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CULTURA MOCHICA

En los primeros siglos de nuestra era,


el Perú conoce un período de gran
evolución técnica y artística, durante
el cual adquieren importancia centros
culturales de gran relieve; es está su
época clásica que, en seis siglos de
vida, producirá obras admirables,
sobre todo referentes en la cerámica
y el arte textil. Entre las distintas
culturas, la mochica, la nazca y la de
Recuay imprimen un carácter
inconfundible a sus respectivas áreas
de influencia estilística, y, aunque son
contemporáneas, permanecerán
prácticamente independiente unas de
otras.

Al norte del Perú, donde las olas del


Pacífico baten una árida región
costera, floreció un pueblo tenaz que
entre los siglos I y VIII d.C. creó la primera organización política compleja de la zona
andina.

En esta cultura precolombina, también conocida como moche, hubo grandes ingenieros
que excavaron canales en medio del desierto para regar sus cultivos, y levantaron
palacios, templos y enormes pirámides de adobe. Estas últimas construcciones, conocidas
como huacas (palabra que en lengua quechua designa un lugar de culto), fueron el centro
religioso y político de cada comunidad.

Los mochicas también eran excelentes artesanos, y elaboraron una cerámica de


extraordinaria belleza y perfección, así como delicados ornamentos de oro, plata y cobre
para sus dirigentes.

Establecieron, además, amplias y prósperas redes comerciales que se adentraban en los


actuales territorios de Chile y Ecuador. Pero hacia finales del siglo VIII, esta sofisticada y
rica cultura conoció un final repentino. Una serie de cataclismos naturales, provocados por
un drástico cambio climático, afectaron a la zona costera donde la sociedad moche se
había desarrollado, arruinando el delicado equilibrio ecológico que sustentaba su modo de
vida y contribuyó a su desaparición.
SOCIEDAD MOCHICA

El territorio Mochica estaba dividido en dos grandes regiones: Mochica Norte (Piura,
Lambayeque y Jequetepeque) y Mochica sur (valles de Chicama, Moche, Virú, Chao,
Santa y Nepeña).

Como en la mayoría de culturas peruanas, la administración política, el rito y la religión


estaban ligados; muchas veces la autoridad principal era una especie de sacerdote. Como
fue de algún modo, el Señor de Sipán (gobernante moche el siglo III cuyos restos fueron
descubiertos en la ciudad de Sipán).

Por esos tiempos, se establecían jerarquías de poder; la cual estaba encabezada por los
caciques o sacerdotes; después estaba el pueblo, quienes se encargaban de los trabajos
de oficio y del campo. Por otra parte, los moche se destacaron como guerreros, tal como
se presentan en las vasijas y representaciones cerámicas y escultóricas; los cuales
disfrutaban de un nivel especial. Por otra parte, supieron explotar los recursos de su
territorio.

Además ejercieron dominio sobre los pueblos conquistados y se apropiaron de importantes


valles; lo cual fortaleció su sociedad ampliando sus fronteras mediante obras de irrigación.

Sacerdotes mochicas portan copas con la sangre de los prisioneros sacrificados. Fresco.
Museo Nacional de Arqueología e Historia del Perú, Lima.

EL ARTE MOCHICA

Revela un depurado manejo del diseño y la forma. Los artesanos mochicas fueron
creadores de un estilo singular y muy elaborado; el cual se expresó a través de la alfarería,
la pintura mural y la metalurgia.
CERÁMICA

Mucho de lo que conocemos la cultura Moche procede precisamente de su cerámica


esencialmente escultórica, una de las más expresivas de América.

La cerámica moche tenía valor ornamental, ceremonial y utilitario. Entre sus características
destacadas podemos mencionar que era escultórica, realista, documental y pictórica.
Aunque al principio se moldeaba a mano, se desarrolló pronto el uso de moldes, lo que
facilitó la producción en serie pero siempre se retocaban los ejemplares para
individualizarlos en alguna medida.

Se encuentran dos tendencias decorativas: una pictórica o mejor dibujántica y otra


escultórica aunque es muy frecuente la combinación de las dos en la misma
vasija.

En la primera y con un estilo más lineal sobresalen los dibujos de color


pardo rojizo sobre un fondo crema y constituyen un verdadero repertorio
etnográfico. Se pintan siempre escenas planas y sin perspectiva pero llenas
de movimiento y dinamismo que reflejan todos los aspectos de la cultura
moche: cacerías, combates, rituales religiosos, ceremonias, mitos, leyendas.

La cerámica escultórica no es menos expresiva, las figuras esculpidas en vasos y vasijas


son tan vivas y animadas como las pintadas. Son famosos los llamados huaco retratos
dotados de un vivo realismo sobre personajes fuertemente individualizadas, guerreros o
chamanes, hay guerreros de cuerpo entero con todas sus armas, prisioneros, músicos,
mujeres con niños, ancianos y enfermos con todo tipo de patologías que nos permiten
vislumbrar la vida y las costumbres de aquella sociedad. Mención especial merecen las
figuras eróticas que reproducen todo un muestrario de actividades sexuales así como las
vasijas de forma fálica que pudieron utilizarse en rituales de fertilidad agrícola.

La cerámica ceremonial, que ofrece los ejemplares más bellos, presenta formas variadas
entre las cuales figuran los vasos con asa estribo, los de pico cilíndrico con asa curva y
hueca, y las botellas muy achatadas, con una boca estrecha y unas asas que sobresalen
lateralmente. La forma de estos vasos se logra por medio de modelado realizado a mano.
Los motivos decorativos son numerosísimos y están pintados fundamentalmente con
colores rojo castaño y blanco crema.
Cerámica mochica erótica

Cerámica mochica que representa a un


sacerdote mochica realizando una
libación. Museo Británico, Londres.

Larco Hoyle caracteriza cada una de las fases con las siguientes particularidades:

FASE MOCHICA I

La cerámica es pequeña, de aspecto sólido, en algunos casos de forma lenticular; de


asas proporcionales y circulares con picos cortos y fuertes rebordes. Las formas comunes
son: vasos retratos, antropomorfos de cuerpo entero, zoomorfos, fitomorfos, cántaros
sencillos con asa de estribo. Colores crema y rojo, crema y ocre, rojo, crema y
anaranjado; crema y negro. Hay una influencia de la decoración negativa. Los motivos
más comunes son los puntos grandes, los círculos, rombos, cabezas de lagartijas
estilizadas, triángulos con círculos concéntricos, signos escalonados, bandas cuyos temas
pictóricos en colores están delineados por incisiones.

FASE MOCHICA II

El grosor de las paredes disminuye. La cerámica se alarga y no se observa tendencia en


darle la misma altura que ancho, se inicia con esto la esbeltez de los vasos. El asa y el
pico crecen proporcionalmente, y mientras el asa no pierde la forma redondeada, el pico
pierde el reborde pronunciado, quedando tan sólo un pequeño ribete. Existen vasos
retratos, antropomorfos de cuerpo entero, fitomorfos y zoomorfos. Predominan los colores
crema y rojo, crema y ocre, rojo y crema plomizo, marrón y anaranjado, crema y ocre.
FASE MOCHICA III

Se inicia el refinamiento de esta cultura. Las paredes de los vasos se afinan sin perder su
solidez, el ceramio está cubierto por una fina capa de engobe cuidadosamente pulida. Los
hornos abiertos con abundante oxigenación fueron perfeccionados. La cerámica es un
poco más grande que Mochica II. Los recipientes son de mayor capacidad. Las asas y los
picos se afinan notablemente, siendo las primeras elípticas y los picos pequeños,
acampanulados y con reborde casi imperceptible. Los ceramios son de líneas armónicas y
proporcionadas. Las esculturas antropomorfas son verdaderos retratos de personas. La
escultura religiosa adquiere importancia.

FASE MOCHICA IV

Los motivos escultóricos y pictóricos se multiplican y adquieren mayor complejidad. El


artista mochica trata de perennizar en su cerámica no solamente los asuntos comunes de
su vida diaria, sino también las actividades de sus instituciones organizadas. El rico
acervo de su vida espiritual es sintetizado en las escenas pictóricas que cubren los
numerosos vasos de caracteres religiosos. Los vasos se alargan y también
proporcionalmente el asa, que ya no es chata sino, redonda o ligeramente angular. La
mayoría de los picos son largos y rectos, aunque hay algunos más angostos en la punta
con bordes levemente afilados.

FASE MOCHICA V

La cerámica de este período, por sus formas y decorado, constituye el "arte barroco" de la
cultura mochica. Se reduce en tamaño pero el asa se alarga, siendo el pico más pequeño.
El asa toma una forma triangular acentuada y el pico es de naturaleza troncocónica con
bordes afilados del interior hacia afuera. Las representaciones geométricas abundan. El
motivo escultórico pasa a segundo plano, desplazado por el arte pictórico.
ARQUITECTURA

Como base para sus construcciones emplearon adobe, puesto que era la materia prima
que tenían a mano.

La mayoría de los centros mochicas disponían de dos huacas, una de mayor tamaño que
la otra. Entre estas dos edificaciones se encontraban las ciudades: las residencias, los
cementerios y los almacenes, entre otros establecimientos urbanos.

Destacan las Huaca del sol y Huaca de la Luna en Moche, Trujillo.

La Huaca del Sol es un inmenso edificio que mide más de 40 m de altura y tiene cinco
terrazas superpuestas. A 500 m de esta huaca, se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de
altura y de tres terrazas; esta se destaca por sus bellas pinturas murales en alto y bajo
relieve. Se cree que la Huaca del Sol era un centro administrativo, mientras que la Huaca
de la Luna era un centro religioso.
Huaca del Sol, Moche, Trujillo.

Huaca de la Luna. Desfile de guerreros y prisioneros.


PINTURA

Se logró gran perfección en la pintura realizada con finos tonos que, con frecuencia,
llegan al rojo sobre fondo amarillo. La temática de estos dibujos alterna un realismo
objetivo con secciones pictográficas complicadas sobre todo en la representación de las
divinidades. Domina la temática una preocupación constante por las representaciones de
ambientes paisajísticos: colinas de líneas quebradas e irregulares, el mar, con
ondulaciones simétricas y paralelas, plantas con detalles típicos, animales fácilmente
identificables. Se han descubierto también entre las ruinas de los edificios pintura mural
en las que los mochicas utilizaron los colores con mayor libertad y profusión que en la
cerámica.
Huaca de la Luna. Representación de Aiapaec: dios más destacado, creador de todo. A
este dios se le ofrecían sacrificios humanos.

Huaca de la Luna. Pintura mural con diseños policromados y variados diseños en relieve.
Representados también en Huaca Cao Viejo o El Brujo.

METALURGIA Y ORFEBRERÍA

La orfebrería moche, probablemente originaria de Colombia, igualmente singular y


valiosa. Utilizaron el oro, la plata, el cobre y sus aleaciones, además de piedras
semipreciosas. La aleación más característica fue la tumbaga (oro y cobre). Conocieron
técnicas como el laminado, martillado, alambrado, soldadora, etc.
Se encontraron variedad ornamentos, joyas y utensilios: mosaicos de turquesa
incrustados en oro, medallones con rostros humanos, collares, orejeras, narigueras,
máscaras, sonajas, entre otros.

Es de destacar su habilidad para construir figurinas de poco más de 2 cm con partes


móviles, unidas con pequeñísimas grapas. También se destaca su representación
tridimensional lograda con la superposición de varias láminas de oro.

Orejeras mochica de oro con incrustaciones de piedras preciosas.

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