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LECTURA NUMERO 1.

¿Qué es una profesión?

Por Dr. Alban Bonilla Sandí

Uno de los aspectos que distingue una profesión de un oficio es precisamente que
las profesiones tienen códigos de ética profesional y su cumplimiento está
fiscalizado por sus respectivas corporaciones. Los operadores jurídicos
costarricenses deben incorporarse al gremio para poder ejercer su profesión y, por
ello, deben someterse al control que el gremio ejerce sobre su práctica profesional;
es decir, cumplir con el CM, aprobado por el Colegio de Abogados de Costa Rica,
cuya versión actual entró a regir el 10 de enero del 2005 . Su incumplimiento tiene
consecuencias.

GRAZZIOSI sostiene “Es corriente que las profesiones que han alcanzado un alto
nivel de estabilidad y de organización, posean un Código de Ética”

Es el caso de la abogacía y el notariado costarricense, que son profesiones,


precisamente, por los controles deontológicos a que están sometidos abogados y
notarios.

Los operadores jurídicos deben, entonces, cumplir con ese Código. Un Código de
esa naturaleza puede entenderse como un conjunto de principios morales que rigen
toda la actividad de una profesión e imponen al profesional deberes para con la
sociedad, los clientes y los otros colegas.

Cualquiera que sea el teórico que estudie las profesiones, invariablemente va a


señalar cuando caracteriza una profesión, que el elemento deontológico es un
elemento central y diferenciador de lo que es una profesión. Ciertamente hay otros
elementos que las caracterizan, y que son esenciales, pero no menos que el
deontológico. La doctrina establece al respecto.
ESTRUCH, J. dice que "... los elementos que mejor definen el concepto de
profesión son: a) una habilidad fundada sobre conocimiento teóricos, que
comporta una preparación sistemática y se demuestra mediante la superación de
pruebas de aptitud; b) el respeto a un código de deontología y ética profesional; c)
el reconocimiento de la utilidad social del servicio prestado por el profesional; y d)
la constitución de la profesión en un ente colectivo organizado. Por otra parte, las
características del comportamiento profesional serían sobre todo: a) el alto nivel de
generalización y sistematización de los conocimientos; b) el alto nivel de
autocontrol mediante la aplicación del código de ética profesional; c) el interés
hacia la comunidad; y d) un sistema de retribución de unas prestaciones
profesionales desinteresadas. De este modo, cabría resumir el llamado ideal
profesional en tres aspectos básicos: la noción de servicio, la insistencia en el juicio
profesional basado en los conocimientos específicos; y la creencia en la libertad
profesional y la autonomía en el trabajo” (el subrayado no es original) .

De modo que el compromiso con ciertas costumbres y hábitos, va siempre


aparejado con controles corporativos, lo que no sucede con los oficios, pues quienes
los practican pueden, espontáneamente, generar ciertas normas deontológicas,
pero no generan la organización y el cuerpo normativo orgánico, que les permita
controlar efectivamente al gremio. No existe, por ejemplo, el Colegio de Mecánicos,
precisamente porque este es un oficio, y, no una profesión, y, en consecuencia, los
sujetos que se dedican a esta actividad carecen de controles corporativos sobre sus
conductas oficiosas.

Ya Naciones Unidas había incursionado en este campo al intentar distinguir una


profesión de un oficio u ocupación técnica. Para Naciones Unidas una profesión
debe tener cinco características: “a) Una síntesis coherente, pertinente y
transmisible de conocimientos, que permitan la aplicación diversa de principios
generales de modo específico a casos concretos en vez de aplicar reglas empíricas.
b) Técnicas adecuadas basadas en principios generales. c) Actitudes profesionales
hacia los que reciben los servicios profesionales. d) Ética y filosofía profesionales y
e) Un grupo organizado, una verdadera sub-cultura profesional”
GRAZZIOSI lo dice de la siguiente manera: “Una profesión (...) debe responder a
los siguientes atributos: a) tener funciones definidas; b) principios o deontología
orientadores de sus actividades; c) conocimientos, técnicas y actitudes
identificables; d) ejercicio reservado a un personal especialmente preparado; e)
público dispuesto a retribuir sus servicios; f) formación a nivel universitario” .

Es decir, les reconoce, por un lado, una determinada competencia técnica, y por
otro, un elemento deontológico indispensable para el ejercicio de la profesión.

Esta competencia técnica va acompañada de un largo período de formación, que


solo se puede conseguir en una universidad o instituto de alto nivel académico. Por
eso, no cualquier actividad que constituya el modus vivendi de una persona, se
puede llamar profesión. Eso justifica también el hecho de que las profesiones
tienen una mejor remuneración que los oficios. Según MOLINA JIMÉNEZ “...este
trabajo presenta un carácter complejo, envuelve el ejercicio de destrezas de alto
nivel, así como un largo y exigente proceso de preparación previa. /// El mejor
pago de los profesionales corresponde, pues, a una estrategia a largo plazo para el
reclutamiento y selección del personal que va a ejercer el trabajo complejo en una
sociedad determinada” para añadir que “El ingreso relativamente alto recibido por
los profesionales, da lugar a un compromiso por parte de éstos. Si la remuneración
obliga a fuertes sacrificios, a elevadas erogaciones para hacer frente al pago de sus
servicios, entonces ellos adquieren el deber de prestarlos del mejor modo posible” .

Cuando un futbolista o a un sicario, afirman que son profesionales, generalmente


esconden una realidad que es, precisamente, lo contrario de lo que dice la teoría
deontológica y la base técnica. Un sicario se considera profesional cuando vive de
eso y carece de principios morales. Cuando un futbolista dice lo mismo, lo que
regularmente quiere decir es que su actividad le permite obtener una remuneración
(es su modus vivendi) y que es capaz de jugar con cualquier equipo, aunque no sea
de sus simpatías; es decir, se es profesional de acuerdo con esta acepción si se
pueden vender los servicios al mejor postor con independencia de la libertad de
conciencia. Y lo que es peor: muchas veces se llama profesional a alguien que tiene
como único criterio para aceptar un cargo la paga. Algunos entrenadores de fútbol
han dicho que son capaces de entrenar a cualquier equipo porque son
profesionales; detrás de estas afirmaciones existe un concepto estrictamente
utilitario de su actividad. Para que algo sea llamado profesión no es suficiente que
una persona haga de ella una actividad habitual remunerada y que, además la haga
bien hecha, hacen falta otros elementos: formación universitaria o superior,
deontología y heterocontrol, estos elementos no se encuentran en una serie de
actividades realizadas por personas que se llaman a sí mismos profesionales.
MÉNDEZ es claro al señalar que “Competencia técnica, por lo tanto supone: 1) La
suficiente idoneidad y preparación en las materias propias de la profesión,
cualquiera que sea su índole; idoneidad y preparación que siempre se supone
cualificada y juzgada por la universidad, en el juego normal de su autonomía. 2) El
suficiente interés real y permanente del profesionista por las ciencias que
especifican su profesión; que se traduce en estudio constante, y consciente de que
el diploma oficial supone pero no confiere ninguna ciencia” .

En este sentido el notariado, la abogacía, y en general los diferentes operadores


jurídicos, son profesiones, porque tienen un grado avanzado de especialización, de
independencia técnica y de fundamentación teórica. Esta competencia técnica,
desde luego, es distinta de la conducta moral que se espera del profesional.

El profesional, aparte de capacidad intelectual, debe tener capacidad moral para


darle dignidad a la actividad que desarrolla; además, debe tener nobleza en su
trabajo, honestidad en el trato y en los negocios, es decir, sentido de
responsabilidad (GUTIÉRREZ SÁENZ)

En realidad el elemento deontológico, no es ni puramente moral ni puramente


jurídico, es, en realidad, una combinación de ambos elementos. Por eso en este
estudio no se puede compartir la apreciación de SANTAELLA: “La naturaleza de las
prescripciones deontológicas es plenamente moral. La deontología profesional no
constituye un “tertium genus”, en relación con el derecho y la ética profesional.
Constituye más bien un desarrollo de principios morales a partir de la existencia
como algo dado de las normas jurídicas; hábitos, usos o costumbres profesionales;
ordenaciones de carácter puramente técnico; situaciones socioeconómicas del
profesional y de sus clientes o demandantes de servicios; regulaciones corporativas
de carácter interno, o dirigidas a la cooperación nacional o internacional entre
profesionales u organizaciones de este carácter, etc.” .

Desde el momento en que, existen en el ejercicio profesional “regulaciones


corporativas” que pueden tener, incluso, efectos patrimoniales, tales como la
suspensión de la licencia para operar, es claro que no se está en el campo de lo
puramente moral. Las “prescripciones deontológicas” no son pura ni simplemente
prescripciones morales, porque la naturaleza de los códigos deontológicos no es
estrictamente moral por el elemento de heterocomposición que tienen, que en el
medio costarricense, involucra a un ente público no estatal como es el Colegio de
Abogados y a un órgano estatal como es la Dirección Nacional de Notariado. Es,
ciertamente un elemento moral porque incluye un DEBER SER, donde el aspecto
persuasorio juega un papel preponderante; pero también involucra un elemento
coactivo, ajeno a toda forma de moral.

El control moral hace referencia, a más bien “presiones latentes, manifiestas o


percibidas por una persona bajo las obligaciones de lealtad, devoción, vínculos de
parentesco, afecto, casta, política o religión” (DWIVEDI) , pero no es un control
disciplinario institucionalizado.

El mismo SANTAELLA lo reconoce, sin caer en la cuenta de que, por no distinguir


entre lo moral y lo jurídico, está imposibilitado de determinar la naturaleza
deontológica de cualquier profesión: “Las normas y códigos deontológicos realizan
valoraciones éticas —de la ética profesional general— sobre comportamientos
profesionales, en los que se implican contenidos y componentes de carácter
técnico-profesional. Su incumplimiento pueda dar lugar a sanciones efectivas —
privación de bienes jurídicos en el ámbito profesional—, por cuya razón (incluso
dejando a un lado las cuestiones que plantea la distinción entre moral y derecho) la
deontología, aunque desarrolla principios morales y tiene en cuenta, en su caso, la
normativa estatal, no se confunde con la ética.” .
DE LA TORRE DIAZ señala que una profesión es un servicio a la sociedad, único,
definido y esencial. “Único, pues los profesionales reclaman para sí mismos el
derecho exclusivo de realizar las tareas propias de la profesión (recetar, aplicar
leyes) rechazando el intrusismo. Definido pues el público debe saber a qué atenerse
sobre las funciones de cada grupo profesional y el grupo profesional debe acordar
las líneas maestras que definen su profesión. Esencial pues es un servicio que
ninguna sociedad desarrollada puede permitirse el lujo de que quede sin atender,
sin recursos, sin profesionales (sin médicos, maestros, jueces no es posible una
sociedad)”

Esta caracterización es más bien sociológica, deja del lado aspectos deontológicos a
los que hacen referencia otros autores. Aunque DE LA TORRE encomienda al
control difuso del grupo profesional las líneas maestras, no define exactamente si
estas se refieren a aspectos técnicos o no. De hecho SANTAELLA LÓPEZ considera
que la profesión requiere vocación, una alta preparación técnica (conocimientos
especializados obtenidos en instituciones educativas, sin especificar su nivel), un
alto grado de autonomía e independencia; elementos que, ciertamente, suelen
encontrarse en las diferentes profesiones, pero que sin el elemento deontológico y
corporativo indispensable, conducen a una confusión entre lo que se puede
considerar una profesión y un oficio .

En síntesis: una profesión se distingue de un oficio no solo por razones técnico-


científicas, sino ante todo por suponer dos cosas: una deontología y un ente
contralor del ejercicio de la profesión.

c) ¿Qué es deontología forense?

Para ser más exactos habría que decir que toda profesión, cualquiera de las ramas
jurídicas señaladas se rige por una deontología. Como es sabido el concepto de
deontología lo acuñó Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII al designar, de esa
manera, la ciencia o tratado de los deberes. Sin embargo, en el Siglo XX, el término
se empezó a aplicar exclusivamente a los deberes profesionales. Por eso se ha dicho
que la deontología “es la ciencia de los deberes de aquellos que ejercen una
profesión; de tal modo que un código de deontología es una interpretación de los
principios generales de la profesión y de las actitudes en las actividades
profesionales” .

En este sentido, se habla más bien de deontología jurídica, que de ética jurídica.

Desde luego que cuando se menciona la deontología, como el conjunto de normas


morales que presiden el ejercicio de una profesión, se hace referencia a una ciencia
que ha desarrollado lo general (referido al conjunto de las profesiones), y lo
específico (referido a cada una de las profesiones). La funcionalidad y naturaleza de
la profesión que ejercen los diferentes operadores jurídicos, su afinidad y
conexidad, determina que existan semejanzas deontológicas entre los diferentes
operadores. En algunos casos, dichas semejanzas se comparten con otras
profesiones; en otros, son semejanzas propias de las profesiones jurídicas, que
derivan de su afinidad.

Existen principios generales que son aplicables a todas las profesiones, como la
obligación de obrar según ciencia y conciencia, el deber de probidad (actuar con
honestidad), el actuar con dignidad. Hay otros principios, que son característicos
de determinadas profesiones.

Obrar según ciencia y conciencia es un principio deontológico que se define como


un principio cuadro porque puede aplicarse a todas las profesiones, e incluso a
diferentes actividades de la vida humana. Obrar según ciencia se entiende,
entonces, como actuar de acuerdo con las reglas técnicas de la profesión, los
principios científicos, la experiencia y la investigación, es decir, actuar
profesionalmente utilizando los conocimientos disponibles para otorgar el mejor
servicio posible. Obrar según conciencia, en términos generales, se entiende como
actuar con criterios de autorresponsabilidad profesional. No es suficiente utilizar el
conocimiento profesional, sino que hay que asumir las consecuencias de los actos,
teniendo en cuenta el interés particular del destinatario de los servicios, y el interés
de la comunidad en que se insertan esos servicios. Señala LEGA que “El concepto
de conciencia profesional, sumariamente esbozado y, por tanto, todavía genérico,
es susceptible de de constituir un parámetro de orientación para el
comportamiento del profesional, necesariamente ajustado a la moral usual en el
marco del ordenamiento sectorial de la profesión y del ordenamiento jurídico
general del Estado”

Es decir, de lo que se trata es de que el profesional actúe conforme con los valores
esenciales de la profesión y según las mejores recomendaciones técnicas. El CM
recoge el principio explicado en el artículo 3º, al señalar que “Como universitarios
preparados y disciplinados, cultivadores de su inteligencia, tienen la obligación de
actuar en el plano social, político y religioso, sin más limitaciones que las impuestas
por el ordenamiento jurídico, el prestigio de su profesión y su propia conciencia
moral y ética”.

Otro principio deontológico general es el de probidad profesional, es decir, la


obligación que tiene todo profesional de actuar honestamente. Todas las
profesiones están destinadas a prestar un servicio a la comunidad., tiene su función
social. El quebranto de este principio puede acarrear diferentes manifestaciones, y
consecuencias. La probidad profesionales una condición obligatoria para mantener
la habilitación profesional, pues, cuando se viola, con frecuencia, tiene
implicaciones disciplinarias, con la consiguiente suspensión del ejercicio
profesional. Diversas formas de abusos e incorrecciones quiebran este principio.
Establece el CM que “El abogado y la abogada procurarán situar sus relaciones
profesionales y personales en un marco de seriedad, justicia, amabilidad,
honorabilidad, tolerancia, comprensión, cortesía y discreción”. Y el artículo 1º
inciso 4º de la LOCA determina que dentro de los fines de dicho gremio está
“Promover y defender el decoro y realce de la profesión de abogado”.

Tradicionalmente se ha entendido este objetivo como el deber de promover la


buena imagen del gremio al exigir a los incorporados una actuación honesta y
sancionar a quienes infrinjan los deberes profesionales. De los 17.000 abogados
inscritos, 810 tienen expediente disciplinario en curso en este momento, lo que
significa un 4.76% de los abogados.
SANTAELLA LÓPEZ manifiesta al respecto: “La dignidad es también un principio
deontológico de carácter general. La dignidad constituye un valor inherente a la
persona humana, que debe ser protegido y respetado. (...) Este principio
deontológico rebasa, en determinadas profesiones especialmente, el ámbito estricto
de la prestación de los servicios profesionales y puede referirse a la propia vida
personal, familiar y social del profesional en cuestión” .

En ese mismo sentido LEGA sostiene que el “El principio de probidad profesional,
a causa de la amplitud de su contenido, se extiende también a la conducta privada
del profesional” , lo anterior se ve reflejado en el hecho de que algunas conductas
privadas como la embriaguez habitual y la drogadicción son causales de
suspensión, según el artículo 84 inciso c. del CM y el artículo 10 inciso 5. de la
LOCA. El principio de dignidad y decoro profesional tienen que ver con la
obligación de los abogados de orientar su conducta profesional de modo que no
resulte dañada su reputación profesional ni la del gremio. Cuando un abogado daña
su conducta compromete con su acción el prestigio y la confianza que el público
tiene en el gremio. “La probidad es lisa y llanamente la honradez. Un profesional,
destinado al servicio de los demás, ha de ser, ante todo, una persona honesta. La
probidad viene a constituir, en esta forma, un compendio de las principales
virtudes morales” (SANTAELLA LÓPEZ) . Es el honeste vivere del Digesto
Justiniano.
LECTURA NUMERO 2

¿Qué es deontología y en qué se distingue de la moral y de la


ética?
Por Dr. Alban Bonilla Sandí

Los términos ética, moral y deontología son confundidos con gran frecuencia, aún
por los especialistas, que, a veces, los usan indistintamente.

Los términos moral y ética tienen solamente un parentesco etimológico en común.


Moral viene del latín mos, moris, que significa costumbre, y ética deriva del griego
ethos, que igualmente significa costumbre . La moral es un conjunto de reglas que
valoran las tradiciones del grupo social (de sus costumbres).
FERRATER MORA sostiene que “las costumbres pueden codificarse en normas. Se
ha discutido si, y hasta qué punto, las costumbres son o no morales” .

No obstante este origen común, moral y ética no han significado lo mismo en


Occidente, pues convencionalmente se les han atribuido diversos significados.

La moral se define como el conjunto de normas que regulan las relaciones de los
seres humanos entre sí, con sus instituciones y con la naturaleza. Desde esta
perspectiva la moral plantea valores, el deber ser. La moral es el conjunto de
obligaciones naturales que se impone el ser humano para convivir. Sus normas
operan por convicción, para ser eficaces requieren que el ser humano las
interiorice. También ocupa un papel importante en su eficacia la presión social. En
ningún caso las normas morales se imponen coactivamente, es decir, por la fuerza
del Estado.
Las normas que se apoyan en la fuerza coactiva del Estado se llaman jurídicas. La
moral y el derecho tienen la misma finalidad: asegurar la convivencia humana.
Pero se imponen de distinta forma. Las normas jurídicas no requieren
interiorizarse, no requieren convicción, pues se imponen por la obra del Estado,
que solo exige su cumplimiento externo. Por ejemplo: al Estado no le interesa si
una persona paga sus impuestos alegremente o refunfuñando (no le interesa su
interiorización), lo que le interesa es que los pague, es decir, para el cumplimiento
de las normas jurídicas basta el cumplimiento puramente exterior, incluso en
contradicción con las convicciones interiores.
No sucede lo mismo con las normas morales, pues cuando no se interiorizan no se
cumplen. A veces, la sociedad, considera que una norma moral debe cumplirse
obligatoriamente, entonces la convierte en jurídica. Por ejemplo, hasta 1974 en
Costa Rica, era una norma moral dar propina en los restaurantes y bares, como una
muestra de agradecimiento por un buen servicio. A partir de 1974 se convirtió en
una norma jurídica, la propina la incluyen en la factura, independientemente de la
calidad del servicio, es decir, de que haya o no motivos de gratitud.
Las normas morales son históricamente anteriores a las jurídicas. Desde que el ser
humano se convirtió en homo sapiens necesitó de normas conscientes de
convivencia, normas morales. Al principio las normas morales fueron muy
elementales, y con el posterior desarrollo de la civilización, la moral se fue
volviendo más compleja. Para que apareciera el derecho fue necesario que
apareciera el Estado. Sin Estado no hay derecho, porque es la institución que
impone el derecho por la fuerza. El Estado apareció cuando, entre otras razones,
algunas normas morales dejaron de ser eficaces y la comunidad consideró
imprescindible que algunas de ellas debían imponerse por la fuerza y para lograrlo
se organizó el Estado.

La ética es posterior a la moral y al derecho. La ética es una parte de la Filosofía, en


consecuencia, apareció con la Filosofía. La ética es la parte de la filosofía que
estudia la moral, por eso la ética se define como la ciencia de la moral, “… se ha
equiparado ‘ética’ a ‘ciencia de las costumbres’ o ‘doctrina de las costumbres’.”
(FERRATER MORA) . FAGOTHEY sostiene que “Si se designa a la ética como una
ciencia, no es, sin duda, en el sentido de las ciencias experimentales, sino de las
ciencias filosóficas” .Por su parte GUTIÉRREZ SÁENZ sostiene que “Ética es:
ciencia que estudia la bondad o maldad de los actos humanos” “La ética es el
estudio de la moral en todas sus diversas manifestaciones” (SKUTCH) .

La ética es una disciplina que tiene como objeto de estudio la moral vigente, sus
principios, su esencia, su desarrollo y las leyes que presiden sus cambios .
Los primeros que hicieron teoría ética fueron los sofistas, en virtud de que
realizaron las primeras reflexiones morales. Sin embargo, el primer tratado de
Ética es la Moral a Nicómaco, de Aristóteles.

Lo anterior plantea diferencias y relaciones entre ética y moral. La moral es


práctica, la ética es teórica. Esto quiere decir que a la moral le interesa que los seres
humanos se comporten de determinada manera: la que la sociedad considera que
la refuerza. Las diferentes sociedades consideran bueno (o virtuoso) lo que las
refuerza, y malo (o vicioso) lo que las debilita. Por eso es que no hay valores
absolutos ni universales, pues cada sociedad, a lo largo de la historia, ha variado el
criterio de bondad o maldad. Solo por razones ideológicas (generalmente
religiosas) se han proclamado valores universales, pero estos planteamientos no se
fundamentan en el comportamiento histórico: la ciencia ha comprobado que
ningún valor ha regido en todas las épocas ni en todos los lugares. OSSORIO habla,
precisamente, de la relatividad de la moral: “Lo que una sociedad de hace cincuenta
años estimaba condenable, la sociedad actual, con el mismo concepto religioso, lo
estima inocente, y viceversa. Justo es, pues, reconocer un margen considerable al
criterio individual que, en esto como en todo, necesita expansión proporcionada a
la responsabilidad que asume. En otros términos, la moral tiene características de
género que todos conocemos y que a todos se nos imponen, y características de
especie en las que entran por mucho la crítica y el albedrío” . Entonces la moral es
relativa, no en el sentido de que sus valores pueden o no adoptarse, sino en el
sentido de que históricamente las sociedades cambian sus percepciones
axiológicas.
Lo que una determinada sociedad, en una determinada época, considera bueno,
constituye su moral y, entonces, esa sociedad espera que las personas se comporten
de acuerdo con ella; es decir, la moral pretende transformar la conducta de los
seres humanos, por eso se dice que es práctica. En cambio la ética no, pues la ética
es teórica, no pretende transformar, sino explicar. En esta dirección BECERRA
sostiene que “La ética es una ciencia teórico-normativa, mientras la moral no
alcanza el nivel de ciencia por ser esencialmente práctica. (...)El objeto de la ética es
fundamentar teóricamente a la moral, mientras que el objeto de la moral es
determinar las normas o reglas que hacen posible la conducta buena.”
El objeto de estudio de la ética es la moral o morales vigentes y los conceptos y
leyes que rigen sus cambios y esencia. La ética, como ciencia, no se identifica con
ninguna moral, pues hace de su objeto de estudio las diferentes morales que han
existido. La ética, como disciplina, comprende tres partes: la axiología, la
normativa y la ética general.

La axiología es la teoría de los valores; la normativa es el estudio de las normas


morales prevalecientes en una determinada sociedad y la ética general es la
discusión sobre el bien y el mal.

Esta diferencia entre lo teórico y lo práctico, permite otra diferencia: la moral es


concreta, la ética es abstracta. Esto quiere decir que los problemas morales
solamente se resuelven en situación, pues están vinculados con actos de voluntad,
mientras que los problemas éticos son abstractos, pues están vinculados con actos
de conocimiento. Hacer el bien es un problema moral; definir el bien es un
problema ético. Decidir (moral), definir (ética). Así las cosas, la moral tiene que ver
con el DEBER SER (valores), o sea, la moral prescribe cómo debe ser la conducta
de los seres humanos; en cambio la ética tiene que ver con el SER de las normas
morales, describe y explica el fenómeno social llamado moral. Por eso la moral usa
lenguaje prescriptivo, mientras las ética usa lenguaje descriptivo. TITARENKO “...
la ética describe la moral, explica la moral y enseña la moral”

Deontología es un término más reciente. Lo creó Jeremy Bentham a mediados del


siglo XIX. Originariamente significó el “estudio o tratado de los deberes”. No
obstante, el término ha adquirido un significado más preciso, en la actualidad se
refiere al estudio de los deberes de una determinada profesión. Así, suele hablarse
de una deontología jurídica o forense, psicológica, médica, etc. Es una ética
aplicada a una profesión, ética aplicada.

En el Seminario sobre Ética Judicial celebrado en 1996 se hizo una caracterización


bastante exacta sobre lo que constituye la deontología :“La deontología opera por
definición en el campo profesional. Es un conjunto de reglas profesionales
sancionadas por una instancia disciplinaria” (LACOSTE) .

BECERRA afirma que “... definimos, pues, la ética profesional o deontología


profesional como el estudio de las reglas o normas de la conducta buena que le
corresponde asumir a una persona o conjunto de personas en el ejercicio de sus
actividades profesionales” . No sin cierta reserva también acepta esta acepción
MENÉNDEZ “Ética profesional o moral profesional, se suele definir como la
“ciencia normativa que estudia los deberes y los derechos de los profesionistas en
cuanto tales. /// Es lo que la pulcritud y refinamiento académico ha bautizado con
el relumbrante nombre de deontología”

Constituye un error conceptual denominar las normas morales que regulan una
determinada profesión como CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL. Debe llamarse
como lo hacía el Colegio de Abogados: Código de Moral del Abogado.
Recientemente, ignorando las normas técnicas, se les ocurrió a los directivos del
Colegio de Abogados denominar a sus normas morales como Código de Deberes
Jurídicos, Morales y Éticos del Profesional en Derecho, lo que es un contrasentido.
Un código de moral es tal, en el tanto procura modificar la conducta de sus
destinatarios y no simplemente explicársela. Si se trata de ser más exactos debería
llamarse Código de Deontología del Abogado, o algo por el estilo.

Hay que entender que la Deontología es precisamente el punto de encuentro entre


la moral y el Derecho ; es decir, que sus normas no son ni puramente jurídicas ni
puramente morales. Por esta razón se hizo necesario el concepto, cuando se superó
la dicotomía derecho-moral. MÁRQUEZ GONZÁLEZ señala que la deontología es
“la ciencia que estudia el conjunto de deberes morales, éticos y jurídicos con que
debe ejercerse una profesión liberal determinada.(...)...con ello implica el código de
conducta bajo el cual tiene obligación de actuar el profesional (...), sin embargo, es
menester acotar que la deontología se nutre de dos vertientes: el derecho y la
moral” . No es que los códigos deontológicos empiezan a existir a partir de
Bentham. Es conocido que los gremios medievales tenían sus normas de conducta.
Lo que se hizo a partir de Benthan fue, dentro del avance de las ciencias jurídico
filosóficas, acuñar un concepto que supera la tradicional dicotomía moral-derecho
como dos realidades excluyentes.

Otro problema asociado a este, es la naturaleza de los códigos. En un sentido


estricto, tampoco son códigos de moral, puesto que su incumplimiento implica
sanciones, no operan por convencimiento como lo hacen las normas morales, sino
que son coercitivas. Sus normas no son, estrictamente hablando, morales, sino, en
cierto sentido, jurídicas, puesto que son códigos dotados de poder sancionatorio.
Lo que sucede en la práctica es que éstos códigos tienen una parte teórica,
programática, introductoria, sobre los deberes profesionales, y una segunda parte
jurídica, sobre el procedimiento y las sanciones por aplicar en caso de
incumplimiento, entonces, son una combinación de normas morales y normas
jurídicas, propiamente, normas deontológicas. Uno de los rasgos de la deontología
es su carácter ejemplarizante, dado que trata de preservar el prestigio del gremio
exigiendo correcta actuación a los profesionales. “Un Código de Ética no tiene
sentido si no va acompañado de un procedimiento rápido y efectivo para lograr
sentencias ejemplificadoras ante las conductas no éticas” (ORIOL) . Una mala
actuación profesional no solo afecta la imagen del mal practicante, sino del gremio
en su conjunto.

BECERRA hace la siguiente síntesis: “Las diferencias, pues, entre la ética, la moral
y la deontología son bien claras y precisas: la ética es una ciencia pura que le da
fundamento a los juicios morales sobre la conducta buena; la moral es el
conocimiento (no es una ciencia) de las reglas y normas que rigen la conducta
buena; y la deontología es el conjunto particular (tampoco es una ciencia) de reglas
y normas que deben cumplir los practicantes de una profesión determinada o los
miembros de cualquier otro grupo social. Dicho más resumidamente: la ética es
una ciencia filosófica, la moral es un conocimiento empírico amplio y la
deontología es la práctica de las reglas morales o de los principios éticos en grupos
específicos” .

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