MODELOS PEDAGOGICOS

Al analizar el papel de las instituciones y universidades en los procesos de

educación, se puede apreciar en ésta, un rezago frente al desarrollo y cambios
que la sociedad está ocasionando en la comercialización de la información.
Nuestra comunidad de Jóvenes que han crecido en la sociedad de la información,
aprenden más cosas fuera de los recintos de educación, a través, del uso de las
nuevas tecnologías de la información “TIC”, todo esto se ha venido evidenciando
en el rezago de los modelos pedagógicos que enfatiza que la verdadera
enseñanza es intencional y obedece a unos planes y unas metas que se rigen por
principios y conceptos denominada pedagogía en donde se genera una
perspectiva pedagógica con límites y reglas siempre en búsqueda de la
transformación social, cultural e intelectual del hombre.

En ese orden de ideas este ensayo plantea la articulación entre los modelos
pedagógicos y el modelo de la complejidad, Se toma en primer lugar los elementos
pedagógicos históricos, base del proceso educativo como es la enseñabilidad y
educabilidad, los cuales integran el verdadero compromiso de las instituciones y
universidades en la formación integral de la persona, es decir, desde lo cognitivo,
espiritual y axiológico. Después concluiremos con la articulación de los modelos
con el pensamiento complejo.

Dentro de la clasificación de los modelos pedagógicos el tipo de modelo didáctico,

pretende formar a los alumnos dándoles a conocer las informaciones
fundamentales de la cultura vigente. Los contenidos se conciben desde una
perspectiva más bien enciclopédica y con un carácter acumulativo. El
conocimiento sería una especie de selección divulgativa de lo producido por la
investigación científica, plasmado en los manuales universitarios. El educador
aporta su experiencia conocimiento y trayectoria.

El tipo de modelo cognitivo se caracteriza por estudiar cómo el ser humano

conoce, piensa y recuerda, centra su atención en el papel como elabora, crea e
interpreta la información el hombre como sujeto pensante. Resalta su
preocupación por el desarrollo de habilidades mentales y su representación en el
aprendizaje. Se basa en el pensamiento, explora la capacidad de las mentes
humanas para modificar y controlar la forma en que los estímulos afectan nuestra
conducta, sustenta al aprendizaje como un proceso donde se modifican
significados de manera interna.

El discente se refleja como un sujeto critico autónomo del aprendizaje con

autocontrol del tiempo y gestor del proceso.
El papel del docente lo refleja como un promotor del aprendizaje que genera
comunicación y ejerce liderazgo siendo el, el principal mediador del conocimiento.

El tipo de modelo cientificista acepta algunas premisas derivadas a partir del

conocimiento científico como fuente de explicación de todo lo existente , se da
como un conocimiento universal aplicativo en donde el docente es un investigador
y formulador de hipótesis y el discente un aprendiz controlador de hipótesis.

De otra manera el pensamiento de Morín conduce a un modo de construcción que

aborda el conocimiento como un proceso que es a la vez biológico, espiritual,
cerebral lingüístico y cultural social histórico mientras que los modelos
tradicionales asumen solo el conocimiento desde el punto de vista cognitivo.

La perspectiva de la complejidad, en educación, debe crear en las personas

competencias y actitudes para asumir y enfrentar la diversidad que asume formas
distintas según género, cultura, etnia, lengua, orientación sexual, preferencia
sexual o creencia religiosa. “Aprender a convivir” significa desarrollo de la
tolerancia, pero más que ello, apertura a lo distinto.

Una de las tareas urgentes de la educación es ayudar al individuo a percibirse

como una identidad múltiple, ayudándolo al mismo tiempo a percibir a los otros
individuos como identidades también múltiples. El reconocimiento de la diversidad
exige también repensar la propia identidad. Necesitamos reconocer nuestra
identidad y pertenencia local, pero abiertos a las exigencias de la ciudadanía
global.

A partir de lo anterior, creo que en la academia no sólo se debe enseñar a pensar

sobre las realidades, se debe también enseñar a que el sujeto se piense en sí
mismo en relación con los otros, de modo que voy aprendiendo a ser yo mismo en
mi relación con mi contexto. De esta manera, la academia más allá de ser un
espacio donde se adquieren contenidos académicos técnicos, es un lugar pleno
de relaciones humanas, un lugar donde se espera que el discente aprenda a
convivir, en donde el otro va a ocupar mi espacio y va a inquietar mi existencia.

Es así como la concepción de la escuela como un espacio complejo y pleno

conduce la mirada a una reflexión sobre los discursos que han estado presentes
en nuestra formación y que nos han constituido. Por lo cual, creo para acercarnos
a las dinámicas complejas de la educación es pertinente para realizar un
acercamiento a los discursos locales que se tejen sobre ella, esto permitiría
reconocer la complejidad a partir de visualizar las continuidades, las
transformaciones y las rupturas de la escuela, y a su vez permite partir de una
concepción de los maestros y estudiantes como “seres hacedores de historia. No
quisiera asumir una postura personal frente a la defensa de un modelo que
rechace los otros estigmatizándolos de tradicionales si no que más bien creo
firmemente en que si el mundo va evolucionando nosotros como futuros docentes
debemos implementar métodos que nos permitan no solo adquirir un conocimiento
técnico, teórico con los modelos pedagógicos ya estudiados sino que además nos
ayuden a formarnos como seres conscientes de cambios y tolerantes ante nuestro
entorno. En conclusión, más allá de adoptar un modelo fijo, considero que todos
ellos son útiles, siempre que permitan reflexionar sobre las contradicciones y
problematizaciones de lo educativo. Coincido con Morín cuando propone que la
educación debe ser un espacio interdisciplinario, un mundo complejo y relacional
donde los saberes se articulen con sentido y no sean presentados de manera
individual, pero también un espacio en el que los sujetos se sientan parte del
sistema al cual pertenecen y reconozcan su posibilidad de transformar la realidad
y de transformarse a sí mismos.