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BIBLIOGRAFÍA
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El sistema fonológico latino se componía de un nivel vocálico y otro consonántico,
atendiendo a la capacidad del primero para funcionar como centro de sílaba y a la
incapacidad del segundo. En latín clásico podían aparecer como centro de sílaba los
siguientes fonemas: ā, ē, ī, ō, ū (vocales largas), ă, ĕ, ĭ, ŏ, ŭ (breves), ae, oe, au, eu y ei
(diptongos).
El sistema clásico vocálico latino era un sistema triangular de cinco vocales (a, e, i, o,
u) que se oponían entre sí en función de su grado de abertura y localización además de
por su cantidad vocálica, la cual podía ser larga (dos moras de duración) o breve (sólo
una), dando lugar a una oposición difonemática en las vocales. Atendiendo a su
localización, es decir, a la posición de la lengua respecto al paladar, tenemos vocales
palatales o anteriores (e, i), velares o posteriores (o, u) y la central (a). En función del
grado de abertura podemos encontrarnos con vocales cerradas (i, u), intermedias (e, o) y
la abierta (a). A pesar de las distinciones vocálicas descritas, compartían rasgos
comunes: las vocales largas son más estables que las breves, las sílabas átonas son más
débiles que las tónicas y la posición inicial es más estable frente a la media o final.
Diptongo -au: inalterable, aunque algunos dialectos latinos > -o (plostrum <
plaustrum), fenómeno que se difundió entre las clases bajas (S. II – I a.C.) y a veces
apareció en la literatura (Clodius < Claudius). Ultracultismo: Flaurus en vez de Flōros.
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1.1.1. Vocales en sílaba inicial: generalmente son muy resistentes, por lo
que los pocos cambios se producen en sílabas breves y suelen ser debidos a la influencia
asimilatoria de los sonidos con los que está en contacto o al acento histórico (Bassols).
Tendencia a -ĕ + nasal gutural > -ĭ como en quinque <* quenque cf. gr. pente
(excepciones: tempus) y + nasal + labial (simplex <* semplex).
Las vocales breves en sílaba abierta generalmente se cierran en -ĭ (ago < abigo) pero
también asumen -e/-u dependiendo de los sonidos contiguos (-r o -ų) como en
cinis/cineris, domui <* domaui o famulus, cf. osco famel.
Los diptongos -ei, -eu/-ou tuvieron el mismo tto. y cronología que en sílaba inicial (i,
u).
Algunos piensan que el diptongo -oi > -u y otros en -i como en la sílaba final.
Los diptongos -ai y -au tienen una evolución diferente, pues el primero monoptonga en
-i y el segundo en -u (excuso <* excauso).
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1.1.3. Vocales y diptongos en sílaba final: vocales en la posición más
débil, especialmente en época imperial, ya que a veces no llegaban ni a pronunciarse.
En esta posición las vocales tienden a caer, pero esta tendencia se frena porque las
vocales finales son necesarias para identificar la función sintáctica de la palabra. Si no
experimenta apócope, la -e y la -a finales persisten (quinque); en cambio, la -i cambia a
-e en casos como el de mare.
La -a pasó a -e como en aurifex (<* fac -s), en contacto con -r persiste (Caesar).
Diptongos
Los diptongos breves en -i (ai, ei, oi) > -i, pasando el primero y el último por -ei y
continuando luego con una evolución análoga a la del diptongo -ei en sílaba inicial.
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1.2. Cambios cuantitativos (cantidad)
1.2.1. Alargamiento
Una silbante ante consonante sonora (l, m, n) sonoriza y cae, alargando por
compensación a la vocal precedente como en dīnosco <* dĭsnosco.
Una n en contacto con una s/f es casi imperceptible en la pronunciación, por lo que
por compensación se alarga la vocal anterior, como en cō(n)sul.
Una vocal breve en contacto con el grupo -nct- se alargaba también por
compensación ya que la gutural dejó de pronunciarse, como en la palabra sānctus.
1.2.2. Abreviación
Vocalis ante vocalem corripitur: toda vocal se abrevia salvo si va seguida de otra
vocal ya que el hiato es más resistente y conserva su cantidad (flĕo, flēmis/diēi). En
los poetas arcaicos es + frecuente que las vocales -i, -u mantengan la cantidad
tradicional (fūit). Verbo fīo (influencia fīs, fīt…) y genitivos pronominales en -īus
hasta Lucilio.
Se abrevia toda vocal larga seguida de nasal tautosilábica y oclusiva o líquida (l, r) y
consonante. Abreviación limitada al habla vulgar y suele producirse en las formas
verbales de la 1º y 2ª conjugación, vocal +-nt y -nd (amāre/ amănt/ amăndus).
Las palabras polisilábicas abrevian la vocal final salvo si +-s/ tónica (velĭm/velīs).
Palabras monosilábicas + resistentes, abreviaban los monosílabos en -m/-t (rĕm,
rēs).
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Los diptongos largos se abrevian + consonantes (găudium < gāudium).
2. Consonantes y semiconsonantes
En cuanto a las cuerdas vocales, si están separadas y el aire pasa sin generar
vibraciones, hablaremos de consonantes sordas; en cambio, si el aire necesita abrir las
cuerdas vocales dando lugar a vibraciones, nos encontraremos con consonantes sonoras.
Con respecto al punto de articulación, son bilabiales (p, b, m), labiodentales (f),
linguodentales (t, d, n, s), velares (c, g, h) o labiovelares (qu, gu).
Existían también en este sistema consonántico las semiconsonantes (-i, -u), vocales que
se abreviaban con el fin de pronunciarse más cerradas para perder su carácter vocálico y
poder acompañar a otra vocal y formar un diptongo.
Los fonemas sonantes son sonidos de gran abertura, llegando a sonar prácticamente
igual que las vocales. En indoeuropeo estos fonemas sonantes (l, m, n, r, w y y) podían
realizarse fuera del centro silábico o ser el propio núcleo silábico, vocalizando de
diferentes formas. Estas sonantes son muy estables en su función consonántica, pero
cuando son de naturaleza vocálica pueden vocalizar completate o crear por delante o
detrás una vocal de apoyo cuyo timbre varía, aunque generalmente era -a.
Sobre su existencia comenzó a hablarse en 1876, pero no fue hasta unos años más
tarde cuando Osthoff, entre otros, postuló la existencia en i.e. de las sonantes nasales y
años más tardes las líquidas.
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RESUMEN
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