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TÍTULO I
Artículo 1°: Este Código tiene por objeto fundamental normar la conducta de los servidores públicos
respecto a los principios éticos que han de regir el ejercicio de las funciones que desempeñan en la
administración pública nacional.
A los efectos de este Código las expresiones "funcionario público", "empleado público" y "servidor
público" tendrán un mismo y único significado.
Artículo 2°: Todo servidor público que conozca de cualquier hecho contrario a la normativa
dispuesta en el presente Código, que atente contra los principios contenidos en el artículo 3, está
en el deber de informar a los directivos de la institución donde preste sus servicios el presunto
infractor.
TÍTULO II
PRINCIPIOS ÉTICOS DEL SERVIDOR PÚBLICO
Artículo 3°: A los efectos de este Código son principios rectores de los deberes y conductas de los
servidores públicos respecto a los valores éticos que han de regir la función pública:
Artículo 16: El servidor público de buena conducta será aquel que durante el ejercicio de sus funciones
practique cabal y rigurosamente los principios definidos en el Título II de este Código.
Artículo 17: La honestidad de los servidores públicos será practicada y apreciada según los siguientes
criterios:
a) Los servidores públicos deberán rechazar en el ejercicio de sus funciones los regalos, invitaciones,
favores, dádivas, pago de viajes, uso de medios de transporte o cualquier clase de halagos, beneficios
materiales o
inmateriales, ofrecidos por personas o grupos interesados en obtener decisiones favorables o de
cualquier tipo.
b) El servidor público deberá abstenerse en forma absoluta de ejercer sus funciones o autoridad con
fines distintos al interés público. A tal efecto no deberá, en ninguna circunstancia, vincular su vida
privada con el desempeño del cargo que ejerce, ni utilizarlo para hostigamiento, acoso o seducción
de cualquier tipo.
c) Los servidores públicos se abstendrán de celebrar contratos de cualquier naturaleza con la
República por sí, ni por terceras personas.
d) Los servidores públicos se inhibirán de conocer o participar por sí o por terceras personas en
asuntos en los cuales tengan directa o indirectamente especial interés.
e) Las entrevistas con personeros o particulares interesados en una determinada decisión deberán
ser efectuadas en la respectiva oficina o lugar de trabajo del funcionario.
f) El acceso a datos e informaciones que dispongan los servidores públicos debido al ejercicio de sus
funciones, competencias, labores o empleos no deberá ser utilizado para fines distintos de los
institucionales.
g) Los subordinados no deben ser obligados a realizar durante el tiempo de trabajo actividades
correspondientes a los asuntos e intereses personales de sus superiores.
h) Ningún servidor público después de asumir su cargo o funciones podrá continuar desempeñándose
como administrador de sus negocios particulares, inversiones o empresas, si éstas menoscaban el
estricto cumplimiento de sus deberes en cuyo caso deberán delegar sus poderes de administración.
Detenciones arbitrarias
El ACNUDH ha observado que, desde finales de julio de 2017, las fuerzas de seguridad, en
particular los servicios de inteligencia, han seguido utilizando las detenciones arbitrarias e ilegales
como una de sus principales herramientas para intimidar y reprimir a la oposición política o a
cualquier persona que manifieste su disidencia o descontento y que, en consecuencia, sea
considerada como una amenaza para el Gobierno. Sin embargo, estas detenciones han sido más
selectivas que durante el período de las protestas masivas. Entre las personas arbitrariamente
privadas de libertad figuraban activistas políticos y sociales, estudiantes, defensores de los
derechos humanos, trabajadores de los medios de comunicación y miembros de las fuerzas
armadas. Según los registros llevados por organizaciones de la sociedad civil, al menos 570
personas, incluidos 35 niños, fueron detenidas arbitrariamente entre el 1 de agosto de 2017 y el
30 de abril de 2018.
Para preparar este informe, el ACNUDH reunió información sobre más de 90 casos de personas
que fueron arbitrariamente privadas de libertad antes, durante y después de la ola de protestas
masivas de 2017, y que estando detenidas fueron sometidas a una o más formas de tratos crueles,
inhumanos o degradantes, muchas de las cuales podrían constituir formas de tortura. Los agentes
de seguridad, notablemente los miembros del SEBIN, la DGCIM y la GNB, recurrieron a tales
medidas para intimidar y castigar a los detenidos, así como para extraer confesiones e
información. Los casos más graves tuvieron lugar por lo general en locales del SEBIN, la DGCIM y
del ejército, en todo el país. Algunas personas fueron retenidas en lugares de detención no
oficiales. Entre los actos de malos tratos y tortura documentados se incluyen la aplicación de
descargas eléctricas, golpes fuertes, violaciones y otras formas de violencia sexual, asfixia con
bolsas de plástico y productos químicos, simulacros de ejecución y privación de agua. "No soy el
único: hay muchas más víctimas en toda Venezuela", dijo un hombre que había sido detenido
arbitrariamente y violado por agentes de seguridad. El ACNUDH también ha documentado casos
de trato cruel, inhumano o degradante impuesto a familiares de los detenidos. El ACNUDH
observó que las condiciones de detención de las personas privadas de libertad no cumplían las
normas internacionales básicas para el trato humano de los detenidos, y que a menudo
constituían en sí mismas un trato cruel, inhumano o degradante. El hacinamiento es generalizado
y las infraestructuras son insalubres. En muchos centros de detención de todo el país, los
detenidos tenían un acceso limitado a los alimentos y el agua, incluida el agua potable, y sus
familiares debían ocuparse de proporcionárselos. Además, el ACNUDH tomó conocimiento de que
a varios detenidos que se encontraban en malas condiciones de salud se les denegó la atención
médica necesaria, lo que constituía una violación de sus derechos a la salud, a la integridad física y
a ser tratados con humanidad. Según pudo determinar el ACNUDH, la impunidad por actos de
tortura y malos tratos era predominante, y las autoridades no han investigado de manera rápida y
efectiva las denuncias verosímiles de tortura y malos tratos que recibían, lo que hubiera permitido
procesar a los presuntos autores y proporcionar reparaciones a las víctimas. Los casos
documentados por el ACNUDH, junto con la información recogida, indican que los malos tratos y la
tortura infligidos a personas privadas de libertad por haber expresado ciertas opiniones políticas o
por haber ejercido sus derechos humanos no son incidentes aislados. Por el contrario, se ha
documentado que las mismas formas de malos tratos han sido cometidas por agentes de
diferentes unidades de seguridad en todo el país, en diferentes centros de detención y con el
presunto conocimiento de oficiales superiores, lo que demuestra claramente la existencia de un
patrón de conducta.
Genocidio:
Un genocidio viola algunos o todos los derechos humanos, y puede ejecutarse con
acciones que van desde la privación de medios para la subsistencia hasta la tortura y el
asesinato masivo.
COFAVIC presenta este estudio con el propósito de documentar información relevante acerca de
un grave fenómeno que se ha desarrollado en Venezuela, gracias a la impunidad y al déficit
institucional. Desde 1998 se han reseñado miles de casos de ejecuciones extrajudiciales
efectuadas por grupos parapoliciales en Venezuela. Estos crímenes, en su mayoría, a pesar de
estar todos bajo el conocimiento de las autoridades, no llegan a la etapa de juicio. Los familiares
de las víctimas asumen la mayor carga para, desde sus escasos recursos, impulsar la justicia pero
son tantos los obstáculos convertidos en mecanismos institucionalizados de impunidad que una
minoría es la que logra ver a un juez e iniciar un proceso de características judiciales. En esta
publicación, COFAVIC visibiliza el patrón de impunidad que es común en los casos presentados. Las
cifras reseñadas demuestran, de manera contundente, cómo los asesinatos en general son
atribuidos a las fuerzas policiales y presentados generalmente por éstas como enfrentamientos;
las víctimas son hombres jóvenes pertenecientes a estratos sociales muy vulnerables, en muchos
casos han existido procesos de extorsiones y amenazas, existe un alto grado de impunidad y los
actos se cometen siguiendo un mismo modus operandi. Lamentablemente, otro elemento común
son los ataques y actos de hostigamientos que sufren las personas, en su mayoría mujeres, que
deciden denunciar estos crímenes y buscar justicia. Del total de casos documentados en el período
comprendido desde el año 2000 hasta el 2009, el 93% de las víctimas directas resultaron ser
hombres y un 7% mujeres, muchas de ellas víctimas de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones
forzadas o sometidas a torturas y tratos crueles. Esta cifra llama la atención puesto que en el
último estudio realizado por COFAVIC, Los grupos parapoliciales en Venezuela, 2005, hasta 2003 el
porcentaje en cuanto al género de las víctimas directas era 99% hombres y sólo 1% mujeres. 6 Esta
muestra de casos del 2000 al 2009, concentra violaciones a derechos humanos tales como: vida,
integridad personal, libertad personal y debido proceso. En la práctica se hace referencia a
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, atentados y amenazas a víctimas y testigos,
en los cuales se evidencia la participación de presuntos funcionarios de seguridad del Estado. Se
analizan quiénes son las víctimas, perfil de las y los denunciantes, circunstancias relacionadas con
los hechos, modus operandi y, en especial, se aborda la situación procesal de los casos, en las que
se explora el cumplimiento de las garantías judiciales que dispone nuestro ordenamiento jurídico
nacional y los principales estándares internacionales dispuestos sobre la materia. Para la
investigación se diseñó un instrumento base, el cual contenía las categorías de análisis, en el que
se registraron datos relacionados con: identificación de las víctimas directas, las y los
denunciantes, datos relacionados con los hechos y detalles del proceso penal asociado a la
investigación iniciada por el Ministerio Público, estado procesal a la fecha de cerrado el estudio. Se
analizó cada caso con el apoyo de los documentos que las víctimas denunciantes han facilitado a
COFAVIC. Buena parte de la información presentada en esta publicación, se recopiló durante
visitas directas que se realizaron a los lugares en que ocurrieron los hechos. El estudio comprende
el análisis de 81 casos, distribuidos de la siguiente manera: Anzoátegui (16), Aragua (6), Dto.
Capital (20), Carabobo (01) Falcón (09), Guárico (04), Lara (05), Miranda (11), Monagas (01),
Portuguesa (03), Táchira (01), Vargas (02), Yaracuy (1), Zulia (01). Cabe resaltar que en esta
publicación de COFAVIC no se agota la lista de casos de ejecuciones extrajudiciales y
desapariciones forzadas ocurridas en Venezuela, pero lo documentado sí puede contribuir a
focalizar situaciones emblemáticas de impunidad que no deberían repetirse. Ese es el llamado a la
sociedad y a las autoridades, no es posible que frente a este grave fenómeno sigamos siendo
indiferentes. Liliana Ortega Mendoza En Venezuela ha habido un aumento sustantivo de la
violencia con una grave incidencia en la seguridad ciudadana. Esto se puede demostrar de manera
consistente con las cifras que se han mostrado al respecto. El Comité de Víctimas contra la
Impunidad del Estado Lara (COVICIL) ha reseñado que en 23 años la tasa de homicidios pasó de un
7,95 % en 1976 a 19,43 % en 1998 lo que ocasionó que para finales del siglo pasado la violencia
social en Venezuela se convirtiera en un problema de salud pública, al superar la tasa de
homicidios el 12%, nivel según el cual un país o región enfrenta un grave problema de violencia. A
partir de 1999 esta tendencia experimentó un salto, los homicidios pasan de 4.550 en 1976 a
16.047 en el 2009 y la tasa aumenta vertiginosamente de un 19,43% a un 56,54%.2 Cabe resaltar
que según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, en Venezuela se registraron “19.133
asesinatos” en 2009, lo que ubica la tasa de homicidios del país en “75 por cada 100.000
habitantes”. Este estudio oficial supera en más de 3000 casos a las cifras presentadas por las ONGs
y estos datos también, revelan la gravedad y el impacto de este tema en la sociedad venezolana
Consecuencias Penales
Los derechos humanos desde el punto de vista del derecho penal llevan una aparejada y
estrecha relación, ambas ramas del derecho tienen una similitud, en primer término en cuanto a su
protección, y el segundo de ellos, al ejercicio punitivo que corresponde al Estado como aparato de
poder; sin embargo, la vulneración de los derechos humanos por parte del Estado es a través de
los servidores públicos y de las instituciones.
En consecuencia, a partir de qué se habla de ponderación y/o protección a los derechos, es
aplicable para todas y cada una de las ramas jurídicas, tanto como a la convivencia y contexto
social, ya que no requiere someterse a indistintos procedimientos jurídicos de diversas naturalezas,
tanto en los tribunales, así como ante autoridades administrativas o del trabajo, que emitan
resoluciones, debido a esto es necesario mencionar que el Estado, a efecto de prevenir conductas
que no vayan acorde a la sociedad o que en términos jurídicos, son contrarios a derecho por
encontrarse reguladas en la norma, por ello, se proponen políticas públicas sobre las mismas,
desde mi perspectiva estas se encuentran rebasadas por el contexto social y como consecuencia
existe una deficiente prevención de conductas antisociales.
Civil