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Pena de muerte
Generalidades:
Numerosos son los argumentos que se han arrimado en favor y en contra de la pena de muerte,
los que siguiendo a Laurent podemos sintetizar así:
Argumentos contrarios:
1- La irreparabilidad de la pena de muerte.
2- La inviolabilidad de la vida humana.
3- La irresponsabilidad de los criminales.
4- La falibilidad de los jueces.
5- La pena de muerte impide toda enmienda al condenado.
6- Las penas de sangre llegan a ensangrentar las costumbres ("la sangre llama a la sangre").
7- La pena de muerte atenta contra la dignidad humana.
4- Es necesaria, porque:
a) es temida por los malhechores
b) es temida por el público en general
c) todo proyecto de supresión aumenta la audacia de los malhechores
d) contradicción entre los actos y las teorías de ciertos abolicionistas, por ejemplo Marat y Robes
Pierre
5- Existencia inmemorial de la pena de muerte;
6- Argumento Lombrosiano sacado de la idea de la eliminación forzada de todo elemento
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2) En lo que respecta a la abolición de la pena de muerte para los delitos comunes, se había
logrado en 1921 con la sanción del Código Penal. Siempre hemos sido contrarios a la pena de
muerte. El sentimiento nacional argentino se mostró en todo tiempo adverso a esta pena y aun
cuando se la mantuviera en la letra de la ley, pocas veces fue ejecutada, ya sea por restricciones
que la misma ley imponía, ya por la conmutación que, haciendo uso de la facultad constitucional,
otorgaba el primer magistrado.
Asimismo, que tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se los sancione
actualmente con ella. Señala, también, que no se restablecerá la pena de muerte en los Estados
que la han abolido, que ésta no se puede aplicar por delitos comunes o conexos con tales delitos
ni se impondrá a personas que en el momento de la comisión del delito tuvieren menos de 18
años de edad o más de 70, ni se le aplicará a las mujeres en estado de gravidez.
En 1916, Rodolfo Moreno, presentó el Proyecto de Código Penal de 1906 con diversas
modificaciones, eliminando de él la pena de muerte. En los fundamentos expresaba:
"La pena de muerte entre nosotros ha sido un enunciado de la ley. Los tribunales la aplican poco,
a pesar de que la reforma la prodigó y los poderes ejecutivos cuando se pronuncian, la
conmutan, no dando curso a las ejecuciones".
"Mantenerla es, como antes decía, conservar un enunciado que no tiene objeto. Por eso, con lo
que he sostenido en diversas publicaciones, elimino del proyecto los artículos que la instituyen y
reglamentan su aplicación, expresando que la abolición de la pena de muerte era más doctrinal
que práctica, pues en la realidad muy pocas veces se aplicaba entre nosotros".
reglamentando el derecho de revisión a fin de subsanarlo, y que ello sería absurdo frente a la
irreparabilidad de la pena de muerte.
Cita la imposibilidad de que en estos casos el reo pueda reparar el perjuicio causado por el delito
mediante su trabajo y la dificultad de poder afirmar con exactitud quiénes son incorregibles y
quiénes no, como asimismo el ambiente nacional que la repudia y las enseñanzas de la
legislación comparada, puesto que Grecia, Uruguay, Noruega, Holanda, Rumania, Venezuela,
Portugal, Italia, Brasil, algunos cantones suizos y varios Estados de Norteamérica ya la habían
abolido.
La Pena de Muerte y las penas Corporales, fueron establecida en el Código Penal argentino por
la ley de facto 21.338, para diversos delitos.
Ella aparecía alternativamente fijada con la reclusión o con la reclusión y la prisión perpetuas.
Ya el 21 de mayo de 1813 la Asamblea dictó una ley, por imperio de la cual fueron destruidos en
la Plaza de la Victoria los instrumentos de tortura.
El Congreso, el 20-8-1864, dictó la ley 94, que establece:
Artículo 1:
"Todo el que ejerciendo autoridad civil o militar hiciere azotar algún individuo, de cualquier clase
o condición que fuere, será declarado inhábil para ejercer ningún empleo nacional durante diez
años, sin perjuicio de las acciones a que diere lugar la gravedad del hecho".
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Faculta, en el artículo 2:
"A cualquier habitante de la República para acusar ante los tribunales de la Nación por la
comisión de tal delito".
Otro precepto constitucional, acorde con el grado de civilización alcanzado y los sentimientos
humanitarios de los argentinos, es el que establece la última parte del artículo 18 de la
Constitución Nacional al determinar que: "las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para
seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de
precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez
que la autorice".
La prisión preventiva es la privación de libertad que sufre aquél que está detenido por un
delito (procesado) pero que todavía no fue condenado.
La ley 24.660 no establece distinción alguna, en cuanto a su forma de ejecución, entre esas
penas. Ambas están sometidas al mismo régimen de progresividad. El trabajo, que constituye un
derecho y un deber del interno (art. 106), aunque se lo califica de obligatorio, no se impone
coercitivamente, sino que la negativa a prestarlo se considera falta media (art. 110).
c. En el tercer sistema (intermedio o mixto) el contratista entrega al Estado la materia prima, éste
se encarga de su elaboración por los métodos y bajo la reglamentación que cree conveniente,
devolviendo al contratista el producto manufacturado, el que se paga por pieza, pudiendo
rechazarse los productos de deficiente fabricación.
El Estado debe cargar con el costo de la materia prima inutilizada por la ineptitud de los
operarios.
La ley 24.660 de ejecución de penas privativas de la libertad sigue un criterio amplio, que
permite la aplicación de los tres sistemas, pues contempla la posibilidad de que el trabajo esté a
cargo del Estado, de entidades de bien público, de empresa mixta o privada, se realice por
cuenta propia del interno o se lleve a cabo mediante el sistema cooperativo
(arts. 119 y 120).
c) Si el accidentado y su familia están en difícil situación económica, será muy difícil obtener su
reincorporación social, puesto que la incapacidad actuará como un factor más en contra de una
vida honesta. La experiencia demostró la manifiesta insuficiencia reparadora de las disposiciones
que tomaban como base para calcular la indemnización, el monto de la remuneración
efectivamente devengada.
Fue preciso un proceso bastante largo de tentativas y de sucesión de normas para que la
indemnización por accidente o muerte de los penados tuviera un sentido social compensatorio y
acorde con la función reeducadora de la pena, el que sólo se logró cuando se tomaron como
base para fijar su monto los salarios que se pagan en la industria libre.
El artículo 120 de la ley 24.660 de ejecución de penas privativas de la libertad, luego de expresar
que el trabajo del interno será remunerado, determina que si los bienes o servicios producidos
se destinaren al Estado o a entidades de bien público, el salario del interno no será inferior a las
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Esa misma ley, en su artículo 121, establece la forma y proporción en que ha de distribuirse el
producto del trabajo del interno:
a) 10% para indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito, conforme lo disponga la
sentencia.
b) 35% para la prestación de alimentos, según el Código Civil.
c) 25% para costear los gastos que causare en el establecimiento.
d) 30% para formar un fondo propio que se le entregará a la salida.
El Peculio: el trabajo del condenado debe ser remunerado, destinándose una parte de lo que se
le asigna a formar un fondo propio que se le entrega a su salida, fondo al que se denomina
peculio.
El producto del trabajo que corresponda al penado, se divide así en dos partes: disponible y de
reserva.
Disponible: Es el que se le entrega para que satisfaga las pequeñas necesidades. La ley de
ejecución penal 24.660, en su artículo 127, reglamenta que la administración penitenciaria podrá
autorizar que se destine como fondo disponible hasta un máximo del 30% del fondo propio
mensual, siempre que el interno haya alcanzado como mínimo la calificación de conducta buena.
El fondo disponible se depositará en el establecimiento a la orden del interno para adquisición
de los artículos de uso y consumo personal que autoricen los reglamentos.
Fondo de reserva: es el que, como su nombre lo indica, se guarda para entregárselo al recluso a
su salida, con el fin de que satisfaga sus primeras necesidades.
La misma ley de ejecución dispone que el fondo propio, deducida en su caso la parte disponible
que autoriza el artículo anterior; constituirá un fondo de reserva, que deberá ser depositado a
interés en una institución bancaria oficial, en las mejores condiciones de plaza (art.128).
Libertad Condicional:
Requisitos para Concederla:
Requisitos exigidos por el Código en el artículo 13, para poder obtener los beneficios de la
libertad condicional, son:
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El lapso después del cual el condenado puede obtener la libertad condicional, varía según la
pena impuesta:
a) Veinte años, en caso de reclusión o prisión perpetua.
b) Los dos tercios de la condena, cuando la pena fuese de reclusión o prisión por más de tres
años.
c) Un año de reclusión u ocho meses de prisión, los condenados a tres años o menos.
2) Haber observado con regularidad los reglamentos carcelarios: La ley entiende que con el
cumplimiento de los reglamentos carcelarios el condenado se ha sometido a un régimen con el
que se ha logrado su readaptación. Este requisito ha sido objeto de justas críticas, en razón de
que se afirma que los delincuentes más avezados son quienes mejor se comportan en prisión.
Según el Código, el informe del penal sobre la conducta del recluso es el que se toma como base
para decidir si corresponde o no otorgar la libertad condicional, debiéndose entender por
conducta el comportamiento observado en el trabajo, su sometimiento a la disciplina y el
resultado de la instrucción.
3) No ser reincidente: Este requisito es impuesto por el artículo 14 del Código Penal, según el
cual el beneficio no se concederá a los reincidentes.
Esta disposición debe interpretarse en consonancia con el concepto legal de reincidencia, fijado
por el artículo 50 del mismo cuerpo de leyes. En consecuencia, si se ha operado la prescripción
de las condenas anteriores a los efectos de la reincidencia no hay obstáculo para el otorgamiento
de la libertad condicional.
La rigidez de esta disposición impide dar a la institución el mínimo de elasticidad que requiere
una buena administración de justicia. Sin embargo, los tribunales han atemperado la señalada
rigidez de la norma, ya que la prohibición, en forma absoluta, de conceder nuevamente la
libertad condicional a los condenados a quienes se les ha revocado con anterioridad dicho
beneficio, puede resultar injusta, si se toma en cuenta que una norma posterior, referida a los
habituales, autoriza a solicitar por segunda vez la libertad vigilada luego de transcurridos cinco
años de su reintegro al régimen carcelario.
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1) Residir en el lugar que determine el auto de soltura: Esta condición exige fijar y conservar un
lugar de morada permanente, lo que no es incompatible con otras residencias accidentales.
2) Observar las reglas de inspección que fije el auto de soltura, especialmente la obligación de
abstenerse de bebidas alcohólicas. Las reglas de inspección son disposiciones tendientes a
facilitar la vigilancia del liberado (presentaciones periódicas ante una autoridad, informes sobre
sus actividades, etc.).
3) Adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o profesión, si no tuviere
medios propios de subsistencia. Esas ocupaciones deben ser lícitas.
4) No cometer nuevos delitos, cualquiera que sea su naturaleza y gravedad.
Los delitos cometidos antes de la concesión de la libertad, pero descubiertos o juzgados después,
no producen la revocación de aquélla, salvo que hubieran determinado la reincidencia del
penado.
Además, el condenado debe cumplir alguna o todas las reglas de conducta que el Juez debe
imponerle, durante un lapso que se fijará entre dos y cuatro años según la gravedad del delito,
en tanto resulten adecuadas para prevenir la comisión de nuevos delitos.
Estas reglas, enumeradas por el artículo 27 bis según ley 24.316, pueden ser modificadas por el
juez si resulta conveniente al caso, y son:
Debe ser la primera condena dictada contra el beneficiario como autor o partícipe de un delito
común. No cuentan, por consiguiente, las dictadas por infracciones a leyes especiales o por
faltas. Para determinar la prioridad de la condena, la ley atiende sólo al momento del
pronunciamiento de la sentencia, y no al de la comisión del delito pertinente.
Una segunda condena en orden al tiempo, únicamente puede adquirir la calidad de primera
condena a los efectos del artículo 26:
no existe, no puede producir ningún efecto que no haya sido enervado por la ley que concedió la
amnistía.
La condena debe ser una pena de prisión que no exceda de tres años, incluso en el caso de
concurso real o ideal de delitos. La condenación condicional no procede si la pena impuesta es
de reclusión, multa o inhabilitación, aunque estas dos últimas hayan sido dispuestas
conjuntamente con la prisión en la condena suspendida condicionalmente.
Fundamento de la Decisión:
La concesión de la condenación condicional no es una potestad discrecional del tribunal, sino
una potestad reglada ya que su concesión debe ser fundada bajo pena de nulidad, en la propia
sentencia condenatoria, en una serie de circunstancias personales y objetivas, demostrativas de
la inconveniencia del cumplimiento de la pena. Ellas son:
c) Los motivos que lo impulsaron a delinquir, que son las causas anímicas que lo movieron a
cometer el hecho, para constituir índices positivos de futura delictuosidad deben ser
demostrativos de inclinación o tendencia a delinquir.
d) La naturaleza del hecho atañe a la especie del delito y a las circunstancias de su ejecución,
pautas que tienden, también, a indicar si media proclividad a la reiteración delictiva.
Además de las mencionadas, el Tribunal puede considerar cualquier otra circunstancia, aunque
no se refiera al hecho cometido en sí mismo, en la medida que sean aptas para demostrar la
inconveniencia de aplicar una pena efectiva, como las referidas a la situación particular del
condenado, sus carencias individuales, sociales y familiares, etc.
La incorporación de más elementos de valoración a los que contenía el texto reformado del art.
26, obedece al designio de evitar con más seguridad la automaticidad de la admisión del
beneficio. La nulidad procede por la omisión de considerar alguno de dichos elementos o por su
consideración insuficiente con arreglo a los hechos probados en la causa.
El Tribunal no podrá guiarse por sus propias y exclusivas informaciones, sino que deberá requerir
las pertinentes para formar criterio al respecto (art. 26 § 1º, 3ª disp.). Las deberá requerir de las
autoridades, entidades o personas que estén en condiciones de ilustrarlo sobre las circunstancias
personales y objetivas enumeradas. Las partes pueden, también, aportar la prueba que
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En caso de incumplimiento de las reglas de conducta impuestas por el juez, durante el plazo de
prueba fijado, este término puede extenderse, porque el juez está facultado para no computar
como plazo de cumplimiento todo o parte del tiempo transcurrido hasta ese momento.
Revocación:
Si dentro del término de cuatro años a partir de haber quedado firme la sentencia, el penado
comete el nuevo delito, la condenación condicional le debe ser revocada, y debe sufrir la pena
impuesta en ella y la que le corresponde por el segundo delito conforme a lo dispuesto sobre
acumulación de penas.
La persistencia en el incumplimiento de las condiciones impuestas por el juez o su reiteración
durante el plazo de prueba fijado, faculta al juez a revocar la condicionalidad de la condena y, por
lo tanto, la pena de prisión impuesta en la sentencia debe hacerse efectiva en su totalidad.
Además, para que rija el término de ocho años, ambas condenas o una de ellas debe ser por
delito culposo ya que si los dos delitos son dolosos, el término es de diez años (art. 27, § 3º [Ley
23.057]).
Cuando la primera sentencia condenatoria fuere recurrida y confirmada respecto del carácter
condicional de la condenación, los plazos de cuatro, ocho o diez años señalados, se computarán
desde las veinticuatro horas del día en que se dictó la sentencia recurrida.
Bibliografía:
Fontan Balestra, Carlos
Núñez, Ricardo
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Lazcano, Carlos
Creus, Carlos