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Nosotras, Nosotros y Nosotres:

Actrices Argentinas, ABOFEM (Asociación de Abogadas Feministas), RAF (Red de


Abogadas Feministas), Colectiva de Autoras, MUCABA (Musiques Unides en CABA),
MUTO (Musiques Transfeministas del Oeste), Fieras, Mujeres Audiovisuales (MUA),
Estudiantes de Artes Multimediales de la UNA y Bailarinas Por La Legalización.

Con la adhesión de:


Ni Una Menos / Campaña Nacional por el derecho al aborto legal seguro y gratuito CABA /
Madres Víctimas de Trata / Asamblea Permanente por los Derechos Humanos / Escritoras
Argentinas / Nosotras Proponemos Literatura / Nosotras Proponemos Visuales / FAI
(Feminismo Antiespecista Internacional) / Colectivo de Técnicas de cine y publicidad /
Campaña Gráfica Vivas nos queremos / Mujeres Trabajadoras de Comodoro Py / Escena
Política / Foro Danza en Acción / Red abolicionista Susi Betker / Las mariposas Auge-
acción urbana de género / Semana: se trata de NO + TRATA / Campaña Nacional contra la
trata y el sistema prostituyente / Ella (Mujeres de la comunicación) / Músicas Organizadas /
SEA Señas en Acción / Actrices de la comarca Viedma Patagones / Actrices Neuquén /
Actrices Catamarqueñas / Sangría / EDA Asociación Argentina de Editores Audiovisuales /
Periodistas Argentinas / SAE Sociedad Argentina de Editores / Agitando Voces /
Maquilladoras (unidad maqui/peini) / Red de Psicologues Feministas / Musandinas / Ojo
Obrero / Plenario de trabajadoras / Comisión por la libertad de Marcos Bazán / Actuemos
agrupación de artistas esceniques / Muma Bariloche / Comisión de género de abogades
culturales / Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que si nos ven” / Artistas del
movimiento San Luis / La Mujer y El Cine / Comediantes feministas / Actrices feministas
Córdoba / MITAD (Mujeres en Industrias Tecnológicas, Audiovisuales y digitales) / ARTAS
Colectiva feminista de Artes Escénicas Rosario / Movimiento antifascista LGBTIQ+ /
Colectiva de artistas Chaqueñas / Grupo performático Mariposas de Santiago del Estero /
Actrices Misiones / Actrices Neuquén / DOCA (Documentalistas de Argentina).

… Nos unimos en este día para visibilizar de forma masiva una realidad extendida en todos
los ámbitos académicos y laborales: la violencia de género y el acoso sistemático, ejercido
desde el abuso de poder.

Acompañamos en este acto la denuncia penal de Anahí de la Fuente, quien sufrió acoso y
maltrato dentro del Centro Cultural San Martín por un directivo que, a su vez, es
responsable de una cátedra dentro de la UNA, Universidad Nacional de las Artes.
También acompañamos a todas aquellas personas que día a día sufren violencia de género
en sus respectivos trabajos y universidades y que todavía no pudieron alzar su voz.
Repudiamos por completo el hecho de que un sujeto que ejerce este tipo de violencias,
ocupe cargos jerárquicos en espacios que reúnen la cultura, la educación y el Estado. Y
estamos aquí para decir basta.
En un país en donde el trabajo es cada vez más inaccesible y precarizado, no podemos
desoír las voces de quienes, por la necesidad imperiosa de conservar un puesto laboral,
deben soportar día tras día el acoso sexual y la vulneración de sus derechos
fundamentales.
Jefes que creen ser dueños de los cuerpos de sus empleades, manoseándoles, haciendo
comentarios sobre su aspecto físico y su vestimenta, insinuándose, persiguiéndoles y
castigándoles al menor asomo de rechazo, con gritos y trabajos fuera del horario pautado.
Tratándoles de incapaces, rebajándoles, por su género, a realizar tareas no
correspondientes y humillándoles públicamente en caso de no cumplir con sus reglas
machistas y autoestablecidas.
Estas personas, además, generan climas persecutorios y atropello laboral en las áreas que
lideran, propiciando el silencio y el temor de quienes atestiguan estos actos abusivos.
Cuando la víctima decide hablar, la amenazan de manera encubierta o directa. Cuando la
víctima decide denunciar, la dejan sin trabajo como a nuestra compañera Anahí.
Frente a la posibilidad de que algún otre empleado sea testigo y decida acompañar a la
víctima, utilizan diferentes métodos de extorsión; con prácticas obvias como: inesperados
aumentos de sueldo en un evidente intento de comprar su silencio. Si éstos no aceptan el
trato, también son amenazades con dejarles sin empleo.
Basta de encubrimiento, basta de naturalizar la violencia, basta de amiguismos que ubican
a agresores en espacios de poder, y definitivamente, basta de silenciar a las víctimas a
través de actos intimidatorios y de amenazas.
La mayoría de las veces, este funcionamiento es propiciado por un modo de contratación
basura, avalado por el Estado, el cual no asegura la protección de los derechos básicos de
les trabajadores.
La persona acosada, además de soportar el trauma de haber sido arrasada por el descaro
de su superior, queda desplazada de su fuente de ingresos y su espacio de pertenencia,
mientras el agresor conserva su puesto, protegido por la impunidad de quienes le otorgaron
sus privilegios.
Es sabido que esto no se limita solo al espacio laboral. En el ámbito académico, existen
docentes que acosan a les estudiantes. Con comentarios y acercamientos físicos
inapropiados, sometiéndoles a hostigamientos, y poniendo en juego su desempeño como
estudiantes y futures profesionales.
Esto no se limita a este caso, es una práctica sistemática que no vamos a tolerar más.
En paralelo, el sistema judicial sigue siendo indiferente frente a los relatos de las personas
agredidas, poniéndolas en el banquillo de los acusados, y revictimizándolas, con estándares
probatorios que no se adaptan a este tipo de delitos.
La mayoría de las veces, los casos son archivados y desestimados. O cuando se elevan a
juicio, éstos tardan meses -algunos años-, hasta su ejecución, mientras que las víctimas
siguen padeciendo las secuelas de los malos tratos y del desempleo.
Contra todo esto, exigimos un criterio de selección de personas formadas con perspectiva
de género para todos aquellos roles de poder y decisión dentro de todos los espacios
dependientes del Estado. Para esto, es fundamental la adhesión y aplicación de la Ley
Micaela.
Planteamos esto con la esperanza de que este criterio se extienda a cualquier ámbito
público, y también al privado. Porque sabemos que esto sucede en cualquier espacio de
trabajo: comercios, oficinas, fábricas, etc.
El sistema debe reinventarse de raíz para garantizar un clima laboral justo y saludable. El
trabajo debe dignificar, no humillar.
Debe aplicarse un protocolo de género en cada ámbito privado o público y debe ser
respetado por cada persona que integre esos espacios.
Tal como lo estipula la declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de
Naciones Unidas, "Los Estados deben aplicar por todos los medios apropiados y sin demora
una política encaminada a eliminar la violencia contra la mujer. Se entenderá que la
violencia contra la mujer abarca la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o
tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra."
Nosotres damos por sentado que esta declaración aplica también a todas las disidencias.

Exigimos eliminar las precarización laboral y las contrataciones basura, que dejan a les
empleades en estado de vulnerabilidad frente al maltrato, acoso y abuso. Esto es parte de
un sistema que atenta contra la integridad física y emocional de las personas.
Exigimos la reincorporación de manera urgente de las trabajadoras del Centro Cultural San
Martín que fueron removidas de sus puestos por animarse a denunciar.
Reclamamos la eliminación del nepotismo como forma de designación de cargos.
Queremos concursos transparentes, que además de tener en cuenta la capacidad de oficio
de les concursantes, evalúen su criterio respecto de la perspectiva de género.
Somos SESENTA organizaciones que decidimos unirnos para poner este tema frente a los
ojos de la sociedad.
Deseamos que se debata en todos los espacios laborales, y sobre todo, que se instale en la
agenda política y mediática, como un tema urgente.
Que frente a la denuncia de estos hechos, el sistema proteja a la víctima y no al victimario.
Que ninguna persona deba soportar, nunca más, situaciones de acoso, maltrato o abuso
para poder vivir de su trabajo.

Estamos juntes. No nos callamos más.

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