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rtículo: Gobierno de Personas

Gobierno de Personas
Por Pablo Ferreiro De Babot
Director del Area de Gobierno de Personas

De manera bastante paralela, tanto las Escuelas de Negocios como las Empresas, han ido
cambiando el título del Curso o de la Gerencia, respectivamente, que se encarga del
estudio o del manejo de las personas en una organización.
Ya ha quedado muy atrás, felizmente, el letrero de Relaciones Industriales, que ceñía su
papel, casi exclusivamente, a la problemática sindical. Asimismo, en el ámbito académico,
se han superado las denominaciones de Factor Humano, Dirección de Personal y, algo
parecido ha ocurrido, en parte, con la de Comportamiento Organizacional, etc.
Todo ello podría decirse que obedece a modas y es bien posible que así sea, pero me
parece entrever una intencionalidad más profunda que tiene que ver con el creciente
protagonismo, por la toma de conciencia de su importancia, que van adquiriendo las
personas en todas las organizaciones.
Si quisiéramos fundamentar la razón de estos cambios, deberíamos, además de pensar,
acudir a la Academia para que nos ayude a realizarlo con rigor, y respondernos acerca de
algunas cuestiones fundamentales que pasan inadvertidas de ordinario.
Es preciso meditar en quién es la gente y quién queremos que sea, en cada empresa
concreta. Nótese que decimos quién y no qué, pues las personas no son un qué genérico,
sino que cada una es un quien (sin acento) distinto. Este y no otro debería ser el contenido
principal de la Misión Interna y Externa de la empresa, es decir, qué se compromete,
públicamente, a hacer la empresa con las personas con las que interactúa, en vez de
tantos enunciados genéricos o retóricos que más bien parecen páginas caídas de un viejo
almanaque, o retablos barrocos labrados con promesas y buenas intenciones. Podrá
decirse que el nombre es lo de menos y que lo importante son las políticas que orientan el
comportamiento cotidiano y estoy muy de acuerdo con ello pues, como suele decirse, “el
hábito no hace al monje”, pero sí lo señaliza, añadiría yo, por si alguien quisiera localizarlo
y utilizar sus servicios. De este modo la gente que entra a la empresa lo haría con más
conocimiento de causa y sabiendo, hasta cierto punto, qué es lo que le espera.
Me agrada especialmente la denominación que algunas Escuelas de Negocios han dado al
área que nos ocupa. Le llaman “Gobierno de Personas”, recogiendo el sentido clásico de
esta expresión, como el ejercicio del mando sobre seres libres, realizado de tal modo, que
éstos, los subordinados, no sólo no disminuyan su libertad por el hecho de obedecer, sino
que incluso la acrecienten.
Podrá pensarse que esto es una exageración, pero si advertimos que la libertad es la
capacidad de comprometerse (el que no es dueño de sí, por irracional o inmaduro, no es
propiamente libre, ni por lo tanto fiable), convendremos en la importancia de elegir muy
bien a los mandos, de cualquier nivel, de la empresa. Un mando o jefe debe ser alguien
capaz de pedir, escuchar y respetar la opinión de sus subordinados, discutiéndola con
argumentos sólidos, fomentando su participación -libertad- de la que se derivará el
compromiso.
Confiamos que irá extendiéndose también en las empresas ese modo de denominar a su
Departamento de Personal, no tanto por el nombre como por su sentido, según hemos
tratado de exponer.

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