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ARTE, INTERVENCIÓN Y

TRABAJO SOCIAL
ARIZALDO CARVAJAL BURBANO

3ª. Edición digital ampliada

1
ARTE, INTERVENCIÓN Y TRABAJO SOCIAL

ARIZALDO CARVAJAL BURBANO

FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL Y DESARROLLO


HUMANO

Portada: Fuente:
https://www.facebook.com/FITManizales/photos/a.98747593780/101574233
06468781/?type=3&theater&ifg=1

Cali, Colombia, Agosto de 2019

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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

1. APUNTES SOBRE ARTE

2. ARTE, TRABAJO SOCIAL E INTERVENCIÓN


SOCIAL

3. EXPRESIONES ARTÍSTICAS PARA LA


INTERVENCIÓN SOCIAL

4. ARTE Y POSCONFLICTO EN COLOMBIA

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA CITADA

EL AUTOR

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“Cuando la realidad se hace insoportable la única
salida es el arte”
Mario Vargas Llosa.

“Todo a nuestro alrededor está diseñado para


embrutecernos, para mantenernos empantanados en
una mediocridad afectiva, moral, política, intelectual y
física. Sólo la lectura y el arte nos podrán salvar de la
imbecilidad general”
Mario Mendoza, en Buda Blues

“Soy un artista que decidió hace más de 30 años hacer


de la educación artística una herramienta para formar,
no sólo buenos artistas sino, sobre todo, ciudadanos
de bien que entiendan que la más importante obra de
arte es la vida misma”.
Álvaro Restrepo

“La gente no quiere (ni puede) vivir solo para ganar


plata y comer (…) La gente sueña con tener una
actividad artística, porque permite la libertad, la
expresión del sí mismo (…) Creo que el arte y la
creatividad son una exigencia en nuestra
contemporaneidad, porque la sociedad democrática
exige el desarrollo de la persona y una persona no es
un ser solamente que se alimenta con comida”.
Gilles Lipovetsky

“El Trabajo Social y el arte buscan juntos encontrar y


encontrarse con otras maneras de descubrir, en la
diversidad de sus formas de producir sentido, también
la expresión de nuestras identidades y la presencia de
nuestras sociedades plurales, acercándose una a la
otra, personas y artistas, la vida al arte y éste a la vida”
Cuadernos de Trabajo Social- Universidad
Complutense, Madrid. No. 29, 2016. Monográfico Arte
y Trabajo Social

4
FUENTE:
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81826851064&type=3&theater&ifg=1

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INTRODUCCIÓN
La relación arte, Trabajo social e intervención social
constituye un campo relativamente novedoso en las
ciencias sociales, y en los últimos años existe un interés
creciente por este campo. Interés que he podido
observarlo hablando con profesores y estudiantes de
varios Programas de Trabajo Social en Colombia.

El objetivo de este texto es divulgar, motivar, sensibilizar


y poner a disposición de los(as) trabajadores(as)
sociales y profesionales de la acción otras herramientas
teóricas y metodológicas para el desarrollo de sus
intervenciones.El uso del arte juega un papel importante
en la intervención social.

William Ospina señala que “si alguna revolución requiere


la educación, pienso que es la revolución de la alegría,
que les devuelva o les confiera a los procesos educativos
su radical condición de aventura apasionada, de
expedición excitante, de juego y de fiesta”. Revolución
que también es válida para el Trabajo Social, que entre
otras cosas, debe ser un arte, donde se pone en juego la
creatividad en escena.

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Se dice que “el arte hace personas más sensibles y
críticas; mejores seres humanos”; que “una mala
persona nunca será un buen profesional”, que “el arte
hace una mejor sociedad”. El Trabajo Social requiere
personas con una gran sensibilidad social y una gran
calidad humana y profesional.

Este escrito consta de cuatro capítulos: en el primero se


realizan algunos apuntes sobre arte, sobre la creación
artística. El segundo capítulo aborda la relación arte,
trabajo social e intervención social. Algunas expresiones
artísticas para la intervención social se miran en el
tercero, y en el cuarto y último capítulo se trabaja el tema
del arte y posconflicto en Colombia, relevante en la
coyuntura actual, donde el arte es una herramienta
importante para fortalecer una construcción de paz, una
construcción de sociedad.

Hay que señalar que esta es una publicación digital


personal del texto, un borrador en construcción, con el
objetivo de compartirlo, esperando comentarios, críticas,
sugerencias bibliográficas, etc.; en otras palabras, una
retroalimentación por sus lectores. Así, agradecería sus
valiosos aportes a esta tercera edición ampliada del
texto.

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Agradezco a la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo
Humano de la Universidad del Valle –donde soy
profesor- por darme horas de mi asignación académica
para realizar este documento.

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1. APUNTES SOBRE ARTE

Figura principal carroza de Abya yala-Carnavales de Pasto-2018.


Fuente:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1649390271809466&set=
a.345281832220323.80321.100002155280680&type=3&theater

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¿Qué es el arte? Como otros conceptos, el arte es un
concepto polémico, polisémico, y, como lo expresa Eco
(1970: 35), una obra de arte hay que verla inmersa en su
contexto originario, en el juego de las relaciones
culturales, económicas y políticas en el que ha sido
formada.

El primer camino, de apasionada y fiel


comprensión del arte, se remonta a través del
contacto simpático, intuiciones profundas,
relevancia de elementos típicos, de constantes
narrativas y estilísticas, de actitudes explícitas
del autor o imperceptibles manifestaciones de
tensiones inconscientes-- al mundo en que ha
surgido la obra y que la obra resume, comunica
y tal vez juzga. Se trata de una actitud que da
origen a una consideración de la obra en su
autonomía, y que, incluso, convierte la
comprensión de la obra en su autonomía en la
única vía de acceso al mundo histórico. (Eco,
1970: 35).

A la pregunta ¿Qué significa «hablar científicamente de


una obra de arte»?, Eco señala que las respuestas son
diversas y no se excluyen unas a otras: en primer lugar,

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el discurso científico podría consistir en una exposición
de hechos históricos en conexión con la obra (producida
el día tal por tal artista, usando tal material, etc.); también
podrían presentarse los documentos comprobatorios del
origen de la obra, bocetos, apuntes, redacciones
preliminares; por último, podrían catalogarse los juicios
que otros individuos han dado de la obra.

En todos estos casos el discurso sería


«científico» porque se basaría en datos
realmente controlables, pero no sería discurso
sobre la obra. Es evidente que la obra es algo
más que su fecha de aparición, sus
antecedentes y los juicios sobre ella formulados.
Y hasta qué punto es algo más suele quedar
claro habitualmente cuando se habla de una
fundamental «apertura» o «ambigüedad» o
«multiplicidad de signos» de una obra, lo que
equivale a decir que la obra de arte constituye un
hecho comunicativo que exige ser interpretado y,
por consiguiente, integrado, completado por una
aportación personal del consumidor. Aportación
que varía según los distintos individuos y las
situaciones históricas y que continuamente es
conmensurado tomando como punto de
referencia ese parámetro inmutable que es la

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obra en cuanto objeto físico. Podremos decir,
entonces, que «hablar científicamente de una
obra de arte» puede significar una serie de
operaciones distintas y complementarias, cada
una de las cuales representa un determinado
nivel de aprovechamiento (desde la pura
degustación hasta la más elaborada valoración
crítica): 1) observar la cosa en lo que es
específicamente, es decir, como objeto
producido por un hombre que ha dejado en ella
ese sello evidente que es la manera en que la ha
producido; 2) tratar de no resolver la observación
en forma de apreciación inexpresada (un sonido
confuso) o bien de juicio demasiado subjetivo
(«me gusta») o en términos excesivamente
vagos o polivalentes («¡qué bonito!»), sino más
bien explicar en términos comunicativos la
impresión personal al respecto; 3) ver si a esta
impresión personal correctamente comunicada
corresponden, en el objeto, elementos que
puedan justificar el acuerdo de los demás, y
permitan suponer que el autor trataba
efectivamente de suscitar en todos una
impresión fundamentalmente análoga; 4)
mostrar cómo lo ha conseguido, con qué
intensidad, a precio de qué dificultades y en base

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a qué argumentos; 5) avanzando más: observar
cómo estos elementos, ordenados de este modo
para suscitar una impresión, ofrecen, en su
meditada disposición, una estructura bastante
compleja, derivada de la coordinación de
diversos niveles y estructuras menores;
admirable porque satisface formalmente y
prácticamente eficaz (en cuanto que
comunicativa). (Eco, 1970: 51-52).

Así, añade Eco, dadas las poéticas, las definiciones


generales del arte y el reconocimiento de la mutabilidad
de toda definición general del arte, nos hallamos frente a
tres universos del discurso, los tres posibles en un
determinado período histórico, que tratan de determinar
tres campos distintos de análisis y de operación. El
problema es precisamente ver si uno excluye al otro, o
bien si cada uno de ellos no implica precisamente el otro,
y si cada uno de ellos tiene su propio campo de
aplicación dentro del cual es legítimo y necesario.
Aunque ninguno de los tres pueda pretender estar en
posesión de la validez absoluta y metahistórica. (Eco,
1970: 139).

Una definición general del arte conoce


perfectamente sus límites: y son los límites de

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una generalización no verificable sino de
experimentación; los límites de una definición
cargada de historicidad y, por consiguiente,
susceptible de modificaciones en otro contexto
histórico; los límites de una definición que
generaliza por la comodidad de un discurso
común una serie de fenómenos concretos que
poseen una vivacidad de determinaciones que
en la definición se pierden necesariamente. Y,
sin embargo, una definición general del arte
sabe muy bien que es indispensable: es un gesto
que se realiza, un deber que ha de cumplirse;
para tratar de fijar un punto de referencia
destinado a aquellos discursos que, en cambio,
son intencionadamente históricos, parciales,
limitados, orientados teleológicamente a una
opción (crítica u operativa). Pero hay algo más:
y es que en el momento en que se habla de arte,
aunque sea para negar la posibilidad de definirlo
conceptualmente, no es posible escapar a la
exigencia de una definición. (Eco, 1970:148).

Laura Pettinari en su texto ¿Qué es el arte? (2008),


también señala la dificultad de definir el arte. Cada
artista, cada ser humano, puede expresar desde su
punto de vista qué es el arte. Añade que una obra puede

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surgir de la memoria del artista, de su imaginación o de
su visión de la realidad. Ningún mensaje es inocente. En
su opinión, el arte es el canal por donde los artistas
comparten sus sentimientos, se abren para mostrarnos
su mundo interno. Y en conexión, puente, con los otros.
El arte conecta, acerca. “En mi opinión, el arte es la suma
de la mente del artista, sus experiencias y su mundo
interno, expresado de manera que nuestra mente,
nuestras experiencias, nuestro mundo interno se
conecte con las suyas. Es por esto que el arte nos
reconforta y nos hace sentir que tenemos un lugar a
donde pertenecemos”

Shirley Longan Phillips (2011) señala que la crítica de


arte actual plantea que la definición del arte es la no-
definición (o la des-definición); sin embargo, tanto definir
como no hacerlo conlleva los mismos riesgos. “Este texto
plantea una propuesta de definición: el arte es filosofía
visual, y filosofía entendida como los sistemas de
pensamiento imperantes en cada época. Por eso hoy
nos enfrentamos a la “objetivación” de lo humano y a un
arte angustiado”.

“¿Qué es arte?”, hoy sería más pertinente


preguntarse “¿Cuándo hay arte?”. Este cambio
de pregunta abre una serie nueva de

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posibilidades; pero, no soluciona el problema de
la existencia. La nueva pregunta asume una
ontología: hay “algo” que se llama arte; el
problema es que a veces no hay de “eso”
(cualquier cosa que ese je ne sais quoi sea). El
arte acompaña al ser humano en su transitar
histórico; la estética está plasmada en todas las
culturas, no siempre con las mismas
manifestaciones. Cada época privilegia ciertos
valores estéticos por encima de otros, de ahí que
la definición de arte es una tarea compleja; sin
embargo, posible, imperativa y urgente.
(Longan, 2011).

Una pregunta interesante que hace la autora se refiere a


por qué el arte es relegado todavía hoy a un segundo
plano, así como cuál es su quehacer filosófico actual.

La primera respuesta muestra la vigencia de


Aristóteles y Platón en el sistema de
pensamiento occidental: la pregunta por el ser,
que tanto estorba, es herencia aristotélica y
Platón echó de La República a los pintores y
poetas, porque eran peligrosos: soñaban con
otro mundo posible (cosa que nunca le ha
gustado al establishment). La segunda pregunta

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es más compleja. La filosofía tiene su mira
puesta en el ser humano, pero no en cuanto
humano, sino en cuanto objeto; dicho de otro
modo, lo humano se ha vuelto objeto; de ahí que
esta “deshumanización de lo humano” conlleve
a la existencia de un ser humano angustiado. Sin
embargo, esta última idea merece un mayor
espacio para la reflexión. Aunque sí cabría decir
que lo humano-objeto en este momento de la
filosofía actual permitiría admitir que el
performance de Marina Abramovic es totalmente
artístico. (Longan, 2011).

El arte (del latín ars) es el concepto que engloba todas


las creaciones realizadas por el ser humano para
expresar una visión sensible acerca del mundo, ya sea
real o imaginaria. Mediante recursos plásticos,
lingüísticos o sonoros, el arte permite expresar ideas,
emociones, percepciones y sensaciones. (Silva y Bassi).

Sobre la clasificación del arte, expresan que la utilizada


en la Grecia antigua incluía seis disciplinas dentro del
arte: la arquitectura, la danza, la escultura, la música, la
pintura y la poesía (literatura). Más adelante, comenzó a
incluirse al cine como el séptimo arte. También hay
quienes nombran a la fotografía como el octavo arte

17
(aunque suele alegarse que se trata de una extensión de
la pintura) y a la historieta como el noveno (sus
detractores indican que es, en realidad, un puente entre
la pintura y el cine). La televisión, la moda, la publicidad
y los videojuegos son otras disciplinas que, en
ocasiones, son consideradas como artísticas. (Silva y
Bassi).

Silva y Bassi señalan que el arte es el uso de la habilidad


y la imaginación, para crear objetos, experiencias,
melodías o entornos con el fin de lograr el placer estético
en el observador. Se dice tradicionalmente que el arte
alimenta el alma, y quienes realizan esta afirmación no
se equivocan.

Al ver una obra de arte, uno se siente conmovido


por ella, y puede llegar a sentir que se está
transportando a otros lugares y tiempos, reales
o imaginarios; el arte provoca sobrecogimiento.
Se dice que la capacidad de distinguir lo
hermoso de lo feo es una habilidad humana
innata, pero la verdad es que los valores
estéticos cambian de cultura en cultura, y
algunos pensadores se han referido a la
definición del arte como uno de los problemas
más grandes de la filosofía; por lo mismo el arte

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y su percepción siempre serán subjetivos. (Silva
y Bassi).

Arte como creación de objetos bellos, siguiendo el canon


indicado en cada período
-capacidad simbólica del ser humano y su capacidad de
imaginar y trascenderse en lo individual y social. (Silva y
Bassi).

El espacio de la creación permite el odio y el


perdón, la rabia y el duelo, la comprensión, en
definitiva, de nuestras pasiones. El espacio del
arte es un lugar simbólico, donde se ensaya la
vida una y otra vez.

El arte permite, tanto desde la creación como


desde la contemplación, olvidar las certezas,
indagar en la polisemia de las imágenes y los
trazos, aventurar significados que pueden ser, a
la par, diversos…El arte, la creación no ofrece
significados definitivos y por ello nos acostumbra
a la duda y algo más importante, a disfrutar la
ambigüedad.

En una sociedad de significados cerrados, el arte


es un espacio donde las limitaciones de lo

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cerrado se abren, desplegándose en la multitud
de significaciones posibles. El por ello campo
simbólico donde el vivir posible, abierto, en duda,
es una constante y una característica vital.

El sentimiento de elevación, de trascendencia de


lo cotidiano, la sensación de estar siendo
partícipe de la belleza son aspectos que
renuevan nuestra capacidad de sobrevolar sobre
lo mezquino, lo superfluo y lo banal y renuevan
en nosotros la esperanza de que la vida es
posible. (Silva y Bassi).
Crear –agregan- es apostar por la vida. La creación es
eros apostando por la vitalidad del ser humano. Crear,
en su sentido más amplio, es apostar por estar en el
mundo, con los otros (…) Reconocerse en el espejo por
las mañanas, peinarse, arreglarse el rostro es renovar el
cuerpo cada mañana para algo especial y tiene que ver
con la creación. Crear nos convoca a la vida, a sentir el
proyecto vital, a hacerlo andar (…) esa red compleja que
es el vivir, se manifiesta a través del arte renovando
afectos, nuevos pensamientos y estructuras culturales y
sociales. (Silva y Bassi).

Coincidimos con el maestro Ernst Hans Gombrich (1987)


en afirmar que el arte no es solo algo realizado por el

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hombre, sino también para el hombre. En este sentido,
su aplicación práctica en el campo de lo social se basa
en la capacidad creadora inherente a todo ser humano,
que le permite elaborar, a partir de lo ya existente,
nuevos elementos que se incorporan a la realidad
objetiva y, especialmente, a la subjetiva. Es decir,
realidad y fantasía están siempre en constante relación,
generan una ecuación clave, en la que la imaginación se
apoya en la experiencia para emerger y, a su vez, la
experiencia se apoya en la fantasía para sobrevivir
(Vigotsky, 1982). (González Abad, 2016:63-64).

Todos los aspectos planteados nos muestran la


polisemia –la riqueza- del arte, de la creación artística,
de las prácticas artísticas, tanto de un arte culto como de
un arte popular.

21
2. ARTE, TRABAJO SOCIAL E INTERVENCIÓN
SOCIAL

Jafeth Gómez.
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565700884.210066.668635884&type=3&theater

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Hablar de arte y creatividad en procesos de intervención
y acción social –como lo expresan Carmen Olaechea y
Georg Engeli en el significativo libro Arte, intervención y
acción social. La creatividad transformadora (2011) -
supone, en primer lugar, que hay situaciones para
arreglar, y que nosotros podemos hacerlo. Además,
activa y pone en vínculo dos elementos esenciales de
nuestra naturaleza: lo comunitario como modo de estar
en la vida, y lo simbólico como modo de pensarnos en la
vida. La propuesta presenta varios elementos que nos
distinguen como habitantes del XXI.

Así, la referencia a la acción social trae al sector


social, un espacio de protagonismo nuevo en la
sociedad; la referencia a la intervención trae el
entendimiento actual de que podemos
proponernos cambios en y desde los individuos
y los colectivos; y la referencia al arte y al poder
transformador de la creatividad pone en escena
el papel de nuestras interpretaciones y el de la
producción de lo simbólico como materia prima
para despertar ese poder. (Olaechea y Engeli,
2011:29).

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Desde esta perspectiva –añaden-, es evidente el rol de
la creatividad como fuente de producción simbólica para
ampliar la frontera de los impulsos de realización
colectiva. “Mientras que la creatividad aplicada puede
detener y revertir nuestros problemas actuales, el
intercambio en el universo simbólico crea metáforas
aglutinantes, inscribe mensajes de esperanza en el
código de la vida y estimula el desarrollo de estructuras
de entendimiento que cumplen funciones emocionales,
sociales y biológicas fundamentales para la evolución en
comunidad”. (Olaechea y Engeli, 2011:31).

Por otra parte, la creatividad debe partir del otro.


Escuchar a nuestros públicos y hacerlos
protagonistas de su propio aprendizaje, de lo
externo que se muestra en la obra de arte y
conocerse a uno mismo a través de la creación
de grandes artistas nos abre nuevos caminos. El
arte debe hacer que nos peguntemos cosas,
sobre nosotros y sobre la sociedad que nos
acoge. No solamente sobre el pasado, que
también. Contemplar la producción artística de
otros es un ejercicio de autoreflexión, de
introversión, de mirarnos a nosotros y mirar a los
otros y a la sociedad críticamente. (Carnacea y
Lozano, 2011).

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Carmen Olaechea y Georg Engeli (2011) nos hablan de
las dos posibles miradas con las que miramos la realidad
de la que formamos parte, una mirada desalentada que
no ve ni tiene confianza en los pequeños cambios que
suceden cada die en nuestras vidas y que pueden tener
un impacto social; y una mirada marcada por la
esperanza y que cree que la transformación social
depende, como punto de partida, de lo que cada uno de
nosotros y nosotras aporta. Ambas miradas evalúan la
interrelación entre las personas y sus comunidades. Los
dos autores, “nos colocan en el contexto necesario para
poder hablar de transformación social a través del uso
de lenguajes artísticos, en el mundo de la intervención y
la acción social”.

No cambiamos el mundo, no nos proponemos


cambiar el mundo, sabemos que no podemos
cambiar el mundo, y no vamos a engañarnos,
todos lo hemos intentado alguna vez. Somos
nosotros los que cambiamos cuando somos
capaces de de construir la realidad, de mirarla
con otros ojos. Desde ahí, desde esa actitud,
desde ese posicionamiento, buscamos y
generamos posibilidades, oportunidades. La
esfera inmediata de nuestras vidas se

25
transforma, nuestros mundos se transforman.
Ese es el punto de partida de la creatividad
transformadora del o que hablamos los autores
y autoras que escribimos en este libro, en el que
subyace la idea de la creación como nexo entre
lo posible y lo imposible, como un territorio
abierto y lleno de nuevas opciones. (Carnacea y
Lozano, 2011).

El texto habla del arte en su función social, pero también


en su función terapéutica (arte-terapia) y su función
educativa.

Comparto con las autoras que “abrir espacios a la


creatividad es dar voz, es reconocer a la persona como
un ser capaz. La intervención social y la acción social no
pueden no ser creativas, porque la creatividad va
implícita en la esencia de ambas”. Y su intención es
“mostrar las posibilidades del arte en procesos de
intervención y acción social”.

Durante los últimos años, nuestra implicación en


el ámbito de la intervención social a través de
lenguajes artísticos como la poesía, la música, la
fotografía y el teatro, y la conexión y acción en
red con numerosos profesionales y colectivos de

26
acción social que vienen, desde hace tiempo,
empleando recursos artísticos en su
intervención, fue determinante para animarnos a
realizar este trabajo de acercamiento a
personas, profesionales, entidades e
instituciones que están generando nuevas
maneras de ver, leer y hacer en la realidad
social, nuevas maneras de ver-se, leer-se,
hacer-se parte de la comunidad (…). Con las
herramientas artísticas queremos mantener
encendidas esas luces, para que como dice
Pessoa en uno de sus poemas, podamos seguir
confiando en que detrás de cada ventana
iluminada hay vidas, sueños y deseos.
(Carnacea y Lozano, 2011:21).

Es una mirada del arte “como un recurso, como


una herramienta, como un campo abierto, un
territorio desde y con el que trazar cartografías
individuales y colectivas nuevas”. Sí, es
apasionante las posibilidades que ofrecen las
herramientas artísticas en la intervención con
personas. “Y es que al igual que el libro, el arte
fuera, en la calle, está vivo y sigue reivindicando
su lugar en el ámbito de la intervención social”.
(Carnacea y Lozano, 2011:23-24).

27
La Escuela de Trabajo social de la Universidad
Complutense, Madrid, en su Revista Cuadernos de
Trabajo social No. 29, 2016, realiza un interesante
monográfico sobre Arte y Trabajo Social. En su
presentación, Miren Edurne Ariño y Teresa García,
señalan que:

Reunir en un mismo texto Arte y Trabajo Social


puede resultar curioso e incluso algo «retro»,
intuyendo que algunas personas, docentes o
profesionales del sector, puedan estar en
desacuerdo con la definición que, en su día,
hiciera Mary Richmond (1930) sobre el Trabajo
Social como arte, arte en colaboración con las
personas y con la sociedad. Están las artes al
servicio de la apariencia y del impacto. Artes que
proyectan vender experiencias supremas,
soluciones a medida, y que producen el efecto
contrario: alejan a las artes de la vida,
ofreciéndose como vanguardias expertas en
emocionar, en imaginar, e incluso en vivir.
Podríamos llamarlas malas artes. Con el uso de
las malas artes confundimos los fines con los
medios. Y están las artes, como las que nos
presentaron autores insignes y populares, como

28
Tolstoi (1999) o Machado (2006), con otro punto
de vista diferente y más cercano al sentir común.
Y, agrega que no se puede crear ex nihilo, que
toda creación va unida a la vida, a la cultura y al
folklore popular. p15.

Anotan que las artes contribuyen a repensar y reconstruir


nuestros mundos vitales, en diferentes espacios sociales
y con funciones diversas; en espacios urbanos, rurales,
etc.; pueden llegar a reconstruir formas de relación y
convivencia, reinventar cosmovisiones, etc. “Se trata de
encontrar, entre otras cosas, de encontrarnos con esas
otras maneras de descubrir y recuperar diversas formas
de producción de sentido; expresión de nuestras
identidades y presencia plural en nuestras sociedades”.
p16.

Los artículos del monográfico –expresan-, unos de


carácter general y otros aplicados al estudio de caso,
acercan el arte a la vida, tratando de enlazar ambas
disciplinas, con el fin de que al colaborar con las
personas y con la sociedad, se reflexione sobre la idea
de Mary Richmond del Trabajo Social como arte-sanía.
Resaltar su polifonía, sus múltiples facetas y
posibilidades de aplicación a la intervención social es el
hilo conductor que une a los autores. El Trabajo Social y

29
el arte buscan juntos encontrar y encontrarse con otras
maneras de descubrir, en la diversidad de sus formas de
producir sentido, también la expresión de nuestras
identidades y la presencia de nuestras sociedades
plurales, acercándose una a la otra, personas y artistas,
la vida al arte y éste a la vida.

Para Lorena López Méndez –quien escribe en el


monográfico citado (2016)- hay que reconstruir y
descubrir nuevas formas de trabajo, desde una
perspectiva multidisciplinar y transversal, donde la
experiencia vital (historia de vida), las sensaciones y
emociones sean los pilares más importantes para la
intervención social. “Entendemos la intervención social
como suma y unión de los parámetros del Trabajo Social
y arte, como nuevas posibilidades de diálogo entre
ambas disciplinas, con un fin de transformar la visión de
la sociedad”. (p52).

En relación con los vínculos y relaciones entre Arte y


Trabajo Social, López manifiesta que el arte puede tener
especial importancia para la intervención con personas
en un contexto de vulnerabilidad, ofreciéndoles la
posibilidad de empoderarlas a través de las artes
plásticas y visuales, compartiendo procesos creativos.

30
En conclusión, consideramos importantes y
factibles los programas de intervención a través
del arte, ya que es una herramienta muy
apropiada y apta para ser empleada como
intervención social, trabajando
colaborativamente trabajadores sociales con
artistas y educadores formados en este tipo de
contextos, contribuimos a fomentar la inclusión
de intervenciones de carácter multidisciplinar.
(p60).

El arte puede convertirse en un elemento más con el que


nutrir y ampliar la realidad en la que habitamos las
personas formando parte de la intervención social:
“puede hacer que el énfasis puesto en el cómo, relegue
a un segundo plano cuestiones tan importantes como el
qué, para qué y por qué” (González Abad, 2015: 70),
puede ofrecer la posibilidad de crear vínculos que
eliminen las distancias determinadas por el
conocimiento, el estatus y el poder “entre profesional-
usuario/a”, devolviendo una idea de intervención flexible
y construida en conjunto con la persona —no
significando, no obstante, que se deje de lado la
importancia de la teorización y cuestionamiento
fundamentado. El arte puede ser, en definitiva, una
forma de inclusión social. (Gracia, 2016:49).

31
La creación artística también juega un papel importante
en el desarrollo de la autonomía. Mediante el arte,
podemos encender el proceso de recuperación de la
memoria, así como abrir vías hacia visiones/valores
propios de una comunidad concreta (Carnacea Cruz y
Lozano Cámbara, 2013).

Bonilla Rius –citado en Gracia (2016:51)- señala que las


actividades artísticas benefician de manera especial a
las personas que han tenido dificultades para poder
expresarse —por diferentes motivos— a lo largo de su
vida. Además del reto personal que para ellas
representa, al lograrlo se sienten fuertemente
reconocidas: “y ello siempre resultará benéfico para el
crecimiento personal de cualquier ser humano”.

El arte es social, y no debemos caer en el error


de considerar como social solo aquello que es
colectivo —como la existencia de un gran
número de personas—, sino también lo
individual (Peña Sierra, 2013). Es decir, lo social
también puede encontrarse, y se encuentra, en
los sufrimientos de una persona a título
individual, y estos sufrimientos también pueden
ser transformados mediante las obras de arte

32
incidiendo en las emociones en cuestiones
relacionadas con a autopercepción, la
vinculación, la comunicación o el cambio de
conductas, realizando un gran aporte al ejercicio
del Trabajo social (González Abad, 2015). Sin
embargo, es sabido que todo fenómeno social
influye de manera notable en lo colectivo, así
como lo individual también influye y crea impacto
en la colectividad. Finalmente, lo social e
individual se resuelve en la relacionalidad y en la
intersubjetividad, en la intergeneracionalidad,
interculturalidad, etc. (Gracia, 2016).

En síntesis –expresa Gracia-, el vínculo del arte con el


Trabajo social y la intervención social podría aportarnos
lo siguiente:

 Nutrir y ampliar la(s) realidad(es) en la que habitan las personas


 Crear vínculos sociales —en este caso, entre infancias y
trabajadores/as sociales—
 Devolver la idea de intervención flexible y construida con la
persona
 Disfrutar
 Explorar, descubrir, cultivar y desarrollar la(s) identidad(es)
 Crear conciencia sobre nuestra posición el mundo
 Cuestionar y cambiar los roles que nos ha tocado vivir

33
 Desarrollar la autonomía
 Recuperar la memoria
 Abrir vías hacia visiones/valores propios de una comunidad
 Expresar(se) y comunicar(se)
 Habilitar capacidades y destrezas
 Transformar las emociones y los cuerpos
 Facilitar la crítica del trabajo familiar y comunitario con las
infancias
 Acompañar en el proceso de crecimiento y creación de su
identidad personal de niños, niñas, y otros géneros

Marián López (2015), llama la atención sobre valores del


arte relacionados con:

• La capacidad de tratar con la realidad objetiva.


• La capacidad de tratar con la realidad subjetiva.
• Tolerancia y disfrute de la ambigüedad.
• Afrontar el conflicto. Nuevas estrategias adaptativas.
• Enfrentarse al conflicto.
• Tolerancia a la frustración.
• Aprender a elegir.
• Aprender a cometer errores.
• Aprender a planificar.
• Otra concepción del tiempo.
• Otra concepción del espacio.
• Capacidad de habituación.

34
• Capacidad de deshabituación.
• Comprender la creación como la unión de lo individual
con lo común.
• Comprender la creación como un modo de apostar por
la vida.

El arte –señala- es un modo excelente de tratar con el


cambio, con la capacidad de repensar la identidad, de
trabajar los vínculos personales e interpersonales,
nuevas formas de comprender el mundo y los seres
humanos. La actividad artística es parte del crecimiento,
del desarrollo humano. Los artistas han usado esta
capacidad para simbolizar, para pensar y sentir el mundo
y para imaginar nuevos mundos. El arte es un área de
posibilidades y libertad. (López, 2015).

Así, es importante ver el arte como herramienta para el


Trabajo Social, para la intervención social, donde “el uso
del arte juega un papel importante como facilitador para
el logro de objetivos sociales”, y que “el arte debe ser un
instrumento al servicio de la intervención”. (González
Abad, 2016:70).

Plantear proyectos que metodológicamente


sean novedosos, flexibles y necesarios no debe
significar olvidar la reflexión epistemológica y

35
ontológica del Trabajo Social. Por el otro, y como
complemento a los resultados aquí presentados,
compartimos con Costesque, aunque el arte
pueda ser una vía de alivio y desahogo, no es
por si solo una herramienta de cambio. Mas, sí
es una vía de expresión de emociones y
significados privilegiada frente al lenguaje verbal
que puede ser usada por el profesional para
devolver una imagen del sujeto más
comprensible y por tanto más habitable. En este
sentido, un estudio detallado sobre los factores
terapéuticos en los contextos de intervención
con arte, sería necesario para poder discutir esta
cuestión de manera científica. (González Abad,
2016:70).

La autora afirma que el arte en un contexto grupal es


capaz de impulsar cuatro aspectos fundamentales.

En primer lugar, si se entiende como un objeto


transicional, representa un vehículo con el que
se alcanza la individuación necesaria para
desarrollar una vida autónoma. En segundo
lugar, el arte ofrece la posibilidad de comenzar
procesos vinculares, logrando subsanar la
distancia que pueda existir entre profesional y

36
usuario, determinada por el conocimiento, el
estatus y el poder. Por otra parte, el arte aparece
como una excusa idónea para desposeer de
patología los procesos de intervención y
fomentar la adquisición de conductas y actitudes
que favorezcan un desarrollo personal mejor.
Por último, pero también esencial, el arte se
utiliza como una alternativa al lenguaje digital
capaz de extraer significados relacionales y
analógicos que no siempre logra expresar la
palabra. No obstante, mientras se escribía este
artículo multitud de nuevas preguntas han ido
surgiendo sobre el tema del arte y el Trabajo
Social. Nos preguntamos qué puede hacer el
arte por el Trabajo Social, por su educación y por
su reactivación en la vertiente más crítica y
potenciadora. Queda mucho por probar,
compartir, analizar y reformular. Este artículo ha
pretendido no solo señalar los ámbitos en los
que el arte se descubre como un eficaz aliado,
sino que ha aspirado a devolver una idea de
intervención flexible y co construida con el sujeto
que, sin embargo, no olvide la importancia de la
teorización y su necesario cuestionamiento
fundamentado. En definitiva, nos sumamos a la
idea de Berardi cuando afirma que «la

37
intensificación del ritmo de explotación de los
cerebros ha colapsado nuestra sensibilidad» y
por tanto requiere «un nuevo tipo de acción
política capaz de tocar la esfera profunda de la
sensibilidad mezclando arte, activismo y terapia»
(González Abad, 2016:70).

Carmen Olaechea y Georg Engeli (2011), nos retan a ver


la realidad social a través del prisma de la creatividad.
Señalan:

Los seres humanos tenemos responsabilidad.


Una responsabilidad que no significa nada más
que la facultad de responder a la vida por medio
de un diálogo creativo entre el mundo que
habitamos, la comunidad a la que pertenecemos
y nosotros mismos.
Cuando nos negamos a ser creativos, no es solo
nuestra creatividad la que rechazamos sino la de
la propia vida.
Todos los programas y actividades en torno al
arte y la creatividad manifiestan esta relación
entre crear y transformar.

Lucía Alexandre Teixeiro (2015), realiza una


aproximación a “las dimensiones más significativas en

38
las que cobra forma el binomio arte – intervención social,
intentando aclarar conceptos y diferencias entre el
arteterapia, el artecomunitario y la más reciente
propuesta del arte transformador. Se describen
aplicaciones del arte en diferentes campos de la
intervención social y se ofrecen ejemplos concretos de
experiencias implementadas, enfatizando la descripción
de resultados positivos alcanzados, siendo éste uno de
los aspectos más destacados en las obras revisadas”.

La revisión permite concluir que el arte puede


funcionar como agente de cambio y de
empoderamiento, tanto a nivel individual como
grupal o comunitario, y como un poderoso motor
de la participación ciudadana, pudiendo
proporcionar valiosas aportaciones para el
Trabajo Social. No obstante, es necesario
avanzar en la construcción de sinergias entre el
mundo artístico, el de la intervención social y el
de la investigación académica, para mejorar y
fortalecer estas prácticas y contribuir a su
visibilidad, reconocimiento y apoyo. (Teixeiro,
2015).

La Red latinoamericana de arte para la transformación


social, ha definido como uno de sus ejes prioritarios de

39
acción el de construir y fortalecer los vínculos con
espacios académicos, con el objetivo de desarrollar a
corto plazo proyectos de investigación que validen y
posicionen el aporte del arte en la transformación social
de Latinoamérica. Mirando “experiencias concretas que
dieran cuenta del rol del arte en la generación del
desarrollo equitativo social y la construcción de
ciudadanía en la región”. “El arte permite dar visibilidad
a temas excluidos del debate público, por no ser estos
funcionales al sistema vigente. Puede generar
reflexiones, discusiones y soluciones”. (pp.2-3).

Un interés de la Red es el Arte transformador: “este


“neologismo” intenta ser, en la discusión de nuevos
paradigmas, un aporte más a la posibilidad de imaginar
una visión del arte en la que la transformación social
aparece al interior mismo del concepto, no como una
consecuencia lineal, sino como una parte de su
sustantividad, sin diluir la dimensión estética y múltiple
del hecho artístico”.

En nuestra experiencia, crear y compartir la


emoción del Arte es, en sí, la apertura de un
estado distinto en la relación entre las personas,
en el que la transformación propia y la del mundo
se subsumen en un juego orientado por el
conocimiento humano y colectivo, en un salto

40
hacia el futuro, hacia lo imposible,
intrínsecamente educativo.
(…) El arte se encuentra en el corazón del
cambio social, como un mundo de posibilidades
abiertas para el empoderamiento, la
construcción de ciudadanía, el diálogo y el
entendimiento. “Por eso el Arte se va
convirtiendo cotidianamente, también, en
nuestra mejor manera de provocar a la sociedad.
De conmoverla, escandalizarla, refrescarla y
quererla.

Entre las experiencias estudiadas por la Red, está la de


Matarasso en Gran Bretaña, donde extrae los siguientes
enfoques (p.12):

• La participación artística es una manera efectiva para


el desarrollo personal, llevando a la confianza elevada,
la amplificación de habilidades y a progresos en el
ámbito de la educación, resultados que pueden mejorar
el contacto social y la empleabilidad de las personas.
• Puede contribuir a la cohesión social desarrollando
redes y entendimiento, y construyendo la capacidad local
de organizarse y autodeterminarse.

41
• Tiene impacto en otras áreas como el medio-ambiente
y la salud, e inserta un elemento de creatividad en el
planeamiento organizacional.
• Evoca la transformación social que se puede percibir,
evaluar y planificar.
• Representa un componente flexible, receptivo y
rentable de una estrategia de desarrollo comunitario.
• Fortalece más que diluye la vida cultural

En la relación arte y desarrollo local, la Red señala que


el arte se relaciona con la creatividad, la innovación y la
emoción. Es una necesidad vital que estimula,
permanentemente, lo mejor de la imaginación humana.

Por ello se hace necesario pensar los alcances


del arte como un obrar productivo, como una
fuerza ligada a la construcción de identidad y de
sentido social. Es decir, en el cuestionar lo dado,
en la generación de lo nuevo a la par de la fusión
con elementos del presente, se pone en marcha
un movimiento que permite tanto un cambio de
percepción en lo que refiere al ámbito individual
como también una transformación a nivel
colectivo, de grupo o comunidad, según el caso.
El arte es un canal de esperanza para el
Desarrollo Local y lleva implícito la posibilidad de

42
la renovación permanente, de la libertad
esencial; y no tiene sentido perderse esa
maravilla como instrumento para poder pensar el
desarrollo humano con herramientas que nos
alejen de aquel embudo tan poderoso desde el
que nos succiona el modelo neoliberal
economicista”.p.19.

Casacuberta et al (2011) abordan el desarrollo cultural


comunitario como una metodología que posibilita que las
personas, grupos y comunidades actúen sobre sí
mismos con el fin de mejorar su estar en el mundo, y en
general su calidad de vida. Y plantean la transformación
social a través del arte y la creatividad, donde “el arte y
la creatividad no sólo son privilegio de los artistas sino
que pueden convertirse en el motor que genere el
cambio y la transformación social”.

Álvaro Sermeño, hablando del papel transformador del


arte, expresa que el arte, o mejor dicho las
manifestaciones estética creadoras artísticas nos
reclaman, cuestionan, el papel que juega en su esencia
en torno a las concepciones de la vida, así estas se
reflejan artísticamente, no cabe duda que mediante el
arte se niega o se acepta las realidades sociales,
económicas y políticas en torno al creador artista que

43
engendra y hace parir imágenes que rechazan, aceptan
o cuestionan dichos conceptos.

Para Laura Fleischer (2011) el arte es una herramienta


de transformación social, y en esta dirección trabaja en
función de hipótesis:

El arte como motor de crecimiento. Cada día es


un reiniciar, un seguir construyendo y en ese
trabajo diario, en esa adaptación diaria al mundo
real es en el que nuestra obra personal adquiere
importancia. Las cosas que hacemos, los
vínculos que tejemos y el cómo son parte no solo
de nuestro aquí y ahora sino también de nuestro
futuro. Y es en ese mundo interno y externo que
construimos y en el que nos movemos todos los
días solos y con otros en donde el estar vivos
nos hace artistas de nuestras obras. ¿Pero
puede el arte en sí transformarse en un motor de
crecimiento y transformar la vida de chicos y
grandes? Creemos que sí. El arte es la
transformación.
Redimensionar el concepto de arte. Nosotras
creemos en la necesidad de fomentar el Arte al
alcance de todos, para que deje de ser
excluyente, y por el contrario, integrador.

44
“Construirse es también redefinirse y
modificarse.” (Fleischer, 2011).

Y ver el arte como herramienta para la transformación


social, es ver que el arte –según Tony Kusher- “no es
solamente una contemplación, es también un acto, y
todos los actos cambian el mundo, por lo menos un
poco”.

También se habla de la importancia del arte para el


desarrollo local y comunitario; para intervenciones
comunitarias.

Claudia Bang y Carolina Wajnerman (2010), reflexionan


sobre algunas características del proceso de creación
colectiva comprendido en intervenciones comunitarias
que utilizan el arte para la transformación social.

Nos centramos en el ámbito de la intervención


comunitaria con el fin de realizar aportes teóricos
y favorecer prácticas realizadas desde los
campos disciplinares de la psicología
comunitaria, psicología social, salud mental
comunitaria, entre otros. Entendemos por
intervención comunitaria “procesos
intencionales de cambio, mediante mecanismos

45
participativos tendientes al desarrollo de
recursos de la población, al desarrollo de
organizaciones comunitarias autónomas, a la
modificación de las representaciones de su rol
en la sociedad y sobre el valor de sus propias
acciones para ser activo en la modificación de
las condiciones que las marginan y excluyen”
(Chinkes, Lapalma, Niscemboin, 1995). Nos
interesa el ámbito de prácticas de arte y
transformación social, ya que reconocemos en
ellas su potencial transformador a nivel
individual, grupal p91-y comunitario en lo
referente a conformación de vínculos solidarios,
posibilitador de nuevas miradas, canalizador de
deseos y necesidades compartidos, promotor de
participación comunitaria, transformador de
representaciones e imaginarios sociales, y
espacio de creación compartido que trasciende
el mero discurso y obliga a poner el cuerpo en
acción junto a otros. En este marco
desarrollaremos algunas características del
proceso de creación colectiva que consideramos
centrales. El mismo puede pensarse en una gran
variedad de poblaciones: tanto con la comunidad
en general como con grupos específicos para
trabajar temáticas particulares. El arte es un

46
fenómeno histórico y socialmente determinado
para cada cultura y por ende, el concepto “arte”
es de ambigua y dificultosa definición,
especialmente si se intenta no caer en
reduccionismos como, por ejemplo, reducir a
“arte” lo que el arte occidental concibe como tal.
Es por ello que realizamos la distinción entre arte
popular, arte erudito y arte de masas, para
introducir elementos del mismo en la reflexión
sobre la creación colectiva. Consideramos que
en el campo de las intervenciones comunitarias
que utilizan el arte como medio de
transformación social, la creación colectiva
adquiere una importancia central, dadas sus
características específicas y potencial
transformador a nivel grupal y comunitario.
(Bang y Wajnerman, 2010:91).

En este ámbito es básico hablar de la Creación Colectiva


desde el campo de la teoría del arte, en su dimensión de
proceso grupal relacionada a la especificidad de la
creación artística.

La entendemos aquí entonces como un proceso


complejo que se da en un colectivo cuyo objetivo
es la creación conjunta de una obra artística.

47
Dicha obra puede pertenecer a las más variadas
disciplinas artísticas, entre ellas artes visuales y
escénicas. Entendiendo la creación colectiva de
una obra como proceso, lo caracterizamos en
tres momentos: El primero estaría ligado a la
transmisión, intercambio e incorporación de
técnicas y lenguaje específico de la disciplina
artística que se trate (teatro, música, artes
plásticas, etc). Un segundo momento sería el de
producción de la obra, y estaría dado tanto por
las decisiones colectivas sobre el tipo de obra
que se quiere realizar, tema a abordar y sus
características, espacios de realización, tiempos
de ejecución, etc. como por el proceso mismo de
construcción de la obra, contemplando
diferentes estrategias a usarse según
características del grupo y disciplina artística de
que se trate. Por último, incluimos el momento
de exhibición y circulación de la obra en la
comunidad, momento necesario si pensamos el
proceso de creación colectiva con fines de
transformación social. A su vez, diferenciaremos
tres dimensiones del proceso de creación
colectiva: el proceso grupal, el proceso artístico
y la circulación de la obra en lo comunitario.
Estas tres dimensiones son interdependientes e

48
indiferenciables en el proceso real, sólo los
caracterizaremos diferencialmente a partir de
una abstracción con fines teóricos. (Bang y
Wajnerman, 2010:92).

En el campo de la intervención comunitaria que trabaja


desde el arte –señalan las autoras-, muchas veces se ha
minimizado la importancia del aspecto artístico en las
producciones (sobre todo en lo referente a su dimensión
estética). Se pone el acento en el proceso grupal,
dejando de lado las riquísimas potencialidades que tiene
el arte en sí.

En este sentido, consideramos que el proceso


artístico tiene su especificidad y relevancia.
Desde el trabajo artístico en estos contextos se
promueve la posibilidad de imaginar mundos
posibles y ponerlos en acto a través de los
elementos de cada disciplina artística,
trabajando con lo múltiple y heterogéneo,
amalgamando lo impensado en nuevas
composiciones. El proceso de creación de una
obra artística posibilita operar en relación a
múltiples complejidades: la complejidad de los
elementos artísticos a utilizar, la complejidad de
los sistemas implicados (racional, emocional, de

49
valores, etc.), la complejidad de los múltiples
sentidos y significaciones que se ponen en juego
en la construcción de una obra. Cuando la
creación es colectiva es preciso construir
artísticamente en base a la complejidad del
proceso grupal desarrollado anteriormente, y
cuando se orienta la creación hacia la p94-
transformación social, esto implica también
operar en la alta complejidad del ámbito
comunitario. En la creación colectiva, el arte abre
la posibilidad de abordar la realidad dando
cuenta de ella de modos mucho más complejos
y ricos que los posibilitados desde su
enunciación. En este proceso hacia la
transformación social se encuentran la función
estética pero también la función social de la
creación. Es en esta conjunción de funciones
que se develan nuevos sentidos profundos para
la subjetividad comunitaria. Desde esta
perspectiva consideramos el arte en relación
permanente con el crecimiento del hombre y de
la sociedad en general en cuanto a sus
posibilidades sensibilizadoras y creativas, y
entendiéndolo así en permanente interacción
con la vida cotidiana, en contra de la idea de que
es sólo un producto estético que se exhibe y al

50
que únicamente tiene acceso un público
favorecido por su condición social. (Bang y
Wajnerman, 2010:92).

Se reconoce la potencialidad del arte y la creación


colectiva en la comunidad como favorecedores de
procesos en los que un grupo pueda constituirse como
grupo sujeto de transformación social a través del arte,
con sus efectos multiplicadores en lo comunitario.

Por todo lo antedicho, consideramos que el


grupo y la comunidad pueden ser Sujetos de sus
propias realidades y actores de los propios
procesos. El arte favorece que el colectivo ponga
en acto y realización la posibilidad de generar lo
nuevo a partir de lo diferente, crear desde las
diferencias. El proceso que comienza con la
adquisición de herramientas artísticas, continúa
con la resolución de los desafíos para la
construcción de una obra y culmina con la
circulación de la misma en la comunidad
conlleva la difícil aventura del trabajo colectivo,
de la generación de consensos, de la toma de
decisiones, y de la participación y el
compromiso. Sin embargo, no suelen ser pocas
las dificultades que se presentan en los procesos

51
de producción artística que promueven los
procesos de creación colectiva.
Lamentablemente, en estos tiempos críticos la
cultura ocupa el lugar del espectáculo, del ocio o
del negocio. Por otro lado, estas prácticas, al ser
contra hegemónicas, sufren las dificultades de
ser marginales, poco reconocidas y legitimadas,
invisibilizadas por la misma lógica hegemónica.
Sin embargo, en los casos en los cuales se
alcanza el proceso de creación colectiva y la
producción vuelve a la comunidad a través de un
mural, una presentación de una murga o de una
obra teatral, nunca lo hace sin efectos y
repercusiones, tanto para la comunidad misma
como para ese grupo que a través del proceso
se posicionó en un lugar diferente respecto del
que estaba antes de comenzar. (Bang y
Wajnerman, 2010:101).

El arte no es meramente una herramienta para la


transformación –añaden-, dado que la creación y el
cambio permanente son características y necesidades
de las comunidades.

El rito tomado como encuentro colectivo,


identitario y solidario y el arte puesto en función

52
del rito comunitario dan cuenta de que la
modificación de la realidad no sólo es posible
sino también altamente probable. La “puesta en
escena” o el “poner manos a la obra” son
metáforas tomadas del arte para ejemplificar el
movimiento que implica de por sí la producción
artística. El proceso de creación colectiva
permite pensar otra forma de vínculo posible
más allá de la desconfianza o desconocimiento.
Esto está dado por la posibilidad de encontrarse
con otros para pensar-pensarse y construir
futuros posibles a abordar conjuntamente,
conformando un lazo basado en la solidaridad,
compromiso con el otro y la transformación de la
propia realidad. Pichón Rivière afirmaba en
relación al proceso creador: “el artista se anticipa
y como ser anticipado se le adjudican las
características de un “agente de cambio”,
portavoz de lo subyacente aún no emergido.
Artista se asume como líder de cambio para sí y
para los otros.” (Pichón Rivière, 1984).
Consideramos que la creación artística colectiva
puede facilitar o crear las condiciones para que
un grupo o comunidad tome este lugar de artista
transformador. (Bang y Wajnerman, 2010:102).

53
En relación con el arte comunitario, según Alfredo
Palacios (2009), gran parte de las prácticas actuales en
relación con el arte público, se asocian al término arte
comunitario o arte de la comunidad, traducción del
término inglés: community art. En una genealogía del
arte público, el arte comunitario sería el origen del “arte
público de nuevo género” (Lazy, 1995) y en general de
lo que podemos denominar arte público crítico y
prácticas artísticas colaborativas (2009,198). No es fácil
definir el término arte comunitario. Dependiendo del
momento histórico y del lugar podemos encontrar
matices diferentes en su significado que ha evolucionado
del mismo modo que lo ha hecho la sociedad y el arte
desde finales de los sesenta hasta la actualidad. (López,
2015:5).

En palabras de Sally Morgan, pionera del arte


comunitario en Gran Bretaña: “si el arte
comunitario es algo, es la manifestación de una
ideología” (Morgan, 1995:18). Una ideología que
podríamos describir como una confianza en la
relevancia social del arte y en la posibilidad de
alcanzar una auténtica democracia cultural:
trabajar por una cultura más accesible,
participativa, descentralizada y que refleje las
necesidades y particularidades de las diferentes

54
comunidades. Lo que tienen en común todos
estos enfoques es la convicción de que la
creatividad posee una fuerza real de
transformación social. Todos los artistas
comunitarios, según Morgan, comparten un
desacuerdo con las jerarquías culturales, una
creencia en la co-autoría de la obra y en el
potencial creativo de todos los sectores de la
sociedad (Palacios, 2009, 199).
Por ello, siguiendo a Palacios, el término arte
comunitario se asocia a un tipo de prácticas que
buscan una implicación con el contexto social,
que persiguen, por encima de unos logros
estéticos, un beneficio o mejora social y sobre
todo, que favorecen la colaboración y la
participación de las comunidades implicadas en
la realización de la obra. Como señala Borriaud
“La posibilidad de un arte relacional, un arte que
tomaría como horizonte teórico la esfera de las
interacciones humanas y su contexto social, más
que la afirmación de un espacio simbólico,
autónomo y privado- da cuenta de un cambio
radical de los objetivos estéticos, culturales y
políticos puestos en juego por el arte moderno
(Bourriaud, 2006, p. 13). Debido al carácter
colaborativo, contextual y social de estas

55
prácticas podemos encontrar también otras
expresiones que establecen conexiones con el
arte comunitario como son arte contextual
(Ardenne, 2006), donde el artista se convierte en
productor de acontecimientos, arte dialógico
(Kester, 2004) y por supuesto, arte público de
nuevo género (Lacy, 1995). (López, 2015:5).

Así, las prácticas artísticas colectivas permiten poner en


marcha la posibilidad de transformación de las propias
realidades a través de poder imaginar colectivamente
otros mundos posibles, y crearlos junto a otros en un
primer ensayo ficcional del cambio potencial. Es poner el
cuerpo en la transformación, la imaginación en acto al
encontrarse con otros, y comenzar a pensarse y sentirse
colectivamente como sujeto activo de transformación de
las propias realidades, creando una posibilidad de
cambio y generando una confianza colectiva en esa
posibilidad (Bang y Wajnerman,2010). Estas iniciativas
ya no piensan el arte con el objetivo de producir sólo un
bien cultural, sino como un medio posibilitador de pensar
y crear nuevas realidades, por lo que se convierte en
generador de nuevos imaginarios y paradigmas sociales.
(Bang, 2013). (López, 2015:6).

56
Ascensión Moreno (2016) en su libro La mediación
artística: Arte para la transformación social, la inclusión
social y el desarrollo comunitario, pone su acento “en el
arte como herramienta más que en el arte como fin”. En
su reseña al libro, Josep María Aragay (2017), señala
que en el campo de la cultura y la acción social existen
cada vez más un sinfín de experiencias que comparten
la utilización de las artes para lograr metas que no tienen
necesariamente relación directa con el producto artístico.
Fenómeno que, por otro lado, no tiene nada de nuevo en
la medida que una de las principales y más extendidas
funciones del arte ha sido siempre - y es también hoy -
la social.

(…) Ante la necesidad de encontrar otras


soluciones a los problemas sociales emergentes
y para generar vínculos colectivos que
confronten el individualismo imperante y la
serielización, en Cataluña estamos viviendo
(pero también en todo el mundo) una explosión
de estos proyectos que, más allá del folclore o la
cultura popular, suponen la intervención/acción
activa entre facilitadores y profesionales con o
mediante el arte (p.411).

En este continuum –anota-, “que va desde la creación


contemporánea hasta la arteterapia pasando por el arte

57
político o las estéticas dialógicas, hemos aprendido que
todos los modelos son valiosos” (p. 412).

“El valor del libro que tenemos entre las manos (…) es el
de posicionarse en un espacio muy concreto entre la
filosofía, la pedagogía y la psicología donde el arte es un
herramienta, un objeto mediador de la intervención
socioeducativa para fomentar el acceso a la cultura,
desarrollar la resiliencia, promover el apoderamiento,
posibilitar procesos de simbolización y resolver
conflictos”, añade (p.412).

Confluencias disciplinares de la mediación artística (Criado, 2016)

58
Así, también se resalta el papel “de la
interdisciplinariedad (favorece el desarrollo integral,
conecta conocimientos y fomenta el pensamiento crítico
y creativo), todos ellos elementos esenciales para
desarrollar nuestra praxis con saberes y rigurosidad”
(p.413).

Es importante ver la relación Cultura-Arte. En el libro


Sociología de la cultura, arte e interculturalidad (2019),
los autores señalan que:

“No siempre se suele advertir la fuerza que la


cultura adquiere en todo el espacio social, ya sea
como factor de promoción de cambios o como
factor de freno para esos cambios. Sin embargo,
la cultura siempre está presente porque hace a
la esencia y transformación humana y es
también intrínseca a la reflexión de las ciencias
sociales. Desde lo macrosocial y su incidencia e
interacción con lo microsocial, en el campo de
decisiones de cualquier política pública, están
contenidos símbolos instituidos sobre lo que la
sociedad y los decisores de las políticas
imaginan acerca de lo que es deseable y posible.
Sin embargo, habitualmente esto pasa
inadvertido, pero tiene efectos, en tanto opera

59
como límite cultural de las decisiones. Entonces,
puede suceder que inadvertidamente, en lugar
de operar los decisores sobre la cultura, la
cultura opere sobre ellos (Grimson, 2014).
(p.13).

Podríamos añadir que no siempre se suele advertir la


fuerza que el arte adquiere en todo el espacio social.

Fernando Fantova –citado en Ramírez, 2016- establece


que la intervención social es “aquella actividad que se
realiza de manera formal u organizada, intentando
responder a necesidades sociales y, específicamente
incidir significativamente en la interacción de las
personas, aspirando a una legitimación pública o social”.
Agrega que existen dos niveles de intervención social;
nivel micro, cuyo objeto son los individuos, familias y
pequeños grupos, o nivel macro, cuyo objeto son
grandes grupos y comunidades. “Los problemas de los
individuos son multiproblemáticos por lo que es
necesaria una intervención a diferentes niveles que
consigan tratar todos aquellos aspectos necesarios para
motivar un cambio en la situación-problema de la
persona”. (Ramírez, 2016).

60
En el III Seminario Internacional Cultura & Arte para la
Transformación Social, que tuvo lugar en Bogotá a finales
de agosto de 2019, se expresa la “apuesta por tender
puentes entre la creatividad y la construcción de una
sociedad en bienestar”.

¿Cuál es la función del arte? ¿Transforma,


media, cocrea, forma? ¿Y cómo lo hace? ¿En
qué consiste, por ejemplo, una colaboración?
¿Es la formación una estructura rígida? ¿Cómo
pueden los artistas escuchar a comunidades y
territorios? ¿Pueden establecer diálogos?

El seminario es un “escenario para intercambiar


ideas sobre acciones de transformación desde la
formación, el arte y la cultura. El diálogo entre los
participantes permitirá –a partir de varios
escenarios, ponencias, paneles, circuitos,
talleres y conversatorios– reflexionar en torno a
diferentes concepciones de mediación,
colaboración y formación artística, y poner la luz
sobre prácticas artístico-pedagógicas
innovadoras que generen bienestar en las
comunidades. Así mismo, servirá para incentivar
más espacios de
intercambio”. https://www.revistaarcadia.com/ag
enda/articulo/todo-lo-que-debe-saber-del-iii-

61
seminario-internacional-cultura--arte-para-la-
transformacion-
social/77576?fbclid=iwar2jn8mgqmxqpcc0azed-
0bay_hsamxinsmwrubowpt1bk2tgnquiqa1wiu

Añade el artículo de la Revista Arcadia que “La inclusión


de Colombia tiene el fin de, entre otras cosas, plantear la
pregunta de si hablar de arte en el contexto de la
transformación social puede ser útil en tiempos en que la
sociedad exige nuevas formas de diálogo y encuentro;
de narrar y hacer memoria. “Es más que pertinente
pensar la mediación artística más allá de su concepción
inicial, ligada al artista, a los productos culturales y a los
públicos”, dice María Antonia Pérez Mejía, coordinadora
de la Línea de Arte para la Transformación Social del
Instituto Distrital de las Artes (Idartes), entidad que
gestiona el encuentro. Para ella, es posible concebir las
artes “como un lugar en que convergen la filosofía, la
pedagogía, la psicología y las prácticas artísticas como
herramientas de intervención social”. De esta manera,
según Pérez Mejía, se convierten en estrategias para
fomentar el acceso a la cultura; para la resiliencia, el
empoderamiento y la inclusión. Por su parte, Marcela
Trujillo, subdirectora de Formación Artística de Idartes,
dice que el seminario es “una apuesta por seguir
mostrando programas y proyectos transformadores,

62
sanadores y mediadores, que en el ámbito nacional e
internacional se están consolidando desde los caminos
del arte”. Impulsar la visibilidad de estos esfuerzos
permite, según ella, el encuentro, el diálogo de saberes
y la construcción de un sentido colectivo en torno a “la
importancia del quehacer creativo en pro de
la ciudadanía”. https://www.revistaarcadia.com/agenda/
articulo/todo-lo-que-debe-saber-del-iii-seminario-
internacional-cultura--arte-para-la-transformacion-
social/77576?fbclid=iwar2jn8mgqmxqpcc0azed-
0bay_hsamxinsmwrubowpt1bk2tgnquiqa1wiu

Se resalta que uno de los ejes temáticos del seminario


será la formación. “En el corazón de esta decisión se
encuentra el interés por entender específicamente los
procesos de formación artística como un camino
hacia proyectos creativos diversos, que atañan a todas
las poblaciones y usen la creatividad no como un cerco
para excluir, sino más bien como una puerta que permita
ver que, en el fondo, es una competencia común a los
seres humanos. “El arte es un elemento formador del
pensamiento creativo, capaz de generar asociaciones
con otros campos del conocimiento, otras maneras de
ser y estar en el mundo”, dice Trujillo.
https://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/todo-lo-
que-debe-saber-del-iii-seminario-internacional-cultura--

63
arte-para-la-transformacion-
social/77576?fbclid=iwar2jn8mgqmxqpcc0azed-
0bay_hsamxinsmwrubowpt1bk2tgnquiqa1wiu

Sí, es necesaria una intervención en lo social a


diferentes niveles, donde el arte puede jugar un papel
fundamental.

64
3. EXPRESIONES ARTÍSTICAS PARA LA
INTERVENCIÓN SOCIAL

http://www.eltiempo.com.ec/noticias/crearte/26/409896/el-arte-como-
herramienta-para-la-inclusion-social

65
El arte tiene diferentes expresiones: el cine y el video, el
teatro, la música, la danza, la literatura y la poesía, la
pintura, las historias y la narración oral, la fotografía, etc.
Expresiones artísticas utilizadas en diferentes contextos
y con diferentes actores, en unas apuestas por la
transformación social; por la vida. A continuación
hablaremos sobre algunas de ellas.

El teatro
Como lo expresa Vieites (2016), el teatro es una forma
cultural y artística que implica un proceso de
comunicación entre creadores y receptores en un
espacio y en un tiempo que se sitúan en la esfera
pública, lo que ha permitido que a lo largo de los siglos
haya servido como espacio de expresión, intercambio o
debate de todo tipo de ideas, causas y luchas. En ese
proceso están implícitos procesos de expresión,
creación y recepción por medio de los cuales las
personas muestran, analizan y cuestionan formas de ver
y entender la vida, maneras de ser y de estar en el
mundo; de ahí deriva su potencial educativo, cultural,
social y político, avalado por numerosos estudios e
investigaciones.

66
Consideramos diferentes intersecciones que se
producen entre teatro y Trabajo Social, para
señalar también que la expresión dramática y la
expresión teatral ofrecen metodologías
substantivas en la consecución de algunos
objetivos del trabajo social, especialmente en
ámbitos como la alfabetización crítica, la
reflexividad y el reconocimiento, la
concientización, la participación social, el
desarrollo personal y/o comunitario, la
apropiación de capital cultural o el acceso al
bienestar personal y social. (Vieites, 2016).

También –añade Vieites- persigue mostrar que el teatro,


en tanto praxis que implica una participación activa del
sujeto y de la comunidad, sea como agente creador o
como receptor, es una poderosa herramienta para
promover procesos de empoderamiento y emancipación,
a través de la recuperación de la palabra y de la
capacidad de elaborar, presentar y compartir discursos
alternativos en la esfera pública.

La práctica teatral se viene utilizando como herramienta


de intervención en la educación y el Trabajo Social con
resultados satisfactorios en campos tan diversos como
la atención a personas con necesidades educativas

67
especiales (Grady, 2000), la inclusión social (Sofer,
1997), la mediación (Tovar, 2015) o la integración
(Bidegain, 2011), y una búsqueda sistemática en bases
de datos ofrece un conjunto de experiencias dignas de
ser consideradas. A ellas hemos de añadir algunas
investigaciones de mayor calado que informan de las
posibilidades de la práctica teatral como herramienta
privilegiada en el Trabajo Social. (Vieites, 2016).

Siguiendo con Manuel Vieites, en su interesante artículo


Teatro y memoria: algunas claves para una intervención
social crítica (2019), presenta “directrices que orienten
proyectos teatrales vinculados con la puesta en valor de
la historia personal y colectiva, y el desarrollo del sujeto
y de la comunidad. Del mismo modo, valoramos
cuestiones de carácter teórico y metodológico para
proponer una mirada sistemática a las relaciones entre
teatro y memoria, y a sus posibilidades en la promoción
de proyectos en el campo de la educación y el trabajo
social, en una perspectiva crítica”.

Expresa que lo social genera formas de saber, de hacer


o de ser, que reclaman una pedagogía crítica,
especialmente necesaria a día de hoy en escenarios en
los que la exclusión prima sobre la inclusión.

68
Como señalaba Caride, el adjetivo nos sitúa ante
la necesidad de avanzar en la “formación en
valores sociales”, pero también en “la atención a
problemáticas humano-sociales que afectan a
individuos y grupos”, o en la “elaboración de
significados”, y “siempre con el propósito de
favorecer que cada persona pueda alcanzar su
plena realización como ser social” (2004, pp. 80-
81). El adjetivo reclama procesos como
socialización y enculturación, o el desarrollo de
competencias asociadas a la interacción y la
sociabilidad, pero también muestra su dimensión
política, que implica la (re)construcción
permanente de sujetos y comunidades (polis),
junto a ideas clave como integración, inclusión,
emancipación y transformación.

Añade Vieites que al hablar de transformación


invocamos procesos mediante los cuales se
(re)construye el sujeto, individual y colectivo, que nos
obligan, en la mejor tradición de la pedagogía crítica, a
considerar y denunciar un “nuevo orden mundial” que
trae consigo “un aumento de la pobreza y del sufrimiento
humanos, desplazamientos de población y migraciones
masivas, y una crisis política marcada por el deterioro y

69
la destitución de los valores cívicos y del espacio social
democrático” (Giroux, 2001, p. 17).

El autor propone el concepto de alfabetización teatral


“para señalar la capacidad de utilizar los procesos de
creación, difusión y recepción teatral en la
(re)construcción del sujeto y en su transformación social
y política, a través de la generación de todo tipo de
discursos escénicos en las que un sujeto
tradicionalmente receptor se puede y debe convertir en
sujeto creador”.

El teatro puede ser instrumento para aprehender


y decir el mundo a partir de la recreación crítica
de las contradicciones de la realidad, de la
reelaboración de las historias de todos los días
con sus problemáticas individuales y colectivas,
consideradas en una perspectiva dialéctica,
analizando críticamente las relaciones de poder
y de hegemonía que justifican la existencia de
palabras como “amo” y “esclavo”, o “pobre” y
“rico”.

En efecto, señala Vieites, diferentes autoras y autores


reclaman que la intervención social sea algo más que
una tecné y se convierta en acción social dialógica,

70
reflexiva y crítica, y de igual modo la educación social o
la teatral. “Defendemos entonces el perfil de un
profesional de “la acción social” con una “comprensión
amplia de las estructuras y procesos sociales, el cambio
social y del comportamiento humano”, con la finalidad y
la capacidad de “intervenir en las situaciones
(problemas) sociales (de malestar) que viven familias,
grupos, organizaciones y comunidades, asistiendo,
manejando conflictos y ejerciendo mediación”. Un
profesional que contribuye a la construcción de una
“ciudadanía activa mediante el empoderamiento y la
garantía de los derechos sociales”.
Propone esta Figura como ejemplo de las posibilidades
de trabajo desde la perspectiva de la acción partiendo de
la interacción de diferentes saberes y formas de hacer:

71
Expresa que la Pedagogía Teatral, y con ella el
pedagogo teatral, ofrece a otros campos y disciplinas
herramientas fundamentales como puedan ser juegos
dramáticos, con los que mantener activa y ocupada la
memoria; juegos de rol, con los que entender y
comprender las diferentes posiciones que se manifiestan
en un conflicto y lo provocan; o dramatizaciones, con las
que analizar las causas de una determinada
problemática que incide y fomenta la exclusión en un

72
contexto concreto. “Lo hace a través de tres grandes
áreas de desarrollo, que serían la Expresión Dramática,
la Expresión Teatral (Landier y Barret, 1991; Slade,
1954/1978), y la Animación Teatral (Úcar, 1999)”.

Por ello, cada día son más los trabajos científicos


que dan cuenta de las posibilidades de la praxis
teatral, concebida en la perspectiva de esas tres
grandes áreas, como herramienta de
intervención en diferentes tiempos y espacios, y
para un número de usuarios creciente y
diversificado.

De esta forma –señala-, “se puede considerar que la


praxis teatral, que utiliza técnicas como el juego
dramático, la improvisación, el juego de roles, la
dramatización, el movimiento expresivo, la plástica
escénica, la creación colectiva o la escenificación, entre
otras, puede contribuir al bienestar de las personas y de
las comunidades, también en su emancipación y
transformación. Y todo eso se puede concretar a través
de algunas de líneas de acción”: (p. 259)

• Desarrollo del potencial de personas y


colectivos, a través de procesos de
alfabetización expresiva y creativa asentados en

73
técnicas propias de la Expresión Dramática y la
Expresión Teatral. Formación del sujeto en el
plano de la expresión y la creación.
• Creación de un marco para la elaboración,
individual, colectiva y comunitaria, de la
experiencia, de historias y proyectos de vida, de
narraciones que confieren identidad y poder.
Desarrollo del sujeto en el plano de la
comunicación.
• Promoción de la capacidad de personas,
colectivos y comunidades para crear, mostrar y
difundir trabajos de carácter escénico. Desarrollo
del sujeto en el plano de la animación.
• Exploración de nuevas formas de relación y de
nuevos tiempos y espacios de sociabilidad.
Desarrollo del sujeto en el plano de la interacción
social.
• Fomento del capital cultural y teatral de
personas, colectivos y comunidades a través de
una alfabetización que se alimenta en las
propias comunidades. Desarrollo de un sujeto
receptor activo, competente y crítico.
• Impulso de un ocio autotélico, orientado a los
intereses de las personas y no a las necesidades
de las industrias culturales. Desarrollo de un
sujeto crítico con su propio ocio.

74
• Desarrollo comunitario y, en él, de
comunidades capaces de generar y difundir su
propia cultura escénica, sea como oportunidad
para recuperar tradiciones propias sea para
crear otras manifestaciones, incluso
vanguardistas.
• Fomento de la comarca, aldea, pueblo o ciudad
creadora, que genera sus productos, frente a la
ciudad creativa, que importa creadores y
productos.

Todo lo anterior lo vincula con la memoria, “en tanto


recrea episodios, el teatro se vincula con la historia, sea
real o imaginaria, y en ese sentido es memoria, individual
y/o colectiva” (p263).

Comenta que “con independencia de otras posibilidades


de abordar ese trinomio (vida, teatro, memoria), nos
interesa ahora considerar la memoria en cuatro
perspectivas: como capacidad, como depósito, como
expresión y como comunicación, tal y como se muestra
en la Figura. Es decir: (1) como capacidad para procesar
información y almacenarla, (2) como almacén o depósito
de información que se utiliza de forma permanente, (3)
como proceso en que las personas y colectividades se
expresan en función de la información procesada,

75
almacenada y recuperada (o no), y (4) desde el espacio
en el que ese proceso se comunica a otras personas”
(p268):

Destaca Vieites que “si la Educación Social, el Trabajo


Social o la Terapia Ocupacional definen ámbitos de
trabajo con sujetos y comunidades, orientados al
bienestar y a la transformación crítica de sus
circunstancias, la Pedagogía Teatral ofrece un amplio
abanico de posibilidades para diseñar y desarrollar
procesos de intervención asentados en la acción, y en el
trabajo en equipo, favoreciendo la contaminación entre
saberes y formas de hacer, tan necesaria para la
interacción de las disciplinas señaladas” (p272), siendo
necesario “huir de los compartimentos estancos y
promover la interdisciplinaridad, en un quehacer social
crítico”. El reto –señala el autor- “tal vez consista en

76
evitar las desconexiones, para mejor desarrollar nuestra
intervención” (p275).

Ramírez (2016), en su trabajo se centra en la utilidad del teatro


como intervención social desde una perspectiva del Trabajo Social.
Se exponen las diferentes técnicas del Teatro del Oprimido de
Augusto Boal (teatro-foro, teatro imagen y teatro comunitario)
y se relacionan con los objetivos del Trabajo Social.

El presente trabajo tiene como objeto de estudio la relación entre


el teatro y el Trabajo Social y conocer los beneficios que tiene el
teatro como una herramienta de intervención social y
también como una forma de sensibilización de los problemas y
necesidades de la población.
En este apartado nos acercamos al teatro desde una perspectiva
social, es decir, visto como un elemento que repercute y tiene
relevancia en la sociedad. A partir de esta idea se estudian los
diferentes tipos del Teatro del Oprimido, debido a su gran
compromiso social y carácter práctico. (Ramírez, 2016:10).

A lo largo del siglo XX –señala- el teatro ha dejado de ser un arte cerrado,


limitándose a aquello que ocurre en el escenario, para ser una
disciplina artística que puede producirse en cualquier espacio; en la calle,
en las bibliotecas, en los bares…
La manera de hacer teatro ha cambiado sustancialmente en los
últimos años. Uno de los autores que contribuyó, en gran medida,

77
a la realización de estos cambios fue el dramaturgo alemán
Bertolt Brecht. Este autor es conocido por eliminar la cuarta
pared de los teatros (pared imaginaria que separa el patio de
butacas del escenario) y por proponer al público problemas
reales. Lo que el autor alemán consiguió con su teatro fue
convertir las historias imaginarias ajenas a los espectadores
en historias verdaderas que hacían participes al público,
“Brecht, promovió en el espectador un
cuestionamiento de lo real, a través del «reconocimiento» de la
dimensión dialéctica del mundo dramático creado en la
escena, pero también en la confrontación de ese mundo con la
realidad, un teatro con una evidente dimensión educativa, en
sintonía con movimientos que luchan por proyectar una
educación popular, crítica y emancipadora, entre las clases
subalternas” (Vieites, 2015: 167). (Ramírez, 2016).

El autor hace alusión a Augusto Boal y su Teatro del Oprimido.

Augusto Boal tuvo mucha influencia de Brecht, pero él dio un


paso más creando el Teatro del Oprimido, teatro en el que el
espectador tiene mucha más importancia debido a que éste
puede participar en el espectáculo y proponer sus propios
problemas y soluciones para los diferentes conflictos planteados.
El teatro, desde una perspectiva de lo social, deja de ser un arte
cerrado reservado sólo para los profesionales que han sido
tradicionalmente denominados “de la farándula”. Augusto Boa

78
define el teatro como “una actividad que no guarda relación
esencial con las construcciones, escenarios y plateas, u otras
estructuras aparatosas y superfluas. El teatro –o la teatralidad-
es esa propiedad humana que permite que el sujeto pueda
observarse a sí mismo, en acción” (Boal, 2004: 26). ).
Este autor brasileño, promotor del Teatro del Oprimido, que es
una de las vertientes del Teatro Social que más influencia tiene
en la aplicación del teatro como forma de intervención social o
como método pedagógico. Por esta razón, “la obra de Augusto
Boal Teatro del Oprimido se suele situar entre las aportaciones
más transcendentales del teatro del siglo XX, en tanto sus dictados
teóricos y sus propuestas metodológicas y prácticas han calado
en ámbitos de la educación social y teatral” (Vieites, 2016: 161).
El Teatro del Oprimido “tiene como objetivo utilizar el teatro
y la dramatización como instrumento eficaz para la compresión y la
búsqueda de alternativas a problemas sociales, interpersonales e
individuales” (Motos, 2010: 50). Es decir, se utiliza el instrumento
del teatro para analizar las causas de un problema, que pueden
ser de diferentes naturalezas, y buscar nuevas alternativas
dirigidas a la solución del problema o, por lo menos, a una mejora
de la situación.
En este sentido, el objetivo principal del teatro deja de ser la
creación de una pieza artística y se centra en ser una
herramienta para la consecución de otros objetivos. De esta
forma el resultado final, la representación de la obra, pierde
importancia y lo que de verdad cobra relevancia es el proceso

79
teatral y el empoderamiento y aprendizaje del grupo. “En
consecuencia, su finalidad se orienta hacia el empoderamiento de
los participantes (actores y espectadores) y el reconocimiento de
su agencia en los procesos de transformación social” (Calvo, Haya
y Ceballos, 2015: 91).
El Teatro del Oprimido también tiene una utilidad pedagógica
en las escuelas donde “la utilización en el aula de actividades
dramáticas permite que los alumnos desarrollen sus
capacidades artísticas; puedan tener más confianza para
expresar sus sentimientos y emociones porque hará más ágiles
y seguros su imaginación, voz y movimientos; obtendrán más
herramientas de comunicación y trabajarán de forma más amena
objetivos y contenidos del currículum” (Cruz, 2014: 20).

Ha sido con este colectivo donde el Teatro del Oprimido se ha


utilizado en más ocasiones, sin embargo, esta herramienta
se puede utilizar con otros muchos colectivos adaptando los juegos
dramáticos a la población objetivo. De manera que este
instrumento “se ha utilizado en programas de alfabetización, de
reinserción social de los internos en centros penitenciarios, en
el debate de problemas sociales (violencia de género, exclusión
social de discapacitados físicos y mentales, de toxicómanos,
de minorías, etc.), para la reflexión y propuesta de solución
de problemas escolares (relaciones entre profesorado y alumnado,
relaciones del alumnado entre sí, violencia escolar), para la
interpretación y modificación de las relaciones familiares, para

80
discutir en la calle los problemas o las leyes que afectan al
ciudadano común” (Motos, 2010: 53). (Ramírez, 2016).

Las disciplinas artísticas –anota- son una forma de evasión de los


propios problemas personales, pero también son una manera de expresar
emociones y sentimientos que de otra forma serian difícil de formular.
“Los procesos creativos han permitido identificar los efectos que el arte
tiene en la salud y el bienestar de los individuos, contribuyendo
procesos de interiorización, autoconocimiento, autoconfianza y capacidad
de expresión” (Navajas y Rigo, 2008). (Ramírez, 2016).

En muchas ocasiones, la sociedad ha considerado el arte


como una actividad propia únicamente de los artistas, por lo
que este tipo de acciones estaban reservadas para una parte
reducida de la población. Sin embargo, el arte debe ser
entendido no como actividades estéticas creadas por las
personas, sino como creaciones hechas y dirigidas para las
personas. Existe una aplicación práctica para el arte, es decir,
gracias a las disciplinas como el teatro, la pintura o la danza
los individuos “incentivan procesos de socialización, integración
y cooperación” (Molina, Pastor, y Violant, 2009). (Ramírez, 2016).

Por ello, el objetivo de las artes no sólo es crear una obra estética sino
también supone una “vía eficaz de expresión de sentimientos, emociones,
sensaciones y vivencias…” (Cyrulnik, 2009). Es decir, gracias a las
disciplinas artísticas, las personas son capaces de expresar aspectos de

81
su vida que, quizás, son más difíciles de expresar en el marco normal
de una entrevista. De esta forma pueden “liberar tensiones y evitar
estados emocionales poco agradables, como la depresión, el estrés y
el resentimiento” (Mundet, Beltrán y Moreno, 2015: 317). (Ramírez, 2016).

Siguiendo la definición de Fernando Fantova de intervención social,


Ramírez (2016), señala que el teatro puede llegar a ser una
herramienta de intervención social, siempre que se plantee dentro de un
proyecto social con unos objetivos bien definidos y de carácter social.
Las dinámicas teatrales son realizadas por profesionales de las artes
escénicas, es decir, la actividad tiene un carácter formal. Además el
teatro, planteado como intervención social, responde a necesidades
sociales ya que “ofrece metodologías substantivas en la consecución
de algunos objetivos del Trabajo Social, especialmente en ámbitos como
la alfabetización crítica, la reflexividad y el reconocimiento, la
concientización, la participación social, el desarrollo personal y/o
comunitario, la apropiación de capital cultural o el acceso al bienestar
personal y social” (Vieites, 2016:21).

Tradicionalmente se ha entendido el Teatro como un arte que meramente


tenía objetivos artísticos y lúdicos, sin embargo, el teatro, al igual que el
resto de artes, puede tener otras utilidades. A partir de estas metodologías
y siempre que se utilicen correctamente se pueden conseguir los
siguientes beneficios: (Ramírez, 2016:59)

− Fomento de la Inteligencia Emocional, habilidades sociales y

82
empoderamiento.

− Mejora de la capacidad de expresión.

− Autoevaluación.

− Creación de historias ficticias donde se proyecten problemas reales.

− Mejora de la autoconfianza.

− Fomento de la comprensión y la empatía.

− Beneficios del teatro como actividad grupal.

− Sensibilización de los problemas y necesidades de la población.

Estas ventajas son muy útiles si se enmarcan en una


intervención social desde una perspectiva del Trabajo Social, ya
que se trabajan diferentes problemáticas que preocupan
directamente a las personas que realizan la actividad teatral.
También, se desarrollan competencias en estas personas, lo
que ayuda a resolver una situación de necesidad o, por lo menos,
produce que el individuo tome conciencia de su situación y
conozca las posibles alternativas que tiene para cambiar una
determinada situación.

El Trabajo Social no puede estancarse en sus métodos y


formas de intervención, es necesario innovar para poder resolver
los nuevos problemas y las nuevas necesidades de la sociedad
actual.

83
Si se pretende que la actividad profesional de los trabajadores
sociales alcance sus objetivos más plenos, es preciso conocer
todas las herramientas que se pueden utilizar a la hora de
realizar una intervención social. Esto hace referencia a que el arte,
y más concretamente el teatro, tiene un potencial a nivel social
que el Trabajo Social debe investigar, conocer y promover.
(Ramírez, 2016).

Loreto Daniela Alfaro y Carolina Isabel Sura (2007:4)


expresan que el contexto social actual caracterizado por
la globalización y hegemonía cultural nos exige el
rescate de las identidades locales a través de la
recuperación de sus lenguajes, historias, su memoria. En
una profesión donde el trabajo “cara a cara” y la
búsqueda de la transformación social son la tónica, es
difícil comprender cómo un elemento tan propio del ser
humano como es la expresión a través del Arte se
encuentre fuera de la mirada del Trabajo Social. Sólo en
la medida que dejemos de ver la cultura como una
dimensión más y pasemos a considerarla como la base
del desarrollo social será posible activar el tejido social,
potenciar la participación ciudadana, motivar a las bases
a ser dueños de su historia y no replicadores de
procesos. En esta línea el teatro comunitario se muestra
como una herramienta real para lograr un proceso de
transformación social.

84
Es desde el punto de vista de la creatividad y el
riesgo como profesionales, cómo nos
atrevemos a plantear al Teatro Comunitario
como un práctica compatible con el Trabajo
Social.
Es importante dejar en claro que el en la acción
profesional no todo vale, no todo es aplicable, ya
que de esta forma estaríamos mostrando una
disciplina poco rigurosa, lo que no
correspondería a nuestro quehacer en la praxis.
Lo que se está planteando es una propuesta
fundamentada en una base, desde la
experiencia de sistematización, donde se han
establecido puntos de encuentro entre el Trabajo
Social y la práctica del Teatro Comunitario.
(Alfaro y Sura, 2007).

En relación con los puntos de encuentro entre el Teatro


Comunitario y el Trabajo Social anotan que estos pasan
por dos aspectos: Primero porque lo que se persigue es
un trabajo comunitario que promueva el desarrollo de las
localidades, la generación de participación desde el
trabajo con las personas, desde la autonomía. La
persecución de la transformación social (cuando el
profesional posee esa convicción en su quehacer, ya que

85
el sólo hecho de serlo no significa que este compromiso
esté presente) es algo que se encuentra presente en
ambas prácticas. La búsqueda de estrategias de acción
con las personas y no para ellas, es otro aspecto
fundamental, ya que lo ideal es que las personas sean
agentes de su propio cambio y no pase por una donación
de un tercero, lo cual genera procesos de activación
social, rearticulación de tejido social, conocimiento de su
propia cultura, reconocimiento de los propios valores y
capacidades colectivas y personales. (Alfaro y Sura,
2007).

“Claro que la creatividad permite entrar en otros


planos y estados de conciencia, tanto para el
Trabajador Social como para los sujetos de
acción que participan de una “praxis”, lo que
permitirá una mirada absolutamente diferente de
la realidad y que tendrá repercusiones directas
sobre ellas”. En segundo lugar está lo
relacionado con las emociones y la creatividad.
Está suficientemente claro que las prácticas
artísticas en general implican un profundo
desarrollo de éstas: ¿Qué ocurre con el Trabajo
Social? Bueno, creemos no se encuentra exento
de estos elementos, ya que éste posee una
dimensión artística dentro de su composición,

86
esto debido a que se requiere en su desarrollo,
innovación y sensibilidad para ser llevado a
cabo: La creatividad para poder visualizar los
problemas sociales, los recursos humanos de
los sujetos dela praxis, para llevar a cabo
acciones colectivas. Ésta habilidad en nuestro
ejercicio es la capacidad del profesional de
generar energías transformadoras, innovadoras,
dinámicas en las prácticas sociales, lo que
implica una profunda conexión con las
emociones, por lo que para que un profesional
pueda provocar procesos transformadores en la
práctica, es requerimiento que éste sea capaz de
entender desde la emocionalidad la realidad
tanto como desde la razón, de lo contrario se
vuelve una práctica estéril, mecánica, sin
sentido. Si la práctica profesional implica el
desarrollo de la emoción y la creatividad, éstas
se pueden ver positivamente exacerbadas
dentro de una experiencia artística como lo es la
del Teatro, ya que ésta permite una exposición
emotiva, más allá del estereotipo o imaginario
que las personas posean de nuestra práctica,
por el contrario, despoja al profesional de rótulos
sociales dándole la posibilidad de mostrarse aún
más emocionalmente e innovador, facilitando el

87
desarrollo este tipo de habilidades en la acción.
(Alfaro y Sura, 2007).

El teatro comunitario es de y para la comunidad; no se


concibe como un pasatiempo, un lugar de ocio o
esparcimiento ni como un espacio terapéutico sino como
una forma de producción, un espacio para la voluntad de
hacer o de construir.

El cine

El cine “es un hecho humano, cuya unidad y realidad


profunda sólo pueden comprenderse o explicarse
gracias a la convergencia de la atención de todas las
disciplinas que se ocupan del hombre” (Friedmann-
Morin).

Para Francesco Casetti (1989) es importante entender


cómo influye el cine en la orientación y el
comportamiento social o en qué medida refleja las
aspiraciones y los miedos de una comunidad o a qué
estructuras productivas hace referencia. “Esclarecer las
zonas de sombra de nuestra sociedad
(representaciones, imaginarios, mundo onírico y
afectividad colectiva)”.

88
Casetti (1989) presenta algunas características en
relación con el Cine y la representación de lo social:
 El cine, incluso el de ficción, nos ofrece siempre
un retrato de la sociedad que lo circunda.
 Cine/producto colectivo/testimonio social.
 El cine saca a la luz el silencio, lo escondido, lo
subterráneo, (tendencias psicológicas).
 Algo nunca confesado: como una persona se
relaciona con los demás y con el mundo.
 Son los “jeroglíficos visibles” de la invisible
dinámica de las relaciones humanas
 El cine es un testimonio social
 Cine como testigo.
 Cine como fuente documental

En esta dirección Guillermo Pérez (2003), presenta estas


características:

 Imagen fílmica, genera un universo significativo-


en él reconocemos nuestra propia existencia.

 Mostrar lo imaginario como una vasta


experiencia del hombre, que asume la realidad
de una manera peculiar.

 Las imágenes son la revelación fenoménica de


la presencia del hombre en el mundo.

89
 Imágenes no son documentos descarnados y
neutrales de la realidad.

 /Se presenta un mundo que tiene una


coherencia similar a la vida.

 El espectador participa del filme /actitud de


ensoñación/

 Vive oníricamente el drama humano


 Las imágenes transforman la vida

 La vida debe ser soñada para llegar a ser lo que


es

 Ilusiones fabricadas en el cine son espejos de lo


humano y fijaciones de lo posible

 Permite ampliar las fronteras de la realidad

 Valoración imaginaria de la vida

Es importante ver el cine como un documento social e


histórico. Según Francisco Alía Miranda (2005) “una
buena película retrata como pocas fuentes la sociedad y
mentalidad del momento”.

Para Marc Ferro (1995) el cine produce este efecto de


desorganizar todo aquello que muchas generaciones de
hombres de estado y pensadores habían conseguido

90
ordenar equilibradamente. El cine destruye la imagen
reflejada que cada institución, cada individuo, se había
formado ante la sociedad (…) desvela sus secretos,
muestra la cara oculta de una sociedad, sus fallos; ataca
en suma sus mismas estructuras.

Ferro (1995) divide los films en tres tipos:


 películas de reconstrucción histórica o de valor
histórico-sociológico
 películas de genero histórico o de ficción
histórica
 películas de intencionalidad histórica o de
reconstrucción histórica

Natalie Davies las divide en tres grupos:


 las que están basadas en hechos, personas o
movimientos documentados.
 aquellas cuyo argumento y personajes son
ficticios, pero su marco histórico es intrínseco a
la acción y su significado.
 el que mezcla personajes ficticios con históricos
en situaciones y hechos que son,
alternativamente, documentados e invenciones.

José María Caparrós (1995) hace la siguiente tipología


de cine:

91
 Histórico

 Social

 Biográfico

 Documental

 Cine de autor/cine arte

 Comercial

Robert Rosenstone (1995) señala que aproximarse al


mundo del cine es una experiencia que suscita
entusiasmo a la vez que desconcierto. El historiador
nunca estará satisfecho de lo que ve en la pantalla
(aunque pueda gustarle como simple espectador de
cine). Debemos recordar que en la pantalla no vemos los
hechos en sí, ni siquiera tal y como fueron vividos por
sus protagonistas, sino imágenes seleccionadas de
aquellos hechos cuidadosamente montadas en
secuencias para elaborar un relato o defender un punto
de vista concreto.

Nuevas formas de exponer aspectos políticos y sociales:


largometrajes que presentan más de una posibilidad de
interpretar los hechos, que muestran el mundo en toda
su complejidad, indeterminación y multiplicidad, y no

92
como una serie de acontecimientos lineales,
encapsulados y claramente definidos. (Rosenstone,
1995).

También es relevante hablar del Documental como un


tipo de cine. Guillermo Pérez (2003) nos recuerda que
las imágenes no son documentos descarnados y
neutrales de la realidad; se presenta un mundo que tiene
una coherencia similar a la vida. Según Francisco Alía
Miranda (2005), el cine nos proporciona una adecuada
reconstrucción de cómo las gentes del pasado vieron,
entendieron y vivieron sus vidas. Los documentales no
son un registro mecánico de la vida.

Para Robert Rosenstone (1995) el Documental es otro


género cinematográfico que plasma la realidad en
imágenes, señalando que se da una mediatización de las
imágenes, “el documental nunca es el reflejo directo de
la realidad. Debemos recordar que en la pantalla no
vemos los hechos en sí, ni siquiera tal y como fueron
vividos por sus protagonistas, sino imágenes
seleccionadas de aquellos hechos cuidadosamente
montadas en secuencias para elaborar un relato o
defender un punto de vista concreto”. Fernando Birri
anota que “la función del documental es conocimiento,
conciencia, toma de conciencia de la realidad”.

93
El cine es muy utilizado en procesos pedagógicos; en
procesos micro y macro. Lo importante es elegir una
buena película, acorde a los objetivos perseguidos,
acorde a la temática a trabajar, al tipo de “público” y al
contexto.

El video comunitario
El libro sobre el video comunitario de Gerylee Polanco
Uribe y Camilo Aguilera Toro (2011) hace interesantes
aportes sobre esta apuesta artística, proponiendo “un
conjunto de estrategias que busca contribuir al
fortalecimiento del movimiento del video comunitario en
Colombia”.

Las estrategias, como podrá constatarse, se


basan en una consigna general: potenciar lo
existente, especialmente lo relativo a los
procesos e iniciativas que provienen de las
organizaciones audiovisuales de carácter
comunitario, popular, alternativo, etc. Una de las
recomendaciones, tal vez la más importante, es
la concertación social de las políticas que
ejecuta el estado, desafío impostergable si en
realidad se aspira a que la democracia

94
participativa sea más que un estribillo
demagógico. (Polanco y Aguilera, 2011:15).

Sobre la definición de video comunitario señalan que es


la expresión que más usan quienes lo trabajan, pero
también es llamado por ellos mismos video alternativo,
popular y, con menor frecuencia, libre, incluyente,
cultural, educativo, entre otras denominaciones.

Sin duda, cada uno de esos términos apunta


hacia diferentes direcciones de sentido. Sin
embargo, no es nuestro interés detenernos en
sus diferencias y sí en aquello que los vincula: la
insistencia con que acuden al término
comunidad (o comunidades) a la hora de
describir los sentidos de su actividad
audiovisual. Por solo dar algunos ejemplos, un
colectivo del Macizo Colombiano como
Corpoimagen, dice que en su propuesta
audiovisual “la comunidad es lo más importante”;
de igual modo lo plantea una organización
indígena del norte caucano como el Tejido de
Comunicación cuando asegura que quien le “da
los criterios es la comunidad”. En un horizonte de
sentido similar, MAVI, organización feminista
caleña, describe su actividad audiovisual (y de

95
comunicación en general) como una forma para
que “las comunidades aprendan a narrarse a sí
mismas”, en lo que coincide Casa Occio,
colectivo con sede en Cali que trabaja con
nuevas tecnologías, cuando asegura que su
“interés siempre ha sido la comunidad” y que ella
“aprenda a hacer sus propias comunicaciones”.
También vincula a los términos video
comunitario, alternativo y popular la idea de que
se trataría de una actividad audiovisual hecha
desde la periferia o, para ser más precisos,
desde múltiples periferias: los sectores
populares, las minorías étnicas, las mujeres, las
zonas rurales, etc. En esos términos están
contenidos algunos de los fines a los que las
organizaciones suelen asociar su actividad
audiovisual; fines que conservan una relación
inmediata con las problemáticas variadas que a
diario enfrentan las comunidades de las que
hacen parte: negación o distorsión de la imagen
de sí, carencia de imágenes de sí hechas por sí,
desconocimiento del pasado de las
comunidades, ausencia de proyectos colectivos,
contaminación ambiental, bajo acceso a la
educación escolar, a oportunidades laborales y
de recreación, pobreza, violencia, conflicto

96
armado, desplazamiento forzado, ausencia de
espacios de participación política, etc. Por lo
anterior, proponemos pensar los usos que
ciertas comunidades locales hacen del video
como políticos. Creemos que esos usos son el
resultado del reconocimiento por parte de ciertas
comunidades de la posición que ocupan en las
relaciones que se establecen en nuestra
sociedad (socioeconómicas, políticas,
culturales, comunicativas, ambientales, etc.) y
del propósito de transformarlas. (Polanco y
Aguilera, 2011:17-19).

Hay que destacar el uso político que hacen las


comunidades locales del video, con el “propósito de
transformarlas”.

Así –agregan los autores- se entiende que las


organizaciones que agencian el video comunitario
suelan dirigir su acción, principal pero no
exclusivamente, a los territorios de los que hacen parte
(una ciudad, un barrio, una región rural) y que suelan
corresponder a sectores populares de la población.

Eso tal vez explique la concepción de comunicación


como proceso, que está presente en todas las

97
organizaciones que indagamos, algunas presentando un
alto nivel de elaboración. La idea-clave en esa
concepción es que la comunicación en general y el
audiovisual en particular son, como lo expresa el
Colectivo Mejoda, “procesos sociales que acompañan
las piezas audiovisuales”, esto es, como lo asegura esa
organización, “la construcción colectiva de las mismas,
el empoderamiento de las comunidades de es tas
habilidades comunicativas, la utilización de las piezas
audiovisuales en la dinamización de procesos sociales,
la incidencia de estas en las comunidades”. Una
estrategia de trabajo que parece aterrizar la visión de la
comunicación como parte de un proceso social más
amplio es la que algunas organizaciones llaman video-
foros, que vinculan las actividades de proyección de
materiales audiovisuales con la discusión extensa en
torno a los temas y problemáticas mostrados. En suma,
se trata de una visión de la comunicación que
trascendería la comunicación o, dicho de otro modo, que
buscaría integrar a sí misma otras dimensiones de la vida
que incluyen el trabajo de las organizaciones. De allí que
varios colectivos consultados definan la suya como una
comunicación “de orientación social y política” (Mejoda),
“para el cambio social” (Casa Occio) o “para la verdad y
la vida” (Tejido de Comunicación), esto es, una
comunicación en función de la experiencia vital

98
inmediata: lo propio y lo cotidiano, y también lo agobiante
y lo inadmisible. (Polanco y Aguilera, 2011:20).

En resumen, estos serían los sentidos políticos del video


comunitario (Polanco y Aguilera, 2011:27):

1. Resistir imágenes ajenas


2. Hacer imágenes propias
a) La comunidad como cultura
b) La comunidad como historia
c) La comunidad como conflicto
d) La comunidad como proyecto
e) La comunidad ampliada
3. Incluir imágenes propias en otras

Es importante anotar que el video comunitario se está


utilizando por estudiantes y profesionales de Trabajo
social, principalmente en sus prácticas comunitarias.

En relación con la educación Pava (2010) expresa que


el cine es un reto, le plantea al docente involucrarse en
nuevas prácticas culturales, pedagógicas, lúdicas y
sensibles frente a la dinámica cada vez más cambiante
y exigente de los jóvenes.

99
Incluir el cine en el aula de clases, como
dispositivo mediador, estimulo de pensamiento,
imaginación y desarrollo de la capacidad crítica
de los estudiantes, con el propósito de
trascender la connotación de simple
entretenimiento.
Todo lo anterior corrobora la importancia de
estudiar el cine como escenario sensible y/o
estético posibilitador de conocimiento; con la
convicción de que el cine en el aula, origina una
nueva dinámica en las formas de aprender; en el
uso y apropiación del espacio académico
(cátedra, electiva y otras modalidades) del
tiempo libre y de ocio de los jóvenes en la
universidad. (Pava, 2010).

En este sentido –agrega- , ver, analizar, interpretar,


criticar películas en el aula de clases, motiva y conlleva
a conocer el lenguaje cinematográfico, a comprender el
cine como un sistema de significación que posibilita la
comunicación y, por ende, la interpretación de sus
mensajes. Es necesario que el docente analice en cada
momento, si el objeto de conocimiento es para las y los
estudiantes, objeto de deseo. Si no lo es, si no les resulta
seductor, deberá elaborar otras estrategias que
posibiliten este propósito. (Pava, 2010).

100
Fomentar el cine es apostar a que la formación
de las y los estudiantes sea más integral; este
medio es una ventana al mundo y sus
realidades. Ver películas en el aula de clase,
desde enfoques y potencialidades posiblemente
inexploradas, estimula todos los sentidos, e
incluye el arte y la forma de constituir una
manera afectiva de impartir el conocimiento
(León, 2009). (Pava, 2010).

Pava resalta que poner en práctica esta propuesta


implica prever una formación con énfasis en las
emociones que puede trasmitir el cine, comprender la
realidad y vivencia de las y los jóvenes universitarios en
su emotividad, afectividad y particularmente la conexión
teoría, imagen y realidad hoy, particularmente virtual.
(Pava, 2010).

Eduardo Barraza (2016), nos habla del cine como


recurso didáctico en ciencias sociales.

No obstante, entre nosotros el cine no ha


merecido la debida reflexión respecto a la forma
como opera, sus posibilidades y limitaciones. No
sabemos, en otras palabras, qué hacemos con

101
exactitud cuando proyectamos una cinta en el
aula y, por consiguiente, ignoramos qué más
podríamos hacer para explotar esas
posibilidades y aceptar o salvar esas
limitaciones (pp 7-8).

Estamos convencidos –señala- de que hoy día el


principal desafío pedagógico en ciencias sociales es
utilizar con eficacia las llamadas Nuevas Tecnologías de
la Información y la Comunicación (ntics) que están
literalmente en el bolsillo de las actuales generaciones
de alumnos y en los nuestros –como los celulares con
aplicaciones audiovisuales y de gps–, a las que se
agregan otras no tan nuevas, así las cámaras de
fotografía o video cada vez más asequibles y poderosas.
Eso no quiere decir que el cine haya perdido su puesto
como modelo de aplicación de esas tecnologías; al
contrario, lo conserva y con un peso definitivo en el
aspecto narrativo, por decir lo menos. Pero lo que nos
imponen las ntics es replantear los problemas de la
enseñanza de manera imaginativa y creativa e
incluyendo, holísticamente, al conjunto de los medios a
que nos referimos. (pp10-11).

No pretendemos brindar respuestas a los


innumerables asuntos en que se desgrana el uso

102
del cine como recurso didáctico en ciencias
sociales; menos aún blandir la última palabra
con respecto a lo que significa la relación entre
cine y pedagogía. Nuestro propósito, más
modesto pero confiamos en que útil, es plantear
interrogantes y referir asuntos que nos parecen
pertinentes dentro de un esquema general que
queremos construir a largo plazo y entre todos
los que acudimos con regularidad al recurso
cinematográfico. (p12).

Añade que el uso del cine en el aula se complementa


con prácticas que han subsistido a la fecha con gran
parte de su potencia, a la vez que con nuevas prácticas
que prometen desarrollos demasiado rápidos e
insospechados, pero que urge entender y encauzar
hacia la docencia. “Debe añadirse a los cineclubs los
ciclos de cine temáticos” (p. 118).

Es interesante escuchar hablar de un Cine indígena


(Vargas, 2019), como “el arte de retratar territorios y
cosmogonías”. Un cine que pretende –en palabras de
Gustavo Ulcué Campo, indígena nasa- “Daupará, ver
más allá, porque cuando se habla de una narrativa
audiovisual indígena se habla de tiempos
cinematográficos más lentos, pero sobre todo de un

103
sentir espiritual y de una conexión profunda con el
territorio”.

La mayoría de las creaciones audiovisuales


indígenas tienen una narrativa lenta, “un ritmo
que es marcado por la misma naturaleza”. Por la
influencia que tuvieron de Marta Rodríguez y
Jorge Silva, una pareja de documentalistas que
basaron su obra en el humanismo, la
antropología y la historia política de Colombia,
los indígenas retratan una cotidianidad más
realista que ficcional.

“Marta llegó al territorio en los años 70, cuando


yo ni había nacido, y grabó la dinámica indígena
y los atropellos que sufrían las comunidades.
Con el tiempo se dio cuenta de que debía
enseñarles a los pueblos el arte del documental
para que ellos mismos contaran sus historias. Si
otros realizadores, como Ciro Guerra o Dago
García, hubieran llegado primero seguramente
nuestras proyecciones serían muy distintas”, dijo
Ulcué.

Los contenidos –señala- tienen, además, un enfoque


más que todo político. “El acecho y amenazas por parte
de grupos armados, el constante atropello de sus

104
derechos, el abandono estatal y en general el contexto
social del país han provocado que el discurso de los
pueblos se incline más hacia la denuncia”.

Daupará es el único espacio a nivel nacional que


tienen los pueblos indígenas para expresar su
identidad y transmitirla. Cada pueblo tiene una
forma diferente de entender el universo y de
conectarse con lo que ellos llaman “los tres
mundos”, que no son otros que el cosmos (el
cielo), el presente (el mundo terrenal) y el
espiritual (lo que occidente conoce como el
inframundo).
La cultura de los pueblos –aunque vasta– es
desconocida, y sus producciones
cinematográficas lo son aún más.

Estas referencias no solo son válidas para un contexto


universitario, sino para otros contextos, como el
comunitario, donde se debe potenciar el cine como
herramienta de conocimiento, de construcción de
identidad, de transformación social.

105
La música
Si la música definiera nuestras vidas, algunos
días serían puras corcheas, otros días sólo
notas difusas. Nunca faltarían los días con
ritmos alegres y pegadizos. Pero creo que si la
música pudiera definir a la madurez,
seguramente sería esa persona que sabe leer
los silencios, en el pentagrama de la vida.
(Anónimo)
https://trabajosocialworld.wordpress.com/2016/1
1/22/la-musica-en-la-intervencion-social/

La música es una forma muy común y eficaz de expresar


nuestras emociones, incluso aquellas que, a veces,
cuesta exteriorizar. Ello permite que, dentro de la
intervención social a través de la música, además de
servir para promover el acceso a la cultura, se creen
canales de expresión y comunicación que fomenten el
desarrollo personal y grupal.
https://trabajosocialworld.wordpress.com/2016/11/22/la-
musica-en-la-intervencion-social/

La intervención social a través de la música –se señala-


puede ser muy efectiva y contribuir al logro de algunos
de los objetivos propios de la musicoterapia, como son:

106
 Aumentar la autoestima, respeto hacia los
demás.
 Reducir la agresividad y la conducta hostil.
 Promover las interacciones sociales y la
reinserción/adaptación.
 Promover las habilidades sociales y el
aprendizaje emocional.
 Autoexpresión y verbalización.

https://trabajosocialworld.wordpress.com/2016/11/2
2/la-musica-en-la-intervencion-social/

“Si bien, es preciso, además de otros factores a tener en


cuenta en el diseño de proyectos, tener en cuenta que,
como ya se ha señalado, una misma canción no produce
los mismos efectos en todas las personas. Por ello, es
preciso que, a la hora de usar la música en nuestra
intervención, tengamos claro las preferencias musicales
de las personas a las que se dirige la intervención, con
el fin de lograr los mayores efectos positivos posibles en
nuestra intervención”.
https://trabajosocialworld.wordpress.com/2016/11/22/la-
musica-en-la-intervencion-social/

Además, la música puede desempeñar un papel


importante en la socialización y en la formación de la

107
identidad del adolescente, y se ha convertido en un
símbolo de su búsqueda de identidad y autonomía.

Los adolescentes utilizan la música como


refuerzo de identificación con su grupo de
iguales, como vehículo de su rebeldía contra lo
convencional, para ayudarles a establecer una
identidad separada de la de sus padres o
simplemente es usada para relajarse,
entretenerse o evitar el sentimiento de soledad.
Escuchar música y ver videos musicales son dos
de las actividades más importantes relacionadas
durante la adolescencia. La práctica musical
puede tener efectos muy positivos para el
individuo, ya que favorece la auto realización,
aumenta la autoestima, propicia el conocimiento
mutuo y la cohesión familiar. La música además
al ser una actividad que frecuentemente se
realiza en grupo contribuye a la integración
social, y al ser un trabajo individual de suma
importancia, paralelamente fomenta la
responsabilidad y la superación personal. Por
otra parte, la música al ser un lenguaje pre-
verbal, pre-lógico y emocional, contribuye de
forma positiva a la formación de la sensibilidad
estética en niños y adolescentes lo cual es de

108
gran importancia para que se dé una vida
emocional sana. La elección de un adolescente
de la música y su emoción o respuesta
correspondiente puede variar según la edad,
etnia, cultura y sexo. Actualmente, debido al
funcionamiento de la industria musical y a los
valores que promueve la sociedad actual, la
mayoría de artistas de estos géneros que llegan
a las masas transmiten mensajes cargados de
sexismo, materialismo, competitividad y
violencia entre iguales. Con el curso buscamos
transmitir a los profesionales que la música
puede ser el motor de cambio para los
adolescentes, otra manera de realizar
intervención socioeducativa contribuyendo como
factor de protección a la mejora de situaciones
de conflicto, riesgo de exclusión social. Por
tanto, educar a través de la música supone el
favorecer un crecimiento saludable en nuestros
niños y adolescentes ya que potencia el
desarrollo de la sensibilidad estética, su vida
emotiva y desarrollo personal.
http://www.comtrabajosocial.com/documentos.a
sp?id=1223

109
Virginia Pilar Piña (2015) hace un interesante análisis
sobre los beneficios que tiene la música como elemento
tanto artístico como comunicativo y social y, en especial,
en el género del flamenco y su utilización en la
intervención. “Hago una aproximación a la utilización de
la música como agente de cambio y su función en los
procesos de intervención psicosocial”.

La música –señala- se ha consolidado como fenómeno


cultural significativo a lo largo de la historia por su
capacidad de permear, dirigir o representar realidades
relevantes para grupos o comunidades, y no sólo para
individuos aislados. Los “usos políticos” de la música
abarcan, pues, desde la apropiación, el rechazo y la
exclusión, hasta la difusión, apoyo o uso
institucionalizados. (Piña, 2015:22).

Lo que Asensio expone, es que la música tiene


una influencia considerable en las personas,
ejemplificando esta afirmación con la utilización
de la música como herramienta política. Este uso
de la música es debido a su capacidad de
penetrar y representar vivencias conjuntas en un
grupo de individuos, pudiéndose considerar un
entramado de relaciones sociales que
proporciona capacidad de comunicación a los

110
grupos o individuos. Como nos dice Méndez
(2011) la relación entre el sonido y el sentido se
elabora en procesos de aprendizaje individual y
cultural, por una parte, y mental y corporal por
otra. Igual que ocurriría con el lenguaje verbal, la
comunicación musical es un aprendizaje social y
comunicativo. La cultura puede ser un vehículo
para la libertad, siendo el sonido su lenguaje, su
materia prima, yendo mucho más allá de una
cultura basada en parámetros instituciones o
industriales. Esto quiere decir que la música es
un proceso comunicativo, tan importante como
puede ser el lenguaje oral o escrito, debido a que
se comparten realidades sociales a través del
sonido. (Piña, 2015:23).

Así, vemos la música como fenómeno cultural y político;


como una herramienta de sensibilización y de inclusión
social.

En esta dirección, otro elemento a destacar es la llamada


música comunitaria, un término que abarca una amplia
gama de actividades de intervención del tejido social a
través de la música, desplegando su acción en ámbitos
no convencionales, generalmente dirigidas a
comunidades marginales, minoritarias, desfavorecidas,

111
de bajos recursos o en riesgo, así como el desarrollo de
diálogo creativo entre individuos o colectividades de
diferentes habilidades y culturas. (Quintero, 2015:2).

Para Quintero (2015:3) la música comunitaria se


caracteriza por los siguientes principios:

 Descentralización.
 Accesibilidad.
 Igualdad de oportunidades.
 Participación activa en la práctica musical.

Estos principios son sociales y políticos, donde “la


actividad musical comunitaria va más allá de la mera
actividad musical”.

Por otra parte, agrega:

 La música comunitaria se enfoca desde la


perspectiva de la comunidad, no del artista.
 Utiliza procedimientos y formas de hacer
abiertas, ajustadas a cada situación particular.
 Privilegia el proceso por sobre el producto.
 Atiende primeramente las necesidades de la
comunidad, por sobre las del individuo.

112
 Involucra aspectos extramusicales y mira más
allá de lo meramente estético.
 Promueve la creación colectiva.
 Combina la educación formal y la no formal.

Adicional a lo anteriormente dicho –señala-, la música


comunitaria tiene como objetivos, entre otros, el
desarrollo social por medio del acceso libre y
participativo a la cultura y las artes, con profundo respeto
por la diversidad, de manera incluyente, siempre
buscando la transformación de las comunidades.
(Quintero, 2015:4).

Expresa que la violencia ha sido el problema sustancial


en Colombia y consecuentemente ha destruido en parte
el tejido social de un pueblo, que ha vivido en silencio las
más graves violaciones a los derechos humanos,
desplazamientos, secuestros, masacres, acabando con
ilusiones, esperanzas y proyectos de vida de numerosas
familias. “Pero no todo puede ser desesperanza, olvido,
miedo, porque en muchas partes de Colombia, han
surgido de esta desesperanza, olvido, miedo, voces que
a través de la música, han logrado fortalece su alma, unir
comunidades y denunciar las injusticias”. (Quintero,
2015:8).

113
Estas voces, son las que se han ido
conformando aunando fuerzas para tratar de
reconstruir ese fragmentado tejido social, y lo
han logrado a través de la música, generando
espacios de encuentro en torno a la música y, a
través de ella, a la reflexión y realización de
acciones colectivas que les van a permitir
superar las violencias y vivir en condiciones de
paz. Son ya varios los ejemplos que se tienen
respecto a estas voces que se han unido a través
de la música que por su naturaleza simbólica y
por ser una de las expresiones culturales
presente en todos los contextos, con capacidad
de influir en la vida cotidiana de los seres
humanos y de sus comunidades, ha sido
escogida como una de las estrategias culturales
prioritarias para alzar la voz de un pueblo que
quiere vivir en paz y armonía.
Es así como la música une a los pueblos, les da
el valor para denunciar a través de ella, sus
carencias, creando además, espacios de
fortalecimiento comunitario donde no sólo los
músicos, sino la comunidad en general, que han
visto debilitados sus derechos, sienten que su
voz se escucha y le dan a conocer a la sociedad

114
que ellos, también son hijos de Colombia.
(Quintero, 2015:8-10).

La danza

Me parece importante partir –como los señalan Mundet


Bolós et al (2015)- de un concepto holístico de persona,
entendiendo que los seres humanos se desarrollan en
un cuerpo en el que existen pensamientos y emociones.

Así pues, se consideran tres núcleos que


configuran a la persona: el cognitivo, el
emocional y el corporal. Entender la persona sin
una de esas partes es negar su totalidad (Rossi,
2006). Desde nuestro punto de vista, la sociedad
en la que vivimos está enfocada y planteada a
partir de uno de los ángulos fundamentales: la
razón y los pensamientos, dejando muy poco
espacio a los otros dos, el emocional y el
corporal. Bisquerra (2006), por su parte, afirma
que el desarrollo integral de los humanos se
caracteriza, como mínimo, por dos grandes
aspectos: uno cognitivo y el otro emocional.
(Mundet Bolós et al, 2015:316).

115
El cuerpo –añaden- no necesariamente necesita de las
palabras para relacionarse con el entorno, ni para
expresar sus sentimientos y emociones; el cuerpo en
movimiento es capaz de construir procesos
comunicativos igual o más efectivos que la expresión
oral (Schinca, 2000). Desde esta perspectiva holística,
una manera de trabajar es a partir de la expresión
artística. Esta es una vía eficaz de expresión de
sentimientos, emociones, sensaciones y vivencias, a la
vez que supone una oportunidad educativa para el
desarrollo personal y social (Cyrulnik, 2009).

Las diversas actividades artísticas se han


utilizado para potenciar la expresión corporal y
para que los individuos logran sensibilizar su
cuerpo, reconocerlo como elemento de
interacción, comunicarse con el mundo e
identificarlo dentro de actividades cotidianas
(Munevar y Díaz, 2009). La expresión artística
incluye la expresión corporal y está, a su vez,
contiene la danza. (Mundet Bolós et al,
2015:317).

Otro aspecto importante a tener en cuenta es el


componente social. “Se quiere resaltar cómo las
actividades artísticas incentivan procesos de
socialización, integración y cooperación (Molina et al,

116
2009) y facilitan la relación con las personas, los objetos
y el espacio del entorno, aportando numerosos
beneficios personales como la comunicación, el
conocimiento cultural, la creatividad, la expresividad, la
autoestima, el autoconocimiento o el conocimiento del
otro (Moreno, 2010)”.

Otros autores como Wulf (2008), resaltan el valor


de la expresión corporal y la danza como
elemento para transmitir tradiciones, saberes
populares y valores humanos, tan importantes
en la construcción y el desarrollo de una
sociedad. Según Wulf (2008), cuando escenas
expresivas como la danza se desarrollan y
surgen de forma exitosa, se crea un flujo entre
los participantes que viven el proceso como una
realidad inspiradora de sentimiento comunitario.
Así mismo, Ospino (2006) ve las actividades
corporales y de danza como una posibilidad de
conocer a otras personas, realizar con ellas
actividades de intercambio, que permiten
pertenecer a una comunidad, a la vez que se
aprende a través de experiencias nuevas y
divertidas. (Mundet Bolós et al, 2015:317).

De esta manera –expresan-, las actividades artísticas en


un sentido amplio - entre las que se incluyen aquellas en

117
las que la expresión pasa por el cuerpo - constituyen una
herramienta fundamental en el trabajo educativo con
diferentes colectivos con problemática social y, entre
ellos, los jóvenes en situación de riesgo social. Así pues,
utilizar la expresión corporal y la danza como
herramienta de intervención social en comunidades en
riesgo de exclusión social ha sido reconocido como
indispensable, puesto que el individuo dentro de su
proceso de vulnerabilidad puede utilizar su imaginación
y plasmar lo que siente. Bonilla et al. (2008) y Suárez y
Reyes (2000) afirman que artes como la danza pueden
dirigirse a todos los grupos sociales sin excepción alguna
y, más aun, a personas en condiciones de vulnerabilidad,
ya que se les da la oportunidad de tener al alcance una
práctica artística, siendo posible que establezcan una
atmósfera de seguridad, fomentando la participación y la
creación de redes humanas. Gracias a los múltiples
elementos corporales, emocionales, sociales, lúdicos y
comunicativos que la componen, las propuestas
artísticas han ido implementándose en diferentes partes
del mundo, a través de programas socioeducativos y de
promoción de la salud. (Mundet Bolós et al, 2015:318).

Varios ejemplos de estas intervenciones se


encuentran en Colombia donde la expresión
corporal y la danza ha sido una herramienta

118
esencial para mejorar las condiciones de vida de
población vulnerable, como niños y niñas en
condiciones de pobreza y los desplazados por la
violencia. Dentro de este tipo de trabajos
encontramos el de Álvaro Restrepo con su
trabajo de intervención social: “Mi cuerpo mi
casa” en Cartagena de Indias (Novella, 2011) o
el de la agrupación de desplazados por la
violencia “Dejamos nuestras cosas pero nos
trajimos nuestras culturas” en el Departamento
de Bolívar (Suárez, 2006). (Mundet Bolós et al,
2015:318).

Así, utilizar la expresión corporal y la danza como


herramientas de intervención social en comunidades en
riesgo de exclusión social ha sido reconocido como
indispensable, puesto que el individuo, dentro de su
proceso de vulnerabilidad, puede utilizar su imaginación
y plasmar lo que siente (Bonilla et al, 2008; Suárez y
Reyes, 2000). Esos mismos autores afirman que artes
como la danza pueden dirigirse a todos los grupos
sociales sin excepción alguna, y más aún a personas en
condiciones de vulnerabilidad, dándoles la oportunidad
de tener al alcance una práctica artística, siendo posible
que establezcan una atmósfera de seguridad,

119
fomentando la participación y la creación de redes
humanas. (Mundet Bolós et al, 2015:319).

Alegría Muñoz Crespi (2014) también señala que la


enseñanza de la danza integra la educación emocional,
la educación para la voluntad y el esfuerzo y la educación
integral. Las habilidades mentales que se precisan en el
baile forman una pirámide que tiene en la base a la
motivación, arriba la autoconfianza, luego la intensidad y
por último en la cima la concentración”.

El bailar con otras personas beneficia la


comunicación, porque ya sea en grupo o
simplemente compartiendo un espacio en el que
todas las personas presentes se expresan con el
mismo lenguaje, favorece la creación de lazos
afectivos y aumenta la desinhibición. Otra de las
ventajas de la universalidad de la misma radica
en capacidad de rotura de barreras idiomáticas y
académicas en el aprendizaje, ya que es muy
común encontrarnos con una enorme
variabilidad dentro de un grupo de trabajo en
prisión, destacando personas analfabetas o de
nacionalidad extranjera , con las dificultades
añadidas que circunstancias de este tipo
entrañan. (Muñoz Crespi, 2014).

120
Si bien la autora manifiesta que entre todos los tipos de
danza se decanta por la oriental, también llamada
“Danza del Vientre” o “Bellydance”, hay que tener en
cuenta todos los tipos de danza en las diferentes
culturas.

Así, como lo expresa Marta Fernández-Carrión (2011),


a través de la danza se da la maravillosa singularidad de
unión del lenguaje corporal con el arte.

121
4. ARTE Y POSCONFLICTO EN COLOMBIA

Foto: Juan Diego Restrepo E. En:


http://www.verdadabierta.com/victimas-seccion/los-resistentes/6842-
en-tumaco-la-cultura-protege-la-vida

122
Un editorial de la revista Pensamiento, palabra y obra
titulado Artes y posconflicto, empieza con la pregunta
¿puede el arte hacernos mejores personas?, en relación
con el debate se abre a propósito de la firma de un
tratado de
terminación del conflicto armado en el país.
“Evidentemente, de acuerdo con esta lógica,
posconflicto se refiere al momento posterior a la firma
de dicho tratado y no, como mal se entiende, al cese real
del conflicto social, que, entre otras cosas, ha sido la
causa de esta guerra interna de más de 50 años”.

John Carey (Carey, 2005, p. 106) coincide con


nosotros al responder no, frente al interrogante
sobre el arte como factor determinante en la
formación de mejores seres humanos. Y es que
no podemos endilgar al arte la responsabilidad
de lo que en su conjunto debería ser tarea de
la educación. Es evidente que la formación
en, con, para las artes contribuye de manera
importante a esa anhelada integralidad de la
educación; y podríamos entonces atribuir a que,
justamente la ausencia de las artes en nuestros
currículos oficiales, ha dado como resultado un
sujeto ‘incompleto’.

123
Afortunadamente, también históricamente,
tenemos muchos ejemplos del arte como
liberadora y transformadora de las conciencias y
de las sociedades.

El papel de las artes en las sociedades no puede


limitarse, como hace un tiempo veíamos en
mensajes de la televisión, a cambiar un fusil por
una guitarra; esto no significa nada, si no
hay perspectivas claras sobre lo que significa
acceder al arte por la educación o incluso por vía
del mero consumo mediático masivo.

El arte contribuye a la sensibilización del sujeto,


al desarrollo de su percepción del mundo a
través de los sentidos, pero también a la
liberación del mundo emocional.

Pero allí no se queda, pues sería muy simple el


asunto y estaríamos solo aceptando una función
meramente hedonista del arte. Educar, formar
con el arte nos hace más humanos, es decir, nos
separa un poco más de nuestra animalidad a
través de los procesos creativos (no exclusivos
del arte, por supuesto) y de construcción de
formas alternativas de conocimiento. (Revista
PENSAMIENTO, PALABRA Y OBRA, UPN,
Bogotá. Artes y posconflicto. No. 12, 2014).

124
Por esto –se señala- , hablar de arte y posconflicto nos
sitúa en un escenario en el que las artes serán tomadas
en serio en las políticas educativas.

Es la oportunidad
para que aquello que nombramos como arte,
como manifestación
artística, sea accesible a toda la
gente. No solo los productos de la cultura
mediática masiva, sino las
expresiones que hasta ahora quedan
proscritas a espacios elitizados (por fortuna cada
vez menos), excluyentes y que funcionan bajo la
lógica de una pretendida hegemonía del buen
gusto dictado por el canon y los circuitos de
circulación cerrada de las obras.

Hablar de arte y posconflicto es entender el


papel de las artes en la educación y en la
formación de
nuestros niños y jóvenes. Si bien,
hay quienes aseguran que la paz solamente
se logra cuando nace una generación sin
resentimientos y ansias de venganza, podemos

125
anticipar ese momento cuando tenemos
ciudadanos que han tenido la oportunidad de
acceder a unas maneras otras de educarse y
formarse como sujetos.

No bastará que las artes estén presentes en el


nuevo escenario social. Tenemos que formular
política y tenemos que
formar a quienes se encargarán de darle
sentido a las artes en la escuela, en los espacios
comunitarios, en los medios masivos, en fin, en
la vida. (Revista PENSAMIENTO, PALABRA Y
OBRA, UPN, Bogotá. Artes y posconflicto. No.
12, 2014).

Julián David García (2015) invita a reflexionar sobre el


papel de las artes y, en particular, de la danza como una
estrategia metodológica, intercultural y recreativa de
carácter pedagógico experiencial, que puede ser
orientada hacia los procesos que buscan la promoción
de la paz, el desarrollo social, la resolución de conflictos,
la restauración de derechos o la reconstrucción de la
memoria e identidad en Colombia y el mundo.

Es imperativo recordar que la cultura se


encuentra consagrada en la Constitución Política

126
de Colombia de 1991, y es parte esencial de los
derechos humanos. La participación de la vida
cultural comienza de esa diversidad de
comunidades así como de individuos en la
sociedad, creando varios caminos de
comunicación e integración, con lo cual se logra
una memoria colectiva, se enriquecen las
culturas en cualquier zona del país, y se nutre
esa sociedad que se ha visto dañada por
décadas de conflicto. Sin duda, es un medio para
recordar todos los errores del pasado, pero nos
muestra qué es a lo que no queremos volver. La
cultura mediante el arte tiene un acceso libre,
con gran disponibilidad y facilidad para cualquier
participante de la sociedad, ya que no importa su
edad, sus ingresos y demás factores, pueden
pertenecer a este espacio de alimentación del
alma cultural, como medio de vitalización de
pensamiento y ánimo, ya que ayuda a expresar
y sacar todo lo que se piensa y se siente.
(García, 2015).

Se puede afirmar que las expresiones culturales


derrochan emoción y sentimentalismo para transgredir y
estremecer sociedades completas, lo cual también
permite reconstruir elementos comunes en conjunto;

127
ayuda a levantar, rehacer y reconciliar esa unidad
nacional. El arte es una herramienta para relacionarse
de forma positiva y crear un ambiente propicio de
armonía entre sus integrantes. La paz se convertiría
entonces en un camino real, ayudado por el arte y demás
propuestas transversales encaminadas a lograr ese
objetivo, que mitiguen las acciones en contra de las
comunidades. A la vez facilitaría implementar una
política emocional para crear cultura mediante actos
simbólicos y manifestaciones comunes (García,
2015:39).

El arte, si se lo propone, puede llegar más allá


de lo que un diálogo puede conseguir, dado que
las palabras sin actos no son grandes muestras
de que se quiera un cambio; por su parte el arte
está cargado de acciones que logran expresar lo
que se quiere decir y se siente en verdad, es una
trasmisión de sentimientos que ayuda a superar
los enfrentamientos y a crear esa reconciliación
que se está buscando desde hace varios años.
Ayuda así a las instituciones a ofrecer
mecanismos de reducción de la violencia,
recurriendo a medios que ayudan a los conflictos
sin necesidad de agresiones, rompiendo lo que
antes conocíamos como un medio de hacer valer

128
pensamientos e ideologías. A la vez, confiere
una responsabilidad al Estado para que
resignifique y reevalúe todos los recursos que
invierte en la guerra. (García, 2015).

Es claro que el arte es una cura para el sufrimiento que


llevan las personas y un medio, algo superficial pero vital,
para aquellos que lo utilizan como medio de
autoexpresión o como estrategia para superar etapas
graves. El arte contiene así, grandes significados para
las comunidades, resolviendo conflictos con nuevas
expresiones de comunicación. Es una apuesta de
generación de sujetos políticos que apela incluso a la
educomunicación.

La educomunicación concibe el aprendizaje


como un proceso creativo donde solo es posible
la construcción de conocimientos a través del
fomento de la creación y la actividad de los
participantes. El conocimiento no es algo dado o
transmitido sino algo creado a través de
procesos de intercambio, interacción, diálogo y
colaboración. La educomunicación debe
favorecer este tipo de dinámicas de aprendizaje
donde la creatividad es, al mismo tiempo,
objetivo y método en procesos de análisis y

129
experimentación permanente. (Coslado, 2012,
s.p.) (García, 2015).

El mundo del arte ofrece muchas posibilidades para


explorar, refiriéndose al trasegar del tiempo y a las
soluciones de conflicto, ayuda a tener esa
transformación de comunidades mediante las formas de
comunicación, dejando a un lado expresiones violentas
con la ayuda de experiencias emocionales
transformadoras, creando nuevas sociedades unidas por
la pasión de crecer juntas, interpretando lo que se quiere
lograr desde una perspectiva totalmente diferente a lo
que se refiere la violencia y el acto delictivo. Las artes se
pueden convertir en esos escenarios de reunión para las
comunidades en donde se intercambien experiencias,
saberes, historias, costumbres, donde haya un acceso a
un mundo de posibilidades infinitas. (García, 2015:39).

¿Cuál es el papel del arte en un proceso de paz?


Víctimas, artistas y hasta victimarios del conflicto
colombiano han encontrado en el arte y en la cultura un
medio para exorcizar los traumas, denunciar la violencia
y hacer memoria sobre lo que ha sufrido el país.
http://www.eltiempo.com/multimedia/especiales/el-arte-
como-actor-en-el-proceso-de-paz/15925137/1/

130
Cada vez son más las iniciativas artísticas que le están
apostando a la transformación en los territorios.
Experiencias novedosas de la Colombia rural esperan
más apoyo público y privado. Por: Carolina Arteta
http://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-y-la-
cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466 SEMANA 6/22/2017

Nunca antes en la historia reciente de Colombia


el arte y la cultura habían ocupado un lugar tan
central en el desarrollo del país. En los últimos
años, experiencias como la de las mujeres
tejedoras de Mampuján –que plasmaron en
tapices multicolores el dolor de la violencia que
vivieron sus familias– han servido para
demostrar cómo una actividad creativa puede
contribuir a superar los traumas de la guerra y
reconstruir los vínculos que unen a una
comunidad.

Cada vez son más las iniciativas que le están


apostando a la formación artística y cultural en
los territorios. El arte, y especialmente la
educación artística, fomentan el encuentro entre
las comunidades, la libertad de expresión de las
ideas y la sensibilidad. “El arte fortalece el

131
arraigo, la identidad, la convivencia, y los lazos
de unión de las comunidades que han sido rotos
por el desplazamiento forzado y las otras
estrategias de la guerra”, explica el investigador
social Germán Rey.
http://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-
y-la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466
SEMANA 6/22/2017

Durante el proceso de paz se pactó fortalecer la política


actual de atención y reparación a las víctimas a través
de los planes de reparación colectiva. Estos planes
contemplan una serie de medidas destinadas a
reconstruir los tejidos sociales, culturales y económicos
de las comunidades afectadas por el conflicto armado, y
son básicamente el principal instrumento que tienen los
territorios para sacar adelante experiencias artísticas y
culturales. http://www.semana.com/nacion/articulo/el-
arte-y-la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466 SEMANA 6/22/2017

Las iniciativas de formación artística en las áreas


rurales del país parecen ser exitosas cuando se
centran en rescatar los saberes tradicionales y
conectar a quienes las practican con sus propias

132
realidades. En otras palabras, no se trata de
establecer una diferencia entre arte rural y
urbano, sino en reconocer que estas
poblaciones han encontrado históricamente en
las expresiones artísticas formas de vivir,
inclusive durante el conflicto.
http://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-
y-la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466
SEMANA 6/22/2017

Guiomar Acevedo, directora de Artes del Ministerio de


Cultura explica que en el caso del trabajo que viene
realizando la entidad en los Montes de María con
escuelas de música comunitarias. “Poco a poco, con la
recuperación de los encuentros musicales se recobró
también el sentido de comunidad, la confianza en los
vecinos y, sobre todo, la confianza en ellos mismos, el
sentido de pertenencia y el capital cultural local”.

Para Alberto Abello Vives, director de la Biblioteca Luis


Ángel Arango, a pesar de los esfuerzos que existen,
todavía hacen falta políticas más agresivas que
fomenten el papel de las artes en la transformación
social. “La cultura y las artes deberían estar en este 2017
dándole impulso a la búsqueda de la paz, a la
comprensión y aceptación de la diferencia, a la

133
valoración del desarme, del fin de la guerra, de la
reconciliación”, recalca.
http://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-y-la-
cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466 SEMANA 6/22/2017

El reto que tiene el país rural está en apostarle al arte y


la cultura en un contexto de posconflicto, sin
instrumentalizarlos ni sacrificar su esencia creativa. Hay
que entender, como dice la antropóloga Bertha Quintero,
que “la transformación que puede hacer el arte no es a
corto sino a largo plazo, pero es una transformación
profunda”. http://www.semana.com/nacion/articulo/el-
arte-y-la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466 SEMANA 6/22/2017

El artículo presenta cuatro apuestas por la cultura:

1. El grupo de teatro Cuarto Creciente, del


municipio de Turbo, Antioquia, trabaja desde
2001 con jóvenes a través de semilleros y
talleres de artes escénicas. Esta iniciativa, que
en 2014 fue nombrado Sala Concertada por el
Ministerio de Cultura, fue pionera en reivindicar
el valor de las artes escénicas en el Urabá
antioqueño. Para su director, Francisco
Montoya, lo más difícil ha sido tener los recursos

134
para poder trabajar. “Es muy complicado
combatir esa imagen de que lo artístico y lo
cultural debe ser gratis”, opina. El año pasado
debieron salir de la sede que tenían en las
instalaciones de la Cruz Roja por falta de pago
después de que la alcaldía les prometió recursos
que nunca llegaron. “Hoy pagamos cuatro veces
más que antes, y además tuvimos que correr con
los gastos de acondicionamiento de un nuevo
espacio (…) Esto es como volver a empezar,
pero ahí estamos”, dice.

2. Desde hace más de diez años, en la Comuna


6 de Cali, Gustavo Gutiérrez dicta talleres de
lectura y escritura a los niños y adolescentes de
Petecuy, un barrio de invasión. “Hemos logrado
que pierdan el miedo de salir a la esquina, de ir
al parque. Y además, que sus padres entiendan
que una forma de enfrentar el terror de pandillas
y grupos delincuenciales son libros y la lectura”,
enfatiza. Con Biblioghetto, como llama a su
proyecto, ha buscado también regalarles libros
para que los niños los lleven a sus casas y hagan
15 minutos diarios de lectura en voz alta en
familia. “Al cabo de unos años, eso va a marcar
la diferencia en el núcleo familiar”, pronostica.

135
3. La Red de Escuelas de Música de Medellín
funciona desde hace veinte años y es política
pública de la Alcaldía. Esta iniciativa es ejemplo
de una apuesta del sector público por aliviar la
desigualdad en el acceso a programas de
formación cultural dentro de un contexto urbano.
La Red está compuesta por 27 escuelas
distribuidas en toda la ciudad en la que niños y
adolescentes tienen la oportunidad de acercarse
a la iniciación musical a través de tres líneas de
formación: cuerdas sinfónicas, vientos y cuerdas
tradicionales colombianas. Actualmente,
funciona mediante un convenio
interadministrativo creado entre la Alcaldía y la
Universidad de Antioquia.

4. La Fundación Mi Sangre fue creada en 2006


por Juanes. Sus proyectos buscan integrar la
formación artística con actividades que
refuercen el autoreconocimiento y las
habilidades sociales pacíficas de los jóvenes.
“Hemos aprendido que solo un porcentaje
pequeño de jóvenes recurre a la violencia o se
vincula a los grupos armados por necesidades
económicas. En realidad, hay factores que
inciden mucho más como la falta de sentido de

136
pertenencia a algo más grande que ellos, la falta
de afecto o la falta de ambientes protectores”,
explica Catalina Cock, presidente ejecutiva de la
Fundación Mi Sangre.
http://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-
y-la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466
SEMANA 6/22/2017

Álvaro Restrepo, coreógrafo y director del Colegio del


Cuerpo habla sobre su experiencia con el arte y la
reconciliación.

Ante la exclusión, la negación de oportunidades


y la falta de perspectivas de un proyecto de vida,
las vías rápidas son la violencia y la
delincuencia, no tienen otra alternativa que
lanzarse a la muerte.

El arte no es la varita mágica que cura todos los


males de la sociedad. Lo que el arte sí tiene es
un gran poder de humanización y
sensibilización. José Antonio Abreu, el gran
creador del sistema de orquestas de Venezuela,
dice que una de las formas más dramáticas de
la pobreza –material y espiritual– es no darles
acceso a las personas al arte.

137
En un país como el nuestro, que ha sufrido tanta
violencia, el arte tiene el poder de sensibilizar, de
volvernos más creativos, más compasivos. Pero
no se trata de actividades artísticas entre
comillas, sino de poner realmente a la gente en
contacto con las dimensiones más altas del arte.
Si queremos transformar a través del arte,
tenemos que hacerlo con un arte de gran
calidad.
http://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-
y-la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-
reconciliacion-en-colombia/529466
SEMANA 6/22/2017

En esta dirección otra experiencia es el documental 'Un


asunto de tierras', de la realizadora colombiana Patricia
Ayala Ruíz.

Patricia Ayala: 'Un asunto de tierras' da cuenta


del primer año de implementación de la Ley de
Restitución de Tierras, en Colombia, a partir de
una comunidad, de la zona de los Montes de
María, que aplica a este proceso.
Pienso que el aporte a la paz, más que en el
contenido o los elementos de una película

138
documental, está en las reflexiones y las
preguntas que ésta pueda generar. En ese
sentido, 'Un asunto de tierras' busca,
precisamente, poner en escena un tema de
debate álgido y necesario en la construcción de
la paz: la tierra.

Atendiendo al momento histórico que vivimos,


esta película busca aportar, desde la producción
cinematográfica, una lectura de país,
una reflexión sobre aquello que nos compete
como sociedad en este justo momento: la
construcción de la paz, entendida en su sentido
más amplio. El arte juega un papel fundamental
en esta construcción. La narración artística
apunta a la preservación de la memoria, a la
búsqueda de la verdad pero también del mito
y del ritual. Por eso, el arte nos permite la
catarsis, tan necesaria en una sociedad que ha
sufrido los peores rigores del conflicto armado.
El arte y el cine en particular, nos permiten
mirarnos en un espejo que nos invita a
reflexionar sobre el tipo de sociedad que hemos
construido después de tantos años de conflicto.

139
Otro ejemplo del papel del arte es el de Tumaco –Nariño,
lamentablemente conocido por la situación de
violencia/conflicto que está viviendo.

Diversos sectores sociales persisten en promover


expresiones musicales y estéticas como una manera de
contrarrestar la violencia generalizada que golpea con
crueldad a los pobladores del puerto nariñense. Su tarea
es transmitir alegría allí donde se pretende imponer la
tristeza y el luto.

“Todos los grupos culturales lo que hacemos es proteger


la vida”, afirma el maestro Francisco Tenorio al referirse
al papel de la cultura en la convulsionada Tumaco. “Lo
que nos importa es la danza, la música, proteger la vida,
la vida…”. Su insistencia se escucha como un ruego en
una ciudad donde, sólo en este año, han sido asesinadas
por lo menos 200 personas.
http://www.verdadabierta.com/victimas-seccion/los-
resistentes/6842-en-tumaco-la-cultura-protege-la-vida-
En Tumaco, la cultura protege la vida.

Tenorio insiste en resaltar su tarea como gestor


cultural porque el fin así lo exige: “Tenemos que
cuidar la vida de los jóvenes, es que nos están

140
dejando pocos”. Las cifras de homicidios lo
corroboran. La gran mayoría de hombres y
mujeres asesinados este año en la ciudad
portuaria tenían entre 16 y 28 años de edad.
Detrás de todo ello hay estructuras criminales
que disparan a todo lado, y a cualquier hora del
día y de la noche, sin consideración alguna. La
violencia agobia a los tumaqueños en niveles
que sobrepasan las confrontaciones armadas
del pasado.

Pero hay quienes se enfrentan a ella sin más


armas que la música, la danza, el teatro y la
decoración floral. Uno de sus mayores
promotores es, justamente, el maestro Tenorio,
un veterano de la gestión cultural desde finales
de la década del sesenta, con una visión
inclusiva que rompió barreras en aquellas
épocas: acogió en sus proyectos a quienes
reconocían su condición homosexual. Una
decisión nada fácil que le generó bastantes
críticas, pero que, sin duda, salvó vidas.

Y ese espacio mantuvo la apertura para la


diversidad sexual. Allí, cuenta su gestor, “los
gays encontraron un sector donde se sienten
personas y expresan sus potencialidades en la

141
música, la danza, en el canto. ¿Y qué ganaron
estos chicos? Primero la vida, si no fuera por la
cultura, hubieran podido ser víctimas; luego el
reconocimiento, por lo que se ganaron el
derecho a ser maestros. Esa fue la gran ventaja.
Yo siempre les dije que tenían que mostrar lo
que eran, porque tienen potencialidades
superiores que pueden servir a la sociedad”.

El maestro insiste en resaltar el movimiento que


representa lo que pretende es proteger la vida:
“Somos de la cultura, no estamos con grupos
armados, no hemos tomado partido, lo que nos
importa es la danza, la música” y define su
gestión como una cultura de la resistencia:
“insistimos en conservar nuestra identidad
cultural, le resistimos a cualquier otra cultura que
quiera venir a imponerse, llámese como se
llame. Nos resistimos también a la violencia,
venga de donde venga. Los de la cultura
tenemos color de vida, no color de la muerte”.
http://www.verdadabierta.com/victimas-
seccion/los-resistentes/6842-en-tumaco-la-
cultura-protege-la-vida- En Tumaco, la cultura
protege la vida.

142
En el intento de mejorar los tiempos en los que nos tocó
vivir cabe preguntarnos: ¿puede el arte contribuir a
promover el diálogo y la movilización social como
energías capaces de llenar de humanidad el sueño de
un país en armonía, próspero y solidario?
http://www.eltiempo.com/Multimedia/especiales/huellas
ocial/ARTICULO-WEB-
NOTA_INTERIOR_MULTIMEDIA-12747964.html Por:
MARTHA SENN

Los violentólogos saben perfilar el origen y


razones de los conflictos colombianos, pero ¿se
ha investigado sobre las fuerzas creativas
existentes en las células territoriales más
pequeñas de Colombia?
Los cambios verdaderos suceden tan solo en el
ámbito local y aún no se reconoce
suficientemente la posibilidad transformadora de
propagar cultura y arte en municipios y veredas.
Algunos artistas colombianos sentimos al lado
del aplauso una tarea urgente: ofrecer nuestro
talento como herramienta que contribuya al
cambio social.

En los tiempos del Caguán, David Manzur con


sus pinceles y colores promovió el proceso de

143
paz y lideró encuentros entre guerrilleros y
artistas, semilla que todavía podría dar frutos en
el transcurso de aclimatar una nueva era de
desarrollo cultural y social, en la que el papel que
tiene el arte, como fuerza creativa en las
regiones más afectadas por la violencia, es
innegable.
Llegar a las comunidades, entrar en relación con
ellas, ir más allá del hecho artístico para idear
estrategias que estimulen y den participación a
las fuerzas creativas locales, propiciar igualdad
y sentido de orgullo por la identidad local,
promover el ejercicio de derechos culturales que
deben ser garantizados por la sociedad y el
Estado. Todo esto para fortalecer un frágil tejido
social con los sutiles mensajes del arte.

Siendo Colombia un territorio de diversidad


geográfica y multicultural, es desde el campo de
sus culturas que se pueden impulsar lenguajes
mediante los cuales niños y jóvenes, mujeres y
hombres, artistas y espectadores, gentes
armadas y seres pacíficos, se junten para
escucharse, mirarse, apreciarse y respetarse.
Los sonidos de las músicas, el vibrar de los
colores, la gracia de las danzas, la voz de los

144
poetas, la palabra de los escritores y el sentir de
los actores, saben, sin duda, aplacar odios y
venganzas.

Este es el momento de la comunicación


profunda con la memoria y la creatividad para
despertar otras emociones que permiten el
reconocimiento de las personas, la valoración de
la diferencia, la apreciación del talento, la
circulación de las expresiones creativas de
gentes hasta ahora ignoradas y la formación de
públicos sensibles que puedan apreciarlas.
Hay que convencer a los distintos sectores de la
sociedad sobre la capacidad transformadora que
tiene el arte cuando se enfoca como herramienta
de contribución al desarrollo humano, e insistir
en una Responsabilidad Social Empresarial
basada en valores éticos, culturales y artísticos.

Propuestas que inviten a poner en movimiento


las fortalezas creativas que, por el mero hecho
de ser humanos, nos pertenecen a cada uno.
Ese es el reto y podría ser un buen camino,
porque si no se le incorporan a lo económico,
científico, político y tecnológico de la sociedad,
elementos de estímulo a la creación artística,

145
deshumanizamos el desarrollo.
http://www.eltiempo.com/Multimedia/especiales/
huellasocial/ARTICULO-WEB-
NOTA_INTERIOR_MULTIMEDIA-
12747964.html Por: MARTHA SENN

Es importante destacar en estos procesos el papel del


Centro Nacional de Memoria Histórica. Este centro es:

Establecimiento público del orden nacional,


adscrito al DEPARTAMENTO PARA LA
PROSPERIDAD SOCIAL (DPS), que tendrá
como objeto reunir y recuperar todo el material
documental, testimonios orales y por cualquier
otro medio relativos a las violaciones de que trata
el artículo 147 de la Ley de Víctimas y restitución
de Tierras. La información recogida será puesta
a disposición de los interesados, de los
investigadores y de los ciudadanos en general,
mediante actividades museísticas, pedagógicas
y cuantas sean necesarias para proporcionar y
enriquecer el conocimiento de la historia política
y social de Colombia.
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/

146
El CNMH le da importancia al arte. Entre sus proyectos
está la construcción del Museo Nacional de la Memoria,
que “supone dos líneas estratégicas. Además de la
construcción física, la construcción social implica un
amplio proceso de diálogo sobre los criterios y principios
conceptuales y funcionamiento del mismo. En ello
resulta fundamental la participación protagónica de las
víctimas en el diálogo, así como de los diferentes
promotores de las iniciativas y acciones de memoria de
carácter artístico, cultural, comunicativo, que el CNMH
tiene como misión apoyar, y cuyos desarrollos
constituyen los insumos iniciales”.
http://centrodememoriahistorica.gov.co/museo/museo/cr
eacion-social

147
Fotografía por César Romero

También hay que destacar el gran trabajo que está


realizando la Comisión de la Verdad. En el artículo
“Cuatro preguntas clave para entender el papel del arte
y la cultura en la comprensión del conflicto”
(https://comisiondelaverdad.co/actualidad/noticias/cuatr
o-preguntas-clave-para-entender-el-papel-del-arte-y-la-
cultura-en-la-comprension-del-conflicto-
armado?fbclid=IwAR0rvv2E8lEbB5qDadek-
QCdYdOy7LQnD7BTSkQ_mXaSfCul7ojt9zC3-
Z4#.XPW0B2YSAeo.facebook), la comisionada Lucía
González afirma que “el artista es un profesional llamado
a hacer aportes específicos desde sus lenguajes para

148
explicar el conflicto y proponer su versión de la no
repetición”.

“Asimismo, citando al investigador Germán Rey,


dijo que si la cultura de un país tiene que ver con
la afirmación de los lazos, del arraigo, del sentido
de pertenencia, de las creencias e identidades,
todo ello fue socavado durante el conflicto
armado en Colombia.

¿Qué hay en la cultura?

Desde la estrategia de arte y cultura de la


Comisión de la Verdad, se plantea la pregunta:
¿Qué hay en la cultura que permite que seamos
una sociedad que se relaciona de manera
violenta?

“La tarea de la Comisión de la Verdad es ética y


política y tiene grandes preguntas sobre qué
pasó con la cultura del país, que permitió un
conflicto tan prolongado, con grupos y territorios
especialmente vulnerados, y qué
recomendaciones son necesarias desde la
cultura para que se produzcan transformaciones
profundas”, expresó Lucía González.

¿Por qué no nos importó?

Otro interrogante se refiere a la solidaridad y la


empatía hacia las víctimas: ¿Por qué al conjunto
de la sociedad no le ha importado que haya
cerca de nueve millones de personas víctimas?
La comisionada González dijo que falta integrar
en la cultura nacional el aprecio por los pueblos
afros e indígenas, así como por el valor y la
riqueza de las diferencias.

149
“Es necesario interpelar cómo nace en la cultura
el desprecio de algunas élites sobre su pueblo.
Además, resolver por qué el sistema educativo
no ha incorporado la concepción constitucional
de una sociedad pluriétnica y pluricultural, y los
derechos políticos y de participación de todas las
tendencias de pensamiento”, agregó.

¿Cuáles son los daños e impactos en la


cultura?

También se preguntó por el daño que hizo el


conflicto a las culturas: “En algunas
comunidades se olvidaron de tejer porque
cambiaron sus costumbres con el
desplazamiento forzado, o hay casos como el de
una comunidad donde no volvieron a casarse
por las violencias sexuales, que convirtieron a
las mujeres en botín de guerra y eso caló en la
cultura patriarcal, que en la guerra se exarcerbó.
En otros contextos, como en la sociedad
antioqueña, el narcotráfico hizo una
transformación radical, no solo por su perversión
estética, sino porque cambió un valor
fundamental: pasó de ser una sociedad austera
a la del consumo para mostrar quién tiene más”.

¿Cómo el arte y la cultura pueden restaurar la


sociedad?

Lucía González recalcó el valor de las


expresiones estéticas en procesos restaurativos
de las víctimas y cómo hay un cúmulo de
aprendizajes sociales de las víctimas que
crearon cantos, tejidos, murales, performances,
bailes, obras de teatro y poemas para narrarse y
expresar sus esperanzas. “El arte es un proceso
restaurador. Es una expresión profunda de las

150
culturas y una forma de reconstruir el ser social
en su territorio”.

Finalmente, llamó la atención sobre las obras de


arte comunitarias, como los Tejidos de
Manpuján, que pueden ser testimonio de la
experiencia traumática de la guerra con la
legitimidad de las manos de mujeres y hombres
que construyen sus relatos. También citó la
fotografía, como la obra de Jesús Abad Colorado
y el registro fotográfico de Juan Manuel
Echavarría sobre los tableros abandonados en
las escuelas rurales, “donde puede leerse el
horror de la guerra”.

“Las expresiones estéticas son la esencia misma


de las comunidades. Desde lo sensible y lo
poético se han dicho cosas que no ha sido
posible de otra manera, sino a través del arte.
Esta será la primera Comisión de la Verdad que
incluya una estrategia de arte y cultura para que
rescate el aprendizaje social y resuelva estas
preguntas, para la comprensión profunda del
conflicto armado y su superación”, concluyó”.

Tomando la fotografía –como expresión artística- quiero


resaltar el trabajo –en Colombia- de Jesús Abad
Colorado. El 28 de Agosto de 2019 se inauguró en el
Museo La Tertulia de Cali, su exposición fotográfica El
testigo.

151
En un conversatorio con Jesús Abad y dos
sobrevivientes de la tragedia de Bojayá, Chocó, se habló
de la importancia del arte, de la fotografía –con sus
voces- para hacer memoria del conflicto, de la guerra en
Colombia; del arte para construir paz, para construir un
mejor país, del “arte como resistencia”, etc. Me llamó la
atención el público –abarrotado en el teatrino-, sensible,
atento, respetuoso con las víctimas, con un sentimiento
de empatía, y con la esperanza que Colombia sea mejor.
Se habló que la exposición no debe dejar indiferente a

152
nadie, que al salir de la misma se salga “como otra
persona”. Como apareció en un meme en Facebook:

En una entrevista para el diario El País de Cali


(https://www.elpais.com.co/entretenimiento/mis-
fotografias-no-estan-hechas-para-odiar-jesus-abad-
colorado-sobre-el-testigo.html), se comenta que “ A
Jesús Abad Colorado le ha tocado ver los momentos
más difíciles de la historia reciente del conflicto armado
en Colombia a través del lente de su cámara, y aún así,
se levantó y decidió seguir retratando este país. En su
carrera ha capturado momentos tan dolorosos que no
pueden ser vistos ni siquiera en la exposición ‘El
Testigo’”. Abad –añaden- “le ha mostrado a Colombia y

153
al mundo entero los que son, quizá, los rostros de los
perdedores de este extenso e interminable conflicto que
ha desembocado en secuestros, desapariciones
forzadas, masacres, atentados y al atropello de una
cantidad incalculable de Derechos Humanos”.

Pero cómo hacer para seguir retratando a las


víctimas, el conflicto y la guerra. Cómo hacer
para continuar. Abad nos cuenta en esta
entrevista detalles de su trabajo, sus
motivaciones y las secuelas que le ha dejado su
carrera en búsqueda de la reconciliación y la paz
en Colombia desde las montañas, las trochas,
los pueblos y los rostros más olvidados y
golpeados.

Manifiesta Abad: “aquí hay personas que dicen: “Los


buenos somos más”, y eso no es así. En este país
conozco personas que fueron victimarias a las cuales lo
que les faltó fue educación, amor y un proyecto de vida.
Conozco muchas personas de la extrema derecha y la
extrema izquierda que fueron afectados y que yo estoy
seguro que si se les diera una posibilidad, una
oportunidad de construir un proyecto personal distinto,
se integrarían a la sociedad para jalonar un proyecto de
país distinto que tanto anhelamos. Para mí es muy

154
importante, en las fotografías y en muchos de esos
registros que hay acá, mostrar que ese rostro de los otros
es nuestro propio rostro; es el de un país pluriétnico,
multicultural, diverso, con todas las oportunidades para
ser un país potencia. Lastimosamente este es un país
racista y clasista. Este es un país en el que a los
indígenas y a los afro los excluimos y los tiramos a los
lugares más apartados”.

Complementa Abad que “Mi trabajo fotográfico no está


hecho para odiar. Después de tantos años y de haber
visto tantos dolores, yo sigo trabajando porque no puedo
perder la esperanza. Cada vez que salgo a trabajar y que
conozco ese montón de hombres y mujeres líderes de
este país que resisten y siguen con sus proyectos
adelante, ellos me dan a mí fuerza para continuar”.

A la pregunta sobre la apuesta con esta exposición


“Chucho” responde: “Esta exposición también es una
apuesta política, pero no politiquera. Es una apuesta por
la vida, ese es mi compromiso como periodista. Yo no
trabajo para ningún grupo. Llevo ya casi 19 años de
caminar solo, dejando un testimonio para que nos
podamos mirar en él y entender que este país ha tenido
muchos dolores, pero también tiene mucha esperanza,

155
la cual puedo ver en la dignidad de cada uno esos
cientos de retratos”.

Sí, se requiere una “apuesta por la vida”. En una


Colombia que necesita manifestarse a través del arte, en
sus diferentes expresiones artísticas, en aras de
construir una sociedad mejor, en buen vivir para todos y
todas.

156
CONCLUSIONES

El Trabajo Social se puede mirar como un arte, que


implica imaginación, creatividad. Como se ha expresado,
crear es apostar por la vida, es “apostar por estar en el
mundo, con los otros”. “Crear nos convoca a la vida, a
sentir el proyecto vital, a hacerlo andar (…) esa red
compleja que es el vivir, se manifiesta a través del arte
renovando afectos, nuevos pensamientos y estructuras
culturales y sociales”.

También es importante resaltar que el Trabajo Social “no


puede estancarse en sus métodos y formas de
intervención, es necesario innovar para poder resolver
los nuevos problemas y las nuevas necesidades de la
sociedad actual”. Si se pretende que la actividad
profesional de los trabajadores sociales alcance sus
objetivos más plenos, es preciso conocer todas las
herramientas que se pueden utilizar a la hora de realizar
una intervención social.

Algunos autores, ven a los trabajadores sociales como


agentes de cambio, “y vivimos precisamente en una
sociedad en constante cambio, es necesario que los
profesionales se adapten y actualicen continuamente,

157
aprendiendo a emplear nuevas herramientas para
abordar la intervención social (Muñoz Crespi, 2014).

El Trabajo Social debe “acercar el arte a la vida, tratando


de enlazar ambas disciplinas, con el fin de que al
colaborar con las personas y con la sociedad, se
reflexione sobre la idea de Mary Richmond del Trabajo
Social como arte-sanía”. “El Trabajo Social y el arte
buscan juntos encontrar y encontrarse con otras
maneras de descubrir, en la diversidad de sus formas de
producir sentido, también la expresión de nuestras
identidades y la presencia de nuestras sociedades
plurales, acercándose una a la otra, personas y artistas,
la vida al arte y éste a la vida”.

Expresaba que comparto el “abrir espacios a la


creatividad es dar voz, es reconocer a la persona como
un ser capaz. La intervención social y la acción social no
pueden no ser creativas, porque la creatividad va
implícita en la esencia de ambas”. Y su intención es
“mostrar las posibilidades del arte en procesos de
intervención y acción social”.

Veíamos algunos aportes en relación con el vínculo del


arte con el Trabajo social y la intervención social:

158
 Crear vínculos sociales entre actores/sujetos y trabajadores/as
sociales
 Devolver la idea de intervención flexible y construida con la
persona
 Disfrutar
 Explorar, descubrir, cultivar y desarrollar la(s) identidad(es)
 Crear conciencia sobre nuestra posición el mundo
 Cuestionar y cambiar los roles que nos ha tocado vivir
 Desarrollar la autonomía
 Recuperar la memoria
 Abrir vías hacia visiones/valores propios de una comunidad
 Expresar(se) y comunicar(se)
 Habilitar capacidades y destrezas
 Transformar las emociones y los cuerpos
 La capacidad de tratar con la realidad objetiva y
subjetiva.
 Afrontar, manejar y prevenir los conflictos
 Formar personas más sensibles, más críticas
 Fortalecer vínculos relacionales, comunitarios
 Crear y fortalecer tejidos sociales
 Crear relaciones de confianza
 Pensar nuevas formas de comprender el
mundo y los seres humanos
 Comprender la creación como la unión de lo
individual con lo común

159
 Comprender la creación como un modo de
apostar por la vida
 Ver el arte y el Trabajo social como espacios de
creatividad y libertad
 Repensar/reinventar el Trabajo social a través
del arte

Me uno a la invitación a “reflexionar sobre el papel de las


artes (…) como una estrategia metodológica,
intercultural y recreativa de carácter pedagógico
experiencial, que puede ser orientada hacia los procesos
que buscan la promoción de la paz, el desarrollo social,
la resolución de conflictos, la restauración de derechos o
la reconstrucción de la memoria e identidad en Colombia
y el mundo”.

Así, es importante ver el arte como “herramienta” (o


“dispositivo” o “canalizador”) para el Trabajo Social. Ver
ese “potencial a nivel social que el Trabajo Social debe
investigar, conocer y promover”.

Donald A. Schön, en su texto La formación de


profesionales reflexivos (1992), argumenta a favor de
una nueva epistemología de la práctica, una práctica
reflexiva, que pretende tener su fundamento en la
reflexión en la acción. Y lanza la propuesta que los

160
centros superiores de formación en el ámbito
universitario deberían aprender de lo que se hace en
otros marcos tradicionales de preparación para la
práctica, tal el caso del arte.

En la variopinta topografía de la práctica


profesional existen unas tierras altas y firmes
desde las que se divisa un pantano. En las
tierras altas, los problemas fáciles de controlar
se solucionan por medio de la aplicación de la
teoría y la técnica con base en la investigación.
En las tierras bajas del pantano, los problemas
confusos y claros se resisten a una solución
técnica. Lo paradójico de esta situación es que
los problemas de las tierras altas tienden a ser
de relativa importancia para los individuos o para
la sociedad en su conjunto, aún a pesar de lo
relevante que puede resultar su interés técnico,
mientras que en el pantano residen aquellos
otros problemas de mayor preocupación
humana. El práctico debe elegir. ¿Tendrá que
quedarse en las tierras altas donde le es posible
resolver problemas de relativa importancia
según los estándares de rigor predominantes, o
descenderá al pantano de los problemas
relevantes? (p.17).

161
En esta dirección, creo significativo formar profesionales
de Trabajo Social reflexivos en la acción, con
capacidades para desempeñarse tanto en tierras altas
como en pantanos.

Sabemos que un espacio profesional se caracteriza


fundamentalmente por las preguntas que declara
pertinentes. Como lo expresa Joaquín García Roca “la
acción social no siempre se ejerce desde la certeza sino
también desde la incertidumbre y la perplejidad”. Las
preguntas en el horizonte del Trabajo social y el arte son
múltiples. En relación con el desarrollo, Serge Latouche
anota que poner radicalmente en cuestión el concepto
de desarrollo es hacer subversión cognitiva, y este es el
prólogo y la condición de cualquier cambio político, social
y cultural. Es “deshacer el desarrollo / rehacer el mundo”.
¿Requiere el Trabajo social de una subversión cognitiva
en sus discursos y sus prácticas, en sus teorías y
metodologías? El arte puede abrir muchas posibilidades
a la profesión/disciplina.

Considero fundamental que las Universidades,


Colectivos, Fundaciones, ONGs, artistas, personas y
profesionales vinculadas con el arte, sistematicen sus
experiencias en el campo del arte. Y que los Programas

162
de Trabajo Social –y de otras profesiones relacionadas
con la intervención- incorporen en sus currículos la
Asignatura de Arte y Trabajo Social, o Arte e Intervención
social.

En este texto quiero resaltar el arte como “un elemento


formador del pensamiento creativo, capaz de generar
asociaciones con otros campos del conocimiento, otras
maneras de ser y estar en el mundo”. Se pueden
establecer asociaciones con el Trabajo Social, dejando
claro que el objetivo no es formar artistas, sino
profesionales que vean en el arte “una herramienta para
la transformación social”.

Les dejo estas inquietudes.

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EL AUTOR
Arizaldo Carvajal Burbano
Sociólogo y Especialista en Teoría y Métodos de
Investigación en Sociología de la Universidad del Valle.
Magíster en Cooperación Internacional para el
Desarrollo y Estudios de Doctorado en Antropología
Social en la Universidad Complutense de Madrid.
Candidato a Doctor en Estudios sobre Desarrollo,
Universidad del País Vasco-España. Profesor Titular de
la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano,
Universidad del Valle, Cali -Colombia.

Es autor, entre otras publicaciones, de los siguientes


libros: Teoría y práctica de la sistematización de
experiencias (Programa Editorial Universidad del Valle,
Cali, 5ª. Edición, 2018); Planeación participativa:
diagnóstico, plan de desarrollo y evaluación de proyectos
(Programa Editorial Universidad del Valle, Cali, 4ª.
Edición, 2018); Elementos de investigación social
aplicada (Escuela de Trabajo Social y Desarrollo
Humano, Universidad del Valle, Cali, 1ª reimpresión de
la 3ª edición 2012); Desarrollo local: Manual Básico para
Agentes de Desarrollo Local y otros actores (CERSA
Editores, Madrid, 2011); Desarrollo y cultura. Elementos
para la reflexión y la acción (Escuela de Trabajo Social y
Desarrollo Humano, Universidad del Valle, Cali, 3ª.
Edición, 2010); Desarrollo y postdesarrollo: Modelos y
alternativas (Escuela de Trabajo Social y Desarrollo
Humano, Universidad del Valle, Cali, 2009, 1ª
reimpresión 2019); Lógicas sobre el desarrollo y la
planeación en Cali (Escuela de Trabajo Social y
Desarrollo Humano, Universidad del Valle, Cali, 2007).

Ha participado como ponente en diversos seminarios y


congresos, tanto nacionales como internacionales.

Correo electrónico:
arizaldo.carvajal@correounivalle.edu.co

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