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El lecho capilar pulmonar actúa como un filtro para la sangre, ya que pequeños coágulos, restos celulares o burbujas de aire
son eliminados en este aparato.
Las vías aéreas ejercen una gran acción de defensa del organismo, impidiendo la entrada de agentes patógenos en el cuerpo.
Participa en mecanismos homeostáticos como el control de la temperatura, control de líquidos corporales, control ácido-
básico, etc.
El número total de alvéolos en los pulmones oscila entre 300-600 millones; al final de la espiración, su diámetro medio es de
unas 100 µ, lo cual hace que la superficie o área total conjunta para el intercambio gaseoso sea de 100 m2, área de tamaño
suficientemente grande como para garantizar los intercambios con toda eficacia.
Los alvéolos son estructuras en forma esférica, llenas de aire, y de pared muy fina donde se realiza el intercambio de gases.
El epitelio alveolar es muy plano y está rodeado de capilares. Formado por células epiteliales
denominadas neumocitos o células alveolares. Por fuera de estas células hay fibroblastos que sintetizan fibras elásticas y
conectivas que le proporcionan soporte al alvéolo y son responsables del comportamiento elástico de este órgano.
1.3.3 Pleura
Es una membrana serosa que tapiza los pulmones doblada sobre sí misma. Dispone de dos hojas, la externa o parietal,
adherida a la cara interna de la pared costal; y la interna o visceral, que se encuentra adherida firmemente a los pulmones.
Entre ellas prácticamente no hay separación, tan sólo un poco de líquido que las mantiene aún más adheridas entre sí.
El espacio pleural (también denominado intra o interpleural) separa ambas pleuras unas 5-10 µ y está relleno de unos 20 ml
de líquido pleural, obtenidos por ultrafiltración del plasma, que se están renovando continuamente. Este espacio intrapleural
es virtual, pero cuando entre las hojas aparece aire o líquido, se separan y puede apreciarse la existencia individualizada de
cada hoja. La pleura tiene dos funciones: a) mantener en contacto el pulmón con la pared torácica, de forma que sus
movimientos vayan al unísono, y actuar como lubricante permitiendo que las hojas resbalen entre sí y no haya mucha
fricción en un órgano en continuo movimiento. La presencia de esa pequeña cantidad de líquido favorece de forma
extraordinaria la adherencia. La presión en la cavidad pleural es negativa, y puede mantenerse gracias a los capilares
linfáticos que drenan el líquido y generan con su aspiración una presión negativa. La entrada de aire a la cavidad pleural
elimina la presión negativa, provocando el colapso del pulmón y limitando de forma importante la respiración.
1.3.4 Vascularización e inervación de los pulmones
El aporte de sangre a los pulmones es tan importante para la respiración como la entrada de aire al espacio alveolar. La
circulación pulmonar dispone de una extensa red de capilares (300 millones) que rodean cada uno de los alvéolos. La
superficie total de este lecho capilar es de unos 70 m2, lo que permite una estrecha correlación entre las superficies
alveolares y endoteliales. De esta forma se garantiza una correcta difusión de los gases respiratorios.
Hasta las vías respiratorias llegan fibras procedente del sistema nervioso autónomo que inervan las fibras musculares lisas
de esta zona.
1.4 Funciones del sistema de conducción
En las cavidades nasales la presencia de los cornetes da lugar a un incremento de superficie recubierta por un epitelio
columnar ciliado y con gran cantidad de células mucosas. Además también hay pelos o vibrisas y una densa red de capilares a
nivel de la submucosa. Estas características estructurales, permite que el aire al penetrar en las fosas nasales, desarrolle, por
lo tortuoso de su recorrido, un flujo turbulento que golpea contra las paredes, permitiendo así las funciones siguientes:
Filtrado del aire inspirado, eliminando las partículas en suspensión que tengan un diámetro superior a las 4-6 micras.
Calentamiento del aire, por contacto con el flujo sanguíneo, pudiendo elevarse la temperatura del aire de 2 a 3ºC.
Humidificación del aire, el recorrido por las vías aéreas altas produce una saturación de vapor de agua (100%).
Protección, ya que la presencia de terminaciones nerviosas sensoriales del nervio trigémino detectan la presencia de
irritantes y produce el reflejo del estornudo.
La faringe es un conducto que conecta la cavidad nasal con la laringe, y también la cavidad oral con el esófago y la cavidad
nasal con el oído medio. La faringe es una encrucijada de paso tanto para el aparato respiratorio como para el digestivo,
durante la deglución el alimento procedente de la cavidad bucal es desviado de la laringe por una lengüeta cartilaginosa, la
epiglotis. La laringe es una estructura cartilaginosa tapizada también por una mucosa ciliada que ayuda a limpiar,
humidificar y calentar el aire. Por su estructura y posición protege de la entrada de sólidos o líquidos al aparato respiratorio y
en ella se realiza la fonación o formación de sonidos.
La pared bronquiolar está formada por un epitelio cúbico simple sin cilios en los bronquiolos terminales, fibras musculares
lisas y fibras elásticas. Las fibras musculares lisas están inervadas por el parasimpático (vago) que produce
broncoconstricción. Existen terminaciones sensoriales que son estimuladas por la presencia de irritantes o por estiramiento
de las paredes bronquiolares. En el epitelio hay células mucosas que, junto con las glándulas submucosas, producen un
fluído mucoso que ayuda en el proceso de la humidificación y limpieza del aire inspirado. Este sistema se denomina sistema
escalador muco-ciliar, ya que la cubierta de mucus es arrastrada por los cilios de las células epiteliales , empujándole hacia la
faringe a una velocidad media de 2 cm/min.
El líquido intersticial.
b)Espiración. Fase pasiva, sin actividad muscular, en la que el aire sale de la cavidad pulmonar al medio ambiente externo.
La frecuencia respiratoria es de 12-16 ciclos por minuto. Si se considera un valor medio de 15 ciclos/minuto, cada ciclo
tendría una duración de unos 4 segundos. Este tiempo no se distribuye equitativamente entre las dos fases (1,5 seg.
inspiración - 2,5 seg. espiración), la espiración en un ciclo en reposo dura más que la inspiración.
2.1.1 Musculatura respiratoria
Las dimensiones de la caja torácica se modifican por acción de la musculatura respiratoria. En la respiración basal o reposo
participan los siguientes músculos:
a) Inspiración. El principal músculo es el diafragma cuya contracción es responsable del 75-80% del movimiento
inspiratorio. El diafragma al contraerse da lugar a una depresión o descenso del suelo de la caja torácica aumentando el eje
longitudinal de la misma y su volumen. Los músculos intercostales externos, situados diagonalmente entre las costillas,
elevan la parrilla costal al contraerse e incrementan el volumen de la caja torácica en sentido antero-posterior y transversal.
Aunque se les atribuía un papel importante en la inspiración basal, se ha observado que su papel es más de soporte de la
pared costal y de participación en respiraciones forzadas.
b)Espiración. En condiciones de reposo, la espiración es un proceso pasivo que se lleva a cabo solamente por relajación de la
musculatura inspiratoria y la recuperación elástica de los pulmones previamente distendidos en la inspiración. Sólo en los
recién nacidos los músculos abdominales participan en la espiración basal.
En la respiración forzada participan otros grupos musculares denominados músculos accesorios de la respiración:
a)Músculos accesorios de la inspiración:
• Escalenos.
• Esternocleidomastoideo.
• Extensores de la columna vertebral.
• Pectorales.
• Serratos mayores.
b)Músculos accesorios de la espiración:
• Músculos de la pared abdominal.
• Intercostales internos.
Presión pleural o intrapleural. Es la presión que se mide entre las dos hojas de la pleura. Debido a las propiedades elásticas
de pulmón y tórax que traccionan en sentidos opuestos, el pulmón hacia adentro y el tórax hacia fuera, se genera una presión
intrapleural negativa.
Presión transpulmonar. Es una de las presiones transmurales que puede medirse en el aparato respiratorio. Corresponde a
la diferencia entre la presión alveolar menos la presión pleural.
Estas presiones se modifican a lo largo del ciclo respiratorio.
El principal elemento de este circuito es el enorme árbol capilar que en contacto con las paredes alveolares proporciona una
gran superficie para realizar el intercambio gaseoso. La sección transversal de todos los capilares pulmonares es igual a los
capilares de la circulación sistémica siendo el flujo que circula por ellos el mismo que circula por la totalidad de los capilares
sistémicos. Sin embargo como los capilares pulmonares son más cortos el tiempo que tarda la sangre en recorrerlos es más
corto, alrededor de 1 segundo, mientras que en los sistémicos es de unos 2 segundos.
3.3 Presión y resistencia en la circulación pulmonar
Los vasos pulmonares se diferencian de los sistémicos en que son más delgados, más cortos, de calibre mayor y sus paredes
son más distensibles al disponer de menor cantidad de músculo liso y conservar un alto contenido en fibras elásticas hasta 1
mm de diámetro.
El circuito menor es un sistema de baja presión, ya que el gradiente que se establece entre el ventrículo derecho u origen del
circuito y la aurícula izquierda o fin del mismo es de unos 25 mm Hg. A nivel de las arterias la presión media es de 15±3 mm
Hg (presión sistólica 21±5, presión diastólica 9±3 mm Hg). En los capilares es de 10 y en las venas de 6 mm Hg. La presión
de conducción se establece como la diferencia entre la presión ventricular derecha y la presión auricular izquierda.
La resistencia vascular en este circuito es baja. Para movilizar 1 litro de sangre se requieren en el circuito mayor 16 mm Hg,
mientras que en el pulmonar son suficientes 2 mm Hg.
3.4 Volumen y flujo sanguíneo en la circulación pulmonar
El circuito pulmonar dispone de un volumen de unos 500 ml, de los cuales unos 75-100 se localizan en los capilares, siendo
reemplazada casi en su totalidad en cada latido cardíaco, ya que el volumen de salida del corazón en reposo es de unos 70 ml.
El flujo es igual al que se desarrolla en la circulación mayor y corresponde al gasto cardíaco, ó 5 l/minuto.
3.5 Variaciones regionales en la ventilación alveolar y en la perfusión sanguínea pulmonar
Como efecto del peso del propio pulmón, las porciones de la pleura situadas en la parte más alta tienen valores más negativos
de presión pleural, eso hace que los alvéolos se encuentren más distendidos, y por el contrario en la base el efecto de la
presión del peso del pulmón sobre las pleuras determina que la presión pleural sea menos negativa o más positiva que en la
parte superior. Los alvéolos en esta región están menos distendidos siendo su radio menor. En el proceso de la inspiración
los alvéolos superiores incrementan muy poco su volumen, y los inferiores incrementan en mayor escala su volumen
haciendo que la mayor parte del aire que entra en el volumen corriente se desplace hacia estas regiones y muy poco hacia las
superiores. En términos generales, si se distribuye la altura pulmonar de arriba a abajo en tres zonas, la Zona I o superior
recibe el 25% de la ventilación, la Zona II o media el 35% y la Zona III o inferior el 40%.
En la perfusión se comprueba el mismo efecto de la gravedad, que hace que algunos vasos se encuentren más distendidos y
reciban un flujo sanguíneo mayor. La acción de la gravedad y las bajas presiones que existen en el lecho vascular pulmonar
determinan que el flujo sanguíneo sea muy sensible a la influencia de la gravedad. Los pulmones no presentan en todas sus
regiones valores idénticos de perfusión. En posición erecta, o de pie, la base pulmonar está más irrigada que los ápices. En
posición supina, o tumbado, las bases y ápices se igualan, sin embargo el dorso recibe ahora más flujo sanguíneo que la
región ventral.
Si se divide el pulmón en varias zonas del ápice a la base se observarían los siguientes patrones en el flujo sanguíneo:
En forma combinada.
5.1 Transporte de O2
El O2 que difunde desde los alvéolos a la sangre capilar, se disuelve en el plasma. En esta forma disuelta se transportan 0,3
ml de O2/100 ml sangre Esta cantidad es muy baja e insuficiente para cubrir las necesidades del organismo, que en reposo se
sitúan ya en unos 250 ml de O2/minuto. Aunque su valor es pequeño, sin embargo cumple una función importante, ya que
determina la pO2 en plasma de la que dependerá la forma fundamental de transporte.
El principal sistema de transporte de O2 (98%) es combinado con la hemoglobina, de esta forma se transportan 20 ml de
O2/100 ml sangre.
Cuando el oxígeno se une a la hemoglobina, se forma la oxihemoglobina (HbO2), mientras que la forma desoxigenada se
llama desoxihemoglobina(Hb). La unión del oxígeno a la hemoglobina es reversible y depende de la presión parcial de
oxígeno en la sangre es decir del oxígeno que va en disolución.
La saturación de la hemoglobina es la proporción porcentual entre el contenido de oxígeno y la máxima capacidad de unión.
La sangre arterial está habitualmente saturada con oxígeno al 97%, mientras que la sangre venosa lo está al 75%.
5.2 Curva de disociación de la hemoglobina
La relación entre la presión parcial de O2, la saturación de la Hb por oxígeno o cantidad de oxígeno transportado, se
representa gráficamente mediante la curva de disociación. La forma sigmoide de la curva se debe a que la afinidad de la
hemoglobina por el oxígeno no es lineal o uniforme, sino que varía en función de cuál sea la presión parcial de oxígeno.
El grado de afinidad de la hemoglobina por el oxígeno puede estimarse a través de un parámetro denominado P50, o presión
parcial de oxígeno necesaria para saturar el 50% de la hemoglobina con oxígeno, se sitúa en 27 mm Hg. Cualquier cambio en
la afinidad de la hemoglobina por el oxígeno, se traducirá en un desplazamiento de la curva hacia la izquierda o hacia la
derecha. Un desplazamiento hacia la izquierda supone un aumento de la afinidad (o descenso de la P50) y un
desplazamiento hacia la derecha supone una disminución de la afinidad (o aumento de la P50).
Los factores más importantes que afectan a la curva de disociación de la hemoglobina son:
Presión parcial de anhídrido carbónico en sangre (pCO2), el aumento de la concentración de CO2 disminuye la
afinidad de la hemoglobina por el oxígeno y produce un desplazamiento de la curva hacia la derecha.
pH, el incremento de la concentración de hidrogeniones o descenso del pH provoca un desplazamiento de la curva hacia la
derecha. Este factor está ligado al anterior ya que el incremento de pCO2 por acción de la anhidrasa carbónica produce un
aumento de H+ que son los que al fijarse a la hemoglobina disminuyen su afinidad. Este efecto se denomina "efecto Bohr".
2,3-difosfoglicerato (2,3-DPG), esta molécula es un metabolito intermediario de la glucólisis anaerobia del eritrocito, y
su concentración aumentada desplaza la curva hacia la derecha, favoreciendo la liberación de oxígeno a los tejidos.
El monóxido de carbono (CO) se une a la hemoglobina mediante una reacción reversible similar a la que realiza con el
O2, ya que ocupan el mismo lugar. El compuesto formado se denomina carboxihemoglobina, y la cantidad formada depende
de la presión parcial de monóxido de carbono. El monóxido de carbono es 210 veces más afín por la hemoglobina que el
oxígeno; de esta forma, mínimas concentraciones de CO en el aire respirado, saturarán grandes proporciones de
hemoglobina, impidiendo el transporte de O2.
5.3 Transporte de CO2
La mayor parte del CO2 transportado en sangre proviene del metabolismo celular, que en condiciones basales o de reposo
forma 200 ml/minuto.