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“hipopresivos”: Análisis y
reflexiones para profesionales del
ejercicio.
23 Febrero, 2015
Guillermo Peña
Julián Aguilera
Manuel Martín
Victor Segarra
Introducción
Nuestra institución ha intentado, desde su creación, no solo reunir a los más prestigiosos
profesionales del ejercicio físico a nivel nacional e internacional (enlace a directiva), sino
además mantener una línea coherente y rigurosa, alejada de intereses y discusiones. Pero
también ha sido uno de nuestro principales objetivos acercar el rigor de la ciencia a los
profesionales del ejercicio sirviendo de puente y acceso a la información más actual.
Es por ello que abordaremos en esta ocasión esta temática tan de actualidad, dado que es
una de las cuestiones que más reclama atención por parte de alumnos y profesionales del
ejercicio y que se relaciona con la irrupción del Método Hipopresivo® y su aplicación a los
programas de ejercicio físico y salud.
Nos resulta particularmente sorprendente toda esta atención suscitada, por parte incluso
de algunos profesionales del ámbito sanitario como médicos, fisioterapeutas o por parte de
los propios Licenciados/Graduados en Ciencias de la Actividad Física, al punto que se
deba invertir tanto tiempo en aclarar ciertas confusiones o lagunas en lugar de invertir
dicho tiempo en revisar las importantes investigaciones que se realizan en el ámbito de la
estabilidad raquídea, por ejemplo.
En la actualidad las técnicas hipopresivas se postulan como casi una “panacea” no solo
para la incontinencia urinaria y disfunciones del suelo pélvico, sino parece que también
para (Rial y Pinsach, 2013):
-Fortalecimiento abdominal.
-Mejora de la postura.
Ciertamente estamos ante una propuesta que parece brindar una cantidad de beneficios
tremendamente potentes y de relevancia para la salud, y que nos hace plantear si existe
algún tipo de intervención mediante ejercicio que posea tantas “bondades” juntas. A su
vez, también nos exige poner atención y reclamar de los profesionales del ejercicio un
análisis de algunas de estas afirmaciones mediante las adecuadas evidencias científicas.
Algunos de los creadores y difusores del método hipopresivo han expuesto su opinión
respecto del supuesto riesgo que pudiera conllevar la práctica de otras técnicas de
“entrenamiento abdominal” diferentes de su propuesta. Esta estrategia comercial para
contraponerse frente a cualquier práctica de entrenamiento diferente a su postulado debe
estar rigurosamente apoyada en datos objetivos científicos.
Lo expuesto en el presente documento no intenta más que ser fiel reflejo de la realidad y
dejamos constancia que creemos necesario que los representantes de dicho método
puedan, con el tiempo y esfuerzo en el ámbito de la investigación, proporcionar bases más
sólidas y rigurosas en torno a dicho método y su mayor o menor utilidad en alguno de los
objetivos propuestos. Esperaremos que ello sea así y nos congratularemos enormemente
de algo que resulta beneficio para todo el sector de las ciencias de la actividad física y el
deporte.
Antes de empezar este blog y pese a que ya realizamos esta labor en algunas ocasiones
anteriores para otras publicaciones, se realizó una búsqueda en las bases de datos
PubMed, Scopus, SportDiscus, ScienceDirect y Google Académico, utilizando los términos
(en inglés y castellano) "hipopresivo" y su combinación con "ejercicio", "suelo pélvico",
"estabilidad", "abdominal", "salud" y "rendimiento", sin encontrar más de seis referencias a
artículos donde tan siquiera la mitad habían sido publicados en revistas indexadas en el
JCR, pese a que si se encontraron una gran cantidad de documentos procedentes de
fuentes secundarias y generales de información (documentos de opinión, artículos
divulgativos, libros).
Para empezar por alguna y quizás por ser la de menor calado, lo haremos por aquella que
nos toca más de cerca. Es sorprendente que se encuentre expresado, de forma literal del
libro “El método hipopresivo” (Rial y Pinsach, 2013):
“…con lo cual, se podría concluir coincidiendo con Moral et al. (2011) que la gimnasia
hipopresiva puede ser una técnica a contemplar en la reeducación de los músculos del
suelo pélvico” (p. 75).
“ Reducir el perímetro abdominal: Logrando una faja abdominal eficaz y tonificada que
proporciona una funcional estabilización lumbo-pélvica”. (p. 63)
Entendemos inicialmente que se está definiendo un objetivo, lo que podría suponer que la
realización de un adecuado programa de entrenamiento mediante estas técnicas implican
el logro de los mismos algo que, cuanto menos es cuestionable.
Por otro lado no parecen existir a nuestro conocimiento estudios, como ha sido
anteriormente expuesto, que puedan sostener tal afirmación en el sentido de establecer
estar relaciones (tampoco se aportan en el texto original) puesto que en ningún caso se ha
conseguido mostrar tal mejora a nivel experimental, como tampoco parece acertada la
afirmación desde un punto de vista de planteamiento de una teoría o hipótesis, dado que el
logro de “una faja abdominal eficaz y tonificada”, no garantiza una óptima ni funcional
estabilización (Hibbs., Thompson, French, Wrigley & Spears, 2008; Vera-Garcia, Brown,
Gray & McGill, 2006)
A este respecto se pueden encontrar algunas referencias en torno a esta “reducción del
perímetro abdominal”, como la reiterada mención al estudio de Esparza (2007) donde se
refleja una reducción del perímetro de la cintura del 6% (p=0,003), dicho artículo es
referenciado en otra serie de publicaciones (Rial y Villanueva, 2011) pero sin que
aparezcan los datos de dicha variable (reducción del perímetro de cintura).
Por otro lado hemos tenido algunas dificultades para acceder a este trabajo original,
debido a que es una presentación o comunicación en un congreso. Sería importante poder
revisar todo este trabajo debido a que, de encontrarse una reducción del perímetro de
cintura podría atribuirse a distintas causas y relacionarse con un inadecuado control de
algunas de las variables del mismo, que en cualquier caso supondría no atribuir esta
teórica reducción a respuestas fisiológica alguna.
Por todo ello el valor relativo de dichas referencias debe ser tenido en consideración a la
hora de establecer determinados dogmas y debemos permanecer atentos a otras
referencias o estudios que se hayan realizado o vayan a realizar en dicho sentido.
Aunque habría que poner muy bien en contexto cada una de estas afirmaciones, se hace
necesario de nuevo reflexionar en torno a lo alarmista de ciertas afirmaciones.
Pero aún reclama más atención el hecho de que el estímulo haya sido controlado y
definido como “ejercicios abdominales clásicos durante 45 minutos”. Encontramos una
clara deficiencia en cuanto a dicha variable y su definición y control. Al menos no quedó
reflejada en el estudio y resulta fundamental para poder establecer adecuadamente los
efectos en función del mismo.
De esta manera y sin entrar a cuestionar más cuestiones, seguimos observando como las
referencias aportadas tanto en valor científico como en contenido, al menos nos conduce a
la necesidad un cierta contención y prudencia frente a afirmaciones rotundas en este
sentido.
“El protocolo que diseñamos para este grupo de tratamiento constó de ejercicios de ritmo
lento, respiración libre y mantenimiento de posturas basados en el cierre del arco costal”
(p.17).
Sin embargo esto mismo si ha sido realizado en algunas publicaciones de los creadores y
desarrolladores del método (Rial y Pinsach, 2013) con otros estudios como los de Stüpp et
al. (2011) a los cuales se les ha criticado la no utilización de las técnicas correctas.
En cualquier caso dejamos para la reflexión dicho hecho relacionado con que el estudio de
Galindo y Espinosa (2009) si se encontraran diferencias significativas y en el resto de
publicaciones no fuese así, como el reseñar dicho hecho haciendo mención a una crítica
hacia dichos trabajos por los “errores e incorrectas interpretaciones” de los mismos para
justificar tales falta de resultados (Rial y Pinsach, 2013).
También los hipopresivos se postulan como un método útil y adecuado para la mejora de
la estabilidad raquídea, la prevención o tratamiento de las alteraciones del raquis y
la mejora postural.
Así se hace referencia en Rial y Pinsach (2013) a una “hipótesis complementaria del
método hipopresivo sobre la reequilibración tónica de los grandes grupos musculares
esqueléticos” a un estudio de Caufriez (1999) donde se analizó los efectos de los
hipopresivos sobre la estática global de la columna y la fuerza isométrica de los extensores
del tronco mediante el test de Biering-Sorensen, mostrando evidencias significativas de
mejora en el grupo experimental para el test de flexión de columna y en el test de Biering-
Sorensen.
A este respecto sería interesante constatar de nuevo las dificultades para acceder a este
trabajo. En el libro mencionado la referencia aportada no aparece en la bibliografía. De
igual manera se encuentra que por un lado no se puede inferir una mejora de la fuerza de
los extensores del tronco medidas mediante esa prueba puesto que su mejora indica un
mejor rendimiento en la misma, dependiente de la resistencia de dicha musculatura
además de otra como la de los extensores de la cadera y que se verá afectada de manera
importante por otras variables como la antropometría.
-La estabilidad no se debería inferir a partir de este tipo de evaluaciones, como tampoco se
puede limitar la capacidad estabilizadora a una mayor o menor actividad de dicha
musculatura, siendo además la misma dependiente del contexto, sin mencionar que en
algún momento de la presentación se cuestionó la incorrecta colocación de los electrodos
en dicho estudio.
-Igualmente se expone en el trabajo que tal maniobra como las técnicas hipopresivas son
utilizadas para activar la musculatura abdominal profunda (transverso y oblicuo interno),
cuando podemos leer literalmente en Rial y Pinsach (2013):
“Un ejercicio hipopresivo provoca una contracción refleja de la faja abdominal y del suelo
pélvico. No se logrará una contracción refleja si se inicia con una contracción voluntaria del
transverso como describe textualmente (Selene et al.,2009)”
Es, cuanto menos algo confuso, el encontrar este tipo de contradicciones, que se repiten
en otros documentos y de nuevo, no es posible encontrar la referencia en el apartado de
bibliografía para poder profundizar en ella.
También desde el método hipopresivo (Rial y Pinsach, 2013) se indica una relación
entre incontinencia urinaria de esfuerzo y ejercicio físico, estableciendo una
causalidad en base a un aumento de la presión abdominal. Como bien exponen Cabanas y
Chapinal (2014) se debe considerar que una correlación no implica causalidad y que
deberán contemplarse otras variables a este respecto, lo cual implicaría ser algo más
cauteloso y especialmente menos alarmista con respecto a ciertas afirmaciones en este
sentido.
De igual manera, cabría también cuestionar el hecho de utilizar una maniobra teóricamente
“hipopresiva” como forma de mejora ante una situación ineludible como es el hecho de la
existencia de cambios en la presión intra-abdominal durante cualquier actividad diaria lo
cual, dicho sea de paso no resta potencial valor a esta técnica, pero si plantea las enormes
limitaciones respecto a algunos de los beneficios que parecen atribuírsele.
“La relajación tónica del diafragma (Hodges, Heijnen y Gandevia, 2001) consigue la
disminución de la presión torácica y abdominal (Caufriez, Fernández, Guignel, Heimann,
2007)”
Tras revisar la referencia expuesta en primer lugar (los trabajos de Hodges son brillantes
en toda esta temática) nos cuesta encontrar un nexo adecuado para su utilización en este
contexto. El estudio mencionado planteaba como hipótesis el valorar si la activación
postural del diafragma cambia cuando aumenta la demanda respiratoria con hipercapnia y
la perturbación postural producida por el movimiento de las extremidades sigue siendo el
mismo, así como determinar si el transverso abdominal (TVA) respondió de la misma
manera a la hipercapnia, y si existe un efecto sobre la presión intra-abdominal. En
cualquier caso la detallada lectura de la investigación no posee ni en sus orígenes, ni en
su desarrollo aspectos que puedan sostener una afirmación relacionada con un teórico
efecto fisiológico relacionado con una situación de apnea espiradora sostenida sobre
determinadas pautas posturales como es el caso de estas técnicas y contextualizadas en
relación a determinados objetivos como los indicados.
De esta forma y según Caufriez et al. (2010) los ejercicios hipopresivos, debido al
mantenimiento de la apnea espiratoria duante los ejercicios, parecen estimular los centros
espiratorios del tronco cerebral (centro neumotáxico y centro respiratorio bulbar ventral) e
inhibir los inspiratorios (centro apnéustico y centro respiratorio bulbar dorsal) y provocando
un estado cercano a la hipercapnia y la hipoxia. Dicho estado parece, según los autores y
desarrolladores del método, que estimularía el centro neumotáxico, así como el centro
bulbar ventral inhibiendo la contracción del diafragma y facilitando la relajación postura y
activación de la musculatura de la pared abdominal y suelo pélvico.
Como también acertadamente analizan Cabanas y Chapinal (2014) es posible que este
tipo de estímulos provoquen dicha situación de hipoxia e hipercapnia, pero esto lo que
provocaría sería una activación de los centros inspiratorios para restaurar la respiración
normal y por tanto un aumento del trabajo respiratorio del diafragma.
De igual manera, sin ningún interés en la polémica pero como forma de profundizar en una
reflexión final, dejamos constancia de una llamativa situación que no debe pasar
desapercibida para el profesional del ejercicio. Por un lado, de la controversia y discusión
con el presidente de la Federación Española de Medicina del Deporte y su comunicado
oficial, con la oportuna respuesta por parte de los creadores y desarrolladores del método,
y por otro que entre estos últimos haya surgido un enfrentamiento donde se llega a
exponer, por parte del “creador” del método, algo tan llamativo como:
“Lamentablemente, desde hace unos meses, personas del mundo del fitness han visto en
el método hipopresivo una manera de hacer negocio y lo presentan a través de un
marketing agresivo, anunciando beneficios que no existen. Es más, según he podido saber
a través de imágenes de internet y de comentarios realizados por los propios alumnos,
utilizan de manera incorrecta algunos de los ejercicios del método, sin tener en cuenta sus
esenciales detalles, y los dirigen a un público que no tiene la formación adecuada para
recibirlos, lo cual puede incluso llegar a ser perjudicial para quien lo practica.
Desgraciadamente, todo ello provoca un desprestigio del método hipopresivo y demuestra
una absoluta falta de respeto hacia su creador, así como hacia las investigaciones
médicas realizadas durante décadas” (extraido de web oficial –pinchar enlace -).
A la luz de todas estas y algunas otras afirmaciones, sería necesario analizar si la posición
y situación de estas técnicas entre los profesionales del ejercicio físico y la salud es el
adecuado, planteándose la necesidad de que se procure un mayor análisis de las
afirmaciones y planteamientos que son secundados no solo por profesionales, sino por
entidades que representan a los mismo, al tiempo que queda esperar a que la labor
investigadora en torno a dicho método hipopresivo siga su curso y pueda arrojar mayor
claridad y concreción respecto a las mismas, lo que insistimos será recogido con enorme
interés y positividad.
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