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MUSIKEON Curso de pedagogía pianística.

Edición 2018 1

RECOMENDACIONES PARA DESARROLLAR PACIENCIA

La paciencia se desarrolla con el tiempo. Así es para todos


Qué es tener paciencia y para qué la necesitas
La palabra paciencia es de origen latino, patientia. Significa tolerar o soportar una situación no
agradable manteniendo la calma. Se asocia con la espera de un cambio favorable y con una actitud
perseverante.
La paciencia es un antídoto para evitar que las incomodidades del día hagan estragos en tu estado
de ánimo.
Atascos de tráfico, largas colas de espera, el ruido exasperante de la fiesta del vecino, el trabajo y
sus complicaciones, etc.
Todos esos fastidios ponen a prueba tu resistencia. Necesitas paciencia para conducirte sin perder
el control.
Sin embargo, es al plantearte un reto difícil o a largo plazo cuando la paciencia se torna
imprescindible.
Los cambios no suelen sucederse siempre al ritmo que más nos conviene y la mayoría de los logros
importantes no se consiguen de la noche a la mañana.
El desasosiego, la desesperación o, lo que es lo mismo, la falta de paciencia puede dar al traste con
tus propósitos.
Cuando persigues un objetivo, la paciencia no equivale a la pasividad y al conformismo. No
esperas que las cosas cambien solo porque sí. La paciencia forma parte del plan.
Haces todo lo que está en tu mano para que se produzca el cambio favorable y, como los
resultados llevan su tiempo, conservas la calma en ese compás de espera.
Esa es la función de la paciencia: la de ayudarte a permanecer en la lucha sin abandonar. La
paciencia mantendrá viva la confianza en ti y en tus objetivos.
La paciencia es una de las cualidades más útiles a desarrollar. Pero hay que ver lo que cuesta
desarrollarla…
Las presiones en contra son muchas. Se nos venden soluciones rápidas y cómodas para cualquier
menester. ¿A qué te suenan?
• Pierda peso sin esfuerzo.
• Gane un dineral con este maravilloso producto.
• Aprenda coreano en dos tardes.
• Y demás mensajes seductores.
Además, la impaciencia suele verse de manera positiva, cuando se asocia con personas que tienen
mucho que hacer y no pueden perder ni un solo minuto.
Mala asociación. Esa impaciencia muchas veces va de la mano con el estrés, la ansiedad y cosas
igual de apetecibles.
Para no sucumbir a esos males, te propongo algunas consignas que apuntan a lo contrario: ser
paciente.

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Honorato Juan, 13-bajo 46007 Valencia (España) tel. 963 107 159 cursos@musikeon.net www.musikeon.net
MUSIKEON Curso de pedagogía pianística. Edición 2018 2

1. Abandona la necesidad de controlarlo todo


De antemano, puedes decidir no frustrarte por el clima que hace, por fenómenos fortuitos, por el
comportamiento de otras personas...
Las cosas avanzan a su propio ritmo. Los inconvenientes no piden permiso. Haz tu parte lo mejor
que puedas, y si te equivocas o algo falla, acéptalo, reflexiona sobre lo sucedido, averigua qué
puedes aprender de la situación y ¡adelante!
2. Ve más despacio
No te satures ni te exijas sin medida en lo que haces a diario. Trata de eliminar todas las prisas
innecesarias.
Si luchas por un objetivo, divídelo en pequeños logros y traza un plan. ¿Que el plan no funciona?
Rediséñalo, pero no vivas cada día con agobio.
3. Enfócate en el momento presente
Vive el paso que estás dando ahora. Acepta el momento, tal cual es. Tanto si es bueno como si es
malo, no durará para siempre.
Trata de no especular, torturándote con preguntas como: “¿Y si… esto? ¿Y si… aquello?”
Vive más en el presente. Aprende lo que puedas aprender ahora. Si quieres que la situación
mejore, piensa en tus opciones y haz lo que puedas hacer ahora.
4. No te alteres por tonterías
Hay situaciones en las que no vale la pena perder los nervios. Tú decides las que son en tu caso:
• que alguien te diga una mala palabra,
• que se te cuelen en el autobús,
• que una paloma haya depositado su excremento en tu traje
• que estés en medio de un atasco de tráfico…
Son ejemplos de nimiedades que pueden sacar de quicio a más de uno. Sucesos no agradables, en
los que enfadarse equivale a gastar preciadas energías que necesitas para menesteres más
importantes.
Define qué situaciones son “tonterías” para ti y decide no darles una importancia exagerada.
5. Pon más humor en tu vida
El humor ayuda a mirar una situación estresante desde otro punto de vista. Es una respuesta
creativa que derrite tensiones.
A ver… No es para que te entre la risa floja cuando alguien te haga una trastada, por ejemplo. Pero
habrá otras situaciones que sí se presten a encontrarles el lado cómico y simpático.
Cultiva el buen humor y, con él, la tolerancia a las imperfecciones y chapuzas que todos tenemos la
ocasión de protagonizar a diario.
Ahí también se deja ver la paciencia. Como ves, cada día nos brinda ocasiones para ejercitarla.
Para tener más paciencia, practica con lo pequeño

Un día te das cuenta de que no es saludable tomarse en serio los pequeños fastidios cotidianos. Y
decides adoptar una serie de decisiones para ahorrarte el malestar “extra”.
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Comienzas por reducir el número de quejas por el mal tiempo, por perderte un día tu programa de
televisión favorito, por perder un calcetín y minucias del estilo.
Cuando estás a punto de abrir la boca para expresar tu indignación, te frenas y no te cuesta
demasiado trabajo hacerlo: “Paciencia. Son cosas que pasan…”
Tras ese, sigues realizando pequeños cambios. Colocas una pieza tras otra, como en un puzle.
¿Lo siguiente? Por ejemplo, conservar la calma en situaciones que suelen ponerte nervioso:
• esperar en la caja del súper,
• escuchar un chiste ofensivo
• volver a casa y encontrarte la cocina patas arriba, después de que la hubieras dejado limpia
antes de irte.
Continúan molestándote esas inconveniencias y muchas más.
Pero, en lugar de sucumbir al impulso de la rabia, optas por dejar que te resbalen estupideces
como la del chiste o por dialogar con el responsable del destrozo en la cocina, para que se haga
cargo del asunto.
Tras esos progresos y, ya puesto a ejercitar la paciencia para con los demás, decides emplearla
también contigo mismo. ¿Cómo vas a dejar atrás a tu persona, que es la que hace posible todos
estos cambios?
En lo que realizas habitualmente, introduces más pequeños cambios para reducir el “malestar”.
Por ejemplo, dejar de darle tanta importancia a errores de poca monta. Cuando te equivocas, te
recuerdas que eres humano y arreglas la situación, si es posible.
Así se aprende a ser paciente: un cambio lleva a otro
El entrenamiento en las pequeñas cosas, que son fáciles de manejar, se hace visible ante pruebas
más complicadas.
➜Un problema gordo hace su aparición. Te desestabiliza al inicio. Pero lo enfrentas de manera más
sosegada, porque antes te has entrenado con las pequeñas inconveniencias.
➜Otro día te ves metido en un conflicto serio con otras personas. Observas que no pierdes los
papeles a primeras de cambio, porque ya has practicado con los rifirrafes cotidianos.
➜Llega el día en el que cometes un error garrafal. Probablemente, te costará menos asumirlo y
resolver el lío, en tanto que ya tienes práctica con líos menores.
Practicando con lo pequeño vas ganando tablas para afrontar asuntos mayores. Esos cambios en lo
cotidiano van dotándote de recursos para afrontar situaciones más difíciles.
La paciencia suele estar detrás de prácticamente cualquier buen hábito; de cualquier cosa buena
que lleve tiempo construir.
Con ella aprendes habilidades complejas, construyes relaciones fuertes, logras metas de ahorro, te
haces más llevadera la recuperación cuando te enfermas, etc.
Y la manera de ser más paciente para “lo grande” está entrenando con “lo pequeño“de cada día,
incluso con las tonterías. Como cuando se te atasca la cremallera de la cazadora y te resistes a
perder los nervios.
Si te quedas con algo de este artículo, que sea con la propuesta de entrenar la GRAN cualidad que
es la paciencia con las PEQUEÑAS oportunidades que surjan hoy.
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