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MANUAL PARA LA FORMULACIÓN, DISEÑO Y

EVALUACIÓN DE PROGRAMAS PENITENCIARIOS

José Ignacio Ruíz Pérez

(Editor)

Ministerio de Justicia y del Derecho


Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario – INPEC

Universidad Nacional de Colombia


Laboratorio de Psicología Jurídica
Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario – INPEC

Ruth Stella Correa Palacio


Ministra de Justicia y del derecho
Universidad Nacional de Colombia
Sede Bogotá
Director General
Brigadier General Gustavo Adolfo Ricaurte Rector
Moisés Wasserman Lerner
Tapia
Vicerrector de Sede
Julio Esteban Colmenares Montañez
Director de Gestión Corporativa
Cr. (R) José Fernando Velásquez Leyton Decano Facultad de Ciencias Humanas
Sergio Bolaños Cuellar

Directora de Atención y Tratamiento Director Departamento de Psicología


Germán Antonio Gutiérrez
Dra. Roselin Martínez Rosales
Director Laboratorio de Psicología Jurídica
José Ignacio Ruíz Pérez
Subdirección de Atención Psicosocial
Myriam Silva Beltrán
Manual formulación, diseño y evaluación programas penitenciarios 63

CONDICIONES BÁSICAS PARA LA EFICACIA DE LA


INTERVENCIÓN PENITENCIARIA

José Ignacio Ruiz1

En un texto de hace ya 20 años, el especialista español en conducta criminal Santiago


Redondo (1992) presenta una descripción del entorno penitenciario como diferenciado en
una serie de subniveles que conforman un todo continuo desde la sociedad externa hasta los
subgrupos que conviven en el espacio penitenciario.

Figura 2: Los niveles del ambiente penitenciario

Fuente: adaptado de Redondo (1992).

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Para Redondo (1992), la eficacia penitenciaria (EP) es resultado del óptimo funcionamiento
de cada uno de esos niveles: la población penitenciaria (Po), el diseño organizacional (Do),
la estructura física (Ef) y el entorno penitenciario (Enp).

Ello implica que la eficacia de los programas de tratamiento puede aumentar o reducirse en
la medida de la presencia de unas dinámicas adecuadas o de, al contrario, dificultades de
diverso orden en cada uno de los componentes del conjunto del sistema.

Queremos resaltar en esta sección qué dificultades pueden presentarse en alguno de los
niveles, con el fin de que sean previstas en el diseño de los programas, para después pasar a
enunciar otros factores que pueden apoyar el éxito de los programas. Por otra parte, esta
enumeración no es exclusiva, sino que reúne situaciones o problemáticas encontradas en
diferentes contextos, ya que como lo indica Valverde (1991) la prisión es una de las
organizaciones que se parece más entre los países.

Nivel de los internos

Entras las situaciones a tener en cuenta o prever están:


 El abandono voluntario o forzado del programa –traslados, paso a otro grado
penitenciario, excarcelación. A ello se le ha denominado mortalidad experimental.
 Las relaciones sociales entre los reclusos y entre éstos y el personal penitenciario.
La cultura carcelaria o código del interno hace referencia a este marco de relaciones,
respaldado por una serie de valores que habitualmente se oponen a la idea del
tratamiento, del cambio y de la resocialización (ver Caballero, 1986, sobre este
aspecto).
 Los efectos del encarcelamiento, entre los que se incluye la adquisición voluntaria o
forzosa de la cultura carcelaria, pero además incluye los cambios cognitivos,
emocionales, conductuales y físicos que pueden afectar al recluso/a. En documentos
anteriores elaborados para el INPEC se aborda de manera amplia este aspecto,
incluyendo el del riesgo de suicidio.
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 Diferencias y particularidades entre los internos/as, por género, edad, nivel


educativo u otros aspectos para los cuales se aplican a veces programas pensados
para personas de otras características.

Nivel de los servidores penitenciarios

Aspectos que se pueden mencionar son:


 La falta de formación en criminología y procesos de tratamiento penitenciario, lo
que dificulta la comprensión de las posibilidades y necesidades de dichos programas
para que tengan éxito.
 Aspectos relacionados con la tarea: sobrecarga, horarios intensivos de trabajo,
rutina, poco apoyo de superiores.
 Corrupción, a veces ligada a desafección por el puesto de trabajo y por los valores
oficiales de la organización. En todo caso, la corrupción genera dinámicas que
refuerzan la ley del silencio y un estatus quo de conformismo, apatía por la mejora
de procesos, vulneración de derechos humanos, y boicot a los programas y
actividades basados en valores prosociales, en la transparencia y en la búsqueda del
bienestar.
 El estrés laboral, que puede resultar de la sobrecarga laboral, como de la percepción
de falta de resultados de los programas (el interno que vuelve una y otra vez a la
prisión) y la percepción de falta de recursos, como espacios, implementos, personal
de apoyo, etc.
 La falta de estabilidad laboral y de una remuneración digna contribuye al desapego
hacia la organización y su misión, y dificulta enormemente la continuidad de los
programas generando el fenómeno del “eterno retorno” a nuevas iniciativas que
desconocen los aportes y hallazgos de las intervenciones anteriores.
 La exposición a condiciones de trabajo estresantes, por ejemplo, diferentes formas
de violencia.
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 Falta de confianza y credibilidad en la efectividad de la intervención penitenciaria


que realiza. Es de anotar, que esta interpretación puede estar fundamentada en
evidencia real.

Nivel Directivo

Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de Naciones Unidas (1957)
insisten en la formación especializada que deben recibir para el ejercicio de su cargo los
futuros directores de establecimientos. Consideramos que, entre esta formación, tiene que
haber una actualización periódica en avances en criminología y en evaluación de
programas, especialmente en el conocimiento de los programas que a la fecha presentan
más tasas de éxito a la luz de la investigación sobre el campo.
Es necesario que los directivos tengan un conocimiento detallado de los programas que se
están implementando en el establecimiento y se involucren en la evaluación y seguimiento
de los mismos.

Diseño organizacional

La institución penitenciaria, como toda organización, presenta un tipo de estructura, de


procesos de comunicación, de cultura y de clima. Habitualmente esta cultura organizacional
se plasma en actividades y procesos en torno a dos ejes: la seguridad y el tratamiento, que
con frecuencia se oponen, aunque no tiene ni debe ser así.

Tabla 7. Aspectos de la seguridad y el tratamiento penitenciario


Seguridad Tratamiento
Habitualmente prioritario Generalmente supeditada
Inmovilismo, rutinario Cambio
Desconfianza hacia los internos/as Confianza en la posibilidad de mejorar
Estructura vertical Mayor horizontalidad
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Orientada al “aquí y arriba”. Orientado al futuro, al “después” de la


Dirigida a “proteger” a la sociedad, a los cárcel.
funcionarios y a los internos de la Dirigida en primer lugar a los internos/as
“agresividad” de estos últimos.
Fuente: Elaboración propia

A menudo, estas dos orientaciones, o fuerzas de la organización se oponen entre sí. Parece
que una no puede darse sin la otra; y ello no tiene por que ser así. Las condiciones de
seguridad pueden facilitar la ejecución de los programas penitenciarios, y estos últimos,
junto a unos rigurosos procesos de evaluación pueden contribuir a la seguridad, al mejorar
el clima social de los patios, aumentar la capacidad de control de la ira por parte de ciertos
reclusos, al reducir la dependencia de drogas, etc.

Algunos procesos organizacionales de especial relevancia para el tema que nos ocupa son:
 La estructura piramidal jerarquizada, propia de las instituciones penitenciarias, que
fomenta la comunicación arriba-abajo, de manera que raramente se permite o facilita,
desde la dirección, los procesos de participación y de comunicación abajo-arriba. Ello
choca con la estructura que en principio generan los programas penitenciarios, que
facilitan la participación de los internos y una mayor horizontalidad de las relaciones
sociales.
 Anguera y Redondo (1992) señalan que este tipo de instituciones se caracterizan por
unas dinámicas de inercia que afectan al ritmo y cronograma, de manera que los
tiempos entre cada sesión aumentan, para después detener su ejecución y llevar al
programa finalmente a su desaparición.
 La ausencia de procesos de evaluación de la eficacia e impacto de los programas,
contribuye a su escasa permanencia y a su falta de credibilidad en el contexto de la
organización.
 Es recomendable, dentro de los procesos organizacionales del establecimiento, que se
contemple una fase de socialización de la eficacia e impacto de los programas; con el
objetivo que los servidores penitenciarios den a conocer y reciban información sobre los
resultados y experiencias del tratamiento penitenciario.
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 De acuerdo a Ariza (2011), el proceso de acreditación de los establecimientos


carcelarios y penitenciarios de acuerdo a las normas ISO, genera condiciones que
facilita que los establecimientos se conviertan en organizaciones industriales de
encarcelamiento, en donde se perfeccionan y acreditan los métodos de encierro y se
extreman medidas de seguridad, lo que desdibuja el objetivo principal de la pena que es
la resocialización.

Estructura arquitectónica

 Típicamente, los diseños arquitectónicos de los establecimientos penales sirven al


control, vigilancia y castigo de los reclusos, en contravía del tratamiento.
 La tendencia actual a construir establecimientos más grandes y con un número alto
de internos favorece la cultura carcelaria, y los comportamientos violentos en los
sujetos más agresivos.
 La escasez de espacios para la evaluación y la intervención penitenciaria, obliga con
frecuencia a improvisar nuevos espacios de trabajo, provoca la interferencia entre
programas diversos y, en últimas, el desistimiento o aplazamiento de actividades,
con el consiguiente riesgo de que el programa se diluya en el contexto de otros
procesos organizacionales. En ese sentido, los distintos proyectos de inversión del
INPEC han documentado, a partir de entrevistas a los servidores penitenciarios, la
falta de espacios para hacer entrevistas, evaluaciones y actividades de tratamiento
penitenciario. En ocasiones, estas entrevistas, por ejemplo, se hacen de pie en los
pasillos, o ciertas actividades se hacen en los mismos patios, ante la presencia de
otros internos que no están inscritos en dicha actividad, lo que a su vez, puede
afectar la seguridad de los servidores penitenciarios e internos/as.

El entorno de la prisión

 Con frecuencia los programas de tratamiento no incluyen sistemas de seguimiento,


apoyo y continuación en el medio libre, lo que impide a) conocer qué dificultades se
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presentan al liberado al retornar a su entorno anterior al encarcelamiento y b)


establecer la eficacia del programa para reducir el riesgo de reincidencia.
 De igual manera, raramente los programas contemplan una visión multinivel, en el
que tenga en cuenta a la familia, o grupos de acogida sustitutos, en el plan de
reinserción social. Se ha encontrado al respecto que el apoyo familiar tiene un papel
importante en la prevención de recaídas en personas con alta psiquiátrica, y en
individuos en proceso de reinserción, desmovilizados de grupos armados ilegales.
 Existen experiencias de vinculación de agentes de la sociedad civil –empresariales,
educativos, religiosos, culturales, etc.- a unas u otras actividades y programas en
prisión. En este sentido, el INPEC ha venido realizando un esfuerzo en la
coordinación de las actividades de estos agentes de la sociedad, esfuerzo que debe
seguir en la dirección de desarrollar un servicio de apoyo post-penitenciario
integral, de fortalecer los vínculos existentes al tiempo que se evitan la duplicidad
de actuaciones (entidades que se solapan entre sí en los servicios que ofrecen) y en
la evaluación de la eficacia de las acciones de estas entidades.
 Es importante contar y reconocer las actitudes sociales hacia la prisión y hacia los
delincuentes, que se dan en la población general, como parte de las variables en las
que se puede incidir para facilitar el retorno a la vida en libertad.

Indicaciones para la intervención


De los aspectos anteriormente mencionados se derivan fácilmente una serie de principios
que deben cumplirse en la gestión de la convivencia al interior de los establecimientos y en
cuanto a intervenciones específicas.
 Los programas de intervención deben procurar colaborar en la mejora de las
condiciones de vida general en el centro o patio.
 Los nuevos programas deben ser presentados como proyectos piloto, con apoyos
internos y externos definidos. Como proyectos piloto pueden ser mejorables a partir
de los resultados que arroje la evaluación correspondiente.
 Redondo (1992) defiende que los programas nuevos deben contar con el apoyo
público de personas de relieve externas a la organización. Ello se dirige a la
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movilización de recursos, a la evaluación independiente del programa y


proporcionar un soporte social externo al mismo.
 Debe incluir la percepción e inquietudes de los destinatarios, es decir, los
reclusos/as.
 Debe contar con recursos de personal, económicos, de implementos y locativos, que
sean permanentes, exclusivos y suficientes para las necesidades de los programas.
 Se debe involucrar a todos los estamentos de los servidores penitenciarios, pero
desde el reconocimiento de que su participación es necesaria para el éxito del
programa. Para que esta participación sea efectiva y no testimonial deben asignarse
tareas específicas y necesarias dentro de la formulación y ejecución del programa.

Además, como señala Redondo (1992):


 Debe definirse los objetivos del programa
 Puede y deben proponerse programas para los reclusos que presentan un mayor reto
de la intervención: violentos, con problemas psiquiátricos, de grupos vulnerables,
reincidentes, infectados por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, etc.
 Los programas ya en su ejecución deben tener reglas de funcionamiento en cuya
elaboración deben participar los internos e internas destinatarias.
 Debe elaborarse indicadores cuantitativos de los programas –sin perjuicio de los
cualitativos- y de las estrategias más apropiadas para la representación de dichos
números de manera que sea funcional para el seguimiento del programa y para la
presentación de resultados ante terceros.

En el cuadro anexo, antes del recordatorio, se presentan algunos ejemplos de gestión de las
condiciones mínimas que exigen los programas penitenciarios.
En resumen:
Las características de los programas que SÍ son efectivos:
1. Programas bien estructurados, con un amplio soporte teórico y empírico.
2. Orientados hacia la aplicación de competencias y habilidades un en contexto real.
3. Se les enseña a los internos habilidades y competencias para el trabajo
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4. Los profesionales que dictan los programas tienen un alto nivel de preparación y son
entusiastas frente a la posibilidad de cambio de los delincuentes, se convierten en modelos
positivos a nivel social.
5. Se realiza evaluación, seguimiento y monitorio a corto, mediano y largo plazo de los
programas, de los internos quienes participan y de los servidores penitenciarios que los
aplican.

Características de los programas NO efectivos:


1. Facilitan una cohesión disfuncional en grupos con conducta antisocial.
2. Se centran principalmente en mejorar condiciones físicas y ambientales, relegando a un
segundo plano la intervención con los internos.
3. Incrementan la ambición de los internos por lograr metas académicas y profesionales sin
brindarles herramientas prácticas de cómo hacerlo y sin enseñarle competencias y
habilidades para esto.
4. Tienen como objetivo enseñarle a los internos disciplina como principal estrategia.
5. Se centran en actividades físicas sin intervención psicológica.

La intervención grupal
La intervención grupal ha sido descrita como una de las intervenciones más utilizadas en
los programas penitenciarios. Siendo también, uno de los métodos tradicionales de
tratamiento en clínicas y centros de ayuda.
La intervención de grupo, ofrece a los internos la posibilidad de reflexión acerca de
conflictos propios de la etapa vital en la que se encuentran, y de realidades que viven
personas que llegan a un lugar en común, como lo es un establecimiento penitenciario. A
través, de este tipo de intervención se pueden establecer lazos que permiten la
comunicación abierta y franca entre los miembros del grupo, al tiempo que se evitan
posibles distorsiones cognitivas que ocurren cuando la intervención es individual.
La intervención grupal, es una de las modalidades más beneficiosas de intervención con
internos, ya que facilita el aprender de un modo interactivo, evidenciar el efecto que ejercen
sobre sus compañeros de grupo y proporciona la oportunidad de recibir una
retroalimentación inmediata. Además, complementa la evaluación que realiza el
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funcionario penitenciario del interno, favorece la confrontación de ideas distorsionadas que


encubren de alguna manera aspectos del comportamiento que el interno no percibe; ofrece
soporte, pero al mismo tiempo ejerce la presión de los pares; da la oportunidad para que el
interno se dé cuenta de que no está solo; genera un aprendizaje acerca de sí mismo; y
facilita la interacción con otros a un nivel significativo y emocional.

Para que el grupo actúe como factor de cambio de conducta de sus miembros, es necesario
generar un clima de cohesión del grupo, que es determinado a menudo por sus experiencias
de vida (experiencias escolares y familiares, interacción con sus pares, estilos de vida
similares) y su situación actual (delito por el que se encuentra recluido, fase de seguridad
en la que se encuentra, resultados de la evaluación del CET, etc.).
Otro punto relevante es el acuerdo del grupo, respecto a los objetivos de la intervención y el
manejo del grupo desde un estilo democrático que permita y facilite que los miembros del
grupo participen, maximizando así la dimensión psicosocial del grupo y su función de
soporte; esto se puede ver reflejado en la descarga emocional de los miembros del grupo
durante la intervención, la facilidad con que compartan sugerencias, opiniones y
experiencias.

Las actividades que se realizan en la intervención grupal deben contar con un nombre;
plantear objetivos que indiquen las áreas que busque fortalecer o modificar la actividad;
describir la razón por la que se plantea el ejercicio, por qué es valioso para esa población y
las problemáticas asociadas, los materiales y las instrucciones donde se indica cómo
desarrollar cada una de los actividades. El cumplimiento de los objetivos se puede evaluar
en la incorporación de destrezas o competencias específicas y la aplicación de listas de
verificación de comportamientos y cuestionarios. Al igual, se recomienda proponer
ejercicios prácticos que los internos puedan aplicar en un contexto real entre el lapso de
tiempo trascurrido entre cada intervención grupal.
La literatura y la experiencia del grupo que realiza esta consultoría, en intervención grupal
con personas que han infringido la ley, evidencia la importancia de trabajar con grupos
conformados por máximo 12 personas; cuando el número de integrantes del grupo es
mayor, se dificulta el manejo del grupo y se limita la participación e interacción de los
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internos. Al igual, se recomienda que la duración de cada encuentro no exceda los 90


minutos, con la finalidad de mantener niveles de motivación y atención adecuados, tanto
para los internos como para el funcionario penitenciario.
Se debe propender por que el grupo adquiera una dimensión “espiritual o existencial”
donde cada interno, al escuchar las problemáticas de los demás desarrolle la percepción de
“NO sólo me pasa a mí”, “NO estoy solo en el mundo”; sin olvidar la función de
moldeamiento que ejerce el grupo, ya que el progreso de uno de los internos “sirve de
ejemplo” a los demás para iniciar el proceso de cambio.
Es necesario resaltar que la efectividad de las intervenciones grupales, se optimiza si el
programa de tratamiento es reconocido por el interno como un paso necesario en un plan de
prevención de recaídas, como una evidencia tangible de que la sociedad cree en su
posibilidad de cambio y en el mejor de los casos como un reconocimiento social a la
confesión del delito y la expresión de disculpas hacia la víctima y la sociedad.

Es imprescindible que la intervención grupal, haga parte de un programa de tratamiento


donde se realicen sesiones individuales y con la red de apoyo externa (familiares) de
acuerdo a la evaluación realizada al interno.

Al finalizar la intervención grupal, se debe evaluar si facilitó procesos de comprensión y


aceptación del delito cometido, generando sentimientos de empatía y respeto con las
víctimas; optimizando su proyecto de vida y fortaleciendo procesos de autocontrol que se
vean reflejados en la no reincidencia. Esto último, genera la necesidad de contar con
instrumentos, enfoques precisos y rigurosos que permitan evaluar, sistematizar experiencias
y aumentar la calidad de las intervenciones de este tipo.

Tabla 8. Condiciones básicas para el tratamiento penitenciario exitoso


TIPO DE CONDICIÓN DESCRIPCIÓN
Logística: Conjunto de medios y Materiales: De acuerdo al tipo de programa y a la población a la que va
métodos necesarios para llevar a dirigido se debe determinar que materiales son necesarios para la
cabo la organización de una ejecución exitosa de las sesiones, etapas, fases, etc. del programa.
empresa, o de un servicio, Ej: Para una población de 20 personas (máximo) dentro de un programa
especialmente de distribución deportivo se necesitarán 20 balones de vóleibol, un punto de hidratación,
(http://lema.rae.es/drae/?val=logís 20 pares de calzado deportivo en tallas 36, 37, 38, 39 y 40 para participar
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tica) de las actividades deportivas.


Tiempo: Se debe determinar cuántas sesiones y fases son necesarias para
la consecución de los objetivos y metas planteadas, además se deben
determinar objetivos para cada sesión/fase que sean evaluables y que
permitan determinar si es necesario o no, por ejemplo, llevar a cabo
acciones complementarias o un incremento en las sesiones.
Ej: Para un programa cuyo objetivo es aprender a nadar en una piscina se
plantea la primera fase (5 días/10 horas):
Fase 1: Familiarización
S1: calentamiento, reconocimiento de la piscina y normas de seguridad;
ingreso por la escalerilla, tomarse del borde y desplazarse con ambas
manos pequeñas distancias dentro de la piscina (2 horas).
S2: calentamiento, ingreso a la piscina, tomarse del borde y avanzar
distancias mayores a la sesión anterior (1 hora 15 minutos).
Posteriormente alternar brazos al tomarse del borde y por último
sumergir la cabeza (tomados del borde) durante lapsos de tiempo cada
vez más largos (45 minutos)… etc.
Infraestructura: Conjunto de Espacio: Es necesario determinar en qué espacio se van a llevar a cabo
elementos o servicios que se las sesiones y si es necesario diferentes tipos de espacio (salones,
consideran necesarios para la espacios deportivos, lugares para sembrar semillas, espacios cubiertos,
creación y funcionamiento de una libres de ruido, etc.). También es necesario tener en cuenta la cantidad de
organización cualquiera. personas con las que se va a trabajar.
(http://lema.rae.es/drae/?val=infra Ej: Para un programa para el aprovechamiento del tiempo libre por
estructura) medio de la fotografía es necesario contar con un salón con capacidad
para 30 personas durante 2 horas.
Recursos del espacio: Se debe tener en cuenta qué se necesita dentro de
los espacios determinados para las actividades (tomas de corriente,
iluminación, mesas, sillas, tierra, arena, pasto, etc.)
Ej: Para un programa de danza urbana es necesario un salón con
capacidad para 20 personas que tenga buena iluminación y al menos una
toma de corriente para conectar la grabadora.
Recursos Humanos Población a la cual va dirigida el programa: Es necesario determinar las
características mínimas que deben cumplir quienes se inscriban en el
programa. Así será más sencilla la determinación de recursos logísticos y
de infraestructura. Además se debe tener en cuenta el número mínimo y
máximo de personas para que los objetivos del programa se puedan
cumplir.
Ej: para un programa de aprendizaje de origami se admitirán mínimo 8
aprendices y máximo 15 que estén entre los 8 y 12 años de edad sin
importar su género.
Personal encargado de la ejecución del programa: Es necesario
establecer qué características deben cumplir quienes están a cargo del
programa (nivel de empatía con la población, conocimiento total del
programa, conocimiento de las necesidades de la población a quien está
dirigido el programa, capacitación mínima, etc.).
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Para recordar

La intervención penitenciaria, para alcanzar los mejores resultados posibles, exige unas
condiciones previas.

Ello implica reconocer las dificultades y oportunidades que se pueden presentar en los
diferentes niveles que constituyen el entorno penitenciario.

Este entorno está conformado por: los internos e internas, los servidores penitenciarios
y las directivas, por un lado, y la estructura organizacional y ambiental por otro. Un
tercer nivel es el entorno familiar, social, laboral, externo a la institución.

La opinión de la población reclusa destinataria y la atención a sus necesidades


cotidianas en el establecimiento deben hacer parte de los programas.

Estos deben contar con recursos de todo tipo exclusivos, permanentes y suficientes
para implementar, desarrollar y hacer el seguimiento del programa.

Referencias
Anguera, M. T. & Redondo, S. (1992). La evaluación de la intervención penitenciaria.
Delincuencia/Delinquency, Número monográfico.3; (3) 245-289.

Ariza, L. (2011). Reformando el infierno: los tribunales y la transformación del campo


penitenciario en América Latina. En: Ariza, L. & Iturralde, M. (Eds.) Los muros de la
infamia. Prisiones en Colombia y América Latina (pp. 18-109). Bogotá: Ediciones
Uniandes

Caballero, J. J. (1986) El mundo de los presos. En F. Jiménez-Burillo & M. Clemente Díaz


(Eds.) Psicología social y sistema penal. Madrid: Alianza. 253-268.

Redondo, S. (1992). Evaluar e intervenir en las prisiones. Barcelona: PPU.


Yalom, I. D. (1986): Teoría y Práctica de la Psicoterapia de Grupo. Fondo Cultura
Económica. México.

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