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Ginés García Domínguez

Las mujeres en la
Guerra Civil Española
Introducción
Antes de comenzar se hace necesario plantear la situación general en la que se
encuentran las mujeres en la España Contemporánea. Mary Nash plantea que “La
agregación de género y profesional, la desigualdad política y educativa y la
discriminación legal y laboral caracterizaba su suerte. La población femenina estaba
sometida a serias restricciones en las esferas cultural, económica y social que se debían,
en gran parte, al discurso imperante de la domesticidad, que reforzaba la supremacía
masculina, a la división sexual del trabajo y a la limitación de las actividades femeninas
a la esfera privada del hogar”1.

Por otra parte, la mujer mejoró su situación a finales del S. XIX debido a la
revisión de la legislación, que sin embargo no se llevan a cabo con la idea de otorgar
derecho a la mujer. El contexto anticlerical provoca la aprobación del matrimonio civil,
aunque se mantienen algunos de los artículos referidos a la sumisión de la mujer a su
marido. Con el tiempo se comenzará a debatir la “cuestión femenina”. Pi y Margall afirma
que la mujer tiene una importante labor civilizadora dentro del hogar. Esta idea de la
importancia de la mujer en la mejora ética de la sociedad se convertirá con el tiempo en
un elemento lºor del feminismo. Sin embargo, este planteamiento limita la actividad de
las mujeres a lo doméstico, pues afirma Pi y Margall que de otro modo desatenderían sus
obligaciones2.

Otro gran cambio en la educación de la mujer promovido por los krausianos


progresistas. Este cambio, sin embargo, se produce con el fin de que ellas puedan educar
mejor a sus hijos. Hay una gran diferencia entre el feminismo anglosajón y el español. El
primero se centra en la búsqueda del sufragio y las libertades individuales, elementos de
muy poca relevancia en España. Fue con la llegada de la II República cuando se legisla
la igualdad política entre ambos sexos. Si bien permanecen elementos nocivos para las
mujeres en la legislación, como la potestad del marido de administrar el suelo de la mujer
salvo autorización expresa del mismo o separación de facto3.

Son excepcionales las reclamaciones de algunas feministas que quieren que las
mujeres puedan salir de su rol doméstico, como es el caso de Berta Wihelmi en el Boletín
de la Institución de Libre Enseñanza exigiendo los derechos a la educación, cultura, la
ciencia y el ejercicio profesional. A comienzos del S. XX comienza a cambiar la opinión
de ciertas mujeres de clase media y alta, como Carmen Karr, que propone la creación de
un Instituto de Cultura Femenina. Las medidas reformadoras de la educación que
emprende la II República consiguen mejorar la situación de la enseñanza femenina4.

En lo que respecta a la clase obrera las actividades e instituciones como los ateneos
tenían un claro componente masculino, limitando mucho su utilidad. En abril de 1936 se

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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil
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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil
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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil
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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil

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dará un importante paso con la creación de la Organización Femenina Anarquista Mujeres
Libres.

El ámbito laboral resulta muy restrictivo para las mujeres, lo que, unido a la lenta
industrialización del país provoca un lento avance en la incorporación laboral. El discurso
hegemónico y compartido por la Iglesia Católica era el de la domesticidad de la mujer.
Durante los años 30 comienza a aumentar el número de mujeres que acceden al mundo
laboral, lo que provoca una reacción entre los conservadores, temerosos de que eso
provocara que las mujeres cuestionaran la autoridad del hombre o que no encontraran
necesario el matrimonio. Por el contrario, el movimiento anarquista español entiende el
trabajo asalariado como base de la libertad de la mujer. Sin embargo, los trabajadores se
mostrarán fuertemente en contra de la incorporación femenina al mundo laboral, usando
muchos sindicatos el argumento de la competencia desleal debido a sus bajos sueldos. Se
planteó como alternativa el trabajo doméstico, que creció especialmente durante la
Primera Guerra Mundial. Las mujeres se ven relegadas a los puestos de trabajo no
especializados, donde su sueldo es menor. Esta situación se trata de paliar durante la II
República, pero los resultados son escasos. Comenzado el S. XX, con una mayor
incorporación femenina al mundo laboral, tendrán una gran relevancia en las
manifestaciones obreras, pasando algunas mujeres de tener un rol limitado a la
domesticidad a ser agentes de la lucha por los derechos laborales. En menor medida tratan
problemas de género específicos como el acoso sexual5.

Durante el final del siglo XIX y principios del XX se busca asegurar la


subordinación femenina mediante la desigualdad legal, política, educativa y laboral. Sin
embargo, frente a este panorama cabe destacar la relevancia de la agencia de algunas
mujeres excepcionales que se rebelan contra el paradigma establecido exigiendo cambios
sociales y políticos. La lucha por los derechos de las mujeres se concibió como algo social
más que político, interiorizando la división de ámbitos. El movimiento que buscaba el
sufragio y la igualdad, más fuerte en 1920, fue siempre muy minoritario. La instauración
del voto femenino en la Segunda República se debe más a la idea democrática que a la
presión sufragista. La votación de dicha concesión fue controvertida, debido a la
posibilidad de que el voto femenino fuera más conservador al estar más ligado a la
religión, lo que lleva a no querer por parte de algunos partidos concederlo en ese
momento. Clara Campoamor será una figura de enorme relevancia en dicho debate con
su defensa del sufragio femenino6.

En lo que respecta a los argumentos conservadores en contra de la concesión se


hace uso de las supuestas diferencias biológicas que hacían imposible la participación
política femenina. Estos planteamientos fueron defendidos entre otros por médicos que
ejercían de diputados como Manuel Ayuso o Novoa Santos. A este argumento se le trata

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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil
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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil

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de dar la vuelta planteando que existe una complementariedad biológica necesaria y
beneficiosa, según diputados como Juarros Ortega7.

Visión de las mujeres durante la Guerra Civil


Para comprender la situación de las mujeres es necesario entender el marco en que
se encontraban anteriormente, explicado en la introducción, así como los cambios
producidos en este momento. A partir de 1931 la situación de las mujeres mejora: se
eliminó una parte sustancial de la legislación que subordinaba a la mujer, se concedió el
sufragio, así como derechos laborales y educativos. A pesar de esto persistirá la
discriminación y será muy difícil integrarse en la política. El cambio legal y político se
produjo antes que el cultural, lo que dificultó la situación8.

La representación en el imaginario colectiva de las mujeres, así como en las


imágenes que de ella derivan son claves a la hora de provocar cambios en la concepción
social del rol de las mujeres. Si bien según Nash el imaginario responde a una continuidad,
se observa un rápido cambio en la imagen de la mujer durante la Guerra. La Guerra
actuará como catalizador de la movilización femenina. Todos los partidos favorables a la
república romperán con el aislamiento doméstico y llamarán a la movilización femenina
antifascista, así como asumir una mayor relevancia laboral. Es necesario hacer una
distinción entre el ambiente urbano, con un cambio más profundo y rápido y el rural,
donde no se cuestionan las estructuras existentes9.

En las imágenes propagandísticas comunistas, socialistas y anarquistas


aparecieron figuras femeninas. La figura de miliciana se convertirá en uno de los símbolos
más relevantes de la lucha contra el fascismo10. Se las representa como mujeres decididas
con el fusil al hombro y mono azul. Se proyecta una imagen de mujer activa que
protagoniza la resistencia antifascista. La actitud heroica de la miliciana pasará a formar
parte de la mitología republicana mostrando como ejemplo acciones como el suicidio de
Lina Odena o el poema dedicado por Miguel Hernández a Rosario la dinamitera. Estas
muestras de valor de milicianas anónimas las convertirán en héroes populares. En las
representaciones invitando a la unión a milicias populares predominan las imágenes de
milicianas. Con esto cambió también la vestimenta, popularizándose el mono azul. Esto
para los hombres funciona como identificación como obrero, mientras que para las
mujeres es un símbolo de incorporación al mundo laboral. Sin embargo, estas son un
grupo escaso y normalmente milicianas. De hecho, muchas mujeres de clase obrera
rechazan el mono y optan por una vestimenta más tradicional11.

Para la mayoría de la población femenina se mantuvo una vestimenta similar a la


anterior, algo más sencilla, a lo que se incluyó la falda-pantalón, que ofrecía una mayor
libertad de movimiento y aumenta el abanico de actividades que es posible realizar.

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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil
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Escarda, M. G. (2008). La mujer en la propaganda política republicana de la guerra civil española
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Muchas asociaciones femeninas criticaron este atuendo considerando que era una simple
moda. La figura de la miliciana con un fusil al hombro y mono azul será representativa
de una parte muy pequeña de la sociedad durante el comienzo de la guerra, pero logra
romper los cánones establecidos12.

Las primeras semanas de la guerra hubo un cambio en parte de la población


femenina. Aumentan sus posibilidades de acción, permitiendo a miles de mujeres salir
sin acompañante a la calle realizando diferentes actividades de apoyo al esfuerzo bélico.
Es necesario destacar dentro de esas mujeres excepcionales a figuras tan destacadas como
la de Dolores Ibárruri o Federica Montseny13.

La imagen de la miliciana quedó desprestigiada tras unos pocos meses, siendo


desplazada de la propaganda. De hecho, se comienza a pensar que entorpecen el
desarrollo militar. Por otra parte, la difusión de imágenes de milicianas en Europa resulta
perjudicial, lo que Franco sabe explotar. Nash plantea que la imagen de la mujer estaba
instrumentalizada para llevar a los hombres a cumplir con su papel tradicional14.

Para contrastar este modelo la mayoría de las mujeres se adaptan al de “heroína


de retaguardia”, siendo representadas como madres y esposas que ayudan al esfuerzo
bélico desde retaguardia15. Se vuelve por tanto a la iconografía clásica. Se recurre mucho
a la imagen de una madre y su hijo amenazadas por el fascismo buscando la
solidarización. Se representa a las mujeres realizando labores de cuidados o domésticas.
Se entendía la lucha de las mujeres como la lucha contra el fascismo por la vida de sus
hijos. Sin embargo, al mismo tiempo se les pedía que arriesgaran la vida de estos en el
conflicto. Se pide de ellas valor y sacrificio. Esta apelación a la maternidad se hace desde
todos los sectores, hasta en aquellas asociaciones en que se criticaba fuertemente, como
la Organización Anarquista Mujeres Libres16.

Asociacionismo femenino
La movilización de las mujeres se canaliza principalmente a partir de las
organizaciones femeninas de cada tendencia política, con una fuerte polarización y
heterogeneidad que impide la creación de política transversales. No existen programas
comunes ni solidaridad entre clases. El género será un elemento diferenciador frente a los
hombres, cuya actividad política no estará marcada por asociaciones, sino por la afiliación
a partidos políticos y sindicatos. El género será un componente dentro de las asociaciones
femeninas, pero no siempre será primordial, siendo el foco el antifascismo. La principal
coalición de asociaciones femeninas fue la Coalición de Organizaciones Antifascistas
Femenina Unitaria formada por: Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA)17, Unió de

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Nash, M.; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra Civil
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Escarda, M. G. (2008). La mujer en la propaganda política republicana de la guerra civil española
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Dones de Catalunya (UDC), Unión de Muchachas (UM) y Aliança Nacional de la Dona
Jove (ANDJ)18.

Es de gran relevancia durante la Guerra Civil la asociación anarquista “Mujeres


Libres” cuyo objetivo era liberar a las mujeres de sus 3 opresiones: la laboral, la de género
y la de la ignorancia. El caso del anarquismo en relación con el feminismo es particular,
puesto que tiene la actitud más abierta de los movimientos obreros hacia la igualdad entre
hombre y mujer, pero en la práctica las mujeres estaban marginadas dentro de la
asociación. En su ideario se aunará la lucha contra el fascismo con la revolución, al
contrario que la AMA. Dicha revolución se ve como una oportunidad de acabar con la
diferenciación sexual19.

En general las organizaciones antifascistas femeninas estaban de acuerdo en que


el rol de la mujer estaba en el apoyo desde la retaguardia. Las mujeres se dedicaron con
entusiasmo al esfuerzo bélico, pero no así al combate en el Frente. La consigna dominante
que describe el planteamiento es “Los hombres al frente de batalla, las mujeres a la
retaguardia”20.

Todas las asociaciones femeninas antifascistas, a pesar del pacifismo inicial de


algunas de ellas apoyan plenamente el enfrentamiento militar con los rebeldes fascistas21.

Experiencias en primera línea


Al comienzo de la guerra la gran mayoría de organizaciones femeninas optaron
por la acción de retaguardia. Sin embargo, unas pocas se dirigieron a los frentes de
Aragón, Guadalajara, País Vasco, Madrid, Andalucía y Mallorca. Hay algunas mujeres
que alcanzaron una especial relevancia como “la dinamitera”, Conchita Pérez Collado,
Casilda Méndez o Lena Imbert. Existen numerosos testimonios de acción de valor por
parte de las milicianas, recibidas con cierta sorpresa por parte de los hombres. La principal
motivación para la lucha armada era la política, aunque también hay que tener en cuenta
el efecto que pudo tener la idea de romper las convenciones sociales. Existe la tendencia
de acudir a la lucha armada acompañadas de grupos de amigos o asociaciones políticas
previamente formadas. La mayoría de las milicianas eran jóvenes, sin cargas domésticas,
pero algunas de ellas eran de más edad, incluso madres22.

La entrada de mujeres en la milicia es totalmente voluntaria, puesto que no existe


ningún tipo de reclutamiento forzoso para ellas. A algunas de ellas les fue negada la
entrada por su sexo, lo que provocó protestas con el fin de lograr que se le permitiera la
movilización. De estas que lograban llegar al frente, a la mayoría se les dedicaba a tareas
de apoyo, lejos del combate directo. Entre dichas funciones de apoyo también existía un

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carácter discriminatorio, designándola para tareas de cocina, lavandería, sanitarias,
correo, enlace y administrativas. El que no pudieran participar en las labores de combate
directo se justificaba por su falta de formación militar y la mayor capacidad masculina
para esas cuestiones23.

En las primeras semanas de conflicto las milicianas son entendidas como ejemplo
de valor, especialmente aquellas que empuñan las armas. Sin embargo, este elogio de sus
acciones cambia rápidamente cuando se busca canalizar la ayuda femenina en la
retaguardia. Habrá consenso entre todas las organizaciones en obligar a las milicianas a
volver a retaguardia. A finales de otoño Largo Caballero decreta la retirada de todas las
mujeres del Frente. Unas pocas permanecieron hasta entrado 1937, como Casilda Méndez
o Lena Imbert. Ninguna de las organizaciones femeninas cuestionará la decisión de ser
apartadas del combate. Esto es una muestra clara de la pervivencia e importancia de la
división sexual del trabajo y las normas de género. Se justifica desde todos los ámbitos
aduciendo la mayor utilidad de las mujeres en retaguardia debido a sus diferencias
psicológicas y biológicas, así como el decoro. Un elemento clave en el desprestigio de las
mujeres es la acusación a las milicianas de ejercer la prostitución en el Frente. De hecho
se llegó a insinuar que formaban parte de una Quinta Columna fascista que propagaba
enfermedades venéreas entre la tropa o que solo trataban de encontrar marido24. Se llega
hasta tal punto que se dice que Durruti ejecuta a unas prostitutas que se niegan a
abandonar el Frente en Aragón.25

En lo que respecta al acoso sexual a las mujeres en el Frente, hay diversos


comportamientos. Por un lado, existen milicianas que hablan de una actitud honorable
por parte de sus compañeros, mientras que otras como Teresa Pàmies hablan del acoso
que sufrieron26.

Mujeres en retaguardia
Posteriormente, el cambio de estructura militar de milicias sin jerarquización a
ejércitos tradicionales, lo que excluye completamente a las mujeres de la acción directa27.
Tuvo una gran importancia el papel de apoyo desde la retaguardia que ejercieron las
asociaciones femeninas, trabajando como enfermeras o con iniciativas como la de tejido
y envío de ropa en “campañas de invierno”28. Se creó una nueva forma de relación, la
“madrina de guerra”, que se carteaba con los soldados. Algunos soldados tratarán de
utilizar esta institución como agencia matrimonial. Sin embargo, el miedo a revelar

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Escarda, M. G. (2008). La mujer en la propaganda política republicana de la guerra civil española
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información estratégica y las dificultades en la comunicación provocaron que se
eliminaran las “madrinas de guerra”29.

Algunas mujeres excepcionales, como María Teresa León, participaron en las


llamadas “Milicias Culturales”, creando poemas u obras de teatro para distraer a la tropa.
También tuvo relevancia la actuación de actrices en este contexto30.

La actuación de las mujeres en retaguardia tuvo una importancia excepcional para


la supervivencia de las familias durante la guerra, para paliar las hambrunas y resistir los
bombardeos. Se usaba el lenguaje militarista para animarlas a unirse a las tareas de
producción. Se habla de heroínas de la producción, término que se puede ejemplificar con
la condecoración de la Generalitat con la Medalla Presidente Maciá a tres mujeres de la
industria textil: Adelina Canyelles, Obdulia Imbert y Petronella Ladrón de Guevara. La
campaña “Mujeres a trabajar” moviliza a una gran parte de la población femenina. Esta
declaración sirve para acabar con gran parte de las reticencias al trabajo remunerado
femenino31. Además de la voluntad de ayudar con el esfuerzo bélico es necesario tener en
cuenta que al marcharse el principal ingreso de la familia al Frente resulta necesario
obtener un ingreso alternativo. La situación fue comúnmente comparada con la de otros
países europeos en la Primera Guerra Mundial y aceptada sin grandes inconvenientes32.
Al comenzar la guerra la principal preocupación de la mayoría de mujeres se
convirtió en la supervivencia de la familia. Sus obligaciones tradicionales hacia la familia
se extendieron al conjunto de la comunidad. Esto logra que se redefina la frontera entre
público y privado. Serán las mujeres quienes organicen las tareas de atención a heridos y
necesitados cuando los canales oficiales de mando caigan. Esto se tendrá que hacer en
una situación desesperada, primero en Madrid y luego en el resto del territorio
republicano, con racionamientos de extrema dureza por las carestías de suministros.
Muchas mujeres tuvieron que hacer uso del mercado negro y el trueque para sobrevivir,
que se convirtió en una actividad a tiempo completo33.

En cuanto a las labores asistenciales, diversas organizaciones antifascistas


cuidaron de heridos, enfermos34, refugiados o hijos huérfanos de soldados. Estas
actividades permitieron a algunas mujeres acceder a ciertos cargos de importancia. Fue
en este contexto cuando se nombró a la primera ministra de España, Federica Montseny,
en la cartera de Sanidad35.

En el contexto de la Cataluña republicana se aprobó el 25 de diciembre de 1936


la “Ley de Interrupción Artificial del Embarazo”, siendo el primer país de Europa
Occidental en tomar esta medida. Esta cuestión ya había sido debatida a principios de
Siglo, pero había sido desechada. Fue en estos momentos un debate llevado a cabo por

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los hombres, debido a motivos de género. Hasta entonces, debido a la crítica moral,
religiosa y legal solamente se transmitía información acerca de métodos abortivos a través
de redes informales femeninas. La reforma en Cataluña debe entenderse como una
iniciativa anarquista ligada a la libertad sexual.

Conclusión
La Guerra Civil Española ha sido un momento crítico en la historia de estén país, así como
de sus mujeres. En este momento de crisis se produjeron muchos cambios que llevaban
fraguándose desde el siglo anterior, sobre todo en el bando republicano. Durante este momento
de cambios políticos se asumieron nuevos roles, cambiaron leyes y se resquebrajaron estereotipos.
Las mujeres que lucharon en el Frente fueron observadas con una mezcla de sorpresa y
reconocimiento por el valor mostrado. Estas mujeres enseñaron que podían desempeñar un rol tan
tradicionalmente masculino como el militar sin renunciar por ello a su feminidad.

Por otra parte, existe un número enorme de “heroínas de retaguardia”, de mujeres que
desempeñaron una enorme labor de apoyo al conflicto bélico, que ocuparon puestos de trabajo
antes vetados demostrando que eran más que capaces y mantuvieron la retaguardia en un
momento en que la simple supervivencia era muy difícil. Es necesario rescatar el testimonio de
estas mujeres, más ahora cuando perviven los últimos restos de memoria oral, y dar voz a todas
esas experiencias, difundiéndolas al total de la sociedad en trabajos como el de “La voz
dormida36”.

En conclusión, se trata de un período con unos cambios sociales notables y rápidos, una
guerra en la que las mujeres realizaron una gran aportación desde diferentes ámbitos y que es
necesario poner en valor.

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Escarda, M. G. (2008). La mujer en la propaganda política republicana de la guerra civil
española. Barataria. Revista castellano-manchega de Ciencias Sociales, (9), 83-101.

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Bibliografía

 Escarda, M. G. (2008). La mujer en la propaganda política


republicana de la guerra civil española. Barataria. Revista
castellano-manchega de Ciencias Sociales, (9), 83-101.
 Nash, M; Cifuentes, I. (1999). Rojas: Las mujeres republicanas en la Guerra
Civil (pp. 1870-1943). Madrid: Taurus.

 Oaknin, M. (2010). La reinscripción del rol de la mujer en la Guerra Civil


española: 'La voz dormida'. Espéculo. Revista de estudios literarios, (43).

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