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La corporeidad como expresión de lo humano

I Congreso Internacional de Motricidad Humana. Almada-Portugal 1999


Autor. Eugenia Trigo

La palabra “corporeidad” es recogida en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) con


la acepción “calidad de corpóreo”. Corpóreo, a (del lat. corporeus. Adjetivo, “que tiene cuerpo o
consistencia”). Otros adjetivos recogidos en el DRAE referentes al sustantivo cuerpo son: corporal
(del lat. corporalis. Adjetivo, “perteneciente al cuerpo, especialmente al humano”). Corporalidad (del
lat. corporalitas, -atis. Femenino, “calidad de corporal”). Cuerpo (del lat. corpus) presenta 20
acepciones. La primera o genérica define cuerpo como “lo que tiene extensión limitada y produce
impresión en nuestros sentidos por calidades que le son propias”. Es decir, un cuerpo es todo aquel
objeto, animal o cosa que ocupa un espacio y por ende se puede percibir por los sentidos. La
segunda acepción nos dice “en el hombre y en los animales, materia orgánica que constituye sus
diferentes partes”. Una de las acepciones, identifica cuerpo con “cadáver”.

Confundir, por tanto, cuerpo con corporeidad, es limitar el ser humano a un animal o objeto. La
persona se manifiesta a través y con su cuerpo, pero esas mismas manifestaciones -emociones,
sentimientos, pensamientos- son parte de ese cuerpo (científicamente ya se ha encontrado la
localización cerebral de los sentimientos, Damasio, 1995). De esta manera, hablar del cuerpo
humano en toda su amplitud es transcender del sistema orgánico (lo único que podría denominarse
“cuerpo”) para entender y comprender al propio “humanes” (su corporeidad, su todo yo). El yo implica
el HACER, el SABER, el PENSAR, el SENTIR, el COMUNICAR y el QUERER y no hay ser humano
sin la unidad entre estos seis aspectos. Esto es la corporeidad humana (pienso y siento al tiempo
que hago; actúo porque siento y pienso) y no el cuerpo humano (sólo hace). Referido al ser humano
definimos la corporeidad como “la vivenciación del hacer, sentir, pensar y querer” de manera que
podemos identificar corporeidad con humanes (Zubiri, 1986), ya que el ser humano es y se vive sólo
a través de su corporeidad.

El hombre es un proyecto, no nace terminado, sino que se humaniza a través de la acción. Desde
esta óptica, Sergio (1996) define la corporeidad como “condición de presencia, participación y
significación del Hombre en el Mundo”. Nacemos con un cuerpo que desde el mismo momento del
nacimiento se va conformando como corporeidad, a través de la acción (“del acto al pensamiento”,
Wallon, 1987). A través de la acción y percepción multisensorial (vista, oído, tacto, gusto, olfato,
cinestésico) aprendemos a sentir y a pensar y es en ese momento cuando vamos tomando
conciencia de nosotros mismos. Nos percibimos como ser y nos corporeizamos sintiéndonos. Este
proceso se va desarrollando a lo largo de toda nuestra vida, de manera que vamos cambiando y
conociéndonos según la imagen corporal que tenemos de nosotros mismos y la imagen que los otros
nos devuelven sobre nuestro yo en cada momento del día y de la vida. El proceso termina con
nuestra muerte, en donde dejamos de ser una corporeidad, para no ser más que un cuerpo.

Quizá esta no diferenciación cuerpo/corporeidad es lo que ha motivado toda la guerra antropológica-


filosófica entre la importancia dada al cuerpo y al espíritu, y lo que ello ha supuesto de cara a la
educación y a la libertad en cada época histórica.

NUESTRO OBJETO DE ESTUDIO


El término “motricidad” no aparece recogido en el Diccionario de la Real Academia Española y esto va a suponer
una dificultad a la hora de encontrar términos que hagan referencia a este concepto. Lo iremos viendo a lo largo
de este apartado. El término más parecido es “motriz” que se acostumbra a correlacionar conceptualmente con
motricidad. Pero “motriz” no es más que el adjetivo femenino de “motor” (“máquina destinada a producir
movimiento a expensas de otra fuente de energía”, DRAE, 1992).
Movimiento es otro de los términos con los que se asocia motricidad. El DRAE le asigna 14 acepciones, desde
el “cambio de estado de los cuerpos mientras cambian de lugar o posición” a definiciones de aplicación a ramas
específicas de las ciencias o artes.

Otros diccionarios y enciclopedias que hemos consultado sí recogen esta voz, pero lo hacen más desde la
perspectiva biológica que humanista.

“Conjunto de funciones biológicas que permiten el movimiento” lo define la Gran Enciclopedia Larousse (1989).
“Conjunto de los mecanismos fisiológicos implicados en la ejecución de movimientos por el cuerpo o sus
segmentos” (Diccionario General de las Ciencias Humanas de editorial Cátedra, 1978). “Del latín motor, que
produce movimiento. Capacidad de moverse o de producir movimiento” (Diccionario de las Ciencias de la
Educación de editorial Santillana, 1983). “Función por la cual un animal o un individuo se mueve a sí mismo”
(Diccionario de las Ciencias Humanas de editorial Grijalbo, 1985).

Los distintos autores que han estudiado la pareja motricidad-movimiento, se posicionan de


diferente manera (Diccionario de las Ciencias del Dep
1. El contenido de los términos motricidad y movimiento es idéntico (Meinel, 1960).
2. El contenido del movimiento se considera como un verdadero subconjunto del contenido de la
motricidad (Buytendijk, Fetz, Fetz/Ballreich).
3. Los dos términos tienen un contenido que se superpone parcialmente (Schnabel, 1988).
4. Los contenidos de los dos términos son distintos (Marhold, Guteword/Pohlmann).
En los últimos estudios sobre estos aspectos, los autores se posicionan sobre la diferenciación clara
entre los términos motricidad y movimiento. Dentro del concepto de motricidad se clasifican “las
características neuro-cibernéticas que incluyen también factores subjetivos y contenidos de
conciencia”, mientras que el movimiento se define como “una modificación del lugar de la masa
corporal humana en el espacio y en el tiempo, vista desde el exterior como un proceso objetivo”
(Gutewort y Pollmann, 1966).

Manuel Sergio (1987), define la motricidad humana como “la “virtualidad para el movimiento
centrífugo de la personalización”, es decir, del hombre en busca de la trascendencia, de lo completo.

Nosotros entendemos la motricidad como “la vivencia de la corporeidad para expresar acciones que
implican desarrollo del ser humano”. Dado que el concepto de corporeidad se refiere exclusivamente
al ser humano, la motricidad, por lo mismo, también se contextualiza en la persona solamente y no
en el animal. El animal posee movimiento pero no tiene conciencia de ese movimiento, el movimiento
es instinto pero no cultura por lo que no podemos hablar en la especie de animal de motricidad, sino
sólo de movimiento (Fonseca, 1996).

Actuar para representar y representar para actuar, es lo que está detrás de esta concepción holística
de la motricidad. Lo que no son más que técnicas de actuación sobre lo corpóreo (eutonía, relax-
imaginativo, sofrología, autoconciencia por el movimiento, etc.) se han convertido en verdaderas
teorías de la motricidad que tratan de suplir lo que la educación física no ha sabido conceptualizar y
aplicar. “De esta forma, como ciencia y consciencia, la Motricidad Humana adquiere un lugar
indiscutible entre las Ciencias Universitarias” (Batista,1994).
Si la Educación Física dice, que comienza a tener conciencia de esta situación ¿por qué no termina
de cambiar su denominación? Estamos con Manuel Sergio (1996) cuando dice: “La educación física
continuará la alienación en cuanto física, puesto que esta palabra presenta una clara significación
ideológica. En la realidad, la E.F. puede llevar a una definición de Hombre conformista, inmovilizada
en el tiempo y, además, una idea de la naturaleza humana dividida (ontológica y metafísicamente)
en cuerpo y alma y, en consecuencia, sin un objeto global de humanidad. La E.F. tradicional se
afirma cultura pero no se sabe explicar en el cuadro de una cultura entendida como creatividad,
como invención, como investigación, ya que sobrevive de la limosna de los modelos analógicos y
del entusiasmo desbordante de muchos de sus técnicos y no de una actitud científica, de
una decisión y compromiso científicos que la vean como fenómeno emergente, en evolución, en
el cuadro general de las ciencias. Esto es lo mismo que decir: la E.F. debe procurar entenderse
como ramo de una ciencia independiente y autónoma y por eso, con un objeto de estudio que no
ofrezca dudas sobre sus fundamentos lógicos, epistemológicos y existenciales.... El propio impas
profesional donde yacen los aún denominados profesores de E.F. discurre la falta de especialización
dentro de áreas determinadas y, por consiguiente, sin el reconocimiento social que un especialista
en la ciencia de la motricidad humana reclama y exige (97-98).

La denominación de Ciencia de la Motricidad Humana, que nosotros venimos defendiendo hace años
-tanto a través de nuestras publicaciones como de nuestra intervención didáctica-, en sustitución de
“educación física” no podrá realizarse sin antes clarificar qué es la “motricidad” (¿humana?), sus
componentes, sus aportaciones al mundo científico y el desarrollo de una terminología específica
que la diferencie epistemológica y lingüísticamente de sus más allegados. Pocos autores estamos
encontrando en este camino. Cuando buscamos textos sobre Motricidad Humana, la mayoría se
limita a un desarrollo de los factores constituyentes desde el punto de vista fundamentalmente
neurológico y biológico, sin en ningún caso, acercarse a una epistemología que ayude al lector a
situarse en esta ¿ciencia? La excepción la estamos encontrando en autores de lengua portuguesa,
el ya citado Dr. Manuel Sergio y Dra. Ana Mª Feitosa de Portugal y Dr. Joâo Batista en Brasil. Gracias
a las investigaciones de Manuel Sergio llevadas a cabo en Brasil en torno a la Universidad de
Campinas y una facultad (Lisboa) ha conseguido cambiar su denominación de Ciencias del Deporte
en “Facultad de Ciencias de la Motricidad Humana”. ¿Cuánto tardaremos los demás en dar este
paso? Y seguimos preguntándonos, ¿cómo es posible que el cambio de denominación de los planes
viejos universitarios (Licenciatura en Educación Física) decantara en Ciencias de la Actividad Física
y el Deporte?, ¿de quién es la responsabilidad?

Hablar de Educación Física o de Educación del Movimiento o Educación a través del Movimiento,
nos parece seguir cayendo en el reduccionismo cartesiano.
LAS CIENCIAS DE LA MOTRICIDAD HUMANA
Hemos entendido, que el ser humano es el resultado de los procesos instintivos o genético-
biológicos y los culturales o sociales-civilizadores. Sin estos dos elementos el “humanes” no sería
tal. La cultura y la socialización del hombre en su grado más alto, sucede cuando se lleva a cabo a
través del desarrollo del pensamiento complejo o de orden superior y, éste solamente se consigue
con la unión entre pensamiento creador y pensamiento crítico. Para llegar a ese pensamiento, el
ser humano debe aprender a percibir creativamente su entorno y no meramente a percibir
pasivamente.

Se trata de hacer un esfuerzo transformador del concepto mecanicista de motricidad al concepto


humanista. Implica una ruptura con planteamientos hasta ahora vigentes en nuestro ámbito y, que
quizá, no todos entiendan o compartan. “La ruptura es el pasaje de una epistemología a otra” (Sergio,
citado por Batista,1994:123).
No es nuestra intención sentar cátedra, ni establecer un nuevo paradigma desde el cual intervenir,
pero sí, quizá, el abrir las puertas a un posible nuevo paradigma que nos ayude a entender al ser
humano en acción desde una perspectiva más holística y compleja (Luhman, 1997). Según este
autor, para entender la complejidad de una realidad hay que recurrir a teorías complejas y partir de
concepciones superadoras de la teoría de sistemas: “no puede haber unidad de sistema entre
operaciones mecánicas y conscientes, ni entre las comunicativas-de sentido y las químicas. Existen
máquinas, sistemas químicos, sistemas vivos, sistemas conscientes, sistemas comunicativos-de
sentido (sociales); pero no existe una unidad sistémica que lo comprenda todo. Puede que el hombre
dé la impresión, a sí mismo o a un observador, de ser una unidad, pero no es ningún sistema. Menos
aún puede formarse un sistema a partir de una pluralidad de hombres” (104).

Anteriormente habíamos definido la motricidad como “la vivencia de la corporeidad para expresar
acciones que implican desarrollo para el ser humano”, pero ahora dando un paso más nos
preguntamos ¿a qué acciones nos referimos? y en consecuencia, ¿cuál es el nuestro objeto de
estudio?: ¿las acciones?,¿el ser humano que realiza acciones?, ¿el ser humano que realiza
determinadas acciones?

a) Si partimos de la base de un enfoque humanista de la motricidad, no podremos defender su


estudio a partir de las acciones, porque éstas son objetuables y el ser humano nunca lo es. Como
enfoque de estudio podremos analizar las acciones, clasificarlas, estructurarlas, etc. Ello será un
aporte más para entender al sujeto en acción, pero nunca podrá ser la comprensión de la realidad
total: el ser humano en acción. Esto es parcializar la realidad y pretender entender el todo a partir de
una de sus partes o componentes. “La ciencia del deporte absolutiza apenas un aspecto de la
Motricidad Humana, anulando o disolviendo su multiplicidad dimensional en cuanto a ciencia.
Además, ¿cúal es el paradigma en que se moviliza esa pretendida ciencia? Nadie sabe, o al menos
(para no ser tan radical), nadie dice. Solo que el tipo de investigación predominante es lo
antropométrico, lo biomecánico y lo sociológico” (Sergio, citado por Batista,1994:138).

b) Si decimos que nuestro objeto de estudio se debe centrar en “el ser humano que realiza acciones”
sin especificar qué acciones, estamos ampliando tanto el campo de estudio que nos podemos
convertir en biomecánicos, fisiólogos, kinesiólogos, fisioterapeutas, puesto que todos ellos estudian
uno u otro aspecto del hombre cuando realiza cualquier acción.

c) Si el “humanes” es instinto y cultura, ¿cuál es el elemento cultural que conforma nuestro objeto de
estudio? Creemos que aquí está la cuestión. El hombre en su evolución, ha ido dejando atrás formas
culturales más cercanas al mundo animal. Al aprender a construir instrumentos y avanzar
tecnológicamente, su motricidad textual, fáctica o instintiva (MOVIMIENTO) -correr y lanzar para
cazar y sobrevivir, movimientos en una cadena de producción- se transforma en una motricidad
contextual o simbólica (MOTRICIDAD). Esta motricidad simbólica es la verdadera Motricidad, porque
es la única donde el ser humano actúa con todo su yo (pensar-sentir-conocer-querer-hacer). La
dividimos en tres tipos, siguiendo la clasificación de Sergio (1996), si bien hacemos nuestra propia
interpretación:

Ludomotricidad. Las acciones provenientes de actividades que realiza el ser humano sin ningún fin
fuera de ellas mismas. Se relaciona con la teoría del ocio (Trigo, 1990) y como tal no sirven para
nada útil. Son las acciones más lúdicas, aquéllas que se llevan a cabo por puro placer, por
expresarse o por agonismo. Su fin, nace y muere en sí mismas.

Ergomotricidad. Acciones relacionadas con el mundo laboral. Pero, según la teoría que venimos
defendiendo, no todas las acciones laborales son motricidad. Solamente aquéllas que permitan a la
persona que las realiza ser más humano, seguir creciendo en su proceso de humanización. Las
acciones del mundo del trabajo que no cumplan estas características son meros movimientos y, por
ello, no constituyen nuestro objeto de estudio.

Ludoergomotricidad. Acciones a caballo entre lo lúdico y lo ergonómico. Son aquellas acciones que
realiza el Hombre que implican placer y al mismo tiempo una eficacia y rendimiento. Es el caso del
deporte de competición, danza escénica, circo, etc. Pero, por lo mismo apuntado más arriba, sólo
constituye “motricidad” cuando la persona que las realizan está toda ella en acción. No es motricidad,
sino simple movimiento las acciones repetitivas de un entrenamiento deportivo o de danza que no
impliquen el pensamiento criti-creativo, la afectividad y voluntad del sujeto.
LOS ACTOS SIGNIFICANTES DEL HUMANES
El objeto de estudio de la motricidad, es el ser humano cuando realiza acciones que le llevan a
mejorarse y transformarse como humanes.
Entendemos que solamente podemos denominar Motricidad, precisamente a este tipo de acciones
con significación para el sujeto. El resto, las acciones fácticas, son meros movimientos que realiza
el “humanes” para cubrir sus necesidades básicas. Será imposible determinar, desde la simple
observación, cuando una acción es movimiento y cuando motricidad, porque en última instancia será
el propio sujeto el que nos tenga que decir, manifestar cuál es su objetivo. En las acciones más
simples, comer, sentarse, levantarse, es fácil comprender que ahí son simples movimientos, y por lo
tanto no son objeto de estudio de la motricidad. Pero en las acciones más complejas (si no está
visible el objetivo) tendremos que implicar al sujeto que las realiza. Éste, es el verdadero cambio que
hay que dar dentro de esta nueva ciencia.

Para que una acción sea considerada como Motricidad, han de ponerse de manifiesto tanto el texto
como el contexto. Es decir, solamente actuando conjuntamente lo factual y lo simbólico existe
motricidad.

Pero el Ser Humano realiza estas acciones atendiendo a diferentes fines. Por puro placer, diversión
significada (Ludomotricidad); por eficiencia o trabajo significativo (Ergomotricidad) y; por la
combinación de acciones que impliquen al mismo tiempo esfuerzo y diversión (Ludoergomotricidad).

Cuando a través de estos fines pretendemos establecer un proceso de enseñanza-aprendizaje, lo


haremos a través de lo que nosotros (consultados filólogos, filósofos y educadores) hemos
convenido en denominar PAIDOMOTRICIDAD (de Paidos -niño- y Paideia -educación-) en
sustitución del término Educación Física. Es decir la Paidomotricidad sería la Ciencia Pedagógica
de la Motricidad Humana. ¿Por qué este cambio de denominación? ¿Por qué introducir un nuevo
término cuando ya hay uno acuñado? ¿por qué buscarle tres pies al gato? Para ser coherentes con
todo nuestro discurso anterior.

Las razones son las siguientes: Las palabras son imágenes, y las imágenes nos llevan a conceptos.
Un término inadecuado lleva a conceptos erróneos sobre lo que se quiere transmitir. El término
“Educación” es un concepto humanista y “Física” un concepto mecánico. Por lo tanto no pueden
unirse palabras que provienen de ámbitos diferentes. De pequeños, cuando intentábamos
comprender el concepto de “suma”, nos decían que no se podían sumar peras con manzanas.
¿Cómo ahora de adultos podemos hacerlo?

Los términos “Educación Motora” (propuesto por Sergio), “Educación Motriz” o similares, no son
utilizables porque provienen del sustantivo movimiento que es también mecánico.

Si los contenidos y formas de intervención didáctica están comenzando a cambiar en nuestra manera
de acercarnos a los grupos, ¿cómo denominar con las mismas palabras a cosas que ahora son
distintas?

El término Motricidad no aparece en el DRAE, y en otros diccionarios se confunde motricidad con


movimiento, según hemos explicado.

Tradicionalmente se ha recurrido al término “motriz” para hacer el adjetivo de motricidad. Pero


“motriz”, como decíamos, es el adjetivo de “motor”. Y “motor” es un sustantivo diferente a motricidad.
¿Cómo, después de lo visto, vamos a admitir este término referido al ser humano? Si las palabras
son símbolos y los símbolos son imágenes; la imagen que nos viene a la mente cuando escuchamos,
leemos o pronunciamos los vocablos “motriz”, “motor”, “motora”, nada tiene que ver con la
subjetividad y emoción que conforman el ser humano. Esas imágenes nos hablan de máquinas o de
acciones sin significación simbólica. No pueden, por tanto utilizarse cuando nos referimos a la
conducta del ser humano cuando realiza acciones con significación dialógica.

El cuadro siguiente quiere recoger una síntesis del discurso que venimos defendiendo, respecto a la
diferenciación de términos: cuerpo, corporeidad, movimiento, motricidad y sus adjetivaciones, así
como lo que ello significa de cara al análisis epistemológico presentado.

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