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Santo Domingo. D. N.
Marzo 2019
EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO
FILOSÓFICO DE JEAN-PAUL SARTRE
DEDICATORIA
El hombre es uno de los seres más enigmático que existe sobre la faz de la tierra,
pero al mismo tiempo es un ser histórico y abierto a la trascendencia. El ser humano es
totalmente libre, la libertad se convierte en un elemento inherente de su existencia. El
hombre es un ser absolutamente autónomo, él es capaz de forjar su propio destino, por
esa razón, este trabajo de investigación se titula: «El concepto de hombre en el
pensamiento filosófico de Jean-Paul Sartre». El existencialismo de Sartre coloca al
hombre en el centro y lo comprende a partir de la subjetividad y la conciencia.
ABSTRACT
Man is one of the most enigmatic beings that exists on the face of the earth, but at the
same time he is a historical being and open to transcendence. The human being is totally
free, freedom becomes an inherent element of his existence. Man is an absolutely
autonomous being, he is capable of forging his own destiny, for that reason this research
work is entitled: «The concept of man in the philosophical thought of Jean-Paul Sartre».
Sartre's existentialism places man at the center and understands it from subjectivity and
consciousness.
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
En el ser humano hay una dimensión mistérica inagotable, cuando más se cree saber
del él, en realidad menos se le conoce. Por esa razón, se ha abordado el tema del para-sí
desde la filosofía existencialista, partiendo específicamente del pensamiento filosófico
de Sartre, quien fue un célebre filosofo y una de las figuras más representativas del
humanismo existencialista, cabe resaltar que, el existencialismo como sistema filosófico
que surge en el siglo XX prepondera el papel crucial de la existencia, de la libertad y de
la elección individual, la filosofía existencial se niega a reducir el ser humano a una
entidad cualquiera, «las cosas son; solo el hombre existe». Por eso, nuestra
investigación aborda el concepto de hombre en el pensamiento filosófico de Jean Paul
Sartre.
Para ser llevados a cabo los objetivos se han tenido que elaborar las siguientes
preguntas: ¿Cuáles son las concepciones sobre el hombre que se han formulado a lo
largo de la historia de la filosofía? ¿Cuál es la concepción sartreana sobre el hombre?
¿Cómo el hombre se transforma en ser-en-sí? ¿Qué fenómeno liquida la posibilidad del
ser humano? ¿Cómo es la relación concreta con el otro? A estas interrogantes se les dará
respuesta en los tres capítulos propuestos para dicha investigación.
Se puede destacar que las concepciones del hombre en los filósofos son diversas, en
primer lugar se encuentra Sócrates, este centra su interés en la problemática del hombre,
sosteniendo que el hombre es su alma, puesto que su alma es precisamente aquello que
lo distingue de manera específica de cualquier otra cosa. El alma en el pensamiento de
este sabio es la esencia del ser humano y cuidar de sí mismo es traducido como cuidar
de su alma.
Por otro lado, en la filosofía medieval encontramos que el concepto de hombre toma
otro significado, el ser humano es visto como una criatura de Dios. Las dos figuras más
representativas de este período fueron: San Agustín y Santo Tomás de Aquino. En
Agustín, el hombre es un compuesto de dos sustancias que forman un ente real dotado
de razón y voluntad, por su parte Tomás considera que el ser humano es un todo
sustancial creado por un ser superior.
Hay que subrayar que la filosofía medieval tiene a Dios como referencia, mientras
que la filosofía moderna toma al ser humano como su núcleo. En este período se van a
suceder rápidamente pensadores como René Descartes, Gottfried Leibniz, Blaise Pascal,
Giambattista Vico y Baruch Spinoza. Descartes en su filosofía asevera, que el alma y el
cuerpo son dos sustancias en las cuales no hay ninguna unidad, el hombre solo es un ser
autómata movido por un alma. Por su parte Pascal, afirmaba que el hombre no era más
que una caña, pero dotado de razón, un ser que se encuentra entre la nada y el infinito.
INTRODUCCIÓN 15
En el último acápite de este primer capítulo, se hallan los pensadores Soren
Kierkegaard, Friedrich Nietzsche, Karl Jaspers, Martín Heidegger y Albert Camus.
Ellos sirven de introducción para adentrarse en el pensamiento filosófico de Jean Paul
Sartre, porque muchos de ellos comparten la misma corriente filosófica y un cierto
pesimismo cuando hablan sobre el hombre. En el pensamiento de Kierkegaard,
considerado como precursor del existencialismo, el hombre es concebido como una
síntesis de cuerpo y alma. A través del cuerpo y del alma los hombres pueden descubrir
las posibilidades y las limitaciones de su propia existencia. En otro ámbito la filosofía
de Nietzsche, desprecia totalmente al hombre y señala que el mismo es irrisión o penosa
vergüenza. De modo que los pensamientos de estos filósofos tienen estrechas
similitudes con el pensamiento de Sartre.
Para finalizar en el tercer capítulo analiza la relación concreta del «para-sí» con el
otro que también es un ser «para-sí». La filosofía existencialista de este pensador no es
un solipsismo, él afirmará la existencia del prójimo, que puede ser concebido como un
infierno necesario, porque tiene la facultad de manifestar lo que en verdad es el «para-
sí» por su mirada cosificadora. Ante esta mirada del otro, el hombre siente la vergüenza,
ya que cae en el mundo de los objetos y no es percibido como sujeto. En Sartre, las
relaciones interpersonales son absolutamente conflictivas y todas están condenadas al
16 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
fracaso, porque se da una lucha de libertades donde la una quiere ser el pináculo de la
otra.
CAPÍTULO I
El Hombre es el ser más enigmático que existe sobre la faz de la tierra. El hombre se
convierte en un problema filosófico dando inicio así a una línea de investigación que
hasta hoy sigue abierta. ¿Qué es el hombre? Esta es la gran pregunta de un sinnúmero
de filósofos. Como se puede apreciar el problema del hombre ha estado ligado al
desarrollo del pensamiento humano. «El hombre es el objeto de estudio de la
antropología filosófica, y hasta puede decirse, siguiendo las clásicas preguntas de Kant
que es el objeto mismo de la filosofía»1.
Todo hombre se pregunta sobre sí mismo, busca saber lo que es o mejor dicho, quién
es, y ante todo busca responder las preguntas fundamentales sobre la existencia: ¿quién
soy?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy?, ¿qué ocurre al morir? Estas preguntas
forman parte de la vida misma porque las personas no podemos vivir sin dar una
respuesta más o menos explícita a esas cuestiones. No hacerlo supondría vivir en el
absurdo, en la ignorancia o en la irracionalidad.
1
A. MARTÍNEZ, et. al., Diccionario de filosofía en CD-Rom.
20 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
1.1.1 El concepto de hombre en Sócrates
Sócrates, fue una figura emblemática en la historia del pensamiento. A pesar de que
no escribió nada, su personalidad y su doctrina ha sido transmitida, en primer lugar y
ante todo, por el genio de Platón y en la modernidad su figura recobró el relieve que en
la Edad Media había perdido.
Para Sócrates, el hombre libre es aquel que actúa de acuerdo con la razón y su
naturaleza, aquel que realiza el bien. Una persona que conoce el bien no actuará mal,
porque nadie actúa conscientemente contra su naturaleza, y si lo hace es porque
erróneamente considera que su acción le reportará un bien. Este pensamiento del ilustre
sabio se conoce como intelectualismo moral. El pensador clásico considera al hombre
desde un punto de vista distinto: el de la interioridad: «conócete a ti mismo». El filósofo
griego trata de responder al problema del hombre de la siguiente manera:
Que ésta es la orden del Dios; y estoy persuadido de que para vosotros no habrá mayor bien
en la ciudad que esta obediencia mía al Dios. En verdad, a lo largo de mi caminar no hago
otra cosa que persuadiros, a jóvenes y viejos, de que no es el cuerpo de lo que debéis
preocuparos ni de las riquezas ni de ninguna otra cosa, antes y más que del alma, para que
ésta se convierta en óptima y virtuosísima; y que la virtud no nace de la riqueza, sino que la
riqueza nace de la virtud, así como todas las demás cosas que constituyen bienes para el
hombre, tanto para los ciudadanos individuales como para la polis3.
Aristocles, apodado Platón, fue uno de los que se incorporó al grupo de Sócrates.
Este sabio plantea un dualismo antropológico, el hombre es un compuesto de alma y
cuerpo. El alma, por su parte, es inmortal y pertenece al mundo de las ideas, por lo que
su unión con el cuerpo es accidental. El sigue en otras palabras los mismos lineamientos
de su maestro Sócrates.
Platón, sustenta que el cuerpo es como la cárcel del alma, principio de una serie de
males por ello lo verá de forma peyorativa y despectiva, por esta razón afirmará:
«Mientras tengamos cuerpo, estamos muertos, porque somos fundamentalmente nuestra
alma, y el alma mientras se halle en un cuerpo está como en una tumba y por lo tanto
insensibilizada»5. Se puede afirmar que el cuerpo es lo que impide que el alma despegue
de lo sensible hacia lo trascendental. A pesar de que el alma se encuentra encadenada en
el cuerpo corruptible ha visto y contemplado la idea por tal razón tiene una peculiar
conexión con el mundo intangible, participa por tanto del mundo eterno de las ideas. El
alma siempre será considerada como el centro intelectual del hombre, es decir ella porta
el pensamiento, la percepción y el conocimiento.
El alma está en constante huída del cuerpo, un filósofo platónico siempre verá la
muerte como un paso a la perfección de la vida, la muerte no sería un castigo de los
dioses, sino como la liberación del alma que se encuentra atada a un cuerpo corrupto 6.
El alma, si no se libera del cuerpo, no podrá trascender al mundo de las ideas.
4
G. FRAILE, Historia de la Filosofía, I Grecia y Roma, 256.
5
G. R D. ANTISERI, Op. Cit., I, 143.
6
Ibíd.
7
PLATÓN, El Banquete, 258.
22 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
1.1.3 El concepto de hombre en Aristóteles
Aristóteles, llamado el Estagirita, es sin duda uno de los pensadores más destacado
de la filosofía griega. Él dirá que el hombre es un animal de naturaleza social o ser
político, todo eso se debe a que el hombre posee una dimensión dialógica y racional.
Sostendrá lo siguiente:
Los demás animales sólo emiten sonidos. Pero el hombre tiene razón, discurre y habla. Y la
palabra es no sólo logos, sino también diálogo, que implica comunicación con otros seres
semejantes. Además, el hombre es el único animal que sabe distinguir entre lo bueno y lo
malo, lo justo y lo injusto. «Por esto, aun aquellos que no tienen necesidad de ayuda
recíproca, no tienen, sin embargo, menor deseo de vivir en sociedad». Por lo tanto, la
naturaleza, que no hace nada en vano, no ha formado al hombre para vivir aislado, sino en
sociedad. El hombre solitario […] o es un dios o una bestia8.
Una persona o un perro no es una cosa dentro de otra, un espíritu prisionero en un cuerpo o
un espectro dentro de una maquina, sino un tipo especial de unidad compleja. Ni su alma y
su cuerpo son tampoco parte de una persona o de un animal9.
8
G. FRAILE, Op. Cit., 540.
9
J. L. ACKRILL, La Filosofía de Aristóteles, 105.
10
Cf. G. REALE D. ANTISERI, Op. Cit., I, 184.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 23
que tiene vida en potencia. La sustancia sería en este sentido acto, en otras palabras el
alma es el acto del cuerpo viviente11.
A pesar de esta crítica, se afirma que sí existió filosofía en esta época, porque hay
continuidad y supervivencia de la filosofía antigua. Los medievales se preocuparon por
asimilar, en la medida en que les era posible, la práctica y el saber de las generaciones
anteriores. Con esto se evidencia que ningún ser humano posee la verdad, sino que cada
uno ha alcanzado una parte de la verdad y cuando se tiene esto se unen y forman un
gran valor13. No se puede despreciar la filosofía medieval, porque en este período
aparece una nueva perspectiva del hombre y del mundo que lo rodea. El hombre es
tratado e investigado desde una visión cristiana, los autores más representativos fueron:
Agustín y Tomás de Aquino.
Agustín, se puede considerar como uno de los grandes pensadores que más meditó
sobre el hombre, él lo veía como una criatura de Dios, esto se puede evidenciar cuando
dice: «Oh Dios, creador de todo! creador de las almas y de los cuerpos»14. El hombre en
totalidad es una criatura de Dios, un compuesto de dos sustancias que forman un ente
real dotado de razón y voluntad. Agustín parte de su propia realidad para explicar el
misterio del hombre y dirá:
Entonces me dirigí a mí mismo y me dije: « ¿Tú quién eres?», y respondí: «Un hombre.» He
aquí pues, que tengo en mí prestos un cuerpo y un alma; la una, interior; el otro, exterior.
11
P. STRATHERN, Aristóteles en 90 minutos, 98.
12
F. HEGEL. Lecciones sobre la Historia de la Filosofía, 104.
13
AL-KINDI. Sobre la Filosofía Primera, 103.
14
AGUSTÍN, Confesiones, libro undécimo.
24 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
¿Por cuál de éstos es por donde debí yo buscar a mi Dios, a quien ya había buscado por los
cuerpos desde la tierra al cielo, hasta dónde pude enviar los mensajeros rayos de mis ojos?
Mejor, sin duda, es el elemento interior, porque a él es a quien comunican sus noticias todos
los mensajeros corporales, como a presidente y juez, de las respuestas del cielo, de la tierra y
de todas las cosas que en ellos se encierran, cuando dicen: «No somos Dios» y «El nos ha
hecho». El hombre interior es quien conoce estas cosas por ministerio del exterior; yo
interior conozco estas cosas; yo, Yo-Alma, por medio del sentido de mi cuerpo15.
Para Agustín, la persona tiene que reconocer que es imagen de Dios, solo de esta
forma el hombre se podrá adherir a él. El hombre, por el solo hecho de ser criatura de
Dios, está abierto a la trascendencia, el ser humano no fue creado para terminar siendo
nada, por esa razón exteriorizará lo siguiente:
Agustín sustenta, que por su inmensidad, Dios está en todas las cosas: y que no
puede ser algo que no esté en Dios, la existencia humana depende total y
exclusivamente de su estar inmensa en el ser supremo. El santo de Hipona expresa:
¿Y cómo he de invocar a mi Dios y Señor? Llamándole para que venga a mí, esté dentro de
mí mismo. Pues ¿Qué lugar hay en mí a donde pueda venir y estar mi Dios? […]. uego es
verdad, Dios mío, que yo no existiera ni tendría ser alguno si vos no estuvieras en mí. ¿O
15
Ibíd.
16
Cf. G. REALE D. ANTISERI, Op. Cit., I, 383.
17
AGUSTÍN, Op. Cit.
18
G. REALE D. ANTISERI, Op. Cit., I, 384.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 25
mejor decir que no existiera ni tendría ser yo mismo, sino estuviera en vos, de quien, por
quien y en quien tienen ser todas las cosas?19.
Con su voluntad inteligente, Dios crea diversos grados de seres; los más perfectos son
aquellos que poseen una mayor semejanza con el Creador: las creaturas inteligentes, que,
conociendo y amando a Dios, retornan a él, […]. ntre estas creaturas hay jerarquía. as que
ocupan el rango más elevado son las inteligencias puras, aquellas que están separadas de la
materia; las inferiores son las que están unidas, por naturaleza, a los cuerpos materiales: son
las almas humanas20.
Es evidente que la doctrina sobre el hombre expuesta por Tomás se ubica en la línea
de pensamiento de Aristóteles por lo que difiere de la de Platón a quien sigue Agustín.
El alma y el cuerpo para él no son dos sustancias que existen de formas separadas y
antagónicas, sino que estas dos forman una sola sustancia que sería el hombre en su
totalidad, asevera:
El alma es quien hace que el cuerpo sea cuerpo, es decir, cuerpo viviente. Niega que el
cuerpo y el alma sean dos sustancias completas, de modo que el alma diese al cuerpo la vida,
pero no la corporeidad; la unión del alma y el cuerpo es una unión sustancial; es decir, el
19
AGUSTÍN, Op. Cit. Libro primero.
20
R. GUERRERO, Historia de la filosofía medieval, 196.
21
Ibíd., 198.
26 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
alma y el cuerpo, unidos, forman la sustancia completa y única que es el hombre, sin
intervención de ninguna otra forma22.
Cabe destacar que, la filosofía antigua había tomado la realidad objetiva como punto
de partida de su reflexión filosófica, y la medieval había tomado a Dios como
referencia, la filosofía moderna, por otro lado, se asentará en el terreno de la
subjetividad. En otras palabras, el asunto crucial que se analiza en ese período filosófico
es el problema del ser humano. En este momento se van a suceder rápidamente
pensadores como Descartes, Spinoza, Leibniz, Blaise Pascal, Giambattista Vico. En esta
etapa filosófica se genera una nueva visión del hombre.
Para Descartes, el cuerpo humano no es más que una máquina que está supeditado a
las leyes del mecanicismo, por lo tanto, se encuentra determinado. En la filosofía del
pensador el alma es la parte más importante del cuerpo. Su pensamiento parece guardar
cierta relación con el dualismo platónico, él dirá lo siguiente:
Supongo que el cuerpo no es más que una estatua o una máquina de tierra, formada
expresamente por Dios para asemejarla lo más posible a nosotros: y por lo tanto [...] imita
22
J. MARÍAS, Historia de la filosofía, 75.
23
Cf. J. HIRSCHBERGER, Breve historia de la Filosofía, 169.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 27
todas aquellas funciones que cabe imaginar que proceden de la materia y dependen
exclusivamente de la disposición de los órganos [...]. Os ruego que consideréis que estas
funciones son una consecuencia del todo natural en dicha máquina de la simple disposición
de sus órganos, ni más ni menos que los movimientos de un reloj o de cualquier otro
autómata provienen de sus contrapesos y de sus ruedas; por eso en esta máquina no hay que
concebir un alma vegetativa ni sensitiva, ni ningún otro principio de movimiento y de vida,
además de su sangre y de sus espíritus24.
Una sustancia cuya total esencia o naturaleza es pensar, y que para ser no necesita lugar
alguno ni depende de ninguna cosa material. De manera que este yo, es decir, el alma por lo
cual soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta es más fácil de conocer que
él, y aunque el cuerpo no existiera, el alma no dejaría de ser cuanto es27.
Con Descartes, inicia una nueva relación entre alma y cuerpo, él mismo, manifiesta
que el alma es pensamiento, pero no necesariamente la vida del cuerpo, y que la
separación de ella del cuerpo no es capaz de provocar la muerte, que es ante todo un
acontecimiento propiamente fisiológico, el cual no tiene nada que ver con el alma. En
otras palabras estas dos sustancias no tienen nada en común28.
24
G. R D. ANTISERI, Historia del pensamiento filosófico y científico, II, 329.
25
Cf. R. DESCARTES, Pasiones del alma, 1050.
26
Cf. G. R D. ANTISERI, Op. Cit., II, 334.
27
R. DESCARTES, Discurso del método, 6.
28
Cf. G. R D ANTISERI, Op. Cit., II, 334.
28 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
1.3.2 El concepto de hombre en Leibniz
Leibniz, exterioriza al hombre como una criatura de Dios, pero, el hombre aunque es
criatura es libre, ya que no ha sido determinado. El deseo de Dios es que los hombres
sean libres por eso les permite pecar, porque lo más importante es la libertad que la
privación de la misma, el pecado es visto como un mal posible que condiciona un bien
superior: la libertad humana29.
El hombre para Leibniz, es auténticamente libre cuando actúa con razón y juicio. Sin
estos elementos no se puede hablar de libertad humana, y por ende, el hombre no tendrá
la capacidad de elegir lo mejor. Por tales razones, el pensador sostiene lo siguiente:
Hay contingencia en mil acciones de la naturaleza; pero cuando no hay juicio en el agente,
no hay libertad. Dios ha hecho al hombre de tal modo que éste elige lo que le parece ser lo
mejor, y, para una mente infinita, las acciones del hombre son ciertas a priori. No obstante,
obrar de acuerdo con un juicio de la razón es obrar libremente. Preguntar si hay libertad en
nuestra voluntad equivale a preguntar si en nuestra voluntad hay elección. Libre y voluntario
significan la misma cosa. Porque lo libre es lo espontáneo con razón; y querer es ser llevado
a la acción por una razón percibida por el entendimiento30.
Leibniz, verá al hombre como un animal racional, pero también como un ser
espiritual. El reconoce que el ser humano no es solo materia, sino que posee un espíritu
inmortal por ser hecho a imagen y semejanza de Dios. Por eso sostiene lo siguiente:
El espíritu vale como todo el mundo, no sólo porque expresa, al igual que las demás
mónadas, todo el mundo, sino porque lo conoce de un modo consciente e indaga sus causas;
además el espíritu humano es inmortal, en el sentido de que no sólo permanece en el ser
como las otras mónadas, sino que conserva su propia personalidad. El conjunto de los
espíritus constituye la Ciudad de Dios, la parte más noble del universo. Dios, en cuanto
creador de todas las mónadas, concede a los seres la máxima perfección posible; como
monarca de su ciudad, da a los espíritus la máxima felicidad posible31.
En el pensamiento de este filósofo, el espíritu del ser humano es lo más noble que
este puede poseer, no es una simple cosa porque el mismo tiene su identidad, el alma
humana es una criatura de Dios, que le confiere al ser humano una alta dignidad.
29
Cf. J. MARÍAS, Op, Cit., 237.
30
F. COPLESTON, Historia de la filosofía, IV, 16.
31
G. REALE Y D ANTISERI, Op. Cit., II, 409.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 29
1.3.3 El concepto de hombre en Blaise Pascal
El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza; pero es una caña pensante.
No es necesario que todo el universo se arme para destrozarlo: un vapor, una gota de agua es
suficiente para matarlo. Pero aunque el universo lo destrozase, el hombre sería aún más
noble que el que lo mata, porque sabe que muere y sabe la superioridad del universo sobre
él; en cambio, el universo no sabe nada de ello. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el
pensamiento. Es con éste como debemos ennoblecernos, y no con el espacio y el tiempo que
podamos ocupar32.
32
Ibíd., 519.
33
Ibíd.
34
Cf. B. PASCAL. Pensamiento, II, 5.
30 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
En definitiva en el hombre hay un principio de grandeza y otro de miseria, para que el
hombre pueda reconocer estos dos principios debe de ser conducido por la auténtica
religión. Por medio de ella, el hombre se dará cuenta de la gran contrariedad en la que
vive, por eso el filósofo afirma:
Es necesario que, para tornar al hombre feliz, ella le muestre que hay un Dios; que estamos
obligados a amarlo; que nuestra única felicidad consiste en estar en él, y nuestro único mal
en estar separados de él; que ella reconozca que estamos llenos de tinieblas que nos impiden
conocerlo y amarlo; y que, porque nuestros deberes nos obligan a amar a Dios y nuestras
concupiscencias nos apartan de este amor, nosotros estamos llenos de injusticia. Es necesario
que ella nos dé razón de esas oposiciones que sentimos para con Dios y nuestro propio bien.
Es necesario que ella nos enseñe los remedios para esas impotencias y los medios de obtener
esos remedios. Examínense sobre esos puntos todas las religiones del mundo, y véase si hay
otra que los satisfaga mejor que la cristiana35.
Vico, señalará que el hombre es un ser social por naturaleza, por esa razón, el
hombre es protagonista de la historia y no un simple espectador de la misma. «Este
mundo civil ha sido hecho ciertamente por los hombres, por lo cual se pueden hallar sus
principios dentro de las modificaciones de nuestra propia mente humana»36. El hombre
tiene cierta capacidad creadora, por eso todo, lo que tiene la sociedad es fruto de este
accionar propiamente humano.
35
Ibíd., 6.
36
G. R D. ANTISERI, Op. Cit., II, 548.
37
Ibíd., 548.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 31
El hombre es un ser social, pero también es libre por naturaleza, y a partir de esta
libertad, el ser humano se convierte en artífice de la historia, ya que esta no es fruto de
una necesidad cósmica o de un accidente, él asevera: «Esta es lo que los hombres han
querido que fuera, pero en el marco de las condiciones y medios disponibles »38. El
hombre cuando rompe con el quietismo y sale de sí mismo crea la historia, la misma
deber ser vista como fruto del actuar del hombre en la sociedad.
Los seres humanos en su estado primero son bestiales, sin ninguna capacidad
reflexiva, pero movido por un oscuro sentimiento providencial de la historia eterna es
capaz de salir de ese estado primero y transformarse en un ente social y cívico39. Por
estos sentimientos que guiaban a los hombres surgieron según él: «Las repúblicas
monásticas dominadas por la potestad paterna y fundadas sobre el temor de Dios. Esta
fue la edad de los dioses»40. Los hombres de este período de la historia cultivaron las
virtudes heroicas, tales como, la piedad, la prudencia y la fortaleza eran sociedades
centradas en Dios, todo dependía de la providencia de él.
Spinoza presenta al hombre como una extensión divina, el alma humana es un modo
de pensamiento divino desde su punto de vista. El sostiene que el cuerpo y el alma son
atributos diferentes, por ende, entre ellos no puede existir ninguna interacción. Por ser
atributos diferentes no puede actuar uno sobre el otro, por eso él asevera: «El cuerpo no
puede determinar al alma a pensar, y el alma no puede determinar al cuerpo al
movimiento o al reposo»41.
Se sostiene que entre el alma y el cuerpo no hay unidad alguna, ni en el ser, en otras
palabras, hay una identidad y en la apariencia solo hay disposición radical. A pesar de
este paralelismo de los atributos hay siempre correspondencia exacta. El autor sostiene
que el alma del hombre es una parte del entendimiento infinito de Dios, el alma sería
una idea y por eso se vuelve objeto del cuerpo, él expone que:
El alma es la idea de un determinado cuerpo que existe en acto. Esto significa que en un
hombre concreto, su alma es la idea de su cuerpo, que empieza y acaba con él. Y como que
38
Ibíd., 549.
39
Cf. N. ABBAGNANO, Historia de la filosofía, II, 277.
40
Ibíd., 278.
41
R. VERNEAUX, Historia de la filosofía moderna, 49.
32 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
el cuerpo humano, a su vez, está compuesto de un gran número de cuerpos, el alma que es su
idea no es simple, sino compuesta de gran número de ideas42.
Spinoza, reconoce que el hombre es un ser libre, esta libertad solo es alcanzada
cuando el hombre domina sus pasiones y no es un simple instrumento de estas. Solo el
hombre que es capaz de dominar sus pasiones es libre, para ello tiene que conocer la
naturaleza de las pasiones para no vivir bajo el yugo de las mismas43. Las pasiones no
son vista como simple debilidades humanas o la gran fragilidad del hombre. Ellas
surgen de la potencia de la naturaleza, por esta razón no hay que detenerlas o acusarlas,
sino comprenderlas como todas las realidades de la naturaleza.
La filosofía contemporánea comprende los siglos XIX y XX, hasta nuestros días.
Hay que reconocer que en el siglo XIX hubo cierta anomalía filosófica. La gran mayoría
de los eruditos sostiene que la filosofía contemporánea inicia con la muerte de Hegel,
por eso se alega lo siguiente:
Al morir Hegel, se agota una etapa y sobreviene a la filosofía una honda crisis, en la que casi
desaparece. Esto no es extraño, porque la historia de la filosofía es discontinua, y, a las
épocas de máxima tensión creadora suceden siempre largos años de relajación, en que la
mente parece no poder soportar el esfuerzo metafísico; pero en el XIX, la filosofía aparece,
además formalmente negada, lo cual supone un peculiar hastío del filosofar, provocado, al
menos parcialmente, por el abuso dialéctico en que cae el genial idealismo alemán. Entonces
surge la necesidad apremiante de atenerse a las cosas, a la realidad misma, de apartarse de
las construcciones mentales para ajustarse a lo real tal como es44.
45
Cf. N. ABBAGNANO, Historia de la filosofía, II, 277.
46
Ibíd., 278.
34 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
desesperación, ella arranca al hombre así mismo, pero el hombre corre el riesgo de
encerrarse en sí mismo en el secreto de su miseria47.
El hombre solo se vuelve creador cuando es capaz de derribar los ídolos, en otras
palabras todos los ideales, porque los mismos son mentiras que se han vuelto una
maldición en el mundo real49. El hombre es visto por él como una enfermedad en el
universo por eso dice: «En verdad os digo el hombre es un río inmundo»50. El hombre
es presentado como un camello que lleva toda la carga moral del pasado sin poder
revelarse ante ella, una criatura que ha puesto su esperanza en una vida supraterrenal.
Nietzsche, asevera que se tiene que amar la tierra y no un ideal ilusorio.
El hombre, para el superhombre es solo pura vergüenza, algo que necesita ser
superado. A pesar de todo lo que se ha evolucionado, el hombre sigue siendo más mono
que hombre, él dirá: «Habéis evolucionado del gusano al hombre, y hay en vosotros
todavía mucho de gusano. En un tiempo fuiste mono y todavía el hombre es más mono
que ningún mono»51. La postura de Nietzsche, siempre será que el hombre es un ser a
medio hacer, siempre como un punto medio entre la bestia y el superhombre. Todo lo
que tiene el hombre de grande es porque tiene la capacidad de ser un puente y nunca un
término.
47
Cf. R. JOLIVET, Las doctrinas existencialistas, 57.
48
F. NIETZSCHE, Así hablaba Zaratustra, 13.
49
Cf. F. NIETZSCHE, Ecce Homo, 20.
50
F. NIETZSCHE, Así hablaba Zaratustra, 15.
51
Ibíd., 14.
52
Ibíd., 15.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 35
El único obstáculo que tendría el hombre para convertirse en superhombre sería Dios.
Para Nietzsche tanto Dios como el cristianismo le quita toda la libertad al hombre, por
esta razón expresa:
ste Dios ha muerto […] Al bajar él a la tumba, vosotros habéis resucitado. ¡Sólo ahora llega
el gran medio día! ¡Solo ahora el hombre superior llegará a ser amo! […]. ¡ a! ¡ rriba,
hombre superior! Sólo ahora está de parto la montaña del porvenir humano. Dios ha muerto;
viva el superhombre tal es nuestra voluntad55.
53
F. NIETZSCHE, Más allá del bien y del mal, 78-79.
54
Cf. J. HIRSCHBERGER, Op. Cit., 277.
55
F. NIETZSCHE, Así hablaba Zaratustra, 306.
56
F. NIETZSCHE, Más allá del bien y del mal, 40.
57
Cf. N. ABBAGNANO, Op. Cit., 328.
36 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
1.4.3 El concepto de hombre en Karl Jaspers
Jaspers, es considerado como uno de los padres del existencialismo, él sostiene que
el hombre es un ser libre, pero al mismo tiempo, el hombre es incapaz de entender su
libertad de forma absoluta. La libertad de la persona lo conlleva a la responsabilidad de
sus actos, no puede existir una libertad sin una responsabilidad, y donde hay
responsabilidad también hay culpa58. El hombre es el único responsable de todos sus
actos por la capacidad de elección en la libertad de la conciencia. El autor sostendrá lo
siguiente sobre la libertad:
Sólo en la medida en que, siendo íntimamente libres, damos cumplimiento a nuestra libertad,
dentro de la comunidad. Llegamos a ser auténticamente libres, en medio de los compromisos
y de las ataduras. Cuando más libertad haya en nuestro alrededor, tanto más libres somos
nosotros59.
Jaspers, afirma lo siguiente: «Ser hombre es llegar a ser hombre, esto quiere decir
que el hombre es hombre cuando es racional, es libre, y llega a una dirección y hace una
historia»63. En la existencia la razón es la acción misma de la existencia posible, si la
razón carece de toda existencia se vuelve un proceso de pensamiento arbitrario, con una
existencia carente de gnosis se caería en la violencia ciega, movidos por toda clase de
58
Cf. K. JASPERS, Filosofía ante la revelación, 377.
59
Ibíd., 380.
60
Cf. G. REALE Y D. ANTISERI, Op, Cit., III, 533.
61
W. STEGMULLER, Corrientes fundamentales de filosofía actual, 254.
62
N. ABBAGNANO, Historia de la filosofía, III, 747.
63
K. JASPERS, La filosofía, 38.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 37
impulsos64. La razón y la existencia designan la actividad filosófica del hombre desde
su propia inmanencia y la existencia como relación con el absoluto.
La razón tiene la capacidad de ligar todas las cosas: «desea que todas las cosas,
extrañas las unas a las otras en la ruina, entren de nuevo en relación»65. La cognición
empuja hacia la conjunción universal. La existencia del hombre se abre a la verdad, que
es la comunicación con el otro. Hay que considerar que la existencia para Jaspers, es un
estar en el mundo, que consiste en estar ligado a una situación fáctica que la delimita y
la caracteriza de una manera específica. La existencia es la búsqueda constante del ser,
el primer modo de esta búsqueda es considerarse uno mismo como una realidad
objetiva, es decir, como un elemento más del mundo.
Entre la existencia y la razón hay un ir y venir que no tiene fin alguno, en este
proceso todo se destruye. El movimiento intelectual acaba en total fracaso. Pero este
fracaso es una cifra de la trascendencia es el lenguaje del absoluto. En el fracaso se
experimenta el ser. Lo permanente no es un auténtico logro. Jaspers, sostiene lo
siguiente sobre este aspecto del ser:
64
Cf. N. ABBAGNANO, Op, Cit., III, 748.
65
K. JASPERS, Razón y existencia, 42.
66
Cf. W. STEGMULLER, Op. Cit., 249.
38 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
indirectamente; es lo que, en calidad de abarcador simplemente, «es» tan inexorablemente
como no es visible y permanece incognito67.
Heidegger, con una terminología propiamente hegeliana asevera que el ser humano
es el «Dasein». Y este se puede traducir como existencia, realidad humana o más
comúnmente, como ser ahí. El ser ahí es el ente privilegiado a quien se dirige la
pregunta por el ser, así como quien formula la pregunta, por eso afirma: «El dasein se
determina cada vez como ente de una posibilidad que él es, y esto quiere decir, a la vez,
que él comprende en su ser de alguna manera. Este es el sentido formal de la
constitución existencial del Dasein»68.
Desde el punto de vista de Heidegger, aquello que sea el hombre desde la metafísica
tradicional se le llama esencia, la cual reside en su ex-sistencia71. Él platea que: «Ser
existencia no es meramente ser autoconciencia, sino que es ser un ente relativamente a
67
K. JASPERS, Razón y existencia, 52.
68
M. HEIDEGGER, Ser y Tiempo, 50.
69
Ibíd., 52.
70
Ibíd., 56.
71
Cf. M. HEIDEGGER, Carta sobre el Humanismo, 268.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 39
sí mismo, un ente al que le incumbe su ser, ser que es en cada caso mío»72. Por ser
existencia, la constitución del ser del hombre, los caracteres de ser que lo constituyen,
no pueden denominarse categorías, sino existenciarios o existenciales, y estos
existenciarios nunca pueden tener el mismo significado que las categorías que se dicen,
acusan o predican de entes que no son el hombre. Se puede afirmar que la respuesta a la
pregunta qué es el hombre o la definición del hombre se consigue mediante la
exposición del sistema de existenciarios que constituyen los rasgos esenciales del ser
del hombre.
72
Ibíd., 54.
73
Cf. N. ABBAGNANO, Op. Cit., III, 734.
74
Ibíd.
75
A. CAMUS, El mito de Sísifo, 44.
40 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
Toda la vida del hombre es un absurdo y para afirmar esta idea toma como ejemplo
el mito de Sísifo, el más sabio y prudente de los mortales, el mismo se ha vuelto víctima
del trabajo absurdo por intentar escapar de un destino definitivo, por tal razón dirá:
Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta la cima de una
montaña desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. […] Se ha comprendido ya
que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su
desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese
suplicio indecible en el que todo el ser se dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que
pagar por las pasiones de esta tierra76.
Para Camus, el hombre absurdo es: «el que, sin negarlo, no hace nada por lo
eterno»77. El absurdo es todo lo que no tiene sentido; la misma noción del absurdo
implica un gran contenido de la experiencia, por un lado el objeto de la visión, es decir
el mundo mecánico y del otro lado, la conciencia, que ha visto y que por ese acto mismo
escapa al objeto de su visión78.
Según Camus, el hombre solo necesita una moral, ya que todas las morales están
cimentadas sobre el ideal de que un acto tiene consecuencias que lo justifican o lo
borran, cuando existe una justificación todo está permitido, él dirá:
No se puede disertar sobre la moral. He visto a personas obrar mal con mucha moral y
compruebo todos los días que la honradez no necesita reglas. El hombre absurdo no puede
admitir sino una moral, la que no se separa de Dios, la que se dicta. Pero vive justamente
fuera de ese Dios. En cuanto a las otras «e incluyo también al inmoralismo», el hombre
absurdo no ve en ellas sino justificaciones, y no tiene nada que justificar. Parto aquí del
principio de su inocencia79.
76
Ibíd., 56.
77
Ibíd., 34.
78
R. D. LUPPE. Albert Camus, 58.
79
A. CAMUS, Op. Cit., 33.
CAP. I: BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE 41
En definitiva se afirmaría con vehemencia que los autores de los tres primeros
acápites no guardan ninguna relación con la filosofía de Sartre, es innegables que dichos
pensadores tienen grandes diferencias con el filósofo ateo Jean Paul Sartre, pero al
mismo tiempo tienen un punto en común, que es el tema del hombre como ser en el
mundo, ellos al igual que el existencialista se han preguntado qué es el hombre. Sartre,
y el egregio pensador clásico Sócrates, presenta cierto interés por el tema de la libertad
humana, en sus abismales desigualdades filosóficas se pueden deslumbrar pequeñas y
significativas similitudes, por esta razón se decidió hacer este recorrido histórico-
filosófico. Es sumamente atrayente ver como Sartre y Vico, coinciden en el hecho de
que el hombre por su libertad rompe con el quietismo para realizarse en la acción. En el
cuarto y último acápite, los filósofos guardan una estrecha relación con el pensamiento
de este pensador existencialista, porque muchos de ellos son pioneros del movimiento.
Ellos parten de su propia experiencia y criterios para formular una serie de análisis
sobre la naturaleza del ser humano.
CAPÍTULO II
El filósofo francés Jean Paul Sartre, estaba influenciado por esta corriente filosófica,
la cual tiene como precursor al filósofo Kierkegaard. La existencia no es vista como la
mera actualidad de una cosa o el simple hecho de existir, sino aquello que constituye
la esencia misma del hombre. «El existencialismo se desinteresa de las esencias, de las
80
Cf. N. ABBAGNANO, Historia de la filosofía, III, 726.
81
Cf. T. URDANOZ, Historia de la filosofía, VI, 503.
82
Ibíd., 504.
46 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
contingencias, de las nociones abstractas»83. El existencialismo representa también una
rebelión contra el gusto ilustrado y la conceptualización de la filosofía tradicional.
83
P. FOULQUIE, El existencialismo, 66.
84
J. P. SARTRE, El Existencialismo es un Humanismo, 4.
85
Ibíd., 1.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 47
inexplicablemente»86. Desde el punto de vista del autor el sistema de pensamiento que
él representa es lo más coherente que puede existir, asevera:
El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe,
hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes
de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice
Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia?
Significa que el hombre comienza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que
después se define. [...] El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer
principio del existencialismo87.
Sartre, se opone a la existencia de Dios, si este existe, el hombre tiene una esencia
predeterminada por él. Si este ser superior existe, el hombre no sería responsable de lo
que él es. «Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es
responsable de lo que es. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre
en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia»88.
86
J. P. SARTRE, La nausea, 167.
87
J. P. SARTRE, El Existencialismo es un Humanismo, 16.
88
Ibíd., 4.
89
F. DOSTOIEVSKI, Los hermanos Karamazov, Versión PDF. En: www.luarna.com 26/6/2017
90
J. P. SARTRE, El Existencialismo es un Humanismo, 19.
48 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
La universalidad del proyecto individual: el proyecto de la propia vida que solo
existe al hacerse realidad, puede abarcar también a toda la humanidad, no porque haya
valores absolutos que deban respetarse, sino porque todo hombre es conciencia abierta a
la comprensión del otro91. El existencialismo es visto como un romanticismo que ha
perdido su propia potencia, porque ha perdido como diría Jaspers, la ingenuidad, esto
es, la ilusión de abarcar el mundo. El hombre existencialista es la conciencia infeliz, que
al mismo tiempo ha perdido a su Dios, sabe ante todo que es inútil buscarlo. «Pero el
hombre se diferencia de las demás fuerzas de este mundo por una característica
espacial: la conciencia»92. El hombre por tener conciencia de sí mismo es para Sartre,
ser para sí.
La fenomenología tiene que llegar por sí misma a los sistemas de conceptos que determinan
el sentido fundamental de todos los ámbitos científicos. Estos son los conceptos que
predelinean todas las demarcaciones formales de las idea-forma de un posible universo del
91
Ibíd.
92
I. QUILES, S. J, Sartre y su existencialismo, 59.
93
Ibíd.
94
Cf. G.W.F. HEGEL, Fenomenología del espíritu, 49.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 49
ser en general y, por tanto, también la de un posible mundo en general. De acuerdo con esto,
ellos tienen que ser los auténticos conceptos fundamentales de todas las ciencias95.
Los correlatos intencionales pueden ser los sonidos y colores, la conciencia por otro
lado está constituida de sensaciones y de una serie de actos, extensiones y colores que
aparecen. En el pensamiento de Husserl, lo esencial de la conciencia es el estar
constituida por vivencias las cuales poseen intencionalidad, la misma se puede ver como
una relación del yo pensante y el término que siempre hace referencia de la propia
vivencia99. La intencionalidad solo es el carácter de las experiencias vividas de la
conciencia.
95
E. HUSSERL, Meditaciones cartesianas, 230.
96
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 380.
97
J. C. SMITH, La fenomenología y sus problemas, 83.
98
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 380.
99
Cf. J. C. SMITH, Op. Cit., 83.
100
Cf. G. R D. ANTISERI, Op. Cit., III, 501.
50 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
Husserl. Sartre, partiendo del principio de Husserl de que toda conciencia es conciencia
de algo aseverará:
Toda conciencia, como lo ha demostrado Husserl, es conciencia de algo. Esto significa que
no hay conciencia que no sea posición de un objeto trascendente, o, si se prefiere, que la
conciencia no tiene «contenido». Es preciso renunciar a esos «datos» neutros que [...]
podrían constituirse en «mundo» o en «lo psíquico». Una mesa no está en la conciencia, ni
aún a título de representación. Una mesa está en el espacio, junto a la ventana, etc. La
existencia de la mesa, en efecto, es un centro de opacidad para la conciencia101.
101
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 21.
102
Ibíd., 108.
103
Ibíd.
104
Ibíd., 112.
105
Cf. J. P. SARTRE, La trascendencia del ego, 24.
106
Cf. T. URDANOZ, Op, Cit., 650.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 51
entonces cierto fundamento para hacernos esta pregunta: si el Yo que piensa es común a las
dos ciencias superpuestas, o si él no es más bien el de la conciencia reflexionada. Toda
conciencia reflexionada es, en efecto, ella misma irreflexiva, y es necesario un acto nuevo y
de tercer grado para ponerla. No hay aquí, por otra parte, reenvío al infinito, puesto que una
conciencia de ningún modo tiene necesidad de una conciencia reflexionante para ser
conciencia de ella misma. Simplemente que ella no se pone a sí misma como su objeto107.
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él quiere, y como
él se concibe después de la existencia, como él se quiere después de este impulso hacia la
existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Este es el primer principio del
existencialismo110.
107
J. P. SARTRE, La trascendencia del ego, 24.
108
Cf. T. URDANOZ, Op, Cit., 651.
109
Cf. J. SARTRE, El existencialismo es un Humanismo, 31.
110
Ibíd.
52 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor»111.
Desde la perspectiva de este filósofo ateo no hay nada antes ni después del proyecto,
toda la existencia se circunscribe a la realización del proyecto.
En definitiva, para este existencialista, el ser humano existe antes que nada, surge en
el mundo y se encuentra consigo mismo, después de esto se define, porque no hay
naturaleza humana, porque no existe un Dios omnisciente que tenga conciencia de
ella116. El hombre existe en cuanto se realiza, el ser humano es la suma de todos sus
actos.
111
Ibíd., 32.
112
Cf. L. SÁEZ RUEDA, Movimientos filosóficos actuales, 163.
113
Cf. N. BOBBIO, El Existencialismo, 44.
114
J. P. SARTRE, El Existencialismo es un Humanismo, 91.
115
Cf. F. VIDAL I AULADELL, «La apertura al otro en la ética de sartre. Crítica a la metafísica,
antropología existencialista y ética de la responsabilidad», Revista Telemática, 5, (2001) 253.
116
P. STRATHERN, Sartre en 90 minutos, 114.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 53
2.4 El hombre ser condenado a la libertad
Es cierto que la libertad no puede ser definida, ya que la misma no tiene esencia,
pero a la vez se convierte en el cimiento de todas las esencias120. Si el hombre es algo es
su propia libertad, por este juicio el autor argumenta con gran vehemencia:
La persona no es otra cosa que su libertad. Esta libertad no debe ser considerada un poder
metafísico de la naturaleza humana ni es tampoco la licencia de hacer lo que se quiere. […].
No se hace lo que se quiere y, sin embargo, se es responsable de lo que se es121.
La libertad del hombre lo lleva a elegir sus propios fines, esta elección le confiere
una existencia trascendental122. Por la libertad que ostenta el hombre debe llevar sobre
sus hombros la carga de sí mismo123. El «para sí», no es solo responsable de sí mismo,
sino también de toda la humanidad, cuando él se elige, no solo se prefiere a sí. Sartre,
asegura:
El hombre que se compromete […], no sólo el que elige ser, sino también el legislador, que
elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al
sentimiento de su total y profunda responsabilidad124.
117
Cf. R. JOLIVET, Las doctrinas existencialistas, 238.
118
J. P. SARTRE, El Ser y la Nada, 515.
119
J. P. SARTRE, La edad de la razón, 308.
120
Cf. T. URDANOZ, O. P., Op. Cit., 674.
121
Cf. J. SARTRE, ¿Qué es literatura?, 21.
122
Cf. R. JOLIVET, Op. Cit., 239.
123
Cf. J. SARTRE, ¿Qué es literatura?, 21.
124
J. P. SARTRE, El Existencialismo es un Humanismo, 63.
54 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
El hombre elige constantemente porque se proyecta continuamente hacia lo que no
es, el ser humano está condenado a elegir, porque se encuentra condenado a
proyectarse125. El ser humano es una libertad que tiene la facultad de escoger, pero no
puede elegir ser libre, porque se encuentra condenado a la libertad. Desde la perspectiva
de Sartre ser libre significa autonomía de elección126.
Yo no puedo preguntar por qué he nacido, ni maldecir el día de mi nacimiento o declarar que
yo no lo pedí, ya que esas distintas actitudes hacia el hecho de que yo realice mi presencia en
el mundo, no son otra cosa, precisamente, que formas de asumir plena responsabilidad sobre
ese nacimiento y hacerla mío128.
Se acabaron los caracteres: los héroes son libertades en la trampa, como todos nosotros. […].
Cada personaje no será más que la elección de un fin y no valdrá más que un fin elegido.
[…]. n cierto sentido, cada situación es una ratonera, con muros por todas partes: me
explicaba mal, pues no hay fines que elegir. Los fines se inventan. Y cada uno, al inventar su
propio fin, se inventa a sí mismo. El hombre tiene que inventarse a sí mismo129.
Al darse situada la libertad del «para-sí» queda totalmente encerrada entre paredes,
de la única manera que el hombre puede trascender estos muros es haciéndose
125
Cf. V. FATONE, El existencialismo y la Libertad Creadora, 33.
126
Cf. J. SARTRE, El Ser y la Nada, 563.
127
Ibíd., 641.
128
Ibíd., 642.
129
J. P. SARTRE, ¿Qué es literatura?, 239.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 55
constantemente, el hombre no puede olvidar que es un ente arrojado fuera de sí mismo
porque no está del todo realizado130.
La angustia es, pues, la aceptación de la libertad por ella misma; en este sentido es
mediación, pues, aunque conciencia inmediata de sí, surge de la negación de las llamadas del
mundo […]. n la angustia, me capto a la vez como totalmente libre134.
La angustia es la conciencia de la libertad, y está en el fondo del ser del hombre. Esta
angustia se puede pensar como un tropiezo de la conciencia, que se halla ante un
porvenir que aún no es, pero el que va a realizar y que es absolutamente libre de
realizar135. La angustia puede ser considerada como el temor de no alcanzar el proyecto
que se anhela. Según Sartre, el hombre tiene miedo de tener miedo, en otros términos se
angustia ante sí mismo136.
130
Cf. J. ACEVEDO, Hombre y mundo, sobre el punto de partida de la filosofía actual, 83.
131
J. ACEVEDO, Op. Cit., 138.
132
J. P. SARTRE, El Ser y la Nada, 69.
133
Cf. J. ACEVEDO, Op. Cit., 138.
134
J. SARTRE, El Ser y la Nada, 75.
135
Cf. C. AUDRY, Sartre y la realidad humana, 62.
136
Cf. J. P. SARTRE, El Ser y la Nada, 69.
56 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
cuando se admite que la angustia se distingue del miedo137. Sartre, señalará que tanto la
angustia como el miedo son dos realidades excluyentes, por eso explica:
El individuo que acaba de recibir «un rudo golpe», que ha perdido en una quiebra gran parte
de sus recursos, puede tener miedo de la pobreza que lo amenaza. Se angustiará un instante
después, cuando, retorciéndose nerviosamente las manos […], exclame: «¿Qué voy hacer?
Pero ¿qué voy hacer?». […]. l miedo es aprehensión irreflexiva de lo trascendente y la
angustia es aprehensión reflexiva de sí-mismo; la una nace de la destrucción de la otra138.
137
Ibíd., 65
138
Ibíd.
139
C. AUDRY, Sartre y la realidad humana, 70.
140
R. COMPBALL, Jean-Paul Sartre o una Literatura Filosófica, 157.
141
Cf. J. P. SARTRE, El Ser y la Nada, 82-83.
142
R. LUCAS LUCAS, El hombre, espíritu encarnado, 314.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 57
Ante esta realidad tan angustiante que es la muerte, el individuo plantea
hipotéticamente una posible continuidad de la vida después de la muerte. Por eso
diversas culturas se han aferrado a los cultos mágicos-religiosos, los cuales tienen un
sinnúmero de ritos para asegurar el descanso del difunto en la vida futura. No
únicamente en la religión se habla de una posible vida en el más allá, sino que el ilustre
Platón, sostiene que la muerte no es la aniquilación de todo el hombre, sino que tan solo
es la separación del cuerpo y del alma:
Pues bien –continuó Sócrates-, después de todas estas consideraciones, por necesidad se
forma en los que son genuinamente filósofos una creencia tal, que les hace decirse
mutuamente algo así como esto: «Tal vez haya una especie de sendero que lleve a término,
porque mientras tengamos el cuerpo y este nuestra alma mezclada con semejante mal jamás
alcanzaremos de manera suficiente lo que deseamos. Y decimos que lo que deseamos es la
verdad. […]. n efecto, si no es posible conocer nada de manera pura juntamente con el
cuerpo, una de dos, o es de todo punto imposible adquirir el saber, o solo es posible cuando
hayamos muerto, pues es entonces cuando el alma queda sola en sí misma, separada del
cuerpo, y no antes143.
a muerte es posibilidad de ser que ha de tomar sobre sí en cada caso el ser ahí. […]. a
muerte es la posibilidad de la absoluta imposibilidad del ser ahí. Así se desemboza a la
muerte como la posibilidad más peculiar, irreferente e irrebasable. En cuanto tal, es una
señalada inminencia144.
143
PLATÓN, Fedón, 154-158.
144
M. HEIDEGGER, Ser y tiempo, 273.
145
V. FATONE, Op. Cit., 69.
58 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
violencia todo proyecto. Para este pensador existencial la muerte es la destrucción:
«una aniquilación siempre posible de mis posibles, que está fuera de mis
posibilidades»146. La muerte no señala un horizonte, ella lo único que marca es el
significado vacio del universo:
La muerte, en lugar de dejarse definir por su propio acontecimiento nos afecta por su
sinsentido. El punto que parece indicar en nuestro tiempo es un puro signo de interrogación:
una apertura hacia lo que no aporta ninguna posibilidad de respuesta. Tal interrogación es
una modalidad de la relación con el más allá del ser147.
Con la muerte según Sartre, el «para-sí» no pierde la objetividad, ya que los muertos
están ahí, sino que pierde toda posibilidad de revelarse como sujeto ante el otro.
En su ontología Sartre, analiza al ser y distingue dos grandes regiones del mismo o
realidades, el ser «en-sí», como mundo y el ser «para-sí», la conciencia. El centro de
estudio de este acápite será el ser «en-sí», ya que este concepto es fundamental en el
pensamiento del autor, el término «en-sí» proviene del latín «in se», que se puede
traducir como lo que en principio es, independiente de lo demás. El ser «en-sí» puede
ser descrito como el ser de las cosas, él es estático e invariable, una de las características
del ser «en-sí» es que el ser es lo que es, él argumenta diciendo:
l ser en sí es lo que es, […]. Desde el momento que existen seres que han de ser lo que son,
el hecho de ser lo que se es no es un modo alguno una característica puramente axiomática:
es un principio contingente del ser en sí154.
El ser «en-sí», no puede ser afectado por nada de fuera, ni por nada de adentro, él es
macizo, por esta condición el ser «en-sí» no tiene que realizarse porque está empatado
así mismo155. Esta región del ser es lo que es, ella pertenece de una forma u otra a un
mundo totalmente cerrado y carente de todo sentido, una simple cosa: «Las cosas son
algo servil, dócil, manejable»156. El ser «en-sí» se puede describir como el mero hecho
de estar en el mundo, la simple existencia inerte y material.
152
Cf. Conc., Ecum., Vat., II, Gaudium et Spes, 18.
153
J. DE SAHAGÚN LUCAS, Fenomenología y filosofía de la religión, 140.
154
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 34.
155
Ibíd.
156
J. P. SARTRE, La edad de la razón, 293.
60 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
El mundo de las cosas es plenamente estático sin conciencia alguna. «El ser en-sí no
es jamás ni posible ni imposible: simplemente es»157. Por este argumento el pensador
ateo sostiene que el ser en-si es increado sin razón alguna de ser, él no tiene ninguna
relación con otro ser y por eso está más allá de la eternidad. El ser «en-sí» al ser lo que
es, no necesita ser nada más, como se ha dicho con anterioridad se encuentra encerrado
en sí mismo. Aún si el ser «en-sí» fuese creado no conservaría ningún vestigio de la
creación, el seria su único soporte:
157
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 36.
158
Ibíd., 33.
159
Ibíd.
160
Ibíd., 34.
161
Ibíd., 33.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 61
el ser «para-sí», mientras que el ser «en-sí» es siempre lo mismo, el «para-sí» es pura
intencionalidad lanzada al mundo para darse el ser, Sartre, afirma:
El para-sí [la conciencia] es necesario en tanto que se funda a sí mismo. Y por eso es el
objeto reflejo de una intuición apodíctica: no puedo dudar de que soy. Pero, en tanto que este
para-sí, tal cual es, podría no ser, tiene toda la contingencia del hecho. Así como mi libertad
nihilizadora se capta a sí misma por la angustia, el para-sí es consciente de su facticidad:
tiene el sentimiento de su gratuidad total, se capta como siendo ahí para nada, como
estando de más162.
Comprendí que no había término medio entre la inexistencia y esa abundancia en éxtasis. De
existir había que existir hasta eso, hasta el verdín, el abotargamiento, la obscenidad. En otro
mundo, los círculos, los aires musicales guardan sus líneas puras y rígidas. Pero la existencia
es una sumisión165.
La nada es la puesta en cuestión del ser por el ser, es decir, justamente la conciencia o para
sí. Es un acaecimiento absoluto que viene al ser por el ser y que, sin tener ser, está
perpetuamente sostenido por el ser. Al estar el ser en sí aislado en su ser por su total
162
Ibíd., 117.
163
Ibíd., 112.
164
Cf. J. MARTÍNEZ CONTRERAS, La filosofía del hombre, 35.
165
J. P. SARTRE, La nausea, 189.
166
J. SARTRE, El ser y la nada, 112.
62 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
positividad, ningún ser puede producir ser y nada puede llegar al ser por el ser, salvo la
nada167.
El «para-sí» que es puramente libre puede ser infectado por el «en-sí» que lo liga al
ser «en-sí», esto es lo que Sartre llama la facticidad del «para-sí»169. El ser humano
mientras se haya con vida es absolutamente nada puro vacio interior, poro en el
momento que muere se transforma en un ser pleno, en un «en-sí»170. La facticidad solo
es una infraestructura del cogito reflexivo, por lo tanto no es una resistencia, porque el
«para-sí» le confiere su sentido. «Ella no es sino una indicación que me doy a mí mismo
del ser que debo alcanzar»171. Se pueden decir que el «para-sí» es facticidad por su
cuerpo. El «para-sí» no deja de ser un cuerpo entre los demás. «Mi cuerpo es a la vez
coextensivo al mundo, está expandido íntegramente a través de las cosas»172.
167
Ibíd., 113.
168
Ibíd., 112.
169
Ibíd., 116.
170
Cf. R. COMPBALL, Op. Cit., 32.
171
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 117.
172
Ibíd., 345.
CAP. II: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE HOMBRE EN SARTRE 63
volvernos frente a él para considerarlo»173. El pasado son todas aquellas elecciones que
el «para-sí» ha decidido.
173
Ibíd., 116.
174
J. P. SARTRE, El existencialismo es un humanismo, 28.
175
Cf. J. P. SARTRE, Las moscas, 18.
176
Cf. T. URDANOZ, Op, Cit., 663.
177
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 153.
64 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
La otra dimensión de la temporalidad es el futuro, que se considera como el proyecto
del para-sí hacia delante. Dice Sartre: «Me proyecto hacia el futuro para fundirme en él
con aquello que me falta, es decir, con aquello cuya adjunción sintética a mi presente
me hará ser lo que soy»178. El «para-sí» lleva hacia el futuro al ser «en-sí», el «para-sí»
es su futuro aunque se halle separado de éste por la nada que él es.
178
Ibíd., 159.
179
Ibíd., 160.
180
Cf. T. URDANOZ, Op, Cit., 664.
CAPÍTULO III
181
R. JOLIVET, La doctrinas existencialistas, 227-228.
182
T. URDANOZ, Op. Cit., 668.
183
Cf. J. SARTRE, El ser y la nada, 257.
68 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
hombre. Uno y uno hacen uno, he aquí nuestro misterio. La bestia se ocultaba,
sorprendíamos su mirada, de pronto en los ojos íntimos de nuestros prójimos; entonces,
golpeábamos en legítima defensa preventiva. Sorprendí a la bestia, golpée y un hombre cayó;
en sus ojos moribundos vi a la bestia, siempre viva, yo184.
Para obtener una verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase por otro. El otro es
indispensable a mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo. En estas
condiciones, el descubrimiento de mi intimidad me descubre al mismo tiempo el otro, como
una libertad colocada frente a mí, que no piensa y que no quiere sino por o contra mí. Así
descubrimos en seguida un mundo que llamaremos la intersubjetividad, y en este mundo el
hombre decide lo que es y lo que son los otros187.
184
J. SARTRE, Los secuestrados de altona, 169.
185
J. SARTRE, El ser y la nada, 283.
186
Ibíd., 284.
187
J. SARTRE, Existencialismo es un humanismo, 85.
188
Cf. G. REALE Y D. ANTISERI, Op. Cit., III, 541.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 69
Sartre se aleja del solipsismo, aceptando que existe una multitud de sujetos con las
cuales el «para-sí» entra en contacto, se asevera:
Pues el individuo no puede pensarse como tal más que en presencia del otro; la vida no tiene
sentido humano más que en sociedad. En esta perspectiva, es poco decir que la filosofía
sartreana, tal como ésta ejemplificada en «Huis clos», pongamos por caso rechazar el
solipsismo. Más bien, nos revela una obsesión singular por la existencia del otro189.
El prójimo conocedor del secreto del para-sí lo hace ser, por ende, lo posee, Sartre
dirá: «esta posesión no es nada más que la conciencia de poseerme»193. Tanto el «para-
sí» como el otro intentan liberarse recíprocamente uno del otro. Esto trae consigo el
conflicto, que en el pensamiento sartreano debe ser considerado como la base de toda
relación humana, en este punto el hombre se coloca como objeto para tratar de vencer al
otro, en este punto el «para-sí» se apodera absolutamente de la libertad del prójimo, la
otra opción sería la de ser sujeto para reducir al otro a la calidad de un simple objeto194.
El «para-sí» no puede ser objeto para sí mismo, sino en la medida que se encuentra
en otra conciencia es decir ante el otro. El hombre queda rotundamente degradado a ser-
en-sí, ante la eterna presencia del prójimo, él lo transforma en una cosa más del mundo
el hombre queda a la merced del otro, y al mismo tiempo experimentando su libertad
infinita la cual lo hace esclavo. El «para-sí» se halla en peligro ante la existencia del
próximo, por ende se coloca como sujeto para reducir al otro a objeto y el permanecer
189
J. MARTÍNEZ, La filosofía del hombre, 78.
190
Cf. J. SARTRE, El ser y la nada, 253.
191
Ibíd., 259.
192
J. SARTRE, El ser y la nada, 389.
193
Ibíd., 389.
194
Cf. R. GUTIERREZ SAENZ, Historia de las doctrinas filosóficas, 212.
70 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
como «ser-para-sí». En definitiva las relaciones humanas son totalmente conflictivas, ya
que uno de los dos queda reducido a «ser-en-sí».
3.2 La mirada
Esa mujer que veo venir hacia mí, ese hombre que pasa por la calle, ese mendigo al que oigo
cantar desde mi ventana, son para mí objetos, no cabe duda. Así, es verdad que por lo menos
una de las modalidades de la presencia a mí del prójimo es la objetividad. Pero hemos visto
que, si esta relación de la objetividad es la relación fundamental entre el prójimo y el yo, la
existencia del prójimo sigue siendo puramente conjetural197.
Como el «para-sí» mira al prójimo, este a su vez es mirado y siente que la mirada del
otro revela lo que es. «Yo soy ese yo que otro conoce. La mirada ajena me sorprende,
me descubre mi ser, porque ha conseguido tomar un punto de vista sobre mí y eso es lo
que yo no puedo hacer»198. La mirada del otro desarma al «para-sí» revelando su ser, lo
reduce radicalmente a un objeto para otro. La relación que existe entre el «para-sí» y su
semejante en este caso el otro, es de sujeto y objeto199.
195
J. SARTRE, El ser y la nada, 360.
196
Ibíd., 285.
197
Ibíd., 281.
198
V. FATONE, Op. Cit., 105.
199
P. FOULQUIE, El existencialismo, 115.
200
Ibíd., 116.
201
J. SARTRE, El ser y la nada, 289.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 71
La mirada cosificadora hace de la existencia del hombre un infierno: «Garcín –así
que esto es el infierno. Nunca lo había creído. ¿Recordáis?: el azufre, la hoguera, la
parrilla. Ah: que broma. No hay necesidad de parrillas; el infierno son los demás»202. Lo
único que provoca el ser visto por el otro es la esclavitud del «para-sí», por eso Sartre
asevera: «Capto la mirada del otro en el propio seno de mis actos, como solidificación y
alienación de mis propias posibilidades»203. El hombre siente temor ante la mirada
penetrante del próximo, porque la misma puede llegar a conocer la esencia misma del
«para-sí», se confirma:
Me están viendo: no. Ni siquiera así: eso me ve. Era el objeto de una mirada. Una mirada que
lo registraba hasta el fondo, que lo penetraba a cuchilladas y que no era su mirada; una
mirada opaca, la noche en persona, que lo esperaba allí, en el fondo de sí, y que lo
condenaba a ser él mismo, cobarde, hipócrita, pederasta para la eternidad. El mismo,
palpitante bajo esa mirada y desconfiado de esa mirada. La mirada. La noche. Como si la
noche fuera mirada. Me están viendo. Transparente, transparente, traspasado204.
Lo que puede distinguir al otro de una cosa cualquiera es su mirada, ella anuncia con
total vehemencia que el prójimo también es un «para-sí» capaz de ver como lo ven. En
este punto se efectúa una lucha entre el «para-sí» y el prójimo, cuando el otro convierte
al «para-sí» en objeto, éste a su vez sostiene la mirada para convertir al prójimo en
objeto del mundo como un acto de venganza. «El otro, el que me mira, quiere
convertirme en un ser para él; y yo, al mirarlo, quiero convertido en un ser para mí»205.
El conflicto entre estas dos libertades es inevitable, ya que una quiere poseer a la
otra. El otro en vez de librar al «para-sí» de la soledad lo transforma en objeto de su
contemplación, por ende la vivencia social se vuelve una carga insoportable206. El
«para-sí» se siente totalmente indefenso y sin ninguna posibilidad de evadirse de la
mirada del otro, es imposible que el hombre escape de la mirada que lo vuelve objeto
del mundo, sin importar la brevedad de la mirada.
Cabe hacerse la pregunta, ¿qué sería el «para-sí» sin la existencia y la mirada del
otro? sencillamente una perpetúa nada, se argumenta: «Otro me sirve para
comprenderme a mí mismo; y si pudiera yo utilizar sus ojos, adquiriría inmediatamente
202
J. SARTRE, A puertas cerradas, 34-35.
203
J. SARTRE, El ser y la nada, 291.
204
J. SARTRE, Los caminos de la libertad, 118.
205
V. FATONE, Op. Cit., 107.
206
Cf. A. SABINO, Existencialismo y existencialistas, 111.
72 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
una visión de mí más consciente»207. El hombre no sabe lo que es, hasta que se
encuentra ante la mirada penetrante del otro, que también es un «para-sí» consciente de
su existencia.
3.3 La vergüenza
La vergüenza pura no es sentimiento de ser tal o cual objeto reprensible, sino, en general,
de ser un objeto, o sea, de reconocerme en ese ser degradado, dependiente y fijado que soy
para otro. La vergüenza es el sentimiento de la caída original, no de haber cometido una
determinada falta, sino, simplemente, de estar caído en el mundo, en medio de las cosas, y
necesitar de la mediación ajena para ser lo que soy208.
La reacción del «para-sí» ante la vergüenza es la de captar como objeto al que capta
la propia objetividad del «para-sí». Cuando el otro es visto como objeto su subjetividad
se trasforma en una simple propiedad objetiva209. Es evidente que cuando el «para-sí»
experimentar la vergüenza se da cuenta de la influencia que puede ejercer sobre él la
existencia del otro, sobre todo en su situación en medio del mundo, el cual se organiza
desde su punto de vista, pero al ser captado por el otro se vuelve un objeto al cual le han
robando el mundo y organizado desde el punto de vista del otro.
Con la vergüenza se revela que el ser del «para-sí» se encuentra a fuera traspasado
por otro ser, ante esta realidad el para-sí avergonzado toma la decisión de protegerse y
huye de la mirada del otro replegándose sobre sí mismo210. Al reconocer su vergüenza
el «para-sí» acepta que es un objeto ante otra libertad, por ende ratifica Sartre:
207
R. CAMPBELL, Op. Cit., 99.
208
J. SARTRE, El ser y la nada, 316.
209
Ibíd.
210
Cf. J. MARTÍNEZ, Op, Cit., 85.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 73
objeto. […] a vergüenza supone un yo-objeto para el otro, pero también una ipseidad que
tiene vergüenza211.
Ante este argumento se puede aseverar que el «para-sí» por la vergüenza se reconoce
ante el otro como objeto, acepta de una forma u otra su realidad objetiva. Esta
aceptación le sirve de motivación para convertir o constituir al prójimo en objeto212.
3.4 El cuerpo-para-otro
El cuerpo puede ser descrito como una sustancia material, la misma se encuentra
situada en un espacio temporal. En este acápite se analiza la constitución ontológica del
cuerpo desde la perspectiva sartreana. En el pensamiento de Sartre el ser del cuerpo es
revelado cuando es percibido como objeto, el autor sustenta: «Ciertamente, el
descubrimiento de mi cuerpo como objeto es sin duda una revelación de su ser, pero el
ser que así se revela es su ser-para-otro»213. El «para-sí» desde la visión de este ateo lo
único que posee es su cuerpo214. Cabe mencionar que el cuerpo según la visión
sartreana, es una característica necesaria del «para-sí». El cuerpo del «para-sí» está en
inherente relación con el mundo que lo rodea, el autor asegura:
Sartre, hablará del cuerpo en dos grandes dimensiones, el cuerpo como «ser-para-si»
y el cuerpo como «ser-para-otro». En su doble dimensión el cuerpo del «para-sí» es
percibido como objeto del otro y el cuerpo del otro es también percibido como cosa.
Esto puede ser evidenciado cuando dice:
Así, pues, si queremos reflexionar sobre la naturaleza del cuerpo, es preciso establecer en
nuestra reflexión un orden que sea conforme al orden del ser: no podemos seguir
confundiendo los planos ontológicos, y debemos de examinar sucesivamente el cuerpo en
tanto que ser-para-sí y en tanto que ser-para-otro […]. l ser-para-sí debe ser íntegramente
cuerpo e íntegramente conciencia […], el ser-para-otro es íntegramente cuerpo; no hay
211
J. SARTRE, El ser y la nada, 316.
212
Ibíd., 318.
213
Ibíd., 332.
214
Cf. J. SARTRE, La Náusea, 85.
215
J. SARTRE, El ser y la nada, 371.
74 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
fenómenos psíquicos […] no hay nada detrás del cuerpo, sino que el cuerpo es íntegramente
psíquico216.
Antes de abordar el tema del cuerpo como ser-para-otro, se tendría que tratar primero
al cuerpo como «ser-para-sí». Según Sartre, el «ser-para-sí» está íntimamente vinculado
con el mundo, no se podría hablar del «para-sí», sin antes situarlo en el mundo, por eso
arguye Sartre:
Sabido es que no hay, por una parte, un para-sí, por otra, un mundo, como dos todos cerrados
cuyo modo de comunicación habría que indagar después, sino que el para-sí es por sí mismo
relación con el mundo; al negar de sí mismo de ser, hace que haya un mundo, y,
trascendiendo esta negación hacia sus propias posibilidades, descubre los actos como cosas-
utensilios217.
Desde la postura sartreana no se puede analizar la existencia del cuerpo como «ser-
para-sí», sin su relación univoca con el mundo: «El hombre y el mundo son seres
relativos y el principio de su ser es la relación»218. En otras palabras la relación primera
del hombre es con el «en-sí». Esto hace que el «para-sí» sea la conciencia del mundo, ya
que la conciencia es siempre conciencia de algo. En este punto no se puede oponer el
cuerpo a la conciencia, ya que la misma para existir debe ser cuerpo219.
Analizada la primera dimensión del cuerpo como ser-para-sí hay que adentrarse en el
análisis del cuerpo como «ser-para-otro». La presencia del otro es verificada por la
mirada, el cuerpo en este punto no sería el primer encuentro, ya que el otro existe ante el
«para-sí» y luego es percibido como cuerpo220. Sartre argumentará:
La aparición del cuerpo ajeno no es, pues, el encuentro primero, sino por el contrario, un
mero episodio de mis relaciones con el prójimo y, más especialmente, de lo que hemos
denominado la objetivación del otro; o si se quiere, el prójimo existe para mí primero y lo
capto en su cuerpo después; el cuerpo ajeno es para mí una estructura secundaria221.
El cuerpo del otro ante el «para-sí» se presenta como un puro «en-sí», el cuerpo
ajeno manifiesta la presencia de otro en el mundo del hombre como un ser que se
216
Ibíd., 332.
217
Ibíd., 333.
218
Ibíd., 335.
219
Cf. J. MARTÍNEZ, Op, Cit., 96.
220
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 670.
221
J. SARTRE, El ser y la nada, 366.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 75
encuentra ahí: «Ciertamente, el cuerpo ajeno está presente»222. En el pensamiento de
Sartre, el cuerpo del otro es su facticidad de utensilio, por esta razón él expone: «Así, la
existencia misma del prójimo como prójimo-para-mí implica que se devela como un
utensilio dotado de la propiedad de conocer»223. Todo esto se debe a que el cuerpo del
otro aparece ante el «para-sí» dando este un punto de vista sobre el prójimo, este cuerpo
del prójimo es dado totalmente como situación. El «para-sí» nunca sería idóneo de
captar el cuerpo si el mismo no se encuentra en una situación total que lo exteriorice.
Conociendo que el cuerpo del otro se encuentra en situación se pueden analizar las
actitudes concretas hacia el prójimo. Sartre, sustenta que las tres conductas o actitudes
por la cual el «para-sí» intenta apoderarse de la libertad del otro son: el amor, el
lenguaje y el masoquismo. La relación que surge entre el «para-sí» y el prójimo no son
unilaterales, sino reciprocas e inestables porque uno intenta someter al otro225.
«Todo lo que vale para mí vale para el prójimo. Mientras yo intento liberarme del
dominio del prójimo, el prójimo intenta liberarse del mío»226. El «para-sí» intenta
someter al prójimo, mientras este lo busca someter también, el conflicto es el ser
original del «ser-para-otro». Antes de ver la perspectiva sartreana sobre las primeras
conductas del «para-sí» ante el otro, se analiza la evolución filosófica de los conceptos
empleados.
222
Ibíd., 368.
223
Ibíd., 369.
224
Ibíd., 386.
225
Ibíd., 389.
226
Ibíd.
76 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
3.5.1 El amor
El amor es descrito como un sentimiento intenso del ser humano, en otras palabras,
el amor es un elemento fundamental en la vida de todo ser humano. Desde la
perspectiva psicológica los sentimientos son reacciones psicofísicas las cuales
acompañan a todos los fenómenos de la conciencia, estas son consideradas propias de la
vida emotiva de una persona227.
El amor consiste en desear poseer el bien siempre, pues el amor, Sócrates dijo, no es amor de
lo bello, como tú crees. ¿Pues qué es entonces? Amor de la generación y procreación en lo
bello. Sea así dije yo. Por supuesto que es así dijo. Ahora bien, ¿por qué precisamente de la
generación? Porque la generación es algo eterno e inmortal en la medida en que pueda existir
en algo mortal. Y es necesario, según lo acordado, desear la inmortalidad junto con el bien,
si realmente el amor tiene por objeto la perpetua posesión del bien229.
Este anhelo inherente del hombre de estar vinculado al bien solo se puede dar por el
conocimiento, y el amor es el único vehículo de la paideia de la persona. El sentimiento
del amor es identificado en el banquete de platón en un primer momento como atracción
física, en el que se basa el modelo de educación griega. El amor nace del anhelo de lo
bueno y lo bello del ansia de la felicidad e inmortalidad230. Para él, la persona que ama
se dirige hacia la esencia de lo amado y esto es su alma: «A continuación, debe
considerarse más valiosa la belleza de las almas que la del cuerpo, de suerte que si
alguien es virtuoso de alma, aunque tenga un escaso esplendor, séale suficiente para
amarle»231.
227
N. SILLAMY, Diccionario de la psicología , 297.
228
J.L. PINILLOS, Principios de psicología, 349-350.
229
PLATÓN, El banquete, 255.
230
Ibíd.
231
Ibíd., 95.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 77
espíritus [animales], que la incita a unirse voluntariamente a los objetos que le parecen
convenientes»232.
El amor sólo existe cuando se produce una energía vivificante entre el yo y el tú. No es
sentimiento, como puede ser el sentirse amado. Tampoco es un impulso, como el de buscar
el bien y crecimiento del otro. Es impulso, sentimiento, libertad y don eterno que permite la
entrega del yo al tú. En este sentido el amor se orienta al tú y su contenido es el tú. Se revela
como movimiento, dinamismo y tendencia hacia el tú. Porque el amor contempla al otro
como un valor insustituible en el contexto de la sociedad y del mundo; por lo mismo capaz
de dar sentido a la existencia del yo233.
Los argumentos antes planteados sirven para orientar al lector sobre las evoluciones
que a lo largo de la historia de la filosofía ha sufrido el concepto de amor. Estas ideas
discrepan con el pensamiento filosófico de la Jean Paul Sartre. En el pensamiento
sartreano, el amor es visto como una empresa destinada al fracaso total, porque la
misma se opone a la libertad del otro, por esa razón sostiene:
El amor es una empresa, es decir, un conjunto orgánico de proyecto hacia mis posibilidades
propias. Pero es el ideal del amor, su motivo y su fin, su valor propio. El amor como relación
primitiva con el prójimo es el conjunto de los proyectos apunto a realizar ese valor. Estos
proyectos me ponen en relación directa con la libertad del prójimo. En este sentido, el amor
es conflicto234.
El amor es pura voluntad de poder, pero en vez de querer poseer a un objeto se busca
poseer a un sujeto, Sartre afirma: «Así, el amante no desea poseer al amado como se
posee una cosa; reclama un tipo especial de apropiación: quiere poseer una libertad
como libertad»235. El amor en Sartre no es simple atracción física, si lo fuera, el mismo
232
R. DESCARTES, Op. Cit., 1012-1013.
233
L. J., GONZÁLEZ, Terapia para una sexualidad creativa, 86.
234
J. SARTRE, El ser y la nada, 391.
235
Ibíd., 392.
78 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
podría ser satisfecho, el amor es quererse apoderar del la libertad total del otro236. «En
suma, el enamorado aspira a ver el tú del ser amado perderse en su yo»237.
El amante busca apoderarse de la libertad del otro, esto hace que se transforme en un
objeto del mundo, el amor vuelve al para-sí un objeto particular, porque es elegido por
la libertad del otro. El «para-sí» trasmutado en objeto se convierte en la plenitud del
otro, Sartre asegura:
En el amor, al contrario, el amante quiere ser «el mundo entero» para el ser amado, y esto
significa que se coloca del lado del mundo: él es el que resume y simboliza al mundo, es un
esto que incluye todos los demás «estos»; es objeto y acepta serlo. […], quiere ser el objeto
en el cual la libertad ajena acepte perderse238.
El «para-sí» busca ser amado para someter de una forma u otra la libertad que posee
el otro. «Si el otro me ama, me convierto en lo que no puede ser trascendido, lo que
significa que debo ser el fin absoluto»239. Sartre, sostiene que el amado es elegido sobre
todas las cosas, pero la misma elección no puede ser relativa, porque la misma irritaría
al amante, lo que busca el amante es que el otro haya hecho una elección absoluta240.
«Me siento protegido siempre, justificado siempre, pues existe un ser para el cual soy
elegido»241. En el amor lo que se busca es poseer al otro como sujeto, ya que el otro es
el que elige amar.
236
Ibíd., 391.
237
P. FOULQUIE, El existencialismo, 119.
238
J. SARTRE, El ser y la nada, 392.
239
Ibíd., 393.
240
Ibíd., 395.
241
J. MARTÍNEZ, Op, Cit., 115.
242
Ibíd., 115.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 79
3.5.2 El lenguaje
El lenguaje es una facultad innata del ser humano, se le puede valorar como el
instrumento más eficaz del pensamiento del hombre y como el medio más importante de
comunicación y la transmisión de emociones: «El lenguaje es un método
exclusivamente humano, y no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por
medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada»243.
Sin ninguna duda se puede afirmar que el lenguaje es el medio real de comunicación
entre los seres humanos, pero a pesar de esto en el lenguaje existe su eficiencia e
ineficiencia. En este punto de la investigación se analiza estas dos variables del lenguaje
humano. La eficacia del lenguaje consiste en la facultad que tiene el para-sí de conocer
al otro por la transmisión de sus pensamientos, se argumenta:
El lenguaje me permite seguir el proceso lógico con el que mi amigo y colega ha llegado a
determinas conclusiones. Ese proceso que se había desarrollado en el interior de su
conciencia, y del cual él era el único testigo, aparece ahora ante mi conciencia, gracias al
lenguaje. Lo mismo digamos de los estados afectivos que se contagian, se comunican y se
conocen por la palabra. La transmisión de la voluntad del otro se me hace por medio del
lenguaje muy comúnmente244.
Por medio del lenguaje se pueden comunicar los estados interiores más íntimos del
para-sí. Las vivencias humanas pueden ser transmitidas por esta facultad inherente del
hombre. A pesar de la eficacia del lenguaje, él no cubre en totalidad la posibilidad de la
comunicación entre los seres humanos, la experiencia que se tiene del otro trasciende al
lenguaje adentrándose en el mundo de lo abstracto, se asevera:
El lenguaje es útil para conocer la realidad del otro, pero esta realidad no puede ser
agotada por este medio de comunicación intersubjetivo. En el interior del para-sí hay
una verdad de la cual solo él puede ser testigo. En el pensamiento del Sartre, el
lenguaje es una entrega al arbitrio del otro, él afirma:
243
E. SAPIR, El lenguaje, 14.
244
I. QUILES, S. J, Antropología filosófica, In-sistencial, 105.
245
Ibíd., 106.
80 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
El lenguaje no es un fenómeno sobreañadido al ser-para-otro: es originalmente el ser-para-
otro, es decir, el hecho de que una subjetividad se experimente a sí misma como objeto para
el otro. En un universo de puros objetos, el lenguaje no podría ser inventado en ningún caso,
ya que supone originariamente una relación con otro sujeto246.
Desde su perspectiva, el lenguaje forma parte de la condición del ser humano, por
medio del mismo el «para-sí» puede experimentar su ser-para-otro247. Lo que le da
sentido al lenguaje es la existencia del otro que es experimentada. En el pensamiento
sartreano el primer aspecto del lenguaje es su utilidad en los otros. «El lenguaje me
revela la libertad del que me escucha en silencio, es decir, su trascendencia»248. Lo que
busca el lenguaje es atraer la libertad del otro: «La palabra es sagrada cuando la utilizo
yo, y mágica cuando el otro la escucha»249. El lenguaje expresado por el «para-sí» es
capaz de fascinar al otro robando su libertad, pero sin dejar de ser sujeto.
3.5.3 El masoquismo
246
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 397.
247
Ibíd., 398.
248
Ibíd., 399.
249
Ibíd.
250
Cf. N. SILLAMY, Op, Cit., 194.
251
R. GUTIERREZ SAENZ, Op, Cit., 213.
252
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 402.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 81
amor, porque el otro se vuelve objeto trascendido253. «En vano el masoquista se arrastra
de rodillas, se muestra en posturas ridículas, se hace utilizar como simple instrumento
inanimado»254. En la filosofía de Sartre, el masoquista fracasa, porque él se sirve del
prójimo para el uso de su propia objetividad, argumenta lo siguiente:
El masoquista que paga a una mujer para que le azote, la trata como instrumento, y por eso
mismo se afirma como una trascendencia con respecto a ella. Así, el masoquista termina por
tratar al otro como a un objeto y por trascenderlo hacia su propia objetividad. […] l
masoquismo es, pues, por principio, un fracaso. Lo cual no puede sorprendernos, si
pensamos que el masoquismo es un vicio y que el vicio es, por principio, el amor al
fracaso255.
Según Sartre, estas actitudes que se toman ante el prójimo-objeto es una reacción
fundamental al ser-para-otro como una situación original257. Las actitudes de luchas
entre las dos libertades son: la indiferencia, el deseo, el sadismo y el odio, las mismas
surgen porque el proyecto del amor está destinado al rotundo fracaso, y porque el
masoquismo es totalmente contradictorio al ser humano, ya que el hombre no puede
renunciar a su libertad258. Por medio de los elementos antes citados el «para-sí» se
coloca como sujeto para apropiarse de la libertad del próximo. En los acápites siguientes
se analiza con profundidad las actitudes antes mencionadas.
253
Cf. R. CAMPBELL, Op, Cit., 122.
254
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 403.
255
Ibíd., 403-04.
256
J. MARTÍNEZ, Op, Cit., 117.
257
Cf. J. P. SARTRE, El ser y la nada, 404.
258
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 672.
82 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
3.6.1 La indiferencia
Practico entonces una especie de solipsismo de hecho; los otros son esas formas que pasan
por la calle, esos objetos mágicos capaces de actual a distancia, sobre los cuales puedo obrar
por medio de terminadas conductas. Poco o nada me cuido de ellos; actúo como si estuviera
solo en el mundo; rozo «a la gente» como rozo las pareces, los evito como evito los
obstáculos, su libertad-objeto no es para mí sino su «coeficiente de adversidad»; ni siquiera
imagino que puedan mirarme261.
259
J. MARTÍNEZ, Op, Cit., 117.
260
Cf. J. P. SARTRE, El ser y la nada, 405.
261
Ibíd.
262
Ibíd.
263
Ibíd., 406.
264
Ibíd., 407.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 83
3.6.2 El deseo
El deseo es un apetito hacia el cuerpo del otro, el «para-sí» se vuelve carne deseada
ante el otro para apropiarse de la carne del otro270. Señala el autor que el deseo es
totalmente irreflexivo, por ello el deseo no puede ser deseo de ninguna práctica
amorosa271, por ello subrayará el filósofo lo siguiente:
De modo general, el deseo de hacer. El hacer interviene después, se añade desde fuera del
deseo y requiere un aprendizaje: hay una técnica amorosa que tiene sus propios fines y
medios. El deseo, al no poder ni proponer su supresión como su fin supremo ni elegir como
objetivo último un acto particular, es pura y simplemente deseo de un objeto trascedente272.
Lo que se desea como objeto es el cuerpo del otro, el deseo se dirige hacia el cuerpo
que es una forma total que se encuentra en una situación. «Pues el deseo no es sino una
de las formas más generales que puede adoptar el develamiento del cuerpo ajeno»273.
265
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 672.
266
Cf. J. P. SARTRE, El ser y la nada, 407.
267
Ibíd., 408.
268
Ibíd.
269
Ibíd., 409.
270
Ibíd., 413.
271
Ibíd., 410.
272
Ibíd.
273
Ibíd.
84 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
No se desea el mero cuerpo biológico, sino que se desea al prójimo que se encuentra en
situación. «Un cuerpo viviente como totalidad orgánica en situación con la conciencia
en su horizonte: ese es el objeto al cual se dirige el deseo»274.
El deseo se hace presente por medio de las caricias al igual que el pensamiento de
todo ser humano se hace presente por medio del lenguaje275, la caricia para Sartre, no es
un simple contacto, por eso dice:
La caricia no quiere decir simple contacto; parece que solo el hombre puede reducirla a
contacto [...]. Pues la caricia no es simple roce: es modelado. Al acariciar al otro hago nacer
su carne por mi caricia, bajo mis dedos. La caricia es el conjunto de las ceremonias que
encarnan al otro276.
El objetivo de la caricia como manifestación del deseo sexual es que el otro nazca
como carne ante el «para-sí» y que el mismo prójimo-objeto reconozca que es carne,
por eso la caricia no es distinta del deseo, ya que la misma busca sustraer la libertad del
prójimo y esto lo logra porque lo reduce a su carne, el otro queda reducido del todo a
objeto del mundo del «para-sí».
3.6.3 El sadismo
Lo que el sádico busca con tanto encarnizamiento, lo que quiere modelar entre sus manos y
doblegar bajo su puño es la libertad del otro: ella está ahí, en esa carne; ella es esa carne,
274
Ibíd., 411.
275
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 672.
276
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 414.
277
Cf. N. SILLAMY, Diccionario de la psicología, 290.
278
Cf. S. FREUD, El malestar de la cultura, 45-46.
CAP. III: EL HOMBRE ANTE LA EXISTENCIA DEL OTRO 85
[…]; pues de ella intenta el sádico apropiarse. Así, el esfuerzo del sádico aspira a enviscar al
prójimo en su carne por la violencia y el dolor279.
Con el sadismo se trata de apoderar del otro mediante la violencia. «El sádico apunta
a destruir la gracia para construir realmente otra síntesis del otro»280. La violencia que
infiere el «para-sí» al otro engendra dolor, y por este dolor se da la encarnación del
«para-sí», que surge como cuerpo torturador, una herramienta para producir dolor. «Al
tipo de encarnación que el sadismo quiere realizar, es precisamente lo que se denomina
como obsceno»281. El «para-sí» obsceno es una exhibición del puro deseo carnal ante la
presencia del otro, el pensador dice:
Cada vez que Rirette veía a Lulú de espalda o de perfil, se sentía sacudida por la obscenidad
de sus formas, sin explicarse el por qué; era una impresión. Es fina y delgada, pero tiene algo
de indecente, no salgo de ahí. Hace todo cuanto puede por amoldarse, eso debe ser. Dice que
tiene vergüenza de su trasero y se pone faldas que se le pegan a las nalgas282.
3.6.4 El odio
Frente al fracaso del deseo sexual y la insatisfacción del mismo surge el odio, que
tiene como determinación la muerte y la destrucción del otro, esto con el objetivo de
impedir su trascendencia284. Como el «para-sí», no puede apoderarse del otro como
cuerpo busca su exterminio. «El odio se presenta como una posición absoluta de la
libertad del para-sí frente al otro»285. Lo que se odia del otro no es su cuerpo o alguna
cualidad física, sino que se odia su propia existencia como trascendencia-trascendida286.
279
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 426.
280
Ibíd., 426.
281
Ibíd., 424.
282
J. P. Sartre, El muro, 114.
283
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 429.
284
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 673.
285
J. P. SARTRE, El ser y la nada, 435.
286
Ibíd.
86 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
En Sartre, el odio es totalmente opuesto al amor y al deseo, por la apatía se busca la
recuperación de la libertad, para que esto se lleve a cabo, el prójimo debe de
desaparecer del mundo. «Y mi proyecto de suprimirlo es proyecto de suprimir al
prójimo en general, es decir, de reconquistar mi libertad»287. El odio a un solo hombre,
es el odio a todos los seres humanos288. En otras palabras, el «para-sí» aborrece al otro
porque este tiene la capacidad de objetivizar el ser del «para-sí».
Sartre, asegura que el odio al igual que las tres actitudes antes analizadas se
encuentra destinado al fracaso, porque aunque se suprima la conciencia ajena, no se
puede negar que el otro existió en el mundo289. «Después del fracaso de esta tentativa,
no queda al para-sí sino entrar de nuevo en el círculo y tambalearse indefinidamente»290.
Este círculo se vuelve el juego de dos que se miran tratando de esclavizarse como objeto
para apoderarse de la libertad del otro291.
Las actitudes, tanto positivas como negativas, son el vivo ejemplo de que el ser
humano no quiere renunciar a su libertad subjetiva, y se cae en un círculo donde se mira
y se es mirado, buscando el momento adecuado para uno apoderarse del otro. Como se
ha dicho con anterioridad y ahínco el fundamento de las relaciones humanas es el estado
de guerra permanente con el otro, que también es un ser para-sí dotado de conciencia y
que el mismo se halla en una situación concreta.
287
Ibíd.
288
Ibíd.
289
Ibíd.
290
Ibíd., 436.
291
Cf. T. URDANOZ, Op. Cit., 673.
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
Con la existencia del Dios, como juez y verdugo el «para-sí», no tendría ninguna
posibilidad para realizar su proyecto, ya que estaría de una forma u otra condicionado
por esta entidad, que le daría una esencia y ella misma sería su soporte. El hombre tiene
que ser reconocido como único legislado de todas sus actitudes, solo así puede
demostrar que es un ser auténticamente libre.
Lo que tienen en común todos estos autores, es que se preocupan por saber que el ser
humano, y tratan de dar respuestas a las preguntas que aquejan toda la existencia,
¿Quién soy? ¿Qué soy? Entre otras. Al terminar el proceso de investigación se alcanzó a
conocer las diferentes posturas que tienen solo el ser humano, unos lo ven como un ser
90 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
dualista y otro como una unidad sustancial e incluso, para algunos, el hombre solo es
una penosa vergüenza.
Ante esta situación surgen unas actitudes, por un lado, las positivas, donde el «para-
sí» se coloca como objeto para poseer al prójimo, y las negativas, donde el «para-sí» se
coloca como sujeto para captar al otro como un simple objeto del mundo. Las actitudes
positivas como las negativas, son una empresa destinadas al fracaso, por el simple
hecho de que ningunos va a renunciar a su libertad. En definitiva las relaciones humanas
están destinadas al continuo conflicto, como hemos dicho, es una lucha de libertades.
Cap: Capítulo
Ed: Editor
MGR: Magíster
S. A: Sociedad anónima
Vol: Volumen
APÉNDICE
APÉNDICE
Amor: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia,
necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
Absoluto: Conceptualmente, se opone a todo cuanto es relativo y se aplica a lo que
solo depende de sí mismo para ser pensado y existir; se le atribuye plenitud de sentido y
no necesita más justificación que la que se da a sí mismo.
Actitud: Por lo general, puede interpretarse como una tendencia anímica, afectiva por
tanto, más que cognoscitiva, respecto de algo que se considera un valor.
Angustia: Es lo que revela una inquietud que brota de las profundidades del yo, una
incertidumbre frente a la muerte o al futuro en general.
Lenguaje: Facultad, según algunos innatas, propia del ser humano, instrumento del
pensamiento y la actividad, y el más importante medio de comunicación. Es un
instrumento sumamente elaborado y complejo, organizado en diversos niveles y
creativo, con el que el hombre puede expresar verbalmente un número no limitado de
ideas, sensaciones, situaciones, etc.
Masoquismo: Perversión sexual de quien goza con verse humillado o maltratado por
otra persona.
Muerte: Fenómeno biológico natural que implica el fin de las funciones vitales. La
muerte se puede definir también como el fin de la vida. Aunque la muerte es un
acontecimiento que afecta necesariamente a todo ser vivo, la noción de muerte es
específicamente humana, en cuanto que solo el hombre tiene conciencia plena de su
inexorabilidad. Desde la antropología filosófica, muchos filósofos han considerado la
muerte como una categoría de lo vivido que, aunque nunca es plenamente presente
como muerte-propia, aparece como negación de la vida y engendra angustia.
Nada: En los inicios del pensamiento antiguo la nación de nada va apareciendo con
la negación del ser, es decir, con lo que no es, tal como se elabora en la filosofía de
APÉNDICE 101
Parménides. Platón, en el Sofista en lugar de pensar en la nada como un no ser absoluto
la concibe como lo otro de un ser determinado.
Náusea: Término utilizado por Sartre, que en su obra La nausée la define como
sentimiento provocado ante la absoluta falta de sentido de la existencia. El mundo y el
hombre que es una pasión inútil, son absolutamente contingentes.
Nihilismo: Término que empezó a ser utilizado por los románticos alemanes para
referirse a las doctrinas que propugnan la ausencia de convicciones verdaderas y,
especialmente, la ausencia de valores. No obstante fue William Hamilton el primero que
popularizó el uso de este vocablo.
Odio: Según Descartes, el odio es una emoción causada por el espíritu, que incita al
alma a separarse de los objetos que le parecen nocivos. En otros términos es la aversión
hacia otro ser.
____, Historia de la filosofía, II, ed, Hora, S.A. Castellnou, Barcelona 1994.
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1949.
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SMITH, J. C., La fenomenología y sus problemas, Gráfica Oeste S. A., Buenos Aires
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108 «EL CONCEPTO DE HOMBRE EN EL PENSAMIENTO DE SARTRE»
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Aires 1967.
URDANOZ, T., Historia de la filosofía, Vol., VI, EDICA, S. A., Madrid 1978.
GR D CIMI NTO…………………………………………………………………...7
R SUM N………………………………………………………………………………9
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………...13
CAPÍTULO I…………………………………………………………………………..19
CAPÍTULO II…………………………………………………………………………45
CAPÍTULO III………………………………………………………………………..67
3.2 La mirada…………………………………………………………………………...70
3.3 La vergüenza………………………………………………………………………..72
3.4 El cuerpo-para-otro…………………………………………………………………73
3.5.1 El amor…………………………………………………………………………76
3.5.2 El lenguaje……………………………………………………………………...79
3.5.3 El masoquismo…………………………………………………………………80
3.6 Las segundas actitudes hacia el prójimo……………………………………………81
ÍNDICE 113
3.6.1 La indiferencia………………………………………………………………….82
3.6.2 El deseo…………………………………………………………………………83
3.6.3 El odio…………………………………………………………………………..84
3.6.4 El sadismo………………………………………………………………………85
CONCLUSIÓN………………………………………………………………………...89
SIG S Y BR VI TUR S………………………………………………………...95
PÉNDIC ………………………………………………………………………….....99
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………...105
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA MADRE Y MAESTRA
______________________________ ___________________________________
Miguel Ant. Ortiz Pinales MGR. Eric Wilson Cosme Tavárez
Sustentante Asesor
______________________________
Rvdo. P. Ángel Díaz Gil
Decano
_____________
Calificación