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Iter criminis es una locución latina, que significa «camino del delito», utilizada en
Derecho penal para referirse al proceso de desarrollo del delito, es decir, las etapas que
posee, desde el momento en que se idea la comisión de un delito hasta que se consuma.
Por lo tanto, el iter criminis es un desarrollo dogmático, creado por la doctrina jurídica,
con idea de diferenciar cada fase del proceso, asignando a cada fase un grado de
consumación que permita luego aplicar las diferentes penas.
El iter criminis o camino del delito son las diferentes fases que atraviesa una persona
desde que en su mente se produce la idea de cometer un delito hasta que efectivamente
lo lleva a cabo. Lo importante de estas fases es diferenciar cuál de ellas es relevante
para el Derecho Penal. Diferenciamos por tanto dos fases: fase interna y fase externa del
camino del delito.
El iter criminis, más conocido como el camino del delito en la cual se representa el
camino que un sujeto activo (o delincuente) atraviesa desde el momento en que idea
llevar a cabo un delito, pasando por la preparación y ejecución de los pasos intermedios
del mismo hasta acabar en la consumación del acto criminal.
Para llegar a la consumación del delito, es necesario seguir un camino, que va, desde la
idea de cometerlo que surge en la mente del sujeto, hasta la consumación, ese conjunto
de actos para llegar al delito, se denomina iter criminis o camino del delito.
¿Qué debe entenderse por Iter criminis o camino delictivo?: La serie de etapas, de fases,
por las cuales atraviesa la vida del delito, desde el momento en que el sujeto activo
concibe la idea de perpetrarlo hasta la consumación del delito.
Pero, además, engloba una suerte de fases, en las que la persona avanza hacia la
culminación del delito, alcanzando en cada una de ellas un grado de consumación por
las que se podrá aplicar la pena correspondiente, siendo alguna de estas irrelevantes
penalmente hablando y otros actos serán punibles.
Índice
1 Fases del delito
o 1.1 Fase interna
o 1.2 Fase externa
1.2.1 Actos preparatorios
1.2.2 Actos ejecutivos
o 1.3 Delito consumado y frustrado
o 1.4 Tentativa de delito
2 Bibliografía
3 Véase también
La fase interna del delito es la que sucede en la mente del autor y no puede, en ningún
caso, ser objeto del Derecho penal, porque es necesaria la exteriorización mediante
acciones u omisiones de ese hecho delictivo. Todo ello se basa en el principio
cogitationis poenam nemo patitur, aforismo latino que significa que con el mero
pensamiento no es punible (sancionable). Se produce la ideación, la deliberación y la
resolución del delito.
La fase interna se halla constituida por todos los momentos del ánimo a través de los
cuales se formaliza la voluntad criminal y que preceden a su manifestación. Se
distinguen: la ideación del delito, la deliberación y la resolución criminal. La fase
interna es por sí sola irrelevante, el derecho penal interviene a partir de la manifestación
de la voluntad. Como sabemos el derecho penal sanciona conductas y no pensamientos.
Fase externa
En cuanto a la fase externa es la materialización de la idea, y en esta fase sí que ya
puede intervenir el Derecho Penal. El problema en este caso es determinar a partir de
qué momento nos encontramos ante una acción u omisión punible, y para ello la
doctrina ha diferenciado dos grandes grupos, los actos preparatorios y los actos
ejecutivos.
Actos preparatorios
En esta fase el autor del delito se provee de los materiales o conocimientos necesarios
para llevar a cabo su delito. Éstos son actos equívocos y multívocos: es decir, tienen
varios significados y varios sentidos posibles, siendo actos susceptibles de varias
interpretaciones. Los actos intermedios se consideran un momento intermedio entre la
fase interna y la ejecución del delito, y pueden ser considerados punibles. Tienen tal
consideración los siguientes:
1. Conspiración: se trata del concierto entre dos o más sujetos para ejecutar un
delito y resolución ejecutable. Para que se produzca es necesario :
1. El concurso de dos o más personas que reúnan las condiciones necesarias
para poder ser autores del delito
2. El concierto de voluntades entre ellas o pactum scaleris
3. La resolución ejecutiva de todas y cada una de ellas, o decisión sobre la
efectividad de lo proyectado
4. Que dicha resolución tenga por objeto la ejecución de un delito concreto,
y que este sea de los que el legislador ha considerado especialmente
merecedor de punibilidad
5. Que exista un lapso relevante entre el proyecto y la acción que permita
apreciar una mínima firmeza de la resolución, ya que no puede ser
repentina y espontáneamente
6. Que no se haya dado comienzo a la ejecución delictiva, pero sí se haya
tomado la decisión de iniciar una actividad concreta que manifieste la
voluntad de delinquir
2. Proposición: se trata de un acto preparatorio en su modalidad de resolución
manifestada, que implica una ausencia de actos ejecutivos. Se le denomina a este
acto preparatorio de inducción frustrada o tentativa de inducción. Los requisitos
para que se produzca son los siguientes:
1. Resolución firme del proponente para la ejecución del hecho.
2. El propósito de intervenir directa o personalmente en la ejecución del
hecho delictivo.
3. La búsqueda de otra persona para participar en el hecho,
independientemente que sea o no aceptada por la persona a que se
proponga.
4. Ausencia de inicio de ejecución, ya que en el CP no se exige que el
proponente tenga real intención de participar realmente en la ejecución
del hecho.
3. Provocación para delinquir: se trata de procurar la perpetración de un delito.
En este caso, el provocador no necesariamente ha de tomar parte directa y
materialmente en el acto, solo se exige que intente determinar en otros la
ejecución de un hecho delictivo. Se requiere:
1. Iniciativa para la ejecución de hechos delictivos
2. Que el destinatario lo perciba, ya sean uno o varios destinatarios
3. Que tenga la finalidad de convencer a los receptores del mensaje
4. Ausencia de inicio de la ejecución
Actos ejecutivos
En cuanto a los actos ejecutivos: el principio es contrario, es decir, que todos los actos
son punibles. Se han utilizado varias teorías para diferenciar los actos preparatorios y
los actos ejecutivos:
Los actos ejecutivos, en definitiva, son aquellos en que el sujeto comienza la ejecución
del delito, independientemente de que este se termine produciendo o no: es decir, que
sea consumado (parcial o totalmente) o que se quede en tentativa de delito.
En el Derecho penal español, el delito se entiende consumado desde que hay inicio de
ejecución, sin atender si se producen o no los resultados esperados. No obstante, la
doctrina y algunas legislaciones extranjeras distinguen entre el delito efectivamente
consumado y el que no alcanza a serlo:
Tentativa de delito
Con respecto a la tentativa, puede ser de dos tipos, acabada (donde el sujeto realiza
todos los actos para la comisión del delito), como inacabada (en la que el sujeto realiza
solo una parte de los actos). La diferencia entre estas dos clases de tentativa deviene con
respecto a la determinación de la pena, es decir, en el plano práctico, ya que según el
art. 62 del CP, «a los autores de tentativa se les impondrá una pena inferior en uno o dos
grados a la señalada por la Ley para el delito consumado, en la extensión que se estime
adecuada».
La tentativa consta de una estructura diferenciada por dos tipos, tipo objetivo que es el
comienzo de ejecución propiamente dicho; y el tipo subjetivo o dolo, es decir, la
voluntad del sujeto de querer realizar el tipo objetivo. Podemos por ello confirmar que
posee la misma estructura que el delito consumado.
1. Ha de ser una decisión voluntaria del sujeto: se trata de una actitud psíquica del
que desiste. Hay que distinguir entre: si el intento aún no ha fracasado y depende
de la voluntad del que desiste conseguir la voluntad; o si por el contrario, si el
sujeto, tras un primer intento fracasado, puede aún conseguir su objetivo. Lo
importante por tanto es que además de posible sea también definitivo, es decir,
basta con que desista de su propósito originario, siendo independiente que en el
futuro vuelva a intentarlo de nuevo. Si embargo, hay que diferenciar si el
desistimiento es voluntario (se desiste por motivos éticos), que sea involuntario
(se desiste por motivos interesados), en cuyo caso no exime de responsabilidad
penal.
2. Ha de evitar la consumación del delito: se puede desistir en dos situaciones,
cuando ya estamos ante tentativa acabada o en supuestos de tentativa inacabada.
Si a pesar de desistir, el resultado consumativo se produce, se ha de tratar como
concurso real entre tentativa del delito doloso con la atenuante de
arrepentimiento u otra análoga y el resultado consumado por imprudencia, si se
dan los requisitos.
Bibliografía
Muñoz Conde, Francisco; García Arán, Mercedes (2007). Derecho penal: parte
general (7ª edición). Valencia: Tirant lo Blanch. ISBN 9788484569336. OCLC 434457213.
Álvarez García, Francisco Javier; Andrés Domínguez, Ana Cristina (2007). Doctrina
penal de los tribunales españoles (2ª edición). Valencia: Tirant lo Blanch.
ISBN 9788484568209. OCLC 183330085.