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JOB EN ÁUSCHWITZ
En esta simbó\ica escultura, que se encuentra en el parque que rodea a los edificios de Yad Yashem, en
Jerusalem, el artista Natán Rápoport ha representado los padecimientos de Job, en un judío del campo de
concentración de Áuschwifz, con cl fatídico número grabado en el brazo, elevando una plegaria,
envuelto en su manto dc oraciones.
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UN HOMBRE FELIZ
ee N HOMBRE HABíA en la tierra de Utz; se llamaba Job". Esta es,
pues, la historia de un hombre. El relato comienza, estilísticàmente, con
esa sencillez típica de las narraciones populares, al modo de "había una
vez un hombre. . . Aparentemente un hombre como tantos otros.
Aparentemente un relato como tantos otros. "Y el hombre- era íntegro y
recto, y temeroso de Dios, y se apartàba de todo lo malo". Un hombre
"bueno" y justo. ''Y le nacieron siete hijos y tres hijas". Siete hijos
varones, es número de perfección en la vieja simbología Semítica,
particularmente en el lenguaje bíblico. (Como la perfección de los siete
días de Ja Creación. Dios contempló su obra "y vio que era buena".)
Siete hijos más tres hijas, dan lugar al número diez. Diei, expresión de
la armonía matemática. (Sodoma se habría salvado si Dios hubiera
hallado en ella "diez hombres justos".) Era bueno, y era rico. ''Y era su
hacienda siete mil ovejas y tres mil camellos, y qumientas yuntas de
bueyes y quinientos asnos". Vuelven a conjugarse 'lós números siete y
tres, cinco y cinco. Perfección y armonía desde todos los ángulos
visuales. Bondad y bienaventuranza desde todas las pefspectivas.
Perfecto, armónico, dichoso era el mundo de Job Espiritualmente y
materialmente. En lo que era, en lo que tenía. Perfecta simeItría
concordante entre lo exterior y lo interior. Eso era Job, un hombre
bueno, un hombre plena y sencillamente feliz.
Este es el comienzo idílico del libro de Job, un libro bíblico que consta
de cuarenta y dos capítulos. En la apariencia idílica del comienzo se
incuba un tremendo drama que estallará en el segundo capítulô y que
dará lugar, luego, a profundos y estremecedores diálogos, monó logos,
reflexiones, meditaciones. Dentro del contexto bíblico general, Job es
un libro extraordinario. Job nada tiene que ver con la historiá hebrea.
Los sàbios talmúdicos vieron eh él al ' 'hombre universal" y se
expresaron al respecto taxativamente: "Job nunca existió; fue tan sólo
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una parábola". Los datos mismos respecto del personaje y su tierra
patria, Són, a todas' luces, imaginarios. Las cifras y otros detalles
tienen ¿se aire paradisíaco de leyenda.
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INTRODUCCóN AL DRAMA
E L HOMBRE FELIZ es el hombre justo; el hombre justo es el hombre
feliz. Este parece ser el axioma que encabeza el modus vivendi
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humano encarnado por Job. Parece ser. Pero no es así definitivamente,
constantemente. La armonía y la perfección pronto se tambalean ante
la' realidad cotidiana. Entonces asistimos al derrumbe de esa justicia —
lógica y paradisíaca al mismo tiempo— dentro de la cual se
desarrollaba idílicamente la existencia de un hombre llamado Job.
Si el comienzo de la narración tenía aire de leyenda popular, donde la
dicha se simbolizaba en coordinaciones numéricas esotéricas e irreales,
también eso que denominamos el "derrumbe" deberá canalizarse por
vías de la fantasía popular. Pasamos ahora al Cielo, al horizonte donde
se trazan y se traman los destinos humanos. según remotas creencias
ancestrales. Dios observa y regula los pasos humanos. Es el Juez. Pero
en cl Cielo aparece otro protagonista o dramatis persona, Satán. Es,
desde luego, el genio del Mal. Está a las órdenes de Dios. Es pues un
ángel. Este término —ángel—, tanto en su estricta etimología griega
como en hebreo, significa "enviado", "delegado", La función de Satán
es recorrer el mundo e informar a Dios sobre las actuaciones de los
hombres. Según el texto de Job este es el sentido de la palabra ' 'Satán":
el que recorre el mundo. Tiene, sin embargo, otro sentido con el cual
aparece en distintos textos bíblicos: obstáculo, impedimento, odio,
inquina, daño 1 .
-Satán es el enemigo del hombre. Indirectamente, quizá, según se irá
explicitando, puede ser visto como enemigo de Dios. Insistimos:
indirectamente y por proyección deductiva'. La función de Satán queda
reducida a recorrer el mundo y observar a los hombres. Su enemistad
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EL HOMBRE DESNUDO
A HORA ESTAMOS EN CONDICIONES de comprender el
nombre de ese hombre, Job. En hebreo está escrito 1-OV. Sólo
puede. ligarse al radical êivá, que significa ' 'odio". Si Satán es el
portador del odio, Job es el objeto del odio, "el odiado". Satán odia a
Job, porque Job representa la realización del bien. En consecuencia
Satán, en funcioñes de Fiscal:Acusador debe demostrar que la bondad
y la inocencia de Job no son tales.
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Job deberá ser privado de todos sus bienes. Entonces se verá si ama a
Dios por Dios mismo; o si ama a Dios por sí mismo, por los
beneficios que Dios le depara.
Job es ahora hombre puesto a prueba. Volvemos a la tierra. Todo lo
que hacía la delicia de la vida de Job se pierde: su casa, su hacienda,
sus riquezas, su servidumbre, sus hijos. Todos esos elementos
materiaies son destrozados por fuerzas físicas-naturales designadas
por Satán. Quedó Job solo, con su cuerpo, con su vida desnuda y
despojada. Job está de duelo y dice: "'Desnudo salí del vientre de mi
madre y desnudo retornaré; lo que Dios me ha dado, Dios me lo ha
quitado. Bendito sea el nombre de Dios". Todo es de Dios, todo
vuelve a Dios. Job, prima facie, se resigna. Comprende que todo está
en manos de Dios, y lo que fue dado puede ser quitado. Le parece ser
un acto de justicia. Nada se ha conmovido en la piedad y en la fe de
Job.
El jurado celestial torna a reunirse. Job superó la prueba. Satán
fracasó con todas sus sutiles argumentaciones. Job cree en Dios, a pe
sar de todo. Triunfó el bien y la inocencia. Pero Satán no se resigna ni
se humilla. Vuelve al ataque: "todo lo que el hombre tiene es capaz de
entregarlo para conservar su vida". La prueba, según Satán, fue pobre
y relativa. El hombre es capaz de desprenderse de todos sus bienes
materiales con tal de conservar intacto su propio cuerpo. "Empero —
le dice a Dios-- extiende tu mano y toca su cuerpo y su carne, y verás
cómo te maldice en tu propio xostro". En efecto, el individuo Job, su
cuerpo y su carne, aún no fueron tocados. Hay que llegar hasta el
extremo de la prueba, hasta el propio cuerpo de Job. Y así se hizo.
Duras enfermedades cayeron sobre ese cuerpo del hombre piadoso y
corroyeron su piel y su carne. La mujer de Job (sólo ella quedó viva
de toda su familia; en el relato popular era indispensable que no
muriera, porque era indispensable que alguien -le dijera lo que ella le
dijo), exasperada ante tamañas desgracias y la humilde fe de su
esposo, le dijo desesperada a cuándo persistirás en tu
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integridad? Maldice a Dios, y muere". Evidentemente, a tal vida era
preferible la muerte, Pero la fe y el razonamiento de Job siguen
siendo idénticos; "{Sólo lo bueno aceptaremos de Dios, y lo malo no
lo aceptaremos?'* El que aceptó el bien, debe aceptar el mal. En
verdad nada podía discutir Job con los hombres. Ahora sólo cabe
hablar directamente con Dios.
LA PRUEBA
A OONCLUIDO LA INTRODUCCIÓN al drama de Job,
sintetizada en los dos primeros capítulos del homÓnimo libro bíblico.
La introducción tiene atmósfera de leyenda popular, de fábula arcaica.
Es un recurso literario que, como todo prólogo, en_ verdad es un
epílogo, una construcción a posteriori que explicaría cómo y por qué
se trastrocó talu trágicamente el destino de Job, de la felicidad a la
suma desdicha. Pero, en verdad nada explica. El cielo está
rotundamente separado de la tierra. La introducción pretende ser una
explicación imaginaria o parabólica del destino de Job. Pero en lo
humano toda interpretación causalista no satisface. El dolor de Job, en
sí mismo, es incomprensible, es decir injustificable. Y este es
justainente su drama. Lo dramático no reside en el dolor ni el
sufrimiento, sino en la absoluta falta de justificación de estos
acaecimientos vistos desde dentro, desde el fondo de la vida de Job.
Cierto es que Job acepta los hechos como he chos, como datos que, de
alguna manera, tienen su raíz en Dios. Pero —seoún la médula central
de todo el libro— alega contra la injusticia de estos hechos. Acepta los
hechos pero rechaza cualquier justificación de esos hechos. No puede
ni quiere maldecir a Dios, porque quiere dialogar con Dios. En
escuetas y sencillas palabras le responde a su mujer: ha de aceptarlo
todo. Más no le dice. El resto se lo dirá directamente Dios. Quedó solo
y desnudo. Solo y desnudo frente a Dios. La fe ya no es mera
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resignación. Ahora la fe es necesidad de diálogo* derecho de rebeldía
contra datos indubitables pero; también, injustificables.
Injustificable, es decir sin razón de justicia; Esta es la paradoja y
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honraba suficientemente. Dios le respondió: "Si le pido que me
sacrifique su hijo único, también Io hará". La misma introducción para
pruebas semejantes. Con la diferencia de que Za prueba de Job
comienza después del sacrificio. Job — y todas sus pertenencias,
humanas y materiales— es, él mismo, el sacrificado. ¿Cómo
reaccionará Job? Dcspués del sacrificio comienza la tragêdia y Dios
está implicado en ella. Por eso no debía ser maldecido. Era
urgentemente indispensable due "siguiera" existiendo en la vida de
Job. Alguien debía responderle.
A SOLAS, CON OTROS
2 Sobre este tema nos hemos detenido en un ensayo específico: Job y la ironía
(en ".Davar", NP 103; Bs. As.). Podemqs añadir. en apoyo de nuestra opinión,
las palabras de M. Anat: "El libro de Job abunda en ironía vibrante; pero no se
trata de una ironía de destinos, sino, más bien de situaciones" (El libro de Job; en
"Bet 'Mikrá", julio 1969; Jerusalem. En hebreo.).
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tenían un lenguaje mún. Sólo un dolor común podría procurarles un
lengudje común. Sin esta premisa sólo podría darse una sucesiva
interpolación de monolÓgos; jamás un diálogo realmente comunicante.
"Y levantaron sus ojos, desde lejos, y no lo reconocieron; y levantaron
sus voces y lloraron, y cada uno rasgó sus ropas, y arrojaron tierra
sobre sus cabezas. Y se sentaron junto a él en el suelo, siete días y siete
noches, y no pudieron hablarle, porque vieron que el dolor era muy
grande. . . " Reconocieron pues que no había consuelo. (Encontramos
en estas sencillas palabras del texto, uno de los momentos más
profundos y más sugestivos de toda la Biblia: frente al dolor máximo
sólo cabe una respuesta máxima: el silencio. Véase al respecto Génesis
XXII donde se narra la prueba de Abraham: tres días caminó con su
hijo hacia el monte donde debía tener lugar el sacrificio; tres días
empañados de dolor tenso y de silencio casi absoluto.) "Y levantaron
sus ojos. . . y levantaron sus voces y lloraron . . . " Ritualmente,
mecánicamente. Era un deber llorar. Job no lloró. Los amigos lloraron.
(Sucesión de ironías. Más si volvemos a recordar aquél texto que relata
el momento más trágico en .la vida de Abraham. Tres días caminando
en silencio con su hijo, con el futuro sacrificio. '{Al tercer día levantó
Abraham sus ojos y vio el lugar desde lejos". Compárese el texto de
Job con el de Génesis XXII. Las palabras son casi idénticas. Hasta se '
'juega" con idénticos números. Pero iqué abismo monstruoso reina
entre el individuo que vive el dolor y aquel otro que contelnpl.a el
dolor desde fuera, como objeto especulativo—consolabie!)
Aquí concluye la introducción. Job está acompañado, pero más solo
que nunca. La confrontación con otros hombres, con otras opiniones,
dará más relieve a su soledad, al absurdo de su sufrimiento, a la
injusticia del contorno existencial, a la comunicación frustrada y a la
comprensión impotente. Concluye la introducción y comienza el drama
propiamente dicho. Drama es diálogo. Job, sus amigos, Dios, son los
protagonistas. Tienen la palabra. Drama es entrecruzamiento de
palabras que se rozan, se entrechocan, se confunden. ' 'Después abrió
Job su boca y maldijo su existencia". No podía maldecir a Dios. Pero
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podía maldecir su propia existencia. Era suya, inalienable. Pero mal—
decir puede entenderse aquf estrictamente: decir el mal, revelar y
delatar el mal de la vida, el grano de la desdicha.
DE LA VIDA A LA MUERTE
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esencia de la existencia de Job, y de ahí, generalizando, de todos los
hombres 3 .)
Si la vida es el mal, el sufrimiento, la desesperación, ha de concluir
Job que sólo en la muerte puede hallarse reposo: la muerte del que
aún—no—ha—nacido, la muerte del que ya—ha—nacido.
''¿Por qué no habré muerto en la matriz de mi madre, o
al salir de su vientre?"
(En la tradición talmúdica posterior se llegará a decir: ' 'Mejor
hubiera sido que "el hombre no fuera creado; pero ya que fue creado,
conviene que tome conciencia de sus acciones" 4 Job, en efecto, toma
conciencia de sus acciones, y no encuentra en ellas justificación
alguna para la desdicha que lo asola. Por eso su pensamiento se
mueve ten un círculo fatal: mejor hubiera sido no nacer; ya que se
nace, mejor será morir. No es que la muerte sea en sí un valor
positivo. Es simplenente la negaciÓn del mal de la vida. Es el reposo
absoluto.)
Vid. Horacio, Odas; Libro Segundo, III: "Todos somos impelidos sal
mismo lugar; [para todos es agitada la misma urna de la suerte [y tarde
o temprano nos arrojará a la misma barca/, al eterno exilio".
En el contexto bíblico estas ideas de Job sólo pueden ser comp& radas a
las expresadas en el Eclesiastés, donde, por ejemplo, se dice:
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"Todo va a un mismo lugar. Todo vino del polvo, y al polvo -re- torna".
Estas palabras de Eclesiastés sé fundamentan en el libro del Génesis,
donde se narra que el hombre fue creado con polvo dé21a tierra, y luego se
dice: "Polvo eres y al polvo volverás". (Pero todo impprta señalar Io
siguiente: si bien, aparentemente, Job y Eclesiastés coinciden en la ídea de
la muerte, le otoraan un valor muy distinto. Para Job el final común a
todos los seres es liberador de todos los males y de todas las
desigualdades. Para el Eclesiastés, en cambio, esa nivelación final,
justamente, es un mal insoportable.)
Estamos en el capítulo III del libro de Job. Este arriba, en base a su
experiencia existencial y no basándose en meros razonamientos
especulati- vos, a una idea negativa de la vida. Abre la boca para hablar
y la amargura le hace proferir .amargas palabras. Empero, repetimos, la
amargura no depende del hecho en sí, sino de la inconvensión y de la
injustificación de los hechos acaecidos. En términos actuales diríamos
que Job vive el problema del absurdo de su existencia: Ea •
incomprensión, la sinrazón, el absurdo corroen la vida, y no simplemente
los acontecimientos desgraciados. Finalmente, en el capítulo citado, Job
reconoce que todas sus aseveraciones tienen validez:
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'Para el hombre cuyo camino está oculto,
obstruido por Dios".
Sigue reconociendo la existencia de Dios, pero justamente Dios debería
dar razón y justificación de los sucesos. En cambio, el camino, la trama
de la vida permaneêen ocultos, incognoscibles, inescrutables. A pesar
del pasajero elogio de la muerte, Job quiere vivir, necesita vivir, porque
quiere y necesita saber, comprender su vida. Sólo que, mientras el
Salmista había dicho: "No moriré, Sino viviré y nar.raré las acciones de
Dios", también Job pretende vivir pero, inversamente, para que Dios le
narre a él, al homble doliente—sufriente, sus acciones, esto es, el
sentido de la vida y la razón del sufrimiento.
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Kierkegaard llamó a Abraham "El caballero de la fe". Job merecería
el título de "El caballero del sufrimiento". Quijotescamente —en el
mejor sentido de este término— Job pretende redimir su sufrimiento
del absurdo. Dios le debe una respuesta.
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Entre tanto -lo oyen los hombres, sus amigos que están junto a él..
Roto el silencio también ellos hablan y opinan. El diálogo será triálogo
—si se nos permite— protagonizado por: Job, los amigos, Dios. En
esencia serán monólogos que se cruzan, se chocan, pero nunca se
comunican. El absurdo del sufrimiento conduce al absurdo de la
incomunicación' radical.
VII
EL MUNDO JUSTIFICADO
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Pero Job toma conciencia del absurdo como incomunicación. En
efecto —sigue la reflexión de Job—, Dios es lo inconmensurable. Dios
—Juez. es Dios—Creador. Conocerlo significa re-conocerlo a través
de la Creación. Y precisamente este reconocimiento —
paradójicamente, irónicamente— muestra al hombre la distancia
infinita que media entre él y su Creador. El Salmista había cantado:
"Los cielos narran gloria de Dios y el firmamento relata sus obras".
En las creaturas se divisa la mano del Creador. También Job avizora la
grandeza de Dios en la grandeza de sus creaturas, de la naturaleza, del
universo todo, en el capítulo IX:
' 'Él ordena al sol, y no brillará, y
sella la ruta de las estrellas.
Él solo extiende los cielos sobre las alturas del mar. (4
y pisa
Él creó la Osa, el Orión y las Pléyades, y
los secretos de Temán.
Él hace cosas grandes e
incomprensibles, y maravillas sin
número".
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namente renace en él la fe en la redención, en la respuesta, en la
develación del misterio de su sufrimiento injustificado.
Esto es Job: el hombre que permanece fiel a sí mismo, como
contradicción y paradoja. Su existencia es absurda, sin—sentido. No
obstante, absurdamente aguarda que el sentido de repente alumbre sus
pasos.
Esto es Job: el hombre que se niega a alienarse en palabras como
ceniza, en fórmulas preestablecidas, válidas "para todos" y para nadie
personalmente. Él quiere su verdad. Entretanto, quizá sin saberlo, está
viviendo su verdad; o, si se prefiere, está viviendo verdaderamente
mientras mantiene virginales y auténticas todas las potencias
contradictorias de su ser:
CC
Aunque Él me matare, seguiré esperando a Él".
EL HOMBRE REBELDE
RT os DETENEMOS uN INSTANTE en el camino. Hemos presentado
ya las coordenadas generales que constituyen el fondo trascendental del
libro de Job. No es un libro de filosofía. Es un libro de mon610gOs
sucesivos que no llegan a ser diálogo. Los dramas se superponen: el
drama del sufrimiento, el drama de la sin—razón de ese dolor, el dra7
ma de la incomunicación con Dios, el drama de la incomunicación con
los hombres. Job no se entiende. Tampoco los amigos pueden entender
su pasión y su tormento. Job 'está a solas frente a Dios.
Los amigos hablan en nombre de una pre—concepción. Sus palabras están bien
hilvanadas racionalmente, con ilación de conceptos ci- 4 mentados lógicamente.
Pero esas mismas palabras exasperan a Job, porque su. drama es, precisamente, el
drama de la lógica fracasada. La lógica de las ideas y de los conceptos pre—
concebidos es una; la lógiCQ de la vida es otra. Esta última interesa y desespera a
Job porque justamente su vida, a sus ojos, está desprovista de lógica. (Eso que
denominamos el absurdo, uno de los puntos centrales en el filosofar del si" 010
XX. Albert Camus, en su libro El Mito de Sísifo, fue quien más profundizó en
este tema del "absurdo" de la existencia que parece moverse en un círculo
cerrado, insalvable, sin solución lógica.) Job es la
' 'situación límite" del hombre en la cual la vida se revela como
drama. trágico hendido de absurdo 5 .
Job no es un libro dc filosofía. Los monólogos tienen forma
poemática, Más que un texto de pensamientos, cs un conglomerado donde
se fusionan la reflexión, la lírica, la plegaria. Precisamente porque Job no es
una construcción mental, puramente especulativa, sino que sigue la clásica
línea bíblica fiel a la realidad. La realidad, esa realidad dramática dc la
existencia humana, hecha de felicidad y zozobra, de esperanza y angustia,
la realidad en las dimensiones más profundas y más extremas de su
problematicidad, se manifiesta plenamente en este libro como tenso
interrogante. El tema primordial, el del sufrimiento injustificado e
inconsolable cn el álgido presente, es tratado, desde distintas perspectivas,
en tres libros bíblicos: Isaías, Eclesiastés, Job. En el primero de los
mencionados libros, la perspectiva es histórica: el dolor presente se
redimirá y se conwrenderá en el futuro 6 . En Eclesiastés, el dolor futuro —
el de la muerte— se presentifica como motivo de meditaciones angustiosas.
En Job, en cambio, el presente es absoluto y no admite postergación ni
proyección de ninguna índole. El hombre concreto, en el presente concreto,
exige una respuesta concreta a esta existencia repentinamente sumida en el
absurdo.
Job es cl hombre rebelde. Reconoce a Dios, pero al mismo tiempo se
rebela contra cualquier sistema de teodicea (justificación de los actos
Emccé, Bs. As. 1949; pág. 25: "Pero es imposible volver atrás. Las naves están
quemadas, vedado el camino del regreso. i Es preciso avanzar,ir adelante, hacia
un porvenir desconocido y terriblc siempre! Y el hom— bre avanza, casi sin
preguntarsc siquiera qué es lo que le espera. Los suc— ños de su juventud, quc
sc han tornado irrealizables, comienzan a .parecérle• embusteros y falsos; y
arranca dc sí, con odio y crueldad, todo aquello en quc en otro tiempo creyó, todo
lo que en otro tiempo había amado".
6 En nuestro Isaías Cen csta misma colección) procuramos esbozar la
concepción del profeta respecto del dolor como problema humano que es sólo
apariencia del prescntc pcro que, en el devenir histórico, va deve— lando su propio
sentido positivo y racional.
divinos) que sus amigos procuran sostener y predicar. Ellos, sus
amigos, hablan en nombre del pensamiento, de las razones hechas y
predeterminadas. Job habla en nombre de su vida dolorida. Ninguna
TazÓn podrá apaciguar su dolor. Su dolor es sw pregunta. Sólo Dios,
el origen de todo y, en consecuencia, también de su dolor, podrá
contestarle. In extremis todas las razones se deshacen y sólo es
posible y plausible aguardar la respuesta extrema, la Razón de Dios.
Desesperando espera Job. Dentro del marco de sin—sentido en el
cual existe, el único sentido que tiene* ahora su existencia' es
aguardar el milagro de esa respuesta. Milagrosamente se abatió la
desesperación sobre los días vitales de Job. Sólo milagrosamente
podrá sobrevenir la redención. Vivir al -modo de Job significa esperar
absurdamente *la supresión del absurdo.
x
LA RESPUESTA DE DIOS
Para Dios nada es imposible. Para Job —el hombre— todo es imp•
sible: imposible de ser discernido, comprendido. La respuesta de Dios,.
lejos de suprimir el abismo que media entre el Cielo y la Tierra, entre el
Creador y la creatura,' lo ahonda más aún.- Job esperaba una
comunicación con Dios. Se da la comunicación, pero al mismo tiempo
que se da, ella certifica que la comunicación es imposible. Cuanto más
cap:ta el hombre la omnipotencia divina, tanto más toma conciencia' de
su propia impotencia.
Del inconmensurable silencio brotó la voz de Job. Y ha de volver al
silencio. Ya nada más puede ser dicho. Sólo cabe vivir y esperar. De
asombro en asombro; de milagro en milagro; de silencio en silencio.
FINAL INCONCLUSO
27
de la paradoja: Job es el hombre rebelde contra Dios, y aplaudido, eo
ipso, por Dios.
En Job, 'lo que vale, insistimos, no son sus "ideas", sino su actitud que
nunca se traiciona, a: sí misma, a su causa más elemental y más
inalienable. • Es frente a Dios. Dialógicamente, dramáticamente,
contradictoriamente. Max Schéler dirá en nuestro siglo: "Nosotros,
empero, no admitimos esa relación semi—infantil y semi—temerosa
del hombre con la Divinidãd, relación que se manifiesta en la
contemplación, la adoràción y lá plegaria, actos objetivantes y por ende
distanciadoles. . . " 9 .
XII
BENDICIóN E IRONÍA
TENDAMOS AL FINAL FELIZ. Los amigos de Job, los protectores
de l'as verdades dogmático—religiosas, los que culpaban a Job,
resultaron ser los "villanos" del drama, los culpables. Job, el sufriente, el
torturado por los hechos de la vida y por las acusaciones de los amigos,
resultó ser el inoceniê. Así lo determinó Dios, el Juez Supremo.
Dios ordena a los amigos que le rueouen a Job que implore piedad 'paia
ellos; para disipar la cólera divina. Y así se hace. Job reza por ' ellos.
Dios recibe la plegaria y perdona a los "culpables". (Vuelve
29
belleza. Razones y sin—razones parecen sucumbir ante este único
dato, primero y. último: la existencia como milagro y maravilla. ' 'Y
murió Job, anciano y satisfecho de días".
Final feliz, para quien quiera.
Pero el final feliz no logra borrar, de ninguna manera, todo lo que
antecede a ese final. El final feliz es irónico, porque el propio autor no
"cree" en ese final feliz. Pura apariencia. El problema central del libro
es indeleble. La rebeldía que transcurre en largos y ardorosos
parlamentos no puede ser borrada por ningún "final feliz". Concluye
la vida de Job, pero no la problemática planteada por esa vida, en esa
vida. Concluye la lectura, comienza la meditación.
XIII
DE JOB A KIERKEGAARD
5
absoluto, o bien Abraham está perdido". La relación absoluta con lo
absoluto, significa la relación inmediata con Dios. Sólo en esta relación
puede el Individuo —ese ser soledoso, a quien ningún amigo puede
entender— encontrarse a sí mismo, esto es, encontrar el sentido de su
destino sobre la tierra. Este es el probl.enqa de Abraham, de Job.
Problema que el filósofo danés encara como paradoja. Porque ni se da ni
se resolverá en términos racionales.
Particularmente sobre Job escribe Kicrkegaard en La Repetición:
"En vez de ampararse cn un filósofo universalmente reconocido. . . mi amxgo
se ha refugiado cn un pensador privado que poseyó una vez todos los
esplendores de la tierra v que tuvo luego que retirarse de la vida: se ha
refugiado en Job, que, sentado sobre las ccnizas mientras rascaba con un
casco las llagas de su cuerpo lanzaba 'rápidas adverten cias y reflexiones.
Cree mi amigo que la verdad se revela aquí más con-
XIV
EPÍLOGO
10H. C. Wells, La Llama Inmortal; Ed. Claridad, Trad. H. E. Pere domo; Bs.
As. 1959; pág. 20.
Colección: GRANDES FIGURAS DEL
JUDAISMO
Samuel Rollansky: SCHÓLEM ALÉIJEM. (Agotado)
2. Natán Gesang: YEHuDÁ HALEVf. (Agotado)