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En tal sentido, debe reiterar esta Sala que del análisis del expediente no se desprende de
forma alguna que haya sido declarada, en sede administrativa, la nulidad de ese acto de
inscripción y registro de SINTRASANDRO, mucho menos en vía judicial toda vez que ni
siquiera hay evidencia de que dicha sociedad mercantil haya recurrido ante los tribunales de la
República del mencionado acto de inscripción (incluso nada mencionó al respecto en el escrito
recursivo de autos), de lo que se infiere que el mencionado resuelto N° 90-04-00 de fecha 17
de abril de 2000, se encuentra firme y por ende, surtiendo plenos efectos jurídicos.
De acuerdo con las normas antes transcritas, los trabajadores y trabajadoras tienen derecho a
sindicalizarse en la forma en que la Ley regula esa figura.
De tal manera, que no constando -como se analizó precedentemente- en autos que haya sido
anulada en vía administrativa o judicial la inscripción y registro de SINTRASANDRO (resuelto
N° 90-04-00 del 17 de abril de 2000 de la Inspectoría del Trabajo en el Distrito Federal y Estado
Miranda), tal elemento en criterio de esta Sala categóricamente define la condición de
trabajadores de los ciudadanos en cuestión, ya que ese carácter es presupuesto sine qua non
para precisamente poder ser promoventes y adherentes de una organización sindical, lo cual
debe estimarse que en esa oportunidad constató la autoridad administrativa y que,
posteriormente, fungió como premisa fundamental para ordenar, en la providencia aquí
recurrida, el reenganche y pago de los salarios caídos de los mencionados trabajadores.
Como trasluce a su vista, ninguna de las indicadas pruebas es suficiente per se, ni
articulándolas, para enervar la existencia de la relación laboral que se evidencia en el caso de
autos, habida cuenta que no desvirtúan el basamento cardinal de la providencia administrativa
recurrida, relativo a la condición de trabajadores del Grupo de Empresas Sandro de los varias
veces prenombrados ciudadanos, carácter éste que fundamentalmente estaba acreditado con
base -como se vio supra- a que formaban parte del sindicato (SINTRASANDRO) inscrito y
registrado en fecha 17 de abril de 2000, según resuelto N° 90-04-00 emanado del Inspector de
Trabajo en el Distrito Federal y Estado Miranda. “
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Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, titulares de las cédulas de
identidad números 3.145.187, 3.659.135, 4.965.066, 6.259.922, 7.945.628, 8.929.603,
10.895.395, 11.667.808, 12.668.872, 13.697.560, 15.366.316 y 15.616.495,
respectivamente, “por tener interpuesto un procedimiento por ante la Inspectoría del
Trabajo en el Municipio Libertador de reenganche y pago de salarios caídos en contra
del ‘GRUPO DE EMPRESAS SANDRO’ siendo este hecho demostrado por la empresa
accionada (…) no siendo impugnado por los referidos ciudadanos”
Dicha remisión se efectuó en virtud de la apelación ejercida por los referidos
ciudadanos asistidos por el abogado Antonio Rujana Saavedra, inscrito en el
INPREABOGADO bajo el N° 46.221, contra la decisión de fecha 15 de mayo de 2003,
dictada por la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, que declaró con lugar el
recurso contencioso administrativo de nulidad interpuesto conjuntamente con medida
cautelar de suspensión de efectos por la mencionada sociedad mercantil y, en
consecuencia, anuló el acto administrativo impugnado.
En esa misma fecha, los apelantes asistidos por el abogado Antonio Rujana
Saavedra, fundamentaron la apelación interpuesta.
I
ANTECEDENTES
El 26 de noviembre de 2001, los abogados Neptalí Martínez Natera, Juan Carlos
Lander Paruta y Josefina Mata Silva, actuando con el carácter de apoderados judiciales
de la sociedad mercantil Centro de Estética Sandro, C.A., interpusieron ante el Juzgado
Superior Primero en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región Capital, recurso
contencioso administrativo de nulidad conjuntamente con medida cautelar de
suspensión de efectos, contra la Providencia Administrativa N° 68-01, de fecha 5 de
septiembre de 2001, dictada por la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área
Metropolitana de Caracas, que declaró con lugar la solicitud de reenganche y pago de
salarios caídos formulada por los ciudadanos Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar,
María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz, Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa
Mata de García, María Milagros Camacho Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Albertina
Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa
Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez, Yariza Josefina Caña, Elluz
Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar José Valecillo, Lady Dubrasca
García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María N. Cardozo Hernández y
Liliana del C. Consuegra Pérez y, por otra parte, respecto de esa misma solicitud,
consideró excluidos a los ciudadanos Carlos Julio Moreno, Carmen Luisa Madera,
Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros Tovar, Lorenzo
José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha Segura, Yimilay
Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, “por tener interpuesto un
procedimiento por ante la Inspectoría del Trabajo en el Municipio Libertador de
reenganche y pago de salarios caídos en contra del ‘GRUPO DE EMPRESAS
SANDRO’ siendo este hecho demostrado por la empresa accionada (…) no siendo
impugnado por los referidos ciudadanos”
II
DE LA SENTENCIA APELADA
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FUNDAMENTOS DE LA APELACIÓN
Por otra parte, señalaron que la empresa accionante al negar la relación laboral,
la inamovilidad invocada y el despido, lo fundamentó en un hecho concreto “como lo
era la existencia de un contrato civil entre los trabajadores solicitantes y la empresa
reclamada, asimismo la inexistencia del GRUPO DE EMPRESAS SANDRO”, indicando
que correspondía a la accionante asumir la carga probatoria de sus afirmaciones,
“debiendo probarlo, y al no hacerlo se debía tener como cierto los hechos afirmados
por los actores, el cual por lo demás constaba en autos, como lo era su condición de
trabajador, la inamovilidad y el despido, hechos que no fueron desvirtuados por la
empresa en el debate probatorio”.
Como tercer argumento indicaron que “El Magistrado Ponente, en sustento para
anular la providencia administrativa N° 68-01, de fecha 05 de septiembre de 2001,
emanada de la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área Metropolitana de Caracas,
precisó en su motiva, luego de realizar un análisis de las pruebas realizadas por la
Inspectoría del Trabajo respectiva, que las mismas, efectivamente habían limitado el
derecho a la defensa de la empresa reclamada en el procedimiento administrativo, con
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Este aspecto fue negado al considerar que “esta sola prueba no demostró los
hechos para que el funcionario del trabajo tomara su decisión en la providencia
administrativa señalada; pero de ser así, era un deber de la Corte el restablecer en su
conjunto la situación jurídica infringida por la errada actividad administrativa, sin
menoscabar derechos de las partes (…)”, tal y como se ha hecho en otras
oportunidades. Al respecto, la representación de la parte apelante procedió a transcribir
la parte motiva de la decisión N° 1583-2003 dictada por la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo en un caso similar al de autos, en la cual en uno de sus
párrafos se lee: “… esta Corte considera que independientemente que el acto
administrativo emitido por el Inspector del Trabajo (…) fuese anulado (…) no deben ser
perjudicados en momento alguno los derechos del débil jurídico, en este caso, los
trabajadores (…). Por los razonamientos anteriores, esta Corte declara con lugar la
solicitud de reenganche y pago de salarios caídos incoada por los ciudadanos (… )
contra el GRUPO DE EMPRESAS SANDRO, y se ordena en consecuencia el
reenganche de los referidos ciudadanos en los mismos cargos (…)”.
IV
CONTESTACIÓN A LA APELACIÓN
V
PUNTO PREVIO
DE LA COMPETENCIA PARA CONOCER DE LA APELACIÓN
VI
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Siendo la oportunidad para decidir la apelación interpuesta por los ciudadanos
Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar, María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira
Ruiz, Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho
Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido
Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez,
Argenis Pérez, Yariza Josefina Caña, Elluz Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique
Sanoja, Omar José Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de
Bastias, María N. Cardozo Hernández, Liliana del C. Consuegra, Carlos Julio Moreno,
Carmen Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis
Milagros Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa
Jiménez, Bertha Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo
Cruz, esta Sala, una vez analizados tanto los alegatos de las partes como la propia
sentencia sometida a revisión, observa:
En el presente caso, la parte apelante alegó que la decisión dictada por la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo resulta infundada, toda vez que tanto del
expediente administrativo, como de los autos, se desprende que los ciudadanos antes
identificados eran promoventes y estaban afiliados al sindicato denominado
SINTRASANDRO, condición que debió ser apreciada por el órgano jurisdiccional y al no
hacerlo, incurrió en el vicio de falso supuesto.
lo afirmado por los apelantes, argumentando que la decisión proferida por la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo, no incurrió en falso supuesto, toda vez que
“los solicitantes del reenganche no demostraron la legitimidad de ser promoventes o
adherentes del pretendido SINTRASANDRO…”.
De los referidos actos se evidencia que fue autorizada la inscripción del Sindicato
del Grupo de Empresas Sandro (SINTRASANDRO), por haber cumplido con la
normativa legal exigida para ello. En efecto, del estudio del expediente administrativo
pudo constatar la Sala que los apelantes eran promoventes y, en otros casos,
adherentes del referido Sindicato. (Folios 196 y 197 del expediente admin.|strativo, 158
al 159 y 359 al 363 de la pieza de anexos).
Declarada la nulidad del fallo apelado, debe esta Alzada pronunciarse respecto
del fondo controvertido, procediendo a ello en los siguientes términos:
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Que el 26 de julio de 2000, los ciudadanos Ernesto González, Silvia Tovar, María
Mejías, Yreni Oliveira, Juan Pérez, Danesa Mata, Milagros Camacho, Rosa Briceño,
Albertina Zambrano, Arelis Carriedo (sic), Andrés Iztúriz, Lesbia Godoy, Nathalie Vegas,
Argenis Pérez, Yariza Caña, Elluz Dalis, Yetzileth Manrique, Omar Valecillo, Lady
García, Martha Barbosa, María Cardozo y Liliana Consuegra, Carlos Moreno, Carmen
Madera, Keith Escalona, Raquel Hernández, Isis Tovar, Lorenzo Gascón, Ignacio
Carreño, Elsa Jiménez, Bertha Segura, Yimilay Uribe, Mary Ramírez, Altagracia Hirujo,
solicitaron a la Inspectoría del Trabajo del Departamento Libertador (Servicio de Fuero
Sindical), el reenganche y pago de salarios caídos, alegando haber sido despedidos el
día 27 de junio de 2000, por el Grupo de Empresas Sandro, estando amparados por la
inamovilidad prevista en el artículo 450 de la Ley Orgánica del Trabajo, por pertenecer
a la nómina de miembros fundadores del proyecto de “SINDICATO DE
TRABAJADORES DEL GRUPO DE EMPRESAS SANDRO”.
Asimismo expresaron que los ciudadanos Carlos Moreno, Carmen Madera, Kei
Escalona, Raquel Hernández, Isis Tovar, Lorenzo Gascón, Ignacio Carreño, Elsa
Jiménez, Berta Segura, Yimilay Uribe, Mary Ramírez y Altagracia Irujo, “tenían
instaurado por ante la Inspectoría del Trabajo en el Departamento Libertador servicio
de fuero sindical un procedimiento de reenganche y pago de salarios caídos en contra
de nuestra representada interpuesto en fecha 20-03-00”.
Señalaron, que el referido informe no fue promovido por los apelantes, “razón
por la cual no podía la administración solicitarlo a motu propio a uno de sus
funcionarios o en todo caso el funcionario que lo efectuó no podía rendirlo como si se
tratase de una prueba de informes”.
Igualmente, en el fallo citado se dejó sentado que el otro vicio procedimental que
justifica se considere írrito el correspondiente acto administrativo, es la indefensión
grave, esto es: la negativa o imposibilidad total que un administrado se defienda, sea
porque no se le notificó del procedimiento en forma alguna, o porque se le impidió
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A la luz de los principios arriba enunciados, no puede afirmarse que dentro del
procedimiento administrativo a que se contraen las presentes actuaciones, fuere
conculcado gravemente el derecho a la defensa de la recurrente con base en los
motivos por ella invocados, ya que como por ésta fue a su vez admitido, y según se
desprende del expediente administrativo, pudo acceder al expediente, expuso las
razones tanto de hecho como de derecho que consideró pertinentes, y trajo los medios
de prueba que juzgó idóneos para respaldar sus alegatos.
De otra parte, no puede afirmarse que el órgano emisor del acto impugnado
hubiese incurrido en silencio de pruebas, pues a su vista se verifica que fueron
enumerados todos los medios de prueba aportados por la hoy demandante en nulidad,
e incluso considerados como indicios. En este sentido debe precisarse que los medios
probatorios promovidos por la demandante en sede administrativa y analizados por la
autoridad correspondiente, fueron: a) los contratos de arrendamiento celebrados con
los ciudadanos Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz,
Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro,
Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar José
Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María N.
Cardozo Hernández, Liliana del C. Consuegra Pérez, Carlos Julio Moreno, Carmen
Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros
Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha
Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, cuyo objeto
estaba constituido por bienes muebles propiedad del Grupo de Empresas Sandro, C.A.,
específicamente, sillas de peluquería con sus respectivas peinadoras; así como los
contratos de arrendamiento celebrados por los ciudadanos María E. Mejías de Tovar,
Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho
Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Lesbia Rosa Godoy, Yariza Josefina Caña y Elluz
Carlina Dalis Ortíz, con la sociedad mercantil Peluquería Eur, C.A., cuyo objeto estaba
constituido igualmente por sillas de peluquería con sus respectivas peinadoras; b) las
notificaciones practicadas a los citados ciudadanos, mediante las cuales se les puso en
conocimiento de la intención del Grupo de Empresas Sandro de no prorrogar las
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Así las cosas, observa esta Sala, tal como fue señalado en párrafos
precedentes, que el 17 de abril de 2000, según resuelto N° 90-04-00, emanado del
Inspector de Trabajo en el Distrito Federal y Estado Miranda, fue inscrito y registrado el
Sindicato de Trabajadores del Grupo de Empresas Sandro (SINTRASANDRO).
En tal sentido, debe reiterar esta Sala que del análisis del expediente no se
desprende de forma alguna que haya sido declarada, en sede administrativa, la nulidad
de ese acto de inscripción y registro de SINTRASANDRO, mucho menos en vía judicial
toda vez que ni siquiera hay evidencia de que dicha sociedad mercantil haya recurrido
ante los tribunales de la República del mencionado acto de inscripción (incluso nada
mencionó al respecto en el escrito recursivo de autos), de lo que se infiere que el
mencionado resuelto N° 90-04-00 de fecha 17 de abril de 2000, se encuentra firme y
por ende, surtiendo plenos efectos jurídicos.
Vinculado con lo anterior, para la concreta situación de autos valga por otra parte
también mencionar, con relación a la prestación de trabajo en condiciones de fraude o
simulación, que la propia Sala de Casación Social, citando al Profesor OSCAR
HERNÁNDEZ ÁLVAREZ, ha dejado reseñado que:
“(…) El contrato de arrendamiento ha sido frecuentemente utilizado
para encubrir relaciones laborales. En este sentido, puede
registrarse una gran variedad de casos, desde el “arrendamiento de
un vehículo”, por parte de quien en realidad es un conductor
subordinado, hasta el “arrendamiento de una silla” por parte de
un barbero dependiente o el “arrendamiento de sillas y mesas”, por
parte del mesonero que presta servicios a una fuente de soda. El
contrato de cuentas en participación, el mandato y el contrato de
obras, son otras de las figuras que se han utilizado para evadir la
aplicación de las normas laborales (…)”. (Vide. Sentencias de la
Sala de Casación Social Nros. 61 del 16/03/00; 366 del 09/08/00,
103 del 31/05/01 y 552 del 18/09/03).
(Destacado de esta Sala Político-Administrativa).
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Como trasluce a su vista, ninguna de las indicadas pruebas es suficiente per se,
ni articulándolas, para enervar la existencia de la relación laboral que se evidencia en
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Por las razones expuestas, estima esta Sala que la denuncia de violación del
derecho a la defensa efectuada por la parte actora, con fundamento en que la
Administración no valoró las pruebas que promovió en la instancia administrativa, debe
ser desechada, toda vez que de los elementos analizados supra quedó demostrado que
los apelantes tenían la condición de trabajadores al haberse permitido su
sindicalización, lo que determina que la Inspectoría del Trabajo sí estimó
adecuadamente las pruebas que en su conjunto estaban acreditadas en el expediente
administrativo. Así se declara.
VII
DECISIÓN
1.- CON LUGAR el recurso de apelación ejercido por los ciudadanos Ernesto L.
González Padilla, Silvia Tovar, María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz, Juan
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Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho Magallanes,
Rosa Briceño Carrillo, Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E.
Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez,
Yariza Josefina Caña, Elluz Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar
José Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María
N. Cardozo Hernández, Liliana del C. Consuegra Pérez, Carlos Julio Moreno, Carmen
Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros
Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha
Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, contra la
sentencia dictada en fecha 15 de mayo de 2003 dictada por la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo. En consecuencia, se ANULA dicho fallo con arreglo al
dispositivo contenido en el artículo 244 del Código de Procedimiento Civil.
Los Magistrados,
LEVIS IGNACIO ZERPA
HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
Ponent
e
La Secretaria,
SOFÍA YAMILE GUZMÁN
En dieciocho (18) de octubre del año dos mil seis, se publicó y registró la anterior
sentencia bajo el Nº 02285, , la cual no esta firmada por la Magistrada Evelyn
Marrero Ortíz, por no estar presente en la discusión por motivos justificados.
La Secretaria,
SOFÍA YAMILE GUZMÁN