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Documento de cátedra Nº 2
“CONSIDERACIONES ACERCA DE LAS CLASES DE PALABRAS”
¿Qué hicieron Sartro y Nipo? ¿Cómo estaba Nipo? ¿Sartro cilaraba? ¿Quién achataba el
joro?; ¿qué fataló Nipo?
1)Sartro y Nipo fitolearon a junipear por la arusa. 2) Nipo estaba cotaniro y Satro no cilaraba. 3) Una psora achataba el joro 4) Nipo fataló
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el mosero el mosero de Sartro
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1. ¿Por qué se pueden responder las preguntas anteriores? ¿Qué clase de texto es?
¿Qué aspectos del texto le permitieron clasificarlo?
2. ¿Por qué se puede afirmar que el texto simula estar “escrito” en español?
3. ¿Cómo es el léxico en el texto? ¿Por qué?
4. ¿Qué significado aproximado podría darse de las palabras?
5. ¿A qué clase corresponderían esas palabras? ¿Qué aspectos/elementos
permitieron ubicarlas dentro de una clase particular?
Hay que distinguir dos planos en la realidad: el plano gramatical, que estudia la lengua
en un nivel abstracto, y el plano del contenido fáctico de la realidad social, el contenido
histórico. Esto es lo que hace Bajtín al distinguir la oración del enunciado
Como hablantes de español somos capaces de entender que en el texto anterior
aparecen determinadas palabras que no existen como tales en el repertorio de nuestra
lengua, es decir, son «inventadas». Por otra parte, podemos inferir que esas palabras nos dan
pistas respecto de su adscripción a determinadas clases, como por ejemplo, si son
Clases de palabras
sustantivos, adjetivos y verbos. Este reconocimiento resulta posible porque en el proceso de
desarrollo del lenguaje, el «hablante nativo» internaliza los mecanismos de funcionamiento
de su lengua materna, lo que le permite configurar gradualmente su competencia lingüística1.
Dentro de ella, la competencia morfológica es la que permite al usuario del lenguaje
reconocer palabras posibles y no posibles; emitir juicios acerca de la buena o mala formación
de una palabra e identificar, incluso, las distintas clases que pueden adscribirse. En tal
sentido, Mabel Giammatteo e Hilda Albano sostienen que “el conocimiento sobre clases de
palabras es el que hace posible saber qué terminaciones se pueden ir agregando, en primer
Entendimiento lugar, para formar otras palabras y, en segundo lugar, para combinarlas entre sí
adecuadamente respetando las relaciones sintácticas indispensables entre ellas” (2006: 21).
Matriz racional Se trata pues, de saberes intuitivos, implícitos y no conscientes que, si bien posibilitan la
abstracta que
estructura los producción y comprensión de estructuras gramaticalmente válidas, no pueden ser objeto de
pensamientos.
explicaciones por parte de los hablantes. La primera razón de existencia de una lengua
consiste en cubrir la necesidad de una comunidad de dar nombre a las cosas y a las realidades
En esta Matriz
abstracta que la rodean y atraviesan en pos de cumplir con uno de los objetivos primordiales de la vida
permanece
enclaustrada la en sociedad: comunicarse.
conciencia estoica
El hecho de que las palabras de una lengua se agrupen en clases, como sustantivos,
adjetivos, verbos -entre otras- no es una mera clasificación desarrollada por la gramática.
Experimentos científicos recientes, llevados adelante en el área de la psicolingüística, han
confirmado que las palabras de una lengua no constituyen listas arbitrarias y sin relación
entre sí. Por el contrario, se agrupan en clases en el lexicón o diccionario mental donde se
almacenan. La clasificación y conformación de grupos de palabras en distintas clases no es ni
ha sido un proceso sencillo. En tal sentido, se han establecido diferentes criterios como, por
ejemplo:
1
Se denomina competencia lingüística al conjunto de conocimientos que permite comprender y producir una
cantidad potencialmente infinita de oraciones gramaticalmente correctas con una cantidad finita de elementos.
Los ámbitos de la competencia lingüística abarcan: la competencia lectora, la competencia para hablar y
escuchar y la competencia en la composición de textos.
2
Clasificación y conformación de grupos de palabras
el
significado
los lugares que las los componentes
palabras ocupan en internos o partes
el discurso de ua palabra
Criterios
A partir del siglo XX, la lingüística inicia su camino de búsqueda de cientificidad. Uno
de los primeros pasos consiste en cuestionar aquellas conceptualizaciones y definiciones
construidas y/o derivadas sobre la base de criterios nocionales propios de la gramática
tradicional y clásica (Bosque y Rexach, 2009). Así, definiciones como el sustantivo «sirve para
nombrar la sustancia», el adjetivo «indica propiedades de la sustancia» y el verbo, «acciones,
estados o procesos», se descartan por no apelar a criterios inmanentes sino a justificaciones
extralingüísticas.
En este contexto, si bien las palabras se encuentran estrechamente vinculadas a las
cosas o a los conceptos que designan, la única vía posible para lograr una caracterización
científica de las categorías léxicas será aquella que recurra a los criterios de forma y función
(forma morfológica y función sintáctica), considerados criterios inmanentes y formales. morfosintácticos
2
“Se llaman clases sintácticas de palabras, categorías gramaticales o simplemente clases de palabras los
paradigmas (en el sentido de series o repertorios) que estas forman en función de sus propiedades
combinatorias y de las informaciones morfológicas que aceptan”. En la actualidad se suelen reconocer entre las
clases sintácticas de palabras el artículo, el sustantivo, el adjetivo, el pronombre, el verbo, el adverbio, la
preposición, la conjunción y la interjección” (RAE, 2009, p. 43).
3
a) "Sartro”, “Nipo”, “arusa”, “psora”, “joro” y “mosero” son sustantivos: los dos primeros,
nombres propios y los restantes, comunes.
clases de palabrasb) “filotearon”, cilaraba”, “fataló”, “junipear” y “taropear” son verbos: los tres primeras
corresponden a formas verbales conjugadas y las restantes, formas de infinitivo;
c) “cotaniro” es un adjetivo.
En términos de Di Tullio, diremos que “cuando establecemos que una determinada unidad
léxica pertenece a una categoría, la estamos inscribiendo en una clase preexistente, cuyas
propiedades ya están definidas y cuyos miembros se comportan de un modo regular y
previsible” (1996, p.129). Al respecto, Radford sostiene que
*…+ un principio básico de cualquier descripción gramatical de una lengua consiste en
Categorías gramaticales reconocer que todas las palabras de un lenguaje pertenecen a un restringido set de
categorías gramaticales *…+. Una categoría gramatical es una clase de expresiones que
comparten un set de propiedades gramaticales [morfológicas y sintácticas] comunes
(1997, p. 29) 3.
Por su parte, Gianmateo y Albano (2009) ofrecen una revisión crítica de las principales
clasificaciones de las clases de palabras que predominaron según las épocas. Las autoras
realizan un cuestionamiento general respecto de que las clasificaciones propuestas se han
basado, alternativamente en los criterios morfológicos, sintácticos y semánticos pero o
tomados de manera aislada o reunidos de un modo poco sistemático (en algunas
clasificaciones las palabras están en un grupo y en otras, en otro).
3
La traducción es nuestra.
4
Las autoras ejemplifican las diversas clasificaciones de las palabras con la gramática
tradicional, el distribucionalismo4 y el funcionalismo5. Luego de este recorrido por los
Integrando los dos criterios
distintos enfoques, concluyen que para la clasificación de palabras deben usarse criterios
morfológicos en conjunción con criterios sintácticos, sin dejar de considerar que todos los
miembros de una clase dada comparten propiedades semánticas fundamentales. Denominan
Criterios a esta perspectiva, enfoque integral: las clases de palabras constituyen subconjuntos
Morfológicos
Sintécticos organizados que comparten propiedades morfológicas, sintácticas y semánticas.
Semánticos
Dentro de las posibilidades de clasificación, Giammatteo y Albano describen las
múltiples y las binarias. En el caso de las primeras, se establecen inventarios con varias clases
de palabras que oscilan entre 8 y 10. En el caso de las segundas, las palabras se organizan en
dos grupos principales, según algún rasgo relevante y, por lo general, luego suelen subdividir
esas dos principales en subclases (clases abiertas/clases cerradas, clases mayores/clases
menores, palabras llenas/palabras vacías).
Respecto de la universalidad de las clases de palabras, las autoras aclaran que dentro
de la gramática tradicional se consideraba que las clases de palabras identificadas para las
lenguas clásicas6 eran universales. No obstante, el conocimiento de lenguas de muy diverso
origen, demuestra que no en todas existen las mismas clases. En tal sentido, en la actualidad
se reconoce que las clases de palabras no son universales sino que varían según las lenguas,
aunque en todas, posiblemente existan dos categorías básicas sobre las que se articula la
oración: nombre/sustantivo y verbo.
4
El norteamericano Leonard Bloomfield propone una teoría general del lenguaje que, desarrollada y
sistematizada por sus alumnos con el nombre de distribucionalismo, dominó la lingüística norteamericana hasta
1950. Esta teoría presenta ciertas analogías con el saussurianismo y sobre todo con su interpretación fomalista.
Para la teoría distribucionalista, estudiar una lengua es reunir un corpus de enunciados efectivamente emitidos
por sus usuarios. Luego –dejando de lado el significado –se buscan regularidades para dar a la descripción un
carácter ordenado y sistemático. la noción de entorno (contexto lineal) es el conjunto de unidades que
anteceden y siguen a una unidad determinada dentro de un enunciado. En este sentido, el entorno sirve para
definir la distribución de una unidad: esto es, el conjunto de los entornos donde aparece en el corpus. (Cfr.
Ducrot, O. y T. Todorov, [1972] 2003).
5
Una de las innovaciones de la lingüística de Saussure consiste en declarar esencial el papel de la lengua como
instrumento de comunicación. Partiendo de esta tesis, algunos continuadores de Saussure, llamados
funcionalistas, consideran el estudio de una lengua como la investigación de las funciones desempeñadas por los
elementos, las clases y los mecanismos que intervienen en ella. Esta tendencia se revela particularmente en el
método de investigación de los fenómenos fónicos que N.S. Trubetzkoy definió como fonología y que fue
desarrollado sobre todo por Martinet, Jakobson y la escuela de Praga. (Cfr. Ducrot, O. y T. Todorov, [1972]
2003).
6
Recordemos que con la expresión “lenguas clásicas” se identifican el latín y el griego.
5
Cuarta consigna: ¿En qué consisten las cláses de palabras léxicas y las funcionales?
6
temporal sino estados, es decir, eventos homogéneos en su duración y que no sufren
cambios.
En este contexto, las clases de palabras se forman a partir de conjuntos de
propiedades compartidas por sus miembros, pero la adscripción a una clase es una cuestión
de grado. En cada clase se reconocen los miembros centrales o prototípicos, es decir, aquellos
que reúnen todas o la mayoría de las propiedades y los miembros periféricos o marginales, es
decir, aquellos que, sin dejar de pertenecer a la clase, no poseen todos sus atributos.
Quinta consigna:
¿Cuáles son las propiedades
que constituye a la clase
léxica?
En este Documento de Cátedra nos referiremos puntualmente a las clases léxicas SUSTANTIVO,
ADJETIVO y ADVERBIO.
Los hablantes, al usar la lengua, hacemos referencia a algo o a alguien: cosas u objetos
(concretos o abstractos, reales o imaginarios), personas, animales, situaciones, procesos,
conocimientos, conceptos, etc. Para eso, es necesario nombrar, designar esa referencia de
alguna manera. Nombrar es identificar un objeto o persona entre otros de su misma clase.
Por ejemplo, “Viajo a la casa de mis abuelos”, se nombra el lugar de destino y se nombra la
relación de parentesco de los dueños de ese lugar. Esos objetos o entidades nombradas se
llaman referentes. En tal sentido, Di Tullio afirma que “las expresiones referenciales son
usadas para identificar entidades del mundo extralingüístico (148).
Las palabras que nos sirven para nombrar o identificar aquello a lo que nos referimos
son los sustantivos. Sin embargo, para designar, a veces es necesario usar varias palabras y no
un solo sustantivo. En estos casos, se trata de construcciones sustantivas, como por ejemplo:
«fin de semana», «complejo de Edipo», «menor de edad» y «pie de página».
Desde el punto de vista morfológico, se caracteriza por ser una palabra variable, es
decir, flexiona en género y número e impone esos cambios morfológicos a las otras palabras
que generalmente lo acompañan (El perro negro, unas manzanas rojas). En tal sentido, las
palabras que acompañan a los sustantivos, varían su género y número en concordancia con
ellos, lo que significa que son los sustantivos los que imponen o rigen el tipo de flexión
morfológica. Asimismo, también se caracteriza por participar en procesos morfológicos de
derivación (monedero, verdulería, anteúltimo) y composición (lavarropa, portalámparas).
8
Desde el punto de vista sintáctico, forma grupos o sintagmas nominales que pueden
desempeñar varias funciones sintácticas, tales como las de sujeto (Un femicidio ocurre cada
16 horas) u objeto directo (Piden cadena perpetua para el acusado por el travesticidio de
Diana Sacayan), entre otras. Asimismo, por su fuerte carga referencial, los sustantivos
funcionan como los núcleos de las construcciones sustantivas que integran, es decir, es la
palabra más importante de ese sintagma y las otras palabras que lo acompañan reciben el
nombre genérico de especificadores y modificadores.
Comunes y propios Tradicionalmente, los sustantivos se dividen en comunes y propios. Los comunes
tienen un sentido descriptivo, es decir, cuando leemos o escuchamos un sustantivo tenemos
una inmediata representación mental de un objeto, entidad o referente con determinadas
características (mesa, lluvia, paciencia) y se refieren a todos los individuos de una clase. Se
caracteriza por clasificar o categorizar las personas, los animales o las cosas según
determinados rasgos comunes que los distinguen, es decir, hacen referencia a individuos u
objetos en tanto miembros de una clase que comparten los mismos rasgos de contenido. Los
sustantivos comunes se definen en los diccionarios por un conjunto de rasgos que
9
caracterizan su contenido. Por ejemplo, el sustantivo niño incluye en su significado
propiedades como ´ser humano´ y ´de corta edad´.
Los nombres propios (antropónimos y topónimos) identifican un ser entre los demás
sin informar de sus rasgos o propiedades constitutivas, o sea, no tienen valor descriptivo.
Estos sustantivos no expresan qué son las personas o las cosas (como hacen los nombres
comunes: mujer, montaña, país), sino cómo se llaman individualmente esas entidades (Carla,
Aconcagua, Argentina), en tal sentido, poseen capacidad de referir por sí mismos, es decir,
nombran o designan en forma particular una entidad, pero sin dar características específicas.
Los sustantivos propios denotan individuos por medio de una asociación directa con su
referente. Idealmente, cada nombre identifica a un individuo de manera no ambigua.
Carecen de significado, ya que consisten solo en etiquetas que se asignan a los individuos
para su identificación. La diferencia entre, por ejemplo, un sustantivo propio como
Gabriel García Márquez y una expresión como el autor de Cien años de soledad consiste
en que, mientras que el primero es inanalizable desde el punto de vista semántico, el
segundo contiene una descripción del referente. Dadas estas características, es fácil
entender por qué los nombres propios no van precedidos de determinantes (son
inherentemente definidos) y por qué no admiten modificadores restrictivos, ya que
refieren a una entidad única. En algunos dialectos o modalidades subestándares, se suele
escuchar la Marta o el Pedro *…+ En estos casos, el determinante aporta cierto matiz de
significado: indica que el hablante supone que la persona designada es conocida por los
interlocutores, por lo que la construcción admite la paráfrasis “la Marta que conocemos
todos (148-149).
Por ejemplo, todos los gatos tienen ciertas características comunes (forman parte de
la especie de los felinos y son domésticos), pero las personas llamadas Manuel, no poseen
nada en común, de modo que cada Manuel tendrá sus propiedades particulares, que no están
indicadas por el sustantivo:
Vivimos en un mundo de
universales que necesitamos Es decir, no hay una clase de hombres que se llamen Manuel, ni una clase de
determinar en la vida
práctica de cada día. calles llamadas 9 de Julio. Cada uno de estos objetos es propio y
"El lenguaje es lo más característico y por esta razón se denomina PROPIOS a los sustantivos que
verdadero" dice Hegel
De ahí pasamos al los designan.
estado emocional de
cada individuo ¿cómo Los sustantivos comunes designan de manera genérica una clase (el sustantivo gato
te sentís existencialmente?
aplica al conjunto de todos los seres que comparten esas características), pero en sí mismos
carecen de capacidad para identificar individuos. Para ello, necesitan estar determinados, es
Porque el lenguaje está compuesto por universales
decir, ir acompañados por un determinativo (determinantes o cuantificadores):
10
Determinativos Subclases
Artículo Él
Determinantes Demostrativo Ese / este / aquel
Posesivo Mi / tu / su / nuestro gato
Indefinido Algún / ningún / otro / cualquier
Cuantificadores
Numeral Un / primer
Por el contrario, los nombres propios son en sí mismos expresiones referenciales, por
lo que no necesitan determinantes para señalar individuos.
Los sustantivos contables refieren a entidades que se pueden contar o enumerar (una
mesa, dos sillas, tres plantas); designan clases o especies de entidades discretas, es decir,
contables y aislables. En consecuencia, pueden usarse tanto en singular como en plural con
distintos especificadores:
Determinativos Subclases
Artículo La/las taza/tazas
Determinantes Demostrativo Esa/s; esta/s; aquella/s flor/es
Posesivo Mi/s; tu /s; su/s; nuestra casa/s
Algún/algunos; varios tema/s
Indefinido
Pocos; muchos viajes
Numeral
Cuantificadores Tres mesas
cardinal
Numeral
Segunda mesa
ordinal
En síntesis, en cuanto a sus diferencias podemos indicar que los contables son
cuantificables y los no contables, medibles. Solo los contables se pluralizan, lo que permite,
además, que sean utilizados con cuantificadores de cualquier tipo (numerales o indefinidos).
Los no contables, en cambio, no suelen pluralizarse y solo aceptan cuantificadores indefinidos
en singular. Cuando se emplean en plural, se consideran recategorizados como sustantivos
contables referidos a tipo o clase o con valor de medida (Di Tullio, Giammatteo y Albano).
De la sensibilidad y del entendimiento
1.1.2. Sustantivos concretos y abstractos
7
Los sustantivos denominados pluralia tantum, es decir, aquellos que siempre se utilizan en plural (exequias,
restos, víveres, expensas, facciones (del rostro), etc., se comportan, en buena medida como no contables. Ver
infra El número en los sustantivos 1.2.2.
12
Los sustantivos concretos hacen referencia a realidades perceptibles por los sentidos o
aprehensibles por la imaginación, es decir, seres reales o imaginarios que captamos por los
sentidos o podemos representarnos mentalmente (árbol, aroma, centauro, tierra).
El término abstracto significa extraído o separado, esto quiere decir que los
sustantivos abstractos nombran entidades cuya existencia está extraída de otras entidades: el
concepto de libertad depende de la existencia de objetos o personas libres. Son propiedades
de los objetos separadas de los objetos mismos, pero dependientes de ellos para existir.
Por último, también existen los denominados abstractos simples o puros como fe,
miedo, verdad, que no derivan de otras palabras de la lengua.
8
Los sufijos forman parte del sistema de afijos del español. Los afijos son partículas que se colocan al comienzo
o al final de una raíz léxica. Cuando se colocan antes de la raíz se denominan prefijos y cuando se ubican al final,
sufijos. Por ejemplo en des-prolijo reconocemos el prefijo des- que se añade a la raíz que es el adjetivo prolijo; y,
en el caso de empres-ario, al sustantivo que funciona como raíz, se le agrega el sufijo derivativo –ario.
13
El miedo hace a los hombres refugiarse en Dios, en sus familias o cualquier forma de regreso a
cierta posición fetal. Posición que el hombre encuentra recluido en su sociedad, ciñíendose
al universal como conciencia desgraciada. El universal da cierta seguridad.
Los sustantivos individuales denotan en singular seres únicos (barco, oveja, docente), es decir,
designan un solo ser, objeto o idea, por lo tanto, cuando se necesita nombrar varios objetos
deben pluralizarse (barco/barcos; oveja/ovejas). Su denominación puede ser proporcionada
por cualquiera de los elementos que constituyen su extensión. Por ejemplo, la clase barco
puede ser ilustrada por cualquier elemento del conjunto de barcos.
Por su parte, dentro de los colectivos se establece una distinción entre colectivos
léxicos y colectivos morfológicos. En el primer caso se trata de sustantivos que no poseen
estructura morfológica (sufijos derivativos) que expresen idea de colectividad o conjunto:
familia, manada, rebaño. En el segundo caso, los sustantivos colectivos derivan de otros
sustantivos y se forman mediante el agregado de sufijos que designan grupo: muestrario,
arboleda, pedregal, pinar, vinoteca.
El género es una propiedad gramatical inherente de los sustantivos. Es decir, todos los
sustantivos tienen género, no obstante, algunos tienen como rasgo propio o inherente, ser
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masculinos o femeninos, como ocurre con el género de los sustantivos que designan objetos
o entidades inanimadas. En estos casos, el género no manifiesta ninguna motivación
extralingüística vinculada al sexo de los seres animados: ventana es inherentemente
femenino, es un objeto, una entidad inanimada y, en consecuencia, no existe su par femenino
(*ventano) y candado es inherentemente masculino (no existe *candada).
sirve para clasificar los sustantivos en dos clases: femenino y masculino. En la mayoría de
los casos el género es inherente, es decir, propio de cada sustantivo, y no se relaciona
con categorías extralingüísticas, como la oposición biológica entre machos y hembras,
sino que, directamente, cada sustantivo pertenece a una de las dos clases de la lengua.
Por ejemplo, puerta, casa y dulzura, que se utilizan con el artículo femenino la,
pertenecen a este género; mientras que libro, sueño y rio, que se combinan con el
artículo él, son masculinos. No obstante, en algunos pocos sustantivos, referidos a seres
sexuados, la variación genérica está motivada en la oposición biológica (perro/perra;
hombre/mujer). (25).
15
El princiopio fundamental de la concordancia morfológica consiste en que el sustantivo
concuerde en género y número con los determinativos y los adjetivos
adjetivos, participios, entre otros. El género no se manifiesta por medio de marcas formales
en todos los casos, pues algunos sustantivos no reflejan la oposición entre masculino y
femenino en sus terminaciones.
El género y el sexo en los sustantivos son dos nociones semánticas que están
relacionadas pero se diferencian en las características gramaticales que poseen: el primero es
de carácter gramatical pues, la terminación masculino o femenino no indica el significado de
macho/hembra, mientras que el segundo sí constituye un indicador biológico. Todos los
sustantivos poseen género con independencia a qué se refieran a seres sexuados o no.
Para Sol Minoldo y Juan Cruz Balián, a propósito del lenguaje inclusivo, reflexionan lo
siguiente:
Cambio de lexema
1.2.1.1. El género en sustantivos que designan seres sexuados
Refuerzo léxico
En los seres sexuados, el español manifiesta la variación en género mediante diferentes
procedimientos: a) a través del cambio en la desinencia, b) concordancia con el artículo, c)
cambio de lexema y d) refuerzo léxico.
a) Los sustantivos de terminación variable: Como regla general, puede afirmarse que
los sustantivos que denotan seres sexuados manifiestan esa diferenciación
17
Los sustantivos que designan objetos (esta palabra debe ser tomada en un sentido muy
amplio, es decir, todo tipo de entidades animadas o inanimadas, concretas o abstractas,
generales o individuales) tienen género inherente, es decir, son arbitrariamente masculinos o
femeninos. En general, son masculinos los nombres terminados en -o y femeninos los
acabados en -a: libro, mesa; aunque cabe recordar que esa oposición no remite a diferencias
de sexo sino a la historia de la lengua y a factores gramaticales. No obstante, esta regla
general tiene numerosas excepciones ya que hay muchos sustantivos masculinos terminados
en –a (problema, fantasma, idioma) y muchos femeninos terminados en –a (mano, radio,
diagrama).
Por otra parte, muchos de los sustantivos que designan cosas tienen dos formas, una
femenina y otra masculina, pero esta variación de género no se relaciona con cuestiones de
índole biológica sino que marca diferencias de significado de otra índole como en los
siguientes casos:
También dentro de este grupo se encuentran los sustantivos ambiguos en cuanto al género,
pues pueden usarse tanto en su forma femenina como masculina sin que ello implique
diferencia alguna: por ejemplo, el maratón/ la maratón, el interrogante/la interrogante.
Dimensión morfológica: Género y número
1.2.2. El número
El número es una propiedad gramatical que afecta no sólo a los sustantivos sino,
también, a otras clases de palabras como los adjetivos, los pronombres, los verbos y la
Concordancia
mayoría de los determinativos. Este elemento lingüístico se manifiestan bajo dos formas: el
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El número es una propiaedad gramatical que se expresa en dos formas, el singular y el plural
“Todas las palabras que aparecen en la oración Aquellos intentos resultaron vanos poseen
rasgos de plural, pero solo el sustantivo intentos indica efectivamente que se trata de
más de un intento. Refleja este rasgo el verbo (resultaron), así como el adjetivo (vanos) y
el determinante (aquellos). (RAE, 2010: 35)
En efecto, el número afecta la variación de casi todos los sustantivos y con esta
información se cierra la palabra. Si los sustantivos designan realidades no numerables
(continuas, incontables), el singular se refiere a la materia, la sustancia y el plural a las
variedades de esa sustancia. Por ejemplo, considerar “el aceite”, “el vino” es diferentes de
“los aceites”, “los vinos: en el segundo caso, se alude a los varietales de aceite y de vino. En
cambio, si los sustantivos designan realidades numerables (discontinuas, contables), el
singular nombra la “unidad” y el plural, “más de una unidad”; por ejemplo, “lápiz” / “lápices”.
La formación del plural en los sustantivos compuestos (motochorro, ojo de buey, coche
cama), abreviaturas (págs.), siglas (ONG), latinismos (quórums) y préstamos lingüísticos
(boutiques, best-sellers) responde a criterios particulares y, para su estudio, es necesario
considerar la morfología de las palabras, es decir, observar cómo se formaron y qué
procedimientos morfológicos intervinieron en su formación. Este tema lo
estudiaremos en profundidad en la tercera unidad del programa.
En cuanto a los procedimientos sintácticos, el español dispone de dos formas para expresar la
noción de pluralidad:
Por medio de frases genéricas que informan acerca de tipos de seres: tal es el caso de
“La naranja es una fruta” o “El lobo es un animal feroz”. En ambos casos, naranja y
lobo no se refieran a un objeto y a un animal particular sino que informan acerca de
clases o tipos de seres.
9
Para leer más respecto del aspecto normativo de la formación del plural de los sustantivos, remitimos a los
libros de M. M. García Negroni, Escribir bien en español. Claves para una corrección de estilo. (2010); Marta
Marín, Una gramática para todos, 2008 y Leonardo Gómez Torrego, Gramática didáctica del español (1998) [ver
apartado de bibliografía].
20
Procedimientos sintácticos para expresar la pluralidad
Como vemos, en cada uno de estos casos, el contexto de uso indica el valor que se le ha
otorgado a la información del plural.
Seguimos en nocion
Cabe mencionar, además, que en español, hay un grupo de sustantivos que sólo se
de pluralidad.
Sustantivos que sólo manifiesta o bien en singular o bien en plural. Al primer caso se los denomina singularia
se los manifiesta en
singular o en plural. tántum pues por su significado carecen de plural y designan un objeto masivo. Entre estos
Designan un objeto
masivo sustantivos se encuentran algunos abstractos como, por ejemplo, fe, esperanza, miedo y
algunos no contables como agua, café, sal, entre otros.
En el segundo grupo se localizan los pluralia tántum, que son sustantivos con forma en
plural y que no admiten la cuantificación con un numeral. No son colectivos porque no se
consideran agrupaciones de individuos, sino que se conciben como objetos masivos. Por
ejemplo: comicios, modales, celos, nupcias, esponsales, andadas, mañas, cariños, cosquillas,
expensas, etcétera. Dentro de este grupo, a su vez, se encuentran:
los que designan objetos múltiples, es decir, que están formados por más de una
parte, simétricas: anteojos, gafas, prismáticos, tenazas, tijeras, alicates, pinzas.
Pueden admitir dos interpretaciones, o sea si se refiere a un mismo objeto o bien a
varios objetos.
Los que se agrupan en pares formados por piezas o miembros independientes:
hombros, orejas, rodillas, zapatos, medias, aros, guantes, etc. En estos casos,
también es posible considerar la referencia a uno de los miembros o piezas (hombro
derecho, rodilla izquierda, guante derecho, etc.).
21
(persona casada en relación con su cónyuge) / las esposas (Pareja de manillas unidas entre sí
con las que se aprisionan las muñecas de alguien) establecen diferencias de significado.
Con respecto al primer rasgo identificador, los adjetivos poseen un significado propio, hecho
que se explica como la particularidad de establecer rasgos o características de aquello que
nombran los sustantivos, como por ejemplo,
Como vemos, los adjetivos que aparecen en la tercera columna sirven para denotar las
propiedades o cualidades de los sustantivos pues permiten “ampliar o precisar con una nota
la significación del sustantivo” (Marcos Marín en al., p. 122), vincular el sustantivo con un
ámbito específico o bien exhibir la actitud o valoración del hablante respecto de la entidad
aludida.
10
Un «sintagma adjetival” es una sucesión de elementos lingüísticos que se articulan jerárquicamente en torno
a un núcleo, en este caso, un adjetivo. En el siguiente sintagma adjetival, el núcleo (o sea, la palabra “eje”) es el
adjetivo “orgulloso”: Muy orgulloso de sus hijos.
22
persona y rasgo que caracteriza al animal mencionado. Mediante el adjetivo
“fatídico” se puede establecer una evaluación respecto del sustantivo
“vuelco”: podemos decir que se alude a las consecuencias negativas del
suceso puesto que, al considerarlo como “fatídico” estamos suponiendo
que hubo alguna muerte. Por último, los adjetivos “aéreo” y “francés”
permiten relacionar y clasificar la entidad nombrada con cierto campo o
clase de «entidades» en particular. Decir “accidente aéreo” significa que el
hecho ocurrió en el ámbito de la “aviación” y no en las rutas viales ni
ferroviarias ni fluviales ni marítimas; y al decir funcionalismo “francés” se
indica que la teoría mencionada es producida en un ámbito geográfico
determinado.
2.1. Las categorías morfológicas del adjetivo Categorías morfológicas: género y número
procesos de composición y derivación.
Todo sustantivo lleva consigo un género; el adjetivo no. No podemos decir perro sin que
sea automáticamente masculino, ni carta sin que sea femenino. En cambio grande será
masculino o femenino según el género del sustantivo al que acompañe, y no podemos
decir perro blanca o carta blanco, sino que el género del sustantivo impone el del
Concordancia entre
adjetivo. El adjetivo es incidente al sustantivo. Es dependiente. (p.122)
el sustantivo y el adjetivo
en género y número
Entre los adjetivos que varían en género (masculino / femenino), se encuentran los:
Masculino femenino
Malo Mala
Terminados en –o / -a Alto Alta
cansado Cansada
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Creador Creadora
Danés Danesa
Terminados en Ø / -a Montañés Montañesa
Haragán Haragana
Burlón Burlona
Con respecto a la variación de número, forman el plural con –s o –es según las reglas
generales de la formación del plural de los sustantivos:
En algunos casos, también existen adjetivos invariables en número como por ejemplo, “gratis”
(curso gratis / cursos gratis).
2.2. Apócope
La apócope constituye uno de los rasgos formales del adjetivo; consiste en la eliminación de
uno o varios fonemas al final de la palabra. La mayoría de los adjetivos que se apocopan lo
hacen delante de los sustantivos masculinos. Tal es el caso de los adjetivos: grande, bueno,
malo, santo:
Las gramáticas en general han caracterizado al adjetivo como la clase de palabra que, desde
el punto de vista semántico, denota propiedades permanentes o transitorias del sustantivo al
que modifican. Por ejemplo, en “día nublado”, “día lluvioso” y “día soleado” los adjetivos
nublado / lluvioso / soleado aluden a una particularidad transitoria del sustantivo “día”. En
cambio en “mujer alta” y en “mujer baja” se alude a una propiedad permanente porque la
estatura de la persona constituye un rasgo particular y permanente de dicho individuo.
1) Adjetivos calificativos
M. Teresa Rodríguez Ramalle los define como aquellos que proporcionan “un rasgo
constitutivo del nombre a través de una propiedad física: color, forma, predisposición, etc.”
(2005: 165). Siguiendo las clasificaciones propuestas por R. Dixon (1982) y V. Demonte (1999)
establece la distinción entre:
a) adjetivos que denotan propiedades físicas de los objetos, que se perciben mediante
los sentidos (se excluyen el color, la dimensión y la velocidad):
b) adjetivos que designan las tres dimensiones espaciales de los objetos físicos: largo,
corto, ancho, estrecho, alto, bajo etc.
c) adjetivos que denotan velocidad: rápido, lento, veloz;
d) adjetivos que denotan edad: joven, viejo, nuevo;
e) adjetivos que denotan valoración o evaluación: bueno, malo, espantoso, excelente,
pésimo; ínfimo; óptimo, etc.
f) adjetivos que denotan (pre)disposiciones humanas: sensible, amable, cruel, odioso,
orgulloso, celoso, trabajador, feliz, etc.
g) adjetivos que denotan color: rojo, verde, azul, etc.
h) adjetivos que denotan forma: triangular, cuadrangular, rectangular, etc.
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i) adjetivos que expresan propiedades no de los individuos sino de las acciones que
estos realizan. Por ejemplo, en “Juan es un excelente nadador”, el adjetivo excelente se
refiere las aptitudes de Juan respecto del deporte que practica y no a si Juan es una excelente
persona en cuanto a su forma de ser.
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En cuanto al primer grupo, valen como ejemplos “las reiteradas llamadas”, “las
frecuentes llamadas”. Los adjetivos “reiteradas” y “frecuentes” podrían sustituirse en
oraciones donde aparece la misma idea enunciada con un adverbio:
Por su parte, los adjetivos que aparecen en frases como “el anterior gobernador / el
actual gobernador / el próximo gobernador” transmiten una significación diferente. En estos
ejemplos, los adjetivos subrayados “localizan deícticamente al sustantivo que predican”
(García Negroni, 2011: 234), es decir, lo señalan, y establecen puntos de referencia
temporales.
Por último, los adjetivos que restringen el significado del sustantivo corresponden al
grupo de los modales. Ubicados también delante del sustantivo, cambian el matiz de
significación, en cambio, pospuestos a los sustantivos, se presentan como calificativos. Por
ejemplo, no significa lo mismo decir “un alto funcionario” que “un funcionario alto”. En el
primer caso, se alude al rango o categoría que desempeña el funcionario en cuestión y, en el
segundo caso, el adjetivo describiría al funcionario de acuerdo con su aspecto físico, esto es,
su estatura. Otros ejemplos podrían ser:
Según Marcos Marín et al., la gradación es una marca gramatical propia de esta clase de
palabras que “permite la matización de lo indicado por medio del adjetivo” (123). Por
ejemplo,
Los grados del adjetivo son formas gramaticales heredadas del latín, lengua de la que
deriva el español, y abarcan: el grado positivo, el grado comparativo (de inferioridad, de
superioridad y de igualdad) y el grado superlativo. El grado positivo expresa la propiedad o
estado del sustantivo sin intensificarla. Los grados comparativo y superlativo, en cambio, la
intensifican y la matizan: el primero explicita el punto de referencia con el cual se mide dicha
propiedad y el segundo predica una propiedad o un estado en grado máximo:
Ejemplo Grado
difícil Positivo
más difícil que el parcial de Introducción a la Comparativo de
Literatura superioridad
menos difícil que el parcial de Introducción a la Comparativo de
El parcial de Literatura inferioridad
Gramática I tan difícil como el parcial de Introducción a la Comparativo de
es Literatura igualdad
muy difícil
dificilísimo
Superlativo absoluto
re-difícil / super-difícil
extremadamente difícil
el más difícil de todos los parciales Superlativo relativo
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El grado comparativo
El grado superlativo
Con respecto al grado superlativo, este puede expresarse de manera absoluta o de forma
relativa. El superlativo absoluto puede construirse así:
Por su parte el superlativo relativo, sirve para expresar una propiedad o estado en el grado
más alto pero comparándolo con el de un conjunto, tal como se señala en el siguiente caso:
María es la más amable de su grupo de amigos.
Como vemos, es necesario destacar que si bien hay un matiz de comparación, esto no
significa que se establezca parámetros comparativos, sino que, se pone de relieve un rasgo
particular que no se compara con otra cosa; tampoco responde a la estructura sintáctica de
los comparativos.
En español se registran seis adjetivos que conservan, además de las formas habituales
coloquiales para expresar el grado comparativo de superioridad y el grado superlativo,
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determinados lexemas que permiten expresar tales grados de manera sintética; se trata de
Adjetivos
formas cultas, heredadas del latín: Gradación de adjetivo grado positivo, grado comparativo, grado superlativo
Dentro de las clases semánticas de adjetivos, los calificativos son los únicos que aceptan
la gradación. No obstante los que denotan estado (como casado, embarazada) o propiedad
(como redondo, rectangular) y los que expresan valoración subjetiva del hablante respecto de
la propiedad en cuestión, los denominados “elativos” (gigantesco, magnífico, enorme,
horrible, etc.) rechazan la gradación, no admiten superlativo ni comparativo. Desde este
punto de vista, no sería posible considerar formas como “casadísimo”, “embarazadísima”,
“muy gigantesco”, “muy horrible”. Es decir, se está no se está casado; se está no se está
embarazada; es o no es horrible, gigantesco, magnífico. Sin embargo, en el lenguaje coloquial,
el sufijo –ísim/a es altamente productivo en esta clase de adjetivos.
Los adverbios son una clase léxica
Las preposiciones son una clase funcional
3. El adverbio: nociones generales
Tradicionalmente, la categoría del adverbio ha sido el “cajón de sastre” donde entraban todas
las formas invariables que no eran ni preposiciones ni conjunciones. Del mismo modo que los
sustantivos, adjetivos y verbos, también constituyen una clase léxica pero son invariables. No
obstante, ciertos adverbios tienen algunas peculiaridades morfológicas que impiden
considerar esta invariabilidad del mismo modo que las preposiciones y conjunciones.
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El adverbio no flexiona en las categorías de tiempo, modo, persona y número. Sino que es modificado
por sufijos apreciativos, cosa que es muy distinta de la flexión propia de los verbos.
complemento. Sin embargo, tal como dijimos en el parágrafo anterior, esta condición de
invariable no es total. En primer lugar, los adverbios son modificados por los sufijos
apreciativos, con carácter diminutivo (cerquita), aumentativo-despectivo (lejotes). Este juego
diminutivo/aumentativo está nocionalmente en relación con su capacidad (no universal) de
admitir el morfema de grado, comparativo (más cerca de, tan cerca como, menos cerca que) o
superlativo (muy cerca, cerquísima). Esto se produce tanto en España como en América
(Marcos Marín, 1985 1980).
Por otra parte, se construyen adverbios de varios tipos añadiendo la terminación
–mente a la forma femenina de un adjetivo (“auténtico sufijo adverbializador 11, responsable
del carácter abierto del inventario”, Marcos Marín, 1985 1980: 303). En este sentido, este
tipo de adverbios pueden formarse a partir de:
Los que indican lugar: arriba, adentro, lejos; tiempo: antes, luego, temprano; modo:
bien, mal; o modalidad: quizás, acaso (Kovacchi, 1990)
11
“Sufijo adverbializador” significa que ese sufijo sirve para crear una palabra de la clase adverbio.
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De polaridad: sí, no, también, tampoco.
Relativos: donde, quien, cuando
Interrogativos o exclamativos: dónde, cómo
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a. Intraoracional, en la que actúa dentro del SV (sintagma verbal) como adjunto (1) o
bien cuando está seleccionado por el verbo, también puede ser un complemento (2).
b. Periférica, en la que puede modificar:
Al dictum o contenido proposicional de toda la oración (3).
Al modus, es decir, a la modalidad o actitud con que el hablante presenta su
enunciado (4).
Para comprobar la diferencia entre ambos tipos, podemos comparar el uso circunstancial o
adjunto de lamentablemente en (5a) con su empleo oracional en (5b):
Los adverbios que funcionan dentro del SV se consideran nucleares. Franch y Blecua (1994)
observan que existe un subconjunto que actúa como: a) núcleo modificado por un
complemento preposicional encabezado por de (6); b) complemento de preposición (7) o
modificador de sustantivo (8), modificador de adjetivo (9) o modificador de adverbio (10).
Los adverbios pueden delimitar los alcances de un adjetivo, como en (9), ya se trate de
cantidad o de calidad. Por ejemplo, en la oración “el tema me pareció muy bueno”, el
adverbio “muy” aumenta la calidad de “bueno”. Funciona como intensificadores del
significado de los adjetivos (Marín, 2008).
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Otros adverbios van acompañados de complementos introducidos por una preposición que no es de, como
paralelamente a, juntamente con. Se trata de adverbios que, por ser derivados de adjetivos, heredan el
complemento seleccionado por éste (paralelo a, junto con) (Giammatteo y Albano, 2006)
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Por otro lado, el adverbio es la única clase de palabra que puede modificar a otra palabra de
su misma clase. En este sentido, se trata de algunos adverbios que funcionan como
intensificadores del significado de otro adverbio, tal como ocurre en (10).
BIBLIOGRAFÍA CITADA
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