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EL LIBRO Y LA ESTANTERÍA

Érase una vez un libro que quería vivir en una estantería. Pero el libro tenía
demasiado polvo y la estantería no lo quería dentro de ella. El libro no lo entendía,
porque una vez pudo ver lo que había dentro de la estantería (una vez que abrió
sus puertas), y realmente había más polvo ahí dentro que todo el que le cubría.
Quizá no era el mejor lugar para vivir, pero el libro seguía queriendo vivir allí.
Sin saber porqué. Sentía que allí le tocaría la lotería o que le cambiaría la vida
de alguna forma.
El libro siguió insistiendo, y la estantería, por pena, decidió hacerle una
entrevista. Aunque más bien era un interrogatorio, pero el caso es que descubrió
que el libro tenía miedo de ir a París debido que lo intentaron secuestrar hace 8
años. Lo cual para un libro no es demasiado tiempo, lo tenía bastante reciente. Y
la estantería tomó una decisión: el libro tenía que ir en coche a Francia antes de
que acabara el día para que lo dejara vivir dentro de ella.
El libro, al enterarse de su decisión, empezó a rajarse. Las letras de su interior
empezaron a ser ilegibles, su tapa dura se transformó en blanda, perdió hojas y
las que quedaron se volvieron de un papel rugoso y desagradable al tacto. Ya no
olía a nada, ya no olía a ese olor tan agradable que tienen los libros. ¿Porqué la
estantería se lo había puesto tan difícil?
En ese estado de desesperación, descubrió (por casualidad) la situación de otros
libros, que lo estaban pasando mucho peor. Unos eran quemados, otros
torturados y otros... No se lo quería ni imaginar, pero todos tenían un mismo
objetivo: vivir en la estantería. Ese descubrimiento... Ni él sabría decir si le hizo
sentir mejor o peor. Eso le animó a tratar de hablar de nuevo con la estantería,
a pesar de los riesgos que ahora sabía que tenía hacerlo. Claro, que tampoco sabía
en que parte del orden jerárquico se encontraba. El caso es que encontró a la
estantería hablando con un ordenador. Nadie vio al libro (o, más bien, nadie se
molestó en verlo) y escuchó la conversación. El ordenador también intentaba vivir
dentro de la estantería. <<No lo va a conseguir>> pensó el libro <<no se ha
esforzado lo suficiente>>. Pero se equivocó. Vino una persona y metió el
ordenador dentro de la estantería. <<Será que al final sí que se ha esforzado>>
eso es lo que se dijo, pero tenía muchas dudad calladas por su inseguridad. Pero
él seguía queriendo vivir en la estantería, la pregunta es ¿lo conseguirá? Yo
espero, sinceramente que sí. Pero eso no depende de mí. ¿O sí?

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