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Después de la lectura
Permite que los estudiantes intercambien en pares sus comentarios sobre el texto que leyeron,
que fue lo que más les llamó la atención.
Vuelve al papelógrafo con sus primeras hipótesis, lee con ellos y analiza si fueron acertadas o
no.
Conversamos en relación a lo leído: ¿Es posible que haya niños sin nombre? ¿Por qué?
¿Tendrá alguna consecuencia el no tener un nombre? Anota lo que dicen los estudiantes.
Después de este momento, explica a los estudiantes que desde que nace todo niño o niña tiene
derecho a tener un nombre y una nacionalidad y que estos derechos nos permiten recibir
protección de una familia y de un país.
Haz estas preguntas o formula otras, dependiendo de los comentarios de los niños.
Compara con los estudiantes lo que pensaban antes del cuento y lo que saben ahora que se ha
leído. Pregúntales: ¿de qué trataba el cuento?, ¿cuál era el problema?
CIERRE En grupo clase
25 min. Pregúntales: Pregunta: ¿qué aprendieron en esta sesión?, ¿qué les permitió hacerlo?
a) La niña y su nombre.
c) La niña y el abuelo.
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MI ANÉCDOTA EN LAS VACACIONES
¿Qué sucedió?
¿Cuándo sucedió?
¿Dónde sucedió?
¿Quiénes estuvieron?
"El niño que miraba por la ventana" Había una vez que cayó muy enfermo. Tenía que estar todo
el día en la cama sin poder moverse. Como además los niños no podían acercarse, empezó a
dejar pasar los días triste y decaído, mirando el cielo a través de tu ventana. Pasó algún tiempo,
cada vez más desanimado, hasta que un día vio una extraña sombra en la ventana: era
pingüino comiendo un chorizo, que entró a la habitación, le dió las buenas tardes y se fue. El
niño quedó muy extrañado y aún no salia de la sorpresa cuando vio aparecer por la misma
ventana un mono en pañales inflando un globo. Al principio el niño se preguntaba qué sería
aquello, pero al poco tiempo, mientras seguían apareciendo personajes locos por aquella
extraña ventana, ya no podía dejar de reir al ver a un cerdo tocando la pandereta, un elefante
saltando en cama elástica o un perro con gafas que hacía piruetas. Aunque por si no le creían
no se lo contó a nadie, aquellos personajes terminaron alegrando el espíritu y el cuerpo del
niño y en muy poco tiempo éste mejoró notablemente y pudo volver al colegio. Allí pudo
hablar con todos sus amigos, contándoles las cosas tan raras que había visto. Entonces,
mientras hablaba con su mejor amigo, vio asomar algo extraño en su mochila. Le preguntó que
era, y tanto le insistió que finalmente pudo ver el contenido: ¡¡Allí estaban todos los disfraces
que había utilizado su buen amigo para intentar alegrarle!! Y desde entonces nuestro niño
nunca deja que nadie esté solo y sin sonreír un rato. Autor. Pedro Pablo Sacristán