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En la Edad Media, los residuos urbanos se vertían en las calles o en los ríos. Esto
planteaba problemas de salud. Algunos residuos se recuperaban de la basura para
su reciclado.
En el siglo XIX, nos damos cuenta de que la higiene es importante para prevenir
las enfermedades y en 1883, el Prefecto de París, Eugene Poubelle, obliga a los
parisinos a arrojar sus residuos en un contenedor, que fue rebautizado con el
nombre de «basurero».
Además, condenan grandes áreas que, incluso después del cierre del sitio y del
relleno posterior, no son aptos para muchas actividades. Los residuos enterrados
siguen deteriorándose durante muchos años, la producción de lixiviados y de gas
(metano) tienen que ser evacuados y tratados por períodos de hasta varias
décadas.
Muchas son las limitaciones técnicas que son impuestas sobre el funcionamiento
de estos sitios: el suelo (lo más impermeable posible), la protección de los
recursos hídricos, el establecimiento de geomembranas (prevención de la posible
infiltración), tratamiento de efluentes …
DESECHOS CERO
Hacer su propio yogur con leche comprada en la granja = 0 residuos. La
fabricación de queso blanco y queso con leche de la granja comprado = 0 residuos.
Preparar platos caseros de productos frescos en lugar de recurrir a comidas
preparadas o a productos envasados. Bebiendo agua del grifo en lugar del agua
embotellada.
Hacer compost de residuos de cocina.
Evite el uso de productos desechables: tejidos, toallitas, maquinillas de afeitar …
Reutilizar las toallas de papel en el cuarto de baño. Rechazar las bolsas de las
compras…. etc.