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ÍNDICE

1. Las vocales y los diptongos


1.1. Cambios cualitativos (timbre)
1.1.1. Vocales y diptongos en sílaba inicial
1.1.2. Vocales y diptongos en sílaba interior
1.1.3. Vocales y diptongos en sílaba final
1.2. Cambios cuantitativos (cantidad)
1.2.1. Alargamiento
1.2.2. Abreviación
2. Consonantes y semiconsonantes
3. Sonantes: concepto y evolución

BIBLIOGRAFÍA

1. Las vocales y los diptongos

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El sistema fonológico latino se componía de un nivel vocálico y otro consonántico,
atendiendo a la capacidad del primero para funcionar como centro de sílaba y a la
incapacidad del segundo. En latín clásico podían aparecer como centro de sílaba los
siguientes fonemas: ā, ē, ī, ō, ū (vocales largas), ă, ĕ, ĭ, ŏ, ŭ (breves), ae, oe, au, eu y ei
(diptongos).

El sistema clásico vocálico latino era un sistema triangular de cinco vocales (a, e, i, o,
u) que se oponían entre sí en función de su grado de abertura y localización además de
por su cantidad vocálica, la cual podía ser larga (dos moras de duración) o breve (sólo
una), dando lugar a una oposición difonemática en las vocales. Atendiendo a su
localización, es decir, a la posición de la lengua respecto al paladar, tenemos vocales
palatales o anteriores (e, i), velares o posteriores (o, u) y la central (a). En función del
grado de abertura podemos encontrarnos con vocales cerradas (i, u), intermedias (e, o) y
la abierta (a). A pesar de las distinciones vocálicas descritas, compartían rasgos
comunes: las vocales largas son más estables que las breves, las sílabas átonas son más
débiles que las tónicas y la posición inicial es más estable frente a la media o final.

En latín postclásico se da un cambio radical en este sistema vocálico, ya que las


diferencias de cantidad pasan a ser irrelevantes y comienzan a confundirse los fonemas
de abertura similar. Se produce así el paso de una oposición basada en diferencias de
timbre y cantidad (latín clásico) a uno en el que primarán las diferencias de timbre y
apertura (latín postclásico).

Los fonemas vocálicos mencionados podían dar lugar a combinaciones binarias


llamadas hiatos y diptongos. Los diptongos en indoeuropeo eran seis (ai, ei, oi, au, eu,
ou) y tendían a la monoptongación, por lo que en el período clásico latino sólo
encontramos a tres de ellos (ae, oe, au).

Diptongo -au: inalterable, aunque algunos dialectos latinos > -o (plostrum <
plaustrum), fenómeno que se difundió entre las clases bajas (S. II – I a.C.) y a veces
apareció en la literatura (Clodius < Claudius). Ultracultismo: Flaurus en vez de Flōros.

Diptongo -ai: se producen movimientos de acercamiento y asimilación recíproca > -ae.


Estos movimientos continúan y finalmente monoptonga > -e (S II). Vocal difícil porque
es larga y abierta.

1.1. Cambios cualitativos (timbre)

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1.1.1. Vocales en sílaba inicial: generalmente son muy resistentes, por lo
que los pocos cambios se producen en sílabas breves y suelen ser debidos a la influencia
asimilatoria de los sonidos con los que está en contacto o al acento histórico (Bassols).

 Paso de -ĕ > -ŏ cuando va precedida de -s/-q y ų (soror <* suesor), seguida de -l


velar (-l + a, o, u, ē) como en volo <* velo, cf. velim o de -u (novos <* neuos).

 Tendencia a -ĕ + nasal gutural > -ĭ como en quinque <* quenque cf. gr. pente
(excepciones: tempus) y + nasal + labial (simplex <* semplex).

 Paso de -ŏ + nasal gutural/labial o + l + consonante (uncus <* oncos, umerus <*


omesos, sulcus <* solcos).

 Paso de -ŏ primitiva precedida de -ų + r/s formando la misma sílaba o una -t en la


sílaba siguiente, se convierte en -ĕ (vester < voster, veto < voto).

 Apertura de -ĭ > -e y de -ŭ > -o ante -r (sero <* siso).

 La -a precedida de -į tendía a convertirse en -e (ieiunus < iaiunus). Usual latín


vulgar.

 La -u precedida de -l + labial a veces sustituida por -i/-y (lubet/libet;


lumpha/lympha).

1.1.2. Vocales y diptongos en sílaba interior : mucho menos resistentes


debido a la influencia del acento inicial o al esmero con que era pronunciada dicha
sílaba.

Las vocales breves en sílaba abierta generalmente se cierran en -ĭ (ago < abigo) pero
también asumen -e/-u dependiendo de los sonidos contiguos (-r o -ų) como en
cinis/cineris, domui <* domaui o famulus, cf. osco famel.

Las vocales breves en sílaba cerrada: -a inflexiona en -e (facio/confectus), en -i (+ n


tango/contingo) o en -u (seguida de -l velar, insulsus <*ensalsos) por influencia de las
consonantes contiguas. La -o inflexiona en -u (onustus <*onostos cf. onus).

Los diptongos -ei, -eu/-ou tuvieron el mismo tto. y cronología que en sílaba inicial (i,
u).

Algunos piensan que el diptongo -oi > -u y otros en -i como en la sílaba final.

Los diptongos -ai y -au tienen una evolución diferente, pues el primero monoptonga en
-i y el segundo en -u (excuso <* excauso).

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1.1.3. Vocales y diptongos en sílaba final: vocales en la posición más
débil, especialmente en época imperial, ya que a veces no llegaban ni a pronunciarse.

Vocales breves en sílaba abierta

En esta posición las vocales tienden a caer, pero esta tendencia se frena porque las
vocales finales son necesarias para identificar la función sintáctica de la palabra. Si no
experimenta apócope, la -e y la -a finales persisten (quinque); en cambio, la -i cambia a
-e en casos como el de mare.

Vocales breves en sílaba cerrada

 La -u y la -i persisten como podemos ver en palabras como exercitus o magis.

 La -a pasó a -e como en aurifex (<* fac -s), en contacto con -r persiste (Caesar).

 La -e generalmente persiste como en flumen, pero + -t o -s > -i (agit <* aget).

 La -o generalmente se oscurece en -u (filius < filios).

Diptongos

 Los diptongos breves en -i (ai, ei, oi) > -i, pasando el primero y el último por -ei y
continuando luego con una evolución análoga a la del diptongo -ei en sílaba inicial.

 El único diptongo breve en -u atestiguado a final de palabra es -ou, ya que -au no


aparece nunca en esta posición y -eu evolucionó por su parte a -ou, por lo que
siguieron una evolución análoga.

 En cuanto a diptongos largos, estos se resolvían bien mediante la abreviación del


primer elemento, pasando a ser diptongos breves y siguiendo la evolución de estos,
bien perdiendo el segundo elemento. El diptongo -āi tendía a abreviar el primer
elemento en contraposición a -ōi > -ō.

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1.2. Cambios cuantitativos (cantidad)

1.2.1. Alargamiento

 Una silbante ante consonante sonora (l, m, n) sonoriza y cae, alargando por
compensación a la vocal precedente como en dīnosco <* dĭsnosco.

 Una n en contacto con una s/f es casi imperceptible en la pronunciación, por lo que
por compensación se alarga la vocal anterior, como en cō(n)sul.

 Una vocal breve en contacto con el grupo -nct- se alargaba también por
compensación ya que la gutural dejó de pronunciarse, como en la palabra sānctus.

 Las raíces verbales que terminan en -g al formar el participio de perfecto y palabras


derivadas convertían en larga por naturaleza la vocal precedente a excepción de la -i:
āgo/āctum o rĕgo/rēctus/rēctor. Este fenómeno se explica debido a que la gutural, al
estar en contacto con una -t, pasa de sonora a sorda y transfiere la vibración a la
vocal.

1.2.2. Abreviación

 Vocalis ante vocalem corripitur: toda vocal se abrevia salvo si va seguida de otra
vocal ya que el hiato es más resistente y conserva su cantidad (flĕo, flēmis/diēi). En
los poetas arcaicos es + frecuente que las vocales -i, -u mantengan la cantidad
tradicional (fūit). Verbo fīo (influencia fīs, fīt…) y genitivos pronominales en -īus
hasta Lucilio.

 Se abrevia toda vocal larga seguida de nasal tautosilábica y oclusiva o líquida (l, r) y
consonante. Abreviación limitada al habla vulgar y suele producirse en las formas
verbales de la 1º y 2ª conjugación, vocal +-nt y -nd (amāre/ amănt/ amăndus).

 Abreviación yámbica: dos sílabas con estructura yámbica en interior o final de


palabra se abreviaba en latín arcaico + una sílaba acentuada (pŭdĭcítiam en lugar de
pŭdīcítiam). En época clásica pasó a emplearse en palabras bisilábicas acabadas en
-ō (hŏmŏ) y em imperial se extendió a palabras de estructura espondaica (vīrgŏ).

 El nominativo singular de la primera declinación y el plural de los neutros pasan a


tener -ă (vină, rosă), lo cual puede ser una consecuencia de la abreviación yámbica.

 Las palabras polisilábicas abrevian la vocal final salvo si +-s/ tónica (velĭm/velīs).
Palabras monosilábicas + resistentes, abreviaban los monosílabos en -m/-t (rĕm,
rēs).

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 Los diptongos largos se abrevian + consonantes (găudium < gāudium).

2. Consonantes y semiconsonantes

Respecto al sistema consonántico latino, este procede del indoeuropeo. Si


contrastamos este sistema consonántico con el latino, vemos cómo ha tenido lugar una
reducción de las oclusivas, el desarrollo de dos consonantes fricativas (f, h) y la no
conservación ni de las sonantes en su versión vocálica ni de las laringales.

El sistema consonántico latino estaba formado por quince fonemas: b, c, d, f, g, gu, h,


l, m, n, p, qu, r, s, t que se integraban en el mismo mediante oposiciones fonológicas. En
cuanto al modo de articulación, las consonantes eran oclusivas (la corriente de aire al
salir por la glotis encuentra el paso obstaculizado), continuas (el aire se comprime, pero
no es obstaculizado). Teniendo en cuenta la posición del velo del paladar, las
consonantes oclusivas se dividen en bucales (b, d, g, gu, p, t, c, qu) y nasales (m, n) y
las continuas en fricativas (f, s, h), vibrantes (r) o laterales (l).

En cuanto a las cuerdas vocales, si están separadas y el aire pasa sin generar
vibraciones, hablaremos de consonantes sordas; en cambio, si el aire necesita abrir las
cuerdas vocales dando lugar a vibraciones, nos encontraremos con consonantes sonoras.
Con respecto al punto de articulación, son bilabiales (p, b, m), labiodentales (f),
linguodentales (t, d, n, s), velares (c, g, h) o labiovelares (qu, gu).

Existían también en este sistema consonántico las semiconsonantes (-i, -u), vocales que
se abreviaban con el fin de pronunciarse más cerradas para perder su carácter vocálico y
poder acompañar a otra vocal y formar un diptongo.

La -i semiconsonántica recibe en latín un tratamiento diferente en función del lugar


que ocupe en la palabra (en posición inicial se conserva como observamos en įuvenis y
en intervocálica cae, tres < *treįes scr. trayah) y de la consonante que la proceda.
Cuando la -i iba precedida de -d o -g asimila estas consonantes dando lugar a una -i
geminada que se simplificaba en la escritura (peįor <* pedįos, maįor <* magįos); en
cambio, cuando la precedía cualquier otra consonante, vocalizaba (alĭus < alįos). Su
pronunciación variaba en función de su posición en la palabra y entorno.

La -ų semiconsonántica se correspondía con la digamma griega y recibió un


tratamiento similar al de la -į. Se conservaba en posición inicial (ųideo) y entre vocales
excepto si tenían el mismo timbre y la segunda era átona (latrina <* laųatrina, diųínus)
o si estaba seguida de -o/-u ya que los sonidos eran tan parecidos que los dos fonemas
se confundían en uno solo (oleum <* oleiųom). Si estaba precedida por consonante
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podía conservarse (precedida de -q, -s, -r), vocalizar (precedida de -t, mortŭos), asimilar
(precedida de -l, sollus <* solųos) o perderse (precedida de -p, -bh, -f, -b, operio <*
opųerio).

3. Sonantes: concepto y evolución

Los fonemas sonantes son sonidos de gran abertura, llegando a sonar prácticamente
igual que las vocales. En indoeuropeo estos fonemas sonantes (l, m, n, r, w y y) podían
realizarse fuera del centro silábico o ser el propio núcleo silábico, vocalizando de
diferentes formas. Estas sonantes son muy estables en su función consonántica, pero
cuando son de naturaleza vocálica pueden vocalizar completate o crear por delante o
detrás una vocal de apoyo cuyo timbre varía, aunque generalmente era -a.

Sobre su existencia comenzó a hablarse en 1876, pero no fue hasta unos años más
tarde cuando Osthoff, entre otros, postuló la existencia en i.e. de las sonantes nasales y
años más tardes las líquidas.

Las sonantes que pasaron al latín (l, m, n y r) evolucionaron de diferente manera:

 La vibrante -r se mantuvo sin dificultades.

 La grafía de la lateral -l representaba a la -l palatal (li, ll) y a la velar (restantes


casos).

 La nasal -m en general se mantenía, pero en posición final su pronunciación era tan


relajada que se limitaba a transferir un timbre nasal a la vocal precedente y se
omitía.

 La nasal -n en general se mantuvo, aunque cabe destacar la existencia de la nasal


velar, resultado de -n + oclusiva velar (ango).

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RESUMEN

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