IMPORTANCIA DEL APRENDIZAJE AUTÓNOMO EN EL CAMPO

EDUCATIVO

Stephanie Villa Oviedo

El aprendiz requiere de autonomía y autorregulación en el aprendizaje, pero la

influencia de los demás y específicamente la del docente sobre la forma en la que se

aprende, sea directa o indirecta, implícita o explícita, siempre se encuentra latente. En el

campo educativo es clave la noción de autonomía de aprendizaje; autonomía no cómo

independencia, sino como facultad de tomar decisiones que permitan regular el propio

aprendizaje para aproximarlo a una determinada meta.

Así mismo, “existen unas redes de conocimiento que constituyen la máxima

expresión del hombre como productor de conocimientos y su necesidad de intercambiar,

compartir y transferir lo que se aprende, a partir de la interacción por medio de una

plataforma tecnológica”. (Pérez, J. & Castañeda, M. 2009).

Se debe mencionar que la necesidad de generar nuevas ideas de forma rápida y

dinámica ha facilitado que el valor de la información y del conocimiento sea mayor, por

ello se podría afirmar que cuando el aprendiz es capaz de autorregular sus acciones para

aprender, implica que está siendo un poco más consciente de las decisiones que toma, al

igual que cada conocimiento que ponen en juego, de sus dificultades para aprender y del

modo en el que intenta superar esas dificultades, haciendo de los obstáculos un

conocimiento valioso.
 La tecnología se ha convertido en un impacto social, en el cual, los “estudiantes del

nuevo milenio” se encuentran sumergidos. Esto indica que, “los estudiantes y el

profesorado del siglo XXI buscan aprender y enseñar desde unos entornos personales;

entornos que se encuentren sujetos en una competencia digital en la que el alumnado y el

docente se vea forzado a salir de un aprendizaje monótono” (Prendes, M., Gutiérrez, M. &

Martínez, F. 2018). Es de suma importancia encontrar estrategias didácticas para así poder

fortalecer la educación generando variedad de espacios, experiencias y conocimientos que

el aprendiz necesita, puesto que, sin un ambiente y tampoco las estrategias adecuadas se le

es mucho más complicado al estudiante poder aprender. Es decir, la autonomía en

cualquier contexto educativo debe ser puesta en práctica, como anteriormente se mencionó,

es esta la que permite que ocurran cambios que benefician al alumnado, favoreciendo en su

participación, en sus valores, en el reconocimiento social, en la responsabilidad, en la

práctica y sobretodo en el constante interés en la actividades.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son una herramienta

vital en el aprendizaje autónomo, ya que se pueden ver como un cambio en el proceso de

enseñanza. (Hernández, C., Gamboa, A. & Ayala, E. 2014). Se sobre entiende que la

tecnología no persigue la enseñanza tradicional, sino, una forma de enseñar didáctica. La

selección adecuada de una plataforma tecnológica ha permitido llevar a cabo procesos de

comunicación del conocimiento a escala global y ha posibilitado que especialistas e

investigadores, con diversos niveles de experiencia, pongan al día su saber; orientados

hacia la práctica y el diálogo. “Los docentes deben estar preparados para ofrecer a sus

alumnos estas nuevas oportunidades de aprendizaje a través de la integración de las TIC en

las aulas tradicionales y mediante la aplicación de métodos pedagógicos innovadores”

(Arias, C., González, C. & Padilla, J. 2010).

Los docentes juegan en este escenario un papel primordial; desde su trabajo como

formadores, para proporcionar en los alumnos conocimientos y destrezas utilizando las

TIC. Por otra parte, el uso de esta herramienta junto al aprendizaje autónomo permite

fomentar la curiosidad y la creatividad permitiendo que se desarrollen múltiples

capacidades que hacen que el aprendizaje sea menos complicado para el alumnado, y de

esta forma también fomenta la autodisciplina logrando que en el estudiante se cree

consciencia, responsabilidad y amor por sus estudios. “El aprendiz suele ser más

constructivo e independiente, siendo capaz de desarrollar habilidades como las de un buen

liderazgo, la toma de decisiones, y el intercambio en el rol de profesor y estudiante

constantemente”. (UNAD 2011).

El estudiante desarrollará capacidades y estrategias como el reconocimiento de sus

posibilidades y limitaciones, a partir de ello empezará a aprovecharlas, mejora con el paso

del tiempo el control sobre sus condiciones emocionales que pueden influir en el estudio,

también va a mostrar una motivación intrínseca por aprender a superar sus dificultades y

analizara con mayor criterio las condiciones de la tarea: tipo de actividad, complejidad,

secuencia a seguir, condiciones dadas, entre otras. Mejorando así la selección de las

estrategias de aprendizaje más convenientes para lograr metas de aprendizaje y la

formulación de su plan de estudio. Estos recursos, “logran que el aprendizaje para el

estudiante se convierta en una actividad confortante y constructiva” (Valencia, T., Serna-

Collazos, A., Ochoa, S., Caicedo, A., Montes, J. & Chaves, J. 2016) ; llegando así a la

construcción de un aprendizaje significativo y autónomo; reemplazando la monotonía de

aprender de forma mecánica que lo que en muchas ocasiones produce un extremado nivel

de cansancio al estudiante, sin darle la oportunidad de que él sea el constructor de su propio

aprendizaje.

Referencias bibliográficas

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Aebli, H. (1991). Factores de la enseñanza que favorecen el aprendizaje autónomo (Vol.

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