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EDUCACIÓN PROMOTORA DEL DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE

Presentación 11
Prefacio
Prólogo
Agradecimientos
Siglas y acrónimos

Introducción

Capítulo I
Desarrollo humano

Capítulo II
Aplicación de la teoría de las capacidades de Amartya Sen

Capítulo III
Elementos del enfoque del PNUD para el desarrollo de capacidades
III.1 Involucrar a los actores en el desarrollo de capacidades
III.2 Realizar un diagnóstico de capacidades
III.3 Formular una respuesta para el desarrollo de capacidades
III.4 Implementar una respuesta para el desarrollo de capacidades
III.5 Evaluar el desarrollo de capacidades
Capítulo IV
Panorama social 55

Capítulo V
Acercamiento a la economía local 65
El desarrollo humano
Desde 1990, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha promovido el
desarrollo humano. Esencialmente, se distingue por postular a las personas y a la ampliación de
sus oportunidades como principio y fin de los procesos de desarrollo; por ende, las convierte en
el centro y razón de ser de las políticas de Estado. Conceptualmente, como premisa básica, parte
de asumir a los seres humanos como la verdadera riqueza de una nación. No sólo ve a las
personas como beneficiarias del progreso económico, social y político, sino también como sus
protagonistas, tanto en el plano individual como en el trabajo con los demás por causas
comunes.
En términos generales, el desarrollo humano es definido como el proceso de expansión de las
capacidades de las personas a fin de ampliar sus opciones y oportunidades de tener una
vida digna. El acometimiento de su construcción en la práctica es una tarea integral en sí,
compuesta por diferentes dimensiones indisolublemente entrelazadas unas con otras. Dicho de
modo tajante –tal vez demasiado tajante– esto es así porque en el gozo de una vida larga y
saludable, en la adquisición de conocimientos y destrezas, en el ofrecimiento de un futuro
promisorio a los miembros del núcleo familiar, tienden intrínsecamente a conjugarse e
interactuar múltiples y heterogéneos factores de naturaleza social, económica, política,
cultural, medioambiental y biofísica. La noción intuitiva de desarrollo humano se basa, pero no
se restringe o agota, en un aumento de los ingresos. La gama de expectativas y aspiraciones
básicas de la gente cubre un ancho espectro: nutrición adecuada, acceso a agua limpia, mejores
servicios médicos, más y mejor escolaridad para sus hijos e hijas, transporte económico, vivienda
adecuada, empleo continuo y medios de vida seguros y productivos, libertad de circulación y
expresión, vida familiar satisfactoria, afirmación de los valores
culturales y religiosos, tiempo y formas adecuadas de recreación, apertura de participar en las
actividades de la sociedad civil y en aquellas decisiones cuyos resultados pudiesen afectar sus
vidas. Se trata, por lo tanto, de un tipo de desarrollo que no sólo genera crecimiento económico,
sino que también distribuye sus beneficios equitativamente, ejerce un efecto neto positivo
sobre el medio ambiente y promueve procesos de empoderamiento de la población.
Como se podrá imaginar, de los enunciados teóricodoctrinarios señalados se desprende, de
suyo, la inclinación consustancial del paradigma a privilegiar en su enfoque la preocupación por
la situación de los grupos sociales más vulnerables, marginados, desfavorecidos o discriminados
en la sociedad, sobre todo de la mujer y de la niñez. Por ello, pone especial reparo en evidenciar
cuáles son los problemas más relevantes que éstos viven, en analizar y poner de manifiesto las
causas profundas en las cuales aquellos se originan, y en establecer cuál es el orden de magnitud
de los principales rezagos, brechas y retos para aumentar el
bienestar de este conglomerado, hasta donde sea factible. Así, se muestra el impacto
diferenciado de la situación por género, zona geográfica y estratos específicos de población.
En consecuencia, la lectura de la realidad en su conjunto, así como de los hechos particulares,
se hace en lo fundamental desde la óptica de la Declaración Universal de Derechos Humanos y
de otros instrumentos internacionales de derechos humanos, guiándose por el criterio de
desentrañar el grado de cumplimiento y respeto a los principios de universalidad
e inalienabilidad, de indivisibilidad, de interdependencia e interrelación, de no discriminación e
igualdad, de participación e inclusión, de responsabilidad y obligación de rendir cuentas,
y de imperio de la ley. En ese mismo sentido, se examinan las capacidades de los titulares de
deberes para cumplir con sus obligaciones, así como de los titulares de derechos para
reclamarlos. En septiembre de 2000, justo diez años después de haberse lanzado el primer
Informe sobre Desarrollo Humano, la humanidad dio la bienvenida al siglo XXI con una
declaración de solidaridad sin precedentes, guiada por el firme propósito
de acabar con la pobreza en el mundo. La Declaración del Milenio de Naciones Unidas fue
aprobada por 191 naciones y 147 jefes de Estado, quienes comprometieron a sus respectivos
países —ricos y pobres— a hacer todo lo posible para erradicar la pobreza, promover la dignidad
humana y la igualdad, y alcanzar la paz, la democracia y la sostenibilidad ambiental.
Concretamente, los dirigentes mundiales prometieron unir sus fuerzas para lograr que, para
el año 2015 o antes, se cumpliesen ocho objetivos, ahora conocidos como Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM). Los siete primeros objetivos están acompañados de 11 metas
concretas, cuyo cumplimiento es responsabilidad de los países en desarrollo; mientras, el
cumplimiento del octavo, que es acompañado de siete metas, es responsabilidad de los países
ricos. La prioridad que dan los ODM a la reducción de la pobreza y al mejoramiento del bienestar
de la humanidad ha dado lugar a que se les considere como un programa para impulsar el
desarrollo humano. Y es que tanto los ODM como el desarrollo humano dan prioridad a la
ampliación de las capacidades para tener una vida larga.

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