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EL SISTEMA DE LOS OBJETOS.

En la lectura de El sistema de los objetos, Jean Baudilliare habla acerca de cómo la


modernidad ha cambiado la intencionalidad de los objetos, así como el valor
psicológico, emocional y espacial que se les otorga. Antes, la organización de las
habitaciones de un hogar y su mobiliario correspondían a una etiqueta jerárquica y
un orden moral que, a su vez, se relaciona a la inamovilidad y a la “infuncionalidad”
del espacio y los objetos contenidos en él; todo aquello correspondiendo únicamente
a las funciones de la célula familiar puesto que los objetos tendían a personificar las
relaciones humanas, poblando el espacio y adquiriendo un “alma”, una que liga a
los seres y a los objetos y en cuya complicidad adquieren un valor afectivo.
Sin embargo, la modernidad cambió radicalmente la estructuración previa. Así como
el tiempo modificó las relaciones del individuo, con la familia y la sociedad, también
lo hizo con el espacio, el estilo y los objetos. A medida que avanza el tiempo, el
espacio se reduce para el individuo y es entonces cuando el objeto comienza a
obedecer a una nueva tendencia, “la funcionalidad”. La moralidad y la jerarquía
pasan a segundo plano y el objeto pierde connotación más allá de su uso, que es,
básicamente, la única libertad que poseen pues ya no están dotados de “alma” ni
presencia simbólica.
Ahora, para el hombre, los objetos han perdido la sustancia a la que podía anexar
la imagen de sí mismo. De allí parte el hecho de que los materiales y los colores con
los que se hacen los objetos, así como todo el entorno moderno en general, se
entiendan como un sistema de signos, producto de lo que podría llamarse
“manipulación mental”; a ello se debe el que los automóviles tarden generaciones
en dejar de ser negros así como los refrigeradores y los lavabos tarden, de la misma
forma, en dejar de ser blancos. Sin embargo, la liberación del color en lo
sensiblemente cotidiano es también cuestión de tiempo.
CLÍMAX
En la película clímax de Gaspar Noé, no es la historia la que habla. Más allá de sus
personajes y el tema, más allá de la locura, de la perversidad, el morbo, la perdición
humana y los demás acontecimientos, tanto literales como metafóricos, hay un
aspecto que dice mucho más de lo que aparenta decir: el diseño de arte de la
película. Es claro que esta película, no está hecha para ser entendida y nos lo deja
claro desde un inicio cuando, si bien nos sitúan en una época con algo tan simple
como un televisor de los años 90 y un conjunto de libros y películas en VHS que
refieren a la época, los títulos elegidos apuntan a las posibles formas en la que

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