiene los caracteres de una acción carismática y rara, mos», en las cuales, naturalmente, había que pedir la salud se-
para cuando sopla y quiere el Espíritu. Los efectos que ha de gún la fórmula del Ritual o rituales; pero no es claro que enton-
producir la oración con la unción son efectos habituales y ordi- ces siempre se tratara de administrar el sacramento de la un-
narios, siempre que el rito se realice de modo conveniente. ción 2 0 .
214. La manera como indica Santiago que el Señor levan- 217. De todos modos, bien fuera en el rito del sacramento
tará al enfermo contiene, por lo menos, un sentido de confor- de la unción, bien fuera en una simple oración ritual de la pas-
tación espiritual, que está en consonancia con la finalidad espi- toral de enfermos, se pedía y se esperaba una sanación corporal;
ritual del rito. Pero, además, la manera absoluta de decir que y esto de modo absoluto, sin insistir en condiciones y atenuan-
el Señor levantará al enfermo tampoco excluye la sanidad cor- tes, siendo así que ahora es más frecuente presentar condicio-
poral que se obtendrá por la unción y oración, más bien parece nadamente el efecto de la curación corporal («si conviene»).
que la incluye por la manera absoluta de hablar. En esos documentos, la idea de la sanación corporal apa-
215. La unción corporal se miraba también como un me- rece tanto o más que la idea de sanación espiritual. Pero estos
mismos documentos nos han demostrado que la idea de sana-
dio natural de confortación y agilidad corporal. Por esto, no
ción del cuerpo no es la única y exclusiva, prescindiendo de la
es raro que en los documentos de los Santos Padres y en los
sanación espiritual 21 .
documentos litúrgicos que hemos estudiado (n.noss) se mencio-
La sanación que se pretende y se pide es la del hombre
nara con frecuencia el efecto de sanidad corporal que se esperaba.
entero: alma y cuerpo, cuerpo y alma. Y esto es lo que nos ha
Pero este efecto de sanación corporal, primero, por lo que
da la experiencia de cuando se administra la unción y no se 19
Lo ha puesto de relieve, con documentos de los cánones disciplina-
obtiene la curación, y, segundo, por tratarse de un bien corpo- res, escritores antiguos, fuentes hagiográficas y oraciones litúrgicas de este
período, A. CHAVASSE, Étude sur l'onction des infirmes dans l'Église latine
ral que por su misma naturaleza debe subordinarse al bien ma- (fu III" auXIe siécle. T . i : DuIIIe siécle a la reforme carolingienne (Lyon 1942);
yor espiritual, no es un efecto que deba esperarse infaliblemente publicado antes en parte en RevScRel 20 (1940) 64-122.290-364. Cf. M. R A -
de la unción, sino que se entiende estar subordinado al bien MOS, Boletín bibliográfico sobre la unción de los enfermos: Phase 13 (1973)
iS»s.
mayor del espíritu. 20
Cf. en este sentido B. STUDER, Letzte Oelung oder Krankensalbung:
De ahí las frases de los concilios: «en cuanto conviene al Freiburger Zeitschrift für Philosophie und Theologie 10 (1963) 39.
21
Llega a la misma conclusión Z. ALSZEGHY, l . c , p.389: «... el primer
alma» (Florentino, decreto pro Armenis), «cuando conviniere inilenario cristiano esperaba de la unción de los enfermos un beneficio
a la salud del alma» (Tridentino). corporal; y no lo esperaba menos que el beneficio espiritual». Según la in-
terpretación auténtica de la tradición, la unción de los enfermos no estuvo
Resulta, por consiguiente, que la sanación corporal es tam- jamás ordenada exclusivamente al beneficio de la curación. Cf. M . RAMOS,
bién un efecto propio de la unción de los enfermos, efecto que l . c , p.161.
134 P.I1I c.l. Efectos y finalidad del sacramento § I. Sanación del hombre entero 135

mostrado el examen global de todos los documentos. No hay miento producido por la enfermedad, atender y aspirar a las
contradicción entre las oraciones antiguas y las de hoy. cosas del espíritu 22 .
RESUMEN. Diríamos que el acento sobre la eficacia del sa-
Manera de producir la sanación
cramento de la unción, si en los decenios y aun siglos últimos es-
taba casi exclusivamente en la sanación y confortación espiritual, 219. La manera como la unción produce la salud no es
en el primer milenio de la Iglesia se ponía muy de relieve el efecto una manera milagrosa o carismática, según hemos dicho (n.213).
de la sanación del cuerpo, pero sin negar la sanación y la confor- La manera connatural de explicar la curación parece ser, en
tación del espíritu. primer lugar, por la misma confortación psicológica producida
Para obtener la curación de un enfermo que está en peli- en el alma. Es sabido cuánto ayuda para la paz, tranquilidad,
buen funcionamiento del organismo y euforia fisiológica la
gro, se piensa hoy con frecuencia, más que en la unción de los
misma paz y serenidad del espíritu. Mucho más el optimismo,
enfermos, en la aplicación de reliquias o en la invocación de
los alientos y la confortación del alma. Todo esto son efectos
los siervos de Dios; señal clara de la perspectiva de preparación sobrenaturales de la unción que redundan connaturalmente
para la muerte en que frecuentemente se ha colocado el sacra- en el cuerpo.
mento de la unción en los tiempos recientes. Se agrega la providencia particular de Dios, que ordena en
bien del enfermo las atenciones, las inspiraciones y los diag-
Conciliación de la esperanza de sanación corporal con nósticos de los médicos, la salubridad de las medicinas y de
la realidad de la muerte que frecuentemente se seguirá
los remedios, etc.
218. ¿Cómo conciliar el pensamiento antiguo, que espe- Y tampoco se excluye una intervención directa y sobrenatural
raba una curación o beneficio corporal, con la realidad exis- de Dios, que, aunque no fuera milagrosa, alcanzaría la categoría
tencial de la muerte que se seguía en no pocos casos? ¿Cómo de las «gracias» concedidas u «oraciones escuchadas» en que,
valorar aquel rito y sacramento de la Iglesia cuya eficacia se se reconoce el don concedido, aunque no se pueda con fre-
esperaba? cuencia probar su carácter extraordinario.
Podríamos contestar que la oración de la Iglesia al pedir
los bienes temporales o corporales es siempre condicionada; Sacramento de los que se van
(«sacramentum exeuntium»)
esto es, con la condición de si conviene para la gloria de Dios
y los planes de su providencia y si conviene a la salud espiritual 220. Como el efecto de la sanación corporal es un efecto
del enfermo. En esta hipótesis y solución no hay antinomia condicionado y que no se sigue infaliblemente—como acaba-
entre el pensamiento de la Iglesia del primer milenio y la Igle- mos de decir—, habrá muchos casos en que este efecto de cu-
sia del Florentino y de Trento. ración no se obtendrá y se seguirá la muerte del enfermo.
Podría también pensarse que la unción de los enfermos La experiencia, además, confirma esta realidad: son muchos
siempre ejerce un influjo benéfico en el cuerpo del enfermo. los que mueren después de recibir la unción de los enfermos.
La confortación de la persona total es confortación del alma Por esto, la finalidad que tiene también este sacramento de
fortalecer el alma en orden al último combate y a la muerte,
y del cuerpo. La confortación del cuerpo podrá pensarse, bien
no es contradictoria con el fin de la sanación corporal condicio-
por medio del alma y por el influjo de ésta en el organismo
nada, caso de no seguirse la curación.
corporal, bien por el influjo directo de la acción de Dios. De
22
todos modos, la unción siempre conferiría este auxilio corporal, «La extremaunción no ejerce, pues, un influjo en el alma considerada
como si estuviese separada del cuerpo, ni sobre el cuerpo prescindiendo del
para que el hombre entero, no impedido por el cuerpo, antes alma; lo ejerce sobre la unidad viva que es la persona entera, espiritual
confortado en él, pueda, no obstante la depresión y el decai- y corporal» (Z. ALSZEGHY, l . c , p.401).
136 P.III c.7. Efectos y finalidad del sacramento § I. Sanación del hombre entero 137

Por la frecuencia de los casos de no sanación, sobre todo Ya hemos dicho que no vemos contradicción entre una y
si la unción se relega a los últimos instantes de la vida, cuan- otra postura. Porque en realidad la sanación corporal se pide
do es más difícil la reacción del organismo enfermo (si no es y se espera de una manera condicionada, y por ello se prevé
por milagro); por esta frecuencia de la muerte que se sigue des- la muerte como posible y aun probable por el hecho de la en-
pués de la unción, este sacramento ha podido ser llamado por fermedad grave.
el concilio de Trento «sacramento de los que se van» (sacra- Un mismo sacramento puede tener una finalidad condi-
mentum exeuntium) 23 . También el nombre de extremaunción, cionada, y, por otra parte, caso de no verificarse la condición,
aunque pueda significar que así se llama por ser la última un- puede tener una finalidad general de confortación espiritual,
ción que suelen recibir los cristianos (hay otras en el bautismo, que deberá realizarse y tener lugar en las circunstancias de la
confirmación y orden), sin embargo, ha sido un nombre que muerte. Esta tendrá lugar al no verificarse la condición con
ha contribuido a dar al sacramento de los enfermos un ca- que se pide la sanación corporal.
rácter indebido de tristeza y como de pasaporte para dejar Con frecuencia, pues, si no se sigue la curación, tendrá lu-
esta vida y entrar en la otra. gar la muerte, y el sacramento de la unción estará ordenado
Pero es cosa clara, por todos los documentos estudiados en la a sobrellevar con fortaleza y ánimo cristiano las circunstan-
primera parte: patrísticos, litúrgicos y magisteriales, que la un- cias de la muerte. En este sentido, y por estas razones, no ve-
ción no es presentada con ese carácter de tristeza, antes bien con mos dificultad en admitir que la unción de los enfermos es
la idea de la confortación y sanación del alma y del cuerpo; esto también, si no se realiza su efecto condicionado de curación,
es, del hombre entero. una ayuda para sobrellevar cristianamente la muerte; esto es,
se trata entonces de una «consagración cristiana de la muerte».
¿Consagración de la muerte cristiana?
La fortaleza en el dolor de la enfermedad
221. Se podrá preguntar si la finalidad propia de la un-
ción de los enfermos es una «consagración de la muerte cris- 222. La manera cristiana de sobrellevar la enfermedad y
tiana» 24 o es, más bien, obtener la sanación corporal del en- de sobrellevar la muerte es unir los dolores y molestias de
fermo 25 . aquélla y el holocausto de ésta con los dolores de la pasión de
23
Dz-Sch 1698 (910); supra, n.172. El Tridentino quiso constatar con
Cristo y con el sacrificio de la muerte de Cristo.
este nombre el uso de este sacramento in extremis, y no admitió el adverbio Así los cristianos llenan lo que falta a la pasión de Cristo
mérito del primer esquema. Cf. A. KNABENEAUER, Pastoraltheologie der Kran- en favor de su Cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24).
kensalbung: Handbuch der Pastoraltheologie vol.4 (Freiburg 1969) 145-78;
M. RAMOS, l . c , p. 165-67; B. LEURENT, Le Magistére et le mot ' Extréme-Onc- Así adquiere fecundidad insospechada el misterio de su
tion' depuis le concile de Trente, en «Problemi scelti di Teología contempo- dolor y el de su muerte, que es estipendio del pecado (Rom
ránea»: Analecta Gregoriana n.68 (1954) 219-232.
24
En este o semejante sentido se citan M. Schmaus (Katholische Dog-
6,23).
matik 4/1 [München 1952] p.614-35), K. Rahner (Kirche und Sátiramente Así se cumplen las palabras del Vaticano II, que en la
[Freiburg 1961] p.100-103; Zur theologie des Todes [1958] p.yos), A. Grill-
meier. Das Sakrament der Auferstehung. Versuch einer Sinndeutung der letz- carne». Y termina (p.6o): Importa que «todo el tiempo de la enfermedad
ten Oelung: Geist und Leben 34 [1961] 326-36, B. Studer (Letzte Oelung sea un tiempo consagrado a la pasión del Señor, un tiempo del padecer
oder Krankensalbung: Freiburger Zeitschrift für Philosophie und Theolo- paciente por la Iglesia de Cristo, un tiempo de laboriosa maduración en
gie 10 [1963] 33-60); citados por M. RAMOS, l . c , p.162. la gracia de Dios; un signo de la rompiente magnificencia de la eterna re-
B. Studer sintetiza así (p.59) su pensamiento: «Puesto que nosotros surrección en Cristo, nuestro Señor».
vemos el efecto principal de este sacramento en la conformación con el 25 Gf. B. BOTTE, L'onction des malades: La Maison-Dieu n.15 (1948)
Señor, que padece gloriosamente, para nosotros la santa unción es, ante 91-107; J. ROBILLIARD, L'onction des malades: Initiation théologique t.IV
todo, ni signo de la salud corporal ni consagración de la muerte, sino con- (Paris 1955) 671-95; L. BEAUDUIN, Le Viatique: La Maison-Dieu n.15
sagración de la enfermedad. En ella el cristiano enfermo es ungido en el (1948) 116-29; H . SPAMANN, Das Sakrament der Krankensalbung: Liturgie
cuerpo de Cristo, para que durante toda su enfermedad padezca con Cristo und Mónchtum n.25 (1959) 22-38 (Tod und Leben, von den letzten Din-
por la Iglesia y con El mantenga la fidelidad a Dios en la debilidad de la gen); citados en RAMOS, p.162.
138 P.III c.7. Efectos y finalidad del sacramento //. Efectos propios y eventuales 139

Lumen gentium ( n . n ) describe el modo como los fieles ejer- «Aun cuando la enfermedad se halla estrechamente vinculada a la
citan el sacerdocio común en los sacramentos: condición del hombre pecador, no siempre puede considerarse como
u n castigo impuesto a cada uno por sus propios pecados (cf. Jn 9,3).
«Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de
El mismo Cristo, que no tuvo pecado, cumpliendo la profecía de
los sacerdotes, la Iglesia entera encomienda al Señor paciente Isaías, experimentó toda clase de sufrimientos en su pasión, y par-
y glorificado a los que sufren, para que los alivie y los salve ticipó en todos los dolores de los hombres (cf. Is 53,4-5); más aún,
(cf. Sant 5,14-16); más aún, los exhorta a que, uniéndose li- cuando nosotros padecemos ahora, Cristo padece y sufre en sus
bremente a la pasión y a la muerte de Cristo (Rom 8,17; miembros configurados con El. No obstante, todos esos padecimien-
tos son transitorios y pequeños comparados con el peso de gloria
Col 1,24; 2 Tim 2 , n s ; 1 Pe 4,3), contribuyan al bien del Pue-
eterna que realizan en nosotros (cf. 2 Cor 4,17).
blo de Dios». »Entra dentro del plan providencial de Dios el que el hombre
223. Nótense las citas introducidas por la Comisión con- luche ardientemente contra cualquier enfermedad y busque solícita-
ciliar en orden a animar a los enfermos para que junten sus mente la salud, para que pueda seguir desempeñando sus funciones
en la sociedad y en la Iglesia, con tal de que esté siempre dispuesto
padecimientos y muerte con los de Cristo. Porque, si «con-pa- a completar lo que falta a la pasión de Cristo para la salvación del
decemosi) con El, también seremos tcon-glorificados» (Rom 8,17); mundo, esperando la liberación de su cuerpo en la gloria de los
llenando lo que falta a las pasiones de Cristo en favor de su hijos de Dios (cf. Col 1,24; Rom 8,19-21).
Cuerpo que es la Iglesia (cf. Col 1,24); si «morimos con El, vi- »Es más: en la Iglesia, los enfermos, con su testimonio, deben re-
viremos con El»; si aguantamos, reinaremos con El (2 Tim cordar a los demás el valor de las cosas esenciales y sobrenaturales
y manifestar que la vida mortal de los hombres ha de ser redimida
2, n s ) ; gozaremos participando de las pasiones de Cristo y por el misterio de la muerte y resurrección de Cristo» 26 .
gozaremos con exultación en la manifestación de su gloria
(cf. 1 Pe 4,3).
La unción de los enfermos, aun en el caso de que no se //. Efectos propios y eventuales, efectos primarios
siga la curación, sino que se produzca la muerte, tiene un y secundarios
alcance sobrenatural, que es de gozo y de confortación por el gozo,
porque la unión con Cristo paciente y moriente produce tam- 225. Entendemos por efectos propios de un sacramento
bién la unión con Cristo resucitado: Gozad comunicando en las aquellos que se buscan y se pretenden directamente con este sa-
pasiones de Cristo, para que gocéis con exultación en la manifes- cramento, porque el sacramento está destinado a producir ta-
tación de su gloria (1 Pe 4,3). les efectos. Estos efectos propios responden a la finalidad de
224. Esta visión cristiana de la enfermedad y del dolor cada sacramento.
es la que pone de relieve el novísimo Ritual de la unción de los Así como el bautismo tiene por efecto propio el lavado o
enfermos. purificación del pecado original y de todo pecado en el alma, y
El sacramento de la unción sirve para lograr lo que Dios la penitencia tiene como efecto propio la purificación de todo
pretende con las molestias de la enfermedad. pecado cometido después del bautismo, y la comunión tiene
como efecto propio la nutrición mayor del alma y la mayor
«Las enfermedades y los dolores han sido siempre considerados unión con Cristo..., así la unción de los enfermos tiene como
como una de las mayores dificultades que angustian la conciencia
efecto propio la sanación completa del hombre.
de los hombres. Sin embargo, los que tienen la fe cristiana, aunque
sienten y experimentan lo mismo, se ven ayudados por la luz de la Así, son efectos propios de este sacramento todo lo que vie-
fe, gracias a la cual perciben la grandeza del misterio del sufrimiento ne comprendido bajo el nombre de sanación completa: la gra-
y soportan los mismos dolores con mayor fortaleza. En efecto, los cia del Espíritu, el perdón de los pecados, la abstersión de las
cristianos no solamente conocen, por las propias palabras de Cristo,
el significado y el valor de la enfermedad de cara a la salvación del
reliquias del pecado, la confortación del alma, la restitución
mundo, sino que se saben amados por el mismo Cristo, que en vida de la salud corporal.
tantas veces visitó y curó a los enfermos. 26
Ritual de la unción, Praenotanda, n.1-3.
140 P.III c.7. Efectos y finalidad del sacramento § II. Efectos propios y eventuales 141
T o d o s estos efectos propios se pretenden de suyo con este pecados mortales era u n efecto eventual o per accidens de la
sacramento. Son efectos per se. Se oponen a efectos eventuales unción, no u n efecto per se. Pero es fácil ver aquí una confu-
o per accidens, como en la comunión eucarística sería eventual, sión entre lo q u e es secundario y condicionado y lo que se obtie-
p.ej., producir la gracia primera si el comulgante de hecho ne per accidens. N o s parece, sin embargo, que u n efecto puede
estuviera en pecado grave, pero de buena fe y con atrición se ser secundario y condicionado (como el perdón de los pecados
acercase a este sacramento de vivos, q u e se ordena a producir mortales mediante la unción) y pretenderse per se.
la gracia segunda, y supone, para su efecto y fruto, el estado L a abstersión de las reliquias del pecado en la forma en
de gracia en quien lo recibe. que antes la hemos descrito (n.209), parece que pertenece a la
226. Pero todos los efectos q u e se buscan y se pretenden sanación espiritual completa, y por esto pensaríamos q u e se
con este sacramento de la unción (efectos per se), que son los trata de u n efecto principal y necesario, y que es, por lo mis-
que antes hemos enumerado y a los que se destina el sacra- mo, efecto primario, a u n q u e podrá obtenerse de una manera
mento, n o se buscan y se pretenden con la misma principali- más o menos intensa y amplia 2 8 .
dad, p o r q u e unos se buscan y pretenden de una manera pri-
maria, y otros de una manera secundaria. Sacramento de la divina misericordia
Son efectos primarios aquellos que se buscan de una ma-
228. Por este efecto de la abstersión de las reliquias del
nera principal y necesaria, como son el aumento de la gracia
pecado, y, sobre todo, por el efecto secundario, pero propio,
del Espíritu Santo (como en todo sacramento de vivos; la u n -
del perdón de los pecados mortales cuando es imposible la
ción de los enfermos es, de suyo, sacramento de vivos), y tam-
confesión, la unción es también, como la penitencia, sacramen-
bién la sanación y confortación del alma.
to de la divina misericordia.
Son efectos secundarios aquellos que, a u n q u e se b u s q u e n y
Por la abstersión de los pecados veniales y de las penas de-
pretendan con el sacramento, no se obtienen de una manera
bidas por ellos y por los mortales ya perdonados, este sacra-
principal y necesaria, sino de una manera secundaria o condi-
mento prepara el paso rápido o inmediato a la gloria del cielo
cionada. Tales son el perdón de los pecados, que se obtiene
después de la muerte.
«si [el sujeto] estuviere en ellos», o el de la salud corporal, que
Este efecto se conseguirá según la disposición que hubiere
se restituye «si conviene al alma». Y así, en el caso de u n peca-
en el enfermo y la remoción del óbice o impedimento, q u e p u e -
dor impedido para el sacramento de la confesión o para el acto
de ser varia según los individuos. Además, siempre está el plan
interno de contrición, v.gr., p o r n o tener el uso de la razón,
de la providencia divina, que determina lo que conviene e n
podrá con la atrición recibir el perdón mediante el sacramen-
cada caso.
to de la unción. El efecto de comunicar entonces la gracia
La remisión de estos pecados y de las penas temporales
primera por la unción es efecto secundario 2 7 .
tiene lugar en virtud de la institución del sacramento, y, por
lo mismo, ex opere operato, a u n q u e en medida desconocida.
Diversidad d e opiniones
T a m b i é n ex opere operato comunica gracias actuales, q u e ayu-
227. P o r la diversidad en las maneras de entender los dan para que, mediante los actos meritorios de virtudes (y ex
términos q u e hemos procurado exponer, parece q u e debe ex- opere operantis), se disminuyan las penas a que el enfermo es
plicarse cierta diferencia entre los autores católicos a propósito acreedor.
de los efectos que produce el sacramento de la unción. 28
H. Noldin (De extrema unctione [ed. 1925] n.430) se inclina («vide-
Así, no pocos autores, antes del T r i d e n t i n o (San Buena- tur») a decir que es efecto primario. Sola (n.254) piensa que es efecto se-
ventura, Scoto, D u r a n d o . . . ) , pensaron que la remisión de los cundario. Sobre las diferentes opiniones, brevemente SOLA, n.256.

27 Efecto per se, pero secundario.


142 P.lll c.7. Efectos y finalidad del sacramento § 111. Conclusiones finales 143

230. El nuevo Ritual de la unción de los enfermos parece


III. Conclusiones finales hacerse eco de este modo de ver cuando dice en la «Introduc-
ción general» (n.6):
229. 1) Ver en la unción de los enfermos únicamente un «Este sacramento otorga al enfermo la gracia del Espíritu
sacramento para la curación corporal, no responde ni a la tota- Santo, con lo cual el hombre entero es ayudado en su salud, con-
lidad de los documentos antiguos ni a las declaraciones poste- fortado por la confianza en Dios y robustecido contra las tenta-
riores de Trento y del Derecho canónico, que son también ciones del enemigo y la angustia de la muerte, de tal modo que
fuentes auténticas para la reflexión teológica. Querer ver la sa- pueda no sólo soportar sus males con fortaleza, sino también lu-
nación corporal como efecto único de la unción es presentar
char contra ellos e incluso conseguir la salud, si conviene para su
un efecto parcial como un efecto total. Y es solución, por lo
salvación espiritual; asimismo, le concede, si es necesario, el per-
tanto, inaceptable y falsa.
dón de los pecados y la plenitud de la penitencia cristiana» 31 .
2) Querer ver como efecto primario y principal de la
unción la abstersión de las reliquias del pecado, esto es, de los
pecados veniales y de las penas debidas por ellos, como para Momento en que se confiere la gracia 32
preparar al moribundo a entrar en la gloria inmediatamente, tam- 231. El sacramento de la unción se ha administrado fre-
poco tendría en cuenta todos los datos que las fuentes nos han cuentemente con varias unciones en diferentes partes del cuer-
transmitido acerca de este sacramento. po y con fórmulas diversas en cada una de las unciones, que
Es la opinión que se atribuye a los escotistas, en pos de restringían el efecto al perdón de los peccados cometidos en
Scoto y de San Buenaventura 2 9 . relación con los sentidos o partes del cuerpo que se ungían;
3) El efecto completo de la unción de los enfermos entende- por eso se propuso la cuestión en qué momento del sacramento
mos que es la sanación del enfermo en enfermedad grave. Pero
se comunicaba la gracia sacramental.
esta sanación, que tiene presente la circunstancia de la en-
Evidentemente que la comunicación de la gracia santifican-
fermedad grave, tiene una envergadura superior y pretende la
te y el perdón de los pecados mortales no se hace por grados
confortación y sanación completa del enfermo. La oración de la
o etapas, sino todo simultáneamente y de una vez. No se per-
fe, con la unción (que significa confortación y robustecimien-
to), le salvará, y le levantará, y le perdonará los pecados que cramental F . Bourassa (L'onction des malades [Roma 1970] p.12-31). Este
tuviese (cf. Sant 5,i4s). Es menester presentar todos estos datos libro es reproducción de dos anteriores artículos: La grace sacramentelle de
de la carta que umversalmente (con universalidad moral) re- l'onction des malades: Sciences Ecclésiastiques 19 (1967) 33-47; 20 (1968)
31-58 (cf. RAMOS, l . c , p.164).
cuerdan los documentos históricos y ritos litúrgicos de las Para F . Bourassa, el efecto del sacramento de la unción es «confortación
Iglesias. del cristiano y curación de su enfermedad corporal en vistas de la salud del
alma y del cuerpo» (L'onction des malades p.26-27). Emplea «los dos térmi-
Y es menester tener presentes todos los datos del Magisterio nos confortación y curación como sinónimos y complementarios». «La fuerza
posterior e intentar la síntesis de todos ellos. (vhtus) o la confortación hay que entenderla no solamente en el sentido
Por eso hemos dicho que el efecto pretendido es la confor- moral, sino en el doble sentido físico y espiritual: la gracia de Cristo vuelve
a dar al cristiano 'la fuerza en la debilidad', lo que puede incluir el retorno
tación y sanación del hombre entero: de su alma y de su cuer- de las fuerzas corporales y, por tanto, la curación clínica orgánica; pero no
po. Pero esta última sanación, por lo que da la experiencia y necesariamente o, al menos, no inmediatamente» (ibid., p.27). Para F . Bou-
porque alguna vez hay que morir, no se obtendrá con eficacia rassa se trata de la curación de todo el hombre en su enfermedad corporal.
No dice: «curación corporal, sino curación de la enfermedad corporal» (p.29),
absoluta, sino condicionada al bien del alma 30 . de sus efectos y circunstancias, con miras a la salud del alma y del cuerpo
29
(P-29-3 1 ). Para este autor, en todos estos efectos se trata de una sola y de
Cf. LERCHER-UMBERG, n.659,2; H . WEISWEILER, Das Sakrament der la misma gracia (p.32ss).
Letzten Oelung in den systematischen Werken der ersten Frühscholastik: Scho- 31
Ritual de la unción, Praenotanda, n.6.
lastik 7 (1932) 336S; SOLA, n.256. 32
30 Cf. DORONZO 2,231-50; SUÁREZ, disp.41 sec.2 n. 12, en Opera (ed. Vi-
Discute tres opiniones sobre los efectos de la unción y su gracia sa- ves) 22,84is; SOLA, n.263.
144 P.1II c.8. Sujeto y ministro del sacramento §7. El sujeto 145
donarán los pecados cometidos en relación, v.gr., con el oído, También la expresión lo levantará (al enfermo) se entiende
y después los relacionados con el gusto, etc., sino todos a la par. mejor tratándose de un enfermo de cuidado.
Es congruo que este efecto se consiga cuando el sacramen- Este sacramento está destinado a los enfermos que están
to o signo está acabado; esto es, al final de todas las unciones en grave enfermedad. Grave enfermedad es aquella de la que
que se hagan con las respectivas «formas» que acompañan, por- puede seguirse, y se seguirá probablemente, la muerte, aunque
que el sacramento es uno solo moralmente, aunque físicamen- no ciertamente.
te conste de diversas unciones. Si el sacramento se adminis- No es lo mismo estar en peligro de muerte cuando la muer-
trara con una sola unción en caso de necesidad, entonces el te es probable, que estar en el artículo de la muerte cuando la
efecto seguiría a esta única unción. muerte es moralmente cierta e inminente.
Hoy día esta cuestión tiene menos importancia, porque no Este sacramento no es, por consiguiente, sólo para los últimos
se mencionan en la forma los diversos sentidos que se ungen, instantes de la vida, sino que puede y debe administrarse desde
sino sólo hay tres unciones con una sola forma, cuyas palabras que la enfermedad es peligrosa.
se distribuyen durante las unciones (cf. n. 197.306).
Entendido el sacramento o signo como un todo moral, aun- Razones del Magisterio y de la tradición
que haya diversas unciones y aunque sean varios los minis-
tros que lo administran, el efecto debe esperarse para cuando 233. Las razones que abonan estas afirmaciones son las
el sacramento como todo moral esté completo o acabado. siguientes:
El decreto pro Armenis (a. 1439) ya establecía que «este sa-
cramento no debe administrarse sino al enfermo cuya muerte
se teme» 2 .
CAPÍTULO VIII
Según el concilio de Trento, en las palabras de la carta de
A QUIENES SE ADMINISTRA LA UNCIÓN Santiago «se declara también que esta unción es para los en-
Y QUIENES LA ADMINISTRAN fermos, sobre todo para aquellos que están en el lecho tan peli-
grosamente, que parece están ya al final de su vida; por donde
I. El sujeto de la unción de los enfermos l se ha llamado sacramento de los que se van» 3 .
234. Esta unción, que borra los pecados, supone que quien
232. La reflexión teológica no ha dejado de pensar sobre la recibe ha podido pecar; y, por lo mismo que está llamada a
el sujeto para quien está destinado este sacramento; esto es, producir una confortación psicológica en el alma del enfer-
sobre la persona a quien se puede administrar válidamente mo, supone uso de razón en el sujeto. Por esto se requiere que el
esta unción. sujeto sea adulto, esto es, que tenga uso de razón.

Enfermo con enfermedad grave 2


Dz-Sch 1324 (700). G. D'Avanzo (Estrema Unzione? II pericolo di
tnorte richiesto nel soggetto dell'Olio santo, é condizione sacraméntale o disci-
El texto de la carta de Santiago áaOsvEÍ (está enfermo) y la plinare? : ScuolCatt 87 [1959] 213-19) sostiene que el sujeto de la unción
voz KáuvovTcc (el enfermo) indican que se trata de una dolencia es el cristiano que está en verdadera enfermedad, prescindiendo del peligro
de muerte. Fundamenta su tesis en que Sant 5,i4s no habla de si hay o no
no vulgar o mediocre, sino de una enfermedad de cuidado, gra- hay peligro de muerte y en que el Magisterio nunca ha exigido peligro de
ve (cf. n.14). muerte para administrar la unción (véase, sin embargo, lo que decimos en
nuestros números 232SS); alega asimismo que las oraciones de la antigua
Además, el «hacer llamar» a los presbíteros de la Iglesia su- Iglesia latina y siempre las de la oriental han sido de este parecer. Cf. E. R U F -
pone que el enfermo no puede salir de casa (n.17). FINI: ScuolCatt (a.1966) p.43*. A nosotros nos parece que, si se trata de
verdadera enfermedad, si ésta es y se llama grave, ya incluye el peligro de
1
Cf. SANTO TOMÁS, Supplem. q.32; DORONZO, 2,446-732; LERCHER- muerte.
UMBERG, n.665-74; KERN, p.271-322; SOLA, 11.264SS. 3 Dz-Sch 1698 (910).
Vncivn Je los enfermos in
146 P.III c.8. Sujeto y ministro del sacramento § 7. El sujeto 147
Y así, el decreto Quam singulaú (8 de agosto de 1910), so-
Disposiciones en el sujeto
bre la comunión y extremaunción de los niños, declaraba que
«es abuso detestable no administrar el viático y la extremaun- 236. Evidentemente que: a) Debe haber recibido el sacra-
ción a los niños que ya han llegado al uso de razóm 4 . mento del bautismo, que es la puerta de todos los sacramentos
De ahí que el Código de Derecho canónico determinara que y lo que incorpora a la Iglesia como miembro de ella, en favor
«la extremaunción no puede administrarse sino al fiel cristia- de los cuales son los demás sacramentos 8 . Además, la carta
no que, después de alcanzar el uso de razón, se halla en peligro de Santiago da a entender que se trata de una unción para
de muerte o por enfermedad o por vejez» (can.940 § r.°). los fieles cristianos (¿Está enfermo alguno entre vosotros?).
«Si se duda si el enfermo ha llegado al uso de razón, o si b) Por ser el sujeto un adulto, esto es, quien tiene uso de
está en peligro de muerte, o si está muerto, este sacramento razón, se requiere en él intención, al menos habitual, de recibir
debe administrarse bajo condición» (can.941). el sacramento 9 . Esta intención habitual e implícita, que es
El nuevo Ritual de la unción (cf. n.293) admite que «pue- suficiente, se halla, p.ej., en la voluntad no retractada de mo-
de darse la santa unción a los niños, a condición de que com- rir como mueren los cristianos y con los auxilios que a éstos
prendan el significado de este sacramento» 5 . se destinan.
Por esto tiene esta intención habitual implícita el cristiano
Razones de congruencia que, destituido del uso de sentidos, ha querido morir cristiana-
mente. En cambio, «no hay que conferir el sacramento de la
235. Las expresó Santo Tomás: «Este sacramento es cier-
extremaunción al neófito moribundo a quien el misionero cree,
ta curación espiritual, según se ha dicho 6 ; la cual curación se
sí, capaz del bautismo; a no ser que el mismo tenga por lo
significa por cierta manera de curación corporal, y por eso no
menos alguna intención de recibir la sagrada unción dispuesta
se debe administrar este sacramento a aquellos que no pueden
en beneficio del alma para el tiempo de la muerte» 10 .
ser curados corporalmente; es decir, a los sanos... Aunque la
salud espiritual es el efecto principal de este sacramento, con- c) Hemos podido advertir que en la antigüedad, cuando
viene, sin embargo, que se signifique la curación espiritual el cristiano estaba sometido a una penitencia pública y exclui-
por medio de la curación corporal. Y por esto, solamente se do temporalmente de la comunión, no se le administraba la un-
puede dar la salud espiritual por medio de este sacramento a ción sin previa reconciliación con la Iglesia y sin ser admitido
aquellos que necesitan curación corporal; esto es, a los en- a los sacramentos; v.gr., a la comunión del cuerpo de Cristo.
fermos... Es lo que indicaba ya Inocencio I: «... a los penitentes
[con penitencia pública] no se puede infundir este crisma
»Si se consideran las clases de enfermedades, puede admi-
[unción], porque es una clase de sacramento. Porque a quie-
nistrarse este sacramento en cualquier género de ellas, porque
nes se niegan los demás sacramentos, ¿cómo se piensa poder-
el apóstol no determina ninguna de ellas. Pero, si se considera
les conceder una clase de ellos?» u
el modo y el estado de la enfermedad, no siempre debe darse
este sacramento a los enfermos»... 7 Repetirá el mismo pensamiento el concilio de Pavía (Ti-
cinense), del año 850 12 . «Es de saber—dice—que, si el enfer-
4
Dz-Sch 3536 (2144). mo está sometido a penitencia pública, no puede conseguir
5
Ritual de la unción de los enfermos, Praenotanda, n.12.
6 8
Supplem. q.30 a. 1.2. Cf. M. NICOLAU, Teología del signo sacramental 11.448SS.
7
Supplem. q.32 a.ic. ad 1; a.2 ad 1. » Cf. ibid., n.452.
10
Resp. S. Officii ad episc. Quebecensem (10 de mayo de 1703): Dz-Sch
2382 (1349b). De parecida manera, tampoco se le administrará el viático,
a no ser que por lo menos discierna la comida espiritual de la corporal,
conociendo y creyendo la presencia del Señor en la sagrada hostia (ibid.).
11
Dz-Sch 216 (99); supra, n.75.
12
Supra, n.109.
148 P.lll c.8. Sujeto y ministro del sacramento § 7. El sujeto 149

la medicina de este misterio [sacramento], a no ser que, reci- Respecto de la unción administrada a los niños, recuér-
bida la reconciliación, mereciere la comunión del cuerpo y dese la condición introducida por el nuevo Ritual: que com-
sangre de Cristo. Porque a quien se le prohiben los demás prendan el significado de este sacramento (cf. n.234).
sacramentos, no se le concede en modo alguno usar de este
solo» 13 . Cuántas veces puede recibirse la unción
de los enfermos
El sacramento de la unción de los enfermos supone, por
consiguiente, la previa reconciliación con la Iglesia y de suyo 238. Evidentemente que no es un sacramento que impri-
es sacramento de vivos; presupone de suyo el estado de gracia ma carácter, y por ello sólo se reciba una vez en la vida.
para la fructuosa recepción. Aunque n», imprima carácter, su efecto es para la presente
enfermedad; y, por lo tanto, el sacramento ejerce su influjo
Cuestiones complementarias mientras dure la presente enfermedad.
Entendemos por enfermedad presente el peligro presente
237. 1) El peligro de muerte puede ser probable y aun y actual en que se halla el enfermo. Pero, si el enfermo conva-
cierto, pero por razones extrínsecas al sujeto; v.gr., por con- leciera del presunto peligro y enfermedad y cayere en un nue-
denación a muerte, o por entrar próximamente en batalla, vo peligro de muerte, aunque se tratara de la misma enferme-
o por naufragio inminente... En estos casos no se puede ad- dad específica que antes padeció, de hecho la enfermedad en
ministrar la unción antes de hallarse herido el sujeto, porque que ahora se encuentra será numéricamente diversa de la que
falta la condición de que padezca enfermedad grave. antes padeció. Es decir, para administrar de nuevo la santa
2) Benedicto XIV consideró abusiva la administración de unción al mismo enfermo debe hallarse en enfermedad o pe-
la unción entre los orientales para curar enfermedades leves; ligro no específicamente diverso (puede ser de la misma clase
a no ser que la empleen entonces no como sacramento, sino o especie de enfermedad), sino de enfermedad o peligro nu-
como sacramental 14 . méricamente diverso.
3) La unción inmediatamente después del bautismo. El concilio Tridentino expresamente declaró y enseñó que,
Si se tienen presentes todos los efectos que la unción está «si los enfermos se restablecen después de recibir la unción,
llamada a producir, no se verá inconveniente en que se admi- podrán ser ayudados de nuevo con el auxilio de este sacra-
nistre la unción inmediatamente después del bautismo. mento si cayeren en otro semejante peligro de la vida» 17 .
Santo Tomás suponía que el sujeto debía de tener pecados Es lo que enseñó posteriormente, fijándolo también para
actuales que confortaran las reliquias de los pecados y se le toda la Iglesia, el Derecho canónico: que «durante la misma
perdonaran 15 . De ahí que algunos vieran inconveniente en enfermedad este sacramento no puede repetirse, a no ser que
la administración inmediata después del bautismo. Pero no el enfermo se hubiere restablecido después de recibir la un-
hay razón para impedirla, si se atiende a los otros efectos que ción y cayere en otro peligro de la vida» (can.940 § 2. 0 ).
puede producir la unción, y en particular la sanación cor- 239. En el concilio Vaticano II, en el esquema presenta-
poral 16 . do al concilio por la Comisión preparatoria, se había formu-
1 3 C.8: MANSI, SS. Concil. 14,933; Dz-Sch 620 (315); supra, n.109.
lado el deseo de que en una enfermedad larga pudiera en oca-
" Cf. SOLA, n.265 nt.16. siones repetirse la unción 18. Se decía en nota que ésta había
15
Supplem. q.32 a.4 ad 2.
!6 Cf. SUÁREZ, De poenitentia disp.42 sec.2 n.8s, en Opera (ed. Vives) cado ni enfermedad espiritual o psicológica. Cf. C. BOYER, De poenitentia
22,8s3s; y una decisión de la S. C. de Propag. Fide (26 de septiembre de et extrema unctione p.415; LERCHER-UMBERG, n.666 corol.i; SOLA, n. 265.
1821), según la cual al bautizado en grave enfermedad se le puede admi- 17 Dz-Sch 1698 (910).
18
nistrar en seguida la unción (Collect. S. C. de Propag. Fide I n.768 p.445). A.60 (Iteratio sacramenti). «Unctio sacra in diuturna infirmitate ali-
Suárez pensó ( l . c , n.11) ser probable que la Santísima Virgen recibiera la quando iterari potest» (Schema Constit. de S. Liturgia c.3: Acta Synodalia
unción. Pero puede dudarse de ello, por no haber tenido reliquias de pe- SS. Conc. Vaticani II vol.i p . i . " p.285).
150 P.III c.8. Sujeto y ministro del sacramento § 7. El sujeto 151

sido práctica de la Iglesia hasta el siglo x m aun dentro de la tiva del individuo; mientras no aparezcan síntomas de co-
misma enfermedad. Y también que el enfermo necesita con rrupción.
frecuencia consuelo espiritual en estas enfermedades largas 15>. Por ello, mientras no aparezcan síntomas de corrupción
Prevaleció, sin embargo, la disciplina establecida en el conci- en el presunto cadáver o no haya claras señales de muerte,
lio Tridentino y en el Derecho canónico, que el Vaticano II v.gr., por amputación de la cabeza, será lícita la administra-
no quiso cambiar (cf. n.278). ción del sacramento, algunas horas después de la muerte apa-
Pero la constitución de Pablo VI Sacram unctionem infir- rente, condicionadamente, esto es, con la condición de «si vi-
morum (1972) establece para en adelante que «este sacramento ves». Si esta condición no se realizara, es claro que no habría
se puede repetir, si el enfermo, después de recibir la unción, sacramento.
se restableciere y cayere de nuevo en enfermedad [es la dis-
ciplina hasta entonces vigente], o si, perdurando la misma en-
La necesidad y la obligación de recibir el sacramento 2 2
fermedad, viniere un peligro más grave»20.
No es con necesidad de medio
La unción en la muerte aparente 21
241. No puede demostrarse que la unción de los enfer-
240. Es claro que el individuo muerto no es sujeto de mos, hablando de los hombres en general, sea necesaria con
ningún sacramento. Los sacramentos son para los «viadores», necesidad de medio para la salvación, porque tal necesidad no
no para los que han llegado al estado de «término». consta ni por la Sagrada Escritura ni por los documentos de
Por consiguiente, si consta con certeza la muerte de un la tradición y del Magisterio. Existen otros medios para con-
individuo, no se le puede administrar la unción ni lícita ni seguir la gracia de Dios y morir en ella, que es lo que se nece-
válidamente. sita para salvarse.
Pero, si hubiera probabilidad de que todavía vive, se le Son de necesidad de medio el bautismo (Me 16,16), la
podrá administrar bajo condición, según el principio de que confesión de los pecados (Jn 20,23) y la comunión (Jn 6,53);
«los sacramentos son en beneficio de los hombres»; y, además, pero no consta de la unción de los enfermos. Aun en ausencia
administrando el sacramento bajo la condición de «si vive» el de estos medios indicados, el estado de gracia necesario po-
individuo en realidad, si no viviera, no se hace sacramento dría obtenerse por un acto de caridad y contrición. Y en este
ni injuria al sacramento. Y, en cambio, si viviera, podría se- acto de caridad puede hallarse el «voto» de aquellos sacra-
guírsele algún beneficio. mentos que hemos dicho de necesidad de medio.
Hoy muchos médicos y biólogos tienen la persuasión de Además, de suyo, este sacramento presupone ya el estado
que la muerte real no sigue instantáneamente a la muerte apa- de gracia.
rente y fisiológica (se han dado casos de reanimación en suje- Sólo en algunos casos particulares de fieles bautizados,
tos que parecían ya muertos) y que esta dilación de la muerte pero con sola atrición de sus pecados y sin posibilidad de con-
real es con mayor o menor probabilidad según que la causa fesarse (por pérdida del sentido...), sería la unción un medio
de la muerte sea un accidente, que provoque una muerte ins- necesario para salvarse.
tantánea, o sea efecto de una prolongada enfermedad consun-
19 No es de necesidad de precepto grave
Acta et documenta Concilio Vaticano II apparando, Appendix, vol.2
p.97 n.14-17. Sobre la repetición de la unción antiguamente, se ocupa 242. Tampoco puede probarse que exista precepto grave
C H . HARRIS, Liturgy and Worship (London 1964) P-S33S.
20
«...aut si, eadem infirmitate perdurante, discrimen gravius fíat» de recibir este sacramento.
(AAS 65 [1973] 9)-
21
Las palabras de Santiago (5,14): que llame a los presbíte-
Cf. J. B. FERRERES, La muerte real y la muerte aparente (Barcelo-
na 5 1930); SOLA, n.273. 22
Cf. LERCHER-UMBERG, n.669-74; H . NOLDIN, n.447; SOLA, n.274.
152 P.UI c.8. Sujelo y ministro del sacramento § II. El ministro 153

ros..., suenan más a consejo que a precepto, porque son del Reviviscencia de la unción 24
mismo tenor que las anteriores (¿Está triste uno de vosotros?
Que ore. ¿Está contento? Que cante). 244. La reviviscencia de un sacramento se considera cuan-
do se ha administrado el sacramento válidamente, pero que,
Además, por su misma naturaleza y por los efectos que
por adhesión al pecado en el sujeto que lo ha recibido, no ha
produce, no puede decirse que la unción sea imprescindible
podido producir el efecto de santificación o la gracia que de-
para salvarse.
bía producir en él. Por esto se dice que es entonces un sacra-
Tampoco puede aducirse un precepto grave de la Iglesia que
mento válido, pero informe; esto es, sin la forma de la gracia...
obligue a recibirlo. La Iglesia sólo ha declarado que «no es
lícito descuidarlo» 2 3 . Se admite la reviviscencia en aquellos sacramentos que,
como el bautismo, confirmación y orden, imprimen carácter y
Algunos teólogos, atendiendo a los efectos de gracia para
son initerables, porque entonces, si desaparece el óbice, pa-
el supremo combate, afirmaron la obligación grave de reci-
rece que el carácter producido y él sacramento válido son como
birlo.
una exigencia de los efectos propios del sacramento. Y ade-
Tratándose de un medio de gracia instituido por Jesucristo
más, en caso de no recibir aquellos efectos, el individuo se
y estando llamado a producir efectos de confortación y de
vería privado, de por vida, de aquellas gracias específicas de
gracia espiritual, y aun de salud corporal, no sería cuerdo que-
estos sacramentos.
rer prescindir de él intencionadamente y descuidar la ocasión
de recibirlo que se ofreciera. Por esto se faltaría o pecaría Tratándose de la unción, el sacramento válidamente reci-
por negligencia y (al parecer, levemente) por falta de caridad bido no deja de ser una acción de Cristo y voluntad objetiva
consigo mismo. de Cristo, que llama y exige el efecto propio del sacramento,
que es el de la gracia y de los auxilios espirituales y corpora-
Pero la falta podría ser grave si hubiera desprecio del sa-
les en la enfermedad. Si desaparece el óbice que se haya pues-
cramento o escándalo de los fieles.
to al recibirlo, parece que obtendrá su efecto y «revivirá».
Tanto más que, no sin ciertas limitaciones, se puede re-
Obligación de los familiares
petir en la misma enfermedad (cf. n.238s), para que el indi-
243. Los que tienen lazos de parentesco o afinidad con viduo no se vea privado de los auxilios convenientes perdu-
el enfermo (padres, hijos, esposos...) o tienen algún cuidado rando la misma enfermedad y el mismo peligro.
de su bien espiritual (superiores, párrocos...), deben avisar
al enfermo del peligro en que se encuentra y conviene que M
//. Ministro del sacramento
le recuerden los bienes, aun en el cuerpo, que le producirá la
unción. Y, si el enfermo la desea, deben procurársela avisan- Los presbíteros de la Iglesia
do al sacerdote. La obligación de estos familiares podría ser
grave si el sacramento resultara necesario o muy conveniente 245. La carta de Santiago no deja lugar a dudas acerca
al enfermo. del ministro. El enfermo manda llamar a los presbíteros de la
Pero los que por su oficio no tienen el cuidado espiritual Iglesia. La denominación de presbíteros como oficio concreto
del enfermo (como son los médicos, enfermeros, domésti- en la Iglesia alcanza un sentido técnico bien determinado en
cos...), de ordinario (a no ser que el sacramento resultara al los libros del N . T . 2 6 . Por añadidura, se dice que son presbí-
enfermo necesario para salvarse) no tendrán obligación grave 24
Cf. DORONZO, 2,230-61; SOLA, n.276; M . NICOLAU, Teología del signo
de declarárselo, pues se trata de una obligación de caridad, sacramental n. 3 59-60.
25 Cf. SANTO TOMÁS, Supplem. q.31; DORONZO, 2,733-841; KERN, p.241-
que no puede obligar a ellos más que al mismo enfermo. 71; LERCHER-UMBERG, n.675-79; SOLA, n.269-72.
26 Cf. M . NICOLAU, Ministros de Cristo, Sacerdocio y sacramento del
23
Código de Derecho canónico can.944. orden (Madrid 1971) n.134-43.
154 P.II1 c.8. Sujeto y ministro del sacramento
§ II. El ministro 155
teros de la Iglesia, significando que se trata de algo inmanente
en la Iglesia y propio de ella. No se trata, por consiguiente, duda pueden hacer los presbíteros (cf. n.75). Se requiere, por
de llamar a laicos «de edad avanzada», o de «ancianos» de la consiguiente, el sacerdocio, bien de primer grado, bien de
comunidad, tomando la palabra presbíteros en un sentido me- segundo grado, para la administración de este sacramento 27 .
ramente etimológico. No se ve qué finalidad tendría este lla- El concilio Florentino repetirá en el decreto pro Armenis
mar a los «viejos». que «el ministro de este sacramento es el sacerdote» 28 .
Según Trento, «los ministros propios» son los presbíteros,
Si se entiende presbíteros como título de dignidad (los
lo cual se indica en las palabras de la carta de Santiago 2 9 ;
«principales» de la comunidad), si se trata de una dignidad
y define el concilio que por esos «presbíteros» se deben enten-
meramente laical, no se ve igualmente qué finalidad puede
der los sacerdotes ordenados por el obispo, y no precisamente
tener encargarles de un oficio estrictamente religioso; mucho
los mayores de edad o los primeros del pueblo, y que «por
más habiendo «ministros» (como consta los había entonces)
ello el propio ministro de la extremaunción es sólo el sacer-
que puedan desempeñar este oficio. Y, si se trata de designar dote» 30 .
con el nombre de presbíteros personas principales en lo ecle-
Lo declarará más adelante con palabra terminante el Có-
siástico dentro de la comunidad, eso mismo es lo que enten-
digo de Derecho canónico: «Este sacramento lo administra vá-
demos que se significa con el nombre de presbíteros de la lidamente todo sacerdote y sólo él» (can.938 § i.°).
Iglesia.
Y últimamente lo confirma el nuevo Ritual de la unción.
(n.16): «Sólo el sacerdote es el ministro propio de la unción
Los documentos antiguos y del Magisterio de los enfermos».
246. Desde antiguo, en multitud de documentos se señala 31
al presbítero como ministro de este sacramento. Hemos tenido La unción administrada por varios sacerdotes
ocasión de notarlo, aparte de la mención frecuente del texto 248. Respecto de la administración del sacramento por
de Santiago, que manda llamar a los presbíteros, y que repiten uno o varios sacerdotes, hipótesis esta última que viene admi-
los documentos, en multitud de textos de los Padres: en Orí- tida en la carta de Santiago (que llame a los presbíteros de la
genes (n.39s), San Juan Crisóstomo (n.55), Isaac de Antioquia Iglesia y que le unjan...), encontramos una constitución de Be-
(n.6o), San Beda (n.90), Amalario (n.93), Jonás, obispo de nedicto XIV (26 de mayo de 1742) dirigida a los ítalogriegos.
Orleáns (n.94) y Amulo (n.97). En ella admite y confirma la costumbre de administrar la
Y consta por las narraciones de San Hipatio (n.61) y de unción por varios presbíteros e indica la manera como debe
San Tresano (n.83) y en los nestorianos (n.69). hacerse:
Asimismo, hemos podido advertir que refieren la unción «(N.2). A los enfermos... se les da la extremaunción.
de los enfermos al presbítero o sacerdote, como a su ministro, (N.3). No importa que la misma extremaunción se haga
los estatutos diocesanos de York (n.99), los de San Bonifacio por uno o varios presbíteros, donde esté vigente tal costum-
(n.ioo), los de Orleáns (n.101) y los de Reims (n.102), así bre, con tal de que crean y afirmen que aquel sacramento
como los concilios particulares de Cabillon (n.106), I de Aquis- puede administrarse válida y lícitamente por un solo presbí-
grán (n.107), de Pavía (Ticínense) (n.109) y de V/orms (n.109). tero, si guarda la debida materia y forma.
También los documentos litúrgicos mozárabe (n.111) y ga- (N.4.) El mismo sacerdote es el que debe aplicar la mate-
licano (códice Remense) (n.119). 27 Dz-Sch 216 (99).
247. Se recordará que Inocencio I señala expresamente a 28 Dz-Sch 1325 (700).
29 Dz-Sch 1695 (9o8).i697 (910).
los presbíteros como ministros del sacramento, añadiendo que 30 Dz-Sch 1719 (929)-i697 (910).
es superfluo añadir si podrá hacer el obispo lo que no hay 31 Cf. KERN, p.251-62; SOLA, n.272.
156 P.III <-.§. Sujeto y ministro del sacramento
§ II. El ministro 157
ria y pronunciar la respectiva forma; y por esto, el mismo
q u e unge es el q u e ha de decir la forma correspondiente, y no
que u n o unja y el otro diga la forma» 3 2 . P o r q u é b a s t a u n solo m i n i s t r o
249. Sin duda q u e esta práctica, hoy extendida en la 250. E n la Iglesia latina se entiende que basta un solo
Iglesia oriental, es válida, puesto que se acomoda al mismo ministro para la unción de los enfermos.
texto de la carta de Santiago.
Y será lícita donde n o obste prohibición de la Iglesia. E x a m e n de Sant 5,148
Es opinión c o m ú n de los teólogos, con Suárez 3 3 y San
i . ° Es verdad que la carta de Santiago (5,i4s) habla en
Alfonso María de Ligorio 34 , que el sacramento sería inválido
plural de los presbíteros que deben ser llamados; pero con
si u n sacerdote aplica la materia y otro pronuncia la forma.
razón se ha observado q u e no dice: «Llame a varios presbíte-
Pero sería válido si cada sacerdote de los q u e lo administran
ros», sino a los presbíteros. Como, cuando se le dice a u n en-
al mismo enfermo unge en una parte del cuerpo y él mismo
fermo que «llame a los médicos», no se le preceptúa q u e t e n -
pronuncia la forma correspondiente. Santo Tomás35 admite
gan q u e ser necesariamente varios; basta q u e sea u n o .
en este caso la unidad y la validez q u e hay en el sacramento,
2. 0 N o es infrecuente en la Sagrada Escritura usar el
a u n q u e sean varios los q u e lo confieren.
plural por el singular, como figura de dicción que se llama
L a validez es admitida por los teólogos. Los sacerdotes permutatio. Así, p.ej., los ladrones crucificados con Él le decían
q u e ungen al mismo enfermo simultáneamente, obran una con- improperios ( M t 27,44), y, sin embargo, era sólo uno (Le 23,
celebración sacramental 36 ; y, si lo ungen sucesivamente uno 39). Se le reían también los soldados que se le acercaban y le
tras otro, completan lo q u e ya está significado y realizado ofrecían vinagre (Le 23,36), y sólo era u n o quien le ofreció
por el anterior, o, por lo menos, incoado 3 7 . vinagre ( M t 27,48; M e 15,36). Han muerto los que buscaban
D e una manera parecida a la concelebración eucarística 38 , la vida del Niño ( M t 2,20), y era sólo uno, Herodes. Los santos
nos parece mejor explicar la unidad del sacramento de la u n - taparon las bocas de los leones (Heb 11,33), y s ° l o consta de
ción realizada por varios sacerdotes en el mismo enfermo por Daniel...
la intención predominante que tienen todos los q u e ungen Estos ejemplos sugieren una manera de hablar en plural
de hacerlo moralmente unidos y como u n todo moral. En que no es urgente entenderla estrictamente, y admiten la p o -
esta hipótesis, el signo sacramental es realizado por todos como sibilidad de ser entendida en singular.
un todo y surge su efecto cuando el signo está completado por 3 . 0 Llamar a los presbíteros de la Iglesia n o puede enten-
todos. derse de todos los presbíteros de la Iglesia universal, pues
32 Dz-Sch 2524 (1458). sería imposible reunirlos; ni tampoco convocar a todos los
33
De poenitentia disp.43 sec.2 n.2s, en Opera (ed. Vives) 22,8593. presbíteros de una gran ciudad, si son numerosos, por la in-
34 L.6 n.724; SOLA, n.272. comodidad q u e ello supondría.
35 Supplem. q.29 a.2.
36
Sobre la noción de concelebración y su carácter sacramental puede Parece q u e debe entenderse del convocar a los presbíteros
verse M. NICOLAU, Nueva Pascua de la Nueva Alianza. Actuales enfoques de la propia iglesia o comunidad local que están más a mano
sobre la eucaristía (Madrid 1973) n.4Ó2ss. y p u e d e n cómodamente reunirse: el obispo con los presbíte-
37
Cf. SUÁREZ, De poenitentia disp.43 sea2 n.6, en Opera (ed. Vives)
22.8ÓIS. ros, o algún n ú m e r o de éstos que p u e d a n cómodamente con-
38
Cf. M. NICOLAU, Nueva Pascua de la Nueva Alianza n.467.471. gregarse.
158 P.11I c.8. Sujeto y ministro del sacramento § II. El ministro 159

La práctica posterior de la Iglesia las oraciones que cada uno de los sacerdotes debe recitar
mientras unge.
251. Los testimonios que hemos aducido de los Santos De parecida manera los Ordines XV y XXÍÍ 41 .
Padres y de la práctica de las Iglesias demuestran que no También se citan las prescripciones de tres Iglesias (cadur^
raras veces la unción era administrada por un solo sacerdote censis, ruthenensis, tutelensis), que señalan lo siguiente: «Al
(cf. n.53ss). conferir este sacramento deben estar varios sacerdotes, si co\
A mayor abundamiento, mencionemos que Casiodoro modamente es posible; y no debe uno ungir y el otro decir l a
(ca.490-ca.583) menciona el mandato de Santiago refiriéndolo oración, para que no se haga división del sacramento [del
a un solo presbítero: «... Si alguno está roto (quassatur) por signo], aun cuando oren en seguida los demás mientras uno
la debilidad del cuerpo, dice [Santiago] que emplee al pres- unge y otro ora; o bien, ungiendo y orando uno, pueden los
bítero, el cual, mediante la oración de la fe y la unción del demás ungir y orar» 42 .
óleo santo, salve al que parece afligido»... 39 .
Recordemos que Inocencio I (n.75) admitía que el obispo
solo pudiera administrar la unción. Si un obispo la puede ad- ¿Podría u n diácono u otro ministro inferior administrar
ministrar solo por razón de su sacerdocio, no hay por qué la unción de los enfermos? 4 3
requerir necesariamente a varios sacerdotes. 253. Se preguntará si las palabras terminantes del Dere-
También se recordará que los textos litúrgicos de la anti- cho canónico (n.247) cuando dice que sólo el sacerdote admi-
güedad con frecuencia hablaban de un solo sacerdote que nistra válidamente el sacramento de la unción son expresión
administra la unción. de un derecho divino o sólo de un derecho eclesiástico; esto es,
Benedicto XIV conjeturaba que la razón por la que en la si la invalidez de la unción como sacramento, cuando fuese
Iglesia latina, por disciplina medieval, se redujo a uno solo administrada por un diácono u otro clérigo, depende sólo de
el número de los sacerdotes que administraban la unción, fue una prescripción positiva de la Iglesia que ésta pudiera cam-
el exigir elevado estipendio por participar en ella como mi- biar, o es una condición o circunstancia inherente a la natu-
nistros del sacramento; por donde los herejes waldenses echa- raleza misma de este sacramento.
ban en cara «que sólo se administraba a los ricos». Por lo cual
se llegó a que fuera derecho del párroco 4 0 . El dictamen de los teólogos
252. Pero otros piensan, dejando aparte esta mera con-
jetura, que la práctica de ungir por varios sacerdotes a la vez 254. El parecer de los teólogos medievales anteriores a
no estuvo muy extendida en la Iglesia latina. ¿Qué hacer en Trento es decisivo en atribuir al solo sacerdote, y no a otro
las comunidades rurales con un solo sacerdote? Ni siempre ministro, la administración de la unción.
era fácil encontrar colegas fervorosos que, entre incomodida- Así, Santo Tomás, aun considerando que los laicos puedan
des de viajes, se prestaran a la concelebración sacramental. bautizar en caso de necesidad, rechaza el que puedan hacer el
De hecho, de 32 Ordiñes antiguos que se han conocido, sacramento de la unción; y «el que puedan bautizar en caso de
únicamente tres manifiestan, respecto de la unción, la coope- necesidad se ha hecho por divina dispensación, para que a nadi 6
ración sacramental de varios presbíteros. le falte la facultad de regeneración espiritual» 44 . También r e '
Así, el Ordo XIV (ca. a.700): «Entonces, cada uno de los chaza que los diáconos puedan administrar la unción en cas 0
sacerdotes (singuli sacerdotes) unjan al enfermo con el óleo 41
Cf. KERN, p.254.259. Se refiere a los Ordines editados por MARTÉM*''
consagrado, haciendo cruces en el cuello», etc. Y se ponen De antiquis Ecclesiae ritibus (Antuerpiae 1763).
4
39 2 KERN, p.259.
Complexiones in epist. Apostolorum (In epist. S. Iacobi): P L 70,1380. 43
Cf. KERN, p.242-47.
40 Cf. BENEDICTO XIV, De synodo 1.8 c.4 n.6; KERN, p.253. 44
Supplem. q.31 a. 1 c.
§ II. El ministro 161
160 P.U1 c.8. Sujeto y ministro del sacramento
es propio de él; ni el papa podría encomendar la unción al no-
de necesidad. «Este sacramento no tiene la necesidad del bau-
sacerdote, como tampoco absolver de pecados o también hacer
tismo. Y así, no se encarga a todos su dispensación en el mo-
la eucaristía» 4 9 .
mento de la necesidad, sino sólo a aquellos a quienes compete
por oficio [los sacerdotes]. Y a los diáconos—añade—, aun el
El concilio de Trento
bautizar no les compete por oficio»45.
255. San Buenaventura escribe que «la dispensación de 256. El concilio de Trento ha definido que «el ministro
este sacramento toca por oficio a los sacerdotes; y esto lo con- propio de la extremaunción es sólo el sacerdote» 50 . Y lo recor-
dará Pablo VI en su constitución Sacram unctionem (n.285).
firman la autoridad y la razón: la autoridad, porque Santiago,
en el último capítulo, dice: Llame a los presbíteros y que oren ¿Qué se entiende por el ministro propio?
sobre él; y la razón, porque, siendo la materia de este sacra- El sentido no es aquí el de ministro ordinario, que sugiere
la idea de un ministro extraordinario, como son aquellos que,
mento el óleo consagrado, no debe administrarse ni tocarse
en casos especiales o con autorización de la Santa Sede, pueden
sino por aquel que tiene las manos consagradas, y este tal es
administrar un sacramento 51 ; p.ej., el diácono, ministro extra-
el sacerdote; por eso, no todos pueden» 46 . Como se ve, la
ordinario del bautismo y de la comunión, o el presbítero, mi-
razón última alegada parece más bien de congruencia; pero es
nistro extraordinario de la confirmación.
clara la doctrina de que sólo corresponde a los sacerdotes la
Por ministro ordinario se entiende también el que adminis-
administración del sacramento.
tra un sacramento por razón de su oficio. En este sentido, «el
Duns Scoto enseña que «este sacramento debe ser dispen- ministro ordinario [de la unción de los enfermos] es el párroco
sado por sólo el sacerdote, puesto que sólo el sacerdote es del lugar en que reside el enfermo; pero en caso de necesidad,
idóneo y conveniente ministro para dispensarlo. Porque no es o por lo menos con licencia del párroco o del ordinario del
un sacramento de necesidad, como otros sacramentos, a saber, lugar presumida razonablemente, puede otro sacerdote cual-
el bautismo y la penitencia, los cuales, sin embargo, se admi- quiera administrar este sacramento» 52 .
nistran solemnemente por sólo el sacerdote. Porque el bau- El sentido de ministro propio se opone al de ministro im-
tismo, en caso de necesidad, puede ser administrado por otro propio; y, al afirmar que sólo el sacerdote es ministro propio,
que no sea sacerdote, pero no solemnemente. Y así, sólo el equivale a decir que los demás no-sacerdotes lo serán impro-
sacerdote es ministro conveniente para administrar de modo piamente; esto es, no lo serían en realidad.
general este sacramento, así como los otros» 47 . Se podrá dis- El pensamiento del concilio Tridentino abona esta manera
cutir la razón alegada, pero es clara la doctrina que ahora de ver 53 .
buscamos.
Durando se expresaba así: «Hay que decir que ningún laico Crítica de algunas opiniones
puede dispensar este sacramento, ni un clérigo, si no es sacer-
257. El pensamiento de que los diáconos podrían admi-
dote» 48 .
nistrar la unción de los enfermos en caso de necesidad fue
Paludano (1565-1630), de manera parecida: «La primera
conclusión es que sólo el sacerdote es ministro, de modo que 4
» Comment. in lib. Sent. q.2; KERN, P.244S.
en ningún caso puede ungir el que no es sacerdote, porque esto so Dz-Sch 1719 (929); cf. 1697 (910).
51
En el sentido indicado de ministro ordinario (el obispo) de la con-
45 firmación lo entiende el concilio de Trento en los cánones del sacramento
Ibid., a.2 ad 2. El ministro ordinario es el sacerdote; el diácono ha de la confirmación (Dz-Sch 1630 [873]).
venido considerándose como ministro extraordinario. 52 Código de Derecho canónico can.938 § 2. 0 .
46
Comment. in Sent. a.2 q.i; KERN, p.245. 53 Véase el sentido de la definición que parece obvio: Dz-Sch 1719
47
Rep. Par. in IV dist.23 q.única; KERN, p.245. (929); y cf. ibid., 1697 (910).
48
Comment. in Sent. q.3; KERN, p.245.
Unción de los enfermos 11
162 P.I1I c.8. Sujeto y ministro del sacramento § 7/. El ministro 163
propuesto y defendido por J. de Launoy (1603-78) 54. Aunque pues no se entendería bien que el diácono pueda, en caso de
este autor recorre eruditamente textos positivos, su argumento necesidad, conceder el perdón de los pecados y la eucaristía
para defender esta proposición es totalmente a priori. Porque, a los enfermos y no pueda administrar la unción, que antes
entre los muchos documentos propuestos, decretos de concilios se administraba antes de la eucaristía»56.
y de diócesis en que se declaran los oficios del diácono en la Ni el diácono hacía ni hace el sacramento de la eucaristía
asistencia a moribundos, no hay ninguno que autorice a los ni el de la penitencia, sino sólo administraba (aplicaba) la co-
diáconos a administrar la unción en caso de necesidad. Ni munión; y sólo realizaba en algunos casos la reconciliación
entre los textos antiguos que inculpan a los diáconos de atri- canónica, sin el sacramento de la penitencia. Por lo cual la
buirse funciones que sobrepasan su oficio y ministerio se ha paridad con la unción (ésta consiste en hacer un sacramento,
encontrado alguno que atribuya a los diáconos apropiarse la no meramente aplicarlo) no es paridad que haga al caso.
administración de la unción. Aparte de que, en cuestiones de institución positiva, los argu-
Los decretos sobredichos se refieren a que los diáconos mentos a priori o por mera congruencia son argumentos vul-
administren, sí, el viático en ausencia del presbítero; y algunos nerables.
agregan que puede el diácono recibir a los penitentes, que
259. Entre las razones que se han dado más recientemente,
puede interpretarse realizar la reconciliación canónica. Alguno
hallamos las de M. Boudinhon 57, el cual sugiere que, una vez
que otro concede también que el diácono reciba la confesión
que el aceite bendecido ha sido previamente santificado y ha
del enfermo 55 .
llegado a ser vehículo de la gracia, se podría mirar como su-
Al no concederse al diácono, en ningún documento y en
ficiente el ministerio del enfermo o de otro fiel.
ningún caso, administrar la unción cuando se le concede ad-
Pero con razón se responde que el sacramento de la unción
ministrar el viático, y aun, por algunos, llevar a cabo la recon-
no está en la bendición constitutiva sobre el aceite, sino en
ciliación canónica, es señal bastante clara de que el diácono no
la acción de ungir al enfermo. El ministro inferior al sacerdote
puede, ni siquiera con autorización de la Iglesia, conferir el
sería entonces ministro de la aplicación, pero no de la con-
sacramento de la unción a los enfermos. A nuestro juicio, no
se explica esta coincidencia fundamental de todos los docu- fección del sacramento.
mentos, aun para los casos de necesidad urgente, que no in- / . Ch. Didier58 concede que actualmente no hay duda que
cluyen en el oficio diaconal la administración de la unción; el único ministro válido de la unción de los enfermos es el
no se explica—decimos—sino como una positiva exclusión, sacerdote; mas para este autor ha habido durante siglos un uso
que está en la mentalidad y conciencia de toda la Iglesia. doble del óleo santo: uno, aplicado por los sacerdotes, y otro,
de aplicación o administración permitida a todos los fieles.
258. El argumento de Launoy decimos que es a priori. Nosotros no acabamos de ver con claridad y con certeza estas
«Porque—dice—de estos tres sacramentos [penitencia, unción, afirmaciones del autor, ni parece que los textos históricos com-
viático], el [diácono] que en ausencia del presbítero confiere prueben suficientemente sus hipótesis (cf. n.246). Tampoco
dos sacramentos a los enfermos [viático y penitencia], también nos parece que las palabras del Tridentino sobre el ministro
puede, de modo semejante, administrar el tercero [la unción], propio deban entenderse del ministro ordinario (cf. n.247).
54
De sacramento unctionis infirmorum, Circa ministrum, observ.2, Opera Por último, la Iglesia no puede cambiar la sustancia de los sa-
omnia I (Coloniae 1731) P.569SS; KERN, p.242-44.
55
Recuérdese a este propósito la opinión extendida en la Edad Media
cramentos, esto es, todas aquellas cosas que por voluntad de
de que el pecador, en ausencia del sacerdote, podía, laudablemente, ma-
nifestar sus pecados al no-sacerdote (cf. SANTO TOMÁS, In 4 Sent. 17 q. 3 56
L e , p.569.
a. 3 q.2 sol. 2). San Ignacio, en peligro de muerte y en el sitio de Pamplona, 57
La théologie de l'Extréme Onction: Rev. cath. des Églises 2 (1950)
«venido el día que se esperaba la batería, se confesó con uno de aquellos 385SS; cf. Scuol Catt (1966) p.42*.
sus compañeros» (Acta P. Ignatii Autobiografía). N . i : Fontes narrativi de 58
Sur le ministre de l'onction des malades: L'Ami du Clergé 74 (1964)
S. Ignatio I [Romae 1943: Monum. Hist. S.I., n.66] p.364). 488-92; cf. Scuol Catt (1966) p.42*.43*.
164 P.lll c.8. Sujeto y ministro del sacramento
§ II. El ministro 165
Cristo deban entrar o ser condiciones para su administración 59 ;
y en este caso parece que entra en consideración la cuestión del Razones en favor
ministro: por las afirmaciones de Sant 5,14 (inducat presbyte-
ros) y por el uso repetido de la Iglesia. Suponer que la cuestión Las principales razones que se han propuesto por Cleri-
del ministro no sea condición necesaria del sacramento, parece cato 63 nos parecen ser las siguientes:
suponer lo que se trata de probar. i.° Al médico que atiende y da remedios a un enfermo no
se le prohibe, en propia enfermedad, aplicarse a sí mismo los
260. Por todas las razones expuestas en este capítulo, nos
remedios que aplica a otros. Luego el sacerdote enfermo po-
parece que no tendrán fortuna algunas insinuaciones hechas
dría aplicarse la unción que él aplica a otros en la enfermedad.
últimamente en el sentido de que los diáconos sean autoriza-
dos en ocasiones para administrar este sacramento 6 0 . De hecho, Pero la cuestión está en ver si, por la teoría general de los
no han encontrado eco en la nueva constitución Sacram unc- sacramentos, una misma persona puede a la vez ser ministro
tionem infirmorum, de Pablo VI (30 de noviembre de 1972), y sujeto del sacramento.
ni en el nuevo Ritual de la unción. Ambos documentos recuer- 2. 0 En el sacramento del matrimonio, los ministros que
dan y renuevan el pensamiento de que el ministro propio administran el sacramento (los cónyuges) son los únicos que
de la unción de los enfermos es sólo el sacerdote. lo reciben. Luego no repugna que una misma persona sea a la
vez ministro y sujeto del sacramento.
Nos parece, como razón congruente para reservar la un-
ción de los enfermos como exclusiva del sacerdote, que en la A esta razón debe notarse que cada uno de los cónyuges
unción se trata de un sacramento que es completivo o consuma- es ministro del sacramento respecto del otro cónyuge a quien se
tivo del de la penitencia y que borra también los pecados, si lo administra, pero no respecto de sí mismo.
los tuviere el enfermo, y las reliquias del pecado. Ahora bien, 3. 0 El que puede lo más, puede lo menos. Luego, si el
se ha considerado siempre como propio y exclusivo del sacer- sacerdote puede administrarse la eucaristía, que es más, podrá
dote todo lo concerniente al sacramento de la penitencia y a su administrarse la unción, que es menos.
administración sacramental 61 . Pero se advertirá que administrar la eucaristía no es más
que administrar la unción, porque esto es hacer un sacramento
y aquello es aplicar un sacramento permanente ya hecho.
¿Podría un sacerdote, en ausencia de otro presbítero,
administrarse a sí mismo la unción? 62 Razones en contra
261. Si se pregunta a veces si un ángel o si un sacerdote 262. En contra de este parecer están por la afirmación
difunto y resucitado podría hacer o administrar un sacramento, contraria, que nos parece cierta, los motivos siguientes:
menos llamativa y extraña es la cuestión que ahora propone- 1. ° No se conocen casos de sacerdotes que, estando enfermos
mos. Podría, en efecto, ser práctica en ocasiones, cuando un y sin otro sacerdote presente y teniendo como suelen tener
sacerdote está en enfermedad peligrosa y falta otro sacerdote a mano el santo óleo, se hayan administrado a sí mismos la
que le administre la unción. unción. Parece indicio claro de que por tradición se excluye
59
Cf. P í o XII, constit. Sacramentum ordinis (30 de noviembre de 1947): esta posibilidad de autoadministración del sacramento de la
Dz-Sch 3857 (2301).
60
unción. El caso es, por consiguiente, similar al de la absolu-
Cf. J. HUARD, Des diacres pour notre temps: La Maison-Dieu n.201 ción sacramental, que no puede un sacerdote autoaplicarse en
(1970) gos.
61
M . NICOLAU, Ministros de Cristo n.458. ausencia de otro sacerdote y en caso de urgente necesidad.
62
Cf. KERN, p.246-5I. 2. 0 Esta pensaríamos ser una buena razón para excluir la
administración de la unción a sí mismo por el propio sacerdote.
63
Decisiones sacramenti de Extrema unctione dec.75; KERN, P.246S.
166 P.lll c.8. Sujeto y ministro del sacramento / / . El ministro 167
Siempre, desde los primeros documentos de la Escritura y de de Propaganda Fide que dice: «Examinadas las mismas palabras
los Santos Padres, se ha mirado el sacramento de la unción con de la expresión divina [Sant 5,i4s], fácilmente se ve que el
carácter de remisión de pecados y completivo y consumativo sacramento de la unción, aun en el caso de necesidad, cuando
del de la penitencia. Parece incongruente que uno se perdone está ausente otro presbítero, no puede el misionero enfermo
a sí mismo los pecados. administrárselo a sí mismo» 66 .
Además, los textos hablan de llamar a los presbíteros y que
éstos oren sobre el enfermo y lo unjan... (Sant 5,14). Orígenes Los autores
(n.39) y San Juan Crisóstomo (n.55) conjugaban el texto de
Santiago con la remisión de los pecados por la penitencia. 264. El mismo Beda (674-735) refiere también las pa-
labras de Inocencio I ala unción que todos los cristianos pueden
263. 3. 0 Así como el sacramento del bautismo, con ser
realizar con el ungüento bendecido por el obispo «en la ne-
tan necesario para la salvación, nadie puede administrarlo a sí
cesidad propia o de los suyos».
mismo 64, tampoco el sacramento de la unción, que es de menor
Comentando las palabras de Santiago: ungiéndolo [al enfer-
urgencia que el bautismo.
mo] con el óleo..., escribe: «En el evangelio leemos que esto
El bautismo tiene un sentido de regeneración espiritual, y es
lo hicieron los apóstoles, y hoy la costumbre de la Iglesia prac-
incongruente que uno se engendre a sí mismo ni siquiera como
tica que los enfermos sean ungidos por los presbíteros con óleo
causa instrumental.
consagrado y que, acompañando la oración, sanen. Ni sólo
Se entiende que el bautismo pueda ser administrado por
a los presbíteros, como escribe el papa Inocencio, sino también
un pagano que tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia,
a todos los cristianos, les es permitido usar del mismo aceite
porque actúa como instrumento de Cristo, que es quien bau-
ungiendo en la necesidad propia o de los suyos»... 6 7 .
tiza como causa principal 65 ; pero en esto no existe la incon-
Thomas Netter, Waldensis 6% (ca.1372-1431), interpreta estas
gruencia de contribuir como instrumento a engendrarse a sí
palabras de San Beda como si el Venerable admitiera que,
mismo.
a falta de sacerdote, según Inocencio I, puede cualquier cris-
Parecida incongruencia existe para poner el signo de un
tiano administrar el sacramento de la unción; y añade Wal-
autoperdón en las ofensas inferidas a otro. Este otro es, cier-
densis la comparación: «como en el momento de extrema nece-
tamente, el que perdona. Ni parece que uno mismo, el pecador,
sidad podrá bautizar una viejecilla cristiana».
pueda congruentemente ser instrumento de un signo de pro-
pio perdón. Pero las palabras permisivas de Inocencio I no se deben
entender de un sacramento de la unción que administre cual-
4. 0 En la ordenación sacerdotal, la gracia habitual que se
quier cristiano a sí mismo o a los suyos [cf. n.75]. Ni Waldensis
comunica por el sacramento es gracia gratum faciens, y esta
tiene argumentos suficientes para comparar la necesidad del
gracia, primeramente, es en beneficio del que recibe la ordena-
bautismo con la necesidad de la unción, ni la potestad que
ción. Pero los poderes sacerdotales que se confieren son directa
consta tiene cualquiera para bautizar se puede comparar con
e inmediatamente en beneficio de los demás y de la comunidad;
la potestad que consta no tiene cualquiera para ungir. Por esto
por esto la ordenación es gracia gratis data. De ahí que parece
no falta quien quiera interpretar favorablemente a Waldensis,
resultaría incongruente que el sacerdote utilizara esos poderes
como si sólo admitiera que cualquier cristiano pueda aplicarse
directa y únicamente para sí, como sería en el caso de la unción
un sacramental con el aceite bendecido, no un sacramento 6 9 .
administrada a sí mismo por el sacerdote.
5. 0 Existe una declaración de la Sagrada Congregación 66 S. Congreg. de Propaganda Fide (23 de marzo de 1844); KERN, p.247.
& Expositío saper Divi Iacobi epist. c.5: P L 93,39.
64 68
INOCENCIO III, epist. Debitum officii ad Bertoldum (a.1206): Dz-Sch Doctrínale antiquitatum fidei... t.2 c.163 n.3; KERN, p.243.
788 (413). 69 Así BERTI, De theol. disciplinis IV I.35 c.8 prop.3; cf. KERN, P.243S.
65
Cf. M. NICOLAU, Teología del signo sacramental 11.195SS.
168 P.IH c.8. Sujeto y ministro del sacramento

70
PARTE CUARTA
Obligación de administrar la unción
265. La obligación de recibir el sacramento de la unción
LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS EN LA
no es grave en el sujeto que lo ha de recibir (hablando en gene- PERSPECTIVA Y PROBLEMÁTICA
ral), pero podrá ser grave obligación de administrarlo, bien por MODERNA
sí, bien por medio de otro, en aquel que se ha obligado al cui-
dado espiritual del enfermo; v.gr., el párroco, el superior...;
sobre todo si, por las circunstancias del enfermo, para él fuera
el único medio disponible de salvación. Por esto, los que por
oficio cuidan del bien espiritual de otros, deben avisarles del
peligro en que están y procurar que deseen y pidan el sacra-
mento.
Estos que por oficio y en justicia deben cuidar del bien
espiritual de otros, tienen obligación de procurar que sus en-
comendados puedan recibir a su tiempo la unción, con el fin
de asegurar su recepción y los bienes espirituales que se siguen
de ella. Por tratarse de una obligación en justicia y no por mera
caridad, no les excusa la incomodidad grave que en ello expe-
rimenten. Es más, aun con peligro de vida, deben procurar
este remedio del sacramento, si fuera el único medio disponi-
ble de salvación; como fácilmente ocurriría, v.gr., tratándose
de quienes se puede pensar que están en pecado grave y no se
han podido confesar en largo tiempo o sólo han recibido
absolución condicionada por estar sin sentido.
En otros ministros que sólo tengan obligación de caridad,
el celo y la caridad les impulsará a administrar este sacramento;
en primer lugar, a aquellos de quienes se piense que es el
único medio que tienen de salvación.
70
Cf. H . NOLDIN, n.679; LERCHER-UMBERG, n.442.
CAPÍTULO IX

EN LOS DOCUMENTOS DEL VATICANO II


Y DE PABLO VI

I. La unción de los enfermos según el Vaticano II

266. Sobre la unción de los enfermos ha hablado el Vati-


cano II en la constitución de sagrada liturgia (n.73-75) y en la
Lumen gentium ( n . n ) , a propósito del sacerdocio común de
los fieles !.
Pero antes de descender en particular a las innovaciones
introducidas por este concilio en lo tocante a la unción de los
enfermos, convendrá situar este sacramento en el nuevo marco
o perspectiva en que el Vaticano II los encuadra a todos.

índole general de los sacramentos


Carácter social y didáctico
267. La unción de los enfermos viene tratada en el capí-
tulo 3. 0 de la constitución de sagrada liturgia, en el cual se da
también una doctrina general sobre todos los sacramentos.
Conviene que observemos el relieve que alcanza en esta
constitución el carácter social y eclesial de todos los sacramentos,
y, por consiguiente, también el de la unción de los enfermos;
el cual, aunque realizado frecuentemente en domicilio particu-
lar y con asistencia de muy pocos fieles, no deja de participar
del carácter eclesial y social de todos los sacramentos.
Observaremos también la finalidad didáctica y psicológica
que, según el concilio, alcanzan los sacramentos y, por tanto,
también el de la unción.
1
Pueden verse los comentarios a estas constituciones, publicados por
Baraúna, BAC, Apostolado de la Prensa... Asimismo, M. NICOLAU, Cons-
titución litúrgica del Vaticano II. Texto y comentario teológico y pastoral
(Madrid 1964); I D . , La Iglesia del concilio . Comentario a la constitución
dogmática «Lumen gentium» (Bilbao 1966).
172 P.IV c.9. En el Vaticano 11 y en Pablo VI § I. Según el Vaticano II 173

268. Dice, pues, el Vaticano II: En el marco del misterio pascual 6


«Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hotj^
270. Mediante los sacramentos y sacramentales, la litur-
bres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar cult 0
a Dios; pero, en cuanto signos, también tienen un fin didáctico. Kf0 gia hace que «todas las circunstancias de la vida sean santifica-
sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustece^ das por la gracia divina que emana del misterio pascual de la
y la expresan por medio de palabras y de cosas; por esto se llaman, pasión, muerte y resurrección de Cristo, del cual todos los sa-
sacramentos de la fe. Confieren ciertamente la gracia, pero también cramentos y sacramentales reciben su fuerza» 7 .
su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir fruc»
tuosamente la misma gracia, rendir el culto a Dios y ejercitar ¡a
Todas las circunstancias de la vida—dice—, y, por consi-
caridad. guiente, las de la enfermedad y las de la muerte. Esta cone-
»Por consiguiente, es de suma importancia que los fieles compren- xión con el misterio pascual, que comprende el misterio de
dan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la mayor fre- los padecimientos y muerte de Cristo, es conexión muy patente
cuencia posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para en el sacramento de los enfermos.
alimentar la vida cristiana» 2 .
No hacen falta grandes explicaciones para entender cómo
El carácter social y eclesial de todos los sacramentos que- los enfermos podrán asociarse más fácilmente con sus dolores
da manifiesto en las palabras del texto conciliar: los sacramen- a los dolores y padecimientos de Cristo (cf. n.346-350).
tos están ordenados «a la edificación del Cuerpo de Cristo»; De esta relación con el misterio pascual, del que se hace
y más adelante: «a ejercitar la caridad». «memorial» en la misa 8 , proviene el pensamiento de la admi-
Son expresiones que no estaban en el esquema inicial de la nistración de sacramentos, en lo posible, junto con la misa 9. Aun-
constitución. Fueron introducidas por el deseo manifestado que el concilio no lo dijo expresamente de la unción de los en-
en el aula de que se explicaran más las razones sociales y los fermos, la dinámica de este pensamiento hará que más adelan-
frutos sociales de los sacramentos 3 . te (cf. n.311) se proponga la idea para cuando sea posible.
269. La constitución Lumen gentium ( n . n ) , a propósito
del sacerdocio común de todo el Pueblo de Dios, explica el La presencia de Cristo en el sacramento
ejercicio de este sacerdocio en los sacramentos. Por lo que 271. Es sabido que el Vaticano II enseñó y recalcó la pre-
toca a la unción de los enfermos, subraya la participación solida- sencia de Cristo en la acción litúrgica, y, en concreto, también
ria de todo el Pueblo de Dios: «Con la sagrada unción de los en los sacramentos 10 . Aunque el sacramento, en cuanto signo
enfermos y con la oración de los sacerdotes, la Iglesia entera que es, es realizado físicamente por el ministro, el ministro lo
encomienda al Señor, paciente y glorificado, a los que sufren» realiza en nombre y en persona de Cristo; y por esto, moralmente,
para que los alivie y los salve (cf. Sant 5,14-16); más aún, los es decir, en la estimación moral, son acciones de Cristo, como
exhorta a que, uniéndose libremente a la pasión y a la muerte los Santos Padres y la Iglesia lo han enseñado repetidas ve-
de Cristo (Rom 8,17; Col 1,24; 2 Tim 2,11-12; 1 Pe 4,13)» ces J1 : «Cristo es el que bautiza»..., y ahora podemos decir:
contribuyan al bien del Pueblo de Dios». Cristo es el que unge al enfermo.
El carácter didáctico de todo sacramento, que es signo, V Aquí está el fundamento para hablar de una presencia real
su valor psicológico, común a todos ellos 4 , lo mismo que sus de Cristo en el sacramento; que pensamos ser presencia moral
valores como expresión y alimento de la fe 5, que el Vaticano II 6
ha puesto más de relieve, no podrán faltar en el rito de 1* Cf. ibid., n.503-508.
7
Constit. de S. Liturgia n.61.
unción deseado por el concilio. 8
Cf. M . NICOLAU, Nueva Pascua de la Nueva Alianza (Madrid 1973)
2 n.i 1.57-62.294-309.
Constit. de S. Liturgia n.59.
3 * Cf. Teología del signo sacramental n.508.
Para el desarrollo y explicación de estos pensamientos, y para n ° 10
Constit. de S. Liturgia n.7.
repetir lo ya escrito, cf. Teología del signo sacramental n.509-13, " Cf. Teología del signo sacramental n.i95ss 5013.
4
Cf. ibid., n.514-18. 5 Ibid., n.571-86.
17
* P.IV c.9- En el Vaticano II y en Pablo VI § I. Según el Vaticano II 175
desde el punto de vista de la realidad del signo (es presencia ha manifestado su preferencia por el de mnción de los enfer-
física la del ministro que realiza físicamente el signo; el signo mos» sobre el de la extremaunción, y también sobre el de «óleo
lo hace Jesucristo moralmente). Pero es presencia dinámica de los enfermos», puesto que en este sacramento se trata de
desde el punto de vista de la eficiencia del signo, esto es, si se una acción.
considera el signo en cuanto eficiente. Esta eficiencia será
física o intencional (moral, jurídica) según la teoría que se «La extremaunción, que también, y mejor, puede llamarse 'unción
de enfermos', no es sólo el sacramento de quienes se encuentran en
adopte en la causalidad de los sacramentos 12. De todos modos,
los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno
y cualquiera que sea la teoría que se adopte, el sacramento vá- para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en
lido y fructuoso implica una acción física de Dios en el alma, peligro de muerte por enfermedad o vejez» 15 .
que es encuentro amoroso con El y unión con El1*.
Las ventajas de este nombre son, lo primero, alejar la idea
El pensamiento de que Cristo es el que unge al enfermo,
de que con la unción extrema viene casi siempre la muerte.
por el medio físico de su ministro, y de que Cristo está real-
Lo que se quería significar en realidad con el nombre de
mente presente en la acción sacramental, en el sentido expli-
extremaunción es que ésta es, entre las unciones del bautismo,
cado 14, no puede menos de ser un pensamiento de gran con-
confirmación y orden, la última que suele administrarse. Pero
solación para el enfermo; pensamiento que con la doctrina del
el diferir la unción para los últimos momentos de la vida, prác-
Vaticano II puede adquirir gran relieve y actualidad. Es Cristo
ticamente llegó a indicar que, al administrársela, el individuo
el que viene a visitar al enfermo con el recuerdo de aquel Yo
se hallaba in extremis o que se trataba de un caso desesperado.
iré y le curaré (Mt 8,7). Es Cristo el que, por medio de sus minis-
tros, impone las manos al enfermo y le unge. Es todo lo contrario de lo que debía ser, si recordamos lo
que hemos dicho sobre el efecto de sanación corporal, que es
propio de este sacramento y pretendido per se (cf. n.2i2ss),
El nombre de «unción de los enfermos» aunque condicionadamente al bien espiritual y sanación de
272. La cuestión del nombre que para este sacramento ha todo el hombre.
preferido el Vaticano II puede alcanzar gran envergadura pas- 273. La dilación de la unción hasta el último momento
toral si los fieles se acostumbran a mirarlo como sacramento parece proceder de los tiempos del siglo x, cuando la unción
y alivio de enfermos, no únicamente como sacramento de mo- venía unida a la concesión de la reconciliación o penitencia
ribundos. solemne; pero con esta penitencia se imponían cargas muy pe-
Es sabido que el nombre de extremaunción es nombre tar- sadas hasta el final de la vida, razón por la cual se difería 16 .
dío (siglo XII-XIII). Con anterioridad es raro este nombre. An- El documento conciliar, que enseña ser el tiempo oportu-
tiguamente se llamaba «óleo de los enfermos», «óleo bendeci- no para la unción desde el momento que se contrae enferme-
do». Permaneció la denominación de extremaunción en el con- dad grave o que hay peligro de muerte por enfermedad o ve-
cilio de Trento (cf. n.i68ss) y en el mismo Derecho canónico jez, no enseña una doctrina precisamente nueva. Es la doctri-
(can.937ss). Pero en el concilio de Trento se pidió volver al na que enseñaban los moralistas antes del concilio. Ahora,
nombre anterior. junto con el nombre de unción de los enfermos, preferible al de
El Vaticano II, sin querer imponer el cambio de nombre, extremaunción, es de esperar que pase más a la conciencia de
los fieles y que éstos no teman recibir la unción como si enton-
12 Cf. ibid., n.368ss. ces se tratara de una muerte moralmente cierta.
" Cf. ibid.,n.3i8ss.
14
El fundamento magisterial de esta presencia real de Cristo en los 1 5 Constit. de S. Liturgia n.73.
sacramentos, que no excluye otra presencia real por excelencia (la presen- !« Cf. Schema Constitutionis de S. Liturgia c.3: Acta Synodalia SS. Conc.
cia eucarística, que es presencia sustancial), lo hemos recogido y expuesto Vaticani II vola p.I (Cittá del Vaticano 1970) p.287.
en Nueva Pascua de la Nueva Alianza n.432-43.
176 P.1V c.9. En el Vaticano II y en Pablo VI § / . Según el Vaticano II 177

Orden en la administración de los sacramentos El orden, por consiguiente, que dispone el concilio es el
de administrar primero los sacramentos penitenciales, como son
274. Nos referimos al orden o sucesión en que deben la confesión y la unción. Con esta preparación penitencial, el
administrarse los sacramentos que suelen recibir los enfermos: cristiano está más dispuesto para recibir la eucaristía. Este
la confesión, la unción y el viático. será en adelante el orden que se dispone en el nuevo Ritual
En el Ritual vigente hasta hace poco se decía que «por cos- (n.30).
tumbre general de la Iglesia, si el tiempo y la condición del Pero, si se diere el caso de muerte inminente, en que no
enfermo lo permiten, antes de administrarse la extremaunción hubiese tiempo de seguir este orden sucesivo, habría que ase-
se les administre los sacramentos de la penitencia y eucaris- gurar, después de la confesión (de manera genérica, si otra
tía» 17. Pero el Vaticano II ha prescrito un nuevo orden en la cosa no fuera posible), la recepción del viático, que obliga por
administración de estos sacramentos. derecho divino en peligro de muerte. Su obligación debe pre-
Dice: «Además de los ritos separados de la unción de en- valecer sobre la obligación de recibir la unción. Si todavía hu-
fermos y del viático, redáctese un rito continuado, según el biera tiempo, se administrará la unción después del viático.
cual la unción sea administrada al enfermo después de la con- Así se prevé también en el nuevo Ritual (n.30).
fesión y antes de recibir el viático» 18 .
La razón es que la unción de los enfermos, como hemos £1 número de las unciones
podido ver en los documentos anteriores, es un sacramento
de penitencia y es completivo o «consumativo» de la peniten- 276. El concilio deseó que el rito de la unción, tanto en
cia cristiana. Así lo declaró el Tridentino en el proemio de la lo relativo al número de unciones como en las oraciones que
«Doctrina sobre el sacramento de la extremaunción» 19 . las acompañan, se adaptase a las circunstancias de los tiempos
En efecto, ya Santiago (5,15) supone que el enfermo puede y de las naciones y regiones. Puede suceder, en efecto, que,
ser pecador: si hubiese hecho pecados, se le perdonarán. Y en según las costumbres y usos de los pueblos, el efecto de la
diferentes documentos de los Padres, como en Orígenes (n.39) sanación total, propio de este sacramento, se exprese mejor
y San Juan Crisóstomo (n.55), expresamente se junta la unción en maneras diferentes. Por esto, la constitución de sagrada litur-
de los enfermos con la remisión de los pecados. También he- gia (n.75) dispone lo siguiente:
mos visto que la unción de los enfermos no se administra a los «Adáptese, según la oportunidad, el número de las unciones y re-
niños incapaces de haber pecado (n.234), por no tener uso de vísense las oraciones correspondientes al rito de la unción, de ma-
razón. nera que respondan a las diversas situaciones de los enfermos que
reciben el sacramento».
275. Santo Tomás, hablando del orden y dignidad de los
sacramentos, escribió que «la extremaunción se compara a la En las oraciones del antiguo Ritual se insistía principal-
penitencia, como la confirmación al bautismo; de modo que mente en la curación del enfermo; lo cual no dejaba de ser
la penitencia es sacramento de mayor necesidad, pero la extre- alguna incongruencia, si la muerte era ya inminente o apenas
maunción es de mayor perfección». Y «todos los sacramentos había esperanza de salud en el enfermo. También se deseaba
parecen ordenarse a la eucaristía como a su fin...; también por que las oraciones respondieran más a la condición del enfermo,
la penitencia y por la extremaunción se prepara el hombre si era joven o si era ya viejo 2 l .
para recibir dignamente el cuerpo de Cristo» 2 0 . 277. Para expresar la confortación con la unción se un-
gían los cinco sentidos corporales, que tenía, por las oraciones
17
Rituale Romanum tít.5 c.i n.2. que acompañaban, más bien un sentido penitencial. Asimismo
18
Constit. de S. Liturgia n.74.
» Dz-Sch 1694 (907). 21 Cf. COMMISSIO PRAEPARATORIA CONCILII VATICANI II, Quaestiones
20
Summa Theologica 3 q.65 a. 3 c. de S. Liturgia. Schema Constitutionis de S. Liturgia c.3 p.iós.
Unción de los enfermos 12
178 p.IV f.9. En el Vaticano II y en Pablo VI § 7. Según el Vaticano II 179
se admitía que bastaba una sola unción en la frente para el cedía la repetición de la unción en una larga enfermedad, se
sacramento válido, porque, siendo la cabeza como la raíz de omitió totalmente.
los cinco sentidos corporales y la sede de todas las facultades La Comisión conciliar declaraba que, «por deseo de mu-
mentales, con la unción en la frente se significa la perfecta chos Padres, la Comisión propone la supresión de este artículo
curación. sobre la repetición de la unción sagrada en una larga enfer-
Es sabido que ha habido variaciones en el mismo rito latino medad, a fin de que el concilio no entre en cuestiones dispu-
en cuanto al número de unciones. La unción de los ríñones, tadas» 26 .
usual en tiempos pasados, debía ya omitirse siempre 22 . Y la Con ello, la disciplina reciente postridentina se dejaba
unción de los pies podía omitirse por cualquier causa razo- intacta.
nable 23 . Sin embargo, los votos que habían presentado algunos
Antiguamente se ungían en la Iglesia griega la frente, la obispos y las razones que se alegaron no dejaron de ejercer su
barbilla y las mejillas; recientemente, además, el pecho, las influencia.
manos y los pies. Se admitía por los moralistas que, en caso de duda si el
Atendiendo al deseo expresado por el concilio Vaticano II, enfermo se encontraba en el mismo peligro de la vida o en uno
en adelante en la Iglesia latina se reducirán las unciones a la distinto y nuevo (después de un período de convalecencia),
frente y a las manos, y, en caso de necesidad, a la frente; o, se- más bien habría que inclinarse a repetir la unción, «puesto que
gún las circunstancias del enfermo, a otro miembro convenien- la repetición es más conforme con la antigua costumbre de la
te del cuerpo (cf. n. 197.295). Iglesia, y por la repetición vendrá al enfermo un nuevo subsi-
dio espiritual y un alivio» 27 .
Repetición de la unción en la misma enfermedad Por otra parte, el Ritual romano (antes del a. 1925) estable-
cía que «este sacramento no debe repetirse en la misma enfer-
278. En el proyecto presentado al concilio por la Comi- medad, a no ser que fuese larga» 28 .
sión antepreparatoria, se decía que «la unción sagrada puede Últimamente—como diremos a su tiempo (n.282)—, Pa-
repetirse alguna vez en una larga enfermedad» 24 . blo VI, en su constitución Sacram unctionem, admite que este
Se razonaba esta petición diciendo que el repetir la unción sacramento se puede repetir si, «dentro de la misma enferme-
aun dentro de la misma enfermedad había sido costumbre de dad, sobreviene un peligro más grave» 2 9 ; es decir, el estado se
las Iglesias hasta el siglo x m y que los enfermos, sobre todo hace más crítico.
en enfermedades largas, necesitan con frecuencia consolación
espiritual. Pero se reconocía al mismo tiempo que la práctica Resumen
contemporánea, sancionada por el Código (can.940 § 20), si-
guiendo un aviso del concilio Tridentino 25 , prohibía repetir 279. Del Vaticano II se ha derivado para la unción de
la unción durante el mismo peligro de la vida. los enfermos:
Sin embargo, como resultado de las enmiendas propuestas i.° Una simplificación del rito, puesto que las unciones se
por los Padres conciliares al proyecto, este artículo, que con- reducen a la frente y a las manos.
2. 0 La materia remota será en adelante más fácil de hallar
22
Código de Derecho canónico can.947 § 2. 0 . 26
Relatio Excmi. D. Pauli } . Hollinan... (Emendationes a PP. Conci-
23
Ibid., can.947 § 3-°- liaribus postulatae): Acta Synodalia SS. Concilii Vaticani II vol.2 p.2 (Cittá
24 Supra, c.8 § i.° nt.18. del Vaticano 1972) p.569.
25
«... si los enfermos se restablecen después de recibir la unción, po- 27
BENEDICTO XIV, De synodo 1.8 c.8 n.4; H . NOLDIN, De sacramentis
drán ser ayudados de nuevo con el auxilio de este sacramento, si cayeren (3.1925) n.448.
en otro semejante peligro de la vida» (ses.i4, Doctrina de sacramento extremae 28
«...nisi diuturna sit» (tít.5 c.i n.14); cf. H . NOLDIN, l.c. n.448, b.
unctionis c.3: Dz-Sch 1698 [910]); cf. supra, n.238.
29 AAS 6 S (1973) 9-
180 P.1V c.9. En el Vaticano 11 y en Pablo VI
§ //. Constitución «Sacram unctionem inftrmorum» 181
en países que no pertenecen a la flora mediterránea o donde el
aceite de olivas se encuentra con dificultad, porque bastará el
30
aceite de procedencia vegetal. //. La constitución «Sacram unctionem infirmorum»
3. 0 Las palabras de la «forma» se acomodarán más a los
efectos integrales del sacramento, según los exponen Santiago y 280. La nueva constitución, firmada por Pablo VI el 30 de
el concilio de Trento, y dejarán de tener solamente un carác- noviembre de 1972 31 , pertenece a la serie de documentos
ter penitencial. c instrucciones posconciliares con que la Santa Sede viene ac-
4. 0 El nombre de unción de los enfermos, preferible al de tualizando las decisiones del Vaticano II respecto a la liturgia.
extremaunción, alcanzará resonancias de confortación, aun cor- Comienza este documento profesando y exponiendo la fe de
poral, y hará deseable el sacramento para los enfermos. la Iglesia católica acerca de la unción de los enfermos: es uno
5. 0 El recuerdo y aviso de que basta una enfermedad de los siete sacramentos del N.T. instituidos por Cristo, insi-
grave para recibirlo, sin relegarlo a los últimos momentos de nuado en Me 6,13 y promulgado por Sant 5,i4s.
la vida, obrará también en una mayor estima y apetencia del Recuerda a continuación que desde antiguo hay testimonios
sacramento, contribuyendo a desechar los vanos temores de la de esta unción en la tradición, sobre todo litúrgica, de las Iglesias
muerte. de Oriente y Occidente. Señala en particular la carta de Ino-
6.° El orden establecido para recibir primero los sacra- cencio I al obispo de Gubbio (supra, n.75) y la oración «Envía,
mentos penitenciales (confesión, unción) dispondrá mejor para Señor, tu Espíritu Santo Paráclito», empleada en la liturgia
la recepción de la eucaristía. antigua y en el Pontifical romano para bendecir el óleo de los
7. ° La repetición de la unción dentro de la misma enferme- enfermos.
dad al sobrevenir nueva crisis, contribuirá al consuelo y alivio Hubo variedad—dice—en la tradición litúrgica de los si-
de muchos enfermos. glos al determinar las partes del cuerpo que debían ungirse
8.° Los pensamientos conciliares (si se le exponen) actua- y las fórmulas de oración que acompañaban las unciones.
rán también como gran consuelo y confortación para el enfermo: Los concilios Florentino, Tridentino y Vaticano II han
a) De la presencia de Cristo en los sacramentos y cómo El declarado la doctrina sobre la unción. El Florentino describió
acude a visitarle y a ungirle por medio de su ministro. sus elementos esenciales; del Tridentino transcribe Pablo VI
b) La participación del enfermo en el misterio pascual asocia- al pie de la letra lo que se refiere a la res y efectos del sacra-
do a los dolores y pasión, y aun muerte de Cristo, pero para mento (supra, n.171) y a qué sujetos debe aplicarse la unción
resucitar con El; y con frutos de fecundidad en estos dolores (supra, n.172). Recuerda que, según el mismo concilio, es el
por el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. presbítero el propio ministro de este sacramento (supra, n.172).
c) La solidaridad de toda la Iglesia con el enfermo, que Del Vaticano II reproduce el papa las palabras que se refieren
encomienda al Señor a los que sufren y los visita y atiende. al nombre de «unción de los enfermos» aplicado a este sacra-
No están solos. Los enfermos agradecen la compañía. mento, que no es sólo para los que están en el último momento
Por todo ello se advertirá el gran alcance de confortación de la vida, sino para todos los enfermos o ancianos que peli-
y vigor espiritual para el enfermo y la gran envergadura pastoral gran (supra, n.232ss). Conmemora asimismo la participación
que la unción de los enfermos está llamada a ejercer en la eclesial en la administración del sacramento a los enfermos
Iglesia de Cristo. (supra, n.269).
30
Entre los comentarios a esta constitución recordamos: A. MARTIMORT,
l.« nouveau Rituel des malades: «Notitiae. S. Congregatio pro cultu divino»
11.80 (febrero de 1973) 66-69; ID., El nuevo ritual para enfermos: Phase 13
(1973) I 37"4 2 ; P- M. G Y , Le nouveau Rituel rotnain des malades: La Maison-
Dieun.113 (1973) 29-49.
« AAS 6s (1973) 5-9.
182 P.1V c.9. En el Vaticano II y en Pablo VI § II. Constitución «Sacram nnctioncn itifirmorum» 183

281. Con estos presupuestos, que son la base para las re- mentó, al sujeto a quien debe aplicarse la unción y quién es el
formas que siguen, dice el papa que «todas estas cosas había propio ministro de este sacramento. Evidentemente, con ello
que tenerlas presentes en la recognición del rito de la sagrada no se trata de establecer una zanja separatoria con Trento, sino
unción, para que las cosas que fuesen mudables, mejor fueran todo lo contrario. Lo que ha sido objeto de un magisterio pe-
acomodadas a las condiciones de nuestro tiempo» 32 . rentorio o definitorio de la Iglesia, no es objeto de cambio.
Cambiará, pues, la «forma» del sacramento, para exponer Las palabras de la nueva «forma», cambiables por la Iglesia
mejor los efectos sacramentales; declara asimismo que en ade- desde el momento que por la historia sabemos que fueron dife-
lante no es necesario emplear aceite de olivas para la validez; rentes según épocas y regiones, son palabras que siguen muy
bastará, según convenga, otro aceite, con tal que sea vegetal. de cerca la doctrina del Tridentino sobre la res y efectos del sa-
Se reduce el número de unciones. cramento, y, en definitiva, siguen la doctrina y las palabras de
282. El papa determina, por consiguiente, que en ade- Santiago, como las siguió Trento.
lante se observe lo siguiente para el rito latino: 284. Se recuerda, lo primero, el influjo o efecto de «la
«El sacramento de la unción de los enfermos se administra gracia del Espíritu Santo» en la nueva forma, que anteriormente
a los enfermos de peligro, ungiéndolos en la frente y en las manos ya se indicaba en la oración con que se bendecía el óleo de los
con aceite de olivas rectamente bendecido, o, según convenga, enfermos con la antigua oración del Pontifical: «Envía, te ro-
con otro aceite vegetal, diciendo una sola vez estas palabras: gamos, tu Espíritu Santo Paráclito desde los cielos a esta gro-
'Por esta santa unción y por su piadosísima misericordia, el sura de aceite»...
Señor te ayude con la gracia del Espíritu Santo, para que, libe- Lo segundo que se menciona en la nueva forma es el perdón
rado de los pecados, te salve y te alivie propicio'» 33 . de los pecados, que se dice hipotéticamente en Santiago (si es-
«En caso de necesidad—añade—basta una sola unción en la tuviese en pecado). En realidad, este perdón coincide con la
frente, o, por alguna especial circunstancia del enfermo, en infusión de la gracia.
otra parte más indicada (aptiore), pronunciando íntegramente Las ideas de salvación y de alivio (confortación) que se enu-
la forma» 34 . meran en la forma, son también de Santiago y de Trento.
«Este sacramento puede repetirse si el enfermo, después de Entendidas en su contexto y en su origen, expresan también
recibir la unción, recuperase la salud y de nuevo cayere en
el alivio y la confortación total; esto es, la del hombre entero,
enfermedad; o si, durante la misma enfermedad, el peligro se
en el alma y en el cuerpo.
hace más grave» 35 .
La «forma» antigua («Por esta santa unción y su piadosísi-
Por último, el papa aprueba el nuevo ordo para la unción
ma misericordia te perdone el Señor todo lo que has pecado
de los enfermos y su cuidado pastoral.
por la vista», etc.) expresaba uno de los efectos, el penitencial,
que se obtiene por la unción; y en él ponía el acento, aunque
Continuidad con T r e n t o todo el rito con sus oraciones daba idea de los fines del sacra-
283. Se habrá observado que en esta constitución se re- mento.
cuerdan y aun se citan, y en relativa abundancia, la doctrina 285. La continuidad con Trento se advierte también al
y las palabras de Trento que se refieren a los efectos del sacra- enseñar que la unción debe administrarse a los enfermos, sobre
33
32 Ibid., p.8. todo a aquellos que parece están al final de su vida.
Ibid. La traducción castellana empleada en el Ritual de la unción dice
así: «Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor No se niega que la unción sea para los enfermos cuales-
con la gracia del Espíritu Santo. (R. Amén.) Para que, libre de tus pecados, quiera que estén en peligro; pero se afirma que de modo espe-
te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. (R. Amén.)» cial es conveniente para los que están in extremis, «por lo cual
34 Ibid.
35 Ibid., p.g. se llama sacramento de los que se van». Ya se ve cuan lejos
184 P.IV c.9. En el Vaticano 11 y en Pablo VI Jí. Constitución «Sacram unctionem infirmorum» I85
está esta postura de la de quien propone no se administre a los La forma no se repite en cada unción, sino que se debe
enfermos que se hallen en proximidad de muerte 36 . distribuir entre todas las unciones.
La continuidad con el Tridentino se advierte asimismo al Para la conveniente acomodación a las circunstancias loca-
recordar que el ministro propio de la unción de los enfermos es el les o nacionales respecto al número de las unciones y al lugar
presbítero. en que deben aplicarse, se prevé que las Conferencias episco-
286. En una cosa podría decirse que Pablo VI se aparta pales podrán proponer rituales diversos y más pormenoriza-
de un punto disciplinar del Tridentino. Nos referimos a la dos (cf. n.298).
no iterabilidad de la unción durante la misma enfermedad. La forma que se prevé será evidentemente la misma para
Se recordará que, según la disciplina del Tridentino, «si los toda la Iglesia latina.
enfermos se restablecen después de recibir la unción, podrán ser
ayudados de nuevo con el auxilio de este sacramento si cayeren Aceite de procedencia vegetal
en otro semejante peligro de la vida» 37. La interpretación usual
288. En cambio, por la dificultad de hallar aceite de oli-
y la del Derecho canónico (can.940,2.0) prohibía repetir la
vas en algunos países, se podrá emplear, según convenga, otro
unción en la misma enfermedad (cf. supra, n.238).
aceite, de procedencia vegetal.
Pero en esta cuestión meramente disciplinar, puesto que en
El aceite de olivas es el que venía siendo obligatorio y ne-
siglos anteriores había sido otra la práctica de la Iglesia,
cesario para la unción de los enfermos. Por aceite se entendía
Pablo VI autoriza a repetir la unción aun perdurando la misma
tradicionalmente el de olivas, que es el que abunda en la flora
enfermedad, si el «peligro se hace más grave»; esto es, si la situa-
mediterránea y palestinense, el que emplearían los apóstoles
ción del enfermo se hace más crítica.
en sus unciones. Y es el aceite de quien se habla en la Sagrada
Escritura y el que simboliza por la unción la confortación del
La acomodación a los tiempos y naciones hombre entero.
El número de las unciones Pero los documentos considerados antes de los Padres, li-
turgias y Magisterio no parecen urgir la necesidad incambiable
287. El Vaticano II había expresado el deseo de que se de que sea aceite de olivas; solamente menciona este requisito
adaptara el número de las unciones según la oportunidad, y las el decreto pro Armenis (supra, n.179), el cual, según la opinión
oraciones que las acompañan; de modo que respondieran a la más corriente, no es más que una instrucción práctica de lo
situación de los enfermos (y a las circunstancias nacionales que solía hacerse en la Iglesia (cf. n.193).
y temporales) 3S. En una cuestión que es también cambiable, Por esto, creemos, no ha parecido incambiable este requisito,
como enseña la historia de los ritos de la unción, ha querido y en adelante podrá administrarse la unción con otro aceite
Pablo VI simplificar el rito para los tiempos de hoy y que se vegetal parecido al de olivas.
hagan solamente tres unciones: en la frente y en las manos.
Y aun, para el caso urgente, que baste una sola unción en la El nuevo «Ordo»
frente (como ya antes se admitía y enseñaba) (cf. n.ioss);
o bien, por circunstancias particulares del enfermo, en otra 289. La constitución de Pablo VI termina anuncian^ 0
parte del cuerpo. y aprobando un nuevo «ordo» de la unción de los enfermos y de
su cuidado pastoral, reconocido y compuesto por la Congreg 3 '
36
Cf. C. ORTEMANN, Le sacrament des malades. Histoire et tradition (Lyon ción para el culto divino. El Papa deroga, con esta aprobación1'
1971) p.121-22.
37 si llega el caso, a lo preceptuado hasta hoy por el Código ¿e
Ses.14, Doctrina de sacramento extremae unctionis c.3: Dz-Sch 1698
(910); supra, n.238. Derecho canónico y a cualesquiera otras leyes vigentes, si est1*'
38
Constit. de S. Liturgia n.75; supra, n.276. viesen en contradicción con las indicaciones del nuevo Ritu^'
186 P.1V c.9. En el Vaticano II y en Pablo VI § I. El nuevo «Ordo» 187

pero permanece en pie todo lo demás legislado o preceptuado


que no se cambie por el nuevo Ordo.
CAPÍTULO X
El nuevo rito y lo que en él se preceptúa es válido para el
rito latino. EL NUEVO «ORDO» O «RITUAL DE LA UNCIÓN»
Pasaremos a estudiar más en detalle este nuevo Ritual de la
unción, para señalar y comentar las novedades principales que
dirigirán en adelante la pastoral de los enfermos. I. El nuevo ¡(Ordo unctionis»

La «Introducción general»
Resumen de la constitución
291. El análisis de este documento y del rito en él descrito
290. La constitución Sacram unctionem, de Pablo VI, es-
podrá ayudar para conocer y valorar debidamente la parte mo-
tablece nuevos elementos que la teología de los sacramentos
ral y la parte pastoral en la administración del sacramento.
deberá tener presentes en adelante.
Se trata de un nuevo ordo, que no sólo es rubricista sobre
i.° Fija el rito de la unción, reduciéndolo a la unción de
la frente y de las manos. la manera de ejecutar el rito, sino que es también liturgista
2. 0 Declara ser válido en adelante el uso, según la opor- y pastoralista, orientando y razonando acerca de las actitudes
tunidad, de aceite bendecido de origen vegetal, pero no nece- con que debe mirarse la pastoral de los enfermos*. No en
sariamente aceite de olivas. vano el título es Ritual de la unción de los enfermos y de su
3. 0 Establece una nueva «forma» que acompaña a las un- cuidado pastoral 2 . Ha sido publicado por la Sagrada Congre-
ciones. En esta fórmula se expresan de una manera integral gación para el culto divino, por decreto de 7 de diciembre
todos los efectos del sacramento: la gracia del Espíritu Santo, de 1972.
el perdón de los pecados, la sanación y el alivio o confortación. Los prenotandos de la Introducción general encuadran la
Se deja la antigua fórmula, que únicamente expresaba el as- enfermedad humana dentro del plan y del misterio de salvación
pecto penitencial. (n.1-4). Explican el sentido cristiano de la enfermedad (n.i),
4. 0 Se aprueba la iteración de la unción, si el peligro se su relación con el pecado (n.2); el plan providencial de Dios,
hace más grave o la situación más crítica, aun dentro de la que quiere que se busque la salud, pero siempre con disposi-
misma enfermedad y continuando el mismo peligro. ción de completar lo que falta a la pasión de Cristo y con el
5. 0 Se aprueba el nuevo Ritual y son válidas sus indica- testimonio de los enfermos: que la vida mortal de los hombres
ciones por encima de otras leyes o costumbres de la legisla- ha de ser objeto de redención mediante la muerte y la resu-
ción anterior. 1 Entre los comentarios, recordamos P. FARNÉS, LOS textos eucológicos del
nuevo «Ritual de la unción de los enfermosa: Phase 13 (1973) 143-55; P. M . G Y ,
Le nouveau rituel romain des malades: La Maison-Dieu n.113 (1973) 29-49;
J. L. LARRABE, El nuevo «Ritual de la unción de los enfermosa: Surge 22 (1973)
97-112; P. FARNÉS, Líneas de fuerza del nuevo Ritual de la unción de los en-
fermos, en «Los sacramentos de los enfermos» (Madrid 1974) 65-88.
2
Ordo unctionis infirmorum eorumque pastoralis curae, editio typica (Cittá
del Vaticano 1972). La traducción y adaptación española lleva por título Ri-
tual de la unción y de la pastoral de enfermos (Madrid 1974). En ocasiones, la
numeración de este Ritual no corresponde a la del Ordo unctionis. Nosotros
nos referiremos a la numeración del Ordo unctionis, que de ordinario tradu-
cimos directamente.
También en Notitiae. S. Congregatio pro cultu divino (n.8o [febrero de
!973] 51-65) se encontrarán el texto latino del decreto de 7 de diciembre
de 1972, el texto latino de la constitución Sacram unctionem infirmorum y el
texto latino de los Praenotanda del Ordo.
§ I. El nuevo «Ordo» 189
188 P.IV c.10. El nuevo ritual
Antes de una operación quirúrgica puede administrarse la
rrección de Cristo (n.3), lo cual no excluye el que todos pro-
unción, si hay enfermedad grave, que es causa de la opera-
curen aliviar a los enfermos (n.4).
ción (n.io). [En un hombre sano o que no está en peligro de
292. Respecto de los sacramentos que hay que administrar a muerte, una operación quirúrgica podrá producir este peligro;
los enfermos (unción, viático), entra en consideración primera- pero sólo después (no antes) de la operación se dirá que está
mente lo relativo a la unción (n.5-25). gravemente enfermo.]
Cristo puso particular atención en los enfermos, instituyó A los ancianos, cuyas fuerzas se debilitan mucho ( n . n ) ,
el sacramento de la unción promulgado en la carta de Santiago; y a los niños, que «por su uso de razón pueden ser conforta-
la Iglesia siempre ha usado este sacramento en favor de los dos con este sacramento» (n.12), se les puede administrar. Una
enfermos, porque «el hombre, al enfermar peligrosamente, ne- buena catequesis y la instrucción familiar harán que los fieles
cesita de una gracia especial de Dios». Este sacramento «con- deseen y reciban con fe y devoción este sacramento desde el
siste primordialmente en lo siguiente: previa la imposición momento que pueda recibirse (n.13).
de manos por los presbíteros de la Iglesia, se proclama la ora-
A los enfermos que están sin conocimiento se les puede
ción de la fe y se unge a los enfermos con el óleo santificado
administrar la unción, si se puede presumir que lo hubieran
por la bendición de Dios; con este rito se significa y se confiere
pedido en estado de conocimiento (n.14). También sub condi-
la gracia del sacramento» (n.5).
tione, si hay duda de la muerte del enfermo; pero no si ya está
Esta «Introducción» recuerda los efectos del sacramento de ciertamente muerto. Entonces el sacerdote rece por él para
una manera completa, integral, como lo hemos expuesto ante-
que Dios lo absuelva (n.15).
riormente (n.204ss); «el hombre entero es ayudado para su sal-
vación»: «Este sacramento otorga al enfermo la gracia del Es- El ministro de la unción
píritu Santo, mediante la cual el hombre entero es ayudado para
su salvación, es confortado con la confianza en Dios y robuste- 294. El nuevo Ordo pasa a ocuparse del ministro de la
cido contra las tentaciones del maligno y la ansiedad de la unción (n.16-19). El ministro propio es sólo el sacerdote. Los
muerte, de modo que no solamente pueda soportar con forta- ministros ordinarios son los obispos, párrocos y sus coadjuto-
leza los males, sino también luchar contra ellos y conseguir la res; asimismo, los sacerdotes encargados de los hospitales
salud, si le conviniere para su salud espiritual; también sumi- u hospicios y los superiores de comunidades religiosas clerica-
nistra, si es necesario, el perdón de los pecados y la consuma- les (n.16). Todos éstos y sus auxiliares han de preparar a los
ción de la penitencia cristiana» (n.6). enfermos y asistentes al rito. Si hubiere una celebración con-
Asimismo indica la importancia de la oración hecha con fe; junta con enfermos de diversas parroquias u hospitales, toca
es la fe del enfermo y la del ministro y de la Iglesia, que con- al ordinario del lugar el regularla (n.17). Todos los demás sa-
viene suscitar (n.7). cerdotes, con el consentimiento de los ministros ordinarios, de
quienes se habló en el n.16, pueden conferir la unción. En caso
necesario, basta el permiso presunto, y que lo notifiquen des-
Cuándo se debe administrar la unción
pués (n.18).
293. La «Introducción» pasa a enumerar los casos en que El nuevo rito admite, y es una novedad en el rito latino, que,
se ha de administrar la unción: a los fieles en peligro de la vida si hay varios sacerdotes, todos ellos pueden imponer las manos al
por enfermedad o edad avanzada. Basta un diagnóstico pru- enfermo y distribuirse entre sí las diferentes partes preparatorias
dente y probable sin ansiedades (n.8). y conclusivas del rito; pero uno solo es el que hace las unciones
Si el enfermo convaleciese, la unción se puede repetir en y dice la forma (n.19),
nuevo peligro, o dentro de la misma enfermedad, si el peligro La imposición de manos por los presbíteros es un recuerdo
se hace más crítico (n.9). de la frase de Santiago (oren los presbíteros sobre él) y es una
190 P.1V c,10. El nuevo ritual
§ l. El nuevo «Ordo» 191
repetición del gesto del Señor, que imponía no raras veces las
El rito continuo
manos a los enfermos para curarlos. Es una asociación de toda
la Iglesia, representada por los presbíteros, en una oración soli- 297. Se prevé el rito continuo (n.30-31) para el caso de pe-
daria por la confortación y sanación del enfermo. ligros de muerte rápidos e imprevistos, en que se debe proceder
con urgencia. Lo primero es que el enfermo se confiese sacra-
Para la misma unción mentalmente, y, si es preciso, con confesión sólo genérica;
después viene el viático, que es obligación de todo fiel en pe-
295. Respecto de lo requerido para la misma unción, el
ligro de muerte, a no ser que la enfermedad lo impidiese;
Ritual recuerda que la materia apta del sacramento es el aceite
y después la unción, si todavía hubiere tiempo (n.30).
de olivas, o, según la oportunidad, óleo vegetal (n.20). Debe
Si tuviese que recibir el sacramento de la confirmación y el
ser bendecido por el obispo o por sacerdote con la debida fa-
obispo no pudiera administrarla o estuviese impedido, podrían
cultad (n.21). En el caso de que, por verdadera necesidad, el
el párroco y otros sacerdotes cooperadores; y, en último térmi-
sacerdote bendiga el aceite dentro del mismo rito, después de
no, si ninguno de aquéllos pudiese, cualquier sacerdote no su-
la ceremonia debe quemarse lo sobrante empapado en algodón
jeto a censura o pena canónica (n.31).
(bombado) (n.22).
Se recuerda que la unción se hace en la frente y en las ma- Ministerios con los enfermos y adaptaciones del rito
nos; y convenientemente, mientras se hacen estas unciones, se
divide la forma. En caso de necesidad, basta la unción en la 298. El Ordo se ocupa asimismo de los ministerios con los
frente o en otra parte conveniente del cuerpo (n.23). enfermos (n.32-37), pondera los valores que hay en asistirlos
Pero podría aumentarse el número de unciones o variar los (n.32), que es oficio propio de todos los bautizados, y cómo
sitios, según se prevea en los respectivos rituales particulares los sacramentos para los enfermos conviene que manifiesten,
(n.24). si es posible, la índole comunitaria (n.33). Los familiares (n.34),
La forma del sacramento vuelve a transcribirse (n.25). así como los sacerdotes (n.35), pueden hacer mucho con apta
catequesis (n.36) y preparación (n.37).
El viático Se recuerdan las adaptaciones a las regiones o naciones, que,
según la constitución de sagrada liturgia, corresponden a las
296. Los números 26-28 se refieren al viático, que es pren- conferencias episcopales (n.38-39).
da de resurrección, y que conviene recibir bajo las dos espe- Por último, las acomodaciones que pueda hacer el ministro
cies, dentro de la misa, si se puede (n.26). (n.40-41), abreviando, si el enfermo está fatigado; o procurando,
Deben recibirlo todos los que pueden, por cualquier causa si está solo con el enfermo, suplir el consuelo que viene de la
que venga el peligro de muerte; y recibirlo con pleno conoci- comunidad; o aconsejando la acción de gracias, si el enfermo
miento (n.27). convaleciere (n.40). Acerca de la acomodación, se hará sobre
Conviene que entonces renueven la fe del bautismo (n.28). todo si en el mismo lugar hay enfermos que no toman parte
Los ministros ordinarios del viático son los mismos que en la celebración (n.41).
para la unción. Pero, a falta de sacerdote, lo hará el diácono
o un laico que esté autorizado (n.29). Se observará que esto La pastoral de los enfermos
que se dice para el viático, no se ha dicho para la unción. 299. La pastoral de enfermos es una parte del nuevo y re-
ciente Ordo para la unción.
Después de los prenotandos (n.i-4i), el capítulo i.° se re-
fiere a la visita (n.42-45) y a la comunión de los enfermos
(n.46-63).
192 P.1V c.10. El nuevo ritual
III. El rito 193
Los consejos del Ritual no pueden ser más significativos
y oportunos. Con esta preparación purificatoria se pasa a la lectura de
Para esa pastoral de enfermos se recomienda a todos los algún breve texto eucarístico de la Sagrada Escritura (n.53);
cristianos que visiten a los enfermos, que los conforten, que y se introduce por el sacerdote la oración de antes de la mesa
los auxilien en su necesidad (n.42). que es el padrenuestro (n.54); presenta al «Cordero de Dios...»
Sobre todo a los párrocos y a los encargados de los enfer- y todos se declaran indignos de recibirlo («Señor, no soy dig-
mos, se les recomienda que usen palabras de fe, con que ense- no...») (n.55).
ñen el sentido de la enfermedad en el misterio de la salvación; Se reafirma la fe cuando se responde Amén al sacerdote que
que exhorten a unirse con Cristo paciente y a santificar la en- presenta «el cuerpo (o la sangre) de Cristo» (n.56). Una oración
fermedad con la oración. A ellos les toca hacer poco a poco conclusiva en que se pide al Señor que «el sacrosanto cuerpo...
que los enfermos reciban los sacramentos de la penitencia y de aproveche de remedio sempiterno a nuestro hermano, tanto
la eucaristía, participando con frecuencia, según la condición para el cuerpo como para el alma» (n.57), Y I a bendición con el
del enfermo; y, sobre todo, que reciban en tiempo oportuno Santísimo, si hubieren quedado formas, o con oraciones para
la sagrada unción y el viático (n.43). los enfermos, cierran el rito (n.58).
Se prevé un rito breve (n.59-63).
Y conviene que se les enseñe a hacer oración, bien solos,
bien con sus familiares y asistentes, aprovechándose de la Sa-
3
grada Escritura, o meditando el misterio de la enfermedad en //. El rito de la unción
Cristo y en su obra, o inspirando fórmulas de oración de los
salmos u otras. Algunas veces orando con ellos (n,44). La preparación
En la visita al enfermo puede tenerse, con lectura y oración, 301. El rito ordinario para la unción ofrece primero unas
una breve celebración de la Palabra, que puede juntarse con normas de preparación. Si todas las cosas tienen que prepararse
alguna letanía; y al fin acabar con la bendición al enfermo; para que resulten bien y decorosamente, los ritos litúrgicos
que, si es oportuno, podrá ser con imposición de manos (n.4s). tienen que prepararse de una manera especial, para que no
Se habrá advertido cómo en estos pocos números se han resulte una improvisación desordenada y titubeante, poco apta
concentrado los principales momentos de la visita pastoral y los para «edificar» al enfermo y a sus familiares con indecisiones
principales motivos que pueden aliviar la situación dolorosa, y dudas.
y muchas veces deprimente, de los enfermos. Se impone, pues, lo primero, conocer el estado de salud del
300. Respecto de la comunión de los enfermos (n.46-48), se enfermo, para prever las lecturas y oraciones oportunas, y ex-
recomienda la comunión frecuente y aun diaria, sobre todo en plicar el rito, si es posible, al enfermo y familia (n.64).
tiempo pascual; y se declara ser lícita a cualquier hora del día. La confesión sacramental, si es necesaria y posible, tiene que
Asimismo, para los que no pueden recibirla bajo la especie de preceder a la unción, que es sacramento de vivos. Por eso, si la
pan, es lícito hacerlo bajo la especie de vino (n.46). La manera confesión no hubiese tenido lugar antes del rito, hágase al
de llevar la comunión dependerá de las costumbres del lugar principio. Y, si no se hace, convenientemente se tiene un acto
penitencial (n.65).
(n.47).
El rito para comunión de los enfermos comprende el saludo 3
Como hemos dicho, seguiremos en las citas la numeración del Ordo
deseando la pa? (n.49), la aspersión del agua bendita, recuerdo unctionis infirmorum eorumque pastoralis curae en su edición típica (Cittá del
Vaticano 1972), por su valor más universal. Para España tenemos la traduc-
del bautismo (n.50); la confesión sacramental, si hubiere lugar ción y adaptación, con «Orientaciones doctrinales y pastorales del episcopa-
(n.51), o un acto penitencial como al principio de la misa do español» (n.42-86), que lleva por título Ritual de la unción y de la pastoral
de enfermos (Madrid 1974). La numeración de este Ritual no coincide siem-
(n.52). pre con la del Ordo unctionis.
Unción Je ¡os enfermos 13
194 V.W c.10. El nuevo ritual 195
§//. El rito
Si el enfermo no estuviese en cama, podrá recibir la unción, nosotros, congregados en tu nombre; y a nuestro hermano
sentado, en la iglesia o en otro lugar conveniente donde puedan N. enfermo (y a los demás aquí enfermos en el lecho) guardes
reunirse los familiares. En los hospitales se tendrá razón de los benignamente con tu misericordia»... (n.70.239).
demás enfermos que estén en la misma sala, para no cansarlos
o molestarlos, si no pueden asociarse a toda la ceremonia (n.66).
Acto penitencial, lectura bíblica y oración
Si son varios los que reciben la unción, a cada uno se le
imponen las manos y a cada uno se hace la unción diciendo la 304. El acto penitencial, de forma igual o parecida a los
forma; las otras oraciones podrán decirse en plural (n.67). que preceden en la misa (n.71.232-233), tiene lugar antes de
la comunión de los enfermos y antes de la unción. Pero es
Ritos iniciales claro que, si acaba de realizarse la confesión sacramental, basta
con ésta como expresión de penitencia purificadora.
302. Es normal, tanto para la comunión de los enfermos La lectura de la Sagrada Escritura, previa a la administra-
en sus domicilios o en hospitales como para la unción de los ción de los sacramentos, tiene lugar antes de la comunión de
enfermos, comenzar por un saludo litúrgico, que, al mismo tiempo los enfermos y antes de la unción (n.72) 4 . Esta lectura junta
que es cortesía (si se explica convenientemente), es también el rito sacramental con una celebración de la palabra de Dios.
disponer el ánimo para la ceremonia instante. Y sigue la oración de la comunidad.
El saludo, eco del encargo de Cristo a sus discípulos para Si antes de la comunión la oración indicada es la del padre-
cuando entrasen en las casas (Le 10,5), expresa el deseo de nuestro, antes de la unción viene bien y se señala una oración
«paz a esta casa y a todos los que habitan en ella»; o, simple- litánica. Es la oración de toda la comunidad, es la oración de
mente, «el Señor esté con vosotros (contigo)» (n.68). la fe por el hermano enfermo, que también puede hacerse
303. La aspersión con el agua bendita es también potesta- después de la unción (n.73).
tivo rito inicial para la comunión de los enfermos y para la
unción. El agua bendita despierta la memoria del lavado bau- La unción
tismal, mediante el cual fuimos consepultados con Cristo para la
muerte; de suerte que así como Cristo resucitó de entre los muertos 305. «El sacerdote impone entonces las manos sobre la
cabeza del enfermo, sin decir nada» (Ritual n.74).
por la gloria del Padre, así nosotros caminemos en novedad de
vida (Rom 6,4). Por eso acompañan a la aspersión estas palabras: Si el sacerdote tiene que bendecir el aceite, según lo que
antes hemos dicho (n.190), puede usar la misma oración que
«Que esta agua (bendecida) sea memoria del bautismo recibido
el jueves santo emplea el obispo (n.191), u otra que se indica
y recuerde a Cristo, que con su pasión [esto es, con sus tor-
(Ritual n.242).
mentos, crucifixión y muerte] y con su resurrección nos redi-
Pero, si el aceite ya está bendecido, que será lo ordinario,
mió» (n.69).
el sacerdote llama la atención de los fieles presentes sobre el óleo
Unas palabras del sacerdote, como monición, sitúan el rito
que va a emplear, dando gracias a Dios por el beneficio que
que va a celebrarse en el contexto de la carta de Santiago (5,145),
con este aceite concede:
exhortando a la oración. También puede utilizarse en este mo-
—«Bendito seas, Dios, Padre todopoderoso, que por nos-
mento la oración muy parecida a la del antiguo Ritual: «Señor
otros y por nuestra salvación enviaste tu Hijo al mundo.
Dios, que por tu apóstol Santiago has dicho: ¿Está enfermo
R. Bendito sea Dios.
alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia y oren
—Bendito seas, Dios, Hijo unigénito, que, bajando a nues-
sobre él, ungiéndolo en el nombre del Señor, y la oración de la fe
salvará al enfermo y el Señor lo aliviará; y, si hubiese cometido * Texto apto, indicado por el rito, es el de Mt 8,5-10.13 (curación del
pecados, se le perdonarán: te suplicamos con fe que estés con hijo del centurión); pero pueden emplearse otros textos o pasajes. Cf. Ordo
unctioms n.i53ss.
196 P.IV c.10. El nuevo ritual §/Z. El rito 197

tra condición humana, quisiste proveer a nuestras enferme- alma y en su cuerpo, para que, al que en tu nombre ungimos
dades. con la unción santa, lo rehagas con tu poder, lo consueles con
R. Bendito sea Dios. tu auxilio, mediante el cual reafirme sus fuerzas y aparte el
—Bendito seas, Dios, Espíritu Santo Paráclito, que forta- mal (y a quien quisiste fuera partícipe de tu pasión, concédele
leces lo débil de nuestro cuerpo con fuerza permanente (per- esperar también por la eficacia de sus dolores); que vives y
peti). reinas...» (n.77).
R. Bendito sea Dios. 308. El Vaticano II expresó el mandato de que se revisa-
Que tu siervo, Señor, que va a ser ungido en fe con este ran «las oraciones correspondientes al rito de la unción, de
santo óleo, merezca ser aliviado en sus dolores y confortado manera que correspondan a las diversas situaciones de los en-
en sus enfermedades. Por Cristo nuestro Señor. fermos que reciben el sacramento» 5 .
R. Amén» (n.75 bis). Por esto, ahora en el nuevo Ordo se introducen como apén-
306. Las palabras de la «forma» que acompañan la unción dices nuevas formas de oración, que responden a estas cir-
aparecen en el Ritual distribuidas en dos partes, con su corres- cunstancias.
pondiente Amén, para la unción de la frente y la de las manos Así, tratándose de un anciano:
respectivamente. Constituyen una sola y única forma, aunque
«Mira propicio, Señor, a este siervo tuyo, trabajado por la debilidad
dividida, o mejor, distribuida, en dos momentos del rito. de los años, el cual, con la santa unción, pide tu gracia para la salud
Expresan los efectos de la unción de los enfermos, y ya de cuerpo y alma; a fin de que, confortado con la plenitud de tu
antes (n.204ss) tuvimos ocasión de analizarlos y hablar de ellos. Espíritu, permaneciendo fuerte en la fe y seguro en su esperanza,
«Por esta santa unción y su piadosísima misericordia [son dé a todos ejemplo de paciencia y muestre el alegre (gozoso) afecto
de tu caridad. Por Cristo...» (n.243).
restos de la forma anterior], te ayude el Señor con la gracia del
Espíritu Santo [es el efecto general de todo sacramento]. Tratándose de quien está en gran peligro de muerte:
R. Amén». «¡Oh Dios, Redentor de todos, que en tu pasión soportaste tú
«Para que, liberado de tus pecados [es el efecto secundario mismo nuestros dolores y cargaste tú mismo con nuestras enferme-
y condicionado de la unción], te salve [es decir, te de la salud, dades!, te suplicamos humildemente por nuestro hermano N . en-
con un sentido de curación o sanación de todo el hombre] y te fermo le concedas que, redimido por ti, sea reanimado en la espe-
alivie propicio» [es también el sentido de curación y confor- ranza de su salvación y te dignes sostenerle en el cuerpo y en el
alma. Que vives...» (n.244).
tación].
R. Amén» (n.76). Si se administran la unción y el viático en la misma cele-
307. La oración que se dice después de ungir al enfer- bración :
mo vuelve a expresar y pedir los efectos de este sacramento: «¡Oh Dios, Padre de las misericordias y consolador de los afligi-
«Te rogamos, Redentor nuestro, que, por la gracia del Es- dos!, mira propicio a tu siervo N., eme confia en ti, para que, ya que
píritu Santo, cures la debilidad de este enfermo, sanes sus he- está oprimido por tantas calamidades, sea socorrido con la gracia de
la santa unción y, fortalecido con el cuerpo y la sangre de tu Hijo,
ridas y perdones sus pecados; y aparta de él todas las afliccio- reciba el viático, con que camine hacia la vida. Por Cristo...» (n.245).
nes de alma y cuerpo y devuélvele misericordiosamente plena
sanidad interna y externa, para que, restablecido por obra de Por último, hay también especial oración para quien esté
tu misericordia, vuelva a sus quehaceres de antes»... ya en agonía:
También puede ser indicada la oración siguiente: «Padre clementísimo, que conoces toda buena voluntad, que per-
«Señor Jesucristo, que, para redimir a los hombres y sanar donas siempre los pecados y nunca niegas el perdón a quien lo pide:
a los enfermos, quisiste asumir el ser de nuestra condición cor- ten propicio compasión de tu siervo N . , que lucha en su extrema
poral: mira propicio a este tu siervo que hay que sanar en su 5
Constit. de sagrada liturgia n.75.
198 § II. El rito 199
P.IV c.10. El nuevo ritual
agonfa, para que, ungido con la santa unción y ayudado con las comunión. El lugar será la iglesia, o, con asentimiento del or-
oraciones de nuestra fe, sea socorrido en el alma y en el cuerpo dinario, la casa del enfermo o el hospital, en lugar acomodado
e, impetrado el perdón de los pecados, se fortalezca con el don de (n.8o).
tu amor. Por Cristo nuestro Señor, que, vencida la muerte, nos
abrió la puerta de la eternidad y vive y reina contigo por los siglos Se dice entonces la misa para los enfermos y con paramen-
de los siglos. R. Amén» (n.246). tos blancos. En lo cual se advertirá cómo no responde a la
mente de la Iglesia dar carácter triste a esta celebración. Pero
El rito termina con la oración del padrenuestro, introdu- se atenderá al color y a la misa del día, si se trata de domingos
cida por breve monición del sacerdote (n.78). Seguirá la co- de Adviento, Cuaresma y Pascua y de solemnidades de la
munión, si el enfermo tiene que comulgar (supra, n.296.297). Iglesia o de ferias de Ceniza y Semana Santa (n.81).
309. Y todo concluye con la bendición del sacerdote:
El momento de conferir la unción será después del evangelio
«Te bendiga Dios Padre. R. Amén. y de su correspondiente homilía, en la cual se explicarán el sen-
T e sane Dios Hijo. R. Amén. tido de la enfermedad en la historia de la salvación y los efectos
T e ilumine el Espíritu Santo. R. Amén.
Guarde tu cuerpo y salve tu alma. R. Amén. o gracia del sacramento, según exijan las circunstancias del
Ilustre tu corazón y te lleve a la vida celestial. R. Amén. enfermo y de los que están presentes (n.82 a).
(Y a todos vosotros que estáis aquí presentes, os bendiga Dios El rito de la unción comienza con la letanía de que antes se
todopoderoso, Padre, Hijo f y Espíritu Santo. R. Amén)» (n.79).
habló (supra, n.304), o con la imposición de manos (supra,
Otra fórmula de bendición puede ser: n.305), si la letanía se deja para después de la unción. Seguirá
«El Señor Jesucristo esté junto a ti, para defenderte. R. Amén.
la bendición del aceite, si ésta ha de tener lugar, o la oración
Esté delante de ti, para conducirte; detrás de ti, para protegerte. de acción de gracias (supra, n.305) y la unción misma (supra,
R. Amén. n.306) (n.82 b).
T e mire, te conserve y te bendiga. R. Amén. Si se dice la letanía o si se hace la oración universal (de los
(Y a todos vosotros que estáis aquí presentes os bendiga Dios to-
dopoderoso, Padre, Hijo t y Espíritu Santo. R. Amén)» (n.237). fieles), se termina con la oración para después de la unción
(supra, n.307).
La unción celebrada comunitariamente Continúa la misa, pudiendo todos los presentes comulgar
bajo las dos especies (n.82 c).
310. No siempre, pero sí en ocasiones, será posible en-
cuadrar el sacramento de la unción en una celebración comuni- En una gran asamblea de ñeles
taria de la palabra de Dios, de un acto penitencial y aun den-
312. El Ordo prevé estas celebraciones comunitarias de la
tro de la misa... (v.gr., si se trata de una comunidad religiosa
unción en las peregrinaciones (piénsese en las de Lourdes o
o en un hospital).
Fátima) y en las asambleas de una diócesis, o ciudad, o pa-
Este sentido comunitario y de solidaridad en el dolor es ya un
alivio para muchos enfermos y una ocasión de transformar la rroquia; o, meramente, de una pía asociación. También en
imagen austera del dolor y el temor de la muerte en imagen hospitales se prevé esto como posible.
alegre y confortante de asociación a las pasiones y a la resurrec- Pero para estas ocasiones no hay que contentarse con la
ción de Cristo. sola administración válida de la unción. Los ritos tienen que
hacerse bien y convenientemente, según lo que está mandado
Dentro de la misa o autorizado en el Ritual. Y además hay que preparar pastoral
311. El Ordo de la unción indica expresamente que este y litúrgicamente a los enfermos que van a recibir la unción;
sacramento podrá administrarse dentro de la misa, cuando lo también a aquellos otros enfermos que van a presenciarla y a
permite el estado del enfermo y, sobre todo, si ha de recibir la todos los fieles que asistirán al rito, para que no se limite todo
a una gran manifestación o celebración, pero con poca inteli-
200 P.IV c.10. El nuevo ritual §11. El rito 201
gencia del rito y de los fines que con él se persiguen. Todo
tendrá que prepararse convenientemente, aun los cantos ade- Pastoral de enfermos
cuados, para la administración del sacramento, que se hará
en la iglesia o en otro lugar apropiado donde puedan reunir- El viático en la misa
se los fieles (n.83-85). 314. El nuevo Ritual se extiende en el capítulo 3, hablan-
En semejantes asambleas es conveniente que los enfermos do sobre el viático (n.93-114). Notaremos los puntos principa-
que van a recibir la unción y quieran antes confesarse, lo ha- les o más nuevos.
gan antes de la celebración (n.86). Se insiste en la preparación pastoral del enfermo y de sus
313. Esta comienza con el recibimiento de los enfermos, bien familiares (n.93). Puede recibirse el viático en la misa si, a jui-
al principio de la misa con una monición inicial (n.92), bien, cio del ordinario, puede celebrarse en casa del enfermo (n.94);
si no hay misa, con unas palabras en que se declare el interés y el enfermo puede comulgar bajo la sola especie de vino, si
y solicitud de Cristo por los enfermos y el oficio que éstos no puede bajo la de pan (n.95). Todos los participantes pueden
desempeñan en el Pueblo de Dios (n.87). comulgar bajo las dos especies (n.96).
Se hace después, como en el rito inicial de la misa o en la El color de la misa es el blanco y el formulario podrá ser
ordinaria administración de la unción, el acto penitencial (n.88. de la santísima eucaristía o para administrar el viático, excepto
71). Viene a continuación la celebración de la Palabra, con lec- los días de que antes hemos hablado (supra, n.311).
turas a escoger de la Sagrada Escritura, cantos, lecciones del La profesión de fe del enfermo tiene lugar después de breve
A. y N.T. más propias para enfermos, salmos (n. 153-229), homilía y suple al credo de la misa. En la comunión, después
homilía y, si se quiere, reflexión en silencio (n.89). de «El cuerpo (o sangre) de Cristo. R. Amén», se añade: «El te
La celebración del sacramento comienza con la letanía o guarde y te lleve a la vida eterna. R. Amén» (n.99).
imposición de manos. Por lo menos se escucha una vez la
«forma» de la unción; pueden después seguir cantos. La ora- Fuera de la misa
ción de los fieles, si la hay, termina con la oración para des-
La indulgencia plenaria en la hora de la muerte puede
pués de la unción o con el padrenuestro, que todos pueden
aplicarse después de la confesión o del acto penitencial (n.106).
cantar (n.90).
Aquí prevé el Ordo una concelebración, que llamaríamos Rito continuo de la penitencia, unción y viático (n.i 15-137)
cronológica, en el caso de varios sacerdotes que al mismo tiem-
po administran la unción, pero cada uno a un enfermo, al que 315. La confesión sacramental se hace antes de la cele-
le impone las manos y le unge diciendo también la forma; es bración o al principio del rito (n.115).
decir, él solo administra el sacramento al enfermo. Pero las En caso de peligro urgente, se administra la unción al enfer-
otras oraciones son recitadas por el celebrante principal (n.90). mo como única unción, y en seguida el viático. En caso de
La celebración termina con la bendición de que antes se muerte inmediata, se le confiesa o absuelve y se le da el viático
ha hablado (supra, n.309) y con cantos (n.91). (del que hay precepto divino y es prenda de resurrección)
Es evidente el interés pastoral de semejantes asambleas, (n.116).
donde puedan celebrarse, y la solidaridad cristiana que fomen- La confirmación en peligro de muerte no conviene que se
tan con los enfermos. Ellas de por sí son ya una confortación. confunda con la unción. Pero, si fuera necesario administrarla,
hágase antes de la bendición del aceite de los enfermos, omi-
tiendo la imposición de manos, que pertenece a la unción de
los enfermos (n.117).
202 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica
§ I. Doctrina de los orientales 203

La recomendación del alma (n.138-151) Comenzaremos señalando los principales puntos de conver-
316. Asistir a los moribundos es obra de caridad y de gencia entre orientales y católicos para examinar después los
solidaridad cristiana para pedir la misericordia de Dios y la puntos de divergencia.
confianza en Cristo (n.138).
Puntos de convergencia entre orientales y católicos 2
Las oraciones y jaculatorias tienden a evitar la innata an-
siedad de la muerte, aceptándola con la esperanza de la resu- 318. Conviene notar los numerosos puntos que unen a
rrección e imitando la paciencia de Cristo. católicos y orientales en lo relativo a la unción de los enfermos.
Los presentes aprenderán el sentido pascual de la muerte Unos y otros creen que es un sacramento (n.149) y que
cristiana, que se expresará signando con la señal de la cruz al no es un mero rito apostólico o eclesiástico, como h a n pensado
moribundo (n.139). muchos protestantes (cf. n.ióoss).
Las preces se recitarán lentamente, más bien en voz baja Consideran que el fundamento bíblico principal para de-
y con silencios interpuestos (n.140). mostrar esta sacramentalidad está en la carta de Santiago.
Los sacerdotes y los diáconos procurarán, en cuanto sea Orientales y católicos creen que este sacramento ha sido insti-
posible, asistir a los moribundos con los parientes de éstos, tuido por Cristo (n.174) de una manera inmediata.
puesto que con su presencia muestran más claramente que el Y que no debe desatenderse o descuidarse (n.173), sino
cristiano muere en comunión con la Iglesia (n.141-142). que se debe tener en aprecio.
Unos y otros piensan que el aceite de oliva ha sido la ma-
teria remota necesaria (n.193), y la unción del aceite, la mate-
ria próxima (n.i94ss).
CAPÍTULO XI
Convienen también en que basta una unción en caso de ne-
DIMENSIÓN ECUMÉNICA EN LA UNCIÓN cesidad (n.196.197).
DE LOS ENFERMOS Respecto a la forma del sacramento, con expresión diferen-
te según los tiempos y las Iglesias, se ha admitido la validez
de estas diferentes formulaciones.
I. Doctrina de los orientales sobre la unción Asimismo, creen unos y otros que el ministro propio es el
sacerdote (n.245ss) y que, aunque puede administrarse por va-
317. Nos parece que el diálogo ecuménico y la recta y rios presbíteros, basta uno solo en caso de necesidad.
auténtica información están llamados a disipar no pocos malen- Admiten asimismo que el simple sacerdote (los católicos
tendidos en este punto de la unción de los enfermos, porque añaden: «si hay delegación superior») puede bendecir el óleo de
las diferencias entre orientales y católicos sobre este sacramen- los enfermos (n.i85ss).
to parecen acercarse más a lo ritual y ceremonial que a lo dog- Según unos y otros, este sacramento no es sólo para los mo-
mático o doctrinal indiscutible. Hay, sin duda, falsa informa- ribundos; es para los enfermos, y también pueden recibirlo los
ción en algunos teólogos orientales acerca del pensamiento ancianos. Es para los fieles cristianos que están vivos. Asi-
católico sobre la unción *. mismo, excluyen del sacramento a los condenados a muerte,
No repetiremos aquí lo que afirma esta deficiente informa- a los que entran en batalla o están próximos a morir, si no
ción, la cual no puede ser obstáculo serio para la unión desde están enfermos 3 . También a los excomulgados, a los peniten-
el momento que el diálogo entre teólogos competentes desva- tes públicos y a los impenitentes manifiestamente 4 .
nezca estas nieblas en la mutua comprensión. 2 Cf. ibid., 11.90S.
1 3 T H . SPÁCIL: ibid., n.179.
Cf. T H . SPÁCIL, Doctrina Theologiae Orientis separati. De sacra infirmo- 4 Ibid., n.182.
rum unctione: Orientalia Christiana n.74 (1931) n.84-88.
204 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica § J. Doctrina de los orientales 205
Afirman también que puede administrarse vacias veces en Respecto a la remisión de los pecados como efecto del sacra-
la vida y aun en la misma enfermedad (lo han declarado últi- mento, entienden primeramente los pecados mortales cometi-
mamente los católicos; cf. n.286), si el peligro se hace más dos con ignorancia o aquellos que el enfermo no puede confe-
crítico. sar, y se limitan a aquellos pecados que causaron la enferme-
Unos y otros admiten, aunque con matización diferente, dad. Se silencia lo tocante a la «abstersión de las reliquias del
que este sacramento perdona los pecados y que en ocasiones pecado» y a la remisión de las penas temporales 9 .
devuelve la salud (cf. n.204ss).
Unos y otros, si hay confesión sacramental, haxen preceder Quién puede recibir el sacramento
la confesión a la unción.
320. Según los orientales, no se requiere enfermedad gra-
ve para recibir el sacramento; basta enfermedad leve; y aun a
Diferencias doctrinales entre orientales y Católicos 5 los sanos se les puede administrar en prevención de enferme-
El efecto principal del sacramento dad.
En cambio, no lo administran a los enfermos que están sin
319. La principal diferencia doctrinal creemos que está en sentido 1 0 .
la finalidad o efecto principal que se asigna a este sacramento. Requieren comúnmente los orientales que el sujeto tenga
Muchos teólogos orientales piensan que la sanación corpo- uso de razón; y por eso no administran el sacramento a los ni-
ral pretendida por la unción no es un efecto secundario, como ños que no han alcanzado tal uso de razón, ni a los amentes,
lo hemos llamado nosotros, por ser condicionado (n.226), sino ora sean desde siempre tales, ora hayan tenido intervalos Jú-
que es efecto principal6. cidos n .
De hecho, los teólogos orientales asignan comúnmente como A este respecto se advertirá el acercamiento que se ha pro-
fin y efecto de la unción «la gracia espiritual y la sanación cor- ducido por parte de la Iglesia católica, que, si bien sigue requi-
poral» 7 . Sin la gracia espiritual como efecto, no sería sacra-
riendo enfermedad grave para administrar la unción, admite
mento; pero la sanación del cuerpo sería, según los más de
que basta un juicio probable de ella (cf. n.293). También la
ellos, el efecto más característico y principal, según está dicho.
Iglesia católica admite a los niños que saben ya reconocer el
Pero esta curación del cuerpo, que se admite ser condicio-
nada, se limita frecuentemente a aquellas enfermedades que sacramento que reciben (cf. n.293).
son consecuencia de los pecados. De todos modos, se daría,
según algunos teólogos orientales, una confortación de las «fuer- Cuántas veces puede recibirse la unción
zas psiquicofísicas»8, con lo cual parecen sugerir la idea de 321. Es doctrina explícita de teólogos ortodoxos que la
una confortación espiritual, como dicen los católicas, aunque unción puede repetirse durante la misma enfermedad y que
muchos de los teólogos orientales la impugnan. Se admite, sin conviene hacerlo según la devoción y deseo del enfermo 12 .
embargo, una confortación contra las insidias del demonio, y En el santo súxÉAaiov contemplan un medio para borrar
algunos aceptan, explícita o implícitamente, la idea, general de los pecados que el individuo no puede confesar o de los cuales
confortación. no ha podido hacer penitencia adecuada; en los sanos se pue-
5 Cf. T H . SPXCIL, Doctrina Theologiae Orientis separati. L)e sacra infir- den con el súxéAotiov curar estos pecados o la enfermedad
morum unctione: Orientalia Christiana n.74 (1931); DORONZO, 1,1725; sobre espiritual, restaurando las fuerzas psicológicas y físicas, sa-
los orientales separados: ibid., 1,117-84.
« Cf. T H . SPÁCIL, l . c , 11.52-73.92.226-287; M . GORDILLO, Compendium nando la depresión, la tristeza y la desolación... No hay in-
Theologiae Orientalis (Roma 3 i95o) p.ióós.
i T H . SPÁCIL, l . c , n.52-70.226. 10
» Ibid., n.53-73.226.
8 Ibid., n.92-226.
Ibid., n.92.
« Ibid., n.178.
12 Ibid., n.81-83.288.
206 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica § I. Doctrina de ¡os orientales 207

conveniente en repetir la unción—dicen—para conseguir me- a los presbíteros de la Iglesia, porque éstos tienen el poder de
jor estos efectos. hacer las cosas perfectas [los sacramentos], y no los diáconos».
Como escribía Simeón de Tesalónica: «Este es el fin del sa- «(C.283.) El hermano del Señor [Santiago] no dijo el núme-
grado óleo que se da a los vivientes: que vivan y permanezcan ro de los presbíteros, pero la costumbre enseñó que se llama-
purificados; pero no se administra a los vivos para pue mueran ran a siete. Y pienso que fue por los siete dones del Espíritu
y no puedan esperar la salud, porque fue instituido, sobre que se enumeran en Isaías [n,2s]; o por aquellos siete sacerdo-
todo, para que el Señor levante (éydpn) a los ungidos y se les dotes de la Antigua Ley que por mandato de Dios tocaron las
perdonen los pecados. Y esto será siempre y no una sola vez. trompetas alrededor de Jericó siete veces y derribaron las mu-
Así como dice: "Confesaos mutuamente vuestros pecados', que rallas, así como ellos destruyen la ciudad inicua y los altos mu-
será siempre y en modo ninguno una sola vez»... J3 ros de las soberbias del pecado; o también cuando la vida está
La disciplina de la Iglesia latina parece haber variado con muerta, a imitación del profeta que llamó a la vida al hijo de
el tiempo. Desde el concilio Tridentino había la prohibición aquella Sunamitis; así los sacerdotes, después de orar siete ve-
de repetir la unción en la misma enfermedad. La disciplina ces, a la manera de Eliseo, que se inclinó siete veces sobre aquel
actual de la Iglesia romana se ha acercado más a los orientales, niño y siete veces oró; o así también como Elias, después de
admitiendo que pueda repetirse la unción, perdurando la mis- orar siete veces, volvió a abrir el cielo, que había cerrado por
ma enfermedad, cuando el peligro sea más crítico, como está los pecados: así también estos [presbíteros], después de orar
dicho (cf. n.286). siete veces, deshacen la sequedad del pecado y abren el cielo,
llevando la llave de gracia a la manera de Pedro, y sacan del
El número de los ministros Dios del perdón como lluvia ía misericordia. Esta es ia razón,
según me parece, de los siete sacerdotes. Pero algunos, donde
322. No faltan teólogos orientales que afirman ser nece- hay penuria de sacerdotes, llaman solamente a tres, y esto está
saria la presencia de varios sacerdotes para administrar la un- exento de culpa. Porque se hace lo primero, por la virtud de
ción. Sobre el uso oriental de esta costumbre, atestigua ya en la Trinidad; también por lo que hizo Elias, en testimonio y
el siglo ix un Ritual, cuyo título es Orden que hay que guardar predicación de la Trinidad, cuando resucitó al hijo difunto de
cuando hay que hacer por la tarde el óleo consagrado para los en- la viuda de Sarepta orando tres veces e inclinándose sobre él
fermos que llaman a siete sacerdotes 14. tres veces. Algunos reúnen a más de siete, en señal de mayor
Pero la ley expresa para que la unción fuese administrada fe y voluntad; pero no hay por qué discutir del número si el
necesariamente por siete presbíteros, parece proceder de Arse- número no está escrito. Pero, aunque no esté escrito, hay que
nio, patriarca de Constantinopla (ca.1260), pues lo afirma Ni- observar la antigua tradición: que haya siete presbíteros, se-
céforo II (f 1261): «Nuestro padre Arsenio, patriarca de la gún la antigua costumbre; y, si fuere preciso, al menos tres...
egregia urbe de Constantinopla, mandó que esta ceremonia se Un solo presbítero no hace el eúxéAcciov»... 16
hiciera por siete ministros, aunque fuesen obispos o metropo-
Como se ve, las razones que alega para el número septena-
litas» 15 .
rio de los ministros son más bien de índole simbólica.
323. Un teólogo de gran autoridad entre los orientales es
Simeón de Tesalónica (f 1429), que, a propósito de la plurali- 324. Pedro Arcudio (1563-1633) ofrece la siguiente moti-
dad requerida en los ministros para el «euchelaeon», escribe: vación:
«Si alguno cae en enfermedad del cuerpo o sólo del alma, llama «La Iglesia griega exige siete presbíteros, o bien por los sie-
13
te pecados mortales, o bien porque el número septenario se re-
De sacro ritu sancti olei c.287: P G 155,521. comienda mucho en la Sagrada Escritura; y no carece de mis-
14
JACOBUS GOAR, Euchologium sive Rituale graecorum (Gran 1960) P.346S;
ed. 1647, p.428; KERN, p.260.
15 16
Contra eos qui dicunt mortuos sacro oleo ungendos esse: PG 140,808. De sacro ritu sancti olei, intr. y c.283: P G 155,5163.
208 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica § /. Doctrina de los orientales 209

terio, ya que abarca el jubileo, o bien por las siete partes del les podían administrar estos sacramentos sin previa abjuración
cuerpo que se unge» 17 . de los errores y sin profesión de fe, de la mejor manera que
Teólogos orientales más recientes daban como razón del pudiera hacerse según las circunstancias de las personas y co-
número septenario el que se trata de un número místico y san- sas, y al menos implícitamente.
to i». Se podía dar la absolución y administrar la extremaunción
Las confesiones orientales separadas ya en los siglos v y vi a los cismáticos en el artículo de la muerte destituidos del uso de
confirman esta práctica de emplear varios ministros: «Los orien- los sentidos, pero solamente bajo condición; máxime si, por las
tales suelen emplear para este oficio, por lo regular, siete sacer- circunstancias, se podía presumir que, al menos implícitamen-
dotes; y, si no están los siete, cinco o tres; y, si es necesario, te, rechazaban sus errores. Pero debía removerse eficazmente
también uno solo» 1 9 . el escándalo o la sospecha de un interconfesionalismo; p.ej.,ma-
nifestando a los presentes que la Iglesia supone que en el últi-
Diferencias disciplinares o ceremoniales 20 mo momento han vuelto a la unidad 2 2 .
En el Vaticano II se ha instaurado una nueva disciplina 23.
325. Otras diferencias parecen referirse más a la rituali-
Se permiten y aun se recomiendan por el concilio las ora-
dad o manera práctica de administrar la unción.
ciones en común, sobre todo si son para pedir la unidad.
Tales son: si frecuentemente los orientales mezclan vino o
«Tales preces comunes son medio muy eficaz para conseguir
trigo con el aceite; si es varia y a veces indeterminada la prácti-
ca de ungir estos o aquellos miembros del cuerpo, según las di- la gracia de la unidad y expresión genuina de los vínculos con
ferentes Iglesias; si el presbítero es quien suele bendecir el que aún están unidos los católicos con los hermanos separa-
santo óleo antes de la administración; si el rito es con frecuen- dos, pues donde hay dos o tres congregados en mi nombre, allí
cia más largo y prolijo que entre los católicos; si prefieren ha- estoy yo en medio de ellos (Mt 18,2o)»24.
cerlo en el templo, siendo posible... Pero respecto de la comunicación in sacris, que directamente
se refiere a la participación en los sacramentos, indirectamente
a la participación en cualquier culto 25 , el concilio recordó los
Después del Vaticano II principios vigentes en la teología moral.
326. La Iglesia católica ha tenido por válida la adminis- 327. En el decreto de ecumenismo se expresaba así:
tración de la unción que practicaban y practican los orienta- «Sin embargo, no es lícito considerar la comunicación en
les 21. las funciones sagradas como medio que pueda usarse indis-
Pero el recibir la unción o el viático de manos de un minis- criminadamente para restablecer la unidad de los cristianos.
tro oriental no era permitido o aconsejado a los católicos. Tam- Esta comunicación depende, sobre todo, de dos principios:
poco, viceversa, el administrar a un ortodoxo la unción o el de la significación de la unidad de la Iglesia y de la participa-
viático de los católicos. 22
Resp. del S. Oficio a varios ordinarios (17 de mayo de 1916): Dz-Sch
Es sabido que, antes del concilio Vaticano II, ni siquiera a 3635S (2181a).
los cismáticos «materiales» que estuviesen en articulo mortis y 23
Para un comentario más amplio sobre la comunicación «in sacris» y la
que de buena fe pidieran la absolución o la extremaunción se intercomunión nos remitimos al que hemos publicado en Nueva Pascua de
la Nueva Alianza. Actuales enfoques sobre la Eucaristía (Madrid 1973) n.536-
17 75; y en «Unidad Cristiana» 21 (1971) 241-64. En Nueva Pascua de la Nueva
Libri VII de Concordia Ecclesiae Occidentalis et Orientalis in septem
sacramentorum administratione I.5 c.3: KERN, P.252S. Alianza n.538, en nota, ulterior bibliografía.
24
18
KERN, p.253. Decr. Unitatis redintegratio n.8a.
25
! ' H . DENZINGER, Ritus Orientales t . i p.188. Cf. CONCILIUM VATICANUM II, Schema Decreti de oecumenismo. Modi
20 T H . SPÁCIL, l.c., n.92; J. SÁNCHEZ VAQUERO, Ecumenismo (Salamanca a Patribus conciliaribus propositi, a Secretariatu ad christianorum unitatemfo-
1971) p.28is. vendam examinati II (Citta del Vaticano 1964) p.8 n.27, contestando a siete
21 Cf. KERN, p.266-71. Padres que pedían una definición más clara de la communicatio in sacris.
Unció» de los enfermos 14
210 P.IV c.U. Dimensión ecuménica
§ 7. Doctrina de los orientales 211
ción en los medios de la gracia. De ordinario, la significación «27. Teniendo en cuenta los principios ya dichos, pue-
de la unidad prohibe la comunicación. La recomienda, alguna den administrarse los sacramentos de la penitencia, eucaristía
veces, la consecución de la gracia. La autoridad episcopal loc^ y unción de enfermos a los orientales que de buena fe viven
ha de determinar prudentemente el modo de obrar en con'
separados de la Iglesia católica, con tal que los pidan espon-
creto, atendidas las circunstancias de tiempo, lugar y personas»
táneamente y estén bien preparados; más aún, pueden tam-
a no ser que la Conferencia episcopal, a tenor de sus propio^
bién los católicos pedir los sacramentos a ministros acatólicos
estatutos, o la Santa Sede provean de otro modo» 26 .
en las Iglesias que tienen sacramentos válidos, siempre que
Se debe evitar, por consiguiente, usar un signo de unidad
lo aconseje la necesidad o un verdadero provecho espiritual
y de comunión, como es un sacramento, cuando en realidad
y no sea posible, física o moralmente, encontrar un sacerdote
no existe tal unidad o comunión. Pero el poder utilizar los
católico 2 9 .
medios de la gracia puede ser que permita o aconseje en al-
»28. Supuestos esos mismos principios, se permite la co-
gunas circunstancias recibir el sacramento de otra confesión-
municación en las funciones, cosas y lugares sagrados entre
328. De una manera más explícita y clara, por tratarse los católicos y los hermanos separados orientales, siempre que
de Iglesias cuya fe común es más evidente, se expresaba el haya alguna causa justa 30 .
decreto sobre las Iglesias orientales: »2Q. Esta manera más suave de comunicación en las cosas
«26. Está prohibida por la ley divina la comunicación en sagradas con los hermanos de las Iglesias orientales separadas
las funciones sagradas que ofenda la unidad de la Iglesia, se confía a la vigilancia y prudencia de los jerarcas de cada
o incluya una adhesión formal al error o un peligro de errar lugar, para que, deliberando entre ellos y, si el caso lo requie-
en la fe, o sea ocasión de escándalo y de indiferentismo 27 . re, oyendo también a los jerarcas de las Iglesias separadas, se
Mas la práctica pastoral nos enseña, en lo que respecta a los encauce el trato entre los cristianos con preceptos y normas
orientales, que se pueden y se deben considerar las circuns- oportunas y eficaces» 31 .
tancias de algunas personas, en las que la unidad de la Iglesia
no sufre detrimento ni hay riesgo de peligros, antes la nece- 329. El lector advertirá la atención respetuosa que tiene
sidad de salvarse y el bien espiritual de las almas urgen a esa el concilio respecto de estos tres sacramentos en las Iglesias
comunicación en las funciones sagradas. Así, pues, la Iglesia orientales. Porque es sabido, como ya dijimos (n.149), que
católica, atendidas esas diversas circunstancias de tiempos, estas Iglesias admiten y retienen los mismos sacramentos que
lugares y personas, usó y usa con frecuencia una manera de los católicos y, en sustancia, la misma fe respecto de los sa-
obrar más suave, ofreciendo a todos medios de salvación y cramentos. Además conservan un sacerdocio válido, transmi-
testimonio de caridad entre los cristianos mediante la parti- tido por la válida imposición de las manos.
cipación de los sacramentos y en otras funciones y cosas sa- Que es lo que decía el decreto de ecumenismo:
gradas. Considerando todo ello, 'para que no seamos impedi- «Puesto que estas Iglesias, aunque separadas, tienen ver-
mento por excesiva severidad con aquellos a quienes está des- daderos sacramentos, y, sobre todo, por la sucesión apostó-
tinada la salvación' 28 y para fomentar más y más la unión lica, el sacerdocio y la eucaristía, por los que se unen a nosotros
con las Iglesias orientales separadas de nosotros, el santo con- con vínculos estrechísimos, no solamente es posible, sino que
cilio determina la siguiente manera de obrar.
29
Se considera como fundamento de la mitigación: 1) la validez de los
26 Decr. Unitatis redintegratio n.8¡>. Una explicación de este párrafo 1^ sacramentos; 2) la buena fe y la disposición; 3) la necesidad de salvación;
hemos dado en Decreto de ecumenismo. Texto y comentario teológico y pastoral 4) la ausencia de sacerdote del propio rito; 5) la exclusión de los peligros que
(Madrid 1965) p.85-89. se deben evitar y de la formal adhesión al error.
30
27 Esta doctrina también es válida en las Iglesias separadas. Se trata de la llamada «comunicación in sacris extrasacramental». El
28 SAN BASILIO, Epist. canónica ad Amphilochium: P G 32,6698. concilio es quien concede la mitigación servatis servandis.
31
Decr. Orientalium Ecclesiarum n.26-29.
212 III. En la Iglesia anglicana 213
P.IV c.ll. Dimensión ecuménica

se aconseja alguna comunicación tn sacris, en circunstancias vida aprobados en las Escrituras; pero que no tienen la esen-
oportunas y con la aprobación de la autoridad eclesiástica» 32 . cia de sacramentos, semejante al bautismo y a la cena del
Señor, porque carecen de signo visible, o ceremonia ordenada
330. El Directorio de ecumenismo recordó (n.38-40) todas
por Dios» 34 .
las normas del concilio arriba expuestas y dio oportunas ins-
En este mismo artículo se define, al comenzar, lo que en-
trucciones para aplicarlas.
tiende por sacramento: «Los sacramentos instituidos por Cris-
Entre otras, las siguientes: Estas normas, que han de observarse to, no solamente son señales de la profesión de los cristianos,
con la prudencia que se recomienda en el decreto, valen también sino, más bien, unos testimonios ciertos, y signos eficaces de
para los fieles de cualquier rito, sin excluir el rito latino (n.41). la gracia y buena voluntad de Dios hacia nosotros, por los
Es muy oportuno que las autoridades católicas consulten con las
cuales obra El invisiblemente en nosotros, y no sólo aviva,
autoridades competentes orientales antes de conceder la participa-
ción en los sacramentos (n.42) y que tengan presente la norma de la mas también fortalece y confirma nuestra fe en El» 35 . Ya se
legítima reciprocidad (n.43). ve que esta definición es para los dos sacramentos que se di-
Además de los casos de necesidad, razón justa para aconsejar la co- cen instituidos por Cristo.
municación es la imposibilidad material o moral por largo tiempo de
recibir los sacramentos en la propia Iglesia (n.44). 332. En el ejemplar del Libro de la oración común (The
El católico, al recibir de los orientales los sacramentos, acomódese Book of common Prayer...) 36, que tenemos a la vista (Lon-
a las costumbres de éstos en lo tocante a previa confesión antes de don, sin fecha, pero posterior a 1922) 37 , según el uso de la
la comunión, ayuno eucarístico y frecuencia del sacramento, para
34
evitar la extrañeza y desconfianza (n.43). Artículos de la religión conforme fueron establecidos por los obispos, clérigos
y laicos de la Iglesia protestante episcopal de los Estados Unidos de América en
convención el día doce de septiembre del año de Nuestro Señor 1801, en el Libro
de oración común, administración de los sacramentos y otros ritos y ceremonias
//. En la Iglesia anglicana de la Iglesia, conforme al uso de la Iglesia episcopal en las Américas... (New
York, T h e Seabury Press, s.f.; pero tiene la aprobación de 1965). Reproduce
En los tiempos anteriores el Libro de la oración común aprobado en 1789 para la Iglesia episcopal en
los Estados Unidos de América.
331. La Iglesia anglicana de los tiempos antiguos no con- El texto inglés del art.25, al que nos venimos refiriendo, dice aquí en sus
tres primeros párrafos, definiendo los sacramentos y señalando los llamados
sideraba el sacramento de la unción de los enfermos como un «sacramentos del Evangelio»:
sacramento propiamente dicho, esto es, como «sacramento del «XXV. Of the Sacraments. Sacraments ordained of Christ be not only
Evangelio». badges or tokens of Christian men's profession, but rather they be certain
sure witnesses, and effectual signs of grace, and God's good will towards us,
He aquí las palabras del número 25 de los Artículos de la by the which he doth work unvisibly in us, and doth not only quicken, but
religión: also strengthen and confirm our Faith in him.
«Dos son los sacramentos ordenados por nuestro Señor »There are two Sacraments ordained of Christ our Lord in the Gospel,
that is to say, Baptism and the Supper of the Lord.
Jesucristo en el Evangelio, a saber, el bautismo y la cena del »Those five commonly called Sacraments, that is to say, Confirmation,
Señor. Penance, Orders, Matrimony and extreme Unction, are not to be counted
for Sacraments of the Gospel, being such as have grown partly of the corrupt
»Los otros cinco que comúnmente se llaman sacramentos: following of the Apostles, partly are states of Ufe allowed in the Scriptures;
la confirmación, la penitencia, las órdenes, el matrimonio y la but yet have not like nature of Sacraments with Baptism and the Lord's
extremaunción, no deben reputarse como sacramentos del Supper, for that they have not any visible sign or ceremony ordained of
God»... (Articles of Religión, en The Book of Common Prayer... according to
Evangelio, habiendo emanado, en parte, de una corrompi- the use of the Church ofEngland... [London s.a.] p.621).
da imitación de los apóstoles 33 , y en parte son estados de la 35
Artículos de la religión art.25. Seguimos la traducción contenida en la
primera obra que citamos en la nota precedente (Libro de oración común...,
32 D e c r . Unitatis redintegratio n . i 5c.
New York 1965) p.576. El original inglés lo hemos transcrito en la nt.34, to-
33 mado de The Book of Common Prayer... p.621.
«... as have grown partly of the corrupt fol'owing of the Apostles...» 36
(art.25 de Articles of Religión). El original completo inglés se puede leer más Es el que acabamos de citar.
37
Cf. p.xxxv.Lix.
abajo, en la nota siguiente.
214 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica
§ 11. En la Iglesia anglicana 215
Iglesia de Inglaterra, encontramos un «Rito para la visita del
enfermo» 38 y otro para «La comunión del enfermo» 39 ; pero En los tiempos recientes
no hallamos alusión a la unción ni a la imposición de manos. 333. Pero en el Libro de oración común... conforme al uso
Las oraciones que se dicen, desean la paz para la casa del enfermo de la Iglesia episcopal en las Américas45 encontramos ya esta
y para sus moradores; invocan la misericordia del Señor; contienen unción en el rito de la «Visitación a los enfermos» 46 .
el Padrenuestro y las peticiones de consuelo, confianza, defensa
Es parecido en sus rasgos principales al que acabamos de
y paz para el enfermo.
Se suplica al Señor para el doliente que «la sensación de su debili- describir y muchas oraciones son traducción de las que sirven
dad pueda añadir fuerza a su fe, y seriedad a su arrepentimiento; para la Iglesia de Inglaterra.
y, si es tu buen agrado restaurarle a su primitiva salud, que conduzca Se añaden en éste algunos salmos expresamente y una
el resto de su vida en tu temor y para tu gloria; o también concédele «letanía por los agonizantes»47.
la gracia de recibir tu visita, de suerte que, después de terminar
esta penosa vida, pueda morar contigo en la vida eterna» 4 0 . Al final leemos:
Al enfermo se le dice que, cualquiera que sea la enfermedad, «es «Cuando alguna persona enferma llegue a desear en humilde fe el
una visita de Dios» para experimento de la paciencia, ejemplo de ministerio de curación mediante la unción o la imposición de manos,
los demás y fortalecimiento de la fe... 4 1 el ministro puede usar tal porción del oficio que precede como él
Se le puede recordar al enfermo que Dios ama al que castiga y se lo crea conveniente, y también la forma siguiente:
conduce con él como un padre (Heb i2,sss); se pone delante el »¡Oh bendito Redentor!, alivia, te suplicamos, por tu poder, la
ejemplo de Cristo y se exhorta al doliente a que reconozca sus peca- angustia de este tu siervo; líbralo del pecado y ahuyenta de él todo
dos para encontrar misericordia... 4 2 dolor de cuerpo y alma, a fin de que, siendo restaurado al vigor de
Sigue la profesión de los artículos de la fe. Se le exhortará al arre- su salud, pueda ofrecerte alabanzas y acción de gracias; tú que,
pentimiento de los pecados, al perdón de los que le hubiesen ofen- siendo un solo Dios con el Padre y el Espíritu Santo, vives y reinas
dido y a pedir perdón, si él hubiese sido el ofensor, y a disponer por los siglos de los siglos. Amén.
de sus cosas con liberalidad para con los pobres, etc. »Te unjo con óleo (o impongo mi mano sobre ti), en el nombre
También a la confesión, si siente turbación de conciencia. Se del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; suplicando la misericor-
implora de nuevo la misericordia del Señor y se recita el salmo 71 dia de nuestro Señor Jesucristo, a fin de que, siendo desvanecidos
(In te, Domine, speravi) y otras oraciones que excitan la confianza. de tu cuerpo todo dolor y toda enfermedad, la bendición de la salud
Finalmente, se dice la oración, que es bendición para el enfermo, te sea restituida. Amén»48.
según N ú m 6,22-26: El Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga
resplandecer su faz sobre ti y te sea propicio. El Señor dirija a ti su 334. Se observará el adelanto que supone este rito, que
rostro y te dé paz ahora y por siempre 4 3 .
admite la unción, sobre el anterior que antes hemos descrito
Siguen diferentes oraciones según las circunstancias del enfermo:
si es un niño, si es uno que ofrece leve esperanza de recuperación; (n.332). También se observará que admite, en alternativa, el
o uno que está próximo a morir, o uno que está turbado en su es- rito de la unción o el rito de la imposición de manos que pre-
píritu o en su conciencia 44 . tende expresamente la curación corporal.
La lectura de este rito para la visita de enfermos no men- Según lo que se dice en el prefacio del libro, no es raro que con
ciona, por consiguiente, la unción de los mismos, ni siquiera el tiempo se introduzcan modificaciones en los ritos: «La Iglesia de
Inglaterra, a la que debe la Iglesia episcopal en los Estados Unidos,
una imposición de manos.
mediante Dios, su primer establecimiento, y por mucho tiempo su
38 «The Order for the Visitation of the Sick» (ibid., p.312-23). mantenimiento, cuidado y protección, tiene como regla en el prefacio
39
«The Communion of the Sick» (ibid., p.323-25). de su Libro de oración común que «las fórmulas particulares del culto
40
Ibid., p.313. divino y los ritos y ceremonias designados para el mismo son cosas
41
Ibid., p.314.
42 45
Ibid., p.314-16. Al que antes nos hemos referido en lant.34. Recuérdese que tiene la
43
Ibid., p.320. aprobación de 1965.
44 46
Ibid., p.320-23. Ibid., p.297-309.
47 Ibid., p.308.
4
' Ibid., p.308-309.
§ II. En la Iglesia anglicana 217
216 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica
dades de índole mental y neurótica, la moderna psiquiatría
indiferentes y alterables por su naturaleza, y así se reconocen. Por
consiguiente, es razonable que después de consideraciones graves reconoce la importancia de la colaboración del sacerdote, pues-
e importantes, y de acuerdo con las diversas exigencias de los tiem- to que no pocas de aquellas enfermedades tienen base moral
pos y de las ocasiones, puedan hacerse tales cambios y alteraciones, y espiritual, no menos que fisiológica.
si aquellos constituidos en autoridad los juzgaren, de tiempo en
Ya en enero de 1931 pedía la Cámara de Representantes
tiempo, necesarios y convenientes.
»Esa misma Iglesia ha declarado, no sólo en su prefacio, sino a la Cámara alta en la asamblea de Canterbury que se adoptasen
también en sus artículos y en las homilías, la necesidad y conve- medidas prácticas y graduales para llevar a efecto las princi-
niencia de hacer alteraciones y enmiendas ocasionales en sus fórmu- pales recomendaciones de la Conferencia de Lambeth de 1930,
las para el culto público; y, por consiguiente, vemos que, procurando
y en particular las relativas a la unción e imposición de manos
conservar el medio feliz entre la demasiada rigidez en rehusar y la
demasiada facilidad en admitir alteraciones en las cosas ya delibera- y cooperación con la profesión médica 52.
damente establecidas, ha permitido en los reinos de varios príncipes, Si en el Prayer Book de 1927-28 se incluyó la imposición
desde la primera compilación de su liturgia en tiempos de Eduardo VI, de manos sobre el enfermo y se abrigaron esperanzas de que
hacer alteraciones en ciertos casos, creyéndose conveniente en sus
en la próxima revisión del Libro de la común oración para In-
respectivas épocas por justas y poderosas consideraciones; pero de
tal manera que el cuerpo principa] y las partes esenciales de la li- glaterra se incluiría una forma de administrar la unción, en
turgia (tanto en las materias importantes como en su estructura otras Iglesias en comunión con la inglesa «la unción ya en-
y orden) han permanecido aún firmes e inmudables» 49 . cuentra un lugar en el Prayer Book de América (1929), en el
de la Iglesia episcopal de Escocia (1929) y en el libro alterna-
Comentarios tivo de oficios ocasionales que ha salido reciente y autoritati-
335. En los tiempos más recientes, notamos en la Igle- vamente para uso en la Provincia de África del Sur (1930)» 53 .
sia de Inglaterra una tendencia a emplear la unción en la vi-
336. El autor de este comentario recuerda la práctica de la pri-
sita a los enfermos, y con ello un acercamiento a la práctica mitiva Iglesia acerca de los exorcismos, imposición de manos y u n -
de los católicos. ción; también el uso de cantos apropiados en la visita a los enfermos
Hay un amplio y relativamente reciente comentario al (quehoy frecuentemente tienen su paralelo en el uso de la radio, etc.).
Common Prayer Book50, en el cual se examinan los valores Se reconoce también que «las referencias (no muy numerosas) a la
de la unción. unción en los Padres, muestran claramente que una mucho mayor
y más definida eficacia sacramental se atribuía a la unción, más que
En largo capítulo a propósito de la visita a los enfermos 51, a la administración de pan bendito o de agua» 54 .
se recuerda que las Conferencias de Lambeth de 1908, 1920 Se recuerda que en la Cánones de Hipólito se pide para el obispo
y 1930 admitieron que el oficio para la visita de enfermos y presbítero, en su ordenación, «el poder de curar todas las enfer-
(de 1661) no representa, y en algunas cosas contrarrepresenta, medades» 55. También en las Constituciones apostólicas, al ordenar
la mentalidad presente actual de la Iglesia respecto al enfer- un presbítero, se pide «que esté lleno con los dones de la curación» 56.
El uso de los exorcismos, que Ch. Harris considera en la historia
mo. También la edición de 1927-28 del Prayer Book, aun con
de la Iglesia hasta nuestros días 5 ?, no es tanto objeto de nuestro
todos sus enriquecimientos y mejoras, necesita—se dice—re- presente estudio.
visión, refundición y ampliación a la luz de la reciente orien- El comentarista pasa a tratar del don de curación, que atribuye
tación de la Iglesia. también a algunos laicos, los cuales pueden—dice—imponer las ma-
nos y aun ungir, pero convenientemente bajo el control de la je-
Para el cuidado de los enfermos, sobre todo en enfermé- rarquía.
32
is» Ibid., p.v. Ibid., p.473.
53
so Liturgy and V/orship. A Companion to the Prayer Books of the Angli- Ibid., p.474.
54
can Communion. Edited by W . E. Lowther Clarke-Ch. Harris (London, Ibid., p.477.
S.P.C.K., 1964). " Can. 17.
s
51 C H . HARRIS, Visitation of the Sick. Unction, Imposition of Hands and « VIII 16.
57
Exorcism, en «Liturgy and Worship...» p.472-540. Liturgy and Worship p.477-88.
218 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica § 11. En la Iglesia anglicana 219
Hay oraciones de la antigüedad que rememoran la bendición sobre Al estudiar la tradición de las Iglesias orientales y al presentar el
el aceite, que el fiel del laicado llevaba para uso y curación en su Euchologion, perteneciente probablemente al siglo vn, recalca la re-
propia casa 58 . presentación de la asamblea del pueblo en la administración de este
Pero la consagración del aceite para la unción de enfermos era sacramento; que es para enfermos de algún cuidado, pero también
practicada ordinariamente por el obispo; y en su ausencia, por un para los que pueden salir de casa; el sacramento es «una unción
sacerdote 5 9 . Se observa que, aunque varios concilios de los siglos VIH espiritual», y en el rito se insiste en la remisión de los pecados; se
y ix prohiben a los sacerdotes consagrar el crisma para la confirma- repite las veces que sea necesario 63 .
ción, no les prohiben bendecir el aceite para los enfermos 6 0 . El Al analizar el Sacramentarlo de Serapión (cf. n.47ss) concluye,
autor no duda en afirmar que, cuando es difícil tener aceite bende- respecto de la unción, al carácter de sacramento y de curación espi-
cido por el obispo, un sacerdote anglicano no debe vacilar en con- ritual y total de la persona que atribuyen a este rito las oraciones de
sagrar el que necesita 61 . este sacramentario 66 .
337. El reciente pensamiento de la jerarquía anglicana 339. Todos los puntos que trata a continuación: sobre
podría condensarse en la siguiente relación de uno de sus la unción admitida en casos de enfermedades mentales y ner-
arzobispos: «Estos ritos [de la unción y de la imposición de viosas (que con frecuencia tienen raíces de orden espiritual
manos] tienen autoridad de la Escritura 62 y son sacramenta- y moral, y por esto convenientemente se acude al sacerdote);
les en el sentido de que se busca y se recibe una bendición sobre el perdón de los pecados como efecto de la unción;
realizando acciones externas y visibles». Siempre se espera una sobre el ministerio con los enfermos en el N.T., muestran el
bendición espiritual en todas las ocasiones en que se admi- interés del autor y de la actual Iglesia de Inglaterra por el
nistran estos ritos (si se reciben con las debidas disposiciones); restablecimiento del rito de la unción 67 .
«también en muchos casos, restablecimiento o mejora en la Para algunos, sin embargo, quedará por aclarar con mayor
salud». Cuando, sin embargo, no se ha concedido mejora en nitidez si este rito de la unción debe entenderse como un
la salud, se da por sentado que en compensación será otorgada mero «sacramental» (como lo es la imposición de manos al
alguna ventaja espiritual; p.ej., la gracia de soportar la enfer- enfermo), o si se le debe dar un valor de «sacramento», como
medad pacientemente. El informe es categórico al enseñar lo entienden los católicos y los ortodoxos.
que la unción (con la adjunta ceremonia de la imposición de
manos) es un ministerio para el alma primariamente, y que En los tiempos últimos
solamente a través del alma afecta al cuerpo beneficiosa- 340. En los tiempos últimos (1974), en el Libro de oficios
mente 63 . de la Novena Provincia de la Iglesia episcopal (de inspiración
338. Ch. Harris, el autor de este comentario, se extiende en pro- procedente de los Estados Unidos de América) 6S, encontra-
bar que las curaciones por la unción e imposición de manos proceden mos la abierta admisión de la unción de los enfermos.
del estado de fe del paciente y no de meras fuerzas psicológicas;
y presenta diversos argumentos, sacados del Pontifical romano, del He aquí en primer lugar la Bendición del óleo.
Ritual romano, del Sacramentarlo gregoriano y de la Traditio de Hi- «Será un obispo o un presbítero quien bendiga el óleo para la
pólito, para concluir el uso admitido de la unción en la tradición unción de los enfermos, usando esta forma. El óleo puede bende-
occidental 64 . cirse inmediatamente antes de la unción, o bien, si se quiere usar
58
Cf. Cánones de Hipólito 28; Sacramentarlo de Serapión, «Oración rela- en ocasiones subsiguientes, puede bendecirse en la eucaristía, inme-
tiva a la oblación (por los laicos) de aceite y agua; Const. Apost. VIII 4; etc. diatamente antes del padrenuestro».
C H . HARRIS, l.c., p.483. « Ibid., p.501-503.
59 Ibid., p.484. 66
Ibid., p.503-505.
60 Ibid., p.485. 67
Ibid., p.505-i6. El autor de este comentario se alarga a continuación
«i Ibid. acerca de la curación de enfermedades mentales y psíquicas por medio de
62
Cf. Me 6,13; Sant 5,14 para la unción. Le 4,40; M t 8,3; Me 3,23 (16,18); un tratamiento espiritual (p.516-28); y en explicar las características que
Act 9,17, para la imposición de manos. debe tener una «visita de enfermos» (p.528-35).
63
Liturgy and Worship p.485-86. «58 Esta provincia comprende las regiones de Antillas, Méjico y América
64
Ibid., p.485-501.
Central.
220 P.IV c.ll. Dimensión ecuménica
§ 11. En la Iglesia anglicana 221
«El Señor esté con ustedes.
Y también contigo. UNCIÓN.

Oremos. «El presbítero unge al enfermo en la frente—en otra parte cuando


Señor, Padre santo, dador de la salud y la salvación: sea necesario—con óleo bendecido, diciendo:
envía tu Santo Espíritu, te suplicamos, »N., yo te unjo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Es-
para santificar este óleo, píritu Santo.
a fin de que, así como tus santos apóstoles Así como externamente eres ungido con este óleo santo,
ungieron a muchos enfermos y los sanaron, así también nuestro Padre celestial te conceda
igualmente sean sanados la unción interna del Espíritu Santo.
cuantos reciben con fe y arrepentimiento esta santa unción; Por su gran misericordia perdone tus pecados,
por Jesucristo nuestro Señor, te libre del sufrimiento
que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, y te vuelva la salud y la fortaleza.
un solo Dios, por los siglos de los siglos. Que El te libre de todo mal,
Amén»69. te preserve en toda bondad
y te conduzca a la vida eterna;
El rito de la unción es como sigue:
por Jesucristo nuestro Señor.
341. Unción de los enfermos. Amén» 7 0 .
«La unción de los enfermos puede tener lugar en las siguientes
ocasiones: en el curso del ministerio a los enfermos y a los que su- Se admite también la imposición de manos en conexión
fren, en una celebración pública de la eucaristía, y un oficio por con la unción o en lugar de esta unción; entonces puede de-
separado. cirse la siguiente oración:
«Cuando la unción tiene lugar en la eucaristía, es deseable que
preceda a la distribución de la santa comunión; y se recomienda que
«IMPOSICIÓN DE MANOS
tenga lugar inmediatamente después de la intercesión.
»En casos de necesidad, un diácono o un laico puede ungir a los
N., impongo las manos sobre ti
enfermos, usando óleo previamente bendecido por un obispo o un
presbítero». en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Suplicando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo,
«Ministro: a fin de que, ahuyentando toda enfermedad de cuerpo y alma,
El Señor todopoderoso, te conceda esa victoria de la vida y de la paz,
amparo y fortaleza de cuantos en El confían, que te ayudará a servirle ahora y siempre.
sea tu defensa ahora y por siempre, Amén» 71 .
y te haga conocer que el único nombre
70 Ibid. p.l62S.
dado a los hombres para salud y salvación 71
Ibid., p.163.
es el nombre de nuestro Señor Jesucristo».
*9 Libro de oficios. Uso experimental. Novena provincia de la Iglesia epis-
copal (1974) (Secretaría ejecutiva en San Salvador) p.163.
El orden providencial 223
222 P.IV c.12. El cristiano ante la enfermedad
La muerte es mirada por San Pablo como una consecuen-
cia histórica del pecado (Rom 5,12-17), y—según él—el pre-
CAPÍTULO XII
mio o la soldada del pecado es la muerte (Rom 6,23). De ella
EL CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD hemos de hablar más adelante 1.

La enfermedad es un hecho El orden providencial

342. Es un hecho, es una realidad. Valores de la enfermedad


Un hecho evidente e innegable. La tortura de la enfer-
344. La situación histórica actual del hombre, con su
medad. La consunción y el desgaste que produce la dolencia.
organismo tarado y condenado a la muerte, entra en el plan
La tristeza y el abatimiento que proceden de la vejez.
providencial de Dios, que gobierna todas las cosas creadas
Es un hecho con el que hay que contar. Aunque haya se-
guros de enfermedad y seguros de vejez. Quizá por eso mis- y de ellas se sirve, aun de los pecados que ha permitido, para
mo, porque la enfermedad y la vejez acechan y alcanzarán su el bien mayor, sobre todo espiritual, de los hombres.
presa, por eso el individuo se previene, buscando una solu- Según esto, podremos preguntarnos cuáles son los fines
ción a la situación temida y esperada, en el sentido de aguar- pretendidos por Dios con la enfermedad y con la muerte en
darla. perspectiva.
Es un hecho que el organismo humano, como todos los i.° La primera razón que se ofrece y el primer valor
organismos vivientes, tiene su ciclo de nacimiento, de desarro- que descubrimos en la enfermedad es la autoconciencia de la
llo y de madurez; también de desintegración y decrepitud. propia debilidad, que es camino para la sincera humildad y
Es ley biológica. para el arraigado sentimiento de la esencial dependencia res-
Esta desintegración es, en el mejor de los casos, paulatina. pecto del Ser supremo. La experiencia de la enfermedad es
Se irá prolongando a medida que suban el nivel de vida y los una experiencia de vida apta para situar al hombre en su pro-
cuidados; pero la «catástrofe» llegará. pio humilde lugar.
343. Ante esta realidad de toda vida orgánica, cabe pen- 2. 0 La segunda razón y el segundo valor que aparece en
sar si necesariamente tiene que ser así; si, en otra hipótesis, la enfermedad, sobre todo si es con perspectivas de muerte,
no hubiera podido ser de otra manera. es despegarnos de las cosas de este mundo y del excesivo deseo
Y los cristianos sabemos que la pasibilidad y la muerte de la vida temporal. Los bienes temporales, que están ligados
son, en el orden histórico, una consecuencia del pecado origi- al dolor y a la caducidad, no pueden entusiasmar excesiva-
nal de nuestros primeros padres. mente el ánimo, que está hecho para lo inmortal y a él aspira.
Según la descripción del Génesis, aquellos a quienes se 3. 0 La tercera razón es que la enfermedad, como todo lo
les había prometido librarlos de la muerte si observaban el costoso, exige esfuerzo y lucha; y forma para el esfuerzo. El áni-
precepto divino (Gen 3,3), son castigados: la mujer, a los tra- mo educado en el esfuerzo, y no en lo fácil, tiene otro temple
bajos del alumbramiento y de la crianza (Gen 3,16); el varón, de fortaleza, que le ayudará en todas las etapas y circunstan-
al trabajo de la tierra y a la muerte: Por ti será maldita la tie- cias de la vida.
rra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; te Si la vida del hombre sobre la tierra es milicia (Job 7,1)
dará espinas y abrojos y comerás de las hierbas del campo. Con y si el reino de los cielos sufre violencia, y los que emplean la vio-
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, lencia lo arrebatan (Mt 11,12), ya se ve (cualquiera que sea la
pues de ella has sido tomado; ya que polvo eres, y al polvo vol-
verás (Gen -S.il-K))- 1 En el capítulo siguiente: El cristiano ante la muerte (11.359SS).
224 P.IV c.12. El cristiano ante la enfermedad 225
El orden providencial
2
interpretación que demos a este verso) que la ley del esfuerzo El dolor y el castigo muestran la maldad del pecado.
es ley de la vida del hombre para mejorarle en sus metas y en El que odia la corrección acorta su vida (Eclo 19,5).
sus opciones.
Sin esfuerzo no hay formación. El ejemplo de Jesucristo y la asociación
4. 0 Se añade una cuarta razón, ya que la experiencia del a sus pasiones
sufrimiento prepara para la compasión con el prójimo y para la
generosidad del espíritu, si se acepta con la resignación en los 346. Siendo el plan providencial de Dios educarnos por
planes divinos. el dolor, convenía que el Redentor y Salvador Jesucristo fuera
5.° Señalaremos también como valor de la enfermedad probado en el dolor, y en El tuviéramos ejemplo.
la maduración del espíritu y aquella sinceridad y elevación de Isaías, el profeta, nos lo presenta como varón de dolores,
ánimo propia de aquellos que han sido visitados por el dolor. conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro,
Como decía una pobre anciana muy probada por la adversi- menospreciado, estimado en nada (Is 53,3).
dad, pero al mismo tiempo serena y tranquila en su circuns- Y continúa, aludiendo al carácter vicario de la satisfacción
tancia: «Lo poco espanta y lo mucho amansa». que Dios había exigido en El: Fue él ciertamente quien tomó sobre
El hombre es un aprendiz, y el dolor es su maestro. sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores, y nosotros
le tuvimos por castigado y herido por Dios y humillado. Fue tras-
pasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El
El Padre nos educa castigo salvador pesó sobre El, y en sus llagas hemos sido cura-
345. La enfermedad se puede mirar como un castigo dos (Is 53,4s; cf. Mt 8,17; 1 Pe 2,24).
amoroso del Padre que nos educa. A la vista de este ejemplo, no sorprende la palabra del Maes-
El aviso que daba San Pablo: Educad a vuestros hijos en la tro a sus discípulos: El que quiera venir en pos de mí, que se
corrección y en el temor del Señor (Ef 6,4), es el que practica el niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame (Me 8,34).
mismo Señor con nosotros. 347. Para el cristiano existe la posibilidad de asociarse a la
¿Os habéis olvidado de la exhortación, que, como a hijos, os pasión del Salvador con el ejemplo de Jesucristo, contribuyen-
habla: «Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor ni des- do a los efectos salutíferos de la pasión.
fallezcas reprendido por El, porque el Señor corrige a quien ama La pasión y la muerte de Cristo fueron suficientísimas para
y azota a todo hijo de quien se encarga»? Sufrís para [vuestra] expiar los pecados de toda la humanidad y para merecernos el
formación. El Señor se conduce con vosotros como con hijos; por- perdón. Pero lo que objetivamente era suficiente para la re-
que ¿qué hijo hay a quien no castigue el Padre? Y, si estáis sin dención, no excluía una comunicación sucesiva y paulatina de
corrección, de la cual todos participan, es que sois bastardos y no la redención en cada individuo y la colaboración (con la gracia
hijos. Además, a nuestros padres de la carne los teníamos como de Dios ciertamente) para apropiarse los efectos de la redención.
correctores y los respetábamos. ¿No nos someteremos mucho más Ni se excluía la colaboración de cada uno para el aumento
al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, a la verdad, o crecimiento de la redención subjetiva en todo el organismo
nos educaban para pocos días, según les parecía bien a ellos; éste, eclesial. Por eso pudo escribir San Pablo a los colosenses que
en lo que conduce a participar de su santidad. Y toda corrección ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros y que lleno
en el momento presente no parece ser de alegría, sino de tristeza; en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo en favor de
pero después devuelve a los ejercitados por ella un fruto apacible su Cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24).
de justicia (Heb 12,5-11). Cristo lleva todavía su cruz en su Cuerpo místico 3 .
3
2 Es pensamiento de JERÓNIMO NADAL, Annotationes in Examen n . i o , en
Cf. S. DEL PÁRAMO, Comentario a San Mateo, en La Sagrada Escritura.
Monum.Hist.S.I. vol.90: «Commentarii de Instituto S.I.» (Romae 1962)
N.T. vol.i (Madrid !i96i) p.143.
p.137; cf. M . NICOLAU, Jerónimo Nadal. Sus obras y doctrinas espirituales
Unción de los enfermos 15
226 P.IV c.12. El cristiano ante la enfermedad
El orden providencial 227
Ejercicio del sacerdocio común Cristo: Si padecemos con El, seremos también conglorificados
348. El cristiano puede, con sus dolores y sufrimientos, (Rom 8,17); llenaremos en nuestra carne lo que falta a las pa-
ofrecer al Padre, en unión con Jesucristo, los «sacrificios espi- siones de Cristo en favor de su Cuerpo que es la Iglesia
rituales» de que hablaba San Pedro (1 Pe 2,5) cuando recordaba (cf. Col 1,24); Si morimos con El, viviremos con El; si toleramos,
el sacerdocio común de todos los fieles. El cristiano enfermo reinaremos con El (2 Tim 2,ns). Y si los cristianos gozan al
o achacoso por los años tiene en su enfermedad y debilidad participar de las pasiones de Cristo, gozarán asimismo con
una manera de ofrecerse a sí mismo como hostia viva, santa exultación en la manifestación de su gloria (cf. 1 Pe 4,13).
y agradable a Dios, según el consejo de San Pablo (Rom 12,1). Todas estas citas, que son del concilio, ofrecen los pasajes
Todo ello es una manera muy positiva y muy práctica de bíblicos más notorios en orden a la asociación del cristiano
ejercer aquel sacerdocio que todos los cristianos pueden prac- paciente con Cristo paciente.
ticar por estar sobreedificados, como piedras vivas, sobre la
Valores de la cruz
roca fundamental, Cristo Sacerdote. Así, con este ejemplo de
vida y de fortaleza y aguante en el dolor, tal vez de una manera 350. Si dar la vida por otro es la suprema manifestación
tácita anunciarán las maravillas de quien los llamó de las ti- de amor, porque es dar lo que más se estima (cf. Jn 15,13),
nieblas a su luz admirable (cf. 1 Pe 2,9). aceptar la enfermedad y la muerte, entregando la vida como
349. Son los mismos pensamientos que ha propuesto el oblación y sacrificio por Cristo y en unión con Cristo, será
Vaticano II al exponer el sacerdocio común de los fieles: «los suprema y última manifestación de amor.
bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio De esta suerte, el sufrimiento nos procura el medio de ofre-
santo por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo, cer la prueba del amor.
para que por medio de todas las obras del cristiano ofrezcan En la cruz de Cristo y en Cristo crucificado está la fuerza
sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los de Dios y la sabiduría de Dios (cf. 1 Cor 1,24).
llamó de las tinieblas a su luz admirable (cf. 1 Pe 2,4-10). Por Para atravesar el mar de este mundo, Dios nos ha dejado
ello, todos los discípulos de Cristo, perseverando en la ora- un madero: el madero de la cruz.
ción y alabanza a Dios (cf. Act 2,42-47), han de ofrecerse a sí Nuestros dolores y sufrimientos pierden su amargura cuando
mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rom 12,1), se elevan hacia el cielo; como las aguas del mar, que, al subir
han de dar testimonio de Cristo en todo lugar»... 4 hacia arriba, dejan la sal y se hacen lluvia prometedora y fe-
Es el mismo Vaticano II el que, al exponer el ejercicio del cunda.
sacerdocio común por medio de los sacramentos, consideraba, En medio del dolor, el cristiano puede caminar cantando.
en la unción de los enfermos, el carácter social de este sacra- «Canta y camina», diría San Agustín.
mento, ya que «toda la Iglesia encomienda los enfermos al Se- Las penas son alas para subir más arriba 6 .
ñor paciente y glorificado»; y decía que los enfermos «contri- Como alguien ha dicho: «Si el dolor llama a tu puerta, no
buyen al bien del Pueblo de Dios asociándose a la pasión y se la cierres, sino dale paso triunfal y siéntalo en un trono,
muerte de Cristo» 5 . porque es mensajero de Jesucristo y te trae sus dones».
Se introdujeron en el texto conciliar importantes citas bí-
blicas para animar a los enfermos a unirse a las pasiones de Jesús de Nazaret y los enfermos
351. Una expresión en que se compendia la obra de Cristo
(Madrid 1949) P.347S. Acerca del pensamiento bíblico sobre el sufrimiento,
puede verse J. R. SCHEIFLER, El dolor a la luz de la S. Escritura, en Los en los años de su vida pública en Palestina la dijo San Pedro
sacramentos de los enfermos (Madrid 1974) p.23-39. en casa de Cornelio: Jesús el de Nazaret... «pasó obrando el
4
Lumen gentium n.ioa. 6
5 La expresión latina repite el mismo sonido de las palabras: «Pocnae
Lumengentiumn.il.
sunt pennae...»
La Iglesia y los enfermos 229
228 ¡P.IV c.12. El cristiano ante la enfermedad

bien y sanando» a los que habían caído en poder del diablo, porque La Iglesia y los enfermos
Dios estaba con El (Act 10,38).
Los evangelios no se cansan de ponderar la misericordia del 353. La Iglesia ha heredado de Jesucristo el carisma de las
Maestro con los dolientes y su constante curar a los enfermos. curaciones. Los que creyeren en Cristo impondrán las manos
En toda clase de enfermedades, espirituales y corporales. sobre los enfermos, y se encontrarán bien (Me 16,17).
Porque hubo, ciertamente, expulsiones del espíritu maligno El carisma de las curaciones se enumera entre las gracias
no pocas veces (v.gr., Mt 8,28-34); y hubo también curaciones: gratis datas que se conceden para el bien de la comunidad de
del leproso (Mt 8,1-14; Me 1,40-45; Le 5,12-16), del hijo del los fieles (cf. 1 Cor 12,30).
centurión (Mt 8,5-13; Le 7,1-10), del paralítico (Mt 9,1-8; La misericordia con los desvalidos, el visitarlos, es una de
Me 2,1-12; Le 5,17-26), de una mujer hemorroísa (Mt 9,18-22), las manifestaciones de la religión sin tacha y del auténtico cris-
de ciegos (Mt 9,27-31; Jn 9), de muchos enfermos (Mt 8,14-17; tianismo (Sant 1,27).
Me 1,29-34; Le 4,38-41; Mt 14,34-36; Me 6,53-56), del para- La Iglesia sabe que, al servir a los enfermos, sirve al mismo
lítico de la piscina (Jn 5,5-13); curó en una tarde a todos los Cristo en los miembros dolientes de su Cuerpo místico.
que estaban mal; se ve en estas sanaciones el cumplimiento La hagiografía eclesial sabe de innumerables santos que
de Isaías 53,4: Tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras dedicaron sus energías y las primicias de su conversión y apos-
enfermedades (Mt 8,i6s). tolado al servicio de los enfermos. San Francisco de Asís,
a raíz de su conversión, se dedicó al servicio de los leprosos,
352. La delicadeza de Jesús con los enfermos se muestra:
y esto fue un medio singular para que Dios le comunicara su
a) En defenderlos de la acusación o creencia del vulgo, como
gracia, como escribe en su Testamento1.
si la enfermedad fuera siempre efecto del pecado personal o de
A través de la historia, la Iglesia ha cuidado con solicitud
los antecesores (Jn 9,1-3), aunque lo puede ser en algunos
de los enfermos de la sociedad y de las llamadas obras de cari-
casos (cf. Jn 5,14).
dad en hospitales, sanatorios, orfanotrofios...
b) En no huir de ellos aun tratándose de enfermedades
Y son incontables los institutos religiosos que se han de-
tenidas por contagiosas y repugnantes, como cuando tocó al
dicado y se dedican, con manifiesto testimonio cristiano, al
leproso y lo curó (Mt 8,3).
cuidado de los enfermos y moribundos.
c) Más bien parece que Jesús se hace encontradizo con
La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, los clérigos
algunos, como cuando ve al paralítico de la piscina, que lle-
regulares de San Camilo de Lelis, la multitud de obras asis-
vaba ya treinta y ocho años en su enfermedad, y le pregunta
tenciales de San Vicente de Paúl y de Santa Luisa de Marillac,
espontáneamente: ¿Quieres curar? (Jn 5,6).
las Hermanitas de los Pobres, las Hijas de Santa Teresa de
d) En algún caso, El mismo se ofrece a ir a la casa del
Jesús Jornet: las Hermanitas de los Ancianos Desamparados,
enfermo, a la casa donde estaba el hijo del centurión (Mt 8,7).
las Siervas de María para la asistencia de los enfermos..., son
De otros enfermos ya muertos, sabemos que va a su misma
algunas solamente de esas instituciones.
casa para resucitarlos (Mt 9,23-25: la hija de Jairo; Jn 11,11-15:
Lázaro). Como se dice de los que visitan a los pobres y enfermos:
que ellos son los visitados, por el crecimiento que experimentan
e) Jesús es el que ensalza la misericordia con los demás
7
(Mt 5,7) y el que habita en el enfermo. Visitar al enfermo es En el Testamento de San Francisco, que suele imprimirse después de
su Regla, dice así el comienzo: «Dominus dedit mihi Fratri Francisco ita
visitar a Cristo (cf. Mt 25,36.445). incipere faceré poenitentiam; quia cum essem in peccatis, nimis mihi vide-
batur amarum videre leprosos: et ipse Dominus conduxit me Ínter illos, et
feci misericordiam cum illis. Et recedente me ab ipsis, id quod mihi videba-
tur amarum, conversum fuit mihi in dulcedinem animae et corporis. Et post-
ea parum steti et exivi a saeculo».
230 V.IV c.12. El cristiano ante la enfermedad 231
La Iglesia y los enfermos
en las virtudes; los que se han consagrado al apostolado con donde experimenta, a pesar del sufrimiento, la proximidad de
los enfermos han conocido y visto experimentalmente la ocasión hermanos, de amigos. Los sentimientos de humanidad no de-
magnífica de practicar la compasión y la misericordia, que se berían separarse de los cuidados hospitalarios».
ha transformado fácilmente en caridad sobrenatural acompa- Debe conjugarse la técnica hospitalaria con la espiritualidad.
ñada de las virtudes de abnegación y de humildad. El visitante «La Iglesia—continuaba Pablo VI—-está legítimamente or-
ha sido visitado. gullosa de la maravillosa caridad de tantos fundadores y fun-
354. Y si bien hoy día no pocas obras asistenciales pasan dadoras de órdenes hospitalarias y de todos aquellos que tra-
a ser incumbencia de la sociedad civil (por el más intenso espí- bajan hoy en su cauce (sillage), en los institutos que aquéllos
ritu cristiano que la informa) en la prosecución del bien común, han dejado, o que han escogido como profesión esta dedicación
todavía seguirán la Iglesia y sus miembros aplicándose a ellas abnegada al mundo que sufre, asumiendo en la fe este con-
y procurando que la beneficencia sea practicada por la caridad tenido»... 8
cristiana y no por mera filantropía humana. Los fieles que No faltan hoy día, además de los ya conocidos institutos re-
trabajan en esas instituciones organizadas por la sociedad civil ligiosos que cuidan de los enfermos, desvalidos y ancianos,
son llamados a comunicar savia cristiana y motivación de cari- diferentes obras o asociaciones que quieren hacer llegar la
dad a sus quehaceres en favor de los enfermos, ancianos y me- palabra de consuelo a los enfermos 9 .
nesterosos. 8
En la Alocución al X Congreso mundial del Comité internacional católico
Por todo ello se puede decir que la Iglesia no cesa de infun- de enfermeras y asistentes médico-sociales (24 de mayo de 1974): L'Osservatore
dir un optimismo sano y bien fundado a todos los que sufren, ha- Romano, 24-25 de mayo de 1974, p.1.3.
9
Enumeramos algunas de ellas con su dirección, que tomamos del n.71
ciéndoles comprender que pueden ser y son verdaderamente de Imágenes de la fe: «Señor, tu amigo está enfermo (Jn n.3)» (Propaganda
útiles al Pueblo de Dios, cooperadores eficaces de Jesucristo Popular Católica, Madrid):
en su obra de redención y salvación. Las instituciones como Apostolado de los Enfermos (Lauria, 13. Barcelona-10).—Agrupa en Es-
paña a más de 20.000 enfermos, a quienes envía periódicamente cartas, con
la Obra en favor de los enfermos, la Unión de Enfermos Mi- las cuales fomentan su espiritualidad, invitándoles a ofrecer sus dolores y
sioneros..., no dejan de recordarlo y de obtenerlo. oraciones por la Iglesia, el papa, los pecadores y los grandes intereses apos-
tólicos del mundo.
355. Pablo VI insistía recientemente «en la urgencia de Unión de Enfermos Misioneros (Fray Juan Gil, 5. Madrid-2).—Es filial
de las Obras Pontificias para la Propagación de la Fe. Anima a los enfermos
las convicciones morales y espirituales [para el trato de los a ofrecer sus dolores por las Misiones entre infieles. Dirigirse en cada país a
enfermos y su cuidado médico y pastoral], de las cuales la más la Dirección Nacional de las Obras Misionales.
fundamental y la más apasionante es—-decía al X Congreso Sinaí (Apartado 112. Linares [Jaén]).Con espíritu apostólico, los enfer-
mos se agrupan en equipos de doce miembros, y cada equipo se fija un obje-
Mundial de Enfermeras y Asistentes Médico-Sociales-—que tivo apostólico concreto.
vosotros tocáis sin cesar realidades sagradas. Ya se trate de niños Fraternidad Católica de Enfermos.—«Un movimiento del enfermo por el
enfermo que quiere llevar a todos la caridad de Cristo. Pretende desarrollar
que han de nacer, ya de personas ancianas, de accidentados también las posibilidades naturales y espirituales que hay en el enfermo».
o de necesitados de cura, de impedidos física o mentalmente, Auxilia (Apartado 12.056. Barcelona).—Es una asociación para ayudar a
siempre se trata del hombre, cuya credencial de nobleza está la cultura de los enfermos. Organiza cursos por correspondencia para enfer-
mos crónicos e inválidos. Es de origen francés y se ha extendido por muchos
escrita en las primeras páginas de la Biblia: Dios creó al hombre países.
a su imagen (Gen 1,27). Por otra parte, se ha dicho a menudo Secretariado Internacional de Enfermos (49, rué Saint Sauveur. 55 Verdun
[Francia]).—Para España: Montserrat, 30. Madrid-8.
que se puede juzgar de una civilización según su manera de con- Se puede también consultar A. SOPUERTA, Asociaciones y fraternidades
ducirse con los débiles, con los niños, con los enfermos, con las de enfermos, en Los sacramentos de los enfermos (Madrid 1974) p.213-221.
personas de la tercera edad...
»E1 hospital debe permanecer, o llegar a ser, el lugar humano
por excelencia donde cada persona es tratada con dignidad;
232 PJV c.12. El cristiano ante la enfermedad La Iglesia y los enfermos 233

Sacramento en la enfermedad
la desaparición o disminución de todo lo que puede entristecer
el ánimo: el pecado, la pusilanimidad, la desconfianza, la tri-
356. Santo Tomás habla de la conveniencia de un sacra- bulación no soportada...
mento para el caso de la enfermedad. «A veces—dice—, de la En ese mismo contexto propone la hipótesis de quien está
enfermedad del alma que es el pecado, se deriva al cuerpo la con ánimo sereno y tranquilo. A éste le recomienda el uso de
enfermedad, por dispensación divina. Y esta enfermedad cor- los salmos: ¿Está de buen ánimo? Salmodie (Sant S.^)-
poral algunas veces es útil para la salud del alma, en cuanto Para la hipótesis de la enfermedad propone como remedio
que el hombre soporta humilde y pacientemente la enfermedad hacer llamar a los representantes del Señor, a los presbíteros
corporal, y así se le computa como pena satisfactoria. Pero otras de la Iglesia, y que éstos oren.
veces la enfermedad impide la salud espiritual, en cuanto que Siempre el remedio de la oración; en este caso, una oración
por causa de la enfermedad corporal se impiden las virtudes. oficial de la Iglesia por medio de sus presbíteros...
Fue, pues, conveniente que se aplicara alguna medicina espi- Pero no es sólo la oración; los presbíteros, junto con la ora-
ritual contra el pecado, en cuanto que del pecado se deriva la ción, deben ungir con aceite al enfermo en el nombre del Señor.
enfermedad corporal; y por esta medicina espiritual sana algu- Se trata de un rito significativo en que entra el gesto o la acción
nas veces la enfermedad corporal; a saber, cuando conviene simbólica y la oración...
para la salvación. Y a esto se ha ordenado el sacramento de la Y se piensa que será un rito eficaz, porque esta oración de la
extremaunción, del que habla Santiago (5,143)»... 1 0 fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará o lo aliviará. Todas
Entre todos los recursos que aplica la Iglesia, como madre son palabras de esperanza para el enfermo: «lo salvará», «lo
solícita, en favor de sus hijos enfermos, sobresale el sacramento levantará», «lo aliviará».
de la unción de los enfermos. Y, si estuviere en pecados, se le perdonarán. Todavía otro
Depositaría y administradora de los sacramentos que le motivo de alivio y de consolación en la tristeza.
concedió su Esposo Jesucristo, la Iglesia emplea la sagrada La dinámica de la unción de los enfermos va, pues, encami-
unción del aceite, junto con la oración, para el alivio de los nada directamente a salvar al enfermo y a aliviarlo. En este
enfermos n . contexto se habla; es un contexto de esperanza y de consolación.
357. El apóstol Santiago, en un contexto de consolación El simbolismo de los componentes de este sacramento está
para los tristes, promulgó este sacramento en su carta inspirada. en la misma línea.
Como remedio para la tristeza aconseja la oración (Sant 5,13), El aceite y la unción dicen confortación, calor y agilidad
porque, en efecto, la oración a Dios es el remedio para alcanzar en el organismo. Dicen fuerza y euforia que se adquieren.
10
Contra gentes I.4 c.73. La oración que acompaña a la unción dice confianza psico-
11
En orden a la pastoral de enfermos señalamos los siguientes libros: lógica y seguridad en el poder y en la misericordia de Dios.
J. M . FERNÁNDEZ, El Kempis del enfermo (Madrid, Soc. Educación Ate- Por esto, la resultante y los efectos directos del sacramento
nas, 7 i972); J. G. GALDEANO, Pastoral de los enfermos (Madrid, Ed. Perpetuo
Socorro, 1973); L. DE MENDIJUR, La unción de los enfermos (Madrid, Ed. con que la Iglesia cuida a sus enfermos son efectos de consolación
Studium, 1966); P. FEDRIZZI, L'unzione degli infermi e la sofferenza (Padova, y fuerza psicológica que aun por sí solos son aptos para contri-
Ed. Mesaggero, 1972): X. LÉON-DUFOUR, art. Enfermedad, curación, en
Vocabulario de teología bíblica (Barcelona, Ed. Herder, 1965) p.237-40.
buir a la sanación corporal.
Indicamos también los siguientes artículos, que pueden ayudar en or- Tan lejos está este sacramento de ser un sacramento para
den a la misma pastoral: I. OÑATIBIA, Sentido misionero de la unción de en- los desahuciados de la vida.
fermos: Misiones Extranjeras n.49 (1966) 89-100; H . R. PHILIPPEAU, La
maladie dans la tradition liturgique et pastorale: La Maison-Dieu n.15 358. Pero es claro que, según el orden normal, muchos
(1948) 53-81; A. PIOLANTI, Estrema Unzione e Corpo místico. Coordina- enfermos graves (para quienes es este sacramento) no superarán
mentó di testi di S. Tommaso: Euntes Docete 8 (1955) 539-77; J- LECLERCQ.,
Du sens chrétien dans la maladie: La Vie Spirituelle 53 (1937) 136SS; cf. Scuol la enfermedad. Para ellos será el «sacramento de los que se
Catt (1966) p.47*. van». Pero será un irse confortados también por la fuerza psico-
Teología de la muerte 235
234 P.IV c.12. El cristiano ante la enfermedad

lógica que les comunicará la unción, con la oración a Dios,


administrada por los presbíteros de la Iglesia. CAPÍTULO XIII
También para éstos será un sacramento de fuerza y de conso-
lación para el trance que parece el más amargo de la vida. EL CRISTIANO ANTE LA MUERTE
Así, la Iglesia, madre solícita, utilizando lo que fue ins-
tituido por su esposo Jesucristo, cuida de sus hijos dolientes
y enfermos, y a los que van a morir los prepara con la gracia Teología de la muerte *
de Dios y con la fuerza psicológica para el último combate.
Se armoniza perfectamente que este sacramento sea, para El hecho
la enfermedad de cuidado, tanto para contribuir a sanar al 359. También aquí hay que comenzar por el hecho.
enfermo como para fortalecerle en su último trance, si hubiere Es fácil reconocer que todos estamos amenazados de muer-
llegado su hora. te, bien por causas internas al organismo, bien por causas
El viático es, con todo, el alimento para el camino hacia la externas.
eternidad 12. Es—diríamos con frase de Pereda—tener «el prác- Las causas internas pueden ser la enfermedad o las enfer-
tico a bordo» para la entrada en el puerto definitivo. medades de algunos órganos o miembros del cuerpo, las cuales,
i2
Como no podía ser de otra manera, también para K. Rahner la euca- ai desarrollarse e invadir el organismo viviente, comprometan
ristía es el sacramento de la esperanza escatológica (La Iglesia y los sacra- su equilibrio general; o puede ser la consunción, que, por el
mentos [Barcelona 1964] p.123). Recuerda los conocidos textos de Santo cansancio celular o la decrepitud total, desintegra la armonía
Tomás (esto nobis praegustatum mortis in examine) y de San Ignacio de An-
tioquía (fármaco de inmortalidad); a los cuales hubieran podido agregarse y la cohesión del ser vivo.
los pasajes evangélicos de Jn 6,48-51 y Jn 6,54-57 sobre los efectos de vida Las causas externas de la muerte pueden ser las lesiones
eterna e inmortalidad y de resurrección que produce la eucaristía (si alguno
comiere de él, no morirá; vivirá eternamente; yo le resucitaré en el día noví- producidas por accidentes, o heridas provenientes de catás-
simo...). La recepción de la eucaristía—añade Rahner—«es hasta tal punto trofes naturales (terremotos, naufragios...), de hechos fortui-
"último sacramento', que el cristiano tiene verdadero deber de comulgar
a la hora de la muerte, cosa que no se puede afirmar en el mismo grado de tos, guerras y enemigos...
la unción de los enfermos [cf. supra, n.24iss]. Este modo de ver—conti- A esta realidad existencial con la que hay que contar, mu-
núa—, en sí correcto, no debe inducir a sacar la conclusión de que la euca-
ristía sea el sacramento de los moribundos—que realmente debe existir—•
chas veces se agregan los dolores físicos de la enfermedad o los
y que además de ella no puede haber ni hay ningún otro» (ibid., p.124). dolores psíquicos y morales de la misma dolencia o de su entor-
Este autor piensa que también la unción de los enfermos es la expresión no. Con razón se puede decir que la muerte es, de suyo,
de la esperanza escatológica (ibid., p.i24s). Sin negar nosotros que también
la unción pueda considerarse como tal esperanza (todo sacramento puede amarga. ¿Así separa la muerte amarga? (1 Re 15,32).
significar la gloria como futura; cf. Teología del signo sacramental n.103), Y con frecuencia se añade la venida inesperada, que podría
hay además en la unción razones especiales para implicar esta esperanza
en la confortación del enfermo que se pretende; creemos, sin embargo, que decirse que sólo un paso hay entre yo y la muerte (1 Re 20,3),
la finalidad directa de la unción es la sanación completa del hombre, según o también que la muerte sube por nuestras ventanas (Jer 9,21).
lo que antes hemos dicho (n.204ss).
1
Puede verse sobre este argumento: SAN AMBROSIO, De bono mortis:
P L 14,559-96; J. DANIÉLOU, Doctrina de los Santos Padres sobre la muerte,
en El misterio de la muerte y su celebración (Buenos Aires 1952) p.94-
109; ARISTÓNICO MONTERO, Reflexión teológica sobre la muerte cristiana:
Studium 9 (1969) 89-103; K. RAHNER, Zur Theologie des Todes (Freiburg
i. B. 1958); trad. Sentido teológico de la muerte (Barcelona 1965).
236 P.IV c.13. El cristiano ante la muerte
Teología de la muerte 237

Causas de la muerte Los Santos Padres sobre la muerte


360. Como primera causa se podrá pensar, según queda 361. El hombre estaba destinado a la inmortalidad. No
dicho, en la desintegración que es connatural a todo ser vivo por condición natural, pero sí por gracia del Creador.
material; como ley biológica, a la que antes hemos aludido San Cipriano, escribiendo (a.256) sobre la paciencia y el pe-
(n.342). Se podrá añadir la fragilidad del organismo humano, cado de los mismos padres, lo afirma expresamente: «Puesto
cuyo equilibrio biológico puede perturbarse tan fácil e ines- que en aquella primera transgresión del precepto se evacuó la
peradamente... firmeza del cuerpo junto con la inmortalidad y vino la enfer-
medad junto con la muerte, y puesto que no puede recibirse
Causa histórica la firmeza si no se recibiere la inmortalidad, debemos siempre
luchar y pelear con esta fragilidad y enfermedad del cuerpo...
Pero, sobre todo, interesa a la teología constatar, como El diablo llevó de mala manera que el hombre hubiese sido
causa histórica de la muerte, la introducción del pecado en el hecho a imagen de Dios; por eso pereció el primero y perdió.
mundo. San Pablo lo afirma hablando de Adán: Por un solo Adán, contra el precepto celestial, impaciente por tomar la
hombre entró el pecado en este mundo; y por el pecado, la muerte, comida mortal, cayó en la muerte y no conservó, con la guarda
«y así pasó la muerte a todos los hombres, por razón de que todos de la paciencia, la gracia que había recibido de Dios» 2 .
pecaron» [con el pecado original]... (Rom 5,12).
362. San Atanasio habla de esta manera (a,318): «Los
Este pensamiento no es pasajero; se repite en este mismo
hombres, al descuidar y rechazar la contemplación de Dios,
capítulo de la carta a los Romanos: ... la muerte reinó desde
pensando y procurando para sí el mal..., cayeron así misera-
Adán a Moisés aun en aquellos que no pecaron a imitación de la
blemente en la condena de muerte que les había sido denun-
transgresión de Adán [así en los niños, porque cada uno de ciada. Ni después de esto permanecieron como habían sido
ellos tenía su pecado de origen, bien que no tuvieran culpa creados; sino que, según lo pensaban, se corrompieron, y la
personal, como la tuvo Adán] (Rom 5,14). Por la falta de uno muerte, como quien reina, los dominó. Porque la transgresión
solo, muchos fueron sentenciados a la muerte... (Rom 5,15). del mandato los devolvió a su naturaleza, para que así como
Por causa de uno solo reinó la muerte... (Rom 5,17). no eran al ser creados, así merecidamente padecieran con el
Y el pecado de Adán se atribuye, en definitiva, a la seduc- tiempo la corrupción en el ser...
ción del diablo. El libro de la Sabiduría lo proclama al decir »Porque Dios no sólo nos hizo de la nada, sino que tam-
que, por la envidia del diablo, la muerte entró en el mundo bién nos concedió vida según Dios por gracia del Verbo di-
(Sab 2,24). vino. Mas los hombres, apartados de lo eterno y por consejo
El estipendio, la soldada del pecado, es la muerte (Rom del diablo, volviéndose a las cosas corruptibles, se hicieron a
5,23). Y el aguijón de la muerte es el pecado (1 Cor 15,56). sí mismos causa de la corrupción que hay en la muerte, siendo,
Como sentenciando, se oirán estas palabras del autor de la como he dicho, corruptibles por naturaleza; pero, por gracia
carta a los Hebreos: Ha sido fijado para los hombres que mueran de la participación del Verbo, hubieran escapado de su condición
una vez (Heb 9,27). natural si hubieran permanecido buenos, puesto que por el
Pero, si la razón histórica de la muerte de los hombres es el Verbo, que estaba con ellos, la corrupción natural no se hu-
pecado, que es contra la intención de Dios, bien puede decirse biera acercado a ellos» 3 .
que Dios no hizo la muerte, ni se alegra en la perdición de los
363. Esta doctrina la repite y resume claramente San
seres vivos (Sab 1,13).
Agustín (a.401-15): «Aquel cuerpo [del hombre], antes del pe-
2
De bono patientiae 17.19: CSEL 3,i,4ogs; PL 4,6335; R 566S.
3
Oratio de incamatione Verbi 4S: PG 25,1043; R 74QS.
Teología de la muerte 239
238 P.1V c.13. El cristiano ante la muerte
manera: 'Enseñados por el Apóstol, esperamos la muerte, no
cado, puede decirse que era mortal según una razón, e inmor-
ya como condición natural del hombre, sino, en verdad, como
tal según otra razón; esto es, mortal, porque podía morir; in-
justa pena de la culpa original'; en cuanto que, alegando frau-
mortal, porque podía no morir. Porque una cosa es no poder
dulentamente el nombre del Apóstol, insinúa que la muerte,
morir, como ciertas naturalezas inmortales creadas por Dios,
que en el estado presente es justa pena del pecado por la justa
y otra cosa es poder no morir, según la manera con que el primer
substracción de la inmortalidad, no era condición natural del
hombre fue creado inmortal. Lo cual a él se le concedía por el
hombre; como si la inmortalidad no fuera un beneficio gratui-
árbol de vida, no por su constitución natural; del cual árbol fue
to, sino condición natural: es proposición capciosa, temeraria,
separado después de pecar, para que pudiera morir; el cual, si
injuriosa al Apóstol y ya antes condenada» 7 .
no hubiera pecado, pudiera no morir. Era, pues, mortal por la
condición de su cuerpo animal, inmortal por beneficio del Cria- Por todo lo dicho, el carácter preternatural de la inmortali-
dor» 4 . dad en el hombre es doctrina común entre los teólogos y en-
señanza cierta de la Iglesia.
364. Después de lo dicho por San Agustín, parece clara
la razón de esta mortalidad natural que es propia de la natura-
leza humana. La inmortalidad es un don preternatural. La muerte, absorbida en la victoria de Cristo
Quiere esto decir que no es debido a la naturaleza humana,
366. Precisamente por la muerte, Cristo nos rescató, por-
porque no constituye esta naturaleza, puesto que sigue siendo
que El vino a dar su vida como rescate por la multitud (Mt 20,
la misma ora sea mortal, ora inmortal; ni la inmortalidad es
28). Y por la muerte destruyó al que tenia el imperio de la muerte,
propiedad que se sigue de la naturaleza del hombre, la cual,
esto es, al diablo (Heb 2,14).
por su misma composición, es desintegrable y se puede disol-
ver (la unión del alma y cuerpo y el ser corpóreo); ni la inmor- Jesucristo, «el primero y el novísimo», el que está vivo y estu-
talidad puede ser exigida, porque el cuerpo tiende a la disolu- vo muerto y vive por los siglos de los siglos (Ap 1,18).
ción, pudiendo el alma seguir viviendo fuera de él. El deseo Es el que murió, pero es el que resucitó... y está sentado
de felicidad perfecta y permanente mediante la unión perpe- a la diestra de Dios... e intercede por nosotros (Rom 8,34). El
tua del alma con el cuerpo es un apetito natural que hace que, es el que destruyó la muerte e iluminó la vida (2 Tim 1,10).
sobre todo, aborrezca la muerte el apetito sensitivo; pero el
apetito racional parece que podría vencer y superar el deseo «El que cree en mí no morirá para siempre»
de vida 5 . 367. Esta victoria de Cristo sobre la muerte se transmite
al que cree en El. El que cree en El tendrá la esperanza de la
El Magisterio de la Iglesia resurrección: Yo soy—dijo el Maestro—la resurrección y la vida;
el que cree en mí, aun cuando hubiere muerto, vivirá, y todo el
365. El Magisterio de la Iglesia ha recordado la condición
que vive y cree en mí, no morirá para siempre (Jn n,2Ss).
preternatural de la inmortalidad en el hombre. Así, al conde-
La enseñanza del apóstol Juan coincide con las del apóstol
nar (a.1567) la siguiente proposición de Miguel Bayo: «La in-
Pablo. En la victoria y por la victoria de Cristo sobre la muer-
mortalidad del primer hombre no era beneficio de la gracia,
te, el cristiano vence y supera su propia mortalidad: Conviene
sino condición natural» 6 .
que esto corruptible se vista de incorrupción y que esto mortal se
También Pío VI al reprobar (a. 1794) una proposición del
vista de inmortalidad. Cuando esto mortal se vista de inmortali-
pseudosínodo de Pistoya: «La proposición enunciada de esta
dad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido
4
De Genesi ad litteram 6,25,36: CSEL 28,2,197; P L 34,354; R 1699. absorbida para victoria. ¿Dónde está, ¡oh muerte!, tu victoria?
5
Cf. LERCHER-PROFESS. CANISIANI, Institutiones Theologiae Dogmatí-
cele II (Barcelona 1945): De Deo elevante c.2 a.2 n.629. 7 Dz-Sch 2617 (1517); cf. ibid., 1978 (1078).
6 Prop.78: Dz-Sch 1978 (1078).
240 P.IV c.13. El cristiano ante la muerte Teología de la muerte 241

¿Dónde está, /oh muerte.', tu aguijón?» El aguijón de la muerte da la posibilidad de comunicarse en Cristo con los hermanos
es el pecado. Y la fuerza del pecado es la ley (i Cor 15,53-56; queridos arrebatados ya por la muerte, dando esperanza de
cf. Os 13,14). que habrán alcanzado la verdadera vida en Dios» 10 .

El enigma de la muerte ante el concilio La vigilante espera del cristiano

368. El concilio Vaticano II ha querido exponer a la con- 369. Es aviso del Señor.
sideración del mundo el gran enigma que halla el profano al La parousía, la presencia y venida del Señor, será cuando
contemplar el hecho y el misterio de la muerte. Pero al mismo menos se piense.
tiempo ha querido recordar a todos el pensamiento cristiano Es necesario vivir alertados, como lo indica la parábola de
de la muerte y la solución que ofrece a este misterio: las doncellas necias, que olvidaron el aceite de la lámpara, para
«El enigma de la condición humana se hace máximo ante estar prevenidas (Mt 25,1-12). O la parábola del siervo que
la muerte. El hombre es atormentado no sólo por el dolor y espera la vuelta del señor:
con la progresiva disolución del cuerpo, sino también, e incluso «Que vuestros lomos estén ceñidos [en actitud de servicio] y
más, con el temor de la extinción para siempre. Rectamente con lámparas encendidas en vuestras manos» [que pueden signi-
juzga con el instinto de su corazón cuando tiene horror y desecha ficar la fe viva, la caridad, la vigilancia], y vosotros semejantes a
la total ruina y definitivo fin de su persona. La semilla de eter- los que esperan la vuelta de su señor de las bodas, para que, cuan-
nidad que lleva en sí, como sea irreductible a la sola materia, do viniere y llamare, le abran al instante (Le I2,35s).
se levanta contra la muerte. Todos los inventos intentados por Comentará San Gregorio Magno que «el Señor llama cuan-
la técnica, aunque útilísimos, no son capaces de calmar la an- do, por las molestias de la enfermedad, significa que la muerte
siedad del hombre, pues ninguna prolongación de la longevi- está cercana. Y le abrimos al instante si le recibimos con amor.
dad biológica es capaz de satisfacer aquel deseo de una vida Porque no quiere abrir al juez que llama el que tiene miedo de
ulterior que radica ineluctablemente en su corazón. salir del cuerpo y tiembla de ver al juez que ha despreciado.
«Aunque, frente a la muerte, toda imaginación se detiene, Pero el que está seguro de su esperanza y de su obra, al ins-
la Iglesia, sin embargo, enseñada por la divina revelación, afir- tante abre al que llama, porque con alegría soporta al juez; y,
ma que el hombre ha sido creado por Dios para un fin dichoso cuando llega el tiempo de la muerte vecina, se regocija por la
más allá de los límites de la miserable vida terrestre. Incluso gloria de la retribución» n .
la muerte corporal, de la que se habría substraído el hombre Estad preparados, porque en la hora que no penséis vendrá el
de no haber pecado 8 , la fe cristiana enseña que será vencida Hijo del hombre (Le 12,40).
cuando el hombre sea restituido, por el omnipotente y miseri- Acuérdate que la muerte no tarda (Eclo 14,12).
cordioso Salvador, a la salvación, perdida por su culpa, pues
Dios llamó y llama al hombre para que se le adhiera a El con La muerte del justo
toda su naturaleza en la perpetua comunicación de una inco-
rruptible vida divina. Cristo alcanzó esta victoria, liberando al 370. La muerte de los pecadores es pésima (Sal 33,22); echa-
hombre de la muerte con su propia muerte y resucitando para dos al «seoh, la muerte los apacentará (Sal 48,15).
la vida 9 . Así, pues, a cualquier hombre que piense, ofrece la En cambio, es preciosa, en la presencia de Dios, la muerte de
fe una respuesta, unida a sólidos argumentos, para sus ansie- los santos (Sal 115,15).
dades sobre la suerte de la vida futura; y al mismo tiempo le Se acuerdan, con la suprema indiferencia de quien está en
10
8
Cf. Sab 1,13; 2,23-24; Rom 5,21; 6,23; Sant 1,15. Gaudium et spes n.18.
¡> Cf. 1 Cor 15,56-57. n Hom. 13 ¡n evang. (c.12 de Le): PL 76,1124.
Unción Je los enfermos 16
242 P.1V c.13. El cristiano ante la muerte 243
Teología de la muerte
manos del Señor, de que él Señor es quien tiene poder de vida y vera. Coronémonos de capullos de rosas antes de que se marchi-
de muerte y que nos lleva hasta las puertas de la muerte y nos re- ten. Que ningún prado quede exento de nuestra jarana; dejemos
torna (Sab 16,13).
por todas partes señales de nuestra alegría, porque ésta es nuestra
El amor es fuerte como la muerte (Cant 8,6). parte y nuestra herencia»... (Sab 2,1-9) 12 .
El justo está cierto que ni la muerte ni la vida le podrán se-
parar de la caridad de Jesucristo (Rom 8,38). Para el justo, to- 372. Esta espera, que es efímera y caduca, terrena y gro-
das las cosas, y entre ellas la muerte, son para el servicio de sera, es muy distinta de la esperanza del justo.
Cristo (cf. 1 Cor 3,22s). Porque, «si vivimos, vivimos para el Su fuerza y su alegría están en el Señor:
Señor; si morimos, morimos para el Señor»; y ora vivamos, ora «Pero los justos—dice la Sabiduría—están en manos de Dios
muramos, somos del Señor (Rom 14,8). y ningún tormento les tocará. A los ojos de los insensatos pareció
Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor (Ap que habían muerto, y su partida (de este mundo) fue juzgada
como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina; pero
M.13).
ellos están en paz. Pues, aunque ante los ojos de los hombres han
Confianza en la muerte sido castigados, su esperanza [estaba] llena de inmortalidad. Co-
rregidos un poco, recibirán grandes beneficios, porque Dios los
371. La Sagrada Escritura avisa que es mejor la muer-
probó, y los encontró dignos de sí. Como oro en el crisol los probó
te que la vida amarga (Eclo 30,17), y también que es mejor el
y como sacrificio de holocausto los aceptó»... (Sab 3,1-6).
día de la muerte que el día del nacimiento (Ecle 7,2).
La confianza en el Señor es la fortaleza de los buenos: Aun-
Sin duda porque, para los buenos y creyentes, la muerte es
que caminare en medio de sombra de muerte, no temeré los males,
el comienzo de una vida mejor.
porque tú estás conmigo (Sal 22,4).
En contraste con los no creyentes.
La apetencia del justo se dirige, sobre todo, a los bienes de
La esperanza de quien no tiene fe es vacía. Su apetencia es
arriba:
sólo para las cosas de este mundo. En ellas quiere apurar un
¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? La gracia de
sorbo de felicidad que se escapa y se termina.
Dios por Jesucristo (Rom 7,24s).
Así los describe la Sabiduría: Dicen los que razonan con error:
Y en la muerte contempla el inicio de una vida más feliz:
«Breve y triste es el tiempo de nuestra vida; no hay remedio para
Será engrandecido Cristo en mi cuerpo, ora sea por la vida,
el fin del hombre, ni se conoce a nadie que haya vuelto del hades.
ora por la muerte (Flp 4,20).
Porque por azar venimos a la existencia, y después de esto sere-
mos como si no hubiéramos existido, ya que humo es el aliento en Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir ganancia (Flp
nuestras narices; y el pensamiento, una centella de los latidos de 4.2i)-
nuestro corazón. Cuando ésta se extinga, el cuerpo se convertirá
Fidelidad y fecundidad hasta la muerte
en ceniza y el espíritu se disipará como niebla ligera.
»Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo, nadie se 373. En los oídos del cristiano resuenan las palabras de
acordará de nuestras obras. Nuestra vida pasará como rastro de esperanza escatológica: Sé fiel hasta la muerte, y te daré la co-
una nube y se disolverá como niebla perseguida por los rayos del rona de vida (Ap 2,10).
sol y abatida por su calor, pues nuestra existencia es paso de una Si el tiempo de merecer termina con la muerte, se acordará
sombra y no hay retorno de nuestro fin, porque, puesto una vez el el justo que es menester aprovechar este tiempo con codicia
sello, nadie vuelve sobre sus pasos. mientras llega la hora última. Su deseo será, sí, el muera mi alma
»Venid, pues; gocemos de los bienes presentes y usemos de las la muerte de los justos (Núm 23,10). Pero dirá también con el
criaturas, como en la juventud, afanosamente. Llenémonos de vi-
12 Seguimos en buena parte la traducción de La Sagrada Escritura AT
nos exquisitos y de perfumes y no dejemos pasar una flor de prima- 4 (Madrid 1969) p.640-42.
244 P.IV c.13. El cristiano ante la muerte Teología de la muerte 245

Señor: Conviene que yo obre mientras es de día; viene la noche, son los condensados en las siete palabras"que desde ella pro-
y ya nadie puede obrar (Jn 9,4). La fecundidad de su vida la de- nunció; los siete pámpanos que produjo esta vid mística 15, a
seará hasta el último instante. cuya sombra es dulce descansar:
Y la manera de dar fecundidad al último instante, como para a) Cristo antes de morir perdona a sus enemigos y ruega
darlo al penúltimo y a todos los momentos, es la imitación de por ellos: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Le
la pasión y de la muerte de Cristo y la unión con Jesucristo 23,34)-
Señor. b) Manifiesta su gratitud al que vuelve por El ante los
Escribió San Ignacio para ese trance del que muere: «Como enemigos, al buen ladrón: Hoy estarás conmigo en el paraíso
en la vida toda, así también en la muerte, y mucho más, debe (Le 23,43).
cada uno... esforzarse y procurar que Dios nuestro Señor sea c) Encomienda su Madre al discípulo amado, y éste a su
en él glorificado y servido, y los prójimos edificados, a lo me- Madre: fíe aquí a tu hijo, he aquí a tu Madre (Jn ia,26s).
nos del ejemplo de su paciencia y fortaleza, con fe viva, espe- d) Tiene la conformidad del justo en el dolor y en la de-
ranza y amor de los bienes eternos que nos mereció y adqui- solación: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt
rió Cristo nuestro Señor con los trabajos, tan sin comparación 27,46; Me is,34)-
alguna, de su temporal vida y muerte» 13 . e) Expresa su sed: Tengo sed (Jn 19,28), que es también
Si por el bautismo ha sido el cristiano consepultado con expresión de una sed insaciable del bien de las almas.
Cristo en representación de su muerte y sepultura (cf. Rom f) Ha querido cumplir todo lo que el Padre le había se-
6,4), ahora, por la muerte real, el cristiano tiene la manera de ñalado: Todo está cumplido y llevado al término (Jn 19,30).
morir con El y sepultarse con El, no en símbolo, sino en reali- g) Encomienda a Dios su espíritu: Padre, en tus manos
dad..., para resucitar con El. encomiendo mi espíritu (Le 23,46).
Podrá decir, con analogía a San Pablo: Somos entregados a
la muerte por Jesús, para que la vida de Jesús se manijieste en El rezo de Completas
nuestra carne mortal (2 Cor 4,11).
375. La Iglesia prepara a sus ministros y a sus fieles para
Sacrificio con Cristo en la cruz el trance de la muerte, y los ensaya cada noche para entonces
en el rezo de Completas. Previo el Confíteor y la absolución de
374. La ascética cristiana ha visto en el lecho de muerte los pecados, junto con la confianza en el que vela, el cristiano
un altar. Sobre este altar hay una hostia. Esta hostia límpida se entregará al sueño, que es imagen de la muerte cristiana
y esta víctima es el enfermo que, en unión con Jesús, ofrece su porque la muerte es un descanso para despertar. El cementerio
vida al Padre en ofertorio sublime. tiene nombre que equivale a «lugar de los que duermen» y la
Como Jesucristo en la cruz se ofrece al Padre por todo el expresión «dormir en el Señor» es antigua en la literatura del
mundo, así el enfermo o moribundo cristiano se ofrece al Pa- N.T. (cf. 1 Tes 4,12; 1 Cor 7,39; 15,20).
dre con Cristo por la santa Iglesia y por el mundo entero. Los salmos que promueven la esperanza cristiana en medio
i.° Con la voluntaria aceptación de la muerte: «Señor, Dios del dolor y de la tribulación (Sal 4 90 85 142 30 129 15 87) son
mío, ya desde ahora recibo de tu mano con ánimo tranquilo y los que la Iglesia pone en boca del orante antes de que se en-
gustoso cualquier género de muerte, con todas sus angustias, tregue al sueño. El responsorio: «En tus manos, Señor, enco-
penas y dolores que quisieras enviarme» 14. miendo mi espíritu», son palabras eco exacto de las pronun-
2. 0 Con los sentimientos del corazón de Jesucristo en la cruz: ciadas por Cristo en la cruz antes de expirar. Y las otras: «Me
!3 Constit. S. I. p.6. a c.4 n.i [595]. 15
Cf. SAN BUENAVENTURA, Vítis mystica c.6-13, en Opera (Quaracchi)
14
Gf. Enchiridion indulgentiarum (a.1950) n.638 p.49. 8,i7i-79-
246 'P.IV c.13. El cristiano ante la muerte Teología ele la muerte 247

has rescatado, Dios de toda fidelidad», confirman la esperanza Francisco Suárez (1548-1617) dijo en su última enferme-
del que ha puesto toda su confianza en el Señor. dad: «Nunca hubiera creído que fuera tan dulce morir» 17.
El Nunc dimittis (Le 2,29-32), como cántico de la noche, Porque, en efecto, «para los buenos, la muerte y la vida es
son las inspiradas palabras del anciano Simeón, que, contento dulce» 18 .
de haber visto la salvación de Dios preparada ante la faz de to-
das las naciones, la luz para ser revelada a los gentiles..., se Consagración de la muerte cristiana
dispone en manos de Dios para ser desatado del cuerpo...
Las oraciones finales reavivan los sentimientos de la resu- 377. Si el sacramento de la unción está pensado para alivio
rrección del Señor y de la luz del nuevo día... del enfermo en su salud corporal, en la hipótesis de que ésta le
Ni falta la antífona mañana, que es prenda de intercesión convenga, y, ciertamente, para alivio y confortación del enfer-
y de materna protección. mo en su salud espiritual, no se excluye que este sacramento
sirva para los moribundos, antes para éstos es también espe-
cialmente. Por esto, la unción de los enfermos será, en muchos
La muerte de los santos
casos, una consagración para la muerte cristiana.
376. La muerte de los santos no produce espanto ni tris- La Iglesia, solícita del bien de sus hijos, después de haber-
teza; produce paz, serenidad y confianza en aquellos que tienen los ungido con el óleo de la confortación, prepara a los enfer-
la dicha de contemplarla. mos que van a morir y los encomienda y entrega al Señor.
Para recordar solamente alguna mencionaremos la de Santo
Tomás de Aquino (f 7 de marzo de 1274), el cual, al dirigirse La entrega de los moribundos a Dios
a Lyón para tomar parte en el segundo concilio ecuménico de (Recomendación del alma)
este nombre, cayó enfermo en el monasterio cisterciense de
Fossanova, en el centro de Italia. Y al recibir el viático pro- 378. El nuevo Ritual recuerda que «la caridad hacia el
rrumpió en estas palabras ante el Santísimo Sacramento, se- prójimo urge a los cristianos a que expresen la comunión con
gún las refiere su antiguo biógrafo Guillermo de Tocco: los hermanos que van a morir, implorando con ellos y por ellos
la misericordia de Dios y la confianza en Cristo» 19 .
Te recibo, ¡oh precio de la redención de mi alma!,
«Las oraciones, letanías, jaculatorias, lecturas bíblicas y los
por cuyo amor he estudiado, he pasado vigilias, he trabajado. salmos que se incluyen en este capítulo para encomendar el
Te he predicado y te he enseñado. alma a Dios, tienen como primordial finalidad que el moribun-
Nunca dije nada contra ti, do, si todavía tiene conocimiento, imitando a Cristo dolorido
ni en mi parecer soy pertinaz; y moribundo, que al morir destruyó nuestra muerte, supere
pero, si algo he dicho mal acerca de este sacramento, con su poder la innata ansiedad de la muerte y la acepte con
todo lo dejo a la corrección de la Santa Romana Iglesia, la esperanza de la vida celestial y de la resurrección.
en cuya obediencia paso ahora de esta vida 16 . »Los presentes, aunque el moribundo haya perdido su co-
Era como un sol esplendoroso que, al terminar su carrera, nocimiento, encontrarán en estas plegarias una fuente de con-
se oculta en el horizonte. 17
Cf. RAOUL DE SCORRAIIXE, Francois Suárez, de la Compagnie de Jésus
16
(París 1913) 1.5 c.2: t.2,348. Preguntado si lamentaba dejar sin terminar al-
«Sumo te, pretium redemptionis animae meae, pro cuius amore guna de sus obras, respondió: «De nada no se me da nada». Pidió que le
studui, vigilavi et laboravi, te praedicavi et docui, nihil unquam contra te cantaran el salmo Exspectans exspectavi Dominión, et intendit mihi (ibid.,
dixi, nec sum pertinax in sensu meo; sed si quid male dixi de hoc sacramen- p.346-48).
to, totum relinquo correctioni Sanctae Romanae Ecclesiae, in cuius oboe- 18
Bonis mors et vita dulcís est; en la tumba de Giuliano da Volterra,
dientia nunc transeo ex hac vita» (Vita de Guil. de Thoco, en Acta Sanctorum, arzobispo de Ragusa (1510), en la iglesia de San Pietro in Montorio (Roma).
7 martii, p.675). 19
Ritual de la unción y de la pastoral de enfermos (Madrid 1974) n.234.
248 P.1V c.13. El cristiano ante la muerte Teología de la muerte

suelo al descubrir el sentido pascual de la muerte cristiana. te cuente entre sus ovejas.
Con frecuencia será conveniente subrayar este sentido con un Que te perdone todos los pecados
signo visible, haciendo la señal de la cruz sobre la frente del y te agregue al número de los elegidos.
moribundo, donde fue marcado por vez primera en el bautis- Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor
mo 2 0 . y gozar de la visión de Dios
»Cuando parece que se acerca el momento de la muerte, por los siglos de los siglos.
alguien puede decir, según las disposiciones cristianas del mo- R. Amén...»
ribundo, una o varias de estas oraciones:
«Señor Jesús, Salvador del mundo,
te encomendamos a N.
Oraciones
y te rogamos que lo recibas en el gozo de tu reino,
i>Alma cristiana, pues por él bajaste a la tierra.
al salir de este mundo, Y, aunque haya pecado en esta vida,
marcha en el nombre de Dios, Padre todopoderoso, nunca negó al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
que te creó; sino que permaneció en la fe
en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, y adoró fielmente a Dios;
que murió por ti; que hizo todas las cosas»... 2 1
en el nombre del Espíritu Santo, 21 Ibid., 11.241.242.243.245.
que sobre ti descendió.
Entra en el lugar de la paz
y que tu morada esté junto a Dios
en Sión, la ciudad santa;
con Santa María Virgen, Madre de Dios;
con San José y todos los ángeles y santos.
»Querido hermano,
te entrego a Dios,
y, como criatura suya,
te pongo en sus manos,
pues es tu Hacedor,
que te formó del polvo de la tierra.
Y, al dejar esta vida,
salgan a tu encuentro
la Virgen María y todos los ángeles y santos.
Que Cristo, que sufrió muerte de cruz por ti,
te conceda la libertad verdadera.
Que Cristo, Hijo de Dios vivo,
te aloje en su paraíso.
Que Cristo, buen Pastor,
2
<> Ibid., n.235.
Epílogo 251
damente a los planes divinos y al bien espiritual del que es
ungido. Sobre todo, este «levantar» o «aliviar» al enfermo será,
en cualquier hipótesis, mediante la confortación psicológica
EPILOGO
del espíritu y el ánimo de fortaleza y aguante que el sacramen-
to según su significado simbólico le infundirá. Así podrá el
379. El sacramento de la unción de los enfermos está en
cristiano doliente sobrellevar con serenidad los dolores y la
evidente relación con la muerte del cristiano, puesto que en no
depresión o tristeza de la enfermedad, y aun arrostrar con paz
pocas ocasiones es un sacramento de los que se van. Si su efecto
y dulce confianza la muerte que a Dios pluguiere enviar.
de sanación corporal es un efecto «condicionado» ai bien espi-
Este «alivio» y este «levantar el ánimo», junto con la «salva-
ritual del enfermo y a los planes de la providencia divina, es
claro que no siempre obtiene el efecto de la curación del cuer- ción» mediante la infusión de la gracia santificante, es lo que
po y que, en muchos casos, aun después de recibir el sacramen- entendemos por sanación espiritual y curación del hombre
to de la unción, se seguirá la muerte. entero, que pretende este sacramento.
Mas no por eso dejará de mostrar su eficiencia el sacramen- 382. A la vista de estos bienes y valores sobrenaturales,
to, sobre todo si se ha recibido de una manera consciente de con redundancia confortadora en el ánimo, que la unción de
sus valores y de su finalidad. Porque, aun en el caso de que se los enfermos está llamada a producir, es de esperar que el
siga la muerte, el sacramento de la unción salva al enfermo y pueblo cristiano, si conoce tales valores, lejos de temer el sa-
lo levanta en su enfermedad. cramento, lo deseará con creciente ardor, cada uno para sí en
380. La «salvación» del enfermo se obra principalmente el trance de su enfermedad, y para los próximos parientes o
por la nueva infusión de gracia que produce todo sacramento allegados que gozan de la mutua convivencia. Se requiere, sin
de vivos, pues no hay que olvidar que el sacramento de la un- duda, la conveniente y paciente instrucción, base de todo autén-
ción es, de suyo, para los que ya están en gracia de Dios y han tico florecimiento pastoral.
sabido utilizar los otros sacramentos destinados primariamen- No hay razón hoy día (como tampoco la hubo antes) para
te a borrar los pecados (el bautismo y la penitencia). Pero, si «temer» la santa unción. Si en siglos anteriores (siglos ix al xi)
la confesión de los pecados no fuese posible, este sacramento la severa disciplina penitencial era la ocasión o causa de retra-
«salvará» al enfermo, pues está también destinado eventual- sar la conversión hasta el trance de la muerte, y con ello se di-
mente a perdonar los pecados que hubiese en el doliente. fería el sacramento de la unción, que no podía administrarse
La «salvación» se logrará también, en segundo lugar, con sino después de la reconciliación por la penitencia, hoy no
«la abstersión de las reliquias del pecado», por las cuales enten- aparece, en la mayoría de los casos, esta severidad penitencial,
demos, como está dicho (n.209), aquella condición pecamino- ni hay por qué tenga que ser extrema la unción relegándola al
sa y de flojedad o debilidad que ha producido el pecado, so- último final de la vida.
bre todo el pecado grave, en el alma; esto es, todo lo que obsta Hoy no cabe decir que, «así como el bautismo es el sacra-
para poder decir que la ofensa a Dios ha quedado totalmente mento de los que entran en la Iglesia, así la unción de los en-
extinguida. fermos es el sacramento de los que se van» 1.
La «salvación» así entendida, ya por sí sola, constituye un 383. No vale diferir la unción, como si fuera un sacra-
valor inapreciable de este sacramento de la unción. mento exclusivo de los moribundos. Es doctrina de la Iglesia,
381. Pero, además, el sacramento de la unción está lla- anterior ciertamente al Vaticano II, que la unción conviene
mado a «levantar» al enfermo, esto es, a «aliviarle» en su enfer- sea administrada desde que hay peligro de muerte o enferme-
medad. Podrá ser mediante la sanación corporal, que se busca dad grave. No hay por qué esperar el artículo de la muerte,
con este sacramento, aunque, según queda dicho, condiciona- 1
Cf. Concilium Tridentinum, ed. Górres, 6,329.
252 Epilogo
cuando ésta es moralmente cierta; basta el peligro de muerte ÍNDICE BÍBLICO
por enfermedad, desde que prudentemente se puede formu- Las cifras de la derecha remiten a los números marginales del texto
lar 2.
Como escribió Pío XI, recogiendo el antiguo sentir eclesial,
«no es necesario para administrar válida y lícitamente este sa-
cramento que se tema que próximamente seguirá la muerte; *
basta un juicio prudente, esto es, probable de que hay peligro. Gen 1,27 355 Cant 8,6 370
342 Sab 1,13 360 368
3,3
Y si en aquella circunstancia se debe administrar, en ésta cier- 3,15 171 2,1-9
2,233
371
368
3,i6 342
tamente se puede; y el que procure administrarlo, éste no sólo 3,17-19 342 2,24 360
28,18 4 3,1-6 372
sigue la doctrina de la madre Iglesia, sino que también realiza Ex 27,20 4 16,13 370

piadosa y saludablemente sus deseos» 3 . 29,2


29,7
4
5 Eclo
22,4
7,2
372
371
29,23 4 7.39S 7
384. Al desear la mayor instrucción de los fieles acerca de 30,23-33 4 9,8 2
Lev 10,7 5 14,12 369
este sacramento quisiéramos se les propusiera la armoniosa 19,31 67 19,5 345
21,10 S 30,17 371
síntesis sobre sus efectos, que creemos lograda en el nuevo Ri- 24,2 4 38,9 88
39,26 2
tual de los enfermos. Prescindiendo de particularidades o pun- Múm 6,22-26
7,13
332
4 Is 1,6 6
tos históricos que todavía pueden ser discutidos o sujetos a 7.19 4 II.2S
53,3
323
346
7,25 4
matizaciones y acentos diversos, el conocimiento positivo que 7,31 4 53.4S 224 346
7,37 4 53,4 351
los fieles adquieran de los valores de la unción producirá, sin 7,43 4 Jer 9,21 359
18,12 4 Dan 9,25 5
duda, una pastoral de enfermos cada día más iluminada y 23.IO 373 Os 2,8 2
13,14 367
fructífera. Dt
Rut
32.I3S
3,3
2
2 Mt 2,20 250
1 Sam (Reg) 2,IO 5,7 252
Si los sacramentos acompañan al cristiano en muchas cir- 9,16
5
5 6,17 6
8,1-14
cunstancias de su vida, no ha faltado de parte de la providen- 10,1
15.32
5
359 8,3
351
8 337 352
cia de Dios destinarle un sacramento para el momento doloro- 20,3 359 8,5-10 305
2 Sam (Reg) 1,14 5 8,5-13 35i
so de la enfermedad. 1,21 5 8,7 271 352
12,20 6 8,13 305
Es Cristo entonces el que viene a visitar al enfermo. 14,2 6 8,14-17 351
3 Re 17,1 13 8,l6s 351
Es Cristo el que unge al enfermo por medio de su minis- 17,8-16 2 8,17 346
18,1 8,25 24
tro; como «Cristo es el que bautiza, el que absuelve, el que or- 19,6
13
5 8,28-34 35i
9,1-8
dena...» Tob 1,198
2,12
7
2 9,18-22
351
351
Est
Es Cristo el que infunde nueva gracia y perdona los pecados. Job 2,11 7 9,23-25
9,27-31
352
351
7,1 344
Es Cristo el que «salva» y «levanta» al enfermo, y el que le Sal 2,2 5 10,8 16 24
4 375 11,12 344
fortalece y alegra. 4,73 72 14,34-36 351
375 17,18 16
Es Cristo el que quiere asociarlo a su obra redentora y ha- 15
17,42 15 17,19 22
18,20 326
cerle partícipe de su pasión y de su cruz. Pero también de su 22,5
30
3
375 20,28 366

resurrección. 30,6 63 25,1-12 369


31,5 39 25,3-9 4
2 33,22 370 25,35 7
«... iis roborentur sacramentis vixdum, ingravescente morbo, prudens 40,4 7 25,36 352
fiat de periculo mortis iudicium» (BENEDICTO XV, Litt. apost. Sodalitatem 44,8 3 25,393 7
48,15 370 25,443 352
nostrae Dominae [31 de mayo de 1921]: AAS 13 [1921] 345). 85 375 26/7SS 3 6
3 P í o XI, Litt. apost. Explorata res (2 de febrero de 1923): AAS 15 103,15 380 27,44 250

(1923) 105. U5,I5 370 27,46 374


118,1 92 27,48 250
129 375 28,19 21
142 37S Me 1,29-34 3SI
índice bíblico índice bíblico 255
18 5,2 15 5,14 26 39 59 62 67 79
1,40-45 351 14,23
18 7,18 16 90 93 97 106 109
2,1-12 351 15,2
2,5SS 16 15,4 18 7,28 15 153 232 236 242
18 9,27 360 247S 259 Z62 337
5,23 337 15,6
9 10 20 58 97 152 I5.22S 18 11,33 250 5,15 89 154-156 158
6,13 205 208 211 213S
156S 170 174 280 16,5 18 I2.5SS 332
162 12,5-11 345 274
337- 20.I0
5,i6 16 27 156 222 321
6,53-56 351 20,12 162 Sant 1,1
1,6
21
22 5,20 23
6,56 16 21,18 18
28,8 8 1,15 368 1 Pe 2,4-10 348
8,34 346
16 1,21 23 2,5 348
15,34 374 28,9
11 1,27 353 2,9 348
15,36 250 Rom 3,21-4,25
11 2,1 21 2,24 346
16,17 353 4,24
16,175 73 156 5,6 15 2,14 23 4,3 222S
16,18 5,8 2,14-26 II 4,13 269 349
8 38 337 15
2,29-32 5,12-17 343 3,2 25 5,IS 18
375
360 4,12 23 5,8 169
4,38-41 351 5,12
5,7 21 2jn 1,1 18
4.40 337 5,14 360
360 5,13 357 3 Jn 1 18
5,12-16 351 5,15
360 5,13-15 11-26 28-32 1 0 5 Apoc 1,18 366
5,15 16 5,17
5,17-26 5,21 368 5.I4S 55 64 75s 131 1 4 3 2,10 373
351
7,1-10 351 5,23 360 1 4 8 1 5 0 157S 1 6 4 6,6 80
170 172 176 222 14,13 370
7,38 3 6,23 222 343
7,46 7.24S 372 229 233 250S 263
3
8,2 16 8,3 16 269 280 303 356
8,24 24 8,11 24
10,9 16 8,17 2223 269 349
10,34 6 9 20 8,19-21 224
io,37 20 8,26 15
I2.35S 369 8,34 366
12,40 369 8,38 370
I3,n 16 12,1 348S
17,6 22 13,11 24
23,34 374 14,1 15
23,36 250 14,8 370
23,39 250 1 Cor 1,24 350
23,43 374 3.22S 370
23,46 374 5,4S 21
4,46s 14 7,39 375
5,5 16 11,30 16
5,5-13 351 12,9 30
5,6 352 12,11 30
5.14 352 12,28 30
5,21 24 12,22 16
6,2 16 12,30 353
6,48-51 358 13,9 212
6,54-57 358 15,20 375
9 35' 15,53-56 367
9,1-3 25 352 15,56 360
9.2 25 I5,56s 368
9,3 25 224 2 Cor 4,u 373
9,4 373 4,17 224
9,7 162 11,30 15
II,I 14 12,5 15
11,2 3 12,9 15
n,4 16 12,OS 15
11,11-15 352 13,4 15
11,255 367 13,9 15
12,1 24 Gal 4,9 16
15,13 350 Ef 5,14 24
19,263 374 6,4 345
19,28 374 Flp 2,26s 14
19,30 374 4,20 372
1,3 174 4,21 372
1,21 21 Col 1,24 222-224 269 3.47
2,36 21 349
2,42-47 349 1 Tes 4,12 375
3,7 8 24 1 Tim 4,14 172
4,10 21 5,17-19 18
8,1 18 2 Tim 1,10 366
9,17 337 2,IIS 222S 269 349
9,37 14 Tit 1,5 18
10,298 18 Heb 2,14 366
10,38 351 4,15 15
índice onomástico 257
ÍNDICE ONOMÁSTICO Eugenio, San, obispo de Irlanda 82.
Eustacio 68
T ,• , ,
Jacobitas, decreto para los I I .
acobo d E d e s a 6
Las cifras remiten a los números marginales del texto Eutiquio, San 68. J ? 9-
Exuperion. Jacquermer 122.
Jansenio 10.
„ Jerónimo, San 128.
JT arnés, P. 291. Job, monje 149.
Fausto Reiense 137. Jonás, obispo 94 98 246.
Fedrizzi, P. 356. Josefo, patriarca 69.
Fernández, J. M. 356. Juan de Dios, San 353.
A , ... , Cánones de Hipólito 43 46 336. Férotin, M. 111 138. Juénin 183.
/Vchellis 44 46. Casiano, abad 78 88 131. Ferreres, J. B. 240. Jugie, M. 141 s 145 149
Adelardo Cotbeyense, San 96- Casiodoto 81 131 251. Filón 6. Justino, San 11,
Afraates 41. Cavallera, F. 168. Flavio Josefo 6 1 1 .
Agustín, San II 22 35 76s 88s 131 363S. Cesáreo de Arles, San 78 88 129 131. Florencia, concilio de 11 146 148 189 212 r r
A
!*»n, P 42 Charue, A. 11. 215 218 247 280. IVern J. 34 42 48 58 6os 64 68s 77 82 86
A berro Magno, San 175 200. Chavasse, A. 123 131 I33S 216. Forster, W. 23. 89 99 101 106 n i 118 130 l66s 175 179
Alfonso M. de Ligono, San 249- Gipriano, San 361. Francisco, San 253. 183 i88s 194S 198 200 204 209S 232 245
Alonso Díaz, J. 11. Cirilo de Alejandría, San 35 59 131. Friesenhahn, H. 11. 248 251-253 255 257 261 264 322 324 326.
Alszeghy, Z. 212 217S. Cirilo de Jerusalén, San 11. Funk, F. X. 42 47-49 51. Kilker 210.
Amalarlo 93 98 246. Clamer, A. 11. Kirch, C. n .
Ambrosiana (liturgia) 116-118. Clemente de Alejandría 11 135. Gachter, P. 11. Knabenbauer, I. 10 35.
Ambrosio, San 73 88 118 132 359- Clemente Romano, San 11. Galanum 142. Knauber A. 220.
Amulo, obispo 9 7s 246. Clemente VIII 189. Galdeano, J. G. 356. ^onum 64.
Andneu, M. 201. Clericatus 261. Galicana (liturgia) 119S 246. Kryger, H. 5>. 204.
Anghcana (Iglesia) 331-339- Código de Derecho canónico 186 193 196 Gelasio, San 11 43 87 113. SrusfhUB- I 2 ° -
Aquisgrán, concilio de 107 240. 2 3 4 2 3 g s 2 4 2 2 4 7 2 S 3 256 272 2773 286. Genoveva, Santa 128S. Kurth, G. 128.
Arator 74. Constitutiones Apostolorum 43 51 125 336. Germán de Auxerre, San 129.
Arcudio, F. 122 324. Constitutiones Aegyptianae 433. Germán de Paris, San 129. r a ran e . - T
Arles, concilio II de 137. Cornelio a Lapide 10. Germosen 48. f - 8 f ; M - 1 9 10 176.
Armems, decreto pro 148 179 193 201 204 Cothenet E 1 2 Goar, J. 57 122 143 145 194 322. Lamentabü, decreto 176.
208 212 215 233 247 288. Cramer, j . A. 58S. Godefroy, L. 168 179- Larrabe, J. L. 291.
Arnobio, el joven 78 132. Cresconio, obispo 87. Gordillo, M. 319. Laumer de Corbion, San 129.
Arsemo, patriarca 322. Crisóstomo, San 34 55s 70 131 246 262 274. Gregorio de Tours, San i 3 7- Launomam, San 85.
Atanasio, San n 53 362. Crodegango, San 101. Gregorio Magno, San 114 119S 138 369. Launoy, Jo. 36 257s-
Augusti, J. 167. Cutberto, San 90.
Augsburgo, confesión de 165. Gregorio XVI 185. Lee ercq, H. 111-114 138.
Aureolo 200. Griega (liturgia) 122. Leclercq, J. 356.
Auxenxio de Bitinia, San 129. D ' A l é s A. 11. Grillmeier, A. 221. J- e P onte ¿ R ' 9 '
Gy, P. M. 280. Leher, F-75-
Damasceno (Pseudo) 127. Leobino, San 86.
B a i l l y . A . 24 Dámaso, San 11. H ,. . ,. Léon-Dufour, X. 356.
Baraúna 266. Danielou, J. 359- ahtgano, obispo 101. Lepargneur, F. 212.
Bardenhewer, O. 77- Dathevatzy, G. 192. Malhnan, F. J. 278. . Lercher, L. 198 204 229 232 237 241 245
Barhebreo 141. D Avanzo, G. 233. Harduin 135 137. 2g5 3g4
Basilio, San 328. Decencio, obispo 75 87 105. Harnack A. 167. Leurent, B. 220.
Bayo M i 6 í Decreto pro Armems: véase Armems. Harns, Ch. 26 114 210 239 335-338. Líber Ordmum (mozar.) 111 138.
Beda! San 10 35 90s 98 131 246 264. Decreto Qwm singular! 234. Haymo, obispo 97s. Loisy, A. 176.
Beauduin, L. 221. Denzmger, H 57 122 324. . Hesiquio 62 131. Lowe, E. A. 112.
Bellarmino, San Roberto 10 195. Denzmger-Schonmetzer passim. Herardo arzobispo 103. Lowter Clarke, W. E. 26 335-
Benedicto XIV 189 237 248 251 278. ^!<¡ache.42. Hi ario de Poitiers, San 72 88. L u i s a d e Marillac, Santa 353.
Benedicto XV 383. Didascaha Apostolorum 43 45 125. Hilarión, ban 128. Lutero, M. 11 150-160 165.
Bernard, C. de 212. £idier, J. Ch. 259. - Hmcmaro, arzobispo 102. L y o n i c o n cilio II de l 4 6s.
Bernard P 75 Didimo 35 54- Hipatio, San 61 246. Lyonnet, St. II.
Berti 264 ' Dionisio Areopagita (Pseudo) 140 153. Hipólito Romano 11 43S 46 l i o 125 336 338.
Bickell 60 Dionisio Cartujano 175. Hittorp, M. 117.
Billerbeck' P 2 6 9 Dionisio el Exiguo 87. Hoyos, P. 11. Magistretti, M. 116 118.
Bobbio, misal de 122 133. Doronzo, E. 40 43 45 52 77 n o 112-117 Huard, J. 260. Maguncia, concilio de 108.
I2I I2
Bonifacio, San 100 104 246. - <> " 8 '35 137-142 145 174 179 198 Huby, J. g. Maier, F. 11.
Bonincontro, E. 210. „ 2 °4 2 3 " 244 319- Hugo de San Víctor 167 175. Maldonado, I. 10.
Bord, J. B. 43 110 221. Drouwen 183. Hus 146. Malvy, A. 46.
Husitas 147. ' Mandakuni.J. 64S 131. "•
Botte, B. 43 n o 221. Duchesne, L. 112. T Mansi, J. D. 106-109 135 137 236.
Boudinhon, M. 259- 5 U K m d ? " J 2 55- Iglesia anglicana 331-339. Marcotte, E. 149.
Boyer,C.237. guval, A. 168. Iglesia episcopal 34OS. Mario, San 84 129.
Braun, O. 69 Dynamius Patritms 84. Ignacio de Loyola, San 257 373. Martene 199 252.
Inocencio I, San n 36 75 87S 101 105 109 Martimort, A. 280.
Browe, P. 149. I3is 138 146 179 236 247 251 264. Martín de Tours, San 127.
Buenaventura, San 175 200 227 229 255 374. ü . ,. t . , Inocencio III 147 263. Martín V 147.
llcumemsmo, directorio de 330. Inocencio IV 146S. Maura, Santa 97.
_, Egberto, obispo 99. Ireneo, San 11 37S. Mediavilla, Ric. de 200.
C-abilIonense, concilio 106 246. Eloy, San 89 98 131. Isaac de Antioquía, San 60 246. Menard, H. 115.
Cabrol, F. 46 m 138. Enchiridion indulgentiarum 374. Isaac de Armenia, San 63. Mendijur, L. de 356.
Calmet 10. Epaonense, concilio 137. Isaac, obispo 104. Meinertz, M. 11.
Calvino, J. 160-164 166. Estius 10 185. Isidoro de Sevilla, San 87. Michael Monachus 92.
Camilo de Leus, San 353. Eugendio de Condat, San 129. Unción de los enfermos 17
258 índice onomástico índice onomástico 259
Miguel Paleólogo 147. Robilliard, J. 221. Weisweiler, H. 149 175 229.
Monegunda, Santa 129. Romana (liturgia) 121 124S 252. Vaticano I, concilio II. Wiclef 146.
Montero, A. 359. Ruch, C. 11 25 29 34 123 129S 177 179. Vaticano II, concilio 222 239 266-280 287 Wiclefitas 147.
Mozárabe (liturgia) m 138246. Ruffini, E. 33 233- 308 326-329 349 368. Wilmart, A. 112.
Rufino 128. Vermeersch, A. 210. Wilson, H. A. 112.
Vicente de Paúl, San 353. Worms, concilio de 105 109 246.
Nadal, J. 347. Víctor de Antioqula 35 583 131.
Naucratio 92. Victoria 183.
Nestorianos 69 246. Sacramentarlo de Serapión: véase Sera- Vilanova Gerster, Th. 175. York, estatutos de 96 246,
Netter, Th., Waldensis 264. pión.
Netzer, H. 89. Sacramentario Galicano 112.
Nicéforo II, patriarca 143 145 322. Sacramentario Gelasiano 113 116 125. Waldenses 147. Zacarías, papa 104.
Nicolás Agioteodorita 143. Sacramentario Gregoriano 114-116 119S 338. Waldensis (Th. Netter) 264.
Nicolau, M. 15 29 148S 151 Í7i 178 202 Sainte Beuve, de 183.
208 236 2443 249 260 263 266 268-271 Sánchez Vaquero, J. 325.
326S 347. Santo Oficio 185 196 236 326.
Noldin, H. 227 241 265 27S. Scheifler, J. R. 347.
Schelstrate, E. 122.
Schlier, H. 2 6 20.
Oñatibia, I. 356. Schmaus, M. 221.
Optato Milev. 74. Schmid, M. 64.
Orígenes 34 39S 70 131 246 262 274. Schmitz, J. 204.
Orleáns, estatutos de 101 246. Scorraille, R. de 376
Ortemann, C. 285. Scoto, Duns 175 200 210 227 229 255.
Serapión. sacramentarlo de 47 49 70 125
336 338.
Ir acomio, San 128. Sily, J. 27.
Paladio 128. Símaco, papa 87.
Palmer, P. F. lio. Simeón Estilita 129.
Paludano 200 255. Simeón de Tesalónica 144S 321 323.
Páramo, S. del 344. Siricio, papa 138.
Partemio, San 128. Sísense, concilio armenio 142.
Pablo VI 193 197 201 239 256 260 278 280- Sola, F. de P. 44 46 106 174S 179 198 200
227 229 23is 237 240S 244S 248S.
290 355- Sonnatio, San 99.
Pascasio Radberto 95S 98. Sopuerta, A. 355-
Paulo V 185. Spácil.Th. 317-321 325.
Pavía, concilio de: véase Ticinense. Spamann, H. 221.
Pedro Lombardo 167 175. Stáhlin, G. 15.
Pérego, A. 2ro. Steitz, G. E. 167.
PhiHppeau, H. R. 356.
Piolanti, A. 356. Strack, H. 2 6 9.
Pío VI 365. Studer, B. 216 221.
Pío XI 383. Suárez, F. 185 195 200 204 209 231 237
Pío XII 259- 249.376.
Pírot, L. 9 II. Sulpicio Severo 127.
Pohle-Preuss 210.
Policarpo, San n .
Possidius 76. Teodoreto 128.
Primasio, San 80. Teodoreto de Giro 66.
Procopio de Gaza 67. Teodoro de Canterbury 189.
Próculo 126. Teodoro Estudita, San 92 98 149.
Propaganda fide, Congregación de 237 263. Teodulfo, obispo 101 194.
Próspero de Aquitania, San 77. Teresa de J. Jornet, Santa 353.
Prudencio, obispo 975. Tertuliano 71 88 126.
Puller, F. W . 124 129. Testamentan D. N. Iesu Christi 52 125.
Thoruniense, declaración 166.
Ticinense, concilio 105 109 204 208 212 236
Quinisexto, concilio 135. 246.
Tiliano, códice 120.
Tocco, G. de 376.
R á b a n o Mauro 108. Tomás, Santo 149 167 175 1793 184 195
Rahmani, I. 52. 198 200 204 210 232 235 237 245 249
Rahner, K. 221 358s. 254 257 274 356 376.
Ramos, M. 131 2i6s 220S. Traditio apostólica: véase Hipólito Romano.
Ratoldo, abad 120. Tresano, San 83 246.
Regiaticinum, concilio: véase Ticinense. Tridentino, concilio ios 149 152-155 159
Reims, estatutos de 102 246. 163 168-173 174-176 179 201 205 208
Reinach, S. 177. 212 215 218 220 233 247 256 259 272 274
Renán, E. 177. 278-280 283-286 321 382.
Riebartch, E. 42. Trullano, concilio 135.
Righetti, M. 110.
Ritual de la unción 181 187 190-193 224
230 234 247 260 274-276 282 2 8 9 291- U m b e r g , J. B. 46 198 204 229 232 237 241
316 378. 245 265.
ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTE VOLtTMEN DE «LA
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS», DE LA BIBLIO-
TECA DE AUTORES CRISTIANOS, EL
DÍA ilO DE DICIEMBRE DE 1975,
FESTIVIDAD DE NUESTRA SE-
ÑORA DE L O R E T O , EN
LOS TALLERES DE LA
EDITORIAL CATÓLI-
CA, S. A., MATEO
INURRIA, 15,
MADRID

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRl

Das könnte Ihnen auch gefallen