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Principios constitucionales del derecho procesal penal

Defensa en juicio
1. “Benítez” (329:5556)
2. “Nuñez” (327:5095)

Prohibición de persecución múltiple. Ne bis in idem


3. “Belozercovsky” (292:202)
4. “Weissbrod” (312:597)
5. “Polak” (321:2826)
6. “Gramajo” (329:3680)
7. “Alvarez Ordoñez” (336:19)
8. “Arevalo” (337:637)

Garantía de ser juzgado en un plazo razonable


9. “Mattei” (272:188)
10. “Santander, Moira” (331:2319)
11. “Trabajadores de la Hacienda Brasil Verde vs. Brasil” (Corte IDH, 20/10/2016)

Garantía de la doble instancia


12. “Giroldi” (318:514)
13. “Arce” (320:2145)
14. “Casal” (328:3399)
15. “Carrascosa” (337:1289)
16. “Duarte” (337: 901)

Principio de congruencia
17. “Zurita” (314:333)
18. “Delgado” (336:714)
19. “Ciuffo” (330:5020)
20. “Sircovich” (329:4634)

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21. “Antognazza” (330:4945)

Reformatio in pejus
22. “Tomaselli” (303:1431)
23. “Capristo” (334:559)

Principio acusatorio
24. “Tarifeño” (325:2019)
25. “Mostaccio” (327:120)
26. “Santillán” (320:3021)
27. “Sabio” (330:3092)
28. “Sandoval” (333:1687)
29. “Amodio” (330:2658)
30. “Del’Olio” (329:2596)
31. “Quiroga”

Garantía de no declarar contra sí mismo


32. “Fiorentino” (306:1752)
33. “Zambrana Daza” (320:1717)
34. “Cabral” (315:2505)
35. “Montenegro” (303:1938)
36. “Jofré” (317:241)
37. “Rau” (R. 127. L. RHE)
38. “Cincotta”
39. “Baldivieso”

Juez natural. Imparcialidad e independencia


40. “Grisolía” (234:482)
41. “Zenzerovich” (322:1941, dictamen del PGN)
42. “Llerena” (328:1491)
43. “Dieser” (329:3034)

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Requisa y detención por parte de autoridad competente
44. “Daray” (317:1985)
45. “Fernández Prieto” (321:2947)
46. “Tumbeiro” (325:2485)
47. “Peralta Cano” (P. 1666. XLI. RHE)
48. “Minaglia” (330:3801)
49. “Fato” (311:836)
50. “Ciraolo” (332: 2397)
51. “Vera, Lucas Abel” (TSJCABA, 23/12/2015)

Protección del domicilio, papeles privados y comunicaciones


52. “Yemal” (321:510)
53. “Francomano” (310:2384)
54. “Fiorentino” (306:1752)
55. “Franco” (F.193.XX, 24/12/85)
56. “Ventura” (328:149)
57. “Quaranta” (333:1674)

Regla de exclusión
58. “Rayford” (308:733)
59. “Ruiz, Roque” (310:1847)

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Defensa en juicio

1.- BENÍTEZ
El Tribunal Oral en lo Criminal nº 8 condenó a Aníbal Leonel Benítez a la pena de dos
años y seis meses de prisión y costas, por considerarlo autor penalmente responsable del
delito de lesiones graves, calificado por haber sido cometido con un arma de fuego. El
hecho fue acreditado por la lectura de las declaraciones de la víctima, un testigo presencial
y los policías que intervinieron en el hecho, como así también la lectura de las pericias
balísticas.
La víctima sostuvo que el imputado, junto con otras personas, utilizó un arma de fuego
para amenazarlo e incluso intentó dispararle, aunque no lo logró. Luego, se generó un
forcejeo durante el cual la víctima resultó herida producto de un disparo. El imputado,
durante el juicio, afirmó en su defensa que en realidad la supuesta víctima le apuntó a él
y producto de un forcejeo se produjo el disparo que lo hirió.
Los jueces del Tribunal Oral sostuvieron que la declaración del imputado no era cierta
debido a que no tenía relación con los relatos de la víctima y de los testigos que habían
dado testimonio. Por lo tanto, se lo condenó a la pena mencionada en el primer párrafo.
Debido a esto, la defensa interpuso un recurso de casación sosteniendo que se había
violado el derecho de defensa ya que no se le permitió durante el proceso a interrogar a
los testigos y controlar la prueba. Sostuvieron que esto afectaba al debido proceso ya que
“sin la adecuada defensa no puede existir sentencia”. Se solicitó también la declaración
de inconstitucionalidad del artículo del Código Procesal Penal de la Nación que permite
la incorporación de prueba por lectura.
Este recurso fue rechazado por considerarlo “mal concedido”. Contra esta decisión la
defensa interpuso un recurso extraordinario que también fue rechazado lo que dio pie al
recurso de queja que se trata en el fallo.
En sus argumentos la Corte sostuvo:
“Que, en tales condiciones, el tribunal de juicio fundó la sentencia de condena en prueba
de cargo decisiva que la defensa no tuvo oportunidad adecuada de controlar, en
desmedro del derecho consagrado por los arts. 8.2. f, de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y 14.3.e, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.”

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Es decir, que la forma de actuar por parte del tribunal fue contraria a lo pactado en los
dos instrumentos internacionales aquí citados.
(…) no es posible partir del presupuesto implícito en el razonamiento del a quo de que
del interrogatorio de los testigos llevado adelante por la defensa durante el debate no
podría surgir elemento alguno que corroborara la versión del imputado, y que dicho
interrogatorio resulta ex ante inidóneo para lograr, al menos, echar alguna sombra de
duda sobre un cuadro probatorio suficiente.
Lo que sostiene la CSJN es que es ilegítima la prueba sin el control de la defensa (…) lo
que se encuentra en discusión es otra cosa: si la base probatoria obtenida sin control de la
defensa es legítima como tal.
De allí que la invocación de la imposibilidad de hacer comparecer al testigo no baste para
subsanar la lesión al debido proceso que significa que, finalmente, la parte no haya tenido
siquiera la posibilidad de controlar dicha prueba. Desde este punto de vista, lo decisivo
no es la legitimidad del procedimiento de incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas
condiciones, bien puede resultar admisible, sino que lo que se debe garantizar es que al
utilizar tales declaraciones como prueba se respete el derecho de defensa del acusado.
Aquí la corte afirma que el problema no es la incorporación por lectura, sino que se
pueden utilizar, pero las mismas deben respetar el derecho de defensa del acusado.
Se sostiene que el derecho de examinación exige que el imputado haya tenido una
oportunidad adecuada y apropiada para desafiar y cuestionar a un testigo o cualquiera que
hubiera hecho declaraciones en su contra.
La CSJN hace eco de la CIDH y sostiene que dentro de las prerrogativas que tienen los
acusados se encuentra la de examinar a los testigos tanto a favor como en contra bajo las
mismas condiciones que quienes lo acusan para así ejercer su defensa.
La CSJN termina por dejar sin efecto la sentencia apelada por considerarla violatoria del
derecho de defensa. Sostiene que se vuelva al tribunal de origen para que dicte una
sentencia acorde a lo establecido en este fallo.
Los jueces de la CSJN sosteniendo lo planteado por el procurador afirmaron que la
cuestión no se circunscribía a la inconstitucionalidad del artículo que sostiene la lectura
de la prueba, sino que el hecho de que la totalidad de las pruebas se hayan dado por este
medio imposibilitó que se haya ejercido el derecho de defensa. Sostuvo la CSJN que

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deben ser traídos a juicio los testigos para ser interrogados también por la defensa del
imputado “Que la palmaria lesión al derecho de defensa producida en el caso por la
incorporación por lectura de testimonios de cargo torna inoficioso el examen de los
restantes agravios de la recurrente, invocados desde la perspectiva de las exigencias
constitucionales de oralidad, publicidad e inmediación del debate.”

2.- NÚÑEZ
La Cámara Quinta en lo Criminal de la ciudad de Córdoba condenó a Núñez a la pena de
seis años de prisión por el delito de lesiones graves, declaración de reincidencia y costas
“…unificándola con lo que le restaba por cumplir de la pena de diez años de prisión que
le había impuesto la Cámara Novena del Crimen de esa ciudad el 13 de diciembre de 1993
y revocación de la libertad condicional que le había sido otorgada con fecha 8 de
noviembre de 1999. En el recurso de casación que Ricardo Alberto Núñez interpuso in
pauperis contra esa condena, planteó su nulidad por: i) inobservancia de las reglas de la
sana crítica en la valoración de la prueba testimonial con apoyo en la cual se tuvo por
probada su responsabilidad por el hecho; ii) contradicción en la calificación legal del
hecho ya que debió condenárselo por lesiones culposas no graves; iii) falta de motivación
de la sentencia al fijar el monto de la pena aplicada; iv) errónea aplicación del art. 58 del
Código Penal al computar, para fijar la pena única de nueve años de prisión, sólo la
porción que restaba por cumplir de la primera condena y no ésta en su totalidad y v)
correcta unificación sobre la base del método de composición y no aritmético como se
habría efectuado.
Al intervenir la asesora letrada prácticamente transcribió en forma sintética la
presentación de Núñez. Este recurso de casación es rechazado por el tribunal superior por
falta de fundamentación de los puntos antes determinados. Es decir, hay una mala
defensa por parte de la defensora.
(…) que este tribunal tiene dicho que en materia criminal, en la que se encuentran en
juego los derechos esenciales de la libertad y el honor, deben extremarse los recaudos
que garanticen plenamente el ejercicio del derecho de defensa. La tutela de dicha
garantía ha sido preocupación del tribunal desde sus orígenes, en los que señaló que el
ejercicio de la defensa debe ser cierto, de modo tal que quien sufre un proceso penal ha

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de ser provisto de un adecuado asesoramiento legal, al extremo de suplir su negligencia
en la provisión de defensor asegurando, de este modo, la realidad sustancial de la
defensa en juicio
Que también esta Corte ha señalado reiteradamente que los reclamos de quienes se
encuentran privados de su libertad, más allá de los reparos formales que pudieran
merecer, deben ser considerados como una manifestación de voluntad de interponer los
recursos de ley, y que es obligación de los tribunales suministrar la debida asistencia
letrada que permita ejercer la defensa sustancial que corresponda.
9) Que si bien no es obligación de la asistencia técnica del imputado fundar pretensiones
de su defendido que no aparezcan, a su entender, mínimamente viables, ello no la releva
de realizar un estudio serio de las cuestiones eventualmente aptas para ser canalizadas
por las vías procesales pertinentes, máxime porque se trata de una obligación que la
sociedad puso a su cargo, ya que no puede imputarse al procesado la inoperancia -a la
que ha sido ajeno- de la institución prevista para asegurar el ejercicio de su derecho
constitucional, cuya titularidad ostenta exclusivamente y cuya inobservancia puede
acarrear responsabilidad internacional al Estado Argentino.
Que ninguno de estos extremos ha sido cumplido en el sub lite si se advierte que más allá
de la designación formal de un defensor oficial, de los antecedentes de la causa surge
con claridad que no se han cumplido las exigencias de un auténtico patrocinio exigido
por la garantía consagrada en el art. 18 de la Constitución Nacional. Es insuficiente a
esos efectos, la sola circunstancia de que con motivo del recurso extraordinario federal
interpuesto in pauperis por Ricardo Alberto Núñez se hubiera corrido vista a la asesora
letrada para su fundamentación y que ella se haya limitado a plantear la arbitrariedad
de la denegación de acceso a la instancia de casación por "excesivo rigor formal, en
desmedro de la verdad jurídica objetiva emergente de las circunstancias de la causa",
dejando a salvo su parecer en contrario
(…) se simplificaría la problemática que condujo a la situación de indefensión de Núñez
si soslayara que el deber de garantizar a toda persona sometida a proceso penal un
auténtico patrocinio como el exigido por el art. 18 no es función exclusiva de esta Corte
sino que debió ser resguardada por los tribunales de las instancias anteriores a los cuales
correspondía salvar la insuficiencia de asistencia técnica antes aludida.”

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20) Que, además, el fiscal de instrucción interviniente declaró inadmisible la oposición
in pauperis que el imputado planteó cuando, al ser notificado del auto de prisión
preventiva dictado en su contra por el delito de tentativa de homicidio, dijo que "apela".
Para así decidir consideró que "el decreto que ordena aquella medida no es una
resolución jurisdiccional que admita tal recurso, no habiéndose expresado por lo demás
los puntos de agravio".
La resolución mencionada en este considerando queda firme porque el imputado se niega
a firmar y el asesor letrado guarda silencio. Además de esto quien sustituyó a este asesor
en la etapa preliminar no ofreció prueba y renuncio antes de la audiencia debate (con poco
tiempo) quien lo reemplazo no pudo tener una defensa eficaz en el debate.
21) Que, en este contexto, la frustración del acceso a la instancia de casación local por
falta de debida fundamentación del recurso de casación interpuesto con apoyo en los
agravios (i), (ii) y (iii) supuso un rigorismo formal que sólo contribuyó a convalidar el
cúmulo de violaciones a la defensa en juicio que venía sufriendo Núñez a lo largo de todo
el proceso, (…)
Por último, la CSJN resuelve declarar la nulidad de todo lo actuado a partir del recurso
de casación in pauperis y sostiene que eso será resuelto luego de que Núñez tenga una
efectiva y sustancial asistencia letrada. Y agrega: “(…) se recomienda que situaciones
como las aquí consideradas, que sólo concurren en detrimento de una eficaz
administración de justicia, sean evitadas. Asimismo, se exhorta al Trib. Sup. Just.
Córdoba a que adopte los recaudos necesarios que permitan esclarecer las
circunstancias en que permaneció Ricardo A. Núñez privado de su libertad por espacio
de más de diez días sin contar con asistencia letrada y sin comparecer ante la autoridad
fiscal y/o judicial que había solicitado su detención y, en su caso, que se tomen las
medidas que correspondan.”

Prohibición de persecución múltiple. Ne bis in idem

3.- BELOZERCOVSKY
El presente fallo habla sobre la prohibición de persecución múltiple, o también llamado
“ne bis in ídem”, garantía constitucional no enunciada expresamente por la Constitución

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Nacional aunque con arreglo al artículo 33 se le ha reconocido como una garantía no
enunciada, que surge del sistema republicano y del estado democrático de derecho. Vale
aclarar que ésta cuestión sí está prevista, en Argentina, en el artículo 29 de la Constitución
de la Provincia de Buenos Aires, donde consagra expresamente este principio, cuando
dispone que ninguna persona será encausada dos veces por el mismo delito.
A partir de la reforma constitucional de 1994, con la incorporación a la Constitución de
diversos instrumentos internacionales con jerarquía constitucional (artículo 75, inciso
22), entre los que se encuentra la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto
de San José de Costa Rica) en su artículo 8 inciso 4 enuncia: "El inculpado absuelto por
sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos". Con lo
cual esta garantía ha sido reconocida con carácter constitucional. Por eso se entiende que
dicho principio tiene relación con el objeto procesal en sí.
Para que el mismo opere, es necesaria la existencia de estos tres requisitos: El sujeto.-
Debe ser la misma persona a la cual se le inició una instrucción penal y a ella misma, se
le inicia un procedimiento administrativo sancionador.
Fallo: En una causa donde se investigaban presuntas maniobras delictivas vinculadas a
una Cooperativa de Crédito, el imputado Belozercovsky opuso excepción de cosa
juzgada, alegando el dictado de un sobreseimiento en otra causa que versaba sobre los
mismos hechos investigados en autos, lo que impedía la prosecución de la nueva causa.
Se desestimó la presentación en instancias ordinarias, y llegó a la Corte por recurso
extraordinario. Allí, se dijo que media en el caso cuestión federal bastante, por producirse
un agravio que por su magnitud y por las circunstancias de hecho que lo condicionan,
podría resultar frustratorio de los derechos constitucionales en que se funda el recurso,
por ser de insuficiente, imposible o tardía reparación ulterior.
El fallo de la Corte no habla expresamente de la garantía constitucional ne bis in idem, si
no que manda a emitir un nuevo pronunciamiento por frustración de la garantía
constitucional de la defensa en juicio oportunamente invocada. Su fallo se funda en que
la sentencia del tribunal de primera instancia no está suficientemente fundada y se limita
a valorar de manera parcial lo expresado por la defensa, sin tener cuenta las alegaciones
del apelante referidas a la excepción de cosa juzgada y a los alcances del sobreseimiento

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definitivo dictado en proceso anterior, en el cual los hechos investigados habrían sido
idénticos.

4.- WEISSBROD
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos Art 14.7: Nadie podrá ser juzgado ni
sancionado por un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto por una sentencia
firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada país.
Convención Americana sobre Derechos Humanos Art 8.4: El inculpado absuelto por una
sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos.
Hechos:
• Weissbrod es imputado en calidad de director de la “Fundación Samuel Kratz”,por
haber extraído médula ósea a pacientes, con la excusa de la extracción de sangre,
produciéndoles lesiones leves.
• Primera instancia: El imputado es absuelto.
• Fiscal apela.
• Cámara: Declara la nulidad de la sentencia absolutoria, por existencia de vicios
esenciales en el procedimiento (no se indagó al procesado por la totalidad de los hechos
investigados), y ordena que se dicte nueva sentencia en primera instancia.
• Primera instancia: Se dicta sentencia condenatoria (delito de lesiones leves
reiteradas).
• Cámara: Confirma la sentencia de primera instancia.
• Denegado el Recurso Extraordinario, Weissbrod interpuso Recurso de Queja,
exponiendo los fundamentos que veremos a continuación.
Fundamentos:
1. Que uno de los hechos por los que se lo condenó, no había sido materia de
acusación (violatorio de la garantía de defensa en juicio).
2. Que la sentencia era arbitraria en la medida en que ha omitido el análisis de
pruebas que el recurrente consideraba esenciales para resolver el caso.
3. Que los avatares que sufrió el proceso (Nulidades y retroceso del proceso), habían
transgredido su derecho a obtener un pronunciamiento penal rápido.

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4. Que según el principio de progresividad, no se puede retrotraer el proceso a etapas
superadas, cuando los actos procesales cumplen con la forma que la ley establece
(violatorio de la garantía de defensa en juicio).
5. Por último, pero no menos importante, menciona que se está violando la garantía
del “non bis in ídem”, en cuanto la anulación dispuesta por la Cámara de un proceso ya
fallado en primera instancia, y el reenvío a la etapa de instrucción, implicó volver a juzgar
a una persona por un mismo hecho.
Corte: (Voto de la mayoría).
1. Declaró procedente el agravio relativo a que la condena incluía un hecho no
contenido en la acusación.
2. Consideró como tardío el agravio relativo al derecho a un pronunciamiento penal
rápido, en cuanto éste había sido interpuesto en la segunda sentencia de Cámara y no en
la primera, siendo consentida por el procesado.
3. Descartó el agravio referido al “non bis in ídem”, apoyándose en el siguiente
razonamiento: “(…) Por la existencia de vicios esenciales en el procedimiento (…) no
puede entenderse que la causa fue juzgada dos veces, ni que se produjo la retrogradación
del juicio (…) La nulidad declarada no implica violar dicho principio, ya que de ser así
la nulidad carecería de todo sentido en cuanto jamás se podría condenar al imputado sin
que se lesionase el “non bis in ídem”, razonamiento que resulta inaceptable. Por el
contrario, dado que la sentencia anulada carece de efectos, no puede decirse que al
dictarse una nueva haya dos fallos que juzguen el mismo hecho, pues hay sólo uno que
puede considerarse válido”.

5.- POLAK
Polak era interventor del Banco de Rio Negro y dispuso una negociación de títulos en el
mercado abierto electrónico de la ciudad de Buenos Aires por diez millones de dólares.
Por esta maniobra es acusado de administración fraudulenta. Es absuelto de lo que era
acusado en primer lugar pero deciden juzgarlo nuevamente por el delito de violación a
los deberes de funcionario público por haber realizado la operación sin intervención de
otros funcionarios del banco (aunque dicha operación no haya perjudicado al banco sino
todo lo contrario haya aumentado su patrimonio).

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PROCESO: En primera instancia el fiscal insiste con que el imputado cometió el delito
de administración fraudulenta pero al avanzar el juicio, plantea su decisión de cambiar el
juzgamiento debido a que si bien no se hallaban nuevos elementos, los adquiridos durante
el debate justificaban dicha decisión al tratarse de una cuestión de orden público y
declarable de oficio. El juez hace lugar a la petición, absuelve de administración
fraudulenta a Polak y decide continuar otro juicio con la carátula de violación a los
deberes de funcionario público.
La defensa presenta un recurso extraordinario alegando que la sentencia en primera
instancia donde se lo absuelve del delito de administración fraudulenta era equiparable
a definitoria porque conducir a celebrar otro juicio supone una violación al principio
“non bis in ídem”, pero la sentencia que permite el nuevo juzgamiento es arbitraria ya
que carece de fundamentos sustentables e incongruencias para llevarla a cabo. Además
se agrega que se violó el principio de reclusión procesal.
La Corte hace lugar al recurso extraordinario y manifiesta que queda comprobado que el
cambio de calificación surge del debate y de los testimonios de los funcionarios del banco
en pleno juzgamiento, haciendo que el imputado sea juzgado nuevamente por otro hecho
y esto va en contra del fundamento garantizador de la Constitución Nacional y los pilares
básicos del ordenamiento penal en los cuales se encuentra el principio NON BIS IN IDEM.
Además se encuentran precedentes de la Corte donde se pronuncian sobre este tema lo
que supone un tratamiento sobre esta cuestión bastante amplio, esto conlleva a la
inadmisibilidad de imponer una nueva pena por el mismo delito y prohíbe un segundo
proceso aunque haya sido absuelto o condenado por un mismo hecho.
La Corte resalta la importancia de este principio y explica que se encuentra debido a que
el aparato estatal con todo el poder que conlleva no puede exponer a un individuo a
repetidos esfuerzos condenatorios sumergiéndolo en molestias, gastos y sufrimiento,
viviendo en un constante estado de inseguridad y ansiedad, aumentando la posibilidad de
que si es hallado inocente luego sea hallado culpable por otro tribunal.
Por lo expuesto se llega a la conclusión de que se ha lesionado el derecho de Polak de no
ser juzgado dos veces por el mismo hecho ya que esta garantía tiene vigencia desde que
el imputado se expuso a ser declarado culpable o inocente del hecho que da nacimiento a
la causa. Se revoca la sentencia.

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6.- GRAMAJO
La Corte declaró la inconstitucionalidad de la reclusión accesoria por tiempo
indeterminado por considerarlo violatoria de los principios de culpabilidad, de
proporcionalidad de la pena, de reserva, de legalidad, el derecho penal de acto, y los
principios que prohíben la persecución penal múltiple y la imposición de penas crueles,
inhumanas y degradantes. Con esta decisión la Corte se apartó de la jurisprudencia
sentada en el caso Sosa, en el cual había sostenido que la reclusión por tiempo
indeterminado no era una pena sino una medida de seguridad, y que por ello no debía
cumplir con las garantías constitucionales previstas para aquella.
Hechos: El Tribunal Oral condenó al imputado a la pena de dos años de prisión por
considerarlo autor del delito de robo en grado de tentativa, declarándolo reincidente.
Asimismo, declaró la inconstitucionalidad del art. 52 del C.P. sobre cuya base el fiscal de
juicio había solicitado que se aplicara al penado la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado.
Sostuvo que la reclusión accesoria por tiempo indeterminado constituye una pena y no
una medida de seguridad, y que desconoce el principio constitucional “nulla poena sine
culpa” consagrado en el art. 18 CN, al sustentarse en los antecedentes personales del autor
y no en el hecho cometido. El fiscal interpuso recurso de inconstitucionalidad.
La Cámara de Casación Penal, con sustento en el precedente “Sosa”, declaró la
constitucionalidad del art. 52 y aplicó al condenado la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado.
La defensa interpuso recurso extraordinario, argumentando que la sentencia violaba el
principio de culpabilidad al justificar la imposición de una sanción en la peligrosidad del
delincuente, sin tener en cuenta que la CN consagra un derecho penal de acto.
El recurso fue denegado y dio lugar a una queja.
Decisión de la Corte: La Corte declaró la inconstitucionalidad del art. 52 del CP en el
caso concreto por considerar que la pena de reclusión indeterminada allí prevista viola el
principio de culpabilidad, el principio de proporcionalidad de la pena, el principio de
reserva, el principio de legalidad, el derecho penal de acto, el principio que prohíbe la

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persecución penal múltiple y la prohibición de imponer penas crueles, inhumanas y
degradantes.
Sostuvo que la pena de reclusión indeterminada es una clara manifestación del derecho
penal de autor porque tiende a encerrar a una persona en prisión por un tiempo mayor al
que correspondería de acuerdo con la pena establecida para el delito cometido, debido a
la forma en que conduce su vida.
Asimismo, consideró que el principio de reserva impide imponer una pena en razón de lo
que la persona es, por lo que la pena sólo puede aplicarse como consecuencia del hecho
que el individuo cometió.
Por otra parte, sostuvo que la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado prevista
en el art. 52 del CP es una pena y no una medida de seguridad fundada en la peligrosidad
del agente.
Por último, consideró que ante la afirmación de que la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado violaba el principio de proporcionalidad de la pena, no era válido afirmar
que aquella no se impone en razón del hecho juzgado en último término sino de los hechos
por los que fuera condenado anteriormente porque si fuera así, se estaría violando la
prohibición de persecución penal múltiple.
Considerandos 12 al 18 del voto del juez Petracchi:
12) Que con relación a la reincidencia (simple, art. 50, Código Penal) el Tribunal, en su
momento, entendió que dicho instituto se sustenta en el desprecio que manifiesta por la
pena quien, pese a haberla sufrido antes, recae en el delito. El autor que ha
experimentado el encierro que importa la condena, y a pesar de ello, reincide, demuestra
su insensibilidad ante la amenaza de un nuevo reproche de esa naturaleza, cuyo alcance
ya conoce (caso "Gómez Dávalos", en Fallos: 308: 1938). Ese desprecio por la pena
anterior se refleja en una mayor culpabilidad, que autoriza una reacción más intensa
frente al nuevo hecho (caso "L'Eveque", Fallos: 311:1451).
13) Que esa mayor culpabilidad, sin embargo, no es, ni podría ser, la que da fundamento
a la reclusión que se aplica a los multireincidentes. En efecto, y como ya se dijo, la
accesoria se comienza a cumplir una vez que la condena por el hecho anterior ya fue
cumplida. En consecuencia, la mayor culpabilidad derivada del desprecio por la anterior
condena ya fue valorada al fijar la pena correspondiente al hecho concreto, cometido a

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pesar de la advertencia previa. Por lo tanto, esa culpabilidad anterior ya fue
suficientemente retribuida y no podría ser nuevamente utilizada como argumento para
fundar la reclusión accesoria, pues ello significaría violar la prohibición de doble
valoración contenida en el principio non bis in idem.
14) Que si bien es cierto que esta Corte ha autorizado la valoración dual de la
reincidencia, como reflejo de una mayor culpabilidad (en el marco del art. 41, Código
Penal) y como dato que autoriza al legislador a denegar formas de ejecución penal
atenuadas (imposibilidad de libertad condicional del art. 14, Código Penal) sin ver en
ello una violación al non bis in idem, no se debe perder de vista que el "ajuste" del
tratamiento carcelario que se permitió en Fallos: 311:1451 ocurre dentro del marco del
cumplimiento de una pena privativa de libertad cuyo fundamento es la culpabilidad del
condenado y no más allá de ella.
15) Que aun cuando se rechace la aplicación de la prohibición de múltiple persecución
penal en supuestos como el presente, sobre la base de que en un caso la valoración fue
para determinar la pena y en el otro, para "ajustar el tratamiento", esos "ajustes", en el
sub lite, representan injerencias extremas sobre los derechos individuales, que no
podrían ser sustentadas, una y otra vez, en el mismo argumento, pues ello no sería más
que un fundamento aparente que pondría seriamente en cuestión la coherencia interna
de la decisión que los autorizara.
16) Que, a diferencia de lo que ocurre en los supuestos del art. 50, respecto del art. 52
ambos del Código Penal, no podría afirmarse que lo que se está haciendo es responder,
frente al dato objetivo de las múltiples condenas anteriores, a una suerte de "culpabilidad
excedente" derivada del desprecio habitual del condenado por las penas que se le
imponen. Pues, en todo caso, semejante respuesta de encierro perpetuo, además de
carecer de todo sustento normativo, habría sido ordenada con total prescindencia de la
gravedad de los hechos cometidos y carecería de toda proporcionalidad (sobre este
principio, cf. caso "Martínez", Fallos: 312:826). -34-
17) Que, en este mismo sentido, si se considerara legítimo reprocharle al
multirreincidente su errónea "conducción de la vida", a pesar los límites impuestos por
un derecho penal de culpabilidad, de todos modos, ello por sí solo tampoco alcanzaría
para justificar una restricción de derechos como la prevista por el art. 52, Código Penal.

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Pues, en todo caso, no cualquier hábito delincuencial podría tener como consecuencia
una privación de libertad temporalmente ilimitada.
18) Que, por lo tanto, la situación de los multirreincidentes no es equiparable a la del
"reincidente simple". Las consecuencias jurídicas que aquel debe soportar no se apoyan
en una mayor culpabilidad sino únicamente en la presunción legal de que quienes entren
en dicha categoría constituyen un "peligro para la sociedad" (arg. art. 53, Código
Penal).

7.- ÁLVAREZ ORDOÑEZ


Álvarez Ordóñez fue condenado el 23/04/2008 a la pena única de prisión de treinta y tres
años y seis meses, y se lo declaró reincidente. En septiembre del mismo año, la defensa
solicitó su libertad condicional, basada en el tiempo de detención cumplido, que superaría
el plazo previsto por el art. 13 del Código Penal, para acceder a la misma, y, a su vez, la
declaración de inconstitucionalidad del art. 14 de dicho Código, argumentando que la
pena impuesta al condenado sumado a la declaración de reincidencia imposibilitaría su
reintegro al mundo libre.
El juez a cargo del Juzgado de Ejecución Penal n° 1 no concedió lo solicitado, por lo que
la defensa interpuso recurso de casación, que le fue concedido, en el cual expuso el
agravio que dicha resolución le ocasionaba puesto que el magistrado había transgredido
el derecho a ser juzgado por un juez independiente e imparcial, resolviendo contra su
propio criterio y aplicando el de su superior jerárquico, sin que mediara fallo plenario que
lo hiciera exigible, con el efecto de sustentar su resolución en argumentos meramente
formales y conculcando el derecho de defensa y el de ser oído. La sala III de la Cámara
Federal de Casación Penal resolvió por mayoría no hacer lugar al recurso y, en
consecuencia, mantener la denegatoria de la libertad asistida. Entendió que, si bien el art.
18 de la CN prohíbe la nueva aplicación de pena por el mismo hecho, no impide que el
legislador tome en cuenta la anterior condena a efectos de ajustar con mayor precisión el
tratamiento penitenciario que considere adecuado para aquellos supuestos en los que el
individuo incurriese en un nuevo delito penal. Contra dicha resolución, la defensa
interpuso recurso extraordinario, pues entendió que resultaba lesivo de distintas garantías
constitucionales y del derecho penal de acto, en tanto crea la categoría de personas

16
reincidentes, a quienes impone un derecho penal más riguroso en virtud de otros hechos,
ocurridos, juzgados y compurgados en el pasado. La corte, finalmente, hace lugar a la
queja, pues considera que la sentencia cuestionada no sólo proviene del tribunal superior
de la causa, sino que, asimismo, suscita cuestión federal suficiente, en tanto el conflicto
que se plantea es entre una norma de derecho común, art. 14 del Código Penal y normas
de la CN (art. 18) e instrumentos internacionales incorporados a ella (arts. 5, 6 y 29 de la
CADH y art. 10 del PIDCP).
Planteamiento: la cuestión de la reincidencia en cuanto agravante de penas y la
compatibilidad del artículo 14 con la CN.
En primer lugar, respecto a la cuestión de la reincidencia en cuanto agravante de penas,
explica la Corte que, a pesar de los distintos discursos en la doctrina y jurisprudencia que
intentan legitimar la agravación por reincidencia, se ha verificado que cualquiera de ellas
sólo alcanza para legitimar algunos casos particulares, pero en modo alguno toda y
cualquier agravación automática e inexorable como la dispuesta por el art. 14 del Código
Penal. Esto es: la peligrosidad sólo se verifica en casos de reincidencia específica o
relativamente específica y no puede presumirse juris et de jure en cualquier caso de simple
reincidencia genérica, como la que prevalece en nuestro derecho; lo mismo ocurre con la
culpabilidad de autor, pues el mayor reproche de personalidad no puede sostenerse
cuando las conductas, por su naturaleza, no exhiben ninguna responsabilidad
reprochable; la mayor culpabilidad de acto derivada de una consciencia del injusto más
actual, sólo es dable en reincidencia específica y en delitos que exigen algún nivel de
elaboración; la decisión más firme al delito no es admisible en casos de reincidencia
genérica y con delitos de muy diferentes desvalor social y jurídico; la mayor perversidad
(insensibilidad a la pena) no siempre depende de que haya condenaciones anteriores, ni
tampoco éstas la revelan en la gran mayoría de los casos. Asimismo, aun admitiendo ad
demostrationem cualquiera de estas, la aplicación inflexible del artículo en cuestión, al
no admitir prueba en contrario, da por cierto los extremos legitimantes sin acreditar que
éstos existen en el caso, lo que impone a los jueces incurrir en abiertas arbitrariedades,
pues se trata de cuestiones de hecho que solo eventualmente se presentan en los casos
concretos. En efecto, dichos discursos, concluye la Corte, equivalen a la violación del
principio que prohíbe la doble punición, pues el plus de pena o cualquier agravación de

17
esta que se imponga al segundo delito lo será debido al primero, esto es, de un delito que
se ha juzgado y penado. Que el principal efecto de la declaración de reincidencia,
entonces, sea la prohibición de libertad condicional del artículo 14 del Código, significa
que dicha disposición sí implica una penalidad más grave, porque decir que sólo se refiere
a una forma de ejecución, es un argumento artificioso y, en buena medida, ficcional, tanto
como distorsionante de toda referencia a la realidad de los hechos y a la naturaleza misma
de las cosas.
En segundo lugar, en cuanto a la cuestión de compatibilidad del artículo 14 del Código
con la CN, la Corte dice que dicha disposición, la cual veda la libertad condicional a
cualquier reincidente por cualquier delito y en cualquier circunstancia, es también
aplicable a la prisión perpetua a reincidentes. Es decir, importa la conversión de una pena
eventualmente temporal, en una pena que se ejecuta y agota únicamente con la muerte
del penado; por lo tanto, como se dijo anteriormente, no es posible pensarla como una
mera forma de ejecución.
Los arts. 5, 6 y 29 de la CADH y el art. 10, 3 del PIDCP, incorporados a la CN, en función
del art. 75 inc. 22, disponen que la pena privativa de libertad debe tener por objeto la
reincorporación social del condenado. En efecto, una pena de prisión que
irremisiblemente sólo se agota con la muerte del condenado, no cumple ni nunca puede
cumplir con este objetivo, pues es obvio que la naturaleza de las cosas impide sostener
que la muerte importe una reincorporación a la sociedad. Por lo tanto, considerando que
los jueces deben acatar la ley y la jurisprudencia internacional para evitar contribuir a
situaciones de esta naturaleza, la Corte entiende que el art. 14 del Código Penal es
violatorio de la CN, en la medida en que se lo interprete como un texto que obliga al
cumplimiento de penas que sólo se agotan con la muerte. En efecto, el juez no usurparía
ninguna función legislativa cuando el legislador por acción o por omisión usurpa la
función del constituyente, debiendo, por el contrario, corregir dicha usurpación. En el
caso del art. en cuestión, para la Corte, el Congreso ha tenido tiempo suficiente para
remediar la omisión legislativa de prever especialmente el caso ante la caída en desuso
de la práctica rutinaria del indulto y la conmutación como costumbre constitucional. En
conclusión, toda decisión que niegue cualquier beneficio debido a la aplicación literal de
dicho artículo incurre en una arbitrariedad manifiesta; pues, dicha aplicación, ignora el

18
significado de la reforma sufrida por el art. 52 del mismo texto conforme a la ley 23.057;
esto es: hasta la sanción de esta reforma, la pena de dicha norma se consideraba
independiente del instituto de la reincidencia por la doctrina y la jurisprudencia, pero,
posterior a ella, quedó establecido claramente en la ley que esta corresponde a supuestos
de multirreincidencia especificados en la misma con precisión. Esto impone, entonces,
que el art. 14 del Código Penal deba integrarse con el 52 y 53, por lo que, si el Código
autoriza la libertad condicional en casos de multirreincidencia o de reincidencia
calificada, a fortiori no puede entenderse que la impide en los casos de reincidencia
simple. Mantener la interpretación contraria y anterior a la reforma, llevaría a una
violación del principio de proporcionalidad establecido en la CN.
En síntesis, el art. 14 del Código Penal es inconstitucional: 1) porque presume juris et de
jure que se hallan presenten en el caso todas las condiciones con las que se ha intentado
legitimar la agravación por reincidencia, sin permitirle al magisterio penal la evaluación
de ellas en los casos concretos, que sería presupuesto elemental de la imposición de la
agravante y 2) porque no puede explicarse por qué razón contempla la libertad
condicional para el multirreincidente calificado y no para el reincidente simple. Esto es:
se demuestra un trato diferencial de personas que no se vincula ni con el injusto que se
pena, ni con el grado de culpabilidad por el mismo, y, en consecuencia, toman en
consideración características de la persona que exceden el hecho y se enmarcan en el
derecho penal de autor.
Por todo lo expuesto, finalmente la Corte hace lugar a la queja, declara procedente el
recurso extraordinario y revoca la sentencia apelada por Álvarez.

8.- ARÉVALO
Hechos: El Tribunal Oral de Menores n° 3 de la Capital Federal condenó a Arévalo como
autor del delito de robo agravado por su comisión con arma de fuego y por la intervención
de un menor de 18 años de edad, en grado de tentativa, en concurso real con la portación
ilegítima de arma de fuego de uso civil, y le impuso la pena de siete años de prisión. A su
vez, unificó esa pena con la de nueve años y nueve meses de prisión que había sido fijada,
en definitiva, por el Juzgado de Ejecución Penal n° 2, por el delito de robo calificado por
el uso de armas, reiterado en seis oportunidades, en concurso real con tenencia ilegítima

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de arma de guerra y encubrimiento agravado por el ánimo de lucro, reiterado en dos
ocasiones, de modo que Arévalo fue finalmente sentenciado a cumplir la pena única de
dieciséis años de prisión. En atención a que los hechos por los que el tribunal de menores
condenó a Arévalo fueron cometidos cuando él había cumplido parte de la pena de nueve
años y nueve meses de prisión por los seis hechos anteriores, y continuaba aún bajo el
régimen de salidas transitorias, se lo declaró reincidente en los términos del artículo 50
del Código Penal, y se rechazó el planteo de inconstitucionalidad de las normas de
agravación por reincidencia que había articulado oportunamente la defensa.
La defensa apeló. Postuló que la fundamentación de la sentencia era sólo aparente, tachó
de arbitraria la aplicación al caso de la agravante genérica prevista en el artículo 41 quater
del Código Penal y la graduación de la pena impuesta
En el segundo recurso, insistió en su planteo de que el régimen de agravación penal por
reincidencia de los artículos 14 y 50 del Código Penal es contrario a los principios de
culpabilidad por el hecho y non bis in ídem recogidos en la Constitución Nacional
La Corte dijo que la cuestión relativa al planteo de inconstitucionalidad del régimen de
agravación de la pena por reincidencia resulta sustancialmente análoga a la resuelta en
"Gómez Dávalos" (Fallos: 308:1938), "L'Eveque" (Fallos: 311:1451) y "Gramajo"
(Fallos: 329:3680) -especialmente, considerandos 12 a 18 del voto del juez Petracchi-, y
a ellos corresponde remitir, en lo pertinente.

Garantía de ser juzgado en un plazo razonable

9.- MATTEI
(sentencia del 29 de noviembre de 1968)
Mattei había sido procesado por el delito de contrabando y, luego de un proceso que duró
más de 4 años, se lo absolvió en primera instancia. El Fiscal apeló ese pronunciamiento
y los autos fueron elevados a la Cámara. El tribunal de segunda instancia, de oficio,
decreto la nulidad de todas las actuaciones cumplidas desde el cierre del sumario, sobre
la base de que el Juez de Instrucción no había agotado la investigación. La defensa de
Mattei interpuso contra esa resolución recurso extraordinario, alegando violación de la
garantía de la defensa en juicio. La Corte hizo lugar al recurso, mencionando el derecho

20
de todo imputado a obtener un pronunciamiento que ponga término del modo más rápido
posible a su situación de incertidumbre.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación consideró que la resolución cuestionada
proponía una renovación de un proceso ya dilatado que, de esa forma, lo conducía
inexorablemente a seguir aumentando su duración ya excesiva, lo cual resultaría
violatorio de determinados principios básicos del derecho procesal penal que se podrían
resumir en el derecho del imputado a un juicio razonablemente rápido.
La corte considero que:
El juicio había sido retrotraído a su etapa inicial, o sea la de sumario, cuando se encontraba
ya en condiciones de ser definitivamente fallado con relación al apelante; y cuando éste
llevaba más de 4 años en la condición de procesado, puesto que se lo indagó el 18 de
febrero de 1964 y se decretó su prisión preventiva el 6 de agosto de ese mismo año.
(Considerando 6º).
El problema de saber si, sustanciado un proceso en la forma que indica la ley, el Tribunal
de Alzada puede invalidar todo lo actuado, no por omisión o vicio de formas esenciales
del juicio ¬¬desde que se instruyó sumario hubo acusación, defensa y oportunidad de
producir pruebas de cargo y de descargo¬¬ sino con el exclusivo fundamento de que el
inferior no realizó durante la instrucción diversas diligencias que se estiman de interés
para el esclarecimiento del caso. (Considerando 7º)
Deben analizarse el principio de la progresividad, que impide que el juicio se retrotraiga
a etapas ya superadas, considerando que los actos procesales se precluyen cuando han
sido cumplidos observando las formas que la ley establece, es decir, salvo supuesto de
nulidad. (Considerando 9º)
Tanto el principio de progresividad como el de preclusión reconocen su fundamento en
motivos de seguridad jurídica y en la necesidad de lograr una administración de justicia
rápida dentro de lo razonable, evitando así que los procesos se prolonguen
indefinidamente; pero, además, y esto es esencial, atento los valores que entran en juego
en el juicio penal, obedecen al imperativo de satisfacer una exigencia consustancial con
el respeto debido a la dignidad del hombre, cual es el reconocimiento del derecho que
tiene toda persona a liberarse del estado de sospecha que importa la acusación de haber

21
cometido un delito, mediante una sentencia que establezca, de una vez para siempre, su
situación frente a la ley penal.
En todo caso ¬¬al margen de la libre actividad de las partes¬¬, las posibles deficiencias
de la prueba son susceptibles de reparación mediante el uso prudente de las medidas para
mejor proveer que la ley autoriza adoptar a los jueces antes de dictar la sentencia
(Considerando 13º)
En función de la garantía de la defensa en juicio consagrada por el art. 18 de la
Constitución Nacional todo imputado tiene derecho a obtener, ¬¬luego de un juicio
tramitado en legal forma,¬¬ un pronunciamiento que ponga término, del modo más rápido
posible, a la situación de incertidumbre y de innegable restricción de la libertad que
comporta el enjuiciamiento penal. (Considerando 14º)
Dicho derecho a un juicio razonablemente rápido se frustraría si se aceptara que,
cumplidas las etapas esenciales del juicio y cuando no falta más que el veredicto
definitivo se permitiría al imputado sufrir tal perjuicio nuevamente en cuanto, sin falta de
su parte, lo obligan a volver a soportar todas las penosas contingencias propias de un
juicio criminal (Considerando 15º).
El primer fallo relevante respecto a esta temática, es sin lugar a dudas “MATTEI”
(272:188); en este caso, la Corte Suprema de Justicia de la Nación propuso una
renovación a un proceso dilatado, que resultaba violatorio de principios básicos como ser
el derecho del imputado a un juicio rápido, y le asignó a este derecho jerarquía
Constitucional a través del artículo 18 de la Carta Magna (Considerando 29°) .
El Máximo Tribunal dejó sentado: "Que tanto el principio de progresividad como el de
preclusión reconocen su fundamento en motivos de seguridad jurídica, y en la necesidad
de lograr una administración de justicia rápida dentro de lo razonable, evitando así que
los procesos se prolonguen indefinidamente (Considerando 30°)" .
Binder: El lenguaje de este fallo permite hacer la siguiente construcción:
a) Una vez que una persona ha sido acusada de cometer un delito, nace a partir de allí un
derecho a obtener una sentencia que defina su situación "de una vez para siempre".
b) Anular lo actuado y retrotraer el proceso a instancias anteriores a la acusación si no ha
mediado falta de parte del imputado, importa para éste obligarlo a "volver a soportar las
penosas contingencias del juicio criminal".

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c) Exponer más de una vez a una persona al riesgo de recibir una pena por un único hecho,
va "en desmedro de uno de los pilares básicos del ordenamiento penal vinculado con el
problema en debate, cual es el del 'non bis in idem'".
En suma, el acusado tiene un derecho constitucional a que su proceso avance.
Las facultades anulatorias de los tribunales ante vicios de procedimiento, deben ser
ejercidas cuidando de no violar el derecho de los habitantes de obtener un
pronunciamiento que defina su situación frente a una imputación penal.
Las nulidades en el caso Mattei implicaron imponerle ciertos límites constitucionales a
las facultades de los tribunales de decretar nulidades en el marco de un proceso penal.
Sobre todo si esas nulidades implican retrotraer el proceso a etapas ya cumplidas del
mismo.

10.- SANTANDER
La Sala Tercera de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional del
departamento judicial de San Isidro, el 7 de octubre de 1996, confirmó, la condena a dos
años de prisión en suspenso impuesta a Moira Virginia Santander Kohler, como coautora
del delito de robo simple cometido en perjuicio de Víctor Manuel Ojeda y Raquel Itatí
De Luca, el dia 15 de noviembre de 1993.
La Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires, revocó dicho pronunciamiento y
calificó el hecho como constitutivo del delito de robo agravado por el uso de armas, razón
por la cual se dispuso el reenvío de las actuaciones a la instancia de origen para que se
gradúe la pena a imponer a la encausada y a su consorte de causa.
Sus integrantes concluyeron por los fundamentos que cada uno invoca, que encontrándose
demostrado en autos el empleo de un arma de fuego resultaba ociosa toda discusión en
torno a la necesidad de acreditar su consorte de causa.
Sus integrantes concluyeron por los fundamentos que cada uno invoca, que encontrándose
demostrado en autos el empleo de un arma de fuego resultaba ociosa toda discusión en
torno a la necesidad de acreditar su funcionamiento o poder ofensivo, en la medida que
tal exigencia no se encuentra contemplada en el artículo 166, inciso 2°, del Código Penal.

23
Por esta decisión, la imputada interpuso recurso extraordinario, la recurrente tacha de
arbitrario el fallo por falta de motivación respecto de la calificación legal del hecho pues,
luego de transcurridos ocho -2- años desde la condena en primera instancia.
Concluye que al pronunciarse en la forma que lo hizo y con una demora no acorde con la
complejidad del proceso judicial, se comprometió en forma arbitraria e irrazonable su
libertad y, una manifiesta gravedad institucional, al conculcar las garantías
constitucionales del debido proceso, defensa en juicio y el derecho que tiene todo
imputado a obtener una rápida y eficaz decisión judicial (arts. 18 y 75, inciso 22°, y art.
14.3.c. del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
En octubre del 2008, La Corte Suprema Justicia de la Nación compartió lo expuesto por
el señor Procurador Fiscal. Se examinó la cuestión de una posible extinción de la acción
penal por prescripción, ya que la sentencia condenatoria fue dictada el 16 de noviembre
de 1994.
La duración indebidamente prolongada de esta causa por casi quince años por un hecho
sencillo de robo con un arma ocurrido 15 de noviembre de 1993, viola el derecho a ser
juzgado en un plazo razonable que se encuentra en el art. 8.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.
Por ello y de conformidad con lo dictaminado en el recurso extraordinario, se deja sin
efecto la sentencia apelada.

11.- TRABAJADORES DE LA HACIENDA BRASIL VERDE VS. BRASIL


(Corte IDH, 20/10/2016)
Desde 1998 varios trabajadores entre 18 y 40 años de edad fueron engañados con
promesas falsas para trabajar en la Hacienda Brasil Verde, a cambio de salarios
atrayentes. Una vez instalados en la misma fueron sometidos a condiciones de trabajo
análogas a la esclavitud contemporánea. Según relatan los trabajadores que lograron huir,
los encargados los amenazaban de muerte en caso de abandonar la hacienda, incluso
ejercían agresiones físicas o sexuales, les decían no podían salir libremente, que no
recibirían salarios y que desde que fueran reclutados por el “gato” (individuo que hacía
de intermediario, contratando a los empleado y llevándolos a la hacienda) empezaban a
estar endeudados con sus contratistas por su transporte, alimentación y hospedaje.

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Los salarios prometidos son reducidos y no cubren los costos ya asumidos. En algunos
casos los trabajadores se endeudaban cada vez más debido a que tenían que comprar todo
lo que necesitaban en las tiendas de las haciendas, a precios elevados. Su deuda
aumentaba tanto que nunca podían pagarla y se veían obligados a continuar trabajando.
Pese a esta situación, el Estado Brasileño realizó varias visitas en las que conocieron las
condiciones en las que se encontraban los trabajadores, debido a varias renuncias
recibidas, sin embargo las acciones no resultaron en responsabilidad penal para los dueños
de la hacienda, aunque llegaron a varios acuerdo donde los hacenderos se comprometían
a terminar con esas condiciones, pero nada de eso fue realizado.
El fallo de la CIDH y su argumentación respecto a la violación de la garantía de ser
juzgado en un plazo razonable: La Corte estimó que se produjo una demora en el
desarrollo del proceso, y que los conflictos de competencia y la falta de actuación
diligente por parte de las autoridades judiciales ocasionaron retrasos en el proceso penal.
Además la Corte consideró que las autoridades judiciales no procuraron en forma
diligente que se llegara a una resolución en ese proceso penal.
En cuanto a la celeridad del proceso señaló que el “plazo razonable” al que se refiere el
artículo 8.1 de la Convención se debe apreciar en relación con la duración total del
procedimiento que se desarrolla hasta que se dicta la sentencia definitiva. El derecho de
acceso a la justicia implica que la solución de la controversia se produzca en tiempo
razonable, ya que una demora prolongada puede llegar a constituir, una violación de las
garantías judiciales. Para determinar el incumplimiento de la garantía judicial de plazo
razonable en el proceso penal, la Corte examinó los cuatro criterios establecidos en su
jurisprudencia en la materia: 1) la complejidad del asunto; 2) la actividad procesal del
interesado; 3) la conducta de las autoridades judiciales, y 4) la afectación generada en la
situación jurídica de la persona involucrada en el proceso.
El presente caso, se inicia mediante una denuncia presentada por el Ministerio Público
Federal del Brasil en junio del 1997 y concluyó con la declaratoria de prescripción emitida
en 2008, por lo que la duración del proceso fue de aproximadamente 11 años. En vista a
esto, la CIDH analizó en base a estos criterios jurisprudenciales si el plazo transcurrido
era razonable.

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i) Complejidad del asunto: El Tribunal ha establecido varios criterios, entre ellos, la
complejidad de la prueba, la pluralidad de sujetos procesales o la cantidad de víctimas, el
tiempo transcurrido desde la violación, las características del recurso consagradas en la
legislación interna y el contexto en el que ocurrió la violación. La Corte observó que en
el caso las características del proceso no configuraban una complejidad alta que
justificara una duración de más de 10 años del proceso ya que denuncias en contra de los
dueños de la hacienda estaban fundamentadas en la inspección de abril de 1997 a la
Hacienda Brasil Verde, y el Ministerio Público Federal contaba con información
suficiente para presentar las denuncias.
ii) Actividad procesal del interesado. En el caso la Corte no encuentra elementos que
permitan inferir que existió algún tipo de actividad o conducta por parte de los interesados
que entorpeciera el proceso. Por el contrario, los trabajadores encontrados en la diligencia
de 1997, no pudieron participar en los procesos llevados a cabo por los hechos
comprobados en la Hacienda. Es decir que para la CIDH no hubo entorpecimiento de los
damnificados al proceso penal de esta causa, sino más aun no se les dio la posibilidad de
poder ejercer su derecho de defensa.
iii) Conducta de las autoridades judiciales: La CIDH estimó que existieron retrasos en el
proceso penal que obedecieron a los conflictos de competencia y la falta de actuación
diligente por parte de las autoridades judiciales. Además consideró que no se han
presentado razones que expliquen la inacción de las autoridades judiciales ni el retraso
derivado de los conflictos de competencia. Por ello, la Corte estableció que las
autoridades judiciales no procuraron en forma diligente que el plazo razonable fuera
respetado en el proceso penal. En lo que respecta a la prescripción de la acción penal,
observa que la misma fue aplicada conforme a la interpretación de la legislación local
vigente al momento de los hechos. No obstante esto, la Corte nota que la prescripción
obedeció a que “habían pasado más de 10 años desde que se había realizado la denuncia,
que la pena máxima a aplicarse era de ocho años y que la prescripción de la pena era de
12 años, por lo que solo en caso de que fueran condenados a la pena máxima no se daría
la prescripción”. Por lo tanto, el paso del tiempo que eventualmente provocó la
prescripción, es resultado de la falta de diligencia de las autoridades judiciales brasileñas.

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iv) Afectación generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso e
impactos en los derechos de la misma. Para determinar la razonabilidad del plazo se debe
tomar en cuenta este punto, en este sentido, la corte ha establecido que si el paso del
tiempo incide de manera relevante en la situación jurídica del individuo, resultará
necesario que el procedimiento avance con celeridad a fin de que el caso se resuelva en
un tiempo breve. En el presente caso constata que la resolución del proceso penal en
contra de los dueños de la hacienda, hubiera impactado en el otorgamiento de
reparaciones a los trabajadores. Como consecuencia de la falta de resolución de dicho
proceso, el otorgamiento de reparaciones no ocurrió, ocasionándoles una afectación a los
trabajadores quienes no recibieron ningún tipo de indemnización por las condiciones en
las que habían sido mantenidos en dicho lugar.

Garantía de la doble instancia

12. GIROLDI
Giroldi fue condenado por el TOC n° 6 de la Capital Federal a la pena de 1 mes de prisión
en suspenso, como autor penalmente responsable del delito de robo simple en grado de
tentativa. La defensora oficial interpone recurso de casación, sosteniendo que la sentencia
del tribunal oral violaba la garantía de la defensa en juicio; y para fundar la admisibilidad
del recurso, dice que era inconstitucional el límite impuesto por el artículo 459, inciso 2°
del Código Procesal Penal de la Nación, por contrariar lo dispuesto en el artículo 8° inc.
2°, apartado h) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que otorga a toda
persona inculpada de delito el derecho "...de recurrir del fallo ante juez o tribunal
superior". La sala I de la Cámara de Casación Penal rechaza el planteo de
inconstitucionalidad (fundamentándose en el caso Jáuregui) lo cual deriva en Queja a la
CSJN.
La queja es declarada admisible ya que se pone en tela de juicio la validez de una ley
nacional (la cual establece que no hay posibilidad de verificación en instancia superior)
vs la CN y tratados internacionales (a los cuales la argentina se ha suscripto con la reforma
CN del ´94 en los cuales si se garantiza la segunda instancia).

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La Corte a lo largo del fallo va detallando porque no se puede aplicar el fallo Jáuregui al
caso en autos: primero y principal, las condiciones no son las mismas ya que el fallo
Jáuregui es anterior a la reforma de la CN, y ara ese entonces la Argentina no tenían
jerarquía constitucional, es decir que no tenían la misma importancia que la constitución
en el ordenamiento de las leyes. Por otro lado también menciona la CSJN que no se habían
creado instancias intermedias antes de llegar a la Corte como ahora que se han creado la
instancia de Casación.
Debido a que la Nación está sujeta a estos pactos internacionales y los debe respetar para
no entrar en conflicto con la comunidad internacional, y que en tal sentido, la Corte
Interamericana precisó el alcance del art. 1° de la Convención, en cuanto los Estados parte
deben no solamente "respetar los derechos y libertades reconocidos en ella", sino además
"garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona sujeta a su jurisdicción".
La CSJN considera que la forma más adecuada para asegurar la garantía de la doble
instancia en materia penal prevista en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en el art. 8°, inc. 2°, apartado h), es declarar la invalidez constitucional de la
limitación establecida en el art. 459, inc. 2 del Código Procesal Penal de la Nación, en
cuanto veda la admisibilidad del recurso de casación contra las sentencias de los
tribunales en lo criminal en razón del monto de la pena; y es así como la CSJN decide
que el incidente se agregue a la causa principal y que se dicte nueva sentencia en relación
a lo hasta aquí expuesto. El voto es único y no hay disidencias.

13.- ARCE
Tras la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal que condenó a Jorge Daniel Arce a 5
años de prisión, la señora fiscal interpuso recurso de casación ante aquel aunque estaba
en contraposición con lo dispuesto en el artículo 458 del Código Procesal Penal de la
Nación:
“El ministerio fiscal podrá recurrir, además de los autos a que se refiere el artículo
anterior:
1) De la sentencia absolutoria, cuando haya pedido la condena del imputado a más de
tres (3) años de pena privativa de la libertad, a multa de doscientos mil australes
(A200.000) o a inhabilitación por cinco (5) años o más.

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2) De la sentencia condenatoria, cuando se haya impuesto una pena privativa de libertad
inferior a la mitad de la requerida.”
La Cámara Nacional de Casación Penal declaró mal concedido el recurso, resolvió que
era de aplicación el límite del artículo de referencia y que lo referido a la garantía de la
doble instancia del art. 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos no ampara
a quien ejecuta esa acción como órgano del Estado, sino defendiendo los derechos
fundamentales del ser humano.
De igual modo, el representante del Ministerio Público Fiscal interpuso recurso
extraordinario fundamentado en que el Pacto de San José de Costa Rica no lo excluye de
aquel ámbito de protección y consideró violadas las garantías del debido proceso.
Admisible el último, por ponerse en tela de juicio la validez de la ley nacional
contrariamente a la CN y un tratado internacional con jerarquía constitucional, solo basta
saber a qué se refiere el término "persona" que se alega.
Se establece como persona a todo ser humano y aplicando la pauta de hermenéutica, la
ley es clara y no exige mayor esfuerzo interpretativo.
La incorporación en la reforma de 1994 en el artículo 75 inc 22 de la CN hace entender
la formación de un bloque único de legalidad cuyo objeto y fin es la protección de los
derechos fundamentales de los seres humanos.
Por lo tanto, el Pacto que se alude del seno de las Naciones Unidas establece que "toda
persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la
pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal superior conforme a lo
prescripto por la ley " (art. 14 inc 5).
En cuanto hace a las argumentaciones vertidas por el Ministerio Fiscal respecto a la
configuración de la violación al principio de igualdad ante la ley (art. 16 CN), la CSJN
determina que las partes en el proceso penal no persiguen intereses iguales. En efecto, lo
que caracteriza al proceso penal es la ausencia de un permanente antagonismo, propio del
proceso civil. Ello deriva del carácter público de la pretensión que persigue el Ministerio
Público, la cual muchas veces puede coincidir con el interés particular del imputado, pues
su función es la reconstrucción del orden jurídico alterado.
Asimismo, por todo lo expuesto en los párrafos anteriores, de la conjunción de ambas
normas surge que la garantía del derecho de recurrir ha sido consagrada sólo en beneficio

29
del inculpado. Cabe concluir, entonces que el MPF es un órgano del Estado y no un sujeto
destinatario de lo mencionado, no se encuentra alcanzado/amparado por la norma de
rango constitucional; no obstante que el legislador conceda igualmente aquel derecho si
lo considera necesario. Y que, por otra parte, no es ocioso señalar que el estado como
titular de la acción penal puede autolimitar en los casos que considere que no revisten
suficiente relevancia como para justificar su actuación y no se ha demostrado que haya
afectado la calidez de otras normas constitucionales.

La doble instancia o garantía doble conforme es una garantía indispensable en el Estado


de Derecho, importante en todas las ramas pero especialmente en materia penal, que
consiste en la posibilidad de acudir ante un juez, normalmente el superior jerárquico del
que ha resuelto, para que revise la sentencia condenatoria o desfavorable; es la forma de
recurrir un fallo.

Mientras se tramita la apelación y hasta el momento en que se dicte sentencia de segundo


grado, la condena no está en firme y no puede ser ejecutada, ni se tiene como antecedente
(cosa juzgada)

La "Convención Americana sobre Derechos Humanos" ("Pacto de San José de Costa


Rica") que consagra el "derecho de recurrir el fallo ante el juez o tribunal superior" ( art.
8 Nro. 2, h) y el "Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos" (art. 14 Nro.5)
establece: "Toda persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo
condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal superior,
conforme a lo prescripto por la ley". Conforme a esta tesitura, el recurso ha dejado de
concebirse como mecanismo de contralor estatal en una estructura judicial de tipo
vertical, para conformar una garantía procesal del condenado.

Se ha podido deducir que la interpretación que mejor se acuña a las previsiones


normativas de los Tratados Internacionales es la que concibe a esta garantía como la que
rige sólo para el proceso penal y a favor del inculpado.

14.- CASAL

30
Hechos: 10 de marzo 2003, Av. Sta. Fe y Darragueyra, C.A.B.A., ascienden a un taxi dos
individuos indicándole a conductor que los lleve hasta la calle Plaza. Cuando el conductor
decide comunicar el destino Casal lo toma por el cuello y Borjas (coautor del hecho)
arranca el micrófono y le apoya un arma de fuego en la cintura. En la calle Correa los
imputados detienen el vehículo, obligan al conductor a bajarse, le golpean la cabeza y
huyen con el vehículo con su respectiva documentación y algo de dinero, propiedad del
conductor. Más tarde son vistos por efectivos policiales al bajarse del vehículo con actitud
sospechosa y se procede a la identificación de los individuos y posterior detención. Se lo
condena a Casal en categoría de coautor de robo simple a 5 años de prisión.
La sala n° II de la Cámara Nacional de Casación rechaza la queja impugnante
argumentando que la queja tenía por objeto la modificación de la calificación jurídica del
delito, lo que tornaba improcedente la viabilidad del recurso de queja. La Cámara
Nacional de Casación argumentó que no le compete revisar cuestiones de hecho y prueba
(refiriéndose al arma que se usó en el delito, pero que nunca pudo ser hallada) en los
pedidos por el recurso de doble instancia. Dicha Cámara consideró que el art. 456 inc. 1
del CPPN (“el recurso de casación podrá ser impuesto (…) por inobservancia o errónea
aplicación de la ley sustantiva) restringe la aplicación del recurso de casación solo en
cuestiones de derecho.
Holding y decisión de la Corte: Tres argumentos fundamentales
- La interpretación de la Cámara Nacional de Casación en cuanto al art. 456 CPPN
es inconstitucional ya que su carácter restrictivo vulnera la garantía de la doble instancia
a favor del acusado. Nada está especificado en el código en cuanto a que evaluar
cuestiones de hecho no le compete a la Cámara de Casación. Dicho argumento es
inconstitucional en virtud de la garantía establecida en los arts. 8 inc. 2 CADH y 14 inc.
1 PIDCP, los cuales tiene jerarquía constitucional a través del art. 75 inc. 22 CN (1994).
- En canto al objetivo fundamental del derecho procesal penal de encontrar la
verdad de los hechos, debe utilizarse el método histórico (investigación histórica)
mediante el cual se aplica la doctrina alemana de agotamiento de la capacidad de revisión
o de la capacidad de rendimiento (Leistungsfähigkeit), y con ello se abandona
definitivamente la limitación del recurso de casación a las llamadas cuestiones de hecho

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(consid. 26). La Cámara de Casación debe agotar todos sus recursos en función de
encontrar la verdad y debe aplicar la normativa garantizando los derechos del acusado.
- La decisión anterior es arbitraria, ya que no está fundada en las bases de la sana
crítica (fundada racionalmente). Al no tener fundamento, la sentencia constituye un acto
arbitrario de poder, vulnerando además del derecho a la doble instancia, el derecho a la
defensa.
La Corte Suprema de Justicia declara procedente la queja.

15.- CARRASCOSA
El Tribunal en lo Criminal n°6 de San Isidro, por unanimidad, absolvió a Carlos Alberto
Carrascosa por la muerte de su esposa, María Marta García Belsunce, y lo condenó a
cinco años y seis meses por encubrimiento agravado por el vínculo (delito por el que fue
subsidiariamente acusado). El fiscal dedujo recursos de casación.
La Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires lo
condenó a prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por el vínculo. El
encausado y sus letrados recurrieron el fallo por recursos de nulidad extraordinarios, que
fueron rechazados.
La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires lo consideró infundado por
temas de admisibilidad, planteó que la solución adoptada es contraria al derecho procesal,
ya que debió anularse la sentencia y reenviarse las actuaciones para una nueva
sustanciación y decisión. Por estas cuestiones consideró que no habría fundamento legal,
en detrimento de la doble instancia.
El defensor de Carrascosa interpuso un recurso extraordinario, por considerar que hubo
arbitrariedad por parte de la Suprema Corte de dicha provincia al no admitir el caso por
no haber sido planteado por una vía apropiada, implicando un excesivo rigor formal, en
detrimento de la defensa en juicio y el debido proceso, al probar al imputado de su derecho
a una revisión integral. Refirió que hubo indebido otorgamiento del recurso del fiscal
contra el fallo absolutorio; violación del principio de oralidad, publicidad e inmediación;
que casación resolvió la condena sin proceder al reenvío de la causa para sustanciación
de un nuevo juicio; arbitrariedad en la valoración de la prueba, y la validez de la acusación
alternativa. Agregó la violación de la garantía del plazo razonable por la demora de tres

32
años de la resolución de la crisis, que fue desestimada por motivos formales. También,
que lo resuelto desatendió el principio pro homine, ya que si hubo un error en la elección
de la vía recursiva, el a quo debió enderezar el estado de cosas para no privar a Carrascosa
de su derecho a defensa.
“La doble instancia exige que el imputado tenga la posibilidad de someter la totalidad
del contenido de la sentencia de condena al Tribunal del recurso, con excepción de
cuestiones que resulten de imposible reedición por parte del órgano revisor” (caso
“Casal”). Esto no estuvo garantizado porque la Suprema Corte de Buenos Aires desestimó
el remedio procesal con el único fundamento de que la vía utilizada no era la adecuada,
negándole el derecho a revisión amplia de la sentencia.
En el caso “Mohamed vs Argentina”, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dijo
que el Art. 8.2 de la Convención protege el “derecho a recurrir el fallo ante el juez o
tribunal superior”; y que por eso es contrario a ese derecho que no sea garantizado frente
a quien es condenado por una sentencia que revoca una decisión absolutoria. Dijo que el
recurso debe ser eficaz y accesible, y las formalidades para que sea admitido deben ser
mínimas.
La Corte Interamericana señaló que el recurso extraordinario federal procederá cuando se
trate de: validez de una ley, tratado, norma constitucional o arbitrariedad de una sentencia.
Por todo esto, la Corte Suprema de Justicia Nacional se pronunció, considerando:
Que el pronunciamiento apelado exige graves vicios de fundamentación que lo
descalifican como un acto jurisdiccional válido con arreglo de la doctrina de la Corte
sobre arbitrariedad de la sentencia.
Por eso la Corte declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la
sentencia apelado, haciendo volver los autos al Tribunal de origen para que se dicte un
nuevo pronunciamiento.

16.- DUARTE
Duarte fue imputada por el delito de contrabando de estupefacientes para
comercialización en grado de tentativa, cuya pena aplicable es de 3 a 12 años de prisión
en virtud de los siguientes artículos del código aduanero:

33
ARTICULO 866. – Se impondrá prisión de tres (3) a doce (12) años en cualquiera de los
supuestos previstos en los artículos 863 y 864 cuando se tratare de estupefacientes en
cualquier etapa de su elaboración o precursores químicos.
ARTICULO 871. – Incurre en tentativa de contrabando el que, con el fin de cometer el
delito de contrabando, comienza su ejecución pero no lo consuma por circunstancias
ajenas a su voluntad.
El proceso tuvo lugar en el TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE FORMOSA, el cual
decidió absolver a la imputada con fundamento en la falta de pruebas suficientes para
atribuirle los estupefacientes a su pertenencia.
Ante dicha resolución del TOF, el fiscal decide apelar planteando que se aplique el
artículo 470 o bien el 471 del CPPN según se considere más adecuado.
Casación por violación de la ley
Art. 470. - Si la resolución impugnada no hubiere observado o hubiere aplicado
erróneamente la ley substantiva, el tribunal la casará y resolverá el caso con arreglo a la
ley y a la doctrina cuya aplicación declare.
Anulación
Art. 471. - Si hubiera inobservancia de las normas procesales, la cámara anulará lo
actuado y remitirá el proceso al tribunal que corresponda, para su substanciación.
Se concede el recurso y habiéndose pronunciado las partes, la Cámara Federal de
Casación Penal (tribunal superior de la causa) casó la absolución y condenó a la imputada
a la pena de cuatro años y seis meses de prisión. (aplicación del artículo 470 por parte de
Casación)
La defensa interpone Recurso Extraordinario Federal ante la Corte basándose en el
artículo 8.2.h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos: el derecho de
recurrir del fallo ante juez o tribunal superior. La condena impuesta, al haber sido
pronunciada por el tribunal superior de la causa, afectaba el derecho a recurrir el fallo. La
defensa solicita que la Corte haga lugar al recurso, revoque la sentencia y absuelva a
Duarte basándose en que el derecho a recurrir ha sido concebido como garantía de doble
instancia, que rige cualquiera sea la instancia procesal en la que hubiere recaído la primer
condena.

34
Ante esto, la Procuradora General de la Nación, se plantea la necesidad de una revisión
amplia de la primera sentencia condenatoria y la necesidad de determinar la vía más
idónea para realizar esa revisión, y considera que el recurso federal no es el más idóneo.
Considera que suscita cuestión federal suficiente porque está en tela de juicio el alcance
del derecho de recurrir, pero que el REF, al excluir las cuestiones fácticas y probatorias,
no es la mejor vía para revisar la decisión del tribunal superior. El recurso extraordinario
federal, por sus limitaciones formales y materiales, no constituía un medio adecuado pata
lograr una revisión amplia de los agravios relacionados con la valoración de la prueba, el
dolo y la imposición de la pena.
En “Mohamed v. Argentina” la Corte Interamericana declaró que el derecho a obtener
una revisión amplia del fallo también le asiste a la persona que es condenada, por primera
vez, por un tribunal revisor que conoce en el recurso deducido contra la sentencia
absolutoria dictada en primera instancia. Reconoce también que los Estados parte deben
garantizar de un modo eficaz el derecho a exigir que esa revisión tenga lugar, aunque la
legislación procesal aplicable no prevea específicamente un recurso ordinario a tal efecto.
En cuanto a esto, en el caso en cuestión, al no haber un tribunal superior, la Corte plantea
que sea revisada la causa por un tribunal de igual jerarquía pero distinto al que dictó la
condena. La referencia a que el derecho a recurrir el fallo condenatorio se ejerce ante "un
juez o tribunal superior" debe entenderse como la exigencia de que el órgano revisor
pueda brindar garantías de independencia e imparcialidad suficientes para asegurar la
satisfacción del fin al que apunta la regla del artículo 8.2.h de la Convención, y no como
una obligación de asegurar la existencia de una estructura de tribunales organizados
jerárquicamente. La inexistencia de un tribunal jerárquicamente superior al que dicta el
fallo condenatorio no constituye un obstáculo para hacer efectiva la revisión amplia a la
que tiene derecho el condenado, pues lo importante es que el recurso garantice la
posibilidad de un examen integral de la decisión recurrida.
Para ello, la Procuradora General de la Nación, sugirió que se reenvíe la causa para que
se designe a otra Cámara de Casación y sea revisada por una sala diferente del mismo
tribunal de casación que dictó la primer condena para garantizar efectivamente la garantía
de la doble instancia que le concierne a la imputada.

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Principio de congruencia

17.- ZURITA
Zurita fue condenado por el delito de robo con armas por la Cámara de Apelaciones, con
el fundamento de que durante la comisión del hecho con su propia arma que traía el Sr.
Zurita , la sentencia le sumo el apoderamiento de la pistola que portaba la víctima, siendo
que ni en la indagatoria, ni en la acusación, ni en la sentencia de primera instancia se le
atribuyo haber robado con armas por el empleo de la pistola cuyo apoderamiento fue uno
de los objetos del robo, impidiéndose de ese modo la defensa material y técnica.
La defensa del Sr. Hugo Gabriel Zurita procedió a interponer un Recurso Extraordinario,
con el fin de dejar sin efecto la sentencia de la Cámara de Apelaciones.
Procede el Recurso Extraordinario, por lo tanto llega a la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, la cual expresa que si bien en orden a la justicia represiva, el deber de los
magistrados, cualesquiera que fueren las peticiones de la acusación y la defensa, o las
calificaciones que ellas mismas hayan formulado con carácter provisional, consiste en
precisar las figuras delictivas que juzgan, con plena libertad y exclusiva subordinación a
la ley, ese deber encuentra su Iimite en el ajuste del pronunciamiento a los hechos que
constituyen la materia del juico debe desecharse la tacha de arbitrariedad, si los agravios
relacionados con la "compensación" dispuesta por el-art. 1° del decreto 2266/84 traducen,
a lo sumo, una discrepancia interpretativa respecto del criterio admitido y consagrado por
el tribunal (Disidencia de los Dres. Mariano Augusto Cavagna Martínez, Rodolfo C.
Barra, Julio Oyhanarte y Enrique Santiago Petracchi).
HOLDING: Si bien el dictamen de la Procuración General de la Nación establece que el
recurso debe ser aceptado la Corte Suprema de Justicia de la Nación dice que el caso
posee un error al ser sentenciado por la Cámara de Apelaciones por no haber tomado los
recaudos necesarios con respecto al Principio de Congruencia que es una Garantía
Constitucional, este Principio de Congruencia fue afectado y no fue tomado en cuenta a
la hora de dar sentencia por parte de la Cámara quien en primer instancia no describió la
imputación con congruencia con el fin del objeto del proceso osea lo que ocurrió aquí es
que no hubo una relación fáctica entre la imputación y la sentencia osea no fueron
marcados o delimitados previamente aquellos actos por los cuales el imputado debería

36
defenderse por lo cual luego fue sorprendido con otras imputaciones como el robo o
apoderamiento del arma de la víctima cosa que lesiona los derechos de la defensa o sea
la Corte Suprema expreso que cualquiera sea la calificación jurídica, el hecho juzgado
debe tener congruencia con el objeto de imputación y de debate en el proceso.
No se ha llevado a cabo el procedimiento de la causa con relación al principio de
congruencia como una de las garantías constitucionales protegidas por nuestro país y que
son derechos que todo ciudadano tiene por eso es que es de nulidad por no referirse al
hecho del proceso y si hubo condena como la sentencia de la Cámara de Apelaciones
sobre este caso, su incongruencia genera el problema de la condena sin acusación y el
caso de arbitrariedad de la sentencia por no haber tenido el deber de cuidado, distinto a lo
descripto de la imputación.
Resolución: La CSJN resuelve entonces declarar la nulidad del fallo y de los actos
procesales dictado en su consecuencia.

18.- DELGADO
Hechos: Orlando Antonio Delgado es detenido junto con Mónica Juliana López por una
violación que cometieron. En el requerimiento fiscal de elevación a juicio se imputa a
Delgado como autor del hecho y a López como participe secundaria, del delito de abuso
sexual con accesos carnal (ART 119 del código penal).
Luego la fiscalía al momento de alegar en el debate y en el posterior planteo en el recurso
de casación contra la sentencia absolutoria, descartaron (por falta de pruebas) la existencia
de penetración; por lo que la pretensión fiscal queda ceñida a abuso sexual simple.
El Superior Tribunal Provincial, condena a los imputados como autor y participe
secundario de abuso sexual por haber concurrido acceso carnal, indican do respecto de
esta última circunstancia que ello no implicaba afectación al principio de congruencia
pues se había mantenido inalterada la base fáctica.
Cuestión que se debate: El superior tribunal provincial vuelve a incluir la penetración (a
pesar de que la fiscalía la descarto por falta de prueba) por lo que modifica el supuesto de
hecho incluyendo en él una circunstancia agravante que dio sustento a la calificación más
gravosa finalmente adoptada. Dicha modificación resulta sorpresiva para la defensa, ya
que la sentencia definitiva de la casación provincial ha reincorporado a la base fáctica de

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reproche una circunstancia que la asistencia técnica de los imputados había dejado de
tener en consideración a partir de la acusación fiscal en el debate. De esto surge que hubo
agravios en cuanto a la valoración que realizo el superior tribunal provincial sobre los
hechos y las pruebas del caso, por lo que resulta inadmisible la facultad de los tribunales
de imponer una sanción mayor a la requerida por el fiscal.
Resolución: La Corte deja sin efecto el pronunciamiento y dictamina que vuelvan los
autos al tribunal de origen a fin de que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento, con arreglo a lo expresado, no pudiendo ser admisible el agravante de
penetración por falta de prueba.

19.- CIUFFO
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tierra del Fuego, condenó a Javier Daniel
Ciuffo a la pena de cuatro años y seis meses de prisión, como coautor responsable del
delito de contrabando agravado por tratarse de estupefacientes con el fin de ser
comercializados dentro del territorio nacional, en grado de tentativa.
Formulado por la defensa oficial el recurso de casación, éste fue rechazado, lo que originó
la correspondiente presentación directa ante la Cámara Nacional de Casación Penal, cuya
Sala I resolvió desestimarla.
Contra esa decisión, se dedujo recurso extraordinario federal.
1. En el debate se tuvo por debidamente acreditado que el 26 de abril de 2003, llegó al
paso fronterizo San Sebastián, desde el territorio chileno, un automóvil Peugeot 405,
conducido por Javier Daniel Ciuffo, quien se encontraba acompañado de Nazarena
VaninaArnold, y de su hijo Joaquín AzronCiuffo.
Tanto el vehículo como sus ocupantes fueron sometidos a una minuciosa inspección. Al
ser requisada Arnold, en el interior de un baño ubicado en las oficinas del establecimiento
aduanero, ésta alcanzó a introducir en el depósito del inodoro un envoltorio, que al ser
retirado por la testigo de actuación pudo comprobarse que contenía 226,50 gr de cocaína.
2. En lo que aquí interesa, la defensa planteó ante la casación lo siguiente:
a) Violación del principio de congruencia. Alegó que la conducta por la que fue
condenado Ciuffo difiere de la de transporte de estupefacientes.

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b) Motivación contradictoria de la sentencia. Expuso que si bien el tribunal descartó el
traslado de la droga desde Buenos Aires hacia Río Grande, no pudo concluir que fue
traída desde Chile.
c) Falta de fundamentación en relación a la participación del imputado. El tribunal lo
consideró coautor de la ejecución del hecho sólo por haber conducido el vehículo en el
que se trasladaba junto a su familia, pero omitió tener en cuenta que de sus pertenencias
no resultó secuestrado ningún elemento que pudiera incriminarlo, y que no mostró
nerviosismo al momento de su requisa.
3. El rechazo de estos agravios por la casación motivó que en el remedio federal, la
defensa alegara arbitrariedad y privación del derecho a la revisión judicial de la sentencia
condenatoria por un tribunal superior. Esta apelación se declaró inadmisble.
Al respecto, sostuvo que pudo acreditarse que fue Ciuffo quien conducía el automóvil
con el que ingresaron al paso fronterizo desde Chile, siendo él quien dominaba parte de
la acción a través de la conducción del rodado, manteniendo en su esfera de custodia el
estupefaciente que portaba su compañera, al menos al momento de atravesar la frontera.
Y reforzó estas líneas con la conclusión del tribunal, según la cual, "ambos encartados se
encontraban cumpliendo actos inequívocos de consumación delictiva que revelan
indudablemente el dominio del hecho. Al tenerse en cuenta que la investigación se inició
en torno a Ciuffo y viendo la relación que Arnold mantiene con éste, resultaría arbitrario
sostener que ésta última se manejó en forma independiente".
Considerando:
Que al caso resulta aplicable, en lo pertinente, lo resuelto por el Tribunal en el expediente
a cuyos fundamentos y conclusiones corresponde remitirse en razón de brevedad.
Por ello, y habiendo dictaminado el señor Procurador Fiscal, se hace lugar a la queja, se
declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto el pronunciamiento
apelado.
Ricardo Luis Lorenzetti - Elena I. Highton de Nolasco - Carlos S. Fayt - Enrique Santiago
Petracchi - Juan Carlos Maqueda - E. Raúl Zaffaroni- Carmen M. Argibay
Voto de Lorenzetti yZaffaroni.
Considerando:

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1) Que la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal desestimó la queja por
denegación del recurso de casación deducido contra la sentencia del Tribunal Oral en lo
Criminal Federal de Tierra del Fuego que condenó a Javier Daniel Ciuffo a la pena de
cuatro años y seis meses de prisión por considerarlo coautor del delito de contrabando
agravado por tratarse de estupefacientes con el fin de ser comercializados dentro del
territorio nacional, en grado de tentativa (Artículos 866 -segundo párrafo-, 871 y 872 del
Código Aduanero).
Contra dicho pronunciamiento se interpuso el recurso extraordinario federal cuya
denegación dio origen a esta queja.
2) Que en cuanto a los hechos del caso y a lo actuado en la causa, cabe remitirse a la
reseña efectuada en el dictamen del señor Procurador Fiscal a fin de evitar repeticiones
innecesarias.
3) Que, en lo fundamental, el a quo negó que se hubiera producido una violación del
principio de congruencia porque no se advertía de qué manera la calificación de
contrabando dada al hecho pudo haber afectado esa regla ya que el hecho que se enrostró
a los imputados se mantuvo incólumne en las declaraciones indagatorias, en el auto de
procesamiento, en el requerimiento de elevación a juicio y en la acusación durante el
debate.
4) Que, ciertamente, el principio de congruencia exige que el hecho que se juzga debe ser
exactamente el mismo que fue objeto de imputación y debate en el proceso
5) Que esta última circunstancia es la que se presenta en el caso pues tanto en la
declaración indagatoria, como en el auto de procesamiento, en la decisión que lo
confirmó, en el requerimiento fiscal de elevación a juicio, en el auto de elevación y en la
acusación durante el debate a, se le atribuyó al imputado el delito de transporte de
estupefacientes, pero en la sentencia se lo condenó por contrabando agravado de
estupefacientes.
7) Que de lo expuesto se desprende que los argumentos que se hubiesen podido esgrimir
en respuesta a una imputación de contrabando agravado eran mayores que los que
permitía la calificación de transporte.
8) Que en tales condiciones, cabe concluir que mediante una interpretación inadecuada
sobre el alcance que cabe atribuir a la regla que exige congruencia entre la acusación y la

40
sentencia, el a quo convalidó una sorpresiva calificación jurídica más gravosa que
desvirtuó la defensa del acusado y determinó la imposición de un monto de pena mayor -
por el mínimo de la escala penal- que los cuatro años de prisión que había solicitado el
fiscal por el transporte de estupefacientes, razón por la cual corresponde habilitar la
instancia extraordinaria para reparar la violación a la garantía de la defensa en juicio
(Artículo 18 de la Constitución Nacional).
, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin
efecto la sentencia apelada.
Disidencia de los Señores Ministros doctores Don Carlos S. Fayt y Doña Carmen M.
Argibay.
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación origina esta queja, es inadmisible
(Artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).

20.- SIRCOVICH
Se trata de un fallo en el cual la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con fecha 31 de
octubre de 2006, hace propio los argumentos volcados por el Procurador General en su
dictamen, los voy a transcribir junto a los hechos:
La Sala Sexta de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la
Capital Federal resolvió confirmar la sentencia que condenó a las siguientes personas: a
Emilce Stella Maris Tolosa a tres años y seis meses de prisión por ser autora de estafa
procesal en concurso ideal con uso de documento privado falso; a Jorge Oscar Sircovich
a la misma pena por su participación necesaria en ese delito; y a Mariano Daniel
Sircovich, a dos años y seis meses de prisión por igual complicidad (fojas 1134 a 1144).
Contra esa resolución, la defensa interpuso recurso extraordinario (fojas 1157 a 1190), el
que fue concedido por el a quo (fojas 1199 y vuelta).
1. El hecho objeto de la condena en primera instancia versó sobre una maniobra
fraudulenta de naturaleza procesal, en la que participaron Emilce Stella Maris Tolosa,
Jorge Oscar Sircovich y Mariano Daniel Sircovich
2. La recurrente presenta los siguientes agravios:

41
a) Violación del principio de congruencia. La condena por el delito de estafa procesal,
descripta como una maniobra ab initio, y nacida con la compra misma del inmueble en la
quiebra de Clínica Marini, difiere notoriamente de la imputación de defraudación por
desbaratamiento de derechos acordados, que se había efectuado durante el proceso. En
otras palabras, en ningún momento los acusados enfrentaron una imputación que se
retrotrajera a momentos anteriores a los hechos supuestamente desbaratadores, o que les
atribuyera naturaleza engañosa propia de la estafa.
b) Se habría violado el principio del non bis in idem, puesto que se había procedido, por
un lado, a la duplicación de denuncias, y por otro, a que existía una causa en la ciudad de
Mercedes, provincia de Buenos Aires, donde se había analizado y descartado el carácter
delictivo de la apertura del concurso de Emilce Tolosa.
Aclarada esta cuestión, corresponde hacer una breve incursión por la jurisprudencia de la
Corte Suprema.
3. V. E., en lo que respecta al principio de congruencia, sostiene que, cualquiera sea la
calificación jurídica que en definitiva efectúen los jueces, el hecho que se juzga debe ser
exactamente el mismo que el que fue objeto de imputación y debate en el proceso, es
decir, aquel sustrato fáctico sobre el cual los actores procesales desplegaron su necesaria
(Fallos: 314:333 -con cita de Fallos: 186:297; 242:227; 246:357; 284:54; 298:104;
302:328, 482 y 791- 315:2969; 319:2959; 320:431, voto de los jueces Moliné O´Connor
y López; 321:469 -con cita de Fallos: 310:2094 y 312:2370, entre otros-; y 324:2133,
voto del juez Petracchi).
Ahora bien, en una aplicación más amplia del principio de congruencia, sostuvo V. E.
que "el cambio de calificación adoptado por el tribunal será conforme al artículo 18 de la
Constitución Nacional, a condición de que dicho cambio no haya desbaratado la estrategia
defensiva del acusado, impidiéndole "formular sus descargos" (precedente ya citado de
Fallos: 319:2959, votos de los jueces Petracchi y Bossert, con cita de Fallos: 242:234).
Por todo lo expuesto, considero que V. E. puede declarar procedente el recurso
extraordinario y, dejando sin efecto el pronunciamiento apelado, devolver los autos al
tribunal de origen a fin de que, por quien corresponda, se dicte uno nuevo conforme a las
pautas señaladas.

42
21.- ANTOGNAZZA
Hechos: La madre de una niña menor de edad fue condenada a seis años de prisión por el
delito de abandono calificado de persona, por no haber brindado a aquélla la necesaria
alimentación e hidratación, lo cual le provocó un cuadro de desnutrición aguda y
deshidratación.
El Superior Tribunal de provincia casó la sentencia y mantuvo la pena impuesta, mas
modificó la calificación del delito, por el de lesiones graves calificadas por el vínculo.
La defensa interpuso recurso extraordinario, cuya denegatoria motivó la queja. La Corte
Suprema, por mayoría, desestima el recurso.
Resumen: El Superior Tribunal de Justicia de la provincia de Chubut, al casar la sentencia
de la Cámara Primera en lo Criminal de Trelew, modificó la subsunción legal del hecho
por el que se condenó a M. A. A. (abandono de persona calificado; artículos 106, segundo
párrafo, y 107 del Código Penal) por la de lesiones graves calificadas por el vínculo
(artículo 92, segundo supuesto, del Código Penal) y mantuvo la pena impuesta en la
instancia anterior (seis años de prisión, accesorias legales y costas).
Contra ese pronunciamiento, la defensa interpuso recurso extraordinario, cuya
denegatoria dio lugar a la presente queja.
El recurso extraordinario carece de la fundamentación autónoma que exige el artículo 15
de la ley 48, en tanto no se demuestra, la vulneración constitucional invocada.
Pues el apelante alega la afectación al principio de congruencia sólo con base en el cambio
de calificación legal , mas omite referirse a los hechos que constituyeron la materia del
juicio.
Por otra parte, si bien en ciertos casos la modificación de la calificación legal podría
importar un abandono de persona calificado, agravio constitucional, en la medida en que
dicho cambio provoque el desbaratamiento de la estrategia defensiva del acusado,
impidiéndole formular sus descargos , la omisión en que incurrió el apelante al dejar de
exponer cuáles son las defensas que aquel proceder le habría impedido articular, y en qué
medida habrían influido en la solución adoptada, impide considerar que éste pueda ser
uno de esos casos, y reafirma la inadmisibilidad de su planteo. Por ende, desestima la
queja.
Motivos a resaltar del recurso de casación deducido por la defensora (de la imputada):

43
. Los daños probados en el cuerpo de la víctima no habían sido consecuencia del abandono
sino de las lesiones, hecho por el cual la imputada había sido sobreseída, por ende
solicitaba una readecuación jurídica.
. Tampoco era aplicable la figura agravada porque ésta sólo correspondía para los casos
de lesiones gravísimas del art. 91, mientras que las lesiones que presentaba la menos eran
leves y graves, de modo que debía imponerse una pena adecuada al tipo penal de
abandono simple.
Conclusión: El recurso extraordinario resulta procedente toda vez que se encuentra en
juego la aplicación del principio de congruencia, como derivación del derecho de defensa
en juicio (art. 18 de la Constitución Nacional) y la resolución ha sido contraria al derecho
que el apelante funda en esa regla (art. 14 de la ley 48).
Que es criterio de la Corte en cuanto al principio de congruencia que, cualquiera sea la
calificación jurídica que en definitiva efectúen los jueces, el hecho que se juzga debe ser
exactamente el mismo que el que fue objeto de imputación y debate en el proceso, es
decir, aquel sustrato fáctico sobre el cual los actores procesales desplegaron su necesaria
actividad acusatoria o defensiva.
Sin embargo, esta correlación no ha sido respetada en el caso, al sustituir el tipo de
abandono de persona (que es un tipo impropio de omisión) por el de lesiones graves (que
un tipo doloso activo), implicó una alteración de la imputación fáctica.
Que, en efecto, esta modificación en la calificación legal no podía hacerse sin alterar la
imputación fáctica, pues resulta groseramente contrario al sentido común afirmar que es
exactamente lo mismo abandonar (a consecuencia de lo cual resultare un grave daño en
el cuerpo o en la salud de la víctima) que causar lesiones, cuando es evidente que se trata
de supuestos de hecho distintos y que, por otra parte, no existe cláusula legal alguna en
nuestro ordenamiento jurídico que establezca que no evitar un resultado típico equivalga
a causarlo.
En consecuencia, toda vez que ni en la indagatoria, ni en el procesamiento, ni como
acusación alternativa se le atribuyó a la imputada la conducta de causar un daño en el
cuerpo o en la salud de la niña, el pronunciamiento del a quo excedió el marco del
principio iura novit curia al pasar a subsumir el hecho en un tipo doloso activo porque
no consideró probado que la hubiese abandonado o colocado en situación de desamparo,

44
e incurrió en una violación del principio de congruencia al no haberse ajustado al
contenido de la imputación respecto del cual la encartada había ejercido su derecho a
ser oída.
En virtud de lo expuesto, corresponde revocar la decisión recurrida para que se dicte una
nueva con ajuste a los agravios expresados en el recurso de casación, pues cualquier
exceso de jurisdicción que evidencie un interés acusatorio resultará incompatible con el
principio de imparcialidad.
Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja
sin efecto la sentencia apelada.
Es importante destacar la relevancia de desplegar el procedimiento correspondiente en la
medida que los hechos fácticos sean los mismos que se juzgan de principio a fin durante
todo el proceso, ya que un mínimo cambio en la calificación jurídica, puede implicar el
menoscabo del principio de congruencia y de allí derivar en la violación del derecho de
defensa en juicio de la imputada.

Reformatio in pejus

El Código Procesal Penal de la Nación establece que cuando una resolución hubiere sido
recurrida solamente por el imputado a su favor la Cámara de Apelaciones no podría
modificarla en su perjuicio.
Está claro que la prohibición de la reformatio in peius prevé que el órgano jurisdiccional
llamado a tomar una decisión a instancias de un recurso del imputado tiene vedado
agravar su situación cuando no ha mediado recurso de la acusación, so pena de vulnerar
una garantía de raigambre constitucional.

22.- TOMASELLI
Lugar y fecha: General Pico, La Pampa, 27 de junio de 2012
Se lo acusa a Marcelo Javier Tomaselli del delito de Homicidio Agravado por el Vínculo
(arts. 80 inc. 1º y 45 C.P). Al momento de la audiencia del Juicio el imputado se encuentra
detenido con prisión preventiva.

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El caso ocurrió en General Pico, La Pampa, donde Carla Figueroa (22) había denunciado
a su novio, Marcelo Javier Tomaselli (26), por violación, pero luego lo perdonó para que
lo liberaran y se casó con él por aplicación de la figura del “avenimiento”, derogada del
Código Penal a partir de este crimen. A pesar de que los jueces aplicaron a Tomaselli el
máximo de la pena, a solicitud de la Fiscalía y de la parte querellante, luego de leído el
fallo uno de los hermanos de Carla trató de agredir al condenado, antes de que se retirara
de la sala de audiencias. “Lo quería matar. Sólo espero que se pudra en la cárcel porque
lo odio con toda mi alma”, declaró después del incidente Cristian, hermano de la víctima.
Los agentes penitenciarios que custodiaban a Tomaselli debieron intervenir para impedir
el ataque.
El Tribunal de General Pico rechazó los argumentos de la defensa, que si bien admitió
que Tomaselli había asesinado a su pareja –le aplicó 15 puñaladas en presencia del hijo
de ambos–, alegó que lo había hecho en estado de “emoción violenta” y que no recordaba
nada de lo sucedido.
Los jueces tuvieron en cuenta el informe del psiquiatra forense Martín Telleriarte. El
imputado manifestó que sufrió “una amnesia lacunar”, que se expresa por la pérdida de
memoria durante un lapso determinado, aunque se recuerdan con precisión los momentos
previos y posteriores al problema. Telleriarte sostuvo, en su análisis luego de examinar a
Tomaselli, que “el relato de dicha amnesia no tiene ningún correlato claro y concreto con
la posibilidad de algún cuadro clínico que pueda justificar esas características de
amnesia”.
Antecedentes: Se lo acusa a Tomaselli de haber matado a su esposa Carla Figueroa a
puñaladas con un cuchillo de cocina y golpes en el domicilio que compartían. Frente a las
acusaciones Tomaselli se declara culpable pero explica que el no recuerda nada de lo
sucedido. El defensor oficial en su alegato final expresó que entiende que la materialidad
del hecho está acreditada en la persona de Tomaselli, y describe bajo qué circunstancias
se realizó el homicidio y va a acreditar que su defendido actuó en estado de emoción
violenta.
Su conducta surge cuando Carla le estaba confesando que la denuncia había sido falsa y
que lo engañaba, el desencadenante de la muerte fue la confesión que alteró al acusado,
y produjo la emoción violenta. La conducta debe estar encuadrada en el art. 80 inc. 1º

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atenuada por el art. 82 del CP, o sea homicidio agravado por el vínculo atenuado por la
emoción violenta. En cuanto a la pena que merece su defendido, teniendo en cuenta la
carencia de antecedentes, su juventud, la colaboración prestada a la justicia y el fin
resocializador que tiene la pena entiende que se debe aplicar el mínimo legal, es decir la
pena de diez años.
Hecho y autoría: Con la prueba producida en el debate ha quedado acreditado que
aproximadamente a las 04:30 horas del día 10 de diciembre de 2011, Marcelo Javier
Tomaselli, empleando un cuchillo de mesa con hoja tipo serrucho, agredió gravemente a
su esposa Carla Figueroa, ocasionándole con dicha arma, quince heridas quele causaron
la muerte, debido a un shock hipovolémico. Los elementos probatorios en los que dicha
conclusión se fundamenta son:
• El acusado Tomaselli ha expresado, que sabe lo que todo el mundo ya sabe, vio y
escuchó. Que se lo condene por algo que sabía que hizo porque las evidencias la tuvo en
sus propias manos, pero no se acuerda del hecho que cometió.
• La madre del acusado dice que su hijo estaba transformado con los ojos salidos
para afuera y estaba todo hinchado.
• Informe del médico forense
• Declaración de los Oficiales de Policia que llegaron al lugar encontrando a la
victima tendida en el piso rodeada de sangre. Cerca de ella yacían un teléfono celular y
un cuchillo Tramontina tipo serrucho.
Calificación legal: El defensor ha tenido por acreditada la materialidad del hecho y la
autoría del acusado, pero consideró que el homicidio se consumó bajo un estado de
emoción violenta, solicitando que se aplique en el caso la figura del homicidio atenuado
prevista por el art. 81 inciso a) del Código Penal.
Los requisitos exigidos para la procedencia de esa figura atenuada tal como los enumera
D’ Alessio (confr. “Código Penal de la Nación Comentado y Anotado”, segunda edición,
editado por La Ley, págs. 38/39) son:
a) el “estado emocional”, diciendo al respecto que: “… En su acepción jurídica la
emoción es el estado de conmoción del ánimo que genera una modificación en la
personalidad, alcanzando límites de gran intensidad…”,

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b) la “violencia de la emoción”, que consiste en que debe “…llegar a un nivel en el que
resulte difícil controlar los impulsos. La capacidad de reflexión del agente debe haber
quedado tan menguada, que no le permita la elección de una conducta distinta con la
misma facilidad que en supuestos normales, en virtud de la disminución de los frenos
inhibitorios…”,
c) la “excusabilidad de la emoción”, afirmando que: “…el estado de emoción es excusable
si las circunstancia que lo rodujeron tienen -normalmente- repercusiones en cualquier
persona que se hallara en la situación que vivió el agente. Ello exige, en primer lugar
que haya existido una “causa provocadora” de la emoción, que sea un estímulo recibido
por el autor desde afuera…”, y
d) la “actualidad de la emoción”, significando que: “…el autor esté emocionado mientras
ejecuta el hecho, precisamente porque la excusa radica en que haya perdido el pleno
dominio de sus frenos inhibitorios…”
En el informe pericial elaborado por el psiquiatra forense Dr. Martín R. Telleriarte deja
asentado que según las pericias realizadas la amnesia de Tomaselli es fingida.
Por todo lo argumentado, no puede prosperar la pretensión de la defensa en cuanto a que
se aplique la atenuante del art. 81 inciso a) del Código Penal. (ARTICULO 81. - 1º Se
impondrá reclusión de tres a seis años, o prisión de uno a tres años: a) Al que matare a
otro, encontrándose en un estado de emoción violenta y que las circunstancias hicieren
excusable.)
Fallo del Tribunal: Condenar a Tomaselli, como autor material y penalmente responsable
del delito de Homicidio Agravado por el vínculo, a la pena de prisión perpetua y costas
(arts. 80 inc. 1º, 45 del Código Penal y 355, 474 y 475 del Código Procesal Penal).

23.- CAPRISTO
Fecha: 24/05/2011
El Tribunal Oral en lo Criminal nº 7 de Capital Federal condenó a Jonathan Víctor Abel
Capristo a la pena de 16 años de prisión como autor del delito de homicidio cometido con
arma de fuego —en grado de tentativa— en concurso ideal con robo, y a Adrián
Grossman a la pena de 9 años de prisión como autor del delito de homicidio cometido
con arma de fuego, en grado de tentativa.

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Estas condenas sólo fueron apeladas por el defensor de los nombrados a través de un
recurso de casación que fue concedido.
La Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal confirmó la decisión recurrida
corrigiendo la calificación de los hechos sin alterar las penas impuestas. En el caso de
Capristo, por la de autor del delito de homicidio criminis causa agravado por haberse
cometido con arma de fuego en grado de tentativa, en concurso real con el de robo
doblemente agravado por haber sido cometido con armas de fuego y en poblado y en
banda en grado de conato, en calidad de coautor, ambos en concurso material con el de
robo, en calidad de autor; y en el caso de Grossman, por la de autor del delito de homicidio
criminis causa agravado por haberse cometido con arma de fuego en grado de tentativa,
en concurso real con el de robo doblemente agravado por haber sido cometido con armas
de fuego y en poblado y en banda en grado de conato.
Contra esta decisión se dedujo recurso extraordinario cuya denegación dio origen a esta
queja.
Como lo señaló el señor Procurador Fiscal, el defensor alega en esta instancia que se ha
vulnerado la prohibición de la reformatio in pejus dado que el cambio de calificación
adoptado por el a quo implicó un agravamiento de la situación procesal de sus defendidos
al haberles vedado la posibilidad de obtener el beneficio de la libertad condicional, en
función de lo dispuesto en el artículo 14 del Código Penal (texto según ley 25.892).
Según doctrina establecida por esta Corte, la prohibición de la reformatio in pejus cuando
no media recurso acusatorio, tiene jerarquía constitucional, por lo cual toda sentencia que
ignore este principio resulta inválida en tanto importa que ha sido dictada sin jurisdicción,
afectando de manera ilegítima la situación obtenida por el encausado merced al
pronunciamiento consentido por el Ministerio Público en la instancia inferior, lo que
lesiona la garantía contemplada en el art. 18 de la Constitución Nacional (Fallos: 255:79;
298:71; 311:2478; 312:1156, entre otros).
Desde esta perspectiva, asiste razón a la defensa en cuanto a que se violó dicho principio,
toda vez que el pronunciamiento apelado implicó un agravamiento de las condenas que
habían sido dictadas por el tribunal oral. En efecto, la modificación del encuadre típico
efectuada por el a quo consistente en la aplicación del tipo penal del art. 80 —inciso 7°—
del Código Penal determinó la sujeción de los condenados a un régimen más severo de

49
ejecución de la pena en el que se los priva del derecho a obtener la libertad condicional,
de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 14 del Código Penal, según el texto de la ley
25.892 (conf., mutatis mutandis, disidencia de los jueces Fayt y Boggiano en Fallos:
319:256).
Esta modificación en perjuicio de los imputados resulta inaceptable, pues no es razonable
concederle al inculpado la facultad de impugnación y, al mismo tiempo, exponerlo al
riesgo de que por el ejercicio de esta potestad —en ausencia de recurso de la parte
acusadora— su situación procesal se vea empeorada, puesto que de esta manera se lo
colocaría en la disyuntiva de correr ese riesgo o consentir una sentencia que considera
injusta (conf. Fallos: 300:671; 307:2236 y 329:1447).
Por ello, y habiendo dictaminado el señor Procurador Fiscal, se hace lugar a la queja, se
declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada.
Agréguese la queja al principal, hágase saber y remítanse a fin de que se dicte un nuevo
pronunciamiento. —Ricardo Luis Lorenzetti. —Elena I. Highton de Nolasco. —Carlos
S. Fayt. —Enrique Santiago Petracchi. —Juan Carlos Maqueda. —E. Raúl Zaffaroni. —
Carmen M. Argibay (en disidencia).
La Corte predicó que resultaba violatoria del principio de la reformatio in peius la
sentencia que sin mediar recurso de la parte acusadora confirmaba las penas impuestas,
pero corrigiendo la calificación de los hechos de tal modo que derivara en un
agravamiento de las condiciones de ejecución de las condenas al someter a los
incriminados a un régimen más severo.

Principio acusatorio

24.- TARIFEÑO
En el año 1989, llego a conocimiento de la CSJN, luego que el tribunal oral haya
condenado a francisco tarifeño por el delito de encubrimiento en concurso ideal con abuso
de autoridad. Se caracterizó por que el fiscal solicitó la absolución del acusado en el
debate oral, pero igualmente fue condenado, porque el tribunal tomo como acusación el
requerimiento de elevación a juicio. La corte en el fallo suscripto, decreto la nulidad de
la sentencia, ya que se violaba la garantía consagrada en el artículo 18 de la constitución

50
nacional, en cuanto a la exigencia de la observancia de formas sustanciales del juicio
relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia dictada por jueces naturales.
Los jueces dejaron sentado que debe existir una correlación entre la acusación del fiscal
para que el tribunal que enjuicie tenga elementos para dictar una conducta.
Se relaciona con el principio acusatorio, debido a que no hay juicio sin actor, asegurando
que el tribunal que juzga no se encuentra comprometido con la imputación que se está
resolviendo, asegurando la imparcialidad del tribunal. Se debe tener en cuenta, además,
la división de funciones, en cuanto al fiscal, que es quien investiga y acusa, mientras que
el juez, se encargara de juzgar y aplicar una pena.

25.- MOSTACCIO
Mostaccio fue condenado por el Cuarto Juzgado Correccional de Mendoza a la pena de
seis meses de prisión de efectivo cumplimiento y cinco años de inhabilitación especial
para conducir vehículos automotores, como autor penalmente responsable del delito de
homicidio culposo no obstante que el fiscal —en oportunidad de alegar— se abstuvo y
estimó de aplicación el art. 4 del Código Procesal Penal local.
Recurrida la sentencia la Suprema Corte de Justicia de Mendoza rechazó el recurso de
casación en cuanto al fondo del asunto lo que motivó la articulación del recurso
extraordinario con fundamento en la doctrina de la Corte sobre arbitrariedad de sentencia
por violación de las garantías de defensa en juicio y debido proceso Circunstancias
sustancialmente análogas a las del expediente "Marcilese, Pedro Julio y otros s/ homicidio
calificado".
La defensa llegó a la CSJN por recurso extraordinario alegando que se habían violado las
garantías constitucionales de defensa en juicio y debido proceso del imputado. A su vez,
la sostuvo que esta violación era de evidente gravedad institucional, ya que se proyectaba
sobre instituciones básicas del sistema republicano de gobierno.
Se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto el pronunciamiento
apelado según el voto de todos los miembros de la CSJN a excepción de Carlos S. Fayt y
Adolfo Roberto Vazquez.
Disidencia de Carlos S. Fayt y Adolfo Roberto Vazquez: La garantía consagrada por el
art. 18 de la Constitución Nacional exige la observancia de las formas sustanciales del

51
juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia dictadas por los jueces
naturales. En virtud de ello, corresponde precisar los alcances y contenidos de la garantía
constitucional del debido proceso a fin de determinar si el pedido de absolución
formulado por el agente fiscal al momento de alegar en el debate oral, impide que el
tribunal de juicio valore ese debate y en su caso, condene al acusado.
En fallos anteriores se analizó la cuestión de que la elevación de la causa a juicio, en la
que se fijan los hechos en forma clara, precisa y circunstanciada, su calificación legal y
los motivos en que se funda, son presupuestos éstos que no deben ser violados a fin de
asegurar el derecho de defensa en juicio, de raigambre constitucional. Se agregó en ese
sentido que el requerimiento de absolución por parte del fiscal no desapodera al tribunal
del ejercicio de la jurisdicción, pues el pedido desincriminatorio por parte del acusador
no se encuentra necesariamente previsto como causal que determine el cese de la acción
penal.
El sistema de enjuiciamiento penal argentino se caracteriza por el principio de oficialidad,
que establece que la persecución penal es promovida por órganos del Estado. De esta
forma, la Constitución Nacional distribuye las competencias para que haya un control
reciproco de los poderes.
El derecho de defensa del imputado es respetado cuando este es juzgado por un juez
natural quien resuelve un conflicto entre las partes —antagónicas y que actúan en plena
igualdad— en controversia, aplicando al caso concreto el derecho vigente. El Ministerio
Publico Fiscal debe ejercer la acción penal para que el juez, que tiene el poder
jurisdiccional, resuelva el caso.
El juez no actúa de oficio y no hay juicio sin actor, asegurándose de esta forma los
principios de contradicción e imparcialidad. No siendo el acusador titular de derecho
alguno, resulta impensable que pueda apartar al tribunal del ejercicio de su jurisdicción,
ejerciendo un poder vinculante.
Si se admitiera que el pedido de absolución del Ministerio Público es obligatorio para el
tribunal, se violaría el principio de legalidad y consagrado precisamente la disponibilidad.
Es que no debe olvidarse que el Ministerio Público constituye un sustituto procesal que
actúa por un derecho ajeno; por lo tanto no puede abdicar un derecho del cual es titular.

52
La acusación integra la garantía del debido proceso, por cuanto el juicio penal debe tener
por base una acusación concreta y oportunamente intimada. La elevación a juicio
constituye la base y límite del juicio penal.
Por el contrario, los alegatos no revisten ese carácter ya que éstos no modifican el objeto
procesal. Los fiscales generan una valoración sobre la prueba de acuerdo a un interés que
de ninguna forma obliga al tribunal. De esta forma, la abstención del fiscal no puede ser
inexorable para el fiscal, ya que así el fiscal se excedería en sus facultades y actuaría como
juez en el caso específico. Si la propuesta del fiscal tuviera poder vinculante, su contenido
arbitrario no podría ser corregido, quedando la suerte del proceso sujeta a la discreción
del acusador, convirtiéndolo en árbitro de la causa.
El fiscal tiene la función de acusar pero quien debe juzgar es el juez, quien puede condenar
aunque el ministerio público le haya requerido la absolución.
Con respecto al principio de contradicción nombrado anteriormente, este establece que
todo juicio debe llevarse a cabo en contradicción, es decir que será contradictorio. El juez
debe otorgar a todas las partes la oportunidad de ser escuchadas, solicitar medidas de
prueba, controlar al órgano jurisdiccional y a las otras partes, de refutar sus argumentos,
etc. Este principio fue respetado pues la defensa tuvo oportunidad de escuchar y ser
escuchada, ofrecer los medios de prueba que consideró pertinentes y rebatir la imputación
que se erigía en su contra, sin que nada de lo ocurrido le fuera desconocido, limitándose
la sentencia al mismo hecho contenido en su declaración indagatoria y en el requerimiento
fiscal de elevación a juicio. Con la particularidad de que el representante del Ministerio
Público fue quien tuvo a su cargo la citada declaración, acto de garantía reservado al juez
de instrucción.
Con respecto a la pena, no fue violada la garantía de defensa en juicio en esta cuestión
puesto que el representante del Ministerio Público describió suficientemente el hecho
imputado a Mostaccio Scafati y encuadró su conducta en el art. 84 del Código Penal y
luego el juez quedo como responsable para designar el monto de la pena.
Para Fayt y Vazquez, no se advierte violación alguna a la garantía constitucional de la
defensa en juicio y del debido proceso por el sólo hecho de llegar a una sentencia
condenatoria, cuando el fiscal de juicio haya requerido la absolución del imputado.

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26.- SANTILLÁN
El Tribunal Oral había absuelto a Francisco Santillán por el delito de abandono de
persona, debido a que el fiscal pidio su absolución. En la segunda instancia se confirma
la sentencia y en la Corte Suprema se debate si la acusación del fiscal no puede ser
reemplazada por la acusación particular, razón por la cual si el fiscal del juicio solicitó la
absolución, el juez carece de jurisdicción para condenar, aun cuando el querellante haya
acusado.
Segunda Instancia: No se considera la actuación, del querellante, autónomo debido a que
dichas facultades son conferidas al representante del ministerio público, por eso el pedido
de condena por parte de la querella no es suficiente para habilitar al tribunal a emitir un
pronunciamiento de condena. Por este motivo se absuelve al imputado por inobservancia
de una de las formas sustanciales del juicio (art. 18).
Tipo de jurisdicción invocada para acceder a la Corte Suprema: Derivada por la Cámara
Nacional de Casación Penal y requerida por la parte querellante que interpuso recurso
extraordinario federal con apoyo en la doctrina de arbitrariedad de sentencias, por
considerar que la resolución apelada no constituía una derivación razonada del derecho
vigente. Argumentó que a diferencia del fallo Tarifeño la parte querellante había ejercido
su pretensión punitiva respecto de la cual, la defensa pudo hacer valer los derechos que
pudieren asistirle. Además estimó conculcados sus derechos a la igualdad y al debido
proceso (art.16 y 18 CN).
Holding: Se debe regular la participación del querellante particular y todo aquel a quien
la ley reconoce personería para actuar en juicio en defensa de sus derechos está amparado
por la garantía del debido proceso legal que asegura a todos los litigantes por igual el
derecho a obtener una sentencia fundada previo juicio llevado en forma legal.
Se tiene en cuenta además el derecho a la jurisdicción(art.18 de la carta magna)y cuyo
alcance, como la posibilidad de concurrir ante a un órgano jurisdiccional en procura de
justicia y obtener de él sentencia, es coincidente con el art.8 de la Convención Americana
de los Derechos Humanos y 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Frente a los diversos intereses, se interpretará las normas del Código Procesal Penal de la
Nación de modo que armonicen con el ordenamiento jurídico restante y con los principios

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y garantías de la Constitución y adoptar como verdadero la disposición que deje a todas
con valor y efecto.
Decisión de la Corte: Así como se señalo en el fallo “Cáceres s/ tenencia de arma”, el
requerimiento de absolución por parte del fiscal del juicio no desapodera al tribunal del
ejercicio de la jurisdicción. Por lo que se revoca la sentencia apelada y se declara
procedente el recurso extraordinario, dejando sin pronunciamiento el recurso apelado.
En conclusión el querellante pasa a tener la misma facultad para acusar y pedir una
condena hacia el imputado en caso de que el fiscal no mantuviera la acusación.

27.- SABIO
Principio acusatorio: Este principio indica la distribución de roles y las condiciones en
que se debe realizar el enjuiciamiento del objeto procesal penal. Es aquel según el cual
no ha de ser la misma persona quien realice las averiguaciones y decida después al
respecto. Esta división, en primer lugar, impide la parcialidad del juez, ya que la función
persecutoria: investigación y acusación se encuentra el Ministerio Publico, y en segundo
lugar, suprime la necesaria posición de objeto del acusado en el derecho procesal común.
En el presente caso, se acusa a Edgardo Alberto Sabio, Carlos W. Herrero, Nelson del
Carmen Rivas y Daniel Enrique Vita; a los dos primeros por falsificación de documento
privado en carácter de autores, en concurso ideal con estafa procesal en grado de tentativa
en carácter de partícipes primarios; al siguiente, por falsificación de documento privado
en carácter de autor; y al último, por uso de documento falso en concurso ideal con estafa
procesal en grado de tentativa en carácter de autor conforme a los artículos 292, 296 y
172 del Código Penal.
La cámara de apelaciones de Zapata, provincia de Neuquén, condena a los imputados
siguiendo el fallo "Santillán" de la CSJN (mediante el cual se afirma la autonomía de la
querella en el proceso, esto quiere decir que el querellante, en caso de que el fiscal no
mantenga la acusación en el momento de realizar las conclusiones, puede formular la suya
en forma autónoma; si el fiscal no acusa, el querellante en conjunto “puede” acusar).
- Frente a esto, la defensa de los imputados apela el decisorio. Es así que el Tribunal
Superior de Justicia de Neuquén dispone revertir lo decidido y sobreseer a los imputados
de los delitos que les fueron atribuidos. Para argumentar el sobreseimiento, la mayoría de

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los jueces sostiene que el tribunal no puede condenar si el fiscal propone la absolución,
aunque la querella requiera la condena de los imputados, fundando esto en base al artículo
6to. delCód. Procesal Penal local, que establece que la acción penal pública se ejercerá
únicamente por el Ministerio Público; es decir que, no se puede reemplazar la acusación
del fiscal por la pretensión del querellante.
De esta manera, se apartan del precedente "Santillán" (en el cuál se hizo lugar a la condena
solicitada por la querella-estableciendo la autonomía del querellante-), haciendo hincapié
en que cuando se dictó está sentencia la conformación de la CSJN era distinta, por lo cual
el criterio adoptado sobre esta figura podría haber mutado.
- Por su parte, la querella interpone recurso federal extraordinario, el cual es
denegado. Frente a esto, llega en queja a la Corte. Funda su pedido en la arbitrariedad del
fallo del Tribunal Superior de Justicia, por resultar la sentencia de sobreseimiento
producto de una inteligencia inadecuada de las normas locales aplicables al caso. Indica
que se efectuó una interpretación literal del artículo 6to del Cód. Procesal Penal
provincial, otorgándole preponderancia arbitrariamente en perjuicio de otros preceptos
legales, que regulan específicamente las atribuciones de la parte querellante y la habilitan
para formular la acusación de manera autónoma; además de vulnerar el derecho a la
jurisdicción (que asegura el derecho a obtener una sentencia fundada).
- El Procurador Fiscal dictaminó a favor del recurrente, sosteniendo que no era un
argumento válido para apartarse de un precedente de la Corte, la mera especulación de
que este pueda ser modificado por una composición diferente a la que dictó dicho
precedente, sino que señala la conveniencia de asegurar la permanencia y estabilidad de
las decisiones de la Corte, más allá de los cambios en su integración, en tanto no se
invoquen fundamentos que hagan ineludible su modificación.
En otro orden de ideas, sostiene que la exigencia de acusación, como forma sustancial en
todo proceso penal, salvaguarda la defensa en juicio, sin que ello importe diferenciar entre
carácter público o privado de quién lo formule. Y que el particular querellante, a quien la
ley de procedimiento penal local le reconoce el derecho a formular acusación, está
amparado por la garantía del debido proceso legal consagrada en el art 18 de la CN, que
asegura el derecho a obtener una sentencia fundada previo juicio llevado en forma legal.

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- La Corte Suprema de Justicia de la Nación, mediante el voto de los ministros
Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Enrique Petracchi, Juan Maqueda, E. Raúl
Zaffaroni y Carmen Argibay, hicieron suyas las palabras del Procurador Fiscal, dejando
sin efecto la sentencia recurrida, y remitiendo los autos al Superior Tribunal de Neuquén,
a fin de que dicte un nuevo pronunciamiento. Carmen Argibay, en su voto, reafirmó
especialmente la vigencia del Fallo “Santillán”, a cuyos fundamentos y conclusiones se
remitió.
El Tribunal Superior de Justicia de la Provincia, no podrá apartarse de lo resuelto por la
Corte en el precedente en cuestión, a menos que de fundamentos novedosos que
conmuevan a la Corte de forma tal que esta revea la doctrina.

28.- SANDOVAL
Tribunal: Tribunal Superior de Justicia de Rio Negro
Hechos: En el año 2002, varios individuos ingresaron a un laboratorio de análisis clínicos
en pleno centro de Cipolletti y redujeron a una psicóloga, a su paciente y a la bioquímica
y luego de atarlas y amordazarlas las mataron. Dos años después la Cámara Criminal
Segunda de General Roca absolvió a David Sandoval quien estaba acusado de cometer el
triple crimen en ese laboratorio por el beneficio de la duda (In dubio pro reo). Luego, la
causa llegó hasta el STJ (Tribunal Superior de Justicia de Rio Negro que ordenó que se
hiciera un nuevo juicio dado que las pericias de Gendarmeria señalaban que había huellas
digitales de Sandoval en el lugar de los hechos mientras que las de la Policía Federal
señalaban que no se podía afirmar que el hombre hubiera estado presente en la escena del
crimen. Este nuevo proceso, condenó a Sandoval a la pena de prisión perpetua por
considerarlo coautor del delito de homicidio calificado por alevosía reiterado (tres
hechos). Contra dicho pronunciamiento, el condenado interpuso un Recurso de Casación
y el máximo tribunal provincial decidió rechazar la impugnación, motivando ello la
presentación del Recurso Extraordinario cuya denegación originó esta queja.
En la sentencia de la Corte, la mayoría de los que la integraron hicieron lugar y
consideraron procedente al recurso presentado por Sandoval y revocaron la sentencia del
STJ de Rio Negro que condenaba a Sandoval como coautor del delito de homicidio
calificado por alevosía reiterado.

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Lorenzetti, Fayt y Petracchi, entendieron que efectivamente se había violado el <non bis
in idem> aunque la apelación de un querellante ante la sentencia condenatoria, per se no
implica una transgresión constitucional; el aseguramiento del recurso de la querella
resulta compatible con la garantía que prohíbe la múltiple persecución penal. Dicho lo
cual, cabe aclarar que a través de este principio se prohíbe, no sólo la aplicación de una
segunda pena por un mismo hecho sino que también la exposición a riesgo de que ello
ocurra mediante un nuevo sometimiento a juicio del mismo hecho.
Zaffaroni, entendió que el Superior Tribunal dejó de ser imparcial asumiendo una postura
inquisitoria.
En cuanto a las disidencias Argibay consideró que el planteo de Sandoval fue
extemporáneo, ya que el recurso debió haber sido interpuesto contra la resolución del
Superior Tribunal provincial y no luego del fallo de la CSJN.

29.- AMODIO
Héctor Luis Amodio fue condenado por el Juzgado Nacional en lo Correccional N 8 por
lesiones culposas. Solicitó a la Cámara Nacional de Casación Penal la integra revisión de
la sentencia condenatoria.
Héctor había sido condenado a tres años de prisión en suspenso e inhabilitación especial
para ejercer la profesión de médico por el plazo de cuatro años por haberlo encontrado
penalmente responsable del delito de lesiones culposas durante la aplicación de la punción
subdural durante un parto. Su mala aplicación derivó a las pocas horas en un paro
respiratorio que originó una encefalopatía hipóxica.
Los camaristas de Casación, confirmaron la sentencia de primera instancia, en la
inteligencia de que el juez correccional había analizado de manera razonable las pruebas
que obraron en la causa, junto a un informe pericial que indicaba que la responsabilidad
por el hecho era del anestesista.
Esta decisión fue recurrida por medio de un recurso extraordinaro federal, en el cual se
invocó la afectación de los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional porque se habría
recreado la tipicidad de una relación causal indeterminada por violarse el principio de
razón suficiente y por haberse aplicado una pena que viola los principios de culpabilidad
y proporcionalidad. A su vez sostiene que la cámara de casación no había cumplido con

58
el precedente “Casal “ya que no revisó los hechos no pudiéndose cumplir adecuadamente
con el requisito de la “doble conforme “. Además señaló que haba un defecto en la
determinación de la pena, ya que había sido impuesto un monto que superaba al requerido
por el agente fiscal, lo cual vulneraba al debido proceso y el derecho de defensa.
El recurso fue rechazado por la cámara Nacional de Casación Penal, debiendo interponer
el condenado un recurso de queja ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Los
jueces de la Corte decidieron por mayoría, confirmar la sentencia que dispuso una pena
mayor a la solicitada por el agente fiscal, vulnerándose entonces el derecho de defensa,
el debido proceso y el concepto material de la prohibición de la reformatio impeius.
Aplicaron el articulo 280 CPCCN para no admitir la queja en cuestión.
Por su parte Ricardo Lorenzetti y Eugenio Zaffaroni votaron en disidencia, al comprender
específicamente cual fue la lesión a los derechos que sufrió el recurrente por la sentencia
del juez correccional. Observaron que el alegato de la querella había sido invalidado por
el propio juez porque en ese escrito no se había determinado la pena solicitada por la
víctima. A su vez sostuvieron que la pena solicitada por el fiscal era de dos años cuya
ejecución podía ser en suspenso, y no de tres años con inhabilitación especial, como
finalmente fue aplicada. Al aplicar un monto de pena fuera de los límites establecidos por
el acusador se había vulnerado el debido proceso, ya que el juez también era acusador.
También se encontraba vulnerada la imparcialidad del juzgador y el derecho a la defensa
ya que Héctor Luis Amodio no ha tenido oportunidad de defenderse frente a la pena que
finalmente le fue impuesta.
Según explicaron los disidentes, también se habría vulnerado la materialidad de la
prohibición de la reformatio impeius, ya que se había agravado la situación de Amodio
sin que obrare para ello solicitud del ministerio público.
Aun así, la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó la totalidad de las pretensiones
recursivas.

30.- DEL’OLIO
El Tribunal Oral en lo Criminal nº 12 condenó a Juan Carlos Del ‘Olio a la pena de dos
años de prisión en suspenso y costas por ser considerado coautor penalmente responsable
del delito de defraudación por administración fraudulenta; mientras que el fiscal había

59
solicitado la libre absolución del justiciable, es decir, Juan Carlos Del ‘Olio no fue
acusado por el fiscal.
En consecuencia el abogado de la defensa interpuso (1º) recurso de casación ante el
tribunal oral, quien revisa las cuestiones formales, para poder acceder a la cámara de
casación; éste fue desestimado. Entonces presentó un (2º) recurso de queja en la cámara
(instancia superior al tribunal oral penal) para lograr que ésta trate la causa; dicho recurso
no prosperó ya que la cámara resolvió que la desestimación del recurso de casación estaba
bien dada.
Y finalmente (3º) dedujo apelación extraordinaria federal, lo cual significa que la defensa
presentó dicho recurso ante la cámara de casación para que la corte tome conocimiento
del expediente y lo trate. Dicho recurso fue declarado inadmisible por la cámara de
casación.
Tal declaración de inadmisibilidad derivó a la defensa a presentar (4º) UN RECURSO
DE HECHO DIRECTO HACIA LA CORTE, el cual hizo lugar a la pretensión del
recurrente (la corte lo aceptó).
En consecuencia, la Corte Suprema de Justicia de la Nación toma conocimiento de la
causa.
La pregunta fundamental para entender el caso es ¿Por qué la defensa apeló la sentencia?
El punto es que el hecho de condenar a un acusado cuando el fiscal solicitó absolución de
éste: viola la GARANTÍA DE LA DEFENSA EN JUICIO Y EL DEBIDO PROCESO.
Entonces la defensa, ante la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal nº 12 que se dictó
sin mediar acusación fiscal válida, entendió que ésta violaba tales garantías que derivan
de la CONSTITUCIÓN NACIONAL.
Otro de los argumentos que presenta la defensa es que la querella (la defensa de la
víctima) no respondió la vista corrida por el juez que prevé el art. 346. En otras palabras,
cuando el juez procesa al imputado (previo dictado de sentencia) debe notificar (“correr
vista”) a la querella y al fiscal; al correr vista la querella no respondió y por ende se le dio
por decaído el derecho de expedirse, lo cual significa que ya no podía solicitar acusación
por ejemplo.
En conclusión; Juan Carlos Del ‘Olio fue imputado por un delito del cual no fue acusado
por parte de la querella y hasta se le solicitó la absolución por parte del fiscal.

60
Ahora bien, para entender por qué tal sentencia viola la garantía de defensa en Juicio
comprendida en el debido proceso, debemos entender qué plantea esta garantía.
El art. 18 de nuestra Constitución Nacional establece: “… Es inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos…”
Alejandro Carrio en su 3era edición de “Garantías constitucionales en el proceso penal”
expone que “a través de diversos pronunciamientos la Corte ha ido perfilando el contenido
de la garantía de la defensa en juicio en sentido genérico. Así, se ha entendido que a toda
persona sometida a proceso debe acordársele la oportunidad de ser oída, de conocer los
cargos en su contra y de presentar y producir pruebas en su favor.”
Es un DERECHO de la persona ser oída y es una OBLIGACIÓN del Estado el darle la
oportunidad de ser escuchada.
En el presente caso el imputado no tuvo la oportunidad de ser oído ya que no había
recibido ninguna acusación. Ante la falta de acusación, no hubo declaración por parte de
éste. Y por lo tanto existió una inobservancia de las formas sustanciales del juicio, debido
a que no existió acusación alguna contra el sujeto sometido a proceso y de todos modos
se lo condenó sin ser oído.
La Corte se pronunció el 11 de julio de 206 e hizo lugar a la queja, declaró procedente el
recurso extraordinario y dejó sin efecto la sentencia impugnada.
Aunque existió una disidencia por parte de la Dr. Carmen M. Argibay; quien consideró
inadmisible el recurso extraordinario fundándose en el art. 280 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación que plantea que “La Corte… podrá rechazar el recurso
extraordinario, por falta de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas
resultaren insustanciales o carentes de trascendencia.”
31.- QUIROGA
En la oportunidad prevista por el art. 348 del C.P.N. el representante del Ministerio
Público Fiscal solicitó el sobreseimiento del imputado. El Juez a cargo de la instrucción
discrepó con tal criterio y por aplicación del art. 348 del ordenamiento procesal citado,
remitió los autos en consulta a la Cámara de Apelación, la cual resolvió remitir el sumario
al fiscal general ante esa alzada para que apartara al agente fiscal de grado y designara un
nuevo representante del Ministerio Público Fiscal.

61
El Fiscal General requirió la declaración de nulidad del auto por el que el juez elevó la
causa en consulta y de todos los actos posteriores practicados en consecuencia, con
fundamento en que el art. 348 había sido derogado tácitamente en virtud de lo dispuesto
por los arts. 120 de la Constitución Nacional y por el art. 1 y 76 de la Ley Orgánica del
Ministerio Publico (Ley Nº 24.946). Subsidiariamente sustentó la nulidad en que, de no
considerarse derogada tácitamente la norma procesal en cuestión, ella sería de todos
modos inconstitucional a la luz de los arts. 18 y 120 de la Ley Fundamental.
La Cámara de Apelaciones rechazó la nulidad impetrada y contra esa decisión, el fiscal
general interpuso recurso de casación que fue concedido. La Sala I de la Cámara Nacional
de Casación, sin embargo, declaró inadmisible el recurso por considerar que la decisión
impugnada no constituía sentencia definitiva ni era equiparable a ella en los términos del
art. 457 del C.P.N y que el recurrente no había tenido en cuenta ni criticado la doctrina
de la Sala sobre derogación e inconstitucionalidad pretendidas. Contra la resolución, el
fiscal general ante la Cámara de Casación Penal interpuso recurso extraordinario, cuya
denegación dio lugar la queja ante la Corte Suprema.
La Cámara había sostenido que la función asignada al Ministerio Público en el sentido
de promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y de los intereses
generales de la sociedad no debe ser interpretada de modo excluyente sino en
coordinación con las demás autoridades de la República, entre las cuales se encuentra, sin
dudas, tanto el juez de instrucción como la Cámara de Apelaciones.
En el procedimiento ante la Corte, el Procurador General opinó que debía admitirse la
queja y sostuvo el recurso extraordinario de su inferior.
En su dictamen, el procurador no desarrolló fundamentos, sino que se remitió a uno
anterior del caso “Banco de la Nación Argentina s/defraudación” (Fallos, 326:1106) y
requirió que se hiciese lugar a la queja, se declare procedente el recurso extraordinario y
se revocase la resolución de la Cámara de Apelaciones que había rechazado la nulidad
antes referida.
La Corte hizo lugar a la queja y trató el recurso, toda vez que consideró que la Cámara
había omitido considerar una cuestión esencial planteada por el fiscal general para fundar
su rechazo, toda vez que el pronunciamiento atacado ocasionaba un perjuicio de
insusceptible reparación posterior, puesto que la autonomía del Ministerio Público Fiscal

62
en el ejercicio de la función de acusar y, con ello, las reglas del debido proceso legal, sólo
podían ser objeto de tutela útil en la etapa prevista para esa etapa procesal.
Por tal motivo, La corte hizo lugar a la queja, declaró procedente el recurso extraordinario
y dejó sin efecto el pronunciamiento apelado.
Pero antes de ingresar al análisis de los fundamentos expresados por los Ministros, cabe
recordar el texto del art. 348 del C.P.P.N. que en concreto se ataca, no sin antes
puntualizar que el mismo se refiere a la etapa en la que el Juez a cargo de la instrucción
estima completa la investigación, corriendo vista sucesiva al querellante y al fiscal para
que éstos formulen el requerimiento de elevación a juicio. El problema que se plantea, y
que en definitiva suscita la cuestión, es cuando el fiscal requiere el sobreseimiento.
Al respecto, el art. 348, segundo párrafo dice: “... El juez dictará sobreseimiento si
estuviere de acuerdo con el requerido (el sobreseimiento). De lo contrario, sea que no esté
de acuerdo con el sobreseimiento requerido por el fiscal, o sea que sólo el querellante
estimara que debe elevar la causa a juicio, dará intervención por seis días a la Cámara de
Apelaciones. Si ésta entiende que corresponde elevar la causa a juicio, apartará al fiscal
interviniente e instruirá en tal sentido al fiscal que designe el fiscal de Cámara o al que
siga en orden de turno.”
Como vemos entonces, son dos los supuestos que el segundo párrafo del art. 348 plantea.
El primero, se da cuando el juez no está de acuerdo con el sobreseimiento pedido por el
fiscal; mientras que la segunda hipótesis se da cuando el fiscal pide el sobreseimiento,
pero habiendo querellante, este pide la elevación de la causa a juicio. No obstante, en los
dos casos planteados, cuando el juez discrepa con el pedido fiscal de sobreseimiento
conducen a que éste proceda de una misma manera, esto es, dándole intervención a la
Cámara de Apelaciones para que la misma defina si corresponde sobreseer o elevar la
causa a juicio, apartando al fiscal que hubiera instado el sobreseimiento.
En primer lugar, debo destacar que los señores Ministros coincidieron en que el trámite
de consulta previsto por el art. 348, segundo párrafo primera hipótesis, afecta de manera
directa el principio acusatorio.
En ese sentido, señalaron que: La exigencia de “acusación”, si es que ha de salvaguardar
la defensa en juicio y la imparcialidad como condición del debido proceso, presupone que
dicho acto provenga de un tercero diferente de quien ha de juzgar acerca de su viabilidad,

63
sin que tal principio pueda quedar limitado a la etapa del debate, sino que su vigencia
debe extenderse a la etapa previa de discusión acerca de la necesidad de su realización.
En el marco de un sistema procesal regido por el principio de legalidad procesal, en el
cual la pretensión penal pública es llevada adelante por dos representantes del Estado (el
fiscal y el juez), la exigencia de que las funciones de acusar y juzgar se encuentren, al
menos formalmente, en cabeza de funcionarios distintos queda completamente diluida si
también el tribunal de alzada puede, en contra del criterio del Ministerio Público, decidir,
por sí solo, que se produzca la acusación y la apertura del debate. Aún en un contexto
normativo limitado a lo que ha dado en llamarse el principio acusatorio formal, resulta
insostenible que sea el tribunal encargado de controlar la investigación preparatoria el
que pueda ordenarle al fiscal que acuse. Pues el ejercicio de tal facultad de sustituir al
acusador hace que los jueces, en vez de reaccionar frente a un estímulo externo a favor
de la persecución, asuman un compromiso activo a favor de ella. Tal actitud es susceptible
de generar dudas en cuanto a la imparcialidad con quien debieron haber controlado el
procedimiento de instrucción, esto es permaneciendo ajenos.
No obstante lo cual, lo dicho no resulta aplicable a los supuestos en los que la discrepancia
se plantea entre el fiscal (que se manifiesta a favor del sobreseimiento) y el querellante,
que pretende que la causa sea elevada a juicio. En tales casos, en principio, no es posible
suponer una afectación genérica de la imparcialidad del tribunal, en la medida en que su
intervención quede limitada a asegurar que el querellante pueda ejercer el derecho que la
ley le concede a ser oído en juicio oral y público (conforme la doctrina del caso Santillán),
ni una afectación intolerable a la independencia del Ministerio Público Fiscal
Por su parte, el Ministro Dr. Carlos Fayt enfatizó que el principio ne procedat iudex ex
officio supone que el proceso sólo podrá iniciarse si hay acusación del fiscal extraña al
tribunal de juicio, en tanto ello es garantía de la imparcialidad de quien ha de juzgar.
Agregó que en nuestro sistema de enjuiciamiento penal es el Estado el que por sí mismo
se encarga de la persecución penal (principio de oficialidad). El principio acusatorio sólo
puede ser concebido en su acepción formal, es decir, aquella según la cual se ponen en
manos de un órgano especial, distinto del que declara el derecho, el cometido de exaltar
la jurisdicción mediante el ejercicio de la acción. El principio acusatorio consiste en que

64
el juez y acusador no sean la misma persona. Se trata del desdoblamiento formal del
Estado en dos órganos específicos: uno que acusa y otro de decide.
En tanto que el Dr. Maqueda, sostuvo que la estricta separación de funciones de acusar y
de juzgar responde a la exigencia estructural de un proceso justo, con reales y eficaces
posibilidades de defensa y jueces lo más desvinculados posibles de los intereses en juego
para que puedan juzgar con un grado aceptable de imparcialidad. Por ello la separación
de las funciones de perseguir y juzgar, además de ser el más importante de todos los
elementos constitutivos del modelo teórico acusatorio, está íntimamente ligada al
principio de imparcialidad, y por ello es un presupuesto estructural y lógico de todos los
demás. Supone la configuración del proceso como una relación triangular entre tres
sujetos, dos de los cuales actúan como partes en la causa, con funciones de postulación:
acusador y defensor, y el tercero, ubicado por encima de aquellos, con la tarea de juzgar:
Juez y tribunal. Este esquema no admite un monólogo del juez con la prueba para buscar
la verdad, sino que requiere el enfrentamiento de las partes, expresado en afirmaciones y
refutaciones, pruebas y contrapruebas, argumentos y contra argumentos, ambos ante un
tercero que decide imparcialmente.
Por último, el Dr. Zaffaroni señaló que la separación de las funciones de acusar y de
juzgar es el corolario lógico de la interpretación armónica de las normas invocadas. La
autonomía funcional, que como órgano independiente de los demás poderes del Estado le
otorga el art. 120 de la C.N. al Ministerio Público Fiscal, el ejercicio de la acción pública,
así como el imperativo de promover y ejercer la acción durante el proceso, de que lo
inviste los arts. 5 y 65 del C.P.P.N. y el control jerárquico que impone la Ley Nº 24.946,
no dejan lugar a dudas de que la función de acusar recae de manera excluyente en los
miembros del Ministerio Público Fiscal y que la de juzgar, en orden a la imparcialidad de
las decisiones y la necesidad de garantizar el derecho de defensa, recae en la figura del
juez, también de manera excluyente, ya que es la única garantía de obtener un adecuado
equilibrio en cada una de las etapas del proceso penal.
Pasaré ahora a analizar qué han dicho los jueces votantes respecto a la cuestión central
del fallo, esto es respecto a la autonomía funcional del Ministerio Público Fiscal
reconocida en el art. 120 de la Constitución Nacional (según reforma del año 1994) en
relación con el art. 348 del Código Procesal Penal de la Nación.

65
En el sentido apuntado, el Juez Petracchi y la Jueza Highton de Nolasco señalaron que
la introducción del art. 120 de la Constitución Nacional señala una modificación del
paradigma procesal penal vigente hasta ese momento. Al establecer la independencia
funcional de dicho organismo indica una clara decisión a favor de la implementación de
un sistema procesal en el que ha de existir una separación mucho más estricta de las
funciones de acusar y juzgar. Desde este punto de vista, una regla procesal como la del
art. 348 del Código Procesal Penal de la Nación, que unifica la potestad de acusar en
cabeza de la Cámara de Apelaciones se torna insostenible.
El Ministerio Público del art. 120 de la C.N. supone no sólo independencia del Poder
Ejecutivo, sino también del Poder Judicial, como correlato de una concepción dentro de
la cual sólo dicha independencia permite estructurar un procedimiento penal en el que las
garantías de la defensa en juicio y la imparcialidad del tribunal no estén en discusión.
Por ello, la estructuración de un sistema procesal en el que el fiscal es verdaderamente
“titular de la acción penal” supone una arquitectura legislativa compleja, que sin lugar a
dudas no ha sido realizada hasta hoy. Frente a esta situación, sólo nos queda a los jueces
intentar solucionar con prudencia la difícil convivencia entre el art. 120 de la C.N., la ley
orgánica del Ministerio Público y un Código Procesal en el que perduran innumerables
elementos inquisitivos, pero que no podrían considerarse tácitamente derogados.
La necesidad de asegurar la independencia funcional del Ministerio Publico Fiscal
consagrada por el art. 120 de la C.N. impone declarar la inconstitucionalidad del art. 348,
párrafo 2, primera alternativa del Código de Procedimientos Penal de la Nación, en cuanto
autoriza a la Cámara de Apelaciones, en los casos en que el juez no está de acuerdo con
el pedido de sobreseimiento del fiscal, a apartarlo e instruir al que designe el fiscal de
cámara, a fin de producir la elevación a juicio.
Por su parte, el Dr. Fayt, señaló que la cuestión a resolver se remite a determinar si este
requerimiento de juicio obligado que cubre formalmente la expectativa de acusación es
compatible con la actual redacción de la Constitución Nacional en relación a la jerarquía
constitucional otorgada a la independencia y autonomía funcional del Ministerio Público
(art. 120 C.N.) y consiguientemente determinar si el vicio de voluntad que padecería el
órgano independiente lesiona el debido proceso.

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Agregó que, la constitucionalización del Ministerio Público entraña entonces el rechazo
a que otro órgano que no tenga esa función constitucionalmente asignada se inmiscuya,
en tanto resulta impensable que de toda atribución conferida expresamente por la
Constitución Nacional pueda implicarse, sin más, una autoridad que destruya,
precisamente, los límites de la concesión.
Señalando asimismo que las cualidades de independencia, no subordinado a otro poder,
y de autonomía funcional, que no recibe instrucciones de ninguna autoridad, que hoy
ostentan jerarquía constitucional, obliga a considerar inconstitucional cualquier norma
inferior, que consagre precisamente lo opuesto: que otro poder, como el judicial, “aparte”
e instruya a los fiscales respecto de una función competencial propia.
Por su parte, el Dr. Boggiano dijo que la enmienda de 1994 ha establecido que el
Ministerio Público Fiscal queda libre de toda interferencia en su función de impulsar la
acción. En consecuencia, el art. 348 del Cód. Proc. Penal ha dejado de guardar coherencia
con la Ley Fundamental, pues no solo concede a los jueces la posibilidad de apartar al
fiscal, sino también de imponerles la obligación de acusar.
Por último, el Juez Maqueda destacó que el mecanismo jurídico previsto por el art. 348
implica la consagración de facultades judiciales con clara injerencia en las funciones del
Ministerio Público Fiscal, incompatible con el fin que tuvo el constituyente al sancionar
el art. 120, que fue el de elevar al Ministerio Público como un órgano extra poder con
clara independencia orgánica y funcional respecto tanto de la rama judicial como la
ejecutiva.
Por esos fundamentos, es que la Corte dejó sin efecto el pronunciamiento apelado.

Garantía de no declarar contra sí mismo

32.- FIORENTINO
(Se repite en el número 54, Protección del domicilio, papeles privados y comunicaciones).

33.- ZAMBRANA DAZA


Hechos: Zambrana Daza, debido a una afligente situación económica se conectó en
Bolivia con una persona que le propuso viajar a la ciudad de Pocitos en la que conocería

67
a Blanco. Al llegar a la citada localidad, Blanco le indicó que debía ingerir cápsulas que
-según le habría expresado tenían oro-, debiendo trasladarlas desde Pocitos hasta la
Capital Federal. Al llegar a esta ciudad, sintió fuertes dolores de estómago, ocasión en
que aquél le manifestó que lo había ingerido era clorhidrato de cocaína y que era
conveniente que se dirigiera a un hospital, lo que así hizo.
Cuestiones en juego: Prohibición de declarar contra sí mismo puesta en pugna con el
debido proceso legal del acusador público (Medico).
Consideraciones de la Cámara: Consideró que era ilegítima la investigación llevada a
cabo a partir de los dichos de un médico en contra de paciente debido a que el hecho le
había sido comunicado dentro de la relación terapéutica. En ese aspecto expresó que
resulta inadmisible que el Estado se beneficie con un hecho para facilitar la investigación
de los delitos, debiendo excluirse todo medio probatorio obtenido por vías ilegítimas.
Consideró vulnerada la garantía constitucional que prohíbe la autoincriminación criminal
puesto que la imputada no habría actuado libremente sino por el miedo a la muerte. En
ese aspecto refirió que "la garantía de no estar obligado a declarar contra sí mismo
presupone, justamente, que aquel que asumió voluntariamente la posibilidad de ser
penado, a pesar de ello, no esté obligado a denunciarse, de modo que el haber cometido
un delito no sólo no reduce el valor de la garantía, sino que es, precisamente, lo que le
otorga sentido".
Considero que se había vulnerado la garantía constitucional que prescribe la
autoincriminación, pues la procesada actuó bajo presión de un temor atávico como es el
miedo a la muerte.
Forma en que llega a la Corte: contra la decisión de la Cámara que declaró la nulidad de
todo lo actuado a partir del auto que disponía la instrucción del sumario y en consecuencia
absolvió a la procesada del delito de transporte de estupefacientes por el que fuera
acusada, interpuso el señor fiscal de cámara recurso extraordinario, cuya denegación
motivó la presentación directa ante la CSJN.
Principio de no autoincriminación – Doctrina sentada por la Corte en el presente fallo:
- Prueba obtenida por medios ilegítimos – “evidencia de índole material” vs
Autoincriminación: No hay evidencia de que exista la más mínima presunción de que
haya existido engaño ni mucho menos coacción que viciara la voluntad de la procesada.

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Tampoco ha existido una intromisión del Estado en el ámbito de privacidad de la acusada,
dado que ha sido la propia conducta discrecional de aquélla la que permitió dar a conocer
a la autoridad pública los hechos que dieron origen a la presente causa. Que la autoridad
pública tome conocimiento del delito cuando, en casos como el de autos, las evidencias
son de índole material. Lo prohibido por la Ley Fundamental es compeler física o
moralmente a una persona con el fin de obtener comunicaciones o expresiones que
debieran provenir de su libre voluntad, pero no incluye los casos en que la evidencia es
de índole material y producto de la libre voluntad del procesado.
Que la cláusula constitucional que establece que nadie puede ser obligado a declarar
contra sí mismo veda el uso de cualquier forma de coacción o artificio tendiente a obtener
declaraciones acerca de hechos que la persona no tiene el deber de exteriorizar. Más no
abarca los sustos en que la evidencia es de índole material y producto la libre voluntad
del procesado. En el presente caso, no existe el más mínimo indicio de se haya hecho
despliegue de medios engañosos o ejercido coerción sobre la procesada para obtener las
pruebas incriminatorias.
La imputada no fue objeto de un despliegue de medios engañosos para obtener los
elementos del delito y que el secuestro de las pruebas incriminatorias se debió a la
decisión de la acusada de concurrir a un hospital público, no resulta razonable ni menos
compatible con la garantía constitucional vigente entender que, en las circunstancias
comprobadas de este proceso, se hubiese visto comprometida la garantía de la prohibición
de autoincriminación.
Que en conclusión, el privilegio contra la autoincriminación no puede ser invocado en
casos como el de autos en que no existe el más mínimo rastro de que la incoación de los
efectos del delito haya sido obtenida por medios compulsivos para lograr la confesión.
En tales condiciones, cabe concluir que la incautación de los efectos fue realizada con el
máximo respeto de la garantía constitucional en examen.
Que no cabe equiparar en forma mecánica, como hace el fallo impugnado, los supuestos
de autoincriminación forzada con la situación de quien delinque y concurre al hospital
exponiéndose a un proceso. Este último realiza un acto voluntario con el propósito de
remediar las consecuencias no queridas de un hecho ilícito deliberado. No es posible, en

69
tal hipótesis, afirmar que existe estado de necesidad, pues el mal que se quiere evitar no
ha sido ajeno sino que, por el contrario, es el resultado de su propia conducta intencional.
Decisión de la Corte: Se revoca la sentencia de la Cámara y dispone que se dicte un nuevo
pronunciamiento.

34.- CABRAL
Agustín Cabral fue detenido por una comisión policial en la vía pública al momento de
bajar de un automóvil de alquiler (aclaro nota personal, seguramente debió ser un “Taxi”)
motivo el cual, poseía en su poder dos cajas de cartón con inscripciones que indicaban
que se trataba de equipos de computación. Los policías le realizaron preguntas respecto
de sus pertinencias por lo que el Sr. Cabral respondió con evasivas y contradicciones. Esa
conducta implico su detención.
Camino a la comisaria Cabral habría manifestado a los policías, que esos equipos de
computación junto con otros que poseía en un departamento, los había adquirido en un
bar por medio de una persona que los traía del puerto, y que al momento de ser detenido
iba a venderlos a otra persona que tenía contactos con una empresa de computación a cien
dólares cada uno.
DICTAMEN DEL PROCURADO GENERAL DE LA NACIÓN: El 18 de junio de
1991,la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico, confirmo
la sentencia que condenó a Agustín Cabral de diez meses de prisión, perdida de las
concesiones, regímenes especiales, privilegios y prerrogativas de que gozare; un año y
ocho meses de inhabilitación absoluta para desempeñarse como funcionario público e
inhabilitación especial perpetua para desempeñarse como miembro de las fuerza de
seguridad, por considerarlo autor del delito de encubrimiento de contrabando, previsto en
el art. 874, inc. “d”, del Código Aduanero.
Motivo de este pronunciamiento la defensa del Sr. Cabral interpuso recurso
extraordinario, sin embargo al denegárselo, da lugar a la siguiente queja:
Lo que el recurrente cuestiona es el allanamiento en el domicilio del acusado, sosteniendo
que cuya diligencia fue consecuencia de la manifestación extrajudicial brindada por el Sr.
Cabral a la autoridad policial que lo detuvo en la vía pública. Por lo tanto teniendo en
cuenta el art- 316 del código de Procedimientos en Materia Penal, es una confesión que

70
carece de valor probatorio, afirmando que la orden de allanamiento extendida por el
magistrado significó, su utilización en la causa. Por lo tanto, se está atentando contra las
garantías consagradas en los art. 18 y 95 de la Constitución Nacional.
No obstante, el Procurador General de la Nación, atribuyo el siguiente dictamen:
Que no se ha demostrado que la protesta vinculada con la validez del acta, el allanamiento
y el secuestro de la mercadería del inmueble indicado por el Sr. Cabral, involucre alguna
cuestión federal. Por lo tanto, le pide a la Corte que dictamine si la norma procesal
aplicada por la Cámara afecto las garantías Constitucionales planteadas por la defensa.
Sin embargo, para Procurado General de la Nación, corresponde insistir que en primer
instancia el hecho único en calidad de autor que se le reprocha a Cabral, también incluyo
el secuestro en la vía publica de los dos monitores de computación ilegalmente ingresados
al país que él tenía en su poder, aspecto no cuestionado en el recurso. Finalizando dicha
opinión, conforme a que desestime la queja presentada por la defensa.
FALLO DE LA CORTE SUPREMA: La Corte indico entonces que “La mera
comunicación de ese dato, en la medida que no sea el producto de coacción, no es un
indicio que deba desecharse de la investigación criminal, pues lo contrario llevaría a
sostener (…) que la restricción procesal impide a los funcionarios investigar las pistas
que pudieran surgir de esa comunicación”. A su vez, se remarcó que no se advertía que
la manifestación de Cabral a la policía hubiese sido el fruto de un acto de coacción ya que
no había ninguna alteración en su estado físico ni psíquico.
La corte desestima la queja planteada por la defensa argumentando que la información
que da lugar al allanamiento es brindada voluntariamente por Cabral y no hay prueba de
que haya sido consecuencia de un acto de coacción por parte de la policía.
Dado que no hay coacción para obtener el dato dado por Cabral, la corte considera que
no se viola la garantía de no declarar contra sí mismo.

35.- MONTENEGRO
En el caso de Montenegro, la defensa del condenado interpuso recurso extraordinario
contra el fallo dictado que consideró al defendido autor del delito de robo con arma. Se
sostiene que lo resuelto transgredió el principio contenido en el art. 18 de la CN en cuanto

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dice que nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo y la inviolabilidad de la
defensa en juicio.
Montenegro habría sido víctima de apremios ilegales en sede policial confesando así un
ilícito cometido que no había sido denunciado. Como forma de corroborar esta
declaración, se encontró en su domicilio parte de los efectos robados y un anillo con
iniciales grabadas que fue reconocido por la víctima del robo. Estos elementos conectan
a Montenegro con el ilícito investigado.
Según el dictamen del procurador general, el tribunal no demuestra que pueda probarse
que Montenegro es autor del hecho que se le reprocha, sin tener en cuenta la declaración
que resulta ser violatoria al art.18.
La Corte determina que: el recurso extraordinario motiva a que el conflicto es entre dos
intereses fundamentales de la sociedad. El primero es la rápida y eficiente ejecución de
la ley y el segundo, es la de prevenir la violación de derechos por métodos
inconstitucionales. No se le puede dar valor a una declaración producto de apremios
ilegales porque compromete a la buena administración de la justicia al pretender
constituirla en beneficiaria del hecho ilícito.”

36.- JOFRÉ
Hechos: Esta causa se inició con motivo de la detención de la procesada junto con otras
dos mujeres y un hombre en las inmediaciones de las calles Santa Fe y Pueyrredón en
circunstancias en que entraban y salían reiteradamente de negocios de venta de ropa de la
zona. Al llegar a la dependencia se encontraron entre sus pertenencias varias prendas de
vestir, y en esa oportunidad Jofré admitió ante el pre ventor el apoderamiento de dos
polleras de un comercio sito en Corrientes 3126.
Que contra la sentencia de la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional que absolvió a Hilda Nélida Jofré en orden al delito de hurto
reiterado, el señor fiscal de cámara interpuso recurso extraordinario cuya denegación dio
origen a la presente queja.
Que, el juez de primera instancia consideró que el proceso estaba viciado de nulidad toda
vez que la pesquisa se había originado en una confesión extrajudicial que carecía de valor

72
probatorio y no podía ser usada en la causa; ), y resolvió absolver a la procesada sobre la
base de la doctrina de Fallos: 272:188.
La Cámara, al confirmar el fallo apelado, sostuvo que "como bien refiere el sentenciante,
toda la instrucción sumarial se basó únicamente en los dichos extrajudiciales de Jofré
cuyo valor probatorio es nulo, careciendo por ende de aptitud como inicio de una
investigación judicial".
Que en el recurso extraordinario deducido por el señor fiscal se invoca la violación de la
garantía de la defensa en juicio por desconocimiento de prueba regularmente incorporada
a la causa, idónea para acreditar la materialidad de los hechos y la responsabilidad penal
de la acusada, sobre la base de argumentos irrazonables que otorgan a la sentencia un
sustento aparente.
Que en el presente caso no se dan las particulares circunstancias que hagan aplicable la
doctrina desarrollada por este Tribunal en Fallos: 306:1752, 308:733 y 310:2402, según
la cual debe excluirse del proceso cualquier medio de prueba obtenido por vía ilegítima,
toda vez que los datos que permitieron a la policía individualizar a las víctimas fueron
recabados sin coacción y como resultado de las averiguaciones que le eran impuestas por
el art. 184 del Código de Procedimiento Penal.
Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se
revoca la sentencia apelada.

37.- RAU
Tribunales intervinientes: Tribunal Oral en lo Criminal n°4 | La Sala II de la Cámara
Nacional de Casación Penal | Corte Suprema de Justicia de la Nación
Hechos:
La Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal, decidió absolver al imputado ( Rau
Alejandro Oscar), anulando la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal n°4 ( condenó
a Rau Alejandro a ocho meses de prisión, por ser autor del delito de estafa cometida
durante el uso de documento privado falso; y a la pena única de un año y seis meses de
prisión), considerando:

73
1) que se había vulnerado la garantía constitucional que prohíbe la autoincriminación
forzada al utilizarse de un modo inequívoco las firmas realizadas por el imputado en los
actos procesales para obtener una prueba;
2) que las restantes pruebas eran insuficientes para aplicar la condena.
Ante la resolución realizada por La Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal, el
representante del Ministerio Público Fiscal interpone un recurso extraordinario. En el
mismo sostuvo que:
1) No existió coacción ni engaño al imputado para la obtención de la evidencia en carácter
material, ya que fueron utilizadas firmas insertas en documentos públicos;
2) Se le hizo conocer el derecho que tenía a negarse a realiza un cuerpo de escritura
contando con asistencia letrada para el correcto ejercicio de sus derechos;
3) Las firmas peritadas fueron estampadas durante la etapa de instrucción y fue recién, a
instancias de fiscal del juicio, que el tribunal oral ordenó la realización de la pericia
calígrafa;
4) Se debe anular las actuaciones cuando el vicio afecte en derecho o interés cuando no
exista una finalidad práctica;
5) Las restantes pruebas eran suficientes para clasificar al condenado como la persona
que presentó a cobrar el cartular.
Decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:
Hace lugar a la queja considerando admisible el recurso extraordinario revocando la
sentencia apelada, para que, se vuelva a dictar un nuevo fallo conforme a derecho.
Relación con garantía constitucional:
Este fallo está vinculado con la garantía constitucional contra la auto- incriminación
(establecida en el artículo 18 de la Constitución Nacional “nadie puede ser obligado a
declarar contra sí mismo” y “quedan obligados para siempre … toda especie de tormentos
y los azotes”. Admitir que alguien puede ser azotado o atormentado, y que por estos u
otros medios de coacción (sean físicos o psíquicos), se le obliguen a declarar contra sí
mismo, implicaría atentar contra el principio de defensa en juicio), ya que el imputado
desiste a realizar un cuerpo de escritura para la pericia calígrafa y los funcionarios a cargo
del proceso, deciden tomar firmas insertadas en los actos procesales. Su consentimiento
fue viciado.

74
38.- CINCOTTA
La defensa se resistió a la realización del requerimiento judicial del reconocimiento del
imputado, los jueces rechazan el planteo por lo que interpone recurso extraordinario.
El recurso es desestimado por la Corte porque la medida no está comprendida en la
claúsula que veda declarar contra si mismo. El reconocimiento judicial no puede ser
resistido con fundamento constitucional.
No está comprendido en la claúsula constitucional de no declarar contra sí mismo, no es
consecuencia ni exime de producir otra prueba incriminatoria.
La clausula hace referencia a que no puede haber por parte del Estado ningún tipo de
mecanismo o presión tendiente a provocar la confesión del imputado. Solo él determinará
lo que quiere o lo que no le interesa declarar.
La presencia del imputado en las actuaciones del proceso no es “prueba” en el sentido de
la norma sino que es parte del ejercicio de la facultad estatal investigatoria de los hechos
delictuosos. Si el Juez instructor o los acusadores conceptúan fundadamente precisa la
diligencia para la identificación del imputado, será a fin de que no ofrezca duda quién es
la persona a que aquéllos se refieren.
Basándose en la Jurisprudencia Americana: la cláusula que proscribe la auto-
acriminación no requiere la exclusión de la presencia física del acusado como prueba de
su identidad, como no impide la obtención y el uso de las impresiones digitales.
La Queja fue desechada por la Corte.

39.- BALDIVIESO
Dictamen del Procurador General de la Nación: 8 de agosto de 2006. Esteban Righi.
HECHOS: Los hechos que dieron lugar a la condena dictada por el Tribunal Oral en en
lo criminal Federal de Salta tuvieron lugar el 20 de octubre de 2002 cuando a las 10:30
hs Baldivieso ingresó en la guardia de emergencias del Hospital San Bernardo donde
luego de ser atendido se le diagnosticó ingesta de elementos luego identificados como
cápsulas de clorhidrato de cocaína, situación que entró en conocimiento del agente Torres
de la policía que se encontraba en servicio en ese lugar, presumiblemente bajo
divulgación de los médicos tratantes.

75
→Fue condenado a 4 años de prisión por el delito de Transporte de Estupefacientes.
→La defensa interpuso recurso extraordinario federal
→La Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones de Casación Penal rechazó el recurso
de casación interpuesto por la defensa, declarado inadmisible.
→La defensa interpone la presente queja.
→Plantea dos agravios; primero, la utilización como prueba de aquellas circunstancias
que surgieron de la comparecencia del imputado a un htal público, violando la garantía
contra la autoincriminación. La decisión de Baldivieso no era libre al carecer de medios
para pagar un médico privado. Segundo, la relevación ilegítima de un secreto profesional,
criticando la interpretación jurisprudencial del dcho. positivo que sostiene que el médico
es un funcionario público por desempeñarse en un hospital público y que no está sujeto
al secreto profesional. Por ende, la defensa plantea la ilicitud de un procedimiento iniciado
en violación de un secreto médico, y la comparación entre bienes jurídicos protegidos por
el secreto y el interés del Estado en la persecución de delitos ya cometidos.
→El Procurador entiende que suscita cuestión federal y que se intenta establecer la
legitimidad de la prueba obtenida. La violación de la gtía. Contra autoincriminación y del
secreto profesional son dos especies del género común de la imposibilidad de valorar la
información y elementos de prueba.
→Dice que habrá de proponer una solución diferente de este punto: citando el fallo
precedente 306:1892 (caso Balbín v. Editorial Atlántida) sobre el carácter privadisimo de
la información personal, protegido por el art. 19 CN, deviene necesario discernir si en el
caso debería preponderar el derecho a la intimidad o si existía un interés superior que lo
limitara. De la respuesta dependerá si la noticia dada por el médico tratante implicó alguna
violación de los derechos de intimidad y por lo tanto si el proceso que se inicia en su
contra tiene por origen un acto jurídicamente nulo que convierte a todo el proceso en
ilegítimo o si se trató de una conducta ajustada a derecho.
→Destaca que el secreto está penalmente protegido en el art. 159 del CPen. y a su vez el
art. 177 del código de forma establece que los funcionarios incluidos los que ejerzan el
arte de curar tienen la obligación de denunciar delitos perseguibles de oficio, salvo los
hechos conocidos que estén bajo amparo del secreto profesional.

76
→El Procurador entiende que la obligatoriedad del secreto no depende de la forma
gratuita o remunerada con que fue prestada, sino de la naturaleza del socorro. De lo
contrario las personas de bajos recursos se debatirán entre su propia salud y la
incriminación. Cuando el legislador regula en el inc. 2 el ámbito de la consulta médica
deja en claro la supremacía del secreto profesional. Cita luego un caso de jurisprudencia
alemán en el que el tribunal niega que se justifique la intromisión del estado al perseguir
delitos en la relación de privacidad, ya que eso lesiona su derecho fundamental.
→Por ello opina que debe hacerse lugar a la queja, declarar procedente el recurso y
revocar la sentencia.
FALLO DE LA CSJN: 20 DE ABRIL DE 2010
→ Hace lugar a la queja y revoca la sentencia, reafirmando a línea jurisprudencial del
fallo plenario “Natividad Frías”. La dignidad de la persona es un valor supremo en nuestro
orden constitucional, y nadie debería hallarse en el inhumano dilema entre morir o
afrontar un proceso y una pena.
→Voto Dres. Highton de Nolasco y Petracchi: siendo la dignidad de la persona un valor
supremo en nuestro orden const. Y siendo un principio republicano de gobierno que
impide que el Estado persiga delitos valiṕendose de medios inmorales, sería aprovecharse
del peligro de muerte y la imposición al médico de convertirse en un agente de
persecución del Estado. (..) Por ello oído el procurador se hace lugar a la queja y se declara
procedente el recurso y se revoca la sentencia aplicada, declarando la nulidad de todo lo
actuado en esta causa y se absuelve a C. A. Baldivieso.
→ Voto Dra. Argibay: Además de no encontrarse obligados a dar noticia a la policía, los
médicos que atendieron a Baldivieso tenían prohibido hacerlo, según la interpretación
que se ha hecho anteriormente. Por ello oído el Procurador General, se hace lugar a la
queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia aplicada,
declarando la nulidad de todo lo actuado en esta causa y se absuelve a C. A. Baldivieso.

Juez natural. Imparcialidad e independencia

40.- GRISOLÍA

77
El señor Grisolia ha denunciado los delitos de privación ilegal de la libertad, lesiones,
abuso de autoridad y violación de los deberes de los funcionarios públicos, cuya comisión
se atribuye a personal de la comisaria de la sección 10° de la Capital Federal, los cuales
deberían ser tratados por la justicia Policial (creada por la ley 14.165). Pero no
corresponde ya que dicha ley fue derogada por un decreto.
El acusado interpone recurso de apelación ya que el Sr. Juez de 1ra instancia declara la
incompetencia de su jurisdicción para conocer en este asunto.
Cámara nacional de apelaciones en lo penal
La mayoría de la sala integrada por los Dres. Mario A. Oderigo y Alfredo M. Mendez con
la disidencia del doctor Raul Munilla Lacasa, resuelve que: no es competente esta
jurisdicción para entender en esa causa.
La sala integra, sin discrepancia de los jueces que la componen, resuelven:
Que se eleven los autos a la Corte Suprema de Justicia De la Nación, basándose en el
artículo 24 inc. 8° de la ley 13.998.
Dicho artículo hace mención a que: la Corte Suprema conocerá de las cuestiones de
competencia y los conflictos que en juicio se planteen entre jueces y tribunales del país
que no tengan un órgano superior jerárquico común que deba resolverlo y decidirá
asimismo sobre el juez competente en los casos en que su intervención sea indispensable
para evitar una efectiva privación de justicia.
El Procurador General apoyo lo que planteaba la disidencia agregando que:
-Es evidente que la declaración de incompetencia formulada por la justicia nacional en lo
Penal ordinaria, importa colocar al acusador particular y al Ministerio Publico en la
situación de no tener tribunal ante quien llevar adelante las acciones que le corresponden
para la debida averiguación y eventual sanción de los hechos imputados.
- Al leer el texto constitucional entiende que esté repudia el intento de privar a un juez de
su jurisdicción en un caso concreto y determinado.
-Lo resuelto por la Cámara nacional de apelaciones conduce a la impunidad de los delitos
cometidos hacia el señor Grisolia, porque habiendo desaparecido el fuero policial, no
existiría quien pueda juzgarlos.
- En este caso no se trata de deferir un proceso al conocimiento de ningún fuero especial
sino simplemente de que uno o varios ciudadanos comparezcan a responder de sus

78
acciones ante los tribunales comunes a que están sometidos el resto de sus conciudadanos.
Dichos tribunales son permanentes y están integrados por jueces que ofrecen todas las
garantías de imparcialidad necesarias para asegurarles una correcta administración de
justicia.
Concluye su dictamen y pide dejar sin efecto la resolución apelada, declarando que la
justicia nacional en lo penal ordinaria de la Capital Federal debe seguir conociendo el
caso.
Decisión de la Corte: En una decisión unánime, la Corte decidió que corresponde seguir
conociendo de este proceso a la justicia nacional en lo penal de la Capital Federal. Alfredo
Orgaz – Manuel J. Argañaráz - Enrique V. Galli – Carlos Herrera – Jorge Vera Vallejo
La Corte, en el tercer párrafo de la sentencia hace hincapié en la doctrina establecida por
ese Tribunal, descartando que el caso sometido apareje novedad alguna, haciendo alusión
al caso “Chumbita, Severo” (Fallos 17:22) del 4/11/1875 donde la CSJN dijo: “Que el
objeto del Art. 18 (29 actual) de la Constitución ha sido proscribir las leyes "ex post
facto", y los juicios por comisiones nombradas especialmente para el caso, sacando al
acusado de la jurisdicción permanente de los jueces naturales, para someterlo a tribunales
o jueces accidentales o de circunstancias; que estas garantías indispensables para la
seguridad individual no sufren menoscabo alguno, cuando a consecuencia de reformas
introducidas por la ley en la administración de la justicia criminal, ocurre alguna
alteración en las jurisdicciones establecidas, atribuyendo a nuevos tribunales
permanentes, cierto género de causas de que antes conocían otros que se suprimen a cuyas
atribuciones restringen; que la interpretación contraria serviría muchas veces de obstáculo
a toda mejora en esta materia, obligando a conservar magistraturas o jurisdicciones dignas
de supresión o de reformas”.
En otras palabras, puede decirse que la doctrina constitucional no veda que leyes
posteriores a los hechos a juzgar efectúen modificaciones de la jurisdicción, por cuanto
en el caso de Chumbita se habían creado los tribunales de la Provincia de La Rioja según
Ley de 1863, posteriores a hechos ocurridos en 1861, los cuales habrían de juzgar el caso
en desmedro de los federales, mientras que en Grisolía lo que había sucedido era la
derogación de los tribunales policiales (creados como fueros de causa -similares a los

79
militares- por la abrogada Constitución de 1949) volviendo en consecuencia, el
juzgamiento de aquellos casos a la justicia penal ordinaria.
Repercusiones:
Dada la ejemplaridad de la sentencia de la Corte Suprema, la riqueza del fallo no se agota
en lo dicho, sino que a su vez menciona los requisitos que debe tener esa sustitución del
tribunal por otro a posteriori del hecho generador del litigio. Estos serían que: primero
dicha modificación sea por ley formal, segundo que los tribunales a los que se atribuya la
nueva jurisdicción en los casos sean de manera general, o sea que también posean
jurisdicción en otros casos similares que se ventilen, y por último estables y permanentes,
esto vinculado con la característica que otorga la CN al Poder Judicial, porque sino
gozaran de dichos privilegios, no serían estrictamente en palabras de la Constitución,
jueces. Caso contrario se estaría creando una comisión especial de modo solapado, cosa
que sí está fuera de discusión y que se adapta de modo literal a lo que veda expresamente
el Art. 18 CN 1994.
Comentario:
Habiendo consultado sentencias desde el inicio de la Organización Nacional del Estado
(1863) se concluye que dicha garantía de “Jueces Naturales” no ha variado su significado
desde entonces, estableciendo claramente que no es la persona como juez la dotada de
jurisdicción, que la jurisdicción está en el órgano en sí, o sea, no es la persona la que juzga
sino, que quien cubra el cargo, será el que se avocará al caso; dicha construcción permite
salir al paso también sobre cuestiones como vacancias, renuncias o la muerte misma del
juez designado antes del hecho de la causa, evitando así consagrar la injusticia ocasionada
por la impunidad que vendría a dar la lectura estrictamente literal de la norma,
contraviniendo, como estableciera el dictamen del Procurador General, el propósito
preambular de “afianzar la justicia”. La garantía se cumple cuando los jueces son
nombrados en virtud de ley general fundada en la Constitución; e involucra la posibilidad
de ocurrir ante algún órgano jurisdiccional.

41.- ZENZEROVICH
Los hechos se basan en el pedido de la defensa de Ariel Zenzerovich de recusar a una
jueza correccional argumentando que la acumulación de la misma de instruir, ordenar la

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elevación a juicio y dictar pronunciamiento final impide la garantía del juez imparcial. A
su vez, explican que la jueza había decidido tomarle declaración indagatoria, a los pocos
días lo inhibió de forma provisoria para conducir automotores. Por último, al momento
de decidir la elevación a juicio, la oposición de la defensa fue rechazada.
Por medio del escrito de recusación se deja asentado que el acusado se encuentra bajo el
principio de iudex suspectus.
La jueza rechazada el pedido de recusación de la defensa por tratarse de algún supuesto
de prejuzgamiento.
La Cámara Nacional de Casación Penal confirma la decisión de la jueza, diciendo que
efectivamente se trataba de un prejuzgamiento. Acto seguido, el defensor interpone un
recurso extraordinario, explicando los hechos del caso en primer lugar, para luego
concluir con las decisiones judiciales, que eran la convocatoria por parte de la jueza para
prestar declaración indagatoria, el auto de procesamiento de Ariel Zenzerovich, y una
inhabilitación especial para conducir cualquier tipo de automotores.
Quien pide la elevación a juicio es la Fiscalía, donde los abogados de Zenzerovich se
oponen pidiendo el sobreseimiento. Pero la jueza rechaza el pedido fundamentando que
había semiplena prueba que daba lugar al auto de procesamiento. Es por esto que los
defensores pidieron la recusación.
El pedido de apartamiento de la jueza, pedido por los abogados de Zenzerovich, se
basaron en los pactos internacionales, los cuales consagran el principio garantista de quien
instruye no debe juzgar, ya que el imputado tiene derecho a un debido proceso legal. Y el
mismo se llevaría a cabo si fuese juzgado por un juez imparcial.
Sostienen que el a quo ni siquiera consideró la postura del defensor, lo cual viola el
derecho a la defensa.
Sin embargo, la Cámara de Casación Penal concede el recurso extraordinario.
El Procurador General revisó el pedido de parte a través del artículo 18 de la Constitución
Nacional que hace referencia a la garantía del debido proceso legal, y el artículo 33 que
establece como garantía no enumerada la imparcialidad, y llegó a la conclusión de que la
impugnación efectuada debía ser acogida.
Quien crea que la imparcialidad está en juego, tiene la facultad de presentarse ante el Más
Alto Tribunal de la Nación, e incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos

81
Humanos una vez que se agotase la jurisdicción interna a través del fallo de la Corte
Suprema.
El Procurador hace mención a que el Código Procesal Penal establece para los delitos
correccionales que el juez correccional instruirá y juzgará. Pero vuelve sobre lo anterior:
no es lo que estipula la Constitución Nacional. El juez que decide en juicio público debe
ser distinto del que investigó.
La garantía de imparcialidad es el fundamento de los principios de juez natural e
independencia judicial que son instrumentales respecto de aquella. Es la exigencia de
neutralidad, que en otras palabras sería una independencia del juez de todo poder estatal
que pueda influir en la consideración del caso. Pero también significa evitar la
manipulación del juez al que le toca intervenir en una causa. Pero el juez no es imparcial
por el simple hecho de ser independiente de los demás poderes del estado. Sería correcto
hablar de imparcialidad vinculando la relación que tenga el juez con el caso en concreto.
Por ejemplo, el parentesco opera de pleno derecho, sin importar el interés de los que
intervienen en el proceso. La causa genérica que funda el apartamiento de un juez es el
“temor de parcialidad”, según el derecho comparado. En esta causal, el “temeroso” debe
denunciar la situación y poder demostrar su temeridad.
No se trata de si el juez es imparcial o no. Es suficiente que existan motivos que
justifiquen una desconfianza sobre la imparcialidad del juez.
El mismo principio que genera la Constitución Nacional lo encontramos implícito en los
tratados sobre Derechos Humanos, como por ejemplo en el artículo 26 de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, que establece “toda persona acusada
de delito tiene derecho a ser oída en forma imparcial”.
El principio de que el juez no puede que investiga no puede juzgar fue objeto de diversos
pronunciamientos de tribunales internacionales, como por ejemplo el Tribunal
Constitucional Español, el cual, según su Constitución, se encuentra en un rango
jerárquico de mayor importancia que la Corte Suprema, y ejerce el máximo poder del
Estado. Allí rige el principio de que quien instruye no puede juzgar, pero a partir de una
reforma legislativa, y con el fin de acelerar el proceso penal por delitos leves o de sencilla
investigación, se permitió que el juez que instruía, a su vez decida sobre el sometimiento
o no del imputado a juicio, e incluso juzgarlo.

82
Otro tribunal internacional es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con fallos sobre
el tema relevantes como “Piersack” (TEDH, 1 de Octubre de 1982) o “De Cuber” (TEDH
del 26 de Octubre de 1984).
El Procurador General de la Nación opina que la jueza correccional, por haber instruido
en la causa, no puede ser considerada objetivamente imparcial para dictar sentencia.
Puede suponerse que ya ha realizado una valoración por considerar al acusado como
sospechoso de haber sido autor del delito. Esta valoración penetra la imparcialidad.
Respecto del artículo 27 del Código Procesal Penal que establece que “el juez en lo
correccional investigará y juzgará en una única instancia”, se resuelve que para garantizar
la imparcialidad, cuando el imputado lo solicite, como en la causa Zenzerovich, el juez al
que le toque investigar no podrá luego juzgar en la causa que ya instruyó, debiendo
elevarla a otro juez correccional.
Para finalizar, el Procurador General opina que la Corte debe hacer lugar al recurso
extraordinario interpuesto por la defensa y a la recusación planteada el 24 de octubre de
1998.

42.- LLERENA
(Resuelto el 17/05/2005)
Introducción: En el caso "Llerena" la Corte por primera vez declaró que viola la garantía
constitucional de imparcialidad del juez que el mismo magistrado que investigó sea quien
juzgue y sentencie al imputado.
Hechos: Según la ley procesal, en los procedimientos correccionales -que son aquellos
que investigan y juzgan delitos cuya pena es menor a la de tres años de prisión- el mismo
juez que estuvo a cargo de la investigación y procesó al imputado es quien debe juzgarlo
en el juicio oral. Por otra parte, la ley procesal penal no establecía expresamente que el
juez que investigó no puede juzgar al imputado.
El fallo de la CSJN se debió a un recurso de hecho deducido por el defensor oficial de
Horacio Luis Llerena en la causa Llerena, Horacio Luis s/ abuso de armas y lesiones -
arts. 104 y 89 del Código Penal.
Llerena fue procesado por la justicia correccional en orden a la presunta comisión de los
delitos de amenazas agravadas por el uso de arma de fuego y abuso de armas. Antes de

83
que comenzara el juicio oral, la defensa de Llerena recusó a la jueza que lo había
procesado argumentando que ella no sería imparcial para juzgar y sentenciar. En virtud
de que la recusada ya había dictado resoluciones en su contra para avanzar en el proceso,
con sustento en las pruebas recolectadas en la etapa de investigación instructoria; y en
consecuencia no se encontraba en posición de neutralidad frente al caso, como para
realizar el debate. Asimismo, solicitó subsidiariamente que se declare la
inconstitucionalidad del 2do. párrafo del art. 88 de la ley 24.121, que suprimió el apartado
uno del art. 55 del Código Procesal Penal de la Nación (ley 23.984), que preveía
expresamente la causal invocada de recusación.
Por ello, solicitó el apartamiento de la doctora María Susana Nocetti de Angeleri,
amparándose en la garantía que posee el imputado de ser juzgado por un tribunal
imparcial, consagrada en los instrumentos internacionales incorporados a la Constitución
Nacional por el art. 75, inc. 22.
La jueza a cargo de la causa hizo lugar al planteo de la defensa y remitió las actuaciones
a la Cámara para que sorteara el juez que continuaría el proceso. El magistrado sorteado
no aceptó la competencia atribuida y remitió la causa a la Cámara de Casación Penal.
Dicho tribunal devolvió las actuaciones al juzgado correccional originario (Jueza Nocetti
de Angeleri). Por consecuencia, la defensa interpuso recurso extraordinario, el cual fue
denegado, motivando una queja. La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar a
la queja planteada.
Decisión:
La Corte declaró que viola la garantía constitucional de imparcialidad del juez que el
mismo magistrado que investigó sea quien juzgue y sentencie al imputado. Se deja sin
efecto la sentencia apelada.
En la tarea de investigación preliminar, el instructor va formándose tanto una hipótesis
fáctica como una presunción de culpabilidad, en una etapa anterior al debate oral. Por lo
tanto, podría sospecharse que ya tiene un prejuicio sobre el tema a decidir, puesto que
impulsó el proceso para llegar al juicio.
En este sentido, puede afirmarse que los actos procesales llevados a cabo por la jueza
cuestionada, evidencian objetivamente la sospecha de su parcialidad que puede tener el
imputado, toda vez que aquella recopiló prueba, ordenó el allanamiento de su domicilio,

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lo interrogó, dictó su acto de procesamiento pese al descargo realizado, y posteriormente
decidió la elevación a juicio de la causa.
La Corte afirmó que la garantía de juez imparcial, protegida en la Constitución Nacional
y en los pactos internacionales de derechos humanos que tienen jerarquía constitucional,
prohíbe que el juez que investiga sea el mismo que juzgue y sentencie (Voto de los jueces
Petracchi, Maqueda, Zaffaroni, Highton de Nolasco, Argibay, Belluscio y Boggiano)
Zaffaroni y Highton de Nolasco resolvieron que la ley procesal debía interpretarse de
conformidad a este principio y, por más que no estuviera prevista esta circunstancia como
causal de excusación, debía aceptarse la misma.
Boggiano y Maqueda votaron por declarar la inconstitucionalidad de la ley procesal que,
reformando la anterior, suprimió como motivo de inhibición del juez el hecho de que en
el mismo proceso hubiere pronunciado sentencia o auto de procesamiento, conforme lo
disponía la redacción original del art. 55 del Cód. Procesal Penal de la Nación.

43.- DIESER
La CSJN rechazó la queja promovida por la defensa de Dieser contra la resolución que
denegó el recurso de inconstitucionalidad local, a su vez interpuesto contra la sentencia
de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal, que confirmó la condena dictada por
el juez de primera instancia. Contra este pronunciamiento se interpuso recurso
extraordinario federal, cuya denegación dio lugar a la queja.
Procurador General de la Nación: La defensa técnica de la afectada se agravia de que fue
afectada la garantía que le asiste a su defendida de ser juzgada por un tribunal imparcial,
porque dos de los tres magistrados, integrantes de la Cámara de Apelaciones en lo Penal,
que suscribieron el voto mayoritario en la condena son los mismos que intervinieron
previamente en diversas apelaciones suscitadas en el mismo proceso.
La Corte Provincial rechazo aquel agravio considerando que la Camara estaba únicamente
desplegando una actividad revisora, que las opiniones vertidas por los magistrados en la
debida oportunidad procesal (sobre puntos sometidos a su consideración) de ningún modo
implican prejuzgamiento sino que es el cumplimiento de su deber.
Según el Procurador General de la Nación, se está ante un remedio federal (constatar la
inconstitucionalidad) que resulta formalmente procedente ante la afectación del derecho

85
de defensa y de ser juzgado por un tribunal imparcial (garantías consagradas en el Art 18
CN).
Considera que existe cuestión federal suficiente, puesto que la defensa pone en discusión
el alcance de la garantía de juez imparcial (reconocida dentro de los derechos implícitos
en el Art.33 CN) o derivada de las garantías del debido proceso y de la defensa en juicio
establecidas en el Art 18 CN.
La CIDH ha afirmado en ocasiones anteriores que la imparcialidad supone que el tribunal
o juez no tiene opiniones preconcebidas sobre el caso sub judice. Si la imparcialidad
personal de un tribunal o un juez se presume hasta prueba en contrario, la apreciación
objetiva consiste en determinar si independientemente de la conducta personal del juez,
ciertos hechos pueden ser verificados autorizan a sospechar sobre la imparcialidad.
El Tribunal Europeo de DH sostiene que lo decisivo es establecer si, desde el punto de
vista de las circunstancias externas (objetivas), existen elementos que autoricen a abrigar
dudas con relación a la imparcialidad con que debe desempeñarse el juez, con
prescindencia de que es lo que pensaba en su fuero interno.
La imparcialidad objetiva exige que el tribunal o juez ofrezca las suficientes garantías que
eliminen cualquier duda acerca de la imparcialidad observada en el proceso. La cuestión
del fallo está en analizar si los jueces revisores del auto de procesamiento estaban en
condiciones de mantener su imagen de imparcialidad a la hora de revisar la sentencia
condenatoria.
La regla 4 de “Las reglas de Mallorca” establece que los tribunales deberán ser
imparciales. Las legislaciones nacionales establecerán las causas de abstención y
recusación. Especialmente no podrán formar parte del tribunal quien haya intervenido
anteriormente, de cualquier modo, en otra función o en otra instancia de la misma causa.
En estas condiciones esta revisión del caso hecha por los mismos jueces tampoco
garantiza la vigencia plena de la garantía de la doble instancia que exige que magistrados
que no conocieron anteriormente el hecho revisen las decisiones del inferior, pues, si no,
doble instancia significaría tan solo, doble revisión por las mismas personas.
La solución dada por el Procurador General de la Nación es propiciar inválida la sentencia
y hacer lugar a la queja interpuesta y declarar procedente el recurso extraordinario.

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CSJN: Hace lugar a la queja y declara procedente el recurso extraordinario y revoca la
sentencia apelada.
Voto Argibay: Considera que resulta incompatible con la garantía de imparcialidad la
circunstancia que se un mismo juez el que intervenga en la instrucción del proceso y el
que actúe en la etapa de juicio. No puede haber dudas razonables de que el órgano
jurisdiccional que es tribunal de alzada del magistrado de instrucción carece
objetivamente de imparcialidad para juzgar.

Requisa y detención por parte de autoridad competente

44.- DARAY
Hechos: En el mes de abril de 1991, en horas de la mañana, personal policial de la zona
de San Rafael, Mendoza, que se encontraban practicando controles de rutina, detuvo en
la vía publica a Carlos Antonio Garbin, el cual conducía un auto Mercedez Benz, con
patente de Capital. Según el informe del policía interviniente, la razón de la detención fue
para que el conductor acreditara su habilitación para conducir el rodado.
Garbin exhibió la documentación solicitada, a pesar de esto el informe policial advierte
que a Garbin se lo “invito” a concurrir a la seccional de Policía, en donde se constato que
el número grabado en el motor y en el chasis coincidía con la cédula vehicular.
Mientras los oficiales de policía intentaban comunicarse con Bs. As. Para determinar “si
el rodado poseía impedimento legal alguno”, Garbin, “espontáneamente” involucró a sus
hijos Claudio y Alejandro, diciendo que estos tenían automóviles extranjeros con patentes
diplomáticas. Garbin se ofreció a acompañar al personal a “entrevistarse” con sus hijos
en una bodega propiedad de aquél.
La policía logra intervenir en el domicilio de los hijos de Garbin, los cuales reconocieron
su intervención en compras irregulares de autos importados por diplomáticos,
suministrando detalles de las operaciones y revelando el lugar donde ocultaban los
vehículos. Con dicha información la policía dejo constancia de que los Garbin quedaban
detenidos e incomunicados.
Luego de eso se le dio intervención al juez federal en turno por el presunto delito de
contrabando, solicitándosele una orden de allanamiento para el secuestro de los vehículos

87
y de su documentación. El juez libró la orden y se secuestró un automóvil con patente
diplomática.
Voto de la mayoría: El fallo de la corte contó con el voto de la mayoría, la cuestión
planteada giró en torno a la absoluta arbitrariedad de la detención inicial sufrida por
Garbin padre. Los jueces Nazareno, Moline O’Connor y Levene expresaron:
“En el caso concreto los agentes de policía no presenciaron la comisión de ningún
delito, ni dejaron constancia de que tuviesen, al momento de detener al señor Garbin,
ningún indicio que pudiera razonablemente sustentar la sospecha de su vinculación con
la comisión de un delito. Al contrario no se advierte que tiene de sospechoso que una
persona conduzca su propio automóvil, portando la documentación habilitante pedida a
su nombre (Consid. 12)
La corte analizó si esa detención se ha llevado a cabo de manera compatible con el Art.
18 de la CN, el cual en la parte principal dispone que nadie puede ser arrestado sino en
virtud de orden escrita de autoridad competente.
Además este voto señaló que todo proceso penal debe ser tramitado de acuerdo con una
ley preexistente que al mismo tiempo faculte y limite al Estado en el ejercicio de la
coacción procesal (Consid. 11)
El voto de la mayoría afirmó un estándar en el nivel de sospechas necesarios para
considerar válida una detención por vía policial. El voto mencionó la necesidad de que se
cuente con indicios vehementes de culpabilidad para proceder a la detención.
Además agregó que se requiere que estén reunidas todas las cirscuntancias que justifiquen
la razonabilidad de la detención.

45.- FERNÁNDEZ PRIETO


El 26 de mayo de 1992 miembros del personal policial de la sección “Sustracción de
Automotores”” observaron que circulaba un vehículo marca Renault 12 con tres sujetos
en sus interior en 2actitud sospechosa” interceptaron e hicieron descender a los ocupantes
y lo requisaron en presencia de testigos, habiendo hallado “ladrillos” característicos de
picadura de marihuana tanto en el baúl como el interior del vehículo. Se incautaron de un
arma y proyectiles que se encontraban en el baúl.

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Se procede al secuestro de todo lo narrado y descripto, incluido el automotor y
procediéndose a la detención de los interceptados… (el acta es firmada por los
preventores, los testigos y el procesado).
En declaración indagatoria el procesado admitió que transportaba drogas desde Capital
Federal con destino a la Ciudad de Mar de plata, y, si bien no cuestionó el procedimiento
policial, dio una versión distinta de la ubicación de aquélla en el interior del rodado.
El tribunal a quo admitió la validez de la requisa del automóvil y la posterior detención
de éste. Consideró que “la requisa efectuada en autos tuvo su origen en un estado de
sospecha previo que animaba a los funcionarios policiales, en circunstancia en que
resultaba imposible requerir una orden judicial previa, y que dicho proceder se llevó a
cabo sin conculcar garantía o derecho individual alguno”.
Que la recurrente sostiene que la sentencia apelada vulnera el art.18 de la Constitución
Nacional toda a su vez que a su criterio el a quo realizó una interpretación del art. 4 del
cód. de procedimiento en materia penal violatoria de aquella garantía, ya que los indicios
vehementes de culpabilidad que se mencionan en la norma procesal, para habilitar a las
fuerzas policiales a detener a una persona sin orden judicial, no pueden asimilarse al
“estado de sospecha” al que se alude en el fallo impugnado. Considera que “sólo cuando
existan actuaciones y requisa sin orden…”. Además se agravia de la omisión de describir
en que consistió la “actitud sospechosa” y en la interpretación efectuada por el a quo de
las garantías constitucionales y normas procesales que rigen el caso que se hallarían en
contradicción a la doctrina de esta corte en el fallo “Daray”.
La corte dijo que lo afirmado por la recurrente, el fallo Daray, no guarda analogía con la
presente , pues ella se imputaba la ilegitimidad de una detención so pretexto de realizar
“una mayor verificación de la documentación del vehículo “ mientras que en la presente
lo que se sostiene en la nulidad de la requisa de un automóvil , de la cual derivó de la
detención de sus ocupantes.
El artículo 18 de la Constitución Nacional, al establecer que la orden de arresto debe
provenir de autoridad competente presupone una norma previa que establezca en qué
casos y bajo qué condiciones procede una privación de libertad. El artículo 4 del C.P.P.
es la norma que reglamenta el artículo 18 de la Constitución Nacional al establecer el
deber de los agentes de policía de detener a las personas que sorprendan en flagrante

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delito y aquéllas contra quienes haya indicios vehementes o semiplena prueba de
culpabilidad.
Los planteos de la defensa no pueden prosperar, puesto que no se advierte ninguna
irregularidad en el procedimiento de la que pueda inferirse violación alguna al debido
proceso legal, más aún si se tiene en cuenta que los preventores requirieron la presencia
de testigos para requisarlo, uno de los cuales relató que en su presencia se secuestraron
armas y efectos del interior del auto. Además el procesado no cuestionó el procedimiento,
sino el lugar.
Existían razones de urgencia para no demorar el procedimiento hasta recabar la orden
judicial de detención , pues al tratarse de un vehículo en circulación, esa demora hubiera
favorecido tanto la desaparición del bien, como los efectos que se hallaban en su interior
y la posible fuga de los ocupantes.
El acto de detención se efectuó dentro del marco de una actuación prudente y razonable
del personal policial en el ejercicio de sus funciones específicas, en circunstancias de
urgencias, sin que se halle probada, ni la vulneración de la norma que reglamenta el art.
18 CN.
La corte confirma la sentencia.
Disidencia del doctor Fayt: Que el artículo 4 del C.P.P. dispone que “el jefe la Policía de
la Capital y sus agente tienen el deber de detener a las personas que sorprendan en “in
fraganti” delito, y aquéllas contra quienes haya indicios vehementes o semiplena prueba
de culpabilidad, debiendo ponerlas inmediatamente a disposición del juez competente”.
Resulta evidente, de la lectura de las actuaciones policiales antes transcriptas, que la
actitud sospechosa de tres sujetos en un automóvil que se desplazaba por las vía pública,
en manera alguna puede equipararse a las claras circunstancias establecidas por la ley
procesal.
En tanto las detenciones con fines cautelares “constituyen una severa intervención del
Estado en el ámbito de la libertad del individuo, su ejercicio no puede estar librado a la
arbitrariedad”. La “exigencia de que la detención se sustente en una causa razonable
permite fundamentar por qué es licito que un habitante de la Nación deba tolerar la
detención y, proscribir que cualquier habitante está expiesto, en cualquier circunstancia y
momento de su vida, sin razón explicita alguna, a la posibilidad de ser detenido por la

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autoridad”. De que lo actuado en la causa nada persuade de que la autoridad policial haya
obrado sobre la base del conocimiento de circunstancias que hicieran razonable la
detención del recurrente y si esas circunstancias existieron los agentes policiales las han
mantenido “in pectore”, y no han dejado expresión de ellas, lo cual impide comprobar la
legalidad de arresto.
La inexistencia de fundamentos para proceder en el modo cuestionado no puede
legitimarse por el resultado obtenido las razones justificantes del proceder policial deben
existir en el momento en que se lleva a cabo y no posteriormente.
Se hace lugar a la queja. Se declara admisible el recurso extraordinario y se revoca la
sentencia apelada.
Disidencia del doctor Petracchi: La detención y posterior requisa fueron fundadas en la
supuesta “actitud sospechosa” de los detenidos, sin expresar cuáles fueron las
circunstancias que, en concreto, llevaron a los funcionarios policiales a llegar a esa
conclusión. Tampoco se expresó cuál era la “actitud” o que era lo que había que
sospechar.
Que todas las protecciones que el art. 18 de la CN asegura frente a las intromisiones
estables en los derechos del individuo tiene como común denominador la proscripción de
la arbitrariedad. Esta garantía básica y de contenido general es también la que recoge la
Declaración Universal de Derechos Humanos, el pacto internacional de Derechos Civiles
y Políticos.
Que la detención de Fernández Prieto y la requisa del automotor en que viajaba resultaron
constitucionalmente inválidas. Tal como lo predicaron los jueces en la fallo Daray.

46.- TUMBEIRO
Los hechos que motivan el fallo habrían ocurrido el 15 de enero de 1998, en las
inmediaciones de la calle C. al 1700 de esta ciudad cuando el personal policial identificó
a Carlos Alejandro Tumbeiro al considerar que su actitud en la vía pública resultaba
sospechosa, porque su vestimenta era inusual para la zona y por mostrarse nervioso ante
la presencia del patrullero. No obstante, luego de acreditar su identidad con el documento
que llevaba en su poder, ante el nerviosismo que exhibía se lo llevo al interior del vehículo

91
policial con el fin de establecer, a través del sistema dígito radial, si registraba pedido de
captura, lo que dio como resultado negativo.
Mientras se obtenía ese informe, se detectó que dentro del diario perteneciente a
Tumbeiro, que estaba a su lado en el asiento, había una bolsita con una sustancia que
resultó ser cocaína. Ante este hallazgo, se convocó a testigos, se labró acta de estilo y se
procedió a la detención.
La Cámara de Casación con respecto al fallo Tumbeiro resolvió por mayoría dejar sin
efecto la condena y absolverlo del delito de tenencia de estupefacientes por nulidad de la
diligencia de secuestro practicada por el personal policial.
La Fiscalía general interpuso recurso extraordinario a la decisión tomada por la cámara
de apelaciones por considerar que en la sentencia impugnada se afectaba la interpretación
de los art 284 y 285 del código procesal de la nación los cuales habilitaban la actuación
del personal policial en virtud de la facultad que reconoce la ley 23.950, pero
principalmente hacia hincapié a una posible afectación de la garantía del debido proceso,
ya que la decisión de cámara anulo una actuación de prevención legalmente avalada.
¿La mera actitud sospechosa o el nerviosismo que exterioriza una persona en la via
publica ante la presencia de funcionarios de la fuerza de seguridad, autoriza a averiguar,
en el lugar, si registra pedido de captura aun cuando acredite su identidad con respectivo
DNI? Esta diligencia afectaría la garantía del art 18 de la C.N frente al arresto arbitrario?
¿Es válido el secuestro del material incriminante que llevaba Tumbeiro el cual fue
encontrado mientras se establecía si registraba antecedentes?
Con respecto a la primera cuestión planteada se resolvió, que fuera de los casos
establecidos en el código de procedimiento no se podrá detener a las personas sin orden
del juez competente. Sin embargo, si existiesen circunstancias debidamente fundadas que
presuman que alguien hubiese cometido o pudiera cometer algún hecho delictivo o
contravencional y no acreditase fehacientemente su identidad, podrá ser conducido a la
dependencia policial correspondiente con noticia al juez con competencia y demorada por
el tiempo mínimo necesario para establecer su identidad, que en ningún caso podrá
exceder 10 horas.
Motivo de esto, el caso llego a la corte donde resuelve que la interceptación de una
persona en la vía pública con fines identificatorios y su posterior alojamiento en un

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vehículo a la espera de la recepción de los antecedentes constituye una verdadera
detención que solo con el recurso de eufemismo habría de considerarse bajo el titulo de
mera “demora”.
También constituye función de los agentes públicos las tareas de prevención para evitar
la comisión de delitos (Art. 183 CPPN) donde deberán investigar por iniciativa propia los
delitos de acción pública. Por tal motivo en el caso Tumbeiro la interceptación del
acusado a los fines de su identificación fue llevada a cabo por un conjunto de actitudes
tales como el nerviosismo puesto de manifiesto ante la presencia policial y que se trataba
de una persona que por su comportamiento y vestimenta no parecía de la zona.
Por lo tanto los funcionarios policiales tienen potestad para proceder a la demora de las
personas por el tiempo mínimo necesario para establecer su identidad cuando existan
circunstancias debidamente fundadas que hagan presumir que alguien hubiese cometido
o pudiera cometer algún hecho delictivo o contravencional y no acredite fehacientemente
su identidad.
Para esto se tiene de argumento la opinión de la Suprema Corte de los Estados Unidos,
en cuanto ha convalidado la requisa y detención sin orden judicial efectuada por un policía
al advertir que extraños actuaban de “manera sospechosa”
El secuestro de estupefacientes dentro de sus pertenencias constituyó un caso de
flagrancia de los artículos 284 del CPPN ya que los funcionarios públicos actuaron en
cumplimiento del deber de detención, aun así sin orden judicial, y procedieron a la
incautación de la sustancia en virtud de la atribución que les fija el artículo 184.
Por lo tanto no se encuentra violación alguna al debido proceso legal.

47.- PERALTA CANO


La Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal rechazo el recurso de casación en
favor de Mauricio Peralta Cano, a quien se condeno a un mes de prisión en suspenso y
multa de trescientos australes actualizable, por el delito previsto en el articulo 14 segunda
parte, de la ley 23737, sustituyendo la pena por una medida de seguridad.
Contra este fallo se presento recurso extraordinario federal, declarado inadmisible por él
a quo, lo cual origino una queja de parte de la defensora oficial ante casación y otra por
el imputado.

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Surge del sumario labrado por la policía de Mendoza, que el 10 de Mayo de 2002, a las
22 horas, en un destacamento dependiente de la Comisaria 40, el cabo Rosales recibió
una llamada anónima, donde se informaba que había dos jóvenes en actitud sospechosa.
Rosales se dirigió a la zona, intercepto a las dos personas, las detuvo, las condujo al
destacamento y allí las requiso, encontrando en la ropa de Mauricio Peralta Cano en
envoltorio con 0,635 gr de marihuana.
La defensa oficial planteo dos cuestiones: 1) la nulidad de la detención, requisa y
secuestro de la droga en poder de Peralta Cano, por falta de orden judicial y ausencia de
los requisitos de urgencia, necesidad, causa razonable y sospecha suficiente y 2)haberse
prescindido del testimonio del cabo Campos, quien se hizo cargo del procedimiento y a
quien el imputado le dijo que lo secuestrado lo habían encontrado en el piso y no le
pertenecía, como también la discordancia entre el acta de procedimiento, la versión de
uno de los prevenidos a quien el juez le asigno papel de testigo, y la del oficial que labro
el acta. Luego en la queja por el recurso federal denegado, la defensora general de la
Nación postulo la inconstitucionalidad de punir la tenencia de estupefacientes cuando la
cantidad es mínima y destinada al consumo personal.
Casación remitió a que la ley autoriza expresamente a la policía a efectuar las requisas
urgentes (art 230 Código Procesal Penal de la Nación) dando aviso inmediato a la justicia,
situación que se habría dado pues el policía actuó por el llamado de un vecino. Así se
intercepto a los dos jóvenes, uno de los cuales poseía un destornillador. Por esto se los
conduce a la comisaria, donde se los revisa, encontrando luego el sobre de marihuana. Se
cito la doctrina del tribunal que postula que en lo referente a las excepciones que legitiman
las detenciones y requisas sin orden judicial, debe darse relevancia al momento del
procedimiento y a las razones urgentes que puedan existir, llegando a que se pueda
arrestar a plena luz del día y en lugares públicos sin orden judicial. Por lo tanto la requisa
y detención de Peralta Cano resultan legítimas, atendiendo a la llamada, a que las dos
personas merodeaban a altas horas de la noche en un lugar conflictivo y en actitud dudosa,
percibiendo el policía que uno llevaba un destornillador y diciendo que escucho a uno
alertando al otro diciendo “ojo”. Esto fundo razonable sospecha para que la autoridad
proceda, teniendo el resultado del hallazgo de estupefacientes en Peralta Cano.

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Consideró que los actos preventivos cumplidos por el policía Rosales (aprehensión,
traslado, requisa y secuestro) carecen de los estándares mínimos exigidos por las leyes,
surgiendo además que el proceso tuvo como única fuente la versión del policía Rosales.
Además hay otras falencias: no consta el secuestro del destornillador, ni declara la otra
persona que habría visto la droga en poder del imputado, el agente Perla, presente en el
destacamento en ese momento. Se le suma que la prueba adquirida en la instrucción dejo
dudas sobre si el imputado tenia realmente la droga en su poder y si el proceso se inicia
porque los jóvenes tenían actitud sospechosa, hay discordancia entre el motivo aparente
de la detención y el proceso que termina en una tenencia de estupefacientes.
Estimó que es improbable que se den las excepciones de los arts. 284, 230bis y 231 del
Código Procesal Penal, ya que no existen constancias que permitan determinar que
estamos ante una situación de flagrancia o de indicios de culpabilidad o circunstancias
que hagan presumir que alguien hubiese cometido o pudiese cometer un delito.
La existencia de una denuncia anónima y que el policía alegue que uno de los jóvenes
llevaba un destornillador que no fue secuestrado, no son razones suficientes para que se
pueda hablar de una “causa probable” o “sospecha razonable” para desencadenar
ilícitamente el procedimiento policial.
Por lo tanto, en virtud de la doctrina de esta Corte, cable declarar que ni la detención, ni
la requisa, ni los elementos secuestrados, debieron haber dado origen a la instrucción de
la causa. Por lo expuesto considero que se puede revocar la sentencia apelada y absolver
a Peralta Cano por el delito de tenencia de estupefacientes para consumo personal.
Corte Suprema:
“Esta Corte comparte y hace suyos los fundamentos y conclusiones del Procurador Fiscal,
a cuyos términos remite. Resultando innecesaria otra sustanciación, revoca la sentencia
apelada y absuelve a Peralta Cano por el delito de tenencia de estupefacientes para
consumo personal.”

48.- MINAGLIA
Una brigada policial realizaba tareas de vigilancia frente a una finca donde se tenía un
conocimiento supuesto que se podía estar vendiendo estupefacientes. Los policías
advierten que un auto en el que habían dos hombres se estaciona frente a la finca, bajan

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al domicilio y son atendidos con una persona con la que intercambian elementos
aparentemente. Son seguidos estas dos personas por los policías, los detienen y se
secuestra del auto envoltorios de cocaína. Uno de los policías indica en su declaración
que uno de los detenidos, Pablo Rodríguez, manifestó espontáneamente que la cocaína la
habían comprado en la finca indicando los departamentos. La autoridad policial solicitó
al juez federal en turno la respectiva orden de allanamiento quien autoriza el pedido de
modo inmediato. Se obtuvieron resultado positivo, encontrándose drogas y armamento,
se detuvieron a varias personas entre las que se encontraba Mauro Oscar Minaglia.
Se dictó la prisión preventiva respecto de Minaglia y el allanamiento se había realizado
en horario nocturno en un domicilio que carecía de luz eléctrica.
La defensa impugno el allanamiento en razón de la nocturnidad y la falta de luz eléctrica.
La causa continúa con cambio de juez que dictó sentencia haciendo lugar al pedido de
nulidad de la defensa y absolver a Minaglia.
Es apelada por el Ministerio Público Fiscal.
La Sala II revocó la decisión del juez de 1° instancia, no haciendo lugar al planteo de
nulidad de la defensa y condenó a Minaglia a la pena de 4 años de prisión y multa por
resultar autor penalmente responsable del delito de tenencia de estupefacientes con fines
de comercialización declarándolo además como reincidente.
La defensa apela basándose en la falta de fundamentación del auto que dispuso los
allanamientos y reitera que el único fundamento que pudo haber tenido la orden de
allanamiento fue la declaración espontanea de Rodríguez que resulta invalida.
Voto mayoría:
- Declaran mal concedido el recurso en cuanto a los aspectos relativos a la hora en
la que fue realizado el allanamiento ya que son materia procesal ajena a la instancia
extraordinaria federal.
- Desestiman el recurso en lo atinente a la supuesta invalidez de los dichos
espontáneos del detenido Pablo Rodríguez.
- Declaran procedente el recurso en cuanto al allanamiento. La constitución
nacional en su artículo 18 declaran que el domicilio es inviolable y solo bajo excepciones
se procede a allanar cuando concurran los casos y justificativos que una ley previa lo
estipule.

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- La corte establece que concurre uno de los casos para la procedencia del
allanamiento que es la prevención e investigación de un delito; que se cumplen con los
justificativos que la ley prevé. Establece que existió un procedimiento policial destinado
a la prevención y represión de delitos y bajo sospechas razonables y fundadas
- La corte determina si volcar los fundamentos del allanamiento en el auto y orden
respectiva es una exigencia constitucional contenida en la garantía de la inviolabilidad de
domicilio. Establece que no existe tal conexión entre el requisito procesal en cuestión y
la garantía de la inviolabilidad del domicilio ya que si los motivos de un allanamiento
constan o no en el acta respectiva no resulta en modo alguno suficiente para determinar
si en un caso concreto se incurrió o no en los casos y justificativos que exige la CN. Lo
que resulta esencial para que un allanamiento se ajuste a las pautas constitucionales es
que del expediente surjan los motivos que le dieron sustento. El juez o tribunal que deba
analizar un caso en el que se cuestione la validez de un allanamiento deberá siempre
estudiar los extremos objetivos agregados al expte. sea que en el auto del allanamiento y
en la orden se haya hecho constar los motivos del acta o no.
- La solución que propone la corte es que en la garantía de inviolabilidad del
domicilio exige que las órdenes de allanamiento emanen solo de los jueces y que las
resoluciones que las dispongan deban ser siempre fundadas, pero aclarando respeto de
esto último que para determinar la concurrencia de tal requisito los jueces deben examinar
las constancias del proceso y valorar la concatenación de los actos de acuerdo con la sana
critica racional y las reglas de la lógica.
- La corte rechaza el recurso extraordinario respecto al agravio de falta de
fundamentación de la orden del allanamiento.
Voto de Highton de Nolasco y Fayt: según su voto
- Comparten los fundamentos del procurador general quien declara improcedente
el recurso extraordinario.
Voto disidencia de Maqueda y Zaffaroni:
- Establecen que el juez ordenó la intervención domiciliaria sin dar fundamento
alguno para ello, apartándose de lo que exige la ley.
- La obligación que tienen los jueces de fundar sus decisiones persigue que se
excluyan decisiones irregulares. Es necesario el fundamento de las decisiones para

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garantizar la inviolabilidad del domicilio. La emisión de la orden de allanamiento sin
fundamento se aparta de lo postulado por la ley e impide cumplir con otros recaudos como
exponer los justificativos, describir las cosas que debían secuestrarse y las horas
excepcionales para llevarlo a cabo en horas excepcionales. Establecen que el aquo debería
haber investigado si la declaración de Rodriguez no hubiese sido producto de coacción.
- Declaran procedente el recurso extraordinario
Voto disidencia de Petracchi:
- Considera que lo sucedido no bastaba como fundamento para disponer los
allanamientos ordenados, que resultan nulos y todos los actos posteriores que fueron
consecuencia por aplicación de la regla de exclusión.

49.- FATO
En este fallo se condenó a Juan José Fato a cumplir la pena de cuatro años y seis meses
de prisión, multa de ciento veinte australes, accesorias legales y costas como autor por el
delito de almacenamiento de estupefacientes. Fato lo que sostiene es que el procedimiento
que luego culminó en el secuestro de los estupefacientes en su poder era violatorio de la
garantía a la inviolabilidad del domicilio, ya que según su criterio el consentimiento
prestado no eximía a la autoridad de requerir orden judicial de allanamiento. El artículo
18 de la Constitución Nacional establece que el domicilio es inviolable y que una ley
determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y
ocupación.
Ante esto el tribunal consideró que el procedimiento policial no fue violatorio de dicha
garantía constitucional ya que esa diligencia no importó un allanamiento de domicilio, ya
que no había una actividad dirigida a vencer la voluntad de Fato. Además el condenado
había prestado su consentimiento para el ingreso del personal policial. Y, tampoco en
ningún momento durante el proceso alegó que hubiese algún vicio sobre la validez del
procedimiento. Así que como el titular del domicilio había consentido el ingreso de la
autoridad, no se suponía que hubo un allanamiento. Al no haber allanamiento tampoco le
es aplicable las excepciones previstas a la regla, en donde el condenado alegaba que su
consentimiento no se encontraba entre aquellas excepciones. Entonces al no existir
allanamiento no le era aplicable la norma prevista en el art 188 y tampoco el art 189. Así

98
que para el tribunal el permiso del mirador resultaba suficiente a los efectos de la legalidad
de la inspección.

50.- CIRAOLO
Hechos: Un grupo de policías entra a un bar, se dirigieron directamente a Ciraolo y
procedieron a identificarlo, momento en el cual éste se mostró ofuscado y nervioso y de
una forma impropia dijo que no tenía documentos porque los había extraviado. Ante ello
el personal policial le requirió la exhibición de sus efectos personales entre los que se
observaron cheques y fotocopias de cartulares, refirió que eran cheques que le daban sus
clientes en razón de que era asesor financiero y para, posteriormente, manifestar que eran
de una asesora de Ing. El Tribunal Oral en lo Criminal n 20 condenó a Ciraolo a tres años
de prisión por encubrimiento, hurto y estafas reiteradas. La defensa presentó recurso
extraordinario federal que declarado inadmisible por el a quo, originó la presente queja.
La defensa invocó arbitrariedad en lo resuelto por el a quo, ante la falta de fundamentación
en cuanto a su pedido de nulidad de la sentencia condenatoria, ya que a su criterio, fue
producto de pruebas ilegalmente obtenidas por el personal policial en virtud de una
requisa, interrogatorio sin orden judicial y posterior detención policial de Ciraolo,
inobservando las garantías constitucionales que preservan la intimidad, la libre
circulación, el debido proceso y la defensa en juicio, como asimismo el art. 230 del
Código Procesal Penal de la Nación. También alegó la afectación al principio de ne bis
in idem, porque en un proceso sustanciado en paralelo, pero resuelto con anterioridad, y
que tendría el mismo origen que el presente, esto es, la diligencia cumplida por el personal
policial antes mencionada, se dictó absolución porque el fiscal de juicio no acusó
alegando la nulidad del procedimiento antes cuestionado.
Voto mayoría: Que el recurso extraordinario cuyo rechazo originó esta queja, no cumple
con el requisito de fundamentación autónoma (art. 15 de la ley 48). Por ello, habiendo
dictaminado el señor Procurador Fiscal, se desestima la queja.
Disidencia: LORENZETTI, MAQUEDA Y ZAFFARONI
1. El código procesal como norma reglamentaria del art 18 de la constitución
nacional establece que la autoridad competente para llevar adelante un arresto o requisa
es el juez, admite excepcionalmente dejar esa facultad en la autoridad de prevención. Los

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funcionarios policiales tienen el deber de detener aun sin orden judicial, solo a la persona
contra la cual hubiese indicios vehementes de culpabilidad y exista peligro de fuga o
entorpecimiento de la investigación.
2. Art. 1 de la ley 23950 No podrá detenerse a las personas sin orden judicial, salvo
si existiesen circunstancias debidamente fundadas que hagan presumir la comisión de un
delito y no acreditase fehacientemente su identidad podrá ser conducido a la dependencia
policial para establecer su identidad.
3. Art.185 inc 5 CPPN: requisas corporales autoriza a los funcionarios policiales a
llevar a cabo un los casos de urgencia que se refiere el art 230 del CPPN, las mismas se
realizaran siempre que haya motivos suficientes para presumir que una persona oculta en
su cuerpo cosas relacionadas a un delito.
4. El agente debe describir y fundamentar cuales son las conductas y acto que
generan sospechas, para asi permitirle al juez determinar la existencia de circunstancias
que generar un grado vehemente de sospecha. En este caso Ciraolo, hubo varios actos de
prevención, la identificación, la requisa, el interrogatorio, conducción a la comisaria, en
los cuales desde el inicio cuando el oficial se dirige a Ciraolo, este quedo con su libertad
restringida. Pero no surgen ni de la sentencia recurrida, ni del acta de detención y
secuestro, ni de la prueba producida los motivos o las razones de sospecha del oficial, por
lo cual hay una omisión que impide realizar un juicio de razonabilidad.
5. En este caso jamás se mencionó la situación de peligro para la integridad física de
los agentes policiales o de un tercero circundante, tampoco puede considerarse que
hubiera indicios vehementes de culpabilidad de la comisión de un delito por parte de
Ciraolo, quien se encontraba sentado en una confitería.
6. La detención y requisa que sufrió Ciraolo se apartó del marco legal y en esas
condiciones es forzoso concluir que la misma ha sido dispuesta a extramuros del Art. 7
de la Convención Americana.
7. La inexistencia de fundamentos para proceder no puede legitimarse en el resultado
obtenido, las razones justificantes deben existir en el momento en que se lleva a cabo la
medida.
8. Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario
y se revoca la sentencia apelada.

100
51.- VERA
Hechos: La policía se encontraba en Estación Constitución, realizando identificaciones al
azar. Se procedió a interceptar a Vera, y al momento de pedirle sus documentos de
identidad, demostró cierto nerviosismo y de forma espontánea manifestó poseer un arma
de fuego en la cintura. En consecuencia, la policía lo esposó y palpó entre sus ropas,
pudiendo determinar que poseía el arma. Se lo trasladó a la dependencia policial.
Primera instancia: Declaró la nulidad del procedimiento policial de identificación.
Cámara de Apelaciones: Confirmó el pronunciamiento de la primera instancia. Resolvió
declarar la nulidad del procedimiento policial respecto de Lucas Abel Vera, y de todo lo
actuado en consecuencia. Los jueces de la Cámara argumentaron que la policía no tenía
facultades para interceptar al señor Vera con fines de identificación, porque ese proceder
constituye una privación de la libertad ambulatoria, y por eso, solo podría realizarlo
cuando mediara un supuesto de sospecha, que en el caso no se dio.
Recurso ante la Suprema Corte de CABA: El Fiscal de la causa Vera, interpuso recurso
de queja, dirigido contra la decisión de la Cámara de Apelaciones que confirmó la nulidad
del procedimiento policial, y de todo lo actuado en consecuencia, por entender que la
policía no se encuentra autorizada a ‘impedir la libre circulación, aunque fuese por un
tiempo mínimo, y de exigir la exhibición de documentación si no cuenta con un motivo
válido para hacerlo’.
En su recurso de inconstitucionalidad, la fiscalía denunció que la decisión de la Cámara
había efectuado una interpretación arbitraria de la garantía constitucional de no ser
arrestado sin orden escrita de autoridad competente, ‘al punto de prohibir una mínima
injerencia como la solicitud de documentación personal a meros fines identificatorios por
parte de la prevención’. Alegó afectación de los principios de legalidad, debido proceso
y acusación.
Opiniones de los jueces:
Juez Inés M. Weinberg:
La sentencia recurrida es lesiva del principio de legalidad porque exige un requisito no
previsto legalmente para que la policía pueda solicitar la identificación de una persona en
la vía pública.

101
Analizó cuales son las funciones que tiene la policía, a los efectos de determinar si la
interceptación de un ciudadano en la vía pública forma parte de su actividad.
Amparándose en la ley orgánica de la policía federal, consideró que la solicitud de
documentos en la vía pública a las personas en ejercicio de controles generales por parte
de la policía, constituye una de las facultades implícitas a que se refiere esa norma, en
tanto puede considerársela lícita mientras se la ejercite razonablemente.
Con respecto a la privación de libertad alegada, planteó que en el caso concreto, solo se
interrumpió la libre circulación de Vera por el tiempo estrictamente necesario para
solicitarle que exhibiera su DNI, por lo tanto, esta breve interrupción no fue lesiva de la
garantía constitucional. La detención posterior no estuvo relacionada con el pedido de
identificación, sino que, al afirmar el imputado que tenía un arma de fuego en su poder,
se convirtió dicho procedimiento en una requisa personal y en una detención en
flagrancia.
Juez Francisco Lozano:
La prevención del delito y velar por el orden y seguridad pública son funciones
expresamente acordadas por la ley a la policía federal. Se debe brindar un grado de
discrecionalidad al decreto ley que crea la ley orgánica de dicha institución. La
competencia de requerir documentación esta implícitamente reconocida (facultades
implícitas) a la PF en la ley, siempre que su ejercicio constituya una actividad de
seguridad, y que sea válidamente ejercida (velando por las garantías constitucionales).
Justifica el procedimiento que llevaba a cabo la policía con la función de ‘llevar un
registro de la vecindad’ contenida en la ley orgánica.
Juez José Osvaldo Casás:
Explica que el tribunal de alzada no ofreció las razones que lo llevó a interpretar
irrazonablemente la garantía de no ser arrestado sin orden escrita de autoridad
competente, ya que no indicaron cual es el estándar de motivación o sospecha que
resultaba necesario para habilitar la intervención policial. Este defecto de fundamentación
de la resolución la perjudica como acto jurisdiccional válido.
Pese a la inexistencia de una consagración legal expresa de la posibilidad de requerir la
identificación de un transeúnte, el carácter nimio de esa injerencia estatal permite razonar

102
válidamente que aquella puede ser derivada de las funciones y competencias asignadas
por la legislación aplicable a la Policía Federal Argentina.
Delegó en otros jueces el determinar la validez del procedimiento de identificación de
Vera, aunque descarta que la actuación policial haya sido guiada por parámetros
discriminatorios, en contradicción con el principio constitucional de igualdad.
Juez Ana María Conde:
La circunstancia de que una autoridad de prevención lleve adelante procedimientos
identificatorios de personas al azar en lugares públicos, no es violatorio de ninguna
garantía constitucional, siempre que dicha identificación se apoye en funciones inherentes
a mantener el orden público y se argumenten condiciones razonables y proporcionales
que no resulten contrarias a la Constitución Nacional.
El procedimiento de identificación no exige la concurrencia de circunstancias
sospechosas, sino que solo se justifica en la función de prevención y disuasión que les
concierne a los policías como funcionarios públicos. Se trata de la mera exhibición del
documento de identidad, que cuanto menos los habitantes deben tramitar e incluso
presentar en cualquier circunstancia en que resulte necesario acreditar, fehacientemente,
la identidad para el ejercicio de ciertos derechos y obligaciones.
Es un exceso decir que una persona interceptada en la vía pública por la policía para que
acredite su identidad, ha sido arrestada o privada de su libertad, ya que ninguna persona
lo interpretaría así. El análisis del procedimiento efectuado, con respecto a los límites de
razonabilidad y proporcionalidad no habría tenido lugar en autos.
Juez Alicia E. C. Ruiz:
La Cámara declaró inadmisible el recurso de inconstitucionalidad porque la fiscalía no
demostró el agravio de imposible o insuficiente reparación ulterior de la decisión que
intenta impugnar. Rechaza el recurso de queja.
Por mayoría, el Tribunal Superior de Justicia resolvió hacer lugar al recurso de queja
interpuesto y al recurso de inconstitucionalidad, dejando sin efecto la resolución de la
Cámara de Apelaciones, y la devuelve para que los jueces se pronuncien sobre la
legitimidad del procedimiento.

Protección del domicilio, papeles privados y comunicaciones

103
52.- YEMAL
La Sala "B" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico, previo
declarar la nulidad de los autos que ordenaron los allanamientos llevados a cabo en el
inmueble de la calle Azcuénaga 555, piso 5to., departamento 21, de esta Capital Federal,
así como también de lo actuado en consecuencia de éstos, confirmó, aunque por otros
motivos, el sobreseimiento definitivo decretado en primera instancia respecto de León
Machanie y adoptó igual temperamento respecto de Rubén Freue. Contra ese
pronunciamiento la doctora Carolina Robiglio, interinamente a cargo de la Fiscalía de
Cámara, interpuso recurso extraordinario, cuya denegatoria, dio lugar a la articulación
queja sostenida por el Procurador General.
Hechos
a) El jefe del Departamento Jurídico de la Dirección de Auditoría Fiscal de la Dirección
General Impositiva requirió orden de allanamiento para la finca de la calle Azcuénaga n°
555, piso 5°, "21". Fundamentó la petición en el hecho de que "la firma se dedica a la
fabricación, venta e importación principalmente de telas denominadas en el comercio
"Denim y/o Jean" fabricando con las mismas vaqueros, camperas, etc.; las que luego se
enajenan sin la correspondiente factura de venta. A su vez, las importaciones que realizan
se efectúan a valores subfacturados. Además, con relación a parte del personal empleado
en la empresa no se realizarían los aportes sociales legales. De averiguaciones oficiosas
concretadas, cabría la posibilidad que los responsables sean titulares de cuentas bancarias
en el exterior...". Se solicitó asimismo autorización para secuestrar documentación
relevante de interés fiscal (fs. 3);
b) que el juez al que iba dirigida la petición dispuso expedir orden de allanamiento "como
se solicita precedentemente” La diligencia tuvo comienzo de ejecución el 14 de enero de
1992, pero debió suspenderse ante la existencia de una puerta blindada en el interior de
la vivienda, razón por la cual se colocaron fajas de clausura en aquélla y se dejó custodia
policial;
c) que las autoridades de la Dirección General Impositiva solicitaron nueva orden de
allanamiento del citado departamento, habiéndose alegado que "a raíz de no haberse
producido circunstancias que modifiquen la situación de hecho existente al inicio del

104
procedimiento se considera que aún persiste el interés fiscal en realizar el allanamiento
en dicha finca”, petición que fue proveída.
d) que otro magistrado a cargo del Juzgado Nacional en lo Penal Económico N° 5 declaró
la nulidad de las órdenes de allanamiento dispuestas por el anterior titular del juzgado.
Para así decidir sostuvo que aquéllas "fueron otorgadas para ser cumplidas por
funcionarios que no se hallaban autorizados al efecto, por no ser autoridades de
prevención...en las mismas no se identifica debidamente el presunto objeto procesal y
fueron otorgadas en forma omnicomprensiva vulnerando principios procesales". Como
consecuencia de aquella sanción, anuló todo lo actuado y sobreseyó definitivamente en
la causa y respecto de los procesados.
A raíz de estos hechos, el Procurador General apoyándose en la Fiscal sostiene que la
decisión del juez es realizada a raíz de la solicitud que se hizo por la DGI (Dirección
General Impositiva) y no por una liberalidad, lo que da a entender claramente que el juez
consideró viable ese pedido en virtud del resultado que arrojó la investigación practicada
hasta ese momento por la autoridad requirente.
“Si los jueces no estuviesen obligados a examinar las razones y antecedentes que motivan
el pedido de las autoridades administrativas y estuvieran facultados a expedir órdenes de
allanamientos sin necesidad de expresar fundamento alguno, la intervención judicial
carecería de sentido, pues no constituiría control de garantía alguna para asegurar la
inviolabilidad del domicilio”
Afirma que la orden dada por el magistrado no fue un mero capricho, sino que fue en
miras de obtener una verdad jurídica, que de lo contrario, la labor de los jueces carecería
de sentido al no fundamentar sus decisiones.
CSJN
La corte primero hace referencia a la cuestión procesal. En relación a la cuestión federal,
explica que los agravios del apelante suscitan cuestión federal bastante para habilitar la
vía extraordinaria ya que si bien la acusación sobre la decisión aparentemente arbitraria
del juez de la cual se lo acusa, no es competente para hacer uso del recurso extraordinario,
si lo es por su parte, la mención que se hace respecto de la afectación del debido proceso
legal fundado en el Art. 18 de nuestra Constitución Nacional.

105
Afirma que, en los escritos, el funcionario de la Dirección General Impositiva que
solicitó el allanamiento expuso las fundadas razones que justificaban la petición y que el
juez la proveyó "como se solicita" por lo que no fue una decisión no fundamentada, sino
que se basó en el requerimiento de la DGI con sus debidos fundamentos.
Así, teniendo en cuenta los fundamentos pertinentes del recurso examinado y los
concordemente expresados por el señor Procurador General al sostenerlo, la corte hace
lugar a la queja, declara procedente el recurso extraordinario y revoca el pronunciamiento
apelado.

53. FRANCOMANO
Se condenó a Graciela Cristina Chein por los delitos de asociación ilícita calificada y
propaganda y suministro de información subversiva y a Adriana Alcira Chein por la
tenencia de material subversivo impreso.
Posterior a una denegación al recurso extraordinario interpuesto por el defensor de las
procesadas, se interpone un recurso de queja. Se imputa principalmente la falta de
diligencias del allanamiento realizado en su domicilio y el grado de coacción ejercido al
momento de tomarles las declaraciones a las procesadas.
Su fundamentación se encuentra en la doctrina de arbitrariedad, partidaria del resguardo
de las garantías de defensa en juicio y del debido proceso, exigiendo así que las sentencias
de los jueces sean fundadas y constituyan derivación razonable del derecho vigente en
relación a las circunstancias probadas de la causa. De esta forma se descalifica la
actuación judicial al no haber dado respuesta alguna a una serie de irregularidades como
la falta de identificación de los policías intervinientes y de firma del testigo, o la omisión
del cumplimiento de los recaudos legales de la diligencia.
Se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso, se revoca la sentencia apelada.

54.- FIORENTINO
Diego Fiorentino fue detenido cuando ingresaba con su novia en el hall de su edificio y
al ser interrogado reconoce ser poseedor de marihuana que guardaba en su departamento,
en el cual vivía con sus padres por lo que habría autorizado el ingreso del personal policial

106
(siendo menor de edad), se encuentran en su habitación 5 cigarrillos y 5 colillas de
picadura de marihuana y 38 semillas de la misma especie.
En primera instancia, Fiorentino fue condenado como autor del delito de tenencia de
estupefacientes (un año en prisión y multa); se apela y la sala VI de la cámara nacional
de apelaciones en lo criminal y correccional confirma el fallo de primera instancia, la
defensa interpone recurso extraordinario el cual es denegado y ante este pronunciamiento
se logra llegar a la CSJN por queja.
A los padres del procesado una comisión policial les exige el ingreso al domicilio, y al
momento de ingresar, estos no habrían prestado autorización, con lo cual se habría
realizado un allanamiento. El planteo del fallo es que se viola una garantía constitucional
porque el personal policial, fuerzas de seguridad deben tener orden de allanamiento
firmado por juez competente, más en este caso que ya se había efectivizado la detención
del imputado. Los padres testimoniaron que estando en la cocina de su domicilio ven
ingresar dos personas desconocidas y detrás de ellos iban su hijo y su novia, más otras
dos personas (policía) y luego estos se introdujeron a su dormitorio.
La cuestión remite a que si el accionar policial afectó la inviolabilidad del domicilio ART
18 CN, y que existe un allanamiento ilegitimo (sin autorización valida). La cámara
sostuvo que no se habría violado garantía CN ya que el procedimiento policial era
legítimo porque Fiorentino había autorizado la entrada al departamento y además que él
sea menor de edad no resulta la validez ya que los padres no se opusieron.
“El domicilio es inviolable, es el centro de las acciones privadas de los hombres que la
constitución nacional declara reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los
magistrados, es el espacio en el cual un hombre tiene poder superior al del estado mismo.
Las garantías constitucionales deben aplicarse en la plenitud de su sentido.”
En el recurso de queja el apelante mantiene el cuestionamiento de la validez de la
diligencia policial, sosteniendo su ilegitimidad por resultar violatorio a la garantía de
inviolabilidad del domicilio ART18CN “el domicilio es inviolable y una ley determinara
en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación”
solo los jueces pueden autorizar la medida de allanamiento sin perjuicios de algunos
supuestos en que se reconoce a los funcionarios esa posibilidad (ART188 189 CPPN). En
el caso no se configura ninguna excepción ni existe consentimiento válido que permita la

107
introducción del personal policial al domicilio del procesado. Los padres no autorizaron
el allanamiento, es ilógico derivar la existencia de un supuesto consentimiento tácito por
ausencia de oposición cuando ya se había consumado el ingreso, máxime si se tiene en
cuenta el modo en cómo se desarrollaron los hechos. Por lo expuesto el allanamiento es
ilegitimo.
En el fallo existe un choque entre una garantía constitucional y el deber del estado de
perseguir los delitos pero en este caso esa persecución sería el fruto de un procedimiento
ilegitimo y reconocer la condena admitiría la utilidad del empleo de medios ilícitos en la
persecución penal.
Por su voto PETRACCHI:
Aquí el magistrado expone la importancia que supone la inviolabilidad del domicilio a
quien considera una garantía “preciada” que además garantiza a su vez la libertad personal
de cada persona, explica también que las causas para proceder a un allanamiento sin
orden judicial están expresadas y deben cumplirse de manera rigurosa ya que cualquier
desperfecto es grave y por último que el consentimiento de la persona en general debe ser
expreso, de ninguna manera la expresión tácita por ausencia de oposición expresa puede
suponer la aceptación de un allanamiento y en este caso antes de la entrada al domicilio
y previo explicándole que tiene derecho a negarse a dicho allanamiento.
Por lo tanto se deja sin efecto la sentencia (votos: CABALLERO, FAYT, BELLUSCIO,
PETRACCHI).

55.- FRANCO
Con fecha 24 de diciembre de 1985, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió
desestimar el recurso de queja, y se remitió a los fundamentos del dictamen del
Procurador General, del que se desprende “aún en el supuesto de comprobarse una
transgresión a alguna de las garantías constitucionales que se tutelan en el proceso penal,
la prueba habida en la causa sólo será ineficaz en tanto su obtención depende directa y
necesariamente de la violación de la garantía constitucional de que se trate o sea
consecuencia inmediata de dicha violación.”

56.- VENTURA

108
Protección del domicilio, papeles privados y comunicaciones
Art 18: “...El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los
papeles.
privados; y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse
a su allanamiento y ocupación...”
Hechos: Inspectores de la Aduana se presentaron a realizar un allanamiento sin orden
judicial en la oficina de Ventura; donde incautaron una factura por el traslado de un
contenedor.
Juez de primera instancia condena a Ventura y a Nicoloni por delito de contrabando. Al
apelar la sentencia, esta es rechazada por la Cámara de Apelaciones, donde se planteó la
violación de la protección del domicilio y papeles privados, consagrado en el art. 18 de
la Constitución. Por lo tanto, consideraron legítimo el ingreso al domicilio por
funcionarios públicos y el secuestro de documentación relacionada con el hecho
investigado.
Tanto Cámara de Apelación como Juez de primera instancia, entendieron que Ventura no
se opuso al ingreso de los inspectores, cuando lo podría haber hecho, siendo ratificado
con la declaración indagatoria ante el juez de primera instancia.
Holding: ¿Es válido un allanamiento por funcionarios públicos en domicilio sin orden
judicial?
Corte Suprema: En este caso la Corte se aleja de la doctrina practicada en el fallo
Fiorentino, donde se había admitido que al existir consentimiento sin vicio alguno en la
voluntad, era posible que funcionarios públicos ingresaran a un domicilio y efectúen las
pesquisas necesarias sin orden judicial de allanamiento, sin producir una afectación en la
inviolabilidad del domicilio.
En el presente planteo, la Corte considero que la ausencia de orden judicial de
allanamiento y el consentimiento dado para la inspección, eran insuficientes para otorgar
legitimidad al procedimiento realizado por los inspectores; entonces se produce un
violación a la garantía constitucional del Art. 18 CN; dado que la misma Constitución
señala que un allanamiento debe ser realizado conforme a la ley y que la ley procesal
establece que el allanamiento debe ser realizado con orden judicial. Por tanto, más allá

109
del consentimiento del imputado, debe manifestarse la orden de allanamiento judicial para
que sea legítima una inspección en domicilio.

57.- QUARANTA
El derecho a no sufrir injerencias arbitrarias en la vida privada, en la de la familia, en el
domicilio o en la correspondencia (que consagran los arts. 18 y 19 de la C.N. y los Pactos
internacionales de Derechos Humanos) alcanza también a las comunicaciones telefónicas.
La injerencia en ellas (el levantamiento de su secreto) sólo puede ser dispuesta por un
juez en resolución motivada cuando median en la causa elementos objetivos idóneos para
fundar una mínima sospecha razonable. La sola existencia de un llamado anónimo que
advierte sobre una supuesta actividad ilegal y motiva no sólo la formación de un proceso
penal sino la intervención del teléfono del domicilio denunciado y de los que con él se
comunicaban, no cumple con dichos estándares. De todo ello habla Quaranta, caso en el
que la Corte no encontró un cauce de investigación independiente distinto a la
intervención ilegal y, por aplicación de la regla de exclusión (doctrina del fruit of the
poisonous tree, el Estado no puede beneficiarse de una actividad ilegal), anuló todo lo
actuado y absolvió al condenado.
Un llamado telefónico anónimo alertó a la División Drogas Peligrosas de la Policía
Federal de que en una casa se vendían estupefacientes. Se indicaba la dirección, el
teléfono y los datos de su ocupante, una mujer. Sólo sobre la base de ese llamado anónimo
el juez ordenó tareas de inteligencia del lugar y la intervención telefónica.
Esa intervención disparó otras, descubrió a varias personas y permitió imputarlas por
comercio de drogas. Carlos José Quaranta resultó condenado a cinco años de prisión y
recurrió la sentencia de condena hasta llegar a la Corte.
El agravio de Quaranta se centró en la violación a la garantía de inviolabilidad del
domicilio del art. 18 de la C.N. ya que, dijo, el juez no tenia motivos para ordenar la
intervención telefónica de la mujer que derivó en la captación de su propio teléfono y en
su condena posterior. La Corte, reafirmando su jurisprudencia en Rayford, le dio la razón.
El Tribunal, con la única disidencia de la Juez Argibay (que votó por declarar inadmisible
el recurso) destaca que el derecho individual a la privacidad del domicilio que consagra
el art. 18 de la C.N. también alcanza a las comunicaciones telefónicas y a la protección

110
de su secreto. Ello en base a una interpretación dinámica del propio texto constitucional
y de lo previsto en su art. 33 y en los arts. 11 inciso 2º de la CADH y 17.1º del PIdDCyP,
en cuanto dicen que nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada,
en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia. Una orden de intervención
telefónica, como un allanamiento, sólo pueden ser dictadas por un juez cuando median
elementos objetivos idóneos para fundar una minima sospecha razonable. En el caso, el
Juez no expresó en el auto que ordena la intervención (que está en la tercera foja del
expediente) cuales eran esas razones que hacían procedente la medida y tampoco remitió
a ningún elemento objetivo que la habilitara (en ese entonces, no existía ninguno). La
llamada anónima no sólo disparó la intervención telefónica sino que puso en marcha una
investigación judicial vulnerando derechos constitucionalmente protegidos. Si el Estado,
concluye la Corte, pudiera entrometerse en las comunicaciones a partir de “sospechas”
como las descriptas, el derecho reconocido constitucionalmente resultaría de poca o
ninguna relevancia (consid. 21).

Finalmente, la Corte no encuentra ningún cauce independiente en la investigación que le


posibilitara (eliminada hipotéticamente la medida viciada) “salvar” la investigación
(doctrina del mencionado precedente Rayford y de Ruiz, Francomano, Daray y Peralta
Cano –fallo y dictamen-, entre otros). La Corte anuló entonces todo lo actuado y absolvió
al imputado Quaranta.
La tensión presente en el caso entre los objetivos constitucionales de “afianzar la justicia”
y “asegurar los beneficios de la libertad” se resuelve dramáticamente (cuando no existe
alternativa posible: el cauce de investigación independiente) en favor del segundo. Puede
quedar un regusto amargo en este tipo de soluciones (como queda siempre que, en la
tensión, un principio no sólo cede sino que se ve anulado por el otro) pero no parece
posible salvar la disputa de otro modo. Afianzar la justicia, sí, pero no a cualquier precio.

Regla de exclusión

58.- RAYFORD

111
En la madrugada del 4/8/1982 se constituyó una comisión policial en el cruce de las calles
Florida y Viamonte. Con el objetivo de investigar la actividad de una persona de origen
extranjero, que según informaciones confidenciales se dedicaría en esa zona a la
consumición y distribución de “picadura de marihuana”. A las 4:46 se individualizo a
Reginald.R Rayford (estadounidense), domiciliado en Florida 878, quien refirió consumir
marihuana y poseer esa sustancia en su domicilio. Donde concurrieron de inmediato los
policías (recabaron la presencia de un testigo) y ante la falta de reparo por parte de
Rayford se procedió a la inspección de la morada, secuestrándose de un portafolios una
envoltura de papel conteniendo dicho estupefaciente. Durante el traslado a la comisaria,
el detenido entrego una tarjeta personal de A.E.B el cual sería quien suministro la
marihuana. A las 9:45, el menor B fue detenido en la casa de sus padres y sus
manifestaciones condujeron a la detención de A.M.L.S también menor de edad.
Rayford relato que se hallaba momentáneamente en el país por pertenecer a una compañía
extranjera de espectáculos y que conoció casualmente a B (con quien trabo cierto vinculo
y convino la compra de marihuana para consumo personal). Reconoció que la sustancia
secuestrada era el sobrante de la que le llevo B. Y a su vez, B admitió haber adquirido la
marihuana con el dinero de Rayford, para lo que solicito la colaboración de L.S quien le
presento un proveedor a fin de comprar el estupefaciente, que luego fumo en parte con
Rayford en su departamento, quedándose este con el resto.
Motivo por lo que el Ministerio Publico solicito que se condene a Rayford a la pena de
un año de prisión y multa como autor del delito de tenencia de estupefacientes; Y por otro
lado a B y a L.S a la pena de 3 años de prisión y multa como autores del delito de
suministro de estupefacientes.
Al momento de alegar la defensa de Rayford cuestiono la validez del allanamiento y
secuestro. La sentencia de primera instancia absolvió a los imputados por considerar nula
la diligencia y secuestro, en razón de no haberse recabado la pertinente orden de
allanamiento, la ausencia y consentimiento valido de interesado, la hora en la que se
realizo, y por ser insuficiente la presencia de un solo testigo. Valoró también el haberse
omitido la exhibición del material secuestrado al tiempo de rendirse las respectivas
declaraciones indagatorias, concluyendo en la falta de acreditación del cuerpo del delito.

112
Apelado este pronunciamiento por el fiscal, la Cámara Nacional revocó, sosteniendo la
validez del allanamiento, por haber mediado consentimiento del interesado. Los acusados
fueron condenados a la pena de prisión en suspenso.
Dicha sentencia dio lugar al recurso extraordinario articulado por la defensa A.E.B, en el
que se impugna la condena, entre otros agravios, a raíz de la ilegitimidad de la actividad
policial que condujo a la formación del proceso. Se cuestionan los actos iniciales de la
investigación por cuanto resultarían violatorios de las garantías contenidas en el art18 de
la Constitución Nacional. En particular se agravia de ilegitimo allanamiento en el
domicilio de Rayford y todo lo que fue su consecuencia.
La Corte comenzó por analizar la legitimación de “B” para impugnar los actos iniciales
del procedimiento y afirmó que, no era posible sostener que la invalidez o validez de tales
actos afectara sólo el interés del coprocesado Rayford. Puesto que fue a partir de la
inspección realizada en el domicilio de Rayford que se desenvolvieron los distintos pasos
de la pesquisa que llevaron a la incriminación de “B”.
En consecuencia, la garantía del debido proceso que ampara a B. lo legitima para
perseguir la nulidad de dichas actuaciones y su recurso ha sido bien concedido. Es de
destacar que la circunstancia de que Rayford no haya apelado el fallo condenatorio, no
debe entenderse como si aquel admitiese la validez del allanamiento, ya que durante el
curso del proceso lo cuestiono y ello fue inclusive admitido por el juez de primera
instancia y porque además la situación especial de Rayford (al tratarse de un extranjero
no radicado en el país) que por otra parte ya abandono, hace presumir su falta de interés
por continuar la causa.
Corresponde especialmente tener en cuenta que, se procedió a la detención de Rayford en
la vía publica y durante la madrugada, a escasos metros de su domicilio, al que penetro
de inmediato la policía, y que dicha persona era extranjera y desconocedora del idioma
nacional, de modo que ante la falta de auxilio (por algún interprete) resulta dudoso que
pudiera comprender cabalmente el alcance del procedimiento que se realizaba.
Por lo que la incriminación de B por Rayford no puede tenerse en cuenta porque las
circunstancias en las que se efectuó autorizan a descartar que sus manifestaciones sean el
fruto de la libre expresión de la voluntad. Al contrario aparecen evidentemente inducidas
por la situación en la que se lo coloco a raíz del allanamiento ilegal que, no fue casual

113
sino que llevaba el específico propósito de reunir evidencias del delito. Si se elimina el
secuestro y su inmediata consecuencia que son los dichos de Rayford ¿se podría haber
llegado a la individualización de B? No, B quedo vinculado a la investigación como efecto
exclusivo del procedimiento ilegitimo en el que se secuestró el estupefaciente. No hubo
varios cauces de investigación sino uno solo, cuya vertiente original estuvo viciada y
contamino todo su curso, abarcando también el reconocimiento del propio B. También
deben caer los dichos de L.S por los mismos motivos, pues se lo incorporo a los autos a
través de las explicaciones de B.
Se revoca la sentencia apelada; se absuelve a Reginal Reyford, A.E.B y A.M.L.S; por los
delitos de tenencia de estupefacientes el primero, y tráfico de estupefacientes los dos
últimos, que fueron objeto de acusación en esta causa.

59.- RUIZ
El 19 de marzo de 1983 Roque Arturo Ruiz fue detenido por realizar un asalto a una
farmacia junto con dos cómplices. En ese asalto ocurrió un tiroteo ocasionando la muerte
de uno de sus cómplices y la fuga del otro.
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, por su Sala VIa
confirmo la sentencia al acusado por siete años de prisión. Contra este pronunciamiento
el defensor oficial interpuso recurso extraordinario afirmando que la individualización de
los testigos que luego reconocieran al reo en rueda de personas se consiguió a partir de la
declaración extorcada, por lo que el caso llego a la Corte Suprema de la Nación.
Dentro de las pertenencias de uno de los fallecidos se hallo un documento de identidad.
La policía identifico al titular del D.N.I a nombre de Jorge Pascual Candido, quien
manifestó que pocos días antes había sido asaltado dentro de su taxímetro por 3 jóvenes
desconocidos, cuya descripción coincidía con Roque y sus dos cómplices. A esto se le
sumo el asalto a dos dueños de taxímetros más: Alberto Izquierdo (dueño del taxímetro
que la policía secuestro en el tiroteo) y Alberto Procopio. Los tres dueños de los
taxímetros identificaron y reconocieron a Ruiz en rueda de Prensa por lo que el Juez, tras
la suma de los delitos cometidos, lo condeno a cumplir la pena de 9 años de prisión.
Sin embargo se lo pudo identificar a Ruiz como autor de estos últimos delitos debido a su
declaración prestada en sede policial, donde este mismo manifestó que había sido

114
sometido a apremios ilegales durante su permanencia en la sede de la prevención, lo que
lo llevo a prestar su declaración. Estos apremios ilegítimos fueron corroborados por el
Cuerpo Médico forense mediante un peritaje.
Por lo tanto, la declaración de Ruiz fue prestada contra su voluntad. El máximo tribunal
ha declarado que carecen de validez las manifestaciones que hayan sido fruto de apremios
ilegales, aun cuando hubieran prestado utilidad para la investigación. Esto se debe a que
otorgar valor al resultado de un delito y apoyar sobre el una sentencia judicial, además de
ser contradictorio, compromete la buena administración de justicia al pretender
constituirla en beneficiara del hecho ilícito.
En el presente caso corresponde descalificar las consideraciones expuestas por el hecho
ilícito que perjudico a Alberto Procopio debido a que si no fuera por la declaración que
presto Ruiz bajo coacción física no se advierte de que modo pudo la psquisa llegar hasta
la victima sin transitar por una vía distinta de aquella que los jueces dieron por probada,
esto es, los apremios que sufrió el condenado. Es decir, no se advierte de que modo se
pudo llegar a constatar que Alberto Procopio podría haber sido victima de Ruiz Roque.
La situación es distinta con el resto de los delitos cometidos, debido a que la condena
puede sustentarse en otros medios de prueba y constancias del proceso que son
independientes de las manifestaciones irregulares, y que han sido obtenidos de manera
objetiva y directa.
En el caso de Jorge Pascual Candido, se lo puede identificar mediante el documento de
identidad hallado en la escena del crimen y en cuanto a Alberto Izquierdo se lo puede
identificar debido a que era el titular del automóvil que también se secuestro en la escena
del crimen.
Es por eso que se condena a Ruiz Roque por el hecho ilícito que perjudico a Candido y a
Izquierdo y se lo absuelve del hecho ilícito que perjudico a Alberto Procopio y se reduce
la pena a 7 años de prisión, accesorias legales y costas.

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