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ESTUDIO BÍBLICO DE APOCALIPSIS

Apocalipsis 1

Versículos 4-9

Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro recorrido por el libro de Apocalipsis, el
último libro de la Biblia, las Sagradas Escrituras. Apocalipsis también es el
único libro profético del Nuevo Testamento.

En nuestros anteriores programas hablamos del bosquejo general de este libro que muchos
consideran como difícil o complicado. Pero, Dios quiere hablarnos por medio de
Su Palabra, y el objetivo de esta revelación es el alertarnos sobre lo que
ocurrirá en un futuro a nuestro planeta Tierra, a los creyentes en Jesucristo, y a
aquellos que Le rechazan. El autor de este libro, recordemos, es el apóstol
Juan, quien recibió, de parte de Dios, estas visiones proféticas durante su exilio
en la Isla de Patmos,

Regresamos ahora a la primera sección del capítulo 1, versículo 4. Este primer capítulo
realza y destaca a la persona del Señor Jesucristo, y podemos contemplarle a
Él como Cristo glorificado. Desde los versículos 4 al 8, veremos los saludos de
Juan, el autor, y también los saludos del Señor Jesucristo, desde Su Gloria, en
el Cielo. Leamos el versículo 4 de este capítulo 1 de Apocalipsis:
4
Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era
y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; (Ap.
1:4)

Observemos que Juan no se presenta colocando algún título delante de su nombre, y


simplemente se identifica por su nombre, Juan. Suponemos, por lo tanto que
Juan era muy conocido en estas siete iglesias. Sabemos que Juan había sido
pastor de la iglesia en Éfeso, y se estima que también supervisaba a las
iglesias en aquella zona. Asia abarcaba mucho de lo que conocemos
actualmente como Asia Menor.
Antes de proseguir vamos a comentar la mención del número 7. En este versículo se
mencionan las 7 iglesias, y los 7 espíritus. El número 7 tiene un significado
religioso en la Palabra de Dios, obvio y conocido por la gente en los días de
Juan. La humanidad, desde siempre, le ha dado cierta relevancia a los
números, hasta llegar a la superstición. Pero en la Palabra de Dios el número 7
tiene una especial relevancia. No necesariamente significa "la perfección", sino
más bien el estar "completo", en su "totalidad". A veces lo completo significa
perfección, aunque no siempre. Pero cuando Dios utiliza el número siete, es
que desea hablarnos de algo que es "completo". Más adelante veremos que el
número 7 es un número clave en el libro de Apocalipsis. También en el Antiguo
Testamento el número 7 era considerado como representativo de lo "completo";
está relacionado con los pactos de Dios y su trato con Israel. El sábado, día del
reposo, por ejemplo, es observado el séptimo día, como también el importante
rito simbólico de la circuncisión y la adoración, todos giran alrededor del
séptimo día. Al recorrer las páginas de las Escrituras, la Biblia, Dios ordenó a
Su pueblo, el pueblo de Israel que caminara 7 veces, en 7 días, alrededor de la
ciudad de Jericó, para conquistarla, no por fuerza, ni violencia, sino con Su
Poder. También hemos estudiado en el pasado la historia del importante militar
llamado Naamán, quien tuvo que sumergirse 7 veces en el río Jordán, para
recibir sanidad para su grave lepra. Hay muchas referencias en las que no
podemos abundar, pero mencionaremos algunas, a modo de recordatorio: en
los tiempos de José, en Egipto, siendo hebreo de nacimiento, había llegado a
ser muy poderoso, hubo 7 años de abundancia, y 7 años de gran hambre. El
poderoso rey Nabucodonosor estuvo enajenado mentalmente por 7 años. Hay
7 bienaventuranzas en el Nuevo Testamento. El "Padre Nuestro", la Oración del
Señor, contiene 7 peticiones. Jesús relata 7 parábolas en el evangelio de
Mateo, capítulo 13; y Él alimentó a las multitudes con 7 panes. El Señor
Jesucristo habló 7 veces desde la cruz. Al llegar al libro de Apocalipsis, el
número 7 continúa destacándose, y por lo tanto no debe ser una mención
casual.

Ahora, Juan escribe: a las siete iglesias que están en Asia. ¿No había otras iglesias en
Asia? Sabemos que había iglesias en Colosas, en Mileto, en Hierápolis, en
Troas, y en muchos otros lugares. Cuando Juan mencionó el número siete,
daba a entender que abarcaba la totalidad de la historia de la iglesia, y que
estas iglesias representaban las características de todas las congregaciones.
Así que, aquí se refiere a la provincia de Lidia, la zona de Nisea, partes de
Persia. No significa todo el continente de Asia, pero sí señala una gran área,
especialmente en la zona costera. La expresión de "Asia Menor" no fue
utilizada hasta el cuarto siglo.

El saludo comienza con "Gracia y paz". La palabra "gracia" viene de la palabra griega
"caris". La "Gracia" significa el favor inmerecido de Dios, y la fuerza que se
precisa en la vida cristiana, cada día. Y la paz, el habitual saludo "shalom" que
se utiliza en hebreo, significa la serenidad resultante que capacita al creyente a
hacer frente a todas las circunstancias de la vida. La Gracia y la Paz provienen
de la Trinidad, y son la fuente de todas las bendiciones nuestras, los creyentes
en Cristo Jesús, en el presente.

Tenemos delante de nosotros a la Trinidad, y la mención de los siete espíritus hace


referencia a Dios, Espíritu Santo, en Su Plenitud. "del que es y que era y que
ha de venir" enfatiza la eternidad y la inmutabilidad de Dios. Observemos que
se menciona a cada miembro de la Trinidad: a Jesucristo, en el versículo
siguiente, como Hijo de Dios, y los 7 espíritus, una clara referencia al Espíritu
Santo, y a Dios Padre, El que es, era y ha de venir". Leamos el versículo 5 de
este capítulo 1 de Apocalipsis:
5
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de
la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, (Ap.
1:5)

Y de Jesucristo el testigo fiel, ? dice ? el primogénito de los muertos. A partir de este


versículo veremos que se le otorgan siete títulos al Señor Jesucristo. En este
versículo 5, encontramos los primeros cinco. El primer título de Jesucristo es el
de "el testigo fiel". Jesucristo es el único testigo digno de confianza para relatar
los hechos de este libro; Él es el único testigo digno de confianza para usted y
para mí en el presente. Muchas personas nos pueden haber defraudado, pero
podemos creer y depositar nuestra confianza en el Señor Jesucristo.

El segundo título es: El primogénito de los muertos. Primogénito en griego es "prototocos", y


está relacionado con Su resurrección. Él fue el primero en levantarse de entre
los muertos, para no morir jamás. Este es un cuadro maravilloso que tenemos
delante de nosotros. La muerte, el sepulcro, fue la matriz que le dio a luz. Él
vino de la muerte a la vida. Él es el único que ha regresado de entre los
muertos con un cuerpo glorificado. Nadie más ha recorrido ese camino hasta el
presente. Pero los creyentes, los Suyos, le seguirán en la resurrección.
Tercero: Él es soberano de los reyes de la tierra. Esto nos habla de la posición
final que Jesucristo ocupará durante el milenio, donde cada rodilla se doblará
ante Él, y cada lengua confesará que Él es el Señor. (Fil. 2:10-11)

El cuarto título que encontramos en este versículo 5, del capítulo 1 de Apocalipsis es "al que
nos amó". Es una expresión realmente en tiempo presente, que enfatiza Su
actitud fiel y constante hacia los Suyos. El estudio de este libro, amigo oyente,
no debería causarnos ningún temor, porque proviene de Aquel que nos ha
amado. Él no sólo nos amó cuando murió por nosotros en la cruz, sino que Él
nos ama hoy. ¡En este mismo minuto Jesús le ama, estimado amigo, amiga,
oyente!

El quinto título es: Y nos lavó de nuestros pecados con Su sangre. La sangre de Cristo no
es solamente un símbolo, es de suma importancia. Quizá, si es un oyente
habitual de nuestro programa, usted recuerde que al estudiar el Antiguo
Testamento, en el libro de Levítico, capítulo 17, versículo 11, vimos que Dios le
enseñó a Su pueblo que la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he
dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas. Ahora, cuando
Cristo derramó Su sangre, hasta la última gota que salió de Su cuerpo, allí en
la cruz, Él la entregó voluntariamente por usted y por mí, amigo oyente. Él
entregó Su vida totalmente. ¡Él murió por Amor, por nosotros! Por su profundo y
trascendente significado no podemos tomar a la ligera el eterno valor de la
sangre de Jesucristo. "Hay un precioso manantial de sangre de Emanuel (Dios
con nosotros), que purifica a cada cual que se sumerge en Él", es el título de
un precioso himno tradicional que expresa claramente los efectos de ser
lavados y limpios por ese supremo sacrificio de amor de Jesucristo. Y la sangre
de Jesucristo todavía hoy, ahora mismo, puede lavarnos de cualquier pecado,
de cualquier maldad. Con todo respecto y mucho afecto le preguntamos,
estimado amigo oyente, ¿ya ha probado ser limpiado por la sangre de
Jesucristo?
El Apóstol Pedro escribió en su primera epístola, capítulo 1, versículos 18 y 19: Sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin
contaminación.

Y por ello, el Apóstol Pablo pudo escribirle al joven Timoteo en su primera carta a este joven
creyente, en el capítulo 2 y versículo 5, y decirle: Porque hay un solo Dios, y un
solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

Él, y sólo Él derramó Su sangre. Él, sólo Él, nos liberó de nuestro pecado por entregarse
hasta la muerte, hasta dar toda Su propia sangre. ¡Qué inmenso e inmerecido
regalo nos ofrece Dios, y no se cansa nunca en ofrecérnoslo: el perdón y la
paz, por medio del único mediador, entre Él, y el ser humano! Continuemos con
el versículo 6, que dice:
6
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos
de los siglos. Amén. (Ap. 1:6)

Y aquí llegamos al sexto título que significa en realidad: "Y nos hizo un reino, sacerdotes
para Dios, Su Padre". Como santos sacerdotes, ofrecemos sacrificios
espirituales a Dios: nuestras personas, nuestras posesiones, nuestra alabanza
y nuestro servicio. Como regios sacerdotes proclamamos las excelencias de
Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Leemos que nosotros
somos un reino de sacerdotes, y que vamos a reinar con Él. Ahora, Jesucristo
dice a continuación: "Para Dios, su padre". ¿Por qué no dijo nuestro Padre?
Por la razón de que esa es Su eterna posición en la Trinidad. Nosotros
llegamos a ser hijos de Dios a través de la regeneración. Pero Jesucristo es, ha
sido y será el Hijo de Dios. Él nació de arriba. Nosotros solamente podemos
llegar a ser hijos de Dios si aceptamos a Jesucristo, Su Hijo, como nuestro
único y suficiente Salvador.

Ahora, el séptimo título es: a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Esta frase
concluyente enfatiza la eternidad. Un amor tan inmenso, eterno, entregado,
incondicional, incomprensible, Le hace a Jesucristo digno de toda nuestra
alabanza, gloria, honra, y adoración. Amén. Cuán maravilloso es meditar en las
profundidades de la riqueza espiritual que Dios nos revela, por puro Amor. El
versículo termina con un Amén. Él es el Amén. En el libro de Isaías, que
estudiamos hace algunos meses atrás vimos que ese era uno de Sus título.
Amén. Jesucristo, Él es el tema y el sujeto principal de este libro. Él es el
motivador de todas las cosas, de todos los sucesos, y todos los eventos se
dirigen hacia Él. Todas las cosas no sólo fueron creadas por Él, sino que todas
las cosas fueron creadas para Él. Este universo existe para Él. Continuemos
con el siguiente versículo 7 de este capítulo 1 de Apocalipsis:
7
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los
linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. (Ap. 1:7)

Ahora, ¿qué quiere decir "los que le traspasaron"? Esto es una referencia a la nación de
Israel. Y luego: y todos los linajes de la tierra. Es decir, todos los gentiles,
Harán lamentación por él. Sí, amén. También finaliza este versículo con un
Amén. Ese es Su título, ese también es Su nombre.

Hemos leído: He aquí que viene con las nubes. Eso revela la venida física de Cristo. Y
cuando Juan, el autor, escribió: Y todo ojo le verá, eso indica que será una
aparición física corporal, que podrá apreciarse visualmente. Según las
Escrituras, cuando Jesucristo retire y saque a la Iglesia de la Tierra, es decir a
todos los creyentes de este mundo, y los lleva a los Cielos, Él no será visible.
Nosotros vamos a encontrarnos con el Señor en las nubes, según podemos
leer en 1 Ts. 4:17.

Ahora, aquí dice que "todo ojo le verá". El énfasis en este libro profético de Apocalipsis es
sobre Su venida a la Tierra a establecer Su reino, y aquí tenemos unas
referencias al respecto.

Se nos dice que todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él. Esta será la reacción
de todos aquellos que rechazan a Cristo. Es que, estimado amigo oyente, el
mundo, los habitantes de este planeta, no le darán la bienvenida.

Y la palabra "Amén" significa que, así será, porque Él es "fiel". Él no va a cambiar Su plan,
ni Su modo de pensar. Él es fiel, y constante en todo, siempre. El versículo 8 de
este capítulo 1 de Apocalipsis continúa:
8
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de
venir, el Todopoderoso. (Ap. 1:8)
Jesucristo dice que Él es el Alfa y la Omega. Esta afirmación es muy importante porque en
el idioma griego, el Alfa y la Omega son la primera y la última letra del alfabeto
griego; el principio y el final. De un alfabeto se construye un lenguaje, por la
formación de palabras. Y Jesucristo es llamado El Verbo de Dios. Él es la
revelación completa, y Él es la comunicación inteligente, comprensible, de
Dios. Amigo oyente, Él es el único alfabeto, el único lenguaje que usted puede
usar para llegar al corazón de Dios. El único idioma que Dios habla y
comprende es este idioma del cual Jesús es el Alfa y la Omega. El cubre el
tiempo y la eternidad, y agota el vocabulario de la excelencia. Él es la fuente y
la meta de la creación, y es Él quien comenzó y pondrá fin al programa de Dios
en el mundo. Si usted, amigo oyente, quiere comunicarse con Dios, ya sabe, lo
tendrá que hacer en el Nombre de Jesucristo, por medio del Señor Jesucristo.

Ahora, el principio y el fin se refieren a la eternidad del Hijo, y a Su inmutabilidad. Jesucristo


es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos, 13, 8). Eterno en Su ser y el
Todopoderoso en poder. Significa que Él es el mismo. Él no ha cambiado. Él es
inmutable.

Ahora, se nos dice que Él es Principio y fin, Él abarca todo el tiempo y toda la eternidad.
Continúa el versículo: Dice el Señor. Esta es una afirmación de la deidad del
Señor Jesucristo. El que es, esto es tiempo presente. El Cristo glorificado. Y
que era, tiempo pasado, la primera venida de Cristo, el Salvador. Y que ha de
venir, tiempo futuro, la segunda venida de Cristo, como el soberano a esta
tierra. Él es, era y ha de venir.

Hemos completamos esta primer y muy profunda sección, del saludo de Juan, el escritor y
también del Señor Jesucristo. Continuamos ahora, el versículo 9 de este
capítulo 1 de Apocalipsis, leemos:
9
Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la
paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la
palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. (Ap. 1:9)

Esta expresión, "Yo Juan", se usa solamente tres veces en este libro de Apocalipsis. Las
dos últimas se encuentran al final del libro. Dice: "Yo Juan, vuestro hermano, y
copartícipe vuestro en la tribulación". El apóstol Juan estaba teniendo graves
problemas. Usted recordará que Domiciano, el emperador romano, le había
exiliado en la isla de Patmos, en el mar Egeo, porque Juan era muy activo en la
iglesia de Éfeso. Pero, además tenía a su cargo la supervisión de todas las
demás iglesias. El estaba privado de libertad a causa de su lealtad a la Palabra
de Dios y al testimonio de Jesucristo.

Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación. ¿Tribulación? Sí, la


primera Iglesia, la mal llamada iglesia "primitiva", también sabía lo que era
padecer tribulación y persecución.

Y continúa Juan diciendo: En el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla


llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
Permítanos cambiar un poco la estructura y volver a leerlo. "Yo Juan, quien soy
vuestro hermano y copartícipe con vosotros en la persecución por amor a
Cristo, en el reino y en la paciencia de Jesús, estaba en la isla llamada Patmos,
a causa de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Ahora, Juan no se
está refiriendo aquí a la Gran Tribulación, sino a la persecución que ya estaba
cayendo sobre los creyentes; al mencionar "el reino" se refiere al reino, al que,
por virtud del nuevo nacimiento entra el pecador, que ha aceptado que Cristo le
limpiara y lavara con Su preciosa sangre. Juan se refiere al Reino de Cristo al
que pertenecemos todos los creyentes. No es el reino de los mil años, el
Milenio, que no ha sido establecido aún porque Cristo lo va a instituir en Su
Segunda Venida.

Juan relaciona la tribulación, la perseverancia, que es paciencia, y el Reino de Dios. Y a


continuación Juan explica la razón por la cual se encuentra en la isla de
Patmos. Su exilio se produjo entre los años 86 al 96 D. C. Patmos es una isla
volcánica, árida, en la costa de Asia Menor, de unos 16 kilómetros de largo, por
10 kilómetros de ancho. Pero su cárcel, su aislamiento y privación se
convirtieron en una antesala del cielo al recibir las visiones de la gloria y del
poder de Dios, y las revelaciones acerca del juicio establecido por Dios.

Apocalipsis 2

Versículos 1-4
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro de Apocalipsis, que como
usted bien sabe es el último libro de la Biblia y el que más habla de "las cosas
por venir", es decir, del futuro y de los últimos tiempos. Retomamos, pues,
nuestro estudio a partir del capítulo segundo de este apasionante libro.

Comienza aquí la segunda división principal de este libro, en la que se mencionan diversos
aspectos clave relacionados con la iglesia. Estos aspectos clave o críticos
serán abordados por el autor de este libro, el Apóstol Juan, mediante una serie
de cartas o escritos en los que Dios se dirige a siete iglesias. En éste y en
posteriores programas analizaremos el contenido y el propósito de cada una de
estas cartas las cuáles, de manera clara y directa, abordarán sus respectivas
problemáticas.

Y si bien es cierto que estas siete iglesias eran congregaciones históricas situadas en la
zona de Asia Menor, muchas de ellas fundadas décadas atrás por el Apóstol
Pablo en sus viajes misioneros, también es verdad que sirven para ejemplificar
los diferentes tipos de iglesias que han existido y que existirán a lo largo y
ancho de la historia de la humanidad. Como decía el poeta: "¿Acaso hemos
cambiado tanto a lo largo de los tiempos? Apenas nada". Y como podremos
ver, lo que Cristo dijo a estas iglesias fue y sigue siendo relevante a lo largo de
todos los tiempos.

Antes de comenzar nuestra lectura, permítanos, querido oyente, dibujar en el lienzo de este
programa unos rápidos trazos para esbozar la situación y el contexto en el cual
se va a desarrollar el texto bíblico estudiado hoy.

La escritura y envío de cartas fueron medios de comunicación muy habituales durante el


primer y segundo siglo de la era post cristiana. Un complejo y eficiente sistema
de correos sería para unir las principales ciudades y mantener perfectamente
comunicado todas las provincias del vasto imperio romano.

Estas siete iglesias a las que se dirigen las cartas en los capítulos 2 y 3 son muy
significativas en diversas maneras. En primer lugar, cuando Juan escribió este
libro, estas iglesias eran reales y estaban situadas en las ciudades que se
mencionarán. Sin embargo, aparentemente, no eran las más importantes de
aquellos días dado que sólo dos, Éfeso y Laodicea, aparecen mencionadas
anteriormente en la Biblia. No obstante y como ya hemos mencionado, al igual
que las cartas del Apóstol Pablo a otras iglesias que él mismo fundó, el
mensaje que contienen concierne y resulta perfectamente válido para todas las
iglesias en todas partes y en todos los tiempos.

De todas las iglesias que se podían haber elegido (como Jerusalén, Antioquía, Alejandría,
Corinto, Roma, Colosas o Hierápolis), sólo estas siete fueron seleccionadas.
Otro aspecto significativo es que cada carta va dirigida al "ángel" de cada
iglesia en particular; y la palabra ángel, bien podría aplicarse aquí a seres
humanos o sobre humanos, como más adelante comentaremos. En cualquier
caso, la aparente responsabilidad de estos "ángeles" los hace compartir tanto
la bendición como la culpabilidad de sus propias y respectivas congregaciones.

Ahora bien, ¿por qué ocupa Éfeso el primer lugar en la lista de las siete iglesias
mencionadas por el Apóstol Juan? La respuesta es sencilla y las razones son
varias: En los tiempos de Juan, Éfeso era el puerto más importante de toda
Asia y era conocido con el sobrenombre del "Mercado de Asia". Por si ello fuera
poco, todas las carreteras del valle del Caistro, que era el río a cuya orilla Éfeso
fue edificada, convergían en ella. De esta manera, Éfeso era el pórtico de Asia
para todos aquellos que provenían desde Roma y era también el paso obligado
para todos aquellos que iban hacia Roma. Su peculiar situación terminó
convirtiendo a Éfeso en la ciudad más importante, rica y relevante de Asia en
aquella época.

Éfeso disfrutaba, además, de un elevado reconocimiento social, dado que tenía el estatus
de ciudad libre, honor sólo conferido a algunas poblaciones por los servicios
prestados al imperio romano. En Éfeso, además, se celebraban los juegos
atléticos más importantes de Asia.

Recordemos que el Apóstol Pablo permaneció en Éfeso más tiempo que en ninguna otra
ciudad. Seguramente en ningún otro lugar estuvo Pablo más íntimamente
relacionado que con los ancianos o responsable de la iglesia de Éfeso, como
revela íntimamente su discurso de despedida en el libro de los Hechos, capítulo
20.

El segundo aspecto que deseamos comentar es la particularidad de que sea un "ángel" el


destinatario de cada una de las siete cartas que analizaremos. Numerosos
estudiosos de la Biblia han interpretado que lo que Juan denomina "ángel" no
es otro que el pastor o el responsable de cada iglesia.

Un tercer aspecto a mencionar es que el comienzo de cada una de estas siete cartas sigue
siempre el mismo patrón, utilizando las palabras: "Conozco tus obras". Dios,
por medio de Juan, desea de esta manera explicitar su conocimiento íntimo y
cercano a la realidad de cada una de las iglesias a las que se dirige. Son, de
hecho, "Sus iglesias". De la misma manera, querido oyente, Dios nos conoce a
todos y cada uno de nosotros de manera personal e íntima, aunque, muy a su
pesar, algunos de nosotros no le conozcamos a Él como debiéramos. Para ello
es necesario comenzar, independientemente de su edad, pasado y trasfondo,
una nueva relación con Él, una nueva vida, lo que los cristianos denominamos
"nacer de nuevo" o "conversión".

Y esta nueva relación o "conversión" no supone un acto litúrgico que deba realizarse en una
iglesia o ante un sacerdote; cualquiera puede recibir a Cristo como su Señor y
Salvador en la soledad de su casa o en la intimidad de su habitación. La buena
noticia, querido amigo y amiga es que usted no necesita mediador humano
alguno para iniciar esta nueva relación con Dios; porque el único mediador
"valido" es Jesucristo, que es el único mediador válido entre Dios y los
hombres.

Sin embargo, si usted decide no realizar este paso y no desea conocerle personalmente,
Dios continuará conociendo sus actos y su vida, tal y como lo hace con cada
una de Sus iglesias. Recuerde, estimado oyente, que el Reino de Dios no es
tanto usted caminando con Cristo como Cristo caminando con usted.

Un cuarto aspecto que nos llama la atención respecto a estas cartas dirigidas a las siete
iglesias es que en cada una de ellas Juan dedica las primeras palabras para
elogiar alguna conducta o actitud digna de alabanza, tras lo cual pasa a
exponer brevemente un mal o incorrecto comportamiento. Sin embargo,
podemos observar algunas excepciones destacables: No hay palabras de
reproche, por ejemplo, para las iglesias de Esmirna y Filadelfia. Esmirna fue la
iglesia mártir. Y Filadelfia fue una iglesia misionera, una iglesia que difundió la
Palabra de Dios. En el extremo opuesto nos encontraremos con la iglesia de
Laodicea, hacia la cual Juan no expresó alabanza alguna. La razón: Laodicea
fue una iglesia apóstata, es decir, una iglesia que conociendo la verdad, la
rechazó y se apartó de ella.

Un quinto aspecto destacable es el modo en que termina cada una de las cartas; una
advertencia: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias", lo
cual nos otorga una idea de la universalidad del mensaje expuesto, que
trasciende a la misma iglesia a la cual está dirigida y es aplicable a todas las
iglesias cristianas del mundo, independientemente de su ubicación geográfica o
su época.

Comencemos ahora con el estudio de la carta dirigida a la iglesia de Éfeso, que es la


primera de las siete cartas que analizaremos. Ya hemos comentado la
relevancia y la hermosura de esta gran metrópoli de la antigüedad. Cuando el
Apóstol Pablo arribó a su puerto, pudo admirar su gran avenida de mármol
blanco, que aún se conserva hasta el día de hoy, flanqueada a ambas orillas
por hermosos edificios, templos, numerosas tiendas y pequeños negocios
donde se podía adquirir prácticamente cualquier cosa.

Si continuamos nuestro recorrido, saliendo del puerto y hacia la derecha, se abre un gran
mercado, y más adelante, al lado de la montaña, un gran teatro donde se
podían sentar unas 20.000 personas. Más lejos, hacia la izquierda, un colosal
anfiteatro con aforo para unas 100.000 personas asombraba a cualquier turista
de la época. Todo ello convertía a Éfeso en el perfecto emplazamiento para
celebrar las más concurridas festividades y juegos, durante los cuáles podían
llegar a juntarse cerca de dos millones de personas.

Fue en imponente urbe donde el Apóstol Pablo desarrolló uno den sus principales
ministerios, y donde más tarde el Apóstol Juan, el Apóstol que más años vivió,
cerca de cien, y el único de los doce que no sufrió una muerte violenta sino
natural, llegó a ser pastor.

Como hemos mencionado, Éfeso era el centro de culto de la diosa Artemisa (nombre griego)
o Diana (nombre romano), y su templo era una de las siete maravillas del
mundo clásico. El edificio estaba construido sobre un cimiento artificial de piel y
carbón lo cual lo hacía a prueba de terremotos. Sus puertas y su escalinata
fueron cuidadosamente talladas en madera de ciprés. Sus dimensiones
arquitectónicas eran realmente gigantescas siendo, de hecho, el templo griego
más grande que se haya construido jamás, con unos 127 metros de largo por
60 de ancho, es decir, unas cuatro veces más grande que el famoso Partenón
de Atenas. Exteriormente tenía más de 100 columnas exteriores. Y sobrevivió
hasta que fue finalmente destruido por los godos allá por el año 256 D. C. Su
decoración era digna de una auténtica galería de arte, con obras maestras de
los más famosos artistas del momento: Praxíteles, Fidias, Escopas, Policleto.
En su interior, detrás de una cortina de color púrpura, se adoraba al ídolo más
sagrado del paganismo, Diana, representada por una estatua femenina con
múltiples pechos. Adicionalmente, este lugar llegó a funcionar como un banco
donde se depositaba el dinero de Asia.

Sin embargo, pese a su innegable hermosura estética, el templo era un lugar en el que sus
sacerdotisas practicaban una especie de prostitución sagrada. Los adoradores
de la diosa Diana se entregaban a ritos religiosos consistentes en orgías,
bacanales y todo tipo de vicios y excesos.

El Apóstol Pablo llegó a Éfeso en su tercer viaje misionero, lugar donde permaneció por tres
años. Pablo comenzó enseñando la Palabra en la escuela de un conocido
maestro local llamado Tirano: "Pero estaré en Éfeso ? decía ? hasta
Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los
adversarios". Como hemos mencionado anteriormente, Juan, el Apóstol del
amor, apodado por sus compañeros Apóstoles como "el hijo del trueno" debido
a su fuerte carácter, llegó a ser pastor de la iglesia cristiana del lugar hasta que
fue finalmente encarcelado por el emperador romano Domiciano y exiliado a la
isla de Patmos, a unos 80 km. de distancia, donde estuvo preso 10 años, al
cabo de los cuales regresaría a Éfeso para morir y ser sepultado en la basílica
de San Juan, en el punto más elevado de la ciudad.

Bien, estimado amigo y amiga, este era el contexto y la situación social y económica del
lugar al cual El Señor Jesucristo se dirige a la primera iglesia, la de Éfeso, la
cual se encontraba, como podemos entender, establecida en un enclave
producto de la confluencia de múltiples culturas, influencias sociales, tensiones
políticas, tendencias religiosas paganas así como un importante materialismo
fruto de la prosperidad y relevancia económica de la zona.

Iniciemos nuestra lectura de la Palabra en el versículo 1 del capítulo 2, que dice así:
1
Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que
anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:

La iglesia cristiana de Éfeso fue establecida por el Apóstol Pablo en su tercer viaje
misionero (narrado en el libro de los Hechos de los Apóstoles), y entre sus
dirigentes espirituales se encontraban Aquila y Priscila, Apolos, Timoteo y el
mismo Juan. Las así llamadas "siete estrellas" son los mensajeros que
representan a las siete iglesias; Cristo los tiene en Su mano y eso significa que
es Él quien controla a la iglesia. Los mencionados "candeleros de oro" eran
lámparas portátiles hechas de oro que daban luz a partir del aceite que
llevaban en sí. Cada candelero representa a una iglesia y su luz representaba
la verdad y vida que irradiaba de cada una de esas comunidades. Recordemos
que en las Escrituras el número siete representa todo lo que es completo, por
lo que estos siete candeleros representan a las iglesias de todos los tiempos.
Leamos ahora el versículo 2:
2
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los
malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has
hallado mentirosos;

Es necesario que comprendamos que Dios está hablando a los creyentes. Dios está
alabando a esta iglesia por sus buenas obras, por su sufrimiento (paciencia) así
como por su capacidad de discernimiento o sabiduría espiritual, sabiendo
evaluar a los hombres que afirmaban poseer el liderazgo espiritual, analizando
su doctrina y su conducta.

A lo largo de las Escrituras, podemos ver cómo Dios no le pide al mundo que realice buenas
obras con el fin de ganarse la amistad de Dios y el perdón de los pecados. El
Apóstol Pablo, escribiendo en su carta a su discípulo y amigo Tito, dice en el
capítulo 3, versículo 5: "Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo". Eso es lo importante.
De la misma manera, en su carta a los Romanos, capítulo 4, versículo 5, dice el
Apóstol: "Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le
es contada por justicia".
Cristo está hablando aquí a los Suyos, a los que forman la iglesia de Éfeso y que ya que
han sido salvos. Por eso alaba sus buenas obras, no porque fueron realizadas
para ganar Su perdón y salvación, sino por amor a las personas como reflejo
del amor de Cristo por el ser humano. Por eso, el Apóstol Pablo escribió a la
iglesia de Éfeso una carta en la que les recordó lo siguiente: "Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para
que anduviésemos en ellas" (Ef. 2:8-10).

Esto es importante de notar de nuestra parte, amigo oyente. Alguien ha dicho que el
creyente debería ser como un buen reloj, todo de oro, con el rostro abierto, que
marche regularmente, en el que se pueda confiar y lleno de buenas intenciones
y buenas obras. Así es que, Él le está diciendo aquí a esta iglesia, como lo dijo
el Apóstol Pablo: "Sed llenos del Espíritu Santo". (Ef. 5:18).

El Señor comienza pues alabando a estos creyentes por sus buenas obras. A lo cual añade:
"Y su arduo trabajo". ¿Cuál es la diferencia entre "buenas obras" y "arduo
trabajo"? La palabra "trabajo" implica aquí una buena dosis de cansancio. La
Palabra nos dice cómo el Señor Jesús se cansaba en algunas de sus jornadas
y caminatas que realizó. Los discípulos se cansaron trabajando con el Señor.
Se cansaron por el trabajo. Ahora, la tercera cosa que Él menciona aquí como
conducta digna de elogio es por su paciencia, la cual es consecuencia o "fruto"
del Espíritu Santo. El cuarto aspecto mencionado es "y que no puedes soportar
a los malos".

Un quinto aspecto a destacar es la siguiente mención: "Y has probado a los que se dicen
ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos". Los cristianos de
Éfeso tenían "inteligencia espiritual" o don de discernimiento para probar a
aquellos que llegaban a la iglesia haciéndose pasar por apóstoles, los cuáles
rechazaban de inmediato.

Ahora, veamos el versículo 3 de este capítulo 2 de Apocalipsis:


3
y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre,
y no has desmayado.
Observemos la expresión: "Has trabajado arduamente por amor de mi nombre". Los
creyentes de Éfeso, a pesar de haber sufrido, estaban llevando la cruz porque
habían creído en Cristo, en que fue el hijo de Dios, creído en Su muerte y en su
sacrificio por toda la humanidad. Ellos sabían que ser cristiano no iba a ser
tarea sencilla en una ciudad como aquella, sabían que tendrían que pagar un
precio por ello, tal vez el precio del desdén de sus vecinos, o del menosprecio
de sus conciudadanos, o el de la burla y el escarnio de los desconocidos. Eso
es lo que los cristianos denominamos "llevar la cruz" y que significa
sencillamente compartir los padecimientos que Cristo sufrió en la tierra:
incomprensión, escepticismo, cansancio, ataques, burla, privaciones y
enemistad.

El séptimo motivo de alabanza hacia esta iglesia era que "no había desmayado". Durante
más de cuarenta años desde su fundación, esta iglesia había permanecido fiel
a la Palabra y al Señor. En medio de dificultades y persecución, los creyentes
había persistido, impulsados no pos rus propias fuerzas sino por la obediencia
y la fe en Jesucristo. En realidad, podría interpretarse que los creyentes de
Éfeso no se habían cansado. ¿Qué es lo que Él quiere decir aquí?
Anteriormente, Él había dicho que se habían cansado, y ahora dice que no se
han cansado. Bueno, esta es una de las grandes paradojas de la fe cristiana, y
podemos ilustrarlo con lo que dijo el famoso predicador cristiano Dr. Moody en
cierta ocasión, al regresar a su hogar tras de una campaña que le había dejado
exhausto. Su familia le rogó que no fuera a la siguiente reunión, pero él les dijo:
"Me canso en el trabajo, pero no del trabajo". Y hay mucha diferencia, amigo
oyente. Uno puede cansarse en la obra de Cristo, pero es algo trágico cuando
usted se cansa de la obra de Cristo.

Esas son las palabras de alabanza que Él transmitió a su iglesia en Éfeso. Siete palabras de
halago. Sin embargo, el mensaje no acaba aquí. A continuación leeremos lo
que dice el siguiente versículo, el 4, respecto a esta misma iglesia.
4
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. (Ap. 2:4)

Y permítanos cambiar un poquito esto que dice aquí para que comprendamos mejor el
significado: Pero tengo contra ti, que has dejado tu mejor amor.
¿En qué consiste el ser cristiano? Ser cristiano, querido amigo y amiga, significa una sola
cosa: amar a Jesucristo. Sin embargo, el fervor y la pasión de los efesios hacia
Cristo habían sido poca a poco reemplazados por una ortodoxia fría y
mecanizada. Su pureza doctrinal y moral, su celo inquebrantable por la verdad
y su servicio disciplinado no eran sustituto para el amor a Cristo que habían
descuidado y relegado a un segundo lugar en sus vidas y en su iglesia.

Allí es donde se apartó del buen camino la iglesia por primera vez, no en cuanto a la
doctrina, sino en su relación personal con el Señor Jesucristo. La Biblia nos
demuestra que Dios no desea mantener con el hombre una relación distante y
de sumisión respecto a sí mismo, sino que desea desarrollar una auténtica
relación de Padre a hijo, una relación de amistad eterna, hasta tal punto que la
propia escritura nos dice que desde el principio, la intención de Él fue
adoptarnos en su propia familia trayéndonos hacia Él mediante Jesucristo. Por
eso envió a su Hijo a rescatarnos; porque anhelaba mantener con el hombre y
la mujer una auténtica relación de amor. Y hasta que usted no comprenda esto,
querido amigo y amiga, no podrá entender la fuerza del evangelio: Dios le ama
tanto que envió a Su propio Hijo para morir por los pecados que usted
cometería algún día.

Apocalipsis 3

Versículos 2-6

Continuamos hoy, amigo oyente, recorriendo el libro de Apocalipsis, el último y único libro
profético del Nuevo Testamento, que es la segunda parte de la Biblia, como ya
saben muchos de nuestros estimados oyentes.

Regresamos al capítulo tres de este fascinante libro, donde finalizamos nuestro estudio en
el programa anterior. Recordemos que estamos estudiando las 7 cartas,
dirigidas a 7 iglesias, que el Señor Jesucristo, ya glorificado, y desde el Cielo,
le dicta en una visión al apóstol Juan cuando este se encontraba exiliado en la
Isla de Patmos. Habíamos comentado que cada iglesia representa, por sus
características, una etapa de la historia de la Iglesia de Jesucristo. Hemos
llegado a la carta que va dirigida a la iglesia de Sardis. En el panorama de la
historia de la Iglesia, Sardis representa la Iglesia Protestante durante
aproximadamente el período entre el año 1517 al 1800. El Dr. McGee, autor de
estos estudios, cree que comenzó esa etapa cuando el sacerdote Martín Lutero
clavó su escrito de protesta y denuncia en las puertas de la iglesia en
Wittenburg, Alemania. Comenzó la era de la Reforma, que nos llevará al
principio de un gran movimiento misionero dentro de la historia de la Iglesia.
Tenemos que reconocer que la Reforma no recuperó toda la verdad de la
Palabra de Dios, y el versículo 1, del capítulo 3, que estudiamos en nuestro
anterior programa nos pone una señal de aviso: "Yo conozco tus obras, que
tienes nombre de que vives, y estás muerto".

Continuemos entonces con el siguiente versículo 2 de este capítulo 3:


2
Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras
perfectas delante de Dios. (Ap. 3:2)

Esta es la segunda palabra de condenación, y es un serio aviso para los miembros de la


iglesia en Sardis. Este es un versículo tremendo. En vista de que la Iglesia de
Jesucristo puede ser removida de la Tierra, ese "arrebatamiento", o como
también se le llama "el rapto" puede tener lugar en cualquier momento, la
Iglesia tiene que estar alerta, vigilante. Sabemos que la fecha no ha sido
señalada, y tampoco el período en el cual Él, Jesucristo se llevará a cada
miembro, a cada cristiano auténtico, al Cielo, para estar con Él. Y la razón para
ese aviso es la siguiente: la Iglesia tiene que estar constantemente alerta,
esperando Su venida, aguardando esa bendita esperanza. Amigo oyente, todos
debemos estar siempre preparados para una hora inesperada en la que se
escuchará Su voz. Eso es lo que el Señor está advirtiendo a la iglesia en
Sardis, que deben estar constantemente en alerta.

Mencionábamos en nuestro programa anterior, que la ciudad de Sardis estaba edificada


sobre la cima de un monte. En aquel tiempo, por su ubicación privilegiada, sólo
se podía entrar en la ciudad por una única entrada. Por lo tanto, solamente
necesitaban vigilar y guardar la ciudad en ese punto, porque era inaccesible
por cualquier otro lado. Pero en dos ocasiones, en la historia de esa ciudad,
fueron invadidos por los enemigos, porque la guardia que vigilaba se quedó
dormida, asumiendo que la montaña los protegía de cualquier asalto.
Fue en el año 549 A.C., cuando los soldados medo-persas de Ciro entraron en la ciudad,
por ese motivo: porque la guardia se había dormido. Y luego, en el año 218 D.
C., Antioco el Grande capturó la ciudad, también por el descuido de los
confiados centinelas. Sardis fue capturada en ambas ocasiones, porque habían
llegado a ser gente despreocupada y negligente.

Lo que el Señor le estaba diciendo a la iglesia era lo que leímos: "Sé vigilante", ¡despierta!
Con vergüenza debieron reconocer que en dos ocasiones en la historia de la
ciudad se les encontró adormilados y desprevenidos. Así que, el Señor
Jesucristo le manda aviso a la iglesia de esa ciudad ¡no se os ocurra quedaros
dormidos!

Los cristianos, en general, han apartado sus expectativas del anunciado regreso de
Jesucristo, creyendo que primeramente ciertos acontecimientos deben ocurrir,
para que sea completado el plan que Dios tiene para este planeta Tierra. No
sabemos ni la hora, ni el día, pero podría ser en cualquier momento. Nadie lo
sabe a ciencia cierta, ni siquiera Jesucristo lo sabía cuando estaba en la Tierra.
Pero, estamos advertidos. Esta es una palabra de advertencia para esta
iglesia, pero también para nosotros.

La Reforma, que comenzó con Lutero recobró algunas grandes verdades, como la autoridad
de la Palabra de Dios, la doctrina de la depravación total del hombre, y la
doctrina de la justificación por la fe.

El versículo 3, leamos: "Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y


arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué
hora vendré sobre ti".

Jesucristo, en esta carta personal a la iglesia en Sardi les alerta y avisa que retengan lo que
han recibido y oído. En su pasada historia, sus antepasados habían fallado,
con consecuencias gravísimas, en no velar lo suficiente. Otra vez fueron
alertados, porque no sólo debían temer a la llegada sorpresiva de un enemigo,
sino de Jesucristo mismo. Muchas iglesias han perdido el interés en enseñar
las verdades bíblicas, y se han acomodado a las filosofías y el pensamiento
actual. Muchas, para ser más popular, para ganar audiencia y adeptos han
desarrollado importantes programas sociales, y muchas actividades de
entretenimiento. Todo esto no sería negativo, si la Palabra de Dios tuviera la
importancia, y la máxima relevancia, como autoridad que gobierna y determina
la doctrina y la conducta de la iglesia. Todos debemos estar alerta y
preparados, en todo momento y circunstancia.

Ahora, en el versículo 4, de este capítulo 3 de Apocalipsis, el Señor Jesucristo le dice a esta


iglesia:
4
Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y
andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. (Ap. 3:4)

En Israel, los que se mantenían fieles a Dios, a través de toda su historia, eran sólo unos
pocos, un remanente, y nunca lo fue la totalidad del pueblo. Siempre hubo un
remanente que se mantenía fiel a Dios, y a Sus leyes. Así es que, se nos dice
de la iglesia: Pero tienes unas pocas personas. A esto el Señor llamó Su
iglesia, y en el evangelio de Lucas, Jesucristo llamó a su iglesia Su manada
pequeña. El Cristianismo en el presente también tiene aquellos santos que
aman la Palabra, que son fieles al Señor, aun en estos días, y se mantienen
firmes en la Palabra de Dios.

Podemos mencionar algunos nombres conocidos del pasado. El Protestantismo ha


producido grandes hombres, y aunque no podemos nombrar a todos, sí
podemos señalar algunos líderes de la Reforma: Martín Lutero y Juan Calvino
destacan, y sobresalen sobre todos los demás. También nombramos a Juan
Knox, ese gran hombre de Dios que hizo tanto por Escocia. Más tarde tenemos
a Juan Bunyan, ese gran hombre de Dios, que escribió el famoso libro "El
Progreso del Peregrino", un relato de su propia vida, y cómo Dios le salvó con
mucha misericordia. Un hombre relevante también lo fue Juan Wesley, el
fundador de la iglesia metodista. Dios le salvó de una manera maravillosa y le
utilizó de tal manera que los historiadores le adjudican haber salvado a
Inglaterra de una revolución, como la que destruyó a Francia, permitiéndole a
que llegara a ser una nación de primer orden, nuevamente. Wesley ha sido
llamado "el inglés más grande de todos".

Luego, hubo un escocés, Juan Moffat, quien fue al África, al que más tarde le seguiría David
Livingston, quien exploró e hizo conocer ese continente. Guillermo Carey fue a
la India a predicar las Buenas Nuevas, y más tarde le siguió un hombre joven,
llamado Henry Martín. El protestantismo ha tenido hombres que no se
contaminaron con otras filosofías y fueron fieles a la Palabra de Dios. También
el catolicismo ha producido grandes hombres, abnegados, entregados y
buscadores de La Verdad. Pero Dios mira más allá de las grandes
organizaciones, sus métodos, y filosofías. Él mira el corazón, conoce las
intenciones del mismo, y sabe quién verdaderamente Le busca, y quien desea
conocerle más de cerca. Las instituciones, los organismos, y ni siquiera todo lo
que hacemos "en nombre de Dios", puede darnos la salvación, si no es por la
Fe en Jesucristo, como nuestro único y suficiente Salvador y Señor.

Luego, Juan, el apóstol, sigue el dictado de Jesucristo y continúa escribiendo la carta a la


iglesia en Sardis, leamos el versículo 5:
5
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la
vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
(Ap. 3:5)

El verdadero vencedor, por supuesto, es aquel que triunfa por la sangre de Cristo. Nunca
vence, a las circunstancias, a sus tendencias, a sus hábitos, a sus enemigos, a
la adversidad, NUNCA lo hace con su propia fuerza de voluntad, por de su
propia inteligencia o habilidad. El verdadero vencedor sabe que sólo vencerá, y
llegará a la meta, por el poder salvador, y sanador, de la sangre de Jesucristo.

Continúa Jesucristo: Y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre


delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

Es interesante observar que leyendo las genealogías se pueden identificar a dos libros:
Primero, el libro de la generación de Adán, como se nos dice en el Génesis,
capítulo 5, versículo 1. Todos estamos incluidos en ese libro, nuestros nombres
figuran en esa lista, por ser el libro de todo ser viviente, de toda la humanidad,
pero este registro es un "libro de la muerte".

Segundo, tenemos el libro de la genealogía de Jesucristo, en el evangelio de Mateo,


capítulo 1, versículo 1. La frase "el libro de la genealogía" es una expresión
poco común. Solamente la encontramos en relación con Adán, el primer
hombre, y en relación con Jesucristo. El libro de la genealogía de Jesucristo es
"el libro de la vida". Creemos que se llega a ser incluido en este libro por medio
de la fe en Cristo. Ahora, esto nos lleva a preguntarnos: "¿Es posible que
estemos incluidos en "el libro de la vida", y que luego seamos "borrado" del
mismo? ¿Se puede perder la salvación?" Sí esto fuera así, entonces el Señor
Jesucristo nunca lo habría mencionado. En el evangelio de Juan, capítulo 10,
versículo 28, Jesucristo dijo: "y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni
nadie las arrebatará de mi mano". Una y otra vez, a través de toda la Sagrada
Escritura, encontramos que podemos estar seguros de nuestra salvación.

¿Qué es lo que quiere decir entonces? Bueno, permítanos leer una porción de una
declaración que hizo el Dr. Walwoord en su libro sobre "La revelación de
Jesucristo". Es una explicación muy buena. Él escribió: "Algunos han indicado
que aquí no hay una declaración explícita de que cualquiera puede tener su
nombre borrado del libro de la vida, sino que se hace énfasis en que se tiene la
promesa de que su nombre no será borrado, a causa de su fe en Cristo. Esto,
sin embargo, se implica como una posibilidad. Basándose en lo que el texto
sugiere, algunos han considerado que no es una lista de los que son salvos,
sino más bien una lista de todos aquellos por los cuales Jesucristo murió, es
decir, toda la humanidad, los que ha poseído una vida física. Cuando los seres
humanos, nosotros, llegamos a la madurez, nos enfrentamos con la
responsabilidad de aceptar o rechazar a Jesucristo. Aquellos, que no llegan a
recibir a Cristo como su Salvador, verán que su nombre es borrado. Mientras
que aquellos que sí aceptan a Cristo como su Salvador, son confirmados en su
posición en el libro de la vida, y sus nombres son confesados ante el Padre y
los ángeles celestiales". Hasta aquí la declaración del Dr. Walwoord.

Esta es una interpretación bien fundamentada. En Apocalipsis se le da mucha importancia a


este libro de la Vida. Hay seis referencias más acerca de este libro de la vida
Apocalipsis. 13:8; 17:8; 20:12 y 15; 21:27; 22:19. Hablaremos más
detalladamente sobre este "Libro de la Vida" especialmente cuando lleguemos
a la última mención, en el capítulo 22.

El pensamiento del texto que leímos significa, sencillamente, que algunos en Sardis serían
salvos, pero también que habría algunos de los cuales Jesucristo dijo que sus
nombres serán borrados del libro de la vida. Él no dijo que cualquiera nombre
sería borrado. Aun en Sardis, algunos serían salvos. Es como esa historia que
ya hemos contado en cierta ocasión, de una persona que sueña que va al cielo,
y al llegar se sorprendió de ver a otros que no esperaba encontrar, que sin
embargo estaban en ese lugar; pero, lo que realmente le impactó fue, que
nadie esperaba que él estuviera en el cielo. Bueno, amigo oyente, lo más
importante es estar seguro de que nuestro nombre está inscrito en "el libro de
la vida del Cordero". Creemos que aquellos que se han arrepentido de sus
pecados, los han confesado a Dios, han pedido ser perdonados y limpiados por
el sacrificio de Jesucristo en la cruz, después de esa "conversión a Dios", éstos
son "salvos por la gracia de Dios". No creemos que usted, o cualquier que es
un hijo de Dios, por haber ingresado voluntariamente, por gracia, a la Familia
de Dios, pueda llegar a perder la salvación.

Continuemos con el siguiente versículo, el versículo 6 del capítulo 3 de Apocalipsis, que


dice:
6
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. (Ap. 3:6)

Nuevamente, debemos recalcar que el Señor se refiere aquí a la audición de una persona
que ya Le ha aceptado como su Salvador personal, ha sido limpiado por Su
sangre, y por lo tanto tiene su oído afinado, y necesita oír la voz del Espíritu
que enseña, a través de la Palabra de Dios, el mensaje de Cristo a Su iglesia
hoy.

Llegamos ahora a la carta de Jesucristo a la iglesia de Filadelfia. Esta iglesia representa lo


que llamamos "la iglesia consagrada" que podríamos ubicar en el período del
siglo 19 hasta aquel día futuro, cuando Jesucristo venga a recoger a Su Iglesia.
Esta congregación representa a la iglesia que ha regresado a la Palabra de
Dios, y pensamos que lo mismo está ocurriendo en nuestros tiempos, entre los
protestantes, o evangélicos, así como también entre los que profesan la fe
católica. La correspondencia y llamadas que recibimos nos indica que muchas
personas están volviendo a la Palabra de Dios; en todas partes del mundo hay
gente que está descubriendo y deseando escuchar la Palabra de Dios, que
tiene hambre por ella. La iglesia en Filadelfia tenía esta característica.

Ahora, debemos decir algo en cuanto a esta ciudad. Filadelfia era una pequeña ciudad que
todavía existe en el presente. Es una pequeña localidad turca, bastante
próspera. Esta ciudad llamada Filadelfia se encuentra en el interior, a unos 200
Km de la costa. Es una tierra que sufre una constante inestabilidad sísmica y
sus temblores han sido la causa de que la mayor parte de su población se
hubiese alejado de ella. En el tiempo del apóstol Juan, era como una pequeña
colonia griega, situada sobre en un hermoso y amplio valle. La ciudad, que
actualmente se ha extendido considerablemente, fue construida sobre varias
colinas.

La iglesia de Jesucristo que había en Filadelfia tiene características únicas. Esta


congregación, junto con la que se reunía en Esmirna, fueron las dos únicas
iglesias para las cuales el Señor Jesucristo no tuvo ninguna palabra de
condenación o reproche. ¿Por qué? Porque ambas iglesias había vuelto a la
Palabra de Dios. Y es interesante notar que las dos iglesias a las cuales
Jesucristo no tuvo que amonestar, ni fueron condenadas por alguna práctica o
actividad, ambas ciudades existe todavía.

En la ciudad llamada Filadelfia todavía existen las ruinas de una iglesia bizantina que revela
que el cristianismo estaba vivo y activo en esa zona, hasta el siglo XII o XIII. El
autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba que él pudo
visitar esa zona, y se encontró con los cuidadores de estas ruinas, con las
cuales no pudo conversar en su idioma, pero a través de la amabilidad y
generosidad, la bondad amistosa que ellos demostraron, el pudo percibir que
comunicaban un amor que sólo pueden proyectar los auténticos cristianos.

En el siglo 17 un gran terremoto destruyó toda la ciudad. Fue el mismo terremoto que
también devastó la ciudad de Sardis y otras importantes poblaciones de esa
región turca. Había un gran anfiteatro, el cual también está totalmente destruido
a excepción de una columna, oculta, entre los muchos árboles que pueblan esa
colina. Se asume que el gobierno turco removió todo vestigio de ese anfiteatro
porque los turcos Seljuk asesinaron allí brutalmente a los cristianos de
Filadelfia, y querían librarse de los vestigio de esa viaja civilización. Pero, esa
iglesia, hasta al menos el siglo 13, fue una iglesia misionera, que testificó por
Cristo. Fue una iglesia que honró la Palabra de Dios

Apocalipsis 4

Versículos 1-6
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra particular andadura por este apasionante libro que
es el Apocalipsis, un libro lleno de tesoros. Esperamos contar con su presencia,
estimado amigo oyente en este nuevo programa, el cual iniciamos hoy en el
capítulo 4.

Como usted recordará, en los capítulos 2 y 3 vimos al Cristo Resucitado dirigiéndose desde
el Cielo, a sus iglesias en la Tierra. Ahora, el escenario va a cambiar por
completo, situándonos nada menos que en el Cielo. Esta es una de las pocas
descripciones del Cielo que nos ofrece la Biblia, y como tal, la estudiaremos
con el máximo cuidado y atención.

Ya vimos cómo en el capítulo 1, versículo 19, el apóstol Juan recibió un breve bosquejo de
sus visiones: este sencillo bosquejo se aplicará a todo el libro y nos ayudará a
comprender la estructura del mismo. En este versículo se diferenciaba entre:
"Las cosas que has visto", en referencia a la visión que Juan contempló en el
capítulo 1; "las que son", en relación a las cartas dirigidas a las siete iglesias
(en los capítulos 2 y 3); y "las que han de ser después de éstas", que tiene que
ver con todas las revelaciones de la historia futura (capítulos 4 al 22). Por ello,
y según este bosquejo, este cuarto capítulo de Apocalipsis da inicio a la tercera
y última sección del libro en la que se describen "los acontecimientos que
tendrán lugar tras la era eclesiástica".

Leamos pues este primer versículo del capítulo 4 de Apocalipsis, que dice así:
1
Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí,
como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las
cosas que sucederán después de estas.

En el libro de Apocalipsis encontramos mención de cuatro puertas abiertas. La primera es


"la puerta de la oportunidad": el Cristo Resucitado dijo a la iglesia de Filadelfia-:
"Yo te presento una puerta que permanece abierta" (Ap.3:8) Esa era la puerta
de la oportunidad, por la que podía llevarse el mensaje del evangelio a las
regiones que no lo habían recibido todavía. La segunda puerta es "la puerta del
corazón humano". Dice el Jesucristo Resucitado-: Yo estoy a la puerta,
llamando" (Ap.3:20). Es la puerta de cada corazón humano; cada uno puede
escoger entre abrir su corazón a Jesucristo, o rechazarle, y no abrir a su
llamado. La tercera puerta mencionada es "la puerta de la revelación, en el
versículo 1": "Vi ?dice Juan- una puerta en el Cielo, que estaba abierta". Es la
puerta que da acceso a Dios, por medio de Jesucristo. Cuarta: En el capítulo
19, versículo 11, veremos una puerta abierta en el Cielo, la cual atravesará
Cristo para Su regreso a la Tierra, que será Su 2ª Venida. El vendrá al final de
la Gran Tribulación para aplastar toda injusticia y rebelión contra Dios y
establecer Su Reino. ¿Cuál fue la "puerta abierta en el Cielo" que vio Juan? Es
probable que la puerta vista por Juan fuera una puerta que estaba entre el cielo
y la tierra. El pensamiento judío primitivo concebía los cielos como una bóveda
inmensa sólida, y la idea aquí es que más allá de la bóveda de los cielos está
el Cielo, y que aquí se abre una puerta en la bóveda para dar entrada al Cielo y
al propio apóstol Juan.

Si miramos hacia atrás, al Antiguo Testamento, aunque también en el Nuevo Testamento,


podemos recordar que en más de una ocasión "se abrieron los cielos". En el
libro del profeta Ezequiel leemos: "Los cielos se abrieron y vi visiones de Dios"
(Eze. 1:1), aludiendo a que Dios envía a los que Le buscan, la visión de Sí
Mismo y de Su verdad. En Marcos 1:10 leemos que cuando Jesús fue
bautizado por Juan, Jesús vio los cielos abiertos, y al Espíritu descender sobre
Él. Esto nos da a entender que, cuando la mente y el alma de un hombre o una
mujer se abren a las cosas de Arriba, el Espíritu de Dios desciende a su
encuentro. En otra ocasión, Jesús prometió a Natanael y a sus discípulos, que
vería los cielos abiertos y a los ángeles ascendiendo y descendiendo sobre el
Hijo del Hombre (Juan 1:51). Y es que, amigo oyente, algún día, los cielos se
abrirán para desvelar la gloria de Cristo; e inevitablemente ese día traerá una
explosión de gozo a los que Le hayan amado, y un temor indescriptible a los
que Le hayan despreciado.

Este expresión "Sube acá", es un mandato para que Juan fuera transportado al Cielo "en el
espíritu", de forma temporal y sobrenatural, con el fin de recibir una revelación
específica acerca de sucesos futuros. Queremos, sin embargo, recalcar que
esto no fue un sueño; Juan fue transportado por medios sobrenaturales, fuera
del mundo material y experimentó despierto esta visión que estaba fuera del
alcance de los sentidos normales. El Espíritu Santo capacitó sus sentidos para
recibir la revelación de Dios.

Leamos ahora los versículos 2 y 3 de este capítulo 4 de Apocalipsis:


2
Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el
trono, uno sentado. 3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a
piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris,
semejante en aspecto a la esmeralda.

Cuando Juan entró por la puerta del Cielo vio un trono, no un mueble físico, sino un símbolo
de mando soberano, y de autoridad absoluta. Este es el enfoque del capítulo 4,
ya que ocurre trece veces, y en once oportunidades se refiere al Trono de Dios.
De hecho, en el Antiguo Testamento, el Trono de Dios se menciona numerosas
veces. Un profeta dijo: "Yo vi al Señor sentado en Su Trono, y todo el ejército
de los cielos estaba junto a Él" (1 Reyes 22:19). En el libro de los Salmos se
canta la siguiente alabanza: "Dios se sienta en Su santo Trono" (Sal. 47:8). El
profeta Isaías vio al Señor "sentado en un trono alto y sublime" (Is.6:1). Y en
este libro del Apocalipsis se menciona esto en todos los capítulos menos en el
2, 8 y 9. El Trono de Dios representa Su Majestad. Cuando le preguntaron al
compositor de música Händel cómo había podido escribir el Mesías, respondió:
"Vi abrirse los cielos, y a Dios en Su gran Trono blanco".

Juan vio a Uno, es decir a Dios, sentado en el Trono. Y aquí hay algo muy interesante; Juan
ni siquiera intenta describir a Dios como una figura humana. Lo describe en un
relámpago de colores como de piedras preciosas, pero no menciona ninguna
clase de forma. Debemos entender que este es el Trono del Trino Dios, y las
identificamos como 1º - Dios, el Espíritu Santo, en versículos 2 y 5; 2º- Dios, el
Padre, versículo 3; y 3º- Dios, el Hijo, en versículo 5, del capítulo 5. Es la
Trinidad en el Trono.

Juan ve en la visión una piedra como el Jaspe, la última piedra mencionada en la


composición del pectoral del Sumo Sacerdote, el que cubría su vestimenta. (Ex
28,20). Se asume que aquí era un diamante. La sardónice, recibía el nombre
por ser original de la zona de Sardis, de color roja sangre. Era la primera piedra
mencionada en el pectoral del Sumo Sacerdote.

La visión que tuvo Juan de la presencia de Dios era como un destello cegador de un
diamante al sol, con el brillo deslumbrante del rojo-sangre de la sardónice; y
brillaba a través de ambos el verde más descansado de la esmeralda, porque
sólo así podía el ojo humano soportar semejante visión. El arco iris, en griego,
"iris", significa también "halo". El arco iris, desde tiempos del gran diluvio
universal, fue señal, de la fidelidad de Dios a Su Palabra, Sus promesas y Su
pacto con Noé (Gen.9:12). El verde es el color de la tierra, y la sugerencia aquí
es aquella del profeta Habacuc: ". . .en la ira acuérdate de la misericordia"
(Hab. 3:2), y Dios hará eso.

Algunos han querido ver en que el jaspe quizá represente la insoportable luminosidad de la
pureza de Dios; las vetas como de sangre de la sardónice o coralina, Su justa
ira, y el más benigno verde de la esmeralda, Su misericordia. gracias a la cual
podemos mirar Su pureza y Su justicia.

Leamos el versículo 4 de este capítulo 4 de Apocalipsis:


4
Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro
ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. (Ap.
4:4)

Los veinticuatro ancianos aparecen repetidas veces en el Apocalipsis, como representantes


de toda la Iglesia, desde Pentecostés hasta la "Recogida" de la Iglesia por
Jesucristo, o como también se le llama, el "Arrebatamiento", el ser "llevados
fuera" de la Iglesia, por Jesucristo. Creemos que la explicación más probable
es que los veinticuatro ancianos representan simbólicamente al fiel pueblo de
Dios. Sus vestiduras blancas son las que les prometen a los fieles (Apocalipsis
3:4), y sus coronas son las que les prometieron a los que fueran fieles hasta la
muerte (ap. 2:10). Los tronos son los que les prometió Jesús a los que lo
abandonan todo para seguirle (Mat. 19:27-29). Estaban sentados alrededor del
trono, vestidos de túnicas blancas ? que simboliza la justicia de Jesucristo (2
Co 5,21); y con coronas de oro (4:4, 14:3) que indica que la Iglesia reinará con
Jesucristo (1 Co 6,3); las coronas también serán recompensas (2 Ti 4,8, Stg
1,12; 1 P 5,4); echaron sus coronas delante del trono (4:10); adoraban y
alababan a Dios constantemente (5:11,14; 7:11, 11:16, 14:3, 19:4); le
presentaban a Dios las oraciones de los Santos (5:8); uno de ellos animó a
Juan cuando estaba triste (5:5); y otro actuó de intérprete de una de las
visiones (7:13).

Leamos ahora el versículo 5 del capítulo 4 de Apocalipsis, que dice así:


5
Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas
de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.

Vemos como aquí Juan añade más detalles a su descripción misteriosa e impresionante del
cielo. Los relámpagos y los truenos no son producto de la furia de la
naturaleza, sino de la justicia divina que desciende de un Dios temible y
poderoso sobre un mundo lleno de pecado.

Los truenos y relámpagos se relacionan a menudo con la manifestación de Dios. En la


visión del profeta Ezequiel, los relámpagos salían del fuego resplandeciente
que había alrededor del trono (Ez. 1:13). El salmista nos dice que la voz del
trueno estaba en el torbellino, y lo relámpagos iluminaban el mundo (Salmo
78:18). Dios envía sus relámpagos hasta lo último de la tierra (Job 37:4). Y en
el Monte Sinaí, cuando el pueblo de Israel esperaba la promulgación de la Ley,
podemos leer en el libro del Éxodo, capítulo 19, versículo 16: "Hubo truenos y
relámpagos, una espesa nube cubrió el monte y se oyó un toque imponente de
trompeta.

Las siete lámparas es una clara referencia al Espíritu Santo. El número "siete" significa en
las Sagradas Escrituras la perfección, e indica que algo se ha completado de
tal modo que Juan se propuso identificar aquí "la plenitud del Espíritu Santo".

Leamos ahora el versículo 6 de este capítulo 4 de Apocalipsis, que dice así:


6
Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y
alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.

El mencionado "mar de vidrio" ha ejercido una extraña fascinación en la mente de muchas


personas. En el escrito original no se dice que fuera un mar de vidrio sino
"como si fuera" un mar de vidrio. Este mar delante del Trono de Dios es otra
indicación que el énfasis no es la misericordia, sino en el juicio. El mar
representa la santidad y la justicia de Dios (Mt 5,8; He 12, 14). En la Primera
epístola a los Tesalonicenses, capítulo 3, versículo 13, se nos dice: Para que
sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios
nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.
El mar en calma indica la posición de descanso a la cual ha llegado la Iglesia.
Ella ya no es víctima de las tormentas de la vida. Ya no está más en alta mar.
Llegamos ahora, estimados amigos oyentes, a otra de las figuras simbólicas del Apocalipsis:
los cuatro seres vivientes, o, literalmente, "los cuatro seres que viven". La
palabra griega es "zoa", de lo que proviene la palabra zoo, y nuestra palabra
"zoológico". No son los animales salvajes de los que leeremos en el capítulo
13, para lo cual se utilizan otras expresiones. Estos cuatro seres vivientes
aparecen frecuentemente a escala celestial. ¿Qué dice el Apocalipsis de ellos?
Un análisis cuidadoso del texto nos permite observar lo siguiente: Estos seres
se encuentran siempre cerca del Trono de Dios y del Cordero, se dedican a
alabar y adorar a Dios (6:1, 7) y uno de ellos entregará a los siete ángeles las
siete copas de oro llenas de la ira de Dios (15:7).

Los ángeles que se mencionan en el Nuevo Testamento siempre están relacionados con la
presencia, el poder y la santidad de Dios. Y aunque la descripción de Juan no
es idéntica a la del profeta Ezequiel, es obvio que ambos se refieren a los
mismos seres sobrenaturales e indescriptibles, de los querubines (Ez. 1:4-25,
10:15). El profeta Isaías también menciona a los serafines con características
semejantes (Is. 6, 2 y 3). La mención de que están "llenos de ojos" puede
referirse a que aunque no son omniscientes, un atributo sólo reservado para
Dios, estos ángeles tienen un conocimiento y una percepción sobresaliente;
nada escapa de su escrutinio (v.8).

Pero, ¿quiénes eran los querubines? Fueron los guardianes puestos al este del Edén para
impedir que Adán y Eva pudieran llegar al "Árbol de la vida" después de su
caída y expulsión del paraíso (Ge.3:24). Cuando se construyó el arca del
Tabernáculo, se colocaron dos querubines formando una sola pieza, dispuestos
cara a cara, cada uno a un extremo, y cubriéndolo con sus alas (Ex.25:18-20).
Eran un símbolo de la presencia del Señor; Su gloria es manifestada entre los
querubines (Lv. 16:2). Son numerosos los pasajes que hacen alusión a la
presencia del Señor entre los querubines. Había figuras de querubines
bordadas sobre los tapices del Tabernáculo. El Templo de Salomón, mucho
más espléndido, tenía dos gigantescos querubines. Su altura era de casi 5
metros y la envergadura del arco formado por sus alas era de 10 metros. De
todo esto podemos extraer la siguiente idea: los querubines son seres
angélicos que están cerca de Dios y son los guardianes de Su trono.
¿Qué simbolizan estos cuatro seres vivientes? Es obvio que resultan parte de la
escenografía del cielo. Algunos autores sostienen que estos cuatro seres
vivientes representan todo lo más noble, fuerte, sabio y veloz de la naturaleza.
Cada uno tiene preeminencia en una esfera particular: el león es supremo entre
las fieras; el buey entre el ganado; el águila entre las aves y el hombre entre
todas las criaturas. Tal y como podemos leer en el versículo 7:
7
El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el
tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila
volando.

Los animales representan toda la grandeza y la fuerza, y la belleza de la naturaleza, a la


que vemos aquí sirviendo y alabando a Dios. En los versículos que siguen
veremos a los veinticuatro ancianos alabando a Dios; y cuando los unimos los
dos cuadros obtenemos el de la Naturaleza y la Humanidad en constante
adoración a Dios.

Estimado amigo y amiga que nos escucha: aunque los seres humanos no somos ángeles, ni
querubines o serafines, fuimos creados para agradar y adorar a Dios. "Porque
tú creaste todas las cosas; existen y fueron creadas para ser de tu agrado" (Ap.
4:11). El primer propósito de nuestra vida debería ser agradar a Dios con
nuestras propias vidas, vivir para complacerlo. Y en la Biblia, agradar a Dios se
conoce como adorar a Dios. El Salmo 147:11 dice: "Él se complace en los que
lo adoran, en los que confían en su gran amor". ¿Y qué es adoración? Todo lo
que hagas para complacer a Dios puede ser un acto de adoración.

Estimado amigo y amiga, Dios quiere todo de nosotros. Dios no quiere una parte de nuestra
vida, de su vida. Dios pide todo. El primer mandamiento es: "Ama al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas". A Dios no le conmueven, ni le interesan, los compromisos a medias, la
obediencia parcial o las sobras de nuestro tiempo. Quiere devoción plena, no
pedacitos de nuestra vida. Una mujer Samaritana en cierta ocasión discutió con
Jesús acerca del mejor tiempo, lugar y estilo de adoración. Jesús le contestó
que esos aspectos eran irrelevantes. El lugar de adoración no es tan
importante como "el por qué adoramos" y cuánto de nuestro ser le ofrecemos a
Dios cuando lo hacemos. Y cuando adoramos, Él mira más allá de nuestras
palabras, observando la actitud de nuestro corazón. Podemos adorarlo con
imperfecciones, pero no con falta de sinceridad. Debemos adorar a Dios con
nuestro corazón y con nuestra cabeza, con esfuerzo y con energía.

Apocalipsis 5

Versículos 2-14

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro de Apocalipsis, el último libro de la
Biblia, la Palabra de Dios. En nuestro programa anterior, habíamos llegado al
capítulo 5 y comentamos un cuadro que contempló en su visión el apóstol
Juan, trasladado hasta el Cielo, para escribir todo lo que allí veía y escuchaba.
Comenzaba este capítulo con el versículo 1, que dice:
1
Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y
por fuera, sellado con siete sellos.

En el programa anterior tratamos de identificar este libro, o "rollo", que era el formato que se
usaba para los documentos importantes en la antigüedad. Muchos estudiosos
de los textos sagrados de la Biblia han sugerido diversas interpretaciones al
respecto. Ahora, creemos que lo que representa este "libro" es el nuevo pacto
de Dios con Israel. Siglos antes, el profeta Jeremías escribió: He aquí que
vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales haré nuevo pacto con la casa
de Israel, y con la casa de Judá. (Jer. 31:31) Este nuevo pacto iba a escribirse
no sobre unas tablas, sino sobre sus corazones. El Apóstol Pablo, en su
epístola a los Romanos, capítulo 11, versículos 26 y 27, dice: Y luego todo
Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará
de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus
pecados.

Y el autor a los Hebreos, en el capítulo 10 de su epístola, versículo 16, dice:

Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis
leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré. Y agrega, en los
siguientes versículos 17 y 18: y nunca más me acordaré de sus pecados y
transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el
pecado.
Amigo oyente, el antiguo pacto que Dios había hecho con Israel dependía del hombre. Los
Diez Mandamientos enfatizan lo que no se debe hacer, y como resultado,
fracasó, porque todo dependía de la debilidad del hombre. La causa, no fueron
los Diez Mandamientos, o las leyes que Dios había dado. El problema estaba
dentro del hombre. En el Jardín del Edén ocurrió algo semejante. Muchas
personas piensan que el árbol, o su fruto prohibido, tenían algo malo, fuera de
lo común. Pensamos que tanto el árbol, como su fruto, eran iguales a todos los
demás. El problema no radicaba en el fruto de ese árbol, sino en esa pareja
que lo codició. El problema radicó en su corazón, y en su mente. Ahora, este
"nuevo pacto" depende del poder del Trono de Dios, porque depende del Señor
Jesucristo. Leamos el versículo 2 de este capítulo 5 de Apocalipsis:
2
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y
desatar sus sellos? (Ap. 5:2)

¿Quién tiene el derecho y el título de propiedad sobre este mundo? ¿Quién puede
gobernarlo? ¿Quién puede establecer justicia y equidad? ¿Piensa usted, amigo
oyente, que los partidos políticos, el sistema financiero mundial, la Banca, o
entidades como las Naciones Unidas tal vez, pueden hacer? Considerando la
historia de este mundo, confiamos en que usted no se haya hecho ilusiones en
creer que el hombre, el ser humano, puede resolver sus propios problemas. La
Palabra de Dios afirma contundentemente que el hombre, por si mismo, es
incapaz de encontrar soluciones duraderas a los complejos problemas de este
planeta.

El apóstol Juan vio que el que formuló esta pregunta era un ángel fuerte, un ángel
poderoso, con una potente y sonora voz. Esto nos habla del poder que es
necesario para hacer efectivo ese nuevo pacto. Continuemos con el versículo 3
de este capítulo 5 de Apocalipsis:
3
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun
mirarlo. (Ap. 5:3)

Ningún hombre del linaje de Adán tiene el derecho de abrir el libro y tomar el poder sobre la
Tierra. Adán perdió el dominio, a través del pecado. Moisés, el que dio la ley,
también la quebrantó. David y su linaje fracasaron. Nadie en el linaje de Adán
cumpliría con los requisitos. Tampoco no hay nadie, ninguna personalidad, en
la actualidad. Este gobernante tiene que ser un Redentor, un Soberano; tiene
que ser el Salvador de la Humanidad; ¡Jesucristo es el ÚNICO que puede
hacerlo! Satanás está trabajando para conseguirlo, no acepta su derrota, pero
no lo podrá conseguirlo. ¿Quién entonces puede abrir el libro, con plenos
derechos, y ser el Soberano de la Tierra? Sigamos leyendo el próximo
versículo 4 de este capítulo 5 de Apocalipsis:
4
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de
leerlo, ni de mirarlo. (Ap. 5:4)

El apóstol Juan estaba muy afligido. Ese hombre tenía una verdadera pasión, sentía una
devoción santa por su Señor, y una curiosidad por todo lo que estaba
ocurriendo. Él estaba dispuesto a mirar y oír todo lo que Jesucristo quería que
viera. Y Juan ahora se encuentra participando en este drama. ¿Continuaría la
Tierra en el pecado y la tristeza? ¿No había ningún futuro, ninguna esperanza
para la Tierra y sus habitantes? El Apóstol Pablo en su epístola a los Romanos,
capítulo 8, versículo 23, dice: Y no sólo ella, sino que también nosotros
mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos
dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo. ¿No hay alguien competente, capaz de gobernar la Tierra? Juan se
sentía conmovido y abrumado por la posibilidad de que no hubiera nadie. El
Apóstol Pablo, dice nuevamente en esa misma epístola a los Romanos,
capítulo 8, versículo 22: Porque sabemos que toda la creación gime a una. Y a
una está con dolores de parto hasta ahora.

Opinamos personalmente que "la evolución" es la filosofía y la teoría más pesimista que una
persona puede creer. Si fueron necesarios tantos millones de años para llegar
al punto en el que nos encontramos en el presente, ¿cuál es la esperanza para
el futuro? ¿No habrá nadie que pueda resolver este problema? Los políticos
nos prometen lograr la paz en nuestra época. Y también la iglesia, los
organismos religiosos, cree que puede arreglar los asuntos de este mundo.

Estimado amigo oyente, no hay nadie capacitado para abrir este libro, y que pueda hacerse
cargo de esta Tierra en la cual nos encontramos; y Juan llora
desconsoladamente por este motivo. Juan no tenía la respuesta, pero veremos
a Alguien que sí puede, con plenos derechos abrir el libro. Ahora nos
acercamos a la siguiente escena: vamos a contemplar a Cristo, el León de la
tribu de Judá, y el Cordero, que fue inmolado. Leamos el versículo 5 de este
capítulo 5 de Apocalipsis:
5
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz
de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. (Ap. 5:5)

Observemos que un anciano, uno de los 24 que rodean al Trono le habló a Juan. Los
ancianos poseen una iluminación espiritual, lo que los identifica como la
representación de la Iglesia. El Señor Jesucristo, todavía en la Tierra, recogido
en el evangelio según Juan, capítulo 15, versículo 15, dijo: Ya no os llamaré
siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado
amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

El Señor Jesucristo es el UNICO que tiene el derecho y el título de propiedad sobre la


Tierra. Él no sólo le ha redimido a usted y a mí, por Su sacrificio, sino que Él
también redimió con ese acto a toda la Tierra. Él se identifica aquí en todos sus
ministerios que están relacionados con la tierra.

Se le llama el León de la tribu de Judá, la raíz de David. Este título Le identifica con la tribu
de Judá. El anciano Jacob, cuando estaba muriendo, llamó a su alrededor a
sus doce hijos, y le dio a su hijo Judá esta profecía que leemos en Génesis,
capítulo 49, versículos 9 y 10: Cachorro de león, Judá; de la presa subiste hijo
mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo
despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies,
hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos.

Pero Jesucristo, el Señor, también es "la raíz de David". En el Segundo libro de Samuel,
capítulo 7, en este gran capítulo que habla del pacto de Dios con David, Dios
dice que Él levantará después de David a UNO de su linaje, y este gobernará
no sólo sobre Su pueblo, sino sobre toda la tierra. El Señor Jesucristo tiene el
derecho a gobernar. Él es el cumplimiento de las profecías hechas en el
Antiguo Testamento relacionadas con el futuro de este mundo. Todas esas
profecías serán cumplidas en Su Segunda Venida a este planeta cuando
regrese para establecer Su Reino. Ahora, leamos el versículo 6 de este capítulo
5 de Apocalipsis:
6
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los
ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y
siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
(Ap. 5:6)

Anteriormente hablamos del León de la tribu de Judá, como uno de los títulos del Señor
Jesucristo. Ahora Juan nos habla de que vio un Cordero: Yo vi un Cordero. La
Palabra "cordero" se encuentra en diminutivo; literalmente significa "corderito".
Esto nos indica Su mansedumbre y Su disposición a ser sacrificado. Jesucristo
es el Cordero, limpio, santo, sin mancha que fue llevado al matadero. Él no
abrió su boca (Is 53,7). Él fue el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo (Jn 1,29).

Como inmolado, ? dice aquí. Eso indica la muerte sustitutiva, redentora y vicaria de Cristo, y
el énfasis se da al hecho de que Él fue inmolado con violencia. Y allí, Él estaba
en pie. Esto nos habla de Su resurrección. Él ya no está sentado a la diestra de
Dios. Él ya se ha puesto en movimiento, se está dirigiendo a Su posición de
poder, Él está acercándose a esta Tierra. El juicio de la Tribulación está por
azotar a la Tierra. Los vientos ya están soplando sobre la Tierra.

Y Juan vio que Jesucristo estaba en el medio del Trono. Esto indica el hecho de que Él está
delante del Trono y preparado para actuar como un Juez justo. Los 7 cuernos
demuestran "el poder perfecto". Un cuerno habla de poder; el pasaje bíblico
que lo explica puede leerse en el capítulo 7 del profeta Daniel, versículo 8.

Él es pues, Omnipotente, y los 7 ojos indican un conocimiento perfecto. Jesucristo es,


entonces, el Dios Omnipotente y Omnisciente. Él actúa en la plenitud del
Espíritu, que es el Espíritu de sabiduría y entendimiento.

El Señor Jesucristo, es ambas, es el León y es el Cordero. El carácter de León está


relacionado con Su Segunda Venida. El carácter de Cordero, con Su Primera
Venida. El león simboliza Su Majestad. El cordero simboliza Su mansedumbre.
Como León, Él es Soberano; como Cordero, Él es un Salvador. Como León, es
un juez; como Cordero, Él es el juzgado. El León representa el Gobierno de
Dios, y el Cordero representa la Gracia de Dios. Continuemos con el versículo
7 del capítulo 5 de Apocalipsis:
7
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. (Ap. 5:7)

Correctamente, en vez de decir "tomó", debería ser: "ha tomado". Jesucristo se acerca al
Trono, a través del tiempo de la Tribulación. Él "juzga" al mundo en justicia,
antes de "reinar" en justicia. Él ya no es más "el intercesor" de la Iglesia,
porque la Iglesia ahora está con Él. Él comienza a actuar como Juez, y esta
secuencia en sus acciones es importante. Luego, en el versículo 8 leemos:
8
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se
postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de
incienso, que son las oraciones de los santos; (Ap. 5:8)

Observemos que dice: Y cuando hubo tomado el libro. Esta es una acción en tiempo
pasado. Este es un gran movimiento que implica y abarca a toda la creación, y
Jesucristo, ahora, por fin, está en control.

La escena que se desarrolla ahora es la adoración del Cordero, de parte de los Cuatro
Seres Vivientes, y de los 24 Ancianos. Las arpas significan la alabanza. Los
ancianos no tienen arpas, porque ellos ya son una señal de alabanza a Dios.
Por lo que podemos deducir que no todos en el Cielo tendrán arpas,
contrariamente a lo que popularmente se describe como la futura ocupación de
los que estaremos allí.

Ahora, los 24 Ancianos aquí actúan como Sacerdotes. Sólo la Iglesia ejercita el sacerdocio
de los creyentes en el Cielo. El Dr. Carl Armerding nos ofrece un pensamiento
muy ilustrativo acerca de este pasaje. Él dice: "La oración de Cristo en el
evangelio de Juan, capítulo 17, por los creyentes, es contestada en los
Ancianos, en que ellos puedan conocerle y estar delante de Su presencia, y ver
su Gloria. Ellos se encuentran rodeándole a Él, para contemplar Su gloria en el
Cielo".

Juan describe las copas de oro, llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Allí
está presente la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, por medio de los Ancianos,
ejerciendo el sacerdocio. Y luego, continuamos leyendo los versículos 9 y 10 de
este capítulo 5 de Apocalipsis:
9
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos;
porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo
linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. (Ap. 5:9-10)

Estos versículos indican que todos los Seres Vivientes y los Ancianos cantaban este
cántico. Las huestes angelicales se sumaron la Iglesia en la alabanza, en
cánticos dirigida al Cordero con el libro. Jesucristo es alabado como el
Redentor de los hombres de todo linaje, razas y edades. Estimado amigo
oyente, un día los que creemos en Jesucristo y le hemos invitado a nuestra
vida, un día vamos a formar parte de ese coro, aunque aquí en la Tierra no
sepamos cantar muy bien, allí cantaremos alabanzas a Aquel que nos amó,
hasta la muerte. ¡No hay mayor amor que ese!

Ahora, este "cántico nuevo" que se menciona es un cántico de redención. El cántico de


antaño era un cántico de creación. En el libro de Job, los hijos de Dios
cantaban, y ellos estaban cantando a Dios, porque era el Creador. Ellos, en
aquel entonces, no conocían en realidad nada acerca del profundo,
incondicional y eterno amor de Dios. Pero, ahora nosotros sí podemos cantar a
este amor. Tenemos un Salvador que nos ama, el cual se entregó a Sí mismo
por nosotros.

La palabra "digno" revela que Él ahora llena todo el horizonte de alabanza y de adoración.
Eso es lo que significa la adoración, devolver la dignidad a quien la merece.
Toda la dignidad le pertenece a Él, y Él es el único digno de alabanza. Y todos
cantan en el Cielo acerca de Su sacrificio y de Su sangre derramada por amor.

Al final del versículo hemos leído nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y
reinaremos sobre la tierra y esto es una referencia a los santos. La Iglesia no
reinará en el Cielo, sino sobre la Tierra. En el siguiente versículo 11, del
capítulo 5 de Apocalipsis que estamos estudiando, podemos ver que millones
de ángeles se unen a este cántico nuevo. Leamos los versículos 11 y el 12
también:
11
Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de
los ancianos; y su número era millones de millones, 12que decían a gran voz:
El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. (Ap. 5:11-12)
Juan escribe: Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono. Pero de ver a
"muchos", Juan amplía su mirada, y ve una gran multitud. Incalculable,
incontable. Millones de millones. Las inteligencias creadas por Dios, todas
están alabándole. Y ahora, a continuación tenemos la adoración universal del
Salvador y Soberano de todo el Universo. Leamos los versículos 13 y 14:
13
Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar,
y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y
al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los
siglos. 14Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos
se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los
siglos. (Ap. 5:13-14)

Toda criatura de Dios se une en este acto de adoración universal en el Cielo y en la Tierra,
hasta los animales de la tierra, y los peces del mar, todos se unen en esta
inmensa y sonora alabanza.

Y todas las criaturas vivientes agregan su "amén". La iglesia aquí se inclina, y se postra en
una sobrecogedora, silenciosa, adoración y alabanza.

Creemos, amigo oyente, que una forma apropiada de concluir nuestro programa hoy sería
cantando ese gran coro de aleluya. Al llegar al fin de esta escena tan
emocionante y magnífica en el Cielo, vemos que toda la alabanza y el honor y
la adoración deben ir dirigidas al Señor Jesucristo. Quizá, estimado amigo,
amiga oyente, no está acostumbrado a alabar y adorar a Aquel que le amó y
murió por usted; pero Él está dispuesto a perdonarle todos y cada uno de sus
pecados y borrarlos, y olvidarse de ellos para siempre. Si usted acepta el
sacrificio de Jesucristo, y le invita a su vida, para limpiarla y para dar sentido a
su camino, sabe, eso le convierte en un hijo de Dios, le incorpora a la Familia
de Dios. HOY mismo puede ser el mejor día de su vida, si usted le dice a
Jesucristo: "no te conozco mucho, pero me han dicho, y la Biblia lo dice, que
me amas tal como soy. Por favor, te pido que me limpies y me hagas una
persona nueva; te acepto como mi Salvador y el Señor de mi vida. Toma mi
vida, y hazla de nuevo. Te necesito, Cristo. Gracias, porque tu quieres cumplir
Tu promesa de que si abro mi corazón, tu entrarás y te quedarás conmigo, y
nunca más estaré sola, solo, porque Tu estarás conmigo, para siempre."
Apocalipsis 6

Versículos 1-8

Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestra marcha por el libro de
Apocalipsis, el último de la Biblia. Apocalipsis es un libro asombroso y
fascinante, porque contienen las profecías que Jesucristo reveló al apóstol
Juan. El tema tiene un extremado interés ya que analizamos las profecías
relacionadas con el futuro de la Humanidad y los acontecimientos que en un
futuro se desarrollarán sobre este planeta Tierra.

Volvemos hoy al capítulo 6. Y vamos a comenzar leyendo los primeros dos versículos de
este capítulo:
1
Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir
como con voz de trueno: Ven y mira. 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el
que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y
para vencer. (Ap. 6:1-2)

Como hemos dicho en nuestro programa anterior, el Anticristo no aparecerá como un


villano, como una figura siniestra o repulsiva. Dijimos que Satanás tiene una
hueste de ángeles que, engañosamente, se presentan como ángeles de luz; no
se parecen en nada a los demonios, que se suelen caracterizar como
horrendas criaturas, con cuernos y rabo. El Anticristo surgirá como un
carismático, encantador y atractivo hombre que fascinará al mundo, con un
poder subyugante de convicción, como no se ha visto jamás en toda la historia
de la Humanidad. Y mencionamos estas características porque, cuando
Jesucristo vino a la Tierra, los hombres, las personas a su alrededor no vieron
ningún atractivo especial en Él, algo que todavía ocurre hoy en día. Sin
embargo, todo el mundo, es decir, todas las naciones aceptarán a este
personaje tan encantador que resultará ser el Anticristo, aunque por supuesto
no tendrá este nombre. Él llegará al escenario mundial con su propio nombre,
con una inusual habilidad e inteligencia, y todos le aclamarán, desde las
instituciones mundiales más renombradas, hasta los gobiernos y partidos
políticos, los científicos y pensadores, todos unánimemente le pregonarán
como "el salvador del mundo".
La opinión de que el primer jinete, sentado sobre el caballo blanco es el Anticristo, parece
satisfacer de una manera más completa las demandas del texto. Cuando Cristo
regrese sobre un caballo blanco, como se menciona en el capítulo 19 de
Apocalipsis, seguirá el Reino del Milenio; pero este primer jinete en el capítulo
6 inicia el período de la Gran Tribulación, y no el período de los mil años, el
milenio de paz bajo el reinado de Jesucristo. Nosotros opinamos que este jinete
es "el pequeño cuerno" que se menciona en el capítulo 7 del libro del profeta
Daniel, que es identificado como "el hombre de pecado", "la bestia de
Apocalipsis", en el capítulo 13, ese gobernante del ya restaurado imperio
romano, quien será el último de los dictadores mundiales. Llegará al poder con
falsas promesas de una paz mundial, que sin embargo el mundo no disfrutará
bajo su dictadura.

El profesor A. J. Toynbee, que fue director de estudios en el Instituto Real de Asuntos


Internacionales, del Reino Unido dijo hace años: "Al forzar sobre la humanidad
armamentos cada vez más destructivos, y al mismo tiempo hacer que todo el
mundo sea más interdependiente económicamente, la tecnología ha llevado a
la humanidad a tal grado de desesperación que nosotros ya estamos listos,
preparados y maduros para divinizar a cualquier César nuevo, que pueda tener
éxito en dar unidad y paz a nuestro mundo". Y el Apóstol Pablo, en su primera
epístola a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 3, dice: Cuando digan: paz y
seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores
a la mujer encinta, y no escaparán.

G. K. Chesterton, por su parte declaró: "Una de las paradojas de este tiempo es que es el
tiempo del pacifismo, pero no es el tiempo de la paz". Como nunca se están
realizando esfuerzos en pro de la paz, en incontables áreas conflictivos de la
Tierra, pero que, lastimosamente, no suelen ser muy efectivos.

Ahora, cuando el Anticristo llegue al poder, él va a hablar de paz; y el mundo creerá que
está entrando en un nuevo período, sin precedentes, esperanzador, de paz,
prosperidad, unidad, y justicia para todos, - similar a una descripción del
Milenio. Pero, en realidad, bajo las mentiras y el engaño de ese personaje, que
parecerá un salvador, un cristo, la Humanidad estará entrando en el período de
la Gran Tribulación. La Gran Tribulación, comenzará con la llegada del
Anticristo, quien parecerá un "cordero", pero resultará ser "un lobo hábilmente
disfrazado". La promesa de paz será la gran mentira que el mundo va a creer.

Ahora, este jinete no puede ser Jesucristo, ya que Juan vio a Cristo en el Cielo, como el
Cordero, en medio del Trono. Sólo Él fue llamado "el León de la tribu de Judá",
y "la raíz de David". Desde el Cielo Él está dirigiendo todos los acontecimientos
que transcurrirán tanto en el cielo, como en la Tierra. Él es quien da las
órdenes precisas a los cuatro jinetes que saldrán a medida que Él abre los
sellos del documento. A Jesucristo lo podemos identificar claramente en el
capítulo 19 de Apocalipsis, mientras en este capítulo 6 la identidad del jinete del
caballo blanco es bastante oscura, lo que nos sugiere que éste no es el Señor
Jesucristo, sino una imitación de Él; aquel que se hace pasar como el supuesto
"salvador del mundo". Llegamos ahora al segundo sello, y los versículos 3 y 4
de este capítulo 6 de Apocalipsis nos dicen:
3
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. 4 Y salió
otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la
tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. (Ap.
6:3-4)

Otro argumento por el cual creemos que el primer jinete no podía ser Jesucristo, es que Él
traerá la verdadera paz a esta tierra, una paz permanente. Sin embargo, el
período de paz prometida por el Anticristo no durará mucho. Inmediatamente
después de la salida del primer caballo, el caballo blanco, Jesucristo abre el
segundo sello y sale un caballo bermejo, rojo, de guerra, galopando hacia la
Tierra. La paz que el jinete del caballo blanco trajo a la Tierra era temporal,
totalmente falsa. El Anticristo se presentará a sí mismo como un gobernante
que puede traer la paz al mundo. Pero, él no la puede garantizar, porque Dios
dijo: No hay paz para los malvados, dice mi Dios. (Is. 48:22).

¿Y no es eso lo que cada candidato que lucha para ocupar un cargo político promete, una y
otra vez? Siempre prometen que el país, la nación, permanecerá gozando de
una paz estable, que no habrá más luchas; y todos anhelamos que sus
palabras se cumplan. Sin embargo, estimado amigo, amiga oyente, estamos
muy lejos de la paz que tantas veces ha visto su nombre en elocuentes
tratados y acuerdos, firmados por importantes estadistas mundiales.
Con el segundo sello, sale el segundo caballo bermejo, que es el color de la sangre, a
recorrer la Tierra. El jinete del primer caballo blanco tenía un arco en sus
manos, sin embargo, no se mencionan las necesarias flechas; este jinete no
causará la guerra real. El segundo jinete se le dio una gran espada, lo que
implica lucha, porque se utilizaba en el combate cuerpo a cuerpo. No será
hasta el segundo sello, con el jinete a lomo del caballo rojo, que la paz es
quitada de la Tierra. El segundo sello contempla ejércitos invasores en una
feroz guerra cuerpo a cuerpo.

El versículo 5 comienza diciendo:


5a
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, (Ap.
6:5a)

Juan menciona otra vez que "oyó, miró y vio". Reitera e implica su sentido de la vista y del
oído para enfatizar la realidad de su experiencia. Y la segunda parte del
versículo 5 y también el versículo 6 nos dicen:
5b
y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6 Y oí una
voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo
por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite
ni el vino. (Ap. 6:5b-6)

El color de este caballo negro indica el color del luto. Esto lo podemos verificar en el Antiguo
Testamento, expresado por los profetas Jeremías, en capítulo 4, versículo 28, y
en Malaquías, capítulo 3, versículo 14. En estos textos bíblicos se menciona el
color negro como el de luto; y también nos habla de "hambre". En otro libro del
Antiguo Testamento, escrito también por Jeremías, llamado Lamentaciones, en
el capítulo 4, versículo 8, leemos: Oscuro más que la negrura es su aspecto; no
los conocen por las calles; su piel está pegada a sus huesos, seca como un
palo.

Esto habla del hambre. El caballo negro con su jinete nos habla de una hambruna que
vendrá sobre la Tierra, un hambre mundial, debido a la extrema escasez de
alimentos que suele ser la consecuencia de una guerra. Pero esta situación no
tendrá precedente alguno en toda la historia universal, porque jamás se ha
visto a todas las naciones afectadas al mismo tiempo.
El historiador griego Heródoto, habló de una medida de cebada o de trigo, como la ración de
consumo diario de un soldado. Un denario era en aquel entonces una moneda
romana que equivalía al salario por un día de trabajo. Así es que, el trabajador
no podrá mantener a su familia en aquel día.

El aceite y el vino son símbolos de los lujos que solamente serán disfrutados por personas
sin dificultades económicas, los ricos. El aceite correspondería a lo que
llamamos "artículos de belleza", que en tiempos de guerra y pos-guerra,
solamente pueden ser adquiridos por lo más pudientes, por ser artículos de
lujo.

El vino estará presente en abundancia. No habrá suficiente comida, pero no faltará el vino,
aunque el disfrute será sólo por aquellos que podrán pagar su exorbitante
precio.

Durante la segunda guerra mundial, las personas con recursos económicos, los ricos, en su
gran mayoría podían obtener carne. Ellos conseguían cualquier cosa que les
apetecía. Los ricos siempre podrán obtener lo mejor, mientras que las personas
de pocos o nulos recursos, los pobres, tienen que conformarse con ser
ingeniosos y creativos para paliar el hambre y suplir al menos sus necesidades
básicas. Por lo que leemos aquí, en el capítulo 6 de Apocalipsis, vemos que
nada cambiará; que las cosas en este día futuro, serán "más de lo mismo",
como siempre ha existido en toda la historia de la Humanidad. Así es como se
ha vivido en el pasado, y así también se vivirá en el futuro. Por mucho que se
prometa la creación de tecnologías inteligentes para el desarrollo de novedosos
programas agrarios, respetuosos inclusive con el medio ambiente, con una
mejor y más organizada distribución de los sobrantes de los países del primer
mundo, esto no resolverá el problema de la pobreza. La generación de más
riqueza solamente ha conseguido que algunos tengan buenos trabajos bien
remunerados, pero hasta el presente, esta afluencia no ha alcanzado a los
verdaderamente "pobres". Es penoso comprobar que por mucha ayuda
humanitaria que se envíe a países necesitados, estos recursos no siempre
llegan a su destino, o son utilizados correctamente para su fin. Salvo honrosas
excepciones, la corrupción individual o colectiva siempre ha estado presente,
sobre todo en las esferas de poder e influencia. El egoísmo y la avaricia del
corazón humano no tienen límites, si no, este problema mundial que afecta a
miles de personas que mueren cada día de "hambre", se hubiera podido
resolver hace mucho tiempo.

Estimado amigo, amiga oyente, ésta es nuestra realidad actual, el fiel reflejo de lo que
padece el mundo globalizado del siglo XXI. El cuadro que se nos presenta con
la llegada del tercer caballo negro, significará más hambre y sufrimiento, como
no se ha conocido jamás. La única razón por la cual nos hemos explayado un
poco más sobre esta terrible situación que ocurrirá en un futuro es que, hay
suficientes indicios para poder comprender la magnitud de esta profecía. Hoy
por hoy, ya hay millones que carecen de lo que en el primer mundo llamamos
"artículos de primera necesidad". Los "pobres" siempre los ha habido, pero en
ese tiempo será a escala mundial.

Ya en el año 1798, el Rev. Tomás Malthus llegó a la conclusión de que la necesidad de la


población era mucho mayor, que el poder de la tierra para producir lo necesario
para generar la suficiente alimentación para satisfacer a todos los seres
humanos. Él predijo entonces de que llegaría un día cuando se presentaría un
hambre a escala mundial. En 1959, representantes de las 70 naciones que
formaban las Naciones Unidas en ese tiempo se reunieron en Roma para
"combatir el hambre y la mal nutrición". En esa reunión, el ya citado Toynbee,
dijo: "Tarde o temprano habrá un límite en la producción alimenticia, y
entonces, si la población continúa aumentando progresivamente, el hambre
realizará las ejecuciones que tuvieron lugar en el pasado por el hambre, la
peste y la guerra, todo combinado".

Sir John Boyd Orr, quien fue director general de la Organización Alimento y de Agricultura de
las Naciones Unidas, cuando ocupaba este cargo, dijo: "Concluiré mi actuación
dando una última advertencia al mundo. Si esto no es resuelto, habrá un caos
mundial en los próximos 50 años. Las naciones del mundo están enajenadas".
Esta fue su declaración.

Millones de personas no saben lo que es vivir sin hambre. Miles mueren cada día, no de
enfermedad, sino de hambre y mala nutrición. Pero nada será comparado a lo
que sucederá un día, al paso del caballo negro del Apocalipsis, capítulo 6. El
hambre siempre sigue a la guerra. Y ahora, en los versículos 7 y 8, tenemos el
cuarto sello en este capítulo, leemos:
7
Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. 8 Miré,
y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y
el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra,
para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la
tierra. (Ap. 6:7-8

Aquí se describe a una enfermedad, a una plaga de proporciones catastróficas que


consumirá una cuarta parte de la población de la Tierra. No habrá suficiente
medicina, antibióticos o penicilina para curar a todos los afectado en ese
tiempo.

...Tenía por nombre Muerte.. Debemos resaltar notar que aquí se le da al jinete el nombre
"muerte", pero escrito con mayúscula. En nuestro próximo programa
comentaremos con más detalle este texto, porque la "muerte" es mucho más
que el simple cese de toda actividad física. Es mucho más que eso, para un ser
humano. Comentaremos ese aspecto en la próxima ocasión.

El apóstol Juan ha descrito en su libro profético, el Apocalipsis, una gran escena que vio y
oyó en el Cielo. Nos ha relatado como estos cuatro jinetes, salieron en
estampida, uno tras otro, según Jesucristo abría los 4 primeros sellos y así les
ordenaba hacer. Deseamos mencionar como conclusión, las palabras de
Jesucristo, registradas en el evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 5, done
Jesús habla de "las señales antes del fin"; dijo: Porque vendrán muchos en mi
nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Estas palabras
forman parte de Su discurso en el Monte de los Olivos. Es interesante observar
la secuencia de Sus palabras. Él dijo en primer lugar: Porque vendrán muchos
en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y a muchos engañarán. Ese sería la
representación del jinete del caballo blanco, el Anticristo, que se hará pasar por
"el salvador del mundo". Y oiréis de guerras y rumores de guerras. Estas
palabras se pueden aplicar al segundo jinete, cabalgando sobre el caballo rojo,
que desatará la guerra, muerte y destrucción. Luego dijo: Mirad que no os
turbéis. Y continuó diciendo: Porque se levantará nación contra nación, y reino
contra reino; y habrá pestes, y hambres. Este es la descripción del tercer
caballo, el caballo negro, que sembrará hambre en el mundo. Y: Habrá pestes.
Ese es el cuarto caballo, de color amarillo. Y terremotos en diferentes lugares; y
todo esto será principio de dolores. Es el comienzo del período de la Gran
Tribulación sobre la Tierra. El Señor Jesucristo anunció en Su discurso del
Monte de los Olivos lo que años más tarde le sería revelado a Juan en la Isla
de Patmos.

Apocalipsis 7

Versículos 2-4

Continuamos hoy, amigo oyente, avanzando por este fascinante libro de la Biblia llamado
Apocalipsis, el cual ha despertado el interés y la curiosidad de numerosos
estudiosos y buscadores de la verdad. Para nosotros, los cristianos, la Biblia es
verdad y todo lo que contiene es verdad. Por eso estamos realizando esta serie
de programas, con el fin de ayudarle a descubrir a usted, amigo y amiga que
nos sintoniza, todos sus tesoros y darle respuesta a sus preguntas e
inquietudes sobre Jesucristo, el plan de salvación para el hombre, la vida
eterna, el castigo eterno y un largo etcétera.

Le invitamos pues a que nos acompañe nuevamente hoy y se embarque con nosotros en
este interesantísimo viaje, no como un turista más, preparado a sacar unas
cuantas fotografías, sino como un auténtico viajero, dispuesto a adentrarse con
nosotros en las profundidades y en las verdades que la Biblia, un libro que
tiene que mucho que ofrecer para el hombre y la mujer del siglo XXI.

Dicho esto, comenzaremos nuestro estudio de hoy en el versículo 2 del capítulo siete del
Apocalipsis.

Tan sólo un apunte más antes de comenzar: muchos exploradores de lo misterioso y lo


místico han querido ver en Apocalipsis una simple colección de símbolos
incomprensibles y esotéricos, más destinados a confundir y a ocultar que a
enseñar. Pero nada más lejos de la verdad, querido oyente: Pocos libros de la
Biblia poseen una estructura interna más clara y fácil de seguir. Y si bien es
evidente que el Apocalipsis está poblado de numeroso símbolos, esto no lo
convierte en un libro oscurantista sino, por el contrario, es el libro de la Biblia
que más luz arroja hacia un tema absolutamente fascinante: el final de los
tiempos de la humanidad; un final que está cerca pero no sabemos cuándo
acontecerá, y un final para el cual Dios no desea que tengamos todos los
detalles, sino tan sólo una serie de pistas. Al igual, que una serie de trazos
rápidos en un lienzo, no para quedarnos absortos admirando la fluida agilidad
de las líneas, sino para admirar y vislumbrar por un instante la Gloria de Jesús
en Su Segunda Venida, el triunfo de lo bueno, el castigo de los malos y el
comienzo del reinado de paz y justicia de Jesús en la tierra. Así es como
debería de haber sido desde un comienzo, si el hombre no hubiese
desobedecido a Dios y le hubiera dado la espalda desde el principio, tal y como
se relata en el libro del Génesis.

De esta manera, estimado lector, cuando el Apóstol Juan nos intenta poner en palabras sus
visiones, utiliza símbolos e imágenes que pueden resultar difíciles de entender
en sí mismas, pero que representan verdades y principios que podemos
observar a lo largo de toda la Biblia. Si nos limitamos a ver los símbolos e
imágenes y no miramos más allá, hacia los principios que apuntan, sólo
estaremos realizando malabarismos bíblicos tratando de que su significado
respalde alguna suposición previa nuestra.

Recordemos que a esta altura de nuestro estudio, en el capítulo 7 del Apocalipsis, la iglesia
ya no está en este mundo sino que ha sido sacada de la tierra y disfruta de la
presencia del Señor. Fue el Apóstol Pedro quien dijo que no había ninguna
profecía de interpretación privada. ¿Qué quiere decir esto? Que uno no puede
extraer un versículo de su contexto y utilizarlo como un pretexto para apoyar su
tesis. A eso lo podríamos denominar, con cierto toque de humor, como
"bibliomancia", que es lo que hacen algunos cristianos cuando abren su Biblia
al azar para que Dios les revele Su voluntad en una decisión difícil que deben
tomar. ¡Cómo somos los humanos!, ¿verdad, querido oyente? Nos acordamos
de Dios cuando vienen las crisis de la vida, cuando ya hemos tomado malas
decisiones, cuando hemos provocado el conflicto y no somos capaces de salir
adelante. Es entonces cuando el cristiano inmaduro, el que es inconstante y
carnal, es decir, que se mueve por impulsos y según su propia sabiduría,
decide acudir a La Palabra como último auxilio. Espera que Dios le hable y le
diga lo que debe hacer para recuperar su trabajo, a pesar de haber sido
negligente, o a salvar su matrimonio, a pesar de haber sido infiel física o
mentalmente, o a encauzar a su hijo, cuando no lo ha educado con la sabiduría
y con los valores que enseña la Biblia. Amigo y amiga que nos escucha: Dios
hace milagros, pero Dios no va hacer algo que usted debería haber hecho. La
Biblia le enseñará el camino a seguir, pero usted decide seguirlo o no; o
recorrerlo lentamente y parándose a menudo, o ágilmente hacia su meta. Usted
elige. Pero, desde aquí le desafiamos a iniciar, o a retomar el mayor viaje de su
vida, un viaje sin retorno hacia la vida eterna. Fíjese que no hemos dicho "un
viaje hacia la felicidad", tal y como prometen muchos libros de autoayuda. Y es
que estamos siendo absolutamente sinceros con usted: la finalidad del cristiano
no es ser feliz, sino ser como Cristo. Así de sencillo. Así de difícil. Así de
increíble. ¿Nos acompaña en este viaje?

Entre la apertura del sexto sello y la del séptimo, se inserta este capítulo 7 en el cual se
introducen dos grandes multitudes, una en la Tierra (vv. 1-8) y otra en el Cielo
(vv. 9-17). Juan, el Apóstol, tendrá dos visiones, en las que encuentra consuelo,
protección y símbolos de victoria para los hijos de Dios. En este y el próximo
programa estudiaremos el significado de la multitud que Juan vio en la tierra:
144.000 judíos, sellados con el sello protector de Dios mismo. Ya en el
programa anterior vimos la actuación de cinco ángeles (vv. 1-3) y después
analizaremos el número de los sellados de cada una de las tribus (vv. 4-8).

Anteriormente habíamos asistido a la apertura de los seis sellos, y estos seis sellos
contenían un mensaje muy claro, a la vez que revelaban sucesivos eventos del
periodo denominado como Gran Tribulación. Estos sellos, como vimos,
avanzaban cuatro grandes catástrofes que acontecerían sobre nuestro planeta
al comienzo del juicio. El quinto sello nos habla de aquellos que serían
martirizados. El sexto nos presentó algunos de los signos o señales de
anarquía que vendrán sobre el mundo, durante este período de la Gran
Tribulación.

También comentamos que una gran multitud de personas iban a ser salvas, tantas como
nunca en la historia de la iglesia ha sucedido. En ningún otro periodo de tiempo
como en estos siete años de tribulación tanta gente se volverá hacia Dios. Esto
revela que los juicios o castigos lograrán uno de los propósitos de Dios,
provocará que multitudes de personas se vuelvan a Él en este período, pero
también se verá que muchos otros se vuelvan aún más contra Él. Dios quiere
tener una gran familia y que todos se salven, que ni uno sólo se pierda, y para
ello usará todo lo que tiene a Su alcance para que usted tenga la oportunidad
de aceptarle voluntariamente como su Señor y Salvador. Pero Él no le obligará;
tan sólo llamará a su puerta. Sólo si usted le invita a pasar, Él entrará. En caso
contrario, no lo hará. Esa es la increíble e incomprensible libertad de decisión
que Dios ha regalado al hombre y a la mujer para hacer lo que deseen con su
vida.

Cómo nos gustaría poder interpretar todos los detalles de la profecía de Apocalipsis, pero
por alguna razón que desconocemos, Dios, en Su sabiduría, ha decidido no
revelarnos todos los detalles acerca del futuro; quizá para que nos
obsesionemos con Él; quizá para que nos enfoquemos más en arreglar nuestro
presente y nuestra relación con Él, interrumpida por nuestro pecado; o quizá
porque para Dios hay cosas mucho más importantes que desvelarnos el futuro;
como que nos volvamos a enamorar de Él, restauremos nuestra amistad e
intimidad con Él, que Le obedezcamos, crezcamos y seamos maduros; que
hablemos a muchos de Él, que muchos escuchen este mensaje de certeza y
esperanza: que hay una vida nueva en Cristo y que está al alcance de todos.

Todo lo que el hombre necesita para vivir está en las Sagradas Escrituras, en la Biblia. Y
todo lo que la Iglesia necesita comprender es que hemos sido librados de pasar
a través de este período denominado Gran Tribulación. En el evangelio de
Juan, capítulo 5, versículo 24, el Señor Jesucristo dijo: "De cierto, de cierto os
digo: El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene (en este instante)
vida eterna; y no vendrá a condenación" ? Esta "condenación" es el juicio de la
Gran Tribulación. Nosotros, los cristianos que conformamos la Iglesia, no
vamos a pasar por eso. Así se lo prometió también a la iglesia de Filadelfia. En
Apocalipsis, capítulo 3, versículo 10, leemos: "Por cuanto has guardado la
palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba". Él
dijo que los libraría de esa hora. ¿De qué hora? De la hora de la prueba, de
esta tribulación.

Leamos ahora, juntos, los versículos 2 y 3 de este capítulo 7 de Apocalipsis, que dicen lo
siguiente
2
Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y
clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de
hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar,
ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de
nuestro Dios.
Recordemos, amigos oyentes, que en el versículo anterior, Juan observó a cuatro ángeles
de pie, situados en los cuatro puntos cardinales, que controlaban los vientos y
las tempestades. Ello nos recuerda que la meteorología puede ser un
instrumento en las manos de Dios, lo mismo para bendecir que para castigar.

Juan dice aquí: Vi también a otro ángel, y esto quiere decir que había un quinto ángel allí.
Aparentemente tiene un rango superior a los otros cuatro porque les está
dando órdenes. Como pudimos ver en el libro de Daniel, y también en la
epístola a los Efesios, hay ciertos grados de ángeles, tanto buenos como
malos. Satanás y ejército de ángeles caídos están organizados en grados y
categorías: posiblemente sería similar a los rangos militares: Generales,
Tenientes Generales, Coroneles, Tenientes, y Sargentos, y muchos soldados
rasos. Dios también tiene organizadas sus huestes celestiales en rangos y
categorías.

Ahora, Juan ve subir del Oriente un ángel diferente de los cuatro anteriores, "de donde se
levanta el sol", literalmente "de donde viene la luz o la salvación". Por su rango
y cometido, podríamos pensar que éste ángel se trata de un arcángel, de
categoría superior. El sello que lleva en su mano significa que el grupo concreto
del que se va a hablar en seguida, recibirá protección divina en las aflicciones
de la gran tribulación. Este ángel o arcángel comunica a los otros cuatro la
orden de no hacer ningún daño, por el momento, ni a la tierra ni al mar (en el
cielo, todo está a salvo). Los daños que han de producirse en la Tierra quedan
en suspenso hasta que se haya efectuado el sellado de los 144.000. Así, antes
de que la gran tribulación azote la Tierra, los fieles tienen que ser marcados
con el sello de Dios. "Sello" se refiere con frecuencia a un anillo emblemático
que se utilizaba para imprimir la imagen que tenía sobre un documento con
cera derretida. La impronta producida indicaba la autenticidad implícita del
dueño y protegía el documento. En este caso, la marca es el nombre de Dios.

Y recordemos, estimados oyentes, que el Sello en las Escrituras significa tres cosas: Para
proteger, en primer lugar, de forma que lo sellado queda a buen recaudo de
cualquier daño o violación (Mt. 27:66, Ap. 5:1). Dios Padre siempre protege, de
un modo u otro, a los que son Suyos. En segundo lugar, el sello sirve para
marcar propiedad o posesión. Isaías 44:1-5 nos adelanta esta idea. Según el
original, el remanente llevará tatuado en la mano el nombre del Señor. En
tercer y último lugar, el sello garantiza y certifica, la promesa de protección a
los sellados.

Y este ángel le está dando órdenes a los otros cuatro. Dice aquí: "y clamó a gran voz". Y en
el griego esta palabra es fonea-mega. Si usted invierte el orden de estas dos
palabras fonea y mega, entonces, resulta megá-fonea. De allí es donde
obtenemos la palabra megáfono. Mega quiere decir grande. Fonea indica voz.
Y aquí tenemos la indicación de que un juicio terrible está a punto de
derramarse sobre la Tierra. Por ello, resulta necesario asegurar a los siervos de
Dios. Si Él no los sellara, entonces, no podrían pasar a través de ese período.
Tienen que ser guardados del día de la ira que vendrá sobre la Tierra. El Señor
Jesucristo mismo mencionó esto en el evangelio de Mateo, capítulo 24,
versículos 21 y 22: "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha
habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días
no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados".

Note usted: . . . mas por causa de los escogidos. O sea, de los sellados. Ahora, ¿cuál es la
señal que se coloca sobre sus frentes? Bueno, amigo y amiga oyente, tenemos
que confesar que no tenemos todas las respuestas, y que no sabemos en
realidad, qué tipo de marca o señal será. Pero tampoco creemos se eso sea lo
relevante.

Se nos dice en el Apocalipsis que durante este período habrá aquellos que no podrán
comerciar, cuando el Anticristo llegue al poder, a no ser que tengan la marca de
la bestia. Esta marca aquí es en contraste a esa marca de la bestia. Pensamos
que esta marca es una marca espiritual que estará en sus vidas. Recuerda
usted que el Señor Jesucristo dijo: "Por sus frutos los conoceréis", es decir, por
sus vidas. Creemos que será la marca de los que pertenecen a Dios, durante
ese período, porque los no creyentes van a ser verdaderamente malvados. No
nos podemos ni imaginar cómo podrán ser peores que los hoy en día. Pero la
Palabra de Dios dice que van a ir mucho más lejos de lo que han ido en la
actualidad.

Por eso decimos que este capítulo séptimo se constituye como el interludio entre dos partes
de una misma sinfonía de tonos altamente dramáticos, dividiéndose en dos
partes: Primero, son sellados 144.000 israelitas (vv. 1-8) y en segundo lugar,
son salvadas un sinnúmero de personas no israelitas o gentiles (vv. 9-17).

Ahora, observemos cómo cuando Dios trata con Israel, suele utilizar fechas o números. El
Apóstol Pablo nunca entregó un informe a nadie de cuántos habían sido salvos
en cada uno de sus viajes misioneros. Sin embargo, cuando Dios se refiere a
Israel, suele mencionar números y también fechas. Leamos ahora el versículo
4 de este capítulo 7 de Apocalipsis, que dice así:
4
Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de
los hijos de Israel. (Ap. 7:4)

Ciento cuarenta y cuatro mil será el número de los sellados de la Nación de Israel. Y este
número no se refiere ni a la iglesia ni a ningún otro grupo de creyentes
existente en la actualidad. Durante la Gran Tribulación, 144.000 personas de
entre todas las tribus de Israel serán salvadas. Hay personas que dicen que
esta cantidad de ciento cuarenta y cuatro mil es un símbolo, que representa
otra cantidad. Bueno, ¿no puede Dios decir lo que quiere decir? Si Él dice que
son ciento cuarenta y cuatro mil, pues, creemos que en realidad Él quiera decir
ciento cuarenta y cinco mil. Creemos que quiere decir exactamente eso.

El Apóstol Pablo dijo en su epístola a los Romanos, capítulo 9, versículo 8: "Esto es: No los
que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos
según la promesa son contados como descendientes".

Y esto es cierto en la actualidad. En la misma epístola a los Romanos, capítulo 11,


versículos 4 y 5, dice: "Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado
siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también
aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia".

El Apóstol Pablo dijo que en su día había un remanente que estaba en la Iglesia. Hoy
también hay un remanente que está en la Iglesia. Ahora, durante la Gran
Tribulación habrá un remanente de 144.000 personas. Se nos dice aquí que
ellos van a dar testimonio de Cristo durante el período de la Gran Tribulación.
El Señor Jesucristo dijo, tal y como podemos leer en el Evangelio de Mateo,
capítulo 24, versículo 14: "Y será predicado este evangelio del reino en todo el
mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin".
También hay quien se ha aventurado a afirmar que el evangelio que prediquen estos judíos
será un evangelio diferente, pero no lo será. Recordemos que "Evangelio"
significa "Buenas Noticias", porque el evangelio es una buena noticia para la
humanidad, para el hombre y la mujer, al mostrar claramente el único camino
hacia la salvación. Y este camino se llama Jesucristo. El evangelio del reino es
el evangelio de la muerte y resurrección de Cristo; y ese evangelio va a
despertar a la nación de Israel y muchos se volverán a Cristo. Pero ellos
tendrán algo que añadir a su mensaje del Evangelio, algo que hoy en día no
podemos afirmar; ellos podrán afirmar, sin temor a equivocarse: "No pasará
mucho tiempo hasta que Él regrese aquí". Ellos podrán decir eso. Nosotros no
podemos afirmar esto en la actualidad, porque no sabemos ni el día ni la hora
cuando Él vendrá.

Tal y como podemos leer en las Escrituras, estos judíos estarán divididos en tribus, y se nos
dice aquí cuántos serán de cada tribu: 12.000 personas. Pero permítanos,
estimado oyente, no avanzar acontecimientos y tratar este asunto un poco más
adelante. Mientras tanto, le sugerimos leer los siguientes versículos de este
capítulo 7 de Apocalipsis para estar mejor preparado para nuestro próximo
estudio.

Apocalipsis 8

Versículo 1

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro profético de Apocalipsis, que
se encuentra en el Nuevo Testamento, como último libro de La Biblia. El autor
de este fascinante libro fue el apóstol Juan quien, por su fe en Jesucristo a
quien conoció personalmente, fue perseguido y exiliado en la Isla de Patmos.
Allí sufrió las penalidades de su cautiverio, hasta que Dios dispuso revelarle,
por medio de una visión y un traslado sobrenatural al Cielo, los eventos que
ocurrirán en la Tierra en un futuro. Se le ordenó a Juan el escribir todo lo que
veía y oía, y es notable la sencillez con la que el apóstol describe, en primera
persona, esas vivencias sublimes, pero también terroríficas.

En el programa anterior concluimos el capítulo 7 y por lo tanto hoy comenzaremos con el


capítulo 8. En este nuevo capítulo veremos la apertura del séptimo sello del
libro que Jesucristo sostenía en Sus manos. Tan sagrado era su contenido que
nadie más que Él, podía abrir y romper los sellos que certificaban la
autenticidad y la extrema importancia de ese documento. Después de haber
visto el paréntesis que constituye el capítulo 7, donde Juan describió a las dos
multitudes que fueron sellados, judíos y gentiles, ahora llega el momento de la
apertura del último sello. Hemos visto, en programas anteriores, como
Jesucristo abría un sello detrás de otro, y las consecuencias que cada uno
provocaba. Ya habíamos llegado el sexto sello. Solo falta la apertura del
séptimo sello, que comienza ahora en este capítulo 8. La apertura del séptimo
sello presenta a siete ángeles que tocan siete trompetas, cuatro de estas
trompetas se encuentran en este mismo capítulo.

El apóstol Juan va a comenzar a explicar los próximos eventos utilizando un bosquejo que
nos facilitará comprender los próximos sucesos. Juan describirá una serie de
sietes elementos, de los cuales cuatro están relacionados con el período de la
Gran Tribulación. Juan primeramente presentará seis de estas series para
luego hacer un paréntesis que ayudará a la comprensión de los temas que está
explicando. Finalmente relatará el comienzo de la última serie, la séptima, lo
que nos indica que todas estas series de diversos elementos están
interrelacionados; están unidos, y pertenecen al mismo período de tiempo.

Así es que, hemos llegado a la apertura del séptimo sello, que introducirá a los siete
ángeles, con las siete trompetas.

En programas anteriores habíamos comentado que todo lo que leamos a partir del capítulo
4, todo tiene que ver con "el futuro", con "las cosas que han de ser, después de
estas", como leíamos en Apocalipsis 1:19. Nosotros, hoy, en este tiempo
presente, vivimos "en el período de la iglesia". Hay muchas personas que
dicen: "No quiero saber nada del futuro, me inquieta demasiado el libro de
Apocalipsis". Debemos admitir que, comenzando con la llegada, de los 4
jinetes del Apocalipsis, uno detrás de otro, terribles y terroríficos juicios
comenzarán a azotar nuestro planeta Tierra. Serán tiempos verdaderamente
angustiosos para todos los que vivan en esos días. Pero, sabemos que estos
desastres ocurrirán en la Tierra, después de la salida de la Iglesia de Jesucristo
de este mundo. Así que, sabemos dónde nos encontraremos, todos aquellos
los que somos de Cristo, los que seguimos genuinamente a nuestro Salvador y
Señor. Y, si usted también es un hijo de Dios, usted sabe que ha sido sellado
por el Espíritu Santo, como propiedad de Dios. Y cuando la Iglesia salga de
este mundo para reunirse con el Señor Jesucristo, usted, estimado amigo y
amiga, se encontrará en ese grupo que no padecerá la Gran Tribulación. Esta
es la bendita esperanza de la Iglesia.

Ahora, estas siete trompetas, de los siete ángeles que estudiaremos en los próximos
versículos, nos acercarán al fragor de la intensidad de este período llamado "la
Gran Tribulación". Hemos estudiado en programas anteriores que los siete
sellos que consecutivamente eran abiertos, presentaban los juicios que son el
resultado natural de las actividades del ser humano que vive separado de Dios,
es decir, en pecado, a los ojos de Dios. Con la apertura del sexto sello, Juan
nos describió el terrible juicio en el que Dios utiliza toda la furia de la
naturaleza. Ahora, con el séptimo sello, que se compone de un conjunto de
siete trompetas veremos el juicio directo y sobrenatural de Dios al juzgar a una
raza rebelde.

Ahora, los siete sellos, las siete trompetas, las siete personalidades, y las siete copas de la
ira, que estudiaremos próximamente, todos estos conjuntos tiene relación con
el mismo período, pero vistos desde otra perspectiva, desde un ángulo un poco
diferente.

1.- En "los siete sellos" encontramos los juicios que son el resultado de la actividad
deliberada e intencionada del hombre. El juicio de Dios vendrá sobre el ser
humano pecador que vive alejado de Dios e indiferente al evangelio. En el
primer sello vimos el galopar del jinete sobre el caballo blanco que prometía
una paz, que resultaba falsa. Dirán: paz, paz, ? pero, de pronto, vendrá la
destrucción.

El segundo sello fue desató al caballo rojo, bermejo, de la guerra. ¿Cómo se llega a crear
una guerra? Las guerras nacen porque están en el corazón del hombre.
Muchas personas opinan que si no existieran armas de fuego, si no hubiera
ninguna clase de armamento, ni bombas atómicas, o cualquier otro material
destructivo, entonces viviríamos en paz. Estimado amigo, amiga oyente, la
guerra está en el corazón del hombre; primeramente tendríamos que cambiar
el corazón del ser humano, para poder librarnos de las guerras.
2.- Con "las siete trompetas" que vamos a considerar a partir de este programa, veremos el
juicio que es el resultado de la intervención directa de Dios.

3.- Cuando lleguemos, próximamente, a estudiar "las siete personalidades", veremos el


juicio que será el resultado de la lucha de Satanás contra Dios. Satanás será
expuesto abiertamente.

4.- En "las siete copas de la ira" veremos "el juicio final de la Gran Tribulación", el cual será
una acción directa de parte de Dios, a causa de la rebelión del hombre y de
Satanás. Dios juzgará a ambos.

Al llegar a esta sección en la que se nos presentan símbolos, debemos recordar que un
símbolo es un símbolo de algún hecho concreto. Vamos a ver que hay ciertas
extrañas y poderosas similitudes entre las plagas que tuvieron lugar en Egipto
en los días de Moisés, y "los juicios de las trompetas". Creemos que es
bastante lógico y razonable llegar a la conclusión de que, si las plagas de la
época de Moisés, fueron literales, entonces las plagas que vendrán en "la Gran
Tribulación" también serán literales. Los símbolos que se utilizan son símbolos
de la realidad que vendrá. Es decir, el lenguaje común no nos aclararía lo
terrible y trágico que será la Gran Tribulación. Superará toda descripción, por lo
que Dios agotado el lenguaje humano, nos intenta explicar los hechos futuros
por medio de los símbolos.

Debemos recordar que este libro es una revelación del Señor Jesucristo. Ahora lo vemos en
su nuevo cargo y posición, actuando como Juez. Estos juicios, que se explican
por medio de símbolos, no son símbolos misteriosos, envueltos en una
nebulosa que puede disiparse fácilmente bajo un análisis hermenéutico.
Cuando se utilizan símbolos, y en este libro abundan diversas clases de
símbolos, siempre también se nos da una clave. La Palabra de Dios, las
Sagradas Escrituras, nos ofrecerá una explicación, y no es necesario utilizar
nuestra propia imaginación. Como ya hemos mencionado anteriormente, el
Apocalipsis es el último libro en la Biblia por la sencilla razón, que es necesario
conocer también los 65 libros anteriores. Y el conocimiento de esos 65 libros es
un requerimiento básico para poder entender este lenguaje tan vívido.

A toda persona que se acerca por primera vez a la Palabra de Dios le recomendamos que
no comience con el estudio del libro de Apocalipsis; es mucho más útil y
comprensible comenzar con el primer libro, con Génesis. O, si lo desea,
comenzar con los Evangelios, pero, para comprender el libro de Apocalipsis se
necesitan más herramientas y un conocimiento bíblico previo. Debemos
recordar, estimado amigo, amiga oyente, que en nuestro programa de "La
Fuente de la Vida", ya hemos pasado casi cinco años estudiando la Biblia.
Creemos que esto nos da autoridad para enseñar ahora el libro de Apocalipsis.
Fue el Apóstol Pedro quien escribió: Entendiendo primero esto, que ninguna
profecía de la Escritura es de interpretación privada. (2 Pedro 1:20). No
podemos interpreta Apocalipsis por sí mismo, como aislado de los 65 libros que
le preceden. Los eventos y los símbolos que se nos describen aquí representan
una realidad terrible, que llegarán indudablemente a materializarse un futuro en
nuestro planeta Tierra.

Ahora, volviendo a nuestro texto, comenzando el capítulo 8 vamos a ver que Jesucristo
romperá el séptimo y último sello del documento que porta en Sus manos. Esto
desencadenará una serie de nuevos eventos. Veremos que el séptimo sellos
contiene los juicios que traerán consigo las siete trompetas que siete ángeles
harán sonar consecutivamente. Como ya comentamos, veremos una serie de
conjuntos y grupos de personas, hechos y símbolos que paulatinamente
explicaremos.

Aunque el libro de Apocalipsis es un relato real de lo que ocurrirá en un futuro cuya fecha
sólo Dios sabe, a pesar del drama que le aguarda al mundo, los creyentes no
deberíamos sentir temor o angustia. El futuro debería servirnos como un gran
consuelo, un aliciente para cualquier circunstancia adversa que pudiéramos
estar atravesando. Podemos dar gracias a Dios, porque en Su perfecta justicia,
todos los juicios serán justos, y aquellos que han perjudicado Su Creación,
tanto a Sus criaturas como a Su entorno medio-ambiental, Él juzgará, todo lo
juzgará correctamente. Y las buenas noticias, en medio de tantas terribles es
¡que todavía están a tiempo todos aquellos que no conocen a Dios, a volverse
hacia Él, y buscarle con arrepentimiento y sinceridad de corazón! Todavía está
a tiempo a llegar a ser un hijo de Dios todos aquellos que sólo son criaturas de
Dios, pero no perteneces a Su familia. Todavía estamos a tiempo para
pregonar que hay esperanza para todo aquel que quiere estar y tener PAZ con
Dios, por medio del único Mediador válido, que es JESUCRISTO, el Señor.
Esta certeza y verdad nos produce gratitud y confianza que un día estaremos
reunidos con Aquel que nos amó hasta la muerte. La tarea o misión de los hijos
de Dios es más importante que nunca. Nuestra tarea consiste en,
sencillamente esparcir la semilla del amor de Jesucristo, la de predicar la
Palabra de Dios, por todos los medios a nuestro alcance, como lo es en estos
momentos, las ondas de la radio.

El juicio y la ira de Dios serán terribles. El amor de Dios es incondicional, y no hace


distinción de raza, edad, sexo, cultura, poder económico o fama; pero tampoco
nada Le impresiona, nada Le compra, y ni siquiera las buenas obras que se
pudieran realizarse en Su nombre. A un corazón humilde y arrepentido Dios
abre Sus brazos para recibir a cualquier pecador como aquel Padre amoroso y
ansioso de la parábola del "hijo pródigo". ¡Cuánto está haciendo Dios para
llamar nuestra atención, tan distraída, por las muchas cosas que nos ocupan!
"Dios, de tal manera amó al mundo, -a todos los seres humanos- que dio a Su
Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree -y esto personaliza e
individualiza la salvación- no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió
Dios a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por Él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito hijo de Dios".
Esta es una cita textual de Jesucristo que podemos leer en el evangelio según
Juan, capítulo 3, versículos 16 al 18. Él, Jesucristo, le conoce por nombre y
apellido; El murió por usted, Él le ama, Él quiere salvarle, estimado amigo,
amiga oyente, pero si usted no quiere saber nada de Él, si usted Le rechaza,
sentimos mucho tener que advertirle que en un futuro, si no hay
arrepentimiento, habrá un juicio aterrador. Y sólo hay una manera de salvarse:
aceptar a Jesucristo, el que murió como su Salvador en una cruz, para que Su
sacrificio pagara el precio de sus pecados.

Quizá alguien pueda pensar que estamos intentando asustar a la gente. Bueno, estimado
oyente, si estas reflexiones pudieran hacerle meditar en sus caminos, y
consiguieran acercarle a Dios, entonces cualquier esfuerzo habrá merecido la
pena. Pero, amigo oyente, nos sentimos en la obligación de avisar que el juicio
de Dios se aproxima a esta Tierra. La misericordia y la paciencia de Dios tienen
un límite. Esto es lo que la Palabra de Dios nos advierte. Bien, comenzaremos
con el capítulo 8. Y leemos el primer versículo:
1
Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.

Bien, comenzamos un pasaje que tiene mucha solemnidad. Ya hemos visto la apertura de
los primeros seis sellos y las consecuencias que conllevaron cada uno. Ahora
comienza un período distinto, nuevo. El Señor Jesucristo aún está en control de
todas las situaciones. Él dirige la acción desde el cielo. Él está a cargo de todo.
Y Él está dirigiendo todo lo que está ocurriendo. No pierda de vista, estimado
oyente, el hecho de que el Apocalipsis presenta al Señor Jesucristo en Su
Gloria y Poder, y como el propietario de toda la Tierra, y por lo tanto, también
su Juez y Señor.

Si usted alguna vez ha pensado que Jesucristo era sólo ese bebé indefenso que se suele
colocar en un pesebre, o lo recuerda como inerte Cristo perpetuamente clavado
en una cruz, entonces, probablemente la imagen y la idea que pueda tener
acerca de Jesucristo no es la correcta. Jesucristo, durante su vida aquí en la
Tierra, era bueno, manso y humilde, y solamente hacía cosas buenas para la
gente. Eso es totalmente correcto, pero eso no es todo. El apóstol Juan, en el
evangelio que lleva su nombre escribió acerca de Él: He aquí el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29). El ser humano no está
"perdido" porque es pecador; está perdido porque ha rechazado a Jesús quien
ha muerto por él. No importa lo que usted haga, amigo oyente, usted puede ir a
una eternidad de perdición, si no ha aceptado a Cristo. Él ya ha muerto por
usted, y si usted no se aprovecha esa obra redentora, gratuita y llena de amor,
entonces con su rechazo por esa obra que Él realizó en la cruz, usted la
menosprecia, le resta valor, e invalida todos los beneficios que de ella deriva.

Estamos ante una escena majestuosa, muy solemne. Todo se ha detenido, nada ni nadie se
mueve sin Su autorización. En el capítulo anterior, el capítulo 7 ya vimos cómo
cesaran las fuerzas naturales en la Tierra cuando ordenó que se sellara y
salvara a esas dos multitudes, el grupo de fieles judíos, y el de los fieles
gentiles, que mencionamos antes. Y ahora se ha producida una densa calma,
en un silencio celestial. Godet definió esta escena de la siguiente manera:
"Este silencio es una pausa para la acción". Es la calma antes de que se
desate toda la furia de la tormenta. ¿Por qué sucede este tan extraño silencio?
Su paciencia no se ha agotado todavía. Cuando se abrió el sexto sello y la
naturaleza respondió con una convulsión poderosa, los hombres de valor se
atemorizaron por unos momentos; Cristo les dio la oportunidad de arrepentirse.
Pero, como sucedió con Faraón en Egipto, en el pasado, cuando se quitó la
presión, su corazón engañoso volvió a su intención original. Así también ocurre
con todos los seres humanos, que regresan a su antigua vida y conducta,
cuando existe la calma. Probablemente, hasta se reprocharán a sí mismos, por
haber dado muestra de cobardía. Después de todo, habrán pensado algunos,
sólo era la naturaleza la que estaba reaccionando. No era Dios, después de
todo. Y todas las situaciones nuevas se tratan de racionalizar o se busca una
explicación que incluya las causas naturales. Pero, amigo oyente, esa calma
que se describe es el silencio que se produce antes de comenzar la tormenta;
como alguien dijo en el pasado: "Los pasos de Dios, desde la misericordia al
juicio son siempre lentos, medidos y como que no quiere darlos".

Dios es un Dios lento para la ira, el juicio es una operación extraña. El profeta Isaías
escribió en el capítulo 28, de su profecía, versículo 21: Porque Jehová se
levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará;
para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña
operación.

¿Qué es tan extraño acerca de Dios? Que Él juzga, que Él es un Dios de amor, pero es un
Dios de amor que juzga a Sus criaturas. Él dice que no siente ningún placer en
la muerte de aquel que muere. Este silencio del versículo 1 de este capítulo 8
de Apocalipsis, marca la transición entre La Gracia y El Juicio. Él está
esperando. Y amigo oyente, Él está esperando hoy. Él está esperándolo a
usted, si usted todavía no ha ido a Él. Usted todavía está "a tiempo" y puede
acercarse a Él ahora mismo; Él es un Salvador misericordioso. Acuda a Él en
esta hora y será salvo por toda la Eternidad

Apocalipsis 9

Versículos 1-6
Continuamos, muy estimados amigos oyentes, este interesante viaje que iniciamos
programas atrás por el libro de Apocalipsis, que como usted ya sabe, es el
último libro de la Biblia, el libro de los libros, el cual contiene toda la sabiduría
que usted necesita para vivir en una época difícil y llena de incertidumbres, en
la que el ser humano necesita menos palabras, menos promesas y más
certezas.

Jesucristo es esa certeza. Toda la Biblia, y todo este fascinante libro apunta hacia esa única
certeza: Jesucristo. Él es el Hijo de Dios. Él murió para saldar sus cuentas, las
suyas, con Dios; para que usted pudiera tener vía libre a la vida eterna, y a una
vida terrenal muy diferente a lo habitual. Una vida con Jesucristo es una vida
con gozo, a pesar de los innumerables problemas que nos atenazan; es una
vida llena de alegría y esperanza, a pesar de vivir una época en la que el temor
y la inseguridad crean ansiedad. Y miramos hacia el cielo buscando salidas y
señales, o algo que pueda ofrecer estabilidad, tranquilidad y sosiego. Pero sí
hay algo que nos da respuesta y guía para cualquier situación que pudiéramos
estar atravesando. ¿Qué es? Es La Biblia, estimado oyente. Programa a
programa, estamos desgranando y meditando en ella, para conocer más el
Autor de la Vida, quien nos ofrece un plan personal para obtener una póliza de
vida, ilimitada y eterna, con total garantía de cumplimiento de un contrato que
fue firmado con sangre. La Biblia es La Palabra de Dios, y los principios de vida
que en ella encontramos son absolutamente útiles y válidos para el hombre y la
mujer del siglo XXI.

Nuestra travesía de hoy parte del capítulo 9 de Apocalipsis, capítulo en el que el apóstol
Juan, autor de este libro y privilegiado espectador de estas visiones, continuará
relatándonos las terribles consecuencias del juicio de Dios sobre aquellos seres
humanos que se han negado a aceptar la evidencia de Su existencia y Su
señoría sobre ellos. En el programa anterior hemos leído el capítulo 8, donde
Jesucristo rompió el séptimo y último sello del documento que sólo Él podía
tocar. Al abrir ese séptimo sello, vimos que todo el Cielo enmudeció, se hizo
silencio total, y siete ángeles se presentaron ante Dios, cada uno portando una
trompeta. También vimos como los primeros cuatro ángeles, al tocar
sucesivamente sus trompetas, provocaron terribles males sobre la Tierra. El
toque de la primera trompeta provocó granizo y fuego, y se quemaron la tercera
parte de los árboles y toda hierba verde. El toque de la segunda trompeta
causó la caída de una masa de fuego al mar, y la tercera parte del mar se
convirtió en sangre, muriendo la tercera parte de seres vivientes y naves que
estaban en el mar. El toque de la tercera trompeta inició la caída de una gran
estrella, y la tercera parte de las aguas que se convirtieron en venenosas y
muchos murieron de sed. Y el toque de la cuarta trompeta trajo el
oscurecimiento de la tercera parte del sol, la luna y las estrellas.

Las tres últimas trompetas están separadas de las primeras cuatro, que ya hemos visto, por
tres terribles ayes que están por caer sobre la tierra cuando estos tres últimos
ángeles toquen sus trompetas. Se produce una pausa en la que un ángel
anuncia las terribles consecuencias para los habitantes de la tierra. Leamos el
último versículo del capítulo 8:
13
Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los
que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para
sonar los tres ángeles!

Los tres ayes son un lamento por cada toque restante; aunque las consecuencias de los
cuatro primeros fueron inconcebibles, no serán nada en comparación con los
tres que faltan. En este noveno capítulo de Apocalipsis escucharemos el sonido
del toque de la quinta y sexta trompeta, así como a los horribles
acontecimientos que se producen en la Tierra.

Estimados amigos y amigas oyentes; lo que hoy vamos a leer trata de los tremendos
acontecimientos sobrenaturales de los últimos tiempos; es el juicio de Dios
sobre los malvados. Hemos comentado muchas veces que Dios es amor, pero
también es justicia. Su Santidad, demanda Justicia absoluta. Recordemos que
hemos llegado a un punto de la historia de la Humanidad en la los hombres han
alcanzado el cénit de su maldad y desobediencia hacia Dios. Dios tiene que
poner en práctica su justicia; de lo contrario sería un Dios injusto, y cada
persona nunca recibiría su castigo o recompensa eterna. Mucho se ha hablado
del amor y perdón de Dios; de su paciencia y misericordia. Pero a menudo nos
olvidamos de que Dios demuestra en la Biblia tener sentimientos, no como
aquellos falsos dioses griegos que permanecían impasibles e indiferentes a las
acciones y motivaciones humanas: Dios no se mantiene indiferente a nuestras
acciones, conducta, y vida. Por increíble que pudiera parecernos, a Dios le
interesa muchísimo cada detalle de su vida. ¿Somos realmente conscientes de
esto?

Recordamos que, según numerosos estudiosos bíblicos, la Iglesia no tendrá que sufrir las
terribles consecuencias de la ira de Dios sobre la Tierra. La Iglesia ha sido ya
rescatada y llevada al cielo, y disfruta ya de la presencia de Dios.

Esos ayes marcan el inicio de la parte más intensa y dolorosa del período de la Gran
Tribulación, que podría corresponder a los últimos tres años y medio de la
septuagésima semana descrita por el profeta Daniel, que probablemente serán
los años más oscuros de toda la existencia humana.

También querríamos añadir que enfrentamos un pasaje de difícil interpretación, por lo que
seremos especialmente cautos y no dogmáticos; muchos reconocidos
intérpretes de La Biblia coinciden en las líneas principales, pero no en los
pequeños detalles, y tampoco nosotros pretendemos ir más allá. Leamos los
versículos uno y dos del capítulo 9 de Apocalipsis, que dicen así:
1
El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio
la llave del pozo del abismo. 2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del
pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo
del pozo.

A diferencia de las otras estrellas que habían caído sobre la tierra (en los capítulos 6:13 y
8:8), ésta será un ser angelical, quizá el mismo Satanás. El denominado "pozo
del abismo" se menciona siete veces en Apocalipsis y siempre se refiere a la
prisión donde algunas de las hordas demoníacas serán encarceladas, un lugar
donde se experimenta con mayor severidad el tormento y proscripción. Este
abismo, denominado también "pozo sin fondo", es el lugar intermedio de
castigo de los ángeles caídos, los demonios, la bestia, el falso profeta y
Satanás (9:2, 2, 11; 11:7, 20:1,3). El lugar final es un destino horrible, el
denominado infierno: un lago de fuego y azufre (20:10, 14, 15), cuyo fuego no
puede ser apagado (Marcos 9:43), un lugar de vergüenza y confusión perpetua
(Daniel 12:2), un horno de fuego (Mateo 13:41-42), un lugar con llantos y crujir
de dientes (22:13) y con tinieblas (8:12).
Creemos que esta estrella es Satanás. Algunos creen que podría tratarse del Anticristo, lo
cual sustentaría la hipótesis de que el Anticristo es Satanás encarnado, pero
nuestra opinión es que el Anticristo es exactamente lo que su nombre indica: un
personaje que representa los valores, la conducta, el pensamiento y la voluntad
opuesta, contraria a la de Cristo. Sin duda, será alguien motivado, sustentando
y protegido por Satanás. Pero no será Satanás. Las razones en las cuáles
basamos nuestra posición las encontramos en las mismas Escrituras, tal y
como podemos leer, por ejemplo, en el libro del profeta Isaías capítulo 14,
versículo 12, que dice: "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!
Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones".

El mismo Señor Jesucristo dijo en el evangelio de Lucas, capítulo 10, versículo 18: "Yo veía
a Satanás caer del cielo como un rayo". Una imagen que nos rememora a una
estrella fugaz. Y el apóstol Pablo en su Segunda epístola a los Corintios,
capítulo 11, versículo 14, escribió: "Y no es maravilla, porque el mismo Satanás
se disfraza como ángel de luz". Juan declarará más adelante que Satanás fue
expulsado del cielo, y arrojado a la tierra, en Apocalipsis capítulo 12, versículos
7 al 9. Ahora, si hemos establecido el hecho de que estamos hablando de
Satanás, arrojado del cielo, ¿qué es lo que él va a hacer, cuál será su misión?
La Biblia dice que a Satanás le es entregada una llave, lo cual, aparentemente,
significa que Dios está permitiéndole que lleve a cabo lo que leeremos a
continuación. La llave demuestra autoridad y poder, recibida directamente de
Dios. No olvidemos que Dios está en control de todo.

El "pozo del abismo", hemos comentado que significa un pozo profundo, que conduce al
abismo, el mismo que nos volveremos a encontrar en Apocalipsis 20. El
"abismo" y "el Hades" pueden ser expresiones sinónimas, pero el "abismo" y "el
infierno" no son lo mismo, como matizaremos a continuación.

Probablemente el Señor Jesucristo se refirió a este lugar en el capítulo 12 del evangelio de


Mateo, versículo 40, donde leemos: "Porque como estuvo Jonás en el vientre
del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el
corazón de la tierra tres días y tres noches". Muchos estudiosos coinciden en
señalar que, posiblemente, Jesús se estaba refiriendo a Su descenso al
corazón de la tierra. Esto respondería a la interesante cuestión de ¿dónde
estuvo o qué estuvo haciendo el Señor Jesucristo durante los tres días que
permaneció muerto, antes de resucitar, al tercer día? Aunque no podamos
saberlo con certeza, es posible que en el pasaje que acabamos de leer se
refiera al "abismo", a la así denominada por el pensamiento antiguo judío,
"morada de los muertos", a lo que la Biblia se menciona como el Hades o el
Seol. El apóstol Pedro nos dice que los demonios están allí, como prisioneros.
El Señor Jesucristo dijo en el evangelio de Lucas, capítulo 8, versículos 30 y
31: "Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque
muchos demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no les mandase ir al
abismo". Recordemos brevemente que los judíos llamaban Seol (o Hades, en
griego) al lugar donde se dirigían los muertos, bienaventurados o no. En
muchos pasajes del Antiguo Testamento hallamos alusiones a la existencia de
almas en el Seol. Los judíos creían que el Seol se dividía en dos partes: una,
reservada a los impíos, es decir, a los no creyentes que habían muerto,
atormentados ya desde el mismo comienzo de su llegada al Seol; y la otra,
reservada a los bienaventurados, es decir, exclusiva para los creyentes,
llamada "paraíso" o "seno de Abraham". El mismo Jesús empleó estas
expresiones y dio notables precisiones acerca de la morada de los muertos
(Lucas 16:19-31). Desde su partida de este mundo, el creyente gozará de
consuelo y reposo. Éste era el "paraíso" prometido al ladrón de la cruz el
mismo día de su muerte (Lucas 23:43). En cambio, el impío, en plena posesión
de sus facultades y memoria, sufre en un lugar del que no puede salir. Este
lugar de tormento es un encarcelamiento previo, en espera a que se produzca
la resurrección de los impíos, el Juicio Final, y la reclusión eterna que tendrá
lugar en el infierno. Sin embargo, se produjo un gran cambio en la "morada de
los muertos" bienaventurados al descender allí Cristo. Según la profecía, el
Señor no fue dejado allí (Salmo 16:8-11) por cuanto era imposible que Él fuera
retenido por los lazos de la muerte (Hechos 2:24). Salido de la tumba,
"subiendo a lo más alto, llevó cautiva a la cautividad, y dio dones a los
hombres" (Efesios 4:8-10). Por ello, los comentaristas creen que, en Su
glorificación, Cristo liberó del Seol a los muertos creyentes, y los llevó con Él al
cielo mismo. El hecho es que desde entonces, todos los que mueren en la fe,
en lugar de descender a la morada de los muertos, van directamente a la
presencia del Señor. Así, el apóstol Pablo afirmará que prefiere partir y estar
con Cristo, lo cual es mucho mejor (Filipenses 1:21-24). Por ello, para los
cristianos, la muerte viene a ser "ganancia", y de hecho, deja de ser "muerte"
como tal. (Juan 11:25).

Siendo tan horrendo el castigo en el mundo venidero, nuestro principal interés debiera ser
evitarlo a cualquier precio. Éste es también el deseo de Dios para nosotros, y la
condición que Él ha puesto para ello es de lo más simple. Él ha dado a Su Hijo
a fin de que todo aquel que crea en Él no se pierda (Juan 3:16). Todo el que
oye su palabra y cree tiene la vida eterna y no vendrá a condenación, sino que
ha pasado de muerte a vida (Juan 5:24). Apocalipsis dice: "El que quiera, tome
del agua de la vida gratuitamente" (Apocalipsis 22:17). En resumen, y aunque
suene muy duro decirlo, van al infierno los que quieren, y van a cielo los que
quieren. Y aunque algunos que opinan que el Cielo y el Infierno son productos
de la mitología destinada al consumo de mentes poco cultas, poco racionales y
muy supersticiosas, los cristianos tenemos la certeza de que lo que la Palabra
de Dios enseña acerca del Cielo y del Infierno es real y literal.

Leamos ahora los versículos 3 y 4 de este noveno capítulo de Apocalipsis, que dicen así:
3
Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los
escorpiones de la tierra. 4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la
tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres
que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.

La devastación y el terror que pueden causar las langostas son casi increíbles. Por todo el
Antiguo Testamento las langostas son el prototipo de destrucción. La
descripción más gráfica, realista y terrible y de su poder destructivo se
encuentra en los dos primeros capítulos del libro del profeta Joel: arruinaron
viñas y desnudaron los árboles de su corteza; los campos estaba arruinados y
destruyeron las cosechas de cereales; todos los árboles del campo fueron
destruidos y se secaron; las ovejas y las cabras se murieron de hambre porque
no quedaba pasto. (Joel 1: 7-18; 2:1-11).

Las langostas se reproducen en lugares desiertos e invaden y devoran cultivos. Tienen unos
cinco centímetros de largo, y una envergadura en las alas de diez a doce. Son
de la misma familia que el grillo casero y el saltamontes. Viajan en columnas de
30 metros de profundidad y hasta siete kilómetros de frente. Cuando aparece
una nube de langostas es como si hubiese habido un eclipse de sol, y no
pueden verse grandes edificios a una distancia de cincuenta metros. La
destrucción que causan es increíble. Cuando han pasado por un área, no
queda ni una brizna de hierba. Las langostas ordinarias devastan la vegetación
pero no son peligrosas para las personas, pero las langostas aquí
mencionadas, las del abismo, son diferentes: tienen un aguijón como un
escorpión. La víctima de un escorpión se retuerce en agonía, produce espuma
en la boca y rechinan sus dientes por causa del dolor. Es así como los
demonios en forma de langostas serán capaces de infringir daño físico y quizá
también espiritual, como un escorpión. Su ataque durará cinco meses, tal y
como podemos leer en el siguiente versículo cinco:
5
Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento
era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre.

El sufrimiento que causarán estas langostas será tal que la gente querrá morirse, pero no
podrá. Continúa el versículo 6 de este capítulo 9 de Apocalipsis:
6
Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir,
pero la muerte huirá de ellos.

Los atormentados no hallarán alivio durante esos interminables cinco meses. Hasta sus
intentos inimaginables de poner fin a su miseria por medio del suicidio serán
fallidos. Evidentemente, Satanás no deseará que esa multitud de personas
atacadas por el juicio de Dios muera, y pase al Seol o Hades, pues allí perdería
ya toda potestad sobre ellos, dejándole de ser útiles en esta batalla espiritual
que está manteniendo en la Tierra. Satanás los herirá porque se está llevando
a cabo una batalla entre la luz y las tinieblas. Otros comentaristas opinan, en
cambio, que quizá Dios no permita que mueran porque el hombre pecaminoso
debe hacerle frente a las consecuencias de las cuales no hay escape.

No es asunto trivial, querido amigo y amiga, rechazar a Jesucristo. Las consecuencias de su


decisión, serán eternas. Y aunque usted pueda pensar que estos temas son
asunto de religiosas, o ancianos al borde de la muerte, no se engañe; la vida es
fugaz y breve y, en ocasiones, como decía el poeta, muerde sin previo aviso. A
lo largo del día y de su vida usted tomará muchas decisiones, algunas más
acertadas y otras no tanto, pero todas de alguna manera afectan y afectarán su
diario vivir.
Pero ninguna de estas decisiones será jamás tan importante como la de aceptar o rechazar
a Cristo. Aceptarle supone la vida eterna. Rechazarle supone el castigo eterno.
Y muchas cosas ocupan hoy el segundo, tercer o cuarto lugar en su vida, pero
¿qué ocupa realmente el primer lugar de su existencia? ¿Se ha hecho alguna
vez esta simple pero trascendental pregunta? Lo más probable, querido amigo,
es que usted mismo ocupe el primer lugar en su vida; y es lógico, porque todos
nos queremos mucho a nosotros mismos. Pero si usted es lo más importante
para usted mismo, ¿qué quedará cuando usted haya muerto? La importancia
de una persona no se mide por cuánto tenía o conocía, sino por la magnitud del
hueco que ha dejado. ¿Quién dijo que a los cristianos no nos importa la
muerte? ¿Quién escribió que incluso "nos agrada" la muerte? Esa idea es
falsa. La Biblia dice que la muerte es nuestro mayor enemigo; y será, de hecho,
el último enemigo que será vencido por Dios. La muerte de un ser querido es,
para nosotros, los creyentes, tan penosa y dolorosa como para cualquiera.
Pero hay un aspecto que nos servirá de consuelo el resto de nuestros días: la
certeza de que volveremos a ver al ser querido, también creyente, en el cielo.

Hoy queremos despedirnos de usted con este pensamiento: Dios sí existe y usted puede
disfrutar desde hoy mismo una vida nueva en Jesús; y no porque su actual
existencia sea mala, infeliz o desgraciada, sino porque ¡puede ser mucho
mejor! Jesús da vida, y el murió para que usted tuviera "vida en abundancia".
Jesús es el camino hacia la Vida, después de la vida. Es su mano está
aceptarle o rechazarle. No hay punto intermedio

Apocalipsis 10

Versículos 2-7

Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestro recorrido por el libro de
Apocalipsis. Como ya saben los amigos que habitualmente nos acompañan,
este es un libro muy especial, es original, y único. El tema de Apocalipsis es
fascinante, porque trata de nuestro futuro, el futuro de toda la Humanidad, y de
nuestro planeta Tierra. El libro pertenece a la Biblia, y su ubicación en el último
lugar se debe a que, así como las Sagradas Escrituras comienzan con el relato
del principio de todas las cosas, el libro del Génesis, el libro de los libros, la
Palabra de Dios, termina con el fin de los tiempos, el final que nos espera más
adelante, en un tiempo sólo conocido por Dios. Esperamos que usted continúe
acompañándonos hasta concluir el programa, porque creemos que esta serie
de estudios, con sus reflexiones y pensamientos resultarán muy útiles a la hora
de tomar decisiones importantes que pueden marcar el rumbo de nuestra vida.

Regresamos hoy al capítulo 10 de este libro profético que el apóstol Juan escribió después
de tener estas visiones en la Isla de Patmos donde estaba recluido a causa de
su fe en Jesucristo. Recordemos que nos encontramos en una sección que
resulta ser un interludio, un paréntesis, entre la sexta y séptima trompeta. Esta
pausa la llena el capítulo 10, y los primeros 13 versículos del capítulo 11. En
este capítulo 10 hablaremos de un ángel poderoso, fuerte que portaba un
librito. Pero, vamos a ir leyendo el texto ordenadamente para comentarlo a
continuación, Retomamos la lectura en el versículo 2. Leemos:
2a
Tenía en su mano un librito abierto; (Ap. 10:2a)

En nuestro anterior programa ya hemos hablado de este ángel poderoso que desciende del
Cielo. No intentaremos a identificar a este ángel poderoso, ya que Juan
tampoco menciona su nombre y no da más datos o detalles. Él era "otro ángel",
fuerte, potente, y, comentábamos en el pasado estudio, que existen diferentes
clases o categorías de estas huestes celestiales, los ángeles. Juan no destaca
ninguna particularidad de este ser, pero sí describe su apariencia, su
vestimenta. Hemos comentado anteriormente que no creemos que se trate del
Señor Jesucristo, ya que, en el Cielo, Él es el personaje principal, el que
ordena los acontecimientos que se desarrollan en la Tierra y en el Cielo.

Este ángel fuerte portaba un librito. Leamos a continuación la segunda parte del versículo 2,
y el siguiente versículo 3:
2b
y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3 y clamó a gran voz,
como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.
(Ap. 10:2b-3)

Cabe la pregunta, ¿de qué librito se trata? Hay varias razones por las cuales creemos que
este es el mismo documento que aquel libro, que vimos anteriormente sellado
por siete sellos. Es cierto que hay una diferencia en la palabra utilizada aquí
para expresar el objeto, el "libro"; aquí no se usa la palabra griega "biblion", que
fue utilizada para describir al libro de los siete sellos; pero eso no impide la
posibilidad de ser el mismo libro. Al comienzo, el libro o documento estuvo en
las manos del Padre en el Cielo. Lo hemos leído en Apocalipsis, capítulo 5,
versículo 1. Dios lo entregó en las únicas manos dignas de sostenerlo, las
manos perforadas, marcadas, por los clavos de la cruz. El libro pasó de Dios a
Su Hijo, al Señor Jesucristo. Él era el único digno y merecedor de abrir ese
documento. Ahora ya ha sido abierto, ya se rompieron sus siete sellos. Al abrir
el Señor Jesucristo un sello después de otro, hemos visto como se
desarrollaban diferentes eventos, tanto en la Tierra, como en el Cielo. La
sección que nos ocupa en estos momentos todavía pertenece a esta pausa
que hay entre la sexta y la séptima trompeta, es decir, que ya se ha escuchado
el sonido de la sexta trompeta.

Cuando el Señor Jesucristo abrió el séptimo sello, recordemos, se presentaron ante Dios
siete ángeles, portando cada uno, una trompeta. Y comenzaron, uno tras otro a
tocar su instrumento, lo cual desató otra serie de juicios en la Tierra. Después
de haber abierto el último sello Jesucristo entregó ese documento, ese librito, al
ángel. Recordemos que ese documento era el título de propiedad de la Tierra,
que contiene los juicios del período llamado "la Gran Tribulación". Al finalizar
este período de tiempo el Señor Jesucristo volverá a la Tierra, lo que será su
Segunda Venida, pero será con poder y gloria. Una vez abierto este libro, los
diversos juicios se fueron cumpliendo, según fueron ordenados por Jesucristo.
Este libro abierto, ahora en las manos del ángel, le da la autoridad para
reclamar la propiedad para el Señor Jesucristo, porque "puso su pie derecho
sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra" es decir, reclamó el mar y la tierra
como propiedad de Cristo. En el libro de Levítico, capítulo 25, versículo 23, el
Señor dio instrucciones al pueblo de Israel en cuanto a la tierra que Él les había
dado, y les dijo: La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es;
pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo.

De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan. ? nos afirma la


Palabra de Dios como lo menciona el Salmo 24:1.

Dios no sólo reclama para Sí la tierra, sino que también reclama el mar. En el Salmo 8,
versículos 6 al 8, leemos: Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las
bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa
por los senderos del mar.

Dios afirma que todo Le pertenece, el mar, la tierra, así como también al hombre, al ser
humano que él puso sobre este planeta. Nosotros, somos como inquilinos en la
Tierra. Nos encontramos sobre este pequeño "planeta azul", en medio de un
sistema solar, del que solamente tenemos unos conocimientos limitados, en
medio de sistemas y constelaciones asombrosas, que no acabamos de
entender por las limitaciones de la ciencia, a pesar de las sofisticadas
investigaciones, y exploraciones espaciales, que se realizan continuamente.

Este ángel reclama la tierra y la mar para el Señor Jesucristo. Para entender esta escena
podemos recordar que cuando Cristóbal Colón llegó a tierras desconocidas, él
desembarcó, y allí en la orilla plantó la bandera de España, reclamando
simbólicamente ese lugar en nombre de los Reyes a quienes servía. Él colocó
la bandera de España, en señal de la toma de posición de esos lugares, en
nombre de las Autoridades a quienes él representaba. Esa era la manera, el
método, que se ha utilizado desde tiempos inmemoriales. Así también, con el
título de propiedad en su mano, este ángel fuerte colocó su pie derecho sobre
el mar, y el izquierdo sobre la tierra, y con voz poderosa voz reclamó los
derechos de propiedad para el Señor Jesucristo. Un día, todos los reinos de
este mundo estarán bajo la autoridad de Jesucristo, pero después de
experimentar los juicios de Dios. Como Creador y Redentor, el mundo le
pertenece a Él.

Este importante documento que Juan vio en las manos de este poderoso ángel es descrito
por él como un "librito", un libro breve. Y la razón por la cual pensamos que se
le llama de esta manera es que el tiempo de la Gran Tribulación no es muy
extenso. Entendemos que ese momento marca prácticamente la mitad de este
período. En la epístola a los Romanos, capítulo 9, versículo 28: Porque el
Señor ejecutará Su sentencia sobre la tierra, con justicia y con prontitud. El
período de la Gran Tribulación es en realidad un tiempo breve en toda la
historia de la Humanidad. El Señor Jesucristo también mencionó que iba a ser
un espacio de tiempo corto. El profeta Daniel lo identificó como un período de 7
años. Eso no representa mucho tiempo en el calendario de este mundo.
La última frase del versículo 3 dice, leemos: "?y cuando hubo clamado, siete truenos
emitieron sus voces." Los siete truenos que observamos aquí creemos que es
el amén de Dios a la acción del ángel. En el Salmo 29, versículo 3, dice: Voz de
Jehová sobre las aguas; truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas
aguas. Y en el libro de Job, capítulo 37, versículo 5, leemos: Truena Dios
maravillosamente con su voz; Él hace grandes cosas, que nosotros no
entendemos.

El Dr. Vincent escribió un comentario que aclara este texto, dijo: "Los judíos estaban
acostumbrados a hablar del trueno como de las siete voces de Dios". Cuando
estuvimos estudiando el libro de los Salmos, comentamos que el breve Salmo
29, mencionaba siete veces la voz de Jehová, como las siete voces de Dios.
Ellos hablan del trueno como la voz de Dios, por lo tanto era un ejemplo bien
comprendido por el pueblo de Israel.

El apóstol Juan relata que estos 7 truenos son la voz de Dios. Creemos que es la voz del
Señor Jesús que está en el Cielo, confirmando lo que el ángel ha reclamado,
porque Él llegará a reclamar Su propiedad y Su derecho al poder en esta
Tierra. Continuemos con el versículo 4 de este capítulo 10 de Apocalipsis,
leemos:
4
Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del
cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las
escribas. (Ap. 10:4)

Lo que aquí observamos es que el sonido de estos 7 truenos Juan lo podía entender, y
tenemos su confirmación, porque Juan estaba anotando todos los detalles de
las visiones que le estaban siendo reveladas. Recordemos que en el capítulo 1,
versículo 11, de Apocalipsis ya se le encomendó a escribir todo lo que oía y
veía. Él estaba preparándose para escribir lo que había escuchado en estos 7
truenos. Debieron ser palabras audibles, pero ahora, por primera vez, se le
prohibió escribir lo que había oído. Siendo este un libro de revelación de las
profecías, ¿por qué se le dice Juan que selle lo que estas voces de trueno
habían hablado? Este es el único lugar en el libro de Apocalipsis donde un
episodio es sellado, y cerrado. Ninguna otra cosa fue sellada. Al final del libro,
Dios afirma que Él ha revelado todo, que Él no mantiene nada oculto, ni ha
retenido ninguna información del hombre. Pero aquí, parece haber una
contradicción. A Juan se le dijo en el capítulo 22, versículo 10: No selles las
palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. Sin embargo,
en este particular mensaje no se le permite escribir lo que presenció. Si este
ángel hubiera sido el Señor Jesucristo, lo más probablemente es que Juan se
habría postrado ante Él, y Le hubiera adorado. Juan hizo precisamente eso, al
principio, en el primer capítulo de Apocalipsis, cuando vio a su amado Señor
Jesucristo glorificado, rodeado de toda la majestad en el Cielo. Hay bastantes
especulaciones y suposición sobre lo que Juan podría haber escuchado en las
voces de los siete truenos. Han habido personas que pretendieron entender "el
qué" hablaron y "el por qué" Juan no debía escribir lo que las voces de los
truenos habían revelado. Hubo un personaje llamado Vitringa que interpretó
este episodio como una explicación para las 7 cruzadas de la Cristiandad; una
total insensatez. Otro personaje, Danbuz, dijo que estos truenos revelaban las
7 naciones que habían recibido la Reforma. ¡Qué disparate! Elliott afirmó que
estos eran las bulas del Papa contra Lutero. Esto tampoco puede ser cierto.
Varios de los cultos y sectas se han jactado de poseer la revelación las cosas
que fueron pronunciadas. Estimado amigo, amiga oyente, el Señor Jesucristo
le ordenó a Juan: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las
escribas. Y hasta el día de hoy estas palabras han permanecido en secreto. No
sabemos ni podemos saber lo que se ha dicho, porque permanecen sellados,
cerrados, porque así lo quiso el Señor Jesucristo.

Aunque en este libro se nos revelan muchos eventos del futuro, y sobre todo, se nos revela
el señorío y la majestad de Jesucristo, hay muchas cosas que Dios no nos
hace saber, no nos ha revela todo. Continuemos con nuestra lectura en este
capítulo 10 de Apocalipsis; leamos ahora los versículos 5 y 6:
5
Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, 6 y juró por
el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están
en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están
en él, que el tiempo no sería más, (Ap. 10:5-6)

Claramente podemos ver que este ángel aquí no podía ser Cristo, ya que este ser comienza
a jurar por el Creador Eterno. Él levantó su mano al cielo y juró por el Creador
eterno: Por el que vive por los siglos de los siglos. Ahora, si él fuera Jesucristo,
él hubiera jurado por Sí mismo; recordemos lo que vimos en la epístola a los
Hebreos, capítulo 6, versículo 13, que dice: Porque cuando Dios hizo la
promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo.

Dios no podía jurar por ninguna otra cosa, ni por ningún otro nombre porque no hay nadie
que sea mayor que Él, el Altísimo. Este ángel aquí juró, pero no por sí mismo.
¿Por qué? Porque él no era Dios, ni era el Señor Jesucristo. El Señor
Jesucristo es el Dios Eterno. En el evangelio de Juan, capítulo 1, los primeros
dos versículos, leemos: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.

El Señor Jesucristo mismo dijo lo siguiente en el capítulo 8 del evangelio de Juan, versículo
58: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Cristo es el
Creador. Escuche lo que se dice de Él en el capítulo 1 del evangelio de Juan,
versículo 3: Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha
sido hecho, fue hecho. Y el Apóstol Pablo en su epístola a los Colosenses,
Capítulo 1, versículo 16, escribió: Porque en él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por
medio de él y para él.

Así es que el ángel fuerte y poderoso 6y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que
creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en
ella, y el mar y las cosas que están en él . El ángel jura en el nombre de Cristo,
quien está en el Cielo, y como el representante de Cristo, él reclama todo para
Cristo. La última parte de este versículo 6, indica que ya no habrá más demora.
¿Cuánto durará? El significado es que en breve regresará Cristo a la Tierra.
Esto confirma las palabras pronunciadas por Jesucristo mismo en el discurso
del Monte de los Olivos, cuando dijo en el capítulo 24 del evangelio de Mateo,
versículo 22: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por
causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. El ángel proclama a los
creyentes escogidos y sellados que están padeciendo ese terrible período de la
Gran Tribulación que Él no demorará mucho más. ¿Cuánto tiempo más, cuánto
más tenían que perseverar y esperar? El tiempo exacto no lo sabemos, no fue
revelado, y sólo lo conoce Dios.
Ahora, el versículo 7 de este capítulo 10 de Apocalipsis, dice:
7
sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta,
el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los
profetas. (Ap. 10:7)

Todo esto tendrá lugar cuando el séptimo ángel comience a tocar su trompeta. Esto indica
que la séptima trompeta presentará la conclusión, el final de la Gran
Tribulación. En este momento es cuando el misterio de Dios se aclarará
finalmente. Hay muchos aspectos de ese misterio, hay muchas cosas que Dios
no ha revelado. Es un misterio todo relacionado con la nación de Israel, en
cuanto al juicio, al sufrimiento, a la injusticia, en cuanto al silencio de Dios, y al
Reino que vendrá. El problema básico es este: ¿Por qué permitió Dios que "el
mal" exista, y por qué lo ha tolerado por tanto tiempo? ¿Quiere saber algo,
amigo, amiga oyente? Se puede estudiar teología por muchos años, y conocer
las respuestas que los demás teólogos ofrecen, pero Dios aún no ha dado Su
respuesta. Lo hará, en Su momento, en Su tiempo, sin duda. ¡Tenemos tantas
preguntas que hacerle! Este pasaje de la Escritura, y el hecho de que hay
temas que fueron "sellados", indican que Dios aún tiene mucho que
comunicarnos. Cuando lleguemos a Su presencia, Él nos revelará todos los
misterios, y se hará plena luz.

Estimado amigo, amiga oyente, nosotros no sabemos cuál podrían ser las respuestas a sus
problemas particulares, los enfrenta usted en el día de hoy, pero sabemos
Quien sí las conoce. Y queremos decirle con toda convicción que no es
necesario que tengamos las respuesta a todas nuestras preguntas, porque
podemos poner nuestra mano en la mano extendida de Dios, porque Él nos
anima y nos dice: "Hijo, hija, camina junto a mí, a través del túnel, a través de la
oscuridad. ¡Sólo confía! Juntos llegaremos al otro lado, a la luz, y cuando
lleguemos allí, entonces comprenderás". Por experiencia personal propia y la
de muchos, podemos invitarle a que usted también coloque su mano, en la
mano de su Creador y Redentor, aquel cuyas marcas de Su sufrimiento son
señales del inmenso amor que le tiene. Jesucristo es el único que tiene las
respuestas a todas sus preguntas.

Apocalipsis 10 - 11
Versículos 10:8 - 11:2

Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestro viaje por este profundo y
fascinante libro de Apocalipsis, que, como ya lo hemos mencionado
anteriormente, es el último libro de la Biblia, Las Sagradas Escrituras, la
Palabra de Dios. Muchas personas confiesan que no han leído este libro
porque está lleno de símbolos, figuras extrañas, y porque su temática es tan
catastrófica y lúgubre. Pero, nuestros oyentes habituales ya han podido
comprobar una y otra vez, que este libro es una declaración del amor infinito de
Dios, Creador de todo el Universo y de todo lo que en él existe; de Dios, Padre
amoroso, amante y protector de todos aquellos que han aceptado Su regalo de
amor y perdón, que es Su Hijo Jesucristo. Apocalipsis es una carta de amor de
Dios a Sus hijos en la que el Todopoderoso recuerda a los Suyos que Él
también es un Juez Justo y fiel, que no es indiferente al sufrimiento humano y
que todos aquellos que lo han provocado sufrirán las consecuencias de sus
actos. Sí, un día habrá un juicio justo para todos los que se han declarado
enemigos de Su bondad y misericordia, de todos los que no se han arrepentido
de su indiferencia, rebelión, o ataques a aquellos que Él ama, Sus hijos. Y
todos los juicios terribles que en Apocalipsis se anuncian son las
consecuencias provocadas por una Humanidad que vive alejada de las leyes y
los principios éticos, morales y espirituales que Dios había establecido.

Juan, el apóstol y discípulo de Jesucristo, quien es el autor y el privilegiado profeta que vio y
oyó estas escenas en visiones, cuando se encontraba exiliado y prisionero en
la isla de Patmos, nos escribió todo lo que Dios quería comunicarnos. Pero,
entre todas las revelaciones cronológicamente relatadas de los eventos que se
desarrollarán en nuestro planeta, no está ni el día, ni la hora del comienzo de
los "últimos tiempos", del fin de este mundo y el principio de uno nuevo,
totalmente distinto, pero mejor, donde reinarán la paz y la justicia entre todos
los seres.

Hoy regresamos al capítulo 10, y comenzaremos nuestro estudio con el versículo 8, que
dice:
8
La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto
en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. (Ap. 10:8)
Juan recibe esta orden que viene del Señor Jesucristo quien desde el Cielo dirige todos los
eventos y las operaciones registradas en este libro de Apocalipsis. Él tiene el
control completo; Él es la autoridad y Juan le contempla ya no como el buen
Maestro, ni siquiera como el Cristo sufriente, despreciado y finalmente
crucificado. Ahora lo ve como el Señor absoluto, rodeado de gloria y poder, que
es el dueño y juez de toda la Tierra, Dios, ensalzado supremamente, a Quien
se le ha dado Nombre sobre todo nombre.

Aparentemente Juan, después de haber sido llamado al Cielo para presenciar varias
escenas allí, ahora ha regresado a la Tierra en el Espíritu, porque el librito que
había estaba en la mano de Dios el Padre, y en las del Señor Jesucristo, ahora
le sería entregado, o transferido, a Juan. Leemos los versículos 9 y 10 de este
capítulo 10 de Apocalipsis:
9
Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te
10
amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé
el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel,
pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre (Ap. 10:9-10)

Juan ahora es un participante en este gran drama que se está desarrollando ante nosotros.
El ángel le requiere hacer algo muy extraño. Por supuesto, esta acción de
"comer" el librito tiene un significado. Juan come ese librito siguiendo las
instrucciones del ángel, y el resultado es que el sabor dulce se transforma en
amargo, tal como se lo había anunciado el ángel. El comer el librito significa,
por supuesto, el recibir la Palabra de Dios con fe, es decir, recibir las
enseñanzas de la Palabra de Dios. El profeta Jeremías, en el capítulo 15,
versículo 16, leemos: Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra
me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre
mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.

De modo que, Jeremías compara a la palabra y el apoderarse de ella, con el degustar,


saborear, y comerla. Lo mismo nos describe el profeta Ezequiel, en el capítulo
3, versículos 1 al 3, donde dice: Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas;
come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo
comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus
entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como
miel.

No se está hablando de pan, pero así es la Palabra de Dios. Es pan, pero también puede
resultar agridulce. Nuevamente podemos leer en Proverbios, capítulo 16,
versículo 24, dice: Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y
medicina para los huesos. Y en el Salmo 119, versículo 103, dice: ¡Cuán dulces
son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.

Era dulce para Abraham, cuando Dios le dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?
Dios le dijo "somos amigos, y yo te voy a decir lo que voy a hacer". (Gn. 18:17).
Es dulce conocer y experimentar el amor, la misericordia y la fidelidad
constante y permanente de nuestro gran Dios. Pero ese aspecto dulce y
reconfortante también tiene otra faceta, cuando descubrimos que
inevitablemente se acerca un juicio. Y, estimado amigo, amiga oyente, Juan
recibió con asombro y entusiasmo la Palabra de Dios, pero contemplar los
juicios que seguirían, le produjo gran pena en su alma, y tristeza de corazón.
Fue dulce en su boca, pero amargo en su digestión. Si usted y yo nos
deleitamos en leer esta sección de la Palabra de Dios, y disfrutamos
anticipando los juicios justos que caerán sobre la Tierra, entonces necesitamos
pedir a Dios que Él nos permita ver cómo Él ve las cosas, para comprender Su
pensamiento compasivo y redentor. Cuando miramos a nuestro alrededor, y
vemos que nuestra sociedad rechaza a Cristo, o simplemente le ignora, no
podemos alegrarnos ante estas circunstancias. Conocer el destino final, y el
gran sufrimiento que el justo juicio conllevará, nos dejará un sentimiento triste y
amargo.

Hay muchas personas que comienzan a estudiar las profecías con entusiasmo. Cuando
descubren que hay una aplicación práctica a la vida diaria, y que las
enseñanzas o el conocimiento de ellas demandan compromisos personales
que implican un cambio de hábitos en el estilo de su vida, pierden el interés en
ellas. El compromiso que el conocimiento implica llega a ser amargo. Hay
personas que nos comentan: "yo no quiero oír nada sobre Apocalipsis. No me
gustan las profecías. Me asustan". Estimado amigo, amiga oyente, se supone
que ese es uno de los efectos deseados. La esperanza de una Eternidad con
Dios, debería resultarnos dulce, reconfortante y esperanzadora.
Desafortunadamente, muchas personas disfrutan al estudiar las profecías, pero
simplemente porque son curiosos por naturaleza. Quieren conocer el futuro,
pero entonces descubren que en la Palabra de Dios se enfatiza la importancia
de vivir una vida santa, especialmente en el estudio de la profecía. Y todo aquel
que tiene esta esperanza ? dice Juan, ? se purifica a sí mismo. (1 Jn. 3:3).

No podemos vivir una vida sucia, manchándonos con pecados que ensucian el alma, la
mente y el corazón, que nos aparta de la santidad de Dios, y seguir estudiando
las profecías. Esto es porque la Palabra de Dios no está dando resultado en
nuestro corazón. Desafortunadamente hay muchas personas que se interesan
por las profecías, pero no en la forma cristiana de vivir.

El autor de estos estudios, el Dr. McGee comentó en alguna ocasión que no era difícil reunir
a una nutrida audiencia, que llenaba el aforo, cuando enseñaba temas de
profecías relacionadas con el libro de Apocalipsis; pero era llamativo que ya no
acudía tanta gente si el tema estaba relacionado con algún otro libro de las
enseñanzas apostólicas como Romanos, por ejemplo. Descubrió que muchas
personas están más interesadas en saber más acerca del Anticristo, que de
Cristo y de sus enseñanzas.

Bien, continuemos con este capítulo 10 de Apocalipsis y leamos ahora el versículo 11, que
dice:
11
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones,
lenguas y reyes. (Ap. 10:11)

Juan estaba convencido que todas las naciones y todos los pueblos, de todas las razas y
lenguas, deberían escuchar la Palabra de Dios. No sólo debían escuchar las
"buenas noticias" del amor de Dios, sino que debían ser advertidos del juicio
venidero que se acerca. Y aquellos que un día pasarán por el período de la
Gran Tribulación, sabrían en ese primer tiempo de aparente paz y estabilidad,
que ese tiempo no era el Milenio, sino que era todo lo opuesto. Y cuando
comenzaran las terribles agonías de los eventos futuros, que no pensaran que
habían entrado en el mismo infierno. Por toda esa carga de conocimientos
previos de los hechos que un día ocurrirían, el apóstol Juan sentía gran dolor y
tristeza.
Esa es la verdadera razón por la cual estas visiones resultaron dulces y amargas a la vez.
Era necesario que él profetizara a muchos antes de la Segunda Venida de
Jesucristo, antes del regreso de Cristo para comenzar Su Reino del Milenio. Y
todavía muchas profecías le serían reveladas. Aún no hemos llegado a la mitad
de este libro de Apocalipsis, y todavía faltan muchas profecías contra las
naciones y contra pueblos y gente. Una nueva serie de profecías comenzará a
partir del capítulo 12, y se revelará que Dios tiene todavía mucho que decir.

Creemos que el estudio de las profecías siempre tiene un efecto o resultado muy definido
sobre el que se acerca a ellas. El estudiar este libro de Apocalipsis puede tener
dos efectos: o le acercará más a Cristo, o le separará y le alejará de Él.

Y con esta observación hemos llegado al capítulo 11 de Apocalipsis, y aquí el tema continúa
con este paréntesis o interludio que comentamos al principio, esa pausa que
encontramos entre el toque de la sexta y la séptima trompeta. En este
momento que nos encontramos, al concluir el capítulo 10, veremos que restan
42 meses "del Tiempo de los Gentiles", y que aparecen dos personajes que
son llamados los "Dos Testigos" que profetizan en este período de tiempo. Eso
lo encontramos todo en este capítulo 11, al que hemos dividido de la siguiente
manera:

En los primeros dos versículos tenemos la fecha de la conclusión "del Tiempo de los
Gentiles". Luego, en los versículos 3 hasta el 12, tenemos la duración de la
profecía de los "Dos Testigos". Después, en los versículos 13 y 14, tenemos la
condena del "segundo ay", el gran terremoto, y el toque de la "Séptima
Trompeta", y la apertura del Templo en el Cielo. Eso lo veremos en los
versículos 15 al 19.

Este capítulo nos devuelve, nos hace regresar, al terreno y tiempo del Antiguo Testamento.
Volveremos a recordar al Templo. Trataremos con los diferentes tiempos y
períodos y las distinciones que se hace entre los judíos y los Gentiles, lo cual
nos indica que estamos otra vez en la época de los tiempos del Antiguo
Testamento.

Cronológicamente, la séptima trompeta nos lleva al regreso de Cristo, al fin del período de la
Gran Tribulación. Vamos a seguir avanzando en este texto. En los primeros dos
versículos tenemos la fecha para el fin o la conclusión del "Tiempo de los
Gentiles". Recordemos que la Iglesia, ya no está en la Tierra. Ha sido llevada
de manera sobrenatural, "arrebatada" al Cielo. Aquí en la Tierra habrá
testimonio de la fe salvadora en Jesucristo, pero para esos creyentes será muy
difícil creer, vivir y ser fieles a su fe por las persecuciones y las crecientes
demandas que el Anticristo, dictador, y soberano sobre toda la Tierra ejecutará
despóticamente. Veamos entonces, los primeros dos versículos de este
capítulo 11 de Apocalipsis:
1
Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y
mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. 2 Pero el patio que
está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a
los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. (Ap. 11:1-2)

Ese es el período del cual el Señor Jesucristo habló, cuando Él dijo que Jerusalén iba a ser
hollada por los gentiles hasta que se cumpliera "el tiempo de los gentiles".
Muchas personas pensaron que cuando la nación de Israel reconquistó a su
ciudad y capital Jerusalén, que ese tiempo había comenzado. Pero no fue así.

Recordemos que el período de la Gran Tribulación ha sido dividido en dos partes, y hemos
llegado a la última mitad de ese período, porque se nos explica que "el Tiempo
de los Gentiles" finalizará en 42 meses, es decir, su duración máxima será de
tres años y medio. Esta es la mitad del período de "la Gran Tribulación".

En este primer versículo Juan escribe que se le entregó una vara para medir. Cada vez que
se habla de mediciones en el Antiguo o el Nuevo Testamento, esto indica que
Dios está comenzando a tratar algún asunto con el pueblo de Israel. Eso
ocurrió en el libro del profeta Zacarías, capítulo 2, y también en el del profeta
Jeremías, capítulo 32. Esta caña que le es entregada a Juan era como la vara
que utiliza un pastor; una vara es utilizada para castigo y juicio, como leemos
en el Salmo 2, versículo 9: Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de
alfarero los desmenuzarás.

Estamos tratando aquí con la medición y la duración del "Tiempo de los Gentiles", después
del cual caerá sobre ellos el juicio. Ahora, la vara también es un elemento de
ayuda y consuelo. En el Salmo 23, versículo 4, leemos: Aunque ande en valle
de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu
vara y tu cayado me infundirán aliento.
Así es que en este capítulo, encontramos juicio y consuelo. La mención del Templo de Dios,
se limita al lugar santo y al lugar Santísimo. El Templo de Dios nos remonta
otra vez al Antiguo Testamento, porque recordemos, no hubo ningún templo
que se le haya dado a la Iglesia de Jesucristo. En realidad, la Iglesia es el
templo del Espíritu Santo; es decir, los creyentes, cada uno, somos templo,
porque ahora ya no se trata de un edificio. El Apóstol Pablo escribió en su
epístola a los Efesios, capítulo 2, versículos 21 y 22: En quien todo el edificio,
bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien
vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el
Espíritu.

Ahora, "el altar" mencionado en este texto aquí se refiere al altar de oro de oración ya que el
altar del holocausto no estaba dentro de la corte del templo, sino que estaba en
el patio de afuera.

Juan recibió la orden de medir el Templo, el altar y hasta aquellos que adoran en él tenían
que ser medidos. Dios cuenta a aquellos que Le adoran. Y a continuación se le
indicó: Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte. Esto incluye todo
aquello que no pertenece propiamente al templo. Fuera del mismo se
consideraba al altar del holocausto, donde se quemaban las ofrendas, como
también el altar de bronce. Como el altar ha sido considerado una
representación, un cuadro, de la cruz de Cristo, esto nos parece indicar que el
evangelio de la cruz de Cristo, el mensaje de la salvación para todos los que
buscan el perdón de sus pecados, aún estará al alcance de toda la Humanidad
durante la intensidad de este breve tiempo. No debía ser medido, para estar al
alcance de todos. 2Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo
midas, porque ha sido entregado a los gentiles?

Es dado a los Gentiles significa que, aunque este período de tiempo todavía pertenece a los
Gentiles, su dominio ha sido limitado a 42 meses. Esto confirma las palabras
del Señor Jesucristo. Como ya hemos mencionado, 42 meses es el período
identificado con la última mitad del período de la Gran Tribulación. En el
capítulo 13 de Apocalipsis, en el versículo 5, se repite esa cifra: También se le
dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para
actuar cuarenta y dos meses.
Esta es la última mitad del reino del Anticristo sobre esta Tierra. Ahora, ese período de 3
años y medio es mencionado otra vez en Apocalipsis, capítulo 12, versículo 14,
donde dice: Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que
volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada
por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. Es decir, un tiempo que es
un año, más dos tiempos, que significan dos años más el medio. Esto nos hace
regresar al libro del profeta Daniel. Daniel también había recibido muchas
revelaciones proféticas relacionadas con este período de la Gran Tribulación.
En el capítulo 7, versículo 25, Daniel dice: Y hablará palabras contra el Altísimo,
y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la
ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
Esto es, tres años y medio, porque Daniel vuelve a decir en el capítulo 12,
versículo 11: Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la
abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Esos días resultan
ser tres años y medio. Y también hay otra referencia del profeta Daniel,
hablando del Anticristo, dice en el capítulo 9, versículo 27: Y por otra semana
confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones
vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está
determinado se derrame sobre el desolador.

Aquí la Gran Tribulación está dividida en dos partes iguales. Esta "semana" de Daniel dura
siete años, y es la septuagésima semana de Daniel, o el período de la Gran
Tribulación

Apocalipsis 11

Versículos 3-13

Continuamos hoy, estimados amigos y amigas, nuestro viaje por el libro de Apocalipsis,
retomando nuestro estudio a partir del versículo 3 del capítulo 11. Se ha escrito
que este capítulo 11 es, simultáneamente, el más importante y el más difícil de
todo el Apocalipsis. Su dificultad es obvia, dado que contiene problemas de
interpretación de cuya solución no se tiene absoluta certeza. Y su importancia
radica en que contiene una especie de sumario del resto del libro; Juan, el
Apóstol, autor del libro, profeta y vidente de estas tremendas visiones, trazará
en este capítulo 11 las líneas maestras del resto del libro. Tan seguro está, del
curso de los acontecimientos, que a partir de este capítulo 11 cambia el tiempo
de su narración y habla de los hechos futuros, como si ya hubieran pasado;
este es recurso literario que caracteriza a los profetas del Antiguo Testamento.

Pero antes de comenzar y para una mejor comprensión de este capítulo, permítanos
avanzar un breve esquema del mismo: En nuestro programa anterior asistimos,
en los versículos 1 y 2 de este capítulo 11, a la escena de la medición del
Templo. Recordamos, además, que estamos en una sección del libro donde se
describen los devastadores efectos del toque de las siete trompetas. Y ahora,
nos encontramos en el intervalo, una pausa, entre la sexta y la séptima
trompeta. De los versículos 3 al 6 leeremos sobre la predicación de los Dos
Testigos, que son los heraldos del fin. En los versículos 7 al 10 surge por
primera vez el Anticristo, en forma de bestia del abismo, y su temporal triunfo
que resulta en la muerte de los Dos Testigos. En los versículos 11 al 13 se nos
presenta la restauración de la vida de los Dos Testigos y el consiguiente
arrepentimiento y conversión de los judíos. En los versículos 14 al 19
encontramos un primer boceto del triunfo final de Cristo, Su reinado inicial, el
levantamiento y derrota de las naciones, el juicio de los muertos y el
establecimiento del reino de Dios y de Su Ungido. Leamos ahora el versículo 3
de este capítulo 11 de Apocalipsis, que dice así:
3
Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de
cilicio.

Estos dos testigos son individuos investidos del poder de Dios y una autoridad especial para
predicar un mensaje de juicio y salvación durante la segunda mitad del período
de la Tribulación. Estos dos profetas serán la culminación del testimonio de
Dios a Israel, por medio de un mensaje contundente sobre el juicio divino y su
oferta gratuita del evangelio a todos los que se arrepientan y crean. Y la
primera pregunta a la que nos enfrentamos aquí es: ¿Quiénes serán estos dos
testigos? El Apóstol Juan no aporta ninguna aclaración al respecto. Un
estudioso de la Biblia, llamado Godet escribió: "Éstas son las figuras más
asombrosas de este asombroso libro".
Sin embargo, si la identidad de estos dos Testigos fuera algo esencial para la comprensión
de este libro, estamos convencidos que Juan habría apuntado más detalles;
pero no es el caso. Por este motivo, mucho se ha especulado a este respecto.

Siempre formó parte del pensamiento judío la idea de que Dios enviaría a un mensajero
especial que anunciaría a los hombres la llegada del "Día del Señor", un día en
el que Dios, finalmente, haría justicia y pagaría a las naciones impías su justo
castigo por su violencia hacia su querido pueblo, Israel. El profeta Malaquías
escribió: "Yo os envío al profeta Elías antes de que llegue el día Grande y
Terrible del Señor" (Mal. 4:5). Así pues, en este pasaje nos encontramos con la
llegada de estos profetas del Señor antes de que se produzca la contienda
final.

Estos Mensajeros tienen la misión de profetizar; y profetizarán 1260 días, es decir, tres años
y medio. Su mensaje será sombrío porque están vestidos de cilicio, de luto.
Será un mensaje de condenación: el escucharlo será como una tortura, y la
gente se alegrará cuando maten a los dos Testigos, como veremos en el
versículo 10.

Pero, ¿quiénes serán estos dos testigos? Dos investigadores, Seiss y Govett, afirman que
posiblemente se trate de Enoc y Elías. En la Biblia se nos da a entender que
ninguno de ellos murió. El libro del Génesis podemos leer lo siguiente: "Caminó
pues Enoc con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó" (Gn. 5:24). Elías
fue arrebatado en un torbellino y en un carro de fuego (2 Reyes 2:11); y
Tertuliano, uno de los antiguos padres de la Iglesia, se refiere a la creencia de
que Dios los guardaba en el cielo para que dieran muerte al Anticristo.

Los comentaristas Bíblicos Dean Alford, Walter Scott y Donald Grey Barnhouse piensan que
estos dos Testigos podrían ser Moisés y Elías, a quienes los judíos
consideraban, respectivamente, el más grande legislador y el más grande de
los profetas. Fueron estos dos personajes quienes se aparecieron a Jesús en
el Monte de la Transfiguración (Marcos 9:4) y todas los poderes que se
atribuyen a los dos Testigos fueron proezas realizadas previamente por ambos
personajes bíblicos. Sobre Elías, podemos leer en el libro del profeta
Malaquías, capítulo 4, versículo 5: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes
que venga el día de Jehová, grande y terrible". Y el mismo Señor Jesucristo
dijo, tal y como recoge el capítulo 17 del evangelio de Mateo, versículo 11:
"Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará
todas las cosas". Volvamos ahora a la Palabra, en el versículo 4, donde
podemos leer:
4
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios
de la tierra.

Observemos que esta era precisamente una de las expresiones favoritas del profeta Elías.
En el primer libro de los Reyes, capítulo 17, versículo 1, podemos leer:
"Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive
Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en
estos años, sino por mi palabra". Otros comentaristas sugieren, por otra parte,
que Juan el Bautista podría ser el segundo testigo. Él fue el precursor de Cristo
en Su primera venida. También cierta similitud con el profeta Elías, en la
manera de exponer su mensaje. Los dos conocían muy bien a las fuerzas
malignas enemigas de Dios, y lo que era ejecutar órdenes de Dios contra
fuerzas sobrenaturales. Podríamos incluso apuntar la idea de que Juan el
Bautista fue el testigo del Nuevo Testamento, mientras que Elías fue el testigo
del Antiguo Testamento. En cualquier caso, en el Antiguo Testamento siempre
se requerían dos o más testigos para confirmar la legalidad de un testimonio
(Dt. 17:6, 19:15).

Se nos antoja, sin embargo, bastante improbable que Enoc pudiera ser uno de los testigos,
ya que él era gentil, y el hecho de que no muriera no lo convierte
automáticamente en candidato para asumir esta misión.

Ahora bien, aquí se mencionan mil doscientos sesenta días durante los cuales ambos
testigos desempeñarán su función profética. Y la característica más reseñable
acerca de ambos testigos no es su identidad, sino el momento de su aparición.
Y aunque la Biblia no señala fecha alguno, es posible que sea conocida su
presencia durante la primera mitad, dado que ellos testifican hasta que aparece
el Anticristo, también llamada la Bestia, para luego morir como mártires.
Leamos ahora, los versículos 4 y 5 de este capítulo 11 de Apocalipsis, que
dicen así:
4
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios
de la tierra. 5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y
devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la
misma manera.

Esta imagen está relacionada con el Antiguo Testamento, concretamente con el libro del
profeta Zacarías, en su capítulo 4. La visión de Zacarías iba a tener
cumplimiento en un futuro próximo, que para él sería la reconstrucción del
Templo a cargo de Josué y Zorobabel; pero también tenía una proyección más
lejana, en el futuro lejano, que serían los dos Testigos, cuyo ministerio apunta
hacia la restauración final de Israel, en el Milenio. ¿Qué significado pueden
tener aquí "los dos olivos" y "los dos candeleros"? El aceite de oliva se utilizaba
para encender las lámparas, así que los olivos junto a los candeleros
representan la luz de avivamiento espiritual. Por ello, la lectura de estos
versículos sugieren con fuerza la idea de que la predicación de estos dos
Testigos será la chispa que encenderá un avivamiento, tal y como sucedió con
la intervención de Josué y Zorobabel, en Israel tras el cautiverio en Babilonia.
La lectura del versículo 5 arroja, además, la idea de que ambos Testigos serán
totalmente intocables e inmunes a cualquier ataque del hombre, hasta su
muerte final a manos del mismo Anticristo. Este versículo advierte literalmente
que "Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de su boca y devora a sus
enemigos". Se trata de una referencia probable a un fuego literal. Ambos
Testigos serán invencibles durante su ministerio, protegidos por un poder
sobrenatural e inexplicable para el resto de la Humanidad. Y el falso profeta
imitará, con fraudulencia, esta señal, tal y como podremos apreciar en
Apocalipsis 13:3. Leamos ahora el versículo 6 de este capítulo 11 de
Apocalipsis:
6
Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y
tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra
con toda plaga, cuantas veces quieran.

Si echamos una mirada atrás, podremos ver que a lo largo de toda la Biblia, en numerosas
ocasiones, los milagros han servido para autentificar a los profetas del Señor.
Aquí, la sequía de tres años y medio (tal y como sucedió en la época de Elías)
añadirá un tormento inconmensurable a aquellos que estén sufriendo los
desastres globales de la Tribulación, y exacerbará su odio hacia los dos
Testigos. Y es, de hecho, esta referencia a la sequía, lo que ha motivado que
destacados comentaristas se hayan decantado por pensar que los dos Testigos
serán el profeta Elías, que tuvo poder para parar la lluvia, y Moisés para
desencadenar las temibles plagas en Egipto.

También menciona este pasaje que ambos Testigos poseen la facultad de convertir las
aguas en sangre. Recordemos que el agua de la Tierra ha sido devastada por
la segunda y tercera trompetas, por lo que dejará de ser apta para el consumo
humano y esto aumentará en gran medida el sufrimiento causado por la
sequía. Continuando ahora con nuestra lectura, leamos los versículos 7 al 10:
7
Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra
ellos, y los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la
grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde
también nuestro Señor fue crucificado. 9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y
naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean
sepultados. 10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se
alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas
habían atormentado a los moradores de la tierra.

Los Testigos han de predicar el tiempo que se les ha señalado, y luego vendrá el Anticristo
como la Bestia del abismo; seguidamente Dios les retirará su protección
sobrenatural y ambos serán asesinados, algo que nadie había podido hacer
con éxito por el momento. Esta es la primera de las treinta y seis referencias a
la Bestia que encontramos en Apocalipsis, que es nada más y nada menos que
el llamado Anticristo. El hecho de que ascienda del abismo indica que su poder
es de origen satánico. Toda esta escena sucede en Jerusalén, que aquí recibe
los nombres de Sodoma y Egipto. Mucho tiempo atrás, el profeta Isaías se
había dirigido a los gobernantes de esta ciudad llamándolos gobernadores de
Sodoma; y al pueblo de Jerusalén como el pueblo de Gomorra (Is. 1:9).
Sodoma y Gomorra representaban los prototipos del pecado. La maldad de
Jerusalén ya había crucificado a Jesucristo, y en los días por venir,
contemplará la muerte de Sus testigos con gozo. Los habitantes de Jerusalén
odiarán a los dos Testigos hasta tal punto que dejarán sus cadáveres en la
calle sin enterrar. Para los judíos era algo terrible no dar sepultura a un
cadáver. Cuando los paganos atacaron al pueblo de Dios, para el salmista era
la mayor tragedia de todas que no hubiera nadie que los enterrara (Salmo
79:3).

El comentarista Dr. Newell lo describe de la siguiente manera: "Aquí se presenta la


verdadera revelación del corazón del hombre. La avaricia, la enajenación, lo
inhumano, brutal, infernal, la humanidad entera se regocija por la muerte de
estos hombres. Se envían regalos los unos a los otros. Hacen de este
asesinato una hermosa celebración, una especie de Navidad del diablo, una
celebración de lo que el Anticristo ha hecho, en lugar de celebrar la venida de
Cristo a Belén". Leamos, el versículo 11 de este capítulo 11 de Apocalipsis, que
dice así:
11
Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se
levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.

Los hechos no acaban aquí y los acontecimientos se precipitan, tomando un cariz cada vez
más intenso y dramático: algo está a punto de suceder que cambiará esta
celebración en gran temor para los hombres: a los tres días y medio (una vez
más nos encontramos con esta cifra), cuando la fiesta por la muerte de ambos
Testigos esté quizá en su punto álgido, cuando quizá las cámaras de televisión
estén aún enfocando la imagen de ambos cadáveres, súbitamente éstos
recobrarán vida y se pondrán de pie. Dice la Biblia que "cayó un gran temor
sobre los que los vieron". ¿Qué sucedió a continuación? El versículo 12 nos lo
cuenta:
12
Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una
nube; y sus enemigos los vieron.

Aún habrían de suceder hechos increíbles; a la vista de todos, los dos Testigos fueron
subidos al cielo, re-presentando, como si dijéramos, la primera partida de Elías
al cielo en el torbellino y carro de fuego (2 Reyes 2:11). A continuación un gran
terremoto arrasó una décima parte de la ciudad, produciendo la muerte de siete
mil de sus habitantes; leámoslo en los versículos 13 y 14 de este capítulo 11 de
Apocalipsis:
13
En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y
por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se
14
aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo. El segundo ay pasó; he aquí, el
tercer ay viene pronto.

El resultado fue que los que habían visto estos acontecimientos aterradores y escaparon
con vida, dieron gloria a Dios; es decir, se arrepintieron, porque esa era la única
manera real de dar la gloria a Dios. Y el gran interés de este pasaje es el hecho
de que los incrédulos fueron ganados mediante la muerte sacrificial y la
resurrección de los Testigos. Aquí tenemos una rememoración de la historia de
la Cruz y la Resurrección. El mal debe ser conquistado y las personas
ganadas, no por la fuerza sino por la aceptación del sufrimiento por el nombre
de Cristo.

A los siete mil fallecidos en esta ocasión debe ser agregada la cuarta parte de la población
mundial que murió al principio de las plagas. Es decir, una cuarta de la
población mundial; y posteriormente, otra tercera parte de la población del
planeta, es decir, más de la mitad de la población mundial; y ahora siete mil
más. No nos sorprende entonces que el Señor hubiera dicho, muchos siglos
atrás: "Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo".

Bien, queridos amigos y amigas; aquí ponemos punto y final a nuestro estudio de hoy;
esperamos que le haya resultado interesante e instructivo. Pero sobre todo,
que le haya resultado de bendición. Más de un oyente amigo, y amiga pensará
en estos momentos: ¿Cómo puede ser de bendición un libro tan extraño y
dramático como Apocalipsis? ¿No está acaso plagado de sucesos terribles y
extraños, muertes y persecuciones? ¿Cómo puede bendecirme a mí un libro
tan trágico y catastrófico?

Apocalipsis es un libro indiscutiblemente extraño, pero que vale la pena estudiar. Su


ubicación, detrás de los evangelios y de las Epístolas, al final del Nuevo
Testamento, representa como último acto del Evangelio, sin el que éste
quedaría incompleto. Resulta difícil imaginarse la Biblia sin su colofón final: el
Apocalipsis, y claro que tiene que ser distinto del resto del Nuevo Testamento;
es el único libro de la Biblia que trata del fin de los tiempos, del fin que aún está
por cumplirse, que anunció el Apóstol Pablo al hablar de la victoria de Cristo:
"Luego, el fin: cuando entregue el Reino al Dios y Padre, cuando haya
suprimido todo dominio y poder y autoridad. Preciso es que Él reine, hasta que
haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies" (1 Co. 15:25). Así, querido
amigo y amiga, en el Apocalipsis podemos ver, como en ningún otro libro, que
al final de toda la historia de la Humanidad, Cristo es el que vence; Cristo es el
que reina; Cristo es el que juzga y con Él viviremos eternamente en un mundo
perfecto. "Un mundo perfecto"; extraña expresión para nuestros difíciles
tiempos, ¿verdad? Pero es lo que Cristo ofrece; un mundo perfecto cuando Él
venga por segunda vez a este mundo, no ya a morir por nuestros pecado, sino
para reinar por siempre. ¿Quiere usted formar parte de la ciudadanía del Cielo?
Su pasaporte para la eternidad es gratuito y se llama Jesucristo. Es gratuito
porque es un regalo de Dios para usted. Sólo tiene que tomarle. La salvación
es un regalo. Ahora bien, la vida cristiana no es fácil; al contrario, está llena de
dificultades. Pero creemos que vale la pena recorrerla. Vale la pena recorrer
este camino.

Hasta nuestro próximo Programa, ¡que Dios le bendiga!

Apocalipsis 12

Versículos 1-6

Estimados amigos y amigas, oyentes de nuestro Programa Fuente de Vida, bienvenidos a


una etapa más en nuestro recorrido por este fascinante libro de Apocalipsis. Y
nuevamente, es un placer hacerlo en su compañía. Durante estos programas
hemos estado estudiando cuidadosamente la Palabra de Dios, teniendo la
certeza de estar ante un libro excepcional, la Biblia, un libro de libros que ha
cambiado la historia de la humanidad y que ha ayudado a muchas personas de
todas las razas y condiciones sociales a establecer su vida en la verdad, y
sobre la verdad. En estos tiempos, difíciles y llenos de incertidumbre, no hay
nada mejor que tener una vida con fundamento, esto es, asentada sobre unos
buenos cimientos, los cuáles son, para nosotros, los cristianos, la verdad de
Dios. Porque al final siempre acabarán llegando vientos y tormentas a nuestras
vidas, que pretenderán golpear nuestro ánimo y derribar nuestra casa, la casa
de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra tranquilidad. Pero si ésta está
bien fundamentada, nada de lo que pueda suceder podrá acabar con nosotros.

Queridos amigos y amigas, sabemos que estamos ante un libro excepcional, la Biblia, y
también ante uno de sus libros más enigmáticos: el Apocalipsis, escrito por
Apóstol y Evangelista Juan, durante su cautiverio en la isla de Patmos. El
Apocalipsis no fue escrito para entretenernos con sofisticados simbolismos y
rocambolescas visiones; tampoco fue escrito para que ejercitásemos nuestra
imaginación o nuestra capacidad de desentrañar extraños enigmas ocultos.
Nada de eso. Muy por el contrario, el Apocalipsis era el necesario colofón de la
Biblia, y por ello ocupa el último lugar en esta colección de libros. El Apocalipsis
nos habla del fin, del final de los tiempos, de cuando Cristo regrese por
segunda vez para reinar en esta tierra, de cómo Dios juzgará la maldad de los
hombres que conscientemente le dieron la espalda, y de cómo comenzará la
eternidad. Por supuesto que nos estamos encontrando con extrañas imágenes
y con sorprendentes personajes, pero no podía ser de otra manera: Juan, un
hombre sencillo del siglo I está intentando describirnos con sus propias
palabras lo que ven sus ojos, y que apenas puede ser trascripto: cómo es el
Cielo, cómo es el Trono de Dios, cómo y quiénes son los habitantes del cielo,
cómo serán las plagas que azotarán a la Humanidad en un futuro cuya fecha
él, pero también nosotros, ignoramos. Pero lo importante no es todo esto; lo
importante es que toda la Biblia y, por supuesto, todo el Apocalipsis señala en
una sola dirección: Jesús. Él es el Hijo de Dios. Dios creó todo el universo para
Él. Y Dios le envió a esta tierra para cumplir la última oportunidad de rescate
del ser humano. ¿Y sabe qué es lo realmente increíble, estimado amigo y
amiga? Que Jesús quisiera viniera. ¡Eso es increíble! El Cristianismo es la
única religión del mundo que presenta la historia de un Dios que se preocupa
personalmente por todos y cada uno de sus hijos. Jesús vino y no sólo eso,
sino que se quedó entre nosotros, habitó entre nosotros, sufrió una existencia
humilde, sufrió las penurias propias de su época, y ya adulto, a los 30 años,
comenzó Su ministerio que sólo duraría tres años. Finalmente, murió es una
cruz para salvarnos. ¡Pero resucitó; la muerte no pudo retenerle! Y ahora en el
Cielo, junto a Dios Padre, todavía sigue intercediendo por nosotros, a la espera
de que todas estas visiones anticipadas siglos antes por el Apóstol Juan,
sucedan. Por eso estamos estudiando el Apocalipsis. Si usted es cristiano,
estos estudios le ayudarán a comprender mejor la profundidad del mensaje del
Evangelio, y para que comiences a disfrutar de todo lo bueno que habrá de
venir, por dulce o amarga que sea su realidad actual. Y si usted no es cristiano,
Apocalipsis le ayudará a entender que usted tendrá que tomar una decisión: o
está con Cristo, o está en contra de Cristo. Así de claro, así de sencillo. Las
consecuencias de su decisión son eternas, pero decida lo que decida, Cristo
volverá y reinará por toda la Eternidad. Y la Biblia dice que Dios no quiere que
ni una de sus criaturas se pierda; ni una sola. ¡Y usted no es una excepción!
Dios le ama. Haga lo que haga, Dios le ama. Y aunque usted le odiara, con
todas sus fuerzas, Él seguiría amándole. No lo olvide. El Evangelio no es tanto
usted caminando con Jesús, sino Jesús caminando junto a usted.

Pero regresemos a la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras. En nuestro programa


anterior llegamos al capítulo 12. El tema de este capítulo es el conflicto final
entre Israel y Satanás, después de ser echado fuera del Cielo. Siete nuevos
personajes serán presentados, en el capítulo 12 y 13, con el sonar de la
séptima trompeta durante el período de la Gran Tribulación. Y, aunque la
séptima trompeta nos acompaña a través de la Gran Tribulación y el Milenio, el
Reino de los Mil Años de Jesucristo hasta los umbrales de la Eternidad, hasta
ahora mucho es lo que se ha omitido. Comenzando este capítulo 12 esto será
compensado en la presentación de siete personajes prominentes que
desarrollarán un protagonismo dominante en el período de la Gran Tribulación.
Algo más adelante, centraremos nuestra atención en las siete copas de la ira,
cuyas consecuencias serán peores, si cabe, que los mismos juicios. A partir de
aquí, asistiremos a la caída de la Babilonia religiosa y comercial. Estos siete
personajes representan a personas, tanto físicas como sobrenaturales,
gobernantes y naciones físicas y espirituales. La identificación y la clarificación
de éstos será esencial para una correcta comprensión de estas revelaciones de
Apocalipsis.

Al comenzar con la primera personalidad, hemos llegado a un punto muy importante en la


interpretación de todo el libro de Apocalipsis. La identificación de una mujer nos
será como una llave que abrirá nuestro entendimiento de este libro profético.
Centrémonos en los dos primeros versículos de este capítulo 12 de
Apocalipsis:
1
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus
pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2Y estando encinta,
clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.

¿Quién es esta mujer? Las marcas características de esta mujer son el sol, la luna y las
estrellas. Estas señales pertenecen a Israel, como fueron también parte del
sueño de José. Recordamos la historia, narrada en el Antiguo Testamento, del
patriarca Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham. Uno de sus doce hijos, José,
predilecto de su padre, tuvo un extraño sueño; José vio al sol, a la luna y a 11
estrellas, postrándose ante él, que era la duodécima estrella. Jacob, su padre,
así como sus once hermanos interpretaron el sueño como un desmesurado
afán de protagonismo: "¿Debemos tu madre y yo y tus hermanos postrarnos y
adorarte?" le preguntó Jacob. Muchos años más tarde, fue precisamente lo que
hicieron, cuando se encontraron con un José adulto, lleno de sabiduría y mano
derecha del Faraón.

Como indicábamos en nuestro programa anterior, la mujer era la señal en el Cielo, pero su
misión se desarrollaría aquí en la Tierra. No era una mujer en el sentido literal,
sino era un símbolo que corresponde a Israel, que dio a luz, a Cristo, el Mesías.

Durante la época navideña algunos textos de las Escrituras son los más populares. Uno de
estos relacionados con el nacimiento de Cristo se encuentra en el capítulo 9,
versículo 6 del libro de Isaías, que dice: "Porque un niño nos es nacido, hijo
nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz".

Ahora bien, ¿a quién está refiriéndose aquí Isaías cuando menciona: "porque un niño nos
es nacido"? ¿A la iglesia? Evidentemente no, dado que aún no existía como tal.
Se está refiriendo a la nación de Israel; Isaías les estaba anunciando no la
llegada de un salvador, sino de un Gobernante, de un Rey, a alguien que
vendría y gobernaría sobre ellos. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es
dado. Y añade: será el principado sobre su hombro. No está, aparentemente,
refiriéndose aquí a un Salvador, sino a alguien que viene a gobernar. Y sigue
diciendo el profeta Isaías: Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios
fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Esto es interesante, dado que sugiere
que no habrá paz verdadera y permanente hasta que Él venga. Porque cuando
los gobernantes de este mundo digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre
ellos destrucción repentina. (1 Ts. 5:3). Cuentan los anales de la Historia que
cuando se desató la primera guerra mundial, un ejército de diplomáticos se
hallaba reunido en una gran conferencia de paz en Holanda. Y la mayoría de
ellos debieron eludir las balas para retornar a sus propios hogares. Tristemente,
el ser humano desconoce el verdadero significado de la palabra "paz", pues
aunque la desee racionalmente, su corazón es egoísta e incapaz de evitar la
guerra, el conflicto, los propios intereses, la codicia. La Biblia nos dice que el
problema del hombre es el propio hombre, es su corazón. Y a causa de esto,
sólo Jesucristo puede traerle paz., siendo uno de sus nombres, precisamente,
"Príncipe de Paz".

Isaías continúa hablando a Israel: Porque un niño nos es nacido. Y esa es la figura que el
Apóstol Juan toma y desarrolla esa figura en el Apocalipsis. Otro escritor del
Nuevo Testamento, el de la Carta a los Hebreos, escribió en su capítulo 7,
versículo 14: Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá,
de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y luego, el Apóstol Pablo
afirma en su epístola a los Romanos, capítulo 9, versículo 5: de quienes son los
patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre
todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

Pablo, refiriéndose a Israel, comenzó en el versículo 4 formulando la pregunta: "¿Quiénes


son los israelitas?" Y ellos son de los cuales, según la carne, vino Cristo. La
mujer junto al pozo le preguntó a Jesús: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí
de beber, que soy mujer samaritana? (Jn. 4:9) El profeta Miqueas escribió en el
capítulo 5, y versículo 2 de su libro: Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar
entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus
salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Estas profecías
avanzaban el nacimiento del Salvador en Belén, cuando Él viniera a este
mundo desde la Eternidad. En Isaías, capítulo 66, versículos 7 y 8 podemos
leer: Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio
a luz hijo. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la
tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo
de parto, dio a luz sus hijos. Jesucristo nación en Belén, pero vino desde la
Eternidad.

Los profetas anunciaban desde hacía varios siglos antes el nacimiento de Aquel Hijo. Por
eso identificamos a la mujer de la visión de Juan con la nación de Israel; ni
siquiera con la Iglesia cristiana en general, sino solamente con el pueblo de
Israel. Y esta mujer iba a ser (y de hecho fue) atormentada; la verdad es que el
mundo siempre ha sido, en general, de orientación antisemita. Muy pocos son
lo que se declaran abiertamente amigos de Israel, tanto en el presente como en
el pasado. E independientemente del comportamiento actual de sus
gobernantes, parece claro que Satanás, el archi-enemigo de Dios siempre ha
tenido como objetivo destruir a esta nación escogida por Dios.

Continuando con la lectura de la visión de Juan, se presenta a otro personaje, descrito por
el Apóstol como "un dragón escarlata". Leamos los versículos 3 y 4 del capítulo
12 de Apocalipsis:
3
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete
cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 4y su cola
arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra.
Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de
devorar a su hijo tan pronto como naciese.

¿Quién es este dragón escarlata? Es el enemigo original de la mujer, Satanás, enemistado


con ella por Dios a causa de su pecado. Así podemos comprobarlo un poco
más adelante, en el versículo 9, donde dice: y fue lanzado fuera el gran dragón,
la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás. Satanás aparece como un
dragón un total de trece veces en este libro.

El color escarlata alude al derramamiento de sangre. Las siete cabezas, los diez cuernos y
las siete diademas describen en un lenguaje figurado el dominio de Satanás
sobre siete reinos mundanos en el pasado y diez reinos en el futuro. Satanás
siempre ha dominado y dominará el mundo hasta que suene la séptima
trompeta (cp. 11:5). Ha infligido dolor sin interrupción sobre Israel (Dn. 8:24)
con el deseo intenso de matar a la mujer antes de que pudiera parir al hijo que
le destruiría para siempre. Satanás tiene control sobre las naciones del mundo,
y se las ofreció al Señor Jesucristo a condición de que postrado le adorara,
porque lo que Satanás desea fervientemente es ser adorado como si fuera
Dios. Juan, en el capítulo 8, versículo 44 de su evangelio, nos dice que él ha
sido homicida desde el principio, y que desprecia la vida humana.

Juan le llama el dragón. ¿Por qué? A causa de su perversidad. Él fue creado como Lucifer,
el hijo de la mañana (Ez. 28, 12-19). Él es la personificación del mal, y la
degradación absoluta, lo opuesto a Dios, el más peligroso de todos los seres
de la creación de Dios; él es, estimado amigo, amiga oyente, su encarnizado
enemigo y el mío, si usted es un hijo de Dios.

Más adelante se nos presentará en el capítulo 13 a la denominada bestia. La bestia del


capítulo 13 es similar al dragón. ¿Por qué? Porque, como ya veremos, será el
dragón quien traiga a la bestia.

Juan describe a un dragón con siete cabezas. Y algunos comentaristas bíblicos sugieren
que esto alude la perfección y sabiduría con la que Satanás fue creado, como
querubín protector. El profeta Ezequiel, en el capítulo 28, versículos 12 al 16,
de su libro, nos habla de su origen, en paradójica contraposición con la idea
popular acerca de Satanás, imaginado como un ser desagradable,
estéticamente repulsivo y físicamente repelente. Pero nada más lejos de la
realidad, querido amigo y amiga. Si Satanás fuese un ser repugnante no habría
sido seguido en su rebelión contra Dios por nada menos que un tercio de los
ángeles. Si el pecado fuese algo desagradable, nadie pecaría, ¿verdad?

La manera de representar al mismo Satanás, con cuernos, patas de caballo y una cola
ahorquillada es, en realidad, una representación del dios Pan al que adoraban
los griegos y romanos. Pero, este ser, evidentemente, no es Satanás, aunque
Satanás está detrás de cualquier adoración a un Dios falso. Satanás es
inteligente, sagaz, hermoso y astuto. Nosotros jamás podríamos hacerle frente,
salvo con el poder de Jesús, el cual ya le venció en la cruz. Saldremos
vencidos si pretendemos enfrentarnos a él mediante sólo nuestras propias
fuerzas. Juan nos lo describe como un ser con 10 cuernos lo cual podría estar
aludiendo a la división final del imperio romano dominado por Satanás, así
como las coronas sobre estos cuernos, y no sobre las cabezas, significan el
poder delgado a Satanás. Estas coronas representan la autoridad y su real
poder.
En su visión, Juan sigue relatando lo siguiente: "su cola arrastraba la tercera parte de las
estrellas del cielo". Este pasaje nos habla de la rebelión de Satanás en su
origen (Is. 14:12; Ez.28:11) que logró la adhesión de la tercera parte de las
huestes angelicales la cual se unió a él para convertirse en demonios. Y añade
Juan: "Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba por dar a luz, a fin de
devorar a su hijo tan pronto naciese". Y el dragón aborrece al niño que esa
mujer va a alumbrar, ¿por qué? En Génesis, capítulo 3, versículo 15, se nos
dice: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente
suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Al verse incapaz
de impedir el nacimiento del Cristo de una virgen, Satanás trató de matar al
niño por medio de una masacre generalizada y arbitraria de los bebés varones
que fue ordenada por Herodes.

En los versículos 5 y 6 se nos presenta al niño de esta mujer. Leamos los versículos 5 y 6
de este capítulo 12 de Apocalipsis:
5
Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo
fue arrebatado para Dios y para su trono. 6Y la mujer huyó al desierto, donde
tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos
sesenta días.

Jesucristo en su encarnación fue de origen judío (Mt. 1.1). A pesar de los esfuerzos del
diablo para destruir a Israel y el linaje del cual nacería el Mesías, el nacimiento
de Jesús tuvo lugar tal y como lo habían anunciado los profetas (Is. 7:14; 9:6;
Mi. 5:2). La "vara de hierro" describe la coronación de Jesús como Rey sobre
las naciones del mundo. Y cuando menciona: "su hijo fue arrebatado para Dios"
esto alude a la ascensión de Jesús (Hch. 1:9). Dice el escritor a los Hebreos,
capítulo 12, versículo 2: hoy tenemos puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

¿Qué significan las alusiones al desierto descritas aquí por Juan? Significa que Dios
protegerá a la mujer, al remanente de Israel, de Satanás al suministrarle un
escondite en el desierto durante la parte más intensa del período de la Gran
Tribulación. Israel será protegido por Dios. Hay quien incluso asegura que
Israel irá a refugiarse a la ciudad enclavada en la peña, en Petra, en la actual
Jordania. Pero lo importante de este pasaje es que este niño aquí mencionado
no es otro que Cristo, y no representa en ningún caso a la iglesia, como
algunos han defendido. Él es el Pastor, que regirá a las naciones con vara de
hierro (Salmo 2, versículo 9).

Debemos recordar, amigo oyente, que este libro es la revelación de Cristo glorificado y
ascendido al Cielo. El libro de Apocalipsis descansa en el hecho de la
ascensión. Cristo es Aquel que algún día abrirá los sellos del libro que
desencadenarán el juicio sobre la tierra y los hombres que le han rechazado
conscientemente. Se nos dice aquí que ella dio a luz a un hijo varón.

Para terminar el Programa de hoy, comentamos la alusión del profeta y Apóstol Juan
respecto a los 1.260 días mencionados en su visión. En el punto medio de la
tribulación, el Anticristo romperá su pacto con Israel, detendrá el culto y los
servicios del Templo, colocando en su interior la así denominada "abominación
desoladora" (Dt. 9:27, Mt. 24:15), devastará a toda Jerusalén (11.2). En aquel
tiempo, muchos judíos huirán para salvar su vida (Mt. 24:16). Dios los
preservará durante 1.260 días (42 meses o tres años y medio), que
corresponden a la denominada Gran Tribulación.

Apocalipsis 12

Versículos 10-17

Un día más continuamos con nuestro estudio de un libro extraordinario y diferente que ha
fascinado a millones de personas a través de muchos siglos. Para los amigos y
amigas oyentes que nos acompañan por primera vez les aclaramos que desde
hace varios programas, estamos recorriendo el libro de Apocalipsis. Es el libro
con el que concluye La Biblia, las Sagradas Escrituras, cuyo tema son las
profecías reveladas al apóstol y evangelista Juan, cuando éste se encontraba
exiliado en la Isla de Patmos. No es un libro tan complejo, ni tan misterioso.
Sólo hay que conocer las claves del significado de los muchos símbolos que
Juan describe. También es de suma importancia conocer los libros anteriores,
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, porque sólo así podremos
comprender los mensajes y avisos que el Señor Jesucristo nos envió por medio
de las visiones de Juan.

Regresamos al capítulo 12 de Apocalipsis, y vamos a leer los versículos 10 al 12:


10
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y
el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado
fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche. 11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas
hasta la muerte. 12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de
los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros
con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. (Ap. 12:10-12)

El apóstol Juan dice: Entonces oí una gran voz. Juan es un espectador privilegiado al que
se le ha ordenado escribir todo lo que ve y oye. Es testigo presencial de unos
hechos reales. En nuestro programa anterior, leímos como el enemigo de Dios
y del ser humano, Satanás, había sido arrojado del Cielo. Esto causó gran
regocijo entre la multitud de redimidos que ya están en el Cielo. Sabemos que
se trata de un gran grupo de santos personajes del Antiguo Testamento, y de
santos que fueron martirizados hasta este momento en ese período que se
llama la Tribulación. Por fin El acusador de los hermanos había sido arrojado
de la presencia de dios, porque recordemos, él tenía acceso hasta ese
momento ante el Trono para acusar y difamar con toda su furia a los creyentes
fieles que viven ese difícil tiempo de pruebas.

Esta es la primera gran demostración de poder ejecutada contra "el mal" después de la
muerte y resurrección de Cristo: la expulsión o el lanzamiento de Satanás fuera
del Cielo. Este es el comienzo de una serie de acciones que llevarán al Señor
Jesucristo a tomar el control del gobierno mundial, y que comience Su reinado
sobre toda la Tierra.

Cuando Cristo murió en la cruz, Él preparó el camino para que Satanás pudiera ser arrojado
del Cielo, fuera de la presencia de Dios Padre. El Apóstol Pablo escribió en su
epístola a los Colosenses, capítulo 2, versículo 14: Anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en
medio, y clavándola en la cruz. Eso es la obra de Cristo en la cruz. Jesucristo
hizo posible, con su muerte, la salvación del ser humano. Dios canceló nuestra
deuda de pecado al clavarlos en la cruz de Cristo. Jesucristo pagó nuestras
deudas con Dios con Su propia muerte. El precio fue su sangre inocente. Pablo
continuó en el versículo 15: Y despojando a los principados y a las potestades,
los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Opinamos que cuando Él ascendió al Cielo, Él llevó a una gran multitud de almas consigo.
Él llevó a la presencia de Dios los santos cautivos en cautividad, del Antiguo
Testamento; creemos que ellos se encuentran en ese grupo que ahora está
proclamando, en el texto que leímos, que la salvación ha llegado. Leímos:
10
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y
el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo

¿Qué significa esto? Vamos a puntualizar las cuatro libertades celestiales que han sido
compradas por medio de Su sangre; cuatro libertades que se completarán
cuando el Señor Jesucristo regrese a la Tierra, Su Segunda Venida:

1.- La salvación ? la consumación de la salvación sólo está en la persona de Cristo. Nuestra


salvación se consumará cuando estemos en Su presencia. Juan en su 1ª carta,
capítulo 3, versículo 2 escribió: Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser;
pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos tal como él es. Esto llegará a realizarse cuando Él regrese aquí, a la
Tierra. Creemos que aquí se nos habla de Su regreso visible a nuestro planeta.

2.- Luego dice: Y el poder ? Controlar el poder no es tarea fácil, y en la mayoría de las
naciones ha habido muchos abusos, y mal uso, del poder. Algunas grandes
naciones han sido capaces de provocar y disputar guerras, que como un gran
incendio en una pradera, se desparramaron a otras naciones, destruyen
ciudades y matando a millones de personas. Todas las naciones de la Tierra
han abusado del poder. El reinado de Jesucristo sobre todas las naciones será
totalmente diferente. Cuando Él tome el poder y el control sobre esta Tierra,
reinará la justicia perfecta y la paz perfecta.

3.- La tercera gran libertad que tenemos es el reino de nuestro Dios que se establecerá
sobre la Tierra. Hasta entonces no conoceremos la verdadera paz, la justicia, y
la auténtica libertad sobre la Tierra. Será maravilloso cuando este reino
perfecto llegue y gobierne en nuestro mundo. Esta declaración en tiempo futuro
revela que Su reino no ha sido establecido en la primera venida de Cristo.
4.- La cuarta libertad es la autoridad de Jesucristo. Eso demuestra que Cristo aún no ha
tomado el control y la autoridad para regir este mundo. Él no está construyendo
Su Reino en el presente. Él no está estableciendo Su Reino. Todos Sus juicios,
que ya hemos visto, son una mera preparación para Su regreso a esta tierra.
Jesucristo está dando al hombre, a nosotros, una seria advertencia y una
oportunidad para volverse a Él, ? y multitudes lo harán. Y observemos, siempre
hay una nota de gracia y misericordia en el juicio de Dios.

Termina el versículo 10: porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el
que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche, revela que esta es una
parte de la presente estrategia de Satanás que trata de frustrar, de anular los
propósitos de Cristo con Su Iglesia hoy en día, y en un futuro, con los santos
que vivirán durante el período de la Tribulación. Eso hace necesario el presente
ministerio de Cristo como Abogado nuestro, de Sus hijos que ya le hemos
aceptado como Salvador y Señor de nuestras vidas.

Pero hay victoria de los santos que han sido acusados por el enemigo. Lo veremos por
medio de tres vías que es mencionan en este texto que ya hemos leído.

1.- Por medio de la sangre del Cordero. Hay un milagroso poder en la sangre del Cordero.
No se olvide de eso. No tratemos de minimizarlo. Las muchas referencias a la
sangre del Cordero validan su mención en el Cielo. Esta no es una concepción
cruda de su sacrificio. En realidad, lo ofensivo, crudo y cruel está en nuestros
pecados, que han hecho necesario que "alguien", sin pecados propios, pagara
por nuestras culpas. Y por ese motivo Él tuvo que derramar, y pagar, con Su
sangre. Y si usted y yo obtenemos alguna victoria en nuestra vida como
cristianos, será porque Él derramó Su sangre por usted y por mí, estimado
amigo, amiga oyente. Usted y yo nunca, nunca seremos capaces de vivir una
vida victoriosa sobre el pecado. Las personas más espiritualmente "derrotadas"
pueden ser personas que supuestamente deberían estar viviendo una vida
"victoriosa", parecen anémicos, sin vitalidad, sin fuerzas, sin gozo, ni paz. Pero
si somos vencedores, sólo es por medio de la sangre del Cordero.

2.- La segunda razón para su victoria es la palabra del testimonio de ellos, que revela que
eran auténticos mártires. Aquellos que pertenecemos a Cristo no podemos
negarle, aún poniendo en peligro nuestra vida. Jesucristo dijo, y lo podemos
leer en el evangelio de Mateo, capítulo 10, versículo 33: Y a cualquiera que me
niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que
está en los cielos. Un testimonio personal de nuestra fe debe estar respaldado
por una vida que no contradice la Fe que nuestros labios proclaman. Es fácil
hablar de nuestra relación personal con Jesucristo en un ambiente religioso,
pero el lugar donde se debe presentar con claridad nuestro mensaje de
esperanza, debe ser la sociedad que nos rodea, donde problemas, angustias,
dramas humanos, donde haya conflictos, incredulidad, y oposición a cualquier
tema espiritual. La sociedad, sus amigos, su familia debe saber que usted
pertenece a Cristo, y que usted está en Cristo. Estimado amigo, amiga oyente,
el Señor Jesucristo dice que si nosotros Le negamos delante de los hombres,
Él nos negará ante el Padre en el Cielo. Estos son verdaderos mártires, porque
la palabra mártir, en griego "martus", significa "testigo".

3.- Lo siguiente que se menciona es que estos menospreciaran sus vidas hasta la muerte.
Aquí se refiere a un plano más elevado en nuestra relación personal con el
Señor Jesucristo; es cuando el primer amor en nuestra vida es el Señor
Jesucristo, y todo lo demás, sin restarle importancia, sin embargo queda en un
segundo o tercer lugar. Debemos colocarle a Él en el primer lugar, y cuando Él
ocupa ese puesto, entonces nos será difícil vivir para Él aquí en la Tierra. ¿Qué
hay detrás de las reglas por las cuales usted, estimado oyente, dirige su
conducta, su vida? Esto es lo que necesitamos: que la sangre del Cordero nos
limpie de todos nuestros pecados; que nuestro testimonio de palabra y de
hechos sean coherentes, y que Le amemos sobre todas las cosas. El amor es
la base de una vida de servicio. El Señor Jesucristo preguntó al Apóstol Pedro
si le amaba; y cuando Simón Pedro, después de tres intentos, pudo expresarle
su amor rendido, el Señor Jesucristo le dijo que le iba a usar para alimentar sus
ovejas (Juan 21, 15-17). Fue el apóstol Pedro quién predicó el primer mensaje
de la iglesia y varios miles aceptaron la oferta del perdón de sus pecados, por
el sacrificio de Jesucristo en la cruz.

Observemos ahora que hay dos reacciones radicales por la expulsión de Satanás del Cielo.
Hay regocijo en el cielo, porque esta serpiente terrible, traicionera, peligrosa y
mortífera ha salido de allí para siempre. Pero hay un "ay" en la Tierra. Aquí
encontramos el tercer ay que se extenderá a través del período del
"derramamiento de las siete copas de la ira". El único consuelo para la Tierra
es que la permanencia de Satanás es por un breve espacio de tiempo, por sólo
unos 42 meses, los últimos tres años y medio de la Gran Tribulación, cuando la
intensidad de las tribulaciones aumentará.

Ahora, Juan nos describirá otra escena: Satanás es arrojado a la Tierra, que comienza a
perseguir "a la mujer". Este relato ocupa los versículos 13 al 16. Veamos los
versículos 13 y 14 del capítulo 12 de Apocalipsis:
13
Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había
dado a luz al hijo varón. 14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran
águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde
es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. (Ap. 12:13-14)

Esta será la última ola del antisemitismo que se expandirá sobre toda la Tierra, pero será la
más cruel. Satanás, arrojado de la presencia de Dios, sabe que le queda poco
tiempo. Él aborrece a nación de Israel porque Cristo se encarnó y vino al
mundo, por medio de ese pueblo, por esa nación. No podemos regocijarnos en
el regreso de los judíos a Su tierra prometida. Hay personas que opinan que
ellos han regresado allí para la llegada del milenio, el reinado del anhelado
Mesías. Pero no es así. Según la Palabra de Dios, ellos han regresado para
sufrir primero el período de la Gran Tribulación.

Juan nos dice en el versículo 14: Se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para
que volase de delante de la serpiente al desierto. Hay quienes ven en esto una
mención de un avión, que los llevará a un lugar donde ocultarse, y muchos
creen que el lugar elegido será la ciudad de Petra, una ciudad enclavada en la
roca, que podría servir como un lugar de refugio.

Estas dos alas de una gran águila que se le da a "la mujer" no es una mención extraña para
el pueblo de Israel. Nos recuerda la gracia de Dios al librar en el pasado a
Israel del dominio de Egipto. Dios, en el libro de Éxodo, capítulo 19, versículo 4:
Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y como os tomé sobre alas de
águilas, y os he traído a mí.

Amigo, amiga oyente: el pueblo hebreo no había salido por su propio esfuerzo, o gracias a
su propia habilidad de Egipto. Ellos pudieron marcharse de allí porque Dios les
había sacado milagrosamente, y las alas de águila llegaron a ser un símbolo
para ellos. Nuevamente en el tiempo de la Gran Tribulación, Israel no podrá
librarse a sí misma, y no obtendrá ayuda, pero Dios lo sacará sobre alas de
águila, por medio de Su Gracia.

Continua Juan: Para que volase . . .al desierto, a su lugar. No especifica ni señala ningún
lugar en particular. Petra no es el único lugar posible. En el evangelio de Mateo
capítulo 24, 16, Cristo dijo que "huyeran a los montes". Creemos que la
mención de un desierto será un desierto literal. El período que el pueblo de
Israel pasó en el desierto bajo el liderazgo de Moisés fueron 40 años, y este
tiempo anunciado será de 42 meses. Ese es el significado de un tiempo y
tiempos y la mitad de un tiempo. Pero, recordemos que lo importante no es el
lugar del refugio, sino el hecho de que Dios les protegerá por Su Gracia.

Se nos dice que ella, "la mujer", que es figura del pueblo de Israel,"es sustentada". Eso nos
recuerda que en el pasado Dios los alimentó milagrosamente con el diario
maná del cielo, y con el agua que manaba de la roca. Él les alimentará
nuevamente, posiblemente de la misma manera. Leemos los siguientes
versículos 15 y 16 de este capítulo 12 de Apocalipsis:
15
Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese
arrastrada por el río. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su
boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca. (Ap. 12:15-16)

Debido a que creemos que Juan se refiere a un desierto literal, el agua también debe ser
literal. Dios, había librado dos veces al pueblo de Israel del agua al comienzo
de su larga marcha por el desierto, ante el Mar Rojo, y nuevamente, al finalizar
su viaje, en el río Jordán. Sin embargo, aquí, cuando se habla de que "la
serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese
arrastrada por el río, se habla de agua como un río; podría tratarse de ejércitos
que fluyen como un río sobre ellos. Esta figura retórica ha sido utilizada por el
profeta Isaías en el capítulo 8 y versículos 7 y 8 de su libro.

El libro del profeta Ezequiel describe el cuadro de los últimos días, en el que el rey del norte
marcha sobre Israel. ¿Cómo será detenido? Satanás usará todo tipo de
estrategia para destruirlos. Ninguna nación está presente para detenerle. Pero
aquí está Dios, y Él le destruirá, con las fuerzas naturales, cuando ese rey
invada la tierra que Dios les había dado. Ezequiel, capítulo 38, versículo 22,
dice: Y yo litigaré contra él con pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él,
sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con él, impetuosa
lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre. Eso nos ofrece más detalles de los
que Juan menciona. En el versículo 17 de este capítulo 12 de Apocalipsis, el
último versículo del capítulo 12, leemos:
17
Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto
de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y
tienen el testimonio de Jesucristo. (Ap. 12:17)

Ahora, el resto de la descendencia de ella se debe referir al remanente, los fieles testigo de
Dios durante este período, los 144.000 judíos que han sido sellados. Ellos
están testificando a través de todo el mundo. Son los que guardan los
mandamientos de Dios. Esta mención los coloca a este grupo nuevamente bajo
la ley, y por ello creemos que se excluye la posibilidad de que estos testigos
sean la Iglesia.

Todo antisemitismo es inspirado por Satanás. Satanás finalmente culminará su odio al


realizar un supremo esfuerzo para destruir a esta nación, algo que ha tratado
de hacer a lo largo de toda la historia de la Humanidad, desde la esclavitud,
bajo el faraón egipcio, al patíbulo de Amán, en tiempos de la Reina Esther, al
edicto cruel de Herodes, al matar a todos los recién nacidos en Belén, a través
de la infamia del Holocausto, con Hitler al poder, hasta los tiempos de la Gran
Tribulación, donde Satanás encabezará el ataque definitivo contra ese pueblo a
causa de este Hijo varón, Jesucristo.

Y así llegamos al capítulo 13 de Apocalipsis, y aquí veremos a los últimos 2 personajes, de


los 7 que habíamos mencionado en programas anteriores. Serán las dos
bestias: la bestia que sale de la mar, y la bestia que sale de la tierra. En el
capítulo 12, que hemos finalizado, se nos presentó a la mujer, a Israel; al
dragón escarlata, que es Satanás; al hijo o niño de la mujer, que es Cristo; a
Miguel, el arcángel; y al remanente, los 144.000 sellados de Israel. Y ahora,
veremos a los dos últimos personajes del Apocalipsis
Apocalipsis 13

Versículo 1

Tenemos ante nosotros uno de los libros más impactantes que se hayan escrito jamás en
todos la historia de la Humanidad; nos referimos al libro de Apocalipsis, el
último libro de la Biblia. Así como el libro de Génesis es el primer libro de Las
Sagradas Escrituras, explicando y relatando el principio de todas las cosas,
Apocalipsis nos anticipa el final de los tiempos. En programas anteriores hemos
podido observar que, a pesar de los juicios y situaciones apocalípticas que se
describe como hechos ineludibles que acontecerán en un futuro en nuestro
planeta Tierra, siempre encontramos reiteradamente la paciente misericordia
de Dios.

Cordialmente le invitamos, estimado amigo, amiga, oyente a acompañarnos en nuestro


estudio del impresionante capítulo 13 de Apocalipsis. Aquí se nos presentarán
dos personajes, los últimos de los siete que hemos visto en programas
anteriores. Este grupo de los 7 personajes fueron apareciendo al ser tocada la
séptima trompeta. Vimos a 5 personalidades en el capítulo 12, que fueron: la
mujer, que representa al pueblo de Israel; al dragón escarlata, que
figurativamente es Satanás; al niño de esta mujer, que es Cristo, afirmando así
su procedencia de linaje judío; a Miguel, el arcángel; y el remanente, es decir,
los 144.000 fieles judíos que fueron sellados por Dios y que van a pasar como
testigos a través del período de la Gran Tribulación.

Ahora, en este capítulo 13 el apóstol Juan, autor de estas visiones proféticas, nos presenta
a los dos últimos personajes; uno es la Bestia que sube del mar. Éste
personaje encarnará un poder político, pero también es una persona. Eso lo
veremos en los primeros 10 versículos.

El último personaje será la Bestia que sube de la tierra; éste será un líder religioso, como
veremos a partir del versículo 11 al 18. Pero antes de comenzar a ver más
detalles, queremos hacer algunas aclaraciones y comentarios previos.

Aquí se nos revelará la encarnizada guerra que se mantiene entre la LUZ y la Oscuridad,
entre Dios y Satanás. Ahora se manifestará, con toda crudeza, la terrible lucha
que desde los comienzos han mantenido el Dios Creador y Satanás, el más
hermoso de todos los ángeles, quien quiso ser como Dios, e inició una rebelión
arrastrando consigo a un tercio de las huestes celestiales. Este enemigo, aun
sabiendo que ha sido derrotado en la muerte y la resurrección de Jesucristo, el
Hijo de Dios, quiere arrastrar consigo, hacia su castigo final, a cuantas almas
pudiera conquistar.

En este capítulo veremos a dos Bestias, que en su traducción literal serían "bestias
salvajes". Existe desacuerdo entre expositores bíblicos de reputación en cuanto
a la identidad de las bestias. Algunos consideran que la primera bestia es una
persona, mientras que otros relacionan esta figura con el imperio romano.
Algunos tratan a la segunda bestia como el hombre de pecado, mientras que
otros la tratan meramente como a un profeta, o, como un acompañante de la
primera bestia, como lo fue Juan el Bautista, para Jesucristo.

Estas dificultades se presentas, según nuestra opinión, porque es imposible separar al rey,
de su reino. Un dictador tiene que tener un feudo sobre el cual regir o gobernar,
de otro modo no podría ser un dictador. Aun cuando es difícil distinguir a los
dos, parece ser que la primera Bestia es el Anticristo, el gobernante sobre el
restaurado Imperio Romano. En el capítulo 16, versículo 10, se nos habla del
trono de la bestia. De esa mención podemos deducir que tiene que haber
alguien que se sentará sobre ese trono, que sería la Bestia menciona aquí.

Después de determinar la identidad de la primera Bestia, no es difícil identificar a la


segunda. Es un hombre, el Falso Profeta, el líder religioso, quien tiene a su
cargo guiar y llevar a cabo, la adoración de la primera Bestia, que es el
Anticristo.

Hay otro punto de vista que se mantiene, de que el Anticristo es la "actitud de negación" de
la persona de Cristo, en lugar de ser "una persona" concreto. Es decir, que
anticristo sería una doctrina falsa, en lugar de ser un personaje que aún no ha
sido revelada. Creemos que podemos dar una respuesta a esta cuestión. La
explicación de esta palabra "Anti cristo" creemos, se encuentra en el significado
de la preposición "anti", que tiene 2 aplicaciones: "anti" tiene el significado de
"ser contra"; y el segundo es "en lugar de". Vemos estos dos significados
también en las Escrituras. El apóstol Juan, en su primera y segunda epístola,
menciona al anticristo. Él es el único que utiliza esa expresión. Creemos que
explica estas 2 características o acepciones: "estar en contra" de Cristo, y la
otra, "imitar ser" Cristo. El anticristo es ambas cosas; y ¿cómo se puede reunir
estas características en una persona? Vamos a dedicar algo de tiempo para ver
lo que Juan quiere comunicarnos. Ya habíamos visto estos textos bíblicos
cuando estudiamos la Primera Epístola del Apóstol Juan. En su Primera
Epístola, el capítulo 2, versículo 18, leemos: Hijitos, ya es el último tiempo; y
según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos
anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.

Observemos su expresión: Hijitos, ya es el último tiempo. Eso lo escribió hace casi 2.000
años. Parece que "este último tiempo" abarca una gran extensión de tiempo.
Juan no sólo afirma que vendrá o habrá un anticristo, sino que en sus días ya
había "muchos anticristos". Ahora, ¿cómo se identificaba a un anticristo?
Bueno, leamos el capítulo 2, de esta su primera epístola, versículo 22, dice:
¿Quien es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es
anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

El Anticristo niega la deidad de Cristo. Él está en contra de Cristo, él es el enemigo de Cristo


sobre la Tierra.

Juan, en el capítulo 4, señala unos hechos adicionales acerca del Anticristo. En los
versículos 1 al 3, de este capítulo 4 de su primera epístola, él dice: Amados, no
creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos
falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios:
Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y
todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios;
y este es el espíritu del Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que
ahora ya está en el mundo.

Es decir, cualquier persona, grupo o libro que niega la deidad de Cristo, eso es anticristo.
Existen películas, obras de teatro, libros y escritos supuestamente reveladores
acerca de aspectos desconocidos, misteriosos, místicos y ocultos sobre la vida
de Jesucristo, su nacimiento vida, muerte, y detalles fantásticos que,
honestamente debemos considerar, como anticristo. Va en contra de Cristo
Jesús, revelado en la Biblia, las Sagradas Escrituras. Cualquier religioso que
niega la "deidad de Cristo" es anticristo; él está contra Cristo. En la segunda
epístola del Apóstol Juan, versículo 7, él dice: Porque muchos engañadores
han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne.
Quien esto hace es el engañador y el Anticristo.

El Anticristo es un engañador. El pretende ser Cristo, y aparenta ser como Cristo, pero no lo
es, no es el Señor Jesucristo. Eso es exactamente lo que el Señor Jesucristo
anunció. Él dijo que vendrían muchos en Su nombre, usando Su nombre,
diciendo que eran cristos. Porque no todo espíritu es de Dios, y se nos
recomienda probarlos.

Estimado amigo, amiga oyente, deberíamos probar, analizar y sacar las conclusiones más
honestas sobre nuestra fe, en quién creemos, a quién seguimos, quienes
dirigen, influyen o gobiernan nuestra vida. Podríamos encontrarnos con la
sorpresa que lo que hacemos, creemos, lo que dicta nuestras costumbres,
hábitos y el modo de enfocar y vivir nuestra vida, es contraria a Jesucristo y sus
enseñanzas; eso significaría que el espíritu del anticristo está también presente
en nuestra vida cotidiana. El Señor Jesucristo, en su discurso en el Monte de
los Olivos, como lo relata el evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 24, dijo:
Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales
y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los
escogidos.

Observemos: Se levantarán falsos Cristos. Es decir, habrá personas capaces de realizar


milagros. Y la última bestia, veremos, será una persona que realizará muchos
milagros. Él será un anticristo religioso, así como la primera bestia será un
anticristo político. Ni siquiera el diablo pudo reunir todo el poder político y
religioso en una sola persona. Creemos que estas dos bestias serán dos
personas, y que son el Anticristo.

Bien, regresemos entonces a nuestro texto en Apocalipsis, y leamos los dos primeros
versículos de este capítulo 13 de Apocalipsis:
1
Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez
cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre
blasfemo. 2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de
oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y
grande autoridad. (Ap. 13:1-2)
El apóstol Juan habla aquí en primera persona. En los manuscritos más fiables se presenta
como "él" se paró sobre la arena del mar. ¿De quién estábamos hablando en el
anterior capítulo 12? Leímos sobre el dragón, Satanás, echado de la presencia
de Dios, arrojado fuera del Cielo. Ahora, se paró sobre la arena del mar. Juan
escribe: Y vi subir del mar una bestia. ¿Quién es el que hace salir del mar a la
bestia? Bueno, es Satanás. Él es quien hace salir del mar a esta primera
bestia. El mar, en las Escrituras, es un cuadro que representa a las naciones
del mundo, a toda la Humanidad, y se la describe como un mar agitado. Esta
bestia tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y
sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.

El aspecto de esta bestia es terrorífico. El Dragón, sobre la arena del mar, hace salir a la
Bestia salvaje del mar y la domina. Esta es su obra maestra. Él es una persona
real quien encabezará el resurgir del antiguo Imperio Romano. Recordemos
que Roma simplemente se desintegró; este personaje será el único capaz de
volver a reunirlo nuevamente. Hablábamos de estas circunstancias
detalladamente cuando estudiamos el libro del profeta Daniel. Como vemos es
necesario conocer el libro de Daniel para poder estudiar Apocalipsis con las
claves que nos ofrece ese profeta del Antiguo Testamento.

Aparentemente Dios no interviene en la Tierra por un tiempo, y la entrega a Satanás.


Personalmente, creemos en la justicia divina, y debido al hecho de que "el mal"
ha aparecido, y Satanás ha llegado a ser quien es, Dios debe permitirle a él
demostrar que, aunque le deja dominar y dirigir los eventos "a su manera",
Satanás no será capaz de producir nada más que agonía, sufrimiento y
violencia. Satanás podría recriminar a Dios, al enfrentarse a su destino, que es
el lago de fuego: "Tú nunca me diste una oportunidad. Si Tú no hubieras
intervenido en el mundo y me hubieres dejado sólo, entonces yo sí hubiera sido
capaz de realizar mi propósito y establecer un segundo reino". Satanás no
podrá reprochar nada a Dios.

Para entender este texto bíblico debemos recordar un pasaje similar, porque esta Bestia
salvaje es similar a la cuarta bestia descrita en el capítulo 7 de Daniel. Allí se
representa la historia profética del Imperio Romano, hasta el pequeño cuerno y
su destrucción. Esa bestia parecía como dormida por un corto tiempo. De una
de sus 7 cabezas salieron 10 cuernos, y otro cuerno pequeño. En Daniel,
capítulo 7, versículo 8, leemos: Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí
que otro cuerno pequeño salía entre ellos.

En los tiempos de Juan, la mayor parte de la profecía de Daniel ya se había cumplido. Las
primeras 3 bestias que vio Daniel fueron: el león, que era Babilonia; el oso, que
representaba al imperio Medo-Persa; y el leopardo símbolo del imperio Greco-
Macedonio. Daniel presentó estas profecías siglos antes, y la visión de las tres
primeras bestias tuvo su cumplimiento en los tiempos de Juan. Por lo tanto
Juan concentra su atención en la última bestia y en el pequeño cuerno. La
última Bestia, considerada como representativa del Imperio romano se estaba
desintegrando. El apóstol Juan estaba viviendo en el tiempo del Imperio
romano, habiendo sido exiliado en la isla de Patmos por el Emperador romano,
Domiciano. Ya se percibían señales de debilidad, desintegración y deterioro.
Juan fue un espectador presencial de aquello que para el profeta Daniel
significaban hechos futuros. En el Apocalipsis el énfasis está dado sobre el
gobierno del cuerno pequeño de Daniel, capítulo 7, y este cuerno pequeño se
describe como una bestia salvaje, que gobierna y controla el restaurado
Imperio romano, en la profecía de Juan.

El cuerno pequeño de Daniel y la Bestia salvaje de Apocalipsis 13 son idénticos. Aquellos


estimados oyentes que habitualmente nos escuchan y son estudiantes de la
Biblia, podrán comprender la importancia de un conocimiento previo de otras
profecías complementarias, como sucede en este caso.

La Bestia salvaje es el Hombre de pecado, un anticristo, y el último dictador mundial. Y el


último versículo de ese capítulo 13 de Apocalipsis confirma este criterio. Dice el
versículo 18: Aquí hay sabiduría. Él que tiene entendimiento, cuente el número
de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es 666. Volveremos
sobre este tema. Estamos hablando de aquel hombre que será el último
dictador mundial. Y vamos a ver el desarrollo aquí en este capítulo 13 de
Apocalipsis.

Hace ya varios años se hablaba con desbordante entusiasmo sobre el proyecto de reunir a
las diferentes naciones en lo que actualmente conocemos como el "Mercado
Común Europeo". Estimado amigo, amiga oyente, han habido muchos los que
han tratado de reunir y unificar otra vez a Europa. Carlomagno lo intentó y
fracasó. El Sacro Imperio Romano estaba centrado en Viena, Austria. También
lo intentaron Napoleón, el Kaiser Guillermo, Hitler y Mussolini. Pero, el tiempo
de Dios no era ese; y Dios no permitirá que nadie se le adelante hasta que
comience la Gran Tribulación. El cumplimiento de ese proyecto del Mercado
Común Europeo es un tema muy interesante. No, porque veamos que se está
cumpliendo la profecía, sino porque nos damos cuenta que se está preparando
el escenario que demuestra que la profecía puede ser cumplida. A través de los
siglos muchos personajes han manifestado, que reunir otra vez a Europa, es
una tarea imposible. Será imposible, hasta que Dios tenga todo preparado.
Satanás proveerá ese hombre poderoso, embaucador, fascinador, que al
principio parecerá ser realmente un instrumento de paz y justicia, pero después
demostrará toda la crueldad de su amo y señor, Satanás.

Los 10 cuernos con las 10 diademas revelan la división en 10 partes del Imperio romano en
el tiempo de la Gran Tribulación. Los 10 cuernos significan los 10 reyes que
gobernarán a estas 10 divisiones. Esta interpretación es confirmada en
Apocalipsis capítulo 17, versículo 12.

El cuerno pequeño que ha aparecido entre los 10 cuernos llegará al poder al derribar
primero a 3 líderes o gobernantes. Después, él dominará a los otros siete
gobernantes, y llegará a ser el dictador mundial, como lo veremos más
adelante. Las 7 cabezas de la Bestia no son identificadas fácilmente. En el
capítulo 17, versículos 9 y 10, y también el versículo 17, se hace referencia a 7
reyes. Estos no reinarán simultáneamente, como los harán los 10 gobernantes
que son representados por los 10 cuernos coronados con diademas. Pero sí
aparecerán en orden cronológico. Algunas estudiosos han interpretado a estos
7 reyes como la representación de ciertos emperadores romanos, como
Domiciano, quien era el gobernante en el tiempo del apóstol Juan. Otros han
interpretado estas 7 cabezas como formas de gobierno a través de las cuales
transcurrió el Imperio romano. Hubo reyes, concilios, dictadores, tribunos
militares, emperadores y déspotas.

El tercer punto de vista es que las siete cabezas representan algunas grandes naciones de
la Antigüedad que blasfemaron contra Dios: Roma, Grecia, Media y Persia,
Caldea, Egipto y Asiria. El reino de la Bestia que aún está por venir, sería el
séptimo. El comentarista y erudito Seiss toma esa posición.
Otro criterio probable es que las 7 cabezas corresponden a las 7 cabezas del dragón, y que
esto es una muestra de una sabiduría excepcional. Satanás le da energía
extraordinaria al hombre de pecado, como también se le llama al último
dictador.

Ahora, las siete cabezas son culpables de blasfemar. La blasfemia se manifiesta de dos
maneras, según expresa el comentarista Govett: (1) "Haciéndose a sí mismo
igual a Dios, usurpando Su lugar, y (2) calumniando y tomando el nombre de
Dios en vano". Los emperadores de Roma eran culpables de la primera forma
mencionada. Ellos se proclamaban a sí mismo de ser dios. En el imperio
romano existía la adoración del emperador. Los fariseos eran culpables de lo
segundo, cuando blasfemaban contra el Espíritu Santo. La Bestia aquí es
culpable de ambas formas, como veremos más adelante, cuando estudiemos
este capítulo.

Apocalipsis 13

Versículos 2-8

Estimado amigo, amiga oyente: le damos una cordial bienvenida. Estamos seguros que los
próximos minutos que compartiremos juntos resultarán muy amenos e
interesantes. Hace algunos programas atrás comenzamos un viaje que nos
lleva a navegar por las páginas de un libro extraordinario, que deslumbra y
fascina. Algunas personas han reconocido su desconcierto y su temor al
estudiar de cerca ciertos acontecimientos futuros que se nos revelan, pero
queremos reiterar que el libro de Apocalipsis, a pesar de las catástrofes que
anuncia, también es un precioso mensaje de esperanza, de amor y de justicia.
Pueden parecernos complicados los símbolos y las escenas que el apóstol
Juan relata en primera persona, pero el conocimiento previo de otras profecías
que ya estudiamos, y las mismas palabras de Jesucristo, nos desvelan la
cronología de los eventos futuros.

Continuamos entonces nuestro viaje por el libro de Apocalipsis. Hemos llegado al capítulo
13, versículo 2. En nuestro programa anterior dedicamos bastante tiempo a la
introducción de este capítulo, ya que Juan nos presentan a dos personajes
extraordinarios, y sorprendentes. En el versículo 1 Juan observó cómo una
extraña Bestia salvaje salía del mar, y analizamos el significado de sus 7
cabezas y 10 cuernos, coronados por 10 diademas. Continuemos con el
versículo 2 de este capítulo 13 de Apocalipsis, leemos:
2
Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como
boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.

Esta criatura es sumamente extraña, nunca visto en el mar, en la tierra, o en el aire. Ni


siquiera los hallazgos arqueológicos más antiguos han encontrado fósiles
comparables a la descripción de semejante monstruo. Era una bestia que
recordaban a Juan a un leopardo, un oso y a un león. Esta descripción nos
lleva a la ya mencionada visión del profeta Daniel que vimos en el capítulo 7 de
su libro. Aquellos amigos oyentes que nos acompañan habitualmente podrán
relacionar con más facilidad la simbología que ambos libros proféticos
describen. Esta Bestia salvaje nos va a ayudar a reconocer algunas de las
características que tendrá el Anticristo. Juan observa que ciertos aspectos de
estas bestias representan a los reinos que también fueron mencionados por el
profeta Daniel en su libro, en el Antiguo Testamento. Veamos tres aspectos
coincidentes: El profeta Daniel, en el capítulo 7, versículo 6 escribió: "Después
de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave
en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas, y le fue dado
dominio."

1.- "semejante a un leopardo": El "leopardo" en Daniel 7 simboliza a Grecia, al imperio


macedonio. Grecia se destacó por su brillantez, por su progreso en las artes y
las ciencias. Fue muy importante por su filosofía, arquitectura, y su maravillosa
literatura. El idioma griego de por sí es un idioma extraordinario.

2.- "sus pies como de oso": Esta mención nos recuerda a la segunda bestia que el profeta
Daniel, en el capítulo 7, versículo 5, comenta: "Y he aquí otra segunda bestia,
semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía
en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora
mucha carne."

El oso representa al imperio Medo Persa, que destacó por su esplendor pagano, poderoso,
como un enorme gigante insaciable. El reinado de la Bestia tendrá la fortaleza y
riqueza comparable a la que tenía el imperio de Media y Persia.
3.- "su boca como boca de león": También el profeta Daniel mencionó esta característica al
describir a la primera bestia en su capítulo 7, versículo 4, que dice: "La primera
era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas
fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies
a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre."

Esta era la autocracia babilónica que ejerció el rey Nabucodonosor cuando ordenó dar
muerte a los sabios de su corte, y más adelante hizo preparar este horno de
fuego para los tres jóvenes hebreos. Nadie cuestionaba su autoridad. Y así
también será el poder y la autoridad que ejercerá el Anticristo, la Bestia que
Juan nos describe. Este mismo personaje, al que también se le llama "el
hombre de pecado", está representado en la impresionante visión de Daniel por
uno de los dedos de los pies de esa imagen, él gobernará con la autoridad
autocrática y dictatorial de Nabucodonosor.

Este último dictador mundial llegará a la escena bajo la protección de Satanás quien le
elevará al cenit del poder y le otorgará la energía y vitalidad para la tarea
dictatorial que debe realizar. Este personaje será lo más cercano a la
encarnación de Satanás que podamos encontrar en las Sagradas Escrituras.

El evangelista Lucas escribió en el capítulo 22, versículo 3, que Satanás había entrado a
Judas Iscariote. Cristo también utilizó un lenguaje similar cuando habló con Su
discípulo Simón Pedro, en Mateo, capítulo 16, versículo 23. ¿Será éste llamado
hombre de pecado, el Anticristo la encarnación de Satanás? Lo cierto es que
Satanás lo ha poseído, ha entrado dentro de él. El Apóstol Pablo escribió en su
Segunda Epístola a los Tesalonicenses, capítulo 2, versículos 9 y 10, lo
siguiente: "Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y
señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se
pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos."

Continuemos con el versículo siguiente, el versículo 3 de este capítulo 13 de Apocalipsis,


leemos:
3
Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se
maravilló toda la tierra en pos de la bestia,
Este versículo, en particular, junto con el versículo 8 del capítulo 17, ha llevado a muchos
estudiosos bíblicos a pensar que Satanás, en un momento dado hará resucitar
a la Bestia de los muertos. El versículo 8 de capítulo 17 dice: "La bestia que
has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los
moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la
fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que
era y no es, y será."

Satanás no tiene ningún poder para resucitar a los muertos. Este poder no se le ha
otorgado. Sólo el Señor Jesucristo es el único que tiene el poder para resucitar
y dar vida a los muertos. Él dijo: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi
palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación,
mas ha pasado de muerte a vida." Esas palabras las encontramos en el
evangelio de Juan, capítulo 5, versículo 24. Y en el versículo 21 de este mismo
capítulo Jesucristo dice: "Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da
vida, así también el Hijo a los que quiere da vida." En los siguientes versículos
28 y 29 del mismo capítulo 5 leemos: "No os maravilléis de esto; porque vendrá
hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que
hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo,
a resurrección de condenación."

Lo importante aquí es destacar que sólo el Señor Jesucristo tiene poder sobre la muerte,
sólo Él puede resucitar a los muertos. Satanás no tendrá jamás ese poder, y
por lo tanto entendemos que ocurrirá una resurrección falsa, fingida, o
simulada. La primera iglesia cristiana pensaba que este texto se refería al
emperador Nerón. San Agustín confirmó también ese pensamiento. Dijo que
algunos cristianos suponían que el Apóstol Pablo no habló con más claridad,
aunque esperaba que sería comprendido como aplicable al cruel emperador
Nerón, cuyas actuaciones se parecían mucho a las del Anticristo. De ahí que
algunos sospecharan que él resucitaría de los muertos, como el Anticristo.

Hay otros investigadores bíblicos que interpretan que la mencionada Bestia se refiere a la
restauración sorprendente del Imperio Romano, y a su forma de gobierno. En
realidad no sería una "resurrección" de ese poderoso impero, porque Roma
nunca murió. Roma solamente se desmoronó, y basta reunir las piezas para
que resurja su poder y alcance. Aún pervive el Imperio Romano en las naciones
de Europa; el Anticristo reunirá, y juntará, todas las piezas otra vez.

Ambos puntos son interesantes, aunque también hay serias objeciones. No puede haber
una verdadera resurrección de un hombre malo antes que ocurra "el juicio del
Gran Trono Blanco", un hecho que veremos más adelante. Sólo Cristo puede
resucitar a los muertos. Y será Cristo quien levantará a los muertos que
deberán presentarse ante el Gran Trono Blanco. Él dijo: "Porque vendrá hora
cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; (la voz de Cristo); y
los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron
lo malo, a resurrección de condenación." (Evangelio de Juan. 5:28-29).

El imperio romano será revitalizado y reunido de una manera milagrosa bajo el férreo
gobierno de un dictador mundial, la Bestia, el Anticristo. Creemos que la Bestia
será un hombre real que hará una falsa exhibición, una engañosa imitación de
una resurrección. Ése será el gran engaño, la gran mentira que todos creerán
en ese difícil período de la Gran Tribulación. Dios permitirá que la gente crea
esa gran mentira. Estimado amigo, amiga oyente, las personas que vivan en
ese tiempo no habrán querido aceptar la resurrección de Cristo, pero sí
aceptarán una supuesta resurrección del Anticristo. Esa engañosa
demostración le hará ganar más poder, que utilizará para amenazar y
aterrorizar a quien se atreva a presentar algún tipo de oposición.

Ahora, hemos leído en Apocalipsis capítulo 13, versículo 3 que su herida mortal fue sanada,
esto es una imitación blasfema de la muerte y resurrección de Cristo. En aquel
día gritarán: "¿Qué ha hecho Cristo, que el Anticristo no ha hecho?" Él podrá
imitar, pero nunca podrá "duplicar". Pero aún así, el Anticristo lo intentará con
tal éxito que engañará al mundo.

Los creyentes decimos que "Cristo ha resucitado", y ellos se jactarán en aquel día y dirán:
"También ha resucitado el Anticristo". El imperio romano se unirá nuevamente,
gobernado bajo la mano cruel de un hombre que falsificó una resurrección, y un
mundo crédulo aceptará y creerá tal falsedad.

Comenzamos a reunir las piezas de un cuadro que describe al Anticristo. En Apocalipsis


capítulo 6 vimos al jinete del caballo blanco que traía una paz falsa al mundo.
La Humanidad ha registrado más de 2 mil guerras; se han firmado unos 8.500
tratados de paz, y sin embargo, a lo largo de toda su historia el hombre sólo ha
podido disfrutar quizá de unos 200 o 300 años de paz.

Acertó G. K. Chesterton cuando puntualizó este matiz: "Una de las paradojas de esta era es
que, se llama la era del pacifismo, pero no es la era de la paz". El Anticristo se
presentará con una plataforma o un programa político engañoso prometiendo la
paz mundial.

Vamos a leer dos citas que creemos son importantes. Una proviene del que fue director de
estudios en el Real Instituto de Asuntos Internacionales, Arnold Toynbee,
historiador inglés, que dijo en el año 1.953: "Al obligar a la humanidad a
desarrollar armas cada vez más letales, y al mismo tiempo hacer que todos los
habitantes del mundo dependan más y más unos de los otros
económicamente; tecnológicamente, ha llevado a la humanidad a tal grado de
angustia que estamos listos, ya, para deificar a cualquier César nuevo que
llegue a tener éxito en dar al mundo unidad y paz". Hasta aquí la cita del Sr.
Toynbee.

Y eso será lo que el Anticristo ofrecerá al mundo cuando llegue su tiempo. Él dirá: "Yo voy a
traer la paz". Y todos dirán: "Aleluya", y le elegirán para que ocupe ese alto
cargo. Todas las naciones, el mundo entero colocará al Anticristo en el poder
más absoluto.

El conocido obispo Fulton J. Sheen dijo lo siguiente: "El anticristo vendrá disfrazado como
un gran humanitario. Él hablará de paz, de prosperidad y de abundancia, no
como un medio, sino como un fin. Él llegará a explicar y justificar
psicológicamente el sentimiento de culpabilidad; Él hará que los hombres se
avergüencen si sus contemporáneos les critican diciendo que no son
tolerantes, liberales, de mente abierta. El Anticristo hará expandir la mentira de
que el hombre nunca será mejor, hasta que no logre una sociedad mejor".
Hasta aquí, las palabras del Obispo Sheen.

Estamos de acuerdo con esta declaración. El Anticristo está aún por llegar. ¿Y qué es lo que
sucederá? Bueno, por extraño que nos pueda parecer, veremos que querrá ser
un dios. Leamos el versículo 4 de este capítulo 13 de Apocalipsis:
4
y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia,
diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?

Éste será el momento supremo para Satanás. Él anhela fervientemente ser adorado, y todo
el mundo le adorará durante este período. Estimado amigo, amiga oyente, si el
Espíritu Santo de Dios se apartara de este mundo, si nos dejara desprotegidos
a las hijos de Dios que ya hemos aceptado a Jesucristo como nuestro único y
suficiente Salvador, probablemente muchos de nosotros nos apartaríamos
también de Dios. Y si apareciera el Anticristo, con tantas promesas,
probablemente, también le creeríamos y le seguiríamos.

¿Quién como la bestia? ? dice el versículo que leímos. ¡Qué parodia! Es la adoración a un
líder que con engaños y mentiras se hace proclamar ser dios! La gente dirá:
"Miren, estamos adorando a alguien más maravilloso que el Dios de la Biblia".
Continuemos en el versículo 5 de este capítulo 13 de Apocalipsis, leemos:
5
También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad
para actuar cuarenta y dos meses.

Aquí, que el apóstol Juan nos da una buena noticia. Este dictador mundial sólo gobernará
durante 42 meses, es decir, por tres años y medio. Al escribir Juan que:
"También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias", nos está
indicando que este personaje será un gran hablador, alguien que se llenará la
boca prometiendo muchas cosas, un charlatán. También el profeta Daniel
menciona esta característica. Estimado amigo, amiga oyente, es necesario que
comprobemos todo aquello que oímos en nuestro tiempo. El Anticristo será un
charlatán, tendrá mucho carisma, será capaz de promoverse a sí mismo, para
obtener el favor de este mundo que rechaza a Jesucristo. Ahora, el versículo 6,
dice:
6
Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su
tabernáculo, y de los que moran en el cielo.

La blasfemia del Anticristo no tendrá límites. Él, instigado, dominado y lleno del espíritu de
Satanás hará todo lo posible para erradicar a cualquier vestigio cristiano sobre
la Tierra, porque todo su ser está en contra de Cristo y de Su Iglesia, que ya se
encuentra en el Cielo. Leamos la primera parte del versículo 7 de este capítulo
13 de Apocalipsis, dice:
7a
Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos.

Habrá santos durante el período de la Tribulación, aunque no son "la Iglesia", porque ésta
ya se encuentra en el Cielo, arrebatada, quitada del mundo. Habrá santos que
serán aniquilados por la brutalidad de la Bestia. En la voluntad de Dios muchos
creyentes, ambos, judíos y gentiles sufrirán el martirio por su fe en Jesucristo, y
por rechazar el señorío y la supuesta divinidad del Anticristo. La segunda parte
del versículo 7 y también el versículo 8 de este capítulo 13 de Apocalipsis,
dicen:
7b
También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. 8 Y la adoraron
todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro
de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.

Los que ya disfrutamos de una relación personal con Jesucristo, por haberle pedido perdón
por nuestros pecados y fuimos limpiados por su sangre inocente, -que fue el
precio de nuestra, de mi culpa,- ahora tenemos paz con Dios, y sabemos que
nuestro nombre está inscrito en el Libro de la Vida. Ahora formamos parte de la
gran Familia de Dios. Ahora el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo mora en
nosotros, nos guía, dirige y nos hace saber lo que Jesucristo espera que
hagamos; y también sabemos que Él, el Hijo de Dios, Cristo Jesús, está
intercediendo continuamente ante el Padre, como Abogado, Amigo, como
Salvador y Señor nuestro.

Apocalipsis 13

Versículos 9-18

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra travesía por el libro de las profecías del apóstol
Juan llamado Apocalipsis. Habíamos terminado el programa anterior con la
descripción de la primera de dos bestias, que salen del mar y de la tierra,
respectivamente. Regresamos al capítulo 13, y comenzamos a leer los
versículos 9 y 10, que nos hablan de la primera bestia. Leamos:
9 10
Si alguno tiene oído, oiga. Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata
a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los
santos.

Ésta es sin lugar a dudas una de las declaraciones más inspiradoras que podemos
encontrar en la Palabra de Dios: "Si alguno". Esta es una invitación que se
repite tres veces, al oído de cualquiera para que escuche la Palabra de Dios,
en cualquier momento, y en cualquier época. El apóstol Pablo también escribió
en Romanos 10:17 que la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. Y
también dice: "El que tiene oído, oiga."

Nuevamente nos enfrentamos a la posibilidad de ejercer la libertad de nuestra voluntad, y la


libertad de la elección. "Si alguno". Alguno quiere decir cualquier hombre,
cualquier persona. "Si alguno tiene oído". Bueno, ¿no tenemos todos los seres
humanos, oídos? Sí, naturalmente, pero hay personas que no oyen, aunque
tengan oídos. Hay personas que sencillamente no escuchan lo que oyen.

Una gran cantidad de personas necesitarían un audífono especial para escuchar la Palabra
de Dios. Pero no quieren oírla. Por mucho que nos empeñamos en ofrecer la
Palabra de Dios, como lo estamos haciendo desde hace ya casi 5 años, de
forma totalmente gratuita, como también gratuito es el material que ofrecemos
al finalizar el programa, y aun con todo ello, muchas personas cambian el dial...
porque no quieren saber nada de Dios, y rehúyen Su Palabra. "Si alguno" ?
dice el apóstol Juan, por orden de Jesucristo. Eso significa usar nuestra "libre
voluntad", nuestro libre albedrío. Dios desea que por libre elección y deseo
prestemos oído a lo que Él, el Creador, el Autor y dueño de todo el Universo
quiere comunicarle. ¿No es asombroso un Dios que espera tener una cita, una
audiencia personal, con cada uno de nosotros? Ningún personaje famoso, ya
sea político, gobernante, ejecutivo de alguna multinacional, ninguno estaría
dispuesto a esperar pacientemente para que le concedamos unos momentos
de nuestro tiempo. Y sin embargo, así es nuestro gran Dios, quién por medio
de Jesucristo nos ha explicado en lenguaje humano cuánto nos ama, y cómo
desea restablecer con cada uno de Sus criaturas, la relación, la comunión rota
en el Edén, por el pecado de la desobediencia, la incredulidad, y falta de
fidelidad.
"10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe
ser muerto". Lo que escribe el apóstol Juan aquí, no es para nosotros, al
menos, no es para mí, porque cuando estudiamos el capítulo 4 de Apocalipsis,
vimos que la Iglesia ya no estaba en la Tierra, había sido quitada ?arrebatada
como dice algún texto bíblico- y fue llevada al Cielo, con Jesucristo. A partir de
ese momento comienza el final de los tiempos, el período de la Gran
Tribulación. Por ello sabemos donde estaremos los que ya somos hijos de
Dios, y parte de Su Iglesia. Aquí el apóstol Juan está hablando a los santos de
Dios que vivan en ese tiempo tan difícil. Recordemos que durante la Tribulación
el Anticristo será el Dictador del mundo. Como veremos más adelante, nadie
podrá comprar, ni vender, sin permiso. No podrán viajar sin su autorización.
Este dictador gobernará al mundo como nadie ha gobernado en toda la historia
de la Humanidad.

Dios le está diciendo a aquellos que son Suyos: "No le resistáis a ese dictador". En primer
lugar, no les haría ningún bien, y segundo, que esa será "la paciencia y la fe de
los santos" de aquel entonces. Si usted se encontrara viviendo en ese tiempo,
durante la Gran Tribulación, entonces usted tendría que soportar con paciencia
y fe las pruebas terribles que vendrán, aun sobre aquellos que acepten a
Jesucristo como su Salvador y, consecuentemente lleguen a ser también hijos
de Dios. Así es que, aparentemente Dios se apartará del mundo, y lo entregará
a Satanás. Estimado amigo, amiga oyente, hoy, en nuestro tiempo actual el
Espíritu de Dios, el Espíritu Santo se encuentra en el mundo. Él limita, apaga la
resistencia, y detiene el mal. Quizá no le parezca que el Espíritu Santo
realmente está obrando en el mundo, pero, estimados oyentes, cómo será la
vida cuando Él, el Espíritu de Dios sea quitado y se le permita al "mal" actuar
libremente. Satanás tendrá control sobre todo. Como ya hemos dicho
anteriormente, aunque parezca una contradicción con el amor y la bondad de
Dios, en realidad es "justa" justicia divina. Satanás y sus ejércitos del mal y
aquella humanidad perdida nunca podrán decirle a Dios: "Tú nunca nos diste
una oportunidad. Si tú nos hubieras dado la oportunidad, hubiéramos podido
solucionar las cosas a nuestra manera". Bueno, Dios les va a dar esa
oportunidad, pero por un breve período. Y si este tiempo no fuera breve, nadie
sería salvo, como dijo el Señor Jesucristo.
Ahora con esto, llegamos a la segunda Bestia. Recordemos que la primera Bestia salía del
mar, y representar a un futuro líder político, un poder y a una persona política,
cuyo poder será mundial. Ahora esta extraña criatura sale de la tierra. Esta
figura representa a un personaje que será un líder religioso. Aquí en el
versículo 11 de este capítulo 13 de Apocalipsis, tenemos una descripción de
esa bestia, y se nos dice:
11
Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un
cordero, pero hablaba como dragón.

Esta bestia salvaje es más fácil de identificar que la primera, al haber establecido las
características de la primera Bestia del mar. ¿Cuál es la diferencia entre las dos
bestias? Hemos comentado que el mar es la representación de los pueblos del
mundo. Los pueblos agitados de este mundo, se parecen como un mar agitado.

La tierra de la que procede esta segunda Bestia se refiere simbólicamente a la tierra de


Israel. Se piensa que la segunda bestia saldrá de Israel. En primer lugar, ese
personaje será como un mesías, e Israel no le aceptaría a no ser que provenga
de su propia tierra, y fuese uno de ellos.

Juan describe a esta segunda Bestia como que tenía dos cuernos semejantes a los de un
cordero. Esto nos sugiere su imitación de Cristo. La primera Bestia, recodemos,
se oponía a Cristo, es el Anti-Cristo. La segunda Bestia imita a Cristo. Él
también es Anticristo, porque como ya hemos visto "anti" significa también "en
vez de, o "en lugar de"; este segundo personaje actuará como si fuera Cristo.
Tiene 2 cuernos, como los de un cordero, pero es un lobo con piel de oveja. Él
imita al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, sólo que este seudo-
cordero no quitará el pecado, sino que agrega y lo multiplica en todo el mundo.
Él no viene a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de la Primera Bestia. Él
es un Cristo falso. Y hablará mucho acerca del amor, en amar a todos, pero
todo resultará falso, será una bestia peligrosa, engañando a todo el mundo. El
Señor Jesucristo dijo en el evangelio según Mateo, capítulo 7, versículo 15:
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de
ovejas, pero por dentro son lobos rapaces."

Vemos que serán necesarias dos personas para llenar la posición que Cristo había llenado
cuando estuvo en la tierra, y por supuesto, ambos, juntos no llegan a abarcar
toda la proyección de Jesucristo, ni sus obras y ministerio. Nuevamente
citamos las palabras de Señor Jesucristo quien dijo, y esta vez nos referimos a
Sus palabras en el evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 24: "Porque
se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y
prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos."

En el versículo 12 de este capítulo 13 de Apocalipsis, leemos:


12
Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y
los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue
sanada.

Esta segunda bestia ejerce una autoridad delegada de la primera Bestia. Lo que le convierte
en un siervo, un subalterno de la primera Bestia, pero que está al mismo nivel,
tiene el mismo poder. Esta bestia encabezará un movimiento para exterminar a
"la ramera", la prostituta, que veremos al llegar al capítulo 17 de Apocalipsis.
Ésa será la falsa iglesia que atravesará el período de la Gran Tribulación. El
apóstol Juan ni siquiera distingue o dignifica a esa agrupación como a una
iglesia, porque no es una iglesia. Juan la llama "la ramera". La verdadera
Iglesia, recordemos, ya estará recogida en el Cielo, y por ello, La Iglesia había
sido llamada "la Esposa de Cristo". Aquí en la Tierra tendremos el último
vestigio de una iglesia apóstata con todo su humanismo. Eso lo podremos
comprender mejor cuando lleguemos a estudiar el capítulo 17.

El falso profeta, que es la segunda Bestia, le ofrecerá al mundo algo nuevo, distinto para
adorar: es a la primera Bestia, el último dictador mundial. Por amor al tiempo no
podemos retroceder para ver otras Escrituras ya estudiadas anteriormente,
aunque aquellos que nos han acompañado durante algún tiempo, recodarán
nuestro estudio del libro del profeta Daniel, capítulo 11, versículo 36 al 39. Otra
referencia la tenemos en el evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 24,
citada hace un momento, como también la segunda epístola a los
Tesalonicenses, capítulo 2 y versículos 3 y 10: "los moradores de ella adoren a
la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada". Juan nos relata que esta
Bestia, que tiene toda autoridad del Anticristo, ensalzará a éste, la primera
bestia, hasta una posición de adoración. Juan vio como una herida,
supuestamente mortal, fue sanada; esto revelará que ambas, la primera y la
segunda bestia, son sanadores, que obran milagros. Ésa será la gran mentira,
y el engaño que vendrá en este mundo, y que será creído por toda la
población. Ahora, los versículos 13 y 14 de este capítulo 13 de Apocalipsis, nos
dicen:
13
También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a
14
la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con
las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando
a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida
de espada, y vivió.

Este falso profeta obra señales y milagros. El Señor Jesús nos advirtió hablando de esa
persona que vendrá en un día futuro. En su engaño llegará a imitar al profeta
Elías, al hacer bajar fuego del cielo. Él también será la combinación de Janes y
Jambres. Usted recordará lo que ocurrió en Egipto; leemos lo que se nos dice
en Éxodo, capítulo 7, versículos 11 al 13: "Entonces llamó también Faraón
sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con
sus encantamientos; pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron
culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos." Es decir que
aquellos eran buenos hechiceros o magos. Creemos que tenían poder
satánico, y este Falso Profeta, el líder religioso, compañero del Dictador
Mundial, también ejercerá poder satánico al fin del tiempo. En el evangelio
según Mateo, capítulo 3, versículo 11, leemos: "Yo a la verdad os bautizo en
agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy
digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y
fuego." Este profeta falso va a imitar, para aumentar su credibilidad. Pero el
fuego, por supuesto, es en realidad juicio.

Este falso profeta juega con fuego hasta que es echado en "el lago de fuego" como veremos
más adelante. El mundo será engañado, con la excepción, por supuesto, de los
escogidos, sellados y guardados por Dios. Ellos no podrán ser engañados.

Este Falso Profeta demostrará su poder, ordenando que se construya una imagen del líder,
del gobernante, que es hombre de pecado. La palabra griega para imagen es
"ikon", que indica semejanza o parecido. Lo que él reproducirá es "ikono", una
semejanza que enfatiza la herida mortal, que fue sanada. Es interesante
destacar que el Señor Jesucristo no permitió que nada relacionado con Su
apariencia física sobreviviera, y será el ikono, la semejanza del Anticristo que
estará evidentemente colocada en el templo en Jerusalén. Y creemos que ésta
es la "abominación desoladora" de la que hizo referencia el Señor cuando dijo
allá en Mateo, capítulo 24, versículo 15: "Por tanto, cuando veáis en el lugar
santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, (el que lee,
entienda)."

Si usted desea leer más acerca de las profecías relacionadas con este evento le
recomendamos los texto mencionadas en el libro del profeta Daniel, en el
capítulo 12, versículo 11; también, el capítulo 11, versículo 31; capítulo 9,
versículo 27. Seguramente estas lecturas complementarias le serán de ayuda.
Creemos que será la imagen del Anticristo, la primera bestia la que se
expondrá públicamente. Continuamos leyendo ahora los versículos 15 al 17 de
este capítulo 13 de Apocalipsis, se nos dice:
15
Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e
hiciese matar a todo el que no la adorase. 16Y hacía que a todos, pequeños y
grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la
17
mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino
el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.

Este ídolo, este ikono será diferente. Isaías y todos los demás profetas han mencionado que
los ídolos no pueden hablar. El apóstol Pablo también hace referencia a este
tema, pero aquí Juan describe los que él vio: un ídolo que hablará. Creemos
que se convocarán a todos científicos del mundo para observar a esta imagen,
y ellos llegarán a la conclusión que están ante algo incomprensible, algo
inexplicable. Dirán que es un milagro. Esta situación dramática e impactante
llevará al mundo a reconocer y a adorar a la Bestia. La bestia, el Anticristo
unificará la religión y el comercio en todo el mundo. Y establecerá por ley que
será necesario tener la marca de la bestia para poder hacer cualquier
transacción comercial, para comprar y para vender.

En la época de Juan, los soldados eran marcados por sus comandantes, los esclavos eran
marcados por sus amos, y aquellos que estaban unidos a ciertos rituales en
algunos templos paganos, también eran marcados con una marca específica
del dios, o la diosa, a quien servían. Hace ya algunos años un periodista
escribió un artículo titulado: "Viviendo por los Números". Él se quejaba del
hecho de que es necesario llevar tantas tarjetas de identificación y concluyó
diciendo: "Sería mucho más sencillo si el gobierno nos asignara a cada
ciudadano un número especial, que pudiera ser grabado en nuestras frentes,
para evitarnos el problema de llevar tantas tarjetas". Existe hoy en día, el
implante de un microchip, o esas marcas invisibles a simple vista, pero que por
un tipo de luz se hacen visible, hoy en día ya no extrañan a nadie. No podemos
decir que este procedimiento es el cumplimiento de la profecía hoy, pero
demuestra que la marca de la bestia puede y será una realidad un día.

¿Cuál será la marca de la bestia? Juan no nos lo explica con más claridad. No se nos dice
esto aquí, pero eso no ha evitado que muchos eruditos intentaran a
desentrañar esta información. Leamos ahora el versículo 18 de este capítulo
13:
18
Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es
número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.

"Aquí hay sabiduría" ? dice. Esta podría ser considerada como una declaración un poco
irónica, cuando consideramos todo ese laberinto de especulación que se ha
venido acumulando a través de los siglos acerca de este versículo. En el griego
es un arreglo muy hermoso de este número. Se dice: hexakosioi, hexekonta,
hex; "Seiscientos sesenta y seis". Se otorga un valor numérico a cada letra.
Nosotros debemos dejarlo como el número visual de la Bestia, y su significado
tendrá que esperar hasta el día de su manifestación en la Gran Tribulación. No
hay nadie hoy que pueda asegurar lo que significa este número.

Sugerimos no perder el tiempo tratando de identificar a una persona a través de este


número. En vez de esto, lo que sí debemos hacer es presentar al Señor
Jesucristo como el único Salvador, que nos ha abierto la puerta a la salvación,
a la vida eterna, a la comunión con el Padre, porque sólo Él es el único camino,
la verdad y la vida; debemos compartir el evangelio de las "buenas noticias" a
todos aquellos que no conocen el inmenso, inagotable e incondicional amor de
Dios, hecho carne en Jesucristo.
Nosotros estamos muy agradecidos por conocer y haber aceptado a Jesucristo como
nuestro Salvador. Podemos decir con el apóstol Pablo, en su epístola a los
Filipenses, capítulo 3, versículo 10: "A fin de conocerle, y el poder de su
resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante
a él en su muerte."

También se nos advierte que no debemos confiar en el hombre. El profeta Jeremías escribió
en el capítulo 17, versículo 5: "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía
en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová."

Y en el versículo 7 de este mismo capítulo 17 de Jeremías, dice: "Bendito el varón que


confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová." Por muy interesante que nos
pueda resultar el saber algo más sobre el Anticristo, o el número de la bestia, o
cualquier cosa relacionado con los eventos futuros, mucho más importante es
conocer más acerca del Señor Jesucristo. Nuestra esperanza es estar con Él,
no por lo que somos, o lo que hemos hecho, sino porque Jesucristo murió por
nosotros sobre la cruz del calvario, y por Su gracia vamos a estar en Su
presencia. Por eso estamos agradecidos hoy.

Apocalipsis 14

Versículos 1-5

Estimados amigo, amiga oyente, permítanos comenzar hoy con la siguiente pregunta: ¿Ha
hablado usted hoy con Dios? ¿Ha escuchado hoy Su voz? ¿Sabía usted que
puede dirigirse a Él y ser escuchado, en cualquier momento del día y de la
noche, los 365 días al año? ¿Sabía usted que Dios es un Dios personal y que
esto significa que se preocupa personalmente por cada detalle de su vida, por
ínfimo o insignificante que le parezca?

Dios dice, que le ama a usted, a través de todas y cada una de las páginas de la Biblia. En
todos y cada uno de los libros que hemos estado estudiando hemos podido
comprobar que Dios nos ama, íntima, personal, e incondicionalmente. Nos ama
con pasión; le ama a usted, no por quién es, por lo que tiene y ni siquiera, por
lo que hace, o deja de hacer. Pero, ¿podría usted decir lo mismo, que ama a
Dios? ¿Le ama usted realmente, confiado, como un niño que confía en su
padre, o simplemente se limita a admitir la existencia de "algo o alguien
superior", que está "en alguna parte", pero con el que no tiene ningún tipo de
contacto o relación?

Hoy hemos querido empezar con estas reflexiones, porque nuestro deseo es suscitar en
usted preguntas acerca de Dios, acerca de Jesús y acerca de la Biblia, a la
cual llamamos la Palabra de Dios. Todos estos programas no tienen como
propósito satisfacer nuestra curiosidad o nuestro apetito de conocimiento, sino
aprender a dirigir nuestra vida sabiamente para cambiar aquellos aspectos que
pueden y deben ser cambiados. Somos seres complejos, y si realmente
deseamos ser más felices, deberemos ser capaces de reconocer tanto
nuestras fortalezas como nuestras áreas de mejora, y actuar en consecuencia.

Bien, comenzamos entonces nuestro estudio del libro de Apocalipsis. Hemos llegado al
capítulo 14 de este libro, una sección que es descrita por el apóstol Juan como
un interludio, una pausa en la que veremos temas tales como el cántico de los
144.000, el Cordero en el Monte de Sion, la predicación del evangelio en todo
el mundo, el juicio contra aquellos que llevan la marca de la Bestia y contra
Babilonia, la oración por aquellos que murieron por el Señor y una visión
anticipada de la batalla de Armagedón.

Este capítulo 14 constituye el punto más álgido en la serie de los siete extraños personajes
que concluimos en el programa anterior. Se trata de un nuevo interludio ocurre
después de haber visto el séptimo personaje, que representa a las dos bestias
salvajes; la primera, que sube del mar, y la segunda, que sube de la tierra.
Ambas deben ser consideradas conjuntamente, como una especie de
hermanos gemelos siameses, en los cuales apenas podemos distinguir dónde
acaba uno y comienza el otro.

Al igual que los siete personajes que ya hemos comentado, en este capítulo nos
encontraremos otros cuya peculiar forma y actuación comentaremos más
adelante. En los siguientes capítulos nos hallamos ante las horas más oscuras
de la historia de la Humanidad. ¿Qué sucedió con el pueblo de Dios durante
este período? ¿Cómo pudieron soportar hasta el final, sufriendo persecución,
privaciones y martirio? La respuesta a esta y otras cuestiones la hallaremos en
este capítulo 14 de Apocalipsis.
El Pastor, el Señor Jesucristo que comenzó con 144.000 ovejas ahora es identificado como
el Cordero. Juan nos relata que continúa cuidando a Su rebaño, a las 144.000
ovejas, como comentamos en otro programa anterior; Él no dejó que ni una
sola se perdiera. Porque Él las redimió, las selló, y las guardó, porque Él es el
Gran Pastor de las ovejas. Él logró que todas Sus ovejas pudieran atravesar
este terrible período. Éste es el cuadro que se nos describe al comenzar este
capítulo 14. Él, el Señor Jesucristo es quien tendrá la última palabra; no serán
las horrendas dos Bestia, que vimos en nuestro encuentro anterior. El Señor
Jesucristo será quien tenga la última palabra, el Cordero. Caerá Babilonia, que
será la gran capital política, la gran capital comercial, y la gran capital religiosa
del mundo durante la Gran Tribulación. Todos los seguidores de la Bestia, el
Anticristo, serán derrotados y juzgados. Muchos de los creyentes que vivan en
ese tiempo sufrirán el martirio, pero, a pesar de su sufrimiento y muerte, ellos
no serán los perdedores, los derrotados por el mal. Podemos adherirnos a las
palabras de Calvino, el gran reformador, de que es preferible estar del lado de
los que "parecen estar perdiendo", pero que ganarán al final, en lugar de estar
del lado de los que hoy se proclaman auto vencedores, pero se enfrentarán a la
derrota eterna y a la destrucción final.

Más adelante, en el capítulo 19, el Cordero, Jesucristo regresará a la Tierra. Leamos ahora
este primer versículo del capítulo 14 de Apocalipsis:
1
Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento
cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la
frente.

La siguiente visión de Juan se abre con el Cordero de pie en triunfo en el Monte de Sion, y
con Él los 144.000 que ya fueron mencionados en el capítulo 7. En sus frentes
hay una marca: están marcados con Su nombre y el de Su Padre. Esta marca
es todo lo opuesto a la marca de la Bestia, el 666. Esta marca constituye el
sello que identificará a los 144.000 que dará testimonio de que pertenecen a
Dios. Ambas marcas, las de la bestia, como la de Jesucristo representarán
propiedad, lealtad, protección, dependencia, incluso inmunidad.

El Cordero aquí mencionado es el Señor Jesucristo, tal y como vimos en el capítulo 5 de


Apocalipsis, versículos 6, 8, 12, 13, y posteriormente en el capítulo 6, en el
versículo 1, y en el capítulo 13. El monte de Sion es Jerusalén. Ésta es la
cuidad del Mesías, a la cual Él regresará. Es la capital desde la cual el Señor
Jesús reinará por Mil Años. Él la llamó la ciudad del Gran Rey, tal y como
podemos leer en el Salmo 2, versículo 6: "Pero yo he puesto mi rey sobre Sion,
mi santo monte".

Creemos que los 144.000 mencionados aquí son los mismos que fueron sellados en el
capítulo 7. Tuvieron que pasar a través de la Gran Tribulación de la misma
manera en que en tiempos del Antiguo Testamento, los 3 jóvenes hebreos,
protagonistas del libro de Daniel, pasaron a través del horno de fuego ardiente.
Dios no quiere que ni una sola alma se pierda, y así lo afirma la Biblia. Y todos
los cristianos deberíamos anhelar una mayor amistad con Dios, una mayor
cercanía, una mayor intimidad, al igual que sucede con un familiar querido o
con nuestro mejor amigo o amiga. Ojalá usted y yo podamos conocerle más y
mejor, para que Él ocupe el lugar que le corresponde en nuestras vidas, día a
día.

Como cristianos estamos convencidos de que el Señor Jesucristo es "la respuesta" a todos
los problemas que el ser humano enfrenta hoy. No necesitamos más libros de
autoayuda o nuevos métodos de superación personal, ni más sobre el
"pensamiento positivo". Si algo ha de ayudarme? ¡tiene que ser algo superior a
mí! No puedo buscar en mi interior las respuestas porque, sencillamente, no las
encontraré. Las respuestas están fuera de mí. Y hoy en día, estimado amigo y
amiga, necesitamos a Cristo más que nunca. Necesitamos conocerle.
Necesitamos acercarnos más a Él, con la confianza de un amigo, la expectativa
de un hijo suyo, y el respeto de un siervo rendido a Su amor.

¿Ha hablado usted hoy con Dios, amigo oyente? ¿Cuándo fue la última vez que usted Le
dijo que le amaba? Él le dice a usted que le ama en todas y cada una de las
páginas de la Biblia. Y si queremos ser unos buenos hijos, deberíamos
corresponder a Su amor. Regresemos ahora a las Escrituras para leer los
versículos 2 y 3 de este capítulo 14 de Apocalipsis:
2
Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran
trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. 3 Y
cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres
vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos
ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.

Juan comienza este pasaje con una descripción maravillosa de la voz de Dios. ¿Le gustaría
a usted conocer cómo es el tono, el volumen y la intensidad de la voz de Dios?
Juan nos lo relata lo que oyó: El sonido era como el sonido de muchas aguas.
¿Ha visitado alguna vez una catarata o un gran salto de agua? La experiencia
resulta ser imborrable. Si usted visita, por ejemplo, las cataratas de Iguazú,
entre Argentina y Brasil, lo que más le impresionará será, probablemente, no el
maravilloso paisaje, sino el indescriptible sonido, la intensidad y inmenso poder
del agua; el rugido de miles de toneladas de agua cayendo desde lo alto nos
recuerda el poder de la voz de Dios. Juan también nos dice que Su voz era
como el retumbar de un trueno imponente. Si usted ha tenido la oportunidad de
viajar por pueblos de montaña, quizá haya podido escuchar el tremendo
estruendo de un trueno en la tormenta: el eco de las montañas aumenta su
volumen y resulta realmente impresionante. Juan también nos explica que era
como la música de arpistas que estuvieran tañendo sus arpas; nos recuerda la
melodía de la voz de Dios. Hay en ella una gracia noble de la música suave
que calma el corazón angustiado.

Ante los ojos, y los oídos de Juan, se está desarrollando una escena impresionante: Los
144.000 unen sus voces al coro celestial en el Milenio. ¿Ha escuchado usted
alguna vez un coro de 144.000 voces, estimado amigo? La compañía del
Cordero estaba cantando un himno que sólo ellos podían aprender. Y aquí
tenemos una verdad que se repite a lo largo de nuestra vida: Para aprender
ciertas cosas uno tiene que pasar por ciertas experiencias. Los 144.000 habían
sufrido mucho. Y hay ciertas cosas que sólo el dolor nos puede enseñar. La
aflicción, en nosotros, puede producir resentimiento, pero también fe, paz y un
himno nuevo. Además, los 144.000 habían demostrado su fidelidad. Este
cántico de redención que es entonado por todos los santos redimidos conforma
un coro gigantesco como jamás se ha escuchado. Se regocijan por el
cumplimiento total de la obra salvadora de Dios antes del regreso de Cristo.

Recordemos que los 144.000 que fueron sellados y protegidos durante la Gran Tribulación,
eran el remanente fiel del pueblo escogido de Dios, el pueblo judío. Ellos serán
los testigos fieles de la Gracia de Dios, en Jesucristo su Hijo. Sufrirán mucho,
pero serán protegidos de una manera especial por la marca que tendrán en sus
frente "....aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre
los de la tierra". Ellos no murieron, ni fueron al Cielo, habían sido comprados
para poder entrar al Milenio en la Tierra. Habían sido comprados de entre los
de la Tierra, lo que quiere decir que van a vivir en la tierra.

"y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron
redimidos de entre los de la tierra."

Y nadie puede cantar este canto nuevo sino los redimidos. Nadie puede cantar alabanzas a
Dios sino los redimidos. Esto es lo que, en realidad, dice el salmista: "Alabad a
Jehová, porque él es bueno; díganlo los redimidos de Jehová." (Salmo 107:1-
2). Los "redimidos" son aquellos que han sido salvados por la sangre de
Jesucristo, el precio de la deuda que teníamos con Dios. Esa es la razón por la
cual necesitamos un cristianismo que afirme y que viva claramente en esa
certeza, que ¡Dios es bueno! Continuemos ahora leyendo los versículos 4 y 5
de este capítulo 14 de Apocalipsis:
4
Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que
siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los
hombres como primicias para Dios y para el Cordero; 5 y en sus bocas no fue
hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.

Aquí se dice que estos no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. ¿Cuál es el
significado de esta frase? Su interpretación resulta difícil y ha sido fuente de
reflexión e interminable interrogante para muchos comentaristas bíblicos.
Podría simplemente tratarse de una ilustración del poder de Dios para
mantener puros a los creyentes en medio de grandes dificultades. Esta frase
indica que los 144.000 judíos no sólo habrán resistido el sistema perverso del
Anticristo, sino que también resistirán todas las tentaciones de incurrir en
relaciones sexuales ilícitas. Otra posible interpretación, de carácter más
espiritual, podría ser la que entiende que estos judíos se habían guardado del
adulterio espiritual, es decir, de toda infidelidad a Jesucristo. Una y otra vez
encontramos en el Antiguo Testamento que se dice del pueblo de Israel que se
había prostituido con dioses extraños (Éxodo 34:15; Deuteronomio 31:16;
Jueces 2:17, Oseas 9:1).
Juan dice que estos 144.000 siguen al cordero por donde quiera que va. Esto nos dice
mucho de su fidelidad inquebrantable; indica que se trata de personas
incondicionales de Jesucristo; su lealtad indoblegable, "cueste lo que cueste".

La vida del profeta Jeremías transcurrió también durante una época bastante difícil: el exilio
y la cautividad del pueblo de Israel en Babilonia. Dios les prohibió casarse.
Jeremías dijo en el capítulo 16, versículos 1 al 4 de su profecía: "Vino a mí
palabra de Jehová, diciendo: No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas
en este lugar. Porque así ha dicho Jehová acerca de los hijos y de las hijas que
nazcan en este lugar, de sus madres que los den a luz, y de los padres que los
engendren en esta tierra: De dolorosas enfermedades morirán; no serán
plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con
espada y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a
las aves del cielo y a las bestias de la tierra."

Usted recordará que el Señor Jesucristo pronunció "un ay", un lamento hacia aquellas que
estuvieran embarazadas durante la Gran Tribulación. En el evangelio según
Mateo, capítulo 24, versículo 19 leemos: "Mas ¡ay de las que estén encintas y
de las que críen en aquellos días!". El apóstol Pablo escribió sobre este tema
en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 7.

Es muy posible que el período de la Gran Tribulación estará marcado por una gran
inmoralidad sexual, que está prohibida y censurada por Dios. Pero según se
desprende de este pasaje, los 144.000 se mantendrán alejados de los pecados
propios de ese periodo; se apartarán del pecado de la inmoralidad, tanto sexual
como espiritual, considerando la adoración a la Bestia y a su imagen como
adulterio en sentido espiritual. Recordemos que ya mencionamos
anteriormente que la idolatría era clasificada como fornicación, adulterio
espiritual en el Antiguo Testamento. El ejemplo clásico lo tenemos en el
capítulo 16 del profeta Ezequiel, donde encontramos una severa advertencia a
Israel contra la fornicación y el adulterio espiritual, que es la idolatría.

En conclusión, cuando leemos en el pasaje: "éstos son los que no se contaminaron con
mujeres, pues son vírgenes", Juan está posiblemente queriendo decir que se
guardaron a sí mismos de la inmoralidad reinante durante el período de la Gran
Tribulación. Debido a la severidad de la época en la que les tocó vivir, ellos no
se casaron, ni se entregaron a la inmoralidad, ni sexual ni espiritual.

Bien, queridos amigos y compañeros de viaje, hacemos aquí un alto hasta nuestro próximo
programa en el cual retomaremos las asombrosas visiones del apóstol y
evangelista Juan, según las revelaciones que recibió al encontrarse exiliado en
la Isla de Patmos.

Para finalizar este tiempo de reflexión deseamos responder la pregunta que abría nuestro
programa de hoy, ¿la recuerda?: ¿Ha escuchado hoy a Dios? Muchos de
nosotros, cuando nos volvimos a Cristo, nos convertimos en cristianos,
descubrimos el gozo de oír cómo Dios nos hablaba de un modo personal. Sin
embargo, muy a menudo, la pureza y la originalidad de esa experiencia inicial
con Dios se han visto empañadas por la rutina diaria de la vida. El clamor de
otras voces, a veces más atractivas y menos exigentes, ha enturbiado, con
frecuencia, lo que oímos y nos deja desconcertados y frustrados en nuestra
relación con Dios.

Apocalipsis 14

Versículos 9-20

Continuamos, estimado amigo, amiga oyente, nuestro estudio del libro de Apocalipsis, que
hoy retomaremos desde el capítulo 14, versículo 9. Le invitamos a
acompañarnos durante unos minutos a disfrutar de la lectura de la Palabra de
Dios, que es palabra viva y eficaz para ayudarnos en nuestra vida.

Abrimos nuestra Biblia y vamos a comenzar a leer los versículos 9 al 12, que dicen así:
9
Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen,
10
y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la
ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado
11
con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de
su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de
noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca
de su nombre. 12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
En el capítulo 13 habíamos comentado del poder de la Bestia y de la marca que tratará de
imponerles a las personas. Ahora, hay una seria advertencia a los que fallen en
este tiempo de prueba. Y resulta significativo que esta es la advertencia más
terrible de todas. De todas las condenaciones, según el Apocalipsis, la peor es
la de los apóstatas, es decir, aquellos que niegan o abandonan la fe en
Jesucristo. Cuando el apóstol Juan escribió estas líneas, inspirado por el
Espíritu Santo, alrededor del año 95 D.C., la Iglesia estaba batallando por su
propia existencia. Si había de continuar su expansión, el cristiano individual
debía estar mejor preparado para enfrentarse con el sufrimiento, la
persecución, la cárcel y la muerte. El cristiano no se podía rendir, o moría la
Iglesia. En nuestro tiempo, el cristiano, como individuo, como persona, también
tiene una importancia capital. Aunque su función ahora no consiste en
"proteger la fe" afrontando persecución, la muerte y el martirio, al menos en los
países occidentales, el reto actual que afronta el cristiano consiste en presentar
el Evangelio a los demás, con disposición de vivirla diariamente.

La condenación del apóstata se presenta aquí con los colores más lúgubres del más terrible
juicio que jamás haya caído sobre la tierra ?el de las ciudades de Sodoma y
Gomorra: "El humo subía de la tierra como el humo de un horno" (Génesis
19:28).

Hemos leído: "Él también beberá del vino de la ira de Dios." Ésta es una figura adoptada del
Antiguo Testamento, concretamente del Salmo 75, versículo 8, donde leemos:
"Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino está fermentado, lleno de
mistura, y él derrama del mismo; hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán todos
los impíos de la tierra."

"Y será atormentado con fuego y azufre", los malvados serán destruidos en la presencia de
los santos ángeles y del Cordero. Estos dos elementos se asocian en las
Escrituras con el tormento del castigo divino. Aquí se hace referencia al
infierno, que es el lago de fuego.

Ahora, notemos que el infierno es "visible" para Cristo y para sus ángeles; no dice que sea
también visible para los 24 ancianos, aquellos que representan a toda la
Iglesia. ¿Debemos pensar por ello que la iglesia no sabe o no puede ver lo que
está sucediendo en la tierra? Aunque es difícil saberlo, nos inclinamos a pensar
que la Iglesia no verá lo que está ocurriendo en la tierra durante el período de
la Gran Tribulación, aunque, evidentemente, Cristo y los santos ángeles si
estarán observando lo que ocurre. En el versículo 11 dice que "el humo de su
tormento sube por los siglos de los siglos". Se trata evidentemente de una
referencia a la perpetuidad del infierno. El tormento consistirá en descarga
incesante de dolor insoportable que ha sido ordenada para todos los que sean
leales al líder de Satanás, la Bestia, el Anticristo. El final del versículo ya leído,
el 12 del capítulo 14 de Apocalipsis dice:
12
Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe
de Jesús.

Todos aquellos que pertenecen a Dios deberán ser pacientes y esperar la Segunda Venida
de Cristo. Él dice: "aquí está la paciencia de los santos" ? y ellos son los que
esperan. En el evangelio según San Mateo, capítulo 24, versículo 13, el Señor
Jesucristo dice: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo." El que
perdure podrá sobrevivir porque ha sido sellado por el Espíritu de Dios, y ha
sido vestido con la justicia de Cristo, y lavado por la sangre del Cordero. El
Señor dijo en Lucas, capítulo 21, versículo 19: "Con vuestra paciencia ganaréis
vuestras almas." Eso es todo lo que podemos hacer: aguantar la tormenta y
tener paciencia. Éste es un respaldo excelente para la doctrina bíblica de la
"perseverancia" que asegura que todos los creyentes verdaderos en Cristo
nunca perderán su fe. Los regenerados resistirán de principio al fin, en
obediencia a la verdad, sin importar qué pueda arremeter en su contra.

En el versículo 13, nos encontramos con una alabanza o bendición para aquellos que
murieron en el Señor. Éste es un versículo que podemos escuchar en algunos
entierros, si bien su utilización en estas situaciones no resulta adecuada, dado
que aquí Juan se está refiriendo exclusivamente al periodo de la Gran
Tribulación. Leamos en nuestras Biblias este versículo 13 del capítulo 14 de
Apocalipsis:
13
Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante
los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
Después de las terribles profecías de los terrores por venir, y de las severas advertencias a
los falsos cristianos, viene una promesa de gracia y bendición. La idea de morir
"en el Señor" aparece más de una vez en el Nuevo Testamento. El apóstol
Pablo habla de los muertos en Cristo (1Tesalonicenses 4:16) y de los que han
dormido en Cristo (1 Corintios15:18). Significa: os que llegan al final de su vida
todavía unidos a Cristo. Todo se confabulaba para apartarnos de Él; pero la
felicidad suprema está reservada para aquellos que llegan al final del camino
de su vida todavía inseparablemente unidos al Maestro que los amó y se
entregó por ellos. Y lo que Jesucristo promete es el descanso: Descansarán de
sus labores. El descanso es tanto más dulce cuando sigue al esfuerzo más
agotador.

Y añade: "Sus obras siguen con ellos". Revela que serán recompensados por su fidelidad,
paciencia y obras en este período de tiempo. Apocalipsis no nos enseña que la
salvación es por obras, si entendemos bien lo que el apóstol Juan dice. Juan
habla de las obras de los Efesios -su arduo trabajo y perseverancia (2:2); de las
de los creyentes de Tiatira ?su amor, su servicio y su fe (2:19). Juan entiende
las obras como algo inherente al carácter cristiano. Es como si estuviera
diciendo: "Cuando dejéis esta tierra, todo lo que podéis llevaros es a vosotros
mismos. Si llegáis al final de esta vida todavía unidos a Cristo, seréis
aprobados y probados como el oro, que refleja algo de Su Persona".

Ahora, la palabra de bendición para ellos es: "Bienaventurados de aquí en adelante los
muertos que mueren en el Señor. Descansarán de sus trabajos, porque sus
obras con ellos siguen". Esta no es una declaración para los cristianos de
nuestros días. Aparentemente muchos de los santos de la tribulación, tanto los
144.000, como los de la multitud de los gentiles que no se podía contar, se
salvarán, si entregan sus vidas por Cristo, a pesar de afrontar una muerte
segura como mártires. Cristianos o no, ninguno de nosotros desea morir. La
muerte nos resulta antinatural, porque fuimos creados para vivir para siempre.
Por eso no podemos entenderla, ni asimilarla. La mayoría de nosotros
queremos vivir, y la Biblia dice que la muerte será el último enemigo que Jesús
derrocará. El apóstol Pablo escribió en su epístola a los Filipenses, capítulo 1,
versículo 21: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." El
cristianismo siempre va contra la corriente: lo que para el resto del mundo es
morir, para nosotros significa "vivir"; vivir por siempre.

Prosigamos nuestro recorrido por el libro de Apocalipsis; tenemos ahora por delante los
versículos 14 al 20 de este capítulo 14, donde leeremos acerca de la visión de
Armagedón; la batalla o guerra de Armagedón. El versículo 14, de este capítulo
14 de Apocalipsis, dice así:
14
Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del
Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz
aguda.

Dice Juan: "Y he aquí una nube blanca, y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del
Hombre." La imagen de del Señor en una nube es del profeta Daniel (Daniel
7:13,14), y hace hincapié en Su majestad. En el evangelio según Mateo,
capítulo 24, versículo 30, se nos dice: "Entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán
al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria."

La corona de oro en su cabeza nos trae a la mente la corona del vencedor en la guerra o en
una competición atlética, hecha por una rama de laurel y utilizada en la
celebración de la victoria. Cristo porta aquí esta corona particular, que en este
caso está hecha de oro, como un conquistador triunfante que sale invicto del
Cielo para prevalecer sobre sus enemigos.

Y luego Juan añade a esta visión un detalle revelador: "Y en la mano una hoz aguda." Esta
hoz era una herramienta para la siega formada por una cuchilla tajante y
curvada, hecha de hierro, y un mango de madera. Los agricultores de la
antigüedad la utilizaban para cortar el grano, y aquí representa el juicio divino
veloz, preciso y devastador. El comentarista Dr. Newell señala la palabra "hoz"
que sólo aparece en 12 ocasiones en toda la Biblia, siete de las cuales se
encuentran en los versículos de esta sección. Y la palabra "aguda" se
menciona 7 veces en Apocalipsis, 4 de ellas aquí. Leamos ahora los versículos
15 y 16 de este capítulo 14 de Apocalipsis:
15
Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube:
Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la
tierra está madura. 16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la
tierra, y la tierra fue segada.

Creemos que esta imagen se corresponde con la Segunda Venida de Cristo. "Mete tu hoz y
siega", se refiere al juicio del hombre en la tierra. La metáfora del juicio como
cosecha la encontramos en varios lugares, como en el evangelio según Mateo,
con la parábola del trigo y la cizaña en la que la cosecha representa una
alegoría del juicio. El Señor Jesucristo es el Hijo del Hombre, y la semilla es la
Palabra de Dios. Y el campo es todo el ancho mundo. Y Él la está esparciendo
por todo el mundo. Algún día la cosecha estará ya lista para ser recogida, y
esto será al fin de los tiempos. Y nuestra misión como cristianos es esparcir la
semilla, que es la Palabra de Dios. El evangelio necesita sembradores
diligentes y efectivos. Porque esta es nuestra tarea, sembrar la semilla; y la de
Dios es la cosecha. Y la cosecha o la siega es el juicio del fin de los tiempos.
En el Salmo 2, versículos 7 al 9, podemos leer lo siguiente: "Yo publicaré el
decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te
daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.
Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los
desmenuzarás."

¿Cuándo tendrá lugar esto? ¿Tuvo lugar en Su Primera Venida? No, estimados oyentes.
Esto tendrá lugar en la segunda venida, en el juicio.

Y aquí en este capítulo 14, versículo 15 de Apocalipsis, dice: "Porque la hora de segar ha
llegado." Esta declaración concuerda con las palabras de Cristo. La siega o la
cosecha, al fin de las edades, o de los tiempos, se menciona en el evangelio
según Mateo, capítulo 13, versículo 39. Nuestra tarea como cristianos es
sembrar, y el Espíritu de Dios hará el resto, tal y como escribió el profeta Joel,
en su capítulo 3, versículos 13 y 14: "Echad la hoz, porque la mies está ya
madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas;
porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión;
porque cerca está el día de Jehová en el valle de la decisión."

Y retornando al capítulo 14 de Apocalipsis, leamos los versículos 17 y 18:


17 18
Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y
salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al
que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos
de la tierra, porque sus uvas están maduras.

El templo se refiere a la morada celestial de Dios y no al templo en Jerusalén durante la


tribulación. La hoz aguda implica el juicio. Y las uvas están maduras implica un
cambio en la metáfora para la guerra de Armagedón, tal y como nos presenta el
profeta Isaías, en su capítulo 63, versículos 1 al 6, donde dice: "Quién es éste
que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos?¿Éste hermoso en su
vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia,
grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha
pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había
conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis
vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi
corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no había quien ayudara,
y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me
sostuvo mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y
derramé en tierra su sangre."

Este pasaje no se refiere a la Primera, sino a la Segunda Venida de Cristo. En el Antiguo


Testamento se compara el juicio de Dios con la pisada de las uvas. Y Él ha
pisado el lagar. El lagar era el lugar donde las uvas eran pisadas para extraer
su precioso líquido, y es como si en lugar de zumo de uva, en este lagar
hubiese sangre, sangre de los impíos. Cuando Él vino por primera vez, Él
derramó Su sangre por ellos, pero fue rechazado. Y ahora deben ser juzgados.
Él les reunirá, como se nos dice en Apocalipsis, capítulo 16, versículo 16, en un
lugar que en hebreo se llama Armagedón, donde se librará la mayor batalla, o
quizá, la mayor guerra de todas cuantas ha habido.

Realmente, a estas alturas de Apocalipsis, cuando parece que nada de lo que el apóstol
Juan pueda decirnos nos sorprendería, entra en escena la batalla o guerra de
Armagedón. Para arrojar más luz sobre este asunto, leamos los versículos 19 y
20 de este capítulo 14 de Apocalipsis, que dicen así:
19
Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el
20
gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del
lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.
Esta vívida imagen describe el horror de la muerte o el derramamiento masivo de sangre.
Aquí se refiere a la muerte violenta de todos los enemigos de Dios que todavía
estén vivos y ahora se enfrentan a la destrucción en el Armagedón, la batalla
final de los enemigos de Dios, en la planicie de Esdraelón. La imagen
sangrienta deriva del jugo fresco que se produce al pisar y machacar las uvas a
medida que pasan por diferentes niveles de trituración y quedan reducidas por
completo.

Apocalipsis 15

Versículos 2-8

Estimado amigo y amiga oyente, bienvenidos a nuestro encuentro de hoy en "La Fuente de
Vida". Continuaremos nuestro apasionante viaje por un libro realmente singular:
el Apocalipsis, escrito por el apóstol y Evangelista Juan hace casi dos mil años,
en unas circunstancias muy difíciles y que hoy podemos leer cómodamente en
nuestras Biblias. Para nosotros, los cristianos, la Biblia es la Palabra de Dios,
escrita por manos humanas, pero inspirada por el Espíritu Santo. Por ello,
creemos que la Biblia no se equivoca, que todo lo que dice es verdad y que ha
llegado hasta nosotros con un único motivo, de cambiar y transformar nuestras
vidas. ¿Por qué estamos leyendo y estudiando un libro tan extraño y, en
ocasiones, difícil de entender como el Apocalipsis? Creemos que Dios quería
abrir una pequeña ventana hacia el futuro que nos aguarda; o mejor dicho:
cómo comenzará la vida, la verdadera vida, la vida eterna; cómo será el fin de
la Humanidad, cómo será la batalla final entre Jesucristo y Satanás. En
definitiva, el propósito de Dios es el darnos ánimos para persistir, porque al
final, el Bien vence sobre el Mal.

Pero antes de esto, como estamos viendo, muchas cosas habrán de suceder. Y con el
Apocalipsis de Juan podemos levantar la vista de nuestros problemas diarios y
ver a Cristo en el Cielo, en plena gloria y majestad, sentado en Su Trono,
reinando por siempre. Y nosotros, estaremos con Él. Esta certeza nos debe
llenar de esperanzas y fuerzas, nuestra lucha diaria como cristianos, no es en
vano.

Estamos situados en el capítulo 15 y en nuestro programa anterior leímos solamente el


primer versículo. Anteriormente vimos los Siete Sellos iniciales, así como el
toque de las Siete Trompetas. A continuación abordaremos, en este capítulo
15, las Siete Copas de la Ira, que representan los juicios finales de Dios sobre
el hombre al final del periodo de Tribulación de los siete años. Los juicios de las
Copas vienen en una especie de ráfaga progresiva, cada uno de ellos más
fuerte en furia e intensidad que el anterior. Las copas serán las últimas plagas
que caerán sobre los hombres tras el toque de la séptima trompeta.
Recordemos que las 7 Trompetas pertenecen al séptimo Sello, que cerraba el
libro que nadie era digno de abrir, con excepción de Jesucristo.

Antes de hablarnos de los Siete Ángeles con las Siete Copas de la Ira, Juan describe la
escena que leeremos a continuación, que transcurre en el Cielo. Leámoslo el
versículo 2 de este capítulo 15 de Apocalipsis, que dice así:
2
Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la
victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en
pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.

Se menciona aquí "un mar de vidrio mezclado con fuego", que representa, posiblemente, la
terrible persecución que la Bestia someterá a los cristianos durante el período
de la Gran Tribulación. Durante este período ningún hombre podrá comprar, ni
vender, a no ser que tenga grabada en su mano o en su frente la Marca de la
Bestia, el número 666. Quizá nuestro Señor Jesucristo tenía en mente este
difícil período cuando, en Su discurso en el Monte dijo: "Cualquiera que os
diere un vaso de agua en mi nombre os aseguro que tendrá su recompensa."
(Marcos 9:41). En ese tiempo de la Tribulación, nadie podrá ofrecer ni un vaso
de agua fresca a uno de los 144.000 Testigos judíos, sellados y protegidos por
Dios, pero perseguidos ferozmente por la Bestia; ese valiente pondrá en serio
peligro su propia vida, al poder ser acusados de apoyar o cobijar a un supuesto
criminal o terrorista. Serán estos días muy difíciles, en los que ningún cristiano
sobrevivirá a no ser que haya sido sellado con la Marca de Dios.

Este versículo nos declara que no sólo soportarán ese período, sino que habían alcanzado
la victoria sobre la bestia y su imagen y su marca y el número de su nombre.
Aquí tenemos a los santos de la Tribulación, que han pasado a través del fuego
de la persecución y aún así no han cesado su cántico. Ellos tienen las arpas de
Dios, y veremos, más adelante cómo, juntos, entonarán su particular canción
de alabanza a Dios.

A pesar de que la mayoría de los cristianos, en la actualidad, no sufrimos privaciones,


persecución, o martirio a causa de nuestra fe en Jesucristo, muchos no viven,
ni transmiten gozo y paz; posiblemente, la multitud de pequeños o grandes
problemas que a diario enfrentamos desvían nuestra mirada del Cielo, al
centrarnos en nosotros mismos. Todos albergamos pequeñas raíces de
amargura, ¿verdad? Hay que esforzarse para evitar que en nuestra mente y
espíritu anide y crezca esa mala hierba, que es la amargura. ¿Sabía usted que
el apóstol Pablo se enfrentó con este mismo problema? Él advirtió a los
creyentes que tuvieran cuidado, porque esa pequeña raíz de amargura, al
crecer, nos roba el gozo, la paz y las bendiciones de Dios.

Durante muchos años el autor de estos estudios bíblicos, el Dr. McGee, en su juventud
albergó en su corazón amargura y resentimiento contra una familia de mucho
poder económico, cuya hija él estaba cortejando; le cerraron las puertas
cuando supieron que iba a estudiar Teología. Esta actitud le hizo mucho daño,
y sólo años más tarde pudo perdonarlos. Sólo el perdón pudo extraer esa
dolorosa raíz en sus recuerdos. Quizá usted, amigo, amiga oyente, está
pasado por una experiencia similar, por un problema laboral, un desencuentro
familiar, crisis de pareja, dificultades con la educación con los hijos, los eternos
problemas económicos para llegar a fin de mes, etc. ¿Se ha preguntado usted
si está permitiendo que pequeñas raíces de amargura estén creciendo en su
corazón? La Biblia nos advierte contra la amargura, porque elimina de nuestras
vidas el gozo de ser cristianos y la alegría de conocer a Cristo; la amargura nos
convierte en seres desgraciados, rencorosos, infelices. Los cristianos hemos
sido llamados a ser luz, a pesar de nuestros problemas. La amargura puede
arruinar su vida cristiana de la misma manera que una plaga arruina una
hermosa cosecha. Y por esto, es sorprendente ver cómo estos santos que
habían pasado a través de la Gran Tribulación aún tenían ganas de cantar. La
poetisa Ophelia Guyon Browning escribió un poema sobre la fe y la oración,
que traducido dice así:

"¿Sin respuesta aún? La fe no puede quedar sin respuesta.


Sus pies están plantados firmemente sobre la roca.
En medio de la tormenta salvaje se mantiene impávida,
Ni se acobarda ante el resonar de los truenos.
Sabe que la omnipotencia ha oído su oración
Y clama: se realizará alguna vez, en algún lugar.
¿Sin respuesta aún? No. No digas que no se ha concedido,
Quizá tu parte aún no se ha realizado completamente.
La obra comenzó cuando tu primera oración tomó voz,
Y Dios concluirá aquello que ha comenzado.
Si continúas quemando allí el incienso,
Su gloria contemplarás, alguna vez, en algún lugar."

Amigo, amiga oyente, los cristianos no somos perfectos; tan sólo somos hombres y mujeres
que un día decidimos poner nuestras vidas y nuestra fe en una persona
llamada Jesús, que existió físicamente hace unos 2.000 años, y que no vino a
fundar ninguna religión, sino a ofrecernos una nueva relación: Una relación
entre Dios y los hombres. Hoy, su mensaje ha sido utilizado y hasta
tergiversado por muchos. Pero eso no invalida Su mensaje original, recogido
en los Evangelios de la Biblia. Y Su mensaje es el siguiente: Dios quiere tener
una relación personal de amistad con usted. ¿No le parece increíble? ¿No es
absolutamente sorprendente que el mismo Dios que creó el Universo se
preocupe personalmente por usted? Aunque usted no lo haya visto, Dios
estaba ahí cuando usted nació; la Biblia dice que su embrión vio a Dios, quien
le conoce por nombre. Dios estaba, cuando tuvo ese grave problema, cuando
usted cayó en una desesperación pensando en que estaba solo. Dios estaba a
su lado, pero ¿estaba usted con Él? Quizá usted se sintió solo porque no sabía
que Él estaba con usted. Dios hoy sigue interesado por usted, y sigue
ofreciendo Su amistad. No permita, querido oyente, que la amargura estrangule
su vida y estropee una amistad única, entre Él y usted. Dios nunca prometió
solucionar todos sus problemas, muchos de los cuáles han sido producto de
sus propias decisiones; sin embargo, sí prometió ayudarle en medio de ellos.

El Salmista nos dice en el Salmo 30, versículo 5: "Porque un momento será su ira, pero su
favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la
alegría."
Con el transcurrir de los años hemos aprendido que Dios nunca permite que nada, o nadie,
cruce nuestro camino, aun un enemigo, sin que eso nos enseñe una lección.
Dios ha permitido cada problema con algún propósito, para madurar nuestro
carácter. Por eso debemos practicar el hábito de la oración, para no caer en la
trampa de perder "la alegría de la salvación". ¡Los cristianos debemos ser
gente alegre! Un cristiano triste es una contradicción. Con este pensamiento en
mente retomemos nuestra lectura del capítulo 15 de Apocalipsis, leyendo los
versículos 3 y 4:
3
Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y
maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son
tus caminos, Rey de los santos. 4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará
tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te
adorarán, porque tus juicios se han manifestado.

Si usted desea conocer el cántico de Moisés, lo encontrará en el libro de Éxodo, capítulo 15,
versículos 1 al 21; y también en Deuteronomio, capítulo 32, versículos 1 al 43.
Ambos cánticos hablan de la libertad que ofrece Dios, de Su salvación y Su
fidelidad.

Este cántico fue entonado por el pueblo de Israel después de haber pasado el Mar Rojo al
ser librados del ejército egipcio. Es un cántico de victoria y liberación con el que
se identificarán los redimidos que venzan al Anticristo y a su sistema de
maldad. Estos dos cánticos, el de Moisés y el del Cordero celebran los dos
sucesos más grandes en la historia de la salvación de Dios: su liberación del
cautiverio egipcio, de la mano de Moisés y la liberación de los pecadores del
pecado, por medio de Cristo.

"Grandes y maravillosas son tus obras". Esta declaración exalta las obras poderosas de
Dios en la Creación y su sustento providencial de todo el Universo. El libro de
Apocalipsis es Cristo-céntrico. Quiere decir que está centrado, basado, en
Cristo. No permita, estimado oyente, que los cuatro jinetes, el dramatismo de
las plagas y los juicios le distraigan del protagonista principal: Jesucristo.
Alrededor de Él giran todos los acontecimientos. Mantengamos nuestros ojos
centrados en Cristo. Él es el Señor, Él está en control de todo. En este libro,
tenemos la máxima revelación de Jesucristo, en Su plena santidad, en todo Su
poder y en toda Su gloria. Leemos que a Él se le llama "Rey de los santos",
"Rey de las edades" o "Rey de las naciones". Cristo será el objeto de la
adoración universal y del reconocimiento universal. ¡Él será adorado en toda la
tierra!

Hemos leído: "¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?" En la actualidad


existe muy poco temor reverencial hacia Dios, aun entre los creyentes.
Estamos tan convencidos de que Dios, es un Dios personal de Amor, ? y por
supuesto lo es, nunca perdamos de vista esta verdad ? pero muchas veces
olvidamos que Dios también es Luz, y que es Santo; temible y capaz de
demostrar Su Ira. La Biblia habla de la Ira de Dios. Y si usted es "un hijo de
Dios", amigo oyente, quizá sería una buena idea comportarnos como si lo
fuéramos realmente; la paciencia de Dios es limitada y puede agotarse. Si
usted cree que Dios no va a permitirle tener problemas o dificultades, tal vez
esté equivocado. Dios debe ser temido. Nuestro Dios es un Dios santo, que no
tolera el pecado; mi pecado, y su pecado. Dios le ama intensamente, pero
rechaza, con igual intensidad, su pecado.

Hemos leído: "Por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán." Llegará el día cuando
las naciones vendrán, y Le adorarán, aunque ese evento está hoy lejos de ser
una realidad. Algunos creyentes afirman vivir en "una nación cristiana", pero
esta idea no es del todo correcta. Aparentemente, no hay ninguna nación
cristiana, o al menos, que se comporte como tal. A pesar de ello, la Biblia
afirma que llegará un día en el cual toda nación le adorará. Este conocimiento
nos otorga ánimo, a pesar de ver cómo nuestras naciones se encaminan en
una dirección equivocada. Algún día, Dios quitará a los hombres rebeldes y
sólo dejará a aquellos que le adoren. En el Salmo 2, versículo 8, se nos dice:
"Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los
confines de la tierra". Y en el libro del profeta Isaías, capítulo 11 y versículo 9,
dice: "No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será
llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar". El profeta
Jeremías, dice en el capítulo 23 de su libro, versículo 5: "He aquí que vienen
días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey,
el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra."
El apóstol Pablo escribió en Carta a los Filipenses, capítulo 2, versículos 9 al 11, dice: "Por
lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".

Aunque, a pesar de las demostraciones de Su juicio, hombres y mujeres que renegaron de


Dios, no tendrán más remedio que reconocer Su Poder y Autoridad.

Regresando al libro de Apocalipsis, al final del versículo 4 del capítulo 15 leímos: "Porque
tus juicios se han manifestado." Esta declaración proviene de los labios de
aquellos que han pasado a través de la Gran Tribulación. El testimonio de
personas que hayan pasado a través de este período será sin duda,
impresionante. Dios es Justo y si usted cree lo contrario, es muy libre de
hacerlo, pero tal vez debería reconsiderar su posición. El carácter santo y
perfecto de Dios demanda de forma inevitable que Él juzgue, según Sus reglas,
mandamientos y leyes. El Salmo 7, versículo 9, nos dice: "Fenezca ahora la
maldad de los inicuos, mas establece tú al justo; porque el Dios justo prueba la
mente y el corazón." Y el Salmo 11, versículo 7 dice: "Porque Jehová es justo, y
ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro." En el Salmo 107, leemos los
versículos 1, 40 y 42, que dicen: "Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque
para siempre es Su misericordia. Él esparce menosprecio sobre los príncipes, y
les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino. Véanlo los rectos, y
alégrense, y todos los malos cierren su boca." Bien, volviendo nuevamente a
Apocalipsis, veamos lo que nos dicen los versículos 5 y 6 de este capítulo 15:
5
Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo
del testimonio; 6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete
plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho
con cintos de oro.

En el libro de Apocalipsis, se hace referencia al templo en 15 ocasiones, lo cual es indicativo


de su importancia. En la primera parte de Apocalipsis, hasta el capítulo 3, se
menciona la Iglesia pero ¡No hay templo! Sin embargo, a partir de aquí,
tenemos una escena en la cual el templo se abre en el Cielo, aunque también
aparece un templo en la tierra, hecho según el modelo del que está en el Cielo.
El Tabernáculo del Testimonio es un título corriente en el Antiguo Testamento para el
Tabernáculo que tuvo el pueblo hebreo en el desierto. Parece claro, por lo
tanto, que lo que Juan está viendo en esta visión, no es el Templo de
Jerusalén, sino que está relacionado con el antiguo Tabernáculo. Es desde el
interior del Tabernáculo de donde salen los siete ángeles. Recordemos que en
el centro del Tabernáculo, estaba el Lugar Santo, donde se encontraba el Arca
de la Alianza, el arcón donde se conservaban las Tablas de los Diez
Mandamientos, la esencia de la Ley de Dios. Es decir, Juan vio que estos
ángeles salían del lugar donde descansa la Ley de Dios. Están vestidos con
túnicas de un blanco resplandeciente, y con el pecho ceñido con cintos de oro.
Las túnicas de los ángeles representan tres cosas: 1) Son vestiduras
sacerdotales, dado que, al igual que el sacerdote era el representante de Dios
entre los hombres, estos ángeles serán sus representantes vengadores de
Dios. 2) Su atuendo es regio. El lino blando y el cinto de oro son las vestiduras
de los reyes y de los príncipes; y estos ángeles están revestidos con la
soberanía del Rey de Reyes. 3) Sus vestiduras son celestiales; y los ángeles
son los habitantes del Cielo que vienen a la Tierra a ejecutar los decretos de
Dios. Leamos ahora los versículos 7 y 8:
7
Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la
ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. 8 Y el templo se llenó de humo
por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta
que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.

Es uno de los Cuatro Seres Vivientes el que entrega a los ángeles las Copas de la Ira de
Dios. Cuando pensamos en los cuatro seres vivientes que aparecieron en
escena, en Apocalipsis, capítulo 4:7, vimos que el primero era parecido a un
león, en segundo a un becerro, el tercero a un ser humano y el cuarto a un
águila; entre todos simbolizan "lo más fuerte, bravo, sabio y veloz" de la
naturaleza. En este caso, es apropiado que uno de ellos les entregue a los
Ángeles, las Copas de la Ira. Éstas han de traer desastres en la naturaleza del
mundo; y el simbolismo bien puede ser que la naturaleza se esté entregando a
Dios, para mantener Su propósito.

Acabamos de llegar a las siete últimas plagas del Apocalipsis, cada una de ellas contenida
en una Copa, sostenida por un Ángel. Son las 7 copas de oro. A veces hemos
escuchamos que el número 7 es el número de la perfección, pero realmente
simboliza la plenitud de lo completo; a veces, el número de "lo completo"
también es "lo perfecto". Recordemos que Dios creó los Cielos y la Tierra en 6
días. Él descansó en el día séptimo, no sólo porque Su obra estaba completa,
sino porque era "perfecta". Estas series de sietes demuestran que algo se está
completando, como por ejemplo, la historia completa de la Iglesia, en las siete
iglesias aludidas al comienzo de Apocalipsis. Encontramos el período completo
de la Gran Tribulación, en cada una de las series de "sietes". En primer lugar,
vimos en los 7 sellos iniciales, un esquema general. Luego, al avanzar, Dios
nos indica lo que ocurrirá durante los últimos tres años y medio, la última mitad
del período de la Gran Tribulación. En nuestro próximo programa, asistiremos
al derramamiento de las Copas de la Ira de Dios.

Apocalipsis 15 -16

Versículos 15:7 -16:9

Estimado amigo, amiga oyente, bienvenidos a un nuevo Programa de "La Fuente de Vida"
donde hoy retomaremos nuestro viaje por el libro de Apocalipsis, quizá uno de
los más fascinantes que jamás se hayan escrito. Le invitamos a acompañarnos
en esta interesantísima travesía por la última sección de la Biblia, y a
adentrarnos en una época futura, la cual no ha sucedido aún, pero que algún
día lo hará, sin lugar a dudas. ¿De qué época estamos hablando? Del fin de los
tiempos, del fin de la Humanidad, y del final de la Historia y del Mundo, tal y
como lo conocemos en la actualidad. Comencemos, pues.

Si traemos a nuestra memoria el pasado programa, bien podríamos haber pensado que el
apóstol Juan, autor de Apocalipsis, pudiera haber finalizado su relato después
de haber hablado de la siega del juicio. Sin embargo, la intensidad del relato de
Juan va en aumento, y adquiere tintes cada vez más dramáticos. El apóstol
aún tendrá mucho que relatarnos acerca de sus visiones sobre los horrores
finales de la Gran Tribulación, del reinado de los mil años de los santos, la gran
batalla final y de la bienaventuranza final.

Como usted recordará, ya aludimos al libro con los siete sellos, al toque de las siete
trompetas y a continuación abordaremos el derramamiento de las Siete Copas
de la Ira de Dios. Veremos que estos elementos se organizan siguiendo la
costumbre de los escritores apocalípticos, en grupos de siete y de tres,
considerando que los tres grupos de siete son el cenit de algo completo y
perfecto.

El capítulo 15, en el cual estamos situados, presenta las siete Copas de la Ira que
representan los juicios finales de Dios, en el último período de la tribulación de
los siete años. Los juicios de las copas vienen en una ráfaga sucesiva y cada
uno de ellos es más fuerte en furia e intensidad que el anterior. Las copas
serán las últimas plagas que caerán tras el toque de la séptima trompeta, y
concluirán la apertura del séptimo sello.

La escena que leeremos a continuación transcurre en el Cielo. Y antes de hablarnos de los


siete ángeles, con las siete copas de la ira, Juan ha descrito a los creyentes
que pasaron el martirio por Cristo. Éstos están de pie, junto al mar que parecía
como si fuera de vidrio mezclado con fuego. Se dice que los mártires han
surgido victoriosos de su contienda con las fuerzas del Anticristo. Y aquí hay
algo muy significativo: los mártires sufrieron las muertes más salvajes y, sin
embargo, se nos dice que surgieron victoriosos. Fue el hecho de morir, lo que
les hizo vencer. Si hubieran continuado viviendo, pero infieles a su fe, al final
habrían sido derrotados.

Abramos ahora nuestra Biblia por los versículos 7 y el 8 del capítulo 15 de Apocalipsis, que
dicen así:
7
Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la
ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. 8 Y el templo se llenó de humo
por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta
que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.

Vemos que se reitera la repetición del número siete, que no siempre significa la "perfección",
sino también algo que está completado, terminado. En Apocalipsis las diversas
series de "sietes" denotan que se están completando a la perfección el
cumplimiento de las profecías.

La idea de la Gloria de Dios, simbolizada en humo, es habitual a lo largo del Antiguo


Testamento. En la visión del profeta Isaías, todo el templo se llenó de humo
(Isaías 6:4). Además, la idea de que nadie podía acercarse mientras hubiera
humo, también está relatado en el Antiguo Testamento.

Juan ve que estas siete copas de la ira se vaciarán sobre la Tierra en el período final de la
Gran Tribulación. Estas copas eran utilizadas en el servicio del templo de
Jerusalén. Una copa de sangre era llevada por el Sumo Sacerdote un día al
año, al lugar Santísimo, simbolizando el perdón de los pecados del pueblo,
gracias al derramamiento de sangre. Recordemos que este ritual pertenece
sólo al periodo del Antiguo Testamento, puesto que, a partir de la muerte de
Cristo en la Cruz, de Su sacrificio y del derramamiento de Su propia sangre
inocente por nuestros pecados, ya no fue necesario continuar con dicha
costumbre.

Ahora, los siete ángeles con vestiduras sacerdotales derramarán las Copas de la Ira sobre
un mundo que rechaza a Cristo; un mundo que rechaza la sangre de
Jesucristo, y que ahora deberá soportar el juicio y el castigo por sus reiterados
pecados.

Este juicio es una acción directa del Señor Jesucristo sobre la Tierra; Jesús, de carácter
manso y humilde, manifestará de esta forma Su ira por los pecados y la
rebelión del hombre. Resulta difícil imaginarse a Jesucristo, a quien se
compara con un manso cordero, estar lleno de ira, ¿verdad? Es más fácil, en
cambio, pensar en un león rugiendo. La Biblia nos dice que algún día el mundo
quedará sorprendido y aterrorizado de la Ira del Cordero, la ira del Señor sobre
hombres y mujeres que, a pesar de múltiples avisos y demostraciones
sobrenaturales, se niegan a aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador
personal. Ya hemos comentado que Jesús no fuerza a nadie a aceptarle como
su Señor y Salvador; esto es voluntario y, por ello, depende de usted, y no de
Dios, ser salvo y disfrutar de la vida eterna.

Estos siete Ángeles, con sus siete Copas de oro, representan los juicios de Dios. Llegamos
ahora al capítulo 16 de Apocalipsis y al derramamiento de las 7 Copas de la Ira;
leamos el versículo 1:
1
Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la
tierra las siete copas de la ira de Dios.
La voz del Templo es la voz de Dios ordenando a Sus mensajeros celestiales a provocar sus
terrores sobre la Humanidad; con esta orden dará comienzo el derramamiento
sobre la tierra de las últimas y terribles plagas, las peores de todas. Éstas
tendrán una cierta similitud con las diez plagas de Egipto, y con los terrores que
siguieron al toque de las siete trompetas del Apocalipsis, capítulos 8 al 11.

Recordemos que, cuando el Señor Jesucristo abrió el Libro de los Siete Sellos se inició una
serie de sucesos relacionados con el número siete, que indica la perfección
absoluta. Jesucristo continúa en el control de los acontecimientos hasta el final
de Apocalipsis. Él es Quien está marchando hacia la victoria, a quien
pertenecen el poder, y la gloria, y la majestad. Dios le ha entregado a
Jesucristo la ejecución del juicio, y será Él Quien dé la orden para actuar a los
ángeles, los cuáles actuarán sin demora alguna. Es difícil aceptar la idea de un
Dios amoroso y misericordioso, provocando tremendas catástrofes y
destruyendo el mundo, aun siendo este rebelde y hostil hacia Dios. Pero así es.
Dios es amor; pero también es Santo y Justo, y como tal, debe actuar con
justicia; ello implica juzgar y emitir un veredicto de inocencia o culpabilidad; y al
final, lo creamos o no, todos nosotros seremos juzgados en el Tribunal de
Cristo.

Amigo, amiga oyente, la Biblia dice que absolutamente todo, algún día, desaparecerá al
igual que el humo. Tal vez usted recuerde la historia cuando los apóstoles le
dijeron al Señor Jesucristo en cierta ocasión que mirara y admirara la
hermosura del Templo de Jerusalén. Él les respondió que, algún día, no
quedaría piedra sobre piedra en aquel lugar, hecho que sucedió en el año 70,
cuando Jerusalén fue literalmente arrasada por el Imperio Romano en
venganza por su sublevación.

Amigo oyente, todo lo que nos rodea está sujeto al juicio de Dios. Dios va a juzgar a los
habitantes de la Tierra. Y todo desaparecerá como el humo. Es por eso que la
Biblia nos invita a tener tesoro, no en esta Tierra, sino en el Cielo, y a realizar
nuestras inversiones allí, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan. (Mateo 6:19). Muchos mantienen la fe en sus
inversiones, en los ahorros bancarios, en sus bienes materiales, y olvidan que
algún día todo será quemado por el fuego, por la Ira de Dios. Leamos ahora lo
que nos dice el versículo 2 de este capítulo 16:
2
Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente
sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su
imagen.

La primera Copa, el primer terror, traerá una plaga sin precedentes de úlceras malignas y
purulentas. La palabra original es la misma que se usa para describir los
granos y las llagas de la plaga de Egipto (Éxodo 9:8-11); los dolores que siguen
a la desobediencia de Dios (Deuteronomio 28:35) y la llaga maligna de Job
(Job 2:7).

El comentarista bíblico Dr. Vincent escribió: "Cada ángel, al llegar su turno, se retira de la
escena celestial, para derramar su juicio de ira sobre la tierra"; es decir, que
abandona el lugar de la misericordia celestial, para ejecutar su correspondiente
juicio.

La primera copa de juicio está relacionada con gérmenes y bacterias, que atacarán a los
seguidores del Anticristo. La Sagrada Escritura declara que la vida de la carne
se encuentra en la sangre (Levítico 17:11). También la muerte está en la
sangre, y las llagas o úlceras malignas que aparecerán serán más dolorosas
que la lepra o el mismo cáncer. En el momento en que el hombre descubra un
antídoto para una enfermedad, otra plaga peor aparecerá. De esta manera y
por medio de estos juicios, Dios revelará físicamente lo que es el ser humano
moralmente, totalmente corrupto. Esta plaga, como veremos, es similar a la
sexta plaga de Egipto, siendo, al menos en apariencia, la misma clase de llaga
o úlcera que se presentaba allí. Y lo interesante es que Moisés predijo que
algún día vendría un juicio sobre Israel, como podemos leer en el libro de
Deuteronomio en su capítulo 28, versículo 15: "Pero acontecerá, si no oyeres la
voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus
estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones y
te alcanzarán". Más adelante en el versículo 27, continúa: "Jehová te herirá con
la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no puedas
ser curado". Más adelante, en el versículo 35 de este mismo capítulo 28 de
Deuteronomio, leemos: "Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y
en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser
curado".
Moisés ya predijo esta plaga, que ahora vemos dirigida hacia aquellos que han recibido la
Marca de la Bestia. Sin embargo, aquellos que han rechazado ser marcados
con la señal de la Bestia, se encontrarán en una situación igualmente
dramática: no podrán comprar, ni vender. Esto implicará que no podrán
comprar alimentos, ni dar de comer a su familia. Pero aquellos que tienen
grabada la marca de la Bestia, y disfrutaron los privilegios de su protección,
Dios les juzgará con esta úlcera maligna, dolorosa y pestilente al final de la
Gran Tribulación.

Sin embargo, vemos en Apocalipsis que los juicios de Dios no siempre provocan la
conversión de la gente a Dios. Leamos ahora el versículo 3 de este capítulo 16
de Apocalipsis, que dice así:
3
El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de
muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.

Si comparásemos las 10 plagas de Egipto con la lista de los terrores que siguieron al toque
de las siete trompetas y las plagas narradas en este capítulo, veríamos
elementos comunes; el granizo, las tinieblas, las aguas que se vuelven sangre,
las heridas ulceradas, y la llegada de las hordas más allá del Éufrates. También
observamos la diferencia entre los terribles sucesos que siguen a las siete
trompetas que vimos anteriormente, donde la destrucción fue limitada a una
tercera parte de la Tierra, y las consecuencias de una destrucción completa por
el derramamiento de las Copas.

La segunda Copa, el segundo terror, es la conversión de todas las aguas del mar en sangre.
Éste y el próximo acontecimiento, la conversión de los ríos y de las fuentes de
agua dulce en sangre, nos recuerda a la plaga de Egipto, cuando el agua del
Nilo se convirtió en sangre (Éxodo 7:17-21). Ahora, todo el mar se convertirá en
sangre: se convirtió en sangre como de muerto. El mar se convertirá en la
tumba de toda la vida que allí habita. La refrescante brisa del mar se tornará en
un hedor irrespirable debido a los cuerpos de millones de animales marinos
muertos que flotarán en su superficie. Y, aunque la Biblia no lo menciona, es
evidente que el poco comercio que aún quedaba, quedará totalmente
paralizado.
La tercera Copa de la Ira hace su aparición en los versículos 4 al 7 del capítulo 16 de
Apocalipsis:
4
El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se
convirtieron en sangre. 5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú,
oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas
cosas. 6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas,
también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 7 También oí a otro,
que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios
son verdaderos y justos.

El agua dulce, que para entonces será un bien escaso, tras una prolongada sequía, - lo
vimos en Apocalipsis 11, versículo 6- ahora correrá la misma suerte que los
océanos. Además del sufrimiento provocado por la sed, los adoradores del
Anticristo no tendrán agua limpia ni para lavar sus llagas. Esta plaga, similar a
la de la tercera Trompeta, es nuevamente mucho más severa y dramática. En
aquella ocasión sólo quedó afectada una tercera parte del agua dulce del
planeta. Ahora, en cambio, la totalidad del agua potable terrestre se tornará en
"no potable". Y como usted sabe, la vida sin agua es inviable, por lo que esta
plaga implicará necesariamente la destrucción de la vida a una escala sin
precedentes en la historia de la Humanidad.

El versículo 6, expresa cómo el Dios Eterno juzgará con justicia a los asesinos de los
creyentes y los predicadores del Evangelio. Esta mortandad no tendrá paralelo
en la historia (Mateo 24:21), como tampoco lo tendrá la venganza de Dios
(Romanos 12:19-21). El ángel del versículo 6, dice: "Por cuanto derramaron la
sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre;
pues lo merecen", y con ello exonera a Dios de cualquier acusación posible en
el sentido de que sus juicios sean demasiado severos. Porque la generación
perversa, sin paralelo en la historia, que vivirá en aquel entonces derramará
más sangre inocente que cualquier otra antes de ella; sangre de los santos (6:9
y 17:6) y profetas (11:7-10). El juicio de Dios, estimados oyentes, aunque aquí
pueda parecer lo contrario, siempre es y será, justo y proporcional.

Amigo, amiga oyente, cualquier cosa que Dios haga es justa. Muchos son los que le echan
la culpa a Dios por cosas que hace el hombre, como las guerras, las
hambrunas, los genocidios, los desastres naturales, la pobreza, las
enfermedades, la injusticia social, las desigualdades económicas. Lo crea o no,
Dios creó un mundo perfecto que el hombre, poco a poco, ha ido destruyendo.
La Biblia dice que las guerras y, en general, todos los conflictos son
provocados por el egoísmo del corazón del hombre, capaz sólo de pensar en sí
mismo. Siendo así, habiendo el hombre provocado el caos en la Creación en
todos los niveles posibles: económico, social, político, ambiental, etc., ¿quiénes
somos nosotros para tachar a Dios de cruel e injusto? Tengamos cuidado con
lo que decimos, pues la Biblia también dice que algún día cada uno de nosotros
compadecerá ante el Tribunal de Cristo para dar cuenta de cada palabra que
salió de nuestra boca.

Veamos ahora lo que dicen los versículos 8 y 9 acerca del derramamiento de la cuarta copa:
8
El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con
fuego. 9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre
de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle
gloria.

Nuestro Señor Jesucristo predijo que habría señales en el sol durante el período de la Gran
Tribulación: "Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y
en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y
de las olas". Eso lo leemos en el evangelio según Lucas, capítulo 21, versículo
25. El sol, que siempre ha suministrado luz, calor y energía, se convertirá ahora
en un agente destructivo y mortal. Sin agua para beber, los habitantes de la
tierra quedarán expuestos a un calor insoportable. Algunos estudiosos del tema
han especulado incluso que esto podría llegar a derretir gran parte de los
glaciares (suponiendo que, cuando esto suceda, quede aún algún glaciar sin
derretir) lo cual aumentaría en unos 60 metros el nivel de los océanos. De ser
esto cierto, muchas de las ciudades más grandes del mundo quedarían
totalmente inundadas, lo cual resultará en una pérdida de vidas todavía más
catastrófica. La interrupción resultante en el transporte marítimo, debido a la
anegación de casi la totalidad de puertos marítimos, dificultaría enormemente
la distribución de los escasos víveres y agua potable aún disponible.
En el versículo 9 expresa que, por increíble que parezca, los pecadores se empecinarán en
no acceder al arrepentimiento y, en lugar de ello, blasfemarán a Dios, pues
conocerán perfectamente que es Él quien ha causado todas sus aflicciones.

Seamos cristianos o no, por nuestra propia naturaleza humana, solemos preferir seguir
nuestro propio camino, a nuestra manera. Muchos niños, cuando aprender a
hablar, lo primero que dicen es "yo solo". Y de adultos, muchos seguimos
repitiendo esta misma frase a lo largo de toda nuestra existencia: "Yo solo"; "yo
solo puedo", "yo solo soy capaz", "yo solo puedo alcanzarlo todo", o "yo solo
me basto para ser feliz".

Apocalipsis 16

Versículos 8-18

Continuamos hoy, amigo oyente, avanzando en nuestro estudio de las profecías del apóstol
Juan que Dios le reveló por medio de unas visiones terribles y le ordenó
escribir todo lo que veía y oía. El relato de estas profecías está recopilado en el
último libro de la Biblia, el Apocalipsis. Muchas personas piensan que ese libro
es muy complicado, difícil de entender por los muchos símbolos que allí se
relatan, pero, como ya hemos comentado, son más comprensibles si hay un
conocimiento previo de los demás libros de la Biblia. Hemos llegado al capítulo
16 donde Juan nos relata los últimos juicios que ocurrirán en la Tierra. Estamos
viendo el último período llamado la Gran Tribulación. En los primeros versículos
de este capítulo hemos visto el derramamiento de tres Copas que contenían
severos juicios: primero la Tierra sufriría unas enfermedades terribles, seguido
de la conversión de todos los mares, y de todas las aguas dulces, en sangre.
Hemos llegado a la cuarta copa. Vamos a leer los versículos 8 y 9 de este
capítulo 16 de Apocalipsis que estamos estudiando:
8
El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con
fuego. 9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre
de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle
gloria.

El mismo Señor Jesucristo, cuando estaba en la Tierra advirtió que en los "últimos tiempos"
habría señales en el cielo. Leemos esa mención en el evangelio según Lucas,
capítulo 21, versículo 25. Él dijo: "Entonces habrá señales en el sol, en la luna
y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del
bramido del mar y de las olas."

En el Antiguo Testamento encontramos mucha información relacionado con los futuros


juicios del período de la Gran Tribulación. Hay una referencia a este juicio de la
cuarta Copa en Deuteronomio, capítulo 32, versículo 24, que dice:
"Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente y de peste
amarga; diente de fieras enviaré también sobre ellos, con veneno de serpientes
de la tierra." El profeta Isaías, en el capítulo 24 de su profecía, versículo 6 dice:
"Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron
asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y
disminuyeron los hombres." También el profeta Malaquías, en el capítulo 4,
versículo 1 escribió: "Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y
todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que
vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni
rama."

Todo lo que tendría que hacer Dios es retirar una o dos capas de la atmósfera, y las
repercusiones sobre nuestro globo terráqueo serian terribles. Sólo con desviar
un poco la órbita de nuestro planeta, sufriríamos nefastas consecuencias que
pondrían en peligro la supervivencia de todo tipo de vida sobre la Tierra.

El Señor Jesucristo ya advirtió que si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo.
(Mateo 24:22). Pero, los Suyos, los hijos de Dios, serán guardados. En el
Salmo 121, versículo 6 leemos: "El sol no te fatigará de día, ni la luna de
noche." Esta es una promesa que no tiene tanto significado para nosotros, en
nuestro tiempo, pero que será de mucho consuelo para el creyente que vivirá
durante la Gran Tribulación. A pesar de todo el sufrimiento, nos escribe el
apóstol Juan, los hombres no se arrepentirán, sino blasfemarán el nombre de
Dios.

El corazón humano, amigo, amiga oyente, es rebelde, indomable, y a menos que Dios lo
cambie por Su Gracia, al recibir el perdón de nuestros pecados, seguiremos
buscando ser libres e independientes, cuando en realidad somos esclavos de
nosotros mismos. Este período de sufrimiento durante la Gran Tribulación no es
para la purificación de la Iglesia, que ya se encuentra en el Cielo; es un tiempo
de juicio sobre la Tierra. Y llegamos ahora a la quinta Copa de la Ira. Leamos
los versículos 10 y 11 de este capítulo 16 de Apocalipsis:
10
El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de
11
tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del
cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.

Aquí se menciona el trono de la bestia, y esto nos aclara que la primera Bestia que vimos en
el capítulo 13 de Apocalipsis será un ser humano, un hombre. Él representará
un reino, del cual él, el Anticristo, el gobernante mundial, será la autoridad
máxima, será su rey.

Se nos dice: "y su reino se cubrió de tinieblas." Esta será una tiniebla extraña, llamada "luz
negra". El poder del sol aumenta, el calor será mayor, pero habrá menos luz.
Encontramos una extraordinaria similitud con las tinieblas experimentadas en
Egipto, durante la novena plaga (Éxodo 10, 21-22).

Los profetas del Antiguo Testamento comentaron en varias ocasiones este juicio de la
oscuridad. No podemos citarlos a todos, pero el profeta Isaías, en el capítulo
60, versículo 2, dice: "Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y
oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista
su gloria." El profeta Joel expresó lo siguiente en el capítulo 2 de su libro,
versículos 1 y 2: "Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte;
tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová,
porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra;
como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y
fuerte; semejante a él no lo hubo jamás; ni después de él lo habrá en años de
muchas generaciones."

Los profetas Nahum, Amós y también Sofonías mencionaron este juicio. El apóstol Juan
sencillamente nos está diciendo: "Aquí, en el período de la Gran Tribulación,
será donde las profecías de hace muchos siglos atrás, cumplirán el programa
de Dios".

El Señor Jesucristo confirmó esto, que está recogido en el Evangelio según Marcos 13:24
cuando dijo: "Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor."
El final del versículo 10 de Apocalipsis 16, que leímos, dice: "Y mordían de dolor sus
lenguas." Lamentablemente, la intensidad del sufrimiento y el terror que estas
Copas de la Ira causarán, no lograrán que las personas que vivan en ese
tiempo, busquen a Dios.

Aquí hay dos realidades que debemos señalar. 1º. Dios es justo al derramar las Copas de la
Ira; debemos recordar esto. Jesucristo es el justo Juez. Él es el encargado de
impartir el castigo. 2º. El ser humano, sin embargo, no llega al arrepentimiento
por el sufrimiento. El apóstol Pablo escribió lo siguiente en su epístola a los
Romanos, capítulo 2, versículos 3 al 5: "¿Y piensas esto, oh hombre, tú que
juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de
Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero
por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para
el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios." Aquí tenemos el justo
juicio de Dios, pero el hombre continúa endureciendo su corazón, y se niega a
arrepentirse. Llegamos al versículo 12 de este capítulo 16 de Apocalipsis:
12
El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para
que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.

El Éufrates es llamado "el gran río" en la Biblia, como también se denomina al Mar
Mediterráneo, "el gran mar". La importancia del río Éufrates en la Palabra de
Dios no puede ser minimizada. Es mencionado, primeramente, en Génesis,
capítulo 2, y 25 veces en toda la Biblia. Fue importante en los principios del
hombre sobre la Tierra, y aquí vuelve a ser mencionado, en el tiempo de la
Gran Tribulación. Estas tierras fueron la cuna de la civilización humana y,
según las profecías de Apocalipsis, serán la tumba de la civilización del
hombre. Era la frontera entre el Oriente y el Occidente, con un recorrido de
unos 2.900 kilómetros, y la mitad del mismo era navegable. Ancho y profundo,
era una barrera muy difícil para un ejército que quisiera cruzarlo. Al patriarca
Abraham se le llamó "hebreo", lo que según algunos intérpretes significa que él
provenía "del otro lado del río Éufrates". Era la orilla Este de este río que Dios
le prometió a Abraham. En Josué, capítulo 1, versículo 4, se nos dice: "Desde
el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos
hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio."
El Éufrates también llegó a ser la frontera Este del Imperio Romano. Según el juicio de la
Sexta Copa, el Éufrates se secará milagrosamente, borrando así la frontera
entre el Oriente y el Occidente, para que estuviese preparado el camino a los
reyes del oriente, cuando éstos se trasladen para la batalla de Armagedón. En
el pasado, Tamerlán, el conquistador tártaro, salió del oriente y arrasó esas
llanuras con sus tremendas hordas. Gengis Kan, otro conquistador tártaro,
fundador del primer imperio mongol, hizo lo mismo. Ésas fueron sólo pequeñas
demostraciones de lo que sucederá en los últimos tiempos, cuando la frontera,
que separa el Oriente del Occidente, desaparezca. La mayor población del
mundo se encuentra en el Este, y un día éstas avanzarán hacia el Occidente,
invadiendo el área de la Tierra Prometida bajo su líder, el dictador mundial, el
Anticristo. Cruzarán el lecho seco del río Éufrates. El cuadro es terrorífico.
Cientos de millones fluyendo hacia las tierras bíblicas, las luchas provocarán
que la sangre suba hasta los frenos de los caballos, como comentamos en un
programa anterior.

Entre la sexta y la séptima Copa de Ira encontramos un paréntesis. Ya hemos señalado que
en cada serie de 7 que hemos visto, a excepción de los 7 personajes, hay una
interrupción, un paréntesis. Aquí tenemos ese paréntesis o interludio, que
añade algunos detalles, leamos los versículos 13 y 14:
13
Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta,
14
tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios,
que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para
reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.

Este será la guerra de Armagedón, nombre que encontramos en el versículo 16. No será
una única batalla, sino una guerra. Para nuestra mayor comprensión, leamos
los dos siguientes versículos también, versículos 15 y 16 del capítulo 16 de
Apocalipsis:
15
He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para
16
que no ande desnudo, y vean su vergüenza. Y los reunió en el lugar que en
hebreo se llama Armagedón.

Entre la sexta y séptima copa tenemos este interludio. Ahora, esto nos lleva a Armagedón.
Alrededor de la mitad del período de la Gran Tribulación comenzarán a bajar
del Norte un inmenso ejército que se instalará a lo largo de la Tierra Prometida,
hasta el valle de Josafat, y las montañas de Edom. Es decir que estará
presente por aproximadamente 3 años y medio, y finalizará con la venida del
Señor Jesucristo, para establecer Su Reino. "Nacerá el sol de justicia, y en sus
alas traerá salvación." (Malaquías 4:2).

Ahora, aquí se nos presenta la trinidad del infierno: Satanás, el Anticristo, y el falso profeta.
Ellos actúan al unísono obligando a las naciones del mundo a marchar contra
Israel en un intento por destruir el propósito de Dios en esta Tierra. Amigo,
amiga oyente, Dios le había hecho ciertas promesas a Abraham, y a aquellos
que vinieron después de él. Él hizo ciertos pactos con los hebreos, el pueblo
judío, y estos pactos van a mantenerse, de la misma manera como se
mantiene el texto de Juan 3:16 en el presente.

Existe un sistema de teología, de tendencia conservadora, que afirma que Dios ya no tiene
nada que ver con la nación de Israel, que todos esos pactos han sido
cancelados, que Dios ya no cumpliría Sus promesas, a pesar de que,
literalmente, hay cientos de ellas en el Antiguo Testamento. Debemos recordar
que la Biblia es un libro literal. El propósito de Satanás es el de destruir los
pactos que Dios hizo con el pueblo judío, para que no se cumplan. Y ésa es la
razón por la cual él actúa llevando a todas las demás naciones en contra de
esa pequeña nación. La prueba final será la más cruel, durante el período de la
Gran Tribulación.

Juan escribió: "Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del
falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas" las ranas, ¿serán
literales o simbolismos? Bueno, fueron ranas literales en las plagas de Egipto, y
lo pueden ser aquí también, aunque Juan dice: "a manera de ranas." Juan
siempre tiene mucho cuidado en presentarnos un cuadro correcto de lo que ve.
El Dr. J. A. Seiss comenta en su libro "El Apocalipsis" lo siguiente: "Éstos son
espíritus inmundos, son espíritus demoníacos; son enviados a actuar por la
trinidad del dragón. Son los ángeles elegidos para despertar al mundo que
tratan de erradicar a Dios de la Tierra. Se parecen a las ranas porque
procedentes de las nocivas pestilentes ciénagas del universo, y realizarán su
tarea en medio de las naciones, con su demostración vociferante, hasta que
logren que todos los reyes y los ejércitos de toda la tierra se unan con
entusiasmo al aplastamiento final del Cordero y todos Sus poderes".

A nadie se le escapa el poder de los medios de comunicación, llamado con razón, el cuarto
poder, por su fuerza y credibilidad en la formación de la opinión pública. Los
medios de comunicación pueden llegar a ser fenomenales agentes
propagandista para lograr los propósitos de hombres, o entidades que
aparentemente están detrás de las escenas. Eso será exactamente lo que esta
trinidad del mal llevará a cabo. Ellos van a lograr que todas las naciones del
mundo marchen contra Israel.

Y el único que puede detenerles es el Señor Jesucristo. La ayuda del pueblo judío no
vendrá del norte o del sur, del este o del oeste. Su ayuda vendrá del Señor, el
Creador del Cielo y de la Tierra.

El versículo 15 de este capítulo 16 de Apocalipsis, comienza diciendo: "He aquí, yo vengo


como ladrón." Jesucristo nunca vendrá como un ladrón a Su Iglesia. El apóstol
Pablo escribió en la primera epístola a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo
4: "Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os
sorprenda como ladrón." Él no vendrá como ladrón a la iglesia. En la epístola
de Pablo a Tito, capítulo 2, versículo 13, escribió: "Aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo." Al principio de Apocalipsis vimos que toda la Tierra se lamentará a
causa de Jesucristo; nadie querrá que Él venga; quisieran olvidarlo y evitar que
Él regrese a esta tierra.

"Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su
vergüenza", escribió Juan. ¿Qué ropa serán esas? Bueno, el comentarista
Edersheim explicó que el capitán del Templo realizaba ciertos recorridos por la
noche para comprobar si los guardas estaban despiertos y alertas. Si alguno
estaba dormido, se le golpeaba o se quemaban sus ropas, lo cual le
despertaba rápidamente. Esto significa "estad alerta, no os durmáis, cuidad
para estar vestidos con la justicia de Cristo, cuando Él regrese."

"Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón." Leemos en el versículo 16 la
única mención de la palabra "Armagedón" en las Escrituras. El Dr. McGee,
autor de estos estudios bíblicos, visitó este lugar y comentó que Armagedón
significa el "Monte de Megido". El pequeño monte que se encuentra en el valle
de Esdraelón, y un lugar muy fértil. Muchas batallas se llevaron a cabo en ese
lugar. Estuvieron Nabucodonosor, los Asirios, y Napoleón Bonaparte ?quien dijo
que era el lugar por excelencia para llevar a cabo una batalla; los Sirios, los
cruzados cristianos, franceses anticristianos, egipcios, persas, turcos, árabes, y
muchos otros. "Y los reunió en el lugar..." escribió Juan, y aunque Satanás, el
Anticristo y el Falso Profeta actuarán conjuntamente al forzar a las naciones del
mundo a marchar contra Israel, sin embargo ellos estarán cumpliendo la
Palabra de Dios.

Continuamos con los siguientes versículos 17 y 18 y aquí tenemos el derramamiento de la


Séptima Copa de la Ira de Dios. Leamos los versículos 17 y 18 de este capítulo
16 de Apocalipsis:
17
El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del
trono, diciendo: Hecho está. 18Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y
un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás
desde que los hombres han estado sobre la tierra.

Las Copas de la Ira es la última serie de 7 juicios antes de la Venida de Cristo, y éste es el
séptimo y el último de este grupo de juicios. Es decir, nos encontramos en el
final mismo de la Gran Tribulación. El único que puede librar a la población
mundial, establecer un reino justo en la Tierra, y traer paz al mundo, será el
Señor Jesucristo.

Vemos que la séptima Copa de la Ira es derramada por el aire, en el espacio; no se nos da
una localidad geográfica; el Señor Jesús también controla el espacio. El templo
ha sido mencionado varias veces, con las Copas de la Ira, las Trompetas, y los
Sellos; de hecho fue mencionado en todos los juicios; con las Copas de la Ira
fue mencionado 6 veces. No hay ningún templo en la Nueva Jerusalén, por la
tanto la mención no tiene relación alguna con la Iglesia, que ya está recogida
en el Cielo, y aquí se menciona otra vez. Israel, la nación, pasará a través de la
Gran Tribulación. El remanente sellado de los files 144.000 judíos vivirán
durante este período. No sabemos cuántos más, pero muchos más serán
salvos; una gran multitud de los gentiles fueron también sellados que también
pasarán la Gran Tribulación.
Pero amigo, amiga oyente, recordemos que la Iglesia no va a tener que vivir ese terrible
período. Dios salvará a mucha gente en el período de la Gran Tribulación, pero
no a la Iglesia, porque ella ya ha sido sacada de la Tierra.

A continuación Juan relató que "salió una gran voz del templo del cielo, del trono." Esa voz
no es identificada, concretamente, pero creemos que es la voz del Hijo de Dios.
Se menciona su mensaje, que dice: "Hecho está." Esta es la segunda vez que
escuchamos que Jesucristo pronuncia estas palabras: cuando estaba clavado
en la cruz, exclamó "Consumado es" ? o sea ? hecho está. Y aquí exclama la
misma frase. Cuando Él logró la redención de nuestras almas en la cruz,
leemos en el Evangelio según Juan, capítulo 19, versículo 30, dijo:
"Consumado es". Jesucristo pagó el precio de nuestros pecados, y ofrece,
todavía hoy, una redención completa, una salvación completa. Si usted, muy
estimado amigo, amiga oyente, la rechaza, entonces un día tendrá que
enfrentarse a un juicio. El escritor de la epístola a los Hebreos, planteó esta
pregunta: "¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan
grande?" (Hebreos 2:3)

Apocalipsis 16-17

Versículos 16:19 - 17:5

Una cordial bienvenida a nuestro estudio de uno de los libros más apasionantes que
existen, el libro de Apocalipsis, un escrito cronológico de profecías sobre un
tiempo futuro que le aguarda a nuestro planeta Tierra. En programas anteriores
leímos el relato de Juan, el autor de estas visiones apocalípticas que, a pesar
de los juicios que caerán sobre la Tierra, sin embargo nos hace saber que en
medio de los "últimos tiempos", Dios, el Creador, está cercano a aquellos que
Le buscan con un corazón sincero y arrepentido. Finalizamos el último
programa con el versículo 18 del capítulo 16 de Apocalipsis que relata un gran
terremoto, de tal magnitud como nunca visto sobre la Tierra, porque el séptimo
ángel había derramado el contenido de la séptima Copa de la Ira de Dios sobre
el planeta. Leamos lo que nos dicen los versículos 19 al 21 de este capítulo 16:
19
Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la
gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del
ardor de su ira. 20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. 21
Y cayó
del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y
los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga
fue sobremanera grande.

Jerusalén será la ciudad que sufrirá un gran terremoto que la dividirá en tres partes. Aunque
el epicentro del terremoto será Jerusalén, parece que no estará limitado a esa
zona solamente, porque las ciudades de las naciones caerán también. Esto nos
da una idea de la extensión y la vasta destrucción de este terremoto. Aquí se
menciona específicamente a Babilonia, que ya fue mencionada también en el
capítulo 14, versículo 8, y volveremos a ver más detalles en los próximos dos
capítulos.

Y leemos que "toda isla huyó" esto nos indica que aun las islas están cambiando de un
lugar a otro por este extenso terremoto.

Y luego, "un enorme granizo como del peso de un talento" Un talento griego pesaba unos
25 kilos. El talento judío pesaba alrededor de 52 kilos. Es interesante recordar
que en el libro de Josué hay una mención acerca del granizo, en el capítulo 10,
versículo 11, leemos: "Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de
Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta
Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo,
que los que los hijos de Israel mataron a espada."

De acuerdo con el historiador Josefo, las catapultas romanas lanzaron piedras del peso de
un talento, sobre Jerusalén, en el año 70 D. C., cuando Tito derribó la ciudad, a
pesar de su gran resistencia. Con esta terrible granizada concluirá el período
de la Gran Tribulación.

En los siguientes capítulos 17 y 18 veremos los juicios de las dos Babilonias. En primer
lugar veremos a la iglesia apóstata durante la Gran Tribulación, en el capítulo
17. Y luego veremos no sólo la Babilonia religiosa, sino la Babilonia comercial
en el capítulo 18.

Muchos grandes temas están relacionados con la Gran Tribulación y es difícil mantenerlos
separados. No debería inquietar al creyente en Jesucristo que muchos detalles
no serán revelados hasta que el mundo comience a entrar en ese período y
tenga que afrontar las diversas crisis de la Gran Tribulación.
Esto es evidente especialmente con respecto a las dos Babilonias en los próximos capítulos
17 y 18. La pregunta es: ¿Hay dos Babilonias, y se encuentran en dos
diferentes áreas geográficas? ¿Son representaciones de dos sistemas?
¿Habrá dos ciudades literales, o serán la misma? Creemos que las respuestas
a estas preguntas serán más evidentes al acercarse ese tiempo, que también
será el de nuestra redención, porque los creyentes en Jesucristo seremos
recogidos, arrebatados, milagrosamente, antes de estallar el primer juicio de
Dios sobre esta Tierra. Nuestro criterio, en el presente, es que se trata de dos
ciudades.

Veamos pues, lo que nos dicen los primeros cinco versículos de este capítulo 17 de
Apocalipsis:
1
Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo
diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que
está sentada sobre muchas aguas; 2 con la cual han fornicado los reyes de la
tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su
fornicación. 3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada
sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete
cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y
adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz
de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5y en su
frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE
DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

"un misterio: BABILONIA". Los estudiosos de la Biblia afirman que se trata de "un gran
sistema religioso y comercial" basado en Roma. Muchos creen que el capítulo
17 describe a la Babilonia religiosa, y el capítulo 18 comenta su aspecto
comercial. La Babilonia religiosa incluye desde luego a la Cristiandad apóstata,
tanto protestante como católica, y puede que represente a la iglesia ecuménica
mundial. Aún en las actualmente denominadas "iglesias bíblicas
independientes", no todos serán auténticos creyentes, y también ellos se
integrarán en las grandes organizaciones que se llamarán a sí mismas "la
iglesia", pero no será la Iglesia de Jesucristo, en ese primer período de la Gran
Tribulación.
La Biblia, la Palabra de Dios, le ha dado el título de ramera, y no podría ser más nefasto.
Este será un sistema eclesiástico de "una iglesia mundial". La sede de esa
iglesia mundial podría estar ubicada en Roma, la ciudad edificada sobre las
siete colinas, aunque también se han barajado otras posibles ubicaciones. "la
gran ramera, la que está sentada sobre muchas agua", controlando grandes
áreas del mundo gentil "con la cual han fornicado los reyes de la tierra" es
decir, que ha seducido a líderes políticos con sus contemporizaciones e
intrigas, con alianzas entre la iglesia y el estado durante ese período. "Con la
cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han
embriagado con el vino de su fornicación", lo que significa que multitudes
caerán bajo su malévola influencia, totalmente ajena al auténtico "ser de
Jesucristo, y seguir a Jesucristo".

Juan, el autor, escribió "vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata". Recordemos
que en el capítulo 13 de Apocalipsis vimos a dos grandes Bestias: una surge
del mar, y la otra de la tierra, es decir, de la Tierra de Israel. Ambas Bestias
simbolizan a dos hombres que jugarán un importante papel durante el período
de la Tribulación. Entre las dos grandes Bestias combinarán los rasgos de las
cuatro bestias del profeta Daniel, que vimos en el capítulo 7, versículos 3 al 7.
La primera gran Bestia será la cabeza visible, aquel el que gobernará a este
reavivado Imperio Romano, que volverá a existir en forma de 10 reinos,
representados por sus diez cuernos. El imperio de los reinos y su gobernante,
la gran Bestia escarlata, recibirán fuerzas sobrenaturales de Satanás, el cual se
nos describió como el Gran Dragón, y la Serpiente antigua, en el capítulo 12 de
Apocalipsis.

La iglesia apóstata, la mujer ramera, es vista por Juan "sentada sobre una bestia escarlata",
este cuadro representa al reavivado Imperio Romano; "llena de nombres de
blasfemia", eso demostrará cuánto se ha apartado la religión, del Cristo
viviente. Continúa Juan diciendo "que tenía siete cabezas y diez cuernos", que
es la descripción de la primera gran Bestia que ya vimos en el capítulo 13. Por
un tiempo, la falsa iglesia dominará el imperio. Se sentirá en pleno estado de
gloria, llevando los símbolos de sus vastas riquezas y exhibiéndolas, como dice
el versículo 4: "estaba vestida de púrpura y escarlata". Ése era el color
predominante del imperialismo romano. Cada senador y cónsul de la época
llevaba una tira de color púrpura como un distintivo de su posición, color que
también ostentaban las vestimentas del emperador.

Sigue el versículo 4, "y adornada de oro, de piedras preciosas y de perla." Estos adornos
nos hablan de la belleza de un despliegue externo; pero, como los fariseos, por
dentro es corrupción e inmundicia. Materiales preciosos, genuinos, pero son
adornos exteriores, una imitación superficial de una fe genuina.

El Señor Jesucristo dijo en el evangelio según Mateo, capítulo 23, versículo 25: "¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de fuera del vaso y
del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia."

Juan continúa describiendo a esta mujer, la iglesia apóstata, idólatra y falsa: "y tenía en la
mano un cáliz de oro lleno de abominaciones" Esta es la intoxicación religiosa
de la anti-iglesia, -no contra el Anticristo-, sino contra la verdadera iglesia; será
una seudo religión falsa, un cristianismo falso de un evangelio falso, en
resumen, será un sistema engañoso. Ésta es la copa que embriagará al
mundo. Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda
la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones.
Esto cita lo leemos en el libro del profeta Jeremías, capítulo 51, versículo 7.
Continúa el versículo 5: y en su frente un nombre escrito, un misterio:
BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS
ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

Ahora, se la llama "un misterio: BABILONIA", debido a su origen. En el libro de Génesis,


capítulo 11, leemos sobre la Torre de Babel, y las absurdas intenciones de ese
pueblo de llegar con su edificación hasta el Cielo. Bajo el rey Nimrod, Babilonia
llegó a ser el origen y la cuna de todas las religiones falsas. Ahora,
aparentemente, el sueño de grandeza de Nimrod llegará a realizarse durante la
primera parte del período de la Gran Tribulación, porque la "iglesia cósmica,
universal, apóstata", dominará a la Gran Bestia. Ésta es la iglesia que dirá: "Yo
soy rica y tengo abundancia de cosas, y no tengo necesidad de nada". Cuando
estuvimos considerando las características de las "siete iglesias", en los
capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, dijimos que el perfil y el tipo de iglesia como la
de Filadelfia será la que Dios recogerá en el momento del arrebatamiento de la
Iglesia, antes del comienzo del período de la Gran Tribulación. Él le dijo a esa
iglesia: "Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre
el mundo entero". Esa hora, que es un período relativamente breve en la
historia de la Humanidad, es la referencia acerca del período de la Gran
Tribulación, "la prueba que ha de venir sobre el mundo entero".

La verdadera Iglesia no pasará por este período de prueba y tribulación. La verdadera


Iglesia será recogida milagrosamente. Todos sus miembros, fieles y
verdaderos, conjuntamente y en un instante, en lo que se llama "el
arrebatamiento", una asombrosa desaparición de todos aquellos que profesan
su fe en Jesucristo, serán llevados al Cielo, a la presencia de Jesucristo. Pero,
¿a quiénes recogerá Dios? No será a las diferentes iglesias, ni los grupos
eclesiales, sino la verdadera Iglesia de Jesucristo, que está formada por los
creyentes en Cristo, aquellos que han aceptado Su regalo de la salvación,
conquistado en la cruz; aquellos que han confesado ser pecadores, aceptaron
el perdón de Dios, y continúan en una relación personal con Jesucristo. Ése
será el grupo que Dios quitará de la Tierra, y el resto, una gran multitud de
supuestos miembros, de muchas iglesias, permanecerá en la Tierra y se
enfrentará a los terribles siete años que durará el período de la Tribulación.

El Dr. George Gill acostumbraba a decir que algunas iglesias continuarán funcionando el
domingo siguiente al "arrebatamiento", de la desaparición de millones de
personas en todo el mundo, como si nada hubiera pasado realmente. Hasta es
posible que después de ese asombroso evento, en muchas iglesias, no faltará
ninguno de sus miembros. Ese grupo pasará por el período de la Gran
Tribulación. Pero, debemos comprender que estos supuestos cristianos no
serán verdaderos creyentes. Ésta no será la verdadera iglesia del Señor
Jesucristo, y nunca será llamada Su Iglesia, la cual ya se halla en la presencia
de Dios, en el Cielo.

El Dr. Pentecost en su libro sobre "Las cosas que vendrán", escribe este comentario: "La
gran Bestia, que será dominada por el sistema de la Ramera (Apocalipsis
17:3), se levantará contra ella, y la destruirá completamente, a ella y a su
sistema. Sin duda alguna, el sistema de la ramera estará en competencia con
el sistema religioso de la gran Bestia, que será promocionado por el Falso
Profeta, y se llevará a cabo su destrucción, para que la Bestia sea el único
objetivo de la falsa adoración, en su aspiración en ser Dios". Hasta aquí, el
comentario del Dr. Pentecost.

Recordemos lo que mencionamos anteriormente, que se califica como "Babilonia" a un gran


sistema religioso y comercial. Babilonia será reedificada un día, como ya lo
leímos en los libros de los profetas Isaías y Jeremías, pero ambos sistemas
serán nuevamente aniquiladas, como veremos en los capítulos 17 y 18. La
Babilonia eclesiástica, que será la iglesia apóstata mundial, será destruida por
la gran Bestia, que es el Anticristo, gobernante de un nuevo orden mundial,
soberano sobre todos los imperios y reinos. La Babilonia comercial será
destruida al regresar Jesucristo en Su Segunda Venida. La Babilonia
eclesiástica, la iglesia mundial, será aborrecida por la Bestia, el Anticristo, quien
demandará la exclusividad de toda la gloria y adoración. La Babilonia comercial
será amada por el mundo. La Babilonia eclesiástica, la supuesta iglesia
mundial, será destruida al "comienzo" de los últimos tres años y medio de la
Gran Tribulación. Recordemos que este período durará siete años, y está
dividido en dos tiempos de tres años y medio cada uno. La Babilonia comercial
será destruida al "final" de la segunda mitad, de la Gran Tribulación. El profeta
Zacarías en el capítulo 5 de su libro mencionó algo también interesante al
respecto.

El cuadro que el apóstol Juan nos describe es aterrador. La ramera, o prostituta, cabalga,
sobre la Bestia Escarlata. La gran Bestia escarlata, el Imperio Romano que
parecía derrumbado hace muchos siglos, resurgirá, y se reagrupará por las
gestiones del gobernante que resultará ser el Anticristo. Creemos que con la
ayuda de esa iglesia falsa, apóstata, el Anticristo, al que entre todos los
pueblos del mundo levantarán como a un ansiado libertador, un mesías, él
controlará todos los sistemas y gobiernos del mundo. Esa falsa iglesia ayudará
activamente para extender la influencia de la gran Bestia, quien a su vez, usará
a la iglesia apóstata para controlar las masas; la supuesta iglesia se rendirá a
este arreglo por conveniencia política y su poder.

Estimado amigo, amiga oyente, en nuestros días se oyen con cierta frecuencia de que "en
realidad todos somos iguales, porque todos los caminos llevan a Dios, no
importa cómo le llamamos, o qué nombre tiene, todos somos peregrinos en
busca de La Verdad, y que nadie está en posesión de TODA LA VERDAD.
También hay quienes creen que uniéndose todos los que creemos en un único
Dios, todos juntos y unidos, seríamos una formidable fuerza espiritual,
convincente y visible, que podría cambiar y mejorar al mundo". Esta filosofía no
proviene de Dios, no está en el pensamiento de Dios unificar y reunir a todas
las personas de "buen corazón y buenas intenciones". Este sería el perfecto
patrón de la iglesia falsa que aparecerá. Será una paradoja que deslumbrará a
las multitudes "no pensantes"; ellas, las grandes masas quedarán bajo la
influencia de la gran Bestia que salió del mar, y de la gran Bestia que salió de la
tierra.

Estimado amigo, amiga oyente: cuando se rechaza lo genuino, entonces uno es un blanco
fácil para lo falso. Eso es lo que el apóstol Pablo le dice a los Tesalonicenses
en su Segunda Carta, capítulo 2, versículo 10: "por cuanto no recibieron el
amor de la verdad para ser salvos . . . sino que se complacieron en la
injusticia".

Leímos al comienzo el versículo 1 de este capítulo 17 de Apocalipsis, pero no lo hemos


comentado todavía: "Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las
siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia
contra la gran ramera". La copa de juicio será acercada a los labios de la
ramera, la iglesia apóstata, pero ¿quién será el que hará esto? ¿Quién la
destruirá? Será la misma Gran Bestia. El Anticristo, la primera gran Bestia, y su
secuaz, la segunda gran Bestia, el Falso Profeta, no tolerarán la existencia de
esa iglesia mundial, después de que ella sirvió a sus propósitos ocultos. El
Falso Profeta impulsará la adoración exclusiva del Anticristo, el gobernante
mundial, y no permitirá ningún tipo de competencia. La iglesia apóstata al
menos hablará algo sobre Dios, aunque mezclará muchas filosofías y
pensamientos ajenos al verdadero Evangelio, y no predicará una posible
salvación gratuita en la fe de Jesucristo.

El apóstol Juan escribió al comienzo del versículo 3, en este capítulo 17: "Y me llevó en el
Espíritu al desierto." Recordemos que Juan se encontraba en la isla de Patmos
y por el Espíritu le fue otorgado tener la visión del Cristo glorificado y recibir el
mensaje de Jesucristo a las siete iglesias. En el Espíritu, Juan fue llevado al
Cielo. Desde ese cuadro celestial que presenció, y que le fue ordenado escribir
todo lo que viera y oyera, desde entonces la escena cambió del Cielo, a la
Tierra. Juan nos escribe que estaba en el Espíritu. Ahora, ¿necesitaba él un
nuevo "ungimiento del Espíritu" para esta visión? Creemos que era así. ¿Es un
desierto literal? Bueno, amigo, amiga oyente, usted recordará que éste es un
capítulo en el cual se utilizan símbolos. Alrededor de Babilonia y de Roma
existía un desierto literal, que es como un área virgen, agreste, que ha sido
registrado en la historia. Babilonia debía llegar a ser un desierto, como
podemos leer en los capítulos 47 y 48 del profeta Isaías; y también los
capítulos 50 y 51 del profeta Jeremías.

El desierto en las afueras de Roma era llamado La Campiña. Creemos que el desierto
mencionado en este versículo, es literal. Pero también es una señal de la
condición caótica del mundo, provocada por la convulsión religiosa de
Babilonia. Y es una imitación sórdida de una religión genuina.

Vamos a continuar en nuestro próximo programa, pero deseamos dejar muy claro lo que
Dios ha desvelado y revelado sobre la próxima iglesia universal. Ésa no será
formada por creyentes que un día se acercaron a Jesucristo, pidiendo el
perdón de sus pecados y aceptando el perdón gratuito de Dios. A esta acción
se la llama "conversión a Dios", retornar y volverse a Dios. A partir de ese
momento Dios considera a ese pecador "un hijo redimido por la Gracia", por la
sangre de Jesucristo vertida en la cruz por cada uno de nosotros.

Apocalipsis 17

Versículos 3-18

Nos encontramos nuevamente, estimado amigo, amiga oyente para considerar algunos
temas de máxima importancia, acerca de ¡nuestro futuro, de su futuro! El
tiempo, nos parece, transcurre tan deprisa, porque tanto los adultos, los
jóvenes e incluso los niños, todos vivimos al ritmo acelerado y vertiginoso de
nuestra actualidad. Tanto es, que el muy conocido dicho, "el tiempo es oro" se
ha hecho una realidad comprensible, como nunca antes en la historia de
nuestro mundo.
A nuestro alrededor hay mucha inseguridad. La mayoría de las noticias, no son "buenas
noticias". ¿Qué nos deparará el futuro a nivel personal, hoy, mañana, dentro de
un año o diez? Algunas personas leen y confían en su horóscopo diario; otras
acuden a adivinos, a la bola de cristal, los posos del café, el peligroso tablero
de la uija, y tantos otros supuestos sistemas de información "paranormal", para
saber el qué, el cómo, el cuándo y el dónde, para tomar decisiones importantes
en sus vidas. Hoy vamos a continuar hablando de un tema fascinante, terrible y
sin embargo, también esperanzador. Continuaremos considerando las
profecías del libro de Apocalipsis, que desvelan el futuro de la Humanidad, y de
nuestro planeta Tierra. Le invitamos a prestar atención, por unos minutos, a
unos textos muy antiguos, pero de plena actualidad.

Habíamos llegado en el programa anterior al capítulo 17 del libro de Apocalipsis, y para


refrescar nuestra memoria, leeremos nuevamente los versículos 3 al 5 de este
capítulo 17 que dicen:
3
Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata
llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la
mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras
preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de
abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5 y en su frente un nombre
escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS
Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

Al regresar a este texto, vamos a resaltar varios detalles significativos de este pasaje. El
apóstol Juan, el autor de estas visiones proféticas, vio a una mujer sentada
sobre una bestia escarlata. Esa gran Bestia ha sido identificada en el capítulo
13 como el Anticristo, el que llegará a ser el gobernante y dictador mundial, y el
que logrará restaurar el antiguo Imperio Romano, un conjunto de 10 naciones.
Llegará al poder mundial de una manera asombrosa, con promesas que no
podrá cumplir; ofrecerá la paz mundial, la justicia universal, y todas las
naciones, fascinadas, atraídas por su carisma y simpatía personal, le apoyarán
en esta supuesta labor social y política. Pero, llegado al poder, el gobernante
se transformará. Será un dictador que perseguirá sola y exclusivamente sus
propios fines y beneficios, instaurando un régimen de terror, especialmente
contra aquellos que cuestionan su proceder.
Hemos visto anteriormente que la mujer en este texto representa un nuevo sistema religioso
universal, una única supuesta" iglesia" que será más una agrupación de
personas y entidades muy diversas, que nombrarán a Dios como "alguien",
pero no con los valores absolutos de Las Sagradas Escrituras. Tampoco
predicarán la salvación gratuita y eterna, ni el perdón de pecados por gracia y
fe en Jesucristo y en Su obra en la cruz. Esa "iglesia falsa" no mencionará que
todo hombre tiene que tomar una decisión a favor o en contra de Dios, que hay
una Eternidad con Dios, o sin Dios. Ese sistema religioso, mundial, establecerá
su centro en Roma, la ciudad sobre las siete colinas. Horacio escribió: "Los
dioses miran con favor sobre las siete colinas". Y Ovidio agregó: "Pero Roma
mira alrededor de todo el globo desde sus siete colinas; el asiento de su
imperio y el domicilio de los dioses". San Agustín, por su parte, lo expresó de la
siguiente manera: "Babilonia es una forma de Roma, y Roma es una Babilonia
postrera". La mujer ramera, que significa "prostituta", es aquí la representación
de un sistema religioso único y oficial que existirá durante la primera parte del
período de la Gran Tribulación. Recordemos, que, por los textos bíblicos que ya
vimos anteriormente, ese período de la Gran Tribulación serán siete años,
divididos en dos bloques de unos tres años y medio aproximadamente. Este
período comenzará a partir de un evento desconcertante: alrededor de todo el
planeta y en un mismo instante, desaparecerán millones de personas; ocurrirá,
y el desconcierto será tan grande, como incomprensible. Ese evento la Biblia lo
denomina "el arrebatamiento de la iglesia"; es decir que Dios quitará, de
manera sobrenatural, a aquellas personas que, a Sus ojos, son creyentes
auténticos y fieles a Jesucristo, a quién han aceptado, personalmente, en sus
corazones, como su único Salvador y Señor. No importará su procedencia o a
qué tipo de iglesia asistían. Dios los quitará, los salvará, para que no tengan
que padecer los siguientes siete años bajo el terror de los anunciados y
profetizados juicios justos, que irremisiblemente caerán sobre esta Tierra. La
llamada "iglesia apóstata" universal, comenzará a actuar como una iglesia
"sustituta" a partir de ese evento, y por tres años y medio, será el sistema
religioso que dominará y controlará al reavivado Imperio Romano. Más
adelante veremos que el dictador mundial, en el segundo período, que son los
últimos tres años y medio de la Gran Tribulación, será proclamado como única
autoridad política, pero también espiritual. Como a los antiguos emperadores,
se le adorará como un "mesías encarnado", como a una deidad. El versículo 5
que ya leímos, del capítulo 17 de Apocalipsis, dice:

. . . . un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS


ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

En el Antiguo Testamento, recordemos, concretamente en el libro de Génesis capítulo 11,


leímos como bajo el rey Nimrod se construyó la Torre de Babel, en un intento
de llegar al Cielo, para estar a la altura de Dios. Allí comenzó la confusión de
lenguas y la dispersión de la gente. Se la considera a Babilonia la cuna y la
fuente de toda religión falsa; la rebelde Babilonia representa en La Biblia, a
todos los credos y las prácticas antagonistas a cualquier cosa relacionada con
Dios, Sus leyes y mandamientos.

La "verdadera" Iglesia de Dios es un misterio que no fue revelado en los tiempos del Antiguo
Testamento. Y la "iglesia" que se menciona en este primer período de la Gran
Tribulación, en Apocalipsis 17, en ningún momento fue llamada "iglesia" en el
Nuevo Testamento. Se la denomina con un término que ilustra su práctica
seudo-religiosa: es llamada ? una ramera, una prostituta, porque se prestará a
alianzas y acuerdos con los poderes políticos y fácticos, incorporando filosofías
y prácticas totalmente contrarias a las leyes éticas, morales y espirituales,
diseñados por el Creador. Porque, recordemos, la "verdadera" Iglesia ya ha
dejado la Tierra, ya se encuentra en el Cielo, en la presencia de Dios. Una
buena pregunta es: y ¿qué sucederá a aquellos que aparentaban ser
cristianos, y hasta eran miembros de alguna iglesia cristiana, pero que fueron
"dejados atrás"? Lo hemos comentado anteriormente: según La Palabra de
Dios, todos los que quedaron en la Tierra y no fueron llevados por Dios al Cielo,
en el "arrebatamiento de la Iglesia", ellos sufrirán el período de la Gran
Tribulación. El sistema religioso, que se llamará a sí mismo "la iglesia global,
universal" continuará unos tres años y medio; al principio actuará bajo la
benevolencia del dictador mundial, pero en el segundo período, durante los
últimos tres años y medio de la Gran Tribulación, también será perseguida, y
martirizados aquellos que no aceptarán la auto-proclamada deidad del
Anticristo. Esa iglesia apóstata, la "anti-iglesia" será la antítesis de la
"verdadera Iglesia", la cual es la esposa de Jesucristo. Es el misterio Babilonia,
porque así ha sido denominada, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS
ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

El apóstol Pablo nos dice en su Segunda Epístola a los Tesalonicenses, capítulo 2, versículo
7: "Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al
presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio."
Continuamos con el versículo 6 de este capítulo 17 de Apocalipsis, leemos:
6
Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y
cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.

Esta es la primera vez que Juan, el autor emite un observación tan personal: se siente
verdaderamente asombrado. Él había observado muchas escenas terribles,
dramáticas, pero también asombrosas y sobrecogedoras. Vio las maravillas del
Cielo, escuchó el canto y la música de millones que adoraban y alababan al
Señor Jesucristo, como el Redentor, el Salvador y el Señor, pero también vio
las devastadoras plagas, enfermedades, terremotos, la destrucción y demás
juicios, caer sobre la Tierra, pero ahora expresa su gran asombro. Esa
organización que se denominará a sí misma "iglesia" mundial, universal, es
calificada por Dios como apóstata, promiscua y totalmente alejada de Su
Palabra, de los mandamientos y leyes de Dios. Recordemos que será un
sistema compuesto por muchas religiones. Esta seudo iglesia estará como
"ebria" por el poder y el dominio que ha adquirido en poco tiempo sobre toda la
Tierra, causará mucho sufrimiento, hará pasar a los que acepten a Jesucristo
como su Salvador por una durísima persecución diabólica, e incluso inducirá al
martirio a aquellos santos. Esa será la sangre de los mártires de Jesucristo
derramada durante ese período, escribe el apóstol Juan. Habrá muchas
personas que buscarán "el camino, la verdad y la vida", en ese caótico período
de la Tribulación; muchas clamarán a Dios, pero se encontrarán con que
tendrán que ir a Jesucristo primeramente, "porque nadie puede ir al Padre, sino
por mí", dijo el Señor Jesús, en el evangelio de Juan, capítulo 14, versículo 6.
Muchos "casi-creyentes", y otros, que no se dejarán cegar por las promesas y
propuestas del Anticristo y de esa seudo-iglesia universal, recibirán el perdón
de sus pecados, y aceptarán el regalo de la salvación eterna; serán hechos
hijos de Dios, a pesar de los peligros y privaciones a los que se expondrán, por
su fe en Jesucristo.
Al diferenciar el apóstol Juan "la sangre de los santos", de "la sangre de los mártires de
Jesús" creemos que se refiere a los santos de los tiempos del Antiguo
Testamento, y los mártires de Jesús, a los santos del Nuevo Testamento. Esto
indica que el término "Babilonia" implica más que un solo credo o fe; es una
amalgama, la suma de todas las religiones reunidas, que será la religión oficial
de aquellos "dejados atrás", al producirse "el arrebatamiento" de los creyentes
fieles en Jesucristo. Babilonia fue la cuna de idolatría, fue donde comenzó a
construirse la Torre de Babel; todo ese reino fue antagónico contra Dios, y el
pueblo judío, el pueblo de Dios fueron llevados allí en cautiverio, como
esclavos; toda la historia del profeta de Daniel transcurrió en Babilonia, donde
Dios le salvó reiteradas veces, como también a sus tres amigos que no
quisieron adorar a la estatua del rey Nabucodonosor. Continúa Juan su relato
en el versículo 7:
7
Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia
que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos.

Hasta ese momento, el apóstol Juan había observado con más detenimiento a la mujer, a la
gran ramera, que es figura de la iglesia universal, pero ahora el ángel le dará la
explicación sobre la gran Bestia. Veamos ahora lo que nos dicen los versículos
8 al 10 de este capítulo 17 de Apocalipsis:
8
La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los
moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la
fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que
era y no es, y será. 9Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete
10
cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete
reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando
venga, es necesario que dure breve tiempo.

Veremos estos tres tiempos aquí mencionados: la bestia que era, habla del pasado histórico
del Imperio Romano; y no es, se refiere a la condición actual de aquel imperio
fragmentado que ha sido desparramado por las naciones de Europa. "Y está
para subir del abismo", esto indica que volverá a resurgir el Imperio Romano,
instigado y fomentado por el gobernante mundial, quien recibirá una fortaleza
sobrenatural de Satanás, el dragón, o la serpiente antigua, mencionada en el
capítulo 12. Muchos personajes históricos intentaron reunir las piezas de ese
poderoso impero; Carlomagno, Napoleón, Hitler y Mussolini, entre ellos. La
gran Bestia, el Anticristo, lo conseguirá.

Ahora, cuando dice: "La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir
a perdición . . . e ir a perdición" indica la subsiguiente destrucción del Imperio
Romano por la próxima venida de Cristo. La reaparición del Imperio Romano
con gran poder, ganará la admiración del mundo. Las naciones respetarán y
adorarán al Anticristo por su brillantez. Los santos de Dios, que sobrevivirán en
esos días, tendrán la mente del Espíritu Santo, y una comprensión profunda de
las verdades espirituales. Juan escribió en su primera epístola, capítulo 2,
versículo 27: "Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en
vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción
misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella
os ha enseñado, permaneced en él."

La mención de siete reyes. Cinco de ellos han caído es interpretada por algunos eruditos
excelentes, como lo son Newell y Govett, como cinco personajes gobernantes,
y presentan la siguiente lista: "Julio César, fue asesinado. Tiberio fue
envenenado, o ahogado. Calígula, asesinado. Claudio, envenenado, y Nerón
se suicidó. Esos son los cinco reyes y la mención de: "uno es", se cree que es
una referencia al emperador Domiciano, vivo en la época de Juan, pero
asesinado unos años más tarde. "Y el otro aún no ha venido"; esto sería el
gobierno del futuro Anticristo."

Otros expositores bíblicos dicen que los reyes representan a grandes potencias mundiales:
Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma y el futuro Imperio Romano
reavivado.

Continuemos leyendo los versículos 11 al 14 de este capítulo 17 de Apocalipsis:


11
La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la
perdición. 12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han
recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente
con la bestia. 13Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su
autoridad a la bestia. 14Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá,
porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son
llamados y elegidos y fieles.

Juan escucha la explicación del ángel: "Es también el octavo, y es de entre los siete." Esto
relaciona al Anticristo con el regreso del restaurado Imperio Romano. Es la
octava cabeza en estos siete, pero aun así es uno de los siete, al restaurar la
última forma de gobierno a Roma. "Los diez cuernos", lo mencionamos
anteriormente, serán diez naciones, y son los mismos que describe el profeta
Daniel, en el capítulo 7, versículo 7.

La Bestia generalmente significa el Imperio Romano, pero también es la última, o la octava


cabeza, es decir, el emperador, como persona, como individuo, a aquel que
será el Anticristo. Cuando él llegue al poder, ya lo vimos en las profecías de
Daniel, capítulo 7, el Anticristo, el pequeño cuerno, dominará a tres cuernos, es
decir, a tres reyes.

Leamos los versículos 15 al 18 de este capítulo 17 de Apocalipsis:


15
Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos,
16
muchedumbres, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la
bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y
17
devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en
sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a
18
la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. Y la mujer que has
visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.

La ramera, este gran sistema religioso que dominará con mucho poder sobre los pueblos,
muchedumbres, naciones y lenguas durante los primeros tres años y medio de
la Tribulación, caerá en desgracia, y poco a poco, será aborrecida, relegada y
desprovista de su autoridad por el Anticristo y los reyes;

Los diez cuernos, que representan a los diez reyes, y que gobernarán sobre las diferentes
divisiones del Imperio Romano, ellos entregarán sus reinos a la Bestia. Este
hecho solidificará al reavivado Imperio Romano y le permitirá a la Bestia, el
carismático líder prometedor de paz, estabilidad y justicia, es decir, el Anticristo,
elevarse a sí mismo como un dictador mundial. Por un período el Anticristo
estará dispuesto, por conveniencia, a compartir su lugar de poder y exaltación
con "la ramera", la iglesia universal, ese conglomerado de filosofías,
pensamientos y prácticas que reunirá a todas las religiones y sectas bajo su
auspicio. Los diez reyes se unirán al Anticristo para destruir el poder de esta
"iglesia. El Anticristo no sólo quebrantará su pacto con Israel, sino que también
romperá su relación con la iglesia apóstata de una forma violenta y cruel.

La falsa iglesia será destruida por el Anticristo. En esto, el Anticristo y sus diez aliados
cumplirán las profecías de la Palabra de Dios. Dios, muchas veces ha permitido
que sus enemigos ocupen una posición que al final impulsará Sus propósitos y
proyectos, cumpliendo así Su perfecto plan en la historia de la Humanidad. El
profeta Isaías, en el capítulo 10 nos ofrece un claro ejemplo de cómo Dios usó
a los asirios, para cumplir Su propósito. De la misma manera, el emperador
César Augusto dictó la ley de empadronamiento para recaudar los impuestos,
que obligó a la virgen María y a José a viajar hasta la pequeña aldea de Belén,
para que se cumpliesen las profecías de la Escritura.

Eliminado el sistema religioso de la falsa iglesia apóstata, el camino quedará libre, y con la
ayuda de su Falso Profeta, el Anticristo logrará ser aclamado y adorado en todo
el mundo.

El final de la iglesia apóstata será terrible, pero justo. Sin embargo, esto no mejorará la
situación espiritual, porque entonces comenzará el período más tenebroso para
la historia del mundo; el reino mundial y la religión del Anticristo serán la hora
más oscura que la Tierra haya conocido jamás.

Vamos a detenernos aquí por hoy, y continuaremos con este mismo interesante tema en
nuestro próximo estudio, al cual le invitamos muy cordialmente. ¡Que Dios
bendiga Su Palabra, y la haga florecer, en cada corazón que busca el camino,
la verdad, y la vida

Apocalipsis 18

Versículos 1-8

Es un placer volver a encontrarnos, estimado amigo, amiga oyente, para contemplar juntos,
las profecías sobre el futuro de este maravilloso, sufrido, y tan castigado mundo
nuestro, que llamamos Tierra. Todos los días escuchamos nuevos informes
sobre el deterioro y el desgaste que sufre nuestro planeta. Científicos,
investigadores y especialistas alertan y auguran, con estadísticas, cifras y
cálculos un mañana difícil para la vida sobre el globo terráqueo, por el mal uso,
indiscriminado e irresponsable, que hacemos de sus limitados recursos. Los
múltiples intereses creados aceleran el proceso ya irreversible de destrucción
de medios y materias primas. La ciencia no podrá suplir, ni frenar, esta carrera
hacia los grandes cambios que las próximas generaciones tendrán que
enfrentar.

Ésta es sólo una parte de la realidad que debemos enfrentar el género humano. Hay otra
realidad que ha sido revelada hace muchos siglos atrás por el Creador de
nuestro planeta, Aquel que lo ha puesto en la órbita adecuada para la
supervivencia de la vida. Las profecías que Dios reveló a la Humanidad han
sido reunidas en las Sagradas Escrituras, la Biblia, en las que el Creador
advierte de las consecuencias de nuestras decisiones y acciones. El libro que
estudiamos en "La Fuente de la Vida", la Palabra de Dios, es el compendio de
los mensajes de Dios, llenos de Amor y compasión por Su Creación, cada vez
más alejada e indiferente a Sus mandamientos y leyes. Dios es Amor, pero
también es Justicia y Verdad, como nos revela el último libro de La Biblia, el
Apocalipsis. Aquellos estimados amigos oyentes que habitualmente siguen este
programa han visto como Dios reitera, con absoluta fidelidad, Su preocupación
por Sus hijos, los que han aceptado a Su Hijo Jesucristo como el único
Mediador, y el único Salvador. Los que ya hemos aceptado el regalo del perdón
de nuestros pecados, por el sacrificio de Jesucristo en la cruz, sabemos que Él
nos guarda, cuida, protege, nos guía y alienta en todo momento.

Al estudiar las revelaciones de Dios sobre los últimos tiempos que este mundo tendrá que
enfrentar, hemos visto que Dios quitará, o "arrebatara" de forma sobrenatural a
todos los que somos Sus hijos, que formamos la verdadera Iglesia a los ojos de
Dios. No pasaremos las calamidades y terrores, ni las plagas apocalípticas que
en un futuro este planeta sufrirá. La fecha, Dios no la ha revelado, pero al
apóstol Juan, autor de este libro, le fueron dados visiones extraordinarias para
que escribiera todo lo que veía y oía, y así registrar el orden cronológico de
estos acontecimientos, para que estemos atentos y alertas a los
acontecimientos.
Continuamos entonces, estimado amigo, amiga oyente, con la lectura del capítulo 18 de
Apocalipsis. En el capítulo anterior vimos el final de un seudo- cristianismo que
llegará a integrarse en un sistema religioso universal en el cual confluirán todas
las creencias, religiones y sectas apóstata, representadas en una mal llamada
"iglesia" universal, global. Después de tres años y medio, con gloria y un
creciente poder, esa "iglesia" será perseguida y destruida por los reyes de la
Tierra, bajo el mandato dictatorial del único gobernante mundial que habrá
llegado también de forma asombrosa al poder sobre todas las naciones de la
Tierra.

En el capítulo 17 vimos la destrucción del poder religioso, al que se le llama "Babilonia" por
las implicaciones que tiene su nombre. Babilonia no es sólo una ciudad o un
territorio; por su significado en la historia de la Humanidad, también es una
filosofía y una manera de ser y actuar. Fue la cuna donde nacieron las
religiones más antagónicas y rebeldes a Dios. En la Biblia es la ciudad más
nombrada, después de Jerusalén. Babilonia es el símbolo de poder, tanto
religioso, como político comercial. El poder religioso de esa anti-iglesia,
apóstata e infiel a todos los preceptos de Dios, será destruido en medio de ese
período llamado la Tribulación, en el capítulo 17. Creemos que la sede de ese
poder religioso podría ser la ciudad de Roma, edificada sobre las famosas siete
colinas.

La Babilonia religiosa y la Babilonia política comercial, no serán una misma organización o


entidad, ni son una misma ciudad. Cuando la Babilonia religiosa, representada
en esa supuesta iglesia universal sea destruida, el centro seudo religioso
llegará a ser la ciudad de Jerusalén, porque en ese lugar colocará el Falso
Profeta la imagen del Anticristo, para ser venerada y adorada, como el mesías.

Ahora, la Babilonia política comercial será la antigua Babilonia reedificada como la capital
comercial del mundo. Desde allí regirá el único gobernante mundial su imperio
que abarca a toda la Tierra. Este supuesto "salvador de la Humanidad", que
prometerá traer la paz y la justicia al mundo, por el poder que le entregarán los
reyes y gobernantes de las naciones, se transformará en un cruel déspota. Es
interesante notar que toda la gran zona del Oriente medio concentra un poder
inmenso, por sus yacimientos petrolíferos. Ése recurso poderoso se traduce
también en una riqueza comercial inmensa que controla los precios de la
mayoría de los artículos básicos del mundo. No hace falta mucha imaginación
para pensar que Babilonia podría ser reconstruida, para llegar a ser el gran
centro comercial de todo el mundo.

En una ocasión, un periodista judío preguntó al ministro de Turismo de esa nación en una
rueda de prensa: "¿Cómo es que todos los países que rodean a Israel tienen
petróleo, pero Israel no lo tiene?" Y la respuesta fue: "Dios le dio a los árabes el
petróleo, y a nosotros, los judíos, la Biblia. ¿Quiere usted cambiarlos? Dios no
lo permita. El petróleo se acabará un día, pero la Biblia permanecerá para
siempre."

Ha habido cierta diferencia de opinión entre los estudiosos bíblicos sobre si la Babilonia
antigua será reedificada. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon
McGee opinó: "Por muchos años tomé la postura de que no sería reedificada
en el sentido literal. Pero ahora creo que sí lo será. Isaías, capítulo 13,
versículos 19 al 22, nos habla del hecho de que la Babilonia antigua será
reedificada y destruida, y esa destrucción se menciona en el capítulo 18 de
Apocalipsis. No creo, sin embargo, que sea reedificada en el mismo lugar,
porque el río Éufrates ha desplazado su cauce unos 20 kilómetros alejados de
la antigua ciudad". Hasta aquí el comentario del Dr. McGee.

Comencemos ahora con este capítulo 18 de Apocalipsis. En los primeros 8 versículos,


veremos el anuncio de la caída de la Babilonia comercial y política. Leamos el
versículo 1:
1
Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue
alumbrada con su gloria.

Aquí tenemos otra vez esta declaración interesante de Juan: "después de esto". En griego
es "meta-tauta". Ya hemos dejado atrás la serie de los diversos grupos de los
conjuntos de los "sietes". Hemos estudiado ya en anteriores programas: los 7
sellos, las 7 trompetas, los 7 personajes, y las 7 copas de la ira. Nos estamos
acercando al final de los siete años de la gran Tribulación.

Juan continúa siendo un espectador que tiene que registrar lo que ve. Él dice: "Vi a otro
ángel". Eso nos hace regresar al capítulo 14, donde se mencionó una serie de
6 ángeles con la sola identificación de "otro ángel". Éste, ahora, es un
mensajero celestial, sobrenatural, de Dios, sin rostro y sin nombre, con la única
excepción que este ángel tiene gran autoridad. Esto indica que este ángel era
superior en rango a los otros ángeles, y él es el portavoz de un mensaje de
gran importancia. Se nos dice aquí que "la tierra fue alumbrada con su gloria"
que destaca la relevancia y categoría de este ángel. El versículo 2 dice:
2
Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho
habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda
ave inmunda y aborrecible.

Hubo un anuncio preliminar de la caída de Babilonia en el capítulo 14, versículo 8, pero el


ángel que tenemos aquí tiene mayor autoridad que el ángel del primer anuncio.
El anuncio es: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia." En el idioma griego existe
un tiempo que expresa lo que sucederá en el futuro como si ya hubiese
sucedido, y ese tiempo se emplea aquí. Cuando Dios dice que algo va a
suceder, es como si ya hubiera sucedido, porque así será.

Ésta es la realidad del plan y el calendario de Dios. Es como si ya todo hubiese tenido lugar,
porque Él conoce el fin, desde su mismo principio. Babilonia será el gran centro
político comercial del mundo, y será destruida. Dice: "Se ha hecho habitación
de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave
inmunda aborrecible."

Esto nos indica que aquí, en este lugar serán encarcelados, aprisionados, los demonios del
mundo espiritual y las aves inmundas del mundo físico durante el Milenio, el
Reino de los mil años del Señor Jesucristo sobre la Tierra. Los profetas Isaías y
Jeremías también confirman este suceso, en Isaías, capítulo 13, versículos 19
y 22; y Jeremías, capítulo 50, versículos 38 al 40.

Estas profecías de Isaías y Jeremías encontrarán cumplimiento final en la destrucción


general de Babilonia, en el capítulo 18 de Apocalipsis. Si esto será así,
entonces no hay ninguna profecía contraria para que Babilonia llegue a ser
reedificada literalmente. Babilonia será la sede de los demonios, como ya fue
un lugar de rebelión contra Dios, a través de los siglos. Continuemos con el
versículo 3 de este capítulo 18 de Apocalipsis, dice:
3
Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la
tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido
de la potencia de sus deleites.

Éste será el juicio de Dios contra los grandes multi mega negocios, que sin escrúpulos,
controlan los mercados mundiales, ignorando la ética y la moral, las normas y
los códigos de las leyes, todo en beneficio propio. Con sus cálculos y frialdad
comercial, ajenos a las necesidades de la gran parte de la Humanidad, la única
meta será el enriquecimiento de unos pocos. Este proceder es claramente
contrario a las leyes y mandamientos de Dios, que premia, incluso, el ofrecer
un vaso de agua, dado con el corazón. Ese poder económico sólo será posible
por pactos y alianza vergonzosas con el gobierno de la única autoridad
mundial, el Anticristo, ese fascinante personaje que embaucará a todos, pero
que se transformará en un peligroso, vengativo y cruel dictador.

La palabra "mercaderes, no es una referencia a los productores o fabricantes, sino aquellos


que son los intermediarios, los que buscan un gran beneficio económico, que
están involucrados en los negocio para obtener grandes cantidades dinero. Y
Dios juzgará al comercialismo degradante, que no acata los parámetros legales
y se lucra de los débiles. Ahora, el versículo 4 de este capítulo 18 de
Apocalipsis, dice:
4
Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes
de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;

Este versículo revela que el pueblo de Dios estará en el mundo hasta el mismo final. Aquí
no se habla de la Iglesia, que ya ha sido removida, "arrebatada" de este
mundo, antes de la Gran Tribulación. Pero Dios contará con fieles creyentes en
Jesucristo también en este terrible período. Ellos lograrán sobrevivir a estos
años de durísimas pruebas y juicios que caerán sobre la Tierra. Recordemos
que en el capítulo 7 de este libro de Apocalipsis, Juan nos describió como
fueron sellados los 144.000 judíos, de las 12 tribus, y ellos, todos, "sin faltar
ninguno", llegarán al final de la gran Tribulación. Dios es fiel, y no quiere que
nadie se pierda, como lo enseñó el Señor Jesucristo en la parábola del pastor
que tenía 100 ovejas. Al faltarle una, no se conformó con las 99 restantes. Él
salió a buscar aquella oveja que se había perdido, para tener completo su redil.
El que ahora está hablando en este versículo es el Hijo de Dios y Él está llamando a Su
pueblo para que salgan de esa ciudad antes del juicio que caerá sobre ella.
"Salid de ella, pueblo mío." Esto significa una separación física, como aquella
que experimentó Lot, el sobrino de Abraham, cuando fue advertido por los
mensajeros de Dios que debía salir de la ciudad Sodoma para escapar del
castigo del fuego consumador. De la misma manera ahora, Jesucristo advierte
a los fieles creyentes para evitarles el próximo castigo que esa ciudad de
Babilonia sufrirá. Reiteradas veces encontramos en las Sagradas Escrituras
que Dios tiene misericordia de Su pueblo, y envía mensajes de advertencia y
avisos para que se salven a tiempo.

Pero esta es una doble advertencia. Ellos, los creyentes no debían tener ninguna comunión,
no debían mezclarse con los pecados de Babilonia; y debían huir de ella, antes
que tenga lugar el juicio.

Creemos que este texto tiene una aplicación muy pertinente también para nosotros. Esto
debe servirnos de advertencia, no porque Dios no salvará aquellos que Le
pertenecen, sino porque Él quiere que nosotros vivamos de acuerdo a Su
voluntad, separados, apartados de aquellas cosas que nos pueden apartar de
Él. No debemos complacer a nuestra vieja naturaleza, sino que los hijos de
Dios debemos andar por el Espíritu, y lleno del mismo. Si los creyentes no
enfrentamos y confrontamos el pecado, nuestros pecados en nuestra propia
vida, confesándolos al Señor Jesús, y renunciando al mismo, Él los juzgará
ahora, o cuando nos tengamos que presentar ante el Tribunal de Cristo. Dios
nos da ahora la oportunidad para juzgar, renunciar y confesar nuestro pecado.
El apóstol Pablo dice en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 11,
versículo 31: "Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos
juzgados." ¿Cómo podemos juzgar nuestro propio pecado? Bueno, el apóstol
Juan en su primera epístola, capítulo 1, versículo 9, dice: "Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad."

Y "confesar", significa ver el pecado desde el punto de vista de Dios. Amigo, amiga oyente,
damos tantas excusas por nuestros pecados. Hasta que usted y yo estemos
dispuestos a llamarle "pecado", no hemos hecho una confesión sincera.
Personalmente, espero tener todas mis cuentas arregladas aquí en la Tierra,
porque si Dios no nos disciplina inmediatamente, esto no quiere decir que nos
está dejando salir "con la nuestra". Nadie, es un hijo de Dios, si se sale con la
suya. Es mejor arrepentirse, sinceramente, de corazón, antes que sufrir el juicio
de Dios. Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 18 de Apocalipsis:
5
porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.

Babilonia tiene una historia muy larga de pecados acumulados. Es una de las ciudades más
antiguas en la historia de la Humanidad, y con excepción de Jerusalén, es
mencionada más que cualquier otra ciudad en la Biblia. Y en el versículo 6,
leemos:
6
Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que
ella preparó bebida, preparadle a ella el doble.

Ésta es verdadera justicia divina. El juicio de Dios puede demorarse, pero siempre llega. La
copa de maldad de Babilonia, de sus muchos pecados, ha llegado a llenarse
hasta su borde. Dios es justo y recto en lo que hace, como lo dice el Salmo
137. Ahora, leamos el siguiente versículo 7 de este capítulo 18 de Apocalipsis:
7
Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto;
porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no
veré llanto;

La asombrosa prosperidad de Babilonia llegará a enceguecer a todos los que en ella


habitarán, y no entenderán que han traspasado todos los límites posible. El
comercio será muy activo; en el mercado de valores, se comprará y se venderá
hasta el mismo momento del juicio. El lujo, la arrogancia, el orgullo, el pecado,
y el auto-engaño, caracterizará el espíritu de esta ciudad impía. Creerán que la
paz mundial está a la vista, y el optimismo será el espíritu del día. Sólo los
profetas habrán presentado una advertencia, pero éstos habrán sido acallados
y aislados. En el Antiguo Testamento vimos la historia de Noé, quien clamó y
advirtió del casi inminente juicio de Dios quien, en forma de Diluvio, al final
castigó a todos los que no se arrepintieron de sus pecados. Y en el versículo 8,
leemos:
8
por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada
con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.
Esto nos indica que Babilonia sufrirá una destrucción repentina, y que será por medio de
fuego. Su pena y dolor será tan grande que el llanto será considerado como
una plaga más, junto con la muerte y el hambre. La muerte, el llanto y el
hambre son tres de los jinetes que pisotearán verdaderamente a Babilonia. La
destrucción será total y final. En las Escrituras, ésta es la primera ciudad de
importancia, con una larga trayectoria, llena de eventos históricos, pero
pecaminosa en extremo, verá su fin por el juicio de Dios que caerá sobre ella.

"Porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga." Dios será quien la destruya, porque Él es
el único que puede hacerlo. Y Él lo hará, creemos, para que Cristo regrese en
Su Segunda Venida a la Tierra. El profeta Isaías expresó en el capítulo 63,
versículos 1 al 4 de su libro, lo siguiente: "¿Quién es éste que viene de Edom,
de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste hermoso en su vestido, que marcha en la
grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por
qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado
yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los
hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas,
porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha
llegado."

En Su Segunda Venida, Cristo será visto como procedente de Edom, con sus vestiduras
salpicados de sangre. Creemos que Él pasará primeramente por Babilonia, y
ejecutará Su juicio contra esa ciudad impía. Hablaremos de la Segunda Venida
del Señor Jesucristo cuando lleguemos al capítulo siguiente de Apocalipsis, el
capítulo 19. ¿Cuál será la reacción a la destrucción de esa gran ciudad?
Bueno, habrá gran angustia en el mundo. Pero también veremos el regocijo
que habrá en el Cielo a causa del juicio de Babilonia.

Apocalipsis 18

Versículos 9-24

Bienvenidos, muy estimados amigos oyentes y compañeros de viaje "a través de la Biblia", y
a todos aquellos que nos escuchan por primera vez. Continuamos nuestro
estudio de las profecías del último libro, de Apocalipsis, y retomaremos hoy la
lectura en el capítulo 18, en el cual vemos el juicio de Dios contra la ciudad
llamada Babilonia, capital económica, comercial y política del imperio de aquel
que será el dictador que controlará y gobernará todas las naciones del mundo,
el Anticristo, o también llamado "la gran Bestia", el gran Dragón. Muchos
estudiosos creen que su brazo derecho, al que se le denomina "el Falso
Profeta", tendrá su base de operaciones en la ciudad de Jerusalén, donde
colocará la imagen del Anticristo para ser venerada y adorada por todos los
habitantes del mundo.

Babilonia será reconstruida por el Anticristo a orillas del río Éufrates, pero más tarde, como
veremos, Dios la destruirá; allí es donde, según historiadores y arqueólogos,
comenzó la civilización, y donde, según la Biblia, se edificó la Torre de Babel.
Babilonia llegó a ser una importantísima ciudad en la antigüedad, hasta ella
fueron llevados los judíos en cautividad, y en esa ciudad vivieron retenidos, el
profeta Daniel y sus amigos. Es la ciudad más nombrada después de Jerusalén
y se le atribuye ser la cuna de las religiones paganas, y demás extravagancias
religiosas. En nuestro programa anterior ya vimos cómo un juicio divino
destruirá esta importantísima ciudad. Leamos ahora los versículos 9 y 10 de
este capítulo 18 de Apocalipsis para comprender la angustia que se apoderará
del mundo a causa del juicio y destrucción de Babilonia:
9
Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán
y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su
incendio, 10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de
la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!

Como acabamos de leer, los líderes políticos del mundo llorarán por la pérdida de la
espléndida nueva capital mundial. Este suceso marcará la hora final del imperio
del Anticristo, y con él, la pérdida de poder de todo su sistema. Recordemos
que el Anticristo será un dictador mundial quien con perfecto engaño fascinará
a los gobernantes con promesas de paz universal y bienestar para todos. El
mundo entero se postrará a sus pies; será adorado y venerado por todas las
naciones. El centro neurálgico de su imperio del mal será, precisamente, la
ciudad de Babilonia; un centro de influencias políticas y económicas. Nadie en
su sano juicio habría pensado que semejante bastión mundial de poder pudiera
ser atacado, y mucho menos, destruido. Pero así será: el juicio divino sobre la
ciudad reducirá en instantes sus edificios, instituciones, funcionarios y
habitantes a un puñado de cenizas. Al final del día, Babilonia no será más que
escombros, humo y polvo. Cuando la notica se propague, el mundo quedará
conmocionado, entrará en estado de shock y se llenará de lamentos.

Como usted recordará, en el capítulo 17 leímos que los reyes de la Tierra odiarán al sistema
seudo-religioso de esa "iglesia universal apóstata" que se creará a partir de la
"salida de los creyentes", del "arrebatamiento" de los cristianos fieles que Dios
sacará sobrenaturalmente de esta Tierra, antes de dar comienzo al período "de
la Tribulación". El Anticristo perseguirá a esa seudo-iglesia, y la eliminará, con
la ayuda de los demás gobernantes territoriales, para ser adorado como el
mesías y el salvador del mundo, sin impedimento, ni oposición alguna.

Ahora, en el capítulo 18 vimos, en cambio, cómo los reyes o gobernantes de la Tierra


amarán a Babilonia, porque, gracias a ella, aumentaron y multiplicaron sus
propias riquezas y tesoros. En realidad, aquí se denomina a este acto de
materialismo desenfrenado, como "fornicación". Y no resulta difícil imaginarse
cómo en la sede del comercio mundial todas las compañías importantes
tendrán sus propias delegaciones; los gobiernos, sus sedes diplomáticas y los
lobbies, sus especialistas en tráfico de influencias.

El texto bíblico, además, detalla que la destrucción acontecerá "en una sola hora". Para
tener una idea más aproximada de cómo esta noticia afectará a la Humanidad,
leamos los versículos 11 hasta la primera parte del versículo 17 de este
capítulo 18 de Apocalipsis:
11
Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno
compra más sus mercaderías; 12 mercadería de oro, de plata, de piedras
preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda
madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa,
13
de cobre, de hierro y de mármol; y canela, especias aromáticas, incienso,
mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y
14
carros, y esclavos, almas de hombres. Los frutos codiciados por tu alma se
apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y
nunca más las hallarás. 15 Los mercaderes de estas cosas, que se han
enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento,
llorando y lamentando, 16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba
vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de
17a
piedras preciosas y de perlas! Porque en una hora han sido consumidas
tantas riquezas.

Al leer estos versículos tenemos la sensación de habernos trasladado de la narración de un


profeta religioso del siglo I, el Apóstol Juan, a cualquiera de los numerosísimos
centros comerciales que pueblan nuestras grandes ciudades. Paseando por
sus inmensas instalaciones, admirando sus atractivos escaparates, sus luces,
el bombardeo de estímulos y reclamos publicitarios, casi todo lo que el hombre
pueda desear, allí lo puede encontrar. Productos de una sociedad acomodada y
anestesiada contra la pobreza. Todos los artículos mencionados por Juan en su
lista eran productos de gran valor y precio en aquella época. Analicemos ahora
en detalle el versículo 11 de este capítulo 18 de Apocalipsis, que dice así:
11
Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno
compra más sus mercaderías;

Los lamentos de reyes y comerciantes deberían leerse en paralelo al lamento sobre la


ciudad de Tiro, la capital de los Fenicios, en el libro del profeta Ezequiel, en su
capítulo 26, dado que ambos tienen mucho en común. La tristeza de los
comerciantes será puramente egoísta. Todo su lamento se producirá por la
desaparición de un mercado del cual sacaban enormes beneficios. A partir de
este versículo, Juan nos detalla algunos de estos lujosos productos:
Mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas. En la época de
Juan había en Roma una auténtica pasión por la plata que llegaba de España.
Había un desaforado gusto por las piedras preciosas y las perlas.

Lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata: El lino fino procedía de Egipto; era la tela de las
vestiduras de los reyes y sacerdotes. Era extremadamente caro, al igual que la
púrpura, que era mucho más roja que la moderna. El tinte de la púrpura se
obtenía de un molusco, del cual sólo se podía extraer una gota. El historiador
Plinio nos dice que por aquel entonces, había en Roma una "manía apasionada
por la púrpura". La seda, procedente de la lejana China, tenía también un
precio incalculable. Juan también nos relata más objetos de lujo, tales como:
toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera
preciosa, de cobre, de hierro y de mármol. Más artículos mencionados por
Juan: Y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano. La canela, por
ejemplo, era un artículo de lujo procedente de la India que alcanzaba en Roma
precios fabulosos. Juan sigue añadiendo: vino, aceite, flor de harina, trigo,
bestias, ovejas. Todos ellos, artículos para una sociedad acostumbrada a vivir
bien, al lujo y a la opulencia. Y no sólo eso, se nos dice también que
comerciaban con caballos y carros, y esclavos y almas de hombres. Hasta los
hombres eran comprados y vendidos como esclavos; sólo en el Imperio
Romano hubo unos 60 millones de esclavos. Leamos ahora el versículo 15 de
este capítulo 18 de Apocalipsis, que dice así:
15
Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos
por el temor de su tormento, llorando y lamentando,

Al comienzo del versículo siguiente, el 16, leeremos de nuevo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad!
Los mercaderes de la Tierra estarán frente a sus pantallas de televisión, y se
lamentarán porque, en sólo una hora, habrá sido destruida esa gran ciudad. Y
es significativo que tanto unos como otros observarán y se lamentarán desde
lejos, no vaya a ser que les alcance algo de la desgracia que sobrevino a
Babilonia. No le ayudarán en su agonía; nunca sintieron afecto por ella, porque
su única vinculación era el lujo y los negocios que producía. Como ya hemos
mencionado, el profeta Ezequiel (en los capítulos 26 y 27 de su libro) predijo el
juicio divino contra Tiro, la capital de los fenicios. Tiro era para el mundo
antiguo lo que hoy es la ciudad de Nueva York para la economía mundial, y lo
que será Babilonia para el imperio del Anticristo. Leamos la segunda parte del
versículo 17 y leamos hasta el versículo 19:
17b
Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el
mar, se pararon lejos; 18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces,
19
diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? Y echaron polvo
sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de
la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían
enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada.

Los capitanes de barco lamentarán la pérdida de Babilonia y el negocio lucrativo del


transporte que había generado para su beneficio. Ahora bien, estas imágenes
de lujo tienen también una aplicación directa para nosotros; ¿Cómo
reaccionamos ante el desaforado consumismo de este mundo? ¿Lo vemos tal
y como es en realidad? Hablamos mucho hoy en día acerca de la espiritualidad
y de las cosas espirituales, pero, ¿qué hacemos realmente para cambiar esta
situación de injusticia social y económica?

Una vez, uno de los discípulos de Jesús le dijo, admirando a los edificios y al Templo de la
ciudad de Jerusalén: "Mira . . . qué edificios." El Señor Jesucristo le dijo: "¿Los
ves? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada." Y eso fue lo que
sucedió, literalmente. ¿Dónde está su corazón, estimado amigo, amiga oyente?
¿Está en el Cielo, establecido y anclado en Cristo, con una perspectiva de la
Eternidad, o en sus bienes materiales, en su cuenta bancaria, en su vehículo,
en su trabajo? Su actitud, estimado amigo, amiga, marca la diferencia. El Señor
Jesucristo dijo que no podemos tener nuestro corazón lleno de Dios, y a la vez,
un amor desmedido al dinero; debemos escoger.

A partir de los versículos 20 al 24 de este capítulo 18 de Apocalipsis, entramos en una


nueva sección, cuya temática será la anticipación del gozo en el Cielo, a causa
del cumplimiento del juicio divino sobre la ciudad de Babilonia. Leamos a
continuación el versículo 20:
20
Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha
hecho justicia en ella.

En medio de todas las lamentaciones llega una voz de júbilo, la voz de los que se alegran
de ver la venganza de Dios sobre Sus enemigos y sus perseguidores. El ángel
exhortará a los mártires de la Tribulación a que se regocijen, no por la muerte
de los que serán condenados al Infierno eterno, sino a causa de la justicia y
rectitud de Dios, que prevalecerá sobre todo.

Leamos ahora los versículos 21al 23 de este capítulo 18 de Apocalipsis, que dicen así:
21
Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el
mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y
nunca más será hallada 22 Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de
trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará
23
más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará
más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti; porque tus
mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron
engañadas todas las naciones.

En estos pasajes, Juan nos describe el cuadro de la desolación final de Babilonia. Empieza
con una acción simbólica: Un ángel fuerte levanta una gran piedra de molino y
la arroja al mar, que se cierra sobre ella como si no hubiera existido nunca. Así
será borrada Babilonia. Esta metáfora ilustra la violencia de la caída de
Babilonia, que pondrá fin a cualquier apariencia de normalidad que todavía
existiese en el mundo después de todos los sellos, trompetas y copas. La vida
será trastocada por completo y el fin estará ya muy cerca. No habrá más
música, ni comercio, ni industria, ni preparación de alimento (por la alusión a
"ruido de molino"), ni más poder para alumbrar y por supuesto, no habrá más
bodas porque Dios destruirá a engañadores y engañados por igual.

En la última parte de este versículo 23, se habla de las hechicerías o brujería. En aquellos
días aumentará el número de religiones, sectas, cultos e iluminados. Será, sin
duda, una estrategia de engaño y desorientación espiritual promovida por el
mismo Satanás, con el fin de apartar la mirada de los buscadores de la verdad
hacia falsos dioses.

Nunca más se oirá ningún sonido de alegría. La condena del profeta Ezequiel contra la
ciudad de Tiro decía: "Haré callar el bullicio de tus canciones y no se escuchará
más el sonido de tus cítaras" (Ezequiel 26:13). Nunca más se escuchará el
ruido del artesano realizando su trabajo. Nunca más se escuchará el ruido de la
actividad doméstica. Ya no habrá más luz en las calles ni en las plazas. Ya
nunca más se escuchará el sonido alegre de una fiesta de bodas. Jeremías
utilizó las mismas imágenes: "Haré que desaparezca de entre ellos la voz del
gozo y la voz de la alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido del
molino y la luz de la lámpara" (Jeremías 25:10).

Babilonia se convertirá en una terrible desolación silenciosa. Y este castigo le vendrá por
ciertas razones determinadas. Le sobrevendrá, porque rindió culto al lujo y a la
riqueza y porque vivió desenfrenadamente, sólo para buscar más placer en las
cosas materiales. Será castigada porque descarrió muchas personas con sus
hechicerías, y por ser culpable de sangre, tal y como leemos en el siguiente
versículo, el 24:
24
Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido
muertos en la tierra.

Los sistemas políticos, religiosos y comerciales personificados por Babilonia, cometerán


atrocidades inauditas contra el pueblo de Dios. Cuando el historiador inglés
Eduardo Gibbon escribió entre los años 1.776 a l.778 su famosa obra:
"Decadencia y caída del Imperio Romano", expuso cinco razones por las que
grandes civilizaciones habían desaparecido: En 1º lugar, la dignidad e
integridad del hogar fue socavada, las cuales, ambas, constituyen la base de la
sociedad humana; en 2º lugar, impuestos cada vez más elevados; el gasto
poco acertado del dinero público para dar pan y circo gratis al populacho; en 3º
lugar, la locura insensata por el placer; los deportes se convirtieron cada año
más excitantes, más brutales, más inmorales; en 4º lugar, la acumulación de
grandes armamentos, cuando el verdadero enemigo estaba "dentro": que fue la
decadencia de la responsabilidad individual y personal; y 5º lugar, la
decadencia de la religión. La fe que se diluyó en mera religiosidad disfrazada
de ritos vacíos de contenido; la religión pierde así contacto con la vida real de
las personas; pierde su poder para guiar a la gente hacia la verdad.

Queridos amigos y amigas; hoy queremos despedirnos de usted con el siguiente


pensamiento: ¿Qué es lo que nos aleja de la fe? El pecado. Porque nadie peca
involuntariamente. Lo hacemos porque el pecado nos ofrece algún tipo de
promesa de felicidad. Y esta falsa creencia nos esclaviza, hasta que
descubrimos que Dios es más deseable que la mayor tentación que usted y yo
podamos tener. Si usted lee la Biblia, estimado amigo, amiga oyente,
encontrará multitud de promesas de Dios para su vida; promesas que si usted
las atesora en su memoria y en su corazón, le darán a usted las fuerzas
necesarias para desterrar de su vida, las raíces de pecado que se aferran, tales
como el orgullo, la ansiedad, la vergüenza, la impaciencia, la avaricia, el
abatimiento y la lujuria. ¡Comience hoy mismo a disfrutar de las promesas que
Dios tiene para usted, y para mí en la Biblia, y comprobará que hay una nueva
vida en Cristo!

Apocalipsis 19
Versículo 1

Muy estimado amigo, amiga oyente: hemos llegado hoy, en nuestro interesante maratón,
-que hemos comenzado hace varios años a través del "libro de los libros", la
Biblia,- al capítulo 19 de Apocalipsis; es un capítulo clave dentro de este
singular libro. Juan, el apóstol, evangelista y autor del mismo, continúa
narrando todo lo que él vio y oyó, tanto en el Cielo al que fue llevado en sus
dramáticas visiones, como en la Tierra, donde presenció la cadena de
acontecimientos que aquí ocurrirán en "los últimos días" de nuestro planeta.
Recordemos que Juan nos relató el orden cronológico de eventos por
acontecer en un futuro cuya fecha no le ha sido revelada. Dios, por amor, le
reveló al apóstol Juan el futuro de la Humanidad, y de nuestro "hábitat", la
Tierra; Dios quiere enviar a los creyentes un mensaje de aliento en la justicia
divina, y a aquellos que le rechazan o ignoran, una seria advertencia e
invitación al arrepentimiento.

Hemos llegado a un capítulo muy relevante que narra, nada menos, que la Segunda Venida
de Jesucristo al mundo. Dada la especial relevancia de este impactante y
trascendental evento, que ocurrirá y será visto por todos los habitantes de
nuestro planeta, para su adecuada comprensión, hoy centraremos nuestra
atención al contexto y antecedentes de este capítulo. Si nos acompaña por
unos minutos, juntos, vamos a disfrutar, una vez más, de la lectura de la
Palabra de Dios.

El tema del capítulo 19 de Apocalipsis, se hace eco de las alabanzas en el Cielo motivadas
por las denominadas "Bodas del Cordero y el regreso de Cristo" a la Tierra para
juzgar y gobernar, ya como rey, a las naciones durante Su reino de los mil
años. Pero antes de embarcarnos de lleno en la lectura en este capítulo,
echemos un rápido vistazo hacia atrás para recapitular los hechos que nos han
llevado hasta este punto.

Juan escribió este libro después de haber vivido esas visiones del futuro, y por lo tanto lo
hace en tiempo pasado, pero como todo el contenido es una profecía de
hechos todavía no acontecidos, los relataremos en tiempo futuro. El Anticristo
se ha hecho con poder absoluto mundial como dictador. Su lema: paz y
seguridad. En la primera parte de la Tribulación, ese período de siete años
divididos en dos partes, su política estará marcada por cambios radicales que,
en primera instancia, beneficiarán a la Humanidad. Como consecuencia, una
aparente paz se extenderá rápidamente por todo el mundo. Su poder llegará a
extenderse hasta el punto de llegar a dominar políticamente a los demás
gobiernos nacionales, así como otros ámbitos colaterales, tales como la
religión. Para aquel entonces, la verdadera iglesia, denominada en las
Sagradas Escrituras como la esposa de Cristo, ya habrá sido trasladada
sobrenaturalmente de la Tierra al Cielo, antes del mismo comienzo de la
Tribulación. En medio de aterradores sucesos, provocados por la ira y el juicio
de Dios sobre la Tierra, Israel volverá a convertirse en el testigo de Dios en la
historia, representada por una multitud de 144.000 judíos, embajadores de Su
Palabra, especialmente sellados por Dios para ser protegidos mientras dan
testimonio de Él. Adicionalmente a éstos, encontraremos otra gran multitud, de
gentiles, también sellados con la marca protectora de Dios.

En algún momento cerca de la mitad del período de Tribulación de siete años, un rey del
norte se levantará contra Israel y será juzgado por Dios de la misma manera
que sucedió en el pasado con los malvados ciudadanos de las poblaciones de
Sodoma y Gomorra, ambas destruidas por Él, tal y como se relata en el
capítulo 38 del libro del profeta Ezequiel.

Este suceso abrirá las exclusas de un canal de inmensa aflicción para la población del
mundo, para el ser humano, el cual seguirá, a pesar de las evidencias
sobrenaturales, renegando y blasfemando contra Dios. En este punto de la
Historia, el Anticristo comenzará a actuar sin engaño ni disimulo, sin máscara
alguna para disimular su verdadera identidad demoníaca. La Humanidad
dominada bajo el control de Satanás, comenzará así la última milla en el
camino de su inexorable autodestrucción. El mundo, tal y como hoy lo
conocemos, comenzará a desintegrarse, a semejanza de un fruto maduro, listo
para la cosecha de la ira de Dios. El denominado hombre de pecado, el
Anticristo, el dictador mundial, romperá su pacto con la nación de Israel. El
Medio Oriente será durante este periodo, el centro neurálgico de los principales
sucesos mundiales. Al comienzo de la Tribulación el dictador, el Anticristo
apoyará a una seudo-iglesia, que será la unidad de todas las religiones, credos
y sectas, con su sede, posiblemente, en la ciudad sobre las siete colinas,
Roma. Esta iglesia adquirirá tal poder que el Anticristo la destruirá totalmente,
para autoproclamarse como única divinidad, objeto de culto y adoración sobre
la Tierra, semejante a los emperadores romanos. Por tanto, los reyes de la
Tierra se mostrarán serviles y sumisos ante él.

Cuando el Anticristo llegue al poder mundial, reconstruirá el antiguo Imperio Romano, unirá
a diez naciones que le darán el poder y la fuerza para dominar el resto del
mundo. También reedificará la ciudad de Babilonia, como capital de su imperio
mundial. Recordemos cómo la antigua Babilonia, sobre el río Éufrates, llegó a
ser el centro económico y político del mundo antiguo.

Los juicios de Dios se sucederán de manera rápida e inexorable sobre un mundo blasfemo
que ha rechazado a Dios, no una, sino numerosísimas veces. De un solo golpe,
una cuarta parte de la población del mundo será eliminada. Posteriormente,
una tercera parte del mundo será destruido. La naturaleza se verá
enormemente afectada; la vegetación, los árboles, todo se secará, gran parte
de la fauna marina dejará de existir; también se secarán los ríos, y el comercio
marítimo será muy mermado. El mundo, tal y como lo conocemos, será
completamente destruido. El sol, la luna y las estrellas también serán tocados.
Y sobre la tierra, un desastre tras otro acontecerá; pero el corazón del hombre,
seguirá sin arrepentirse; lejos de ello, levantará su puño contra el cielo, -dice
Apocalipsis-, y blasfemará contra Dios.

Después de estos acontecimientos, el relato bíblico nos traslada a un escenario bélico en la


tierra de Israel. Millones de hombres serán movilizados para intervenir en una
contienda militar que no es una simple batalla sino la guerra de Armagedón.
Hasta tal punto llegará la masacre que la Biblia utiliza una expresión que no
deja lugar a dudas: la sangre de los soldados llegará hasta los frenos de los
caballos. Recordemos que antes de que todo esto suceda, los verdaderos hijos
de Dios, los que han creído y aceptado al Hijo de Dios, a Jesucristo como su
único Salvador y Señor, que forman Su iglesia, serán sacada de la Tierra para
estar con Él en el Cielo, aunque, posteriormente, regresarán con Él a la Tierra.

Nosotros, como cristianos, realmente no tenemos esa actitud "de esperar" los hechos
narrados a partir del capítulo 4 hasta el capítulo 18 de Apocalipsis. El
Apocalipsis es un libro profético escrito hace casi 2.000 años, pero cuyo
cumplimiento se sitúa en el futuro. Nuestra expectativa se basa en la
esperanza de encontrarnos cara a cara con nuestro Dios y Salvador,
Jesucristo. Ni siquiera sabemos el día, o el año aproximado en el que Él
regresará; pero sin duda, lo hará. Puede que sea pronto; puede que sea hoy
mismo, incluso antes de concluir este programa. Pero también podría ser
dentro de cien años o, incluso, cientos de años; nadie puede predecirlo con
certeza. Cualquier persona que pretenda fijar una posible fecha para Su
regreso yerra, dado que la Biblia afirma que ni siquiera el Hijo de Dios,
Jesucristo, conoce dicha fecha, sino sólo el Padre. El Dr. Bill Anderson, un
conocido estudioso de la Biblia, solía decir: "Dios está preparando el escenario.
Parece que viene pronto".

Ahora bien, una vez dicho todo esto, llegamos al capítulo 19 de Apocalipsis donde leeremos
acerca de las Bodas del Cordero y el regreso de Jesucristo para ejercer su
juicio sobre los hombres y sobre las naciones. En este capítulo nos
encontramos, en primer lugar, cuatro "aleluyas", tal y como apreciaremos en los
primeros 6 versículos. Posteriormente leeremos sobre la Esposa del Cordero y
la cena de las Bodas del Cordero, en los versículos 7 al 10. En tercer lugar,
asistiremos al regreso de Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores,
en los versículos 11 al 16. A partir de aquí se desencadenará la batalla, la
guerra de Armagedón, en los versículos 17 y 18. A continuación, veremos el
castigo del Anticristo y de su Falso Profeta en los versículos 19 al 21.

Como puede ver, estimado amigo y amiga, el capítulo 19 de Apocalipsis recoge numerosos
acontecimientos, además de suponer un drástico cambio en el tono narrativo
del propio libro. La destrucción de la ciudad de Babilonia, capital del reino del
Anticristo, el Dictador, la Bestia, señalará el fin de la Gran Tribulación. Después
de todos los dramáticos y terribles acontecimientos que hemos vivido de la
mano del profeta y apóstol Juan, ahora podemos, al fin, vislumbrar un rayo de
esperanza. Los terribles días del juicio han finalizado. Y asistiremos al evento
más esperado de la historia, al menos por los cristianos, tras la muerte y
resurrección de Jesucristo: Su Segunda Venida a la Tierra para establecer Su
Reino. Es por ello que los estudiosos de la Biblia denominan a este capítulo el
puente entre la Gran Tribulación y el Milenio, el reino milenario que el Señor
Jesucristo establecerá en la Tierra.
Ahora bien, retrocediendo al comienzo del capítulo, observaremos con mayor detalle dos
hechos de gran significado: Las Bodas del Cordero y el regreso de Jesucristo a
la tierra. Un evento sigue al otro.

El capítulo 19 de Apocalipsis, comienza con un sonoro multitudinario aleluya. La traducción


de esta palabra hebrea aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento y todas
en este capítulo. Esta exclamación significa "Alabado sea el Señor" y ocurre
con frecuencia en el Antiguo Testamento. Cuando leamos el capítulo completo,
observaremos que hay cinco razones por las que ellos alaban a Dios: 1º) Ha
librado a su pueblo de sus enemigos (v.1); 2º) porque ha administrado justicia
(v.2); 3º) porque ha aplastado de forma permanente la rebelión humana (v.3);
4º) se ha mostrado soberano (v.6) y 5º) porque ha mantenido la comunión con
Su pueblo (v.7). Leamos pues el versículo primero de este capítulo 19 de
Apocalipsis, que dice así:
1
Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya!
Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro;

Juan comienza utilizando la expresión: "Después de esto"; procedente del griego "meta-
tauta". ¿A qué se está refiriendo exactamente? Se trata, sin duda, a una
referencia al tiempo cronológico transcurrido tras la destrucción de Babilonia al
final de la Gran Tribulación, justo antes de que sea establecido de denominado
Reino Milenario de Cristo en la Tierra, en el capítulo 20.

Juan también añade: "Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo".
Posiblemente Juan se está refiriendo a ángeles, porque los Santos se suman a
ellos más adelante (v.5). El motivo parece claro: el regreso inminente del Señor
Jesucristo a la Tierra es la causa de semejante profusión de alabanza.

Podemos observar aquí cómo los "aleluyas" han sido reservados hasta la victoria final, y
resulta interesante constatar cómo esta palabra, "aleluya" es habitualmente
utilizada en el libro de los Salmos, como por ejemplo en el Salmo 146 y
también en el Salmo 150. El Salmo 150 es un hermoso cántico de alabanza
que bien pudiera haber sido entonado por tal multitud en el cielo. La Gran
Tribulación ya ha pasado. ¡Cristo viene! La iglesia será unida a Cristo a
semejanza de una unión matrimonial. El Salmo 104, versículo 35, dice: "Sean
consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser." ¿Qué es lo
que quiere decir eso? Y continua: "Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya."
Aleluya porque Dios viene a juzgar y los impíos serán quitados de la tierra.
Aleluya como una expresión de alabanza de regocijo ante el comienzo de la
última etapa de la "historia de la salvación".

El apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, capítulo 8, versículos 18 al 23, ya habló a


este respecto: "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no
son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los
hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia
voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una,
y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también
gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de
nuestro cuerpo".

Muy estimado amigo, y amiga que nos escucha: el reloj de la historia avanza
inexorablemente hacia el cumplimiento perfecto del plan de Dios para la
Humanidad. Se acerca el día en el que la Tierra será liberada de la esclavitud
del pecado y la Creación dejará de gemir por el mal trato recibido por parte del
hombre.

El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee relataba que en su juventud
encargó la construcción de una casa con escaleras para subir a las diferentes
plantas. Con el devenir de los años, el sencillo ejercicio de subir y bajar
aquellas hermosas escaleras se tornó, paulatinamente en una pequeña tortura.
Las antaño hermosas escaleras se tornaron en un horroroso instrumento de
tortura en el que cada escalón era capaz de arrancarle un doloroso gemido. Su
esposa le decía que no era necesario gemir a cada paso, pero él le solía
responder que el gemido era algo santo y bíblico: "Nosotros también gemimos
dentro de nosotros mismos", dice la Escritura. Anécdotas aparte, estimado
oyente, algún día ya no habrá más gemidos, sino sólo "Aleluyas". De esto nos
habla toda la Biblia, y especialmente este pasaje. Algún día ya no habrá más
problemas, ni sufrimientos, dolores, ni problemas de salud, ni guerras entre los
hombres, ni entre éstos y Dios.

Lo cierto, estimado amigo, es que Dios merece ser alabado porque de Él proviene nuestra
salvación; Él merece ser alabado por Su inmensa gloria y Su infinito poder.
Cada uno de estos tres atributos debería despertar en nuestros corazones un
intenso sentimiento de alabanza, no por obligación, sino por gratitud y amor
hacia Él. Su Gloria, debería despertar nuestra reverencia. Y Su inmenso poder,
siempre ejercido con amor, y justicia, debería despertar en nosotros confianza y
descanso. Estos tres elementos; la gratitud, la reverencia y la confianza, son
los ingredientes de la verdadera alabanza.

En este pasaje, Dios es alabado porque ha ejercido su Justo y Verdadero juicio. El juicio es
la consecuencia inevitable del pecado. El famoso científico T.S. Kepler solía
afirmar lo siguiente: "No se puede quebrantar la ley moral más fácilmente que
la ley de la gravedad". Dios es el único perfecto en Sus juicios por tres razones:
1ª, porque sólo Él puede ver los pensamientos y deseos íntimos de una
persona. 2ª, porque Él es el único que tiene esa pureza capaz de juzgar sin
prejuicios. Y 3ª, porque sólo Él posee la sabiduría para encontrar el juicio
correcto y que tiene el poder para aplicarlo.

La iglesia falsa, la seudo-iglesia, aquella que pretenderá aglutinar a todas las religiones,
pero sin proclamar a Jesucristo, el Hijo de Dios en quien hay perdón y
salvación eterna; quien por Su obediencia y amor vino a este mundo para
saldar la deuda de los pecados y transgresiones del ser humano muriendo en
una cruz, y quien resucitó al tercer día para interceder, como abogado
defensor, ante el Dios Padre, hasta su regreso a la Tierra; esa iglesia falsa,
llamada también "la gran ramera", será juzgada por Dios, porque habrá
corrompido al mundo. Dicen, que el peor de los pecados, es el de enseñar a
pecar a otros. Y aquí encontramos otra razón para regocijarse: El juicio justo de
Dios es la garantía fiel de que Dios nunca abandona a los Suyos de manera
indefinida.

Juan, el apóstol, tiene siempre un doble propósito: el primero, relatarnos las cosas que
habrán de suceder cuando Jesucristo regrese de nuevo, con el ánimo de
alentarnos a "estar preparados y vivir cada día con la pasión y con la
excelencia de como si fuera el último". El segundo; desafiarnos a alcanzar
mayores cotas espirituales, a seguir sumergiéndonos en las profundidades de
la Palabra para disfrutar lo que está por debajo de la superficie, y que antes
nos quedaba oculto a los ojos. Juan, el último autor de la Biblia, nos recuerda
que hay "vida después de la vida", y que está a nuestro alcance decidirnos,
mientras tengamos tiempo.

Los ángeles que alaban a Dios a gran voz nos enseñan aun otra cosa que no deberíamos
olvidar: a llevar una vida de alabanza, por el sencillo motivo de que deseamos
honrarle sobre todas las cosas, porque Le amamos de todo corazón, hasta tal
punto, de que deseamos obedecerle en todo, cueste lo que cueste.

El verdadero sentido de la alabanza y adoración va mucho más allá de cualquier expresión


musical, lingüística o cultural. Es una actitud, un código universal que
solamente comprenden quienes han hecho de sus propias vidas una
manifestación constante de alabanza y adoración a Dios. No necesitamos ir a
una iglesia para alabar a Dios, porque podemos hacerlo mientras trabajamos,
mientras cocinamos, hacemos deporte, conducimos, mientras esperamos en la
cola para pagar la compra. Y, además, no sólo podemos alabar a Dios con
palabras o pensamientos, sino también con nuestros actos; podemos alabar a
Dios mientras estamos haciendo algo "como si fuera para Él". Si usted trabaja
de manera excelente y realiza cada una de sus tareas con la mayor excelencia,
"como si fuera para Dios", está alabando a Dios. Y aunque usted no fuera
valorado por su jefe en su trabajo, si trabaja como para Dios, eso es adoración:
es dedicarle a Él todo lo que usted hace, todo lo que usted dice, todo lo que
usted piensa. La alabanza, querido amigo y amiga, son más que palabras: es
un estilo de vida.

Apocalipsis 19

Versículos 11-21

Hoy, estimado amigo, amiga oyente, continuamos nuestro viaje por el fascinante libro de las
profecías de Apocalipsis. Recordemos que el autor es el apóstol y evangelista
Juan quien relata las impresionantes visiones que Dios le permitió "ver y oír".
Juan relata ahora, en primera persona, lo que leemos en el capítulo 19,
versículos 11 y 12, que nos dicen:
11
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba
12
Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de
fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que
ninguno conocía sino él mismo.

Tanto para ayudar a los nuevos oyentes que hoy nos acompañan, como aquellos amigos ya
habituales, vamos a recordar algunos detalles comentados en programas
anteriores. Hemos llegado al momento del regreso del Señor Jesucristo a la
Tierra. ¡Qué suceso más emocionante, amigo oyente! Esta Segunda Venida del
Hijo de Dios es el clímax, ya que hasta ahora, hemos visto en este libro de
Apocalipsis, la historia de la iglesia, desde el día de Pentecostés, hasta el
momento en que la iglesia fue llevada, o "arrebatada", al Cielo en un evento
sobrenatural.

A partir del capítulo 4 y hasta el capítulo 18, nos hemos encontrado sumergidos,
contemplando los siete años que dura el período de la Gran Tribulación, que
tendrá dos fases o tiempos, de tres años y medio cada uno. Ese período
concluye con la Venida de Jesucristo a la Tierra para establecer Su Reino.

Existe una idea muy vaga sobre el futuro de nuestro planeta Tierra. Algunos no creen en
nada específico, otros reducen todos los crecientes males presentes como
subsanables con el empleo de los vertiginoso avances tecnológicos; algunos
han oído "algo" acerca del Apocalipsis, pero lo relacionan con alguna película
de Hollywood, y los menos, saben, pero no se aclaran muy bien, que un día,
ese Jesús considerado "histórico", volverá a la Tierra, pero no ya como un
indefenso niño, sino como Rey, para instaurar la paz verdadera, en un Reino
presidido por el amor, la justicia, la unidad entre todos los pueblos. También
piensan que Jesucristo pondrá a los "buenos" en un lado, que sería el cielo, y a
los "malos" en otro, que se llama el infierno eterno. Estimado amigo y amiga
oyente: no será tan sencillo, ni tan simple. Al leer la Palabra de Dios somos
conscientes del hecho de que Dios tiene un plan, un propósito y programa para
esta Tierra que Él está siguiendo de manera muy clara y rigurosa.

Debemos reiterar que este será el momento de la historia universal, el clímax hacia el cual
todos los eventos se están dirigiendo. El contraste que aquí observamos, con
respecto a Su primera Venida, es muy revelador, absolutamente extraordinario.
Amigo oyente, cuando Él vino por primera vez, Él vino como lo expresa poéticamente
George McDonald: "Estaban esperando a un rey que destruyera a sus
enemigos, que los elevara muy en alto, y Él vino, como un pequeño bebé, que
hizo llorar a una mujer". Así es como entró al mundo, Jesús. Fue manso y
humilde. El Salvador, el que murió por los pecadores. Ahora le veremos
regresar en toda Su gloria y poder. ¡Qué visión! Ésta es la manifestación final
de la Ira de Dios sobre los pecadores en el mundo. La rebelión de Satanás, de
los demonios y de la humanidad es detenida y juzgada. Él aplastará toda
injusticia antes de establecer Su Reino de justicia. El Cielo se abrió en
Apocalipsis, capítulo 4, versículo 1, para permitir que Juan, como representante
de la Iglesia, entrase al Cielo donde pudo contemplar a los Ancianos, es decir,
al conjunto de la Iglesia, que ya está allí. Y ahora, en el capítulo 19 el Cielo
vuelve a abrirse para la magnífica salida del Señor Jesucristo. El caballo blanco
sobre el cual está montado es un animal de guerra. Cuando Jesús estuvo en la
Tierra, Él entró en Jerusalén montado en un pollino, un asno joven, que,
aunque era un animal de reyes, significaba paz, y no guerra. Juan le ve
montado en un caballo blanco, lo que habla de guerra.

Jesucristo es llamado aquí "Fiel", porque Él ha venido a llevar a cabo este extenso
programa de Dios, y todo aquello que ya había sido profetizado. Aquellos que
se burlaban decían: "¿Dónde está la señal de Su venida?" La señal es que Él
ya ha llegado, está aquí. Él es fiel, siempre. El Señor Jesucristo es el único en
el cual usted y yo, amigo, amiga oyente, podemos confiar, y en el cual
podemos descansar, porque Él es, ha sido, y será siempre FIEL.

También se Le llama aquí "Verdadero". Intrínsecamente, Él es verdadero. Él dijo: "Yo soy la


verdad". (Juan 14:6). Él no es alguien "que dice la verdad". Él es la verdad. Él
es quien establece las normas de la verdad. Él es la vara que mide la verdad.
Él hoy es la verdad. ¡Qué maravilloso es tener a Alguien en quien confiar! Y
aquí vemos que Él ha venido a juzgar y a pelear, no para morir otra vez en una
cruz.

Luego Juan continúa describiéndole: "Sus ojos eran como llama de fuego." En el capítulo 1,
recordemos, versículo 14, leímos que Sus ojos eran como llamas, mientras
caminaba por las iglesias, juzgándolas. Ahora había llegado la hora de juzgar la
Tierra y derrotar toda injusticia.
Y dice: "Y había en su cabeza muchas diademas." Esto nos indica que Él será el único
gobernante de esta Tierra. Su gobierno no hará concesiones, será una
completa y absoluta dictadura celestial.

Para aquellos que no hayan aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, para los que
vivan en ese tiempo será un período incómodo, porque Él será un dictador,
pero justo y verdadero. Él será el Rey de reyes y el Señor de señores.

En el versículo 12 leemos: "Tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo."
¿Cuál será ese nombre? Aquí se Le dan cuatro nombres, los cuales
corresponden a los cuatro Evangelios. En 1º lugar, es llamado el Rey de reyes.
Ese título corresponde al Evangelio según Mateo, porque Mateo presenta a
Jesucristo, como un Rey. 2º.- Él es llamado Fiel y Verdadero. El Evangelio de
Marcos Le presenta como el Siervo de Dios; la característica más importante
en un siervo no es su genealogía, sino "si es confiable". A un siervo se le pide
fidelidad y confianza, ser "fiel y verdadero". 3º. El Señor Jesucristo es llamado
la Palabra de Dios. Esto lo leemos en el Evangelio según Juan, donde se le
denomina así: "En el principio era el Verbo . . . y aquel Verbo fue hecho carne."
(Juan. 1:1,14). El Verbo de Dios, la Palabra de Dios.

¿Cuál es este nombre que ninguno conoce? Bueno, nosotros tenemos una sugerencia.
Corresponde, en 4º lugar a lo que dice el Evangelio de Lucas, donde es
presentado como Jesús, el Hijo del Hombre. Y éste es el nombre que tenemos
aquí: Jesús. Hoy en día existe demasiada familiaridad en la utilización de ese
nombre; se lo utiliza para jurar y blasfemar. Pero éste es un nombre que usted
y yo vamos a tener que proclamar a través de la Eternidad. Él es Jesús, el Hijo
del Hombre. ¿Conoce usted verdaderamente a Jesús, amigo oyente?

Ésa es la razón por la cual el apóstol Pablo podía decir, no al principio de su ministerio, sino
al final, antes de ser ejecutado, en su epístola a los Filipenses: "A fin de
conocerle, y el poder de su resurrección." (Filipenses 3:10). Nadie conoce al
Hijo sino el Padre. Creemos que para los verdaderos cristianos, los auténticos
hijos de Dios, cuando lleguemos al Cielo, lo más grandioso será el conocer a
Jesucristo, verle ¡cara a cara!

Hay muchas personas que cuando se las llega a conocer bien, ya no resultan tan atractivas
como nos parecía, ¿verdad? Pero, con Jesucristo es todo lo contrario; cuánto
más Le conocemos, más cercanía e intimidad experimentamos en Su
presencia; nuestro amor por Él aumenta como también nuestro deseo de "ser
como Él es", y de hacer lo que Él nos pide. En el evangelio según Juan,
capítulo 14, versículo 7 Jesucristo dijo: "Si me conocieseis, también a mi Padre
conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto." Y en el capítulo 14
del mismo evangelio según Juan, versículo 9, dice: "Jesús le dijo: ¿Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?"
Y luego en esta oración intercesora que Él pronunció en el capítulo 17 del
mismo evangelio de Juan, en el versículo 3 leemos: "Y esta es la vida eterna:
que te conozcan a ti, el único Dios verdadero."

El aprendizaje de conocer a Jesucristo es como una escuela, en la cual se comienza en el


grado inferior. Cuando llegamos a Jesucristo, cargados con nuestras penas,
dolores, quebrantos, angustias y todos nuestros pecados, Jesucristo se nos
revela como nuestro Salvador y Amigo personal. Y a medida que continuamos
nuestro camino a Su lado, más se nos revelará, más conocimiento tendremos,
y nuestra confianza y fe aumentará a medida que caminemos junto a Él. El
autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba que después
de jubilarse Su deseo ferviente era conocer mejor aún al Señor Jesús. Cada
mañana al levantarse, le daba gracias al Señor por otro día más de vida. Le
decía: "Señor Jesús, te amo, te amo aun cuando no entiendo bien, aun cuando
pareces estar muy lejos. ¡Quiero conocerte mucho más!" Y pedía que el
Espíritu de Dios le ayudara a conocer más a la persona de Jesucristo. El dulce
nombre de "Jesús", amigo, amiga oyente, tiene un poder extraordinario que
apacigua y calma a nuestra alma en momentos de extrema angustia y dolor;
infunde aliento, esperanza y fuerza, porque su "Nombre, es sobre todo
nombre". En el Cielo tendremos toda una Eternidad para conocer al Señor
Jesucristo.

Los versículos 13 al 16 de este capítulo 19 de Apocalipsis, dicen:


13 14
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y
los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en
caballos blancos. 15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a
las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del
furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene
escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

El versículo 13 comienza diciendo: "Estaba vestido de una ropa teñida en sangre". Y


también en el versículo 15, leemos: "Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira
del Dios Todopoderoso. " Eso nos hace regresar al libro del profeta Isaías.
Usted recordará que leímos en el capítulo 63, los primeros 3 versículos que
dicen: "¿Quién es este que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos?
¿Éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el
que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus
ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los
pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su
sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas."

Esta es una referencia a la Segunda Venida, no a la primera venida de Cristo. El apóstol


Juan comenta que Él regirá con vara de hierro. Eso nos recuerda lo que dice el
Salmo 2. Él es Aquel de quien Dios dijo: "Pero yo he puesto mi rey sobre Sion,
mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: mi hijo eres tú; yo
te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión
tuya los confines de la tierra." ¿Cómo llegará a obtenerlas? En Su Primera
Venida padeció hasta la muerte, pero ahora regresa para, como dice el Salmo
2, versículos 6 al 9: "Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de
alfarero los desmenuzarás." De este evento nos está hablando Juan aquí en
Apocalipsis. La Segunda Venida de Jesucristo, a esta Tierra.

El furor de Su ira, en Su Segunda Venida, será un gran contraste con la mansedumbre que
demostró en Su Primera Venida. Sin embargo, en ambos se revela la Ira del
Cordero.

Llegamos ahora al final de la "guerra de Armagedón". Esta es la definitiva batalla final.


Leamos los versículos 17 y 18 de este capítulo 19 de Apocalipsis:
17
Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves
que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de
Dios, 18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes,
carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos,
pequeños y grandes.
Para nuestra mente moderna este texto de las Escrituras es incomprensible y repugnante.
Observemos que Dios lo incluye al final de Su Palabra, como para recordarnos
lo repugnante y nauseabundo que resultan para Él "las obras de la carne". Los
hombres que viven "en la carne", -que significa "vivir a mí manera", con una
mente materialista, hedonista, consumista; todo este conjunto de auto-
gratificación significa "la carne"- las personas que vivan "en la carne", verán su
carne destruida. Al final de la gran batalla que pondrá fin a la "guerra de
Armagedón" un ángel invitará a las aves carroñeras a que acudan a esta gran
cena, a este banquete en la Tierra, donde podrán saciarse, -dice: "Para que
comáis carne de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes." Es terrible
rebelarse contra Dios Todopoderoso, porque Él juzgará a todos los que "no
están con Él, sino en contra de Él". Ahora, continuemos con los versículos 19 y
20 de este capítulo 19 de Apocalipsis, donde, por primera vez, se abre el
Infierno:
19
Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el
20
que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con
ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales
había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado
su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que
arde con azufre.

La Bestia y el Falso Profeta desafiarán a Dios hasta el último momento. La bestia


mencionada aquí es el Anticristo, ese gobernante político que llegará a ser el
dictador mundial, y su brazo derecho, el Falso Profeta, el gobernante seudo-
religioso, responsable de propagar la adoración y la veneración de este falso
"salvador del mundo", que incluso fabricará una imagen del gobernante
mundial y la colocará en Jerusalén como objeto de culto, ambos serán
tomados. Y el versículo 21 nos dice:
21
Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el
caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.

La rebelión del hombre contra Dios es inútil y absurda. Estos dos grandes tiranos rebeldes,
el Anticristo y el Falso Profeta, tienen la dudosa distinción de ser los primeros
en ser arrojados al Infierno. Todavía no es la hora del castigo de Satanás, el
diablo, Él todavía no ha llegado a ese terrible lugar.

Surge, naturalmente, la pregunta de si el lago de fuego es un sitio real, y si hay que


interpretarlo de forma literal. Bueno, amigo, y amiga oyente, vamos a regresar
a este tema cuando estudiemos el siguiente capítulo 20 de Apocalipsis. Si este
sitio no es real, entonces se demostrará que será peor, peor que un lago de
fuego que arde con azufre. Piense en esto hasta que lleguemos a estudiar el
capítulo 20.

"Con la espada que salía de Su boca." ¿Qué será esto? Claramente vemos en la Palabra de
Dios lo que significa "la espada". Es la misma Palabra de Dios. Es Su Palabra.
"Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de
dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón", Carta a
los Hebreos, capítulo 4, versículo12. Y el apóstol Pablo escribió en su epístola
a los Efesios, capítulo 6, versículo 17: "Y tomad el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios."

El profeta Isaías, en el capítulo 11, versículo 4 de su libro, nos dice: "Sino que juzgará con
justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá
la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío."

Indudablemente es la Palabra de Dios. Y fue la Palabra de Dios la que creó este universo.
Es la Palabra de Dios la que nos salvará. El apóstol Pedro en su primera
epístola, capítulo 1, versículo 23 dice: "Siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre." Así es como se nace de nuevo, estimado amigo, y amiga
oyente, y será por la Palabra de Dios que será destruido todo lo impío al fin de
este tiempo. ¿Se ha percatado que hasta ese momento Satanás no ha sido
castigado, todavía no está en el Infierno? Bueno, vamos a ver este tema en
nuestro próximo programa y confiamos que usted vuelva a sintonizar nuestro
programa.

Apocalipsis 20

Versículos 1-5
Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, avanzando nuestro interesante recorrido
por el libro de Apocalipsis. Hemos llegado al capítulo 20, y veremos que Juan
describe varias escenas, con diferentes temáticas como el Milenio, el reinado
del Señor Jesucristo, Satanás, los santos de la Tribulación, la resurrección, la
Tierra y al Gran Trono Blanco.

Desafortunadamente, muchos en el pasado, incluyendo al reconocido profesor Dr. B. B.


Warfield, uno de los grandes pensadores de la iglesia, pensaban que no valía
la pena considerar el capítulo 20 de Apocalipsis, porque el Milenio, ese período
de mil años, sólo se menciona en este texto. Prácticamente dejaba el capítulo
20 a un lado por completo.

Es cierto que el Milenio se menciona solamente en este capítulo. La palabra "Milenio" viene
del latín, y significa "un mil", y en el contexto de nuestro libro profético, "Milenio"
significa mil años. También en griego, la palabra "kilioísmo" significa
literalmente "mil" y ésa fue la manera en que la primera iglesia cristiana se
refería a este particular tiempo.

Como resultado de los diversos criterios que existen acerca del Milenio, han surgido tres
escuelas muy definidas en el área de la interpretación de este capítulo 20 de
Apocalipsis. Ya hemos hablado anteriormente sobre esa cuestión. Trataremos
de explicarlo de manera muy sucinta. La primera escuela es el "post-
milenarismo", que asumía que Cristo vendría a la conclusión de ese período de
mil años. Es decir, que sería el ser humano quien traería el reino, por medio de
la predicación del Evangelio. Éste es un punto de vista muy optimista que
prevaleció a principios del siglo XX. Se pensaba que llegaría a tener lugar una
conversión a Cristo de carácter mundial, y que toda la población mundial sería
convertida, llevada al conocimiento de Jesucristo.

Pero ese punto de vista ya ha sido considerado como anticuado, obsoleto. No pudo superar
la primera mitad del siglo XX que produjo dos guerras mundiales, una
depresión mundial, el surgimiento del comunismo, y la bomba atómica. Por
tanto, el post-milenarismo ya no es considerado como una interpretación válida.

Otro punto de vista es el "a-milenarismo". Cuando en el griego se antepone una "a",


significa, en este particular caso, que no se acepta el Milenio. Ésta ha llegado a
ser una postura popular solamente en los últimos años, y ha reemplazado en
su mayor parte al post-milenarismo. No mantiene un optimismo falso, y en su
mayor parte sí enfatiza la Segunda Venida de Cristo. Su debilidad principal es
que espiritualiza los mil años, como también lo hace con todo el libro de
Apocalipsis. Coloca al Milenio en la era presente. En realidad, la interpretación
del Dr. Warfield de que el Milenio se está desarrollando en el Cielo, mientras la
tribulación tiene lugar aquí en la Tierra, es difícil de sostener, porque creemos
que en el Cielo se mantendrá un Milenio, no sólo por mil años, sino de
Eternidad a Eternidad. Ése es un punto de vista.

Ahora, el pre-milenarismo, por el contrario, toma el capítulo 20 de Apocalipsis "al pie de la


letra", aplicando una interpretación literal, como lo hace con todo el libro de
Apocalipsis, a no ser que el contexto instruya de otra manera. Tuvimos un
ejemplo de esto en el capítulo 19, donde dice que cuando el Señor venga, lo
hará con una espada que saldrá de Su boca. Creemos que las Sagradas
Escrituras presentan claramente, que se hace referencia a la Palabra de Dios,
la cual es "como una espada". Es una cita del apóstol Pablo, que escribió en
Efesio 6, versículo 17, que debemos tomar la espada del Espíritu, que es la
Palabra de Dios. Es necesario tener una razón bíblica para cualquier la
interpretación.

Ahora, debemos declarar que el enfoque de nuestros estudios bíblicos se puede considerar
como pre-milenarista, como también pre-tribulacionista. Entendemos que esto
es lo que enseña el apóstol Juan aquí. El autor de estos estudios bíblicos, el
Dr. J. Vernon McGee hace tiempo enfatizó que no puede haber un reino de paz
y justicia absoluta de mil años con el Señor Jesucristo como el Gobernante
mundial, llamado "Milenio", hasta que Satanás sea quitado de la escena
terrenal. No podrá existir en nuestro planeta ese estado ideal, si Satanás
continúa en libertad.

En segundo lugar, la "maldición del pecado" debe ser quitada de la Tierra física antes de
que pueda establecerse el Milenio. Las profecías anuncian que entonces "el
desierto florecerá" como una rosa, algo que no ha ocurrido ni está ocurriendo
en la actualidad.

En tercer lugar, la "resurrección de los santos del Antiguo Testamento", tiene que tener lugar
al principio de los mil años, después del período de la Tribulación. El profeta
Daniel presentó esta cronología claramente en el capítulo 12 de su libro. El
Señor Jesucristo no los va a resucitar hasta que concluya el período de la Gran
Tribulación. En el capítulo 12 de Daniel, versículos 1 y 2, leemos: "En aquel
tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu
pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta
entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se
hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra
serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión
perpetua."

Ahora, aquí se está hablando de Israel. Así es que tenemos aquí el período de la Gran
Tribulación y la resurrección de "los santos del Antiguo Testamento". Veremos
más adelante la resurrección de "los santos de la tribulación". En cuarto lugar,
"los santos de la tribulación" están incluidos también en la resurrección de "los
santos del Antiguo Testamento". Ya llegaremos a ver esto también algo más
adelante, porque ellos reinarán con el Señor Jesucristo durante el Milenio.

El Milenio es la prueba final del ser humano bajo condiciones ideales. Ésta es la respuesta a
aquellos que afirman que no hay nada malo en el hombre, que las
circunstancias y las condiciones son las que le condicionan. Pero el ser
humano, hombre y mujer, es un pecador incurable, incorregible. Aun así, al fin
del milenio, después de haber disfrutado del gobierno perfecto y justo de
Jesucristo, todavía habrá rebelión contra Dios. No nos damos cuenta de
nuestra verdadera condición, que somos pecadores, estimado amigo oyente. Si
usted y yo pudiéramos vernos a nosotros mismos, como Dios nos ve, no
asombraríamos, probablemente no podríamos soportar semejante visión de
nosotros mismos. Creemos que, viendo lo que hay a nuestro alrededor, somos
bastante buenos, ¿verdad? Pero, Aquel que tiene el poder para escudriñar con
Sus ojos santos los profundos abismos de nuestra alma, esos recovecos tan
escondidos, sólo Él sabe qué y cómo somos realmente.

El milenio será la prueba final de la Humanidad antes del comienzo del estado divino. El
Milenio es la respuesta de Dios a la oración que casi todos conocemos de
memoria: "Venga Tu reino", en esa oración ejemplar que Jesucristo enseñó y a
la que llamamos "El Padre Nuestro". Cuando esta oración dice: "Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra," (Mateo 6:10),
este reino al que se refiere el Señor Jesús es aquel que se establecerá en la
Tierra, al que se le denomina "el Milenio". Ése es el reino que le fue prometido
a David; Dios juró que iba a establecer ese reino. Este reino fue profetizado en
los Salmos y en los libros de los profetas. Todos los profetas hablaron de este
reino, tanto los profetas mayores, como los menores. En realidad, el reino
teocrático establecido sobe esta Tierra, es el tema de todos los profetas del
Antiguo Testamento. Bien, veamos ahora lo que nos dice el texto del capítulo
20 de Apocalipsis; vamos a leer los primeros tres versículos:
1
Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la
mano. 2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y
lo ató por mil años; 3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre
él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil
años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

En estos tres primeros versículos se mencionan dos veces la expresión "mil años" y unas
seis veces en todo este capítulo 20. Es cierto que "el Milenio" sólo se menciona
en este capítulo", pero si Dios lo menciona 6 veces, será que Él le otorga una
especial importancia. Aquí la referencia de los mil años está relacionada con
Satanás, el diablo, que es arrojado al profundo abismo por ese período de
tiempo.

Algunos expositores bíblicos separan este evento del Milenio, es decir, que lo clasifican
como la escena final del ya mencionado "Día de la Ira". Este punto de vista le
resta impacto a la crasa distinción que habrá en la Tierra cuando Satanás será
quitado, atado y recluido. Él estará encarcelado durante el reinado de
Jesucristo sobre la Tierra, durante el Milenio, y por lo tanto estará ausente. Esto
significará un trascendental cambio para todo el planeta, porque la luz
penetrará la Luz del Mundo, Jesucristo. Satanás es el gobernante de este
mundo, el príncipe de la potestad del aire, (Efesios 2:2), y su poder e influencia
en el mundo va mucho más allá de lo que en general se pueda entender, o
creer. Su salida de este mundo ?será atado y echado al abismo- abre el camino
al Milenio. Satanás tiene que ser quitado de la escena terrenal, para que
produzca el comienzo del reino anunciado proféticamente del Hijo de Dios.
En nuestro tiempo actual, más que nunca grandes personajes hablan sobre la paz, firman
tratados y convenios en un intento de traer paz a nuestro planeta la Tierra. Y
llegará un personaje carismático, que fascinará a todos los gobiernos y
naciones con esa promesa de traer la anhelada paz y la esperada justicia
social. Ese personaje será el Anticristo, quien aún contando con el apoyo de
todas las naciones, y gobernando como único soberano mundial, no será capaz
de lograr una paz estable, duradera, aunque por un corto período de tiempo
parecerá tener éxito. El poder de Satanás se reducirá, porque como hemos
leído, un ángel sin categoría especial lo reducirá y lo llevará cautivo. Será
confinado al abismo, pero notemos que este no es el Lago de fuego y azufre,
que será su último destino; esto lo veremos algo más adelante. Después de
esos mil años, el reinado del Milenio, Satanás será liberado por un breve
tiempo.

Aquí es donde nos encontramos con una pregunta muy válida, y que nos resulta un dilema,
¿por qué es liberado Satanás, al que también se le llama la Serpiente antigua,
el Dragón? Después de haber sido reducido, encadenado y arrojado al abismo,
¿por qué le deja Dios en libertad por un breve período de tiempo? Bueno, el Dr.
Lewis Sperry Chafer, respondió a esta pregunta lo siguiente: "Si me pudieran
explicar por qué Dios le dejó libre en el primer lugar, en la antigüedad, entonces
podría responder por qué Dios le dejará libre en el segundo lugar, en el futuro".

¿Por qué le dejó Dios libre? Bueno, Dios tiene un propósito que no nos ha sido revelado, y
nuestra mente humana no ha podido comprender muchos de Sus misterios,
entre ellos el gran problema del mal. ¿Por qué ha permitido Dios que exista "el
mal"? En Su tiempo, en Su momento, Dios nos revelará lo que hoy sólo
podemos admitir por fe. Todo lo que Dios nos pide es que andemos por fe, no
por nuestro conocimiento, ni nuestra inteligencia, o sentido común. Confiamos
en Dios, y le animamos, estimado amigo, amiga oyente a emprender también
ese camino de fe y confianza en la sabiduría y la grandeza de Dios Padre, del
Creador, el autor y dueño de todo el macro y el micro cosmos.

El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba esta experiencia
personal: "Recuerdo que cuando yo era pequeño, mi padre me llevó en un viaje
que hicimos en un carruaje tirado por un caballo. De pronto se desató una
fuerte tormenta, y yo tenía mucho miedo. Soplaba el viento, y la tormenta
estaba sobre nosotros; hacía frío, llovía, y nos estábamos mojando". Y
recuerda el Dr. McGee: "Nunca me olvidaré que mi padre puso su brazo
alrededor mío, y me dijo: ?Hijo, puedes confiar en mí?. Y así lo hice. Me
acerqué a mi papá, y confié en él. Me sentí abrigado, protegido, y ya no tenía
miedo a los relámpagos, ni los truenos. Y conseguimos salir de esa tormenta
sin más consecuencias. Ahora, mi padre terrenal se marchó muy pronto. Murió
cuando yo tenía sólo 14 años. No he tenido un padre terrenal por mucho
tiempo, pero he tenido un Padre Celestial por muchísimos años más. Y así es
que, a través de las tormentas de esta vida, y con todos los problemas que se
me han presentado, he tenido en Quien confiar". Nos gustaría tener una
respuesta muy concreta para explicar la existencia del "Mal", pero no nos ha
sido revelado. Y sólo podemos confiar y descansar en nuestro Padre Celestial.

Ahora, leímos que Dios encarcelará a Satanás por mil años. No se podrían cumplir las
numerosas profecías acerca del Milenio, el reinado de paz sobre la Tierra, si el
enemigo eterno de Dios ronda por el mundo. Continuamos leyendo ahora el
versículo 4 de este capítulo 20 de Apocalipsis, nos dice:
4
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas
de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios,
los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la
marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil
años.

A los que aquí menciona el apóstol Juan son los santos de la Tribulación, los mártires que
sufrieron hasta la muerte, ahora son resucitados. Los "santos de la Tribulación"
harán un cambio muy interesante: los tres años y medio de sufrimiento durante
la primera etapa de la Tribulación, por resucitar y vivir los mil años del reinado
de Jesucristo. Serán creyentes que soportarán todo tipo de aflicciones,
privaciones y tormentos, siendo perseguidos por su fe, porque esos tres años y
medio será terribles. Continuemos con el versículo 5 de este capítulo 20 de
Apocalipsis, nos dice:
5
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la
primera resurrección.
Fijémonos en esta afirmación: "Esta es la primera resurrección." Juan nos informa que la
primera resurrección incluye a la Iglesia. En primer lugar, fue Jesucristo quien
fue resucitado. Luego, la Iglesia es resucitada; luego "los santos del Antiguo
Testamento"; y entonces "los santos de la tribulación". Todo esto constituye la
primera resurrección. Y esa es la resurrección de los salvos, de los creyentes
en Jesucristo. La resurrección de los perdidos, los que nunca aceptaron a
Jesucristo como Hijo de Dios, y como su Salvador personal, su resurrección
tomará lugar por separado. Ya veremos este evento cuando lleguemos a ese
pasaje bíblico que estudiaremos algo más adelante.

Muchas personas tienen una idea completamente equivocada con respecto al "fin del
mundo". Piensan que Jesucristo vendrá algún día; que todos los muertos
resucitarán, y que Cristo colocará a la gente "buena" en un lado, y los "no tan
buenos", en otro, y entonces, todos vivirán eternamente y para siempre.
Estimado amigo, amiga oyente, Dios tiene un programa, un plan, y Él sigue Su
programa, Su plan ya establecido.

Pero la nota de esperanza con la cual vamos a concluir nuestro programa de hoy es que
¡todavía estamos a tiempo para acercarnos a Dios, quien nos espera con los
brazos abiertos, como el Padre esperó a su hijo pródigo, para perdonarle,
quitarle toda la suciedad que se le había pegado a su cuerpo y alma, para
revestirle con un traje de justicia, que implica el perdón total de nuestros
pecados y errores! ¿No quiere darle una oportunidad a Dios para convertirle, a
usted hoy, ahora, en un hijo suyo? ¿No quiere experimentar la paz de Dios, y la
paz con Dios? Jamás podrá ser lo suficientemente bueno, ni hacer lo suficiente,
para ganarse el perdón de Dios. Sólo y exclusivamente se puede obtener el
perdón y la paz de Dios al aceptar que Jesucristo es Su Hijo quien vino a esta
Tierra para abrir Sus brazos en la cruz. Sólo por Su muerte inocente, podemos
llegar a ser justificados delante de Dios. Pero, tenemos que tomar esa decisión
individualmente, personalmente, para así recibir la salvación y el perdón
personal de Dios. Le animamos a simplemente "hablar" con Dios, Él siempre
escucha.

Apocalipsis 20
Versículos 4-9

Continuamos, estimado amigo, amiga oyente, nuestra incursión en el relato cronológico de


las profecías que el apóstol y evangelista Juan reseñó en el último libro de la
Biblia, el Apocalipsis. Hemos llegado ya al capítulo 20 de este importante libro
que nos advierte, de parte de Dios, de los acontecimientos que un día
enfrentará este planeta. Apenas tres capítulos nos separan del final, pero
quedan muchos temas que veremos en nuestros próximos programas. Hoy
comenzaremos leyendo nuevamente los versículos 4 al 6 del capítulo 20:
4
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas
de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios,
los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la
marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil
años. 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil
años. Esta es la primera resurrección. 6 Bienaventurado y santo el que tiene
parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre
éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil
años.

El apóstol Juan utiliza en los primeros 9 versículos del capítulo 20 de Apocalipsis la


expresión "mil años" en seis ocasiones. Recordemos que en la actualidad
existen tres criterios respecto a este tema de los "mil años" del reinado del
Señor Jesucristo en la Tierra. Está la postura pre-milenarista, que defiende la
interpretación de que se trata de un periodo de tiempo literal de mil años
durante los cuales Jesucristo, en cumplimiento de numerosas profecías del
Antiguo Testamento, reinará sobre la Tierra. La postura post-milenarista, en
cambio, explica el texto bíblico como un periodo simbólico de mil años que
correspondería a una era de justicia y prosperidad espiritual, que se iniciaría
con la propagación del Evangelio y que culminaría con el regreso de Jesucristo.
La tercera postura se llama A-milenarista e interpreta los mil años como una
simple alusión simbólica a un periodo extenso de tiempo que ya se habría
cumplido en la Iglesia.

La primera iglesia cristiana, la que se formó después de Pentecostés, creía en los mil años
literales. En el griego se utilizaba la palabra "kiloísmo", que significa,
efectivamente "mil". La iglesia primitiva creía en lo que era conocido entonces
como "kilias", y ése era su mensaje y predicación. Aquellos que rechazaban
esta interpretación eran considerados como "en un estado de herejía".

Más adelante comenzaron las diversas corrientes de interpretación, cuando se pensó que
quizá los mil años serían una consecuencia del ministerio de la Iglesia. Que la
iglesia produciría un "mundo perfecto", y que Jesucristo podría venir y
encontrar este mundo funcionando de una manera ordenada, y en paz. Pero
este pensamiento es contrario a lo que leemos en este texto bíblico. Jesucristo
vendrá con juicio, y si todas las naciones estuvieran en orden, disfrutando de
una espléndida paz y un bienestar de justicia y prosperidad, entonces Él no
tendría que afrontar ninguna situación de rebeldía, no habría ni guerra o juicio.
Hubo una época en la que teólogos y religiosos pensaban y creían que la
Iglesia iba a formar un reino aquí en la tierra. En el año 1.883, un comentarista
llamado Justino A. Smith hizo la siguiente declaración: "? qué fuerza más
tremenda es la del Cristianismo en la actualidad, cuando ya se ha dicho todo.
¿Cómo se puede concebir que este auspicioso poder, que tan rápidamente se
está apoderando de toda la Tierra, pueda ir a parar en esa imbecilidad que
parecen predecir algunos de los que defienden el Milenio?" Hasta aquí la cita.
Estimado amigo, amiga oyente, hace sólo algo más de un siglo a los que
interpretamos La Biblia, las profecías de manera "literal" nos hubieran acusado
de ser pesimistas. Creemos que la situación de nuestro planeta va
degenerando, a todos los niveles, y que habrá una apostasía abierta y
resistente a las enseñanzas de Jesucristo, y a Su Iglesia.

Hace algo más de un siglo atrás, el Cristianismo era vigoroso y la predicación del Evangelio
atraía a millones de personas hambrientas de la Palabra de Dios. Se estaba
convencido de que el Evangelio de las "Buenas Noticias" se extendería por
todo el mundo, y que llegaría a influenciar a los gobiernos y las naciones con el
mensaje de paz, amor y justicia de tal manera que esas virtudes serían
adoptadas universalmente, creando así un mundo estable, justo y en paz.
Obviamente, no fue así, y este planeta sufrió dos contiendas a gran escala, las
dos guerras mundiales, que trajeron la muerte y el sufrimiento a miles de
millones de personas.
Bueno, estimado amigo, amiga oyente, la triste realidad es que, la así llamada civilización
europea, o civilización cristiana, se está desintegrando, y sus gobiernos, y la
sociedad que los compone, ya poco tienen que ver con los principios originales
que le dieron una fortaleza espiritual.

El Dr. Charles Hodge, un estudioso de La Biblia y destacado teólogo, dijo lo siguiente: "El
tema de las profecías no puede ser discutido correctamente si no se ha
realizado un estudio profundo de todas las enseñanzas proféticas de las
Escrituras, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. Esta tarea no
puede desarrollarse satisfactoriamente por una persona que no ha realizado un
estudio profundo y exhaustivo de las profecías, y lo ha hecho su especialidad".

Hoy en día, en nuestra actualidad encontramos que hay mucho interés en el tema de las
profecías. Creemos que las profecías constituyen una materia muy importante,
de hecho es una materia vital. El autor de estos estudios bíblicos, que presenta
"La Fuente de la Vida", el Dr. J. Vernon McGee, afirmaba que él había
estudiado estos temas durante más de 40 años, y que les había prestado una
atención especial. En cierta ocasión se le preguntó acerca del motivo por el
cual él hablaba con tanta insistencia acerca de la profecía. El Dr. McGee
respondió que le preocupaba la ignorancia y el profundo desconocimiento que
observaba hasta en personas que se dedicaban a la enseñanza bíblica.

Ciertas sectas y grupos religiosos se han aventurado en establecer fechas para ese gran
evento que se denomina "el arrebatamiento de la Iglesia", que es cuando Dios,
de una manera sobrenatural recogerá a todos los creyentes genuinos en la fe
en Jesucristo, en un instante, y los llevará al Cielo, justo antes del comienzo del
período llamado "la Tribulación". Todos los que se arriesgaron a dar una fecha
determinada, resultado de equilibrios matemáticos y bíblicos, han tenido que
desdecirse. No creemos que se pueda predecir ni fijar fecha alguna en
términos absolutos. Este evento podría ocurrir el día de mañana, o cualquier
otro día. Dios tiene Su propio horario, Su propio plan, Su propio programa, y no
ha sido revelado en qué día, año o mes este evento que marcará el comienzo
de los "últimos días", los siete años que constituyen el período más difícil y
doloroso en toda la historia de la Humanidad. Pero sí, por muchos detalles
estamos viendo la preparación del adecuado escenario para que se cumplan
todas las profecías que ya fueron anunciadas en el Antiguo y en el Nuevo
Testamento.

Bien, en la primera parte del versículo 4 del capítulo 20 de Apocalipsis, leemos:


4a
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas
de los decapitados por causa del testimonio de Jesús

El apóstol Pedro, en su segunda epístola, capítulo 1, versículo 20 escribió: "Entendiendo


primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada." O sea, que no es admisible sacar un versículo de las Sagradas
Escritura, fuera de su contexto, aisladamente y utilizarlo como base para una
doctrina; es necesario tener, además, la corroboración, la confirmación, de
otras Escrituras. Un texto bíblico, como el que estamos contemplando, es una
declaración de hechos literales, que calzan en el programa completo de la
profecía que hemos estado siguiendo. El tratar de reducir y cambiar este texto
e interpretarlo en términos de símbolos figurados, transformarían este pasaje
en algo incomprensible.

Creemos que los tronos son tronos literales. Los mártires, son mártires genuinos. Jesucristo
es literalmente el Hijo de Dios, y Salvador nuestro. La Palabra de Dios es
literal. La Bestia, la imagen y la marca de la Bestia, es literal. Y los mil años, el
reino del Milenio, son literales. Todo es literal, y los mil años, significa nada
más, ni nada menos que mil años. Si Dios hubiera querido decir que ese
período era eterno, pues, creemos que así lo habría afirmado. Si Dios ya nos
reveló tantos detalles concretos, ¿por qué diría Dios algo diferente a lo que
realmente quiso decir? Cuando Dios dijo "mil años", estimado amigo, amiga
oyente, más vale creerle, porque Él así lo afirmó.

Ahora, la palabra "resurrección" que aquí se menciona es interesante, porque es la misma


palabra que el apóstol Pablo usa en su Primera Epístola a los Corintios,
capítulo 15, para la resurrección de Cristo y de los creyentes, y significa una
resurrección corporal, como lo indica la palabra del texto original en griego
"anastasei."

El apóstol Juan escribió: "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos." ¿Quiénes son los que se
sentaron? Creemos que deben ser aquellos que participaron en la primera
resurrección, a todos los que fueron salvos a través de todas las edades.
Permítanos repetir lo siguiente: la primera resurrección comenzó con la
resurrección de Jesucristo. Esta primera conquista sobre la muerte posibilita la
resurrección de la Iglesia, durante el "arrebatamiento, o la salida de los
creyentes de la Tierra, antes del comienzo de la Gran Tribulación, como ya lo
hemos estudiado en Apocalipsis, capítulo 4. Ahora, al finalizar los siete años de
la Gran Tribulación, ocurrirá la resurrección de los santos de la tribulación, que
serán las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la
Palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y
también la resurrección de los santos del Antiguo Testamento, como vimos en
el capítulo 12 del profeta Daniel, versículo 1 y 2. Dios sigue Su plan, Su guión
de los eventos. Esta no es una idea ingenua, o un producto de una mente
fantasiosa. Este es un programa organizado y detallado que Dios determinó,
que Él ha presentado en Su Palabra, y que Él concluirá según Su plan y
propósito.

Los santos de la tribulación y los santos del Antiguo Testamento evidentemente reinarán en
esta Tierra con el Señor Jesucristo durante el Milenio. La Iglesia, todos los
creyentes que fueron quitados del planeta en el "arrebatamiento", la esposa de
Cristo, residirá en la Nueva Jerusalén, donde reinará junto con Él, desde ese
lugar tan relevante, pero además, creemos, que también sobre gran parte de la
creación de Dios. Ya vamos a ver esto en el próximo capítulo. Cristo se
trasladará de la Nueva Jerusalén, ubicada en el Cielo, a la antigua ciudad de
Jerusalén en la Tierra. La iglesia también se trasladará de un lado hasta el otro,
desde su hogar celestial y la Tierra. Multitudes de personas de Israel y como
también de los Gentiles vivirán en el período del Reino del Milenio, con sus
cuerpos físicos naturales, al no haber muerto antes, y estos serán los que,
junto con aquellos que nacerán durante el Milenio, los que serán probados
durante ese período.

Así como el Señor Jesucristo, después de Su resurrección, ya con un cuerpo glorificado, se


mostró, y anduvo, con Sus apóstoles y cientos de seguidores, así mismo, la
Iglesia, los creyentes, en un cuerpo glorificado, se mezclará con las multitudes
que vivan en sus cuerpos naturales, aquí en la Tierra. Todos los miembros de la
Iglesia, que habían sido recogidos anteriormente y llevados al Cielo, regresarán
nuevamente a la Tierra, pero con cuerpos glorificados.

Ahora, en el versículo 6, se nos dice que ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo. Esta
mención se refiere exclusivamente a la nación de Israel, y ése es el propósito
original de Dios para Israel. Dios dijo en Éxodo, capítulo 19, versículo 6: "Y
vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las
palabras que dirás a los hijos de Israel." Ahora, Abraham fue un sacerdote en
su familia. Leví fue el sacerdote de la tribu, con la familia de Aarón sirviendo
como el sumo sacerdote. En el reino teocrático sobre esta tierra, toda la nación
de Israel llegará a ser sacerdotes.

En las Sagradas Escrituras encontramos más profecías acerca del Milenio que sobre
cualquier otro período. El Reino fue el gran tema de los profetas del Antiguo
Testamento. Hay mucho silencio alrededor de las profecías de los profetas del
Antiguo Testamento. Sin embargo mucha gente está esperando algo y a
alguien que pueda ofrecer, y garantizar, la paz entre las naciones y la justicia y
la prosperidad de todos los pueblos. Ese anhelo de un gobierno universal, que
distribuya con más justicia los recursos de nuestro planeta, fomentará la
llegada al poder, y al escenario mundial, del líder político que prometerá
satisfacer todas las necesidades, pero que se transformará en el dictador
mundial absoluto. Nuestra Tierra no conocerá la verdadera paz y justicia hasta
que no llegue el período del Milenio, el Reino de Jesucristo sobre la Tierra.

Leamos ahora los versículos 7 al 9 de este capítulo 20 de Apocalipsis:


7
Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, 8 y saldrá a engañar a
las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a
fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del
mar. 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de
los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los
consumió.

Todo el libro profético de Apocalipsis es un relato cronológico de los últimos eventos que
ocurrirán durante los últimos tiempos de nuestra Tierra. Aquí se nos describe la
última rebelión de Satanás y de hombres que él embaucará, en su último
intento de derrocar a Dios. El Milenio será un período de prueba bajo el cual los
hombres, la población mundial, vivirán bajo condiciones ideales, perfectas. Y
como lo demuestra este texto, tan pronto como Satanás es liberado de su
cautiverio, una gran multitud que había estado bajo el Reino personal de Cristo,
y bajo circunstancias ideales, se dejarán seducir y seguirán a Satanás, el
Diablo, el engañador, o como también se le denomina, la Serpiente antigua, el
Dragón. Como ya mencionamos, no sólo serán multitudes de personas que
constituirán la población mundial y que presenciarán el comienzo del Milenio
bajo la autoridad del Señor Jesucristo, sino que multitudes nacerán durante el
Milenio. Eso lo podemos confirmar al leer en el libro del profeta Isaías, capítulo
11, versículo 6; y también en el capítulo 65, y versículo 20.

Éste será un tiempo histórico en el que ocurrirá la mayor explosión demográfica de la


Humanidad sobre la Tierra. Bajo el reinado del Señor Jesucristo se eliminará la
enfermedad, y la maldición del pecado será quitada de la tierra física, la cual
producirá suficiente alimento como para nutrir a esta gran población mundial.
Pero, sólo una cosa no cambiará de naturaleza, y eso será el corazón humano,
que no cambiará, a pesar de vivir en un clima de total paz, justicia y
prosperidad. Muchos aún le darán la espalda a Dios, y se dejarán engañar al
seguir a Satanás, una vez que él sea soltado de su prisión en el abismo, al final
de los mil años del reinado del Señor Jesucristo.

Esto parece increíble, ya que bajo la autoridad de Jesucristo todas las necesidades podrán
ser cubiertas, con justicia y equidad. Pero, parece que en realidad no es ese
estado ideal el que aspira el ser humano. Lo que hará que esta gente anhele
salir de la férrea disciplina de Jesucristo y del orden que Él instaurará, será el
deseo de vivir libremente "a su propia manera", sin control, sin acatar la
autoridad superior de Aquel que es un Juez justo, nuestro Señor Jesucristo

Apocalipsis 20

Versículos 9-13

Bienvenidos a un nuevo programa de "La Fuente de Vida", en el que juntos, una vez más,
seguiremos avanzando por los senderos del libro de Apocalipsis,
adentrándonos cada vez más en el relato del apóstol Juan, su autor. Estamos a
punto de llegar al clímax del libro: la Segunda Venida de Cristo a la Tierra. Un
suceso proféticamente prometido, que desde la muerte y resurrección de
Jesucristo, los cristianos de todos los tiempos hemos estado esperando.

Comencemos hoy abriendo nuestra Biblia para leer el versículo 9 del capítulo 20 de
Apocalipsis:
9
Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la
ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

Al cumplirse el periodo de los mil años establecidos por Dios, Satanás, el Diablo, es soltado
de su cautiverio pero, aparentemente, no ha aprendido la lección, y reanudará
su actividad allí donde fue interrumpido, y encarcelado. Volverá a engañar al
hombre y predisponer a las naciones contra Dios. De esta manera, Satanás
reunirá a las naciones para intentar un último ataque contra Dios. Como
acabamos de leer, los ejércitos hostiles, bajo la dirección de Satanás, el Diablo,
se dirigirán contra el campamento del pueblo de Dios y contra la ciudad amada,
es decir, contra Jerusalén. Pero estos ejércitos serán consumidos por fuego del
cielo, Satanás será arrojado al Lago de fuego y azufre, al igual que en el
pasado fueron echados allí Anticristo, o la Bestia, y el Falso Profeta. Ahora, la
victoria de Cristo será al fin, completa y definitiva.

La rebelión de Satanás y del hombre, tras el milenio, revela la persistente dureza e


impermeabilidad del corazón del ser humano. El profeta Jeremías dijo en el
capítulo 17 de su libro, versículo 9: "Engañoso es el corazón más que todas las
cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" Sólo el ser humano es capaz de
alcanzar las más altas y las más bajas cotas éticas y morales de conducta,
tanto en positivo, como en negativo; construimos maravillosas catedrales, pero
también la bomba atómica; componemos hermosos poemas y deliciosas
sinfonías, pero también diseñamos campos de concentración y cámaras de
gas; ¡Cuán separados podemos, los seres humanos, llegar a estar de Dios! Lo
que la Biblia denomina "vieja naturaleza" no es sino nuestra natural tendencia a
hacer lo malo, por puro egoísmo, así como hacer el mal, por puro placer. Tal y
como escribió el apóstol Pablo, en su Carta a los Romanos, capítulo 8,
versículo 7: "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;
porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden."
Resulta muy llamativa, por otra parte, la adhesión de ejércitos de hombres y mujeres
dispuestos a secundar la última y definitiva rebelión de Satanás, el Diablo, más
aún cuando estas personas habrán tenido la oportunidad de vivir en las
condiciones ideales que caracterizarán el reinado de mil años de Cristo. Si
usted lo recuerda, en anteriores programas tuvimos la oportunidad de ver cómo
cuando Jesucristo reine, lo hará con vara de hierro, como un dictador. Y puede
ser que, precisamente por ello, a muchos les disguste este tipo de reinado, que
si bien será "perfecto" desde el punto de vista de Cristo, no lo será tanto para
muchos, deseosos de llevar a cabo sus propios planes en un nuevo orden
mundial. Y tal vez por ello, cuando se les ofrezca la oportunidad de rebelarse,
aún bajo la bandera de Satanás, el mismo que engañó a las naciones en el
pasado, antes del Milenio, accederán. Sin embargo, ésta será la última rebelión
de Satanás

Y aquí llegamos, estimado amigo, amiga oyente, a una figura que se grabó profunda y
misteriosamente en el pensamiento judío: la figura de Gog y Magog. De hecho,
a esta rebelión, la que acabamos de leer en Apocalipsis, se la denomina Gog y
Magog. La encontramos por primera vez en el libro del profeta Ezequiel,
capítulos 38 y 39. Allí, Gog, de la tierra de Magog, príncipe soberano de Mesec
y de Tubal, va a lanzar un ataque contra Israel que no tendrá éxito y que
acabará por destruirle a él. Puede ser que Gog se conectara originalmente con
los Escitas, pueblo bárbaro y extremadamente violento, cuya invasión temían
todos los hombres. Conforme fue pasando el tiempo, en el pensamiento judío,
Gog y Magog llegaron a representar todo lo que se opone a Dios. Los rabinos
enseñaban que los ejércitos de Gog y Magog se asociarían con sus ejércitos
contra Jerusalén, y acabarían cayendo a manos del Mesías. Leamos ahora, el
versículo 10 del capítulo 20 de Apocalipsis:
10
Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la
bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los
siglos.

En este breve y sencillo pasaje asistimos, al fin, a la destrucción definitiva de Satanás, el


príncipe de este mundo y engañador del hombre desde el principio, el ángel
más hermoso jamás creado, cuyo corazón se llenó de orgullo hasta el punto de
querer ser igual a Dios. Aquel, que se rebeló en el Cielo contra el Padre y fue
expulsado del mismo junto con sus seguidores, un tercio de los ángeles.
Satanás, la Serpiente antigua, que pretendió tentar a Jesucristo en el desierto,
sin lograrlo, y el mismo que llenó de codicia el corazón de Judas, para que
traicionara a su Maestro; Satanás, aquel que desde el mismo comienzo de la
historia humana ha intentando destruirnos por todos los medios, con el único fin
de malograr la perfecta Creación de Dios, nuestra íntima comunión con Él y el
posterior Plan de Salvación puesto en marcha por Dios para rescatar al hombre
de sus pecados.

Al igual que sus demonios acuciarán a los ejércitos del mundo a lanzarse contra Israel, en la
Batalla de Armagedón, Satanás también conducirá a las engañadas naciones a
un ataque suicida contra Cristo y Su pueblo.

Aquí Juan nos desvela varias ideas que contradicen la cultura popular entorno al Diablo. En
primer lugar, Satanás no es el actual habitante más ilustre del Infierno. El
infierno aún no existe y tan sólo será una realidad tras el gran Juicio Final. Dice
la Biblia que Él es el príncipe de la potestad del aire, es decir, el príncipe de
este mundo. Él es quien hoy controla el planeta en el que vivimos. Dios, por
supuesto, le ha impuesto ciertos límites, si bien durante la Gran Tribulación
tendrá casi absoluta autoridad en la Tierra, durante cierto tiempo.

En segundo lugar, Satanás no será el primero en ser arrojado al infierno. El Anticristo, la


Bestia, y el Falso Profeta, ambos le precedieron, mil años antes. Ambos fueron
echados a un infierno descrito de manera aterradora: un lago de fuego y azufre.

¿Qué dice la Biblia acerca de este lugar, el Infierno? Juan el Bautista, el profeta enviado por
Dios para preparar la llegada de Jesús, dijo, tal y como recogió Lucas, el
evangelista, en su capítulo 3, versículo 7: "Y decía a las multitudes que salían
para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a
huir de la ira venidera?" Algo después, el Señor Jesucristo mismo fue quien
expuso la descripción más detallada que tenemos del Infierno. Escuche los
siguientes versículos del capítulo 25 del evangelio según Mateo, versículo 41:
"Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles." El capítulo 8 del evangelio
según San Mateo, versículo 12, dice: "Mas los hijos del reino serán echados a
las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes." Esto debería, al
menos, hacernos reflexionar.

Por otro lado, ¿cómo puede ser una tiniebla total y aún un fuego literal? En el evangelio
según Mateo, capítulo 13, versículo 42, leemos: "Y los echarán en el horno de
fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes." Y luego el Señor Jesucristo dijo en
el evangelio según Marcos, capítulo 9, versículo 44: "Donde el gusano de ellos
no muere, y el fuego nunca se apaga." ¿Puede usted pensar, amigo oyente, en
un fuego, que sea más ardiente que el de un hombre que se encuentra en el
Infierno, y escuche allí la voz de un hijo o hija suya, diciéndole: "Papá, te he
seguido aquí"?

En cierta ocasión, un hombre espetó al Dr. Bill Anderson: "Supongamos que lleguemos allí y
descubramos que esto no es cierto". "Bueno", respondió el Dr. Anderson,
"entonces tendremos que pedirle disculpas y decir que hemos entendido mal al
Señor. Pero, supongamos que llegamos allí y tenemos razón, y que usted está
equivocado. ¿Qué sucedería entonces?" Esta sencilla pregunta, ha hecho
perder el sueño a muchas personas. ¿Y si todo esto no son fábulas para
ancianas, ni folklore popular, ni invenciones de pastores cristianos, deseosos
por aumentar la membresía de sus iglesias? ¿Y si todo lo que dice la Biblia es
verdad? Desde luego, las Escrituras son contundentes al respecto: Tan real
como que esta vida existe, hay también un Cielo y un Infierno. El enemigo,
Satanás, ha intentado desde el principio trivializar y ridiculizar ambas ideas,
sabedor que de ese modo, pocos creerán y muchos se perderán. A todos nos
gusta mucho el capítulo 3 del evangelio según Juan, versículo 16, ¿recuerda?:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a Su Hijo primogénito, para
que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna". Esto es,
sin duda, una realidad. La otra, es el fuego eterno, vivir separado de Dios por
toda la Eternidad, un lugar de tormento consciente. Leamos a continuación el
versículo 11 de este capítulo 20 de Apocalipsis, que dice así:
11
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la
tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.

Juan nos describe aquí el Gran Trono Blanco, que aparece mencionado en Apocalipsis un
total de 50 veces. Se trata, como vemos, de un trono de juicio que permanece
elevado, puro y santo. Dios se sienta en él como Juez representado en la
persona del Señor Jesucristo. Pero aún no estamos asistiendo al popularmente
conocido "juicio final". Recordemos que todos los perdidos, de todos los
tiempos, van a ser resucitados para ser juzgados aquí, pero aún no ha llegado
ese instante. Por otro lado, todos los que han sido salvos, han sido ya
resucitados en la primera resurrección, incluyendo a los santos muertos
durante la Tribulación. Esta es, ahora, la Segunda Resurrección, reservada
sólo para aquellos que serán exclusivamente resucitados aquí para recibir su
juicio, una evaluación justa, equitativa de todas sus obras.

En una ocasión, cierto Pastor cristiano visitó a un hombre en su lecho de muerte. El


enfermo, muy seguro de sí mismo, le dijo: "Predicador, no es necesario que
malgaste su escaso tiempo hablándome de mi futuro. Creo que Dios será justo
y aceptará de buen agrado mis numerosas buenas obras". El Pastor le
respondió: "Está usted en lo cierto; usted es una persona justa y recta y lo más
probable es que Dios esté ansioso por conocer sus buenas obras; seguro que
las aprobará. Pero también hay algo más. La Biblia dice que la salvación es un
regalo de Jesús, no un premio que usted obtiene mediante buenas obras. Hay
mucha gente que hace buenas obras; hay, de hecho, gente mucho más buena,
más caritativa, más generosa y más solidaria que los cristianos; pero no por
ello serán salvos. La Biblia dice que nadie puede salvarse a sí mismo
realizando buenas obras, sino tan sólo por medio de la fe en Jesucristo. Usted
podría pasarse toda la vida haciendo buenas obras, pero si no acepta a
Jesucristo como su Señor y Salvador personal, no se salvará e irá al Infierno.
La Biblia también añade que los cristianos tenemos el deber, la obligación y el
privilegio de demostrar el amor de Jesús al mundo realizando buenas obras; La
Biblia dice que somos salvos para hacer buenas obras, no por hacer buenas
obras, lo cual es muy diferente."

¿No ha observado usted a un niño pequeño juntando un ramillete de flores para su madre o
abuela? Mientras él se las lleva, en sus manos las flores se marchitan y pierden
su hermosura. Sin embargo, la madre o abuela agradece mucho el detalle de
su hijo o nieto. Pero Dios, querido amigo, amiga, no actúa de la misma forma;
cuando muchos lleguen a la presencia de Dios y se presenten ante Cristo, ante
ese Cristo que han rechazado una y otra vez, al cual no han obedecido, ni
permitido que gobierne su vida, al cual han reducido a una tediosa religión de
ritos vacíos y esporádicos, y les muestren su pequeño ramillete de flores
marchitas, es decir, sus buenas obras, esperando que Él reaccione como su
madre o abuelita, dándole unas palmaditas en la cabeza, éstas "buenas"
personas, se llevarán un gran chasco. Amigo, amiga oyente, esto es algo
tremendamente serio. Es necesario que usted tenga un Salvador personal para
poder estar en Su presencia, y este salvador se llama Jesucristo, que vivió y
murió por usted hace aproximadamente 2.000 años. Para presentarse ante el
Tribunal de Cristo usted necesita, no un ramillete de buenas obras, sino estar
revestido con la justicia de Cristo, cuando Él nos limpia de todos nuestros
pecados. Nos guste o no, todos nosotros, cristianos incluidos, somos por
naturaleza, pecadores. Desde que nacimos, queremos seguir nuestros propios
impulsos humanos, a movernos con egoísmo, por instinto de supervivencia, por
anhelo de poder y de posesiones materiales. Nuestros deseos guían nuestra
vida y nuestros impulsos nuestras acciones. A pesar de ello hay mucha gente
buena, gente solidaria, que, independientemente de su religión o credo, ama al
prójimo, es solidaria, es generosa. Y eso es maravilloso. Sin esta gente, el
planeta sería, un lugar mucho peor. Sin embargo la Biblia es muy clara al
respecto de los requisitos para ser salvo: Y sólo hay uno, ¿Cuál? Confiar en
Jesús como nuestro Señor y Salvador personal. Por favor, querido amigo y
amiga que nos escucha, no estamos despreciando las buenas obras; al
contrario, son un deber, no una opción, del cristiano. Un cristiano sin buenas
obras, es una contradicción en sí mismo. Un cristiano sin buenas obras, no es
un cristiano; es un religioso, un místico, un intelectual, pero no un cristiano tal y
como fue Jesús; un cristiano sin obras, es un cristiano sin fe y sin amor. Pero
una cosa es la solidaridad y otra, muy diferente, es creer poder ser salvo, sólo
gracias a mis buenas obras; esta idea errónea ha llevado a muchos a pensar
que, por el hecho de ser donantes, colaboradores de ONG, o esforzados
voluntarios sociales, van a poder ganarse el cielo. No es así, estimados
oyentes, y lo afirmamos con todo nuestro cariño y respecto, por estas
personas, a las cuáles admiramos como ejemplo de entrega y generosidad.

Fue Samuel Johanán quien escribió: "Cada hombre conoce aquello de sí mismo que no se
atreve a contarle ni a su mejor amigo". Usted se conoce bien a sí mismo, ¿no
es así, estimado amigo o amiga? Sólo usted conoce cosas que ha tapado y
ocultado, y que no quisiera revelar por nada del mundo. Pues bien, amigo
oyente, el Señor Jesucristo conoce todo su ser y abordará éstos cuando usted
se le acerca a Él con su pequeño ramillete.

Regresando al texto bíblico, el que está sentado sobre el trono es el Señor Jesucristo.
¿Cómo sabemos esto? Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio
dio al Hijo. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado
al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por
cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora
cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo
bueno, saldrán a resurrección de vida; ? eso nos dice el capítulo 5 del
evangelio según Juan. Ahora, ¿cuál es la obra de Dios? Creer en Aquel a quien
Él ha enviado. Éstos son los que hicieron lo bueno. Ellos han aceptado a
Cristo. Entonces ellos saldrán a resurrección de vida. Esta es la primera
resurrección. Ya hemos hablado en cuanto a esto. Y los que hicieron lo malo,
¿a qué clase de resurrección? Bueno, dice: "A resurrección de condenación."
Ese es el Gran Trono Blanco.

Juan nos menciona, además, algo sorprendente; nos está hablando del gran Trono Blanco y
de Aquel que está sentado en él, y añade lo siguiente: "De delante del cual
huyeron la tierra y el cielo." Juan vio como el universo viejo y contaminado dejó
de existir. El apóstol Pedro describió también ese preciso momento en su libro
2ª de Pedro 3:10: "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el
cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
desechos, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas". El universo
entero dejará de existir mediante un acto divino que es todo lo opuesto a la
Creación original. Los versículos 12 y 13 del capítulo 20 de Apocalipsis dicen
así:
12
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y
otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
13
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y
el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron
los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
Juan, buen observador, nos sigue trasladando pequeños detalles sin perder la visión global
de la escena que está presenciando. Lo que ahora sigue es el juicio de la
Humanidad. Es el juicio de los grandes y pequeños, es decir, que no hay nadie
ni tan grande o importante, ni tan pequeño o insignificante, capaz de escapar
del juicio de Dios; y todos estarán de pie ante Dios, al igual que suele suceder
en un juicio con los prisioneros que son culpables y condenados, y se situarán
delante del tribunal de justicia divina.

Se mencionan aquí dos clases de libros. El primero contiene el informe de todas las obras
humanas. Este libro registrará todos los pensamientos, palabras y obras de los
pecadores, fielmente recogidos gracias a la omnisciencia divina, y servirán para
proveer una fuente irrefutable de evidencias para su condenación. Y es
importante ser consciente de que el autor de ese libro no es Dios, sino nosotros
mismos, con las decisiones que tomamos y las acciones que realizamos, día a
día, en nuestra vida diaria y personal. Nada escapa al ojo de Dios. Todo lo
oculto será revelado y sacado a la luz.

El segundo libro mencionado por Juan es el denominado "Libro de la Vida", el cual contiene
los nombres de todos los redimidos o salvos. Este libro aparece, al igual que el
anterior, frecuentemente, a lo largo de toda la Biblia. Moisés estaba dispuesto a
que Dios lo borrara del libro de la vida si así Éste salvaba al pueblo (Éxodo
32:32); El salmista ora para que los malvados sean borrados del Libro de la
Vida y no inscritos con los justos (Salmo 69:28). El apóstol Pablo habla de sus
colaboradores, cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida (Filipenses
4:3). La promesa del Cristo resucitado a la iglesia en Sardes es que el que
salga victorioso no será borrado del Libro de la Vida (Apocalipsis 3:5). La idea
es que, aquellos cuyos nombres estén inscritos en este libro, son los
ciudadanos vivos y activos del Reino de Dios.

Pero si usted es salvo, estimado oyente, entonces no tendrá que asistir a este juicio. Sus
obras serán juzgadas como un hijo de Dios, en el Tribunal de Cristo, lo cual ya
tuvo lugar durante la Gran Tribulación.

Este juicio es sólo para los perdidos. El Señor Jesucristo había dicho: "Y no queréis venir a
mí para que tengáis vida" (Juan 5:40). Los que nunca quisieron ir a Él, sin
embargo desearán ser juzgados según sus propias obras. Creen que ésta es
su oportunidad y dado que el juicio será justo, se salvarán. Pero olvidan que
Jesús ya advirtió que nadie podría nunca salvarse a sí mismo mediante sus
buenas obras, sino sólo por medio de Él, de Jesús mismo. Con ese fin vino
Jesucristo a la Tierra. Por eso murió en una cruz. Y por eso resucitó, venciendo
a la muerte y a Satanás. Él ha ganado para nosotros el derecho de ser salvos.
Si nosotros despreciamos esto, le estamos despreciando a Él; también
estamos despreciando Su sacrificio en la cruz y le estamos diciendo: "Gracias
por tu muerte, pero creo que no la necesito, dado que soy tan bueno, tal y
como mis buenas obras atestiguan, que puedo salvarme sin necesidad de
recurrir a ti". Pero ninguno será salvado por sus propias buenas obras.

Y luego leemos: "Y el mar entregó los muertos." En el tiempo de juicio se dice que el mar
devolverá sus muertos; Ha habido multitudes que han fallecido o desaparecido
en el mar, y serán resucitados para el juicio. Debemos pensar que esto no
supone problema alguno para el Creador.

Juan añade: "Y la muerte y el Hades", el lugar donde van los espíritus de los que están
perdidos, "entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada
uno según sus obras." Recordemos que muerte y Hades son términos que
describen el estado de la muerte. Todos los muertos injustos y pecadores se
presentarán en el juicio del Gran Trono Blanco, y ninguno de ellos escapará.
De todos los lugares en los que se hubieran depositado los cuerpos de los
muertos no justos, saldrán cuerpos nuevos, preparados para el Infierno. Desde
luego esta es una escena terrible que debiera hacer reflexionar a muchos. Con
esta idea nos despedimos de usted, no sin antes pedir a Dios que bendiga Su
Palabra que acabamos de leer, y que ésta haga mella e impacto en su vida.

Apocalipsis 21

Versículos 2-5

Bienvenido, estimado amigo, amiga oyente, a un nuevo programa de La Fuente de La Vida,


un espacio de reflexión en el que nos sumergiremos nuevamente en un libro
apasionante, el Apocalipsis, el último libro de la Biblia y su culminación. Fue
escrito y narrado en primera persona por Juan, el apóstol y evangelista,
alrededor del año 95, durante la cruel persecución del emperador romano
Domiciano, azote y perseguidor de los cristianos, mientras se encontraba
encarcelado en la Isla de Patmos. En Apocalipsis, el resucitado Jesucristo es el
eje alrededor del cual gira todo el libro. El título del Apocalipsis ya nos da la
clave para su lectura, puesto que es uno de los pocos libros con un título oficial:
"Apocalipsis de Jesucristo" (1:1). Significa la revelación del Jesús triunfante.
Cristo es la clave del triunfo en medio de la persecución. El libro pretende dar
felicidad, gracia y paz a los seguidores de Jesús (1:4); Feliz el que lea este libro
y feliz el que lo escuche (1:3); feliz el que hace caso de él (22:7).

Regresemos al capítulo 21 de Apocalipsis para descubrir y desentrañar los misterios y


maravillas de siete nuevos elementos: los cielos nuevos, la nueva tierra, la
nueva gente, la Nueva Jerusalén, el nuevo templo, la nueva luz y,
posteriormente, en el capítulo 22, el paraíso y su río de agua de vida. En
nuestro programa anterior dejamos nuestro estudio en el versículo 2 del
capítulo 21, que decía así:
2
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta
como una esposa ataviada para su marido.

Mencionamos en nuestro anterior encuentro que todas las novias, al menos en el momento
de la ceremonia nupcial, resultan extremadamente hermosas. Quizá no lo sean
antes, y quizá no lo sean después, pero en ese día especial, pareciera que
todas lucen una belleza radiante, una hermosura sin igual. Por ello, el apóstol
Juan no encuentra mejor metáfora para presentar la unión definitiva y eterna
entre el Señor Jesucristo y Su Iglesia. Recordemos que en el Nuevo
Testamento, la metáfora de la Iglesia como esposa de Cristo, fue muy
frecuentemente utilizada. Los creyentes (la esposa) que ya se encuentran en el
Cielo, en la Nueva Jerusalén, saldrán al encuentro de Cristo (su esposo) en la
ceremonia final de la historia divina de la salvación del hombre. De esta forma,
Dios traerá a casa una esposa para su Amado Hijo, que es la Iglesia. Todos los
Santos vivirán por toda la Eternidad, con Cristo en la Casa de Dios, que fue
una promesa del Señor Jesucristo pronunciada antes de que comenzara a
constituirse la Iglesia, como leemos en el evangelio según Juan 11, versículo 2.

La Nueva Jerusalén es la morada, el hogar que el Señor Jesús está preparando para la
iglesia. El Señor Jesucristo dijo: "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si
me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:2-3). Juan nos está
describiendo una nueva y gloriosa visión difícil de encerrar en palabras
humanas, aunque logra dar unas pinceladas para mostrarnos el cuadro más
asombroso jamás pintado. La culminación de la historia de la humanidad, y la
culminación de la esperanza de miles de cristianos que, a lo largo de sus vidas,
lucharon por Cristo, y se esforzaron en mantener la fe a pesar de las pruebas;
de tantos que se enfrentaron al pecado en sus vidas, tropezaron, una y más
veces, pero finalmente vencieron y acabaron su carrera, recibiendo la corona
de vida que Dios ha prometido a los que le aman.

El apóstol Pablo escribió a los creyentes de Éfeso, refiriéndose al amor de un esposo por su
esposa: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó la iglesia, y
se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la Palabra." (Efesios 5:25). En el Tribunal de Cristo
todos los creyentes tendremos que comparecer y seremos juzgados de
acuerdo a nuestras obras, pero también por los pecados no confesados, no
entregados, no limpiados. Todo pecado será confrontado. Habrá los
correspondientes castigos y recompensas. Pero el Señor Jesucristo hará algo
más: Él limpiará a Su iglesia mediante Su Palabra. La Palabra de Dios es un
agente limpiador muy poderoso a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese
santa y sin mancha. Este es el cuadro que Juan nos describe aquí, en
Apocalipsis 21, la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, descendiendo del cielo,
ataviada como una esposa para su marido.

En la misma Carta a los Efesios, el apóstol Pablo continúa hablando en cuanto a esta
maravillosa relación entre Cristo y la Iglesia, comparándola al matrimonio entre
un hombre y una mujer, aquí en la Tierra. En el mismo capítulo 5 de esta
epístola a los Efesios, versículos 28 al 32, leemos: "Así también los maridos
deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos
miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una
sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de
la iglesia."

La relación matrimonial fue diseñada por Dios para ser la relación más hermosa, cercana,
íntima y maravillosa. Si no ha llegado a serlo, no ha sido culpa de Dios, sino
responsabilidad del hombre y la mujer. El matrimonio fue, en realidad, la única
ceremonia que Dios instituyó para el hombre, y ésta se remonta al mismo
Jardín del Edén, al principio de todo, en el mismo comienzo de toda la historia
de la Humanidad, lo cual revela su importancia para el mismo Dios.

Aquí debemos intentar comprender la expresión de que la esposa es la misma carne que el
marido. ¿Cómo es esto posible y a qué se refiere Pablo utilizando este símil?
Bueno, ¿ha visto usted algún niño que se parezca a la madre, pero que tenga
el temperamento del padre, o viceversa? En el niño se ven los dos en una
misma carne. Pero esta idea es mucho más profunda. Cuando un hombre ama
de veras a su mujer, en realidad, se está amando a sí mismo. Y lo mismo
ocurre con ella. Cuando ella ama de verdad a su marido, se está amando, en
realidad, a sí misma. ¿Puede acaso existir algo más íntimo que la unión
matrimonial tal y como la diseñó Dios? Y ¿no será ésta la causa por la que Dios
compara la unión perfecta entre Cristo y Su Iglesia con el matrimonio?

Si yo me lastimo un pie, no puedo ignorarlo. Acudo al médico, tomo analgésicos, lo cuido? y


en cualquier caso, no puedo dejarlo fuera de casa, porque es parte de mi
cuerpo. De la misma manera, mi esposa es parte de mí. Es como, si de alguna
manera, no fuera otra persona separada de mí sino una parte más de mi propio
cuerpo, de mi propia carne. Somos la misma carne y eso es un misterio difícil
de comprender. Pero, también nos describe la relación íntima que Jesucristo
desea tener con Su Iglesia, y esta idea persiste a lo largo de toda la Biblia
desde la misma creación del hombre y la mujer. No podemos entrar en muchos
detalles, pero en el capítulo 2 de Génesis, versículos 23 al 25, leemos: "Dijo
entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta
será llamada varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre
a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y
estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban."
Se trata, pues, de una relación tan íntima, personal y maravillosa, ¿Por qué suceden hoy
tantos casos de violencia machista en la pareja, en el matrimonio? ¿Por qué
hoy en día se desintegran más parejas de las que se crean? ¿Qué está
sucediendo con el matrimonio en nuestra sociedad? ¿Fue acaso un mal
invento por parte de Dios, una unión imposible entre dos seres antagónicos y
difíciles de integrar? ¿Le echaremos, de nuevo, la culpa a Dios o asumiremos
la responsabilidad por nuestras propias incorrectas decisiones?

Siguiendo con la metáfora de la lesión en una parte de mi cuerpo, como por ejemplo podría
ser un pie; si nos duele algo, seguro que no ignoraremos semejante molestia,
¿verdad? Nadie en su sano juicio se enfadaría con su pie, con su propio
cuerpo. Y a ninguna persona cuerda se le ocurriría reaccionar contra su propia
lesión dándole un puntapié, o maltratándolo, porque de hacerlo, tendría más
problemas aún. Lo que haremos con un pie dolorido, o cualquier otra parte de
nuestro cuerpo, será cuidarlo, mimarlo, para que se restablezca y se sane lo
antes posible.

Es por ello que ante los problemas, la pareja debe sentarse y hablar, comunicarse con
respeto y franqueza, aunque no compartan el mismo punto de vista; su pareja,
aunque a veces lo parezca, estimado oyente, no es su enemigo. Permítanos
repetirlo: su marido, o su mujer, no es su enemigo. El enemigo no está dentro
de casa, sino "fuera": su enemigo es Satanás, que busca destruir todo lo bueno
que Dios creó, y entre esas cosas, está su matrimonio, que es único para Dios.
Ambos cónyuges, él y ella, son una misma carne; son uno solo, ante Dios,
unidos por siempre de una forma íntima y maravillosa, donde cada uno ha
dejado a su familia de origen, a su padre y a su madre, a sus hermanos y a sus
hermanas, y se ha unido a su mujer, a su marido, y son una sola carne. Juntos
han comenzado una nueva creación. Y éste es el modelo de relación
matrimonial. ¡Qué hermoso es encontrarse con una familia donde el esposo y
la esposa no tienen barreras, nada que los separe! Ella le conoce a él como a
un libro abierto, y lo mismo ocurre con él. Se conocen el uno al otro y se aman,
y se respetan el uno al otro, a pesar de sus diferencias. El matrimonio, amigo
oyente, es mucho más que un contrato para vivir juntos y dormir juntos.
Cuando un hombre elige a una esposa y viceversa, ambos se unirán y serán
una sola carne.
Y Juan, el apóstol y autor del Apocalipsis, utiliza esta metáfora para describir la unión íntima
de Cristo y Su iglesia. En su primera Carta, capítulo 3, versículo 2, el propio
Juan escribió: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es." Nosotros vamos a
tener un cuerpo glorificado, como Él. Vamos a ser uno con Él, parte de Su
mismo Cuerpo. Vamos a estar unidos a Él. Él dijo que iba a preparar lugar para
nosotros, para que donde Él habite, nosotros también habitemos. Para que,
juntos, compartamos toda la Eternidad viviendo en el lugar más glorioso del
Universo. Y hasta donde sabemos, ninguna otra criatura, ni siquiera los ángeles
del Cielo, disfrutarán de esa relación perfecta e íntima con el Señor Jesucristo.

Leamos ahora los versículos 3 y 4 de este capítulo 21 de Apocalipsis:


3
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y
él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas
pasaron.

Juan menciona aquí "el tabernáculo de Dios". La palabra traducida aquí como Tabernáculo
significa morada o lugar, la Casa de Dios, donde Él vive. Ésta es una expresión
a la que se ha hecho referencia con anterioridad, especialmente en el Nuevo
Testamento, donde leímos que Verbo o La Palabra se hizo carne y habitó entre
nosotros (Juan 1:14). Esa carne fue crucificada en la cruz, y resucitó con un
cuerpo glorificado. Y nosotros también disfrutaremos de un cuerpo glorificado,
para vivir con Él en la Nueva Jerusalén, de la que más adelante tendremos una
breve descripción. Pero sus calles de oro no son lo importante. Lo relevante
será el hecho de estar allí, en la ciudad de Dios, en Su Casa. Aquí se nos dice:
"Y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios."

También hemos leído: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos." Cierto periodista
escribió en una ocasión que por cada bombilla que brilla en Broadway, la
deslumbrante meca mundial del teatro, hay un corazón roto. Al contemplar las
innumerables luces de la ciudad, podemos intuir que tras esas luces se
esconden, al igual que en cualquier parte del mundo, hogares desechos,
ilusiones rotas, vidas malogradas. Puede que haya muchas personas alegres y
felices en el mundo, pero también hay muchas otras que no lo son. En el Cielo,
sin embargo, nunca habrá lágrimas, porque no habrá nada que provoque la
tristeza.

Juan nos recuerda la siguiente certeza, que ha sido la roca de la esperanza para muchos
mártires cristianos: en la Nueva Jerusalén, no habrá más llanto, ni más
lágrimas; un cambio radical respecto a nuestro bello pero, en muchas
ocasiones, cruel e injusto mundo actual. Además, Juan añade aún más
esperanza a nuestras ilusiones, y dice: "Ya no habrá muerte." Mientras usted
escucha estas palabras ha habido números nacimientos, y también cuantiosos
entierros. Un poeta comparó la tierra con un gran cementerio. A cierto ingeniero
se le preguntó en una ocasión cual era su labor más complicada a la hora de
planificar las vías de comunicación que articulan un país, y con cierta sorna, no
exenta de crudo realismo, respondió: "La tarea más compleja no es la de subir
las montañas, o atravesar los valles, o cruzar los ríos; el problema más grande
es evitar los cementerios". ¿Es la Tierra, nuestro mundo, como un gran
cementerio? En cualquier caso, Juan nos recuerda que, a pesar de que todos
tenemos "fecha de caducidad", en la Nueva Jerusalén no habrá ni muerte, ni
funerales, ni cementerio alguno. No serán necesarios los médicos, enfermeras,
ni hospitales, porque no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron. Ahora, el versículo 5 de este capítulo 21 de
Apocalipsis, dice:
5
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me
dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Él dice: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas". Y esta sencilla frase encierra para
nosotros un tremendo y poderoso significado. Tal vez no sea su caso, pero
muchos de nosotros no nos sentimos verdadera y completamente satisfechos
con nuestra vida. Muy a menudo nos sentimos frustrados, atrapados en un
trabajo que no nos llena, en un cuerpo enfermo y debilitado, en una relación de
pareja insatisfactoria, en una paternidad frustrante, en una iglesia imperfecta.
La lista es casi infinita, ¿verdad, estimado oyente? La verdad es que pocos han
llegado exactamente hasta donde se proponían. Pocos hemos llegado a ser la
persona que habíamos planeado ser. Ni el padre que me propuse ser. Ni el
marido que prometí ser. Y mucho menos, el modélico y perfecto cuasi-angelical
hijo de Dios que una vez quise ser. Siempre nos quedamos algo cortos en la
consecución de nuestros deseos, ¿verdad?

Sin embargo el Señor Jesucristo me dice a mí, y le dice a usted también: "Yo hago nuevas
todas las cosas." ¡Vamos a poder comenzar todo de nuevo, amigo, amiga
oyente! Y añade: "porque estas palabras son fieles y verdaderas." Dios nos
recuerda que todo lo que Él dice es cierto y verdadero; y Él será fiel para
cumplir Sus promesas, tal cual usted y yo las estamos escuchando en estos
mismos instantes, a través de las ondas. Dios ha sido y será siempre fiel y
verdadero. Su Palabra es SIEMPRE fiel y verdadera; porque Él siempre es
FIEL y VERDADERO.

Esperamos expectantes el día en que todas las cosas serán, al fin, hechas nuevas.
Entonces, podremos comenzar de nuevo. ¿Nunca ha deseado usted poder
comenzar de nuevo, volver hacia atrás para corregir una mala decisión o una
mala elección? ¿Se ha detenido usted a pensar alguna vez, amigo oyente, en
el enorme potencial que usted tendrá en sus manos al poder volver a comenzar
todo de nuevo? ¿Al aprender todo de nuevo? ¿Y que nada pueda detenerle ya,
ni la muerte, ni los problemas de la vida, ni los ataques de Satanás, sino
continuar avanzando siempre, hacia la Eternidad? Su potencial radica en que
fue creado para ser eterno y vivir por siempre con Dios.

¿Rechazará usted esta posibilidad, por el simple hecho que no puede ver o palpar a Dios,
de la misma forma que podría tocar con sus dedos una máquina o una mesa?
¿Rechazará usted a Dios por el simple hecho que no puede usted conversar
con él, cara a cara, tal cual haría con su vecino? ¿Rechazará usted a Dios
porque lo relaciona con sinónimos de castigo, infierno y pecado? ¿No se da
cuenta, acaso, que Dios es exactamente lo contrario; Dios es perdón, amor,
amistad, alegría, esperanza, fuerzas, certeza, futuro, libertad? La libertad es
quizá la máxima aspiración del ser humano. ¿Y sabe usted cómo se define la
libertad? Libertad es no tener miedo. Y los cristianos no tenemos, o no
deberíamos tener miedo, a nada, ni a nadie. Porque tenemos a Cristo.

¿No se da cuenta, estimado amigo, y amiga, que "lo que se ve" es temporal, y que lo que
"no se ve" es eterno? Hoy, la muerte es nuestro punto final; sí, pero sólo en
esta Tierra. Para los cristianos la muerte, aunque triste, es la puerta al Cielo, el
acceso a "la vida después de la vida", la cita esperada con Dios, la promesa de
una vida eterna sin miedo, dolor ni sufrimiento. Tal vez usted piense que estas
ideas son sólo palabras huecas dirigidas a mentes simples, el "opio para el
pueblo", como dijo Karl Marx; un escapismo que nace de la negativa del
hombre a aceptar un punto final, una muerte definitiva. Pero, ¿sabe qué,
querido oyente? Los cristianos podemos equivocarnos en muchas cosas, y
muchas veces, pero no así la Biblia: La muerte no es el punto final. Es el punto
y seguido a "la verdadera vida".

Bien pensado, ¿a quién no le gustaría comenzar ya un viaje así? Sería un viaje muy
hermoso, ir a esta ciudad donde Dios está, y donde nosotros podamos estar
con Él por siempre. Seguro que muchos compraríamos de inmediato nuestro
pasaje al Cielo, si no fuera por las muchas cosas que nos atan a esta Tierra:
nuestra querida familia, nuestra iglesia, nuestros amigos, nuestro hogar, que
con tanto esfuerzo y sacrificio hemos levantado de la nada, y un largo etcétera.
Pero Dios no desea que usted abandone esta Tierra antes de tiempo; antes del
tiempo que Él ha estipulado para usted. Y hasta entonces, hasta que Él le llame
a Su presencia, usted tiene varias misiones que cumplir: Cuidar a su familia, al
igual que hizo Jesús con la suya hasta que comenzó su ministerio, a la edad de
30 años; dar testimonio de Él a todas las personas que se mueven en su
círculo de influencia; crecer y madurar como hijo de Dios, honrarle en cada
actividad que realicemos, por pequeña e insignificante que a parezca; amar al
prójimo, aunque sea nuestro peor enemigo, perdonar a los demás? Es nuestra
obligación como hijos e hijas del Rey; y es nuestro privilegio: el ser heraldos de
la verdad y ejemplos, modelos, de lo que el poder transformador de Jesucristo,
en nosotros, personas normales, humildes y corrientes, puede hacer.

Apocalipsis 21

Versículos 5-16

Estimado amigo, amiga oyente, continuamos nuestro recorrido por el muy interesante libro
de Apocalipsis, que recopila las profecías que el apóstol y evangelista Juan
recibió en visión por el mismo Señor Jesucristo. Hollywood ha ofrecido más de
una versión de algunos supuestos eventos apocalípticos. Se dice que "la
realidad siempre supera la ficción", y éste también es el caso acerca de lo que
ocurrirá en nuestro planeta, según la Palabra de Dios. Lo que las películas y los
libros no reflejan es que en las verdaderas profecías acerca de este tiempo
futuro, cuyo calendario nadie más que Dios posee, siempre hay una palabra de
esperanza, de amor y de perdón de parte de Dios. A través de todo el libro Dios
llama al ser humano al arrepentimiento, a "volverse a Él", a no vivir de espaldas
a Dios.

También de esto trata el capítulo 21 de Apocalipsis, cuyos primeros versículos vimos en


nuestro programa anterior. Sólo nos restan ya un capítulo más para finalizar
nuestro estudio de este fascinante libro. Retomaremos hoy la lectura en los
versículos 5 al 7 de este capítulo 21. Leamos:
5
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me
dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. 6 Y me dijo: Hecho
está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le
daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7 El que venciere heredará
todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

Nos encontramos ante una importante sección del libro. En nuestro anterior programa
comentamos la idea de que todas las cosas, absolutamente todas, serán
hechas nuevas, pudiendo así comenzar de nuevo pero sin la perspectiva de un
final, como sucede aquí en la Tierra con la muerte. Jesucristo ya nos advirtió
que Su Reino no tendría fin, que será un reino donde podríamos crecer y
desarrollarnos de manera constante e infinita.

El apóstol Juan oyó las solemnes palabras: "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin."
Al inicio del libro de Apocalipsis nos encontramos esta declaración del Cristo
resucitado, capítulo 1, versículo8, por lo que suponemos que quien ahora está
hablando es el Señor Jesucristo. Alfa es la primera letra del alfabeto griego y
Omega la última. Dios es el principio y el fin. Y la palabra griega original para
"principio" no significa simplemente el "primero en el tiempo", sino el "origen" de
todas las cosas. Y la palabra "fin" no significa sólo un final, es decir en cuanto a
la dimensión del tiempo, sino que es la "meta". Juan está diciendo que toda la
vida comienza y termina en y con Dios.
Con tal descripción Juan intenta aproximarnos a un Dios infinito, que nos puede parecer tan
alejado, tan distante del ser humano, porque para Él, no seríamos más que
infinitas, diminutas e insignificantes motas de polvo. Sin embargo, Juan añade
en el versículo 6: "Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del
agua de la vida." Esta cita trae a nuestra mente otra similar en el libro del
evangelio según Mateo, capítulo 5, versículo 6: "Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados." Con esta
referencia se nos recuerda que toda la inmensidad de Dios se ha acercado al
ser humano hasta el punto de suplir sus necesidades más básicas, como el
agua. Además, Dios utiliza su grandeza para satisfacer la mayor sed posible: la
sed de un corazón anhelante de respuestas, anhelante de amor y esperanza
para el hombre y la mujer de hoy.

Juan continuó escribiendo lo que le fue dictado:" El que venciere heredará todas las cosas."
Aquí se nos recuerda que estas bienaventuranzas no son para todos los seres
humanos, para todo el mundo, sino sólo para los que se mantienen fieles
aunque todo se confabula para que abandonen su lealtad a Jesucristo. Y a
estos creyentes Dios les regala la mayor de Sus promesas: "Yo seré su Dios y
él será mi hijo." Esta frase encierra un pensamiento muy profundo. Esta
promesa de Dios a aquellos que terminen victoriosos las batallas de la fe, es la
misma promesa que hizo a Abraham, el patriarca, fundador del pueblo elegido.
No hay mayor honor en todo el Universo que Dios otorgue el título de "hijo" al
ser humano, a aquel que le ha sido fiel. En la Primera Epístola del apóstol
Juan, capítulo 3, versículo 2, podemos leer: "Amados, ahora somos hijos de
Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como
él es."

Si los creyentes podemos derrotar el mal, venciendo la tentación de gobernar nuestra propia
vida, a nuestro antojo, no es gracias a nuestras propias fuerzas, débiles y
limitadas, sino por el poder de la fe. En la Primera Epístola del apóstol Juan,
capítulo 5, versículo 4, leemos: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe." Luego, en el
evangelio según Juan, capítulo 1, versículo 12, leemos: "Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios." Y serán éstos los que heredarán todas las cosas, promesa dada a los
hijos de Dios. El apóstol Pablo en su Carta a los Romanos, capítulo 8,
versículos 16 y 17, nos dicen lo siguiente: "El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente
con él, para que juntamente con él seamos glorificados." Regresamos a
Apocalipsis, capítulo 21, y continuamos con el siguiente versículo 8:
8
Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros,
los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con
fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Como acabamos de leer, también se hace mención a aquellos condenados por sus delitos y
falta de arrepentimiento. Los cobardes son los que evitan la confrontación del
pecado con la verdad, aquellos que por vergüenza o temor no dieron muestras
de su fe, temiendo más las represalias, o la pérdida de estima, su status social,
los que por palabra o hechos negaron a Cristo, avergonzados de dar
evidencias de quiénes eran y a quién servían. Pero no será el miedo lo que les
condenará, sino su cobardía de negar a Jesucristo. Los incrédulos o infieles
son los que se niegan a aceptar el Evangelio, o aquellos que lo aceptan de
manera superficial, pero con sus vidas demuestran que no han creído
realmente en la obra redentora de Jesucristo. Los abominables son los que se
han dejado saturar por las abominaciones del mundo. Los asesinos pueden
que sean los que mataban a los cristianos en las persecuciones. Los inmorales,
se refiere el Señor especialmente a la inmoralidad sexual, lacra del imperio
romano y también una lacra en nuestro tiempo. La ciudad de Éfeso estaba
llena de hechiceros, idólatras, que rendían culto a falso dioses, y los
mentirosos, culpables de falsedad, y del silencio, que es muchas veces un
consentimiento de una mentira.

Varios aspectos nos llaman la atención en este versículo. En primer lugar, la creación de un
Nuevo Cielo y una Nueva Tierra, independiente del Lago de Fuego, y de los
perdidos que en él se encuentran. En segundo lugar, que no existirá ninguna
posibilidad de arrepentimiento y salvación para todos los que han pecado
siendo cobardes, incrédulos, mentirosos, homicidas, y todo lo demás. Nadie
podrá acceder ya al Nuevo Cielo y a la Nueva Tierra. El pecado y su potencial
para contaminar al hombre, estará ya siempre separado de la nueva creación.
En tercer y último lugar, que el Lago de Fuego es eterno. Es la denominada
segunda muerte, y no habrá ya una nueva resurrección; se trata de una
separación eterna de Dios, y no existe nada más terrible que esa condición.

Llegamos ahora al versículo 9 con una descripción de la Nueva Jerusalén. En el versículo 9


de este capítulo 21 de Apocalipsis, leemos:
9
Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete
plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la
desposada, la esposa del Cordero.

¿Se ha preguntado usted, estimado amigo, amiga oyente, cómo es el Cielo? El apóstol Juan
va dedicar los siguientes versículos de su relato para describirnos a grandes
rasgos algunas de sus principales características. En este primer versículo, se
nos narra el comienzo de la que será la ciudad de Dios. Desde luego, la
portentosa personalidad del portador de esta nueva visión celestial debe
haberle producido un fuerte impacto en el ánimo de Juan: se le ha acercado,
nada menos, que uno de los ángeles que tenían las siete copas, portadoras de
las siete últimas y terribles plagas que cayeron sobre la Humanidad. Y la última
vez que nos encontramos con un ángel así era el portador de la visión de la
destrucción de Babilonia, la Gran Ramera. Ahora, en cambio, el ángel levantará
unos momentos la cortina que ocultaba a la que será la ciudad celestial.

El aspecto de esta ciudad es, según se desprende del relato de Juan, la quinta esencia de
la belleza, la magnificencia, llena de felicidad. La Nueva Jerusalén es la ciudad
que estará lista y será desvelada después del Reino del Milenio de Jesucristo,
que ya estaba en la mente de Jesucristo cuando Él dijo en el Evangelio según
Juan, capítulo 14, versículo 2: "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros."

La Nueva Jerusalén será para la Eternidad, lo que la Jerusalén terrenal será para el Milenio.
Podemos observar ciertos paralelismos entre ambas: La Jerusalén terrenal
tendrá, así pues, continuidad en la Jerusalén celestial. Durante el milenio la
justicia reinará en Jerusalén, y así sucederá, de la misma manera en la nueva
Jerusalén. La imperfección y la rebelión existirán, en cierto grado, en la
Jerusalén milenaria, pero la perfección y la ausencia del pecado identificarán a
la ciudad celestial. La Nueva Jerusalén trascenderá infinitamente a su
antecesora en la Tierra.

Esta ciudad, la Ciudad de Dios, será la morada eterna preparada para la Iglesia. A
continuación, en el capítulo 21 de Apocalipsis, podremos contemplar, por
breves instantes, los planos del maestro arquitecto: "Ven acá, yo te mostraré la
desposada, la esposa del Cordero" dice el ángel al apóstol Juan.

Lo que sigue ahora es una descripción de la ciudad eterna. Este pasaje revela el amor y el
valor que el Esposo, el Señor Jesucristo ha conferido a Su Esposa, la Iglesia.
El versículo 10 del capítulo 21 de Apocalipsis, dice así:
10
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de
Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,

La nueva Jerusalén adquiere aquí el carácter de sus habitantes, que son los redimidos de
Dios. Juan ve descender del cielo la ciudad santa de Jerusalén. Esta ciudad ha
sido construida por el mismo Jesucristo. Él es Quien la ha diseñado. Muchos
han planteado distintos puntos de vista extremos a la hora de interpretar la
Nueva Jerusalén. En el principio mismo de la era cristiana, diversas herejías,
aplicaban todo el pasaje de la nueva Jerusalén, a la Jerusalén terrenal.

Los gnósticos, por su parte, otra herejía antigua, fueron al otro extremo de híper
espiritualizar este pasaje para manifestar que es una referencia al Cielo. Otras
muchas sectas modernas aplican las características de la Nueva Jerusalén a sí
mismos, y seleccionan una localidad geográfica para representarla.
Prosigamos con nuestra lectura en el versículo 11:
11
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como
piedra de jaspe, diáfana como el cristal.

En este pasaje la traducción resulta algo difícil. La palabra que aquí hemos traducido por
"fulgor" se usa en el original griego para describir a las luminarias que alumbran
el cielo, como el sol, la luna y las estrellas. ¿Quiere decir esto que el cuerpo
que ilumina la ciudad es como una piedra preciosa? ¿O quiere decir, más bien,
que la luz que irradiaba toda la ciudad era como los destellos del jaspe? Más
adelante se nos dice claramente que la ciudad no necesitará de un cuerpo
celeste, como el sol o la luna, para que proyecten luz, porque Dios mismo será
su luz. Por otra parte, la palabra aquí utilizada como "jaspe" se trata de una
transliteración, no de una traducción, es decir, no corresponde a la piedra
opaca que se conoce por ese nombre, sino que el término alude más a un
diamante transparente, una gema perfecta que refleja con nitidez la luz brillante
de la Gloria de Dios, que emite con fulgor y que se esparce por los nuevos
cielos y la nueva tierra.

El apóstol Pablo instruye a los creyentes a regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios,


tal y como podemos leer en su epístola a los Romanos, capítulo 5, versículo 2:
"por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes y nos gloriamos en la esperanza y en la Gloria de Dios". Esta esperanza
tendrá su cumplimiento en la ciudad santa. El hombre ha vivido en pecado
desde los comienzos, nunca ha podido ser testigo de la revelación plena de la
gloria de Dios. El pueblo de Israel, en su travesía por el desierto, aprendió que
cada vez que había una rebelión en el campamento, la Gloria de Dios se
manifestaba en juicio y se apartaba de ellos.

Existen dos aspectos que permiten en esta ciudad la manifestación de la Gloria de Dios. En
primer lugar, la presencia misma de Dios, que convierte a esta ciudad en la
fuente de radiación de Su Gloria y bendición para todo el universo. Segundo,
los santos, cuya presencia no impide, ni limita, la manifestación de la Gloria de
Dios. Pero en esa ciudad, todo es diferente y la limitación de la presencia del
pecado ya no existirá. El hombre, ya redimido y actual conciudadano de Dios,
teniendo la gloria de Dios, podrá vivir y disfrutar eternamente en su presencia.
La ciudad revela el elevadísimo propósito de Dios para Su Iglesia: llevar
muchos hijos a la gloria. (Hebreos 2:10).

La Nueva Jerusalén es como un diamante engarzado en oro. Esta ciudad es como el anillo
de compromiso de la esposa. En realidad, es el anillo de matrimonio. Es el
símbolo del compromiso y de la boda de la Iglesia con Cristo. Ahora, el apóstol
Juan nos habla del muro y de las puertas de la ciudad. Veamos lo que dicen los
versículos 12 al 16 de este capítulo 21 de Apocalipsis:
12
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres
13
inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres
14
puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Y
el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de
15
los doce apóstoles del Cordero. El que hablaba conmigo tenía una caña de
16
medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se
halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la
ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella
son iguales.

La ciudad estará rodeada con una muralla grande y alta. La interpretación más sencilla de la
misma es "el inaccesible baluarte de la fe". La fe es la muralla tras la cual los
santos están seguros frente los asaltos del mundo, de la carne y del diablo. Los
muros, afirma Juan (v.17), tenían una altura de 144 codos, o sea unos 65
metros. El historiador Heródoto estima que los muros de la antigua ciudad de
Babilonia eran de 50 codos de ancho, y 200 de altura, lo cual la convertían en
una ciudad inexpugnable. Los muros de la Nueva Jerusalén serán, sin
embargo, más modestos, por la razón que más adelante comentaremos.

Doce puertas dan acceso a la ciudad: habrá tres puertas en cada uno de los cuatro lados de
la misma, y sobre cada puerta, figura el nombre de una de las 12 tribus de
Israel. Además, la palabra griega original traducida como "puerta" no es la
habitual, sino es la que se utilizaría para describir una gran puerta que da
acceso a un castillo fortificado.

Recordemos que en tiempos del Antiguo Testamento, la tribu de Leví era la tribu sacerdotal
cuya misión exclusiva era la de servir en el Tabernáculo, el recinto sagrado que
transportaban con ellos y que servía de templo de Dios, quien había dado
instrucciones específicas sobre su diseño. La Nueva Jerusalén también
rememora al antiguo Tabernáculo, en el que ahora la Iglesia, será el sacerdote
que servirá a Dios constantemente.

Debemos fijarnos también en el diseño de la ciudad. En la antigüedad era bastante común


que las ciudades se edificaran en cuadrado; tanto Babilonia como Nínive, por
ejemplo, eran así. Pero la Ciudad Santa no será simplemente cuadrada: será
perfectamente cúbica: su longitud, altura y anchura tendrán las mismas
medidas. Esto es significativo. El cubo es el símbolo de la perfección. Por
ejemplo, tanto Platón, como Aristóteles, se refieren al hecho de que en Grecia
se solía decir que el "hombre era cúbico". Y lo mismo sucedía entre los judíos.
El altar de los holocaustos y el de los inciensos y el pectoral del sumo
sacerdote tenían la forma de un cubo. Una y otra vez aparece esa forma en las
visiones de la Nueva Jerusalén y de su nuevo templo en el libro del profeta
Ezequiel (Ezequiel 41:21, 43:16, 45:2, 48:20). Pero más importante aún: en el
Templo de Salomón, el lugar Santísimo era un cubo perfecto (1 Reyes 6:20).
Todo ello nos hace comprender que la totalidad de la ciudad santa, la morada
de Dios, es el lugar Santísimo.

Por otro lado, debemos fijarnos en las dimensiones de la ciudad. Cada uno de sus lados
tenía doce mil estadios. Un estadio equivale a 180 metros, por lo que cada lado
tenía una longitud de 2.160 km. Unas sencillas operaciones aritméticas nos
revelan que el área de la ciudad era de algo más de 3,2 millones de kilómetros
cuadrados ó 2.240 km. cúbicos. Para hacernos una idea de semejantes
magnitudes podríamos decir que con los datos que Juan aporta, la Ciudad
Santa mediría una distancia aproximada a la existente entre Nueva York y
Londres, teniendo la extensión del Océano Atlántico Norte.

Si ahora comparamos la altura de la muralla, unos 65 metros, con el tamaño de la ciudad,


vemos que no hay comparación posible. Ello nos indica que la muralla no
puede ser para la defensa, porque todos los seres hostiles, humanos y
espirituales, han sido ya arrojados al lago de fuego y ya no pueden hacer daño
a la Iglesia de Dios. Parece entonces claro que lo único que permite la muralla
es delimitar los límites de la misma. Y el hecho de que sea relativamente baja
muestra que dicha delimitación tiene una importancia relativa. Dios está mucho
más interesado en incluir a más personas que en excluirlas. Y así debe ser Su
iglesia.

Apocalipsis 21 - 22

Versículos 21:22 - 22:2

Continuamos hoy, muy estimado amigo, amiga oyente, nuestro recorrido por el fascinante y
extraordinario libro de las profecías, el Apocalipsis, el último libro de las
Sagradas Escrituras, la Biblia. Sólo nos restan dos programas para concluir
nuestro estudio de Apocalipsis, con lo cual "La Fuente de la Vida" concluye un
ciclo de cinco años que nos ha permitido aproximarnos a todos los libros de La
Palabra de Dios. Nuestra única razón ha sido, y es, la de divulgar de una
manera sencilla la Palabra de Dios, hacer conocer el mensaje de Dios, y
ayudar a nuestros amigos oyentes, a profundizar en las verdades bíblicas que
en tiempos tan complicados como los actuales nos ofrecen guía, fuerza y valor
para transitar en nuestro camino personal de la mano del Señor Jesucristo. En
tiempos complicados, tan inseguros e inciertos, necesitamos una roca, La
Roca, para afirmar nuestros pies y no resbalar cuando las tormentas y los
huracanes nos hacen tambalear.

Vamos a regresar al capítulo 21. A modo de resumen recordemos brevemente los hechos
narrados por Juan, el apóstol y autor de este extraño pero fascinante libro.
Juan nos describe un nuevo cielo, una nueva tierra y una Nueva Jerusalén;
todo ello lo vimos en los primeros dos versículos del capítulo 21. También
mencionamos una nueva era que dará comienzo, tal y como tuvimos ocasión
de leer, en los versículos 3 al 8. Posteriormente, nos adentramos en los
versículos 9 al 21 donde pudimos reflexionar sobre la Nueva Jerusalén, morada
eterna de la iglesia.

Comenzaremos leyendo los versículos 22 y 23 de este capítulo 21 de Apocalipsis, que dicen


así:
22
Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el
Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

El apóstol Juan describe aquí una característica única de la Ciudad de Dios: No habrá en
ella ningún templo. Como ya hemos comentado en nuestro programa anterior,
esta ciudad que Jesucristo está preparando en los Cielos será imponente, y
asombrosa, difícil de describir. Esta ciudad tiene unas dimensiones muy
extensas en forma tridimensional, un cubo perfecto, la misma figura que tenía
el "lugar Santísimo" en el Tabernáculo y en siguientes Templos, indicando con
ello que toda la ciudad será el "Lugar Santísimo", porque en ella habitará, en
plenitud y todo esplendor la presencia de Dios, y de Su Hijo, el Señor
Jesucristo.

Aquí hay un simbolismo fácil de comprender: No es el edificio el que hace "la iglesia", ni la
liturgia, ni la forma de gobierno, ni el modo de alabanza, ni la estructura de un
culto. Lo único que hace realidad a La Iglesia, es la presencia del Señor
Jesucristo. Sin Su presencia, no hay iglesia; con Su presencia, cualquier
reunión de personas, congregadas en el nombre de Jesucristo, al que han
reconocido como su único y suficiente Salvador y Señor, es una "verdadera
iglesia".

El apóstol Juan añade que la Ciudad de Dios no necesita una luz creada, porque Dios, la
Luz en sí misma, estará en medio de ella. El profeta Isaías dijo: "El Señor te
será por luz eterna" (Isaías 60:19); Uno de los autores del libro de los Salmos
afirmó: "En tu luz veremos la luz" (Salmo 36:9). Y es que sólo cuando vemos
las cosas a la luz de Dios, las vemos como realmente son. Algunas cosas que
nos parecen permisibles, se tornan en peligrosas cuando se ven a la luz de
Dios; otros asuntos que parecen importantes, bajo la luz de Dios pierden su
relevancia. Otras, que nos parecen insoportables, se tornan como posibles y
llevaderas, cuando se las contempla bajo la luz de Dios. Dios, estimados
amigos, es el mejor consejero, el mejor guía, porque nunca falla, nunca se
equivoca, y sólo busca nuestro bien.

El Señor Jesucristo es la luz del mundo en un sentido espiritual. Él dijo allá en el evangelio
según San Juan, capítulo 8, versículo 12: "Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." Pero en la
nueva creación, Él será tanto la luz física, como la luz espiritual. En el Antiguo
Tabernáculo había un candelero de oro, el cual tenía un profundo significado
simbólico que representaba a Jesucristo. Recordemos que en los dos primeros
capítulos de Apocalipsis vimos que se simboliza el testimonio de Dios, las
primeras iglesias en la Tierra, mediante los 7 candeleros (1:12, 20; 2:1,5; 11:4).
En la Nueva Jerusalén, Jesucristo será el candelero de oro, Su luz dará una luz
única.

La Nueva Jerusalén, toda ella un Lugar Santísimo, llena de luz, será probablemente el
primer lugar donde Dios hará Su aparición personal. El autor de estos estudios,
el Dr. Vernon McGee, basándose en el versículo 10 del capítulo 21, que
menciona que Juan vio la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, descender de los
cielos, pero no se menciona que llegó a tocar la Tierra, opina que la Nueva
Jerusalén no estará asentada sobre la Tierra. El Dr. McGee piensa, como
algunos estudiosos de la Biblia, que la Nueva Jerusalén estará ubicada a una
cierta distancia, como si fuera un satélite, aunque lo más probable será que la
Tierra se convertirá en un el satélite de esta ciudad celestial. Ésta será el centro
de todas las cosas. Toda la actividad y la Gloria de Dios se centran en ella.
Dios establecerá su sede, y Su Universo es Teo-céntrico. La Nueva Jerusalén
tiene su origen en el Cielo, su constructor y arquitecto es el mismo Señor
Jesucristo. Leamos los siguientes versículos 24 al 27 del capítulo 21, que dicen
así:
24
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra
traerán su gloria y honor a ella.

El apóstol Juan nos menciona a "las naciones"; ¿A qué "naciones" se está refiriendo? El
griego original dice literalmente "pueblos": las personas salvas de todas las
naciones y grupos étnicos habitarán en la luz del cielo. No especifica Juan de
que estos pueblos, estas naciones, creyentes y salvos vivan en la misma
ciudad, pero que ellos andarán "a la luz de ella". Es decir que la Nueva
Jerusalén dará luz que alumbrará a la Tierra, ya nos será el sol ni la luna. No
sólo vendrá Israel a adorar a Dios en ese lugar, sino las naciones del mundo
que han entrado en la eternidad; no viven en ella, pero irán a ella para adorar al
Señor. La Iglesia de Jesucristo, en la cual cada creyente es llamado a ser un
"sacerdote" ante el dios Altísimo, allí todos los creyentes ejerceremos nuestro
sacerdocio.

Juan nos describe aquí un cuadro de todas las naciones viniendo a Dios, y de sus reyes,
trayéndole sus dones. En otras palabras: aquí tenemos un cuadro de la
salvación universal, sin distinción ni diferencias de raza. Esta idea choca
frontalmente con el pensamiento judío de la época de Juan, que esperaban la
destrucción de los Gentiles, es decir los no judíos. Uno de los dichos de la
época que mejor ejemplifican esta idea era el siguiente: "Dios creó a los
gentiles para usarlos como leña para el fuego del infierno". En cambio,
podemos ver que todas las naciones traerán su honor y gloria a la Ciudad
Santa.

En la Nueva Jerusalén no habrá ningún Templo. El Templo, que reemplazó al antiguo


Tabernáculo utilizado por el pueblo judío en su largo peregrinaje por el desierto
hacía la Tierra Prometida, no era más que una especie de receptáculo o
recipiente terrenal de la gloria de Dios, o "Shekiná". Era el testimonio de la
presencia de Dios, y también de la exclusión del pecado. A causa del pecado el
ser humano sólo se podía acercar a Dios por medio de laboriosos y complejos
ritos. Sin embargo, en la Nueva Jerusalén el pecado ya no será un problema,
ha sido erradicado totalmente. En la Ciudad de Dios el pecado no nos impedirá,
nunca más, el poder disfrutar de la presencia y las bendiciones de Dios.

El versículo siguiente, el 25 del capítulo 21 de Apocalipsis, leemos:


25
Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

Evidentemente la Ciudad de Dios no necesita protección, dado que todos aquellos que
podrían desear su destrucción, están ya condenados por toda la Eternidad en
el Lago de Fuego. La idea que el apóstol Juan nos desea transmitir aquí es que
el acceso a la ciudad será permanente y libre, no se pondrá coto ni limitaciones
a la posibilidad de ir a rendir alabanza y adoración a Dios. Juan, además
insiste, una vez más, en que no habrá noche en la ciudad de Dios. Los pueblos
antiguos, como los niños, tenían miedo a la oscuridad, al terror de la noche.
Pero en el nuevo mundo ya no habrá ninguna temible oscuridad, porque la
presencia de Dios será la luz eterna. En los versículos 26 y 27, se nos dice:
26 27
Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa
inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están
inscritos en el libro de la vida del Cordero.

El apóstol Juan finaliza el capítulo con una advertencia: Sólo los que estén inscritos en el
Libro de la Vida entrarán a la Ciudad Eterna. Los que no abandonen su mal
camino, estarán excluidos de la Ciudad de Dios. Pero aquí reside una idea que
deseamos recalcar. A veces, cuando la Biblia habla de las personas "malas" o
"impías", a nuestra mente acuden las imágenes del ladrón, el violador, el
asesino, etc. Pero no es así; o mejor dicho, no es sólo así. El abanico es, de
hecho, mucho más amplio: La Biblia denomina impío o malo a todo aquel que
camina de espaldas a Dios, que sigue sus propios dictados, que no tiene a
Dios en cuenta para nada. La Biblia dice que no basta con ser bueno para
entrar al Cielo; hay que ser salvo. Y también dice que uno sólo puede ser salvo
si ha aceptado a Jesús como el Señor y Salvador de su vida.
Alguien dijo: "Entré al corazón de Cristo a través de la herida provocada en su costado por
la lanza". Él fue herido, amigo, amiga oyente, por nuestras, mis, transgresiones.
Él fue ridiculizado, humillado, despreciado, molido, azotado, como si fuese el
peor y más cruel reo, y siendo inocente, fue crucificado por nuestros pecados.
Su muerte y Su Resurrección fueron el evento cósmico más importante.
Jesucristo, el Amor de Dios, hecho carne, murió por Amor. Y de ello, la Iglesia
será el testimonio vivo de Su gracia por la eternidad. Recordemos que la
palabra "gracia" significa, aquí, un regalo inmerecido. El apóstol Pablo dice en
su epístola a los Efesios, capítulo 2, versículo 7: "Para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús."

El apóstol Pablo dice: Para mostrar en los siglos venideros. Esto significa eternidad. Y usted
y yo merecíamos el Infierno, no por ser necesariamente malos. Sino porque
nacimos espiritualmente muertos y llevábamos en nuestro interior la tendencia
innata de rebelarnos contra Dios para hacer sólo nuestra propia y soberana
voluntad. Pero, el Señor Jesucristo murió por nosotros, pagando así un precio
inmenso. Por Él hemos sido aceptados. Y por Él hemos sido amados. Por eso,
la Iglesia será la joya más preciosa de todas.

En el libro de la vida del Cordero, están inscritos los nombres de los redimidos, o los
salvados, de todos los tiempos. A nadie, que no haya sido redimido por la
sangre de Jesucristo se le permitirá entrar en la Ciudad de Dios. Un gran
abismo separará a los salvos, de los perdidos. El gran gozo que cautivará el
corazón de los habitantes de la Ciudad será el de poder morar en la presencia
de el Señor Jesucristo por toda la Eternidad. Ya lo dijo Jesús: "Para que donde
Yo estoy, vosotros también estéis." (Juan 14:2) Eso es lo que Él dijo, y se
refería al Cielo, amigo oyente, el estar con Él.

Cuando se nos dice: "Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los
reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella." Se refiere, según numerosos
estudiosos de los textos sagrados de La Biblia, a las naciones gentiles salvas
que ocuparán la nueva tierra junto con Israel, por la eternidad. Estas naciones,
al igual que Israel, no pertenecerán a la Iglesia; Fueron redimidos después de
que la Iglesia fue sacada de la Tierra, y antes de que la Iglesia llegara a existir.
Vendrán a la Nueva Jerusalén como visitantes a la ciudad, para adorar y alabar
a Dios. En el capítulo 12 de la Carta a los Hebreos, versículo 22, se nos dice:
"sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo,
Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles." Así pues
vemos que la ciudad posee un marcado carácter cosmopolita, al acudir los
representantes de todas las nacionalidades. Y entre esas multitudes, no hay
ninguno que traiga mancha o pecado alguno. ¡Qué diferencia abismal
encontramos aquí al compararla con el Jardín del Edén, donde la mentira de
Satanás abrió una brecha que dio entrada para el pecado! Ni la mentira, ni el
mentiroso, entrarán por las puertas de la ciudad celestial de Jerusalén. Todos
sus habitantes y todos sus visitantes no sólo habrán sido rescatados del
pecado, sino que habrán perdido su amor hacia el pecado, porque recordemos
que el pecado no es algo horrible, ni desagradable, sino generalmente, es
deliciosamente tentador; por eso se denomina "pecado". Y al concluir este
capítulo 21 de Apocalipsis, quisiéramos mencionar las palabras que escribió
Bernardo de Cluny en el siglo XII: "Ciudad del Rey Eterno, de perlas son tus
puertas, continuamente abiertas al mísero mortal; y en tu recinto moran, los
que por fe elevan, y el sello augusto llevan, del verbo celestial".

Desde luego, cuando caminemos por la Ciudad Eterna, por la Gracia de Dios, echaremos
seguramente una divertida y sorprendida mirada hacia atrás, recordando cómo,
por medio de las palabras de Juan, intentábamos vislumbrar un breve destello
de la Ciudad de Dios. Porque la realidad que viviremos será infinitamente
mayor a cualquier imagen que hayamos podido plasmar aquí.

Bien, estimados oyentes, iniciamos a continuación, el último capítulo de Apocalipsis, el


capítulo 22, donde veremos el Río de Agua de Vida, el Árbol de la Vida, y la
promesa del regreso de Cristo a la Tierra, antes de que sucedan todas estas
cosas. Pero eso no es todo; como no podía ser de otra manera, la Biblia
finaliza con una invitación. ¿Cuál será? Pero antes de llegar a este punto, en
primer lugar leeremos sobre el río de agua de vida y el árbol de la vida, en los
versículos 1 al 5; luego escucharemos la promesa del regreso de Cristo, en los
versículos 6 al 18; la invitación final y la advertencia, en los versículos 17 al 19,
y la última promesa y oración final en los versículos 20 y 21. Con esto
finalizaremos Apocalipsis, terminaremos la Biblia y nuestro viaje de cinco años
de recorrido Bíblico a través de este programa, La Fuente de la Biblia.
Hoy abordaremos sólo el principio del capítulo y en nuestro próximo programa lo
terminaremos. Este capítulo 22 nos traslada a las escenas finales de este gran
libro. Y del mismo modo, nos lleva al fin de la Palabra de Dios. Dios nos dejará
unas palabras finales. Con éstas, Dios habrá dicho al hombre todo lo que
quería decirle, y el hombre habrá podido escuchar todo lo que necesitaba
escuchar.

La Biblia comienza con una escena cuyo protagonista es Dios. "En el principio creó Dios los
cielos y la tierra." (Génesis 1:1). Y concluye con otra escena, en la que Jesús,
Su Hijo, será el protagonista absoluto. El profeta Isaías, en el capítulo 53 de su
libro, versículo 11, lo expresó de la siguiente manera: "Verá el fruto de la
aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi
siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos."

En los primeros 5 versículos del capítulo 22 de Apocalipsis, nos encontramos con el Río de
Agua de Vida y con el Árbol de la Vida. Leamos a continuación los primeros
dos versículos del capítulo 22, que dicen:
1
Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía
del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y
otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando
cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

Hasta ahora hemos hablado del exterior de la ciudad eterna; ahora la escena se traslada al
interior. Primero, se nos describe el Río de Agua viva. Este cuadro refleja
muchos pasajes del Antiguo Testamento. En su trasfondo se encuentra el río
que regaba el Huerto del Edén (Génesis 2:8-16). Aún más cerca se encuentra
la descripción de Ezequiel, del río que salía del Templo (Ezequiel 47:1-7). Uno
de los autores del libro de los Salmos cantaba al río cuyas corrientes alegraban
la ciudad de Dios (Salmo 46:4). Y el profeta Joel escribió: "Saldrá una fuente de
la Casa del Señor" (Joel 3:18). Y el profeta Zacarías: "Aguas vivas saldrán de
Jerusalén" (Zacarías 14:8). Íntimamente relacionada con ésta nos encontramos
en las Escrituras con La Fuente de la Vida; que en Apocalipsis encontramos en
el 7:17 y 21:6. Anteriormente, el profeta Jeremías se quejaba de que el pueblo
de Dios hubiera dejado a Dios, que es la fuente de aguas vivas.
En la Nueva Jerusalén habrá un río de agua de vida, y el Trono de Dios es una fuente
viviente de la cual mana abundancia de agua. El Árbol de la vida es un árbol
frutal, que produce 12 clases de frutos diferentes, uno cada mes. El Árbol de la
vida es un símbolo de la vida eterna así como de una bendición continua. El
árbol, con sus doce frutos, uno por mes, es símbolo de la provisión, abundancia
y variedad que habrá en esa ciudad celestial. La palabra "terapéutico" se deriva
de la palabra griega que aquí se ha traducida "para la sanidad". Las hojas del
árbol, de algún modo, enriquecen la vida celestial para que ésta sea plena y
celestial.

Apocalipsis 22

Versículos 2-21

Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestro estudio en el extraordinario y


único libro de Apocalipsis, el libro de las profecías reveladas, por voluntad de
Dios, al apóstol y evangelista Juan, cuando éste se encontraba en el exilio, a
causa de su predicación del Evangelio alrededor del año 95 D.C. Los amigos
oyentes que nos han acompañado en el largo recorrido de cinco años por las
páginas de todos los libros de la Biblia, han escuchado reiteradas veces, el
mensaje lleno de ternura y amor que Dios envía a todas Sus criaturas, sin
distinción de raza, ni color, preparación intelectual, rango social o económico. Y
para que pudiésemos comprender más Su "historia de amor" con nosotros,
para con toda la Humanidad, Dios envió a Su Hijo, para que Él nos hablara y
demostrara ese amor incondicional, que llegó hasta la muerte. Esa muerte, del
inocente y santo Hijo de Dios, Jesucristo, es el regalo que cancela la deuda
que cada uno teníamos pendiente con nuestro Creador.

Lo trágico es que ese mensaje de amor, perdón y salvación se ha diluido, cambiado y


confundido. Aquellos que ya hemos aceptado el regalo de la salvación, los
creyentes en Jesucristo, tenemos la gran responsabilidad de "ser luz y sal" a
todos los que nos rodean, a nuestra familia, en nuestro entorno social y
profesional, y esa es la razón por la cual hemos preparado esta serie de
estudios de La Biblia, para que todos puedan conocer a Dios Padre y al Hijo
Jesucristo, por la revelación que el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, trae a
nuestro corazón y mente.

Hoy retomaremos nuestro estudio en el último capítulo de Apocalipsis, el capítulo 22. En


este capítulo Dios nos envía Sus últimas palabras, y por ello, adquieren una
singular importancia. Hemos sido llevados al final del camino del ser humano.
Esta trayectoria deja muchas circunstancias, sin las explicaciones que
desearíamos, muchas preguntas, sin respuestas, y problemas sin resolver.
Sabemos que cuando entremos en la Eternidad, en una recuperada comunión
con Dios, todo adquirirá sentido y habrá respuesta para todos los misterios que
no fueron revelados en detalle. La Biblia comienza con la presencia de Dios en
la primera escena: "En el principio creó Dios los cielos y la Tierra", Génesis,
capítulo 1, versículo 1. Y ahora la Biblia concluye con Dios en la escena, y en
total control sobre todo y todos. El Señor Jesucristo vino, sufrió, pagó el precio
de nuestra redención, murió, resucitado y glorificado, es Suya la victoria y la
gloria. Leamos los versículos 1 y 2, que dicen:
1
Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía
del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y
otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando
cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

En la ciudad que el apóstol Juan vio, la indescriptible, brillante y luminosa Nueva Jerusalén,
habrá un río cristalino, limpio, de Agua de Vida, y el Trono de Dios será la
fuente viva que la suplirá en abundancia. El Árbol de la Vida que aquí se
menciona es un árbol frutal. Esto nos lleva al libro de Génesis, capítulo 1,
versículos 29 y 30, dice: "Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que
da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da
semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de
los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda
planta verde les será para comer. Y fue así."

Hasta este capítulo podría parecernos que los elementos que constituyen la Nueva
Jerusalén son minerales, por la descripción del fulgor deslumbrante de las
gemas descritas. Pero ahora se nos presentan elementos vegetales que
adornarán con una rica variedad esta ciudad de belleza inigualable. El río del
primer Jardín de Edén, que se bifurcaba en cuatro brazos, nunca fue nombrado
como "aguas de vida". En Edén también estaba situado, entre muchos otros
árboles, el Árbol de la Vida, que aquí se menciona nuevamente: un árbol frutal
que ofrecerá doce variedades de fruta, lo cual indica que en la Eternidad
también nos alimentaremos, aunque aquí parecen sugerirnos el texto que será
una variada dieta vegetariana, como lo fue en el principio. Algunos estudiosos
de la Biblia espiritualizan este pasaje compararlo, o relacionándolo con los
frutos del Espíritu Santo. Personalmente, preferimos mantener el punto de vista
de la interpretación literal. Ahora, el apóstol Juan nos comenta que las hojas de
los árboles tienen un valor medicinal. ¿Por qué en ese nuevo universo perfecto
habrá necesidad de medicinas? Ésa es una cuestión algo difícil de resolver. El
Dr. McGee, autor de este estudio interpreta que los habitantes que morarán en
la Eternidad en el planeta Tierra, tendrán un cuerpo diferente al de los
creyentes en la Iglesia, que habitarán la Nueva Jerusalén. Los creyentes, los
que formamos la Iglesia de Jesucristo, seremos transformados "como Él es", es
decir, que nuestros cuerpos serán semejantes al de el Señor Jesucristo. Por
ese motivo el Dr. McGee deduce que los cuerpos de los que habitan en la
Tierra puedan necesitar renovación de tiempo en tiempo. Esa podría ser la
razón por la cual las naciones de la Tierra se acercarán a la Nueva Jerusalén,
no sólo para adorar, sino también para ser renovados, físicamente y
espiritualmente. Más explícitos son los siguientes versículos 3 hasta el 5 de
este capítulo 22 de Apocalipsis, leemos:
3
Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le
servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí
más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque
Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

La primera creación fue arruinada por la maldición del pecado, y esta vieja Tierra, en la cual
vivimos, soporta las cicatrices de la maldición del pecado. Pero, esta nueva
creación no conocerá el pecado. Potencialmente estaba presente en el Jardín
del Edén, en el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Ahora, la misma
presencia de Dios y del Cordero nos garantiza la ausencia de todo pecado. El
Trono de Dios y del Cordero, que es la figura del Señor Jesucristo, estarán
situados como el centro de la Nueva Jerusalén. Notemos que se menciona a
Dios Padre, y a Jesucristo, pero observamos la ausencia notable de cualquier
referencia al Espíritu Santo, y esto necesita una aclaración. Recordemos que
en el relato de la primera creación, en el principio, el Espíritu Santo vino para
renovar esta Tierra desordenada y vacía. Génesis 1, versículo 2 dice: "Y el
Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas." El Espíritu Santo es el
instrumento de regeneración en el corazón y en la vida de los pecadores, pero
también en el de los creyentes. En la nueva creación, Cielo nuevo, y Tierra
nueva, ya no habrá necesidad de Su obra y ministerio.

Luego leemos: "Y sus siervos le servirán." El cielo no será un lugar de desocupación, sino
que habrá una incesante actividad. Allí no habrá necesidad de descansar para
darle al cuerpo una oportunidad para recuperarse. La palabra que se utilizó
para describir el "servicio" es una palabra muy especial; el profesor, el Dr.
Vincent, afirma que era usada por los judíos para demostrar que como pueblo
especial, ellos podían rendirle "servicio" a Jehová, a Dios. Eso lo vemos en el
capítulo 9, versículo 1 de la epístola a los Hebreos, donde dice: "Ahora bien,
aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal." Y luego,
en el versículo 6, dice: "Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del
tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del
culto."

Este va a ser un servicio que los creyentes, la Iglesia, vamos a brindar en particular, ante
Dios, por toda la Eternidad. ¿En qué consistirá? No lo sabemos. Creemos que
habrá una continua actividad; por fin, todo hijo de Dios cumplirá su destino y
llegará a satisfacer los deseos de su corazón, porque, llegaremos a ver el
rostro de Dios. Éste fue el deseo supremo expresado por Moisés, en el Antiguo
Testamento, y por Felipe, en el Nuevo Testamento. A través de toda su historia
el ser humano ha tenido unas ansias insatisfechas de trascendencia, de
eternidad, de llenar ese "agujero negro" de su alma, que sólo la dimensión de
la presencia de Jesucristo puede suplir. ¡Por fin seremos "completos en Él"!
Cada hijo de Dios llevará el nombre de Cristo. Seremos como Él, aunque con
las propias características de la original individualidad con la que fuimos
creados.
A continuación Juan, el apóstol, comenta que no habrá necesidad de ninguna clase de
alumbrado, ni siquiera del sol, o de la luna, porque ya no habrá noche. Dios
mismo es la fuente que iluminará a todo el universo, porque Dios es la luz.

En la Eternidad, la Iglesia reinará junto con Cristo. Cómo, o en qué consistirá, no lo


sabemos, pero podría ser que Dios le dé a cada santo un mundo, o un sistema
solar, o un sistema galáctico, para gobernar. Recordemos que a Adán se le dio
dominio sobre toda la creación de la Tierra. Veamos ahora lo que nos dicen los
versículos 6 y 7 de este capítulo 22 de Apocalipsis:
6
Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de
los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que
deben suceder pronto. 7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda
las palabras de la profecía de este libro.

Lo importante a resaltar aquí son estas palabras: ¡He aquí, vengo pronto! Esto significa
"rápidamente", y se repite en el versículo 12 y en el versículo 20, tres veces, en
este capítulo final. ¡He aquí, vengo pronto! No dentro de poco, ni
inmediatamente, ni siquiera, enseguida. Lo que el Señor Jesucristo está
diciendo es que todos estos hechos narrados en Apocalipsis, comenzando
desde el capítulo 4 en adelante, tendrán lugar durante un período de unos 7
años. Vimos que la mayoría de los sucesos estarán limitados a los últimos tres
años y medio.

Las palabras de ánimo del Señor Jesucristo: "¡He aquí, vengo pronto!, están destinadas a
las personas que vivan durante ese terrible tiempo de la Tribulación y juicio. Y
el Señor Jesucristo certifica y pone su propio sello sobre este libro, y afirma:
"estas palabras son fieles y verdaderas. Creemos que esto significa que nadie
debe espiritualizar incorrectamente, o reducir el contenido de este libro a una
serie de símbolos carentes de significado. Recordemos que, al comienzo de
este libro, hubo palabras de bendición para aquellos que lo leyeran. Ahora, ya
en la conclusión, el Señor Jesús repite esa bendición para los que han leído
estas palabras. Continuamos con los versículos 8 al 11 de este capítulo 22 de
Apocalipsis, nos dicen:
8
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré
para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9 Pero él me
dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los
10
profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. Y me
dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está
cerca. 11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea
inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es
santo, santifíquese todavía.

Esta es la última declaración del apóstol Juan, reiterada con frecuencia, de ser un oyente y
un espectador de las escenas descritas en este libro, por orden y mandato de
Jesucristo. Juan estaba tan impactado que su reacción natural fue la de
postrarse y adorar al ángel que lo acompañaba. La inmediata reacción del
ángel impresiona por su sencillez y humildad. Aunque los ángeles fueron
creados en un plano superior al del ser humano, este ángel se identifica a sí
mismo como un consiervo de Juan, de los otros profetas, y de aquellos que
guardan las palabras de este libro; él era sólo un mensajero para comunicar la
Palabra de Dios a Juan. El ángel desvía inmediatamente toda la atención hacía
Quién es el único que merece ser adorado: hacia Dios. Jesucristo es el tema
central del libro de Apocalipsis. No nos confundamos, ni perdamos de vista esta
realidad, estimado amigo, amiga oyente.

El ángel le dijo a Juan que no debía sellar este escrito; y recordamos, sin embargo, que al
profeta Daniel, en cambio, se le advirtió que "sellara el libro" de las profecías
que le fueron reveladas. ¿Por qué esa diferencia? Creemos que el propósito
era la distancia en el tiempo, para el cumplimiento de esos acontecimientos
profetizados por Daniel. Ahora, Juan relata que se le ordena a no sellar estas
profecías. Recordemos que en el tiempo del apóstol Juan, el proceso del
cumplimiento de las profecías ya había comenzado. Han transcurrido casi
veinte siglos, y la Iglesia de Jesucristo ha pasado por algunos de los períodos
caracterizados por las 7 iglesias mencionadas en los primeros cuatro capítulos
de Apocalipsis. Nosotros, los creyentes y seguidores de Jesucristo, la Iglesia de
Jesucristo en la Tierra, nos encontramos todavía en alguno de los períodos
descritos en los capítulos 2 y 3. ¿Cuál será? Sólo Dios tiene esa respuesta.

A continuación el apóstol Juan escribe: "El que es inmundo, sea inmundo todavía." Amigo,
amiga oyente, parece ser que, el no arrepentirse, el no volver a Dios, endurece
la condición rebelde del que peca, conduciendo al pecador a la obcecada
ceguera, que al final le llevarán a la condenación eterna. El pensamiento, de
que muchas personas se están dirigiendo alegremente, con total indiferencia
hacia ese destino fatal, es realmente terrible.

Leamos ahora los versículos 12 al 16 de este capítulo 22 de Apocalipsis:


12
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según
sea su obra. 13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el
último. 14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol
15
de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán
fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel
que ama y hace mentira. 16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros
testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la
estrella resplandeciente de la mañana.

El ángel presenta una palabra muy personal de parte del Señor Jesucristo, o bien, es el
Señor quien interrumpe y comunica personalmente a Juan su promesa de un
regreso. Ningún creyente puede dudar o negar que esta es una promesa
importante y personal del Señor Jesucristo. Él, personalmente, recompensará a
cada creyente individualmente, a aquellos miembros de la Iglesia que serán
arrebatados, quitados del mundo; también a los de Israel y a los Gentiles,
cuando Él regrese para establecer Su Reino en el Milenio sobre la Tierra. No
nos sorprende que el apóstol Pablo escribiera a los Filipenses, en el capítulo 3
de su epístola, versículos 10 al 14: "A fin de conocerle, y el poder de su
resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante
a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los
muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa
hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús."

Y a continuación, nuevamente, el Señor Jesucristo declara Su deidad: "Yo soy el Alfa y la


Omega, el principio y el fin, el primero y el último." Así lo afirma al comienzo del
libro de Apocalipsis, y así también lo concluye. Sólo los creyentes, pecadores
arrepentidos, que han sido perdonados y lavados por la sangre de Cristo,
tendrán derecho a acercarse a la Eternidad, confiados en tener libre acceso a
la presencia de Dios, a la Nueva Jerusalén, la ciudad santa, y al árbol de la
vida. Esto es excluyente, inaccesible, para todo aquel que ha muerto en sus
delitos y pecados, sin llegar a arrepentirse, sin buscar a Dios, pero también,
todo aquel que no ha mostrado fruto de su arrepentimiento, aquel que sólo de
labios, pero no de corazón, dicen creer y tener fe en Jesucristo, Hijo de Dios,
Salvador y Señor nuestro.

El Señor Jesucristo afirma y ratifica que ha enviado a Su ángel con este mensaje personal,
al mencionar Yo Jesús. Él toma aquí el nombre que recibió cuando asumió Su
humanidad. Los creyentes, los hijos de Dios pasaremos la Eternidad centrados
en Él, en Su persona. Él es llamado "la Raíz y el linaje de David" esto une a
Jesucristo con el Antiguo Testamento. La estrella resplandeciente de la
mañana, esto es Jesucristo para la Iglesia; la estrella resplandeciente de la
mañana que aparece en el momento más oscuro de la noche, la que indica que
el sol saldrá dentro de breve, pronto. El Antiguo Testamento concluye con las
palabras del profeta Malaquías diciendo que el sol de justicia se levantaría con
sanidad en Sus alas. Ésa era la esperanza del Antiguo Testamento. Pero para
nosotros, los creyentes, la Iglesia de los redimidos y salvos, Él es la estrella
resplandeciente de la mañana, que vendrá en el momento más tenebroso y
oscuro. Los siguientes versículos 17 al 19, presentan una la invitación y hay
una advertencia. Leamos:
17
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y
18
el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Yo testifico a todo
aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a
estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este
libro. 19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios
quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que
están escritas en este libro.

Esta es una doble invitación: una invitación para que Jesucristo venga, y una invitación a los
pecadores a ir a Cristo, antes que Él venga. El Espíritu Santo está activo en el
mundo. El Espíritu Santo está realizando Su poderosa obra en la Tierra,
convirtiendo y convenciendo a los pecadores. Él se une a la oración de la
Iglesia: "Señor Jesús, ven, ven". El Espíritu de Dios obra a través de Su
Palabra y a través de cada creyente que ama, proclama, vive, y obedece la
Palabra de Dios. La invitación que Dios ya extendió desde el Antiguo
Testamento, por el profeta Isaías, en su capítulo 55:1 es tierna, dulce e
insistente: "A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche."
A lo que el Señor Jesucristo agrega: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba."
(Juan 7:37). La invitación sigue en pie. Si usted, muy estimado amigo, amiga
oyente, está cansado de beber del pozo negro de este mundo, Jesucristo hoy
le extiende una cariñosa invitación personal a venir a Él. ¡Qué invitación! ¡El
rechazar o aceptarla tendrán consecuencias eternas para usted! Y ahora
llegamos a la última promesa y oración de bendición. Leamos los últimos
versículos 20 y 21:
20
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven,
Señor Jesús. 21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.
Amén.

El Antiguo Testamento termina con una frase de amenaza y maldición, pero el Nuevo
Testamento concluye con una bendición de gracia sobre los creyentes, los hijos
de Dios. Bendita Gracia que Jesucristo extiende libre y gratuitamente a todos
los seres humanos, sin tener en cuenta nuestra condición, ni siquiera aquello
que pudiéramos considerar como "méritos o logros propios".

Al concluir con el libro de Apocalipsis este ciclo de cinco años de estudio de la Palabra de
Dios, la Biblia, muy estimado amigo, amiga oyente, vamos a elevar a Dios, una
oración:

"Amado Padre que estás en los Cielos: al volver nuestra mirada a los cinco años
transcurridos, te damos muchas gracias por ayudarnos en nuestra travesía por
las páginas de Tu Palabra. Te agradecemos por la obra del Espíritu Santo al
provocar el convencimiento, y el arrepentimiento, en los corazones de muchos
de nuestros oyentes, que con esta decisión pasan "de muerte a vida". Oh Dios,
Te rogamos que muchos lleguen al conocimiento de tu incondicional amor, de
tu total perdón, de esa nueva y plena vida que regalas a cada persona que se
acerca a Ti, con sinceridad. Señor, te pedimos que continúes bendiciendo las
semillas de fe que hemos intentado esparcir por las ondas; y al comenzar con
un nuevo ciclo de programas, ayúdanos a todos a acercarnos más al Señor
Jesucristo, para que podamos verle tal como Él es: ¡el Rey de reyes y Señor de
señores! Todo lo pedimos en Su bendito nombre. Amén".

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