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Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
FORMAS
DE
INVESTIGACIÓN
EN
CIENCIAS
SOCIALES.
ANTROPOLOGÍA
SOCIAL
Y
SOCIOLOGÍA.
María
Eugenia
Chávez
Arellano
Universidad
Autónoma
Chapingo,
México.
Introducción.
La
palabra
metodología
significa
estudio,
análisis,
experimentación
e
interpretación
de
los
diversos
métodos
empleados
en
la
investigación
de
la
ciencia
en
general
y
de
las
diferentes
disciplinas
en
particular.
Esto
significa
que
no
existe
un
único
método
de
investigación,
sino
diversos
métodos
en
tanto
que
las
teorías
y
los
objetivos
de
la
investigación
son
diversos,
especialmente
si
se
hace
referencia
a
las
ciencias
sociales.
La
palabra
metodología,
entonces,
en
sentido
estricto,
significa
el
estudio
de
los
diversos
métodos
de
investigación.
A
la
metodología
le
interesa
conocer
los
procedimientos
específicos
que
se
siguen
en
el
trabajo
de
indagación,
el
papel
de
la
teoría
o
de
los
conceptos
que
permiten
explicar
o
interpretar
la
información
obtenida
mediante
los
instrumentos
requeridos
en
la
indagación
de
campo,
entre
otras
cosas.
No
obstante,
la
connotación
de
la
palabra
metodología,
actualmente
y
como
resultado
de
su
traducción
directa
del
inglés
–methodology-‐
sugiere
un
camino,
una
serie
de
pasos,
un
procedimiento
o
estrategia
previamente
elaborada
y
diseñada
con
todo
detalle
para
la
consecución
de
una
meta
específica
en
la
empresa
investigativa,
es
decir,
se
entiende
como
sinónimo
del
método.
La
metodología,
desde
esta
perspectiva,
es
organizar
los
diferentes
momentos
del
trabajo
de
investigación,
permitiendo
al
investigador
la
conformación
de
un
objeto
de
estudio,
a
través
del
diseño
del
qué,
cómo,
dónde
y
por
qué
indagará
sobre
un
asunto
de
su
interés.
La
sociología
y
la
antropología
han
caminado
un
largo
trecho
de
consolidación
más
o
menos
exitosa
en
el
ámbito
académico,
de
tal
manera
que
sus
aportaciones
a
la
comprensión
de
los
acontecimientos
sociales
y
culturales
son
relevantes.
Sin
embargo,
el
concepto
de
ciencias
sociales
es
ampliamente
incluyente
y,
por
tanto
a
veces
impreciso,
lo
cual
lleva
consigo
un
amplio
abanico
de
metodologías
e
intereses.
A
partir
de
mi
experiencia
particular
de
investigación,
la
cual
ha
ido
de
las
formas
más
convencionales
y
cuantitativas
de
la
sociología,
a
las
experiencias
de
cercanía
y
convivencia
con
la
gente
que
impone
la
antropología
y,
a
veces
un
poco
entre
ambas,
puedo
dar
cuenta
de
algunas
convergencias
y
divergencias
entre
las
dos
disciplinas.
Estos
encuentros-‐desencuentros
se
dan
desde
de
la
concepción
metodológica
como
a
partir
de
una
forma
específica
de
concebir
el
trabajo
de
investigación
con
objetos
que
son
absolutamente
familiares
a
las
y
los
investigadores,
ya
que
formamos
parte
de
ellos:
los
seres
humanos.
El
trabajo
de
investigación
que
se
realiza
con
personas
exige
en
todo
momento
una
vigilancia
epistemológica
(Bachelard,
1979),
ya
que
el
investigador
social
se
enfrenta
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
invariablemente
con
seres
humanos
que,
al
formar
parte
de
grupos
o
comunidades,
objetivan
en
sus
prácticas
cotidianas
formas
de
pensar,
sentir
y
actuar
que
al
experimentarse
como
cuestiones
naturalmente
establecidas,
son
permanentemente
sometidas
a
valoraciones
jerárquicas,
socialmente
impuestas
por
los
sistemas
de
construcción
social
que
legitiman
lo
instituido
históricamente.
En
este
sentido,
el
investigador,
que
también
forma
parte
de
grupos
o
comunidades,
tiene
una
historia
social
que
lo
hace
similar
a
aquéllos
a
quienes
pretende
estudiar
y
analizar.
Debido
a
la
cercanía
del
investigador
con
los
sujetos
que
forman
parte
de
su
universo
de
estudio
y
de
su
objeto
de
análisis,
puede
suceder
que
el
propósito
de
interpretación
y
comprensión
de
las
diversas
problemáticas
que
se
le
presentan
al
investigador
se
vea
obstaculizado
al
vaciar
en
su
análisis
sus
propias
valoraciones
o
tratar
de
hacerlo
desde
las
propias
valoraciones
de
los
sujetos
de
estudio.
Esto
no
significa
que
las
opiniones
de
los
sujetos
de
estudio
o
las
opiniones
del
investigador
no
sean
adecuadas
o
importantes.
Significa
que,
en
todo
caso,
estamos
ante
un
momento
inicial
de
un
proceso,
el
cual
es
indispensable,
pero
que
no
da
cuenta
más
que
de
una
parte
de
lo
que
debe
conformar
su
investigación.
Las
opiniones
de
sentido
común
expresadas
por
la
gente
que
está
involucrada
en
sucesos
o
acontecimientos
importantes
son
una
parte
fundamental
de
lo
que
el
investigador
debe
recoger
en
su
proceso,
pero
justamente
la
vigilancia
que
éste
le
exige
consiste
en
estar
alerta
a
todas
las
fases
del
proceso
de
investigación
que
consisten
en
tomar
en
cuenta
diversas
fuentes
de
información,
todo
lo
cual,
junto
con
una
metodología
adecuada
le
permita
ir
más
allá
de
lo
expresado
por
el
sentido
común.
En
tanto
que
el
investigador
social
tiene
entre
sus
principales
propósitos
el
conocimiento,
la
explicación,
la
interpretación
y
la
comprensión
de
los
aconteceres
sociales
y
humanos,
con
apoyo
de
teorías
y
metodologías
adecuadas,
es
fundamental
que
en
su
tarea,
se
haga
un
uso
crítico
no
sólo
de
los
conceptos
y
teorías
de
mediano
y
amplio
alcance,
sino
de
la
metodología
de
investigación
existente.
De
acuerdo
con
lo
señalado
en
los
primeros
párrafos
de
este
documento,
no
es
el
objetivo
polemizar
sobre
las
connotaciones
mas
o
menos
pertinentes
del
concepto
metodología
así
que,
por
razones
prácticas,
asumo
la
acepción
inicialmente
señalada,
toda
vez
que
la
intención
fundamental
es
hacer
algunas
acotaciones
sobre
las
posibilidades
y
formas
de
investigación
en
dos
áreas
de
las
ciencias
sociales
sobre
las
que
he
trabajado
los
últimos
años:
la
sociología
y
la
antropología.
1.
Desencuentros.
La
demarcación
de
cada
disciplina
ha
sido
sin
duda
harto
azarosa
y
cada
investigador
o
estudioso
adscrito
a
su
campo
sabe,
defiende
y
sigue
las
pautas
que
le
parecen
relevantes
en
su
desempeño
académico,
de
acuerdo
con
la
orientación
teórica
que
le
parece
más
adecuada.
De
manera
muy
particular,
tanto
sociología
como
la
antropología
han
caminado
de
manera
paralela,
sin
embargo,
las
pocas
posibilidades
de
convergencia
son
más
ficticias
que
reales,
pues
las
distancias
entre
las
disciplinas
son
resultado
más
de
una
preocupación
de
los
especialistas
por
delimitar
y
conservar
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
la
propiedad
sobre
ciertos
temas
y
áreas
de
conocimiento
muy
concretas,
que
de
las
diferencias
naturales
de
las
disciplinas.
Es
un
hecho
que
la
realidad
actual
en
su
complejidad,
exige
formas
de
investigación
que
no
aíslen
factores
cuyas
categorías
sociales,
económicas,
políticas
o
culturales
manejando
una
variable
de
manera
privilegiada.
En
un
trabajo
anterior
(Chávez,
2000)
he
escrito
sobre
las
convergencias
teóricas
y
epistemológicas
de
cada
disciplina,
pero
considero
pertinente
señalar
de
manera
esquemáticas
algunos
puntos
que
puedan
ilustrar
algunas
diferencias.
DIVERGENCIAS
SOCIOLOGÍA
ANTROPOLOGÍA
Tipo
de
sociedad
Avanzadas
Primitivas
de
interés
Industriales
precapitalistas
modernas
premodernas
Dimensión
de
sus
Nacionales,
mundiales,
Locales,
micro
estudios
macro
Alcances
predictivos
Particulares
explicativos
Técnicas
Predominantemente
Predominantemente
cuantitativas
cualitativas
Foco
de
interés
resultados
Procesos
Esta
especie
de
relación
binaria
que
muestra
una
polarización
extrema
de
las
formas
de
hacer
en
cada
disciplina,
ha
predominado
en
la
lucha
por
los
espacios
académicos
y
por
los
objetos
de
estudio
que
los
antropólogos
sociales
y
los
sociólogos
han
empleado
en
la
definición
y
reivindicación
de
su
propia
ciencia.
Incluso,
la
definición
de
la
disciplina
en
torno
a
un
objeto
particular,
se
hace
prioritaria
para
darle
a
cada
una
un
sentido
propio
que
la
identifique.
De
manera
muy
general,
puede
decirse
que
esto
sería
el
caso
de
reconocer
a
la
cultura
como
el
objeto
central
de
la
antropología
y
a
la
sociedad
como
el
de
la
sociología.
La
antropología
social,
a
partir
de
diversos
enfoques
y
distintos
momentos
ha
ponderado
el
conocimiento
de
la
cultura,
más
allá
de
su
polisemia:
desde
aquella
idea
que
la
identifica
con
el
grado
de
educación
formal,
la
posesión
de
un
capital
cultural
(dominante)
respecto
de
las
artes
y
recreación
del
espíritu,
hasta
la
definición
descriptiva
de
la
cultura
como
una
serie
de
rasgos
conexos
o
inconexos
que
permite
identificar
a
un
grupo
humano
además
de
sus
normas,
tradiciones,
valores,
rituales,
o
quizá
la
cultura
entendida
como
aquella
generada
en
un
proceso
social
de
producción
simbólica
y
de
sentido.
Por
su
parte,
la
sociología
ha
centrado
sus
esfuerzos
a
la
explicación
de
cómo
las
sociedades
modernas
funcionan,
para
lo
cual
ha
definido
a
la
sociedad
como
su
objeto
a
partir
de
las
estructuras,
las
instituciones
y
la
forma
en
que
éstas
dan
lugar
a
la
cohesión
y
el
funcionamiento
de
los
grupos.
Aquí
es
pertinente
señalar
que
el
marxismo
ha
jugado
un
papel
central
en
las
ciencias
sociales
en
general.
Al
ser
una
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
teoría
de
análisis
social
en
la
cual,
por
primera
vez
se
asume
abiertamente
una
crítica
a
la
neutralidad
científica
del
discurso
social
y
a
la
necesidad
de
incorporar
una
visión
histórica
del
desarrollo
de
las
sociedades,
desenmascarando
las
formas
de
explotación
del
capitalismo
y
de
la
ideología,
se
convierte
en
un
discurso
político
que
se
difunde
y
trasciende
a
favor
de
los
movimientos
socialistas
europeos
de
fines
del
siglo
XIX.
En
América
Latina,
el
marxismo
se
convirtió
en
un
enfoque
de
cierta
manera
hegemónico
para
las
ciencias
sociales
en
general
y,
por
supuesto,
para
la
sociología
y
para
la
antropología
en
particular
especialmente
en
la
década
de
los
70.
Es
posible,
como
lo
señala
Gouldner
(1979),
identificar
al
marxismo
como
una
sociología,
en
tanto
ha
permitido
dar
explicaciones
y
alternativas
a
diversos
problemas
tales
como
los
movimientos
sociales
obreros,
populares,
campesinos,
así
como
abordar
cuestiones
relacionadas
con
el
estado,
el
desarrollo
o
la
dependencia
económica
de
los
países,
entre
otros.
No
obstante,
háblese
de
la
sociología
académica
o
del
marxismo,
su
orientación
central
no
difiere
esencialmente
con
la
orientación
sociológica
de
pretensiones
científicas:
le
interesan
las
estructuras
e
instituciones
de
las
sociedades
industriales
y
la
dimensión
macro
de
su
perspectiva.
Este
ejercicio
de
la
sociología
en
México,
a
pesar
de
que
permitió
análisis
críticos
sobre
los
temas
que
se
mencionaron
en
el
párrafo
anterior,
dio
lugar
a
que
los
estudios
en
esta
disciplina
se
realizarán
por
lo
general
a
manera
de
análisis
y
ensayos
puramente
documentales
resultando
en
disertaciones
sobre
los
grandes
acontecimientos
sociales
sin
referentes
empíricos
concretos
sobre
los
cuales
confrontar
los
planteamientos
teóricos
del
marxismo
o
de
cualquier
otra
tradición
teórica
importante
en
el
área.
En
este
sentido
y
como
otra
divergencia
con
la
antropología,
la
sociología
produjo
poca
investigación
que
diera
cuenta
de
realidades
específicas
en
espacios
y
tiempos
determinados.
2.
Encuentros.
Cultura
y
sociedad,
sin
embargo,
son
conceptos
que
en
diversos
momentos,
en
variados
trabajos
y
a
partir
de
diversas
interpretaciones,
han
formado
parte
del
corpus
de
la
sociología
y
de
la
antropología.
Por
esta
razón,
podemos
descubrir
más
puntos
de
convergencia
de
que
separación
entre
estas
disciplinas,
pues
no
es
sólo
el
objeto
de
investigación
lo
que
puede
hacer
reconocer
en
un
estudio
su
orientación
disciplinaria.
También
la
forma
en
que
se
construye,
se
aborda,
se
asume
o
se
expone
permite
esa
identificación.
Una
misma
cuestión
puede
ser
de
interés
para
la
antropología
o
la
sociología
y
llegar
a
plantearse
de
manera
distinta
e
incluso
dar
explicaciones
e
interpretaciones
divergentes
o,
por
el
contrario,
llegar
a
conclusiones
similares.
La
actual
efervescencia
de
temas
comunes
que
han
abordado
tanto
la
sociología
como
la
antropología:
las
prácticas
sociales,
las
representaciones
sociales,
la
identidad,
los
movimientos
sociales,
es
una
muestra
de
las
varias
convergencias
posibles
entre
disciplinas.
Sin
embargo,
la
antropología,
más
que
la
sociología
se
ha
caracterizado
por
su
interés
en
incorporar
aspectos
diversos
en
la
descripción-‐interpretación
de
las
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
culturas,
precisamente
como
resultado
del
polisémico
concepto
de
cultura
que,
por
lo
demás,
abarca
distintas
actividades
que
realizan
los
seres
humanos.
También
puede
decirse
que
en
la
antropología
se
ha
dado
una
especie
de
transferencia
de
conceptos,
entre
otros
de
la
sociología,
que
le
han
permitido
tener
visiones
e
interpretaciones
amplias
de
situaciones
concretas;
si
bien
es
posible
sostener
que
lo
que
le
da
sentido
a
la
antropología
frente
a
otras
disciplinas
está
en
su
trabajo
de
campo.
El
trabajo
de
campo
en
la
antropología
implica
–aun
desde
distintas
fundamentaciones
teóricas-‐
un
conocimiento
profundo,
a
través
del
contacto
estrecho
y
prolongado
del
investigador
hacia
su
objeto
de
interés
científico.
Ese
trabajo
de
campo
centrado
en
la
identificación
de
los
imponderables
de
la
vida
real
(Malinowski,
1975),
sigue
siendo
el
fundamento
de
la
tarea
antropológica.
La
sociología
por
su
parte
y
como
resultado
de
los
intereses
de
investigación
emergentes
de
la
disciplina
se
ha
acercado
cada
vez
más
a
las
formas
cualitativas
de
abordar
sus
objetos
de
investigación
y,
más
allá
de
la
forma
que
adquiera
el
trabajo
de
campo
o
la
manera
de
recopilar
información,
la
interpretación
de
la
realidad
percibida
ha
de
estar
siempre
mediada
por
la
tradición
académica
a
la
cual
el
investigador
se
halle
adscrito,
la
haga
o
no
explícita.
Su
concepto
de
sociedad,
comunidad,
acción
social
o
de
la
realidad
misma
va
a
cristalizarse
en
las
inclusiones
y
exclusiones
de
lo
que
considere
pertinente,
en
lo
que
resulte
para
él
significativo
y
en
la
forma
en
que
ha
de
exponerlas.
La
reconsideración
actual
sobre
el
quehacer
de
las
ciencias
sociales,
tanto
a
nivel
de
la
investigación
como
a
nivel
teórico
ha
llevado
a
reconocer
la
necesidad
de
una
sociología
que
dirija
la
atención
hacia
aquéllos
que
habían
estado
ausentes
de
su
práctica
específica,
como
sería
el
caso
de
la
sociología
de
la
cultura,
la
recuperación
del
interaccionismo
simbólico
o
el
interés
por
la
vida
cotidiana.
De
la
misma
manera,
la
relación
entre
las
amplias
explicaciones
causales
del
determinismo
social
y
el
papel
de
los
sujetos
en
las
prácticas
concretas
de
la
interacción
ha
sido
la
ocupación
central
de
sociólogos
y
antropólogos
contemporáneos
como
Ibáñez,
Mafessoli,
Giddens
o
Bourdieu.
Por
su
parte,
la
antropología
intenta
un
acercamiento
a
la
sociología
cuando
por
ejemplo,
a
la
manera
de
Hannerz
(1992),
propone
realizar
estudios
sobre
la
cultura
para
hallar
en
su
dimensión
social
y
la
estructura,
las
fuentes
de
la
diversidad
y
sus
consecuencias.
A
partir
de
mi
experiencia
concreta
de
investigación,
estoy
convencida
de
que
la
separación
entre
las
diferentes
disciplinas
que
componen
el
espectro
de
las
ciencias
sociales
es
más
bien
ficticia,
aunque,
como
ya
lo
señalé
arriba,
algunas
de
estas
disciplinas
más
que
otras,
se
han
ocupado
de
la
Cultura
y
han
hecho
de
ella
su
objeto
permanente
de
estudio.
Tal
es
el
caso
de
la
Antropología
Social,
que
a
partir
de
distintos
enfoques
y
en
distintos
momentos,
ha
ponderado
el
conocimiento
de
la
cultura
como
creación
humana.
3.
De
los
buenos
deseos.
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
Más
allá
de
la
compatibilidad
o
incompatibilidad
de
los
paradigmas
para
el
estudio
de
la
cultura
y
la
sociedad,
es
necesario
señalar
que
las
formas
de
pensamiento,
las
ideas
y
las
acciones
humanas,
por
su
naturaleza,
son
difíciles
de
cuantificar,
medir
y
predecir,
de
acuerdo
con
el
modelo
de
ciencia
positiva.
Por
otro
lado,
en
muchos
casos,
los
trabajos
sobre
cultura
se
mantienen
en
un
nivel
descriptivo,
antropológicamente
necesario,
pero
insuficiente
para
la
comprensión
del
sentido
de
la
cultura.
En
este
sentido,
me
parece
importante
permanecer
en
el
intento
de
interpretar
lo
visto,
lo
escuchado,
como
una
forma
de
"desentrañar"
lo
que
ello
significa
tanto
para
los
actores
de
la
cultura
en
cuestión,
como
para
los
antropólogos
mismos,
de
tal
suerte
que
pueda
llegarse
a
la
comprensión
de
los
aconteceres
humanos
en
un
espacio
y
un
tiempo
determinados.
Cuando
se
elige
una
comunidad
o
un
grupo
de
pobladores
para
tratar
de
entender
por
qué
sus
miembros
son
y
piensan
de
determinada
manera
y
no
de
otra,
lleva
implícita
la
idea
de
que
nos
hemos
de
acercar
a
algo
diferente
a
nosotros,
diferente
a
lo
que
somos,
a
lo
que
conocemos
y
a
lo
que
entendemos.
De
no
ser
así,
la
banalidad
de
querer
entender
lo
obvio
impediría
siquiera
suponer
que
fuese
interesante.
En
algunos
casos
es
el
exotismo,
en
otros
el
atraso,
pero
en
todos,
lo
otro
se
presenta
atractivo
y
promete
"descubrimientos"
que
trascenderán
lo
ya
establecido
y,
de
esta
manera,
una
de
las
primeras
cosas
que
se
asume
al
intentar
elaborar
un
estudio
que
pretende
conocer
e
interpretar
aspectos
de
la
realidad
de
un
grupo
social
o
comunidad,
es
enfrentar
"in
situ"
los
acontecimientos
cotidianos
de
los
involucrados.
Me
resulta
difícil,
en
este
momento,
adscribirme
de
manera
excluyente
a
una
u
otra
disciplina
(sociología
o
antropología),
sin
embargo,
de
acuerdo
con
la
tradición
interpretativa
de
las
disciplinas
humanas,
me
interesa
rescatar
como
posible
objeto
de
trabajo
todo
aquello
que
va
en
busca
de
la
comprensión
del
sentido
de
las
relaciones
y
acciones
humanas
en
sus
diversos
contextos
socio-‐culturales,
como
una
opción
en
la
construcción
de
objetos
de
trabajo
que
se
hallan
más
cercanos
a
las
ideas,
sentimientos
y
experiencias
que
las
personas
manifiestan
en
sus
prácticas
cotidianas.
El
predominio
en
la
atención
a
las
causas
y
efectos
de
los
movimientos
colectivos
como
formas
de
entender
la
realidad
social,
ha
llevado
a
la
subordinación
de
las
acciones
individuales
por
las
acciones
colectivas
y
a
su
vez,
al
desconocimiento
de
las
formas
en
que
los
seres
humanos
entran
en
relación
unos
con
otros.
No
se
trata
de
atender
los
comportamientos
y
motivaciones
últimas
individuales
para
extrapolar
sentimientos
y
acciones
colectivas.
Se
trata
más
bien
de
comprender
de
qué
manera
por
ejemplo,
en
el
estudio
del
medio
rural,
los
cambios
culturales,
el
contacto
con
la
sociedad
urbana,
la
escuela,
los
cambios
en
la
producción,
la
cultura
de
masas
y
otros
elementos
propios
de
los
procesos
de
modernización
se
manifiestan
en
las
situaciones
comunes
de
la
vida
diaria
y
cómo,
a
partir
de
ella,
se
presenta
la
complejidad
de
la
vida
social.
Se
trata
de
rescatar
lo
particular
para
entender
porqué
el
aspecto
de
objetivación
de
vida
social
en
prácticas
concretas
puede
ser
manejado
por
los
sujetos
en
condiciones
específicas
de
su
vida
diaria.
Es
necesario,
como
apunta
Melucci
(1999),
interesarse
también
por
la
dimensión
personal
de
la
vida
social,
en
tanto
que
la
gente
no
sólo
está
determinada
por
lo
estructural,
sino
que
adapta
y
adopta
las
condiciones
que
el
mundo
le
presenta
para
dirigir
su
propia
vida.
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
México es un país de profundos contrastes culturales, étnicos y de clase y, a la vez inmerso
en la modernidad como una forma de vida deseable y posible, es un ejemplo de la alta
complejidad existente de las sociedades participantes de lo que Wallerstein (1979) llama
sistema mundo. Por eso, la mexicana, se vuelve una realidad altamente compleja no sólo
por ser un país reconocidamente occidental y modernizado, sino por la existencia de un
gran número de culturas que cohabitan en el mismo territorio. Lo urbano y lo rural, lo
mestizo y lo indígena son ejemplos de dualidades que caracterizan parcialmente la
heterogeneidad de nuestro país, ya que los contrastes de desarrollo económico también
están presentes al interior de los paisajes urbano o rural.
La antigua polémica acerca de dos grandes paradigmas de las ciencias sociales y humanas
(galileano y aristotélico) que Mardones y Urzúa (1992) califican de incesante, ha devenido
una serie de reflexiones epistemológicas que invitan a asumir posiciones menos lineales en
la explicación de lo humano y lo social, si bien, como señala Gellner (1997) también han
dado lugar a descripciones someras y poco rigurosas. En todo caso, de acuerdo con Kosik
(1976:25-37), he asumido que la apariencia fenoménica y la esencia de las cosas no
necesariamente coinciden del todo y por tanto, se trata de destruir el mundo de la
“pseudoconcreción” para poder develar la esencia de las cosas a través de la
descomposición del todo. Y, entonces, como discurso que promete una forma novedosa de
interpretación de la realidad, lo anterior se antoja más una serie de buenos deseos del cómo
hacer, que una propuesta viable, cristalizable en prácticas de investigación reales.
Sin embargo, es un hecho que los aconteceres sociales exigen formas de análisis que
propongan no únicamente describir, sancionar o justificar la forma en que los distintos
grupos humanos se relacionan, sino que permitan el reconocimiento del sentido de las
acciones sociales en sus dimensiones tanto subjetivas como colectivas para poder
desentrañar y comprender su complejidad. Evidentemente, esta posibilidad supone no sólo
un dominio o uso de estrategias de recopilación de datos y de información diversa, sino una
empatía con formas de construcción de conocimientos que se arriesgue a “… afrontar lo
entramado (el juego infinito de inter-retroacciones), la solidaridad de los fenómenos entre
sí, la bruma, la incertidumbre, la contradicción” (Morin, 1996:36).
Esta
última
cuestión
sobre
la
perspectiva
epistemológica
que
sostiene
las
formas
de
hacer
investigación
resulta
pertinente
en
razón
de
la
simplificación
que
se
ha
hecho
de
lo
correspondiente
a
las
cuestiones
técnicas
como
modelos
o
paradigmas
excluyentes
o,
en
el
mejor
de
los
casos,
como
necesariamente
complementarios:
lo
cualitativo
y
lo
cuantitativo.
Particularmente
me
parece
mucho
más
importante
y
decisiva
la
manera
en
que
se
concibe
la
realidad
y
la
forma
en
que
se
pretende
acceder
a
su
conocimiento.
Concebir
a
la
realidad
en
general
y
específicamente
a
la
realidad
social
y
cultural,
que
es
la
que
nos
ocupa
ahora,
como
algo
cambiante,
impredecible
y
en
absoluto
movimiento,
supone
de
alguna
manera
un
reacomodo
–por
llamarle
de
alguna
manera-‐
de
las
estructuras
mentales
que
se
han
formado
bajo
los
esquemas
de
la
necesaria
búsqueda
de
explicaciones
certeras
y
predecibles
de
la
vida
social
de
las
culturas,
las
cuales
finalmente
dan
cuenta
de
una
parte,
la
parte
simplificada
de
una
realidad
–social
o
natural-‐
que
ha
tenido
que
ser
extraída
de
la
complejidad
inmanente
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
para
su
aprehensión
racional.
A
veces,
la
intención
de
discernir
entre
las
contradicciones
entre
el
método
hipotético
deductivo
y
las
propuestas
no
causalísticas
de
lo
social
o
cultural
no
es
suficiente.
4. De la práctica específica de la investigación.
La
conformación
del
objeto
y
el
proceso
general
de
la
investigación
tiene
variados
y
a
veces
muy
distintos
derroteros
que
posibilitan
su
rumbo.
Por
un
lado,
la
formación
teórica,
como
condición
esencial
que
posibilita
la
construcción
de
los
objetos
de
conocimiento,
permite
dar
forma
y
delimitar
los
problemas
de
investigación
en
el
marco
de
un
referente
empírico
concreto
que
da
lugar
a
un
interés
real
por
la
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
aventura
de
la
investigación.
Cuando
alguien
concibe
la
idea
de
realizar
un
trabajo
de
investigación,
por
lo
regular
no
se
debe
a
una
ocurrencia
espontánea
o
a
una
iluminación
repentina
que
genere
la
necesidad
de
un
conocimiento
particular,
sólo
porque
sí.
Las
experiencias
mediatas
o
inmediatas
del
entorno
suelen
llamar
la
atención
de
las
personas
de
tal
manera
que,
dependiendo
de
los
intereses
personales
y
profesionales
de
cada
quien,
uno
puede
percatarse
de
la
necesidad
de
explicar
y
resolver
situaciones,
es
decir,
el
investigador
construye
su
objeto
de
interés
a
través
de
un
proceso
empírico
e
intelectual,
que
le
debe
llevar
a
una
delimitación
precisa
de
su
objeto,
construcción
que,
por
otro
lado,
no
se
aprende
sino
a
través
de
una
práctica
investigativa
que
exige
constancia
y
dedicación,
pero
sobre
todo,
que
estará
tamizado,
lo
sepa
o
no,
lo
haga
explícito
o
no,
por
la
teoría
que
orientará
su
trabajo
en
todas
las
etapas.
La
relevancia
de
la
teoría
como
una
lupa
a
través
de
la
cual
se
percibe
una
realidad
particular
es
mayor
de
lo
que
suele
creerse.
El
hecho
de
que
en
circunstancias
similares,
como
las
condiciones
materiales
o
laborales
para
el
ejercicio
de
la
investigación,
los
estudiosos
tengan
diversos
intereses
no
es
sólo
resultado
de
una
gran
diversidad
de
necesidades
sino
también
de
una
diversidad
de
perspectivas
teóricas
con
las
que
se
aborda
la
realidad.
Un
mismo
evento
o
acontecimiento
puede
ser
analizado
de
maneras
incluso
opuestas.
4.2
El
investigador
y
la
alteridad.
La
cuestión
de
la
alteridad
como
condición
inherente
al
proceso
de
conocimiento
de
los
otros
merece
un
comentario
aparte.
Una
situación
particular
pero
pocas
veces
reflexionada
por
el
investigador
de
lo
social
y
lo
cultural
está
en
el
hecho
de
que
uno
forma
parte
del
mundo
al
cual
aspira
conocer.
Como
ya
se
señaló,
el
riesgo
de
la
valoración
moral
de
los
hechos
puede
ser
un
obstáculo
epistemológico
insalvable.
Desde
la
tradición
interpretativa,
entendida
como
la
búsqueda
del
sentido
de
las
acciones
humanas,
la
emisión
de
juicios
de
valor
en
la
comprensión
de
lo
social
adquiere
sentido
en
tanto
que
obnubila
la
razón
e
impide
un
acercamiento
real
al
conocimiento
de
las
acciones
humanas
y
sociales
en
condiciones
históricas
específicas.
En
este
caso,
no
debe
confundirse
a
la
intención
de
no
hacer
juicios
de
valor
sobre
una
realidad
determinada
con
la
objetividad
positivista
que
da
por
hecho
la
existencia
per
se
de
lo
social
como
objetos
cognoscibles
esperando
ser
descubiertos
a
través
de
la
pura
observación.
No;
se
trata
de
reconocer
las
especificidades
de
las
prácticas
sociales
construidas
y
vividas
por
sujetos
históricos
con
personalidades
propias
y
en
contextos
culturales
que
les
dan
sentido
a
sus
acciones.
Por
otro
lado,
¿cómo
resolver
el
problema
de
la
alteridad
cuando
se
investiga
en
medios
demasiado
cercanos
al
investigador:
su
comunidad,
su
institución
escolar,
su
pueblo
o
su
ciudad?
¿Es
posible
abrir
un
paréntesis
para
separar
la
parcela
de
realidad
que
nos
interesa?
Difícilmente
los
científicos
sociales
hacen
trabajos
de
investigación
sobre
situaciones
tan
cercanas
como
su
vida
familiar,
su
vida
laboral
u
otras
cuestiones
que
de
manera
directa
le
afectan.
Escogemos
lugares
y
situaciones
que
nos
son
poco
familiares
o
están
espacial
y
simbólicamente
lejanas
a
nuestras
formas
de
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
ser
y
pensar.
O
al
menos
eso
suponemos.
Sin
embargo,
cuando
se
realiza
un
trabajo
de
investigación
con
personas
y
que
exige
un
conocimiento
estrecho
de
éstas,
de
sus
relaciones,
formas
de
pensar,
estilos
de
vida
o
formas
de
organización,
se
puede
llegar
a
establecer
una
relación
tan
estrechamente
personal
con
la
gente,
que
se
pierda
de
vista
el
propósito
central
del
investigador:
la
producción
de
un
conocimiento.
Un
investigador
con
cierta
experiencia
es
capaz
de
sostener
una
relación
estrecha
con
sus
informantes
y
a
la
vez
estar
alerta
de
todos
aquellos
eventos
circunstanciales
que
suelen
surgir
en
el
proceso
y
son
relevantes
para
sus
propósitos.
En
general
casi
todo
lo
que
se
presenta
es
relevante,
hay
que
registrarlo,
no
debe
restarse
a
importancia
a
lo
que
parece
obvio
o
simple,
hay
que
permanecer
en
constante
vigilancia
para
poder
recuperar
lo
que
pudiera
llegar
a
ser
irrecuperable
si
se
pierde
de
vista
la
intención
científica.
4.3
De
la
investigación
como
aventura
intelectual.
Referirse
a
la
aventura
para
hablar
de
empresas
tan
serias
y
trascendentes
como
la
investigación
científica
implica
riesgos.
El
principal
de
ellos
es
que
se
derive
una
falta
de
seriedad
y
rigor.
No
obstante,
aventura
implica
una
actitud
abierta
a
lo
desconocido,
de
búsqueda
permanente
y
de
atrevimiento.
La
investigación
en
mucho
es
eso,
es
una
actividad
que
no
por
rigurosa
es
menos
osada.
Pero
es
igualmente
compromiso
con
una
actividad
cuyo
proceso
y
resultados
necesariamente
repercutirán
en
la
vida
de
quienes
fueron
investigados
y
del
investigador
mismo.
El
propósito
de
la
interpretación
–
comprensión
de
lo
social
como
forma
de
hacer
investigación
no
es
sólo
con
la
intención
de
lograr
una
ciencia
social
“en
sí”,
que
se
regodee
en
los
resultados
obtenidos
por
una
actividad
individual
de
alto
vuelo.
Los
resultados
de
investigación,
de
la
aventura
vivida,
si
fueron
alcanzados
a
partir
de
una
verdadera
intención
comprensiva,
como
aquella
posibilidad
–entre
muchas
otras-‐
de
hablar
real
y
metafóricamente
el
mismo
idioma
con
los
sujetos
de
la
investigación,
supone
entonces
apostar
por
una
ciencia
social
no
sólo
“para
sí”
sino
“para
nosotros”;
una
sociología
o
una
antropología
que
no
únicamente
de
a
conocer
los
resultados
de
un
trabajo
investigativo
a
quienes
les
compete
más
directamente,
sino
hacerles
partícipes
de
las
interpretaciones
e
intenciones
del
investigador
con
la
idea
de
validar
en
los
hechos
las
percepciones
y
nos
análisis
del
investigador.
Regresar
el
trabajo
de
investigación
impreso
puede
no
ser
suficiente,
si
el
proceso
de
interpretación
se
hizo
a
espaldas
–por
así
decirlo-‐
de
quienes
fueron
los
protagonistas
del
suceso.
4.4
La
metodología
como
estrategia
de
organización.
En
esta
parte,
retomo
la
idea
inicial
de
la
metodología
como
la
estrategia
a
seguir
en
la
organización
del
proceso
y
de
la
recolección
de
datos
e
información
importante
e
imprescindible,
así
como
la
organización
e
interpretación
de
la
misma
en
el
que
hacer
científico.
Este
rubro,
actualmente
está
regido
por
la
tradición
estadounidense
que
ha
clasificado
las
diversas
técnicas
en
paradigmas
de
investigación,
en
razón
de
la
forma
en
que
se
recopila
la
información:
de
manera
cuantitativa
o
de
manera
cualitativa.
No
me
interesa
en
este
caso
hacer
una
reseña
del
significado
de
ambos
paradigmas,
para
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
lo
cual
hay
suficiente
bibliografía
disponible
(Creswell,
1997;
Taylor
y
Bogdan,
1987;
Festinger
y
Katz,
2000;
Cook
y
Reichardt,
1986).
Sin
embargo,
sí
es
importante
la
manera
excluyente
en
que
cada
una
de
estas
perspectivas
ha
regido
los
procesos
de
investigación
social,
en
relación
con
la
posibilidad
de
alcances
y
confiabilidad
que
cada
modalidad
presenta.
De
acuerdo
con
lo
señalado
anteriormente
sobre
las
divergencias
entre
la
sociología
y
la
antropología,
por
el
tipo
de
poblaciones,
dimensión
y
alcances
que
cada
disciplina
contempla
en
la
conformación
de
sus
objetos
de
investigación,
la
predominancia
de
técnicas
cuantitativas
para
la
primera
y
cualitativas
para
la
segunda
ha
sido
característica.
El
diseño
de
una
investigación
necesariamente
lleva
implícita
una
intención
que
determina
no
sólo
la
elección
de
técnicas,
sino
la
forma
en
que
éstas
deben
elaborarse,
aplicarse,
codificarse
e
interpretarse.
Esto
significa
que
la
predilección
de
un
paradigma
sobre
otro,
así
como
la
incorporación
de
ambos
en
un
mismo
proceso
responderá
a
los
intereses
y
objetivos
de
la
investigación.
Quizá
una
de
las
polémicas
más
antiguas
-‐pero
no
menos
vigentes-‐
en
el
campo,
está
dada
en
torno
a
la
legitimidad
científica
de
estas
disciplinas,
pero
no
sólo
en
confrontación
con
las
ciencias
duras
o
naturales,
sino
al
interior
del
mismo.
Más
allá
de
los
matices
en
la
discusión
sobre
el
estatus
de
cientificidad
de
las
disciplinas
sociales,
puede
aseverarse
que
prevalece
la
polarización
entre
quienes
consideran
fundamental
el
seguimiento
de
criterios
metodológicos
rígidamente
instrumentados,
como
la
forma
más
viable
de
garantizar
la
seriedad
y
la
credibilidad
de
los
hallazgos
científicos
y,
entre
aquéllos
que
consideran
que
la
particularidad
metodológica
en
estas
áreas
exigen
formas
propias
que,
sin
ser
menos
rigurosas,
permitan
incorporar
los
diversos
aspectos
de
la
especificidad
de
lo
humano
y
lo
social,
a
partir
de
formas
alternas
de
acceso
al
conocimiento
en
cuestión.
La
primera
tendencia
sostiene
su
práctica
científica
en
modelos
matemáticos
que
permiten
el
control
en
la
precisión
y
la
proposición
de
leyes
o
al
menos
tendencias
o
proyecciones
con
base
en
mediciones
altamente
fiables.
La
segunda
tendencia,
ocupada
de
la
obtención
de
información
de
más
difícil
manejo
y
no
de
datos,
en
el
sentido
contable
del
término,
han
incorporado
a
su
práctica
instrumentos
más
flexibles
de
acopio
de
información
diversa,
como
sería
el
caso
de
los
registros
de
observación
o
las
entrevistas
abiertas.
No
obstante,
la
rigidez
o
flexibilidad
de
los
instrumentos
y
su
manejo
no
garantizan
en
sí
mismos
la
calidad
de
la
investigación
o
su
orientación
teórica
y
conceptual.
Hay
una
idea
más
o
menos
generalizada,
casi
de
sentido
común,
que
supone
una
relación
directa
entre
el
tipo
de
instrumentos
utilizados
con
la
orientación
epistemológica
subyacente
al
proceso
investigativo,
es
decir,
si
se
hace
uso
de
técnicas
cuantitativas
responde
a
una
concepción
positivista
del
conocimiento
y
si
se
acude
al
uso
de
técnicas
cualitativas,
se
toma
distancia
de
él.
Esto
es
en
realidad
una
imprecisión,
pues
la
elección
por
la
diversificación
en
las
técnicas
de
investigación
es
muestra
innegable
del
reconocimiento
de
una
necesidad
por
acceder
a
situaciones
a
las
cuales
no
puede
llegarse
sólo
por
medio
de
la
medición
controlada,
como
es
el
caso
de
la
investigación
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
de
las
sociedades
y
culturas,
pero
también
es
cierto
que
la
pura
inclinación
hacia
lo
cualitativo
no
es
garantía
de
una
posición
comprensiva
o
crítica
de
los
aconteceres
sociales
objetos
de
estudio.
Es
un
hecho
que
la
validez
de
los
resultados
obtenidos
a
través
de
cualquier
instrumento
depende
más
de
las
intenciones
del
investigador
y
las
circunstancias
bajo
las
cuales
se
haya
aplicado,
que
del
instrumento
en
sí
mismo.
Lo
importante
del
diseño
metodológico
de
la
investigación
social,
está
en
que
para
lograr
romper
un
poco
las
barreras
de
lo
inmediato
y
superficial,
hay
que
partir
del
hecho
de
que
la
realidad
a
estudiar
es
un
observable
que
se
construye
como
resultado
de
un
concepto
no
acartonado
ni
estático
de
los
eventos
o
acontecimientos,
en
donde
la
observación
no
es
únicamente
la
acción
pasiva
de
descubrimiento
de
lo
pre-‐
existente,
sino
que
es
una
actividad
que
conforma,
junto
con
una
serie
de
habilidades
adquiridas
y
elementos
teóricos,
un
dispositivo
amplio
de
análisis.
En
este
sentido
la
exclusión
o
reconciliación
de
los
paradigmas
cualitativo
y
cuantitativo
y
las
técnicas
que
les
son
inherentes
resulta
una
discusión
que
pierde
sentido
pues
la
disyuntiva
es
falsa.
Si
bien
los
orígenes
de
las
tradiciones
aludidas
aquí
tienen
procedencias
disímiles,
es
cierto
también
que
cada
vez
resulta
más
insuficiente
ceñirse
a
una
exclusiva
posición
teórica,
metodológica
o
técnica
para
dar
cuenta
seria
y
rigurosa
de
las
diversas
temáticas
sociales
que
requieren
y
están
siendo
estudiadas.
Actualmente
la
reconsideración
sobre
el
que
hacer
de
las
ciencias
sociales
ha
llevado
a
que
la
sociología
y
la
antropología
reconozcan
no
sólo
desde
lo
teórico,
sino
desde
su
hacer,
posibilidades
nuevas
de
acción.
En
este
sentido,
establecer
relación
–a
través
de
la
práctica
concreta
de
la
investigación-‐
entre
disciplinas
que
han
sido
tradicionalmente
abordadas
con
diferentes
métodos
y
desde
distintos
ángulos,
se
hace
cada
vez
más
relevante
ante
la
necesidad
de
superar
los
límites
artificiosos
de
las
barreras
disciplinarias.
5.
Cierre.
No
obstante
la
elección
que
se
haga
de
un
tema,
tópico
o
problema
de
investigación,
debe
quedar
clara
que
ésta
no
es
una
elección
azarosa,
se
trata
siempre,
lo
sepa
o
no
el
investigador,
de
un
proceso
de
construcción
teórica
y
empírica
que
se
realiza
en
razón
de
una
formación
profesional
específica.
La
investigación
no
es
una
actividad
que
se
realiza
sólo
a
partir
de
una
serie
de
buenos
deseos
o
como
producto
de
cursos
obligados
sobre
la
metodología
de
investigación.
Es
una
práctica
lograda
por
medio
de
una
formación
ex
profeso
que,
a
manera
de
una
socialización
secundaria,
supone
la
incorporación
de
estrategias,
habilidades,
capacidades
desarrolladas
y
optimizadas
en
un
proceso
vivencial
del
saber
hacer,
a
la
luz
de
la
conducción
de
quien
conoce
la
actividad
y
por
tanto
es
capaz
de
integrar
a
su
alrededor
a
un
conjunto
de
personas
que
aprenden
haciendo,
es
decir,
que
aprenden
a
investigar
investigando.
El
ejercicio
específico
de
investigación
pasa
por
diversas
etapas
–desde
la
temprana
de
formación-‐
a
lo
largo
de
las
cuales,
la
práctica
se
consolida
y
se
genera
un
Chávez
Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
Sociales.
Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
en
las
Ciencias
Sociales,
México,
Plaza
y
Valdés
Editores,
pp.
143-‐160
compromiso
pasional
y
una
identidad
por
la
actividad
que
llega
a
supeditar
otras
acciones,
como
la
docencia,
la
cual,
cuando
se
ejerce,
gira
en
torno
a
los
temas
y
problemas
de
investigación
del
académico.
La
especificidad
de
la
investigación
sociológica
y
antropológica
no
escapa
a
la
necesaria
distinción,
al
igual
que
en
otras
áreas
de
conocimiento,
entre
lo
que
es
una
investigación
básica
y
una
aplicada.
No
obstante,
justamente
como
resultado
del
proceso
de
construcción
de
observables,
es
importante
señalar
que
reconozco
como
investigación
a
todo
aquel
trabajo
que
se
realiza
en
torno
a
un
referente
empírico
concreto
que
permite
confrontar,
además
de
realidades
entre
sí,
a
las
teorías
con
los
procesos
sociales
de
cambio
y
continuidad
de
las
sociedades
y
culturas,
con
la
consecuente
y
necesaria
problematización
permanente
del
campo
de
las
ciencias
sociales.
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Arellano,
María
Eugenia
(2013)
“Formas
de
investigación
en
Ciencias
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Antropología
y
Sociología”
en
Llanos
Hernández,
L.
Metodología
y
enfoques
interdisciplinarios
en
de
investigación
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las
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