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Edición 2018 1
Un día te das cuenta de que no es saludable tomarse en serio los pequeños fastidios cotidianos. Y
decides adoptar una serie de decisiones para ahorrarte el malestar “extra”.
MUSIKEON formación, investigación y asesoramiento musicológico
Honorato Juan, 13-bajo 46007 Valencia (España) tel. 963 107 159 cursos@musikeon.net www.musikeon.net
MUSIKEON Curso de pedagogía pianística. Edición 2018 3
Comienzas por reducir el número de quejas por el mal tiempo, por perderte un día tu programa de
televisión favorito, por perder un calcetín y minucias del estilo.
Cuando estás a punto de abrir la boca para expresar tu indignación, te frenas y no te cuesta
demasiado trabajo hacerlo: “Paciencia. Son cosas que pasan…”
Tras ese, sigues realizando pequeños cambios. Colocas una pieza tras otra, como en un puzle.
¿Lo siguiente? Por ejemplo, conservar la calma en situaciones que suelen ponerte nervioso:
• esperar en la caja del súper,
• escuchar un chiste ofensivo
• volver a casa y encontrarte la cocina patas arriba, después de que la hubieras dejado limpia
antes de irte.
Continúan molestándote esas inconveniencias y muchas más.
Pero, en lugar de sucumbir al impulso de la rabia, optas por dejar que te resbalen estupideces
como la del chiste o por dialogar con el responsable del destrozo en la cocina, para que se haga
cargo del asunto.
Tras esos progresos y, ya puesto a ejercitar la paciencia para con los demás, decides emplearla
también contigo mismo. ¿Cómo vas a dejar atrás a tu persona, que es la que hace posible todos
estos cambios?
En lo que realizas habitualmente, introduces más pequeños cambios para reducir el “malestar”.
Por ejemplo, dejar de darle tanta importancia a errores de poca monta. Cuando te equivocas, te
recuerdas que eres humano y arreglas la situación, si es posible.
Así se aprende a ser paciente: un cambio lleva a otro
El entrenamiento en las pequeñas cosas, que son fáciles de manejar, se hace visible ante pruebas
más complicadas.
➜Un problema gordo hace su aparición. Te desestabiliza al inicio. Pero lo enfrentas de manera más
sosegada, porque antes te has entrenado con las pequeñas inconveniencias.
➜Otro día te ves metido en un conflicto serio con otras personas. Observas que no pierdes los
papeles a primeras de cambio, porque ya has practicado con los rifirrafes cotidianos.
➜Llega el día en el que cometes un error garrafal. Probablemente, te costará menos asumirlo y
resolver el lío, en tanto que ya tienes práctica con líos menores.
Practicando con lo pequeño vas ganando tablas para afrontar asuntos mayores. Esos cambios en lo
cotidiano van dotándote de recursos para afrontar situaciones más difíciles.
La paciencia suele estar detrás de prácticamente cualquier buen hábito; de cualquier cosa buena
que lleve tiempo construir.
Con ella aprendes habilidades complejas, construyes relaciones fuertes, logras metas de ahorro, te
haces más llevadera la recuperación cuando te enfermas, etc.
Y la manera de ser más paciente para “lo grande” está entrenando con “lo pequeño“de cada día,
incluso con las tonterías. Como cuando se te atasca la cremallera de la cazadora y te resistes a
perder los nervios.
Si te quedas con algo de este artículo, que sea con la propuesta de entrenar la GRAN cualidad que
es la paciencia con las PEQUEÑAS oportunidades que surjan hoy.
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