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1.

Hay dos modos de conciencia


una es luz, la otra paciencia
una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar,
la otra en hacer penitencia
con caña y red, y esperar
el pez como pescador.
Dime tú ¿cuál es mejor?
¿conciencia de visionario
que mira en el hondo acuario
peces vivos,
fugitivos,
que no se pueden pescar?
¿O esa maldita faena
de ir arrojando a la arena
muertos los peces del mar?.

ANTONIO MACHADO

2. While you and i have lips and voice which


are for kissing and to sing with
who cares if some one eyed son of a bitch
invents an instrument to measure spring with?

Mientras tú y yo tengamos labios y voz


que sirvan para besar y para cantar,
¿a quién le importa que algún hijo de puta
invente un instrumento para medir la primavera?

(E.E. Cummings, cit. en JAKI,STANLEY L.CIENCIA, FE, CULTURA.p.59)

3. El investigador que ha descubierto un nuevo hecho de la naturaleza tiene por fuerza que
sentir una impresión de dominio y seguridad en su persona. Con cierta aparente justicia, se
considerará como "un hombre que sabe". Y, en efecto, en él se da un pedazo de algo que junto
con otros pedazos no existentes en él constituyen verdaderamente el saber. Esta es la
situación íntima del especialista, que en los primeros años de este siglo ha llegado a su más
frenética exageración. El especialista "sabe" muy bien su mínimo rincón de universo; pero
ignora de raíz todo el resto.
He aquí un precioso ejemplar de este extraño hombre nuevo que he intentado, por una
y otra de sus vertientes y haces, definir. He dicho que era una configuración humana sin par
en toda la historia. El especialista nos sirve para concretar enérgicamente la especie y
hacernos ver todo el radicalismo de su novedad. Porque antes los hombres podían dividirse,
sencillamente, en sabios e ignorantes, en más o menos sabios y más o menos ignorantes. Pero
el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías. No es sabio,
porque ignora formalmente cuanto no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante,
porque es "un hombre de ciencia" y conoce muy bien su porciúncula de universo. Habremos
2

de decir, que es un sabio-ignorante, cosa sobremanera grave, pues significa que es un señor el
cual se comportará en todas las cuestiones que ignora, no como un ignorante, sino con toda la
petulancia de quien en su cuestión especial es un sabio.
Y, en efecto, éste es el comportamiento del especialista. En política, en arte, en los
usos sociales, en las otras ciencias tomará posiciones de primitivo, de ignorantísimo; pero las
tomará con energía y suficiencia, sin admitir -y esto es lo paradójico- especialistas de esas
cosas. Al especializarlo, la civilización le ha hecho hermético y satisfecho dentro de su
limitación; pero esta misma sensación íntima de dominio y valía le llevará a querer
predominar fuera de su especialidad. De donde resulta que aun en este caso, que representa
un máximum de hombre cualificado -especialismo- y, por lo tanto, lo más opuesto al hombre-
masa, el resultado es que se comportará sin cualificación y como hombre-masa en casi todas
las esferas de la vida.
La advertencia no es vaga. Quienquiera puede observar la estupidez con que piensan,
juzgan y actúan hoy en política, en arte, en religión y en los problemas generales de la vida y
el mundo los "hombres de ciencia", y claro es, tras ellos, médicos, ingenieros, financieros,
profesores, etcétera. Esa condición de "no escuchar", de no someterse a instancias superiores
que reiteradamente he presentado como característica del hombre-masa, llega al colmo
precisamente en estos hombres parcialmente cualificados. Ellos simbolizan, y en gran parte
constituyen, el imperio actual de las masas, y su barbarie es la causa inmediata de la
desmoralización europea. (ORTEGA Y GASSET, JOSE. LA REBELION DE LAS MASAS.
p.142-143).

4. Que a cada ciencia como tal, es decir, como la ciencia que ella es, le resultan inaccesibles
sus conceptos fundamentales y lo que éstos abarcan, está en relación con la circunstancia de
que ninguna ciencia puede jamás enunciar nada acerca de sí con sus propios recursos
científicos... Qué sea la matemática, no se puede jamás establecer matemáticamente; qué sea
la filología, no se puede jamás resolver filológicamente; qué sea la biología, no se puede
decir jamás biológicamente... lo que una ciencia sea, ya como pregunta deja de ser pregunta
científica. M.Heidegger NIETZSCHE cit. por A.Carpio en Principios de filosofía

5. Creemos saber algo de una manera absoluta, y no según el modo sofístico de una manera
accidental, cuando creemos conocer la causa por la que la cosa es, que esta causa es la de la
cosa y que no es posible que la cosa sea de otro modo que como es. Aristóteles SEGUNDOS
ANALITICOS I, 2

6. Todos los hombres desean por naturaleza saber. El placer que nos causan las percepciones
de nuestros sentidos son una prueba de esta verdad. Nos agradan por sí mismas,
independientemente de su utilidad, sobre todo las de la vista... y la razón es que la vista,
mejor que los otros sentidos, nos da a conocer los objetos y nos descubre entre ellos gran
número de diferencias.
Los animales reciben de la naturaleza la facultad de conocer por los sentidos. Pero
este conocimiento en uno no produce la memoria, mientras que en otros la produce...
Mientras que los demás animales viven reducidos a las impresiones sensibles o a los
recuerdos, y apenas se elevan a la experiencia, el género humano tiene, para conducirse, el
arte y el razonamiento.
En los hombres la experiencia proviene de la memoria. En efecto, muchos recuerdos
de una misma cosa constituyen una experiencia. Pero la experiencia, al parecer, se asimila
casi a la ciencia y al arte. Por la experiencia progresan la ciencia y el arte en el hombre... El
arte comienza cuando, de un gran número de nociones suministradas por la experiencia, se
forma una sola concepción general que se aplica a todos los casos semejantes. Saber que tal
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remedio ha curado a Callias atacado de tal enfermedad, que ha producido el mismo efecto en
Sócrates y en muchos otros tomados individualmente, constituye la experiencia. Pero saber
que tal remedio ha curado toda clase de enfermos atacados de cierta enfermedad... es arte. En
la práctica la experiencia no parece diferir del arte, y se observa que hasta los mismos que
sólo tienen experiencia consiguen mejor su objeto que los que poseen la teoría sin la
experiencia. Esto consiste en que la experiencia es el conocimiento de las cosas particulares,
y el arte, por el contrario, de lo general. Ahora bien, todos los actos, todos los hechos, se dan
en lo particular. Porque no es al hombre al que cura el médico, sino accidentalmente, y sí a
Callias o a Sócrates o a cualquier otro ser humano. Luego, si alguno posee la teoría sin la
experiencia, y conociendo lo general ignora lo particular en él contenido, errará muchas veces
en el tratamiento de la enfermedad. En efecto, lo que se trata de curar es el individuo. Sin
embargo, el conocimiento y la inteligencia, según la opinión común, son más bien patrimonio
del arte que de la experiencia, y los hombres de arte pasan por ser más sabios que los
hombres de experiencia... El motivo de esto es que unos conocen la causa, y los otros la
ignoran.
En efecto, los hombres de experiencia saben que tal cosa existe, pero no saben por
qué existe; los hombres de arte, por el contrario, conocen el por qué y la causa. Y así
afirmamos verdaderamente que los arquitectos tienen más derecho a nuestro respeto que los
simples operarios; tienen más conocimiento y son más sabios, porque saben las causas de lo
que se hace... La superioridad de los jefes sobre los operarios no se debe a su habilidad
práctica, sino al hecho de poseer la teoría y conocer las causas. Añádase a esto que el carácter
principal de la ciencia consiste en poder ser transmitida por la enseñanza...
No sin razón el primero que inventó un arte cualquiera, por encima de las nociones
vulgares de los sentidos, fue admirado por los hombres, no sólo a causa de la utilidad de sus
descubrimientos, sino a causa de su ciencia, y porque era superior a los demás. Las artes se
multiplicaron, aplicándose unas a las necesidades, otras a los placeres de la vida. Pero
siempre los inventores de que se trata fueron mirados como superiores a los demás porque su
ciencia no tenía la utilidad por fin. Todas las artes de que hablamos estaban inventadas
cuando se descubrieron estas ciencias que no se aplican ni a los placeres ni a las necesidades
de la vida. Nacieron primero en aquellos puntos donde los hombres gozaban de
reposo...Aristóteles METAFISICA I, 1

7. Al analizar las virtudes del alma dijimos que unas eran propias del carácter y otras del
intelecto. Las morales las hemos estudiado; de las demás vamos a tratar ahora, después de
hablar del alma. Dijimos antes que el alma tiene dos partes: la racional y la irracional; ahora
hemos de dividir de la misma manera la racional. Demos por sentado que son dos las partes
racionales: una, aquella con la cual contemplamos la clase de entes cuyos principios no
pueden ser de otra manera, y otra con que contemplamos los que tienen esa posibilidad;
porque correspondiéndose con objetos de distinto género, las partes del alma que
naturalmente se corresponden con cada uno son también de distinto género, ya que es por
cierta semejanza y parentesco con ellos por lo que los puede conocer. Llamemos a la primera
la científica, y a la segunda la calculativa, ya que deliberar y calcular son lo mismo, y nadie
delibera sobre lo que no puede ser de otra manera...
... aquellas (virtudes) por las cuales el alma realiza la verdad mediante la afirmación o la
negación son en número de cinco, a saber: el arte, la ciencia, la prudencia, la sabiduría y el
intelecto. En efecto, con la suposición y la opinión el alma puede engañarse. Qué es la
ciencia, resulta claro de estas consideraciones, si hemos de ser precisos y no dejarnos guiar
por semejanzas: todos pensamos que aquello de que tenemos ciencia no puede ser de otra
manera; de lo que puede ser de otra manera, cuando tiene lugar fuera del alcance de nuestra
observación, no sabemos si es o no. Por consiguiente, lo que es objeto de ciencia es
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necesario. Luego es eterno, ya que todo lo que es absolutamente necesario es eterno, y lo


eterno es ingénito e imperecedero. Además, toda ciencia parece susceptible de ser enseñada,
y todo lo que es objeto de ella, de ser aprendido. Y toda enseñanza parte de lo ya conocido,
como decimos también en los Analíticos, unas veces por inducción y otras por silogismo. La
inducción es principio incluso de lo universal, mientras que el silogismo parte de lo universal.
Hay, por consiguiente, principios de los que parte el silogismo que no se alcanzan mediante el
silogismo; luego se obtienen por inducción. Por lo tanto la ciencia es una disposición
demostrativa, con todas las demás determinaciones que añadimos a esta en los Analíticos. En
efecto, cuando uno tiene de alguna manera seguridad sobre algo y le son conocidos sus
principios, sabe científicamente; porque si no los conoce mejor que la conclusión, tendrá
ciencia sólo por accidente. Aristóteles ETICA A NICOMACO VI

8. Lo que dio lugar a que los que afirman las ideas como esencias universales las reunieran
así en un solo género, fue que no atribuyeron la misma sustancia a los objetos sensibles.
Creían que los objetos sensibles están en un movimiento perpetuo, sin que ninguno de ellos
persista; pero que fuera de estos seres particulares, existe lo universal, y que lo universal tiene
una existencia propia. Sócrates... se ocupó de lo universal en sus definiciones; pero no lo
separó de los seres particulares, y tuvo razón en no separarlo. Una cosa resulta probada por
los hechos, y es que sin lo universal no es posible llegar hasta la ciencia; pero la separación
de lo general de lo particular es la causa de todas las dificultades que lleva consigo el sistema
de las ideas. Metafísica XIII, 9

9. La naturaleza de la piedra o de cualquier cosa material no se puede conocer completa y


verdaderamente sino en cuanto se conoce como existente en el particular. Aprehendemos lo
particular por los sentidos y la imaginación; por lo tanto, para que el intelecto entienda en
acto su objeto propio, es necesario que se vuelva a la imagen, para contemplar la naturaleza
universal existente en el particular. In III De Anima l.7

10. Lo contingente puede tomarse en dos sentidos. En primer lugar, en cuanto contingente.
En segundo lugar, en cuanto se halla en ello alguna necesidad, pues nada es hasta tal punto
contingente que no tenga en sí algo necesario. Como que Sócrates corra es en sí mismo
contingente, pero la relación del correr al movimiento es necesaria, y así es necesario que
Sócrates se mueva si corre. Mas cualquier cosa es contingente en razón de la materia, pues lo
contingente es lo que puede ser y no ser, pero la potencia corresponde a la materia. La
necesidad, en cambio, se sigue de la forma, pues lo que deriva de la forma se da con
necesidad. Pero la materia es principio de individuación, mientras la razón universal se toma
por abstracción de la forma a partir de la materia particular. Ahora bien, como ya se dijo el
objeto propio y directo del entendimiento es lo universal. El sentido en cambio se refiere a lo
singular, que el intelecto capta en cierto modo e indirectamente. Y así pues lo contingente, en
cuanto tal, se conoce directamente por medio de los sentidos, e indirectamente por el
intelecto. Mas las razones universales y necesarias de lo contingente se conocen por el
intelecto. Por lo tanto, si se atiende a las razones universales de lo sabible, todas las ciencias
versan sobre lo necesario. Si en cambio se atiende a las cosas mismas, entonces algunas
ciencias se ocupan de lo necesario y otras de lo contingente. I, 86, 3

11. Dos son las maneras como interviene la razón para explicar una cosa: de un modo, para
probar suficientemente alguna tesis, así como en las ciencias naturales se dan razones
suficientes para probar que el cielo se mueve con velocidad uniforme. De otro modo, se
alegan razones, no como suficientes para probar una tesis, sino tales que, supuesta esa tesis,
muestra su congruencia con los efectos subsiguientes, y de este modo se habla en astronomía
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de excéntricas y de epiciclos, porque hecha esa suposición se pueden explicar las apariencias
sensibles de los movimientos del cielo; y sin embargo esta razón no es demostrativa, porque
tal vez pudieran explicarse también a partir de otra hipótesis. S.Theol. I, 32, 1ad2

12. Según los registros que se han transmitido los astrólogos unos a otros, al observar las
posiciones y movimientos de los cuerpos celestes, en todo el tiempo pasado no se aprecia que
nada haya cambiado ni según la totalidad del cielo ni según alguna de sus partes propias. Lo
cual no ocurriría si el cielo fuese generable y corruptible, pues cualquier cosa que se genera y
se corrompe alcanza su estado perfecto de a poco y sucesivamente, y a partir de allí poco a
poco se destruye. Lo cual, ciertamente, no podría permanecer oculto tanto tiempo en el cielo
si por naturaleza estuviese expuesto a la generación y la corrupción. Sin embargo, esto no es
necesario, sino probable. En efecto, cuanto más larga es la duración de una cosa, más tiempo
es necesario para percibir su cambio: así, el cambio que acontece en el hombre no se percibe
en un lapso de dos o tres años tanto como el cambio de un perro en el mismo tiempo, o el de
un animal de vida más breve. Se podría, por tanto, decir siempre que, aunque el cielo sea
naturalmente corruptible, tiene tan larga duración que todo el tiempo de que tenemos
memoria no es suficiente para percibir su cambio. In I De Caelo l.7 n.6

13. Que los astros poseen varios movimientos se aprecia de tres maneras. Uno es conocido
por la percepción visual común. Otro sólo es captado por instrumentos y observaciones
atentas. El tercer movimiento se manifiesta por la razón. En efecto, el movimiento de los
planetas aparece a veces más rápido, a veces más lento, ya directo, ya retrógrado. Y como
esto no puede derivarse de la naturaleza del cuerpo celeste, cuyo movimiento debe ser
completamente regular, ha sido necesario poner diversos movimientos para reducir esta
irregularidad al orden debido. In XII Metaph. l.IX n. 2565.

14. Tal parece ser la manera como se produce la generación en las abejas, si consideramos no
sólo la teoría, sino también los fenómenos que parecen darse en ellas. Sin embargo, estos
fenómenos no han sido observados suficientemente; si un día lo son, entonces será necesario
dar crédito a la evidencia proporcionada por los sentidos, más bien que a las teorías, y a las
teorías solamente en la medida en que concuerdan con los hechos observados. La generación
de los animales III, 10

15. Hay hombres que no admiten más demostraciones que las de las matemáticas; otros no
quieren más que ejemplos; otros no encuentran mal que se invoque el testimonio de los
poetas. Los hay, por último, que exigen que todo sea rigurosamente demostrado; mientras que
otros encuentran este rigor insoportable, ya porque no pueden seguir la serie encadenada de
las demostraciones, ya porque piensan que es perderse en futilidades. Hay, en efecto, algo de
esto en la afectación de rigorismo en la ciencia. Así es que algunos consideran indigno que el
hombre libre lo emplee, no sólo en la conversación, sino también en la discusión filosófica.
Es preciso, por lo tanto, que sepamos ante todo qué suerte de demostración conviene a cada
objeto particular; porque sería un absurdo confundir y mezclar la indagación de la ciencia y la
del método, dos cosas cuya adquisición presenta grandes dificultades. No debe exigirse rigor
matemático en todo, sino tan sólo cuando se trata de objetos inmateriales. Y así, el método
matemático no es el de los físicos, porque la materia es probablemente el fondo de toda la
naturaleza. Ellos tienen, por lo mismo, que examinar ante todo lo que es la naturaleza. De
esta manera verán claramente cuál es el objeto de la física, y si el estudio de las causas y de
los principios de la naturaleza es patrimonio de una ciencia única o de muchas ciencias.
METAFISICA II, 3
6

17. Aunque la verdad de la fe cristiana exceda la capacidad de la razón humana, no por eso
las verdades racionales son contrarias a las verdades de fe. Lo naturalmente innato en la
razón es tan verdadero que no hay posibilidad de pensar en su falsedad. Y menos aún es lícito
creer falso lo que poseemos por la fe, ya que ha sido confirmado tan evidentemente por Dios.
Luego, como solamente lo falso es contrario a lo verdadero... no hay posibilidad de que los
principios racionales sean contrarios a la verdad de la fe.
Lo que el maestro infunde en el alma del discípulo es su propia ciencia, a menos que
enseñe con engaño, lo cual no es lícito afirmar de Dios. El conocimiento natural de los
primeros principios ha sido infundido por Dios en nosotros, ya que El es autor de nuestra
naturaleza. La Sabiduría divina contiene, por tanto, estos primeros principios. Luego todo lo
que esté contra ellos está también contra la sabiduría divina. Esto no es posible de Dios.
Luego, las verdades que poseemos por revelación divina no pueden ser contrarias al
conocimiento natural. S.C.G. I, 7

18. Todas las ciencias especulativas suponen (la sabiduría), y por eso sus demostraciones se
remontan a ella y en ella se fundan. Así, pues, la luz de los objetos inteligibles de esta ciencia
recoge en todos los seres particulares lo que se proporciona más naturalmente a nuestro
entendimiento, que está adherido al espacio y al tiempo. Va recibiendo, pues, poco a poco,
cada vez más luz de la resolución de los inteligibles físicos y matemáticos en los principios
divinos; y por ello, en nosotros arranca también esta ciencia de los objetos físicos y
matemáticos, y termina en la especulación de los (objetos) divinos. Por lo cual también se la
enseña en último lugar, y los filósofos, conducidos por las otras ciencias, culminaban su vida
de estudios en ésta. S.ALBERTO MAGNO METAFISICA L.I, t.II, cap.10

19.... la matemática ocupa un lugar intermedio entre la ciencia natural y la divina, al tiempo
que es más cierta que una y que otra. Lo es más que la ciencia natural dado que su
consideración está desligada del movimiento y la materia, mientras la de la ciencia natural se
refiere a la materia y al movimiento.(...) El proceso de la matemática es más cierto que el de
la ciencia divina porque las cosas de las que trata esta última están más apartadas de lo
sensible, de donde toma su inicio nuestro conocimiento (...) En cambio los entes matemáticos
caen bajo el sentido y subyacen a la imaginación, como la figura, la línea, el número y otros.
In Boët. De Trin. VI, 1 ad 2qm.

20. Lo natural se da unido a la matemática; pues le añade a lo matemático la naturaleza


sensible y el movimiento, de lo cual la matemática abstrae: y así resulta que todo aquello que
pertenece a lo matemático queda a salvo en el orden de lo físico... Cuanto más abstracto y
simple es el objeto que una ciencia considera, tanto más puede aplicarse a otras ciencias. De
donde los principios de la matemática son aplicables a los temas físicos, mas no a la inversa,
a causa de que la física se da bajo suposición de la matemática, y no al revés. In III De Caelo
l.3 n. 568.

21. ... una ciencia se subalterna a otra de dos modos: uno cuando su sujeto es una especie del
de la ciencia superior, así como animal es una especie de cuerpo natural y por eso la ciencia
de los animales se subalterna a la ciencia natural. Otro, cuando el sujeto de la ciencia inferior
no es una especie del sujeto de la ciencia superior, sino que se compara con éste como lo
material con lo formal. Y de este modo se toma aquí la subalternación de una ciencia a otra,
como la perspectiva se relaciona con la geometría. Pues el geómetra se ocupa de la línea y
otras magnitudes. La perspectiva, en cambio, acerca de la línea determinada por una materia,
7

esto es la línea visual. Empero la línea visual no es especie de la línea sin más, como tampoco
el triángulo de madera es especie del triángulo, ya que el ser de madera no es diferencia del
triángulo. In I Post.Anal. l.25

22. Declaro expresamente que yo no admito ninguna otra materia de las cosas corpóreas que
aquella divisible, figurable y móvil que los geómetras llaman cantidad, y que ellos toman
como objeto de sus demostraciones; que no considero en ella nada más que las divisiones, las
figuras y los movimientos; y que acerca de éstos no admito nada como verdadero, sino lo que
de esas nociones comunes, de cuya verdad no podemos dudar, se deduzca tan evidentemente
que pueda considerarse como una demostración matemática. Y como de esta manera pueden
explicarse todos los fenómenos de la naturaleza... pienso que no hay que admitir, ni siquiera
desear, otros principios de la Física. R.Descartes PRINCIPIOS DE LA FILOSOFIA II, 64

23. Ahora, pues, ya que hemos dicho que de todas las disciplinas conocidas sólo la aritmética
y la geometría están exentas de todo vicio de falsedad o incertidumbre, para exponer con más
exactitud la razón de tal afirmación debe tenerse en cuenta que podemos llegar al
conocimiento de las cosas por dos caminos: por la experiencia o por la deducción. Hay que
notar además que las experiencias que se refieren a las cosas son con frecuencia engañosas,
mientras que la deducción o, en otros términos, la pura operación de inferir una cosa de otra
puede, sin duda, faltar en el caso de que no se perciba, pero nunca puede hacerla mal incluso
el entendimiento menos razonable... De todo esto se ve claramente por qué la aritmética y la
geometría son mucho más ciertas que las demás disciplinas, a saber: porque sólo ellas poseen
un objeto tan puro y simple que no es necesario hacer ninguna suposición que la experiencia
haya hecho incierta, sino que ambas consisten absolutamente en una serie de consecuencias
que deben deducirse por vía racional... Pero de todo esto se ha de concluir no que sólo hay
que aprender aritmética y geometría, sino únicamente que los que buscan el recto camino de
la verdad no deben ocuparse de ningún objeto que no ofrezca una certeza igual a la de las
demostraciones aritméticas y geométricas. R.Descartes REGLAS PARA LA DIRECCION
DEL ESPIRITU II

24. La filosofía está escrita en este enorme libro -el universo- continuamente abierto a
nuestros ojos; pero que resulta incomprensible si no se entienden previamente la lengua y los
caracteres en que está escrito. Su lenguaje es la matemática y sus caracteres son triángulos,
círculos y demás figuras geométricas; sin los cuales medios es humanamente imposible
entender palabra alguna. Sin esto, todo es un agitarse vanamente en un oscuro laberinto.
Galileo IL SAGGIATORE

25. La diferencia más importante entre las ciencias modernas de la naturaleza y la filosofía
antigua de la naturaleza estriba en los métodos empleados. Mientras en la filosofía antigua se
consideraba suficiente el conocimiento empírico de los fenómenos naturales para deducir
conclusiones sobre los principios fundamentales subyacentes, es rasgo característico de la
ciencia moderna el planteamiento experimental, es decir, el dirigir preguntas específicas a la
naturaleza, cuya respuesta debe constituir el punto de partida para las legalidades naturales.
Este método, tan diferente del antiguo, tiene como consecuencia el que impone puntos de
vista muy diferentes para la consideración de los fenómenos. La atención del científico se
orienta no tanto a las leyes fundamentales cuanto a las regularidades que se observan en los
hechos particulares. La ciencia natural, por así decirlo, se ha desarrollado desde el extremo
contrario, no a partir de leyes generales, sino de grupos particulares de fenómenos, en los
cuales la naturaleza ha respondido ya a las cuestiones planteadas experimentalmente. Desde
la época en que, según la leyenda, Galileo dejó caer una piedra desde la torre inclinada de
8

Pisa para estudiar las leyes de la caída, la ciencia ha dedicado especialmente su atención a las
singularidades que se dan en los distintos fenómenos; por ejemplo, en la piedra que cae, en el
movimiento de la Luna alrededor de la Tierra, en las ondas producidas en la superficie del
agua, en los rayos de luz que a través de un prisma se difractan, etc.... Lo exacto, es decir, la
concordancia del resultado con la experiencia hecha a partir de conclusiones derivadas de las
singularidades, servía como criterio decisivo para la exactitud de la teoría. Este cambio
radical en el enfoque de la consideración científica tuvo, además, otras consecuencias
importantes. El conocimiento exacto de las particularidades puede ser útil en la práctica.
Capacita al hombre para canalizar los fenómenos a voluntad, dentro de ciertos límites. Las
aplicaciones técnicas de la ciencia natural moderna arrancan por ello del conocimiento de
tales particularidades. Y así, poco a poco, va cambiando el concepto de "ley natural"; el
acento principal no recae ya sobre lo general sino sobre las consecuencias derivadas de lo
particular... El rasgo más importante de la ley natural es ahora el hecho de que permite
predecir el resultado que tendrá un experimento determinado. W.Heisenberg LEY
NATURAL Y ESTRUCTURA DE LA MATERIA n.2

26. Es ella (la hipótesis) la que permite ir al encuentro de esta indeterminación donde nos
habría dejado la sola experiencia, si la inteligencia no tomase la iniciativa de la conjetura. En
ausencia de principios evidentes, afirmamos un principio que parece al menos semejante a lo
verdadero, que es una manera provisoria de explicación, sin perjuicio de sostenerlo por el
criterio de una experiencia subsecuente. E.Simard L'HYPOTHESE en LTP III n.1 p.100

27. ... la hipótesis sería en verdad estéril si no tuviese una referencia a la experiencia más que
en las proposiciones empíricas que está llamada a explicar. Su rol más importante es predecir
hechos hasta ahora desconocidos, sugerir nuevas experiencias. Estas podrán obligar al
científico a modificar la hipótesis, pero los hechos descubiertos constituirán resultados
definitivamente adquiridos por la ciencia (...) La hipótesis cumple entonces un rol análogo al
de los principios evidentes. Pero mientras que la verdad de estos últimos es vista a partir de la
consideración de sus términos, la hipótesis, por el contrario, no será reconocida como
plausible sino cuando las deducciones que se extraigan de ella concuerden con la experiencia.
ib. pp. 94 y 101

28. ... el físico que acaba de renunciar a una de sus hipótesis debería estar, por el contrario,
lleno de alegría, pues el acaba de encontrar una ocasión inesperada de descubrimiento. Su
hipótesis, imagino, no había sido adoptada a la ligera, sino que tenía en cuenta todos los
factores conocidos que parecían poder intervenir en el fenómeno. Si la verificación no se ha
realizado, es que hay algo inadvertido, extraordinario. Es que se va a encontrar lo
desconocido, lo novedoso. H.Poincaré LA CIENCIA Y LA HIPOTESIS p.178 cit. ib. n.2

29. Debemos ver el estado presente del universo como el efecto de su estado anterior y como
la causa del que va a seguir. Una inteligencia que en un momento dado conociera todas las
fuerzas de las que la naturaleza está animada, y la situación respectiva de los seres que la
componen, si además fuera tan vasta como para someter a estos datos al análisis, abrazaría en
la misma fórmula, los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del más
ligero átomo: nada sería incierto para ella, y el porvenir tanto como el pasado estarían
presentes a sus ojos. P.Laplace TRATADO ANALITICO DE LAS PROBABILIDADES,
9

Introd.

30. Hay que admitir como un axioma experimental que en los seres vivientes, lo mismo que
en los cuerpos inertes, las condiciones de existencia de todo fenómeno están determinadas de
una manera absoluta. Lo que quiere decir, en otros términos, que una vez conocida y
cumplida la condición de un fenómeno, el fenómeno debe reproducirse siempre y
necesariamente a voluntad del experimentador. La negación de esta proposición sería nada
menos que la negación de la ciencia misma. En efecto, como la ciencia no es más que lo
determinado y lo determinable, se debe forzosamente admitir como axioma que en
condiciones idénticas todo fenómeno es idéntico, y que tan pronto como las condiciones no
son ya las mismas, el fenómeno cesa de ser idéntico... El sentimiento del determinismo
absoluto de los fenómenos de la vida lleva... a la ciencia real, y nos da una modestia que
resulta de la conciencia de nuestros escasos conocimientos y de las dificultades de la ciencia.
A su vez, este sentimiento es el que nos incita a trabajar para instruirnos, y en definitiva, es a
él solamente al que la ciencia debe todos sus progresos (...)
Hay que reconocer en toda ciencia dos clases de fenómenos: los unos, cuya causa está
actualmente determinada, los otros, cuya causa está aún indeterminada. En todos los
fenómenos cuya causa está determinada, la estadística no tiene nada que hacer; hasta sería
absurda. Así, desde que las circunstancias de la experiencia están bien establecidas, no se
puede hacer ya estadística; no se irá, por ejemplo, a reunir casos para saber cuántas veces
ocurre que el agua esté formada de oxígeno y de hidrógeno; para saber cuántas veces ocurre
que cortando el nervio ciático se produzca la parálisis de los músculos a los que se dirige. Los
efectos se producirán siempre, sin excepción y necesariamente, porque la causa del fenómeno
está exactamente determinada. Sólo cuando un fenómeno encierra condiciones aún
indeterminadas es cuando se puede hacer con él estadística; pero lo que hay que saber es que
se hace la estadística sólo porque se está en la imposibilidad de hacer otra cosa; porque nunca
la estadística, a mi juicio, puede dar la verdad científica, ni puede constituir, en consecuencia,
un método científico definitivo. C.Bernard (extr.de J.Pi Sunyer EL PENSAMIENTO
VIVO DE C.B. pp.137, 139 y 170)

31. Mas, en cuanto hube adquirido algunas nociones generales de física, y al comenzar a
probarlas en diversos problemas particulares, he visto a dónde pueden conducir y cuánto
difieren de los principios que se usaban hasta el presente y creí que no podía tenerlos ocultos
sin pecar gravemente contra la ley que nos obliga a procurar, en la medida de nuestras
fuerzas, el bien general de todos los hombres. Pues me han hecho ver que es posible llegar a
conocimientos que sean muy útiles en la vida, y que en lugar de esa filosofía especulativa que
se enseña en las escuelas, se puede encontrar una filosofía práctica por medio de la cual,
conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y
de todos los demás cuerpos que nos rodean tan distintamente como conocemos los diversos
oficios de nuestros artesanos, podríamos emplearlos, del mismo modo, en todas las
ocupaciones que les son propias, haciéndonos así señores y dueños de la naturaleza. R.
Descartes DISCURSO DEL METODO VI parte

32. En la primavera de 1927 nacieron luego las relaciones de incertidumbre, que tendían
definitivamente el puente a la interpretación estadística de la teoría cuántica... Dichas
relaciones vienen a decir que dos determinantes de un sistema -cuyo conocimiento
simultáneo es necesario en la física clásica para determinar completamente el sistema- no
pueden ser conocidas, en la teoría cuántica, con precisión absoluta al mismo tiempo, o lo que
es lo mismo, que entre las incertidumbres o imprecisiones de esas magnitudes existen
relaciones matemáticas que impiden el conocimiento exacto de ambas a la vez (...) Einstein
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no estaba dispuesto a concederle un papel tan fundamental a una teoría estadística. Admitía
que, teniendo en cuenta los conocimientos del momento, era el mejor resumen de los
fenómenos atómicos, pero no estaba dispuesto a aceptarla como formulación definitiva de
estas leyes de la naturaleza. La frase "Pero no va a creer Ud. que Dios juega a los dados" la
profería una y otra vez casi como un reproche. Las diferencias entre las dos concepciones
yacían en realidad más hondo. En la física anterior, Einstein podía arrancar siempre de la
imagen de un mundo objetivo que se desenvuelve en el espacio y en el tiempo y que
nosotros, en cuanto físicos, sólo observamos desde afuera, por así decirlo. Las leyes de la
naturaleza determinan su decurso. En la teoría cuántica ya no era posible esa idealización.
Las leyes de la naturaleza versaban aquí sobre la modificación de lo posible y de lo probable.
Pero las decisiones que conducen de lo posible a lo fáctico sólo cabe registrarlas
estadísticamente, no predecirlas. Lo cual es, en el fondo, como quitarle el suelo de debajo de
los pies a la representación de la realidad de la física clásica. A una modificación tan radical
no se podía acostumbrar Einstein... Pero estaba dispuesto a aceptar la situación sin ningún
asomo de amargura. Sabía las modificaciones tan ingentes que había introducido él en la
ciencia a lo largo de su vida, y sabía también lo difícil que es -en ciencia como en la vida-
acostumbrarse a cambios tan grandes. HEISENBERG W. ENCUENTROS Y
CONVERSACIONES CON EINSTEIN pp. 130-131

33. Enfrentado con cierto problema, el científico ofrece, tentativamente, algún género de
solución: una teoría. La ciencia sólo provisionalmente acepta esta teoría si la acepta y es muy
característico del método científico el hecho de que los científicos no ahorren esfuerzos por
criticar y someter a prueba la teoría en cuestión. Criticar y someter a prueba van a la par. La
teoría es criticada desde muy diversos ángulos para poner de manifiesto los puntos
vulnerables que pueda tener (...) Se elaboran teorías tentativamente y se las ensaya. Si el
resultado de un test muestra que la teoría es errónea, se la elimina; el método de ensayo y
error es, esencialmente, un método de eliminación (...) De esta manera, si tenemos suerte,
podemos asegurar la supervivencia de la teoría más apta por la eliminación de las que son
menos aptas...
La ciencia nunca persigue la ilusoria meta de que sus respuestas sean definitivas, ni
siquiera probables; antes bien, su avance se encamina hacia una finalidad infinita -y sin
embargo, alcanzable-: la de descubrir incesantemente problemas nuevos, más profundos y
más generales, y de sujetar nuestras respuestas, siempre provisionales, a contrastaciones
constantemente renovadas y cada vez más rigurosas.
... El antiguo ideal científico de la episteme -de un conocimiento absolutamente
seguro y demostrable- ha mostrado ser un ídolo. La petición de objetividad científica hace
inevitable que todo enunciado científico sea provisional para siempre: sin duda, cabe
corroborarlo. Pero toda corroboración es relativa a otros enunciados que son, a su vez,
provisionales...
Sólo hay un elemento de racionalidad en nuestros intentos por conocer el mundo: es
el examen crítico de nuestras teorías. Estas teorías son conjeturas. No sabemos, sólo
suponemos. (...) Tal es, según creo, la verdadera teoría del conocimiento (...), la teoría de que
el conocimiento avanza mediante conjeturas y refutaciones. K.Popper FRAGMENTOS

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