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Rafael Lara-Martínez
Prohibida la reproducción
total o parcial con fines lucrativos
Preámbulo:
Edición:
Portada: ®
Departamento de Investigación
Universidad Don Bosco
Calle Plan del Pino, Cantón Venecia
Soyapango, San Salvador, C. A.
Tel. 251-5000
webmaster@udb.edu.sv
INDICE GENERAL
Resumen/Abstract
5. La verdad de la ficción
5. 1. Interludio. Ola roja, comunismo y etnicidad
5. 2. Intermitencia. Mujer, Socorro Rojo Internacional
y etnicidad
5. 3. Intromisión. Sexualidad y relaciones interétnicas
Notas
Agradecimientos
Lista de ilustraciones
Bibliografía
Indice analítico
ANEXOS
1
La justicia es la tradición del olvidado. Más esencial que
la transmisión de la memoria es para la humanidad la
transmisión del olvido, cuya acumulación anónima crece
a sus espaldas, sin poder consumirla ni guardarla […] para
toda sociedad ese acervo es tan enorme que el archivo
más perfecto no podría conservarlo [la tradición del
olvidado] no es un acontecimiento susceptible de grabarse
[…] en una memoria genética […] sólo puede confiársele
al olvido […] antes de transmitir un saber y una tradición
la humanidad debe transmitir su propia distracción, su
llana indeterminación, ya que sólo ahí se ha vuelto posible
algo semejante a una tradición histórica concreta. Giorgio
Agamben
2
¿Entre éstas son las matanças y estragos de gentes
inocentes, y despoblaciones de pueblos provincias y
reynos que en ellas se han perpetrado, y que todas las
otras no de menos espanto [en] la provincia de Cuzcatlán,
donde agora o cerca de allí es la villa de Sant Salvador
que es una tierra felicísima con toda la costa de la mar
del Sur […] hacen grandes estragos y matanças. Fray
Bartolomé de las Casas
3
Por el desierto y el exilio, siempre… Aquí "el cielo vacío
de la paz" despeja "la única patria" estable de la humanidad.
4
RESUMEN
"Balsamera bajo la guerra fría. El Salvador - 1932. Historia intelectual
de un etnocidio" analiza fuentes olvidadas sobre uno de los sucesos
más trágicos que vive el país durante el siglo XX. El ensayo anota que
la historiografía literaria y la historia en general desdeñan una revista
pionera en el ámbito cultural latinoamericano: el Repertorio Americano.
Publicada desde 1919 hasta 1958, su editor, el costarricense Joaquín
García Monge, realiza lo que ninguna institución nacional asume hasta
ahora. García Monge difunde la literatura salvadoreña en el extranjero.
Sin exageración, existen más de quinientas entradas bibliográficas de
autores nacionales en el Repertorio Americano.
5
por ciento de población indígena.
6
ABSTRACT
"Balsamera under the Cold War. El Salvador - 1932. Intellectual History
of an Ethnocide" analyzes forgotten sources concerning one of the
most tragic events the country endures during the 20th century. The
essay notes that general history and literary historiography disdain
one pioneering magazine in the Latin American cultural production:
the Repertorio Americano (American Repertoire). Published from 1919
to 1956, its editor, the Costarrican Joaquín García Monge, achieves
what no Salvadoran institution is able to assume. García Monge diffuses
national literature and arts abroad. There are more than five hundred
Salvadoran bibliographical entries in the Repertorio Americano.
7
Our proposal interprets and restitutes buried documents by a belated
and retrospective restitution of the 1932 ethnocide in the 1960s. We
challenge the political binomial that the historical imagination inherits
from the cold war. In USA academia, both a Utopist Theosophical view
(A. Masferrer, Salarrué, C. A. Sandino…), and an oppressed Native voice
have become unthinkable and taboo. We call this erasure "Balsamera
under the Cold War". When the other (the Latin American subject)
is too distant to the same (the USA intellectual), this other must be
remitted to the tradition of oblivion. The other exists when it reflects
the ideas of the same.
8
0. Introducción. Dinámica entre recuerdo y
olvido
El Repertorio Americano. Semanario de Cultura Hispana se publica en San
José, Costa Rica sin interrupción desde 1919 a 1958. Gracias al tesón
de su editor, Joaquín García Monge, el Repertorio se convierte en una
de las revistas de mayor circulación en el mundo hispanohablante
durante la primera mitad del siglo XX. Mientras las publicaciones
salvadoreñas de la época rara vez se difunden más allá de las fronteras
nacionales, el Repertorio las da a conocer a todo lo largo de los países
de habla española. La tarea editorial de García Monge divulga una
naciente literatura nacional que de otra manera nunca rebasaría su
país de origen. Sin lugar a dudas, por cuatro décadas, García Monge
se inviste como embajador de las letras salvadoreñas (véanse: Figuras
1-2).
No obstante, a pesar de
la continuidad del
Repertorio, la historiografía
literaria y la historia
política en general ignoran
esta publicación. Basta
revisar la bibliografía
reciente para percatarnos
de que un postulado
nacionalista sigue vigente
en el período de la
globalización. Los únicos
investigadores que se
preocupan por analizar la contribución del Repertorio son costarricenses
casi en su totalidad. (1) El lugar de edición y el origen del propio editor
dictan a qué tipo de escritor le corresponde reflexionar sobre una
determinada herencia cultural.
9
Por su parte, la posmodernidad proclama la tarea de trascender toda
dualidad simplista. Sin embargo, la historiografía literaria sobre 1932
sigue atrapada en una dicotomía sencilla: “comunistas” contra
“nacionalistas”, o bien “liberales de izquierda” contra “conservadores
de derecha”. Más allá de esa opción, todo proyecto político es
impensable. El imaginario de la guerra fría domina aún la historiografía
a ambos lados del Río Grande. Descubrir una visión que contradiga
esa duplicidad significaría sobrepasar ciertas coordenadas ideológicas.
En particular, excederíamos los parámetros que la guerra fría nos
impuso como límite irrebasable de lo que cualquier historia imagina.
En el extranjero, el interés por indagar los sucesos de 1932 rara vez
suscita una curiosidad similar que explore versiones alternativas al
interpretar los hechos.
**
10
de todas las palabras de Mármol sobre la cuestión indígena en el
Cuaderno de notas. Aunque telegráficas y dispersas en varias páginas,
son contundentes en su conclusión indigenista.
Ama: Lo conoció después del 17 de mayo. Al ir a dar ánimos.
Nos reunimos en Sonzacate. Ama era un indio puro. Dientes
anchos y sanos. Seco, cobrizo. El estaba determinado a la lucha.
Como cacique sufrió la expropiación: huellas de la colgada. Se
paró y me enseño hasta dónde llegaban sus propiedades. Que
el podía entregarlas a sus compañeros pobres a los que no
tenían. No luchaba x tener tierras pues tenía para El. Martínez
lo había llamado y le había dicho que “ese huevo tenía hormigas”
pero a. el estaba dispuesto. Tuvimos esa reunión.
11
de soviets] y de autoridades propias se prendió en forma enorme
en Sonsonate, por ejemplo. Por eso fue que el fraude electoral
causó una reacción tan grande. (9)
***
12
la guerra fría, la de los estudios de área, testimoniales y culturales
estadounidense, al igual que la campaña política-electoral en curso
(2004 y 2006). Inmersos de lleno en la globalización y en una democracia
parlamentaria a múltiples voces, una investigación tal es aún anatema.
Nos obligaría a desbordar fronteras nacionales (Costa Rica-El Salvador-
EEUU) y bipartición política extrema (comunista-nacionalista). (14)
13
precio a pagar excede toda expectativa. “El olvido divino es […] la
revancha más refinada […] la pena privativa que consiste en la falta
perpetua de la visión” del pueblo, de quienes viven los sucesos. (19)
Los estudios culturales se niegan a rescatar tanto una visión indígena
y popular, así como una amplia historia intelectual (teosofía, misticismo,
francmasonería, etc.). Puesto que ninguna concuerda con la bipartición
política tradicional, hay que remitirlas al olvido. En el (contra)canon
se conserva incólume una polaridad sin fisuras.
14
a una “novela testimonial” de más de quinientas páginas, traza un claro
parentesco. El “testimonio” persigue las huellas de su antecesor, el
realismo mágico. (23)
*****
15
política salvadoreña. Esa relación del recuerdo, García Monge la proyecta
hacia el extranjero. El etnocidio se ofrece como fugaz destitución del
silencio. Reconcilia una vasta disparidad, la que existe entre la amplia
difusión del acontecer literario y la reserva con respecto a la vida
política nacional.
16
1. 1932, Repertorio Americano y producción intelectual
17
Ya ve Don Joaquincito, este romance que escribí cuando supe
de la muerte de Víctor Marín (a quien quebraron todos los
huesos, y que murió como un valiente) lo mismo que la de otros
desgraciados, resultó profético. Al cabo de un mes ha caído el
hombre. Ojalá que se convoque a elecciones libres. ¡No queremos
militares! - C. L.. (6)
En 1932, las iniciales en minúscula "g. m." exaltan el quehacer estético
larsiano y la destitución de lo femenino, salvo en su función maternal.
Sin embargo, a la hora en que esa misma poeta cobra conciencia de
la necesidad de superar el militarismo, el mutismo se alza como
respuesta. En el Repertorio Americano no hay ninguna otra referencia
directa al movimiento pacifista y democrático que destituye a Martínez,
el presidente vitalicio. Más vale exaltar democracias ajenas que denunciar
dictaduras familiares. (7)
18
Contreras y el ensayo de Juan de Izalco aún se desconocen en El
Salvador. La motivación política no podría ser más obvia; hay que
mantener el imaginario de la guerra fría como si los Acuerdos de Paz
de 1992 nunca ocurrieran. Los de Salarrué únicamente en El Salvador
han llamado la atención; nunca reciben el comentario de los críticos
fuera del país.
**
19
erótica de lo indígena. Revalorización artística de lo étnico y política
sexual se intersectan en un punto nodal insospechado: el semidesnudo
indígena femenino. Lector de periódicos y perito en arte reafirman
su masculinidad, su hombría y voyeurismo. Enfocan su mirada hacia ese
objeto del deseo que significa la mujer al desabrigo. El arte resulta un
paliativo social en un país que aún carece de una política indigenista.
***
20
es la memoria" y el presente, pardo espejeo de anhelos ocultos.
Restauramos impresiones artísticas, sensaciones estilizadas, justificaciones
legales, racionalidad económica y política en curso. En breve, el vasto
archivo declama su complejidad a múltiples voces apenas audibles.
21
apoyo y cotraataque parecen contradictorios, esta doble actitud de
Jiménez Alpízar la resuelve un discurso antiimperialista ciego. La
esperanza que en diciembre la cifra en el carácter "revolucionario" del
gobierno militar salvadoreño, se esfuma al reparar que el etnocidio es
una excusa. Representa la mejor manera de legitimar una ruptura con
el orden constitucional y de obtener el aval extranjero, ante todo, el
del "Imperio". Sin la merced del Departamento de Estado, aún ahora,
todo gobierno latinoamericano vive en la "orfandad".
**
22
Jiménez acusa al Departamento de Estado de imponer acuerdos
unilaterales y a los gobiernos latinoamericanos de aceptarlos
incondicionalmente: "no nacieron como iniciativa nuestra [son] pactos
adobados al gusto del Departamento". Anota que a Washington no le
estorba tanto la injusticia, mientras la violación de los "principios
morales" no contradiga sus intereses. El ensayo adopta un tono de
exhortación , por una parte, y un sesgo religioso, por la otra. Del
Camino incita a Martínez, a "los que pusieron fin a un régimen que
juzgaron funesto" y al pueblo mismo a no ceder frente a las presiones
de Washington. El optimismo por "el suceso revolucionario" excede
cualquier límite de esperanza: "El Salvador iniciará la liberación que
nos hace falta". Pone su lealtad en Martínez, ya que este nuevo caudillo
no es "de la estirpe del politiquillo tropical […] sumiso".
***
23
gobierno estadounidense. "Le negó el Departamento de Estado su
reconocimiento y sintió orfandad. Sin capacidad para enfrentarse a los
problemas que la revolución política [= su propio golpe de estado] le
trajo a la nación, se desanima y trata de conquistar la simpatía del
Departamento de Estado". (5)
24
Ante el silencio de la prensa, Jiménez se interroga sobre el giro semántico
que el término "comunista" recobra en el discurso noticioso. Aún no
se propicia un periodismo de investigación. El escritor costarricense
observa la manera en que un simple término se infla al extremo para
convertirse en excusa de represión. A partir de 1932, "comunismo"
será "la estafa de dictadores". Toda vindicación social y lucha por
mejoras salariales, educación básica, servicios médicos, en dos palabras,
por un Minimum vital, se identificará a una solicitud "comunista". "Nada
más sencillo que atribuir el esfuerzo magnífico de esas generaciones
en rebeldía al comunismo. Ya hay creado un déspota en la palabra
comunismo".
****
25
labranza". Las imágenes "cablegráficas" del 32 despliegan una
posmodernidad incipiente, embrionaria, o mejor aún, inauguran la
posmodernidad como etapa que "precede y prepara el modernismo".
(12)
26
Luego de honrar la gran tarea de Martí, Luna y Zapata, la "Estampa"
concluye con una reflexión filosófica. El caso salvadoreño lo compara
a la reforma de Licurgo según Plutarco. Un sesgo masferreriano de
justicia está a la obra. En esta breve comparación de El Salvador con
Esparta, las nociones elementales del "comunismo" las remite a la
antigüedad clásica. Las arraiga no en una teoría marxista; en cambio,
para el costarricense, se halla en juego "el hambre" y la enorme
"desigualdad" social entre "la riqueza y la pobreza"; ambas las considera
extremas.
*****
27
en "comunista" y así legitimarse.
28
enmarca. Examinemos un ejemplo. En el Diario Latino del 5 de marzo
de 1932 aparece la "Carta del Arzobispo de San Salvador a los Párrocos
y Sacerdotes de la Arquidiócesis". Es obvio que dicha pastoral resulta
de un interés sin medida para el estudio de la posición de la iglesia
frente al etnocidio. De abogar por la armonía social, a escasos días
de la revuelta, condena la intervención comunista en toda la América
Central. (1) El problema de la justicia social y el de la armonía capital-
trabajo pasan a un segundo plano.
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Este somero listado de anuncios ilustra el marco de referencia del
receptor citadino. Existen otros sucesos que captan la atención de la
óptica urbana, además de la revuelta y de su represión. La mezcla de
lenguas -apellido italiano, Hollywood, francés, castellano, inglés- despliega
una imagen de San Salvador que rebasa la oposición regional indio-
ladino. A esta dualidad antropológica se superpone una Torre de
Babel. Una cultura cosmopolita palpita en la capital. Aquí el arraigo
en lo local da cabida a una sociedad globalizada, a una cultura de masas
urbana.
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Desde "la puerta del hotel" el viajero Frank Vincent observa "damas,
vestidas en el extremo de la más nueva moda parisiense". (5) Para
"encontrar a los de [su] propia clase", viajan con mayor frecuencia a
"Europa", a "Londres y París" que a "Nueva York o Boston". "Anualmente,
la república importa del extranjero unas 20.000 toneladas métricas de
alimentos, $2.333.000 (US)" y unas "1.000 toneladas métricas de bebidas
alcohólicas a unos $365.000 (US)". (6)
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Sea que observe a la actriz de Carné de cabaret, Lupita Tovar, o bien
las veleidades griegas, lo cierto es que cerveza y aderezo de marisco
los complementa la mirada fija en un cuerpo de mujer (véanse: Figuras
8-9). En estas únicas figuras femeninas semidesnudas la publicidad
muestra su atrevimiento y anticipa lo que la pintura regionalista depura
y sublima años después en una estética: el desnudo que es siempre
femenino. (10)
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El hombre aparece vestido, mejor aún, de traje
completo, con sombrero Stetson o Dunwich al lado,
mientras que la mujer, en traje de baño Jentzen o
mostrando piernas o senos, se ofrece al deleite
del lector, primero, y del especialista en arte, en
los años por venir (véase: Figura 10). Ni José Mejía
Vides ni Salarrué escaparán al precepto cultural
de construir la hombría gracias al voyeurismo.
Lector del periódico y artista se unifican alrededor
de su curiosidad como verdaderos mirones.
33
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Esos momentos que el oído del lector le dedica “a la música” de RCA-
Victor, le hacen “olvidar sus preocupaciones” anticomunistas. Si los
discos “Victor ortofónicos” encarecen, le bastaría pulsar la sintonía de
una “Radiolette R-5-X”, Brunswick, Atwater Kent, o bien la de “Radio
Pilot” para escuchar “París, Roma, Madrid, Londres, Est. Unidos”. Las
voces de Marlene Dietrich, Maurice Chevalier, etc. se hallan más cercanas
e inteligibles que la de cualquier pipil.
35
conquistadora (The Conquering Horde, 1931) con Richard Arlen y Fay
Wray exhiben una imagen más fiel del esteriotipo urbano de lo indígena
que cualquier visita a un pueblo del occidente del país. (21) Sea o no
este retrato acertado, su enfoque exhibe una perspectiva en proceso
de popularizarse por una creciente cultura de masas globalizada, por
la destrucción de las culturas locales y su incorporación al mercado
internacional. Los sucesos se conforman a "la lucha entre tradición
racial y civilización (the struggle between racial tradition and civilization)"
(véase: Figura 12).
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La feliz llegada de Hollywood a El Salvador no podría ser más oportuna.
Se trata de una iniciativa "de divulgar en los Estados Unidos nuestras
costumbres" regionales, entre otras las de "la costa del Bálsamo". En
años por venir, la Junta Nacional de Turismo emprende esta campaña
de difusión por medio de dos publicaciones: Revista El Salvador (1935-
1939) y Guía Turística de El Salvador (1937).
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37
Si Pérez Brignoli anota la ausencia de la cuestión indígena en el Minimum
Vital de Alberto Masferrer, ¡cuánto más no podríamos esperar del
lector urbano medio! (25) El desdén de la mirada global hacia las
culturas locales lo justifica la negligencia por reconocer la complejidad
étnica del país. En El Salvador “no hay” indios, sólo hay campesinos.
Y esta población rural carece de “cultura”. Un concepto semejante,
elitista de lo culto, no es exclusivo de la prensa; también lo refrendan
los mismos intelectuales. (26) A la conquista y colonización de América,
“se debe uno de los impulsos más grandes que se han dado a la
civilización”. (27) Citemos estas dos instancias en acuerdo concertado:
periodismo e intelectualidad.
38
masculina urbana la encontramos en el arte. El periodismo predice
la plástica. Un mirón de semidesnudos femeninos representa al
ciudadano ideal. El recibe las noticias sobre los desmanes de la revuelta,
colabora en organizar la defensa cívica y ratifica la constitucionalidad
del régimen.
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Esta doble regulación -hombría y modernidad- funciona como precepto
cultural generalizado y obligatorio. Incluso la timidez de un José Mejía
Vides y de un Salarrué no deja de visualizar imágenes semejantes. (32)
La intuición novelística tampoco escapa a esta reglamentación social
compulsiva: lo criollo y lo ladino cobra figura masculina; lo indígena,
femenina. (33) No extraña que en nuestra reseña sobre el trabajo
intelectual de la época, el quehacer de las autoras y artistas mujeres
sea mínimo, comparado a la de su contraparte masculina. El hombre
moderno observa y se apropia del mundo por la mirada; al igual que
el indio, en su mayoría, la mujer se deja contemplar. (34)
39
La confusión entre política étnica y política sexual parece ser una
característica masiva del pensamiento de la década. Tanto es así que
la reflexión socio-económica utiliza la misma metáfora en su clasificación
objetiva de los pueblos y civilizaciones. Lo dominante se concibe
siempre como masculino; lo dominado, como femenino. Una gran
personalidad científica, Manuel Castro Ramírez, reconfirma la equivalencia
entre género y carácter étnico-nacional. En su artículo “Pueblos
femeninos”, reseña el libro Por qué el español no ha llegado a más (1929)
de Ramón Latré. (35)
40
Es obvio que Castro Ramírez no menciona la cuestión indígena la que,
despojada de toda categoría sexual, quedaría por abajo de la mujer.
No obstante, anticipamos que si toda relación desigual se equipara a
una de género, cuando los intelectuales salvadoreños piensen lo indígena
lo visualizarán en términos femeninos. Así le reconocen a esa población
su estatuto social inferior, idealizado en un óleo. Para que esto suceda
hay que aguardar, no el auge de una política indigenista aún ausente
en el siglo XXI; ante todo, es el despliegue de la pintura regionalista
-José Mejía Vides y Salarrué- lo que nos obliga a observar lo indígena
como mujer, a menudo semidesnuda. Desde su escondite, la mirada
masculina -moderna y urbana- captura el paisaje y a “la pancha”, en un
solo y mismo trazo pictórico. Estéticamente, ambos se perciben como
mujeres. Este mismo tema artístico convencional lo reitera la novelística
sobre la revuelta: Francisco Machón Vilanova y Gustavo Alemán Bolaños.
Lo indígena adopta casi siempre la silueta del personaje femenino
principal; lo criollo y mestizo es hombre. En esta figuración sexual
des-en-cubrimos uno de los límites del imaginario estético salvadoreño
de los años treinta.
*****
41
no se mantienen, los ideales "comunistas" de la revuelta podrían
triunfar pese a su derrota militar. Para ilustrar este punto, antes de
concluir revisamos la Revista del Ateneo de El Salvador.
42
Doña Mercedes de Stadler 100.00
Don Guillerm Levy 100.00
París Volcán 100.00 y un juego de platos china
Casa Mugdan 100.00 y un juego de platos d'peltre
Don Walterio Borghi 100.00
Doña Berta de Escobar 100.00
Doña Esther de Daglio 50.00
Don Romeo Papini 50.00
Señora de Laufer 50.00
Bang & Co. 50.00
Srita. Liliam Kriete 50.00
Don Rafael Echavarría 50.00
Doña Lydia de Prieto 50.00
Don Benjamín González 25.00 y 1 saco maíz
Don Emilio Casanovas 25.00
Doña Adela de Leiva 25.00
Doña Elisa de Sagrera 25.00
Don Roberto Godoy 25.00
Doña Ana v. De Aguilar 25.00
Doña Angelita de Mathé 25.00
Doña Gloria de Sol 25.00
Doña Lily de Osborne 15.00
Doña Rosa de Zaldívar 15.00
Srita. Julia Quiñónez 10.00
Doña María Luisa de Guevara 5.00
Goldree Liebes & Co 50.00 y 1 juego platos de peltre
Doña Rosa de Bustamante 40.00
Fábrica Cigarrillos “Piramid” 50,000 cigarrillos en Ptes.
Bengoa Hermanos 1800 panes dulces
Hernández & Co. Panadería 1800 panes dulces
“Las Victorias”
Borghi B. Daglio & Co. 6 docenas de platos de peltre
y1docena de botellas Vermouth
Panadería “La Espiga” 1.25 de pan diario
Total efectivo recaudado a la fecha 2,884.00 colones
San Salvador, 28 de enero de 1932
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4. El “testimonio” de Alberto Masferrer
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en la economía discursiva de la carta. La señorita Bográn atestigua
que Masferrer sigue apegado a su misión espiritual de guía docente de
las jóvenes generaciones. Ella define el único sitio de enunciación
desde el cual es posible acusar al régimen dictatorial de Martínez.
45
a suceder y lo que esos egoístas, podridos en plata, no quisieron
hacer por razón y justicia, tendrán que hacerlo ahora-ya comienza,-
por miedo. Sólo el miedo convence a los cobardes y mezquinos
(Archivo General de la Nación)
No hay intermediarios comunistas, salvo el “hambre”, la condición de
miseria que Masferrer califica de “ignorancia”. Aunque este término
se revertiría contra el juicio de Masferrer, lo cierto es que el calificativo
se aplica a las interpretaciones actuales. En efecto, mientras Masferrer
le concede al “jornalero salvadoreño” la capacidad de autonomía, la
visión retrospectiva del 32 lo transforma en simple peón de consignas
partidistas. Estos principios políticos provienen de la ciudad y, en
consecuencia, de los ladinos.
**
46
En una psicologización extrema del conflicto social, G. Trigueros lo
describe también en términos de indoctrinamiento político de unos
cuantos líderes sobre una masa “inculta” y amorfa: en
la conmoción política que produjo el comunismo […] los
promotores lograron afectar la psicología de las muchedumbres
[lo que produjo] casos de enajenación mental [por ello es
necesario] una educación y una higiene moral para esas masas
incultas que se precipitan, atraídas por ideales que individuos
maleados les hacen concebir. (6)
Con amplio “éxito artístico”, la dramaturgia anticomunista de la época
recalca el argumento con mayor convicción. Los indígenas y campesinos
salvadoreños son títeres bolcheviques: “Pedro F. Quiteño, produjo
“Pájaros sin nido”, obteniendo éxito artístico […] Quiteño se reveló
como un intelectual conocedor de los resortes de las marionetas
humanas [= los indígenas izalco], en las escenas completamente típicas”.
(7)
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5. La verdad de la ficción
Sin duda, la novela Ola roja de Francisco Machón Vilanova (1948) lleva
la referida falta de autonomía indígena al extremo. Los indígenas son
ignorantes y sumisos. Su docilidad es tal que no se percatan de su
propia miseria, a menos que un agente extranjero se lo pregone y los
convenza de su penuria. Toda acción política indigenista la dirigen
forasteros que desconocen la realidad nacional y regional del occidente
salvadoreño.
48
Sabemos que Machón Vilanova propone la “moción” por nombrar a
Martínez “benefactor de la patria” ante la Asamblea Nacional Legislativa.
(1) Por tanto, no debería extrañarnos que su perspectiva sea la de un
antiguo miembro del régimen de Martínez en el exilio. La novela la
escribe en San Francisco California y la publica en México, cuatro años
después de la caída del presidente.
49
sobre toda la población indígena. A la vez, influencian a todos los
estratos sociales. Se infiltran en el gobierno y cuerpo diplomático. Su
disciplina y organización son tales que, con exactitud matemática,
sincronizan el estallido social con la erupción del volcán de Izalco. El
dominio “comunista” de la naturaleza y de la mentes humanas es
perverso y de total “obediencia sin réplica a un jefe”.
50
La “sombría perfección” del marxismo cede frente al mito indígena
del volcán. La narración recobra un sesgo étnico denegado. Así se
produce una contradicción irresoluble entre la intencionalidad
anticomunista del autor -el dominio soviético supremo- y la vivencia
de una visión indígena autónoma. 1932 resulta una extensión tardía
de la conquista. A criollos y mestizos les corresponde completar la
destrucción de las Indias Occidentales. El título mismo de la novela
expresa una ambigüedad sin resolución. Lo “rojo” remite tanto a lo
soviético, al igual que al esteriotipo occidental sobre el indígena: “piel
roja”.
51
La conclusión (anti)indigenista no podría ser más obvia. Se impone
de por sí apabullante. Al negarle un sitio de privilegio al único amor
de Roberto -una india- el ambiente social sonsonateco precipita el
levantamiento. El amor fallido y el acoso sexual sellan la confrontación
étnica -vivida en cuanto distinción racial- entre grupos culturales
contrapuestos. América como reconciliación de lo indígena y lo
europeo, la mujer y el hombre, -enlace de Occidente e Indias- resulta
una imposibilidad. En batalla feroz, la patria del criollo intenta aniquilar
-violar- la república de indios.
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[de] Mefistófeles” en “el suelo virgen del centro de América”. Compuesto
“de humus rendidor”, la “clase oprimida en el trabajo” estaba lista
“para la difusión de la idea […] Made in Rusia- una hoz y un martillo”.
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Leningrado. Su apodo le da título al libro: “el oso ruso”. La figura
animal de su seudónimo será el emblema del quehacer político. Como
buen depredador, su trabajo de infiltración requiere la búsqueda de
“caza menor apetecible”, esto es, “apoderarse” de mentes campesinas
e indígenas dóciles. (15) Sin traicionar las expectativas estéticas de la
época, anticipamos que la primera víctima de su cacería ideológica
quedará personificada bajo la silueta de una mujer. Sin sorpresa, esta
indígena ha sufrido la violación de un finquero. Al igual que Machón
Vilanova, Alemán Bolaños expone el lazo estrecho que une el acoso
sexual con la protesta social. Antes de ellos, en su novela vernacular,
Alcides Chacón documenta cómo el acoso sexual es práctica usual
incluso dentro del Ministerio de Instrucción Pública. (16)
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hermanos, Lucío y Roque. En el más íntimo “secreto”, los cinco se
constituyen en la “célula” germinal del movimiento comunista
salvadoreño. Ellos difunden la propaganda del Socorro Rojo Internacional
en Ahuachapán, La Libertad, Santa Ana y en el Cuartel de Artillería, en
San Salvador.
Por Lucío, la célula inicial entra en contacto con “un joven originario
de Tepecoyo” que “no es […] como los naturales, sino blanco y bien
parecido”, Farabundo Martí (nótese la distinción étnico-racial y el juicio
estético o de gusto). En Armenia, la reunión entre Iván y Martí sella
una alianza entre dos miembros del Socorro Rojo Internacional, uno
extranjero, el otro salvadoreño. Con “sede visible” en Nueva York,
pero “con vibración en Moscú”, el financiamiento de este organismo
hace posible que, en pocos meses, las células se propaguen en “juramento
secreto” por todo el centro y occidente del país. A través del ruso,
el propio Martí obtiene “fondos” de ese organismo: “Martí recibiría de
Iván una cantidad mensual, para cubrir los indispensables gastos”.
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Por esta despersonalización del indígena, el nicaragüense sólo describe
a los cuadros superiores del Socorro Rojo Internacional. Todos los
demás miembros “secretos” -entre ellos Feliciano Ama, “líder indígena”-
carecen de voluntad. No actúan por cuenta propia, sino que reciben
mandatos y los aplican a la letra.
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Entre líneas -insistimos- se descifra la falta de un ideario de justicia,
según la propuesta del nicaragüense. De igual manera, sólo una vaga
intuición nos guía en el leve resabio de la composición étnica del
occidente salvadoreño. Rosa María es una indígena violada que se afilia
al Socorro Rojo Internacional. Un concepto derivado de la política
sexual -la violación de la mujer indígena- conduce a la revuelta. Sin
embargo, su arraigo cultural no juega ningún papel en las demandas
sociales. El término “ladino” apenas aparece citado en la novela.
***
En síntesis, Alemán Bolaños nos ofrece una visión del pueblo como
masa amorfa y sin valores políticos ni culturales. El “campesinado”
obedece estrictas órdenes de sus superiores. La revuelta la organiza
el Socorro Rojo Internacional. Un “oso ruso” forma la primera célula
germinal en Juayúa. Su primera víctima es una mujer; ella acepta los
preceptos comunistas porque sufre una afrenta sexual. Luego el ruso
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adoctrina a una familia del barrio indígena y ellos divulgan “la semilla
soviética” por todo el occidente del país. En acción paralela y conjugada,
Martí, Luna y Zapata organizan una “célula matriz” en la región central.
Los capitalinos reciben apoyo financiero de la misma fuente: el Socorro
Rojo Internacional. La venganza sustituye cualquier programa de
reforma y de reclamo de un Minimum Vital. A pesar de la diferencia
de grado, revuelta y represión se caracterizan por su intención de
revancha. Intercalada en la descripción de algunos personajes, aflora
la identidad multirracial y pluricultural de las diversas nacionalidades
salvadoreñas.
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5. 3. Intromisión. Sexualidad y relaciones interétnicas
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La factura poética de sus relatos es tal que Miguel Angel Asturias lo
reconoce como uno de los grandes de “la literatura americana”. El
cuento combina el clásico decomiso de las tierras comunales indígenas
con la revancha por la afrenta sexual contra la mujer. La expresión “la
tierra -mujer al fin-“ unifica en un solo gesto la política agraria y étnica
con la sexual. Por su parte, la máxima “¡indio visto, indio muerto!”
remeda las noticias de los periódicos de 1932 que analizamos en
secciones venideras.
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No nos detendremos a reseñar los múltiples métodos de extorsión
social, tales como forzar a los colonos a firmar contratos arbitrarios,
acusarlos de “revoltosos” al negarse a obedecer, recurrir a la Guardia
Nacional. Más bien, interesa resaltar que Jacinto ejerce su poder
señorial al “revolcarse con las hembras sucias de la ranchería”. El trato
hacia la mujer campesina lo sintetiza una expresión que se utiliza para
el ganado: “ponerle el fierro”.
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“Ser-indio” no remite a marcas objetivas tal cual las busca una antropología
positivista: vestido, lengua, apariencia física, etc. En cambio, lo indio lo
precisa la mirada de un personaje hegemónico sobre otro situado en
una jerarquía social inferior. Para la patrona insolente, los carreteros
que le impiden el paso son “malditos indios”; de igual manera, para
“tres señoritos” citadinos en un “lujoso automóvil” Barbasco y su
compañero son “indios chingados”. Incluso para ña Ursula, es un “indio”
quien le proporciona el rancho a Jacinto para violar en secreto a La
Cumicha.
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Lo indígena Salgado lo describe en términos de orfandad, rechazo y
desarraigo que culminan en un acto suicida. Si este comportamiento
desesperado se identifica a la revuelta, es una deducción que queda a
discreción del lector. Posteriormente, lo “castellano”, lo criollo o
ladino, se consume en un acto de constricción y de expiación por la
culpabilidad del trágico destino de un diálogo no correspondido.
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El paso del mito a lo literario lo elaboran Alcides Chacón, desde un
sesgo antiindigenista, y Francisco Herrera Velado, bajo una satira de las
anhelos aristocráticos de la élite salvadoreña. (42) Si en Chacón el
marido indígena exige el cuerpo y la sumisión de la esposa blanca y,
en seguida, el de su hijastra, Herrera Velado documenta la práctica de
la mutilación femenina debido al adulterio durante el cambio de siglo:
Mas como ño Chilulo es tan decente,
Con el corvo compuso el incidente.
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nuevo régimen de Martínez, Ortega Díaz dedica la segunda mitad del
artículo a denunciar el gobierno y la situación social guatemalteca. Si
pensamos que Ubico le concedió asilo político al recién depuesto
presidente salvadoreño, el ataque al guatemalteco no debería extrañarnos.
Más bien, el escritor nos depara una doble sorpresa. Por una parte,
el campesino salvadoreño se vuelca sobre el indígena vecino; por la
otra, los intelectuales de ese país son “esbirros de pluma”. Eluden
defender la condición miserable del indio.
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7. Salarrué, los patriotas y la idealización artística de lo
indígena
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territoriales, la constante lucha por el control de la administración
pública, el conflicto ideológico, las vindicaciones sociales y, en fin, toda
utilidad material cotidiana. En este ámbito político-práctico se deslindan
los únicos dos polos en que la visión hegemónica divide a la sociedad
salvadoreña.
Ante ese callejón sin salida de la política, el escritor imagina una solución
romántica, a saber: la vivencia del terruño. Se vuelca sobre la religión
del arte. Propone una sociedad de poetas. Lo ideal sustituye lo
práctico; el ensueño, la administración pública y la vindicación social;
el arte, la política. El modelo se lo señala una pasividad vegetal. Tanto
la naturaleza tropical como la comunidad indígena se acomodan a esa
visión de la permanencia. Ambas le sugieren una renovación cíclica,
circular. Medio ambiente y etnicidad no se dotan de más alternativa
que de la reiteración infinita; mantienen íntegra su estructura original
y sus escasos recursos.
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plena expresión. Funda su arte en los sentidos y en la materialidad
misma del entorno. Percibe lo que ningún político, hacendado, ni
activista social es capaz de concebir. Palpa “el aroma”. Observa “la
armonía” cósmica. Escucha “la belleza del grano”. Saborea “el chipuste
en marejada” y la pulpa, “esencia” del mundo. Desentraña el “misterio”
de lo eterno.
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más espinoso. En los albores y consecuencias trágicas del 32, el indígena
rompe la imagen de pasividad que le otorga la figura monolítica de la
“respuesta”. Sea “comunista” o puramente indigenista, al alzarse por
reclamar sus derechos sociales, hace añicos la versión ideal que Salarrué
proyecta del indígena hacia el extranjero. La sociedad de poetas queda
huérfana, despojada de su asidero real en el campo salvadoreño. Acaso
le sucedería lo mismo a “la mujer”. A la época, al dejar de ser “soñadora”,
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Por lo añejo, esa figura mítica coloniza “la realidad misma” y la obliga
a entregarle “lo bello”. El dolor sólo aflora como algo inevitable y
personal. Así lo retrata “Lo irreparable” de Miguel Ortiz Villacorta y
“El ahogado” del mismo Salarrué (véanse: Figuras 17-18). (8) El arte
pictórico del autor nos previene del mundo a venir, la posmodernidad,
la privatización de la agonía.
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Por ello, quizás, al cuentista le toma cuarenta años publicar su versión
indigenista de la revuelta. Con timidez, su opinión la esconde en el
medio de una novela autobiográfica, Catleya luna (1974). Que el indígena
reclame un Minimum vital destruye el romanticismo utópico; el que
percibe la sociedad de poetas como modelo de un mundo salvadoreño
original y porvenir. En la idealización extrema, en la “respuesta”, no
hay denuncia alguna de los acontecimientos.
Debemos esperar tres años, 1935, para que Salarrué remita el meollo
de su versión indigenista al Repertorio. Ahí leemos que el escritor
tampoco condena la represión. (10) Más bien, sin sorpresa alguna, da
cuenta de un desagravio primordial: conducir a los indígenas pasivos,
creadores desinteresados, hacia una revuelta sin sentido. Ante ese
acto de violencia original, la brutalidad militar subsiguiente queda -en
su versión hacia el extranjero- en el absoluto silencio. No lo inculpamos;
bajo el férreo régimen gubernamental el mutismo se vuelve el más fiel
consejero. Lo entendemos tanto más cuanto este callado esplendor
aún nos acompaña en nuestra aguda actualidad.
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Repertorio enmascaran una actitud antiimperialista, en confianza plena
con la nueva política social estadounidense. (1) No obstante, en Viera
Altamirano la esperanza en el New Deal estadounidense se acompaña
de un sentimiento de soberanía latinoamericana. En “Ha sido asesinado
el libertador”, defiende la democracia e independencia nicaragüense,
a la vez que exalta la figura de Sandino como uno de los “ transfigura[dos]
hijos del pueblo [en] Mesías”. (2) Con Alemán Bolaños recordemos
que sandinismo y anticomunismo no representan posiciones reñidas.
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Un mes antes, en abril de 1932 aparecen tres breves notas ensayísticas;
dos de ellas merecen un corto comentario. Curiosamente, en la
primera especula sobre la capacidad política de “consolidación en una
sola democracia” de “todas las nacionalidades” europeas. Bastaría
trasladar esa utopía al istmo centroamericano, para considerar cómo
el contexto geográfico condicionaría el discurso político de un escritor,
que vive bajo el inicio de un férreo régimen militar. En la actualidad,
Europa es casi una realidad; Centroamérica, aún utopía.
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La segunda nota nos resulta más explícita: “El deleite de morir”. Ahí
Viera Altamirano nos convida a la reflexión. “Pensad en un puñado de
jóvenes que mueren -acribillados a balazos y metralla- en una tierra
que no es la vuestra […] vale mejor tener un ideal y por ese ideal
saber morir, que vivir sin conocer uno solo”. Aún el lector más ingenuo
e incrédulo, en cuanto al potencial metafórico de la lengua, estaría
obligado a reconocer en ese fragmento una clara alusión a quienes
caen “acribillados” de igual manera en 1932 “en una tierra” ajena.
Lejana a la mayoría de los lectores del Repertorio. Quizás ese “deleite”
exprese su breve homenaje a los caídos. Quizás…
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