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términos, la simple transmisión de un punto de vista sobre las cosas, que no
intenta de manera expresa modificar las posiciones del alocutario, no se
confunde con una empresa de persuasión sostenida por una intención
consciente y que ofrece estrategias programadas para este efecto».
Amossy ilustra esta diferencia mediante los siguientes ejemplos: «Un alegato
tiene una clara finalidad argumentativa: se da como objetivo primero hacer
admitir la inocencia del inculpado que el abogado tiene como tarea defender, o
presentar las circunstancias atenuantes que disminuirán su pena. Una
descripción periodística o novelesca, por el contrario, tendrá una dimensión más
que una voluntad argumentativa. Se presenta a menudo como una simple
tentativa de dar a ver un aspecto de lo real; no desea probar, y a veces incluso
de lo prohíbe. Sin embargo, no puede dejar de orientar la mirada y conferir al
paisaje o al personaje que toma como tema una coloración y un sentido
particulares».
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En el grupo ADN (Argumentación, Discurso, Narración) de la facultad de
Humanidades de la Universidad del Valle hemos estudiado estas propuestas y
hemos llegado a una conclusión diferente, que hemos adoptado como hipótesis
de trabajo: la persuasión es una finalidad a la que tienden, cada uno a su manera,
diversos modos discursivos como la narración, la argumentación y la descripción,
los cuales establecen estrechas relaciones entre sí. Esto significa que, en una
interacción discursiva, el enunciador puede persuadir, o por lo menos intentar
persuadir al enunciatario al que se dirige, valiéndose de uno u otro de dichos
modos discursivos o, lo que es más común, con el concurso de los tres.
Más adelante Plantin hace una afirmación a la que el grupo ADN dedica toda su
atención: «La argumentación retórica no puede ser definida por su objetivo, que
sería el proceso de persuasión, por la simple razón de que la persuasión es un
objeto reivindicado por muchas otras disciplinas». Entre estas, Plantin menciona
las ciencias y la filosofía de la cognición, la neuropsicología, la programación
neurolingüística, el neuromárquetin, la psicología social, y concluye de esta
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manera: «La problemática de la persuasión puede ser legítimamente invocada a
propósito del discurso, pero el estudio del proceso de persuasión, comprendidas
sus facetas lingüísticas, no puede en ningún caso ser llevado a cabo solo en el
marco de los estudios retóricos» (2016: 456).
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destinador-manipulador lleva al destinatario-manipulado hacia una posición de
falta de libertad (no poder no hacer), hasta el punto de que este es obligado a
aceptar el contrato propuesto» (1979: 220).
Años después, en el libro Du sens II. Essais sémiotiques (Del sentido II. Ensayos
semióticos, 1983), Greimas añade a estos cuatro tipos de manipulación, en un
breve párrafo, la demostración y la argumentación. Veamos cómo resume los
cuatro tipos mencionados e introduce los dos nuevos (nuevos en su modelo de
la manipulación, pues son conocidos y estudiados desde hace siglos por otras
disciplinas):
«Nos hemos tomado nuestro tiempo, hace poco, para reflexionar sobre los
problemas de la manipulación. Dos formas principales de ésta, definibles por
la modalidad que en ella resulta favorecida, han retenido nuestra atención: la
manipulación según el querer que se manifiesta, por ejemplo, mediante la
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tentación o la seducción, y la manipulación según el poder, reconocible en
la amenaza o la provocación. En ambos casos, se trata de operaciones factitivas
que consisten en hacer montajes de simulacros, que, gracias al hacer
interpretativo «influenciado», pueden recibir la adhesión del sujeto manipulado:
se trata, en suma, de procedimientos que dan cuenta de los efectos de sentido
de «hacer-creer» y de «creer».
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BIBLIOGRAFÍA