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V I A
CRUCIS
Seminaristas, todos los días hagan
ese camino de retorno hacia la
gratuidad con que Dios los eligió.
Ustedes no pagaron la entrada al
seminario… No se lo merecieron.
Todo es gratuito… Y toda la vida de un
seminarista tiene que ir por este
camino de la gratitud:
“Señor, hoy hice esto, me salió bien
esto, tuve esta dificultad, todo esto
pero… todo viene de Vos, todo es gratis”.
Papa Francisco al clero, religiosos y seminaristas
Santuario nacional mariano de El Quinche
Ecuador, 08 de julio de 2015.

Para seminaristas
ORACIÓN INICIAL

Señor mío, Jesucristo, creo en ti, creo en tu amor.

Te agradezco por todo este tiempo

de discernimiento en el seminario,

por cada una de las experiencias

de las que me has hecho partícipe.

Te pido perdón por los momentos

en que no he respetado mi vocación,

por no aprovechar al máximo lo que me propones

y por todos mis pecados.

Me encomiendo a ti en este rato de oración;

para que con la ternura

de la Santísima Virgen María,

la justicia de San José

y el ejemplo de los santos

te ayude a llevar la cruz de cada día

y pueda responder a tu llamada con generosidad.

Amén

I ESTACIÓN

Jesús es condenado a muerte

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos encontrado a aquél de


quien escribieron Moisés en la Ley, y los Profetas: Jesús de Nazaret, el
hijo de José. Entonces le dijo Natanael: ¿Acaso puede salir algo bueno
de Nazaret? Le respondió Felipe: Ven y verás.≫ Jn 1, 45-46.

Señor Jesús, a lo largo de estos años, de esta vida, cuantos viacrucis


he recorrido; y cuánto pesar me da al recordar aquellos personajes
que fueron capaces de condenarte. Pero también me doy cuenta que
incluso en los tuyos, en tus amigos, tus elegidos, hay quienes te
condenan, te juzgan con lo poco o nada que te conocen.

Yo también, mi Dios; a pesar del don que he recibido, del regalo de tu


llamada; me empeño en juzgar, en levantar prejuicios, en quedarme con
lo que pienso y no abrirme a la fraternidad con quienes sienten la
misma llamada de tu Amor.

Tú que has venido para que todos seamos Uno a semejanza tuya con
el Padre; has que crezcamos en fraternidad y unidad.

Padre Nuestro…


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II ESTACIÓN

Jesús carga con la cruz

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Y llamando a la muchedumbre junto con sus discípulos, les dijo: Si


alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y
sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda
su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.≫ Mc 8, 34-35

Señor mío, en este camino de discernimiento, cuantas veces te he


escuchado decirme “sígueme”; y al igual que la muchedumbre de aquel
tiempo, son contados los que aceptan el reto de la cruz, y, más aún,
unos pocos quienes perseveran y ayudan a salvar sus vidas.

En estos momentos de reflexión, ¡claro que perdería mi vida por la


salvación de la muchedumbre!…pero, ¿cómo ha ido mi vida
apostólica? ¿cómo me he desempeñado en el encargo de los años que
han pasado?. ¿Será que el querer configurarme con Cristo cabeza me
ha situado en mayor rango jerárquico respecto a la muchedumbre?
¿Acaso fue necesario “recordarles” a mis hermanos que yo soy el
responsable principal de este o aquel encargo?

Señor Jesús que te definiste como el modelo de mansedumbre y


humildad; has que estemos al servicio de los demás.

Dios te salve María…

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III ESTACIÓN

Jesús cae por primera vez

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Al ver esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan dijeron: Señor,
¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y los consuma? Y
volviéndose, les reprendió. Y se fueron a otra aldea.≫ Lc 9, 54-56

Maestro mío, cuantas buenas enseñanzas han salido de ti. ¡Qué dicha!,
tus más allegados vivían cautivados con tu ejemplo amoroso, con tu
aceptación paciente; vivían con el Amor… y aun así, gozando de la
Fuente, caen, se quedan sin paciencia; en pleno auge de tu misión,
sufres las caídas de tus discípulos.

Mi Señor, tu me has llamado; al igual que a Santiago y a Juan, me estas


haciendo partícipe de tu misión salvífica; y yo, te pido “justicia” para
quienes no llevan mi ritmo de comprensión, mi rutina de sacrificios, mi
tiempo de dedicación a Tí. ¿Soy acaso el prototipo de discípulo de
Cristo? ¿Por qué mejor no aguardo con paciencia en vez de renegar la
falta de comprensión de aquellos fieles que son discípulos igual que
yo?

Señor Jesús, tú que nos haces partícipes de tu paz; lléname de


serenidad para que pueda amar con tu misma paz a mis hermanos

Gloria al Padre…

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IV ESTACIÓN

Jesús se encuentra con su Santísima Madre

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Sucedió que mientras él estaba diciendo todo esto, una mujer de en


medio de la multitud, alzando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre
que te llevó y los pechos que te criaron. Pero él replicó:
Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la
guardan.≫ Lc 11, 27-28

Señora mía… Ahí estás, en primera fila, incluso “en este valle de
lágrimas”, acompañando al Hijo divino de tus entrañas. Sin lugar a
duda se vieron, se contemplaron mutuamente y a pesar del dolor y
sufrimiento que llevaban, se llenaron sus corazones de amor grande, de
amor verdadero.

Madre, yo también, al contemplar esta escena tengo ganas de gritar


“Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”; yo
también, al meditar en el camino de mi vocación te veo con amor y
digo “Me ha encontrado mi Madre”… pero, ¿qué tiene todo esto, qué
son tantos rosarios, tantas letanías, tantas lecturas bíblicas, si no
“guardo la Palabra de Dios”? ¿qué hago aprendiendo frases en latín
(ecce ego), si ante la primera oportunidad de coquetear no guardo el
Fiat Voluntas Tua?

Santa María, tú que sabes cómo ser Virgen y Madre a la vez; sostenme,
para que manteniendo la pureza pueda ser fecundo, según la Palabra
de Dios.

Padre Nuestro…

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V ESTACIÓN

Simón Cireneo ayuda a llevar la Cruz de Jesús

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Y a uno que pasaba por allí, que venía del campo, a Simón Cireneo, el
padre de Alejandro y de Rufo, le forzaron a que llevara la cruz de
Jesús.≫ Mc 15,21

Señor Jesús, tú eres Dios, tú lo sabes todo; conoces muy bien a


Simón, y a toda su familia, sabes a que se dedica y toda la jornada de
trabajo que llevaba consigo, sabes que intenciones tenía al pasar por
allí, y sabes que fue forzado a llevar tu cruz. No dejo de imaginarte, tus
ojos que dicen “ayúdame”, tus brazos que tiemblan por compartir el
abrazo de tu cruz.

Dios mío, que cosas tan grandes has hecho conmigo: me has
despojado de “mi sin rumbo” para hacerme parte de tu misión; me has
sacado del campo para vivir contigo, en tu hogar me has alojado; me
has llamado por el nombre que mi familia me dio para que a ellos los
acojas contigo en tu Reino; me has forzado salir de mí para que
libremente entre en Tí. ¿Quién soy yo si no estoy contigo? ¿Qué puedo
hacer si no es contigo? Tú mi Dios y solo tú.

Señor mío, que te anonadaste para la salvación de mi alma, y aun más


me llamas a configurarme contigo; dame la humildad necesaria para
reconocer que en esta historia mía, Tú debes ser el protagonista
principal.

Dios te salve María…

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VI ESTACIÓN

Una piadosa mujer enjuga el rostro de Jesús

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Guardaos de despreciar a uno de estos pequeños, pues os digo que


sus ángeles en los Cielos están viendo siempre el rostro de mi Padre
que está en los Cielos.≫ Mt 18, 10

¡Oh santa mujer, que valentía la tuya!. Rompiste todo protocolo, toda
seguridad, todo repugnancia que había en ti y fuiste dónde debías ir. A
falta de los doce, estabas tú, una anónima que socorre al Maestro, que
enjuga su rostro y nos deja toda una historia por delante. ¡Qué bello
enamorado el tuyo, el Amor!.

Jesús, tu mandato también es para mí: “Guárdate de despreciar a uno


de estos pequeños”. En los mendigos mal olientes que están por el
camino que recorro en misión, en los jóvenes con mala facha que
encuentro en el bus para llegar al apostolado, en los vecinos ancianos
que están colgados de sus ventanas pendientes de mi regreso a
casa… cuán difícil se me hace reconocer tu rostro; una vez más mi
“barrera de escogido” me hace estar un peldaño más alto de la
muchedumbre. Estos son tus pequeños, tus pobres, tus favoritos; ellos
con su sencillez luchan por un pedazo de Pan cotidiano, por un poquito
de Amor verdadero… ¿Cómo puedo tener asco en acercarme a un
mendigo, cuando tú mendigas mi amor? ¿Qué temor puedo tenerle a
un ladroncillo, si fuiste tú quién nos arrebataste de las manos del
enemigo?. Que aprenda de estos pequeños, la grandeza de tu
sencillez.

Mujer valiente de Jerusalén, que no temiste acercarte a Cristo;


intercede por mí, para que con un corazón humilde, pueda ver el rostro
del Señor.

Gloria al Padre…

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VII ESTACIÓN

Jesús cae por segunda vez

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Y dijo Pedro: No sé, hombre, lo que dices. Y al instante, estando


todavía hablando, cantó un gallo. El Señor se volvió y miró a Pedro. Y
recordó Pedro las palabras que el Señor le había dicho: Antes que el
gallo cante hoy, me habrás negado tres veces. Salió fuera y lloró
amargamente.≫ Lc 22, 60-62

Simón, ¡cuántas cosas recibiste de Jesús!. Y no conforme con esto, el


Señor abraza a tu familia: te llama en referencia a tu padre, “Simón, hijo
de Juan”; se vale y acepta a tu hermano Andrés en su hogar; cura y da
fuerzas a tu suegra para que les sirva; te hace suyo al ponerte el
nombre que significa tu misión. Y aún así, habiendo vivido con Dios,
siendo el primero de entre los escogidos, viéndolo en el sufrimiento de
la pasión…, caes, te avergüenzas de Él, le niegas todo lo que te ha
dado. ¿A qué estamos jugando?

Señor mío, voy por la mitad del camino de la cruz; pero en el camino
vocacional, estoy solo iniciando. Me has formado en la familia, que tú
mismo me has puesto y gracias a ellos he podido darte mi primera
respuesta, pero ¿Acaso no pienso en el sufrimiento que les causo
cuando el seminario me da la posibilidad de pasar con ellos y no la
aprovecho en favor de mis “obligaciones” pastorales? ¿Cómo vivo el
cuarto mandamiento?. Gracias mi Dios porque no dejas de bendecirlos,
porque no dejas de sorprenderme… pero, ¿cómo compagino tu
seguimiento con la vergüenza de vestir guayabera y portar una cruz, de
utilizar el rosario y el breviario para rezar? ¿Acaso no he negado más
de tres veces a quien decidí seguir?… que el canto del gallo me haga
superar todas mis caídas.

Glorioso san Pedro, tú que supiste levantarte de tu caída; ayúdame a


llorar amargamente mis pecados y a responderle al Maestro conforme
su voluntad.

Padre nuestro…

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VIII ESTACIÓN

Jesús consuela a las hijas de Jerusalén

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido libradas
de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena,
de la que habían salido siete demonios; y Juana, mujer de Cusa,
administrador de Herodes; y Susana, y otras muchas que le asistían con
sus bienes.≫ Lc 8, 1-3

Bellas mujeres, ustedes se han quedado con la parte mejor; todo su


dolor y sufrimiento se lo han entregado a quien puede redimirlo, se han
postrado ante quien puede levantarlas, han amado a quien se debe
amar.

Rabbí, que elegante trato tienes con las mujeres. Al igual que desde
que inició tu Iglesia, mi vida ministerial estará rodeada de bellas
mujeres; es más, mi camino vocacional ya se encuentra en sintonía con
varias de ellas… Si vienen a mirarte a Tí, ¿qué gano con mirarlas con
impureza?; si vienen a enjugar tu rostro, ¿por qué me afano en lograr
algún toque impuro hacia ellas?; si vienen buscando tu Gloria, ¿quién
soy yo para hacerlas caer en pecado? Perdón mi Dios, perdona mis
faltas hacia las niñas de tus ojos.

Santas mujeres, que se vivieron cautivadas por el Amor de Dios;


rueguen por mí, para que todo mi ser se encuentre seducido por la
Belleza del Señor.

Dios te salve María…

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IX ESTACIÓN

Jesús cae por tercera vez

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Viéndole Pedro dijo a Jesús: Señor, ¿y éste qué? Jesús le respondió:


Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú
sígueme.≫ Jn 21, 21-22

San Pedro, primus inter pares, el Maestro te eligió a ti. Jesús sabía bien
cuál es el discípulo del amor, y sin embargo le pregunta a Pedro “si lo
ama, más que estos” y sin importar la disminución de su respuesta le
encomienda el cuidado de su rebaño. Pero la curiosidad de Simón le
llevo a no prestar atención al regalo invaluable de la vocación que Dios
le estaba dando, sino mas bien estancarse en la información efímera y
barata del ¿qué pasará con los demás?, ¿será que a ellos les dará más
que a mí?.

Jesús bueno, una vez más, y siempre, terminas amando a tus


discípulos. Yo también he vuelto a caer, y con esta son más que tres
veces; me he preocupado de llenarme más de información de los
demás que de mi propia vocación, la curiosidad me ha llevado a
averiguar cuál es su cargo, cuánto gana, con quién trata, tiene
posibilidades de subir de rango… Señor, y todo esto ¿a mi qué?, ¿así
me pides tú que te siga?.

San Juan, el discípulo amado, tú que pudiste recostarte en el Señor;


intercede por mí para que no oculte mi falla de falsa preocupación por
mi prójimo sino que siga a la Verdad, que ame la Verdad.

Gloria al Padre…

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X ESTACIÓN

Jesús es desnudado de sus vestiduras

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Mientras iban de camino, uno le dijo: Te seguiré adonde quiera que


vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros del
cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su
cabeza.≫ Lc 9, 57-58

Qué audacia la de este hombre: alzar la voz, llamar la atención del


Maestro, lanzar una propuesta radical, renunciar a su vida
acostumbrada y seguirle. Jesús lo tiene todo, pero desde el primer
momento el vino pobre; pobre de cosas materiales, desnudo de cosas
superfluas. Su mayor riqueza era el Padre. ¿Qué habrá sido de este
hombre? ¿Terminó siguiendo a Jesús o en ese momento terminó su
audacia?

Rey de reyes, cuando entré al seminario y lo dejé todo, fue con el único
anhelo de servirte, “de servir a Dios y a mis hermanos”. El tiempo va
pasando, un mes, un año, tres, seis años y cuanto he ido recibiendo,
mis maletas son más grandes, mis armarios mas llenos. En la
parroquia, entre mis primos, no hay quién falte que diga “que el cura
tiene plata”, ¿será que yo estoy alimentando ese prejuicio con cosas
costosas y sin sentido? ¿mi audacia de servirte va acorde a cuánto me
den para los pasajes?, si mi rezo es seguirte donde vayas ¿por qué no
puedo acoger un bolígrafo, una camisa, un cuaderno que no sea de la
marca que ya tengo estipulada?

Todos los discípulos del Señor, que son de distintas partes; intercedan
por mí para que nunca me olvide del rebaño de donde me sacaron y
que mi corazón crezca en sencillez y humildad, que pueda ser un pobre
de YHWH.

Padre nuestro…

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XI ESTACIÓN

Jesús es clavado en la cruz

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Vino uno corriendo y, arrodillado ante él, le preguntó: Maestro bueno,


¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué
me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno, Dios. Ya conoces los
mandamientos…Él respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde
mi adolescencia. Y Jesús, fijando en él su mirada, se prendó de él y le
dijo: Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres,
y tendrás un tesoro en el Cielo; luego ven y sígueme. Pero él, afligido
por estas palabras, se marchó triste, pues tenía muchos bienes. Jesús,
mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícilmente entrarán
en el Reino de Dios los que tienen riquezas!≫ Mc 10, 17-23

¡El hombre con muchas riquezas!. Cuántas veces se ha escuchado este


pasaje y curiosamente, luego de esta escena, luego de dejar triste a
Dios, nunca más se volvió a saber de esta persona. Sin lugar a duda el
sabía quién era Jesús, por otra parte estaba tan clavado en sus
riquezas que no fue capaz de saborear la mirada fija del Maestro
bueno. Dos personas clavadas en sus intereses: Cristo con su mirada
fija en el hombre y el hombre inamovible en la podredumbre de sus
riquezas.

Maestro bueno, yo soy seminarista, claro que reconozco que eres Dios
y sin lugar a duda quiero conseguir la vida eterna; pero no me pidas
que cuente estas cosas a los formadores, mas bien hazme saber qué
les agrada a ellos para complacerlos y que me miren con buena cara;
no me dejes sin responsabilidad, mejor dame una posición vistosa para
que los padres tengan presente mi nombre en sus reuniones. ¿Dónde
está puesta mi seguridad? ¿Es Cristo mi mayor tesoro? ¿He dejado
triste al Maestro cuando al compararlo con algo material prefiero lo
superfluo?

Maestro bueno que me pides que te siga, dame el coraje necesario


para hacer a un lado “mis seguridades” y quedarme contigo.

Dios te salve María…



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XII ESTACIÓN

Jesús muere en la cruz

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…


Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a su mujer y a


sus hijos y a sus hermanos y a sus hermanas, hasta su propia vida, no
puede ser mi discípulo.≫ (Lc 14, 26)

(silencio)

Jesús ha muerto en la cruz. ¿Cómo puedo ser su discípulo, si no soy


capaz de odiarme?

(silencio)

Dios mío que moriste por mí, haz que yo viva por ti.

Gloria al Padre…

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XIII ESTACIÓN

Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…

Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: —Mira, éste ha sido


puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de
contradicción y a tu misma alma la traspasará una espada—, a fin de
que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Su madre
guardaba todas estas cosas en su corazón.≫ Lc 2, 34-35. 51

Jesús ha muerto; sus amigos están llorando y su Madre está adolorida,


una nueva espada se ha introducido en su corazón. María llora por su
Hijo, y aunque ya había sido acogida por Juan, sigue llorando porque a
lo largo de los siglos, sus hijos, los sacerdotes, y nosotros, futuros
sacerdotes, seguimos clavándole espadas. ¡María es Madre!, Madre de
la Iglesia y la Iglesia ama desproporcionadamente a los que deciden
consagrar su vida.

Señora mía cuanto dolor el tuyo. En momentos de arrebato espiritual


estaría dispuesto hacer lo que sea por no verte llorar; pero, qué rápido
se me desvanece ese ideal cuando dejo que distracciones me
dominen. Sé que tu Hijo me ama, que tú me amas, que la Iglesia me
ama; sin embargo ¿cuántas veces he preferido gastar toda una tarde
de apostolado, “stalkeando” a mis contactos; y no he podido sacarle
un tiempo apropiado a las vísperas o al santo rosario? ¿Cuál es mi
prioridad, ver todos los capítulos de mi serie favorita, y si es necesario
tener una día de “maratón serial”; o darle cabida a mi vida espiritual
con una buena lectura, o darle soporte a la pastoral preparando bien
las actividades, o “darle a Dios lo que es de Dios”?

Madre de los dolores, a ti que cada espada te iba haciendo más fuerte;
te pido que tomándome de la mano pueda dominar las distracciones y
saber elegir al Amor.

Padre Nuestro…

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XIV ESTACIÓN

El cuerpo de Jesús es sepultado

Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos…

Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

≪Y les dijo: Así está escrito: que el Cristo tiene que padecer y resucitar
de entre los muertos al tercer día, y que se predique en su nombre la
conversión para perdón de los pecados a todas las gentes,
comenzando desde Jerusalén.≫ Lc 24, 46-47

“Así está escrito” “y lo escrito, escrito está”, “ahora ve y cumple”… Y


así podría pasarme horas citando las Escrituras e irlas concatenado
para mi prédica; pero ¿De qué se trata este camino de evangelización,
de dar a Cristo o de darme a mí?. Cristo vino y es nuestra máxima
Revelación, la Palabra de Dios la tenemos y nadie la borrará; pero y
yo… ¿he cumplido con su mandato? ¿he ido por el mundo cumpliendo
su Palabra o exigiendo que otros la cumplan? Qué fácil es acusar a los
fariseos y a los hermanos sectarios de aquello; pero que difícil es hacer
una buena confesión de mi soberbia, de mi arrogancia, de mi avaricia,
de mi lujuria, de mis pecados; en una pregunta: ¿He comenzado la
conversión por el Jerusalén de mi vida?

Señor Jesús, “¿qué es el hombre para que te fijes en él?”. Tú fuiste


muerto y sepultado; y y yo ¿qué espero para convertirme? ¿qué espero
para perdonar? ¿Qué espero para morir a mi yo, a mi pecado y que
seas tú quien vivas en mí?

Dios mío, tú que te elevaste en la cruz por mis pecados; ayúdame para
que con la contrición de ellos pueda ser partícipe de tu misericordia y
gozar de tu Santa Gloria.

Dios te salve María…


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ORACIÓN FINAL

María, Señora Inmaculada, Madre de Dios;

danos la gracia de caminar por este valle de lágrimas,

pero con la mirada fija en el cielo.

Enséñanos de qué modo debemos vivir nuestra vocación

y sostén nuestra respuesta en tu sí virginal.

Consagro todo mi proceso de discernimiento

a una respuesta sin límites a Dios

en la obediencia sin reservas a mis superiores,

en la ayuda fraternal de mis hermanos,

en el estudio de la ciencia sagrada,

en la oración asidua por toda la humanidad,

y en vivir desde ya un feliz sacerdocio.

Adorada sea la Trinidad

por llamarnos a su Eterna Comunión,

y bendita tú, que entre las criaturas,

nos socorres con maternal amor.

Amén

ORACIÓN POR
MI VOCACIÓN

Señor mío y Dios mío Jesucristo,


que con infinito amor
me has concedido, por el bautismo,
la sublime vocación a la santidad,
te ruego que me concedas tu luz
y tu gracia para poder discernir,
en mi corazón y en mi alma,
el camino que desde siempre
has pensado para mi santificación.
Ilumina Señor mi entendimiento
y mi voluntad para que, cuando
se me presente, según tu divino plan,
la opción entre consagrar mi vida
al amor humano o al Amor Eterno,
con valentía y confianza en Ti,
y en tu Santa Madre,
ponga todo mi ser en el fiel
seguimiento de tu Evangelio.
Amén

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