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Las necesidades humanas y su determinaci—n

Los aportes de Doyal y Gough, Nussbaum y Max-Neef al estudio de la pobreza (*)

Octavio Groppa
ogroppa@fibertel.com.ar

Instituto Para la Integraci—n del Saber


Universidad Cat—lica Argentina

Diciembre 2004

(*) (OSUHVHQWHWUDEDMRHVXQDUHYLVLyQ\DPSOLDFLyQGH´(OHQIRTXHGHODVFDSDFLGDGHVHQ$6HQ\01XVVEDXPµ
Erasmus VII n. 1. (2005)
SUM ARIO

INTR2'8&&,Ð1 ......................................................................................................................................................1
EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES DE AMARTYA SEN...................................................................3
Conceptos principales..............................................................................................................................................3
Valoraci—n cr’tica......................................................................................................................................................5
/$7(25Ì$'(/$61(&ESIDADES HUMANAS DE DOYAL Y GOUGH..........................................7
Presentaci—n de la propuesta ..................................................................................................................................7
Valoraci—n cr’tica......................................................................................................................................................9
EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES DE MARTHA NUSSBAUM....................................................11
Presentaci—n de la propuesta ................................................................................................................................11
Valoraci—n cr’tica....................................................................................................................................................15
LA MATRIZ DE NECESIDADES Y SATISFACTORES DE MANFRED MAX-NEEF .......................17
Presentaci—n de la propuesta ................................................................................................................................17
Valoraci—n cr’tica....................................................................................................................................................20
CONSIDERACIONES FINALES .........................................................................................................................21
%,%/,2*5$)Ì$ ........................................................................................................................................................26
I1752'8&&,Ð1
La cuesti—n de las necesidades humanas no ha sido un tema central en la teor’a econ—mica del
desarrollo. Si bien consideradas por Arist—teles y Marx, la corriente dominante en la econom’a del
siglo XX, apoyada sobre la antropolog’a simple ²de ra’ces conductistas (Sen, 1999b)² que le
ofrec’an el utilitarismo y el marginalismo, desestim— aquella tem‡tica compleja para comenzar a
hablar de preferencias. La categor’a se volvi— entonces patrimonio exclusivo de los cr’ticos (Ramos
Gorostiza, 2004) o de los estudios espec’ficos acerca de la pobreza.
La simplificaci—n metodol—gica que significaba el homo oeconomicus, al ser generalizada y
convertirse en categor’a totalizadora, encubr’a toda una antropolog’a y una Žtica: el economista ya
no debe preguntarse por las necesidades, que a la postre son cambiantes en cada contexto, sino
mirar las acciones que realizan los agentes. Ellas revelan las preferencias personales (Samuelson).
De tal forma, el mercado se constituye en el mejor informante. ƒl no es otra cosa sino expresi—n
del encuentro entre las distintas preferencias de los agentes. En consecuencia, los intercambios
all’ establecidos, en ausencia de regulaciones, son ²por definici—n² justos. No hay espacio para
los juicios de valor. De esta manera se renuncia a la definici—n te—rica de la necesidad en
EHQHILFLRGHXQDQiOLVLVPHUDPHQWH´GHVFULSWLYRµGHORREVHUYDGR/DQRFLyQGHSUHIHUHQFLDVIXH
revisada por varios autores bienestaristas, pero en la medida en que no la ligaron a un criterio
material permanece insatisfactoria.1
El concepto de necesidad fue trabajado, en cambio, por antrop—logos y psic—logos, entre
otros cient’ficos. Malinowski distingui— necesidades primarias, como las de nutrirse y beber, de
dormir y de satisfacci—n sexual, y necesidades secundarias, instrumentales o integradoras. Las
instrumentales derivan de los procesos puestos en marcha para satisfacci—n de las necesidades
primarias: son las necesidades de cooperaci—n, de arbitrar en conflictos, de conjugar los peligros
que amenazan a la comunidad, etc. Las segundas se refieren a los sistemas de comunicaci—n, de
control social y simb—licos. De ellas derivan mecanismos m‡s complejos: procesos de toma de
decisi—n, de legitimaci—n de la autoridad, reglas de sucesi—n, estructuras de gobierno, etc. (Alonso,
1986: 1-2). Por su parte, Abraham Maslow investig—, desde una perspectiva genŽtica, c—mo
aparecen distintos tipos de necesidad a lo largo de la vida del ser humano. Para este psic—logo
estadounidense, las necesidades humanas son demandas frente a desequilibrios que buscan ser
compensadas y, a medida que van alcanzando satisfacci—n, van complejiz‡ndose. En un proceso
din‡mico, una necesidad colmada le abre lugar a una nueva necesidad que reclama atenci—n. Las
necesidades primarias se relacionan con la subsistencia; luego aparecen las necesidades de
seguridad, seguidas de las de pertenencia y afecto, las necesidades de estima y, finalmente, las de
autorrealizaci—n. Las necesidades de los primeros cuatro estadios son denominadas de dŽficit (D-
needs), y pueden ser satisfechas. La necesidad de autorrealizaci—n o necesidades de ser (B-needs), en
cambio, incrementan su intensidad cada vez m‡s. El acento est‡ puesto en el individuo (Salvia y
Tami, 2004).
Entre los economistas cr’ticos, Keynes distingu’a entre necesidades absolutas y relativas:
ODVSULPHUDV´ODVH[SHULPHQWDPRVFXDOTXLHUDTXHVHDODVLWXDFLyQHQTXHVHHQFXHQWUHQQXHVWURV
SUyMLPRVµODVVHJXQGDVHQFDPELR´VRQUHODWLYDV~QLFDPHQWHSRUHOKHFKRGHTXHVXVDWLVIDFFLyQ
QRV HOHYD SRU HQFLPD \ QRV KDFH VHQWLU VXSHULRUHV D QXHVWURV SUyMLPRVµ2 Asimismo, Galbraith
(1984: 198-207) analizaba la desaparici—n en el discurso econ—mico de la noci—n de necesidades
establecidas independientemente para dar paso a las necesidades creadas mediante la publicidad,
OR TXH GHQRPLQy HO ´HIHFWR GHSHQGHQFLDµ $ SHVDU GH OD FODULGDG GHO DUJXPHQWR *DOEUDLWK QR
explicit— los criterios de distinci—n de los distintos tipos de necesidades y qued— expuesto a la

1 Una muy buena s’ntesis de las posturas al respecto puede verse en Nussbaum (2002: 190-206).
2 Keynes, J. M. Essays on persuassion, 365-366, citado por Galbraith (1984:196)

1
cr’tica de Hayek. Los razonamientos de Keynes y Galbraith tienen un antecedente en la teor’a del
consumo ostensible de Thorstein Veblen, quien en su Teor’a de la clase ociosa consideraba que la
motivaci—n econ—mica principal de las personas era la emulaci—n, expresada en la lucha por el
Žxito pecuniario y un ocio y consumo ostensibles (Ramos Gorostiza, 2004).
Ahora, si la necesidad es producida socialmente (Alonso, 1986) entonces se pierde la base
de comparaci—n,SXHV\DQRVHUiSRVLEOHSODQWHDUXQSDWUyQXQLYHUVDO´QRH[LVWHQQHFHVLGDGHVQL
tipos de necesidades aislados: cada sociedad tiene un sistema de necesidades propio y
caracter’stico que de ningœn modo puede ser determinante para criticar el que corresponde a otra
VRFLHGDGµ3 Las necesidades dependen, en œltima instancia, de la divisi—n del trabajo.
Hubo, empero, un campo en la econom’a donde el concepto de necesidad s’ fue utilizado,
SDUWLFXODUPHQWHDSDUWLUGHORVDxRV·ORVHVWXGLRVGHSREUH]DGRQGHse desarroll— la categor’a
GH ´QHFHVLGDGHV EiVLFDVµ DPSOLDPHQWH XWLOL]DGD SRU OD &(3$/ eVWDV VH UHILHUHQ D XQ HOHQFR
acotado de caracter’sticas que todo hogar deber’a poseer, relacionadas con la educaci—n del jefe,
la asistencia escolar de menores, el saneamiento de la vivienda o el hacinamiento, por ejemplo.
Esta categorizaci—n vino a complementar la definici—n de la pobreza en tŽrminos de ingreso
insuficiente para adquirir una canasta de bienes (la l’nea de pobreza) y captura la pobreza m‡s
estructural. Pero este indicador exigente deja fuera varios tipos de pobreza, adem‡s de no corregir
las falencias que supone la medici—n de la pobreza tomando en consideraci—n exclusivamente el
ingreso. En efecto, el mŽtodo de la l’nea de pobreza sirve como indicador global para conocer la
cantidad de pobres en tŽrminos de ingreso en una sociedad dada, pero revela serios l’mites si se
TXLHUHFRPSUHQGHUHOFRQWHQLGRGHOFRQFHSWRHVWRHVTXpVLJQLILFDHQFRQFUHWR´VHUSREUHµ²de
manera de poder aportar soluciones², debido a la informaci—n restringida en la que se basa.
Una contestaci—n al mundo feliz que propon’a la teor’a econ—mica cl‡sica la dio, sin lugar
a dudas, el economista indio Amartya Sen. Su trabajo fue un constante demoler las bases del
utilitarismo, en el que se basa la teor’a econ—mica neocl‡sica ²incluida la teor’a del bienestar², a
fuerza de usar sus propias herramientas. Mediante la noci—n de capacidades incorpor— de manera
decisiva el papel de la libertad en los estudios sobre desarrollo y las mediciones de pobreza. El
argumento principal de Sen es que a la hora de medir el bienestar y la pobreza se debe mirar el
espacio de las capacidades en vez de los bienes o recursos que se poseen. Con todo, Sen nunca
desarroll— un elenco exhaustivo de capacidades ni las justific— materialmente, de manera de
contar con un criterio general de evaluaci—n. Tal paso fue evitado de manera expl’cita por el
economista, aduciendo que dicha evaluaci—n debe ser singular en cada cultura. De otro modo se
caer’a en una nueva forma de colonialismo, lo que ser’a contradictorio con su proyecto, que
pretende ser pluralista y democr‡tico. Sin embargo ²del lado opuesto², si no se avanza en la
determinaci—n de ciertas capacidades con validez intercultural, el argumento pierde fuerza
normativa.
Otros, en cambio, s’ se atrevieron a dar dicho paso. Me detengo en este trabajo en tres
propuestas de sistematizaci—n de las necesidades/capacidades; dos del ‡mbito anglosaj—n y una
latinoamericana, que corri— por andariveles paralelos. Por un lado, tenemos el estudio realizado
por los irlandeses Doyal y Gough, Una teor’a de la necesidad humana. Estos autores prefieren
retornar a la categor’a de necesidad y elaborar una teor’a que sistematice los distintos tipos de
necesidades humanas, para as’ contar con un horizonte m‡s claro respecto del cual enfocar el
desarrollo y de manera que facilite la labor emp’rica. Ellos sostienen el car‡cter universal de
ciertas necesidades b‡sicas contra las posiciones relativistas. Por otro lado, est‡ el m‡s reciente
trabajo de la fil—sofa norteamericana Martha Nussbaum, quien, tambiŽn inspirada por Sen y
desde una perspectiva feminista, elabora una lista de capacidades centrales que fundamenta en
Arist—teles y propone como base para la pol’tica pœblica. Para aclarar la terminolog’a y los
antecedentes a estos dos trabajos expongo en la primera secci—n una s’ntesis de algunos aspectos

3 Heller, A. (1978), Teor’a de las necesidades en Marx, Pen’nsula, Barcelona, 115, citado por Alonso (1986: 3).

2
b‡sicos del enfoque de las capacidades de Sen. Finalmente, aunque primera en orden de
aparici—n, est‡ la matriz de necesidades y satisfactores de Manfred Max-Neef. Este economista
cr’tico chileno elabor— una lista de necesidades universales que se manifiestan y buscan
satisfacci—n en las diversas dimensiones de la existencia humana: en el orden del ser, del hacer,
del tener y del estar. El enfoque no apunta directamente a la medici—n, sino que constituye m‡s
bien una herramienta metodol—gica de evaluaci—n y diagn—stico social, apta para el trabajo en
comunidades locales. Cada una de estas propuestas es analizada en las distintas secciones de este
escrito.
Las nociones de capacidad o necesidad puede verse como otra manera de hablar de la
´YLGD EXHQDµ R HO ´IORUHFLPLHQWR KXPDQRµ 'H WDO IRUPD GHWHUPLQDU ORV FDPSRV HQ TXH VH
manifiestan es estar abriendo juicio impl’citamente acerca de lo que entendamos por realizaci—n
en las diversas dimensiones de la existencia humana. De aqu’ la necesidad de contar con un
esquema heur’stico y hermenŽutico que nos sirva de regla para no quedar presa de
particularidades culturales a las que se pretenda luego darles rango de universalidad, lo que ser’a
un etnocentrismo inaceptable. Pero, adem‡s, que permita realizar un desarrollo parsimonioso y
exhaustivo en aras a la acci—n pol’tica y a la medici—n de la pobreza, de manera de no repetir
indicadores (y, por tanto, juicios) sesgados por nuestros intereses.
Por œltimo, la complejidad de la tarea reclama una mirada interdisciplinar. En este sentido,
y por no agotar los aportes realizados en la materia, el escrito tiene car‡cter provisional y pretende
servir como aporte a la conformaci—n de un marco te—rico para una investigaci—n emp’rica.

EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES DE AM ARTYA SEN

Conceptos principales

En un art’culo que hizo historia, Amartya Sen criticaba las concepciones utilitarista, bienestarista
y rawlsiana a la hora de medir la desigualdad (Sen, 1993).4 Propon’a entonces que la cuesti—n de la
equidad deb’a ser medida en tŽrminos de capacidades b‡sicas y no de recursos que las personas
poseyeran, de sentimientos subjetivos (utilidad) o del estado general (medio) de la sociedad, como
lo hac’an el utilitarismo y la econom’a del bienestar. El concepto de capacidad fue desarrollado en
trabajos ulteriores (Sen, 1987, 1992, 1998). ƒsta fue una argumentaci—n importante de Sen, no
s—lo contra los utilitaristas y bienestaristas, sino tambiŽn frente a Rawls, para quien, en œltima
instancia, la igualdad se garantiza con iguales derechos y acceso a recursos.5
Sen no habla de capacity, sino de capability. Ambos tŽrminos significan capacidad en inglŽs,
pero mientras el primero se refiere a la habilidad para realizar algo, pero de algœn modo ya
desarrollada o demostrada (como puede ser la capacidad de correr cien metros en diez segundos
para un atleta), capability supone m‡s bien una habilidad no desarrollada o efectivamente realizada.
La primera es una capacidad actual; la segunda, potencial. El objetivo del desarrollo debe ser, por
tanto, incrementar el campo de estas potencialidades, de manera de incrementar el espectro de la
libertad. Con este concepto, el autor indio procurar‡ distanciarse tanto de las concepciones
libertarias y procedimentales, que buscar‡n tan s—lo una libertad formal, cuanto de los reg’menes
totalitarios, que pondr‡n el acento en la planificaci—n estatal o en la limitaci—n o simple supresi—n
de las libertades individuales.6

4 El trabajo fue expuesto por primera vez en 1980.


5 En otras palabras, para este fil—sofo bastar’a con estructurar un esquema jur’dico conforme a la justicia, lo cual supone que las
desigualdades generadas dentro de ese esquema sean aceptables s—lo si no empeoran la posici—n de los menos aventajados. VŽase
Rawls (1993).
6 (VWROHSHUPLWLUiFULWLFDUHO´p[LWRµGHSDtVHVFRPR6LQJDSXUR&KLQD

3
En su enfoque, Sen articula las capacidades, los funcionamientos o realizaciones y los bienes
primarios (commodities). B‡sicamente, el primer concepto se refiere a las opciones (modos de ser o
quehaceres) asequibles a una persona entre los cuales puede elegir lo que razonablemente valora.
Los funcionamientos son las realizaciones o logros, esto es, las capacidades de ser o hacer elegidas
por cada persona de entre las n combinaciones que se le presentan. Los bienes primarios, por su
parte, son convertidos (mediante el uso que se les da) en algo valorado. Este factor de conversi—n
depende a su vez de las capacidades y situaci—n de las personas (Sen, 1987, 1992, 1997, 2000, Sen
y Foster, 2003). En efecto, una persona puede contar con multitud de bienes primarios (recursos)
y no tener la capacidad para darles un uso adecuado y transformarlos en algo valorado para su
vida. Algunos ejemplos pueden ser los siguientes: la disponibilidad de transporte pœblico no vale
lo mismo para un anciano, para una persona inv‡lida que para un joven; o bien, el mismo monto
de ingreso no significa lo mismo para una persona enferma que para una sana (Sen y Foster,
2003). En pol’tica, por tanto, no se trata tanto de proveer bienes, cuanto de garantizar las
capacidades. De esta manera se salvaguarda la libertad de las personas, que para Sen es el objetivo
del desarrollo humano.
En consecuencia, son las capacidades las que conforman el espacio respecto del cual se
debe predicar la igualdad (Sen, 1993). En dicho espacio la pobreza es absoluta, si bien puede ser
relativa en el de los recursos o bienes (Sen, 1997). Alcanzar un nivel aceptable de participaci—n
social puede suponer mayor cantidad de recursos (educativos, por ejemplo) en una sociedad
avanzada que en otra m‡s primLWLYD(QHVWHVHQWLGRSXHGHKDEHU´UHTXHULPLHQWRVYDULDEOHVGH
UHFXUVRV SDUD VDWLVIDFHU OD PLVPD QHFHVLGDG DEVROXWDµ 6HQ   7 No obstante, para
funcionar humanamente existen precondiciones absolutas. As’, por ejemplo, la ausencia de la
capacidad de estar bien nutrido es privativa en cualquier cultura.
De aqu’ se desprender’a la necesidad de establecer umbrales para evaluar. Sin embargo,
Sen no desarroll— un elenco exhaustivo de capacidades ni estableci— umbrales. Por lo dem‡s, no
todas las capacidades son f‡cilmente mensurables. Ahora, si bien no realiz— una tarea sistem‡tica,
a lo largo de sus escritos se observan numerosos ejemplos de capacidades: sobrevivir o evitar una
PXHUWHSUHPDWXUD 6HQ ´FRPHUELHQ\QRSDGHFHUHQIHUPHGDGHVHYLWDEOHVµ´SDUWLFLSDU
HQ OD YLGD GH OD FRPXQLGDGµ ´UHVSHWDUVH D XQR PLVPRµ 6HQ    HO HPSOHR 6HQ 
122-123), la libertad de elegir (sea como libertad de bienestar o de agencia), capacidad de lectura y
escritura (Sen, 2000: 130-  ´FDSDFLGDG SDUD OOHYDU XQD YLGD UHVSRQVDEOHµ 6HQ   
Kahn agrega, adem‡s, la capacidad de moverse de un lugar a otro, la de evitar temores
innecesarios e inœtiles y tener experiencias placenteras o la de estar bien informado (Kahn, 2004:
11), y Gough (2 ODVGH´VHUIHOL]µ\´VHUFDSD]GHDSDUHFHUHQS~EOLFRVLQDYHUJRQ]DUVHµ 6HQ
1997). En todo caso, si bien se reconoce un car‡cter absoluto de la pobreza en tŽrminos de
capacidades, la respuesta a la pregunta acerca de a cu‡les capacidades hemos de prestar atenci—n
depender‡ de cada contexto:
En el contexto de algunos tipos de an‡lisis social, al tratar con la pobreza extrema en las
econom’as en desarrollo, podemos avanzar mucho con un nœmero relativamente peque–o de
funcionamientos centralmente importantes y de las capacidades b‡sicas correspondientes (por
ejemplo, la habilidad para estar bien nutrido y tener buena vivienda, la posibilidad de escapar
de la morbilidad evitable y de la mortalidad prematura, y as’ sucesivamente). En otros
contextos, que incluyen problemas m‡s generales del desarrollo econ—mico, la lista puede ser
mucho m‡s larga y diversa. (Sen, 1998: 56)

Las capacidades est‡n formadas por elementos propios de la persona y por otros que
hacen a la estructura social. Por ejemplo, la capacLGDG´OLEHUWDGGHHOHJLUµVXSRQHDVXYH]RWUDV
capacidades, como la de una cierta madurez interior y opciones reales externas entre las cuales
elegir.

7 N—tese c—mo en esta Žpoca ²1982², Sen usaba de manera intercambiable las nociones de capacidad y necesidad.

4
Sen reconoce al menos cinco fuentes de diferenciaci—n del propio bienestar:8 a) las
caracter’sticas personales (sexo, edad, estado de salud, educaci—n, etc.), b) el medio ambiente
(poluci—n, cat‡strofes, epidemias, temperaturas extremas), c) clima social (prevalencia del delito,
capital social, instituciones), d) convenciones y costumbres sociales (el modo como se establece la
diferenciaci—n social, discriminaci—n, bases sociales del autorrespeto) y e) distribuci—n de los
bienes al interior de la familia (Sen, 2000: 94-96). No obstante lo expuesto, alega que la definici—n
de necesidades debe ser determinada mediante debate pœblico (Sen, 2000: 192).
La consecuencia pr‡ctica del enfoque es la necesidad de contar con pluralismo
informativo. La dependencia de una œnica fuente, como el ingreso o los precios, responde a la
visi—n utilitarista. Una dificultad aneja surgir‡ a la hora de establecer la importancia (ponderaci—n)
que se le dar‡ a cada capacidad en miras a una medida agregada. En todo caso, sostiene Sen, estas
decisiones deber‡n ser expl’citas, abiertas al escrutinio pœblico, consensuadas, procesos por lo
general ausentes en las mediciones actuales (y no por innecesarios, sino por encubiertos, como
ocurre al utilizar el PBI9 como criterio de bienestar) (Sen 2000: 101-107; Sen y Foster, 2003). En
efecto, si hay restricci—n, hay criterio de elecci—n, y Žste debe ser transparente.
En s’ntesis, para Sen, el desarrollo humano, en contraposici—n a la noci—n tradicional de
desarrollo (econ—mico), debe tener como meta la libertad (Sen, 2000) y Žsta equivale a un
espectro de capacidades lo m‡s amplio posible.

Valoraci—n cr’tica

Uno de los grandes mŽritos de Amartya Sen ha sido el de incorporar la cuesti—n de la Žtica en el
razonamiento econ—mico. Si bien su enfoque no fue fundado acabadamente (Dussel, 2002), la
sensibilidad que tiene para con los despose’dos sirvi— para abrir un campo de an‡lisis y estudio
del desarrollo, en particular en lo relativo a la confecci—n de indicadores para la medici—n del
bienestar que superen la restricci—n informativa que ofrecen los ’ndices convencionales, trayendo
a la luz tem‡ticas desatendidas (como la situaci—n de la mujer o la distribuci—n de los bienes al
interior de los hogares).
Lejos de realizar aqu’ un an‡lisis exhaustivo de la propuesta de Sen, nos detendremos en
algunas de las cr’ticas m‡s salientes que se le han hecho a su enfoque. Varios autores le han
objetado el car‡cter incompleto de su teor’a, particularmente en relaci—n con la falta de una mejor
sistematizaci—n de las capacidades (Doyal y Gough, 1991; Nussbaum, 2002; Gasper, 2002), dado
que ²como hemos se–alado² Žl no estableci— un listado de capacidades. Es m‡s, Sen subraya que
todo indicador o lista de este tipo deber’a ser confeccionada mediante debate pœblico.10
2WURSXQWRFUtWLFRHVODDFXVDFLyQGHTXHVXWHRUtDDGROHFHGHDPELJHGDG &RKHQ 
Algunas preguntas en este sentido fueron formuladas oportunamente por Williams (2003).
3ODQWHDED HVWH DXWRU ´VL DOJXLHQ WLHQH XQD FDSDFLGDG ¢GHEH WHQHU OD FDSDFLGDG R OD OLEHUWDG GH
HOHJLU" «  ¢ODV FDSDFLGDGHV LPSOLFDQ OD RSRUWXQLGDG R OD KDELOLGDG GH HOHJLU"µ «  ¢todas las
FDSDFLGDGHV LPSOLFDQ OD RSRUWXQLGDG R OD IDFXOWDG GH HOHJLU"µ HQ WDO FDVR ¢TXp RFXUUH FRQ OD
FDSDFLGDG´H[WHQVLyQGHODYLGDµ"'HOPLVPRPRGR*DVSHU  VHxDODFRPRGHIHFWRTXHOD
noci—n de capacidades usada por Sen mezcle caracter’sticas propias de las personas con
FXHVWLRQHV GH tQGROH REMHWLYD R LQVWLWXFLRQDO 6HQ HPSHUR HV FRQFLHQWH GH HVWD DPELJHGDG \
pretende justificarla:

8 Aqu’ no se refiere a elODVFRPR´FDSDFLGDGHVµDXQTXHELHQSRGUtDKDEHUXVDGRHOWpUPLQR


9 En el que, por citar unos pocos casos, se incluyen los gastos en defensa y en producci—n de armas, pero no todas las tareas
gratuitas (como las que realizan las mujeres que son amas de casa o las de voluntariado).
10 El argumento, por cierto elegante y respetuoso, no deber’a ser criterio definitivo para evitar abocarse a la tarea. El debate podr’a

hacerse a posteriori, permitiendo correcciones sucesivas, como de hecho ocurre con la propuesta de Nussbaum.

5
Es cierto que la libertad no es un concepto sin problemas. Por ejemplo, si no tenemos el valor
para elegir vivir de cierta manera, aunque podemosYLYLUGHHVDPDQHUDVLDVtORHOHJLPRV¢SXHGH
decirse que tenemos la libertad de vivir de esa manera, es decir, la capacidad correspondiente?
No es mi finalidad aqu’ encubrir preguntas dif’ciles de este y otros tipos. En la medida en que
KD\ DPELJHGDGHV HQ HO FRQFHSWR GH OLEHUWDG HVWR VH GHEH UHIOHMDU HQ ODV DPELJHGDGHV
correspondientes a la caracterizaci—n de la capacidad. (Sen, 1998: 58)

Este razonamiento, sin embargo, depende del concepto de libertad que maneja, que es el
de una libertad formal, entendida como mera capacidad de elegir.11 Tal concepto de libertad
requiere de un principio material (Dussel, 1998, 2000) que le dŽ contenido. Considero que la
noci—n de capacidad pretende cumplir esta funci—n. Sin embargo, la relaci—n entre capacidad y
libertad nunca fue acabadamente fundada por el autor. En algunos puntos, Sen parece todav’a
quedar presa del lenguaje y los presupuestos de los grupos con los que dialoga, a saber, fil—sofos
anal’ticos y economistas neocl‡sicos.
En este sentido, capacidad es m‡s que libertad de elecci—n. Puede incluir, adem‡s,
dimensiones no relacionadas con el propio bienestar, como el compromiso. As’ se entiende la
insistencia sobre la capacidad, y la necesidad de incorporar aqu’ elementos que hacen m‡s bien a
las oportunidades objetivas que se le presentan a la persona. El objetivo buscado es incluir en el
debate sobre la pobreza las opciones asequibles, reales, que tienen las personas y superar el
discurso de la igualdad como mera igualdad deGHUHFKRVXRSRUWXQLGDGHVIRUPDOHV(QHIHFWR´OD
capacidad de una persona depende de varios factores, que incluyen las caracter’sticas personales y
ORVDUUHJORVVRFLDOHVµ 6HQ 
6LQHPEDUJRODDPELJHGDGVHxDODGDKDUtDVXPDPHQWHFRPSOHMRHOWratamiento cient’fico
de las capacidades. Para corregir dicho punto, Gasper propone hablar de capacidades-S (por
skills, habilidades, y substantive, sustantivas) y capacidades-O (por opciones y oportunidades)
(Gasper, 2002). Nussbaum, que tambiŽn criticar‡ el punto, distinguir‡ ²como veremos²
capacidades combinadas y capacidades b‡sicas.
Hemos de tener en cuenta, como se–alamos m‡s arriba, que las capacidades suponen
razones para valorar. Con este matiz Sen pretende evitar cualquier trivializaci—n de la elecci—n. No
VHSRGUtDIXQGDUUD]RQDEOHPHQWHOD´FDSDFLGDGµGHFRQWDUFRQXQDXWR~OWLPRPRGHORDVtFRPR
tampoco un supuesto incremento en las capacidades por pasar de tener la opci—n de elegir entre
diez marcas del producto x a elegir entre veinte. Si bien es cierto que repetidamente el
economista indio ha expresado que la ampliaci—n del campo de elecci—n incrementa las
capacidades, es evidente que no se trata de una cuesti—n meramente cuantitativa. El tema es
considerado por el autor al tratar acerca de la evaluaci—n de las capacidades y su ordenamiento:
´(V H[WUDxR FRQFOXLU TXH OD OLEHUWDGGHXQDSHUVRQDQRHVPHQRUFXDQGRWLHQHTXHHOHJLUHQWUH
WUHV RSFLRQHV D ODV TXH FRQVLGHUD UHVSHFWLYDPHQWH ¶PDOD· ¶KRUURURVD· \ ¶HVSDQWRVD· TXH FXDQGR
puede elegir entrHWUHVRSFLRQHVDODVTXHFRQVLGHUD¶EXHQD·¶H[FHOHQWH·\¶VREHUELD·µ 6HQ
60). En tal caso, entonces, la lista de capacidades no ser‡ infinita y deber’a poder acotarse. Para
ello, indudablemente, hace falta una teor’a del bien (como se advierte subyace al ejemplo
anterior), una Žtica, cuesti—n que el autor no explicita y que constituye otro punto que se le ha
criticado al enfoque (Gasper, 2002; Dussel, 2002).12 La cuesti—n nunca fue resuelta de manera
definitiva por el economista.
Por œltimo, la relaci—n entre capacidades y funcionamientos no tiene un solo sentido. La
definici—n dada por Sen indica que un funcionamiento supone una reducci—n (por la elecci—n) del
campo de las capacidades. Sin embargo, hay funcionamientos que generan capacidades, como un

11 Por ejemplo, en Commodities and capabilities, considera la situaci—n en que una persona alcanza la combinaci—n de
funcionamientos que evalœa como mejor a) teniendo la posibilidad de elegir entre otras y b) careciendo de dicha posibilidad. El
resultado en tŽrminos de bienestar entre ambas alternativas es el mismo, pero Sen considera que su libertad es m‡s restringida en
b) (Sen, 1987, 9).
12 E. Dussel ha se–alado el aporte que la Žtica de la liberaci—n puede hacer aqu’ (Dussel, 2002)

6
alto grado de educaci—n. Por lo tanto, la vinculaci—n no va s—lo de Žstos hacia aquŽllos, sino que
tambiŽn se da a la inversa. Este complejo escenario merece un mayo desarrollo te—rico.

L$7(25Ì$'(/$61(&(SIDADES HUMANAS DE DOYAL Y GOUGH

Presentaci—n de la propuesta

Doyal y Gough desarrollan una teor’a de las necesidades humanas.13 El objetivo que persiguen es
el de buscar indicadores para medir el bienestar entre las naciones. Su procedimiento incluye
varias etapas: parten de objetivos universales (participaci—n social plena o prevenci—n de grave
da–o), de los que se desprenden necesidades b‡sicas (salud f’sica y autonom’a), las cuales se
realizan mediadas por lo que llaman necesidades intermedias.
Comienzan su obra analizando los diversos discursos sobre las necesidades, concluyendo
que actualmente casi todos los investigadores sociales tienden a interpretarlas como constructos
FXOWXUDOHV \ HQ FRQVHFXHQFLD UHODWLYDV 0LHQWUDV XQRV ODV ´GHUHFKDVµ  LJXDODQ QHFHVLGDGHV D
SUHIHUHQFLDVRWURV ODV´L]TXLHUGDVµ VRVSHFKDQTXHORVLQWHQWRVGHGHILQLUODVFRQVWLWX\HQIRUPDV
encubiertas de imperialismo. Los autores proponen, en cambio, un concepto universal de
necesidad, dejando espacio para la existencia de satisfactores din‡micos y abiertos. Dado que
apunta a la medici—n, su teor’a pretende ser sustantiva y procedimental (p. 4).
Consideran que la noci—n de necesidad puede ser interpretada como dinamismo o
impulso, como objetivo o estrategia o tambiŽn como deseo. El primer caso es generado a partir
de un desequilibrio que busca ser compensado a modo de la homeostasis. Tal es la interpretaci—n
que subyace, por ejemplo, al modelo de Maslow, y que ellos rechazan por dos razones: en primer
lugar, porque creen falsa la secuencia temporal propuesta por el psic—logo estadounidense
(se–alan el caso de los escaladores, quienes anteponen la necesidad de autorrealizaci—n a la de
seguridad) y, en segundo, porque comprender la necesidad como mera compulsi—n puede llevar a
trivializar el concepto, incluyendo t—picos como la necesidad de fumar o drogarse. El segundo
caso (necesidad como objetivo o estrategia) incluye metas universales y para ello definen el
criterio de evitar grave da–o. Este tipo de necesidad debe ser fundamentada mediante una raz—n y
Žsta debe ser pœblica, en el sentido de una comprensi—n compartida (pp. 40-41). Aqu’ radica,
segœn los autores, el car‡cter de universalidad de la definici—n. As’ las distinguen de los deseos
(tercera manera de entender la necesidad), que no pueden ser fundamentados de esta manera. Si
los deseos son intencionales, las necesidades, dir‡n, son extensionales, esto es, dependen del
´PRGRFRPRHVHOPXQGRµ S 
Establecido el objetivo universal, se apoyan en Kant para definir las necesidades b‡sicas
universales. Se–alan que el fil—soIR DOHPiQ HQVHxD TXH ´SDUD TXH ORV LQGLYLGXRV DFW~HQ \ VHDQ
UHVSRQVDEOHVGHEHQWHQHUFDSDFLGDGPHQWDO\ItVLFDSDUDKDFHUOR « XQFXHUSRTXHHVWpYLYR\
« FRPSHWHQFLDPHQWDOSDUDGHOLEHUDU\HOHJLUµ S 'HDTXtGHGXFLUiQTXHHVWDVQHFHVLGDGHV
b‡sicas son dos: la salud f’sica y la autonom’a. Definir‡n la primera en tŽrminos biomŽdicos, para
asegurar una base universal, dada la estructura comœn que tienen todos los seres humanos.14 La
autonom’a, por su parte, es alcanzada e influida en un sentido triple: por el nivel de comprensi—n
que una persona tiene respecto de s’ misma, de su cultura y de lo que se espera de ella (lo cual
VXSRQHPtQLPDLQWHUDFFLyQVRFLDO\KDELOLGDGHVOLQJtVWLFDV SRUODcapacidad psicol—gica (cognitiva y
emotiva) para formular opciones por s’ misma y por las oportunidades objetivas que le permiten

13 En esta secci—n me limitarŽ a referir entre parŽntesis s—lo las p‡ginas correspondientes a su obra fundamental, Doyal y Gough
(1991).
14 Por otra parte, sostienen los autores, salvo en los casos de enfermedades leves o cr—nicas, el modelo biomŽdico se presenta

superior a los enfoques tradicionales en medicina (pp. 58-59).

7
obrar (libertad de agencia o de elecci—n personal, libertad pol’tica y capacidad de aceptar o
cambiar las reglas de la cultura) (p. 60).15
En s’ntesis, el objetivo œltimo de la teor’a es evitar el da–o grave, definido de dos
maneras: como incapacidad para perseguir la propia visi—n de bien, o bien, como impedimento a
una participaci—n social exitosa. La salud f’sica y la autonom’a son la condiciones para alcanzar
dicho estado (p. 171). Una participaci—n social restringida puede, por tanto, ser ocasionada por
una enfermedad f’sica o mental, por una privaci—n cognitiva o por oportunidades restringidas.
A partir de este esquema, los autores pretenden avanzar realizando el trabajo que Sen
evit—: el de construir una lista de necesidades (p. 156) para entonces buscar indicadores para
mensurarlas. Ahora, dado que su objetivo es realizar una medici—n que permita comparar el
desempe–o entre distintas naciones, la tarea ser‡ la de identificar satisfactores que contribuyen a
satisfacer necesidades b‡sicas en distintos contextos culturales. Entonces los buscar‡n con ciertas
FDUDFWHUtVWLFDV XQLYHUVDOHV GHILQLGDV pVWDV FRPR ´DTXHOODV SURSLHGDGHV GH ELHQHV VHUYLFLRV
actividades y relaciones que potencLDQODVDOXGItVLFD\ODDXWRQRPtDKXPDQDHQWRGDVODVFXOWXUDVµ
(p. 157). De esta manera, los autores creen encontrar el puente entre las necesidades universales
b‡sicas y los satisfactores socialmente relativos. Por esta raz—n a estas caracter’sticas universales
ODVGHQRPLQDQ´QHFHVLGDGHVLQWHUPHGLDVµ
Para realizar su tarea parten de los conceptos utilizados por la OMS de disfunci—n,
incapacidad y desventaja. Sostienen que es el segundo concepto, que se encuentra en una
posici—n intermedia entre la disfunci—n, de orden t’picamente fisiol—gico, y la desventaja, que
supone un contexto social, el que puede ser operacionalizado de manera transcultural para medir
la satisfacci—n de necesidades (p. 174). De esta manera van seleccionando indicadores relativos a
la salud (enfermedades f’sicas) y a la autonom’a (enfermedades mentales, dŽficit de habilidades de
aprendizaje y cognitivo, y de oportunidades y roles sociales) que puedan ser v‡lidos
interculturalmente.
La evidencia acerca de quŽ sea universalmente necesario deriva aqu’ de dos fuentes
FLHQWtILFDV´HOPHMRUFRQRFLPLHQWRWpFQLFRGLVSRQLEOHTXHDUWLFXODUHODFLRQHVFDXVDOHVHQWUHVDOXG
ItVLFD R DXWRQRPtD FRQ RWURV IDFWRUHVµ \ ´HO FRQRFLPLHQWR DQWURSROyJLFR FRPSDUDWLYR VREUH
pr‡cticas en numerosas culturas y subculturas, estados y sistemas pol’ticos del mundo
FRQWHPSRUiQHRµ S (VWRVHPDWHULDOL]DHQODREUDHQXQDDEXQGDQWHFLWDGHFRQFOXVLRQHV
de trabajos cient’ficos (de la psicolog’a, la medicina, la psiquiatr’a y la antropolog’a,
principalmente) que usan para respaldar su teor’a.
Si bien destacan que lo que distingue a su taxonom’a de otras es que surge de la teor’a (p.
157), reconocen que su lista de necesidades intermedias es, como todas, arbitraria en cierto
VHQWLGR /RV JUXSRV FRQVWLWX\HQ ´HQYROWRULRV YHUEDOHVµ R ´HWLTXHWDVµ SDUD GHPDUFDU GLVWLQWDV
FDUDFWHUtVWLFDV /D DPELJHGDG UHPDQHQWH SRGUtD VHU GLVPLQXLGD LQFUHPHQWDQGR ODV FDWHJRUtDV
DXQTXHHVWRGLILFXOWDODFRPSUHQVLyQGH´ODWRWDOLGDGGHODVQHFHVLGDGHVKXPDQDVµ S 
Las necesidades intermedias que seleccionar‡n corresponden a alguna de las dos
necesidades b‡sicas. As’, por ejemplo, para evitar enfermarse f’sicamente, la gente debe vivir en
un ambiente saludable y tener acceso a una serie de bienes y servicios en suficiente cantidad y
calidad. Cada necesidad intermedia tendr‡ una base material identificable en tŽrminos de
comprensi—n biomŽdica. Estas necesidades pueden agruparse en necesidades de agua y alimentos,
vivienda, ambiente laboral, ambiente f’sico y cuidado de la salud (p. 191). Por otra parte, existen ²
segœn surge de los trabajos cient’ficos que citan² cuatro factores sociales que inhiben la salud
mental: una ni–ez privada emocionalmente, pŽrdida o ausencia de terceros significativos,
inseguridad y privaci—n econ—mica. Para potenciar el componente cognitivo habr’a que agregar

15 Cuando se alcanza la libertad respecto de la propia cultura la autonom’a cobra un mayor valor, por lo que los autores se
referir‡n a ella como autonom’a cr’tica.. Este concepto puede asociarse al momento cr’tico de la Žtica de Dussel (1998).

8
una educaci—n apropiada (p. 193). Condici—n de todo ello es la existencia de seguridad al nacer y
cuidado neonatal. Con esto tenemos ya la lista de necesidades intermedias, que queda compuesta
as’:
a. agua limpia y comida nutritiva
b. vivienda protectora
c. ambiente laboral no riesgoso
d. medio ambiente no riesgoso
e. cuidado adecuado de la salud
f. seguridad en la infancia
g. relaciones primarias significativas
h. seguridad f’sica
i. seguridad econ—mica
j. educaci—n apropiada
k. parto seguro y cuidado neonatal
Si de las necesidades b‡sicas se debe procurar un —ptimo de realizaci—n (lo que no
significa que su valor sea m‡ximo, pues un exceso puede generar una disminuci—n del bienestar),
en las necesidades intermedias se debe intentar obtener la m’nima cantidad de satisfacci—n
requerida para producir el nivel —ptimo de satisfacci—n de necesidades b‡sicas (minimum optimorum
o minopt) (p. 162-163).
Para completar la teor’a, los autores agregan que deben darse ciertas precondiciones
sociales materiales y procedimentales para la optimizaci—n de la satisfacci—n de necesidades.
La Figura 1 reproduce el esquema con que los autores sintetizan su teor’a (p. 170).

Valoraci—n cr’tica

Un punto para destacar en la teor’a descrita es el intento de vincular la fundamentaci—n te—rica


con la medici—n. En este sentido, la tarea de recopilaci—n de indicadores sirviŽndose de las
conclusiones de numerosos trabajos cient’ficos es sumamente provechosa. Hemos se–alado que
estos indicadores son seleccionados si cuentan con caracter’sticas universales que sean relevantes
interculturalmente. Queda la pregunta acerca de si lo logran o no, o si lo hacen en todos los
FDVRV3RUHMHPSORHOtWHP´DPELHQWHODERUDOµWDOFRPRHVWiGHILQLGRSDUHFHGHSHQGHU demasiado
de la organizaci—n capitalista del trabajo (los ejemplos que ponen para vincularlo con la salud
f’sica son, de hecho, relativos a materiales o procesos de producci—n, al uso de pesticidas,
exposici—n al polvo, ruido, o bien tareas repetitivas). Ahora, habida cuenta de la predominancia
que tiene en el mundo esta forma de organizaci—n econ—mica el concepto es de hecho (aunque
no necesariamente de derecho) relevante.
El œnico criterio para la inclusi—n en esta lista es que las caracter’sticas del satisfactor
contribuyan universal y positivamente a la salud f’sica y a la autonom’a. Por esta raz—n no
incorporan ’tems relativos a la sexualidad o algœn otro tipo que fuera da–ino en un contexto
social determinado, pero que no fuera universalizable (pp. 158-159). Aqu’ debemos tener
presente que el trabajo apunta a alcanzar comparabilidad entre pa’ses y no se sitœa, por tanto, en
el nivel de las comunidades locales. Con esa pretensi—n es inevitable trabajar con un concepto
limitado de universalidad. En efecto, aqu’ se piensa la universalidad como generalidad, como
m’nimo total, es decir, contrapuesta a la singularidad. A partir de tal esquema hermenŽutico, s—lo
se podr‡ alcanzar un m’nimo generalizable, a modo de denominador comœn, pero con ello se
puede estar dejando fuera aspectos importantes o incluso necesarios para el desarrollo propios de
XQGHWHUPLQDGRFRQWH[WR/DSUHJXQWDHV¢VHSXHGHJHQHUDUJHQXLQRGHVDUUROORFRQXQSODQWHR
de m’nimos o tal mŽtodo ya cierra de antemano la posibilidad de un desarrollo plural (pues, por

9
ejemplo, los problemas de dominaci—n sexual ²que tanto le interesan a Nussbaum² no entrar’an
HQODVHVWDGtVWLFDVSRUQRGDUVHHQWRGRVORVSDtVHVGHPDQHUDPDVLYD "¢1RFRQWLQXDUtDPRVGH
este modo, reduciendo el pluralismo informativo que invocaba Sen, pero ahora bajo otras
formas?

Figura 1 ² La teor’a de las necesidades humanas de Doyal y Gough

3$57,&,3$&,Ï1 /,%(5$&,Ï1

OBJETIVO Evitar el da–o severo: Participaci—n cr’tica en una


UNIVERSAL participaci—n social forma de vida elegida
m’nimamente incapacitada

NECESIDADES
%È6,&$6 Salud Autonom’a Autonom’a
1LYHO³ySWLPR´GH f’sica de agencia cr’tica

agua limpia y comida nutritiva


NECESIDADES vivienda protectora
INTERMEDIAS ambiente laboral no riesgoso
Nivel³PLQRSW´GH medio ambiente no riesgoso
cuidado adecuado de la salud
seguridad en la infancia
relaciones primarias significativas
seguridad f’sica
seguridad econ—mica
educaci—n apropiada
parto seguro y cuidado neonatal

Educaci—n
transcultural

6$7,6)$&725(6(63(&Ë),&26

PRECONDICIONES Precondiciones universales: Precondiciones para la


SOCIALES PARA LA Producci—n optimizaci—n:
6$7,6)$&&,Ï1'( Reproducci—n Libertad negativa: derechos civiles
NECESIDADES Transmisi—n cultural y pol’ticos
Autoridad pol’tica Libertad positiva: derechos y
acceso a satisfactores de
necesidades
Participaci—n pol’tica

Finalmente, respecto de la fundamentaci—n Žtica de la propuesta, cabe acotar que la


definici—n de necesidad con la que trabajan Doyal y Gough no distingue adecuadamente los
niveles material y formal de la Žtica.16  (VWR VH REVHUYD FXDQGR GHILQHQ ´JUDYH GDxRµ FRQFHSWR
b‡sico en su teor’a. Por un lado, se–alan que una necesidad es universalizable cuando la ausencia
de un VDWLVIDFWRU DSURSLDGR UHVXOWD HQ XQ ´GDxR JUDYH GH DOJXQD FODVHHVSHFtILFD \ REMHWLYDµ <
FRQWLQ~DQ´QRLQWHQWDUVDWLVIDFHUODVQHFHVLGDGHVVHUiYLVWRHQWRQFHVFRPRFRQWUDULRDORVintereses
objetivos de los individuos involucrados y tenido por anormal y antinatural. Cuando las metas son

16 Para un desarrollo e esta cuesti—n, cf. Dussel (1998). VŽase un esquema en la p. 275.

10
GHVFULWDVFRPR¶GHVHRV·HQYH]GHFRPRQHFHVLGDGHVHVSUHFLVDPHQWHSRUTXHVHVXSRQHTXHHOODV
QR HVWiQ YLQFXODGDV D LQWHUHVHV KXPDQRV HQ HVWH VHQWLGRµ S  QXHVWUR VXEUD\DGR  2WUD
definici—n que dan del concepto es lDGH´LQFDSDFLGDGSDUDSHUVHJXLUODpropia visi—nGHELHQµ$
HVWH UHVSHFWR FRQVLGHUR TXH ORV DXWRUHV DO KDEODU GH ´JUDYH GDxRµ LQFRUSRUDQ XQ FULWHULR pWLFR
que aparenta ser material (de hecho, as’ lo anuncian en la introducci—n a su obra, cf. p. 4); sin
embargo, cuando lo definen lo hacen en tŽrminos formales, apelando a una validez discursiva.17
El grave da–o deber’a ser definido respecto de la materialidad de la vida y las condiciones para su
reproducci—n y desarrollo. En ella est‡ el fundamento de la universalidad. La participaci—n
deficiente en la vida social sirve como criterio porque atenta contra la vida, no porque posea una
´UD]yQS~EOLFDµTXHIXQGDUtDHO´LQWHUpVREMHWLYRµGHOLQGLYLGXRQLPXFKRPHQRVSDUDGHIHQGHU
´ODSURSLDYLVLyQGHELHQµ

EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES DE MARTHA NUSSBAUM

Presentaci—n de la propuesta

An‡logamente a la tarea realizada por Doyal y Gough, Martha Nussbaum construye un elenco de
capacidades b‡sicas con que deber’a contar todo ser humano, el cual deber’a servir de
funGDPHQWRD´SULQFLSLRVSROtWLFRVEiVLFRVTXHODVJDUDQWtDVFRQVWLWXFLRQDOHVGHEHUtDQVXVFULELUµ
en cualquier naci—n del mundo (Nussbaum, 2002: 112). El objetivo œltimo al que apunta la tarea
no es aqu’ la medici—n del bienestar, sino que es un objetivo pol’tico.18 Intentar‡ fundamentar la
universalidad de su propuesta en dos niveles: por un lado, tomando como base el desarrollo de
las virtudes por Arist—teles y el imperativo categ—rico kantiano; por otro, apelando a la
experiencia de di‡logo intercultural que realiz— en la India entre los a–os 1997 y 1998.
La autora, que estudi— la cuesti—n de los funcionamientos desde Arist—teles y
originalmente en forma paralela a Amartya Sen, sigue a este autor en algunos puntos, pero se
aparta en otros. Rescata del economista indio el concepto de que la pobreza debe ser evaluada en
el espacio de las capacidades y no en el de los recursos.19 Sin embargo, la fil—sofa norteamericana
pretende ir m‡s all‡ de la mera se–alizaci—n del espacio donde deber’an realizarse las evaluaciones
acerca de la pobreza. Sostiene (contra Sen) que es posible determinar una serie de capacidades
humanas centrales, sin las cuales se considera imposible el funcionamiento como ser humano
cabal. En este punto seguir‡ a Arist—teles y su desarrollo de las virtudes. El argumento que da es
el siguiente: es posible reconocer algunas dimensiones de nuestra experiencia sin las cuales no
ser’amos quienes somos. Esos elementos centrales son los que abren la cuesti—n de las virtudes y
sirven de fundamento a una teor’a del bien.
Las virtudes son definidas en relaci—n con ciertos problemas y limitaciones, y tambiŽn con
FLHUWRV GRQHV ¢&XiOHV VRQ OR VXILFLHQWHPHQWH FHQWUDOHV FRPR SDUD TXH VX UHPRFLyQ QRV
convierta en seres diferentes y abran as’ un debate totalmente nuevo y diferente sobre el bien?
Esta pregunta es parte del debate Žtico que proponemos, porque no hay forma de responderla
si no es pregunt‡ndonos quŽ elementos de nuestra experiencia nos parecen tan importantes
que para nosotros son parte de quien somos. (Nussbaum, 1998: 348)

Nussbaum, a diferencia de Sen, postula el principio de la capacidad para cada persona (p.
41), tomando a cada persona como fin. Las capacidades humanas, por tanto, deben valer para

17 Cabe aqu’ la misma cr’tica que realizan Ricoeur (1999) y Dussel (1998) a Rawls.
18 En esta secci—n, cuando no se indique otra cosa, las p‡ginas referidas entre parŽntesis corresponden a Nussbaum (2002).
19 ƒsta fue una argumentaci—n importante de Sen frente a Rawls (como fue apuntado), para quien, en œltima instancia, la igualdad

se garantiza con iguales derechos y acceso a recursos. En otras palabras, es suficiente con estructurar un esquema jur’dico
conforme a la justicia (lo cual supone que las desigualdades generadas dentro de ese esquema puedan aceptarse s—lo si no
empeoran la posici—n de los menos aventajados). VŽase, Rawls (1993).

11
´WRGDV \ FDGD XQD GH ODV SHUVRQDVµ S   $VLPLVPR, sostiene que el an‡lisis aristotŽlico en
torno a la virtud, si bien muestra algunos condicionamientos culturales que parecer’an restarle
valor a la pretensi—n de universalidad del argumento, en general combina un compromiso con el
bien humano con sensibilidad al contexto (Nussbaum, 1998: 339). La autora no cree que
Arist—teles quede cautivo de sus condicionamientos culturales (Nussbaum, 1998: 337). La
universalidad se alcanza en este caso en una expresi—n abstracta de orden superior,20 lo cual la
habilita para servir de gu’a interpretativa en diversos contextos. En este sentido, el fil—sofo griego
reconoce esferas de la vida humana en las que se ponen en juego determinadas virtudes.
Las virtudes aristotŽlicas y la deliberaci—n a la que orientan, a diferencia de algunos sistemas de
reglas morales, siempre permanecen abiertas a revisi—n a la luz de nuevas circunstancias y
HYLGHQFLDV « ,QFOX\HQODIOH[LELOLGDGDODVFRQGLFLRQHVORFDOHVTXHHOUHODWLYLVWDGHVHDUtDSHUR
« VLQVDFULILFDUODREMHWLYLGDG$YHFes circunstancias novedosas pueden simplemente hacer
VXUJLUXQDUHFLHQWHHVSHFLILFDFLyQFRQFUHWDGHODYLUWXG « HQDOJXQRVFDVRVSXHGHQKDFHUTXH
cambiemos nuestro punto de vista sobre lo que es la propia virtud. Todas las explicaciones
generales se consideran provisionales, resœmenes de decisiones correctas y gu’as para nuevas
GHFLVLRQHV (VWD IOH[LELOLGDG «  HVWi LQFRUSRUDGD DO SURFHGLPLHQWR DULVWRWpOLFR 1XVVEDXP
1998: 340)

La autora previene acerca del car‡cter provisorio y abierto de su trabajo, se–alando que es
´UHVXOWDGR GH DxRV GH GLVFXVLyQ WUDQVFXOWXUDOµ S   (Q HVWH VHQWLGR OD OLVWD HV OR
VXILFLHQWHPHQWH JHQHUDO FRPR SDUD SHUPLWLU VX ´UHDOL]DELOLGDG P~OWLSOHµ S   &DGD FXOWXUD
puede, no obstante, poner Žnfasis en distintos puntos o incluso especificar cada uno de ellos de
manera diversa.
Originalmente, Nussbaum propone una primera versi—n de la lista de capacidades
humanas, en donde sigue de cerca las esferas mencionadas por Arist—teles en la ƒtica a Nic—maco
(dejando fuera las virtudes relativas a la administraci—n de la propiedad, a las que considera m‡s
condicionadas por la cultura griega; Nussbaum, 1998: 323.349). Entonces enumera las siguientes
(Nussbaum, 1998: 344-346):
a) Mortalidad: se corresponde con la esfera aristotŽlica del temor a da–os y a la muerte.
La virtud asociada es la valent’a.
b) El cuerpo: todos los seres humanos comparten la misma estructura org‡nica, y por
ende, el mismo metabolismo de nutrientes. En este punto se incluyen las cuestiones
relativas al hambre y la escasez y se corresponde con la esfera de la distribuci—n de los
recursos limitados, cuya virtud es la justicia.
c) Placer y dolor: toda cultura tiene una concepci—n del dolor, pero Žste constituye como
tal una experiencia universal y precultural. Se corresponde con la esfera aristotŽlica de
los apetitos y placeres, cuya virtud es la moderaci—n.
d) La capacidad cognoscitiva ´WRGRV ORV VHUHV KXPDQRV EXVFDQ SRU QDWXUDOH]D HO
FRQRFLPLHQWRµ GHFtD $ULVWyWHOHV 9LUWXGHV FRUUHVSRQGLHQWHV D HVWH QLYHO VRQ OD
perceptividad y el conocimiento.
e) La raz—n pr‡ctica: La fr—nesis o sabidur’a pr‡ctica es la virtud que nos gu’a en la
SODQLILFDFLyQ GH QXHVWUDV YLGDV ´(VWD FDSDFLGDG VH H[SUHVD D Vt PLVPD GH PDQHUD
distinta en diferentes sociedades, pero un ser que careciera de ella en absoluto
SUREDEOHPHQWH QR VHUtD UHFRQRFLGR FRPR XQ VHU KXPDQR HQ FXDOTXLHU FXOWXUDµ
(Nussbaum, 1998: 345).
f) El desarrollo temprano del infante: Esta funci—n no tiene correlato entre las esferas
aristotŽlicas de la vida, pero Nussbaum la incorpora para incluir ‡reas de la
experiencia y desarrollo humanos en cierto sentido previos a la conformaci—n cultural

20 Para profundizar la cuesti—n de los tipos de abstracci—n puede consultarse Lonergan (1999).

12
espec’fica, como el deseo, el placer, la pŽrdida, la finitud de uno mismo, entre otras, y
que son de importancia para las virtudes aristotŽlicas. En este punto se apoya m‡s
bien en S. Freud y M. Klein.
g) Afiliaci—n: El ser humano es animal pol’tico.21 Las virtudes relacionadas son la
veracidad o la afabilidad.
h) Humor: esta funci—n, sagazmente advertida por Arist—teles, incluye tambiŽn el juego.
La lista, sin embargo, requer’a mayor elaboraci—n. Efectivamente, en Las mujeres y el
desarrollo humano, Nussbaum ampli— y precis— algunos puntos de la lista, que qued— confeccionada
de la siguiente manera:
a) Vida: apunta a garantizar una extensi—n normal de la vida y evitar la muerte prematura.
b) Salud corporal: incluye tambiŽn la salud reproductiva y una adecuada alimentaci—n
c) Integridad corporal: contar con libertad de movimiento y seguridad frente a todo tipo de
agresiones. TambiŽn incluye aqu’ oportunidades para la satisfacci—n sexual y para la
elecci—n en materia de reproducci—n (contra el abuso sexual).22
d) Sentidos, imaginaci—n y sentimientos: implica la capacidad de sentir, imaginar, pensar y
razonar. Aqu’ tiene lugar lo relativo a la educaci—n (incluyendo alfabetizaci—n,
entrenamiento cient’fico y matem‡tico b‡sico), la producci—n art’stica y la acci—n
UHOLJLRVD 7DPELpQ ´VHU FDSD] GH H[SHULHQFLDV SODFHQWHUDV \ GH HYLWDU HO VXIULPLHQWR
LQQHFHVDULRµ S 
e) Emociones: capacidad de desarrollo emocional libre de temores o sucesos traum‡ticos
de abuso o descuido.
f) Raz—n pr‡ctica: es la capacidad de plasmar una concepci—n de bien y de comprometerse
cr’ticamente en la planificaci—n de la propia vida (libertad de conciencia).
g) Afiliaci—n: la divide en dos partes:
A. Vivir con y hacia otros, ser capaz de empat’a y de comprometerse en distintas
maneras de interacci—n social. Supone garantizar la libertad de reuni—n y de
expresar las ideas pol’ticas
B. Bases sociales del autorrespeto. Ser tratado dignamente y con igual valor que
los dem‡s. Implica ausencia de discriminaci—n y capacidad de trabajo humano.
h) Otras especies: dimensi—n ecol—gica de la vida humana.
i) Juego: capacidad de disfrutar de actividades recreativas.
j) Control sobre el propio entorno: tambiŽn tiene dos dimensiones:
A. Pol’tico: capacidad de participaci—n pol’tica.
B. Material: oportunidad real de ejercer la propiedad (de la tierra y de bienes
muebles) en condiciones de igualdad de derechos; derecho al empleo sobre
bases iguales a las de otros; no ser objeto de registro o incautaci—n
injustificada.
El paso subsiguiente ser’a la determinaci—n de m’nimos requeridos de cada capacidad que
posibiliten los distintos funcionamientos, pero esta tarea anunciada no es desarrollada en la obra

211XVVEDXPVHxDODTXHHVWDDILUPDFLyQDULVWRWpOLFDHVHPStULFD´SHURSDUHFHVHUFRUUHFWDµ 1XVVEDXP 'HVGHXQD


perspectiva fenomenol—gica (LŽvinas, por poner un caso), en cambio, tal prudencia es excesiva.
22 La cuesti—n del placer sexual le interesa particularmente a Nussbaum dada la extensi—n de la pr‡ctica de la mutilaci—n genital

femenina en naciones isl‡micas.

13
(Gough, 2002).23 La lista deber’a servir asimismo como orientadora para toda teor’a de la justicia
(p. 117).
La fil—sofa norteamericana considera que las capacidades pueden ser objeto de un consenso
superpuesto (Rawls) entre distintas concepciones comprehensivas de bien.24 En varios de los puntos
enumerados se advierte el influjo de la teor’a de la justicia de Rawls. En ella los bienes primarios
que deben ser garantizados, y en funci—n de los cuales se estructurar‡n las diferencias sociales
(inevitables, para Rawls), son:
i. libertades fundamentales (libertades pol’ticas: de pensamiento, de expresi—n, de
asociaci—n),
ii. libertad de movimiento y libertad de elecci—n de ocupaci—n,
iii. poderes y prerrogativas de los cargos y puestos de responsabilidad,
iv. ingresos y riqueza,
v. bases sociales de la propia estima.
Nussbaum deseFKDGHODOLVWDDQWHULRUVyORHOSXQWRLYDGXFLHQGRTXHVHWUDWDGH´FRVDV
FRQFUHWDVµ QRVRWURV GLUtDPRV PiV ELHQ UHFXUVRV  $VLPLVPR VH VRUSUHQGH GH TXH 5DZOV QR
KXELHUD LQFOXLGR HQWUH ORV ELHQHV SULPDULRV DOJXQRV GH ORV TXH pO OODPy ´ELHQHV QDWXUDOHVµ S
134). Un ejemplo de ellos es la salud. Ciertamente, como se–ala el autor, no se puede garantizar
una buena salud a todas las personas pues all’ intervienen factores aleatorios. Sin embargo,
Nussbaum sostiene que s’ se es posible asegurar la base social de esas capacidades. Tal deber’a ser
el objetivo de la pol’tica.
En cuanto a las prioridades entre los distintos ’tems (bienes primarios, para Rawls;
capacidades, para Nussbaum), si bien Rawls sostiene la prioridad de la libertad respecto de la
justicia,25 no existe tal ordenamiento entre los bienes primarios. Por su parte, Nussbaum no
establece ningœn tipo de sistematizaci—n en su lista de capacidades (incluidas algunas de las
libertades de Rawls), sino que sostiene que se trata de componentes separados, cualitativamente
GLVWLQWRV S 1RH[LVWH´QHJRFLDFLyQµRFRPSHQVDFLyQSRVLEOHHQWUHORVGLVWLQWRVtWHPV26 La
lista no debe entenderse, por tanto, como la enumeraci—n de componentes de un mismo orden y,
de tal forma, agregables.
No obstante, dos deODVFDSDFLGDGHVHOHQFDGDVFXPSOHQXQDIXQFLyQ´DUTXLWHFWyQLFDµHV
decir, organizadora y abarcadora de las dem‡s (p. 125): la raz—n pr‡ctica y la afiliaci—n. De no ser
DVt VH HVWDUtD JDUDQWL]DQGR XQD FDSDFLGDG ´KXPDQDPHQWH LQFRPSOHWDµ 3RU ORWDQWR´WRGos los
SXQWRV GH OD OLVWD GHEHUtDQ VHU DFFHVLEOHV HQ XQD IRUPD TXH LPSOLTXH OD UD]yQ \ OD DILOLDFLyQµ
(p126). Se puede ver aqu’ el talante aristotŽlico de la autora.
Desde un punto de vista m‡s general, Nussbaum reconoce que existen ciertas capacidades
que llama b‡sicas FRPR OD GRWDFLyQ LQQDWD GH FDGD LQGLYLGXR TXH UHTXLHUHQ GH ´DOLPHQWRµ

23 Cuesti—n aparte ser’a la de decidir si la satisfacci—n de tales m’nimos deber’a ser objeto de planificaci—n pœblica o si el estado
deber’a dedicarse simplemente a crear incentivos para guiar la acci—n privada.
24 Este concepto acu–ado por John Rawls (1995) se–ala la convivencia y coincidencia de distintas morales, cada una con diversa

fundamentaci—n. Pretende ser un concepto moral no metaf’sico, aunque es meramente pol’tico. En efecto, la noci—n de
´FRQVHQVRVXSHUSXHVWRµQRSXHGHVHUXQFULWHULRGHPRUDOSRUTXHHVSXUDPHQWHprocedimental (para mayor desarrollo de este
argumento, vŽase Ricoeur [1999] o Dussel [1998]). Constituye simplemente una descripci—n de una situaci—n de hecho. En este
sentido, cualquier interpretaci—n acerca de una situaci—n x FXDOTXLHU ´HVWDGR GH FRVDVµ SXHGH VHU REMHWR GH XQ FRQVHQVR
superpuesto (de interpretaciones compatibles), con lo cual el concepto se vuelve en s’ mismo inœtil. Para rebatirlo, Apel explicar‡
que en el famoso debate del siglo XVI entre Sepœlveda y BartolomŽ de las Casas el primero´SXGRDSR\DUVHHQHO©RYHUODSSLQJ
FRQVHQVXVª GHO PXQGR DQWLJXR HVSecialmente en los argumentos de Arist—teOHV  DIDYRUGH ODHVFODYLWXGµ $SHO, 1998: 29). La
DFODUDFLyQGH1XVVEDXPSDUHFHVHUXQDYDFLODFLyQHQWUHOD´OLEHUDOµ\OD´DULVWRWpOLFDµ
25 Para m‡s detalle, vŽase Rawls (1993). Una presentaci—n resumida de su planteo presento en Groppa (2003).
26 (VWHFULWHULRORSURSRQH5DZOVSDUDFRPSUHQGHUODUHODFLyQHQWUHODOLEHUWDG\ODMXVWLFLD(QODV´UHJODVGHSULRULGDGµSDUDOD

interpretaci—n de la relaFLyQHQWUHHVWRVSULQFLSLRVH[SUHVDTXH´ODOLEHrtad s—ORSXHGHVHUUHVWULQJLGDDIDYRUGHODOLEHUWDGPLVPDµ


(Rawls, 1993: 286).

14
(educaci—n y otras oportunidades) para ser verdaderamente humanas. Entonces tienen lugar las
capacidades internas, que son las caracter’sticas propias de las personas.
Por œltimo, existe otro tipo de capacidades que denomina combinadas y que no son sino las
´FDSDFLGDGHV LQWHUQDV combinadas con adecuadas condiciones externas para el ejercicio de la
IXQFLyQµ S  eVWH HV HO WLSR GH FDSDFLGDGHV VHxDOD OD DXWRUD TXH FRmponen la lista.27 Con
este concepto pretende ir m‡s all‡ de la definici—n meramente formal de los derechos, tal como
SXHGHVXUJLUGHOHQIRTXHUDZOVLDQR S ´'DUUHFXUVRVDODJHQWHQRVLHPSUHFRQGXFHDTXH
gente que se encuentra en situaciones diferentes llegue al mismo nivel de capacidad para el
IXQFLRQDPLHQWRµ S 
En este punto, Nussbaum hace suya la distinci—n realizada por Sen entre funcionamientos
y capacidades. Dado que su objetivo es ofrecer fundamentos para pol’ticas pœblicas, se–alar‡ que
son las segundas las que deben constituir el horizonte de la pol’tica, si no se quiere avasallar la
libertad personal. Los ejemplos que pone son el caso de un religioso que decide no alimentarse
para hacer ayuno (con todo, esto s—lo podr’a darse en un per’odo muy acotado) y el de quien
elige seguir una vida cŽlibe. En principio, no se debe garantizar el ejercicio de la funci—n, sino la
capacidad combinada.
Sin embargo, toda regla tiene su excepci—n. En algunos casos de capacidades que son
condici—n para el desarrollo de otras capacidades parece ser necesario garantizar no ya la
capacidad, sino el funcionamiento.28 Ejemplo de ello pueden ser el caso de los menores o la salud
y enfermedad entre los adultos. Aqu’ sencillamente no es posible dejar todo librado a la voluntad
de los individuos. As’ se justifica la confecci—n de c—digos, la regulaci—n en materia de alimentos,
la medicina o la contaminaci—n ambiental (p. 136). Por tanto, en algunos casos donde lo que se
persigue es un fin en s’ mismo, los gobiernos deben garantizar el funcionamiento y no s—lo la
FDSDFLGDG $ PRGR GH UHJOD HVWDEOHFH TXH ´FXDQWR PiV FUXFLDO HV XQD IXQFLyQ SDUD DOFDQ]DU \
mantener otras capacidades, tanto m‡s autorizados estaremos para promover en ciertos casos el
funcionamiento real, dentro de los l’mites que demarca un adecuado respeto por las elecciones de
ORVFLXGDGDQRVµ S 
Un razonamiento inverso nos permite ver que incluso existen casos en los que la ausencia
de la funci—n se–ala la anulaci—n de una capacidad. Ello ocurre con la capacidad de amar. Otro
ejemplo mencionado es la negativa recurrente a participar en las elecciones c’vicas o en el trabajo.
(Q WDO FDVR ´VL MX]JDPRV TXH GHVLJXDOGDGHV R MHUDUTXtDV SHUVLVWHQWHV SXHGHQ KDEHU FUHDGR
barreras emocionales para una participaci—n plena, podemos estar justificados en utilizar
LQFHQWLYRV HVSHFLDOHV SDUD HVWLPXODU HVWH IXQFLRQDPLHQWRµ S   $QiORJDPHQWH FXDQGR XQ
ciudadano, por imprudencia o informaci—n insuficiente, se arriesga a realizar actos que puedan
limitar sus capacidades a futuro. En tales casos tambiŽn se admite la interferencia del gobierno. El
criterio formal general para la definici—n de las situaciones concretas debe ser incrementar las
capacidades, antes que restringirlas.
Por œltimo, la lista no pretende ser totalizante en el sentido de que no todas las personas
deben funcionar en todas las dimensiones o, para decirlo de otro modo, no todas deben
actualizar las capacidades enumeradas.

Valoraci—n cr’tica

Ante todo, es interesante advertir que la perspectiva feminista del escrito no constituye —bice
respecto de la objetividad y universalidad de los conceptos trabajados, sino que demarcan el lugar
hermenŽutico desde donde acceder a dicha universalidad. La situaci—n de las mujeres (una

27 Como fue adelantado, esta distinci—n est‡ ausente en Sen, en quien el concepto de capacidad permanece ambiguo.
28 Con lo que responde a una de las preguntas formuladas por Williams (2003) (v. supra).

15
cantidad considerable de casos son expuestos en la obra) no sirve tan s—lo como ejemplo
ilustrativo, sino que cumple una funci—n cr’tica o de test para el enfoque, dada su peculiar
situaci—n de desventaja y discriminaci—n en las sociedades, particularmente las de bajo desarrollo.
A diferencia de la fundamentaci—n que ofrece en la primera versi—n de la lista, en la obra
principal aqu’ analizada parece oscilar entre una fundamentaci—n filos—fica (de cu–o aristotŽlico o
kantiano, segœn el caso) y una emp’rica. Si bien la autora se–ala HO FDUiFWHU ´LWHUDWLYRµ GH VX
propuesta, por momentos parece pretender fundamentar el universalismo en las experiencias
coincidentes recogidas en culturas tan lejanas como la norteamericana y la india. Ahora, la
recopilaci—n de estudios de caso no puede ser criterio para fundamentar la universalidad de un
planteo, aunque puede valer como instancia cr’tica o correctiva de cara a f‡ciles generalizaciones.
Los casos que recoge, de hecho, est‡n a favor de su teor’a, pero ²de nuevo² este hecho como tal
no la confirma.29
Nussbaum distingue capacidades b‡sicas, internas y combinadas, si bien finalmente poco es lo
que hace a partir de esta distinci—n (Gough, 2002). Por lo dem‡s, dado que todas las capacidades
est‡n de algœn modo moldeadas social y culturalmente, las capacidades internas quedar‡n en la
pr‡ctica restringidas a los procesos naturales aut—nomos, como el crecimiento o el desarrollo
sexual (y aœn en estos casos se podr’a se–alar casos de inhibici—n por parte del entorno). Se
entiende que sobre todo este œltimo tema le interesa particularmente a la autora, dada la situaci—n
de las mujeres en muchos pa’ses; sin embargo, subsiste la pregunta respecto del alcance o la
originalidad de esta nueva categor’a. Como se–ala Gough, parece m‡s clara la distinci—n entre
necesidades, en cuanto atributos de los individuos, y precondiciones sociales, que son propias de
las colectividades (Gough, 2002). Con todo, si la distinci—n conceptual aludida puede parecer
poco œtil, s’ debemos reconocer la superaci—n, por parte de la fil—sofa norteamericana, de la
DPELJHGDGVHxDODGDUHVSHFWRGHODQRFLyQGHODVFDSDFLGDGHVHQHOSHQVDPLHQWRGH6HQ$TXtODV
alternativas que se presentan a la persona ya no forman parte de las capacidades, lo cual supone
una noci—n del desarrollo humano que va m‡s all‡ de la noci—n de libertad como mera libertad de
elecci—n. La antropolog’a de Nussbaum es en este sentido m‡s sustantiva.
No obstante ello, salvaguarda la libertad de elecci—n personal mediante la distinci—n entre
funcionamientos y capacidades, siguiendo a Sen. Para fundamentar esta posici—n, Nussbaum
pone dos ejemplos (en los que tambiŽn se advierte la inspiraci—n de Sen): el caso del religioso que
ayuna o el que decide llevar una vida cŽlibe. M‡s adelante reconoce que en algunos casos hay que
detenerse en los funcionamientos, pues su ausencia indicar’a la carencia de la capacidad. Ser’a
necesario desarrollar m‡s este punto, pues quiz‡ sea posible confeccionar, del mismo modo en
que Nussbaum enumera una lista de capacidades centrales, una lista de funcionamientos centrales
o capacidades b‡sicas (o, sencillamente, necesidades). De esta manera se podr’an articular a la
teor’a algunas de las excepciones que la autora menciona, como la cuesti—n de los menores.
En relaci—n con la medici—n, Nussbaum se–ala que debe tenerse en cuenta que los
componentes son separados y no deber’a ser posible la compensaci—n entre ellos. Por otro lado,
si s—lo podemos reconocer las capacidades, en s’ inobservables, a partir de los funcionamientos (y
en algunos casos la capacidad implica la funci—n), podemos concluir entonces que cuando se
trabaja con grandes poblaciones es v‡lido centrarse en dichos funcionamientos. Salvo en aquellas
dimensiones se–aladas como centrales (funcionamientos b‡sicos), los casos que se apartan de la
norma esperada se encuadrar’an dentro del marco de la libertad de elecci—n (como en el ejemplo
del cŽlibe).

29 (Q XQD UHYLVLyQ DODREUD*DUJDUHOOD  VHxDODFRQFLHUWDLURQtDTXH´VXSDtVORV((88QRUHSUHVHQWDODWRWDOLGDGGHO


mundo occidental, y la India (su estudio de caso) noUHSUHVHQWDHOUHVWRGHOPXQGRµ(QFDPELRODIXQGDPHQWDFLyQHQ$ULVWyWHOHV
es suficientemente s—lida, pues la del fil—sofo griego es una Žtica material.

16
LA M ATRIZ DE NECESIDADES Y SATISFACTORES DE MANFRED MAX -NEEF

Presentaci—n de la propuesta

Desde otra perspectiva, Manfred Max-Neef piensa lRTXHGHEDFRPSUHQGHUVHSRUGHVDUUROOR´D


HVFDOD KXPDQDµ 3DUD HQWHQGHU HO FRQFHSWR GH GHVDUUROOR KXPDQR SUHVHQWD XQD PDWUL] GH
necesidades humanas fundamentales y satisfactores que intenta dar cuenta de las distintas
dimensiones de la vida humana. Son estas necesidades las que deber’an servir de punto de partida
a la hora de plantear cualquier modelo de desarrollo.
Max-Neef considera que si tradicionalmente las necesidades humanas se han tenido por
infinitas ello se debe a un error conceptual que tiende a confundirlas con los satisfactores. Se–ala,
por tanto, que es precisa una distinci—n: las necesidades fundamentales son finitas y universales;
los satisfactores, infinitos (en principio) y culturalmente determinados.
El desarrollo de Max-Neef tiene como antecedente los trabajos sobre desarrollo humano
realizados Carlos Mallman en la Fundaci—n Bariloche. La distinci—n entre necesidades y
satisfactores hab’a sido tambiŽn trabajada por este cient’fico.30 Partiendo de la comprensi—n del
ser humano como un sistema psicosocial y psicosom‡tico abierto y din‡mico, este ingeniero
argentino elabor— un sistema de necesidades que deber’a ser satisfecho armoniosamente para
lograr el desarrollo humano, entendiŽndose por ello alcanzar niveles cada vez m‡s elevados de
sinergia psicosom‡tica, psicosocial y psicoecol—gica. En este sentido amplio debe comprenderse
el concepto de salud (Mallman, 1978, 2-3). El tŽrmino necesidad es aqu’ usado como
requerimiento objetivo para alcanzar el desarrollo humano o estado de salud.
El esquema que presenta Mallman se expone en la Figura 2.
Lamentablemente, la derivaci—n de las categor’as expuestas no es explicada en el trabajo
por parte de Mallman. De hecho, algunas de las categor’as m‡s generales (que nuclean otras dos
de mayor grado de concreci—n) merecer’an mayor justificaci—n. Como se observar‡ enseguida,
Max-Neef simplific— la exposici—n, si bien no avanz— en la fundamentaci—n.
El economista chileno combina categor’as que llama axiol—gicas con categor’as
existenciales. Entre Žstas se encuentran las dimensiones de Ser, Tener, Hacer y Estar, que se
refieren, respectivamente, al desempe–o o realizaci—n de la persona, a los recursos que posee, a
las acciones que realiza y a la situaci—n o entorno en que vive. Las categor’as axiol—gicas que
enumera son las de Subsistencia, Protecci—n, Afecto, Entendimiento, Participaci—n, Ocio,
&UHDFLyQ ,GHQWLGDG \ /LEHUWDG 'HO FUXFH GH DPERV WLSRV GH FDWHJRUtDV VDOGUi OD ´PDWUL] GH
QHFHVLGDGHV \ VDWLVIDFWRUHVµ TXH VH H[SRQH HQ OD Figura 3. Los satisfactores son las estrategias
como se intentar‡ satisfacer las distintas necesidades (axiol—gicas) en que cada contexto cultural,
segœn sean los modos (existenciales) en los que se manifiestan.

30Mallman era director del equipo de investigaci—n en la Fundaci—n Bariloche que, hacia fines de los DxRV¶LQWHJUy0D[-Neef,
exiliado de Chile.

17
Figura 2 ² Sistema de necesidades humanas de C. Mallmann

Categor’as de satisfactores Personal Extrapersonal


Categor’as de necesidades Psicosom‡tica Psicosocial Psicoecol—gica
Mantenimiento Nutrici—n, Empleo, Resguardo,
descanso, reproducci—n, vestimenta,
Subsistencia
ejercicio habitabilidad habitabilidad
Existencia social f’sica
Protecci—n Prevenci—n, Prevenci—n, Prevenci—n,
Seguridad restituci—n, restituci—n, restituci—n,
Vida defensa defensa defensa
Amor Autoconfianza, Amistad, amor Arraigo,
Pertenencia amor a s’, sexual y tenencia
identidad familiar
Coexistencia Entendimiento Psicolizaci—n, Socializaci—n, Habitaci—n,
introspecci—n, educaci—n, observaci—n
Dignidad estudio informaci—n,
Salud
observaci—n
Participaci—n Libertad, Participaci—n Participaci—n
Desarrollo aut—noma independencia, aut—noma en aut—noma en
Crecimiento autonom’a las decisiones la gesti—n
Renovaci—n Recreaci—n Recreaci—n Recreaci—n Recreaci—n en
propia social el h‡bitat
Realizaci—n Creaci—n por Creaci—n de Creaci—n de
Trascendencia Creaci—n uno mismo ambientes ambientes
sociales habitacionales
Perfecci—n Sentido Autorrealizaci—n Sentido Weltanshauung
hist—rico,
Madurez prospectivo y
religioso
Sinergia Autenticidad, Solidaridad, Belleza,
ecuanimidad, justicia, equilibrio
seguridad, altruismo, ecol—gico
humildad generosidad,
responsabilidad
Fuente: Mallman (1980: 40-41)

Figura 3 ² Matriz de necesidades y satisfactores de M. Max-Neef


Categor’as
existenciales
Ser Tener Hacer Estar
Categor’as
axiol—gicas
Salud f’sica, salud Alimentaci—n, abrigo, Alimentar, procrear, Entorno vital, entorno
mental, equilibrio, trabajo descansar, trabajar social
SUBSISTENCIA
solidaridad, humor,
adaptabilidad.
Cuidado, adaptabilidad, Sistemas de seguros, Cooperar, prevenir, Contorno vital,
autonom’a, equilibrio, ahorro, seguridad social, planificar, cuidar, curar, contorno social, morada
3527(&&,Ð1 solidaridad sistemas de salud, defender
legislaciones, derechos,
familia, trabajo.
Autoestima, solidaridad, Amistades, parejas, Hacer el amor, acariciar, Privacidad, intimidad,
respeto, tolerancia, familia, animales expresar emociones, hogar, espacios de
generosidad, domŽsticos, plantas, compartir, cuidar, encuentro.
AFECTO
receptividad, pasi—n, jardines. cultivar, apreciar.
voluntad, sensualidad,
humor
ENTENDIMIEN- Conciencia cr’tica, Literatura, maestros, Investigar, estudiar, ÉPELWRVGHLQWHUDFFLyQ
TO receptividad, curiosidad, mŽtodo, pol’ticas experimentar, educar, formativa, escuelas,
asombro, disciplina, educacionales, pol’ticas analizar, meditar, universidades,
intuici—n, racionalidad. comunicacionales interpretar academias,
agrupaciones,
18 comunidades, familia
Categor’as
existenciales
Ser Tener Hacer Estar
Categor’as
axiol—gicas
asombro, disciplina, educacionales, pol’ticas analizar, meditar, universidades,
intuici—n, racionalidad. comunicacionales interpretar academias,
agrupaciones,
comunidades, familia
Adaptabilidad, Derechos, Afiliarse, cooperar, ÉPELWRVGHLQWHUDFFLyQ
receptividad, responsabilidades, proponer, compartir, participativa,
solidaridad, disposici—n, obligaciones, discrepar, acatar, cooperativas,
3$57,&,3$&,Ð1
convicci—n, entrega, atribuciones, trabajo. dialogar, acortar, opinar asociaciones, iglesias,
respeto, pasi—n, humor comunidades,
vecindarios, familia
Curiosidad, Juegos, espect‡culos, Divagar, abstraerse, Privacidad, intimidad,
receptividad, fiestas, calma so–ar, a–orar, fantasear, espacios de encuentro,
imaginaci—n, evocar, relajarse, tiempo libre, ambientes,
OCIO
despreocupaci—n, divertirse, jugar paisajes
humor, tranquilidad,
sensualidad
Pasi—n, voluntad, Habilidades, destrezas, Trabajar, inventar, ÉPELWRVGHSURGXFFLyQ
intuici—n, imaginaci—n, mŽtodo, trabajo construir, idear, y retroalimentaci—n,
audacia, racionalidad, componer, dise–ar, talleres, ateneos,
&5($&,Ð1
autonom’a, inventiva, interpretar agrupaciones, audiencia,
curiosidad espacias de expresi—n,
libertad temporal
Pertenencia, coherencia, S’mbolos, lenguaje, Comprometerse, Socio-ritmos, entornos
diferencia, autoestima, h‡bitos, costumbres, integrarse, confundirse, de la cotidianeidad,
asertividad grupos de referencia, definirse, conocerse, ‡mbitos de pertenencia,
IDENTIDAD
sexualidad, valores, reconocerse, etapas madurativas
normas, roles, memoria actualizarse, crecer
hist—rica, trabajo
Autonom’a, autoestima, Igualdad de derechos Discrepar, optar, Plasticidad espacio-
voluntad, pasi—n, diferenciarse, arriesgar, temporal
LIBERTAD asertividad, apertura, conocerse, asumirse,
determinaci—n, audacia, desobedecer, meditar
rebeld’a, tolerancia
Fuente: Max-Neef (1987)

El esquema debe comprenderse como un proceso din‡mico, pues las necesidades del ser
humano son mœltiples e interdependientes. En ese proceso se dan simultaneidades,
complementariedades y compensaciones. La relaci—n entre ellas, por tanto, no es lineal, sino que
las necesidades conforman un sistema complejo en el que es dif’cil establecer prioridades (si bien
en el caso de la subsistencia o del afecto, la ausencia total de satisfactores llevar’a a la muerte).
Interpretar las necesidades de este modo conlleva serias consecuencias, como queda manifiesto
en la extensa cita que sigue:
Regirse por la l—gica de la linealidad da origen a patrones de acumulaci—n divorciados de la
preocupaci—n por el desarrollo de las personas. Si se opta por la linealidad, la estrategia
establecer‡ prioridades a partir de las pobrezas de subsistencia observadas. Los programas se
orientar‡n preferentemente de manera asistencial, como un ataque a la pobreza entendida
convencionalmente. Las necesidades ser‡n entendidas como carencias y, en el mejor de los
casos, los satisfactores que el sistema genere ser‡n singulares. Paradojalmente, tal opci—n
impulsa una causaci—n circular acumulativa (en el sentido de Myrdal) y los pobres no dejan de
ser pobres en la medida en que aumenta su dependencia de satisfactores generados
ex—genamente a su medio.

Si se opta por el supuesto sistŽmico, la estrategia priorizar‡ la generaci—n de satisfactores


end—genos y sinŽrgicos. Las necesidades ser‡n entendidas simult‡neamente como carencias y
como potencias, permitiendo as’ romper con el c’rculo vicioso de la pobreza. De lo anterior se
desprende que la manera en que se entiendan las necesidades y el rol y atributos que se asignen

19
a los satisfactores posibles son absolutamente definitivos para la definici—n de una estrategia de
desarrollo. (Max-Neef, 1987)

Una necesidad puede ser satisfecha de mœltiples modos. An‡logamente, un satisfactor


puede cubrir varios tipos de necesidad. A su vez, los satisfactores pueden ser sinŽrgicos,
destructores, inhibidores, singulares o ser simplemente pseudosatisfactores. Los primeros no
satisfacen una sola necesidad, sino varias a la vez. As’, el amamantamiento nutre, pero tambiŽn
provee de afecto, protecci—n, identidad. Existen, por otra parte, satisfactores que destruyen u
obstruyen el desarrollo de otras necesidades (por ejemplo, el armamentismo, que satisface la
necesidad de protecci—n pero destruye la subsistencia, el afecto, la participaci—n y la libertad). Los
inhibidores, como su nombre lo indica, inhiben el desarrollo de otras necesidades. Si el
paternalismo ofrece protecci—n, a la vez atrofia el entendimiento, la participaci—n, la libertad y la
identidad. Los satisfactores singulares, en tanto, no tienen efectos sobre otras necesidades m‡s
que aquella a la que buscan directamente satisfacer. Por œltimo, los pseudosatisfactores son
suced‡neos que pretenden satisfacer alguna necesidad, aunque de hecho no lo hacen. Por
ejemplo, la sobreexplotaci—n de recursos naturales en relaci—n con la necesidad de subsistencia o
las modas o s’mbolos de status respecto de la identidad.
Si las necesidades pueden ser interpretadas como carencia o como potencialidad, Max-
1HHIVHxDODTXHHQWRQFHVUHVXOWDLPSURSLRGHFLUTXHHOODVVHDQ´VDWLVIHFKDVµR´FROPDGDVµSXHV
HOSURFHVRGLDOpFWLFRQXQFDFXOPLQD'HDTXtTXHSUHILHUDKDEODUGH´YLYLUµODVQHFHVLGDGHV9ivir
una necesidad significa desarrollar su potencialidad.
Por otra parte se encuentran los bienes. ƒstos son los medios concretos, objetos que
realizan o potencian un satisfactor. Cuando la producci—n de bienes pierde el v’nculo con la
satisfacci—n de las necesidades fundamentales se abre la puerta al productivismo sin sentido.
(QWRQFHVVHLQYLHUWHHOPRYLPLHQWR\ORVELHQHVSDVDQDVHUORVTXH´FUHDQµ´QHFHVLGDGHVµ

Valoraci—n cr’tica

Un primer aspecto a se–alar de la propuesta de Max-Neef es su claridad y el hecho de no recurrir


a conceptualizaciones nuevas o confusas. Por otra parte, el cuadro tiene la virtud de haber sido
dise–ado y utilizado como herramienta de intervenci—n social. Su car‡cter general, del otro lado,
vuelve m‡s trabajosa una tarea de medici—n (la cual, a la saz—n, deber’a ser realizada utilizando la
din‡mica participativa propuesta). La noci—n de necesidad es tambiŽn aqu’ un concepto abstracto,
bien delimitado con relaci—n a los satisfactores. Esto se ve, por ejemplo, en el caso de la
subsistencia. La alimentaci—n no es la necesidad en s’, sino el satisfactor de una necesidad
definida en tŽrminos abstractos. Esta abstracci—n permite fundamentar la universalidad de la
necesidad.
En cuanto a la matriz, los satisfactores correspondientes a OD FROXPQD GHO ´VHUµ VH
corresponden con las capacidades-S de Gasper. Los mencionados por Max-Neef parecen ser m‡s
bien logros (o capacidades) que satisfactores. Desde el punto de vista heur’stico, es interesante la
incorporaci—n de la dimensi—n del estar, que hace referencia al car‡cter situado de toda realidad
humana.
Con todo, como fue apuntado, ni Mallman ni Max-Neef ofrecen una explicitaci—n
adecuada del proceso te—rico de construcci—n de las categor’as. Ellas parecen ser ad hoc, lo cual
m‡s all‡ de la utilidad y posibles hallazgos del trabajo, dificulta la evaluaci—n en relaci—n con la
parsimonia del esquema. En otras palabras, si las necesidades, como dice Max-Neef, son finitas,
¢DJRWDQ ODV FDWHJRUtDV SURSXHVWDV HO FDPSR GH ODV QHFHVLGDGHV" ¢&yPR IXQdamentar una
UHVSXHVWD" ¢6RQ DFDVR ODV FDWHJRUtDV PtQLPDV D ODV FXDOHV VH SXHGH UHGXFLU HO DQiOLVLV GH ODV

20
QHFHVLGDGHV KXPDQDVGH PDQHUDTXHFXDOTXLHUDGLFLyQVHUtDUHGXQGDQWH"¢&yPRVHOOHJDDHVWD
enumeraci—n?
Si observamos con cierto detalle, y teniendo presente que Max-Neef se–ala un relaci—n
din‡mica y compleja entre las necesidades, las primeras tres categor’as de ambos esquemas
(subsistencia/mantenimiento, protecci—n y afecto/amor) coinciden con los tres primeros estadios
de la pir‡mide de necesidades de A. Maslow. Por su parte, las categor’a de Identidad (Max-Neef)
puede asociarse a las necesidades de estima en el mismo modelo. Finalmente, las categor’as
restantes (entendimiento, participaci—n, ocio, creaci—n, libertad) pueden agruparse en el estadio de
la autorrealizaci—n.
Se podr’a evaluar si la soledad, entendida no como solitariedad, sino como momento de
singularidad, no es un elemento necesario para la construcci—n de una comunidad plena. Se
tratar’a, entonces, del polo en tensi—n con la participaci—n, as’ como pueden formarse otras binas
que incluyen un elemento de pasi—n y otro de acci—n: subsistencia-protecci—n, afecto-entendimiento, ocio-
creaci—n e identidad-libertad. De esta manera, no tendr’a sentido agregar la necesidad de
trascendencia que Max-Neef prefiri— por prudencia dejar de lado. La trascendencia trasciende todas
las dimensiones de la existencia. No es una m‡s. La incorporaci—n de la dimensi—n soledad incluir’a
el silencio, la espiritualidad o la quietud, y entre las acciones, la lectura, la oraci—n y la meditaci—n,
por ejemplo.
Por œltimo, las necesidades de la matriz predican sobre la persona. La dimensi—n
comunitaria (participaci—n), incluso est‡ pensada s—lo en tŽrminos de c—mo influye en la vida de
la persona individual. Aqu’ tambiŽn, por tanto, faltar’a un tratamiento m‡s detallado sobre la
esfera institucional de la necesidad, tal como mencionamos en la introducci—n la distingue
Malinowski,31 y que es la cr’tica que Gasper le realiza a Sen. Este plano aparece aqu’ reducido al
nivel de los recursos.

CONSIDERACIONES FINALES
Los trabajos presentados tienen distintos objetivos y perspectivas. Doyal y Gough apuntan a
fundamentar te—ricamente una medici—n del bienestar. Nussbaum busca alcanzar un nœmero
reducido de capacidades b‡sicas que sirvan como base para pol’ticas pœblicas o principios
constitucionales. Por œltimo, Max-Neef presenta una herramienta que sirve como marco
conceptual para la intervenci—n social, pero tambiŽn, eventualmente, como base para una tarea de
medici—n. En este sentido, ser’a absurdo evaluar sobre una misma base los tres aportes. El trabajo
del economista chileno est‡ en el nivel de mayor abstracci—n, seguido por el de la norteamericana,
que especifica m‡s el contenido de cada capacidad y, finalmente, el de los irlandeses, quienes
llegan a seleccionar indicadores para la medici—n en cada una de las necesidades que especificaron
a lo largo del trabajo.
El concepto de necesidades es usado en variados modos, tal como lo expresan Doyal y
Gough. El uso que le dan estos autores es el de objetivo o estrategia y a esta concepci—n puede
tambiŽn asociarse el que le da Max-Neef. En este sentido, el concepto no hace referencia a un
desequilibrio org‡nico, sino que como tal es abstracto. Para no quedar presa de una
interpretaci—n de la necesidad que fuera entendida en tŽrminos pasivos, Sen prefiri— acu–ar la
categor’a de capacidad, y en este punto es seguido por Nussbaum.
¢4XpGHFLUSRUWDQWRIUHQWHDHVWRVFRQFHSWRVSDUHFLGRV\UHODFLRQDGRV"¢&XiOGHHOORVHV
m‡s explicatLYRXRSHUDWLYR"¢(VSUHIHULEOHKDEODUGHFDSDFLGDGHVRGHQHFHVLGDGHV"¢RDFDVRGH
QHFHVLGDGHVLQWHUPHGLDV"¢FXiOHVVRQXQLYHUVDOHV"

31Debo a J. C. Scannone el se–alamiento de no descuidar el nivel institucional en el orden de la comunidad, siguiendo la


perspectiva de Ricoeur. VŽase Ricoeur, Paul (1986)

21
Algunos autores han se–alado el car‡cter m‡s fuerte, desde el punto de vista normativo,
del tŽrmino necesidad en relaci—n con capacidad. Se–ala Alkire:
/D SDODEUD ´FDSDFLGDGµ capability) no lleva por s’ misma la fuerza normativa de la palabra
´QHFHVLGDGµ /D GLIHUHQFLD HV HQWUH ´QHFHVLWDUµ TXH HQ OD H[SOLFDFLyQ GH :LJJLQV QR HV GH
PRGRHYLGHQWHXQYHUERLQWHQFLRQDO\´FDSDFLGDGµTXHHQODH[SOLFDFLyQGH6HQUHSUHVHQWDXQ
potencial de elecci—n (intencional). Un sentido fuerte de necesidad (llamada a veces objetiva,
absoluta, universal) parece referirse a cuestiones que son requeridas precisamente a pesar de lo
que uno elige y a pesar de lo mucho que uno luche contra la necesidad.32

A prop—sito, escribe Boltvinik:


En mi opini—n, la sustituci—n de necesidades por la dupla capacidades y realizaciones, si bien
tiene la virtud de incorporar la tensi—n entre potencia y realizaci—n y, por tanto, introducir el
concepto de libertad (aunque concebido, sobre todo, como libertad de elecci—n), deja fuera
precisamente el car‡cter antitŽtico entre necesidad y libertad. Cuando hablamos de necesidades
TXHGD FODUR TXH HO ´UHLQRµ GH OD OLEHUWDd empieza, o mejor aœn, puede empezar cuando las
necesidades est‡n satisfechas (cuando se ha superado el reino de las necesidades). En la
pobreza no hay libertad posible, tal como claramente lo se–ala Desai.33 En cambio, en el
modelo de Sen la libertad pareciera existir a lo largo de todo el espectro de los niveles de vida.
(Boltvinik, 2003a)

¢4Xp GHFLU SRU WDQWR DO UHVSHFWR" 4XL]i XQD FRPSUHQVLyQ GLQiPLFD SXHGD FDSWDU OD
complejidad del proceso y nos permita entonces combinar ambos conceptos. En este esquema,
reservar’a el tŽrmino necesidades para aquellos funcionamientos m’nimos requeridos para garantizar
capacidades, en el sentido de algunos ejemplos dados por Nussbaum.34 Un trabajo que captara la
complejidad evolutiva de las necesidades/capacidades podr’a incluso reconciliarse con el esquema
jer‡rquico de A. Maslow, si bien Žste ya no deber’a entenderse en tŽrminos lineales, sino
complejos, de manera de dar lugar a interacciones entre los distintos niveles, dado que ninguna
necesidad es impulso puro en busca de restablecer un equilibrio perdido cuando media la
comprensi—n. En este sentido, en el concepto de capacidad es m‡s clara la referencia a que toda
vida humana implica comprensi—n. Las necesidades, por su parte, ser’an condiciones materiales
de posibilidad de las capacidades y estar’an en el nivel de la conservaci—n y reproducci—n de la
vida humana. ReciŽn satisfecho dicho umbral podr’amos hablar de bienestar o desarrollo
humano.35
Por otra parte, la noci—n de capacidad tal como la entiende Nussbaum es m‡s
transparente que la usada por Sen, quien sobrecarga su campo sem‡ntico al punto de volverla
ambigua y, a la postre, inœtil para el trabajo cient’fico. Todo intento de operacionalizaci—n de tal
concepto deber‡ resignificarlo de algœn modo. Las capacidades como propias de las personas
(capacidades-S, segœn la propuesta de Gasper), aun sabiŽndolas influenciadas o incluso
construidas socialmente (no hace falta, por tanto, que aclaremos que son combinadas) mantienen la
fuerza originaria que Sen quiso cargarle al concepto (en el sentido del contenido de la libertad, que
supone que s—lo ciertas opciones de entre las existentes le sean asequibles, dado un grado de

32 Alkire, Sabina (2002), Valuing FreHGRPV6HQ·V&DSDELOLW\$SSURDFKDQ3RYHUW\5HGXFWLRQ, Oxford UP, 163, citado en Boltvinik (2003).
33$OJRVLPLODUKDGLFKR0DUWKD1XVVEDXP´/DVYDULDVOLEHUWDGHVGHHOHFFLyQWLHQHQSUHFRQGLFLRQHVPDWHULDOHVHQFX\DDXVHQFLD
hay solamente un simulacro de HOHFFLyQµ 1XVVEDXP   QRWD GHO DXWRU  &RQ WRGR OD DILUPDFLyQ HV PX\ IXHUWH \ KDVWD
peligrosa) si no se la restringe a casos l’mite de pobreza. Un ser humano sin residuo alguno de libertad ser’a puro
condicionamiento, un animal.
34 O como tambiŽn lo se–ala Desai (2003), si bien este autor interpreta las capacidades de modo peculiar.
35 Esto no significa que a partir de este umbral comenzar’a la libertad, como parece querer decir Boltvinik en el p‡rrafo citado

m‡s arriba, siguiendo a Desai y Nussbaum (cf. n. 33). Ciertamente, necesidad y libertad son tŽrminos antitŽticos, de manera que a
mayor necesidad, mayor restricci—n o condicionamiento de la libertad, pero una situaci—n de necesidad absoluta, tal que hiciera
desaparecer por completo la libertad creo que es como tal un concepto abstracto, œtil para la comprensi—n, pero inverificable en la
pr‡ctica. El ser humano no es ni bestia ni ‡ngel. Se podr’an citar aqu’ ejemplos de personas en situaci—n de extrema necesidad y
que sin embargo realizan acciones de suprema libertad. Por esto prefiero hablar aqu’ de desarrollo antes que de libertad, cuya
justificaci—n nos llevar’a al campo metaf’sico, trascendental o fenomenol—gico. La tr’ada conservaci—n (o producci—n),
reproducci—n y desarrollo de la vida la tomo de Dussel (1998).

22
capacidades), despoj‡ndola de la oscuridad conceptual. Las oportunidades objetivas, por tanto,
deber‡n evaluarse siempre a partir de la situaci—n de las personas para ser valoradas (las
capacidades-2GH*DVSHU 8QDRSRUWXQLGDG´REMHWLYDµVLQSHUVRQDTXHSXHGDDSURSLiUVHOD36 (sin
´VXMHWRµ TXH SXHGD ´REMHWLYDUODµ  HV XQ DSODXVR FRQ XQD VROD PDQR /D ´REMHWLYLGDGµ ²lo
sabemos al menos desde Husserl²VXSRQHXQ´TXLpQµHVGHFLUXQDFRQFLHQFLDTXHWLHQGHDHOOD\
por esa intencionalidad la constituye como tal.
Al menos detr‡s de los anglosajones ²particularmente en Nussbaum², se aprecia el aporte
de A. Sen. La fil—sofa trabaja, por ejemplo, la distinci—n entre funcionamientos y capacidades para
salvaguardar la libertad de elecci—n. En cambio, Doyal y Gough no se detienen en esta distinci—n.
No obstante, Gough sostiene que su trabajo no es paternalista, pues rHFRQRFHQ ´HO URO GH XQD
DPSOLD SDUWLFLSDFLyQ \ GHO FRQRFLPLHQWR H[SHULHQFLDO SDUD HQWHQGHU QHFHVLGDGHV \ VDWLVIDFWRUHVµ
(Gough, 2002: 15).

Ahora, si como fue expresado m‡s arriba se puede aceptar una jerarqu’a en tŽrminos genŽticos o
HYROXWLYRV ¢VLJQLILFa entonces reconocer una jerarqu’a a la hora de la evaluaci—n (que en una
medici—n se manifestar’a, por ejemplo, en ponderadores diversos para cada dimensi—n)? Creo que
esta respuesta, por lo dicho en el p‡rrafo anterior en torno a la comprensi—n, debe responderse
en forma negativa, como de hecho lo hacen los tres trabajos analizados. Esto significa que la
necesidad de subsistencia (que cuando se manifiesta implica, por ejemplo, la experiencia del
hambre) no debe ser evaluada con mayor gravedad que la capacidad de participaci—n social si no
queremos caer en una concepci—n pasiva de la necesidad. La persona con hambre y sin capacidad
para procurarse el alimento puede (salvando casos l’mite) pedir al gobierno que se lo dŽ, o incluso
que le garantice los medios (un trabajo), pero tambiŽn puede asociarse y protestar. En otros
tŽrminos, entre una persona saciada y sin participaci—n social y otra insatisfecha pero con
participaci—n (suponiendo equivalencia en las restantes dimensiones), en principio no deber’a ser
posible el ordenamiento en tŽrminos de bienestar o desarrollo, pues mirado el panorama
din‡micamente quiz‡ la segunda sea la que alcanza la liberaci—n, mientras que la primera podr’a
mantenerse en un tranquilo estado de dominaci—n.

Los tres enfoques coinciden en que las necesidades son universales. Con todo, existen matices
diferenciales en cada propuesta respecto de la fundamentaci—n y del contenido. Los
investigadores brit‡nicos fundamentan esa universalidad en un doble nivel: mediante el
imperativo categ—rico kantiano para la necesidades b‡sicas y con la apelaci—n a las conclusiones
de trabajos cient’ficos para las intermedias. Por su parte, Nussbaum tambiŽn menciona al
imperativo categ—rico, pero sostiene su argumentaci—n principalmente en el desarrollo de las
virtudes segœn Arist—teles. En consecuencia, su Žtica ser‡ material o sustantiva. En un segundo
momento, en lo que es un esquema iterativo, se–ala los di‡logos interculturales realizados
principalmente en la India. Max-Neef, por œltimo, no fundamenta adecuadamente la
universalidad de las necesidades (m‡s bien, las postula), aunque tambiŽn se–ala que la matriz es
producto de intervenciones sociales en comunidades de diversas regiones y pa’ses.
La universalidad de las necesidades requiere, al pasar a un plano concreto, de la fijaci—n de
umbrales de satisfacci—n. Mientras Nussbaum, que enumera una serie de capacidades sin
jerarqu’as, propone establecer ciertos niveles m’nimos ²que no desarrolla² para cada capacidad,
como condiciones necesarias para el florecimiento humano, Doyal y Gough, que se–alan dos
niveles de necesidades, apelan a un est‡ndar —ptimo para las necesidades b‡sicas (salud f’sica y

36 Por ejemplo, un programa social anunciado con carteles en una regi—n donde buena parte de la poblaci—n es analfabeta. O,
como segœn informaron los diarios ocurri— al comienzo de la invasi—n a Afganist‡n por parte de los EEUU, que los tubos con
alimentos para la poblaci—n hambrienta que lanzaron desde helic—pteros ten’an indicaciones en cinco idiomas... entre los que no
se encontraba el afgano.

23
autonom’a) y a un m’nimo requerido de satisfactores de necesidades intermedias para obtener un
nivel —ptimo de necesidades b‡sicas, que denominan minopt. Max-Neef, por su parte, en otro nivel
de reflexi—n, no establece umbrales. Su propuesta apunta a la clarificaci—n conceptual para la
selecci—n de satisfactores sinŽrgicos (lo cual puede ser asimilable al criterio minopt de Doyal y
Gough).
En el esquema de los irlandeses, por tanto, las necesidades intermedias deben ser
garantizadas para todas las personas. Teniendo en cuenta que, en el caso de la salud corporal, por
ejemplo, la base universal se asienta en el ´PHMRU FRQRFLPLHQWR WpFQLFR GLVSRQLEOHµ FDEUtD
preguntarse si el acceso universal a tal conocimiento (y tecnolog’a) es posible en las actuales
condiciones distributivas. Gough mismo se–ala esta cr’tica que se les ha hecho, admitiendo que es
posible que la satisfacci—n generalizable de las necesidades b‡sicas a esta altura deba ser ubicada
en un nivel sub—ptimo (Gough, 2002).37 Nussbaum tambiŽn defiende que las capacidades
KXPDQDVGHEHQYDOHUSDUD´WRGDV\FDGDXQDGHODVSHUVRQDVµSHURDOHVWDEOHFHUVXWHor’a en un
nivel m‡s general (sin alcanzar a especificar indicadores para medir el bienestar) se mantiene a
salvo de la cr’tica.

En cuanto al proceso de selecci—n de los conceptos tambiŽn se observan claras diferencias. Para
Doyal y Gough, las categor’asVRQPHUDV´HWLTXHWDVµR´HQYROWRULRVYHUEDOHVµ7ULEXWDULRVTXL]i
de una tradici—n nominalista y de una noci—n empirista de la abstracci—n (concebida como
empobrecimiento), sostienen que podr’an aumentar si se establecieran las demarcaciones en otro
lado.(OOtPLWHSDUDHOORORSRQHODFRPSUHQVLyQGH´ODWRWDOLGDGGHODVQHFHVLGDGHVKXPDQDVµ38
Nussbaum, en cambio, parte de una concepci—n m‡s fuerte, sustantiva, al apoyarse en Arist—teles.
Con todo, previene posibles cr’ticas alegando que se trata de un trabajo abierto y din‡mico. Max-
Neef, en cambio, postula la finitud de las necesidades humanas. Con todo, la ausencia de una
fundamentaci—n te—rica se–alada con ocasi—n de la cuesti—n de la universalidad tambiŽn vale para
este punto.

Gasper critica del enfoque de Sen que est‡ demasiado centrado en el individuo y que piensa la
dimensi—n social todav’a en tŽrminos instrumentales (Gasper, 2002). Cabr’a preguntarse si los
trabajos anteriores superan esta dificultad. En casi todos los casos la unidad u objeto de an‡lisis
es la persona individual. Las necesidades se refieren a la persona. Esto es bien claro en los casos
de Nussbaum y Max-Neef, por ejemplo. La teor’a de Doyal y Gough es en este sentido m‡s
compleja e incluye como precondici—n las instituciones sociales. Aunque las necesidades son
individuales, el estudio pretende predicar sobre los colectivos y no sobre los individuos. En el
enfoque de las capacidades de Nussbaum, las instituciones est‡n impl’citas (recordemos que ella
habla de capacidades combinadas). En el cuadro de Max-Neef, en tanto, las instituciones estar’an
incorporadas en la columna del tener, asimil‡ndolas a un recurso m‡s. Sin embargo, ellas no son
un simple recurso ni tampoco son reductibles a la relaci—n intersubjetiva. Una sistematizaci—n
din‡mica de las necesidades/capacidades humanas deber’a desarrollar el orden de la estructura
institucional (pol’tica, econ—mica, social, cultural) como un grado de organizaci—n m‡s complejo,
precisando su diferencia de nivel respecto del plano individual, pero reconociendo que dicho
plano debe ser tenido en cuenta para satisfacer incluso las necesidades m‡s b‡sicas en una
sociedad extendida y compleja.

37 En otras palabras, esto significa que ya ser’a f‡cticamente imSRVLEOHDOFDQ]DUODLJXDOGDGVyORPHGLDQWHXQPRYLPLHQWR´KDFLD


DUULEDµGHORVGHVDYHQWDMDGRV
38 Sin pretender entrar en un debate epistemol—gico o fenomenol—gico, cabr’a suponer que, si hay totalidad, existen partes, y no

meramente nombres arbitrarios. Con lo cual, las categor’as no podr’an ser infinitas (por m‡s que admitamos cierta variaci—n en las
expresiones).

24
Podemos presentar una comparaci—n sin—ptica entre las categor’as de los tres enfoques:
Doyal y Gough Nussbaum Max-Neef
Objetivos Prevenci—n de grave da–o Integridad corporal Protecci—n
universales Participaci—n social Afiliaci—n A Participaci—n
Participaci—n cr’tica Control sobre el entorno A: pol’tico

Necesidades Supervivencia Vida Subsistencia


b‡sicas Salud f’sica Salud corporal Subsistencia
Capacidad emocional y Sentidos, imaginaci—n y pensamiento Entendimiento
cognitiva Emociones Afecto
Afiliaci—n B: bases sociales del
autorrespeto
Comprensi—n cultural Sentidos, imaginaci—n y pensamiento Entendimiento

Oportunidades para Afiliaci—n A y B Participaci—n (Tener)


participar
Autonom’a cr’tica Raz—n pr‡ctica Libertad
Sentidos, imaginaci—n y pensamiento

Caracter’sticas Agua y nutrici—n Salud corporal Subsistencia


universales de Resguardo protector Salud corporal Protecci—n
los Ambiente no riesgoso Subsistencia (Estar)
satisfactores Control de parto seguro y Salud corporal Subsistencia
cuidado neonatal Integridad corporal
Adecuado cuidado de la salud Subsistencia
Seguridad en la infancia Integridad corporal Protecci—n
Emociones Afecto
Relaciones primarias Emociones Afecto
significativas
Seguridad f’sica Integridad corporal Subsistencia
Seguridad econ—mica Control sobre el entorno B: material Creaci—n (Tener,
Estar)
Educaci—n b‡sica Sentidos, imaginaci—n y pensamiento Entendimiento
Precondi- Derechos civiles y pol’ticos y Afiliaci—n B: protecci—n contra Identidad
ciones sociales participaci—n pol’tica discriminaci—n Participaci—n
Control sobre el entorno A: pol’tico
Derechos sociales y Control sobre el entorno B: material Libertad (Tener)
econ—micos
Otros Afiliaci—n A: otros Afecto, Libertad
Otras especies Subsistencia (Estar)
Juego Ocio (recreaci—n,
praxis)
Fuente: Gough (2002) y elaboraci—n propia

Es para destacar la cercan’a sem‡ntica de los tres esquemas. Salvando el caso del juego u
ocio, dimensi—n que no es considerada por Doyal y Gough por entender que su ausencia no
implica da–o grave, el resto de los campos es compartido. Las diferencias radican principalmente
en el grado de especificaci—n de las categor’as. Por ejemplo, s—lo Nussbaum se muestra
SUHRFXSDGD SRU OD VDOYDJXDUGD GH OD UHOLJLyQ TXH LQFOX\H FRPR VXEtWHP HQ ´6HQWLGRV
LPDJLQDFLyQ\SHQVDPLHQWRµ\´$ILOLDFLyQ%µ

25
Por œltimo, si bien todos los trabajos hacen referencia a las relaciones din‡micas entre las
categor’as, de hecho la exposici—n ²simple enumeraci—n de las categor’as² es est‡tica. Aœn falta el
desarrollo de un modelo que capte el sistema en su complejidad.

B,%/,2*5$)Ì$

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