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Segundo Parcial
La Comunicación
Principio, fin y dilema de los medios masivos
Germán Ferrari
Capitulo 3
La escuela de Frankfurt
La radio y la política
1
alentó a las democracias de Occidente y a los franceses a combatir contra los nazis,
ocupantes de gran parte del territorio francés.
La industria cultural
Casi diez años después en 1947, Horkheimer y Adorno publicaron Dialéctica del
Iluminismo, uno de los libros fundamentales nacidos de las reflexiones del grupo de
pensadores de la Escuela de Frankfurt. El capítulo “La industria cultural. Iluminismo
como mistificación de masas” resume sus cuestionamientos hacia los medios de
comunicación.
El término “industria cultural”, introducido por esta corriente de pensamiento, designa a
las producciones de los medios de comunicación que se masifican y adquieren un
carácter repetitivo, en contraposición con las obras de arte.
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Horkheimer y Adorno usan el concepto “industria cultural” y no “cultura de masas”
para acentuar la idea de “fabricación” de la cultura por parte de la clase dominante, en
oposición a un surgimiento espontáneo, desde la gente, de las manifestaciones artísticas.
Las producciones culturales en serio son reproducciones consumidas de manera
uniforme por personas de gustos similares en cualquier lugar del mundo. Este
pensamiento crítico fue enunciado más de medio siglo antes de que la palabra
“globalización” se pusiera de moda.
La industria cultural aplica las leyes de la oferta y la demanda para los bienes que
produce. El fin es la diversión de la gente, y el negocio de los dueños de las radios y de
las productoras cinematográficas. Ejerce un control social buscando el conformismo de
los ciudadanos que son empleados y clientes de esta fábrica.
Capitulo 4
Los efectos, según Lazarsfeld y Merton
El estatus
Los medios de comunicación otorgan una posición social (estatus) a personas públicas,
políticos, organizaciones y movimientos sociales.
Normas sociales
Narcótico
3
Los autores culpan a la radio, la prensa y el cine de degradar el gusto popular, atrayendo
a la gente con expresiones culturales de menor calidad. Aunque valoran la
democratización de la cultura, afirman que el consumo de la población se envilece cada
vez más, lo cual se hace evidente al observar la naturaliza de los productos que
consumen: revistas “del corazón”, comedias burdas, programas de entretenimientos. Lo
que se denomina, genéricamente, un “arte de masas”. Para controlar este tipo de
“excesos” los autores llegan incluso a proponer una “censura rigurosa” que mejore la
calidad de la radio, la prensa y el cine.
Capitulo 6
Mcluhuan y Eco, frente a frente
Umberto Eco define como “apocalíptico” a quien cuestiona a los nuevos medios de
comunicación, tanto desde la izquierda como desde la derecha. Puede ser un
“conservador amargado” o un “progresista en tensión”.
El apocalíptico critica la “vulgarización” de la cultura y su pérdida de jerarquía como
consecuencia de las tecnologías de masa. Esta postura, a la cual Eco caracteriza también
como “aristócrata”, añora los tiempos en que la cultura era para una élite y se queja de
la falsa “democratización” de la producción artística que pregonan los defensores
incondicionales de las nuevas tecnologías, a quienes Eco rotula como “integrados”.
Los integrados confían en que la tecnología al servicio de la comunicación de masas
multiplicara el acceso de la gente a la cultura. Son, según Eco, optimistas y acríticos que
se niega a aceptar la teoría de los posibles efectos nocivos de los mass media.
4
¿El medio es el mensaje?
Mcluhan volvió a inquietar a los ámbitos académicos y publicó “El medio es el mensaje
– un inventario de efectos” (1967), en el que da rienda suelta a su teoría a partir de la
frase del título: “El medio es el mensaje”.
Plantea que no importa qué se dice sino dónde se lo hace. Siempre prevalecerá la forma
sobre el contenido. Establece que “medio” es cualquiera de las nuevas tecnologías
comunicacionales. Considera que los elementos técnicos constituyen extensiones del
cuerpo humano.
Además amplía el concepto de “mensaje”. Para él es algo más que la información
propiamente dicha; está vinculado con el cambio que produce ese medio en la sociedad
moderna, caracterizada por el consumo de todo tipo de productos.
Eco cuestiona la afirmación de Mcluhan en el ensayo “Para una guerrilla semiológica”
(1967) y le reprocha que confunda el término “medio” con otros componentes de la
comunicación como el canal (el teléfono) por el cual circula el mensaje o el código
(idioma) que se emplea entre los participantes.
El semiólogo italiano reivindica el poder de la gente para “decodificar” de manera
diferente los mensajes que recibe. “El medio no es el mensaje, sino que el mensaje
depende del código”, sostiene Eco.
Para alcanzar una “recepción critica”, Eco propone una estrategia de “guerrilla” que
actúe en relación a los medios masivos. Para el semiólogo italiano, la batalla no se debe
dar donde se origina el mensaje sino en el espacio de los receptores.
En la década del 60, los medios masivos de comunicación comenzaron a ser analizados
de manera integral, desde distintas disciplinas de las ciencias sociales. Sociólogos,
semiólogos, antropólogos, psicólogos y filósofos se atrevieron a conjeturar acerca de la
influencia de la TV, el cine, la música y la radio.
En este contexto, el escritor chileno Ariel Dorfman publicó, junto al investigador belga
Armand Mattelart, “Para leer al Pato Donald” (1972), un libro fundamental para
comprender la comunicación desde una perspectiva alejada de la postura del Primer
Mundo.
Con un pensamiento cercano a los herederos de la Escuela de Frankfurt, Dorfman y
Mattelart proponen en su libro una lectura “no-ingenua” de la historieta de Disney, a la
luz de una visión comprometida con la realidad latinoamericana.
Los autores destruyen el mito de la “ingenuidad” y de la “ausencia de ideología” que
supuestamente contienen los cómics importados desde los Estados Unidos y
consumidos por millones de lectores en todo el mundo.
Denuncian el “imperialismo cultural” que se desprende de los mensajes envueltos en
una atmosfera agradable para niños. En la familia de Donald no existen los padres: las
relaciones de parentesco que se establecen son de tío-sobrino. Esa falta de una familia
genera otra ausencia: no hay amor de padres hacia hijos ni viceversa. Sin matrimonios,
tampoco hay nacimientos. Es difícil hablar de sexo con los niños, pero más complicado
aún es inventar un mundo donde no se entablan relaciones entre hombres y mujeres.
La competencia, la violencia y el afán de lucro predominan en los vínculos de los
personajes con el resto de los habitantes de “Patolandia” y aun entre ellos mismos. La
solidaridad y el respeto por el prójimo son valores que no aparecen en las tiras. Los
protagonistas de estas historietas se convierten en los representantes del poder y los
duelos del saber. Así como estados Unidos es la potencia dominante en Latinoamérica,
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el Pato Donald y sus sobrinos son los héroes que vencen en “Aztecland” (México),
“Inestablestán” (Vietnam) o “San Bananador” (cualquier país del Caribe, en especial
Cuba).
Años más tarde, Mattelart profundizó sus investigaciones con obras como “La
comunicación masiva en el proceso de liberación y Multinacionales y sistemas de
comunicación”. En “Agresión desde el espacio: cultura y NAPALM en la era de los
satélites” alude a las 2armas” que posee Estados Unidos para difundir su pensamiento
hacia el Tercer Mundo: la “cultura de masas” y el “NAPALM”, un elemento químico
que formó parte de las bombas que se utilizaron al final de la Segunda Guerra Mundial
y se hicieron tristemente célebres en Vietman.
Esa visión del colonialismo se enfrenta a quienes sostienen la “neutralidad” de los
medios y el “fin de las ideologías”. Según los “integrados”, ahora ricos y pobres,
habitantes del Primer o del Tercer Mundo, campesinos o ciudadanos pueden disfrutar de
los mismos productos.
La anulación de los conflictos sociales lleva a una concepción “a-histórica” de la
realidad. No se tiene en cuenta el pasado, sólo importa el futuro, y ese futuro será
posible gracias a las nuevas tecnologías, afirma los apologistas a quienes Mattelart
censura.
Sentidos de la comunicación
Teorías y perspectivas sobre cultura y comunicación
Roberto Marafioti
Capitulo 2
Comunicación de masas, cultura y transmisión cultural
6
expresión. En el intercambio de productos simbólicos interviene una serie de
características que se pueden analizar como transmisión cultural.
La transmisión cultural comprende según Thompson, tres aspectos: 1) un medio técnico
de transmisión; 2) un aparato institucional de transmisión y 3) el distanciamiento
espacio-temporal.
Las características más generales de estos nuevos tipos de acciones que corresponden a
acciones o personas que están situadas en contextos especialmente remotos. Y permite
diferenciar cuatro tipos de formas de actuar a distancia sobre otros:1) la dirección
receptora; 2) la actividad cotidiana mediatizada; 3) los acontecimientos mediáticos y 4)
la acción ficcionalizada.
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Aquí solo se aludirá a las caracterizaciones que formula acerca de la cultura de masas
tomando como puntos referenciales “Apocalípticos e integrados” y “La estructura
ausente”.
En Apocalípticos e integrados analiza las posiciones enfrentadas que se han dado
respecto del análisis de este tipo de producciones.
Respecto a las comunicaciones de masas encuentra los siguientes puntos
identificatorios:
1) Es persuasiva
2) Es psicagogia
3) Se disfruta con desatención
4) Esta repleta de significados aberrantes
5) Oscila entre un máximo coercitivo
6) Está sujeta a olvidos y a sucesiones rápidas de significados
7) Se mueve en una sociedad de marcado
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Mauro Wolf
“Contextos y paradigmas en la investigación sobre los media”
causa (es decir, el estímulo) (procesos psicológicos que intervienen) efecto (es
decir, la respuesta)
Sin embargo la mediación de las variantes que intervienen no sólo rompe la inmediatez
y la uniformidad de los efectos, sino que de alguna forma valora también su amplitud
proporcionalmente al papel desempeñado por los destinatarios. E1 esquema «causa
efecto» de la anterior teoría hipodérmica sobrevive, pero integrado en un marco de
análisis que se va complicando y extendiendo.
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Este tipo de «teoría» estudia preferentemente los efectos de los media en una situación
de «campaña» (electoral, informativa, propagandística, publicitaria, etc.). Presenta
algunas características particulares:
tiene finalidades específicas y está planificada para obtenerlas;
tiene una duración temporal definida;
es intensiva y tiene una amplia cobertura;
su éxito puede ser valorado;
es promovida por instituciones o entes dotados de un cierto poder y autoridad;
sus argumentos deben ser «vendidos» al público, para el que son nuevos, aunque
se basan en esquemas compartidos de valores (McQuAIL, 1977).
B. Exposición selectiva
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opiniones presentadas o que en cualquier caso están ya sensibilizadas a los temas
propuestos.
C. Percepción selectiva
D. Memorización selectiva
Los aspectos coherentes con las propias opiniones y actitudes son mejor memorizados
que los demás, y esta tendencia se acentúa a medida que pasa el tiempo de la exposición
al mensaje.
BARTLETT (1932) demostró que a lo largo del tiempo la memorización selecciona los
elementos más significativos (para el sujeto) en detrimento de los más discordes o
culturalmente distantes: el llamado «efecto Bartlett» alude justamente a un específico
mecanismo en la memorización de los mensajes de persuasión. Si en un mensaje, junto
a las argumentaciones más importantes a favor de un determinado tema, se presentan
también las argumentaciones contrarias, el recuerdo de estas últimas se debilita con
mayor rapidez que el de las argumentaciones principales y este proceso de
memorización selectiva contribuye a acentuar la eficacia de persuasión de las
argumentaciones centrales (PAPAGEORGIS, 1963).
Muy parecido al «efecto Bartlett» es también el denominado «efecto latente>> (sleeper
effect): en algunos casos mientras inmediatamente después de la exposici6n al mensaje
la eficacia de persuasión resulta casi nula, con el paso del tiempo resulta aumentada.
A propósito de los estudios sobre la organización óptima de los mensajes con fines de
persuasión, hay que señalar que sus resultados se relacionan casi siempre con las
variantes explicitadas en los apartados anteriores. Las conexiones son constantes: lo
que se conoce sobre determinados temas influencia claramente las correspondientes
actitudes, así como las actitudes hacia determinados temas influencian obviamente la
forma de organizar el conocimiento en torno a ellos, la cantidad y la organización de
nueva información que sobre ellos se adquiere.
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(1951) se propone verificar si sobre cuatro temas distintos (el futuro del cine tras la
llegada de la televisión; las causas de la crisis del acero; las posibilidades de
construcción de submarinos atómicos, la oportunidad de la venta libre de
antihistamínicos), mensajes con los mismos argumentos pero con distintas atribuciones
de fuente resultan diversamente eficaces. E1 resultado más interesante de la
investigación es que, si se mide inmediatamente después de la recepción del mensaje, el
material atribuido a una fuente fiable produce un cambio de opinión significativamente
mayor que el atribuido a una fuente poco fiable. Si en cambio se mide tras un cierto
intervalo de tiempo (cuatro semanas), entra en juego el efecto latente y la influencia de
la credibilidad de la fuente considerada poco fiable disminuye conforme se desvanece la
imagen de la propia fuente y de su poca credibilidad, permitiendo por tanto una mayor
recepción y asimilación de los contenidos.
Este tipo de estudios se propone establecer si en un mensaje bilateral (es decir, que
contiene argumentos en pro y en contra de una cierta posición) son más eficaces las
argumentaciones iniciales a favor de una posición o mas bien las finales en apoyo de la
posición contraria. Se habla de efecto primacy si se comprueba una mayor eficacia de
los argumentos iniciales, o de efecto recency si resultan más influyentes los argumentos
finales.
Es tal vez el tipo de estudio más famoso en este terreno específico: se trata de estudiar el
impacto que, de cara a obtener el cambio de opinión de la audience, produce el
presentar un sólo aspecto o los dos aspectos de un tema controvertido.
1. Presentar los argumentos de ambos aspectos de un tema resulta más eficaz que
ofrecer sólo los argumentos relativos al objetivo del que se quiere convencer en el caso
de personas que inicialmente eran del parecer opuesto al presentado.
2. Para las personas que ya estaban convencidas respecto a la cuestión presentada, la
inclusión de la argumentación de ambas partes es menos eficaz para el grupo en su
conjunto que presentar sólo los argumentos a favor de la posición presentada.
3. Los que poseen un nivel de instrucción más alto son más favorablemente
influenciados por la presentación de ambos aspectos de la cuestión; los que tienen un
nivel de instrucción más bajo se ven más influenciados por la comunicación que
presenta sólo los argumentos a favor del punto de vista sostenido.
4. El grupo respecto al cual la presentación de ambos aspectos del problema es muy
poco eficaz está compuesto por los que poseen un nivel más bajo de instrucción y que
ya están convencidos de la posición objeto del mensaje.
5. Un resultado secundario pero importante es que la omisión de un argumento
importante, en este caso la contribución de la Unión Soviética para la conclusión de la
guerra, es más perceptible y resta un cierto peso a la eficacia, en la presentación que
utiliza argumentos sobre los dos aspectos de la cuestión, que en la presentación que
ofrece un solo aspecto del problema
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D. La explicitación de las conclusiones
La pregunta que preside este campo de investigación es si es más eficaz un mensaje que
explícita las conclusiones de las que quiere persuadir o bien uno en el que están
implícitas y han de ser inferidas por los destinatarios.
1.4. Los estudios empíricos sobre el terreno o «de los efectos limitados»
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En un trabajo realizado durante la segunda guerra mundial, sobre el problema de los
efectos que obtenía la propaganda aliada dirigida a las tropas alemanas para
convencerlas a deponer las armas, SHILS y JANOWITZ (1948) evidencian el punto
fundamental que caracteriza a este filón de estudios: la eficacia de los mass media sólo
es analizable en el contexto social en el que actúa. Su influencia se deriva, más que del
contenido que difunden, de las características del sistema social que las rodea. Los
líderes de opinión constituyen pues el sector de población—transversal respecto a la
estratificación socio-económica—más activo en la participación política y más decidido
en el proceso de formación de las actitudes de voto, En esta dinámica general de
formación de las actitudes políticas en relación con los factores económicos, culturales,
motivacionales, intelectuales, de los individuos examinados, el efecto global de la
campaña presidencial en su integridad—es decir, incluidos «los discursos, los
acontecimientos, los documentos escritos, las discusiones, todo el material de
propaganda» (LAZARSFELD-BERELSON-GAUDET, 1944, 101) y no sólo las
comunicaciones de masas—procede en tres direcciones: un efecto de activación (que
transforma las tendencias latentes en efectivo comportamiento de voto), un efecto de
reforzamiento (que preserva las decisiones tomadas, evitando cambios en las actitudes)
y un efecto de conversión (limitado no obstante por el hecho de que las personas más
atentas y expuestas a la campaña electoral son también las que tienen actitudes de voto
ya bien articuladas y consolidadas, mientras los que están más inseguros y dispuestos al
cambio son también los que «consumen menos campaña electoral>
La teoría funcionalista de los media representa el mentís más explícito al lugar común
según el cual la crisis del sector obedecería fundamentalmente a la indiferencia, al
desinterés, a la distancia entre teoría social general y communication research. Para gran
parte de los estudios mediológicos esto no parece del todo convincente o, al menos
(como veremos más adelante), si ha habido y si hay carencia de un paradigma teórico
general, ha sido más a nivel comunicativo que sociológico: además, en este caso
particular el cuadro interpretativo sobre los media se remite explícita y
programáticamente a una teoría sociológica bastante compleja como el estructural-
funcionalismo.
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Max Horkheimer – Theodor W. Adorno
“La industria cultural”
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realidad, sino que sirven más bien para clasificar y organizar a los consumidores, para
adueñarse de ellos sin desperdicio. Para todos hay algo previsto, a fin de que nadie
pueda escapar; las diferencias son acuñadas y difundidas artificialmente. E1 hecho de
ofrecer al público una jerarquía de cualidades en serie sirve sólo para la cuantificación
más completa. Cada uno debe comportarse, por así decirlo, espontáneamente, de
acuerdo con su level determinado en forma anticipada por índices estadísticos, y
dirigirse a la categoría de productos de masa que ha sido preparada para su tipo.
Durante el tiempo libre el trabajador debe orientarse sobre la unidad de la producción.
La tarea que el esquematismo kantiano había asignado aún a los sujetos —la de referir
por anticipado la multiplicidad sensible a los conceptos fundamentales— le es quitada al
sujeto por la industria. La industria realiza el esquematismo como el primer servicio
para el cliente. Según Kant, actuaba en el alma un mecanismo secreto que preparaba los
datos inmediatos para que se adaptasen al sistema de la pura razón.
Hoy, el enigma ha sido develado. Incluso si la planificación del mecanismo por parte de
aquellos que preparan los datos, la industria cultural, es impuesta a ésta por el peso de
una sociedad irracional —no obstante toda racionalización—, esta tendencia fatal se
transforma, al pasar a través de las agencias de la industria, en la intencionalidad astuta
que caracteriza a esta última. Para el consumidor no hay nada por clasificar que no haya
sido ya anticipado en el esquematismo de la producción. El prosaico arte para el pueblo
realiza ese idealismo fantástico que iba demasiado lejos para el crítico. Todo viene de la
conciencia: de la de Dios en Malebranche y en Berkeley; en el arte de masas, de la
dirección terrena de la producción. No sólo los tipos de bailables, divos, soap-operas
retornan cíclicamente como entidades invariables, sino que el contenido particular del
espectáculo, lo que aparentemente cambia, es a su vez deducido de aquellos. Los
detalles se tornan fungibles. La breve sucesión de intervalos que ha resultado eficaz en
un tema, el fracaso temporario del héroe, que éste acepta deportivamente, los saludables
golpes que la hermosa recibe de las robustas manos del galán, los modales rudos de éste
con la heredera pervertida, son, como todos los detalles, clichés, para emplear a gusto
aquí y allá, enteramente definidos cada vez por el papel que desempeñan en el esquema.
Durante el tiempo libre el trabajador debe orientarse sobre la unidad de la producción.
La tarea que el esquematismo kantiano había asignado aún a los sujetos —la de referir
por anticipado la multiplicidad sensible a los conceptos fundamentales— le es quitada al
sujeto por la industria. La industria realiza el esquematismo como el primer servicio
para el cliente. Según Kant, actuaba en el alma un mecanismo secreto que preparaba los
datos inmediatos para que se adaptasen al sistema de la pura razón.
Hoy, el enigma ha sido develado. Incluso si la planificación del mecanismo por parte de
aquellos que preparan los datos, la industria cultural, es impuesta a ésta por el peso de
una sociedad irracional —no obstante toda racionalización—, esta tendencia fatal se
transforma, al pasar a través de las agencias de la industria, en la intencionalidad astuta
que caracteriza a esta última. Para el consumidor no hay nada por clasificar que no haya
sido ya anticipado en el esquematismo de la producción. El prosaico arte para el pueblo
realiza ese idealismo fantástico que iba demasiado lejos para el crítico. Todo viene de la
conciencia: de la de Dios en Malebranche y en Berkeley; en el arte de masas, de la
dirección terrena de la producción. No sólo los tipos de bailables, divos, soap-operas
retornan cíclicamente como entidades invariables, sino que el contenido particular del
espectáculo, lo que aparentemente cambia, es a su vez deducido de aquellos. Los
detalles se tornan fungibles. La breve sucesión de intervalos que ha resultado eficaz en
un tema, el fracaso temporario del héroe, que éste acepta deportivamente, los saludables
golpes que la hermosa recibe de las robustas manos del galán, los modales rudos de éste
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con la heredera pervertida, son, como todos los detalles, clichés, para emplear a gusto
aquí y allá, enteramente definidos cada vez por el papel que desempeñan en el esquema.
Las quejas de los historiadores del arte y de los abogados de la cultura respecto a la
extinción de la energía estilística en Occidente son pavorosamente infundadas. La
traducción estereotipada de todo, incluso de aquello que aún no ha sido pensado, dentro
del esquema de la reproductibilidad mecánica, supera en rigor y validez a todo
verdadero estilo, concepto este con el que los amigos de la cultura idealizan —como
“orgánico”— al pasado precapitalista. Ningún Palestrina hubiera podido expeler la
disonancia no preparada y no resuelta con el purismo con el que un arrangeur de música
de jazz elimina hoy toda cadencia que no se adecue perfectamente a su jerga. Cuando
adapta a Mozart no se limita a modificarlo allí donde es demasiado serio o demasiado
difícil, sino también done armonizaba la melodía en forma diversa —y acaso con más
sencillez— de lo que se usa hoy. Ningún constructor de iglesias medieval hubiera
inspeccionado los temas de los vitrales y de las esculturas con la desconfianza con que
la dirección del estudio cinematográfico examina un tema de Balzac o de Victor Hugo
antes de que éste obtenga el imprimatur que le permitirá continuar adelante. Ningún
capítulo habría asignado a las caras diabólicas y las penas de los condenados su justo
puesto en el orden del sumo amor con el escrúpulo con el que la dirección de
producción se lo asigna a la tortura del héroe o a la sucinta pollera de la leading lady en
la letanía del film de éxito.
De tal suerte la industria cultural, el estilo más inflexible de todos, se revela corno meta
justamente de aquel liberalismo al que se le reprochaba falta de estilo. No se trata sólo
de que sus categorías y sus contenidos hayan surgido de la esfera liberal, del
naturalismo domesticado como de la opereta y de la revista, sino que incluso los
modernos trusts culturales constituyen el lugar económico donde continúa
sobreviviendo provisoriamente —con los tipos correspondientes de empresarios— una
parte de la esfera tradicional de la circulación en curso de demolición en el resto de la
sociedad. Aquí se puede hacer aún fortuna, con tal de que no se sea demasiado exigente
y se esté dispuesto a los acuerdos. Lo que resiste sólo puede sobrevivir enquistándose.
Una vez que lo que resiste ha sido registrado en sus diferencias por parte de la industria
cultural, forma parte ya de ella, tal como el reformador agrario se incorpora al
capitalismo.
La eterna repetición de lo mismo regula también la relación con el pasado. La novedad
del estadio de la cultura de masas respecto al liberal tardío consiste en la exclusión de lo
nuevo. La máquina rueda sur place. Cuando llega al punto de determinar el consumo,
descarta como riesgo inútil lo que aun no ha sido experimentado. Los cineastas
consideran con sospecha todo manuscrito tras el cual no haya ya un tranquilizador best-
seller Justamente por eso se habla siempre de idea, novelty y surprise, de algo que a la
vez sea archiconocido y no haya existido nunca.
E1 amusement, todos los elementos de la industria cultural, existían mucho antes que
ésta. Ahora son retomados desde lo alto y llevados al nivel de los tiempos. La industria
cultural puede jactarse de haber actuado con energía y de haber erigido como principio
la transposición —a menudo torpe— del arte a la esfera del consumo, de haber liberado
al amusement de sus ingenuidades más molestas y de haber mejorado la confección de
las mercancías. Cuanto más total ha llegado a ser, cuanto más despiadadamente ha
obligado a todo outsider a quebrar o a entrar en la corporación, tanto más fina se ha
vuelto, hasta terminar en una síntesis de Beethoven con el Casino de París. Su triunfo es
doble: lo que gasta fuera de sí como verdad puede reproducirlo a placer dentro de sí
como mentira. E1 arte “ligero” como tal, la distracción, no es una forma morbosa y
degenerada. Quien lo acusa de traición respecto al ideal de la pura expresión se hace
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ilusiones respecto a la sociedad La pureza del arte burgués, que se ha hipostatizado
como reino, de la libertad en oposición a la praxis material, ha sido pagada desde el
principio con la exclusión de la clase inferior, a cuya causa —la verdadera universalidad
— el arte sigue siendo fiel justamente gracias a la libertad respecto a los fines de la falsa
libertad. El arte serio se ha negado a aquellos para quiénes la necesidad y la presión del
sistema convierte a la seriedad en una burla, y que por necesidad se sienten contentos
cuando pueden transcurrir pasivamente el tiempo que no están atados a la rueda.
La industria cultural defrauda continuamente a sus consumidores respecto a aquello que
les promete. E1 pagaré sobre el placer emitido por la acción y la presentación es
prorrogado indefinidamente: la promesa a la que el espectáculo en realidad se reduce
significa malignamente que no se llega jamás al quid, que el huésped debe contentarse
con la lectura del menú. A1 deseo suscitado por los espléndidos nombres e imágenes se
le sirve al final sólo el elogio de la gris routine a la que éste procuraba escapar. Las
obras de arte no consistían en exhibiciones sexuales. Pero al representar la privación
como algo negativo revocaban, por así decir, la humillación del instinto y salvaban lo
que había sido negado. Tal es el secreto de la sublimación estética: representar el
cumplimiento a través de su misma negación. La industria cultural no sublima, sino que
reprime y sofoca. A1 exponer siempre de nuevo el objeto del deseo, el seno en el
sweater o el torso desnudo del héroe deportivo, no hace más que excitar el placer
preliminar no sublimado que, por el hábito de la privación, se ha convertido desde hace
tiempo en puramente masoquista No hay situación erótica que no una a la alusión y a la
excitación la advertencia precisa de que no se debe jamás llegar a ese punto.
E1 amusement por completo emancipado no sólo sería la antítesis del arte, sino también
el extremo que toca a éste. E1 absurdo d la Mark Twain, hacia el que a veces hace
insinuaciones la industria cultural norteamericana, podría ser un correctivo del arte. E1
amusement, cuanto más se toma en serio su contradicción con la realidad, más se
asemeja a la seriedad de la real a que se opone; cuanto más trata de desarrollarse
puramente a partir de su propia ley formal, tanto mayor es el esfuerzo de comprensión
que exige, mientras que su fin era justamente negar el peso del esfuerzo y del trabajo.
En muchos film–revista y sobre todo en la farsa y en los funnies relampaguea por
momentos la posibilidad misma de esta negación. A cuya realización, por lo demás, no
es lícito llegar. La pura diversión en su lógica, el despreocupado abandono a las más
variadas asociaciones y felices absurdos, están excluidos de la diversión corriente, por
causa del sustituto de un significado coherente que la industria cultural se obstina en
añadir a sus producciones, mientras por otro lado, guiñando el ojo, trata a tal significado
como simple pretexto para la aparición de los divos. Asuntos biográficos y similares
sirven para unir los trozos de absurdo en una historia idiota: en ella no tintinea el gorro
de cascabeles del loco, sino el mazo de llaves de la razón actual, que vincula —incluso
en la imagen— también el placer a los fines del progreso. Cada beso en el film–revista
debe contribuir al éxito del boxeador o del experto en canciones cuya carrera es
exaltada. Por lo tanto, el engaño no reside en el hecho de que la industria cultural
prepare distracción, sino en que arruina el placer al quedar deliberadamente ligada a los
clichés ideológicos de la cultura en curso de liquidación. La ética y el buen gusto
prohíben por “ingenuo” al amusement incontrolado (la ingenuidad no es menos mal
vista por el intelectualismo) y limitan incluso las capacidades técnicas. La industria
cultural es corrupta no como Babel del pecado sino como templo del placer elevado. En
todos sus niveles, desde Hemingway hasta Emil Ludwig, desde Mrs. Niniver hasta Lone
Ranger, desde Toscanini a Guy Lombardo, la mentira es inherente a un espíritu que la
industria cultural recibe ya terminado del arte y de la ciencia.
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E1 amusement por completo emancipado no sólo sería la antítesis del arte, sino también
el extremo que toca a éste. E1 absurdo d la Mark Twain, hacia el que a veces hace
insinuaciones la industria cultural norteamericana, podría ser un correctivo del arte. E1
amusement, cuanto más se toma en serio su contradicción con la realidad, más se
asemeja a la seriedad de la real a que se opone; cuanto más trata de desarrollarse
puramente a partir de su propia ley formal, tanto mayor es el esfuerzo de comprensión
que exige, mientras que su fin era justamente negar el peso del esfuerzo y del trabajo.
En muchos film–revista y sobre todo en la farsa y en los funnies relampaguea por
momentos la posibilidad misma de esta negación. A cuya realización, por lo demás, no
es lícito llegar. La pura diversión en su lógica, el despreocupado abandono a las más
variadas asociaciones y felices absurdos, están excluidos de la diversión corriente, por
causa del sustituto de un significado coherente que la industria cultural se obstina en
añadir a sus producciones, mientras por otro lado, guiñando el ojo, trata a tal significado
como simple pretexto para la aparición de los divos. Asuntos biográficos y similares
sirven para unir los trozos de absurdo en una historia idiota: en ella no tintinea el gorro
de cascabeles del loco, sino el mazo de llaves de la razón actual, que vincula —incluso
en la imagen— también el placer a los fines del progreso. Cada beso en el film–revista
debe contribuir al éxito del boxeador o del experto en canciones cuya carrera es
exaltada. Por lo tanto, el engaño no reside en el hecho de que la industria cultural
prepare distracción, sino en que arruina el placer al quedar deliberadamente ligada a los
clichés ideológicos de la cultura en curso de liquidación. La ética y el buen gusto
prohíben por “ingenuo” al amusement incontrolado (la ingenuidad no es menos mal
vista por el intelectualismo) y limitan incluso las capacidades técnicas. La industria
cultural es corrupta no como Babel del pecado sino como templo del placer elevado. En
todos sus niveles, desde Hemingway hasta Emil Ludwig, desde Mrs. Niniver hasta Lone
Ranger, desde Toscanini a Guy Lombardo, la mentira es inherente a un espíritu que la
industria cultural recibe ya terminado del arte y de la ciencia.
E1 amusement por completo emancipado no sólo sería la antítesis del arte, sino también
el extremo que toca a éste. E1 absurdo d la Mark Twain, hacia el que a veces hace
insinuaciones la industria cultural norteamericana, podría ser un correctivo del arte. E1
amusement, cuanto más se toma en serio su contradicción con la realidad, más se
asemeja a la seriedad de la real a que se opone; cuanto más trata de desarrollarse
puramente a partir de su propia ley formal, tanto mayor es el esfuerzo de comprensión
que exige, mientras que su fin era justamente negar el peso del esfuerzo y del trabajo.
En muchos film–revista y sobre todo en la farsa y en los funnies relampaguea por
momentos la posibilidad misma de esta negación. A cuya realización, por lo demás, no
es lícito llegar. La pura diversión en su lógica, el despreocupado abandono a las más
variadas asociaciones y felices absurdos, están excluidos de la diversión corriente, por
causa del sustituto de un significado coherente que la industria cultural se obstina en
añadir a sus producciones, mientras por otro lado, guiñando el ojo, trata a tal significado
como simple pretexto para la aparición de los divos. Asuntos biográficos y similares
sirven para unir los trozos de absurdo en una historia idiota: en ella no tintinea el gorro
de cascabeles del loco, sino el mazo de llaves de la razón actual, que vincula —incluso
en la imagen— también el placer a los fines del progreso. Cada beso en el film–revista
debe contribuir al éxito del boxeador o del experto en canciones cuya carrera es
exaltada. Por lo tanto, el engaño no reside en el hecho de que la industria cultural
prepare distracción, sino en que arruina el placer al quedar deliberadamente ligada a los
clichés ideológicos de la cultura en curso de liquidación. La ética y el buen gusto
prohíben por “ingenuo” al amusement incontrolado (la ingenuidad no es menos mal
vista por el intelectualismo) y limitan incluso las capacidades técnicas. La industria
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cultural es corrupta no como Babel del pecado sino como templo del placer elevado. En
todos sus niveles, desde Hemingway hasta Emil Ludwig, desde Mrs. Niniver hasta Lone
Ranger, desde Toscanini a Guy Lombardo, la mentira es inherente a un espíritu que la
industria cultural recibe ya terminado del arte y de la ciencia.
En la industria cultural el individuo es ilusorio no sólo por la igualación de sus técnicas
de producción. E1 individuo es tolerado sólo en cuanto su identidad sin reservas con lo
universal se halla fuera de toda duda. La pseudoindividualidad domina tanto en el jazz
como en la personalidad cinematográfica original, que debe tener un mechón de pelo
sobre los ojos para ser reconocida como tal. Lo individual se reduce a la capacidad de lo
universal para marcar lo accidental con un sello tan indeleble como para convertirlo sin
más en identificable como lo que es. Justamente el obstinado mutismo o las actitudes
elegidas por el individuo cada vez expuesto son producidos en serie como los castillos
de Yale, que se distinguen entre sí por fracciones de milímetro.
La apoteosis del tipo medio corresponde al culto de aquello que es barato. Las estrellas
mejor pagadas parecen imágenes publicitarias de desconocidos artículos standard No
por azar son elegidas a menudo entre la masa de las modelos comerciales. E1 gusto
dominante toma su ideal de la publicidad, de la belleza de uso. De tal suerte el dicho
socrático según el cual lo bello es lo útil se ha cumplido por fin irónicamente. E1 cine
hace publicidad para el trust cultural en su conjunto; en la radio las mercancías para las
cuales existe el bien cultural son elogiadas en forma individual. Por cincuenta centavos
se ve el film que ha costado millones, por diez se consigue el chewing-gum que tiene
tras sí toda la riqueza del mundo y que la incrementa con su comercio. Las mejores
orquestas del mundo —que no lo son en modo alguno— son proporcionadas gratis a
domicilio. Todo ello es una parodia del país de jauja, así como la “comunidad popular”
nazi lo es respecto a aquélla humana.
La cultura es una mercancía paradójica. Se halla hasta tal punto sujeta a la ley del
intercambio que ya ni siquiera es intercambiada; se resuelve tan ciegamente en el uso
que no es posible utilizarla.
Por ello se funde con la reclame; que resulta más omnipotente en la medida en que
parece más absurda debido a que la competencia es sólo aparente. Los motivos son en el
fondo económicos. Es demasiado evidente que se podría vivir sin la entera industria
cultural. es excesiva la apatía que ésta engendra en forma necesaria entre los
consumidores. Por sí misma, puede bien poco contra este peligro. La publicidad es su
elixir de vida. Pero dado que su producto reduce continuamente el placer que promete
como mercancía a esta misma, simple promesa, termina por coincidir con la reclame, de
la que necesita para compensar su indisfrutabilidad. En la sociedad competitiva la
reclame cumplía la función social de orientar al comprador en el mercado, facilitaba la
elección y ayudaba al productor más hábil pero hasta entonces desconocido a hacer
llegar su mercancía a los interesados. La reclame no sólo costaba sino que ahorraba
tiempo–trabajo. Ahora que el mercado libre llega a su fin, en la reclame se atrinchera el
dominio del sistema. La reclame remacha el vínculo que liga a los consumidores con las
grandes firmas comerciales. Sólo quien puede pagar en forma normal las tasas
exorbitantes exigidas por las agencias publicitarias, y en primer término por la radio
misma, es decir, sólo quien forma parte del sistema o es cooptado en forma expresa,
puede entrar como vendedor al pseudomercado.
Pero la libertad en la elección de las ideologías, que refleja siempre la constricción
económica, se revela en todos los sectores como libertad de lo siempre igual. La forma
en que una muchacha acepta su date obligatoria, el tono de la voz en el teléfono. en la
situación más familiar la elección de las palabras en la conversación, y la entera vida
íntima, ordenada según los conceptos del psicoanálisis vulgarizado, documenta el
20
intento de hacer de sí el aparato adaptado al éxito, conformado —hasta en los
movimientos instintivos— al modelo que ofrece la industria cultural. Las reacciones
más íntimas de los hombres están tan perfectamente reedificadas ante sus propios ojos
que la idea de lo que les es específico y peculiar sobrevive sólo en la forma más
abstracta: personality no significa para ellos en la práctica más que dientes blancos y
libertad respecto al sudor y a las emociones. Es el triunfo de la reclame en la industria
cultural, la imitación forzada, por parte de los consumidores, de las mercancías
culturales incluso neutralizadas en cuanto a su significado.
Sentidos de la comunicación
Roberto Marafioti
Capitulo 5
La comunicación de masas desde las criticas al sistema
21
Racionalización, burocratización, manipulación, administración total de la sociedad, son
temas recurrentes en Weber desarrollados por Horkheimer, Adorno, Marcuse y sus
discípulos, retomando a Hegel y a Marx.
Weber advirtió que el sentido hacia una racionalidad y una burocratización de la
sociedad se dirigía a la falta de libertad y corría el riesgo de llevar a un modelo de
sociedad administrada donde la manipulación de los individuos fuera guiada por la ratio
económica. Por ello se entiende la razón formalizada adialéctica, que se enfrenta a la
naturaleza entendida como pura inmediación vital.
La ratio es el resultado de la tensión existente entre la razón humana y la naturaleza, que
es donde aquélla se origina. La razón olvida su origen vinculado con la naturaleza y deja
de lado su carácter material de necesidades y deseos. Naturaleza y razón son campos
diferentes pero que deberían mantener su unidad. La ratio formalizada impide la
posibilidades de unión con la naturaleza y se impone un racionalismo abstracto que
segrega a la naturaleza al ámbito de lo irracional. Este racionalismo es el que logra
aplicarse ocultando su faz totalitaria de sociedad administrada dentro del sistema
estructurado alrededor del capitalismo. El control social aparece bajo el disfraz de
espontaneidad. La realidad se justifica a sí misma eliminando toda posibilidad de crítica.
Dialéctica del Iluminismo es uno de los libros más significativos de la corriente. Es una
obra conjunta de Horkheimer y Adorno iniciada en 1942, publicada en forma
incompleta y fragmentaria en 1944 y que volvió a aparecer corregida tres años más
tarde.
Bajo la elegida de la razón instrumental, la comunicación pública es uno de los agentes
de control social. La “industria cultural” es el equivalente de lo que los investigadores
norteamericanos llaman mass culture o popular culture, pero incluye una descripción
mucho más aguda del sistema social imperante.
La industria cultural es el reflejo de la cosificación de la comunicación; el objetivo de
una comunicación libre aparece oscurecido por los criterios sostenidos por la
racionalidad instrumental. A una cultura dominada por la producción cultural le
corresponde como receptor un consumidor.
Los productos de la industria cultural han sido producidos para un consumo distraído,
no comprometido y reflejan el modelo económico que domina el tiempo del trabajo y
del ocio. En este punto su característica tiene que ver con la degradación de la cultura
devenida industria de la diversión.
Otro aspecto interesante del análisis de los productos de la industria cultural es que
proponen significados superpuestos que concluyen en un resultado único: la estrategia
de la manipulación.
La estrategia de la industria cultural superpone diferentes tácticas. Una de ellas es la del
funcionamiento a través de los estereotipos. Éstos conforman un elemento indispensable
para organizar y anticipar las experiencias de la realidad social. Limitan el caos
cognoscitivo, la desorganización mental y representan un instrumento de la economía en
el aprendizaje.
En el pensamiento de Adorno, la cultura moderna resulta de un deseo infantil y
regresivo de ciertas foras culturales bien establecidas. Desde esta perspectiva sólo las
formas modernas de arte conservan momentos utópicos de trascendencia, así como
nociones sustanciales de individualidad y formas sensibles de particularismo.
Otra de las críticas más frecuentes de los teóricos frankfurtianos se refiere al supuesto
acerca de la condición de la obra de arte en cuanto tal.
22
Benjamin sostiene que el efecto de la reducción mecánica de las obras de arte y de su
reproducción se originó de manera intermitente a lo largo de la historia. Los griegos
conocían la posibilidad de fundir y acuñar; la xilografía permitió la reproducción técnica
del dibujo, habilidad que fue perfeccionada en la Edad Media con el grabado en cobre.
Las obras de arte más antiguas surgieron al servicio de un ritual primero mágico, luego
religioso. De allí el valor aurático que tenían y el valor de auténtica obra de arte, donde
lo ritual se había fundido con lo útil.
La declinación del aura señalaría el fin de un modo complejo de experiencia. El arte
aurático expresa la posibilidad de trascendencia, pero su desaparición podía ser
remediada por una producción que viera el arte desde una posición más política y
pusiera la producción artística al servicio de los grandes valores de la humanidad.
Pero el otro punto que trae aparejada la desaparición del aura en la obra de arte es que
transforma las formas de percepción del mundo.
Los planteamientos de Jurgen Habermas significan una vuelta de tuerca respecto de sus
antecesores puesto que asigna a la filosofía y a la sociología un peso más destacado, e
incluye las variables que aporta la filosofía del lenguaje, en especial la teoría de los
actos de habla de Searle y Austin.
Entre el dominio de la autoridad pública o el Estado y el ámbito privado de la sociedad
civil y las relaciones personales apareció una nueva esfera de “lo público”. La esfera
pública burguesa que consistió en los individuos privados que confluyeron en la
discusión entre ellos mismos y las regulaciones de la sociedad civil y la conducta del
Estado. Esta nueva esfera pública no era parte del Estado sino que se trataba de una
esfera en la que las actividades estatales podían ser confrontadas y sometidas a crítica.
El medio de confrontación era en sí mismo significativo: consistía en el uso público de
la razón, un uso que era articulado por individuos privados comprometidos en el debate
de los argumentos que eran en principio abiertos y sin restricciones.
Así como con la distinción entre sistema y mundo de la vida de la teoría d la acción
comunicativa concede a la legalidad propia de la interacción socializadora la
importancia que se merece, así también con su distinción entre dos tipos contrarios de
medios de comunicación nos capacita y sensibiliza para percibir el ambivalente
potencial de la comunicación de masas. Se muestra escéptico frente a la tesis de que en
las sociedades posliberales el espacio de la opinión pública haya sido liquidado. Para
Horkheimer y Adorno los flujos de comunicación controlados a través de los medios de
comunicación de masas sustituyen a aquellas estructuras de la comunicación que antaño
habían posibilitado la discusión pública y la autocomprensión del público que formaban
los ciudadanos y as personas privadas.
23
Cada uno de los textos dentro de los cánones de los estudios culturales puede leerse
como un estudio de lo conveniente: como una investigación de la identidad en proceso
basada en la clase, transformada por fuerzas históricas que sobrepasan su inscripción en
las vidas individuales o en la conciencia y que se resisten a esa transformación
inevitable.
Otro rasgo que identifica el trabajo de esta corriente es el análisis de los problemas
raciales en Inglaterra. Hall insiste en que el problema de la “raza” es un aspecto
distintivo e irresuelto de la cultura política inglesa y la conciencia nacional Por eso trata
no sólo de construir un puente entre las teorías del nacionalismo y el internacionalismo
sino de lograr una comprensión más abierta y global par reflexionar acerca de dónde
podrían ubicarse los ingleses en un orden mundial descolonizado, postimperial y
dominado por la Guerra Fría.
Mcluhan no sólo procuró elaborar una hipótesis respecto del impacto de los medios en
el hombre contemporáneo, también aplicó los postulados que proponía para explicar los
cambios sociales y culturales.
Describió la evolución de la sociedad como el resultado de la transformación de los
medios de comunicación. Primero, los seres humanos habían atravesado una etapa
prealfabética, necesariamente oral, en un contexto donde las palabras se sacralizaban.
Luego se produjo la invención el alfabeto, que hizo posible la difusión del poder que es
el saber y rompió las ligaduras del hombre tribal, haciéndolo estallar en una
aglomeración de individuos. El hombre se volvió racional y de ese cambio de actitud
surgió el conocimiento científico.
Las consecuencias psíquicas y sociales de la imprenta incluyeron una prolongación de
su carácter fusionable y uniforme hasta llegar a la homogeneización de diversas
regiones con la consiguiente ampliación de poderío, energía y agresión que asociamos a
los nuevos nacionalismos. Psíquicamente, la prolongación visual y la amplificación del
individuo causadas por la imprenta surtieron muchos efectos; la imprenta parecido ser
una máquina de inmortalidad como si ésta fuese inherente a la repetibilidad y a las
prolongaciones del libro impreso.
Lanzó también algunas predicciones: arriesgó la posibilidad de que la escritura, “breve
etapa en el desenvolvimiento cultural del hombre” sea abandona en beneficio d esos
nuevos medios, a la cabeza de los cuales está la televisión. Diarios, revistas, libros,
siguen en circulación pero se deberán adaptar a las nuevas condiciones.
Para Mcluhan, “el medio es el mensaje” quiere decir también que más allá de los
contenidos transmitidos cada vez, es la misma tecnología de los medios de
comunicación la que constituye per se un impulso comunicativo fuerte y determinado.
El medio caliente es aquel que extiende, en “alta definición”, un único sentido. La alta
definición es una manera de ser, rebosante de información. Una fotografía es,
visualmente, de alta definición. La historieta es de “baja definición” simplemente
porque aporta muy poca información visual. El teléfono es un medio frío o de baja
definición, porque el oído sólo recibe una pequeña cantidad de información. El habla es
un medio frío de baja definición por lo que da y por lo mucho que debe completar el
oyente. Un medio caliente en cambio no deja que su público lo complete tanto. Así pues
los medios calientes son bajos en participación y los fríos altos en participación por
24
parte del público. Un medio frío tiene efectos muy distintos de los del medio caliente y
explosivo del alfabeto fonético.
Un medio caliente permite menos participación que uno frío; la lectura deja menos lugar
a la participación que un seminario y un libro, menos que un diálogo. Con la imprenta
fueron eliminadas de la vida y del arte muchas formas anteriores y otras muchas se
vieron dotadas de una extraña y nueva intensidad. Nuestra época también está repleta de
ejemplos del principio de los medios calientes excluyen y los fríos incluyen.
Mcluhan propone el abandono del contenido, ello supone no solo reducir el proceso de
comunicación a una simple relación técnica entre medio y destinatarios sino que además
implica confundir los clásicos conceptos de “canal”, “código” y “mensaje” surgidos en
el seno de la teoría de la información. La objeción es clara: si son igualmente media el
aire, un vestido, una escritura, entonces no hay diferencia entre canal (aire), mensaje
(vestido) y código (lengua escrita).
Jorge Lozna recuerda que Umberto Eco se refirió al pensamiento de Mcluhan como
cojito interruptus y le reprocho que al considerar a la luz como médium, no podía
distinguir entre la luz como señal, la luz como mensaje o la luz como canal de otra
comunicación. Además de las críticas por el abandono del “contenido”, Mcluhuan no
tuvo mejor fortuna con su propuesta del estudio sobre el médium. Sin embargo, poco
antes de su muerte apareció un importante libro sobre un médium, en este caso la
prensa. Se trata del libro de Elisabeth L. Einsenstein “The printing press as an Agent of
Change: Comunications and Cultural Trasnformations in Early Moderm Europe”, donde
demuestra cómo la prensa revolucionó la Europa occidental alentando la Reforma y el
desarrollo de la ciencia moderna.
Recientemente Kerckhove ha propuesto bajo el concepto “brain frame” (marco cerebral)
que las tecnologías de elaboración de información “enmarcan” nuestro cerebro en una
estructura y que cada una de ellas lo desafía a proporcionar un modelo diverso pero
igualmente eficaz de interpretación.
Ya decía Mcluhan en 1962: “Situando nuestros cuerpos físicos en el centro de nuestros
sistemas nerviosos ampliados con la ayuda de los medios electrónicos, hincamos una
dinámica por la cual todas las categorías anteriores, que son meras extensiones de
nuestro cuerpo, incluidas las ciudades, podrán traducirse en sistemas de información.”
Es fácil imaginarse la reacción que en aquellos años pudo provocar esta aserción. Pero
debemos reconocer con Kerckhove que Mcluhan se anticipó a la realidad virtual unas
tres décadas antes de que la idea fuera siquiera considerada: “Mcluhan no necesitó ver
un sistema para saber que el propósito de la informatización era convertir el hardware
en software, que el pensamiento tomara las riendas del poder físico”.
La teoría Crítica
Mauro Wolf
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b) Elaborar específicamente las noticias
c) Organizar el trabajo periodístico en relación con la naturaleza de los hechos.
En ella juega un papel preponderante la cultura profesional así como los estereotipos,
los roles y las convenciones existentes sobre los medios de comunicación y los
periodistas.
Los medios de comunicación deben presentar la realidad desde su propio punto de vista.
El trabajo informativo tiene que ver con las características de ese hecho que va a ser
noticia.
El enfoque crítico de la industria cultural da un alcance de lo que significa el poder de
los medios de comunicación en la cultura o estructura social de un pueblo, relacionado
con la dinámica social, ya que esta puede estar orientada hacia dos tendencias
encontradas en la humanidad: la liberación o la opresión, todo esto dependiendo de la
orientación que se dé a los mensajes, que pueden ser emancipadores o ideologizantes.
Pero todo esto responde a intereses siempre económicos, la clase que lleva el mando en
lo que respecta a los centros de producción, es la que marca el ritmo del pensamiento
dominante de una época y por ende la que se apodera de todo en cuanto necesite para
implantar su sistema de la mejor manera posible, uno de sus mejores instrumentos son:
los medios de comunicación, los que contribuyen a que se dé y se asiente una relación
más antagónica…dominante y avasallador.
Por otro lado también se hace referencia lo que implica la Metodología de la
Investigación con relación a la Teoría Crítica, la cual se dice parte del análisis del
sistema de la economía de intercambio y que cuya identidad central de la teoría crítica
se configura por un lado, como construcción analítica de los fenómenos que investiga y
por otro lado, simultáneamente, como capacidad de referir dichos fenómenos a las
fuerzas sociales que los determinan, la investigación social practicada por la teoría
crítica propone la comprensión de la sociedad como totalidad evitando así la función
ideologizante de las disciplinas sectorializadas.
Ruscon, Adorno, y Horkheimer, parten sus teorías desde un punto de vista sociológico y
finalmente coinciden en que los mass media son una gran influencia en la consolidación
y estructuración de sociedades y sistemas, además también se hacen mención del tipo de
mensajes subliminales que constantemente bombardean a las masas, logrando
finalmente penetrar en ellas.
Para esto es necesaria la humanización de los medios de comunicación, cambiar la idea
de hacer “programas para las masas”, por hacer “programas para personas”.
Homo Videns
G. Sartori
"Homo videns (la sociedad teledirigida)" es una crítica a la actual sociedad multimedia,
en la que el abrumador dominio de la imagen sobre la palabra escrita está, a juicio del
autor, transformando al ser humano, u homo sapiens, en un homo videns: alguien para el
que toda recepción de información está basada primordialmente en imágenes, lo que
conlleva una serie de peligros.
Apartados:
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En el primero, subdividido a su vez en siete capítulos, se establece una comparación
entre el uso de la imagen y el de la palabra escrita como transmisores de información,
haciendo hincapié en sus efectos sobre los niños.
IDEAS PRINCIPALES
Capacidad simbólica
¿Y cuáles son las consecuencias? Que se puede ver sin entender. Los niños se pasan
horas ante la televisión antes de aprender a leer y escribir y absorben todo lo que ven: al
no comprender, no discriminan la información. La imagen se convierte así en el primer
contacto con la "realidad"; un contacto fácil por su inmediatez. La ausencia de esfuerzo
que conlleva desemboca en el desarrollo de actitudes perezosas y acomodaticias,
acostumbrándolos a responder únicamente ante estímulos audiovisuales. Ello degenera,
además, en la creencia de que la cultura del libro es de unos pocos, es elitista, mientras
que la otra, la audiovisual, es de la mayoría.
Concepto de progreso
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progreso per se, como tampoco una mejora cuantitativa es en sí misma una mejora, si no
comporta a su vez un avance cualitativo.
La TV es positiva en tanto en cuanto entretiene. Asimismo, estimula. Pone a nuestro
alcance el mundo entero. El problema surge cuando lo transforma todo en espectáculo,
además del empobrecimiento de la capacidad de entender.
Esta es la idea que supone el eje central de la tesis del libro. Algunas palabras llevan a la
mente figuras e imágenes de cosas visibles. Pero esto sólo sucede con algunos nombres
propios y palabras concretas, las llamadas palabras "denotativas" (casa, mujer, gato,
coche, etc.) Pero la mayoría de nuestro vocabulario consiste en palabras abstractas, que
no tienen ningún correlato en cosas visibles, y cuyo significado no se puede trasladar ni
traducir en imágenes. Esto quiere decir que podemos "ver" la palabra ciudad, pero no,
por ejemplo, "nación", "paro", "felicidad", etc. Y nuestra capacidad de administrar la
realidad, en especial la política, económica y social, se fundamente exclusivamente en
un pensamiento conceptual que representan entidades invisibles e inexistentes para el
ojo humano. El problema aparece porque algunas palabras abstractas son en cierto
modo traducibles en imágenes, pero lo son de una forma distorsionada. Por ejemplo, la
felicidad se muestra con la imagen de un rostro que expresa alegría; el paro con la
imagen de un desempleado; la libertad con un exconvicto que sale de la cárcel, etc.
Además, aunque no hubiera tal distorsión, la imagen de una persona libre no nos explica
la libertad, ni la de una persona feliz, la felicidad.
Así, el saber del homo sapiens, que se desarrolla en la esfera de un mundus intelligibilis,
pasa a desarrollarse en un mundus sensibilis, el mundo percibido por nuestros sentidos.
La TV invierte la evolución de lo sensible en inteligible, produciendo imágenes y
anulando conceptos, atrofiando de ese modo nuestra capacidad de abstracción y, con
ella, nuestra capacidad de entender.
Kant dijo que la idea es un concepto necesario de la razón al cual no puede ser dado en
los sentidos ningún objeto adecuado. Por lo tanto, lo que vemos no produce ideas, pero
se insiere en ellas, que lo encuadran y lo "significan". Y éste es el proceso que se atrofia
cuando el lenguaje conceptual o abstracto es sustituido por el lenguaje perceptivo o
concreto, que es infinitamente más pobre. Más pobre no sólo en cuanto a número de
palabras, sino sobre todo en cuanto a riqueza de significado o capacidad connotativa.
TV e Internet
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La opinión
El periódico excluye a los analfabetos que no saben leer. La radio no; por ello,
acostumbra a simplificar y a ser más breve. La TV aún ofrece menos información, ya
que suele informar sólo de aquello de lo que también se tienen imágenes. Ésta es la gran
diferencia con los dos medios anteriores, que no tienen por qué estar en el lugar de los
hechos. Este hecho aldeaniza la información que la TV ofrece, porque deja al margen
los territorios de difícil acceso. Además, la obligación de mostrar genera el deseo de
mostrarse: a veces incluso se fabrican sucesos expresamente para la TV, por su
capacidad de impacto.
Las consecuencias son terribles. Muchas televisiones aducen que muestran lo que la
gente quiere, cuando lo que sucede es justamente al revés. La sociedad, al no saber más
que de lo que se le muestra, no puede interesarse por ninguna otra cosa. El hecho de
informarse requiere una inversión de tiempo y de atención. Pero quien llega a la TV sin
estar formado, conocedor únicamente de lo que ésta le ofrece, es un producto de la
misma, y, por tanto, sólo estará preparado para lo que la televisión le ofrezca. Es el
homo videns, alguien que querrá (necesitará) información rápida e instantánea.
Tipos de desinformación
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blancos. Habría que buscar las causas reales. Igualmente, en las mejores
universidades americanas se da una sobrerrepresentación de los estudiantes
asiáticos. Una información correcta extraería que son más estudiosos y mejores
como estudiantes.
3) Entrevistas casuales: la opinión de cualquiera, en pantalla, es aceptada como
verdadera. La TV funciona así como multiplicador de estupideces.
4) Se premia la excentricidad y la violencia y agresividad. La TV llega siempre
rápido adonde hay agitación, protestas o manifestaciones, en definitiva, un
espectáculo. El aspecto más grave de esta preferencia por el ataque es que viola
en principio de oír a la otra parte.
La mentira de la imagen
La fuerza de la veracidad inherente a la imagen hace de ésta que sea creída per se. Esta
eficacia convierte a la imagen, de ser mentira, en más peligrosa. ¿Qué elementos
contribuyen a la falsedad de una imagen? El más destacado es el de la
descontextualización. Un ejemplo es el famoso caso de Rodney King. Las imágenes
exponían a unos policías apaleando a un negro. Pero no se decía que antes había habido
una larga persecución a 180 km/h, ni que estaba drogado y borracho ni que no hizo caso
cuando se le mandó que se le detuviera. Si bien la brutalidad de la policía es indudable,
la imagen, puesta en contexto, no justificaba el escándalo que suscitó, y que degeneró
en una especie de guerra racial. Al perder la capacidad de abstracción, perdemos la
capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso.
Democracia debilitada
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le acompañe un aumento de personas informadas. Sin embargo, la educación está
decayendo, deteriorándose por el 68 y la torpe pedagogía en auge, lo que junto al
empobrecimiento causado por la desinformación televisiva y la desactivación de nuestra
capacidad de abstracción debido a la primacía de la imagen (obstruyendo nuestra
capacidad para comprender los problemas y afrontarlos racionalmente) nos conducen
directamente a lo contrario. Por eso, en estas condiciones, el que apela y promueve un
demos que se autogobierne es un estafador sin escrúpulos o un simple irresponsable
inconsciente. Mientras la realidad se complica, las mentes se simplifican. Además, la
televisión crea una multitud solitaria (y en el futuro, electrónica), lo que nos lleva a una
pérdida de comunidad, a una individualidad.
La televisión, en política, también ha tenido efectos positivos. Ayudó a la caída del
comunismo, al descubrir sus habitantes cómo se vivía en occidente. Sin embargo, la TV
occidental es impotente con las teocracias islámicas; por el contrario, en manos de los
fundamentalistas, se transforma en un formidable instrumento de fanatización y de
proselitismo antidemocrático.
Elitismo y postmodernismo
Artificialización
Mundo crédulo
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