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Por Mariano Borinsky

El nuevo Código Procesal Penal de la Nación, (según ley 27.063, B.O.: 10.12.2014, con
modificaciones introducidas por el Congreso de la Nación con fecha 6 de diciembre de
2018 y que entró en vigencia en Salta y Jujuy en el mes de junio de 2019), transforma
radicalmente la estructura del proceso penal, vigente hasta el día de hoy a nivel
nacional y federal.

Si la justicia es lenta, no cumple con su función, y no sirve. Genera inseguridad y


sensación de desamparo en la sociedad, fomentando la impunidad. La sociedad exige un
cambio de paradigma de la Justicia y tenemos que estar a la altura de las circunstancias,
para responder a las necesidades que se nos plantean. La Justicia que necesitamos está a
nuestro alcance. Tenemos que escuchar a la sociedad y modernizarnos. El deber
fundamental del Estado es dar seguridad y justicia a la población (además de la educación y
la salud). Tenemos que hacernos cargo.

Los nuevos Código Penal y Código Procesal Penal de la Nación son herramientas
esenciales para garantizar la seguridad de la población. El nuevo Código Procesal Penal
de la Nación moderniza el proceso penal, abandonando el sistema con características
inquisitivas imperante actualmente, en el que el juez, en principio, concentra la facultad de
investigar y de decidir. En el nuevo Código Procesal Penal de la Nación, se adopta un
diseño procesal adversarial o acusatorio en el que se separa la función de investigación y de
acusación, en cabeza del Ministerio Público Fiscal, de la función de decisión y de control
de cumplimiento de las garantías del imputado, por parte del juez. Ello, a fin de garantizar
el derecho constitucional a la imparcialidad que todo juzgador debe tener.

La reforma del sistema procesal vigente tiene entre sus principales objetivos lograr una
mayor eficiencia y celeridad del proceso penal y tiende a proteger la garantía de los
imputados a ser juzgados y a obtener un pronunciamiento definitivo en un plazo razonable.

En ese sentido, se reemplaza la estructura altamente formalizada y escritural del


procedimiento actual por una estructura desformalizada, basada en los principios de
inmediación, oralidad, celeridad, publicidad, concentración y simplicidad.

En base a los lineamientos generales antes desarrollados, se pueden mencionar las


características de mayor trascendencia de la reforma:

Separación de funciones entre Ministerio Público Fiscal y juez: Los representantes del
Ministerio Público Fiscal (fiscales) no pueden realizar actos propiamente jurisdiccionales y
los jueces no pueden llevar a cabo actos de investigación o que impliquen el impulso de la
persecución penal, convirtiéndose en jueces de garantías. Ello se distancia del sistema
actual según el cual el juez está a cargo de la investigación y puede delegarla en el fiscal en
forma discrecional. Esta separación de funciones tiende a garantizar la imparcialidad del
juez y establece que quien actúa como acusador e investiga no puede ser, al mismo tiempo,
quien juzgue.
Reorganización de los órganos jurisdiccionales, en: jueces con funciones de revisión, jueces
de revisión con funciones de Casacion, jueces con funciones de juicio, tribunales de
jurados, jueces con funciones de garantías, jueces con funciones de ejecución.

Se incorporan nuevas técnicas de investigación para delitos complejos: agente encubierto,


arrepentido, entrega vigilada, entre otros.

Creación de la oficina judicial. Para que el juez se pueda dedicar íntegramente a la función
jurisdiccional y que la oficina judicial se ocupe de la función administrativa (fijación de
audiencias, comunicación a las partes, custodia de efectos, entre otros).

Al respecto la Cámara Federal de Casación Penal dictó la Acordada 5/2019 que puso en
funcionamiento la Oficina Judicial en Salta y Jujuy para la adecuada prestación del servicio
de justicia en los Tribunales Orales Criminales Federales de las referidas jurisdicciones.

Autonomía procesal de la víctima: La víctima adquiere la potestad de participar en el


proceso penal de forma autónoma. Puede requerir la revisión de resoluciones que afecten
sus intereses, tales como el pedido de sobreseimiento del imputado por parte del Ministerio
Público Fiscal. En esta dirección, a pedido de la víctima, la acción penal pública puede ser
convertida en privada y proseguir con el impulso de aquélla en casos en que el Ministerio
Público Fiscal decidiera no proseguir. Así, se fomenta la independencia de la actuación de
la víctima -debidamente constituida como parte querellante- de la actuación del Ministerio
Público Fiscal.

Visión del hecho delictivo como un conflicto: Se establece el deber de los jueces y fiscales
de resolver el conflicto surgido como consecuencia del hecho punible, dando preferencia a
las soluciones que mejor se adecuen al restablecimiento de la armonía entre sus
protagonistas y a la paz social. Se entiende al proceso penal como un conflicto entre
personas y, por eso, se busca dar una solución a un problema social entre la víctima y el
imputado.

Principio de oportunidad: Se introduce el principio de oportunidad procesal, que habilita al


Ministerio Público Fiscal a desistir de la acción pública por insignificancia y pena natural,
entre otras causales. Ello tiende a descomprimir el flujo de casos y racionalizar la respuesta
punitiva. De esta manera, se logra una racionalización de los recursos y una asignación
eficiente de los mismos.

Conciliación como método alternativo de resolución del conflicto: La víctima y el imputado


pueden concluir un acuerdo conciliatorio en determinados casos previstos; por ejemplo en
causas de delitos con contenido patrimonial y cometidos sin grave violencia,
descomprimiendo el sistema y evitando la realización de un juicio en casos en que las
partes puedan arribar a un acuerdo, opción inexistente en el actual sistema. Mediante esa
forma de resolución de conflictos se fomenta una asignación eficiente de los recursos, y una
rápida y satisfactoria resolución de los problemas entre las partes, en caso de ser posible,
resguardando los derechos de las víctimas y de los imputados.
Oralidad del proceso: La oralidad –en contraposición a los procedimientos escritos- asegura
mayor eficiencia y celeridad. El nuevo Código de Procedimientos no lo reserva, como
sucede en el sistema aún vigente, al juicio oral y público, sino que prevé que las incidencias
que se susciten durante la investigación también sean resueltas en una audiencia oral en la
cual la decisión del juez de garantías debe recaer, como regla general, en esa misma
oportunidad. Se asegura mayor eficiencia y celeridad en el trámite de las causas judiciales,
ya que se fomenta el dictado de resoluciones por parte del tribunal en el mismo momento
de la audiencia oral.

Plazo del proceso: Se prevé que la investigación no podrá durar más de un año desde que
ella se formaliza, y todo el proceso no puede durar más de tres años, aunque existen
excepciones ante la complejidad del caso. Todo ello tiene como objetivo realizar el juicio
en un plazo razonable.

Medidas de coerción alternativas a la prisión preventiva: El nuevo procedimiento prevé un


catálogo de medidas cautelares alternativas y menos gravosas a la privación de la libertad
(prisión preventiva) sujetas a requisitos de admisibilidad, tales como la obligación de
someterse al cuidado o vigilancia de una persona o institución, la vigilancia del imputado
mediante dispositivos electrónicos de rastreo y el arresto domiciliario, entre otros.

Juicio por jurados: se incorpora la participación de la ciudadanía en el proceso de


administración de justicia a través de jurados (que tendrás que ser regulados mediante una
ley especial)

Acento en la etapa del debate.

Las actuaciones de la investigación preparatoria no tendrán valor para fundar la condena


del acusado. Así, como principio general, la sentencia debe fundarse en las pruebas
producidas durante el juicio oral y público.

Etapas del juicio oral: El nuevo Código prevé que el juicio oral estará dividido en dos
etapas: i) etapa de determinación de la existencia del hecho, calificación legal y
responsabilidad del imputado, y ii) en caso de haber veredicto de culpabilidad habrá una
segunda etapa de determinación de la sanción a imponer, su modalidad y lugar de
cumplimiento.

Oralidad en la etapa recursiva: Si bien los recursos deben interponerse por escrito, el nuevo
Código prevé que los jueces revisores resuelvan en el marco de una audiencia celebrada
con las partes. En el caso de que la resolución impugnada sea una sentencia (absolución o
condena), los jueces contarán con veinte días desde la celebración de la audiencia para
resolver. En los demás casos, deberán hacerlo inmediatamente, brindando los fundamentos
al finalizar la audiencia.

A su vez, a fin de contribuir con la mejora del sistema de justicia actual, se proponen una
serie de medidas, destinadas a lograr una administración de justicia más eficiente y cerca de
la sociedad:
Programas de especialización y capacitación continua de los magistrados, funcionarios y
empleados en temas tales como narcotráfico, violencia de género, trata de personas,
inseguridad, delitos económicos y contra la administración pública, entre otros. Se deben
establecer planes de trabajo concretos en cada dependencia judicial según la obligación de
cumplimiento de objetivos preestablecidos, en búsqueda de una mejora continua. Se
promueve la modernización de las técnicas de investigación durante la instrucción de una
causa judicial.

Celeridad y cumplimiento de plazos por parte del Poder Judicial de la Nación: plazo
máximo del proceso establecido en la ley que será de 3 años, a fin de promover la celeridad
en la resolución de las causas y la eficiencia en la administración de justicia.

* Juez de la Cámara Federal de Casación Penal, Presidente de la Comisión de Reforma


del Código Penal, Doctor en Derecho Penal UBA, Profesor Universitario UBA, UTDT,
UA.

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