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CAP. I: LA MERCANCÍA
4. El carácter fetichista de la mercancía y su secreto.
_p. 87 – nota 25 – “Recuérdese que China y las mesas comenzaron a danzar cuando todo el
resto delmundo parecía estar sumido en el reposo... pour encourager les autres [para
alentar a los demás].”
Según el traductor de esta edición, la referencia es a la Revuelta Tai-Ping
_p. 96 “En los modos de producción paleoasiático, antiguo, etc., la transformación de los
productos en mercancía y por tanto la existencia de los hombres como productores de
mercancías, desempeña un papel subordinado, que empero se vuelve tanto más relevante
cuanto más entran las entidades comunitarias en la fase de su decadencia.”
3. El dinero. a) Atesoramiento
_p. 159 “En los inicios de la circulación mercantil (…) el oro y la plata se transforman de
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suyo en expresiones sociales de lo superfluo o de la riqueza.(...) forma ingenua de
atesoramiento (…). Tal es Tal es el caso de los asiáticos, y particularmente en la India.
Vanderlint, quien se figura que los precios mercantiles están determinados por la masa de
oro y plata existente en un país dado, se pregunta por qué las mercancías indias son tan
baratas. Respuesta: porque los indios entierran el dinero. De 1602 a 1734, observa
Vanderlint, enterraron 150 millones de libras esterlinas en plata, que originariamente
habían pasado de América a Europa. En 1856-1866, o sea en 10 años, Inglaterra exportó a
India y China (gran parte del metal expedido a este último país se abre camino hasta la
India) £120 millones en plata, obtenidas previamente a cambio de oro australiano.”
b) Medio de pago
_p. 172 “(...) si en Asia la renta de la tierra pagada en especie, que es al mismo tiempo el
elemento fundamental de los impuestos gubernamentales, se funda en condiciones de
producción que se reproducen con la inalterabilidad de las condiciones naturales, esa
forma de pago ejerce a su vez un influjo conservador sobre la vieja forma de producción.
Constituye uno de los secretos que explican la conservación del Imperio Otomano. Si el
comercio exterior, impuesto por Europa, hace que en el Japón las rentas en especie dejen su
lugar a las rentas en dinero, ello significará el fin de la ejemplar agricultura de ese país.
_p. 405 “El efecto de la cooperación simple muestra sus características colosales en las
obras ciclópeas de los antiguos asiáticos, egipcios, etruscos, etc. 'En tiempos pasados
ocurría que esos estados asiáticos, luego de cubrir los gastos de sus instituciones civiles y
militares, se encontraran en posesión de un excedente de medios de subsistencia que podían
emplear en obras suntuarias o útiles. Su facultad e mando sobre las manos y brazos de casi
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toda la población no agrícola y el derecho exclusivo de los monarcas y el clero a disponer
de dicho excedente les brindaron los medios para erigir esos monumentos imponentes con
los que inundaron el país... Para mover las estatuas colosales y esas masas enormes cuyo
trasporte suscita el asombro, se utilizó casi exclusivamente, y con prodigalidad, trabajo
humano. [...] Bastaba con el número de los trabajadores y la concentración de sus
esfuerzos. Vemos así cómo desde las profundidades del océano se alzan poderosos arrecifes
de coral, formando islas y tierra firme, aunque cada depositante (depositary) sea diminuto,
débil y desdeñable. Los trabajadores no agrícolas de una monarquía asiática disponen de
poco más que de sus esfuerzos físicos individuales para contribuir a la tarea, pero su fuerza
está en su número, y es la facultad de dirigir esas masas lo que dio origen a esas obras
gigantescas. Fue esa concentración, en una o pocas manos, de los réditos de los que vivían
los trabajadores lo que hizo posibles tales empresas.' (R. Jones, Textbook of lecturers...) En
la sociedad moderna, ese poder de los reyes asiáticos y egipcios o de los teócratas etruscos,
etc., es conferido al capitalista, haga éste su entrada en escena como capitalista aislado o
caso de las sociedades anónimas como capitalista combinado.”
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5. Lucha entre el obrero y la máquina
_p. 525 “La historia universal no ofrece ningún espectáculo más aterrador que el de la
extinción gradual de los tejedores manuales ingleses del algodón, un proceso que se
arrastró a lo largo de decenios hasta su desenlace en 1838. Muchos de ellos murieron de
hambre, muchos vegetaron largos años con sus familias a razón de 2 1/2 peniques por día.
La maquinaria algodonera inglesa, por el contrario, surtió un efecto agudo en las Indias
Orientales, cuyo gobernador general verificaba en 1834-1835: "La miseria difícilmente
encuentre un paralelo en la historia del comercio. Los huesos de los tejedores de algodón
hacen blanquear las llanuras de la India".
_p. 558 “A partir de 1833 la expansión de los mercados asiáticos se impone a través de la
'destrucción de la raza humana'”
En referencia a los avatares de la industria algodonera inglesa. En la edición de Siglo XXI figura
aquí la siguiente nota del traductor: “No sabemos a qué autor cita Marx. En la versión inglesa (II
459), el traductor Samuel Moore o (más probablemente) Engels agregaron aquí entre paréntesis:
"la extinción total de los tejedores indios que empleaban el telar de mano", Pero la extinción de los
tejedores de la India estaba en curso mucho antes de 1833, la fecha que da Marx en el texto. (De
1824 a 1837 la exportación de muselina inglesa a la India pasó de menos de 1.000.000 de metros a
casi 60.000.000; en el mismo período, según Palme Dutt, la población de Dacca, emporio textil
indio, se redujo de 150.000 a 20.000 habitantes.) Esta "destrucción de la raza humana" es, sin
duda, la perpetrada por el opio. En 1833 se abolió el monopolio que del comercio con China
ejercía la Compañía de las Indias Orientales, y muchos comerciantes ingleses procuraron tener
éxito allí donde la compañía había fracasado parcialmente: la introdu cción forzada del opio indio
en el Celeste Imperio. La resistencia de las autoridades chinas llevó a la Primera Guerra del Opio
(1839-1842); China, vencida, tuvo que admitir la libre importación de la droga, abrir cinco
grandes puertos a Inglaterra, ceder en perpetuidad a Hong-Kong, otorgar la extraterritorialidad a
los europeos y destruir su propia industria, esto es, comprometerse a no gravar las mercancías
británicas con tasas superiores al 5 %”
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población que a la gran proporción en que ésta se hallaba disponible. Así como el
trabajador individual puede suministrar tanto más plustrabajo cuanto menor sea su tiempo
de trabajo necesario, así, también, cuanto menor sea la parte de la población trabajadora
requerida para la producción de los medios de subsistencia necesarios, tanto mayor será la
parte disponible para otro tipo de trabajo.”
_p. 623 “Es la necesidad de controlar socialmente una fuerza natural, de economizarla, de
apropiarse de ella o de dominarla en gran escala mediante obras de la mano humana, lo
que desempeña el más decisivo de los papeles en la historia de la industria. Así ha ocurrido,
por ejemplo, con la regulación del agua en Egipto, Lombardía, Holanda, etcétera. O en la
India, Persia, etc., donde el regadío mediante canales artificiales no sólo aporta al suelo el
agua indispensable, sino además, con el limo arrastrado por ésta, el abono mineral de las
montañas. La clave del florecimiento industrial alcanzado por España y Sicilia bajo la
dominación arábiga era la canalización.”
_p. 624 – nota 6 “Una de las bases materiales del poder estatal sobre los pequeños e
inconexos organismos de producción de la India, era la regulación del suministro de agua.
Los dominadores mahometanos de la India comprendieron esto mejor que sus sucesores
ingleses. Recordemos solamente la hambruna de 1866, que costó la vida a más de un millón
de hindúes en el distrito de Orisa, presidencia de Bengala.
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convirtiera en un gran país industrial, no veo cómo la población obrera de Europa podría
hacer frente a ese desafío sin descender al nivel de sus competidores." ("Times", 3 de
setiembre de 1873.) No los salarios continentales, oh no, sino los salarios chinos: he ahí el
objetivo que actualmente se ha fijado el capital.”
_p. 941 “Es sabido que la Compañía Inglesa de las Indias Orientales obtuvo, además de la
dominación política en la India, el monopolio exclusivo del comercio del té, así como del
comercio chino en general, y del transporte de bienes desde Europa y hacia este continente.
Pero la navegación de cabotaje en la India y entre las islas, así como el comercio interno de
la India, se convirtió en monopolio de los altos funcionarios de la compañía. Los
monopolios de la sal, del opio, del betel y de otras mercancías eran minas inagotables de
riqueza. Los funcionarios mismos fijaban los precios y expoliaban a su antojo al infeliz
hindú. El gobernador general participaba en ese comercio privado. Sus favoritos ebtenían
contratos bajo condiciones mediante las cuales ellos, más astutos que los alquimistas,
hacían oro de la nada. Grandes fortunas brotaban como los hongos, de un día para otro, la
acumulación originaria se efectuaba sin necesidad de adelantar un chelín.
_p. 949 “se celebra con bombos y platillos,(...) [que Inglaterra] arrancara a los españoles,
por el tratado de asiento, el privilegio de poder practicar también entre Africa y la América
española la trata de negros, que hasta entonces sólo efectuaba entre Africa y las Indias
Occidentales inglesas. Inglaterra obtuvo el derecho de suministrar a la América española,
hasta 1743, 4.800 negros por año. Tal tráfico, a la vez, daba cobertura oficial al
contrabando británico. Liverpool creció considerablemente gracias a la trata. Ésta
constituyó su método de acumulación originaria.