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Tejiendo interculturalidad a través de la educación

La educación en Latinoamérica está en una infinita necesidad de ser re-pensada.


Quizá los postulados de Paulo Freire sobre la Pedagogía del oprimido siguen vigentes,
presentes en nuestras aulas de clase, en un contexto de países de tercer mundo. Entonces,
estamos ante un panorama que merece transformaciones, brindar herramientas de resiliencia
tanto a los estudiantes como a los maestros. Casi siempre, que se piensa en la educación viene
a la memoria todo lo relacionado directamente con los estudiantes, claro, ellos son la esencia
de nuestro trabajo, pero, ¿ qué sucede con el rol, el bienestar y la formación integral del
docente? ¿De qué manera estamos pensando la educación holísticamente en un contexto del
siglo XXI? No se puede seguir pensando al estudiante como un sujeto pasivo esperando a
recibir conocimiento y al maestro como un agente, dador de información de memoria.
Por ende, los procesos educativos merecen ser pensados desde una formación integral
tanto para el estudiante como para el docente, tal como lo indica el psicólogo Sergio Trujillo:
“La fuerza de la cultura moderna actúa sobre el sujeto “unidimensionalizándolo”, pero en el
sujeto biológico, psicológico y social, sus otras dimensiones constitutivas se resisten al
reduccionismo. Es decir que cuando las prácticas pedagógicas modernas buscan ser
coherentes con sus concepciones antropológicas, ontológicas y epistemológicas, tienden a
reducir lo humano a una de sus dimensiones y, al interior de cada dimensión, a reducir lo
complejo a lo simple, y en consecuencia, también a la reducción de lo afectivo a lo emocional.
Pero la complejidad humana se niega a ser constreñida” . (Trujillo, 2008 p.14) Por lo anterior,
es vital pensar la escuela desde una perspectiva integral, porque para formar sujetos activos
para la construcción de paz, de un mejor país, con nuestras condiciones específicas, se
necesita personas que sean capaces de ser solamente intelectuales, sin afectos, la educación
escolar debe ser el primer espacio para la construcción de ciudadanos íntegros, con valores y
capaces de servir a los otros desde sus lugares.

Teniendo en cuenta esta perspectiva educativa, se puede hacer alusión a la misión y


visión del programa Enseña por Colombia donde se promueven oportunidades para una
educación de calidad para que los estudiantes a lo largo de nuestro país puedan llegar a
desarrollar al máximo su potencial.( Recuperado de:
https://www.ensenaporcolombia.org/que-hacemos/mision-y-vision/. Si se quiere acceder y
construir una educación de calidad para ampliar los horizontes de vida de cualquier estudiante
en nuestro territorio, es necesario pensarlo de una manera holística, sin limitarse a la mera
transferencia de conocimientos.

Nuestro país es un espacio multiétnico. Desde el año 1991, Colombia ha sido


proclamada como plural, diverso. Sin embargo, en la actualidad, muchos colombianos no
saben que aquí contamos con 67 lenguas indígenas y 103 comunidades indígenas. Por tal
motivo, la educación debe llevarnos a ser más inclusivos, a fomentar procesos de identidad
y de arraigo al territorio, de conocer las raíces y de generar en los estudiantes mayor
apropiación de nuestro territorio para que tengan mayor amor e interés por cambiar sus
cotidianidades. Para la construcción de lo anterior, considero que soy una maestra que cuenta
con los valores de la humildad, respeto, trabajo en equipo, excelencia, sentido de posibilidad
y urgencia. Mi preocupación pedagógica, ha sido visibilizar las literaturas indígenas a través
de mis clases de español y literatura, por tal motivo, tengo un fuerte arraigo, amor y pasión
por la inclusión. Finalmente, quisiera cerrar con una cita del premio nobel de literatura
chilena Gabriela Mistral: “Si no realizamos la igualdad y la cultura dentro de la escuela,
¿dónde podrán exigirse estas cosas?”

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