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29. ¿Qué contamina al hombre?

Mateo 15: 1-20

Jesús, al decirnos en Mateo 15: 11: "No lo que entra en la boca


contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto
contamina al hombre", ¿nos autoriza a comer de todo sin las
restricciones señaladas en el Antiguo Testamento?
En primer lugar, observemos que Jesús llegó a esta declaración a fin de responder a una
pregunta de unos escribas y fariseos: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de
los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan" (vers. 2). A esta
pregunta Jesús respondió con otra (vers. 3), para hacerles notar que lo que contamina al
hombre es la desobediencia a los mandamientos de Dios, que ellos quebrantaban
amparándose en sus tradiciones, y no un rito ceremonial como el de lavarse las manos
(vers. 4-9).
Cuando los discípulos le preguntaron aparte qué quiso decir al afirmar que "no lo que
entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al
hombre" (vers. 10, 11), Jesús les explicó que la contaminación se producía primero en la
mente, antes de realizarse la acción. Por eso, señaló como fundamental y primera causa
de la contaminación los "malos pensamientos" que salen del corazón (v^rs. 19).

Para responder la pregunta que se nos hizo, preguntamos lo siguiente: ¿No es un mal
pensamiento proponernos comer lo que sabemos que es perjudicial para la salud? Por
supuesto que sí. Dios nos señaló en su amor cuáles eran los animales impropios como
alimento (Lev. 11). Nos dio un buen número de leyes higiénicas para preservarnos con
salud, y nos explicó que si las obedecíamos "ninguna enfermedad de las que envié a los
egipcios, te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador" (Exo. 15: 26). Nos advirtió
de los males del alcohol (Prov. 20: 1; 23: 29-32; 31: 4, 5). Nos enseñó que nuestros
cuerpos son templo del Espíritu Santo "comprados por precio", aclarando que "si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual
sois vosotros, santo es" (1 Cor. 6: 19, 20; 3: 16, 17). Hoy la ciencia médica aprueba todo
eso y felizmente nos advierte de otros males que aparecieron después de los profetas y
apóstoles, pero que destruyen definidamente la salud, como el tabaquismo, las bebidas
estimulantes y las drogas.

Frente a todas estas observaciones tenemos que reconocer que cada vez que nos
proponemos participar de algo que daña nuestro cuerpo, primero ha salido el "mal
pensamiento" contaminador. Porque en verdad no nos contaminamos con las bebidas
alcohólicas cuando entran por la boca, sino que ya estábamos contaminados cuando
salió el mal pensamiento que las codició.

Hoy sabemos con certeza que las enfermedades que cobran más tributo en muertes
prematuras, son las provocadas por una equivocada manera de alimentarnos: comidas
impropias, bebidas alcohólicas, tabaco, bebidas estimulantes, drogas, etc. Todo esto está
entre las causas principales de las enfermedades evitables, pero que sólo pueden ser
provocadas por "los malos pensamientos" que nos inducen a usar lo que no conviene

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