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¿Qué Es Adorar?
El hecho de que la adoración debe provenir del respeto por Dios imposibilita de
ser adoración mucho de lo que sucede en nuestros servicios. Muy frecuentemente
“adoramos” a Dios por medio de las tradiciones aprendidas de memoria. Isaías re-
gistró que esto no era propiamente “adoración;” dijo, “Dijo entonces el Señor: Por
cuanto este pueblo se me acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero
aleja de mí su corazón, y su veneración hacia mí es sólo una tradición aprendida
de memoria” (Isa. 29:13, LBLA). Nótese que la adoración de Dios que consiste de
tradiciones aprendidas de memoria no es aceptable para Dios. Por esto acuso que
mucho de lo que sucede en los servicios de la iglesia no puede ser considerado ado-
ración que agrada Dios porque no son más que una tradición aprendida de memoria.
Mi primera evidencia de hacer esta acusación es la batalla personal que tengo que
pelear dentro de mí mismo para que mi adoración sea aceptable. Fui bautizado en
Cristo cuando tenía doce años. He estado cantando con los hermanos los himnos
de Sion durante bastantes años, puedo cantar una gran cantidad de ellos sin mirar el
himnario y sin pensar en las palabras que estoy diciendo cuando las canto. Himnos
como “Oh Que Amigo Nos Es Cristo” (# 14); “Oh, Ven Sin Tardar” (# 83); etc., son
tan familiares para mí que puedo cantarlos a la mejor de mis capacidades musicales
mientras estoy pensando en el partido de fútbol que están pasando en la TV. He escu-
chado tantas oraciones ofrecidas en la Cena del Señor que probablemente podría citar
una gran porción de la oración que será ofrecida en la Cena el próximo Domingo, aún
cuando todavía no se haya dicho. Algunos de los sermones que escucho son tan fa-
miliares para mí que puedo nombrar los puntos principales después de escuchar unos
pocos minutos la introducción. El problema que todo esto plantea para mí, hasta
donde está implicada la adoración, es que algunas veces me permito a mí mismo ir a
través de las emociones de la adoración sin acompañarla con mi espíritu.
Asumo que soy un ser humano bastante normal y que los problemas que enfren-
to también lo confrontan otros Cristianos además de mí. Por consiguiente, estoy
bastante seguro de que hay un número de veces cuando los santos se reúnen para
El Hombre Debe Adorar a Dios 9
adorar a Dios cuando nuestras mentes (corazones) están removidas de la adoración Anotaciones
que ofrecemos, y lo que es ofrecido no agrada a Dios. Simplemente lo veneramos
con una tradición aprendida de memoria. (La reacción que algunos han tenido a este
problema es cambiar los elementos de la adoración. Lo que necesita ser atacado es
el problema en el hombre y no en los elementos que Dios ha autorizado divinamente
para ser usados en la adoración). Reconociendo esto como un problema que todos
enfrentamos, consideremos que cosas son necesarias para que la adoración sea agra-
dable a Dios a fin de que nuestra propia adoración personal sea aceptable al Señor
Dios Todopoderoso.
Como mencioné previamente, la adoración debe ser con respeto por Dios. Puede
haber y no será adoración aquella ofrecida por el hombre en la que no se tiene respeto
por Dios. Algunas de las cosas que deberían generar nuestro respeto por Dios son Su
omnipotencia, omnipresencia, omnisciencia, amor y santidad.
El hombre que no sea movido a adorar a su Creador que tiene tales atributos mara-
villoso como los mencionados arriba tiene problemas dentro de sí mismo. El hombre
que disfruta de las buenas cosas de los demás y nunca se detiene a decir “gracias”
tiene fallas morales. No obstante, muchos hombres consumen las cosas buenas de
Dios y nunca se detienen a expresar y manifestar su adoración a El. Respiramos Su
aire, comemos Su alimento, y usamos Su materia prima para producir nuestros bienes
pero nunca nos tomamos el tiempo para expresarle nuestra gratitud por todas las co-
sas buenas que ha hecho. Hay algo básicamente erróneo con el hombre que absorbe
estas cosas buenas de Dios y nunca se detiene a expresarle su reverencia y adoración.
El hombre debería sentirse en deuda hacia su Benefactor Divino.
La Oración
Otro elemento de la adoración practicado por los Cristianos primitivos era la ora-
ción; era una parte de la adoración pública y de sus vidas privadas (cfr. Hch. 2:42;
4:24-30; 1 Cor. 14:14-15). Como un elemento de la adoración, los Cristianos debe-
ríamos querer aprender más acerca de la oración de manera que podamos mejorar
nuestra vida de oración. Cuando me siento deprimido o tengo dudas con respecto
a si mi vida está agradando a Dios o no, una o ambas cosas están usualmente mal.
He fallado en orar como debiera o he fallado en pasar más tiempo en el estudio de
la palabra de Dios como debería. Por consiguiente, cada uno de nosotros tiene una
necesidad personal de dedicarse a sí mismo a la oración.
El Nuevo Testamento muestra que podemos orar por aquellos nos ultrajan y persi-
guen (Mat. 5:44), para que no entremos en tentación (Mr. 14:38), por los problemas
físicos que enfrentamos en la vida (Mat. 24:20; Stg. 5:13; Hch. 12:5), por los gober-
nantes civiles (1 Tim. 2:2), por el progreso del evangelio (2 Tes. 3:1), por los perdidos
(Rom. 10:1-2), etc. No obstante, en todo esto, deberíamos recordar que cualquier
cosa que pidamos está condicionada a que sea acorde a la voluntad del Señor.
Abusos en la Oración
Hay ciertos abusos que siempre han existido con respeto a la oración de los cuales
todos necesitamos ser conscientes y de los cuales necesitamos abstenernos. El co-
nocimiento de estos abusos nos ayudarán a ofrecer a Dios oraciones más aceptables.
1. Orando como espectáculo. Jesús dijo, “Y cuando oréis, no seáis como los hipó-
critas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas
de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido
su recompensa” (Mat. 6:5 - LBLA). Debemos ser cuidadosos de ofrecer nuestras
oraciones a causa de nuestra devoción a Dios antes que ser vistos por los hombres.
Nuestra devoción personal, privada a Dios es una salvaguarda a la adoración como
espectáculo (Mat. 6:6).
Los Cánticos
Dios ha mandado que los Cristianos ofrezcan el “fruto de sus labios” como sacri-
ficio de alabanza a Su nombre. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de
él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Heb.
13:15). Los hombres pueden ofrecer el sacrificio de alabanza a Dios, el fruto de sus
labios, cuando oran a Dios. Otra forma de ofrecer el sacrificio de alabanza a Dios lo
cual demanda de nosotros es a través de los cánticos. Cuando el hombre canta him-
nos de alabanza a Dios, está ofreciendo a Dios un sacrificio de alabanza. En cuanto el
cántico es una parte de la adoración divinamente revelada, esforcemonos en conocer
mejor lo que Dios espera de nosotros en la adoración a través del canto.
La Adoración Individual y Congregacional
Dios ha mandado que la adoración a través del cántico sea ofrecida sobre una base
congregacional e individual. Vemos un ejemplo apostólico aprobado de adoración
individual a través del cántico en Hch. 16:25 cuando Pablo y Silas levantaron sus
voces para alabar a Dios durante su encarcelamiento en Filipos. Las instrucciones
en Santiago 5:13 obviamente no estaban limitadas a la asamblea; involucraron la
adoración individual. Santiago escribió, “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga
oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas” (5:13). Otros pasajes muestran que el
individuo debe ofrecer adoración a Dios a través del cántico (cfr. Col. 3:16).
1. Salmos. “Con toda probabilidad el psalmoi de Efesios 5:19, Col. 3:16 son los
salmos inspirados del canón hebreo” (R.C. Trench, Sinónimos del Nuevo Testamento,
pág. 296).
2. Himnos. Un himno es un canto de alabanza a Dios. Un himno puede ser
también un salmo, aunque no todos los salmos son himnos y no todos los himnos
son salmos. Necesitamos comentar que el himno es principalmente uno que ofrece
alabanzas a Dios,
¿Cómo Cantamos?
Las Escrituras nos dicen no solo qué cantar, también nos dicen cómo debemos
cantar a Dios. Aquí están algunos de los requerimientos para la adoración aceptable
a través del canto:
(2) Con entendimiento. Pablo también dijo, “... cantaré con el espíritu, pero can-
taré también con el entendimiento” (1 Cor. 14:15). Esto demanda que entendamos
lo que estamos diciendo cuando cantamos el cántico. Necesitamos dar atención a los
cánticos que cantamos para estar seguros que los entendemos.
Anotaciones 1. Alabar a Dios. Uno de los primeros propósitos que Dios tiene en el cántico es
que ofrezcamos adoración a Su santo nombre. Toda criatura debería estar involucra-
da en la alabanza a Dios por las muchas cosas buenas que El ha hecho por nosotros
(lea el Salmo 103; 146-150; Rom. 1:21). El corazón que no ofrece adoración a Dios
por lo que ha hecho por nosotros es un corazón desagradecido.
2. Para enseñarnos los unos a los otros. Pablo nos instruyó a enseñarnos los unos
a los otros en los cánticos (Col. 3:16). Si uno revisa las páginas de su himnario, verá
un número de lecciones muy poderosas enseñadas a nosotros en los cantos.
3. Para exhortarnos los unos a los otros. Pablo también mencionó que el canto
fue diseñado para amonestarnos los unos a los otros (Col. 3:16). A través de esto,
podemos animar a otro a caminar en la forma que Dios nos ha mandado.
A medida que consideremos los propósitos divinos que Dios ha dado para que los
hombres canten, creo que podemos desarrollar un aprecio más grande por la adora-
ción que ofrecemos en los cánticos. Dios tiene algunos propósitos definidos en mente
al mandar que cantemos, a medida que lleguemos a entenderlos y apreciarlos, mejor
podemos cumplir Su voluntad en nuestro cántico.
También a medida que consideremos el profundo propósito espiritual del cántico
desarrollaremos un aprecio profundo por el contenido de lo que cantamos que por la
melodía. Siendo temor de que frecuentemente tenemos mayor aprecio por el tono
que por el contenido del canto. Cuando ese es el caso, hemos equivocado el propó-
sito principal de la adoración. Seamos cuidadosos de enfatizar la parte correcta de
la adoración.
Conclusión