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GASTOS DE CAPACITACIÓN DEL PERSONAL

Por: David Zamora Reátegui


Socio del Estudio Barrios & Fuentes, Abogados.

Como sabemos, la Ley del Impuesto a la Renta permite que las empresas deduzcan
como gasto, todas aquellas erogaciones que estén destinadas a generar ingresos
gravados, así como a mantener la fuente que los produce. Esto se conoce como el
criterio de causalidad, el mismo que consiste en establecer una relación de causa –
efecto entre los gastos realizados y los ingresos obtenidos (o la potencialidad de
obtenerlos). Bajo esta premisa, no se admiten como gastos deducibles aquellos gastos
que no cumplan con el criterio de causalidad, ya que se entiende que son ajenos a la
actividad y por ende no estarían destinados a la obtención de beneficios económicos
susceptibles de tributar, tales como gastos personales, liberalidades en favor de
terceros, entre otros.
Ocurre sin embargo que la propia legislación del impuesto a la renta establece
excepciones o límites al criterio de causalidad, principalmente con fines anti elusivos,
permitiendo en algunos casos, gastos que no necesariamente están asociados a la
actividad, como es el caso de donaciones a favor de algunas instituciones sin fines de
lucro, o gastos en beneficio de los trabajadores.
Sobre esto último, el inciso ll) del artículo 37 de la Ley del Impuesto a la Renta permite
que las empresas realicen gastos de educación a favor de sus trabajadores. De acuerdo
con lo dispuesto por el inciso k) del artículo 21 del Reglamento de la Ley, se encuentran
dentro del concepto de gastos en educación, aquellas erogaciones destinadas a la
capacitación del personal, siempre que dichas sumas se destinen a incrementar las
competencias laborales de sus trabajadores, que les permita contribuir con una mejor
productividad dentro de la empresa.
Si bien el último párrafo del artículo 37 de la Ley sañala que se debe cumplir con el
criterio de generalidad para gastos que beneficien a los trabajadores, este requisito no
es de aplicación para los castos de capacitación que comentamos. En efecto, a partir
del ejercicio 2013 el Decreto Legislativo 1120 introdujo modificaciones a la legislación
del impuesto a la renta y estableció que “El criterio de generalidad establecido en el
artículo 37° de la Ley no será aplicable para la deducción de los gastos de
capacitación que respondan a una necesidad concreta del empleador de invertir en la
capacitación de su personal a efectos que la misma repercuta en la generación de renta
gravada y en el mantenimiento de la fuente productora”.
Bajo esta premisa, la empresa puede decidir libremente a qué trabajadores capacitar, y
los gastos incurridos en tal capacitación, en la medida que cumplan con el criterio de
causalidad que les hemos comentado, serán perfectamente deducibles para determinar
la base imponible del impuesto a la renta empresarial. Así, es importante anotar que
estos gastos de capacitación no necesariamente deben estar relacionados al giro del
negocio, por cuanto lo que se busca con ellos es mejorar el rendimiento del trabajador
o dicho de otra manera, sus competencias en aras de obtener una mayor productividad
de su parte, por lo que las capacitaciones podrían incluir, entre otras, talleres de oratoria
o de ergonomía. En buena cuenta, capacitaciones que permitan al colaborador ser más
productivo en el desarrollo de la actividad de la empresa.

ARIAS ARAGUEZ 250, LIMA 18, MIRAFLORES – PERU TELF (511) 610-6100 FAX (511) 445-1015 (511) 242-2403

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