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Vestirse para la ocasión

Ya era una cuestión obvia, ser docente no era una labor sencilla, en todos los lugares se
escuchaba lo mismo, pasillos, salones… y ahora se preguntaba ella, ser docente de
artística es más difícil ¿?, cargar con ese lastre de ser el encargado de una de las materias
de relleno. Ella sabía, lo había estudiado y lo había defendido, no eran los docentes de
arte los que entretenían a los estudiantes, el que hacia cosas decorativas, aunque en el
campo de acción solo veía docentes que jugaban hacer el señor de las decoraciones y las
horas libres.
Estaba sentada frente a un señor particular, tenía tizas y borrador, la miraba y muy pocas
palabras articulaba; allí estaba el docente que se jubilaba, 35 años de labor, en cinco
colegios distintos, era lo único que expresó con claridad, pero era en ultimas sus tizas y
su borrador, ella sería ese señor viejo que miraba sus senos y no lograba dar respuesta
sobre las dudas que ella traía, ¿? cuantos estudiantes habían perdido el periodo, qué
asuntos particulares tenía que saber de sus estudiantes, cómo se trabajaba en los grados
inferiores, qué proyectos desarrollaban los estudiantes de grado once… en fin, no logró
una conversación académica. Solo había quedado con las listas en la mano y un caballete.
Ella no utilizaba las tizas dadas en el colegio, eran de poca calidad, ella ya no trataba mal
a sus estudiantes, logró luego de cinco años ser una docente contemporánea, los procesos
habían surgido en sus arduas horas de gritar, de llamar a padres, en fin… entre chistes e
ironías ganarse un lugar como docente.
¿Qué es el arte? Para qué sirve el arte después de la segunda guerra mundial, el artista es
distinto a nosotros. El cine por qué es un proceso estético… así empezaba sus clases, los
niños la miraban, los adolescentes esquivaban sus ojos, ella siempre, en cada momento,
intentaba recordarles que el arte existía porque los seres humanos lo habían creado, era
algo propio de nosotros.
Como no tenía aula para que aprendieran a trazar, esculpir y pintar, aprovechaba cualquier
espacio, el patio, un salón lleno de cosas destruidas, la cancha, o en últimas el aula de
clase, la cuadriculada aula de clase, llena de voces y de cuerpos incomodos.
-Jair era más relajado, siempre era igual, plantillas, trazos y dibujos de paisajes, para qué
leer textos, cómo es eso que el arte también es la música y el cine, esa nena está tostada,
mire, un ensayo para decir si el arte es moral y no, eso ya es filosofía, peor todavía parce,
uno pierde artes ahora, parce, mi papá me dijo: -si pierde artes yo voy y cuadro eso, cómo
así ¿? allá se va es a estudiar matemáticas y a aprender a leer, … así es que es… toca es
frenarla.
Habían pasado casi 100 años, pero todo seguía igual, las aulas eran unos rectángulos
blancos o desteñidos, había televisores, un tablero blanco, y sillas y más sillas… Los
colegios recibían niños y adolescentes, el rector daba un discurso, los coordinadores
amenazaban y los docentes esperaban en sus aulas, o en fila se iban presentando… era,
un campo de concentración, una fábrica para enanos, que pronto romperían las amarras
de la infancia y caerían desencantados ante la irrefutable realidad, siéntese, escriba,
coma, corra, siéntese, escriba, trace, cante, baile.
Por otro lado, estaban los docentes, sus procesos de aprendizaje, sus salarios bajos, ser
tildados de perezosos, siéndolo pero sin aceptarlo, ser tildados como intelectuales,
cuando pocos lograban leer un libro en el año, casi todos eran igual a esos niños,
sentados en su sala-aula, comiendo y gritando a una pantalla, o dormidos, o mirando la
TV-novela de moda, sin negar, que entre ellos existían pedagogos preocupados por su
hacer, por sus estudiantes, allí radicaba el asunto, cómo hacer cosas con el arte más allá
de artefactos estéticos, cómo hacer cosas con las matemáticas sin tener que repetir
exámenes cada año con las mismas ecuaciones…Acaso de nada sirvieron 6 años de un
pregrado, acaso la maestría no logró moverme cómo intelectual… ella seguía y seguía
escribiendo, casi lo tenía, casi había logrado encontrar la voz para sus cuentos.
Abrieron la puerta, era el rector, miró al grupo, sorprendido, en un instante se vio como
sonreía, ella lo miró, sabía porqué el rector, ese hombre viejo que nunca se acercaba a los
docentes y menos a los jóvenes, pero ahí estaba sonriendo, mirando con satisfacción, la
llamó y le dijo -muy bien, así es que siempre deben estar, controlados, aplicados… pero
volvió a mirarla y le dijo -estoy aquí por ese proyecto suyo que gustó tanto a los
estudiantes y a la secretaria, ahora quieren que los muchachos lo repliquen en otros
colegios, habrá que mirar, hasta luego, muy bien muchachos por fin se aprendieron a
comportar, cerró la puerta, todos respiraron, y claro, claro, soltaron la carcajada, todo en
el aula era un teatro, la diferencia, era que con ella, con la maestra joven, con la que los
hacia perder, con ella habían avanzado en algo, no entendían cómo, en qué momento,
pero ahora eran otros, eran distintos, como decía la profesora, hay que sentir muchachos,
sentir, por lo menos para darnos cuenta que nos están matando.
Ahora ella era una autoridad académica, ya estaba pronta a irse a terminar de morir en
alguna parte creada para viejos, casi se jubilaba y recordó que no terminó siendo como
ese docente que miró sus pechos, sentía que su ropa eran como sus ideas en el aula,
lograba tener un traje para cada día, había conocido miles de estudiantes, a muchos
padres, en ultimas, cada año era lo mismo, pero el arte, el hacer y pensar en el arte habían
cambiado al colegio, ella no lo sabía, nunca estuvo segura de nada, pero los niños, los
contextos, el barrio temblaban en pensar que ella la señora que llegó un día en los 90, ya
casi se iba a jubilar, y como persona ética se iba a ir apenas cumpliera las horas… quién
desarrollaría sus cadáveres esquistos culturales, cómo serían las nuevas instalaciones, las
cámaras que habían ganado en ese concurso serán guardadas o las utilizarían para seguir
experimentando, esa escultura de casi cinco metros seguiría siendo el ejemplo de
trasformación social para todos los otros colegios del sector.
Salió del salón, sentía la mirada de ese señor viejo, con tizas en la mano y un borrador, se
sentía desnuda, un viejo verde, -pensó solo es el típico profesor jubilado, bonachón,
consumidor de empanadas y cargado de refranes.
Se bañó esa noche, y pensó en ese colegio, había sido nombrada, era parte del estado, ella
sería solo eso, parte, o sería el engranaje torcido que trastocaría los procesos ya definidos.
El colegio siguió siendo el mismo, feo, medio blanco, los docentes iban y venían, algunos
se enfermaban hasta no volver, el rector ya no era el mismo señor de casi 70 años, habían
ordenadores en varias aulas, había un salón de experimentación para el arte, lo otro, era
lo mismo, un piso recién pintado, muchos parches negros de chicles que llevarían casi el
mismo tiempo que las columnas del colegio, en fin, el colegio seguía siendo el mismo
artefacto de reproducción cultural y social, muchas sillas, muchos estudiantes
incomodos, ese año llegaron cuatro docentes jóvenes pero tres de ellos ya eran viejos
jubilados antes de entrar.

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