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La torre de Babel Génesis 11:1-9

Los descendientes de Noé vivían en el área de Mesopotamia en Babilonia y se


establecieron en una tierra que nombraron Sinar. Rápidamente la población
comenzó a incrementar y todos hablaban el mismo idioma, entonces la gente se
juntó y decidió edificar un gran monumento que sería símbolo de lo grande que
habían construido su nación. Los babilonios querían una torre que llegaría hasta
el cielo para que pudieran ser como Dios y así no necesitar más de Él.
Al ver el orgullo y la arrogancia en el corazón de esta gente, Dios hizo que la
gente hablara diferentes lenguas para que no se pudieran comunicar y como
resultado se dispersaron de aquel lugar por todo el mundo. Aquella torre fue
nombrada como la torre de Babel porque esa palabra significa confusión. Esta
historia es un recordatorio del porqué es importante obedecer a Dios y poner en
él todas nuestras obras ya que son gracias a él y por él que las podemos hacer,
no sea que queramos construir una vida “exitosa” sin Dios.

Pentecostés
Cincuenta días después de la resurrección envío Jesús desde el cielo el Espíritu
Santo sobre sus discípulos. Dio comienzo entonces el tiempo de la Iglesia.
Hechos de los apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De
pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que
resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas
lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas
lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos
piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se
congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en
su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: “, Acaso estos hombres
que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye
en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la
Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor,
en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma,
judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras
lenguas las maravillas de Dios”
Importancia de ser lector
El hombre no vive solamente de pan, sino de toda Palabra que sale de la boca
de Dios (Lc 4,4).

La liturgia de la palabra y la liturgia de la eucaristía. Dios alimenta a su pueblo


con una doble mesa: el pan de su palabra y el pan del cuerpo de cristo entregado
por nosotros.
La liturgia de la palabra actualiza la fuerza salvadora de Dios en la historia e
invita a acogerla en la vida personal y comunitaria. El hecho central que se
celebra es el misterio pascual de Cristo.
El lector proclama la palabra de Dios. Es uno de los ministros más importantes,
porque ayuda a que la comunidad capte en las mejores condiciones, el mensaje
que Dios le trasmite.
¿Qué son los lectores?
Son los mediares entre Dios que dirige su palabra y la comunidad Cristiana que
la escucha. Lo que el lee no es palabra suya ni de la iglesia, sino de Dios mismo.
No lee para sí, sino para la comunidad.
El un instrumento elegido por Dios, para servir a su comunidad. Dios, a través
del lector, comunica su palabra y se hace realidad viva para la asamblea. El
lector es el único eslabón de una cadena que comprende al profeta o apóstol que
hablaron hace siglos, a las comunidades que las acogieron, a los que las
escribieron, a los traductores. Por muy sublime que sea el texto, si el lector no
lo comunica expresivamente o el micrófono no funciona, el dialogo entre Dios
y la comunidad no será adecuado.
El lector proclama la palabra y proclamar es anunciar. Leer es una actividad
espontanea. No sabemos lo que está escrito y lo expresamos. Al proclamar ya
se lo que voy a expresar, es más, lo he digerido y hecho vida. Por tal razón, sé
es el lector y oyente a la vez.
La Palabra debe llegar a todos; para lo cual es necesario no sólo hablar claro,
sino también proclamarla desde la Fe y la Caridad

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