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Desarrollo Perceptivo
Contenido
La percepción como capacidad para la adaptación..................................................................................2
La Visión.......................................................................................................................................................3
Metodología de investigación...................................................................................................................3
Preferencias visuales.................................................................................................................................4
La percepción de los objetos y las situaciones..........................................................................................7
La Audición................................................................................................................................................19
La atención temprana hacia los sonidos..................................................................................................19
Discriminación e identificación de sonidos del discurso y de la música................................................20
Percepción y Acción...................................................................................................................................31
Resumen.......................................................................................................................................................35
La Visión
El sistema visual del neonato es inmaduro. La calidad de nuestra visión
depende no sólo del funcionamiento de la retina y de los centros visuales
del cerebro sino también de diferentes mecanismos oculomotores que
sirven para traer imágenes a la retina. Por ejemplo, los movimientos de los
ojos, de varios tipos, son necesarios para situar un estímulo en el lugar
adecuado, explorar las partes de un campo visual y perseguir los objetos
que se mueven en el espacio. Si deseamos evitar la visión doble, debemos
ser capaces de fijar ambos ojos en el mismo objeto simultáneamente.
Nuestras pupilas deben ser capaces de dilatarse o contraerse a los cambios
de iluminación y nosotros debemos ser capaces de ajustar el cristalino, las
lentes de nuestros ojos, a los objetos que se acercan, teniendo en cuenta la
distancia del objeto al foco de la retina. Estos mecanismos de ajuste no
están bien formados en el recién nacido ni en el niño de las primeras
semanas, pero teniendo en cuenta estas limitaciones. ¿Cuáles son las
capacidades perceptivo visuales en el recién nacido y en el niño de los
primeros meses?
Metodología de investigación
Preferencias visuales
Parece que algunas propiedades de los objetos favorecen más que otras el
mantenimiento de la atención, tras la orientación inicial. En los casos de
recién nacidos de uno o dos días, se produjo una preferencia por objetos
moderadamente brillantes frente a los objetos muy brillantes y de brillo
atenuado. Maurer (1988) plantea que los niños tratan de modular la
cantidad de información que perciben y que por ello prefieren estímulos de
moderada intensidad o una combinación de diferentes estímulos visuales,
táctiles y auditivos de moderada intensidad. A su vez, también prefieren,
según este autor, conjuntos de estímulos de moderada complejidad e
intensidad. No obstante, con la evolución, la apreciación de los estímulos
cambia, y lo que se percibía como muy complejo con dos meses pasa a ser
simple con 6 meses. Todas estas observaciones han llevado a formular la
hipótesis de la discrepancia moderada: Los niños están más interesados en
observar los objetos que presentan una moderada discrepancia con sus
capacidades de conocimiento (Greenberg & O´Donnel, 1972; McCall,
Kennedy & Applebaum, 1977) y su experiencia anterior. Es interesante
resaltar el vínculo evidente de este planteamiento con las hipótesis del
desequilibrio cognitivo de Piaget y la Zona de Desarrollo Próximo de
Vygotski. Algunos resultados parecen consistentes con la hipótesis de la
discrepancia moderada. En la medida que los niños evolucionan van
dirigiendo la mirada a estímulos más complejos. Por ejemplo, en estudios
sobre ajedrez, en la medida que los niños incrementaban su experiencia sus
preferencias se iban cambiando hacia modelos y situaciones más
Figura 1
Los adultos pueden percibir la longitud de onda desde 400 hasta 700
nanometros. Entre 450 y 480 percibimos como azul, entre 510 y 540 el
verde, entre 570 y 590 el amarillo y entre 615 y 650 el rojo. Aunque vemos
algunas longitudes de onda como mezclas de colores (por ejemplo el verde
azulado se percibe en los 500 nm) la mayoría los vemos como un solo
color.
Figura 2
Dentro del rostro, parece que el
bebé tiene preferencia por
determinados rasgos. De este
modo su simetría, alto contraste,
movimiento y sonido parecen ser
sus prioridades perceptivas. Nos
encontramos con dos experimentos
que ayudan a comprender este
fenómeno. En el primer
Los niños recién nacidos (exp. 2) o más pequeños (exp 1), hasta 6
semanas, miraban por igual las figuras A y B, en positivo o en negativo,
con detalles o sin detalles, mientras los niños más mayores, (12
semanas) del experimento 1 preferían, como los adultos, la opción A en
la que se veía el positivo del rostro frente a la opción B en la que se veía
el negativo. En ningún caso preferían mirar las opciones C y D. En estas
últimas opciones las líneas dibujadas estaban presentes en el rostro, exp. 1
o bien se alteraba la colocación de los rasgos de la cara, exp. 2. En ambos
casos no se podía percibir un rostro humano sino sólo estímulos aislados.
Durante el primer mes de la vida los bebés prefieren seguir con sus ojos el
movimiento de las caras más que el movimiento de otros objetos. Esta
observación proporciona a los niños una experiencia que facilita el
aprendizaje de los detalles de la cara, lo que, tal vez, explicaría el por qué
los niños del experimento 1, a las 12 semanas prefieren el rostro en positivo
al rostro en negativo.
Los niños no sólo son capaces de discriminar los rostros sino que también
presentan preferencias hacia los rostros más atractivos (Langlois, Ritter,
Roggman, Vaughn, 1991). Estas preferencias se producen desde el tercer
día y se extiende a diferentes razas, género y edad. Los investigadores se
plantean la causa de estas preferencias y ofrecen algunas explicaciones. El
argumento principal reside en plantear que las caras son percibidas como
atractivas por el grado en que se acercan a un prototipo promedio. Se ha
comprobado que los niños a través de observar las caras van construyendo
un prototipo de las características físicas. Por ejemplo, después de
familiarizarse con un grupo de 8 caras, los niños de 6 meses responden a un
rostro promedio, que no había sido visto antes, como si fuese familiar
(Rubenstein, Kalkanis & Langlois, 1999). Basado en estos resultados,
parece probable que los niños rápidamente abstraen un prototipo de cara, a
partir de sus experiencias con los rostros. De este modo, parece que la
representación inicial del rostro humano de los recién nacidos es
enriquecida a través de la experiencia individual, convirtiéndose la última
en una factor indispensable del desarrollo perceptivo, como se constató
anteriormente en las observaciones de los niños recién nacidos con
cataratas.
Como nos indica Siegler (2005) Los programas de ajedrez compiten con
los más grandes campeones pero ningún sistema de visión por ordenador
es capaz de reconocer objetos tan bien como un niño de un año. La razón
es que cuando estás viendo, incluso en situaciones relativamente simples,
se requiere una cantidad de conocimiento sorprendentemente grande.
Needham, Baillargeon y Kaufman (1997) encontraron que al menos 3 tipos
Conocimiento físico: Nos permite percibir a cada objeto como una entidad
independiente con características propias. De este modo aprendemos que
una rueda del coche tiene propiedades distintas al volante o al parabrisas.
En esta situación una mano entró dentro del display y movió el cilindro
hacia un lado. Los niños miraron más tiempo cuando la caja azul se movió
a lo largo del cilindro que cuando lo hizo a la vez que la caja como si fuese
un solo objeto, sugiriendo que ellos veían el display como dos objetos y se
sorprendieron cuando este se movió como si fuera un solo objeto. En este
caso, los niños usaron el conocimiento configural para inferir que la caja
era distinta al cilindro. No obstante, en variaciones del experimento más
complejas, en las que era más difícil interpretar a simple vista de que
estábamos ante dos objetos, si se le proporcionaba alguna experiencia
complementaria al niño, como percibir el cilindro y la caja por separado
durantes 5 segundos, estos eran capaces de percibirlos también como
diferentes a partir de entonces.
Tal como hemos visto anteriormente, los niños son atraídos por el
movimiento humano. A la edad de 4 meses los niños ya prefieren mirar un
dibujo animado de una persona que luces estáticas. La habilidad de los
niños para discriminar diferentes variedades de movimiento humano es
sorprendentemente sofisticada. A los 3 meses de edad, los niños
discriminan entre imágenes en movimiento como caminar o correr. A los 5
meses son sensibles a otras propiedades como a las variaciones en los
modelos simétricos de los miembros del cuerpo (Booth, Pinto &
Bertenthal, 2002). Parece probable que la percepción del movimiento
implica tanto representaciones iniciales que han sido formadas por las
La identificación de los objetos por los niños, según Siegler (2005) requiere
determinar su localización en el espacio y si el objeto esta a su alcance o se
tienen que desplazar. Sin embargo, la percepción de la localización de los
objetos requiere percibir tanto la dirección como la distancia a la que se
encuentra un objeto con respecto a uno mismo. Cuando el objeto puede ser
visto, la percepción de la dirección no presenta un problema especial; sin
embargo determinar su distancia es mucho más complejo. La luz de un
display que llega a la retina nos permite especificar la altura y anchura pero
no la distancia a la que se encuentra. ¿Cómo puede entonces un mundo
tridimensional ser representado en dos dimensiones a través de la imagen
retiniana?. La respuesta está en los indicios monoculares y binoculares. En
el primer caso se corresponden a indicios obtenidos separadamente por
cada ojo, y en el segundo caso con la coordinación de ambos ojos.
Tal como los objetos se aproximan a nosotros van ocupando una mayor
proporción de nuestro campo visual. Este fenómeno es conocido como
expansión visual. A su vez, cuando una persona mueve su cabeza, las
imágenes retinianas de los objetos más cercanos percibidas con cada ojo se
mueven más rápido que las de los objetos lejanos. Esto es conocido como
paralaje del movimiento. Un tercer tipo de ayuda es la oclusión. Cuando
un objeto se mueve delante de otro, el objeto más cercano oculta partes del
más distante. Parece que los niños en el primer mes de la vida usan todo
tipo de indicios basados en el movimiento. En contraste, no es hasta los
6 o 7 meses que los niños son capaces de inferir la distancia a través de
indicios monoculares estacionarios que no impliquen movimiento. Estos
indicios son frecuentemente conocidos como ayudas pictóricas desde que
fueron descritos por Leonardo da Vinci. Entre ellas figuran las siguientes:
Figura 7
¿Podría esta habilidad estar presente antes de la edad del gateo?. Según
Flavell (2002), es bastante posible, dado que hay muchos indicios
perceptivos que ayudan a percibir la profundidad, aunque la percepción no
tiene por qué implicar rechazo o miedo. Campos y sus colegas han
encontrado que los bebés prelocomotores de dos meses presentan un
decrecimiento en el ritmo cardiaco cuando se les coloca en el lado
profundo del abismo, con respecto a cuando están en el lado superficial,
sugiriendo que pueden discriminar entre ambos (Campos, Hiatt, Ramsay,
Henderson, y Svejda (1978). De esta manera, cuando los bebés son
trasladados lentamente al lado superficial (zona sin abismo) y se les vuelve
a depositar en el cristal, colocan sus manos delante, conducta que no se
produce en el lado profundo. Es decir, parece que perciben la diferencia.
Sin embargo a estas edades los bebés no tienen todavía miedo al abismo. Si
les colocamos encima del lado profundo sus rostros parecen calmados, no
gritan y demuestran un decrecimiento del ritmo cardiaco, lo que significa
más atención que miedo. En contrapartida, los bebés gateadores, de 7 u 8
meses, si les colocamos en la zona del abismo, incrementan el ritmo
cardiado, lo que podría interpretarse como una reacción de miedo. La
conclusión sería que el miedo a estas situaciones sería una reacción propia
de la segunda mitad del primer año, cuando comienza la locomoción, algo
por otra parte bastante adaptativo.
La Audición
Para comprender el desarrollo de la percepción auditiva es imprescindible
la comprensión del sistema auditivo, aspecto sobre el que no nos vamos a
centrar pero que debe ser tenido en cuenta por el lector.
Los niños son sensibles a los sonidos, incluso antes de nacer. Cuando los
fetos de las últimas semanas son expuestos a sonidos fuertes se incrementa
el ritmo cardiaco. Una semana después del nacimiento los bebés escuchan
Los bebés son más sensibles a unos sonidos que a otros. Para ellos es
especialmente atractivo el sonido del lenguaje oral. Ellos reaccionan de
manera más destacable a los sonidos que se encuentran entre 1000 y 3000
Hz, que es el rango en el que se producen la mayoría de las conversaciones.
También reaccionan más a los sonidos que, como los de la conversación,
incluyen un rango de frecuencias, que a los sonidos puros que están en la
misma frecuencia. Ellos detectan con precisión sonidos de alta frecuencia.
Esta predisposición del bebé hacia la voz humana sirve de apoyo a otro
mecanismo básico que es la predisposición a discriminar el rostro humano
y los movimientos de las personas. En los tres casos hay una predisposición
perceptiva a la relación con las personas. Un sonido que es especialmente
atractivo es el de su propio nombre. Alrededor de los 4 meses los niños
dirigen más su atención a un altavoz que emite su nombre que a otro que
produce uno distinto. A su vez desde una muy temprana edad los niños
prefieren escuchar más el lenguaje nativo que otros. Además son capaces
de discriminar entre fragmentos de lenguajes diferentes, incluso cuando
estos lenguajes no son familiares. No obstante, la distinción principal la
realizan entre diferentes familias de lenguajes. Por ejemplo, un niño francés
distingue entre inglés y japonés pero no entre inglés y alemán (Nazzi,
Bertoncini y Mehler, 1998).
El discurso
Los niños de dos meses son capaces de discriminar entre sonidos similares
del discurso como ba, pa, ma, na, s y z. Su percepción de las diferencias
entre estos sonidos parece ser categórica, igual que su percepción de la
diferencia entre colores. Esto fue demostrado originalmente en
Según Siegler, los adultos tienen razón para utilizarlo, dado que los bebés,
de tan sólo dos días, lo prefieren más que el lenguaje adulto normal. En un
experimento se pone de manifiesto que los bebés miran más tiempo un
tablero cuando la recompensa por mirarlo es la escucha de una grabación
en el estilo de discurso infantil directo, frente al lenguaje normal adulto
(Cooper & Aslin, 1990). Además parece que el carácter reforzante, de la
escucha del discurso, es independiente de la comida o del confort que
pueda proporcionar la madre, lo que refuerza la hipótesis de su
independencia con respecto a la experiencia.
La Música
Los adultos fueron evaluados empleando los mismos ítems pero con una
tarea que forzaba la elección. En cada intento, los adultos fueron
preguntados para escoger el más familiar de los dos pares. Los adultos
codificaron en términos de tonos adyacentes más que en términos de tonos
absolutos. En conclusión nos encontramos en el desarrollo evolutivo con
un cambio muy importante en el foco de la atención. Mientras los niños
más pequeños se centran en los tonos en términos absolutos, los adultos
prefieren hacerlo en términos relativos (o tal vez, en muchos casos son
incapaces de hacerlo en términos absolutos).
Por último, señalar también, como sucede en el caso del discurso, que los
bebés prefieren escuchar composiciones musicales conocidas,
procedentes de su experiencia auditiva durante el periodo fetal. Este fue el
caso de mi hijo que escuchó frecuentemente durante el embarazo, a un coro
en el que cantaba su madre, el conocido Carmina Burana, de Carl Orff;
manifestando posteriormente, durante los primeros meses, una atención
especial hacia esta composición en comparación con otras obras musicales.
Hechos similares son recogidos por músicos conocidos en la crianza de los
bebés.
Wherteimer (1961) demostró por primera vez que los recién nacidos eran
capaces de mirar a la fuente de los sonidos. Un indicio que utilizan los
niños para localizar los sonidos es la diferencia de tiempo que los sonidos
emplean en llegar a los dos oídos. A este fenómeno se le denomina
diferencia inteaural temporal. A los 3 meses, los bebés en una sala
totalmente oscura son capaces de alcanzar los objetos que suenan. Sin
embargo y de manera sorprendente, este campo de investigación pone de
manifiesto como el desarrollo evolutivo, a veces, no es lineal, y ni tan
Una explicación fue la utilizada por Piaget que planteaba que cada sistema
sensorial se desarrolla inicialmente por separado para interconectarse
posteriormente, cuando alcanza un determinado grado de madurez. Sin
embargo, las investigaciones más recientes sobre la integración
intersensorial sugieren que los sistemas visuales y auditivos están
integrados desde el nacimiento. Esta ultima postura es sostenida por los
seguidores de Gibson.
Las imágenes y los sonidos son usados también por los bebés para
identificar objetos y eventos. Entre los estudios más conocidos sobre esta
materia están los de Elizabeth Spelke (1976) sobre la percepción bimodal
del lenguaje en la infancia. Su investigación demostró que los niños de 4
meses miran más a menudo unas imágenes de un rostro parlante de
un adulto cuando son acompañadas del movimiento de los labios. En
otro estudio de Walker (1982), con niños entre 5 y 7 meses, presentó
fotograma a fotograma a dos adultos, uno de los cuales emitía un monólogo
agradable y otro desagradable o con muestras de enfado. Los niños miraron
más tiempo la película que se correspondía con el sonido emitido por los
adultos que se adecuaba a las emociones expresadas, demostrando la
habilidad de los niños para detectar la correspondencia entre la expresión
visual (a través de gestos) y sonora (voz) de las emociones. Otros estudios
han demostrado también que los niños de 4 meses pueden establecer la
correspondencia entre voz y sexo del rostro, (Walker-andrews et al, 1991) y
entre voz y adulto/niño (Bahrick y otros, 1998). En los experimentos de un
programa de investigación de Kuhl y Meltzoff (1982, 1984, 1988),
siguiendo la versión del paradigma de Spelke, los niños miraron a dos
¿Para qué sirve esta especialización intermodal entre imagen y voz? (gestos
de la cara y movimientos de los labios).
Los estudios que tratan sobre la localización del auditorio en niños, nos
indican que existe una coordinación entre audición y visión desde el
nacimiento. La primera medida que se toma es el giro de la cabeza hacia la
fuente del sonido, que viene acompañado de la mirada.
Figura 8
El test fue realizado en una sala oscura. La cara del experimentador fue
iluminada por un foco para que sobresaliera y el bebé la percibiera. El bebé
fue sentado con su rostro posicionado a 10 pulgadas del experimentador. El
experimentador abría y cerraba lentamente su boca durante un periodo de
20 sg. A continuación adoptaba un rostro pasivo durante los 20 segundos
siguientes. En tercer lugar, sacaba y metía la lengua durante otros 20 sg.
para volver a un periodo de pasividad durante otros 20 sg complementarios.
Esta secuencia en 4 fases la repetía 12 veces. El bebé fue grabado con un
dispositivo de infrarrojos. Las sesiones fueron puntuadas para los
movimientos de apertura y cierre de la boca y salida y entrada de la lengua.
Meltzoff y Moore encontraron que los neonatos abrían sus bocas
significativamente más a menudo en respuesta a la abertura de la boca que
a la salida de la lengua del experimentador. Además sacaron más sus
Percepción y Acción
La percepción es una guía para la acción y a su vez, la acción modifica la
información perceptual. Por ejemplo, en los estudios sobre moving room la
información visual permite modificar la postura corporal, y en los estudios
sobre el alcance de los objetos en la oscuridad, a través del sonido, los
niños emplean la percepción del sonido de los objetos. Esta relación entre
percepción y acción se pone especialmente en evidencia en los niños que
presentan trastornos perceptivos, como es el caso de los ciegos, o niños con
trastornos visuales. En estos casos se presentan dificultades en el equilibrio
y control postural, así como retrasos significativos en las etapas del
desarrollo motor, como sentarse, gatear, ponerse de pie y caminar. Los
niños sordos también presentan retrasos en el desarrollo motor así como en
la velocidad de ejecución de los movimientos.
Para algunos autores, como Rochat (2004, p.170), los bebés como los niños
mayores y los adultos presentan una temprana propensión a procesar la
información más allá de la inmediatez de la experiencia perceptiva,
relacionando sus experiencias con el mundo de los objetos. Sin embargo,
según Rochat, se produce una disociación entre la capacidad de
representarse los objetos, lo que les permite distinguir, categorizar y
conceptualizar objetos, y la falta de competencia motriz, que le impide la
realización de acciones sobre los objetos. Por ejemplo, sólo al final del
primer año, cuando el niño es capaz de desplazarse podemos comprobar
eficazmente que el niño utiliza los objetos como herramientas,
distinguiendo entre medios y fines. Sin embargo, sabemos que mucho antes
comprende causalidades físicas cuando observan exposiciones dinámicas.
Este desequilibrio entre acción y representación es explicado por Rochat
Resumen
La percepción es un conjunto de procesos complejos del individuo que
implican la intervención de sistemas sensoriales diferentes que tienen una
finalidad común: recoger y procesar información de los fenómenos del
organismo y del medio para adaptarse al entorno de la manera más eficaz.
Los niños son sensibles a los sonidos, incluso antes de nacer. Cuando los
fetos de las últimas semanas son expuestos a sonidos fuertes se incrementa
el ritmo cardiaco. Una semana después del nacimiento los bebés escuchan
y responden a un amplio rango de sonidos. Cuando se les presentan sonidos
fuertes, ellos comienzan a mirar, sacuden sus labios erráticamente y
parpadean sus ojos con rapidez si están abiertos, o los aprietan si están
cerrados. Los sonidos más suaves no producen reacciones tan extremas.
Para ellos es especialmente atractivo el sonido del lenguaje oral. Un sonido
que es especialmente atractivo es el de su propio nombre. A su vez desde
una muy temprana edad los niños prefieren escuchar más el lenguaje nativo
que otros. Los niños de dos meses son capaces de discriminar entre
sonidos similares del discurso como ba, pa, ma, na, s y z. Su percepción de
las diferencias entre estos sonidos parece ser categórica, igual que su
percepción de la diferencia entre colores. Las predisposiciones lingüísticas
iniciales no persisten para siempre. Aunque los niños son inicialmente
sensitivos a muchos contrastes entre sonidos, si no se utilizan en su
lenguaje pierden la sensibilidad a los mismos. El comienzo del declive en
la habilidad para percibir sonidos no usados en el lenguaje nativo ocurre
sobre los 10 meses. La percepción del discurso implica mucho más que la
habilidad para discriminar entre sonidos. Entre otras habilidades, requiere
la identificación de voces de diferentes hablantes. Los bebés de 3 días
pueden identificar y preferir la voz de su madre en relación a otras voces.
Además de la preferencia por la voz familiar, en especial la de la madre,
parece que también prefieren escuchar historias conocidas. Un elemento
Una explicación fue la utilizada por Piaget que planteaba que cada sistema
sensorial se desarrolla inicialmente por separado para interconectarse
posteriormente, cuando alcanza un determinado grado de madurez. Sin
embargo, las investigaciones más recientes sobre la integración
intersensorial sugieren que los sistemas visuales y auditivos están
integrados desde el nacimiento.
Los bebés siguen unas “reglas” para fijar la atención que consisten
básicamente en explorar visualmente a las fuentes sonoras. Por este motivo,
realizan una exploración del rostro humano, al mismo tiempo que les
hablamos, coordinando progresivamente la audición con la visión. De este
modo, parece que el interés audiovisual de los humanos está presente desde
los primeros meses. Las imágenes y los sonidos son usados también por los
bebés para identificar objetos y eventos. Entre los estudios más conocidos
sobre esta materia están los de Elizabeth Spelke (1976) sobre la percepción
bimodal del lenguaje en la infancia. Su investigación demostró que los
niños de 4 meses miran más a menudo unas imágenes de un rostro parlante
de un adulto cuando son acompañadas del movimiento de los labios. Kuhl
y Meltzoff han encontrado que los niños de 4 meses parecen estar
capacitados en un tipo de lectura de los labios para algunos sonidos
básicos. Los estudios que tratan sobre la localización del auditorio en niños,
Meltzoff and Moore (1977, 1983, 1994) nos informan de haber obtenido
evidencias en sus estudios, que les permiten sugerir que los recién nacidos
son capaces de imitación gestual, lo que, por tanto, supondría un alto nivel
de coordinación intermodal. Sobre este planteamiento no hay acuerdo entre
los investigadores y el debate está abierto.
Para algunos autores, como Rochat, los bebés como los niños mayores y
los adultos presentan una temprana propensión a procesar la información
más allá de la inmediatez de la experiencia perceptiva, relacionando sus
experiencias con el mundo de los objetos. Sin embargo, según Rochat, se
produce una disociación entre la capacidad de representarse los objetos, lo
que les permite distinguir, categorizar y conceptualizar objetos, y la falta de
competencia motriz, que le impide la realización de acciones sobre los
objetos.