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Mills argumenta que el hombre moderno tiene poca experiencia personal y que
ésta debe ser atesorada cuidadosamente, porque es fundamental “como fuente de
trabajo intelectual original” (p. 207). “He llegado a creer que el ser fiel a su
experiencia sin fiarse demasiado de ella es una señal de madurez del trabajador.
Esa confianza ambigua es indispensable para la originalidad en todo trabajo
intelectual, y el archivo es un medio por el que podéis desarrollar y justificar tal
confianza.” (p. 207). Llevar un archivo permite también “mantener despierto
vuestro mundo interior”, “ayuda a formaros el hábito de escribir”, “controlar vuestra
propia experiencia”. (p. 208).
Mills utiliza dos tipos de notas: 1) las dirigidas a captar la estructura del
razonamiento del autor en libros importantes; 2) las que se toman de partes de
libros desde el punto de vista de algún tema particular.
El archivo es un “depósito de hechos y de ideas que crece sin cesar, desde las
más vagas a las más precisas” (p. 210). El principal desafío para el sociólogo-
artesano consiste en aprender a utilizarlo en la producción intelectual. Mills no
encuentra mejor manera de ilustrar este problema que narrar su propia
experiencia como investigador: para ello describe cómo llegó profundizó en el
concepto de “estratificación” y cómo llegó por ese camino a estudiar
las minorías. (p. 210-215).
Mills considera que la primera parte de la investigación (el trabajo con las propias
ideas y con los libros) es la parte fundamental, en tanto que la “investigación
empírica” está condenada a ser “ligera y poco interesante” (p. 215).
“No hay más virtud en la investigación empírica como tal que en la lectura como tal. La finalidad de
la investigación empírica es resolver desacuerdos y dudas acerca de hechos, haciendo así más
fructíferos los razonamientos basando todos sus lados más sólidamente. Los hechos disciplinan
la razón; pero la razón es la avanzada en todo campo de saber.” (p. 215; el resaltado es mío –
AM-).
Nuestro autor sostiene que la investigación empírica debe realizarse una vez
terminado el trabajo bibliográfico y sólo cuando sea estrictamente necesario. El
trabajo de campo debe [a] “ofrecer incitaciones para construcciones teóricas”; [b]
los proyectos deben ser eficaces y claros y, si es posible, ingeniosos. Quiero decir
con esto que deben prometer rendir gran cantidad de materiales en proporción con
el tiempo y el esfuerzo que suponen.” (p. 216).
2) Una actitud de juego hacia las frases y las palabras con que se definen diversas
cuestiones. Buscar sinónimos de palabras clave en diccionarios y libros términos,
con el objeto de conocer toda la extensión de sus acepciones. Definir con menos
palabrerío y más precisión. Descomponer un enunciado general en sentidos más
concretos. Elevar el grado de generalidad.
Dedica todo el apartado 5 del Apéndice (p. 227-233) a la crítica del lenguaje de la
sociología académica.
“Yo sé que estaréis de acuerdo en presentar vuestro trabajo en un lenguaje tan sencillo y claro
como lo permitan el asunto y vuestras ideas acerca de él. Pero como podéis haber advertido, en
las ciencias sociales parece prevalecer una prosa ampulosa y palabrera.” (p. 227).
La jerigonza imperante en la sociología académica “tiene poco o nada que ver con
la complejidad de la materia y nada en absoluto con la profundidad del
pensamiento. Con lo que tiene que ver mucho es con ciertas confusiones del
escritor académico sobre su propia posición.” (p. 228). Mills sostiene que el
lenguaje del sociólogo académico es un intento de evitar que se lo considere un
“periodista”. Intenta obtener prestigio en un medio social que está completamente
en contra de él.
8) “No permitáis que las cuestiones públicas, tal como son formuladas oficialmente,
ni las inquietudes tal como son privadamente sentidas, determinen los problemas
que escogéis para estudiarlos. Sobre todo, no renunciéis a vuestra autonomía
moral y política, aceptando en los términos de cualquier otra persona la practicidad
antiliberal del ethos burocrático ni la practicidad liberal de la dispersión moral.” (p.
235-236).
[La posición de Mills, aunque simpática, resulta insostenible bajo las condiciones
actuales de producción de conocimiento científico. El sistema académico implica la
estandarización, la cuantificación de la producción como criterio de calidad y la
conformación de equipos de trabajo lanzados a la casa de fuentes de
financiamiento. Todo ello va de la mano con la mercantilización del conocimiento
científico en el marco del capitalismo. En este marco, Mills nos proponer volver a
una utópica “autonomía” del científico social, que no sirve ni para luchar contra el
capitalismo ni para integrarse al sistema moderno de producción de conocimiento.
Su análisis de las causas del predominio de la sociología académica es muy
superficial (véase su análisis de la jerigonza sociológica). ]