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Relación de Trabajo/Reenganche (Caso.

SINTRASANDRO): La SPA/TSJ declaró en la


sentencia que en vista que no había sido anulado el acto de inscripción de la organización
sindical por alguna autoridad competente, debía entenderse que el mismo tiene efectos y
validez, por lo que en ese caso al ser una condición necesaria ser trabajador para poder
pertenecer a una organización sindical, debía entenderse que los apelantes son trabajadores
de la sociedad mercantil SANDRO, así expresó: “Ahora bien, el cuestionamiento de la
condición de trabajadores de los mencionados ciudadanos que hace la sociedad mercantil
recurrente, es el aspecto nodal del caso de autos, pues ésta considera que su relación jurídica
con aquéllos es netamente civil y no laboral.

En tal sentido, debe reiterar esta Sala que del análisis del expediente no se desprende de
forma alguna que haya sido declarada, en sede administrativa, la nulidad de ese acto de
inscripción y registro de SINTRASANDRO, mucho menos en vía judicial toda vez que ni
siquiera hay evidencia de que dicha sociedad mercantil haya recurrido ante los tribunales de la
República del mencionado acto de inscripción (incluso nada mencionó al respecto en el escrito
recursivo de autos), de lo que se infiere que el mencionado resuelto N° 90-04-00 de fecha 17
de abril de 2000, se encuentra firme y por ende, surtiendo plenos efectos jurídicos.

De acuerdo con las normas antes transcritas, los trabajadores y trabajadoras tienen derecho a
sindicalizarse en la forma en que la Ley regula esa figura.

De tal manera, que no constando -como se analizó precedentemente- en autos que haya sido
anulada en vía administrativa o judicial la inscripción y registro de SINTRASANDRO (resuelto
N° 90-04-00 del 17 de abril de 2000 de la Inspectoría del Trabajo en el Distrito Federal y Estado
Miranda), tal elemento en criterio de esta Sala categóricamente define la condición de
trabajadores de los ciudadanos en cuestión, ya que ese carácter es presupuesto sine qua non
para precisamente poder ser promoventes y adherentes de una organización sindical, lo cual
debe estimarse que en esa oportunidad constató la autoridad administrativa y que,
posteriormente, fungió como premisa fundamental para ordenar, en la providencia aquí
recurrida, el reenganche y pago de los salarios caídos de los mencionados trabajadores.

Con fundamento, en primer lugar, en las decisiones parcialmente transcritas, donde se


evidencia que ante situaciones como la presente ex lege está consagrada una presunción iuris
tantum de la existencia de una relación laboral, con el objeto precisamente de enervar -salvo
prueba en contrario-, verbigracia, las figuras “legales” subverticias a las que en algunas
oportunidades acude el patrono, para tratar de encubrir la presencia de los elementos que
permiten establecer la existencia de un vínculo de carácter laboral, y con ello evadir las
obligaciones que esa relación comporta; así como, en segundo lugar, con base al análisis
preliminarmente efectuado en esta decisión, en función del cual quedó de manifiesta la
condición de trabajadores que ante las autoridades administrativas competentes tienen los aquí
apelantes, al haber quedado acreditados como miembros de SINTRASANDRO, en su calidad
de promoventes, en algunos casos, y de adherentes, en otros; esta Sala debe concluir que en
el caso que se examina, poca relevancia tiene el valor probatorio del informe rendido por la
funcionaria del trabajo, ciudadana Lucila Lozada, en el Acta de fecha 4 de mayo de 2001, toda
vez que:

Como trasluce a su vista, ninguna de las indicadas pruebas es suficiente per se, ni
articulándolas, para enervar la existencia de la relación laboral que se evidencia en el caso de
autos, habida cuenta que no desvirtúan el basamento cardinal de la providencia administrativa
recurrida, relativo a la condición de trabajadores del Grupo de Empresas Sandro de los varias
veces prenombrados ciudadanos, carácter éste que fundamentalmente estaba acreditado con
base -como se vio supra- a que formaban parte del sindicato (SINTRASANDRO) inscrito y
registrado en fecha 17 de abril de 2000, según resuelto N° 90-04-00 emanado del Inspector de
Trabajo en el Distrito Federal y Estado Miranda. “
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MAGISTRADO PONENTE HADEL MOSTAFÁ PAOLINI


EXP. Nº 2003-0996

Adjunto a oficio N° 03-4758-A de fecha 29 de julio de 2003, la Corte Primera de


lo Contencioso Administrativo, remitió a esta Sala Político-Administrativa el expediente
contentivo del recurso contencioso administrativo de nulidad interpuesto conjuntamente
con medida cautelar de suspensión de efectos, por los abogados Neptalí Martínez
Natera, Juan Carlos Lander Paruta y Josefina Mata Silva, inscritos en el
INPREABOGADO bajo los números 950, 46.167 y 69.202, respectivamente, actuando
con el carácter de apoderados judiciales de la sociedad mercantil CENTRO DE
ESTÉTICA SANDRO, C.A., inscrita en el Registro Mercantil II de la Circunscripción
Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, el 7 de junio de 1990, bajo el N° 5, Tomo
84-A Sgdo., contra la Providencia Administrativa N° 68-01, de fecha 5 de septiembre de
2001, dictada por la INSPECTORÍA DEL TRABAJO EN EL ESTE DEL ÁREA
METROPOLITANA DE CARACAS, que declaró con lugar la solicitud de reenganche y
pago de salarios caídos formulada por los ciudadanos Ernesto L. González Padilla,
Silvia Tovar, María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz, Juan Ernesto Pérez
Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho Magallanes, Rosa Briceño
Carrillo, Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E. Iztúriz
Navarro, Lesbia Rosa Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez, Yariza
Josefina Caña, Elluz Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar José
Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María N.
Cardozo Hernández y Liliana del C. Consuegra Pérez, titulares de las cédulas de
identidad números 5.979.760, 6.171.641, 6.255.494, 6.545.681, 6.929.212, 6.976.541,
8.774.689, 8.991.224, 8.994.908, 9.414.45, 9.566.030, 10.818.110, 10.895.395,
11.667.808, 12.668.872, 13.697.560, 14.744.853, 15.616.495, 16.378.132,82.012.962 y
82.256.978, respectivamente, y por otra parte, respecto de esa misma solicitud,
consideró excluidos a los ciudadanos Carlos Julio Moreno, Carmen Luisa Madera,
Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros Tovar, Lorenzo
José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha Segura, Yimilay
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Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, titulares de las cédulas de
identidad números 3.145.187, 3.659.135, 4.965.066, 6.259.922, 7.945.628, 8.929.603,
10.895.395, 11.667.808, 12.668.872, 13.697.560, 15.366.316 y 15.616.495,
respectivamente, “por tener interpuesto un procedimiento por ante la Inspectoría del
Trabajo en el Municipio Libertador de reenganche y pago de salarios caídos en contra
del ‘GRUPO DE EMPRESAS SANDRO’ siendo este hecho demostrado por la empresa
accionada (…) no siendo impugnado por los referidos ciudadanos”
Dicha remisión se efectuó en virtud de la apelación ejercida por los referidos
ciudadanos asistidos por el abogado Antonio Rujana Saavedra, inscrito en el
INPREABOGADO bajo el N° 46.221, contra la decisión de fecha 15 de mayo de 2003,
dictada por la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, que declaró con lugar el
recurso contencioso administrativo de nulidad interpuesto conjuntamente con medida
cautelar de suspensión de efectos por la mencionada sociedad mercantil y, en
consecuencia, anuló el acto administrativo impugnado.

El 12 de agosto de 2003, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al


Magistrado Hadel Mostafá Paolini, acordándose aplicar el procedimiento de segunda
instancia previsto en el Capítulo III del Título V de la entonces vigente Ley Orgánica de
la Corte Suprema de Justicia y se fijó un plazo de diez (10°) días de despacho para
comenzar la relación.

En fecha 3 de septiembre de 2003, comenzó la relación.

En esa misma fecha, los apelantes asistidos por el abogado Antonio Rujana
Saavedra, fundamentaron la apelación interpuesta.

El 16 de septiembre de 2003, el abogado Juan Carlos Lander Paruta, actuando


con el carácter de apoderado judicial de la sociedad mercantil Centro de Estética
Sandro, C.A., dio contestación a la fundamentación de la apelación.
Por diligencia de fecha 25 de septiembre de 2003, los referidos ciudadanos
asistidos por el abogado Antonio Rujana Saavedra, promovieron pruebas.
En esa misma fecha, los ciudadanos anteriormente mencionados otorgaron
poder apud acta a los abogados Antonio Espinoza Prieto y Antonio Rujana Saavedra,
inscritos en el INPREABOGADO bajo los Nos. 1.805 y 46.221, respectivamente.

El 7 de octubre de 2003 la Sala, visto el escrito de promoción de pruebas y


vencido como se encontraba el lapso de oposición a las mismas, ordenó pasar el
expediente al Juzgado de Sustanciación.

Finalizado el lapso probatorio y, en consecuencia, concluida la sustanciación de


la causa, por auto del 20 de mayo de 2004, se acordó el pase del expediente a la Sala.
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El 2 de junio de 2004, se dio cuenta en Sala y se fijó la oportunidad para que


tuviera lugar el acto de informes.

Llegada la oportunidad fijada para el acto de informes, el 8 de julio de 2004,


compareció la representación judicial de los apelantes, y consignó el respectivo escrito.
En esa misma fecha se dijo “VISTOS”.

Mediante sentencia N° 00892 de fecha 22 de julio de julio de 2004, esta Sala


acordó diferir el pronunciamiento respecto a cuál es el Tribunal competente para
conocer en segunda instancia el recurso de nulidad intentado conjuntamente con
medida cautelar de suspensión de efectos.

I
ANTECEDENTES
El 26 de noviembre de 2001, los abogados Neptalí Martínez Natera, Juan Carlos
Lander Paruta y Josefina Mata Silva, actuando con el carácter de apoderados judiciales
de la sociedad mercantil Centro de Estética Sandro, C.A., interpusieron ante el Juzgado
Superior Primero en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región Capital, recurso
contencioso administrativo de nulidad conjuntamente con medida cautelar de
suspensión de efectos, contra la Providencia Administrativa N° 68-01, de fecha 5 de
septiembre de 2001, dictada por la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área
Metropolitana de Caracas, que declaró con lugar la solicitud de reenganche y pago de
salarios caídos formulada por los ciudadanos Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar,
María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz, Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa
Mata de García, María Milagros Camacho Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Albertina
Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa
Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez, Yariza Josefina Caña, Elluz
Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar José Valecillo, Lady Dubrasca
García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María N. Cardozo Hernández y
Liliana del C. Consuegra Pérez y, por otra parte, respecto de esa misma solicitud,
consideró excluidos a los ciudadanos Carlos Julio Moreno, Carmen Luisa Madera,
Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros Tovar, Lorenzo
José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha Segura, Yimilay
Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, “por tener interpuesto un
procedimiento por ante la Inspectoría del Trabajo en el Municipio Libertador de
reenganche y pago de salarios caídos en contra del ‘GRUPO DE EMPRESAS
SANDRO’ siendo este hecho demostrado por la empresa accionada (…) no siendo
impugnado por los referidos ciudadanos”

Sustanciado el proceso en su totalidad, el aludido Juzgado Superior el 29 de


enero de 2003, se declaró incompetente para conocer del presente recurso y declinó la
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competencia en la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, en acatamiento al


criterio sentado por la Sala Constitucional de este Alto Tribunal, mediante el fallo de
fecha 20 de noviembre de 2002, el cual delimitó la competencia de la jurisdicción
contencioso-administrativa para conocer y decidir las impugnaciones de los actos
emanados de las Inspectorías del Trabajo.

Por decisión de fecha 15 de mayo de 2003, y luego de pronunciarse sobre su


competencia para conocer el caso, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo
declaró con lugar la pretensión de nulidad incoada.

Finalmente, mediante diligencia de fecha 11 de junio de 2003, los mencionados


ciudadanos apelaron del citado fallo.

II

DE LA SENTENCIA APELADA

Mediante la decisión apelada, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo,


luego de aceptar la competencia que le fuera declinada por el Juzgado Superior
Primero en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región Capital, declaró con lugar
el recurso de nulidad ejercido por la sociedad mercantil Centro de Estética Sandro,
C.A., contra la Providencia Administrativa N° 68-01 de fecha 5 de septiembre de 2001,
dictada por la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área Metropolitana de Caracas.

En ese sentido, dispuso la decisión apelada lo siguiente:

“Previo a todo pronunciamiento de fondo debe esta Corte referir


que, de acuerdo con el escrito contentivo del presente recurso,
anexo a la solicitud principal la parte recurrente había requerido la
suspensión de los efectos del acto recurrido de conformidad con lo
establecido en el artículo 136 de la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia.
No obstante tal solicitud, mediante auto de fecha 25 de enero de
2002, el Juzgado Superior Primero en lo Civil y Contencioso
Administrativo de la Región Capital admitió el recurso interpuesto y
obvió emitir pronunciamiento acerca de la procedencia o
improcedencia de la medida de suspensión de efectos requerida.
Aunado a lo anterior, observa esta Corte que la parte afectada por
dicha omisión, procedió a continuar con la instrucción de la causa
sin requerir al Tribunal la rectificación del error contenido en el
referido auto de admisión, es decir, sin reiterar su solicitud cautelar.
Al respeto, estima esta Corte que resultaría inútil así como
atentatorio de la tutela judicial efectiva de la parte recurrida adoptar
cualquier medida al respecto, sobre todo considerando la anuencia
de la apoderada judicial de la parte recurrente.
Tomando en cuenta lo anterior, pasa esta Corte a resolver el fondo
del asunto debatido en el presente caso y, a tal efecto se observa:
En primer lugar, alegan los apoderados judiciales de la recurrente
que el acto impugnado lesiona el derecho a la defensa y al debido
proceso de su representada, por cuanto ‘durante el procedimiento
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administrativo dejaron de cumplirse trámites, requisitos y


formalidades necesarias para su validez y eficacia (…)’.
Específicamente, denuncian que la Inspectoría del Trabajo admitió la
solicitud de inspección formulada por la accionante, pero no se indicó
ni fecha ni hora para llevar a cabo la referida inspección; sólo consta
en autos el informe elaborado en fecha 4 de mayo de 2001 dirigido al
Inspector del Trabajo en el Distrito Federal, emitido por la ciudadana
Lucila Lozada en su carácter de funcionaria del trabajo.
Por ese motivo, alegan que ‘la pretendida prueba de inspección no es
tal y menos aún fue evacuada conforme a las disposiciones legales
que la rigen, en consecuencia ningún valor probatorio podía dársele’.
Al respecto, ha establecido esta Corte en reiteradas oportunidades
que las posibilidades que ofrece la garantía de un debido proceso no
sólo están circunscritas al ámbito de una controversia judicial, sino
que esta debe y tiene que ser aplicada a todas las actuaciones
administrativas. Específicamente, su consagración en el artículo 49
de nuestro Texto Fundamental supone, entre otros tópicos, la
prohibición de toda privación o limitación del derecho de defensa
tanto en la vía administrativa como en vía judicial.
…omissis…
Según se desprende de la lectura de la norma parcialmente transcrita
los establecimientos de trabajo pueden ser objeto de visitas por parte
de funcionarios del trabajo o quienes hagan legalmente sus veces, a
los fines de comprobar las condiciones en que los empleados prestan
sus servicios. Así, de conformidad con lo establecido en Parágrafo
Segundo del artículo in commento, los referidos funcionarios gozan
de las más amplias potestades de investigación pudiendo inclusive
llevar a cabo cualquier prueba, investigación o examen que fuere
procedente, si lo considerare necesario para cerciorarse de que las
disposiciones legales se observan cabalmente, así como interrogar a
solas o ante testigos, al patrono o a cualquier miembro del personal.
Todo ello, siempre y cuando se observen las dos formalidades
siguientes: i) que el funcionario de que se trate acredite su identidad y
el carácter con que actúa y, además, ii) que al llegar al sitio objeto de
inspección comunique al patrono, o a quien haga sus veces, el
motivo de su visita.
Observa esta Corte que cursa al folio 282 del expediente
administrativo acta en la cual se deja constancia de lo siguiente:
…omissis…
Al respecto, debe referirse que a los fines de que dicha prueba
surtiera efectos en el procedimiento instruido contra la sociedad
mercantil recurrente, resultaba indispensable que se diera
cumplimiento a las formalidades a que se ha hecho referencia, es
decir, que la funcionaria del trabajo se identificara como tal ante el
encargado del establecimiento donde se realizó la pretendida visita, a
los fines de permitir a la parte contra quien se adujo ejercer su
derecho a contradecir los elementos desfavorables que se pudieren
desprenderse (sic) de este acto, en fin (sic), de ejercer su derecho a
la defensa.
Ahora, visto que la funcionaria del trabajo en cuestión refiere haberse
dirigido ‘como un usuario normal a la administración de la empresa’,
resulta evidente que tal visita se llevó a cabo contraviniendo las
formalidades exigidas por la Ley Orgánica del Trabajo.
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En consecuencia, el acta referida no tenía validez alguna a los


efectos del referido proceso; menos aún podía la Inspectoría del
Trabajo darle valor alguno a dicha prueba, como en efecto lo hizo al
pretender dar por sentado ‘que los reclamantes nunca pudieron
efectuar sus servicios personales en condiciones de independencia y
autonomía, porque se pudo verificar que quien solicita un servicio en
esas peluquerías es conducido a la ‘recepción’ por una persona que
le pregunta ‘que es lo que se va a hacer’ y es en la ‘recepción’ que le
indican cuál de los trabajadores lo atenderá’, elementos éstos que
fueron tomados como indicios, lo cual estaba vedado a esa autoridad
administrativa por cuanto proveían de un instrumento traído al
proceso en contravención a las exigencias de la Ley Orgánica del
Trabajo.
Lo anterior, demuestra que –efectivamente- el derecho a la defensa
del recurrente resultó limitado por parte de la Inspectoría del Trabajo
recurrida, durante la instrucción del procedimiento administrativo
iniciado contra la sociedad mercantil CENTRO DE ESTÉTICA
SANDRO, C.A., configurándose -en consecuencia- el supuesto de
nulidad absoluta a que se contrae el numeral 1°, del artículo 19 de la
Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
Aunado a lo anterior, observa esta Corte que el acto recurrido señala
que ‘la inamovilidad de los reclamantes quedó verificada por este
Despacho y el mismo arrojó que se encuentra inscrito ‘el Sindicato de
Trabajadores del Grupo de Empresas Sandro SINTRASANDRO’, en
fecha 17-04-2000’.
Al respecto observa esta Corte que, en efecto cursa al folio 196 del
expediente oficio N° 90-04-00, de fecha 17 de abril de 2000, emitido
por el Inspector del Trabajo en el (entonces) Distrito Federal
Municipio Libertador mediante el cual ese Despacho ‘acuerda
proceder a la inscripción y registro de la Organización Sindical
denominada: Sindicato de Trabajadores del Grupo de Empresas
Sandro (SINTRASANDRO)’. De lo que, sólo se constata que
SINTRASANDRO se encuentra registrado ante el organismo
competente.
Sin embargo, se estima que ello en nada contribuye a los fines de
establecer si los accionantes gozaban de inamovilidad, por cuanto, a
tal efecto, resultaba indispensable demostrar que los mismos eran
miembros de SINTRASANDRO.
Ahora bien, advierte esta Corte que no consta en las actas del
expediente instrumento alguno del cual se desprenda tal situación, es
decir, que demuestre si los accionantes se encuentran afiliados a
SINTRASANDRO. En consecuencia, no podía el Inspector del
Trabajo considerar como demostrado que los referidos ciudadanos
gozaban de inamovilidad, ya que, tal situación no podía desprenderse
de la sola existencia del Sindicato.
Por tal motivo, debe esta Corte declarar con lugar el presente
recurso, y en consecuencia, se ANULA de (sic) de la providencia
administrativa N° 68-01, de fecha 5 de septiembre de 2001, emanada
de la Inspectoría del Trabajo del Este del Área Metropolitana de
Caracas. Así se decide.”

III
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FUNDAMENTOS DE LA APELACIÓN

En fecha 11 de junio de 2003, los ciudadanos tantas veces mencionados,


asistidos por el abogado Antonio Rujana Saavedra, impugnaron la decisión
parcialmente transcrita, mediante la interposición del recurso de apelación.

El 3 de septiembre de 2003, procedieron a fundamentar dicha apelación y al


efecto expusieron:

Que la motivación de la decisión dictada por la Corte Primera de lo Contencioso


Administrativo, es totalmente infundada, por cuanto se evidencia del procedimiento
administrativo, así como de los autos, “la condición de promoventes y afiliados del
sindicato denominado SINTRASANDRO de los actores: y esa condición debió haber
sido apreciada por el juzgador, y al no hacerlo incurrió en un falso supuesto”.

Con relación a este vicio indicó que la condición de promoventes de un sindicato


en formación de los actores, fue reconocido expresamente por la parte accionada en
su escrito de descargo en la oportunidad de dar respuesta al interrogatorio a que se
refiere el artículo 454 de la Ley Orgánica del Trabajo, “tal como consta en autos y
puede evidenciarse en la providencia administrativa del trabajo; la accionada reconoció
que los actores le prestaban servicio, reconoció igualmente el hecho del despido, y la
existencia de la inamovilidad cuando negó expresando sencillamente con un simple
‘no’ las tres preguntas realizadas por el funcionario del trabajo”.

Señalaron, que en la Providencia Administrativa dictada por el Inspector de


Trabajo, se evidencia que la accionada negó y rechazó que entre los solicitantes y su
representada haya existido contrato de índole laboral, “en razón de lo que existió entre
los referidos solicitantes y CENTRO DE ESTÉTICA SANDRO, C.A., fue un contrato
netamente civil, es decir, un contrato de arrendamiento y el mismo fue rescindido por la
acciona (sic) y previa notificación a los reclamantes…”.

Manifestaron al respecto que la defensa de la accionada no consistió en negar


la inamovilidad de los apelantes y su participación como miembros de una
organización sindical denominada SINTRASANDRO, “fundamentación de la sentencia
recurrida”, sino en que no existía una relación de índole laboral sino un contrato
netamente civil, de “arrendamiento, señalando en su contestación que el mismo había
sido rescindido por su representada”.

Acotaron, que la accionada reconoció que los apelantes mantuvieron relación


con su representada “solamente que, como quiera que esa relación, según su criterio
eran civiles y no laborales, no podrían derivarse de la misma, las inamovilidades
alegadas”.
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Al respecto señalaron que “Esta confesión de la condición de promoventes y


afiliados de la organización sindical SINTRASANDRO, por parte de la empresa, debió
ser apreciada por la recurrida, toda vez que fue producida en su acto fundamental de
descargo como lo era el escrito de contestación a las preguntas contenidas en el
Artículo 454 de la Ley Orgánica del Trabajo”.

Indicaron, que en ningún momento los representantes de la empresa negaron,


en la oportunidad de dar contestación a la solicitud de reenganche y pago de salarios
caídos del grupo de trabajadores, “la condición de afiliados a la organización sindical
denominada SINTRASANDRO, no siendo éste un punto del contradictoria (sic); ya que
el mismo no había sido alegado por los representantes de la empresa al momento de
presentar sus descargos a la solicitud de reenganche y pago de salarios caídos”.

Acotaron, que la sentencia recurrida trae a colación elementos nuevos, los


cuales no fueron considerados por las partes y no guardan relación con las
pretensiones deducidas y a las excepciones o defensas opuestas dentro del
procedimiento administrativo, “con lo cual el Magistrado Ponente sobrepasó sus límites
dentro de los cuales debía sustentar su decisión, debiéndose atener a lo alegado y
probado en autos, y no tomado elementos nuevos para soportar su decisión”, situación
con la cual la referida decisión en su parte motiva incurrió en una de las modalidades
de ultrapetita, “contradiciendo así la norma que contrae el Artículo 12 del Código de
Procedimiento Civil, lo cual vicia de nulidad la sentencia recurrida, conforme lo
establece el artículo 244 del mismo Código de Procedimiento Civil”.

Por otra parte, señalaron que la empresa accionante al negar la relación laboral,
la inamovilidad invocada y el despido, lo fundamentó en un hecho concreto “como lo
era la existencia de un contrato civil entre los trabajadores solicitantes y la empresa
reclamada, asimismo la inexistencia del GRUPO DE EMPRESAS SANDRO”, indicando
que correspondía a la accionante asumir la carga probatoria de sus afirmaciones,
“debiendo probarlo, y al no hacerlo se debía tener como cierto los hechos afirmados
por los actores, el cual por lo demás constaba en autos, como lo era su condición de
trabajador, la inamovilidad y el despido, hechos que no fueron desvirtuados por la
empresa en el debate probatorio”.

Como tercer argumento indicaron que “El Magistrado Ponente, en sustento para
anular la providencia administrativa N° 68-01, de fecha 05 de septiembre de 2001,
emanada de la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área Metropolitana de Caracas,
precisó en su motiva, luego de realizar un análisis de las pruebas realizadas por la
Inspectoría del Trabajo respectiva, que las mismas, efectivamente habían limitado el
derecho a la defensa de la empresa reclamada en el procedimiento administrativo, con
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lo cual determinó que se había configurado el supuesto de nulidad absoluta a que se


contrae el Numeral 1°, del Artículo 19 de la Ley Orgánica del Trabajo”.

Este aspecto fue negado al considerar que “esta sola prueba no demostró los
hechos para que el funcionario del trabajo tomara su decisión en la providencia
administrativa señalada; pero de ser así, era un deber de la Corte el restablecer en su
conjunto la situación jurídica infringida por la errada actividad administrativa, sin
menoscabar derechos de las partes (…)”, tal y como se ha hecho en otras
oportunidades. Al respecto, la representación de la parte apelante procedió a transcribir
la parte motiva de la decisión N° 1583-2003 dictada por la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo en un caso similar al de autos, en la cual en uno de sus
párrafos se lee: “… esta Corte considera que independientemente que el acto
administrativo emitido por el Inspector del Trabajo (…) fuese anulado (…) no deben ser
perjudicados en momento alguno los derechos del débil jurídico, en este caso, los
trabajadores (…). Por los razonamientos anteriores, esta Corte declara con lugar la
solicitud de reenganche y pago de salarios caídos incoada por los ciudadanos (… )
contra el GRUPO DE EMPRESAS SANDRO, y se ordena en consecuencia el
reenganche de los referidos ciudadanos en los mismos cargos (…)”.

Por último, señalaron que es evidente la inamovilidad de la cual gozaban los


trabajadores al momento de su despido, por lo que consideran que es nula la sentencia
dictada por la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo.

IV
CONTESTACIÓN A LA APELACIÓN

El 16 de septiembre de 2003, el apoderado judicial de la sociedad mercantil


Centro de Estética Sandro, C.A., dio contestación a la apelación en los siguientes
términos:

“En cuanto al argumento basado por los apelantes, es bueno hacer


notar que la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, en su
fallo de fecha 15 de mayo de 2003, no incurrió en ningún falso
supuesto, ya que lo que determinó fue el falso supuesto en que se
encontraba incurso el ente administrativo, cuando declaró con lugar
la solicitud de reenganche de los ciudadanos (…), sin cerciorarse
que los mismos eran promoventes del sindicato en formación, como
es señalado en el Recurso Contencioso Administrativo de Nulidad
cuando se indica lo siguiente: ‘…en la providencia administrativa
impugnada se refiere que la inamovilidad invocada por los actores
quedó verificada mediante los informes remitidos por el Inspector del
Trabajo Jefe del Distrito Federal, Municipio Libertador, por medio del
cual se pudo constatar que se encuentra inscrito el SINDICATO DE
TRABAJADORES DEL GRUPO DE EMPRESAS SANDRO
(SINTRASANDRO) en fecha 17-04-00. Al respecto, se puede
constatar que en la información suministrada por el funcionario
encargado para tal informe no se lee que los actores sean
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promoventes para la constitución del Sindicato, limitándose a indicar


solamente sobre: 1) La inscripción del referido sindicato el día 17-
04-00 y 2) que se practicó la notificación de la empresa, en
consecuencia no resulta probado que los referidos reclamantes
gozaran de inamovilidad…’. Como puede apreciarse la Corte
Primera de lo Contencioso, interpretó de manera diáfana lo previsto
en el artículo 450 de la Ley Orgánica del Trabajo, en relación a que
si no constaba de autos que los ciudadanos Carlos Moreno y otros,
era (sic) promoventes o adherentes del sindicato denominado
‘SINTRASANDRO’ no era posible que la Inspectoría del Trabajo
pudiera declarar que los mismos gozaban de inamovilidad y en
consecuencia tuvieran derechos a ser reenganchados, incurriendo
con tal conducta en el vicio de falso supuesto, que fue declarado
acertadamente por la Corte Primera de lo Contencioso
administrativo en fecha 15 de mayo de 2003.
Amén de lo antes señalado es bueno resaltar que la parte apelante
pretende invocar que mi representada no negó la inamovilidad al
momento de contestar la solicitud de reenganche incoada por el
ciudadano Carlos Moreno y otros en contra de mi mandante, y por
ende incurrió en confesión, excediéndose la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo, en los límites para sustentar su
decisión, aduciendo igualmente la parte apelante que el órgano
jurisdiccional se apartó de lo alegado y probado en autos, al
respecto procedo a aclarar que en modo alguno la sentencia de
fecha 15 de mayo de 2003, violentó lo previsto en el artículo 12 del
Código de Procedimiento Civil, ya que mi representada jamás pudo
haber quedado confesa sobre un hecho que sobrevino en el lapso
probatorio, ya que el ente administrativo cuando emitió su decisión
no fue adecuada a lo previsto en el artículo 450 de la Ley Orgánica
del Trabajo, ya que con los elementos que existía de pruebas no se
comprobaba que los solicitantes eran promoventes o adherentes del
pretendido sindicato, por lo tanto de allí es que nace la denuncia del
Falso Supuesto que acertadamente lo decide la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo (…).
…omissis…
En la presente denuncia puede observarse claramente que los
apelantes aceptan el vicio en que incurrió el ente administrativo
cuando expresa lo siguiente: ‘…era un deber de la Corte el
restablecer en su conjunto la situación jurídica infringida por la
errada actividad administrativa…’ lo que ocurre es que aparte del
presente vicio declarado por la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo, relativo a la vulnerabilidad del derecho a la defensa
cercenado a mi mandante, los solicitantes del reenganche no
demostraron la legitimidad de ser promoventes o adherentes del
pretendido sindicato ‘SINTRASANDRO’ no existiendo razonamiento
por parte de los apelantes para indicar que la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo, no tomó en cuenta en forma conjunta
todas las circunstancias del caso, ya que sus denuncias fueron
decididas acertadamente por el órgano jurisdiccional, por lo tanto la
decisión tantas veces mencionada que aquí es objetada, en modo
alguno pudiera en aplicación del artículo 259 de la Constitución
Bolivariana de Venezuela (sic), revertir la cantidad de anomalías y
vicios que afecta el procedimiento instaurado por ante la Inspectoría
del Trabajo en contra de mi representado, el cual fue anulado,
tomándose en consideración todos los aspectos tanto de hecho
como de derecho que en su conjunto rodea el presente caso (…).
Pág. -12-

En cuanto a lo invocado por la parte apelante relativo al fallo de


fecha 20 de mayo de 2003, emanado de la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo (…) dicho fallo fue objeto del
correspondiente recurso de apelación y fue debidamente
formalizada (sic) dicha apelación (…) por lo tanto mal puede la parte
apelante hacer uso de dicho fallo el cual está sometido en la
presente Sala para ser resuelto (…)”.

V
PUNTO PREVIO
DE LA COMPETENCIA PARA CONOCER DE LA APELACIÓN

En el presente caso, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo,


mediante sentencia de fecha 15 de mayo de 2003, se declaró competente para conocer
el recurso de nulidad interpuesto contra la Providencia Administrativa N° 68-01 de fecha
5 de septiembre de 2001, emanada de la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área
Metropolitana de Caracas, que declaró con lugar la solicitud de reenganche y pago de
salarios caídos formulada por los ciudadanos Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar,
María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz, Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa
Mata de García, María Milagros Camacho Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Albertina
Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa
Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez, Yariza Josefina Caña, Elluz
Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar José Valecillo, Lady Dubrasca
García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María N. Cardozo Hernández y
Liliana del C. Consuegra Pérez y, por otra parte, respecto de esa misma solicitud,
consideró excluidos a los ciudadanos Carlos Julio Moreno, Carmen Luisa Madera,
Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros Tovar, Lorenzo
José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha Segura, Yimilay
Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, “por tener interpuesto un
procedimiento por ante la Inspectoría del Trabajo en el Municipio Libertador de
reenganche y pago de salarios caídos en contra del ‘GRUPO DE EMPRESAS
SANDRO’ siendo este hecho demostrado por la empresa accionada (…) no siendo
impugnado por los referidos ciudadanos”

Ahora bien, el criterio de este Máximo Tribunal actualmente vigente en materia


de recursos de nulidad contra actos de Inspectorías del Trabajo, define que esa
competencia corresponde a los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa, y
dentro de ella, particularmente en primera instancia, a los Juzgados Superiores de lo
Contencioso Administrativo Regionales.

No obstante, visto que la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo en el


caso de autos, asumió la competencia con fundamento en la sentencia dictada por la
Pág. -13-

Sala Constitucional de este Máximo Tribunal, el 20 de noviembre de 2002, la cual


atribuía a dicho órgano jurisdiccional la competencia para conocer, en primera instancia,
de los recursos contencioso administrativos de nulidad contra los actos dictados por las
Inspectorías del Trabajo y a esta Sala Político-Administrativa en segunda instancia, este
Órgano Jurisdiccional en aras de garantizar el derecho a la tutela judicial efectiva, la
doble instancia y el principio de celeridad procesal, se atribuye por vía de excepción, la
competencia para conocer y decidir la apelación de la sentencia dictada por la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo en fecha 15 de mayo de 2003. Así se declara.

VI
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Siendo la oportunidad para decidir la apelación interpuesta por los ciudadanos
Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar, María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira
Ruiz, Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho
Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido
Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez,
Argenis Pérez, Yariza Josefina Caña, Elluz Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique
Sanoja, Omar José Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de
Bastias, María N. Cardozo Hernández, Liliana del C. Consuegra, Carlos Julio Moreno,
Carmen Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis
Milagros Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa
Jiménez, Bertha Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo
Cruz, esta Sala, una vez analizados tanto los alegatos de las partes como la propia
sentencia sometida a revisión, observa:

En el presente caso, la parte apelante alegó que la decisión dictada por la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo resulta infundada, toda vez que tanto del
expediente administrativo, como de los autos, se desprende que los ciudadanos antes
identificados eran promoventes y estaban afiliados al sindicato denominado
SINTRASANDRO, condición que debió ser apreciada por el órgano jurisdiccional y al no
hacerlo, incurrió en el vicio de falso supuesto.

Asimismo, indicaron que la defensa de la sociedad mercantil Centro de Estética


Sandro, C.A., no consistió en negar la inamovilidad de los apelantes, ni su participación
como miembros de la referida organización sindical, sino en la inexistencia de una
relación de índole laboral, toda vez que se trataba de un vínculo netamente civil, nacido
de un contrato de arrendamiento.

Por su parte, el apoderado judicial de la sociedad mercantil Centro de Estética


Sandro, C.A., en su escrito de contestación a la fundamentación de la apelación, refutó
Pág. -14-

lo afirmado por los apelantes, argumentando que la decisión proferida por la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo, no incurrió en falso supuesto, toda vez que
“los solicitantes del reenganche no demostraron la legitimidad de ser promoventes o
adherentes del pretendido SINTRASANDRO…”.

Al respecto, el a quo consideró que de autos no se evidenciaba la participación de


los apelantes en el Sindicato del Grupo de Empresas Sandro (SINTRASANDRO),
afirmando que el acto administrativo contenido en el oficio N° 90-04-00 de fecha 17 de
abril del 2000, emanado de la Inspectoría del Trabajo en el Distrito Federal y Estado
Miranda, “en nada contribuye a los fines de establecer si los accionantes gozaban de
inamovilidad”, toda vez que no se demostró “si los accionantes se encuentran afiliados
a SINTRASANDRO.”
Visto lo anterior, la Sala pasa a decidir y al efecto observa:

Consta al folio 374 de la pieza de anexos, boleta de inscripción de fecha 17 de


abril de 2000, emanada de la Inspectoría del Trabajo en el Distrito Federal, Municipio
Libertador, en la cual se expresa:

“El Inspector del Trabajo que suscribe, CERTIFICA que: de


conformidad con el Artículo 425 Título VII de la Ley Orgánica del
Trabajo el ‘SINDICATO DE TRABAJADORES DEL GRUPO DE
EMPRESAS SANDRO (SINTRASANDRO)’, ha remitido a esta
Inspectoría los documentos necesarios para su constitución legal,
los cuales han sido examinados y habiéndose comprobado que
están de acuerdo con las disposiciones de la citada Ley, se
considera legalmente constituido y al efecto se le expide esta
Certificación, quedando inscrito bajo el Nro. 2361, TOMO III FOLIO
216 del Libro respectivo”.
Asimismo, cursa a los folios 196 y 197 del expediente administrativo oficio N° 90-
04-00 de fecha 17 de abril de 2000, emanado del Inspector Jefe del Trabajo en el
Distrito Federal, Municipio Libertador, en el cual, entre otras cosas, se lee lo siguiente:

“Vista la solicitud de inscripción y registro de la organización sindical


SINDICATO DE TRABAJADORES DEL GRUPO DE EMPRESAS
SANDRO (SINTRASANDRO) realizada en fecha 11 de febrero de
2000 (…) y habiéndose estudiado la documentación presentada en
fecha 14 de abril de 2000, y encontrándose conforme este Órgano
Administrativo acuerda proceder a la Inscripción y Registro de la
organización sindical denominada SINDICATO DE TRABAJADORES
DEL GRUPO DE EMPRESAS SANDRO (SINTRASANDRO) cuyos
miembros promoventes son los siguientes: ROSA BRICEÑO
CARRILLO (…), ELSA JIMÉNEZ (…), LESBIA ROSA GODOY (…),
JOSÉ REGULO ACOSTA (…), CARLOS JULIO MORENO (…),
DANESA MATA (…), YANITSA CAÑA (…), AMBAR DE ORTÍZ (…),
YRENI OLIVEIRA (…), RAQUEL VEGA (…), JUAN ALBERTO
ROMERO (…), NATALY VEGA (…), ROSA MARÍA CARRILLO (…),
ANDRÉS ISTÚRIZ (…), ARELYS CARRIEDO (…), ROMELIA
GONZÁLEZ (…), LORENZO GASCÓN (…), KEYTH FELIPE
Pág. -15-

ESCALONA (…), YETZILETH URRIETA (…), ANGÉLICA CARIPA


(…), EDGAR NOVOA (…), ANA MARÍA GONZÁLEZ (…), BERTHA
SEGURA (…), SILVIA TOVAR (…), CARLOS ESTEBAN ADRIANZA
(…), MARTHA BARBOSA (…), YIMILAY URIBE (…), SAMUEL
ROLÓN (…), MILAGROS CAMACHO (…), ROBERTO MEDINA (…),
GLORIA GÓMEZ (…), ISIS M. TOVAR (…), CARMEN MADERA (…),
OMAR VALECILLOS (…), LILIANA CONSUEGRA (…), JOSÉ
CARREÑO (…), LEONOR MÉNDEZ (…), ARGENIS J. PÉREZ (…),
LEIDYS GARCÍA (…), CARMEN YÉPEZ (…), ALTAGRACIA HIRUJO
(…), MARÍA MEJÍAS DE TOVAR (…), MARÍA ANGÉLICA
CALDERÓN DE M. (…), NELSON PERNÍA (…), CARMEN
SANTAELLA (…), FELICIDAD GRANADOS (…), PATRICIA PONCE
(…), CARMEN CAÑAS (…) y ALBERTINA ZAMBRANO (…)”.

De los referidos actos se evidencia que fue autorizada la inscripción del Sindicato
del Grupo de Empresas Sandro (SINTRASANDRO), por haber cumplido con la
normativa legal exigida para ello. En efecto, del estudio del expediente administrativo
pudo constatar la Sala que los apelantes eran promoventes y, en otros casos,
adherentes del referido Sindicato. (Folios 196 y 197 del expediente admin.|strativo, 158
al 159 y 359 al 363 de la pieza de anexos).

Adicionalmente es preciso establecer, con particular importancia, que de acuerdo


a lo acreditado en autos esos actos gozan de plena eficacia jurídica y, por tanto,
despliegan todos sus efectos legales, toda vez que no existe evidencia alguna en el
expediente relativa a que haya sido declarada su nulidad, en vía administrativa o
judicial, no obstante que frente a ellos -según también consta en autos- la sociedad
mercantil Centro de Estética Sandro, C.A., ejerció los correspondientes recursos en
sede administrativa.

Así las cosas, se observa que la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo


erró al considerar insuficiente los referidos actos administrativos a los fines de
demostrar la condición de los apelantes como miembros del referido del Sindicato, toda
vez que, por el contrario, evidentemente sí resultan suficientes para demostrar esa
condición y, de suyo, el carácter de trabajadores que aquéllos tenían en la mencionada
sociedad mercantil.
Vista la errada valoración en que incurrió el a quo, queda de manifiesto el vicio
de falso supuesto en el fallo objeto de apelación, cuya nulidad en consecuencia declara
esta Sala, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 244 del Código de
Procedimiento Civil, en concordancia con lo establecido en el artículo 243 ordinal 5
eiusdem. Así se decide.

Declarada la nulidad del fallo apelado, debe esta Alzada pronunciarse respecto
del fondo controvertido, procediendo a ello en los siguientes términos:
Pág. -16-

Acude la representación de la sociedad de comercio recurrente a demandar la


nulidad del acto administrativo N° 68-01 de fecha 5 de septiembre de 2001, dictado por
la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área Metropolitana de Caracas, que declaró
con lugar la solicitud de reenganche y pago de salarios caídos incoada por los
ciudadanos Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar, María E. Mejías de Tovar, Yreni
M. Oliveira Ruiz, Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros
Camacho Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C.
Garrido Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa Godoy, Nathalie M. Vegas
Rodríguez, Argenis Pérez, Yariza Josefina Caña, Elluz Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O.
Manrique Sanoja, Omar José Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia
Barbosa de Bastias, María N. Cardozo Hernández y Liliana del C. Consuegra Pérez y
por otra parte, respecto de esa misma solicitud, consideró excluidos a los ciudadanos
Carlos Julio Moreno, Carmen Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M.
Hernández, Isis Milagros Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño
López, Elsa Jiménez, Bertha Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y
Altagracia Hirujo Cruz, “por tener interpuesto un procedimiento por ante la Inspectoría
del Trabajo en el Municipio Libertador de reenganche y pago de salarios caídos en
contra del ‘GRUPO DE EMPRESAS SANDRO’ siendo este hecho demostrado por la
empresa accionada (…) no siendo impugnado por los referidos ciudadanos”. A tal
efecto alegó la parte actora, lo siguiente:

Que el 26 de julio de 2000, los ciudadanos Ernesto González, Silvia Tovar, María
Mejías, Yreni Oliveira, Juan Pérez, Danesa Mata, Milagros Camacho, Rosa Briceño,
Albertina Zambrano, Arelis Carriedo (sic), Andrés Iztúriz, Lesbia Godoy, Nathalie Vegas,
Argenis Pérez, Yariza Caña, Elluz Dalis, Yetzileth Manrique, Omar Valecillo, Lady
García, Martha Barbosa, María Cardozo y Liliana Consuegra, Carlos Moreno, Carmen
Madera, Keith Escalona, Raquel Hernández, Isis Tovar, Lorenzo Gascón, Ignacio
Carreño, Elsa Jiménez, Bertha Segura, Yimilay Uribe, Mary Ramírez, Altagracia Hirujo,
solicitaron a la Inspectoría del Trabajo del Departamento Libertador (Servicio de Fuero
Sindical), el reenganche y pago de salarios caídos, alegando haber sido despedidos el
día 27 de junio de 2000, por el Grupo de Empresas Sandro, estando amparados por la
inamovilidad prevista en el artículo 450 de la Ley Orgánica del Trabajo, por pertenecer
a la nómina de miembros fundadores del proyecto de “SINDICATO DE
TRABAJADORES DEL GRUPO DE EMPRESAS SANDRO”.

Indicaron que esa solicitud fue contestada por su representada (Centro de


Estética Sandro, C.A.) el 8 de febrero de 2001, negando tanto la existencia de la
relación laboral, como el despido y la inamovilidad alegada por los actores, con
fundamento en que los solicitantes eran sólo un grupo de arrendatarios de bienes
Pág. -17-

muebles propiedad de la sociedad mercantil en referencia, quienes se atribuyeron


ilegalmente la condición de trabajadores.

Asimismo expresaron que los ciudadanos Carlos Moreno, Carmen Madera, Kei
Escalona, Raquel Hernández, Isis Tovar, Lorenzo Gascón, Ignacio Carreño, Elsa
Jiménez, Berta Segura, Yimilay Uribe, Mary Ramírez y Altagracia Irujo, “tenían
instaurado por ante la Inspectoría del Trabajo en el Departamento Libertador servicio
de fuero sindical un procedimiento de reenganche y pago de salarios caídos en contra
de nuestra representada interpuesto en fecha 20-03-00”.

Acotaron, que en fecha 5 de septiembre de 2001, la Inspectoría del Trabajo del


Este del Área Metropolitana de Caracas, declaró “‘Con Lugar’ la solicitud de
reenganche y pago de salarios caídos”.

Por su parte, la Inspectoría del Trabajo en el Este del Área Metropolitana de


Caracas, dispuso en la Providencia Administrativa impugnada, entre otras cosas lo
siguiente:

- Que los reclamantes ejecutaban personalmente las labores de estilistas y que


la prestación de esos servicios no quedó desvirtuada por los contratos de
arrendamiento suscritos por ambas partes, subsistiendo entonces, pese a la existencia
o inexistencia de las referidas convenciones contractuales de arrendamiento, los
elementos de la relación de trabajo, a saber: i) prestación personal del servicio, ii) la
labor por cuenta ajena y iii) la subordinación.

- Que la subordinación fue constatada a través de la prueba de informes


practicada por la Dirección de Inspección y Condiciones de Trabajo, pues se dejó
constancia que a las personas que laboran en la empresa actora se les exige el uso de
uniformes.

- Que a través de la mencionada prueba de informes, se pudo constatar


igualmente que los reclamantes nunca efectuaron sus servicios personales en
condiciones de independencia y autonomía, pues quien solicita un servicio en esas
peluquerías es conducido a la recepción, donde es informado de cuál trabajador o
trabajadora le atenderá; que asimismo se verificó que los servicios son cancelados
directamente por caja.

- Que en virtud de lo expuesto, existían “indicios graves, concordantes y


convergentes entre sí”, conforme a lo previsto en el artículo 510 del Código de
Procedimiento Civil, que demostraban que los reclamantes ostentaban la condición de
“trabajadores del ‘GRUPO DE EMPRESAS SANDRO’”.
Pág. -18-

- Que la inamovilidad de los reclamantes quedó “verificada por [ese] Despacho y


el mismo arrojó que se encuentra inscrito el ‘Sindicato de Trabajadores del Grupo de
Empresas Sandro (SINTRASANDRO)’ en fecha 17-04-2000. En tanto que los
reclamantes fueron despedidos en fecha 27-06-2000, bajo la forma ‘de no prorrogar los
contratos de arrendamiento’, observándose que para esa fecha, ya la empresa
accionada había sido notificada el 17-02-2000, del deseo de un grupo de trabajadores
de constituir un sindicato”.

Con base a lo anterior, y dentro de ello primordialmente con fundamento a lo


indicado en el párrafo precedente, la autoridad administrativa consideró írrito el despido
de los solicitantes, por cuanto acaeció cuando los reclamantes se encontraban
amparados por la inamovilidad prevista en el artículo 450 de la Ley Orgánica del
Trabajo, declarando en consecuencia “con lugar” la solicitud de reenganche y pago de
salarios caídos del grupo de trabajadores identificados previamente; con relación al otro
grupo de trabajadores, la autoridad administrativa los excluyó de ese procedimiento,
“por tener interpuesto [otro] procedimiento por ante la Inspectoría del Trabajo en el
Municipio Libertador de reenganche y pago de salarios caídos en contra del ‘GRUPO
DE EMPRESAS SANDRO’”.

Ahora bien, frente a ese pronunciamiento la parte actora denuncia la violación de


su derecho a la defensa, de una parte, porque -según afirma- la Administración dejó de
valorar elementos probatorios invocados y promovidos por ella y, de otra, porque se
infringieron reglas valorativas de pruebas al practicar la inspección administrativa
promovida por los reclamantes.

En tal sentido, manifiesta que en el acto impugnado la Administración, luego de


enumerarlas, se limitó a señalar que apreciaba favorablemente las pruebas
presentadas por el patrono como indicios de los hechos alegados, por no haber sido
atacadas o impugnadas por los solicitantes (léase, los trabajadores); lo cual a juicio de
la representación de la sociedad mercantil recurrente en nulidad, fue un desacierto de
la Inspectoría del Trabajo, pues las pruebas debieron ser analizadas individualmente, y
al no hacerse de ese modo se vició el acto por silencio de pruebas.

Asimismo, denunció que se cometieron irregularidades al practicar la inspección


administrativa solicitada por los trabajadores reclamantes, a objeto de dejar constancia
“de si en [ese] local [Edificio Humboldt, PB] continúa funcionando la empresa CENTRO
DE ESTÉTICA SANDRO, C.A., cuál empresa se encuentra actualmente dentro de este
establecimiento y si pertenece al grupo de empresas que forman parte del holding
denominado grupo empresas Sandro”.

Al efecto, adujeron que en el auto mediante el cual se admitieron las pruebas, el


Pág. -19-

órgano administrativo ordenó “practíquese la inspección administrativa solicitada”, sin


indicar la fecha y la hora en la cual sería practicada; y que luego, no consta en autos
más que un “informe” dirigido al Inspector del Trabajo en el Distrito Federal, rendido por
una funcionaria del trabajo, que actuó como “espía” dentro de las instalaciones de las
empresas Centro de Estética Sandro, C.A., haciéndose pasar por cliente de dichos
comercios, cercenando la posibilidad que su representada pudiera controlar la prueba,
colocándola en total estado de indefensión.

Señalaron, que el referido informe no fue promovido por los apelantes, “razón
por la cual no podía la administración solicitarlo a motu propio a uno de sus
funcionarios o en todo caso el funcionario que lo efectuó no podía rendirlo como si se
tratase de una prueba de informes”.

Analizadas las anteriores denuncias, debe señalarse en cuanto a los vicios


procedimentales que pueden determinar la nulidad de un acto administrativo, que esta
Sala en un caso similar al de autos (ver Sentencia N° 00779 de fecha 22 de marzo de
2006, caso Samuel Sequeda Rolón y José Régulo Acosta vs. Centro de Estética
Sandro, C.A.), dejó establecido entre otras cosas lo siguiente:

“…en los procedimientos administrativos los vicios procedimentales


que determinan la nulidad de los actos definitivos y de todo lo
actuado, son el incumplimiento total del trámite establecido y la
lesión grave del derecho de defensa; de modo que si durante el
procedimiento se cumplieron los actos y los interesados fueron
notificados, teniendo la oportunidad de intervenir y participar,
alegando y probando, no puede decirse que procede anular el
procedimiento y el acto definitivo. Así, en materia administrativa si
se alcanzó el fin perseguido por la Ley, respetándose los
derechos de los administrados, la reposición, que es un remedio
procesal de carácter formal propio de los juicios, puede resultar
en los procedimientos administrativos perjudicial. Por ello, en
estos procedimientos no opera rigurosamente la teoría de las
nulidades procesales formales, a que se refiere el Capítulo III del
Título IV del Libro Primero Código de Procedimiento Civil.
Asimismo, es menester destacar que conforme al numeral 4 del
artículo 19 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, el
vicio procedimental que acarrea la nulidad absoluta, no sólo del acto
definitivo sino de todo lo actuado, es el incumplimiento total del
procedimiento y no del incumplimiento parcial del mismo. Incluso,
conforme al artículo 81 eiusdem, este vicio sería convalidable por la
propia Administración”. (Resaltado de la Sala).

Igualmente, en el fallo citado se dejó sentado que el otro vicio procedimental que
justifica se considere írrito el correspondiente acto administrativo, es la indefensión
grave, esto es: la negativa o imposibilidad total que un administrado se defienda, sea
porque no se le notificó del procedimiento en forma alguna, o porque se le impidió
Pág. -20-

ejercer su derecho a defenderse, negándosele las pruebas o el acceso al expediente.


Derecho cuya violación debe sancionarse con la nulidad absoluta del acto que la
expresa, de conformidad con lo establecido en los artículos 68 y 46 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, en concordancia con el numeral 1 del
artículo 19 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, toda vez que se trata
de un derecho y garantía constitucional que debe respetarse en cualquier
procedimiento, judicial o administrativo.

A la luz de los principios arriba enunciados, no puede afirmarse que dentro del
procedimiento administrativo a que se contraen las presentes actuaciones, fuere
conculcado gravemente el derecho a la defensa de la recurrente con base en los
motivos por ella invocados, ya que como por ésta fue a su vez admitido, y según se
desprende del expediente administrativo, pudo acceder al expediente, expuso las
razones tanto de hecho como de derecho que consideró pertinentes, y trajo los medios
de prueba que juzgó idóneos para respaldar sus alegatos.

De otra parte, no puede afirmarse que el órgano emisor del acto impugnado
hubiese incurrido en silencio de pruebas, pues a su vista se verifica que fueron
enumerados todos los medios de prueba aportados por la hoy demandante en nulidad,
e incluso considerados como indicios. En este sentido debe precisarse que los medios
probatorios promovidos por la demandante en sede administrativa y analizados por la
autoridad correspondiente, fueron: a) los contratos de arrendamiento celebrados con
los ciudadanos Ernesto L. González Padilla, Silvia Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz,
Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E. Iztúriz Navarro,
Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar José
Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María N.
Cardozo Hernández, Liliana del C. Consuegra Pérez, Carlos Julio Moreno, Carmen
Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros
Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha
Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, cuyo objeto
estaba constituido por bienes muebles propiedad del Grupo de Empresas Sandro, C.A.,
específicamente, sillas de peluquería con sus respectivas peinadoras; así como los
contratos de arrendamiento celebrados por los ciudadanos María E. Mejías de Tovar,
Juan Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho
Magallanes, Rosa Briceño Carrillo, Lesbia Rosa Godoy, Yariza Josefina Caña y Elluz
Carlina Dalis Ortíz, con la sociedad mercantil Peluquería Eur, C.A., cuyo objeto estaba
constituido igualmente por sillas de peluquería con sus respectivas peinadoras; b) las
notificaciones practicadas a los citados ciudadanos, mediante las cuales se les puso en
conocimiento de la intención del Grupo de Empresas Sandro de no prorrogar las
Pág. -21-

aludidas convenciones contractuales (Folios 49 al 176 de la primera pieza del


expediente administrativo); c) copia de la sentencia dictada por el Juzgado Superior
Segundo del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas,
de fecha 13 de junio de 2000, mediante la cual se declaró la inadmisibilidad del amparo
constitucional solicitado, entre otros, por los ciudadanos antes mencionados, con
motivo del despido que dijeron haber sido objeto (Folios 179 al 190 de la misma pieza);
d) copia del escrito de oposición a la inscripción del Sindicato de Trabajadores del
Grupo de Empresas Sandro, presentado por la parte actora ante la Inspectoría del
Trabajo en el Municipio Libertador del Distrito Federal (Folios 193 al 195); y e) copias
de los recursos de reconsideración y jerárquico, ejercidos por la sociedad de comercio
demandante, contra el acto mediante el cual se ordenó la inscripción de la aludida
organización sindical. (Folios 198 al 201 y 207 al 210 de la primera pieza
administrativa).

Ahora bien, el cuestionamiento de la condición de trabajadores de los


mencionados ciudadanos que hace la sociedad mercantil recurrente, es el aspecto
nodal del caso de autos, pues ésta considera que su relación jurídica con aquéllos es
netamente civil y no laboral.

Así las cosas, observa esta Sala, tal como fue señalado en párrafos
precedentes, que el 17 de abril de 2000, según resuelto N° 90-04-00, emanado del
Inspector de Trabajo en el Distrito Federal y Estado Miranda, fue inscrito y registrado el
Sindicato de Trabajadores del Grupo de Empresas Sandro (SINTRASANDRO).

Asimismo, se constata que contra dicha inscripción fue ejercido recurso de


reconsideración por la representación judicial de la sociedad mercantil Centro de
Estética Sandro, C.A., ante el Inspector del Trabajo del Distrito Federal y Estado
Miranda y, ante el silencio administrativo, ejerció recurso jerárquico ante el Ministro del
Trabajo, el cual tampoco se evidencia haya dado respuesta.

En tal sentido, debe reiterar esta Sala que del análisis del expediente no se
desprende de forma alguna que haya sido declarada, en sede administrativa, la nulidad
de ese acto de inscripción y registro de SINTRASANDRO, mucho menos en vía judicial
toda vez que ni siquiera hay evidencia de que dicha sociedad mercantil haya recurrido
ante los tribunales de la República del mencionado acto de inscripción (incluso nada
mencionó al respecto en el escrito recursivo de autos), de lo que se infiere que el
mencionado resuelto N° 90-04-00 de fecha 17 de abril de 2000, se encuentra firme y
por ende, surtiendo plenos efectos jurídicos.

Siendo ello así, debe precisarse que el artículo 95 de la Constitución de la


República Bolivariana de Venezuela, dispone lo siguiente:
Pág. -22-

“Los trabajadores y las trabajadoras, sin distinción alguna y sin


necesidad de autorización previa, tienen derecho a constituir
libremente las organizaciones sindicales que estimen convenientes
para la mejor defensa de sus derechos e intereses, así como a
afiliarse o no a ellas, de conformidad con la Ley. Estas
organizaciones no están sujetas a intervención, suspensión o
disolución administrativa. Los trabajadores y trabajadoras están
protegidos y protegidas contra todo acto de discriminación o de
injerencia contrario al ejercicio de este derecho. Los promotores o
promotoras y los o las integrantes de las directivas de las
organizaciones sindicales gozarán de inamovilidad laboral durante
el tiempo y en las condiciones que se requieran para el ejercicio de
sus funciones.
Para el ejercicio de la democracia sindical, los estatutos y
reglamentos de las organizaciones sindicales establecerán la
alternabilidad de los y las integrantes de las directivas y
representantes mediante el sufragio universal, directo y secreto.
Los y las integrantes de las directivas y representantes sindicales
que abusen de los beneficios derivados de la libertad sindical para
su lucro o interés personal, serán sancionados o sancionadas de
conformidad con la ley. Los y las integrantes de las directivas de las
organizaciones sindicales estarán obligados u obligadas a hacer
declaración jurada de bienes”
Por su parte, el artículo 450 de la Ley Orgánica del Trabajo, establece que:

“La notificación formal que cualquier número de trabajadores,


suficiente para constituir un sindicato, haga al Inspector del Trabajo
de la jurisdicción de su propósito de organizar un sindicato, coloca a
los firmantes de dicha notificación bajo la protección especial del
Estado. En consecuencia, desde la fecha de la notificación hasta la
de la inscripción del sindicato gozarán de inamovilidad. El Inspector
notificará al patrono o patronos interesados el propósito de los
trabajadores de constituir el sindicato. La falta de notificación
acarreará al funcionario Inspector responsabilidad, de acuerdo con
el artículo 636 de esta Ley, pero no afectará el derecho de los
trabajadores a la inamovilidad. Esta durará desde la notificación
hasta diez (10) días continuos después de la fecha en que se haga
o se niegue el registro del sindicato. La solicitud formal de registro
del sindicato y la presentación de los documentos constitutivos
tendrá que hacerse en un plazo no mayor de treinta (30) días
continuos a partir de la fecha en que se haya informado al Inspector
del propósito de constituir el sindicato. El lapso total de inamovilidad
no podrá exceder de tres (3) meses. Los trabajadores que se
adhieran a un sindicato en formación, gozarán también de
inamovilidad a partir de la fecha en que notifiquen al Inspector su
adhesión”.

De acuerdo con las normas antes transcritas, los trabajadores y trabajadoras


tienen derecho a sindicalizarse en la forma en que la Ley regula esa figura.

De tal manera, que no constando -como se analizó precedentemente- en autos


que haya sido anulada en vía administrativa o judicial la inscripción y registro de
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SINTRASANDRO (resuelto N° 90-04-00 del 17 de abril de 2000 de la Inspectoría del


Trabajo en el Distrito Federal y Estado Miranda), tal elemento en criterio de esta Sala
categóricamente define la condición de trabajadores de los ciudadanos en cuestión, ya
que ese carácter es presupuesto sine qua non para precisamente poder ser
promoventes y adherentes de una organización sindical, lo cual debe estimarse que en
esa oportunidad constató la autoridad administrativa y que, posteriormente, fungió
como premisa fundamental para ordenar, en la providencia aquí recurrida, el
reenganche y pago de los salarios caídos de los mencionados trabajadores.

En efecto, de la providencia objeto de este recurso de nulidad se constata que la


inamovilidad de los reclamantes quedó: “verificada por [ese] Despacho y el mismo
arrojó que se encuentra inscrito el ‘Sindicato de Trabajadores del Grupo de Empresas
Sandro (SINTRASANDRO)’ en fecha 17-04-2000. En tanto que los reclamantes fueron
despedidos en fecha 27-06-2000, bajo la forma ‘de no prorrogar los contratos de
arrendamiento’, observándose que para esa fecha, ya la empresa accionada había
sido notificada el 17-02-2000, del deseo de un grupo de trabajadores de constituir un
sindicato”.

Adicionalmente, a los fines de ahondar aún más sobre la condición de


trabajadores de los apelantes, es importante señalar que este Máximo Tribunal ha
sostenido respecto de la determinación de una relación laboral lo siguiente:

“A fin de determinar la existencia de una relación de trabajo el


legislador consideró que ante las dificultades probatorias que
normalmente surgen en los procesos laborales, era necesario
establecer, por política procesal, un conjunto de presunciones
legales para proteger al trabajador, quien es el débil jurídico en la
relación obrero-patronal, en consideración, además del hecho
generalmente aceptado, de que es el patrón la persona que tiene en
su poder la posibilidad de probar no muchos, sino todos los
extremos que normalmente deben concurrir para determinar la
existencia de una relación de trabajo.

Entre este conjunto de presunciones legales se encuentran las


establecidas en los artículos 65, 66, 129 y 132 de la Ley Orgánica
del Trabajo, entre otras, y su finalidad es revertir dentro y fuera de
juicio, la desigualdad económica entre los sujetos de la relación.

Por estos motivos dispone el artículo 65 de la Ley Orgánica del


Trabajo que: ‘Se presumirá la existencia de una relación de trabajo
entre quien preste un servicio personal y quien lo reciba. Se
exceptuarán aquellos casos en los cuales, por razones de orden
ético o de interés social, se presten servicios a instituciones sin fines
de lucro con propósitos distintos de los de la relación laboral’,
presunción legal ésta que permite, partiendo de las consecuencias
de un hecho conocido, la prestación de un servicio personal,
establecer un hecho desconocido, la existencia de una relación de
trabajo.
Pág. -24-

Es principio probatorio que sólo se prueban los hechos


controvertidos, máxima que se deduce de la interpretación
concordada de los artículos 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y
de Procedimiento del Trabajo y 397 del Código de Procedimiento
Civil, disposición ésta última de derecho procesal común que resulta
aplicable al caso de autos, no obstante su especialidad.

Por otra parte, de acuerdo con el artículo 506 del Código de


Procedimiento Civil, las partes tienen la carga de probar sus
respectivas afirmaciones de hecho, regla que tiene varias
excepciones, una de las cuales exime de prueba los hechos
presumidos por la ley, pues la presunción legal dispensa de toda
prueba a quien la tiene a su favor, en conformidad con lo dispuesto
en el artículo 1.397 del Código Civil, porque una vez demostrado el
hecho constitutivo de la presunción, en el caso concreto la
prestación de un servicio personal a un sujeto no comprendido
dentro de las excepciones establecidas en el único aparte del citado
artículo 65, se debe establecer la consecuencia que deriva de la
norma jurídica que consagra tal presunción, a saber, la existencia de
una relación de trabajo, la cual por mandato legal expreso, se tiene
por plenamente probada, salvo prueba plena en contrario, es decir,
que el juez debe tener por probado fuera de otra consideración la
existencia de una relación de trabajo, con todas sus características,
tales como el desempeño de la labor por cuenta ajena, la
subordinación y el salario. Se trata de una presunción iuris tantum,
por consiguiente, admite prueba en contrario, y el pretendido
patrono puede, en el caso, alegar y demostrar la existencia de un
hecho o conjunto de hechos que permitan desvirtuar la existencia de
la relación laboral, por no cumplirse alguna de las condiciones de
existencia, tales como la labor por cuenta ajena, la subordinación o
el salario y como consecuencia lógica, impedir su aplicabilidad al
caso concreto”. (Sentencia de fecha 31 de mayo de 2001, Sala de
Casación Social, caso Enrique José Rondón y otros vs. Distribuidora
Polar, S.A. (DIPOSA).

Vinculado con lo anterior, para la concreta situación de autos valga por otra parte
también mencionar, con relación a la prestación de trabajo en condiciones de fraude o
simulación, que la propia Sala de Casación Social, citando al Profesor OSCAR
HERNÁNDEZ ÁLVAREZ, ha dejado reseñado que:
“(…) El contrato de arrendamiento ha sido frecuentemente utilizado
para encubrir relaciones laborales. En este sentido, puede
registrarse una gran variedad de casos, desde el “arrendamiento de
un vehículo”, por parte de quien en realidad es un conductor
subordinado, hasta el “arrendamiento de una silla” por parte de
un barbero dependiente o el “arrendamiento de sillas y mesas”, por
parte del mesonero que presta servicios a una fuente de soda. El
contrato de cuentas en participación, el mandato y el contrato de
obras, son otras de las figuras que se han utilizado para evadir la
aplicación de las normas laborales (…)”. (Vide. Sentencias de la
Sala de Casación Social Nros. 61 del 16/03/00; 366 del 09/08/00,
103 del 31/05/01 y 552 del 18/09/03).
(Destacado de esta Sala Político-Administrativa).
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Con fundamento, en primer lugar, en las decisiones parcialmente transcritas,


donde se evidencia que ante situaciones como la presente ex lege está consagrada
una presunción iuris tantum de la existencia de una relación laboral, con el objeto
precisamente de enervar -salvo prueba en contrario-, verbigracia, las figuras “legales”
subverticias a las que en algunas oportunidades acude el patrono, para tratar de
encubrir la presencia de los elementos que permiten establecer la existencia de un
vínculo de carácter laboral, y con ello evadir las obligaciones que esa relación
comporta; así como, en segundo lugar, con base al análisis preliminarmente efectuado
en esta decisión, en función del cual quedó de manifiesta la condición de trabajadores
que ante las autoridades administrativas competentes tienen los aquí apelantes, al
haber quedado acreditados como miembros de SINTRASANDRO, en su calidad de
promoventes, en algunos casos, y de adherentes, en otros; esta Sala debe concluir
que en el caso que se examina, poca relevancia tiene el valor probatorio del informe
rendido por la funcionaria del trabajo, ciudadana Lucila Lozada, en el Acta de fecha 4
de mayo de 2001, toda vez que:

i) En definitiva lo que llevó a la autoridad administrativa a ordenar el reenganche


y pago de los salarios caídos, fue lo relativo a la inamovilidad laboral por fuero sindical
que aquéllos (los trabajadores y trabajadoras) gozaban al tiempo que acaeció la ruptura
del vínculo laboral; y

ii) La recurrente, sociedad mercantil Centro de Estética Sandro, C.A., no logró


desvirtuar el efecto jurídico de la presunción de existencia de la relación de trabajo
(artículo 65 de la Ley Orgánica del Trabajo) entre ella y los apelantes, pues para ello
únicamente se valió de: a) los mencionados contratos de arrendamiento; b) las
notificaciones practicadas a los ciudadanos en cuestión, mediante las cuales se les
puso en conocimiento de la intención del Grupo de Empresas Sandro de no prorrogar
las aludidas convenciones contractuales; c) copia de la sentencia dictada por el
Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, de fecha 13 de junio de 2000, mediante la cual se declaró la
inadmisibilidad del amparo constitucional solicitado, entre otros, por los ciudadanos
antes mencionados, con motivo del despido que dijeron haber sido objeto; d) copia del
escrito de oposición a la inscripción del Sindicato de Trabajadores del Grupo de
Empresas Sandro, presentado por la parte actora ante la Inspectoría del Trabajo en el
Municipio Libertador del Distrito Federal; y e) copias de los recursos de reconsideración
y jerárquico que ejerció contra el acto mediante el cual se ordenó la inscripción de la
aludida organización sindical.

Como trasluce a su vista, ninguna de las indicadas pruebas es suficiente per se,
ni articulándolas, para enervar la existencia de la relación laboral que se evidencia en
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el caso de autos, habida cuenta que no desvirtúan el basamento cardinal de la


providencia administrativa recurrida, relativo a la condición de trabajadores del Grupo
de Empresas Sandro de los varias veces prenombrados ciudadanos, carácter éste que
fundamentalmente estaba acreditado con base -como se vio supra- a que formaban
parte del sindicato (SINTRASANDRO) inscrito y registrado en fecha 17 de abril de
2000, según resuelto N° 90-04-00 emanado del Inspector de Trabajo en el Distrito
Federal y Estado Miranda.

Por las razones expuestas, estima esta Sala que la denuncia de violación del
derecho a la defensa efectuada por la parte actora, con fundamento en que la
Administración no valoró las pruebas que promovió en la instancia administrativa, debe
ser desechada, toda vez que de los elementos analizados supra quedó demostrado que
los apelantes tenían la condición de trabajadores al haberse permitido su
sindicalización, lo que determina que la Inspectoría del Trabajo sí estimó
adecuadamente las pruebas que en su conjunto estaban acreditadas en el expediente
administrativo. Así se declara.

Finalmente, en lo relativo al pretendido falso supuesto de hecho, refirió la


sociedad mercantil recurrente que la Inspectoría del Trabajo erradamente dio “como
cierta la inamovilidad alegada por los reclamantes, desaplicando el artículo 450 de la
Ley Orgánica del Trabajo, por cuanto llegó a la conclusión de la vigencia de esa
inamovilidad sin habérsele informado que los reclamantes formaban parte de dicho
sindicato o eran adherentes del mismo”.

Al respecto, basta señalar que en el amplio análisis efectuado previamente con


relación a la violación del derecho a la defensa y al vicio de silencio de pruebas, ese
aspecto ya fue claramente dilucidado en este fallo, por lo que se impone ratificarlo y
con ello esta Sala considera igualmente improcedente la denuncia de falso supuesto.
Así se declara.

Desvirtuados los fundamentos del recurso contencioso administrativo de nulidad


interpuesto, esta Sala lo debe declarar sin lugar.

VII
DECISIÓN

En virtud de los razonamientos precedentemente expuestos, esta Sala


Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara:

1.- CON LUGAR el recurso de apelación ejercido por los ciudadanos Ernesto L.
González Padilla, Silvia Tovar, María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz, Juan
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Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho Magallanes,
Rosa Briceño Carrillo, Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E.
Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez,
Yariza Josefina Caña, Elluz Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth O. Manrique Sanoja, Omar
José Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María
N. Cardozo Hernández, Liliana del C. Consuegra Pérez, Carlos Julio Moreno, Carmen
Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis Milagros
Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa Jiménez, Bertha
Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo Cruz, contra la
sentencia dictada en fecha 15 de mayo de 2003 dictada por la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo. En consecuencia, se ANULA dicho fallo con arreglo al
dispositivo contenido en el artículo 244 del Código de Procedimiento Civil.

2.- SIN LUGAR el recurso contencioso administrativo de nulidad intentado por la


sociedad mercantil Centro de Estética Sandro, C.A., contra el acto administrativo N° 68-
01, de fecha 5 de septiembre de 2001, emanado de la INSPECTORÍA DEL TRABAJO
EN EL ESTE DEL ÁREA METROPOLITANA DE CARACAS, que declaró con lugar la
solicitud de reenganche y pago de salarios caídos de los ciudadanos Ernesto L.
González Padilla, Silvia Tovar, María E. Mejías de Tovar, Yreni M. Oliveira Ruiz, Juan
Ernesto Pérez Borges, Danesa Mata de García, María Milagros Camacho Magallanes,
Rosa Briceño Carrillo, Albertina Zambrano Pinilla, Arelis del C. Garrido Caba, Andrés E.
Iztúriz Navarro, Lesbia Rosa Godoy, Nathalie M. Vegas Rodríguez, Argenis Pérez,
Yariza Josefina Caña, Elluz Carlina Dalis Ortíz, Yetzileth o. Manrique Sanoja, Omar
José Valecillo, Lady Dubrasca García Gavidia, Martha Ligia Barbosa de Bastias, María
N. Cardozo Hernández y Liliana del C. Consuegra Pérez y, por otra parte, respecto de
esa misma solicitud, consideró excluidos a los ciudadanos Carlos Julio Moreno,
Carmen Luisa Madera, Keith F. Escalona Colmenares, Raquel M. Hernández, Isis
Milagros Tovar, Lorenzo José Gascón Tovar, Ignacio José Carreño López, Elsa
Jiménez, Bertha Segura, Yimilay Uribe Araque, Mary Nelly Ramírez y Altagracia Hirujo
Cruz “por tener interpuesto un procedimiento por ante la Inspectoría del Trabajo en el
Municipio Libertador de reenganche y pago de salarios caídos en contra del ‘GRUPO
DE EMPRESAS SANDRO’ siendo este hecho demostrado por la empresa accionada
(…) no siendo impugnado por los referidos ciudadanos” En consecuencia, dicho acto
administrativo queda FIRME.
Notifíquese a las partes de la presente decisión y devuélvase el expediente junto
con oficio a la Unidad de Recepción y Distribución de Documentos (URDD) de las
Cortes de lo Contencioso Administrativo.

Publíquese, regístrese y comuníquese. Cúmplase lo ordenado.


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Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Político-


Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los diecisiete (17) días
del mes de octubre del año dos mil seis (2006). Años 196º de la Independencia y 147º
de la Federación.
La Presidenta
EVELYN MARRERO ORTÍZ
La Vicepresidenta,
YOLANDA JAIMES GUERRERO

Los Magistrados,
LEVIS IGNACIO ZERPA
HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
Ponent
e

EMIRO GARCÍA ROSAS

La Secretaria,
SOFÍA YAMILE GUZMÁN
En dieciocho (18) de octubre del año dos mil seis, se publicó y registró la anterior
sentencia bajo el Nº 02285, , la cual no esta firmada por la Magistrada Evelyn
Marrero Ortíz, por no estar presente en la discusión por motivos justificados.

La Secretaria,
SOFÍA YAMILE GUZMÁN

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