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Psicodiagnóstico infanto-juvenil: Una revisión sobre los

procesos y métodos utilizados en la actualidad.

Camila Muñoz Marcotti


Profesor: Stefanella Costa – Ayudante: Macarena Cordano.
Santiago de Chile, jueves 11 de Julio de 2019.
Introducción

El psicodiagnóstico es entendido como un proceso el cual incluye diversas


etapas con la finalidad contribuir en la decisión sobre las acciones que se tomarán
directa o indirectamente sobre los pacientes (Vives, 2008), este, involucra una
síntesis de la información reunida desde múltiples fuentes, las cuales incluyen
batería de test psicológicos, historia familiar y observaciones conductuales, para así
lograr comprender al individuo, su nivel de funcionamiento y que tratamiento es
requerido por el sujeto (Greenberg, Lichtenberger y Kaufman, 2013).

El psicodiagnóstico adulto e infanto-juvenil son esencialmente el mismo


(Moreno, 2001; del Barrio 1995; del Barrio, 2009; Estrada, 2017). Sin embargo, el
proceso psicodiagnóstico del niño y del adolescente requieren determinadas
consideraciones, esto debido a que se trata de sujetos que aún se encuentran en
desarrollo y crecimiento, y por ende dependen de alguien más, un adulto (del Barrio,
2009; Vives, 2008; Moreno, 2001; Ancona, Heredia y Gómez-Maqueo, 2016).

Es por esto, que la evaluación clínica infantil incluye ciertas peculiaridades,


tales como que el niño o adolescente, no consultan solos. Por lo general los niños
acuden por preocupaciones de los padres, tutores o por recomendación de las
escuelas, este último ha sido el motivo de consulta más frecuente en la actualidad
(Ancona, et al., 2016). Otra de las características es que es necesario trabajar no
solo con el niño, sino que también con los padres, además de que por lo general, el
motivo de consulta expresado por los padres difiere de las necesidades
manifestadas por el niño (Vives, 2008). Sin embargo, no hay que dejar de lado
ninguna de las problemáticas, y considerar ambas para la elaboración de las
hipótesis preliminares.
Otro aspecto a considerar es el desarrollo evolutivo como tal, es necesario
prestar atención a la edad, sexo y a su nivel de desarrollo teniendo en cuenta
patrones tanto normativos como sociales (Moreno, 2001). El proceso diagnóstico
infantil permite determinar la evolución del niño acorde a los patrones de
normalidad, este implica tanto la maduración biológica como la emocional y
pulsional (Vives, 2008). Para detectar las armonías o disarmonías del desarrollo
evolutivo es necesario que el psicólogo conozca las pautas de crecimiento
consideradas normales y que sea capaz de atender a las alteraciones que se
puedan vislumbrar en la primera entrevista y anamnesis (Vives, 2008).

Psicodiagnóstico infantil en la actualidad


El desarrollo del psicodiagnóstico infantil tiene sus inicios en el primer
analista en niños, Hernie von Hug-Hellmuth, quien en sus sesiones promovía el
juego libre con la intencion de extraer conclusiones analiticas, del comportamiento
y las manifestaciones del niño (Esquivel, 2010). Sin embargo no fue hasta la
década de los veinte en que alcanza su apogeo con las concepciones de Anna
Freud y Melanie Klein (Estrada, 2017).

En la actualidad, tanto la teoría como las técnicas empleadas dentro de la


psicoterapia infantil son las mismas que sus inicios. El inconsciente infantil es de
los principales temas, ocupando un importante lugar en el proceso. El valor
simbólico e inconsciente del material lúdico y gráfico, que son de las técnicas
mayormente utilizadas, permiten al analista acercarse a la problemática del niño
(Estrada, 2017).

Históricamente, dentro del proceso psicodiagnóstico se han tenido diferentes


modelos teóricos a la base para así guiar la evaluación e intervención del proceso.
Estos modelos abordan distintas concepciones de salud y enfermedad y también de
intervenciones terapéuticas, de acuerdo al momento en el que se hayan
desarrollado. Dentro de los principales modelos teóricos que han aportado a lo que
es en la actualidad el proceso de evaluación infanto - juvenil se pueden encontrar el
psicométrico, psicoanalítico, conductual, cognitivo y sistémico familiar (Maganto,
1999).

También se a precisado dentro de la historia, dos tendencias de evaluación.


La evaluación tradicional, la cual aboga por evaluar constructos de personalidad
para averiguar los motivos de las conductas anormales e implica el uso de diferentes
técnicas y test, y la evaluación conductual (Moreno, 2001).

Pese a la existencia de diversas aristas teóricas en torno a la evaluación


infanto-juvenil, en la actualidad, las distinciones entre estas tendencias están más
bien difuminadas, dando mayor importancia a tendencias de evaluación múltiple
(Moreno, 2001). Actualmente, son diversos los autores que avalan la evaluación
multimétodo, ya que al trabajar con niños no se puede excluir ninguno de los
modelos, además está perspectiva permite una evaluación más amplia y
enriquecida (Moreno, 2001; Maganto, 1999).

Técnicas más utilizadas


Para realizar un psicodiagnóstico clínico infanto-juvenil, es necesario recurrir,
como ya se ha mencionado, a diferentes técnicas que permitan conocer de manera
más amplia el motivo de consulta del niño y determinar el mejor proceso terapéutico
a seguir con el.

Los instrumentos para esta evaluación son numerosos, los principales son la
entrevista, tanto con padres como con el niño, el juego, la aplicación de test
proyectivos, gráficos, psicrométricos y algunos neuropsicológicos (Esquivel, et al.,
2016; Moreno, 2001; Vives, 2008). Todos las técnicas utilizadas, requieren
interpretarse considerando la situación dinámica triangular en la que se encuentra
el niño, lo que implica una interpretación más bien psicodinámica de cómo se
estructura el niño y que hace este con sus capacidades intelectuales (Esquivel, et
al., 2016). Además de que para realizar una interpretación adecuada es preciso que
el psicólogo tenga un manejo sobre la interpretación de dichos instrumentos y las
bases teóricas en las que se fundamentan (Esquivel, et al., 2016).

La selección de la técnica que se utilizará para la evaluación depende de


diversos factores. El principal es que estas deben ser acordes a las hipótesis
preliminares de diagnóstico forjadas ya desde el primer contacto y de las
características del niño, como edad, sexo, habilidades cognitivas, entre otras (Del
Barrio, 2009; Moreno, 2001). Otro factor a considerar para la selección de los
instrumentos es de donde proviene el motivo de consulta (los padres, colegio,
médico, etc) (Mash y Terdal, 1998, citado en Moreno, 2001). Y por último, la elección
del instrumento dependerá de la formación conceptual del terapeuta o del tiempo
disponible para realizar dichas evaluaciones (Moreno, 2001).

La entrevista

La entrevista es un instrumento indispensable tanto para el psicólogo en


general como para cualquier proceso de evaluación clínica. Para la aplicación de
este instrumento es necesario que el profesional desarrolle un conocimiento de sí
mismo y debe ser capaz de ser empático con la diversidad de personas que deberá
tratar, como niños, padres, profesores y médicos, además de ser objetivo respecto
a las situaciones expuesta en la consulta (Lucio y Heredia, 2014).

Existen tres tipos de entrevista, abierta, cerrada o estructurada y semiabierta


o semiestructurada. Dentro de la psicología clínica resulta más útil la utilización de
la entrevista abierta o semiestructurada ya que permiten una investigación más
amplia y profunda del entrevistado (Esquivel, et al., 2016).
En la entrevista aplicada al niño se recomienda que se realice a solas, ya que
proporciona información fundamental para el diagnóstico, también, en diversas
ocasiones, es necesario realizar más de una entrevista, y por lo general en la
entrevista con el niño se suelen implementar otros instrumentos como el juego y el
dibujo, lo que facilita crear un clima que permita la alianza terapéutica y rapport
(Esquivel, et al., 2016; Ortiz, et al., 2011). El principal objetivo de la entrevista en la
salud mental infanto juvenil es determinar la existencia de psicopatología y en su
caso establecer un diagnóstico y un plan terapéutico individualizado (Ortiz, Duelo y
Escribano, 2011).

Además, dentro del proceso psicodiagnóstico infantil, se suele aplicar una


entrevista a los padres, lo que permite indagar sobre el motivo de consulta y sus
expectativas, obtener información sobre la problemática presentada, realizar la
entrevista de anamnesis, evaluar factores del entorno y dinámica familiar, además
de conocer los antecedentes familiares médicos y/o psiquiátricos (Ortiz, et al.,
2011).

El juego

Dentro las técnicas más empleadas para el proceso de evaluación


psicológica infantil se encuentra el dibujo. Es una técnica especialmente utilizada
por los profesionales dinámicos, que también utilizan el dibujo para conocer la
subjetividad del niño (Del Barrio, 2009). Dado que el juego es algo habitual en el
medio del niño, es una manera óptima para lograr establecer confianza y comenzar
la comunicación con el niño (Del Barrio, 2009; Maganto y Cruz, 1997).

El juego permite elaborar las ansiedades a través de las representaciones de


diferentes escenas o dinámicas, le permite también asimilar y liberar, ya que puede
proyectar sus conflictos inconscientes en la situación representada en el juego
(Maganto y Cruz, 1997). Además el juego también estimula la creatividad, la
motricidad, la imaginación y facilita la socialización y el aprendizaje (Maganto y
Cruz, 1997).
Sin embargo, hay que ser especialmente cuidadosos en grabar las sesiones
de juego cuando se utiliza éste para una evaluación, a fin de poder analizarlas con
precisión y a ser posible mediante el juicio de distintos jueces. (Del Barrio, 2009).
También cuando se utiliza la hora de juego diagnóstica, es necesario tener en
consideración la etapa del desarrollo del niño ( Maganto y Cruz, 1997)

Test proyectivos
Las pruebas proyectivas se fundamentan en la teoría psicoanalítica y, por
tanto, para su utilización es necesario que se acepte el supuesto del inconsciente.
En estas se considera que los aspectos inconscientes son tanto o más importantes
que los conscientes y por ende, se otorga un lugar primordial a las técnicas
proyectivas y a los aspectos transferenciales que se manifiestan en la entrevista
(Esquivel, et al., 2016). Al hablar de proyección, la teoría dinámica hace referencia
a la exteriorización de cualidades que están en el propio sujeto, provenientes de la
relación con las figuras significativas de la vida y que se adjudican a un objeto o
vínculo fuera de él. (Maganto y Garaigordobil, 2009).

Dentro de los test proyectivos los que se ocupan con mayor frecuencia, tanto
por su relevancia en el contenido como por facilidad de aplicación, es el dibujo. Esto
dado que el dibujo realizado por niños, proporciona material para poder interpretar
su contenido simbólico, al igual que el juego el niño tendrá la posibilidad de
simbolizar sus conflictos inconscientes a través del dibujo (Esquivel, 2010).

En distintos teóricos se observa un punto de acuerdo en que el dibujo en el


espacio clínico promueve el funcionamiento de varios mecanismos y fenómenos
psíquicos, lo que puede movilizar efectos terapéuticos al favorecer los procesos de
simbolización (Estrada, 2017). Adicionalmente a esto, se ha determinado que a
través del dibujo, se expresan características relacionadas con el nivel de madurez
intelectual del niño, lo que permite, también, realizar una evaluación de su desarrollo
cognitivo. (Maganto y Garaigordobil, 2009).

Test neuropsicologicos

La neuropsicología es una área de convergencia que utiliza estrategias


clínicas propias tanto de la neurología como de los procedimientos psicométricos
heredados de la psicología (Ardila y Ostrosky, 2012, citado en Esquivel, et al., 2016),
esto hace que estos test sean actualmente, una herramienta fundamental para el
psicodiagnóstico infanto - juvenil (Esquivel, et al., 2016).

El examen neuropsicológico contribuye a identificar el nivel cognositivo de la


persona en asociación o no con una anormalidad cerebral. Para analisis
neuropsicologico infantil se evalúan tres dimensiones de los procesos cognositivos,
del comportamiento y su relación con el sistema nervioso: la dimensión neurológica,
cognitiva y psicosocial (Matute y Rosselli, 2010 citado en Esquivel, et al., 2016).
Esta evaluación, por tanto permite evaluar diferentes áreas como la atención,
concentración, memoria, lenguaje, habilidades motoras, práxicas, perceptuales,
visoespaciales y visomotoras, así como funciones ejecutivas y además, permiten la
observación de conductas asociadas al despliegue emocional y social del niño
(Esquivel, et al., 2016; Bausela, 2009).
Discusión

Dado a la revisión realizada, el proceso de evaluación del niño debe tener


como principal objetivo el recaudar la mayor cantidad de información posible sobre
su desarrollo, físico, mental, emocional, escolar y social y por tanto hay que obtener
el permiso correspondiente para recurrir a otras fuentes que faciliten los datos
necesarios (Del Barrio, 2009).

Sin embargo, de acuerdo a Di Bartolo 2016 (Citado en Estrada, 2017), los


métodos de evaluación clínica de niños carecen de un énfasis específico en la
indagación y comprensión de esta red de significados, que constituye un elemento
básico del diagnóstico clínico de los niños.
Para lograr mejorar esta situación, me parece pertinente en la utilización de
evaluaciones multimétodos, ya que entregan información más amplia sobre todas
las áreas de funcionamiento del niño, lo cual permite indagar con mayor profundidad
sobre la problemática presentada en el motivo de consulta. Sin embargo tal como
lo propone Moreno (2001), no siempre es posible realizar este tipo de evaluaciones
ya que suponen un costo personal y profesional mayor a la hora de integrar la
información recogida, además de numerosas exigencias y requisitos para la familia,
además de que el profesional deberá tener conocimiento sobre la aplicación y
aplicación correcta de todas las técnicas utilizadas.

Para progresar a una evaluación con este enfoque me parece óptimo priorizar
la especialización de los profesionales del área en las técnicas que permitan un
marco de evaluación más amplio, como lo son las pruebas proyectivas y gráficas y
la entrevista.
Referencias

Bausela, E. (2009). Test y evaluación neuropsicológica. Revista Chilena de


Neuropsicología, 4(2), 78-83.

Esquivel, F., Heredia, M., y Gómez-Maqueo, E. (2016). Psicodiagnóstico clínico del


niño. Editorial El Manual Moderno.

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Evaluación Psicológica en niños y adolescentes. Madrid: Síntesis Psicológica

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Esquivel, F. (2010). Reseña histórica de la psicoterapia infantil. Psicoterapia infantil
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grado). Universidad de Antioquia.
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Moreno, A. (2001). Instrumentos de evaluación clínica en niños y


adolescentes. Revista Psiquiátrica y Psicológica de Niños y
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infantojuvenil. Pediatría Atención Primaria, 13(52), 645-660.

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