0 Bewertungen0% fanden dieses Dokument nützlich (0 Abstimmungen)
110 Ansichten2 Seiten
Este documento discute las ventajas de implementar un sistema híbrido de regulación ambiental en el Perú que combine regulación directa e incentivos económicos. Actualmente, el sistema de regulación directa basado en infracciones y sanciones no es eficiente ni logra que las empresas internalicen los costos de la contaminación. Un sistema de incentivos económicos que incluya cargos por unidad de contaminación o permisos comerciables de contaminación podría motivar a las empresas a reducir la contaminación y sería más flexible. Un enfoque híbrido que una
Este documento discute las ventajas de implementar un sistema híbrido de regulación ambiental en el Perú que combine regulación directa e incentivos económicos. Actualmente, el sistema de regulación directa basado en infracciones y sanciones no es eficiente ni logra que las empresas internalicen los costos de la contaminación. Un sistema de incentivos económicos que incluya cargos por unidad de contaminación o permisos comerciables de contaminación podría motivar a las empresas a reducir la contaminación y sería más flexible. Un enfoque híbrido que una
Este documento discute las ventajas de implementar un sistema híbrido de regulación ambiental en el Perú que combine regulación directa e incentivos económicos. Actualmente, el sistema de regulación directa basado en infracciones y sanciones no es eficiente ni logra que las empresas internalicen los costos de la contaminación. Un sistema de incentivos económicos que incluya cargos por unidad de contaminación o permisos comerciables de contaminación podría motivar a las empresas a reducir la contaminación y sería más flexible. Un enfoque híbrido que una
: Las Oportunidades de los Incentivos Económicos para la Protección Ambiental en el Sector Minero” de Luzmila Zegarra García.
En la actualidad el planeta entero está atravesando una crisis ambiental de la
cual nadie se escapa y todos somos participes, no hablando solamente de las causas, sino también de las posibles remediaciones y soluciones a este problema. Solo con mencionar que en el 2007 sobrepasamos en un 50% los límites de explotación de recursos ofrecidos por nuestro planeta, nos hace pensar que no estamos llevando a cabo las acciones suficientes para remediar la crisis ambiental, es más, estamos acrecentándola día a día. Es sabido que el cuidado ambiental es tarea de todos, sin embargo, el estado es quien debe llevar a cabo una eficiente gestión de control ambiental, con el uso de herramientas, implementación de políticas ambientales y una constante regulación a las industrias.
Actualmente la regulación existente en nuestro país está regida por un sistema
regulación directa, esto significa que funciona a base de infracciones y sanciones; sin embargo, este sistema no es eficiente en todos los supuestos por su inflexibilidad y los altos costos que representa. Toda empresa se rige por el principio de maximizar los beneficios, entonces si me resulta más rentable pagar una sanción periódicamente que implementar nueva tecnología que me permita reducir los niveles de contaminantes, elegiré sin dudar pagar una sanción la cual no remedia los daños ni mucho menos indemniza a los afectados. Entonces, surge la idea de aumentar el valor de las sanciones a cifras estrepitosas, lo cual solo nos llevaría a que las industrias inviertan en mecanismos que intenten ocultar o disimular su impacto, sin mencionar que pararíamos la inversión del sector privado en futuros proyectos, frenando o limitando un crecimiento económico. Además de lo ya mencionado el sistema de regulación directa no ayuda a lograr una internalización de los “costos” de contaminación, eso quiere decir que no impulsa a las empresas a considerar como propio el gasto que implica remediar el daño causado y por consiguiente añadirlo a su sistema de precios; de lo contrario sería la sociedad quien tendría que asumirlos: indirectamente, afrontando los gastos de la ocurrencia de enfermedades producidas por la contaminación; o, directamente destinando recursos públicos para la descontaminación. Ante todos estos inconvenientes y desventajas del sistema de regulación directa surge la alternativa de un sistema de incentivos económicos. Este sistema de incentivos trabaja bajo el simple criterio de que “El que contamina debe”, y está conformado básicamente por mecanismos motivan un comportamiento legal otorgando premios a su cumplimiento o desincentivan su comisión. Este sistema no deja de lado los mecanismos de comando y control que implica el sistema directo, sino que los unifica y optimiza. Y es a partir de este enfoque “mixto” se puede separar los incentivos en dos grandes categorías: en controles de precios o de cantidades. Si hablamos de controles de precios, en caso de existir una externalidad que genere perdidas se tiene que gravar al generador con una carga, y en caso de que la externalidad genere un beneficio, se compensa con un subsidio. Así es como podemos hablar del primer tipo de incentivos, una carga por unidad de contaminación generada, así la empresa internaliza los daños generados y tiene que reducir sus costos para mantener el precio de su producto final, ya que de aumentarse los sacaría de la competencia en el mercado. Y si hablamos de un control de cantidades, nos referimos a la creación de mercados artificiales como solución a la internalización de las externalidades, lo que se traduce en la asignación de determinada cantidad de permisos a cada agente contaminante, estos permisos serían comercializables, entonces si una empresa necesita generar un contaminante deberá adquirir cierto permiso, en caso contrario tendrá que implementar mejoras en su proceso para evitar generar determinado contaminante; además estos permisos comercializables pueden servir como incentivos, ya que se les entregaría cierta cantidad de permisos a las empresas que no contaminen y al no necesitarlas pueden tranzarlas en el mercado generando un valor y beneficio. Resulta óptimo que estos dos instrumentos mencionados, trabajen en conjunto para garantizar un sistema de regulación correcto y flexible a todos. Solo como referencia cabe mencionar que este sistema de regulación ha tenido éxito en distintos países alrededor del globo, como, por ejemplo; Estados Unidos, con su programa de transacción de emisiones; Holanda, con el control de contaminación de aguas; y Colombia, con su sistema de incentivos económicos.
En base a todo lo expuesto, podemos concluir que la implementación de un
sistema de regulación “hibrido” que combine una regulación directa y una a base de incentivos, ya sea una carga por unidad de contaminante o un permiso transable de contaminación, resulta ideal e idóneo en nuestro país para impulsar el cumplimiento de los estándares de calidad medioambientales existentes en nuestro país y lograr una internalización de costos por contaminante.